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Estudios fronterizos

versão On-line ISSN 2395-9134versão impressa ISSN 0187-6961

Estud. front vol.23  Mexicali  2022  Epub 19-Set-2022

https://doi.org/10.21670/ref.2218102 

Artículos

Solidaridad digital y migraciones: análisis sobre el uso de tecnologías digitales entre ciudadanos venezolanos en Quito, Ecuador

a Universitat Rovira i Virgili, Tarragona, España, Universidad de Otavalo, Otavalo, Ecuador, correo electrónico: jorgedavid.mantilla@estudiants.urv.cat, jorgedavidm3@gmail.com


Resumen:

El objetivo principal del artículo fue analizar el uso de tecnologías de comunicación digital en las prácticas de solidaridad desarrolladas entre migrantes venezolanos en la ciudad de Quito, Ecuador. La metodología aplicada se basó en entrevistas a profundidad y análisis de contenidos en grupos de WhatsApp. El trabajo de campo fue realizado entre junio de 2020 y marzo de 2021. Para el muestreo se empleó una estrategia no probabilística (snowball sampling). La naturaleza cualitativa del estudio no permite generalizaciones estadísticas. No obstante, los resultados obtenidos caracterizan las prácticas de solidaridad digital en grupos con lazos sociales fuertes (familias) y débiles. Las conclusiones indican que, en las familias transnacionales la solidaridad digital se basa en sentidos de co-presencia que facilitan el cumplimiento de obligaciones morales, la generación de economías de cuidado y el soporte emocional; mientras que, en grupos sin conexiones previas la solidaridad se construye mediante comunidades digitales en espacios masivos e impersonales.

Palabras clave: solidaridad digital; migración transnacional; migración venezolana; Ecuador

Abstract:

This article aims to analyze the use of digital communication technologies in the solidarity processes of Venezuelan migrants in Quito, Ecuador. The methodology applied was based on in-depth interviews and content analysis of WhatsApp groups. The research was conducted between June 2020 and March 2021. A non-probabilistic strategy (snowball sampling) was applied for the sampling. The results illustrate the dynamics of digital solidarity both in groups with strong ties (families) and weak ties. However, due to its qualitative nature, these results cannot be generalized. The conclusions show that in transnational families, solidarity develops from a sense of co-presence that allows the fulfillment of moral obligations, the generation of an economy of care, and emotional support. On the other hand, in the case of migrants without connective ties with each other, solidarity occurs through the construction of digital communities in large and impersonal groups.

Keywords: digital solidarity; transnational migration; Venezuelan migration; Ecuador

Introducción

María José es una migrante venezolana en la ciudad de Quito. Su trayectoria en esta urbe ha sido compleja. En su país de origen obtuvo una licenciatura en docencia, sin embargo, desde su llegada a Ecuador en 2015 no ha logrado ejercer su profesión. En su lugar, ha tenido empleos ocasionales como dependienta en locales comerciales y DJ en bares y restaurantes. La pandemia de la COVID-19 resultó ser especialmente dura para ella, pues durante los meses de confinamiento perdió su trabajo. Aún peor, durante esta crisis uno de sus primos en Venezuela falleció. Frente a esto, su familia ─dispersa por múltiples países en Latinoamérica y Europa (Chile, Guatemala, España e Italia)─ empezó a generar reuniones a través de la plataforma Zoom con el objetivo de realizar una novena católica1 y otros rituales fúnebres. Más allá de la distancia física y de su compleja situación, el contacto con su familia a través de videollamadas resultó clave desde un punto de vista emocional. En sus palabras:

todos los días hicimos el novenario, las noches del difunto, entonces todos los días nos vimos durante una hora para rezar el rosario. Yo no soy católica, ni creo en Dios, ni nada de eso, pero lo hice igual para estar en contacto con ellos y llevar nuestro luto. No pudimos ir al velorio ni al entierro ni a nada de ello, sino que nos hicimos el Zoom.

La viñeta del párrafo anterior ilustra la relevancia de las tecnologías de la información y comunicación en las trayectorias migrantes. Este no es un caso aislado, pues en la actualidad los medios de comunicación digital ─incluidas las redes sociales─ facilitan interacciones dentro de campos transnacionales en tiempo real, sin importar las distancias físicas (Cooke & Shuttleworth, 2017; Pelliccia, 2019). Una consideración importante para los estudios transnacionales es que las dinámicas propias de la comunicación digital pueden potencialmente permitir procesos de cohesión social y colaboración entre migrantes, tanto para personas con conexiones previamente establecidas en el mundo físico, como para individuos sin relaciones presenciales. No obstante, este fenómeno no ha sido plenamente documentado en la literatura, especialmente en lo referente a la diáspora venezolana en Latinoamérica. En este sentido, el objetivo principal del presente artículo es analizar el uso de las actuales tecnologías de comunicación digital en las prácticas de solidaridad desarrolladas entre migrantes venezolanos en la ciudad de Quito, Ecuador. Como objetivos específicos se plantea estudiar el uso de herramientas de comunicación digital en las prácticas de solidaridad dentro de: 1) familias transnacionales (es decir, grupos con lazos sociales fuertes), y, 2) grupos masivos de migrantes venezolanos en la plataforma WhatsApp (es decir, colectivos con lazos sociales débiles).

La noción de solidaridad ha estado presente en disciplinas como la sociología o la antropología desde el siglo XIX y ha sido clave para analizar temas referentes a la cohesión social, colaboración o reciprocidad. Los estudios transnacionales también se han nutrido de este concepto con base en trabajos que se adentran en formas de colaboración ejercidas más allá de los límites de los Estado nación (Bauder & Juffs, 2020; García Agustín & Bak Jørgensen, 2016; Rygiel, 2011). Desde su contexto histórico, los postulados clásicos de las ciencias sociales han limitado el concepto de solidaridad a interacciones desarrolladas en terrenos fijos, estáticos y delimitados. En la actualidad, sin embargo, los medios digitales pueden propiciar formas de solidaridad dentro de espacios dinámicos, flexibles e incluso virtuales, lo cual es especialmente relevante en contextos de movilidad humana que atraviesan fronteras. En años recientes, ha empezado a surgir un corpus de literatura orientado a estudiar la solidaridad a partir de este lente (Chayko, 2020; Stalder, 2013). No obstante, se trata de un área emergente que necesita ser ampliada tanto a nivel conceptual como empírico. El aporte de la presente investigación a la literatura existente parte del espectro geográfico en que se desarrolla (las migraciones de personas venezolanas en Ecuador), pues, la mayor parte de estudios sobre solidaridad, tecnología y migración se han generado en el mundo anglosajón, en particular sobre movimientos sur-norte o norte-norte. Además, este trabajo resulta especialmente necesario en el contexto generado por la pandemia de COVID-19, en la cual el uso de herramientas digitales ha crecido considerablemente (Belzunegui-Eraso & Erro-Garcés, 2020).

Esta investigación se centra en uno de los principales movimientos migratorios desarrollados dentro de países del sur global en tiempos recientes: la diáspora de personas venezolanas en Latinoamérica. Desde 2013, Venezuela ha experimentado una de las mayores crisis económicas, políticas y sociales de su historia, reflejada ─entre otros indicadores─ en la caída del producto interno bruto (Bull & Rosales, 2020), la hiperinflación, la disminución de la producción de petróleo ─principal motor de la economía del país─ (Buxton, 2020) o el aumento de la pobreza (Van Roekel & De Theije, 2020). La pandemia de COVID-19 ha agravado aún más esta situación crítica (López Loyo et al., 2021). En este escenario, más de 3.4 millones de personas han dejado el país dirigiéndose principalmente hacia otras zonas de Sudamérica y el Caribe (Palotti et al., 2020). La migración se ha convertido, por lo tanto, en una de las principales estrategias de mitigación de crisis por la población venezolana.

Ecuador ─un país históricamente emisor de migrantes─ ha recibido a más de 443 000 personas venezolanas, es uno de los principales destinos para estos flujos migratorios en la región (Organización Internacional para las Migraciones [OIM], 2021). Del total de esta población, alrededor de 40% habita en la ciudad de Quito, capital del país (Banco Mundial, 2020). Demográficamente, este grupo es principalmente joven, pues, 74% de personas se encuentra entre los 18 y 35 años (OIM, 2021). A nivel social, el panorama para los migrantes es complejo, cerca de 81% de personas posee un estatus migratorio no regularizado, los índices de pobreza son altos (Banco Mundial, 2020) y prácticas como la xenofobia y la discriminación son comunes (Mantilla, 2020; Ramírez et al., 2019). Además, la COVID-19 afectó considerablemente a este sector que se dedica mayoritariamente a actividades económicas informales. Dentro de este panorama de crisis en los países de origen y destino, entender las transformaciones que los medios digitales propician en las prácticas de solidaridad se vuelve fundamental para arrojar luces sobre la capacidad de agencia de los migrantes en contextos complejos.

El diseño de esta investigación no busca establecer generalizaciones, sino presentar insumos cualitativos que puedan contribuir a un mejor entendimiento de las prácticas de solidaridad digital en contextos transnacionales dentro del sur global. El artículo inicia presentando la metodología empleada. Posteriormente, los resultados se entregan en dos partes. En la primera, se analiza la solidaridad digital dentro de familias transnacionales, es decir, en grupos con lazos sociales fuertes. En la segunda, se estudia la solidaridad en un grupo masivo de migrantes venezolanos en WhatsApp. Finalmente se muestran las conclusiones del estudio.

Metodología

El trabajo de campo para este artículo se desarrolló entre junio de 2020 y marzo de 2021, por lo cual la crisis sanitaria generada a raíz del COVID-19 tuvo un impacto considerable. Autores como Fine y Abramson (2020) han expuesto los retos que el desarrollo de trabajo de campo presenta en el escenario de esta pandemia, especialmente en lo referente al mantenimiento de medidas de bioseguridad. En este contexto, las técnicas utilizadas fueron diseñadas para su aplicación principalmente a través de medios digitales; los encuentros presenciales ─frente a frente─ se desarrollaron en menor medida, únicamente cuando las circunstancias lo hicieron posible y tomando las precauciones necesarias, dadas las condiciones extraordinarias.

El estudio posee un enfoque cualitativo, construido a partir de dos técnicas de investigación: 1) entrevistas a profundidad con migrantes venezolanos; 2) análisis de contenidos de texto dentro de un grupo masivo de WhatsApp que agrupa a migrantes venezolanos en Quito. Las entrevistas se desarrollaron principalmente por medio de videollamadas mediante Zoom y WhatsApp, o comunicaciones telefónicas. En total se desarrollaron 17 entrevistas con personas provenientes de diversos contextos socioeconómicos y género, seleccionadas a través de la técnica de snowball sampling2 (TenHouten, 2017). Debido al diseño empleado, la información no busca presentar generalizaciones estadísticas sobre la población venezolana en Quito. Las entrevistas fueron semiestructuradas y tuvieron una duración aproximada de entre 40 y 80 minutos. El enfoque para su desarrollo partió de la premisa de que las formas contemporáneas de solidaridad constituyen una hibridación entre acciones online y prácticas presenciales (Stewart & Schultze, 2019). Por lo tanto, los diálogos mantenidos buscaron dar cuenta de las prácticas en línea, sin descuidar su conexión con la esfera presencial. En tal sentido, esta metodología se acerca a las aproximaciones que autores como Pink y colaboradores (2015) realizan sobre la etnografía digital: transitar analíticamente entre los contenidos digitales y sus implicaciones en el mundo de la presencialidad.

Para el análisis de contenidos se seleccionó a la red social WhatsApp debido a su popularidad3 y a su frecuente utilización dentro de colectivos de migrantes venezolanos. Esta plataforma permite comunicaciones individuales o colectivas, las cuales pueden incluir hasta 256 personas. Si bien las características informales de estos espacios impiden determinar con exactitud cuántos de estos existen en Ecuador, el grupo seleccionado para este trabajo es cuantitativa y cualitativamente relevante, pues está compuesto por más de 200 miembros y está orientado al intercambio y cooperación entre migrantes, lo que lo vuelve pertinente en función de los objetivos de la investigación. El acceso a este grupo se consiguió por recomendación de uno de sus miembros y aceptación de su administrador. Los participantes del grupo fueron informados del trabajo, sus características y alcance a través de mensajes en la misma plataforma. La base analítica utilizada fueron los mensajes de texto intercambiados en el grupo. Los contenidos analizados corresponden al periodo septiembre de 2020 y febrero de 2021, por lo cual están también enmarcados en el contexto de la pandemia de COVID-19.4 El procesamiento de datos se desarrolló utilizando software de análisis de datos cualitativos (Nvivo). Todos los datos obtenidos se mantienen bajo condición de anonimato, garantizando la protección de información personal.

Referentes teóricos

El concepto de solidaridad ha estado presente en las ciencias sociales desde el siglo XIX, es una herramienta fundamental para el análisis de fenómenos como la cohesión social, la cooperación, o la reciprocidad entre grupos e individuos (Bauder & Juffs, 2020). Así, trabajos fundacionales de la sociología como los de Durkheim (1987) y Weber (2021) utilizaron conceptualizaciones sobre solidaridad para estudiar la influencia de los procesos de industrialización y modernización en la cohesión de las sociedades europeas decimonónicas. En la antropología clásica, Malinowski (1973) ─en su análisis sobre las relaciones comerciales y simbólicas en las Islas Trobriand─ asocia la solidaridad con la cohesión social que se genera a partir del intercambio de regalos, estatus y prestigio. Esta teoría fue profundizada por Mauss (2009), quien demostró que el intercambio de dones (regalos) establece obligaciones morales de reciprocidad. Estas aproximaciones clásicas han influenciado estudios contemporáneos en múltiples áreas. Por ejemplo, trabajos sobre la cohesión intergeneracional (Baykara-Krumme & Fokkema, 2019; Komter & Vollebergh, 2002), el accionar de grupos de activistas sociales (García Agustín & Bak Jørgensen, 2016; Loopmans et al., 2020) o los lazos culturales entre minorías étnicas (Yoon, 2017).

Las teorías clásicas de solidaridad se centran en interacciones desarrolladas dentro de territorios definidos y limitados. Sin embargo, las prácticas sociales contemporáneas se producen incrementalmente de una manera desterritorializada, fluyendo ─a través del uso de nuevas tecnologías─ más allá de territorios fijos o los límites de los Estados. Esto es especialmente notable en la migración transnacional, donde resulta complejo mantener aproximaciones teóricas o metodológicas basadas en espacialidades estáticas. Por ejemplo, Bruneau (2006) ha descrito cómo grupos refugiados generan procesos de apropiación simbólica de espacios en los países de acogida con la finalidad de mantener su identidad y memoria colectiva. En otras palabras, los lugares físicos pueden ser resignificados en contextos de movilidad humana. Los espacios transnacionales mediados por la comunicación digital son particularmente propicios a transformaciones capaces de moldear las interacciones sociales. En tal sentido, comprender la forma en que prácticas de solidaridad pueden desarrollarse en contextos transnacionales en la era digital constituye un importante reto para las ciencias sociales contemporáneas.

Actualmente, el estudio de procesos de solidaridad debe considerar las interacciones mediadas por la virtualidad. Las plataformas digitales5 tienen el potencial de crear sentimientos de cohesión social, cooperación o exclusión y discriminación. Para Stewart y Schultz (2019) la solidaridad contemporánea es una hibridación entre acciones online y presenciales, es decir, transita constantemente esferas virtuales y materiales. Los medios digitales pueden ser una extensión de las relaciones de cohesión, cooperación o exclusión existentes en el mundo físico. Al mismo tiempo, comunidades digitales formadas entre personas anónimas en plataformas virtuales pueden adquirir una materialidad en espacios físicos. Stewart y Schultze (2019) muestran que el movimiento My Stealthy Freedom (contra el uso obligatorio del velo femenino en Irán) se estructuró a través de la retroalimentación de actividades desarrolladas en línea y en las calles. Inicialmente, el movimiento empleó la virtualidad de Facebook para crear una identidad colectiva a través de elementos como la publicación de fotografías de mujeres desprendiéndose de sus velos en espacios públicos. Una vez construida una solidaridad en espacios virtuales, la campaña se trasladó al espacio físico mediante los White Wednesdays, una iniciativa en que las mujeres utilizaban una prenda blanca los miércoles a modo de protesta contra la obligatoriedad del hijab, a lo que se sumaban encuentros presenciales entre activistas.

La migración usualmente debilita las redes sociales, incidiendo negativamente en la calidad de vida y la inclusión social de los inmigrantes (Millán-Franco et al., 2019). Frente a este panorama, las plataformas de comunicación digital, especialmente las redes sociales, facilitan el mantenimiento de relaciones entre personas cercanas (strong ties), y la conexión de sujetos anónimos, sin contacto previo en la presencialidad y, por lo tanto, con lazos débiles (weak ties) (Shen & Gong, 2019). En el primer caso, las actuales tecnologías de comunicación permiten que grupos de personas distanciadas físicamente, pero con alto grado de cercanía, mantengan formas de cohesión emocional y material. En contextos de separación física, los medios digitales generan un sentido de simultaneidad (Levitt & Glick Schiller, 2004) que propicia el sostenimiento de relaciones de solidaridad. En estas líneas, Nedelcu y Wyss (2016) y Baldassar (2008) plantean el concepto de co-presencia para referirse a la capacidad de las tecnologías digitales de generar sentimientos y sensaciones de simultaneidad, permitiendo a las personas compartir actividades y cotidianidad más allá de los espacios físicos. Los procesos de co-presencia apoyan las relaciones de solidaridad y cooperación entre migrantes y sus familias o personas cercanas en el país de origen.

Por otra parte, las dinámicas de colectivos con lazos sociales débiles ─como grupos masivos en redes sociales─ no necesariamente permiten procesos de co-presencia, pero sí otras formas de apoyo e intercambio. Para Chayko (2020), la noción de comunidad debe ser repensada en la era digital, pues, las conexiones establecidas a través de medios virtuales poseen una creciente importancia en la vida cotidiana de los individuos. Según esta autora, las nuevas tecnologías han producido comunidades digitales y portátiles (communities to go), en donde las personas comparten experiencias e interacciones sociales significativas a través del uso de plataformas digitales, sin la necesidad de la existencia previa de lazos sociales fuertes. Estas comunidades no necesariamente remplazan formas tradicionales de interacción social, pero sus impactos sobre la vida de las personas son igualmente importantes. Dentro de entornos transnacionales, las comunidades digitales potencialmente facilitan dinámicas de cooperación y solidaridad. Por ejemplo, Nikitina y colaboradores (2019) plantean que economías compartidas6 pueden surgir directamente del intercambio a través de plataformas de internet reforzando atmósferas de solidaridad social dentro de las comunidades vinculadas a tales prácticas. Las tecnologías de internet pueden, en este contexto, ser un insumo que potencialmente facilite dinámicas de solidaridad entre grupos migrantes sin relaciones sociales preexistentes.

El sostenimiento de lazos sociales mediante plataformas digitales es también fundamental para el bienestar emocional. La migración puede causar múltiples afectaciones sociales y psicológicas, las cuales pueden ser mitigadas por redes de apoyo social generadas a través de medios de comunicación digital (Millán-Franco et al., 2019). El apoyo social ha sido definido como los vínculos entre individuos o grupos (a nivel de comunidad, redes o relaciones íntimas) que sirven para ofrecer soporte emocional u orientación (O’Hara, 1986). La literatura muestra que la existencia de redes de apoyo entre inmigrantes posee efectos positivos frente a las condiciones de estrés emocional generadas por la separación del lugar de origen (McKay et al., 2003). El apoyo social se nutre de los vínculos sociales establecidos a través de interacciones virtuales. En otras palabras, los medios de comunicación digital posibilitan el enriquecimiento de las relaciones sociales de los migrantes lo que ayuda a su bienestar emocional (Millán-Franco et al., 2019).

Resultados y discusión

Solidaridad y co-presencia: las redes sociales digitales en espacios familiares

La migración transnacional no elimina las prácticas de solidaridad, sino que genera nuevas expectativas de colaboración, cohesión y obligaciones entre migrantes y sus redes en el país de origen. Las nuevas tecnologías de comunicación juegan un papel importante para cumplir estas expectativas. En contextos de separación física, estas tecnologías propician un sentido de simultaneidad (Levitt & Glick Schiller, 2004) que facilita mantener lazos de solidaridad en espacios transnacionales. Los trabajos etnográficos entre población rumana en Suiza e italiana en Australia desarrollados por Baldassar (2008) y Nedelcu y Wiss (2016) muestran que los medios digitales facilitan sentimientos y sensaciones de simultaneidad (co-presencia), que permiten a los individuos compartir actividades y cotidianidad más allá de la distancia física.

Para entender la forma en que esta co-presencia se puede desarrollar en el caso de la migración venezolana en Ecuador es necesario considerar algunas características socioeconómicas y culturales. En primer lugar, si bien plataformas digitales como redes sociales son ampliamente populares en ambos países (Bolgov et al., 2017; Serra et al., 2017), los problemas de conexión son relativamente frecuentes. En Ecuador esto se debe usualmente a falta de recursos económicos para el acceso a estas tecnologías. En el caso de Venezuela, las dificultades financieras están acompañadas por mayores deficiencias a nivel de infraestructura, incluidos cortes de energía eléctrica, mala calidad de servicio o problemas asociados con la delincuencia. Por ejemplo, la comunicación de Nataly, una migrante venezolana en Quito, con su madre en Petare ─un barrio de Caracas con altos índices de criminalidad (Cedeño, 2013)─ se desarrolla únicamente dentro del hogar por temor a asaltos. De hecho, en alguna ocasión la conexión de su casa en Venezuela se perdió debido al robo de una antena. En este contexto, la comunicación familiar muchas veces se desarrolla de forma asincrónica a través de mensajes de WhatsApp que pueden ser leídos después del envío. En segundo lugar, la situación de crisis en Venezuela hace que el envío de remesas y otras formas de colaboración sea una necesidad imperante para la mayoría de migrantes. Tales flujos de remesas se sostienen sobre la estabilidad de moneda oficial de Ecuador, el dólar estadounidense. Sin embargo, la economía ecuatoriana ha experimentado una importante contracción en los últimos años (Vera Ortiz et al., 2020), por lo que el envío de remesas usualmente constituye un fuerte esfuerzo de los migrantes. En tercer lugar, la migración venezolana es un fenómeno completamente transnacional, con redes que van más allá de Ecuador-Venezuela, ha incorporado a personas en múltiples países de Sudamérica, Norteamérica y Europa. Finalmente, a nivel cultural, la sociedad venezolana otorga mucha importancia al sentido de pertenencia familiar. Es decir, la familia constituye algo más que una unidad de parentesco, pues ocupa un papel importante en la organización y las formas de entender la vida (Barbosa Neves & Casimiro, 2018). Las olas migratorias venezolanas no han eliminado la centralidad de la familia, sino que han generado familias transnacionales (Bryceson & Vourela, 2002) que se extienden a través de fronteras.

Bajo estas consideraciones, en este artículo se argumenta que la co-presencia entre migrantes venezolanos y sus familias a través de medios digitales se desarrolla principalmente en tres ámbitos: el cumplimiento de obligaciones morales; la generación de una economía de cuidado y el soporte emocional.

En primer lugar, las dinámicas familiares requieren el mantenimiento de contacto y relaciones entre sus miembros, es decir prácticas de stay in touch (Stern & Messer, 2009). En contextos transnacionales, sostener el contacto entre los miembros de las unidades familiares se vuelve una obligación de carácter simbólico y moral. La comunicación sincrónica y sobre todo asincrónica ofrecida por los medios de comunicación digital facilitan este punto. Por ejemplo, la interacción de María con su familia extendida en otros países de Latinoamérica y Europa se da principalmente de manera asincrónica a través de Facebook, mediante el posteo de fotografías y comentarios sobre las mismas. La interacción a través de estas imágenes permite generar un sentido de co-presencia sobre las actividades de la vida cotidiana de los miembros de la familia y a su vez cumplir con la obligación de mantenerse en contacto. En sus palabras,

Con mis tías, primos (tengo muchos primos en Alemania, Panamá, Chile) y con ellos mi comunicación es de redes sociales. Yo subo una foto, ellos comentan, dan like, etcétera. Entonces estamos en contacto, sabemos de la vida del otro, pero realmente no es como que conversamos, pero sabemos de la vida del otro.

En este caso, el manejo de material visual (fotografías) y textual (comentarios) no es un acto banal, sino la reproducción de un ciclo de reciprocidad social, donde los participantes tienen obligaciones de dar, recibir y devolver (Mauss, 2009), mediante la publicación de fotografías y comentarios (“saber de la vida del otro” en palabras de María), lo cual es clave para mantener los lazos sociales en contextos de separación física. Herramientas como WhatsApp, Facebook o Zoom permiten flujos de información audiovisual a través de conexiones grupales, permitiendo a los miembros de las unidades familiares el mantenerse en contacto, de forma ágil y sin perder sentimientos de co-presencia o simultaneidad. Así, por ejemplo, Cristina, de 31 años, quien se encontraba desempleada comenta lo siguiente:

Tenemos un grupo de WhatsApp todas, entonces lleva el apellido de la familia y es el grupo donde subimos todas nuestras fotos, todos los días, y nos saludamos todas. Allí estamos todas. Y por Facebook también tenemos un grupo de Facebook donde subimos los recuerdos las fotos de viejos, de cuando estábamos juntos, y esas son principalmente las redes donde nos comunicamos. Todas nos seguimos en Instagram, las que tenemos, las jóvenes, pero mayormente el WhatsApp de mi familia, allí es todos los días el reporte, y allí estamos subiendo cosas y todo eso.

En general, la comunicación asincrónica en grupos de Facebook o WhatsApp favorece la cohesión social entre la familia extendida, mientras que en relaciones más cercanas se benefician del intercambio directo sincrónico. A nivel generacional el uso de estas herramientas no se limita únicamente a los miembros más jóvenes, sino que puede también incluir a personas de mayor edad con poca experiencia en tecnologías digitales. Por ejemplo, Nataly enseñó a su madre el manejo del teléfono móvil y de sus principales aplicaciones justo antes de partir hacia Ecuador en 2016. El movimiento migratorio de personas venezolanas se desarrolló en un contexto en que las tecnologías de redes sociales eran ya prevalentes.

Por otra parte, la co-presencia generada a partir de las nuevas tecnologías también juega un rol en el envío de remesas, medicamentos y otros insumos entre Ecuador y el país de origen. Baldassar y Merla (2013) han mostrado cómo la circulación del cuidado es un elemento central de las familias transnacionales. Los medios digitales facilitan la comunicación sobre las necesidades de los integrantes de la familia, lo cual puede influir en procesos de colaboración y en un sentido más amplio en la creación de una economía transnacional de cuidado, que incluye envíos materiales y también emocionales. Por ejemplo, retomando la viñeta con la que se inició este artículo, el primo de María José falleció durante la pandemia de COVID-19, los diferentes miembros de la familia siguieron el proceso y rituales de entierro a través de Zoom, así mismo la familia ─en diferentes países─ generó remesas para cubrir los gastos del sepelio. La familia extendida también colaboró con remesas a María José quien quedó sin trabajo y en una situación complicada durante la pandemia.

El cuidado intergeneracional también está influenciado por la co-presencia generada a partir de redes sociales. En el caso de la migración venezolana, la mayor parte de migrantes corresponde a grupos etarios jóvenes, siendo las generaciones de adultos mayores quienes principalmente se han quedado en su país de origen. Las redes sociales permiten un contacto sobre las necesidades de cuidado respecto a los miembros de mayor edad en Venezuela. Belén es una estudiante universitaria que migró hacia Ecuador junto con su familia más cercana, padres y hermanos. Sus abuelos permanecen en Venezuela, viviendo solos y sin intención de migrar dada su edad. El envío de remesas y medicamentos es constante, y se genera muchas veces a partir de la comunicación a través de llamadas de audio y videollamada. En sus palabras:

Pero siempre estamos en contacto, siempre, y más que todo con mis abuelos, porque allá están. Ya están más mayores entonces… pero sí… O sea, yo diría que estamos aquí pero también estamos allá, pero siempre estamos en contacto de cuáles son las necesidades de ellos y cómo están y cómo podemos ayudar. Entonces yo diría que sí estamos los dos lugares, o sea, virtualmente.

Los medios de comunicación digital facilitan el contacto y el flujo de información sobre las condiciones de vida de los diferentes miembros de las redes familiares. Esto permite la colaboración de los miembros que se encuentran en mejores condiciones a través de estrategias como el envío de remesas. Todo esto se apoya en lo que autores como Levitt y Jaworsky (2007) llaman “transnational moral economy of kin”. Es decir, las responsabilidades imaginarias, simbólicas o reales relacionadas con una familia, se extienden a través de conexiones transnacionales, facilitadas por la existencia de herramientas como redes sociales.

Finalmente, la migración transnacional posee un impacto a nivel emocional (Boccagni & Baldassar, 2015; McKay, 2007). Durante la crisis sanitaria y los confinamientos de 2020, estas afectaciones han sido aún más notorias. En este contexto, la co-presencia y las redes de apoyo social generadas a partir de los medios de comunicación digitales pueden jugar un papel importante. Por ejemplo, para José ─un migrante que trabaja en un call center─ las festividades de Navidad son un elemento esencial de su vida. Al estar lejos de su familia en Venezuela, el contacto a través de videollamada se vuelve clave desde el punto de vista emocional. En su hogar, compartido con varios migrantes, durante el día de Navidad, todos se reúnen, pero individualmente llaman y generan contacto con sus familias. En sus palabras,

Estamos a las 11 (horas) que ya es las 12 en Venezuela, estamos todos pegados en el celular, todo el mundo con una videollamada, el que no pueda videollamada hablando por mensaje con su familia, y todo después queda como que esa sensación de cómo está tu familia.

Así, la co-presencia y las redes de apoyo social influyen sobre las experiencias emocionales a través del cual los migrantes experimentan la vida desterritorializada. Las distancias físicas y emocionales pueden acortarse a través de la comunicación digital, según Belén

Eso me hace sentir más cerca de mi familia. Si no existiera sintiera mucho la ausencia, me sintiera más lejos, me sintiera como que no tuviera, en cambio por medio de esto, yo sé están allí, sé que están haciendo todas en todos lados, sé qué condiciones, o sea estás en todos lados.

Los espacios generados dentro de estas redes sociales se convierten no solo en herramientas, sino también en espacios compartidos (Hirsch, 2017), todo esto influye en la forma en que la vida transnacional es experimentada, incluidas las dimensiones emocionales.

La co-presencia y la conexión constante, sin embargo, puede también ser experimentada de manera negativa. Por ejemplo, Doménica ─una música venezolana de 40 años─ menciona que la conexión permanente con su familia le genera sentimientos de ansiedad, tristeza y depresión al no poder compartir contacto físico, en este sentido ha empezado a limitar el contacto a través de estas redes. El tipo de impacto emocional generado dependerá si se estructura en el terreno individual.

Re-imaginando la nación: las redes sociales digitales en grupos masivos de WhatsApp

El apartado anterior desarrolló una aproximación a la solidaridad y tecnologías digitales en contextos de familias transnacionales. Sin embargo, estos medios permiten también la conexión de personas con lazos débiles o incluso de desconocidos (Phua et al., 2017), por ejemplo, a través de grupos masivos en plataformas como Facebook o WhatsApp. Estos grupos actúan como comunidades centradas en torno a un eje temático. Su acceso puede ser abierto o restringido por moderadores. Las normas para la participación están delimitadas tanto por las políticas propias de los sitios, como por el enfoque de los moderadores internos del grupo. La literatura ha reflexionado sobre las principales dinámicas de estas plataformas grupales en espacios educativos (Bergviken Rensfeldt at al., 2018; Sheeran & Cummings, 2018), laborales (Pruchniewska, 2019), políticos (Sanfilippo & Strandburg, 2019) o sanitarios (Pernencar & Saboia, 2020).

El grupo de WhatsApp analizado en este trabajo está centrado en una comunidad de migrantes venezolanos en Ecuador. Al momento de la escritura del artículo este espacio consta de 242 participantes con un moderador cuyas funciones serán detalladas más adelante. El acceso al grupo se da a través de invitación directa del moderador o a través de un enlace de invitación que puede ser compartido por los miembros. Por lo tanto, la mayor parte de participantes no posee contacto entre sí en el campo de la presencialidad. En general, el grupo tiene como objetivo el intercambio de información, comercio y apoyo entre migrantes.

La participación en este grupo está abierta a cualquiera de los miembros, quienes pueden presentar mensajes de texto, imágenes, audio o video. Cualquier contenido generado por un miembro es enviado de manera instantánea al resto de grupo; sin embargo, su lectura o visualización dependerá del receptor. Por lo tanto, no se trata de un tipo de comunicación necesariamente sincrónica. El moderador del grupo se encarga de filtrar mensajes que resulten ofensivos, con contenidos de acoso o sexualmente explícitos. No obstante, esta moderación no siempre es instantánea, lo cual ha sido motivo de críticas por algunos miembros. Herramientas de comunicación sincrónica como llamadas de audio o video no se encuentran disponibles, debido a las características propias de la plataforma WhatsApp.

Los principales contenidos tratados en este espacio son: el comercio (generalmente compra-venta de bienes de manera informal entre los miembros), información sobre la vida en la ciudad (lo cual incluye datos prácticos, transporte, trámites burocráticos), ofertas y búsqueda de trabajo (generalmente ocupaciones informales), y ─durante el periodo de análisis─ datos relacionados con la crisis de la COVID-19 (por ejemplo, estatus de la frontera entre países, rutas de transporte durante el confinamiento o salud). Otros materiales encontrados se relacionan con alojamiento, noticias, envíos de remesas y espacios para socializar. Por lo tanto, los contenidos se asocian con esferas vinculadas a la vida en contextos transnacionales. La Tabla 1 sistematiza el tipo de información encontrada en este grupo entre septiembre 2020 y febrero 2021.

Tabla 1 Tipos de contenido dentro WhatsApp de un grupo masivo de migrantes venezolanos en Ecuador 

Sep. 2020 Oct. 2020 Nov. 2020 Dic. 2020 Ene. 2021 Feb. 2021 Total
Alojamiento 3.65% 9.60% 0% 0% 4.67% 7.32% 4.21%
Búsqueda de trabajo 2.72% 0% 0% 0% 5.72% 1.59% 1.67%
Comercio 20.03% 49.18% 52.35% 57.35% 24% 7.25% 35.03%
Crisis COVID-19 52.95% 0% 0% 24.41% 8.91% 2.58% 14.81%
Información sobre cotidianidad en Ecuador 16.61% 27.74% 21.56% 0% 27.60% 36.79% 21.72%
Noticias 0% 0% 10.70% 0% 1.36% 14.01% 4.35%
Ofertas de trabajo 0% 5.25% 8.91% 0% 15.03% 13.35% 7.09%
Remesas 4.04% 8.25% 6.48% 18.24% 1.55% 0% 6.43%
Socialización 0% 0% 0% 0% 11.15% 17.11% 4.71%

Fuente: elaboración propia

La información generada en este grupo es especialmente relevante para migrantes durante los primeros años tras su llegada. Esto coincide con las tendencias de los movimientos de personas venezolanas en Ecuador, pues se trata de una migración reciente, intensificada a partir de 2015. La circulación de información a través de estos espacios puede resultar de utilidad para el desenvolvimiento en la vida cotidiana. Por ejemplo, el proceso para obtener visas de trabajo en Ecuador suele ser complejo, debido a múltiples obstáculos burocráticos mediante los cuales el Estado ha buscado frenar los flujos migratorios. La falta de información sobre requerimientos, tiempos y procesos necesarios suele complicar aún más el acceso a esta documentación. Los grupos masivos de WhatsApp permiten facilitar el acceso a los conocimientos necesarios para cumplir con este tipo de actividades. En estos casos, un miembro del grupo genera una pregunta sobre el tipo de trámite que necesita desarrollar, el resto de los miembros puede interactuar compartiendo datos relevantes. De manera similar, el envío de remesas es comercializado a través de este grupo, generalmente a partir de casas de envío que colocan información sobre sus tarifas y procesos.

Este grupo en WhatsApp también genera una red relacionada con el comercio informal de bienes entre sus miembros. La compra y venta de elementos como comida (generalmente propia de Venezuela), electrodomésticos usados y accesorios para el hogar de segunda mano (como camas, muebles o bombillas de gas) son sumamente comunes.7 De la misma manera, información relacionada con el alojamiento es frecuente.8 Al respecto suele circular información sobre los sectores de la ciudad más convenientes para habitar desde un punto de vista económico y logístico, así como espacios de alojamiento compartido entre migrantes.9 El empleo es otra temática abordada. En este punto son comunes dos tipos de mensajes: por una parte, de personas buscando acceso a empleo en determinadas áreas10 y, por otra, personas compartiendo información sobre ofertas laborales propias o encontradas en diferentes sectores de la ciudad.11 Sobre este punto es necesario mencionar que este espacio puede ser propenso también para la generación de estafas a través de anuncios falsos o engañosos.

Las temáticas abordadas en estos grupos no son superfluas, sino que se relacionan con elementos importantes dentro de procesos migratorios. El intercambio de información genera posibilidades de colaboración y solidaridad que pueden desarrollarse tanto en el terreno digital como en el campo presencial. Por lo tanto, este grupo de WhatsApp es una herramienta y una comunidad para la interacción y cooperación (Hirsch, 2017). Es una herramienta en tanto las posibilidades tecnológicas facilitan la comunicación directa entre los miembros del grupo. Es una comunidad en la medida en que los miembros comparten un sentido de pertenencia colectiva. En este caso, la plataforma de WhatsApp reemplaza al espacio físico, como eje de interacción. Chayko (2020) ha explorado la idea de que la interacción en las sociedades contemporáneas se desarrolla cada vez más mediante la generación de comunidades digitales y communities to go. Este tipo de comunidades no es un remplazo de las comunidades físicas, pero sus impactos sobre la vida social son igual de importantes.

En el contexto de la migración venezolana en Ecuador, las comunidades digitales presentan ventajas relacionadas con la escala y facilidad con la que los miembros del grupo pueden ser alcanzadas, es decir, la capacidad y eficiencia en la difusión de información (Chayko, 2020). El principal elemento que articula a esta comunidad en WhatsApp es el sentido de pertenencia a la nacionalidad venezolana dentro del territorio ecuatoriano. Levitt y Glick Schiller (2004) han enfatizado la importancia del sentido de pertenencia (ways of belonging) a campos sociales dentro de las lógicas del transnacionalismo. En este caso, el sentido de pertenencia de esta comunidad digital se construye en la medida en que esta se imagina como tal a partir de la dimensión de adscripción nacional (Anderson, 1993).

Finalmente, se debe enfatizar que el terreno de las comunidades digitales se relaciona directamente con dinámicas propias de la presencialidad. No es posible establecer separaciones dicotómicas entre lo digital y lo presencial. Las interacciones en esta comunidad de WhatsApp se conectan con distintas prácticas en el ámbito presencial a través del comercio, búsqueda de alojamiento, información sobre la cotidianidad, etcétera. Por tanto, las dinámicas de cooperación y solidaridad se articulan en el campo digital a través de plataformas como WhatsApp sin perder los lazos con el campo presencial.

Hacia un concepto de solidaridad digital

El caso de la migración venezolana en Ecuador ilustra cómo las prácticas de solidaridad ocupan cada vez más terrenos digitales. Sin pretender alcanzar generalizaciones, el artículo muestra dos escenarios concretos: por una parte, las interacciones generadas en grupos familiares, las cuales se basan en un sentido de co-presencia creado a través de medios digitales y que puede tener un impacto sobre la vida transnacional en el campo de obligaciones morales, la concepción de una economía de cuidado y el soporte emocional. Por otra, se abordaron algunas de las dinámicas de un grupo masivo en WhatsApp cuyas interacciones abren una posibilidad de cooperación y solidaridad a través del intercambio de información entre sus miembros. Estos grupos actúan como una comunidad principalmente virtual. Con estas consideraciones, es posible definir a la solidaridad digital en contextos transnacionales como aquellas prácticas orientadas a fomentar la cohesión social y la colaboración entre grupos migrantes, más allá de las distancias físicas y el contacto presencial, que utiliza como principal canal a los medios digitales. A continuación, se presentan algunas reflexiones al respecto.

En primer lugar, las interacciones desarrolladas entre migrantes en espacios virtuales no están desconectadas de la realidad presencial. En otras palabras, existe un continuum entre las prácticas que se desarrollan en los terrenos digitales y presenciales. Chayko (2020) ha notado que toda interacción digital requiere de una corporalidad, en el sentido en que el cuerpo debe interactuar con los dispositivos tecnológicos para operarlos. Más allá de esto, las dinámicas digitales examinadas en este trabajo se articulan con esferas materiales en tanto se orientan a mejorar aspectos de la vida cotidiana de los migrantes, ya sea en ámbitos económicos o emocionales, especialmente frente a las necesidades apremiantes generadas en el contexto de los movimientos migratorios del sur global. En tal sentido, generar distinciones dicotómicas que separen lo virtual y presencial se vuelve cada vez más difícil, pues las barreras entre estos espacios tienden a disminuirse. De hecho, Stewart y Schultze (2019) plantean que las prácticas de solidaridad contemporáneas son una hibridación entre acciones online y presenciales.

Superar las dicotomías entre lo virtual y presencial implica entender a la solidaridad bajo un lente distinto al de las teorías clásicas. Como se ha referido previamente, las conceptualizaciones tradicionales sobre solidaridad hacen referencia a sociedades con territorios fijos y estáticos. Las interacciones entre migrantes descritas en este artículo muestran que prácticas de solidaridad pueden ser generadas de una manera desterritorializada. Por ejemplo, la co-presencia existente en redes de familiares facilita sentimientos de simultaneidad entre migrantes más allá de las distancias físicas, lo cual se traduce en formas de apoyo emocional o material.

Los tipos ideales planteados por la sociología decimonónica buscaban comprender a la solidaridad diferenciando las prácticas desarrolladas en espacios locales o comunitarios, y espacios impersonales. Ejemplos de esto son las nociones durkheimianas de solidaridad mecánica y orgánica (Durkheim, 1987), o los planteamientos de Tönnies sobre gemeinschaft y gesellschaft (Thijssen, 2012). El presente artículo muestra que en el campo digital las prácticas de solidaridad tampoco son uniformes, sino que varían entre los espacios personales de las familias transnacionales y los grupos masivos en plataformas como WhatsApp. En este trabajo no se busca sugerir nuevos tipos ideales de solidaridad en el mundo digital, sino recalcar la complejidad y diversidad de experiencias que pueden desarrollarse a través de plataformas digitales.

Las formas en que los migrantes hacen uso de la tecnología en función de prácticas de solidaridad conllevan una reflexión sobre su capacidad de agencia. Por una parte, Marino (2021) sostiene que las plataformas tecnológicas obtienen información (big data) sobre migrantes para propósitos comerciales. Estos procesos de minería de información suelen generarse bajo intenciones aparentemente humanitarias, en lo que Saura (2020) ha nombrado como filantrocapitalismo digital. Asimismo, la literatura señala que las tecnologías pueden servir para limitar los movimientos migratorios a través de controles biométricos (Olwig et al., 2020; Van der Ploeg & Sprenkels, 2011) o prácticas de vigilancia (Nedelcu & Soysüren, 2020). Más allá de que plataformas como Facebook y WhatsApp puedan recolectar datos sobre los migrantes o la capacidad de las tecnologías de establecer mecanismos de vigilancia y control, este artículo ha mostrado que los migrantes poseen una capacidad de agencia para emplear estos medios en función de sus intereses propios, estableciendo dinámicas de colaboración. Por ejemplo, en el grupo descrito, la plataforma WhatsApp se convierte en una herramienta y en una comunidad, que los migrantes venezolanos han orientado a la colaboración en áreas como el comercio, alojamiento o en la generación de información útil para la vida cotidiana.

La visión presentada en este artículo no busca romantizar el uso de estas tecnologías. Si se considera que las barreras entre el ámbito digital y presencial no son fuertes, elementos como la discriminación, conflictos o estafas también pueden desarrollarse dentro de terrenos digitales. De hecho, en el grupo masivo de WhatsApp analizado se pueden encontrar ofertas de empleo engañosas y mal intencionadas. Ossewaarde y Reijers (2017) sostienen que los medios digitales que se presentan como economías compartidas o como comunes digitales (digital commons) pueden generar falsas ilusiones y falsa conciencia. En este artículo no se pretende negar estas posibilidades, simplemente se hace énfasis sobre las dinámicas de solidaridad que también pueden generarse sobre las redes digitales.

Conclusiones

A partir de su desarrollo histórico, los postulados clásicos de la literatura sobre solidaridad suelen tomar por sentado que las interacciones sociales se desarrollan dentro de espacios físicos, fijos y estáticos. Sin embargo, los actuales medios de comunicación digital generan nuevos campos sociales, dinámicos y virtuales, en los cuales, pueden establecerse prácticas de solidaridad. Dentro de la migración de personas venezolanas en Ecuador, las TIC no representan únicamente un canal para la circulación de información, sino un espacio dentro del cual nuevas relaciones y formas de colaboración son establecidas, y hacia donde se extienden las interacciones presenciales. En contextos transnacionales, las tecnologías de comunicación pueden facilitar prácticas de solidaridad digital orientadas a articular la cohesión social y la colaboración entre grupos migrantes, más allá de las distancias físicas y el contacto presencial. Los campos digitales en ámbitos migratorios, por lo tanto, no pueden ser vistos como un simple complemento del mundo presencial.

En el caso de las familias transnacionales, los medios de comunicación digital permiten la generación de un sentido de co-presencia (Nedelcu & Wyss, 2016; Baldassar, 2008) y simultaneidad (Levitt & Glick Schiller, 2004) que mitiga el peso emocional de la separación física, facilita el cumplimiento de las obligaciones morales relacionadas con la familia y el desarrollo de una economía de cuidado. Los espacios digitales son experimentados de una manera dinámica a través de comunicación sincrónica y asincrónica (mediante contenidos textuales, visuales, auditivos o icónicos) y empleando diversas plataformas según las necesidades específicas del contexto económico y generacional. Por otra parte, los grupos masivos de migrantes en WhatsApp ─en donde sus integrantes mantienen escaso contacto en la presencialidad─ pueden facilitar tanto la generación de nuevas relaciones sociales como el intercambio de información y colaboración entre individuos, lo cual no sería posible únicamente a través de interacciones físicas. La noción de comunidades digitales ─presente en la reciente literatura antropológica (Chayko, 2020)─ entendida no como una extensión del mundo presencial sino como un campo social en sí, puede ser aplicada para describir las prácticas de colaboración construidas desde estos grupos.

Los tipos de solidaridad digital analizados en esta investigación se generan de forma desterritorializada, y atraviesan constantemente las fronteras y regulaciones de los Estados nación. Sin embargo, en el caso de la migración venezolana en Quito, las interacciones desarrolladas dentro de espacios digitales no necesariamente están desconectadas del mundo presencial. Al contrario, estas usualmente tienen un impacto concreto en las experiencias cotidianas de los migrantes, por ejemplo, a través de la circulación de remesas, el acceso a empleos o el soporte emocional. En este sentido, dentro de los movimientos migratorios del sur global, las dinámicas de solidaridad digital pueden ser vistas como mecanismos de agencia frente a las complejas situaciones de los países de origen y de destino.

La migración de personas venezolanas en Sudamérica es un fenómeno reciente, por lo cual, las tecnologías digitales de comunicación han sido clave en su configuración. Sin embargo, pocos trabajos en la literatura han abordado el rol de las tecnologías de la información dentro de estos movimientos migratorios, en especial, en lo referente a prácticas de cooperación y ayuda. A través de las reflexiones sobre la solidaridad digital, este artículo busca constituir un punto de reflexión al respecto. Desde su capacidad de agencia, los migrantes pueden utilizar las tecnologías contemporáneas para articular la cohesión social con grupos transnacionales, así como para construir prácticas de colaboración y ayuda tanto en espacios familiares como en grupos con lazos sociales débiles. Esto no implica que las tecnologías de comunicación digital no puedan ser utilizadas con fines negativos, sino que la solidaridad digital es una de las posibilidades existentes dentro del campo de la migración transnacional frente a las dificultades socioeconómicas estructurales propias de los países en vías de desarrollo.

Agradecimientos

La construcción del presente trabajo fue nutrida por los comentarios de la doctora Yolanda Budaque Puerta y la doctora Montserrat Soronellas a quienes agradezco por sus observaciones y comentarios. De la misma manera, agradezco las sugerencias entregadas por los dos pares anónimos y el editor de este artículo.

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1 Ritual católico. Tras la muerte de un individuo, su familia o personas cercanas se reúnen durante nueve noches consecutivas en la casa del difunto para rezar oraciones, espacialmente rosarios (Pineda & Moreno, 2009).

2 Este muestreo parte de un número limitado de personas contactadas por el investigador, quienes refieren a nuevos participantes (Allen, 2017). La muestra estuvo compuesta por migrantes entre 21 y 60 años (promedio de 33 años). Sus profesiones son diversas, desde empleos precarizados como aparcacoches, hasta profesiones más estables como profesores universitarios. Parker y colaboradores (2019) sostienen que el tamaño de la muestra debe definirse en función de alcanzar un punto de saturación o la meta propuesta por el investigador. El número de 17 informantes responde a los objetivos planteados, pues a través del trabajo de campo se determinó que este tamaño fue oportuno para obtener suficiente información en relación con las metas trazadas.

3 En Ecuador es utilizada por más de 8 millones de personas (cerca de 47% de su población), es la segunda red más popular detrás de Facebook (Del Alcázar Ponce & Mentino-Innovation & Lifetime Value Partners, 2020).

4 Se trata de meses con altos índices de mortalidad a causa de esta enfermedad en Ecuador. El 8 de octubre de 2020 se presentaron máximos de 39.58 muertes por cada millón de habitantes. En comparación, el promedio para los países de ingresos altos se ubicó en 7.71; en países de ingresos medios en 6.36 y de ingresos bajos en 3.47 muertes por cada millón de habitantes (Our World in Data, 2022).

5 Una plataforma digital es un ensamblaje sociotécnico, que combina elementos de software e interacciones sociales, comerciales o productivas (De Reuver et al., 2018). Las redes sociales digitales (como Facebook, Twitter, Instagram o WhatsApp) son plataformas digitales orientadas a facilitar la interacción y comunicación entre usuarios.

6 Es decir, intercambios sin intermediarios, fuera del esquema empresa-cliente.

7 A continuación, se presentan extractos ilustrativos de los contenidos referidos sobre el comercio: P1: ¿Quien vende sillas para mesa de comedor? Necesito 4 sillas. ¿Quién vende juegos de mueble con las 3b P2 (Envía una fotografía de muebles P1: Mucho dinero por 4 sillas P2: Dígame usted cuánto ofrece P1: 20 por las cuatro! ¿En qué condiciones están las sillas P2: Lo último, 30 dolaritos P1: ¿No se ven que están rayadas? Hay que pintarlas ¿En qué condiciones está la tela? 15 por las cuatro P3: Amiga por qué no compra el juego de 4 sillas y mesa plástica le sale de 20$ a 30$ nuevas

8 Extracto ilustrativo sobre alojamiento: “Vivo solo en un dpto. ¿Alguien interesado que quiera compartir dpto.? Hay una habitación disponible. Pago 130 más los servicios. Es tranquilo, la zona es al norte, todo está cerca farmacia, mercado etc.”.

9 El siguiente mensaje entrega información sobre las zonas más económicas para encontrar vivienda: En 150 (dólares) se consiguen (un departamento) en (El Comité del) Pueblo, lo arrecho (malo) es el depósito, piden 2 meses, pero ni hablar son bien bonitos y la zona es tranquila. Lo que es Guamaní, Pueblo, Ciudadela del Ejército yo conozco y las zonas son tranquilas. Por Caupicho, Centro y La Martha Bucaram es tranquila.

10 Mensaje sobre personas buscando trabajo: “Buen día mi gente. Me encuentro en la busca de un empleo, soy una chica estudiada de buenos principios, no obstante, estoy buscando lo que salga siempre y cuando sea honrado. Si me podrían ayudar, les agradezco”.

11 Mensaje sobre ofrecimientos de trabajo: “Una chica que esté en el norte...! Para trabajar medio tiempo en una pizzería.! Atención al cliente. De 5pm a 10 pm... Que viva en el norte.! Buena presencia... Proactiva. Ordenada. Y que tenga experiencia en atender a clientes...!”

Recibido: 27 de Septiembre de 2021; Aprobado: 30 de Agosto de 2022

* Autor para correspondencia: Jorge Mantilla. Correo electrónico: jorgedavid.mantilla@estudiants.urv.cat

Jorge Mantilla Ecuatoriano. Doctorando en antropología y comunicación por la Universitat Rovira y Virgili de España, y maestro en antropología y desarrollo por la Radboud University de los Países Bajos. Actualmente es docente en la Universidad de Otavalo. Líneas de investigación: migraciones transnacionales, procesos de interculturalidad y antropología urbana. Publicación reciente: Mantilla, J., Mantilla, P. & Echeverría, A. (2021). El teatro como herramienta pedagógica para la difusión de la interculturalidad: estudio etnográfico con alumnos de educación secundaria en Otavalo, Ecuador. Revista Arteterapia. Papeles de arteterapia y educación artística para la inclusión social, 16. https://doi.org/10.5209/arte.68735

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