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Frontera norte

On-line version ISSN 2594-0260Print version ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.13 n.26 México Jul./Sep. 2001

 

Reseña bibliográfica

 

De la oposición al poder. El PAN en Baja California, 1986-2000

 

Víctor Alejandro Espinosa Valle*

 

Tania Hernández Vicencio. Tijuana, El Colef, 2001, 309 pp.

 

* Secretario general académico e investigador de El Colegio de la Frontera Norte. Dirección electrónica: victorae@colef.mx.

 

Me gusta subrayar que el reto para la investigación regional es complejo, pues para entender las especificidades tenemos la obligación de comprender lo que sucede a nivel nacional y el contexto particular en el que surge el fenómeno. Tiene que darse esta doble tensión metodológica para explicar nuestro objeto local. Es muy difícil lograrlo; las tentaciones de ver a un país homogéneo son muchas, así como el explicarlo a través de argumentos circulares: lo local a través de lo local. Por fortuna, Tania Hernández logra dar con aquellos elementos que explican el crecimiento y desarrollo del Partido Acción Nacional en Baja California sin descuidar su encuadramiento en la dinámica del partido a nivel nacional. Con herramientas novedosas, desarrolla un trabajo desde la ciencia política; esto quiere decir que no se trata de un trabajo de sociología histórica ni historiográfico. No le interesa la reconstrucción pormenorizada de la historia del PAN en Baja California desde su fundación en la ciudad de Mexicali el 17 de enero de 1947. Escoge otro tipo de cortes a partir de su noción central de coalición dominante. Sin embargo, desde esa categoría se van inscribiendo los nombres de los militantes que han ido construyendo este "partido de cuadros" y a los cuales identificamos fácilmente. La explicación se torna de carne y hueso y con ello la distancia entre el lector bajacaliforniano y el texto se va cerrando.

El libro de Tania Hernández está estructurado en cinco capítulos y tres anexos sumamente útiles para comprender la metodología de la investigación. En el primer capítulo realiza un "recorrido necesario" desde la fundación del PAN en Baja California en 1947 hasta el año de 1985, previo al primer triunfo panista en el municipio de Ensenada. Se documenta cómo fueron los inicios de la construcción del partido a nivel municipal: es una historia de limitaciones y de grandes esfuerzos. Es interesante recordar la relación del movimiento sinarquista, a través de Zeferino Sánchez Hidalgo, con el PAN. Fundador en 1943 del Instituto Adrián Servín para preparar a los jóvenes sinarquistas, Sánchez Hidalgo ingresó al PAN en 1958, "convirtiéndose en el ideólogo y capacitador, formador de los primeros cuadros del panismo tijuanense" (p. 38). Asimismo, se documentan algunos de los vínculos que se han establecido con la Iglesia católica, de manera relevante durante el obispado de Emilio Carlos Berlié Belaunzarán. Sin embargo, Tania Hernández plantea que es una asignatura pendiente el estudio de las relaciones entre la Iglesia (y yo añadiría: las Iglesias) y los partidos locales. Posteriormente se refiere a la forma en que ex panistas notables se unieron al movimiento nacional Solidarismo y su relación con el PAN. En el capítulo detecta uno de los conflictos de intereses más relevantes entre el PAN y el gobierno del estado; esto se dio bajo la administración de Roberto Bob de la Madrid entre 1977 y 1983.

La repentina muerte del general Cuenca Díaz tendría dos efectos importantes. Por un lado, permitiría que la candidatura de Roberto de la Madrid superara la crisis interna del priísmo y, por otro, llevaría al PAN —sobre todo al tijuanense— al problema de encontrar una alternativa que no chocara abiertamente con Roberto de la Madrid, con quien había coincidencias políticas, incluso amistad, de algunos de los dirigentes panistas (p. 56).

Sería el símil local del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, de quien se dijo instrumentó la política económica panista.

En el segundo capítulo titulado: "El PAN hacia las elecciones de 1989", se muestra que "durante la década de los ochenta, el PAN se caracterizaba por un bajo grado de institucionalización que le permitió cierta flexibilidad para el reclutamiento e integración de nuevos líderes a la vida partidaria" (p. 66). Fue paradigmático el triunfo de Ernesto Ruffo Appel en la elección municipal de Ensenada en 1986. Se reseña la forma como Ruffo salló del Consejo Coordinador Empresarial de Ensenada, renunciando el 8 de abril de aquel año. Su militancia databa de 1982, y en sólo cuatro años, el 3 de abril de 1986, se convertía en el principal aspirante a la presidencia municipal. La integración del primer ayuntamiento de oposición en Baja California siguió el patrón de convocar a jóvenes con escasos antecedentes partidarios. Sin embargo, la dinámica del panismo en los municipios en los cuales no había triunfado fue diferente. A través de este argumento se explica la llegada a la dirigencia municipal de Tijuana, el 15 de marzo de 1987, de la fracción tradicionalista, encabezada por Juan Manuel Salazar Pimentel, yerno de Salvador Rosas Magallón. A partir del triunfo en Ensenada y al calor de un fuerte conflicto con el gobierno del estado, se fue fraguando la candidatura de Ruffo Appel a la gubernatura.

La autora propone una periodización para interpretar la participación empresarial en el PAN. Sin embargo, la hipótesis principal es que los grandes empresarios han estado ligados más bien al PRI.

El apoyo que ha venido recibiendo el PAN por parte del sector empresarial ha sido de pequeños y medianos empresarios, que empezaron a cansarse del corporativismo ejercido a través de los organismos patronales en apoyo al partido oficial, por lo que buscaron otros espacios de participación y representación de sus intereses (pp. 91-92).

Uno de los cambios más notables de Acción Nacional que registra la autora es que la llegada al poder ha significado la subordinación del partido al proyecto de gobierno. Este argumento es constante y se transforma en uno de los retos fundamentales del partido, junto con la disociación de la organización política y la sociedad.

En el tercer capítulo, titulado "Conflictos internos: procesos de inclusión y exclusión", Tama Hernández nos va mostrando aquellos procesos que han permitido la constitución de las fracciones al interior de Acción Nacional. Así, en la década de los setenta surgen las fracciones pragmática y doctrinaria. Será en los ochenta cuando se acuñe el término de "neopanistas", que hacía "referencia a una forma de participación interna caracterizada por dejar en segundo plano los aspectos doctrinales y por recurrir a lenguajes propios de la publicidad comercial" (p. 123). Una nueva fracción surgió en el PAN en la década de los noventa, ligada al Foro Democrático. Los foristas se habían propuesto "reencontrar los principios doctrinarios, propiciar la reforma de los estatutos (para hacer más democrático al partido) y propiciar una mayor discusión sobre la reforma electoral" (p. 124). En el caso del panismo bajacaliforniano se demuestra que no podemos identificar la formación de fracciones y grupos que se alínien o sean similares a los nacionales. Así, por ejemplo, más que docenarios, Tania Hernández llama al grupo de los magallones como "tradicionalistas" Luego sigue una multiplicación de grupos que conducen a la formación de otras fracciones importantes: destaca la fracción lidereada por Ruffo Appel y a mediados de su gobierno la consolidación de los liderazgos de Héctor Terán Terán y Eugenio Elorduy Walther. Si bien éstas serían las hegemónicas, la conflictividad y las exclusiones de la disidencia (método por el que se resuelven los conflictos) produjo una gran cantidad de alineamientos, sobre todo en Tijuana:

La fracción denominada los azules', para quienes se señala como líder a Jesús González Reyes; 'los cometas', que tienen como principal líder a Ricardo González Cruz; 'los tercos', a quienes se considera encabezados por José Chumacera; 'los magallones', cuyo líder es Alejandro González Alcocer, y 'los rojos', que tienen como cabeza a Héctor Osuna Jaime (p. 150).

El hecho de que exista este mosaico grupero no significa que no haya convergencias: por ello en la fracción "institucional" podemos ubicar a los grupos encabezados por Héctor Terán y Eugenio Elorduy.

En el capítulo "Movilidad política en el PAN", la autora se propone

caracterizar la movilidad interna en un partido tradicionalmente de oposición que accede al gobierno, destacando los canales formales e informales que la hacen posible, además de identificar las características generales de los líderes que forman la élite del panismo bajacaliforniano (p. 175).

Evidentemente, aquí la propuesta central es la categoría de movilidad política para comprender la conformación de los liderazgos. Siguiendo a Rodenc Ai Camp,

plantea tres características relacionadas con los recursos personales que potencian o limitan la capacidad de ascenso político de los líderes: una conducta propicia para el desplazamiento, la capacidad formal y la capacidad informal que posea el líder (p. 188).

Con el objeto de precisar propone el concepto de movilidad circunstancial, en los siguientes términos:

Si bien esta característica circunstancial de la movilidad no es privativa de un partido de oposición como el PAN, hay dos situaciones que caracterizaron a Acción Nacional en el periodo de estudio y que dieron peso a dicho tipo de movilidad: su grado de institucionalización y la definición del ejercicio de gobierno como objetivo prioritario (p. 216).

Para desarrollar este capítulo la autora se apoya en una buena cantidad de entrevistas aplicadas a los principales líderes del blanquiazul.

En el último capítulo, "Recomposición interna y retos futuros", la autora sostiene que,

más que el desplazamiento total de unos líderes por otros, el PAN experimentó, sobre todo en una primera etapa (1986-1991), un proceso de reunión de líderes de distintas procedencias, generaciones y trayectorias políticas, cuyo objetivo prioritario fue el eficiente ejercicio de gobierno (p. 219).

La categoría clave de este apartado es el de trayectorias políticas, que le sirve para diferenciar el concepto clásico de "carreras políticas":

Al observar la experiencia del PAN en Baja California, podemos decir que su bajo grado de institucionalización en el periodo de estudio poco ha aportado a la construcción de verdaderas carreras políticas. Lo que ante todo se ha observado es la existencia de rutas de acción que siguen los líderes, los cuales no necesariamente tienen una dirección ascendente, directa e inmediata, a niveles superiores en la jerarquía de la toma de decisiones" (pp. 223-224).

Ésta es la característica de la coalición dominante en Acción Nacional: el sentido de inclusión a pesar de las diferencias; es el distintivo de su dinamismo y ha sido eficaz para la cosecha de éxitos electorales.

En el caso del PAN en Baja California, no puede hablarse de camarillas vistas como grupos homogéneos y cerrados, ni que la participación en uno de ellos limite totalmente la coincidencia y participación con otro. Se trata más bien de fracciones que se van recomponiendo a partir de los puntos de acuerdo, los intereses y la posición que cada líder asume en el proceso de toma de decisiones. Esto no quiere decir que no puedan identificarse fracciones definidas en el marco del proyecto político prevaleciente o que no existan círculos de colaboradores cercanos al líder principal. Sin embargo, a pesar de los puntos de conflicto, la coincidencia en la necesidad de mantener los espacios de poder ganados y acceder a otros aún les permite tener cierta capacidad para construir compromisos y negociar posiciones entre las fracciones (p. 182).

Quizás una de las conclusiones más interesantes es que

el PAN en Baja California ha mostrado su capacidad de adaptación a los cambios y de ser exitoso en términos electorales, al mismo tiempo que ha definido como un objetivo prioritario el acceso al poder y la permanencia en el gobierno (p. 245).

Después del 8 de julio de 2001 (fecha de las pasadas elecciones estatales) al PAN le urge redefinir su proyecto de relación con la sociedad. Tal parece que al cerrarse la brecha entre el partido y el gobierno la distancia con la sociedad se fue pronunciando. Si no se actúa en consecuencia, los "votos en casa" definirán el rumbo gubernamental, y eso camina en dirección contraria a la democratización de la vida social, política y cultural.

Al finalizar el libro uno tiene muchas interrogantes e inquietudes por conocer más acerca de los partidos políticos locales. ¿Es posible hacer extensiva la metodología de la autora al estudio de otras agrupaciones como el PRI? Urge una minuciosa investigación de corte histórico acerca del partido en el poder. Son muchas las vetas de investigación que este valioso libro propone. Es, además, una obra destinada a ser referencia obligada para estudiosos, funcionarios, militantes y adherentes. Es un insumo de primer orden para reconocer nuestra historia política local.

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