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Frontera norte

On-line version ISSN 2594-0260Print version ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.15 n.29 México Jan./Jun. 2003

 

Reseña bibliográfica

 

Latinoamericanos buscando lugar en este siglo

 

Alejandro Monsiváis Carrillo*

 

Néstor García Canclini, Argentina, Paidós, Estado y Sociedad, 105, 2002, 116 pp.

 

*Candidato a doctor en ciencias sociales. El Colegio de la Frontera Norte. Dirección electrónica: a.monsivais@lycos.com.

 

América Latina amanece al siglo xxi ante una tensión central: las promesas del cosmopolitismo global y la disolución de los proyectos nacionales. De esta tensión se desprenden preguntas inquietantes por su sencillez y carácter fundamental: ¿qué significa hoy ser latinoamericano? Más aún, ¿quién quiere serlo y para qué?

Néstor García Canclini, en el ensayo Latinoamericanos buscando lugar en este siglo —el cual le hizo merecedor del VIII Premio Lya Kostakowsky—, reflexiona acerca de la viabilidad de Latinoamérica en el horizonte de la posible firma del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas en 2005 y la celebración, en 2010, de otro centenario de la independencia de varios países de la región.

El argumento vertebral del texto intenta responder a un desafío clave: indagar cómo puede América Latina sumar su creatividad y variedad literaria, musical y comunicacional "para convertirse en una economía cultural de escala, mejor interconectada y con mayor capacidad exportadora" (p. 34). Este reto tiene lugar en un momento crítico para la región; un momento en el que las promesas cosmopolitas de la globalización se hacen sentir en un territorio cuyo futuro se desvanece entre deudas impagables, éxodos poblacionales, el fracaso de los modelos de desarrollo económico y la vacuidad de los proyectos de integración política. La contribución principal de este ensayo radica en que se aventura a plantear un conjunto de escenarios posibles para empezar a imaginar una participación diferente de Latinoamérica en los circuitos de la globalización. García Canclini señala que la tarea de reconstruir lo latinoamericano debe tener un eje en el campo de la producción simbólica y el intercambio sociocultural.

Las preguntas que plantea este texto, al igual que las propuestas que sugiere, giran en torno a la paradójica entrada de los latinoamericanos en la globalización. Resulta difícil, por un lado, negar que los latinoamericanos hemos arribado al cosmopolitismo en el que los artistas plásticos y escritores veían, décadas atrás, el acceso a la contemporaneidad. García Canclini, con sutil ironía, indica que en la actualidad tenemos razones para celebrar las facilidades con que podemos comunicarnos con países distantes; que hoy en día podemos regocijarnos de cómo expanden sus negocios, en nuestros países, las empresas multinacionales; de cómo podemos disfrutar la ampliación de la oferta en centros comerciales, supermercados y sistemas de televisión por cable; y de que los viajes ya no son privilegio de artistas y escritores de elite, pues alcanzan a empresarios, turistas, políticos y migrantes en busca de trabajo.

Lo cierto es que —nos dice el autor—, de manera simultánea, la mundialización ha terminado con las promesas que se construyeron en los Estados latinoamericanos durante el siglo XX. A distintos ritmos, en distinta escala, América Latina aparece cada vez más como una región que pierde capacidad de autogestión e identidad político-cultural. Sus Estados nacionales, que durante décadas se esforzaron por constituirse como unidades autogestoras de un territorio político, una identidad cultural y un mercado homogéneos, han sido profundamente perjudicados por los procesos globalizadores. La identidad nacional homogénea como logro histórico, las políticas culturales diseñadas para expresar alusiones telúricas a los signos del pasado, al igual que el sentido de pertenencia a la patria grande latinoamericana, en conjunto, se desvanecen en la precariedad de su sentido actual. Del otro lado, la apertura económica, los acuerdos comerciales y la implantación de las reglas neoliberales como vía de acceso a los mercados mundiales no han tenido mejores saldos. La inserción de los países latinoamericanos en la globalización queda sintetizada de este modo:

pasamos de situarnos en el mundo como un conjunto de naciones con gobiernos inestables, golpes militares, pero con entidad sociopolítica, a ser un mercado: un repertorio de materias primas con precios en decadencia, historias comercializables si se convierten en músicas folclóricas y telenovelas, y un enorme paquete de clientes para las manufacturas y las tecnologías del norte, pero con baja capacidad de compra, que paga deudas vendiendo su petróleo, sus bancos y aerolíneas [...] (p. 46).

Las maneras en que nos hemos vuelto cosmopolitas nos han despojado, inclusive, de los recursos para fabricar los relatos acerca de nosotros mismos. Las imágenes de lo "latinoamericano" han quedado fuera del control de las naciones, lo mismo de sus políticas culturales que de sus vanguardias estéticas (literarias, cinematográficas o musicales). García Canclini señala que los nuevos administradores de la producción simbólica en la región son, principalmente, algunas corporaciones transnacionales —los grupos editoriales españoles, subordinados a megaempresas europeas (Bertlesmann, Planeta); grupos comunicacionales (Prisa, Telefónica y Radio y Televisión Española) y algunas empresas comunicacionales estadounidenses (CNN, MTV, Time Warner)—, al igual que algunos círculos académicos, que se encuentran mejor institucionalizados en los Estados Unidos, Europa y Canadá que en los mismos países latinoamericanos.

Entre la disyuntiva de defender modelos de identidad agotados o globalizarse tangencialmente con resultados adversos, García Canclini invita a pensar en otras formas de desarrollo basado en la potenciación de los recursos culturales y comunicacionales de nuestros países. Su argumento es que

la producción de bienes y mensajes culturales está ganando espacios protagónicos en los mercados globales. Es posible imaginar que en países donde las privatizaciones han ido desindustrializando, perdiendo bancos, líneas aéreas y hasta la riqueza del subsuelo, nuestros recursos culturales podrían contribuir a relanzar nuevos programas de crecimiento (p.58).

Las industrias comunicacionales se han convertido en una de las áreas más competitivas y de mayor conflictividad en el mundo contemporáneo. En este libro se explica que la expansión económica de las industrias culturales ha contribuido, ampliamente, a reforzar los desequilibrios históricos en los intercambios comunicacionales entre distintos países y regiones, en el acceso a la información y los entretenimientos, y en la participación de los ciudadanos en las esferas públicas nacional e internacional. De lo que se trata, precisamente, es de generar las condiciones necesarias para que los países y regiones latinoamericanos puedan competir en los mercados de las industrias culturales de índole transnacional.

Las tareas pendientes se plantean en términos ambiciosos, que exigen esfuerzos de gran escala, pero dibujando escenarios practicables. En términos generales, se trata de establecer leyes, políticas y acuerdos transnacionales que protejan y den impulso a la producción cultural latinoamericana. Los países deben desarrollar políticas que promuevan el avance tecnológico y la expresión multicultural; impulsar políticas culturales articuladas con áreas estratégicas del desarrollo endógeno de los países; establecer acuerdos de cooperación transnacional en materia de cultura; y crear indicadores de desarrollo sociocultural. La participación democrática de los ciudadanos en la totalidad de este proceso se concibe como una necesidad fundamental.

El proyecto de integración en los circuitos mundiales de intercambio tiene un alcance que va más allá de una mera respuesta para el incremento de las relaciones comerciales, los ingresos de los países y el desarrollo económico. Posee además un sentido sociocultural. Se trata de hacer partícipes a las voces latinoamericanas en la construcción de una globalización sensible a las diferencias y las relaciones interculturales. Es un proyecto que busca reactivar la memoria y expandir los sentidos del futuro.

Esta apuesta permite replantear los significados y los procesos históricos específicos, lo mismo que el significado de las culturas populares, de manera que no queden como expresiones pintorescas de mundos desconectados del cosmopolitismo global. Por el contrario, se trata de que estas experiencias nutran las formas de dialogar y comunicarnos con los otros. Así, por ejemplo, el autor se pregunta: ¿en qué acabó el dolor de las dictaduras y otras violencias en el continente? ¿En "la dilapidación de experiencias históricas" por medio de "la especulación financiera sobre las necesidades de las sociedades europeas y latinoamericanas" y "la disolución de las esperanzas democráticas en un juego frívolo de negocios corruptos, alineamiento con la destrucción global del Estado de Bienestar y retornos frecuentes del conservadurismo y la discriminación, sobre todo expresados en la xenofobia?" (pp. 82-83). Para García Canclini, la música, la escritura y el cine pueden hablar del olvido y "la recurrente actualidad de los tiempos sombríos".

Cabe finalizar estos comentarios señalando que los planteamientos centrales de este ensayo no son estrictamente novedosos. Las discusiones teóricas en torno a las formas de entender los intercambios interculturales en Latinoamérica, la reflexión a propósito de las implicaciones de la transnacionalización de las industrias culturales y comunicacionales, y la conceptualización de nuevos esquemas de políticas culturales abiertas al intercambio con la alteridad en un mundo globalizado, son constantes en el trabajo de Néstor García Canclini.1 De hecho, en La globalización imaginada (1999) se puede encontrar una discusión con más detalle, donde se tratan diferentes tipos de cuestiones conceptuales y empíricas, con una escritura que se desplaza entre distintos géneros y con propuestas concretas en términos de perfilar "una agenda cultural de la globalización". Sin embargo, Latinoamericanos buscando lugar en este siglo es un ensayo que habrá de ganar un lugar propio en la literatura. No constituye solamente una síntesis destilada del trabajo intelectual de García Canclini ni se limita a señalar estrategias concretas para impulsar la competitividad comunicacional y cultural latinoamericana. Además de ello, nos invita a globalizarnos de otro modo, a imaginarnos de nuevo como interlocutores significativos en el diálogo cosmopolita.

 

Notas

1Culturas híbridas, México, Grijalbo-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990;         [ Links ] Consumidores y ciudadanos, México, Grijalbo, 1995;         [ Links ] y Las industrias culturales en la integración de Latinoamérica, en coordinación con Juan Carlos Moneta, México, Unesco-Grijalbo-SELA, 1999.         [ Links ]

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