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Estudios fronterizos

On-line version ISSN 2395-9134Print version ISSN 0187-6961

Estud. front vol.16 n.32 Mexicali Jul./Dec. 2015

 

Artículos

 

Una década de cambios: Educación formal y nexos transfronterizos de los jóvenes en áreas muy urbanas de la frontera norte

 

Eunice Danitza Vargas Valle*

 

* El Colegio de la Frontera Norte, Departamento de Estudios de Población. Dirección: Carretera Escénica Tijuana-Ensenada, km 18.5, San Antonio del Mar, 22560, Tijuana, Baja California, México. Correo electrónico: eunice@colef.mx

 

Recibido: 18 de enero de 2014.
Aprobado: 21 de noviembre de 2014.

 

Resumen

En el contexto migratorio y económico contemporáneo se examinan las asociaciones estadísticas entre una serie de indicadores educativos y dos nexos transfronterizos de los jóvenes en áreas muy urbanas de la frontera norte: haber nacido en Estados Unidos (EUA) y tener miembros del hogar que trabajan en EUA, utilizando los microdatos censales de 2010. Asimismo, se comparan los resultados de este análisis con los obtenidos en el 2000. Entre los hallazgos se ubican: 1) la disminución de los jóvenes con trabajadores transfronterizos en el hogar y el aumento de los jóvenes nacidos en EUA en la última década; 2) la persistente asociación positiva entre haber nacido en EUA y asistir a la preparatoria o a la universidad en 2010, contrario a la asociación negativa entre la asistencia escolar posbásica y la inmigración reciente de EUA; 3) la relación nula entre vivir en hogares con trabajadores transfronterizos y cursar educación formal posbásica.

Palabras clave: educación, jóvenes, ciudadanía americana, empleo transfronterizo.

 

Introducción

Este estudio tiene un doble propósito. En primer lugar, pretende analizar, en el contexto migratorio y económico actual, la continuidad escolar en el nivel posbásico1 de los jóvenes en áreas muy urbanas de la frontera norte de México con dos de sus nexos transfronterizos: haber nacido en Estados Unidos (EUA) y vivir en un hogar con trabajadores transfronterizos,2 a partir de la muestra del Censo de Población 2010 (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática [INEGI], 2011b). Una segunda meta, es comparar los resultados de este análisis con los obtenidos a partir de la muestra del Censo de Población 2000.

El análisis para el año 2000 mostró que el nacimiento en EUA y el empleo transfronterizo de los miembros del hogar se asociaban de manera opuesta a la continuidad escolar posbásica de los jóvenes fronterizos (Vargas, 2012). El nacimiento en EUA favorecía la asistencia y la conclusión del nivel medio superior de los jóvenes. Esta asociación se podía deber al trasfondo socioeconómico y cultural de sus familias y el mayor acceso a escuelas preparatorias en EUA. En contraste, el empleo transfronterizo de los miembros del hogar afectaba negativamente la asistencia a la universidad, quizá al demostrar que se podían obtener mayores ingresos con este tipo de empleo sin necesidad de invertir en educación superior. Esto por el tipo de empleos a los que han accedido los trabajadores commuters, que en su mayoría requieren bajas credenciales educativas (Alegría, 2002; Escala y Vega, 2005).

La hipótesis general que guía este estudio es que las relaciones estadísticas entre estos indicadores de los nexos transfronterizos y la continuidad escolar en el nivel posbásico de los jóvenes pudieron haberse transformado entre 2000 y 2010, ya que la posibilidad de ingreso a las escuelas norteamericanas y las aspiraciones educativas y laborales ligadas a estos nexos pudieron haber cambiado en este periodo, en el contexto de un mayor control migratorio y una economía en crisis. A diferencia del contexto del año 2000, en el que se experimentaba prácticamente pleno empleo en el mercado laboral fronterizo y la frontera era más permeable a los cruces y las movilidades internacionales, en el año 2010 la población de la frontera México-EUA se encontraba padeciendo las secuelas sociales y económicas del cambio en la política migratoria de EUA y la crisis financiera de 2007-2008 (Cruz, 2012).

Establecemos como primera hipótesis de trabajo que la asociación positiva entre el nacimiento en EUA y la asistencia y el logro en el nivel medio superior —encontrada en 2000— se redujo en 2010. El acceso a las escuelas norteamericanas para los jóvenes con doble ciudadanía que viven en la frontera norte de México pudo haberse contraído. Esto pudo haber ocurrido a consecuencia de la generalización del clima antiinmigrante en EUA (Ochoa y Sánchez, 2011), que se cristalizó, entre otras manifestaciones, en la verificación del requisito de residencia entre los alumnos transfronterizos en algunos distritos escolares de EUA (Dotinga y Knox, 2008; Núñez, 2010; Vanderpool, 2004).

Una segunda hipótesis específica de este trabajo es que los jóvenes en hogares con trabajadores transfronterizos pudieron haber registrado una más alta asistencia a la universidad que en el pasado, pues ante la crisis económica, el desempleo aumentó drásticamente en la frontera sur de EUA y norte de México (Calderón, Díaz, Mendoza y Hernández, 2010) y la matriculación escolar se incrementó en el college en EUA (Borrescio, 2010).

Una variable de control no contemplada en el análisis de educación de los jóvenes fronterizos en áreas muy urbanas realizado para el año 2000 (Vargas, 2012) fue la inmigración reciente de EUA. El aumento actual del retorno de personas que tenían su residencia en EUA a la frontera norte (Cruz, 2012; Masferrer y Roberts, 2012) justifica la inclusión de esta variable en 2010, así como la posibilidad de que quienes regresaron recientemente de EUA tengan nexos transfronterizos, como muestran algunas fuentes hemerográficas (Brown, 2012; Sieff, 2011). Planteamos como tercera hipótesis de trabajo que los inmigrantes recientes de EUA presentaron una menor continuidad educativa con base en estudios previos (Giorguli y Gutiérrez, 2011) y, por tanto, contribuyeron a disminuir las posibles ventajas educativas de los jóvenes nacidos en EUA y a ampliar las desventajas de quienes corresiden con trabajadores transfronterizos.

Este documento se estructura de la siguiente manera: tras una descripción breve del contexto económico y migratorio de la población fronteriza en 2010, se sintetizan los mecanismos que median la asociación de la continuidad escolar posbásica con los nexos transfronterizos. Luego, en un tercer apartado, se describe la metodología del estudio. Finalmente, se resumen los principales resultados y se discuten a la luz del contexto demográfico contemporáneo.

 

La situación económica y migratoria actual de la frontera norte de México

Diversos estudios documentaron los bajos niveles de escolarización de las ciudades fronterizas, a comparación del resto de las ciudades del país, debido a la alta migración interna y la apertura del mercado laboral fronterizo (Coubès y González, 2011, Vargas, 2012). Por un lado, la migración interna era una fuente de tensión aguda para el sistema escolar por su incidencia en la demanda creciente de servicios educativos y el alto volumen de jóvenes migrantes por motivos laborales tendía a orientar a la baja las estadísticas educativas. Por otro lado, la apertura del mercado laboral fronterizo también actuaba en detrimento de la educación posbásica, al ofrecer una gama de empleos a la población joven con baja calificación, en la maquiladora, los servicios o el empleo transfronterizo, por ejemplo, pero escasas oportunidades para el sector calificado. No obstante, en la última década el empleo y la migración a esta zona de México sufrieron transformaciones importantes.

La capacidad de absorción de la fuerza laboral disminuyó en la frontera México-EUA entre 2000 y 2010. Desde inicios de la década una serie de factores estructurales y coyunturales habían afectado el dinamismo económico en la frontera norte, como fueron la crisis en la industria maquiladora y la política de seguridad fronteriza de EUA a partir del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001. Con la crisis financiera de 2007 el desempleo en los estados del norte de México llegó a niveles muy altos (Calderón et al., 2010), ubicándose en promedio en alrededor de 7% de la población económicamente activa a finales de 2009.3 Se perdieron miles de empleos tanto del lado mexicano como del americano. Para 2010 los estados del sur en EUA alcanzaron tasas de desempleo que oscilaban entre 12.5% y 8.2%, con California y Texas en estos dos polos (Calderón et al., 2010).

En cuanto a los cambios en la migración, como parte de la política nacional de seguridad de EUA a partir de 2001, se reforzó la infraestructura de seguridad en su frontera sur y la vigilancia al interior de este país (Cruz, 2012). Los inmigrantes fueron vistos como un problema de seguridad nacional y el clima antiinmigrante se hizo latente en EUA (Ochoa y Sánchez, 2011). Con el reforzamiento de la frontera, los cruces fronterizos de México hacia EUA se redujeron y se hicieron más lentos e impredecibles (San Diego Association of Governments [SANDAG], 2006). Además, desde 2006 las deportaciones desde el interior de EUA presentaron un crecimiento sostenido; la migración indocumentada hacia EUA disminuyó y la migración documentada de migrantes laborales se registró a la alza (Cruz, 2012; Passel, Cohn y González, 2012).

Un acontecimiento demográfico especialmente relevante en la frontera norte fue el incremento de la inmigración de retorno internacional en la última década. La proporción y el volumen de migrantes internacionales de retorno aumentó en las entidades fronterizas (INEGI, 2011a), en particular en ciertos municipios como Tijuana, Juárez, Mexicali, Matamoros y San Luis Río Colorado (Masferrer y Roberts, 2012). El incremento fue tan importante que en estos municipios los inmigrantes de EUA sobrepasaron a los migrantes de cualquier entidad mexicana, quienes disminuyeron drásticamente en esta década (Cruz, 2012). La frontera dejó de ser el polo de atracción que fue en las décadas de 1980 y 1990 para la migración interna,4 tanto por la situación económica como por la violencia social y en la primera década del siglo XX se convirtió en un polo de atracción para los migrantes de retorno internacional.

Ante el incremento de deportación o expulsión de mexicanos que vivían en EUA (Passel, Cohn y González, 2012), las localidades urbanas fronterizas resultaron unas de las principales áreas de recepción de estos migrantes internacionales. Para algunos migrantes regresar al lugar de origen no era una alternativa, por la falta de oportunidades laborales o la ruptura de las redes sociales (Masferrer y Roberts, 2012). Además, para las familias con ciudadanía mixta la frontera era una opción estratégica para aprovechar los mercados laborales y las escuelas para los hijos en EUA (Brown, 2012; Sieff, 2011).

Este es el contexto en el que se circunscribe el levantamiento del censo de población 2010: una frontera sur de EUA en la que se controla mejor el cruce que en 2000, especialmente el indocumentado, que tolera menos la inmigración de mexicanos y que, además, no logra recuperarse de la crisis económica de 2007; y una frontera norte de México que recibe menos migrantes internos y más de retorno internacional y experimenta las secuelas del desplome financiero del país vecino. Esta situación pudo haber influido en los nexos transfronterizos de los jóvenes, así como en el contexto institucional educativo binacional y en sus aspiraciones educativas y laborales.

Enseguida resumimos los mecanismos que pueden mediar la relación entre la educación formal de los jóvenes y sus nexos transfronterizos y explicamos cómo estos mecanismos pudieron haberse visto afectados por estas transformaciones económicas y migratorias recientes.

 

Las relaciones transfronterizas y la escolaridad de los jóvenes del norte de México

El cruzar cotidianamente a EUA para trabajar, estudiar, ir de compras o utilizar servicios públicos o privados y visitar familiares y amigos ha sido parte de la vida diaria de un sector de la población fronteriza. De estos cruces de uno a otro lado de la frontera se producen y reproducen relaciones transfronterizas, un conjunto de relaciones sociales, económicas y culturales que se explican por la porosidad de la frontera y la adyacencia geográfica de profundas diferencias económicas y sociales (Alegría, 1989). Éstas se facilitan por la existencia de redes sociales constituidas por lazos de parentesco y amistad de los residentes de ambos lados de la frontera (López, 1994; Ojeda, 1994; Velasco, 2014).

A través del censo de población se pueden estudiar algunos indicadores de las relaciones transfronterizas de la población joven de la frontera norte de México, entre los que se ubican el nacimiento en EUA y el empleo transfronterizo de los miembros del hogar. En el año 2000, 3% de los jóvenes fronterizos entre 16 y 20 años había nacido en EUA y 7% vivía en hogares con al menos un trabajador transfronterizo (Vargas, 2012).

Aunque estos dos indicadores son muy distintos, ambos pueden ser conceptualizados como parte de las estrategias de vida de las familias transfronterizas que se han llevado a cabo por generaciones (Estrella, 1994; Ojeda, 1994). El primero, el alumbramiento de los hijos en EUA ha sido una estrategia a mediano plazo para aminorar los riesgos socioeconómicos futuros del hogar o de los hijos, ya sea mediante el acceso a los mercados laborales y servicios sociales americanos o el acceso a la emigración a EUA por medio de la ciudadanía americana de los hijos (Cueva y Vásquez, 2009). Por otro lado, el empleo transfronterizo ha sido una estrategia a corto plazo para "... garantizar su reproducción cotidiana frente a las desi­guales características de los dos países" (Ojeda, 1994, p. 17). Con esta estrategia se logra un mejor nivel de vida en el hogar, ya que el costo de vida es menor en la frontera mexicana y los salarios más altos en la frontera americana (Escala y Vega, 2005).

Entre los mecanismos que explican la relación entre haber nacido en EUA y estudiar educación posbásica se ubica el afán de superación de las madres que cruzaron a tener a sus hijos del lado americano para darles la ciudadanía americana, el cual es complementario a querer darles a los hijos una mejor educación y facilitarles el aprendizaje del inglés desde pequeños (Cueva y Vásquez, 2009; Ojeda, 1994; Velasco, 2014). Esta disposición cultural podría ser similar a lo que los teóricos de la migración han llamado hipótesis del optimismo (Kao y Tienda, 1995; Pereira, Harris y Lee, 2006). Esta hipótesis se refiere a los valores culturales y la alta expectativa que tienen los inmigrantes de primera generación en EUA sobre la educación formal de los hijos y su movilidad social, así como al efecto positivo que este capital cultural puede tener en el logro educativo de los hijos que nacen y se socializan en este país.

Otro mecanismo por el cual el nacimiento de los hijos en EUA puede beneficiar su educación formal es la selectividad socioeconómica de sus familias, pues este fenómeno se presenta más comúnmente entre las clases medias y altas (Cueva y Vásquez, 2009; Guendelman y Jasis, 1992). De manera que tener a los hijos del "otro lado" puede estar ligado a la inversión social y económica de las familias en la educación de sus hijos.

Un mecanismo más de la asociación entre el nacimiento de los hijos en EUA y su educación formal en las ciudades fronterizas puede ser el mayor acceso a instituciones educativas en ambos lados de la frontera. Los nacidos en EUA pueden acceder a educación básica gratuita en este país y cuotas escolares para residentes y ayuda financiera en el nivel superior. Los alumnos tienen que cumplir el requisito de residencia, lo cual es factible para quienes pueden movilizar sus redes sociales transfronterizas en el distrito escolar de la preparatoria o en el estado donde se ubica la universidad.5

Los datos de varias encuestas de hogares apoyan el mayor cruce para estudiar en EUA de los jóvenes que son nacidos en este país respecto a los que no lo son. De acuerdo con la Encuesta de Geografía Social (XVI Ayuntamiento de Tijuana, 2000), realizada en Tijuana en el año 2000, 24% de los estudiantes nacidos en EUA que vivían en este municipio cruzaban a estudiar "del lado americano" versus sólo 1% de los demás estudiantes de esta ciudad (cálculos propios). Para 2007, a través de la Encuesta en hogares sobre el proceso migratorio interno e internacional en Baja California (El Colegio de la Frontera Norte, 2007), se estima que 20% de los estudiantes nacidos en EUA cruzaban a estudiar a este país versus 0.6% del resto de los jóvenes en los municipios fronterizos de esta entidad (con base en cálculos propios). Desafortunadamente estas encuestas tienen tamaños de muestra reducidos para estudiar este fenómeno a profundidad y no nos permiten afirmar si hubo una disminución en el cruce por estudios de los nacidos en EUA.

En cuanto al vínculo entre el empleo transfronterizo de los miembros del hogar y la educación juvenil, las teorías referentes a la asociación entre la migración internacional y la educación juvenil en México (Giorguli y Serratos, 2009; Giorguli, Vargas, Salinas, Hubert y Potter, 2010) se usan en este estudio como base para el entendimiento de la asociación de interés (Vargas, 2012). En la relación entre migración y educación se ubican básicamente tres mecanismos mediadores: a) la migración puede generar ganancias económicas (Taylor, 1987), que permiten a los hijos de los migrantes dedicarse exclusivamente a los estudios; b) no obstante, la migración puede disminuir el capital social indispensable en el hogar para el éxito escolar de los hijos, especialmente cuando es uno de los padres quien se ausenta (Coleman, 1988; Zoller, 1995) y, por último, c) la migración también puede tener un efecto negativo en las aspiraciones educativas de los jóvenes que residen en familias o comunidades de migrantes, al demostrar los beneficios económicos y culturales del trabajo en EUA (Kandel y Kao, 2000; Kandel y Massey, 2002).

En particular, pensamos que el trabajo transfronterizo de los miembros del hogar puede reducir las aspiraciones de cursar educación posbásica de los jóvenes, ya que los salarios de los trabajadores commuters son más altos que los de los trabajadores del lado mexicano y sus empleos son generalmente de baja calificación (Alegría, 1990; Alegría 2002; Escala y Vega, 2005). Si bien la mejor situación económica de los trabajadores commuters puede favorecer la educación posbásica de sus hijos, el modelo laboral que ofrece la transmigración puede ejercer el efecto contrario, así como el tiempo invertido en las largas jornadas de trabajo y el traslado a EUA.

Además, en contraste con los jóvenes nacidos en EUA, los hijos de los empleados transfronterizos no necesariamente tienen la ciudadanía americana. Sólo un porcentaje reducido de los jóvenes en hogares con este tipo de trabajadores nacieron en EUA, entre 18% de los jóvenes de 16 a 20 años con nueve años de escolaridad y 29% de los jóvenes en este grupo de edad con 12 o más años de escolaridad (cálculos propios a partir de la muestra del Censo 2010, INEGI, 2011b). Así que estos jóvenes que viven en hogares de trabajadores commuters pueden tener un acceso más limitado a la educación superior en EUA que los nacidos en este país. Aunque está prohibido negar la educación básica (que incluye hasta la preparatoria) a los jóvenes con base en su estatus migratorio en EUA, es muy difícil cursar el college o universidad sin ayuda financiera (Gonzales, 2007). La educación superior en EUA es costosa y el subsidio que se puede obtener sin la ciudadanía es nulo en algunos estados o depende del lugar donde se haya cursado la preparatoria. La pregunta que nos hacemos aquí es si estos mecanismos cambiaron en el contexto de las condiciones económicas y migratorias vigentes. En cuanto a haber nacido en EUA, pensamos que las familias de estos jóvenes nacidos en EUA siguieron presentando redes sociales binacionales y selectividad socioeconómica en 2010, que pudieron haber facilitado el acceso a la educación posbásica.

No obstante, el acceso a las escuelas norteamericanas del nivel básico en EUA6 se pudo haber alterado por el control fronterizo de EUA y la expansión del clima antiinmigrante en EUA (Castañeda, 2013; Ochoa y Sánchez, 2011). Tanto en el estado conservador de Arizona como en las escuelas norteamericanas de algunos distritos escolares de estados liberales como California, personal administrativo se dio a la tarea de investigar la veracidad de los documentos de residencia y expulsar a quienes no contaran con ellos (Brown, 2012; Dotinga y Knox, 2008; Núñez, 2010; Vanderpool, 2004). El argumento no era su estatus legal sino no pagar impuestos en el distrito escolar. De manera que aún con la ciudadanía americana, algunos estudiantes transfronterizos estuvieron en riesgo de ser expulsados de escuelas preparatorias.

En cuanto a los mecanismos que median la relación entre la educación formal y la transmigración de miembros del hogar, pensamos que la coyuntura económica pudo haber aumentado las aspiraciones educativas. Las recesiones económicas tienen el potencial de influir en la asistencia escolar, aunque el sentido de su impacto es incierto. Por un lado, estas crisis pueden reducir la posibilidad de las familias para financiar los estudios de los jóvenes y requerir la participación económica de éstos para mejorar el ingreso familiar; como ocurrió en Tijuana en la crisis de la década de 1990, cuando esta ciudad experimentaba un mercado laboral con una alta capacidad de absorción de la fuerza laboral (Toledo, 2006).7 Sin embargo, también el aumento del desempleo puede reducir los costos de oportunidad de dedicar tiempo a los estudios e incrementar las aspiraciones educativas. A diferencia de la crisis de la década de 1990, la de 2007 incrementó los niveles de desempleo en la frontera norte. Esto pudo haber favorecido la inserción en la escuela de los jóvenes urbanos que tenían el apoyo familiar para hacerlo, ya sea en México o en EUA. En este país se ha probado que el alza del desempleo producto de la crisis económica tuvo un efecto positivo en la matriculación de los jóvenes en los community college (Borrescio, 2010).

 

Metodología

La fuente de información básica es la muestra de 10% del Censo de Población 2010 (INEGI, 2011b). El estudio sólo incluye a la población de los municipios que colindan con EUA, pues la intensidad de los nexos transfronterizos en estos municipios era mayor que en el resto del país (Tuirán y Ávila, 2002). El estudio se basa en submuestras de jóvenes de 16-17 y de 19-20 años de edad, que se usan como poblaciones base para construir los indicadores educativos. Se seleccionó a jóvenes de localidades de 100 000 habitantes o más para asegurar la presencia de oferta educativa en el nivel superior8 y a jóvenes que eran hijos del jefe de hogar,9 ya que el marco teórico de referencia sitúa a los nexos transfronterizos como estrategias de vida de los grupos domésticos.10

Se utilizaron las variables dependientes generadas por Vargas (2012). Estas variables tienen el propósito de medir la continuidad escolar en los niveles medio superior y superior y el logro escolar de los niveles que preceden a éstos (nivel medio y medio superior, respectivamente).11 Las variables dependientes fueron: a) la conclusión de la educación secundaria de los jóvenes de 16 y 17 años, condicional a haber terminado la primaria; b) la asistencia escolar de este grupo de edad, condicional a haber concluido la secundaria; c) la conclusión de la media superior para los jóvenes de 19 y 20 años con secundaria terminada y, por último, d) la asistencia escolar de los jóvenes de 19 y 20 años que terminaron la preparatoria.12 Estos subgrupos de población joven en áreas muy urbanas de la frontera norte representaron en 2010 entre alrededor de 186 000 personas y 78 000, dependiendo el grupo edad-educación (cuadro 1). Los tamaños de muestra se especifican en cada cuadro.

Las variables explicativas fueron haber nacido en EUA y tener miembros del hogar que trabajan en ese país.13 Además se incluyeron las siguientes variables de control en los modelos: la edad, el sexo, si el joven había nacido en otra entidad, si reportaba migración entre 2005 y 2010 de otra municipalidad, la estructura del hogar del joven, los años de escolaridad del jefe de la vivienda, es decir, del padre o madre, y el número de bienes en la vivienda.14 Por último, se agregó la variable del joven de inmigración reciente de EUA (de acuerdo con su residencia habitual en junio de 2005).

Se consideró la necesidad de añadir estas variables de tipo control por diversas razones. Se incluyeron variables de migración interna, porque han tenido un peso negativo en la asistencia escolar de los jóvenes fronterizos (Coubès y González, 2011). Por su parte, vivir en un hogar monoparental o extendido, respecto a vivir en un hogar nuclear con ambos padres, se añadió como indicador de un menor capital social disponible para los jóvenes en el hogar (Coleman, 1988; Zoller, 1995); la escolaridad del jefe como proxy del capital cultural en el hogar (Farkas, 1996); y el número de bienes como indicador del capital económico en la vivienda (Filmer y Pritchett, 2001). Se asumió que los migrantes y aquellos jóvenes con menor capital social, cultural y económico tendrían menores posibilidades de continuar en la escuela en niveles educativos superiores.

Se utilizó estadística descriptiva y multivariada para desarrollar los objetivos planteados. En primer lugar, se estimaron las frecuencias de los indicadores educativos de los jóvenes de acuerdo con las variables explicativas y se calcularon porcentajes de cambio respecto a los indicadores de los nexos transfronterizos de 2000 (Vargas, 2012). Mediante estadística descriptiva también se observó la composición de la muestra seleccionada en 2010 según las variables independientes incluidas en el estudio.

En segundo lugar, se estimaron cuatro modelos logísticos con los microdatos censales del 2010, uno para cada indicador educativo. Se aplicaron los modelos para el total de los jóvenes. Los modelos no se presentan por sexo, porque los tamaños de muestra vinculados a las variables explicativas no permitieron esta separación. Tampoco se presentan interacciones entre los indicadores de los nexos transfronterizos y los indicadores educativos, pues no resultaron estadísticamente significativas. Se corrigieron los errores estándar por la autocorrelación de las observaciones de acuerdo con el hogar de pertenencia, ya que dos o más jóvenes pueden vivir en un mismo hogar.

Se incluyeron dos modelos para cada variable dependiente: uno sin la variable de inmigración reciente de EUA y otro con ella. En los modelos, excepto en el de la conclusión de la preparatoria, se presentaron mejoras en la bondad de ajuste de los modelos al introducir esta variable de control (con base en pruebas de diferencias en el logaritmo de verosimilitud, previas al ajuste de los errores estándar).

 

Resultados

Desigualdad educativa de los jóvenes fronterizos en áreas muy urbanas y sus nexos transfronterizos

A escala nacional, el nivel medio superior y superior registraron una expansión relevante durante la última década.15 Sin embargo, en este periodo las desventajas en la escolarización de los jóvenes muy urbanos de la frontera norte respecto a los jóvenes de estas áreas de México se mantuvieron en el nivel medio superior y fueron más severas en los niveles superiores de educación (cuadro 1). Mientras sólo 80.6% de estos jóvenes fronterizos de 16 y 17 años alcanzaron terminar la educación secundaria, 84% de sus contrapartes mexicanos la concluyeron. De estos graduados, sólo 72.5% de los jóvenes fronterizos asistieron a la escuela de nivel media superior, en comparación con 75.4% de sus contrapartes mexicanos. Si bien el avance (cambio relativo entre 2000 y 2010) en ambos indicadores fue más rápido en las áreas muy urbanas de la frontera norte que en las de México en su conjunto, la frontera norte conservó niveles inferiores.

Entre la población muy urbana de 19 y 20 años, las brechas en la conclusión de la preparatoria se ampliaron entre la frontera norte y México durante la última década (cuadro 1). Fue ahí donde se ubicó el "cuello de botella" de la expansión educativa en la región. Sólo 50% de la población fronteriza de estas edades que terminó la secundaria se logró graduar de la preparatoria, versus 58% de la población mexicana. La expansión fue mayor a nivel nacional, como indica 11% de ganancia de 2000 a 2010 en la frontera norte respecto a 16% a nivel nacional. Luego, entre la población con preparatoria terminada, sólo 59% asistió a la universidad, en contraste con 66% de la población mexicana en este grupo de edad en 2010. Esto significó una ligera reducción en la brecha en la asistencia a la universidad entre los jóvenes de las ciudades de la frontera norte y las mexicanas, aunque se mantuvieron los diferenciales a favor de estas últimas.16

El cuadro 2 presenta los porcentajes de los promedios de los distintos indicadores educativos de acuerdo con los nexos transfronterizos seleccionados en 2000 y 2010. Entre los jóvenes muy urbanos, aquellos que nacieron en EUA exhibieron ventajas en todos los indicadores educativos respecto a los nacidos en México en ambos años. Las brechas entre los nacidos y los no nacidos en EUA de cada año censal fueron idénticas en la conclusión tanto de la secundaria como de la preparatoria, no obstante estas brechas mostraron discrepancias en la asistencia a la preparatoria y a la universidad.

Entre 2000 y 2010 la ventaja de los nacidos en EUA en la asistencia a la preparatoria disminuyó. Se presentó una ligera baja en la asistencia a la preparatoria de los nacidos en EUA en 2010, respecto a 2000. Esto podría deberse al peso de la inmigración reciente de EUA y/o al más limitado acceso institucional binacional. En contraste, las ventajas educativas de los nacidos en EUA se ampliaron en el nivel superior entre 2000 y 2010, ya que entre los nacidos en EUA la asistencia a la universidad se incrementó ligeramente, a la par que ésta se redujo entre los nacidos en México. Es posible que la mejor posición económica de los nacidos en EUA les haya permitido seguir cursando estudios superiores en un contexto de crisis y esto haya ocurrido en menor medida entre los nacidos en México.

Por su parte, los jóvenes urbanos que residen con trabajadores commuters, respecto a aquellos que no tienen este nexo transfronterizo, presentaron ventajas en los primeros tres indicadores educativos en 2010: la conclusión de la secundaria, la asistencia y la conclusión en la educación media superior. En contraste, en el año 2000, sólo habían exhibido ventajas en los primeros dos indicadores. En particular, llama la atención que la menor asistencia a la universidad de los jóvenes en hogares con trabajadores transfronterizos de 2000, respecto al resto de los jóvenes, se disipó en 2010. Los jóvenes en hogares con trabajadores commuters ampliaron de manera sustancial su asistencia a la universidad, mientras que el resto de los jóvenes fronterizos de 19-20 años la redujeron.

 

Los nexos transfronterizos y las características de los jóvenes en áreas muy urbanas

Los indicadores de los nexos transfronterizos de los jóvenes mostraron un cambio importante durante la última década en las áreas muy urbanas de la frontera norte de México (cuadro 3). La frecuencia de los jóvenes nacidos en EUA casi se duplicó, mientras que la de los jóvenes con trabajadores transfronterizos en el hogar disminuyó sustantivamente. Por ejemplo, entre los jóvenes de 19 y 20 años con preparatoria terminada, la proporción de nacidos en EUA se incrementó de 3.5% a 6.7% y la de aquellos con trabajadores commuters en el hogar se redujo de 9.4% a 6.1% (cuadro 3).

En el tercer renglón de cada nexo transfronterizo (cuadro 3) se incluyen las estimaciones de las frecuencias de los nexos sin contar a los inmigrantes recientes de EUA. La pequeña reducción en el porcentaje de los jóvenes con nexos transfronterizos indica que este factor intensifica ligeramente la frecuencia de nacidos en EUA y de jóvenes con trabajadores transfronterizos en el hogar, excepto el nexo con trabajadores commuters entre los jóvenes de 19-20 con preparatoria terminada. Por tanto, la inmigración reciente de EUA podría afectar la relación de los indicadores educativos y los nexos transfronterizos, lo cual será evaluado en la sección final de este documento.

En el cuadro 3 también se incluyó la inmigración reciente de EUA de estos grupos edad-educación, porque interesaba mostrar su ligero aumento de 2000 a 2010. Aunque todavía las proporciones de estos inmigrantes son bajas en estos grupos, casi se duplicaron en cada uno de ellos. Por ejemplo, entre los jóvenes de 16-17 con secundaria terminada, de estimarse aproximadamente seis inmigrantes por 1 000, esta proporción ascendió a 11 por 1 000.17

En el cuadro 4 se muestran las características socioeconómicas de las muestras de los jóvenes estudiados en 2010. Las variables exhiben los comportamientos esperados relativos a la educación formal de los jóvenes. En los niveles más bajos de educación tanto en los grupos de edad 16-17 como 19-20 se concentran más jóvenes del sexo masculino, con jefes de hogar de menor escolaridad y jóvenes en hogares extendidos o compuestos. En contraste, en los grupos de mayor educación alcanzada están los jóvenes con mayor nivel socioeconómico y cultural y con ambos padres en el hogar.

También se observan algunas diferencias por edad en los jóvenes del mismo nivel educativo en el cuadro 4. Los jóvenes de mayor edad tienden a vivir menos con ambos padres y son con mayor frecuencia migrantes internos, aunque no de inmigración reciente. En el siguiente apartado usamos estas características como variables control en los modelos de la asociación entre las variables educativas y los nexos transfronterizos.

 

Asociación estadística entre los nexos transfronterizos y la educación formal posbásica

En los cuadros 5 y 6 se incluyen las razones de momios derivadas de los modelos de regresión logística multivariados. El Modelo B añade la inmigración reciente de EUA al Modelo A. Los resultados corroboran que los nacidos en EUA tienen una ventaja sobre los nacidos en México en términos de escolarización en los niveles medio superior y superior en la frontera norte de México en 2010. Esta relación se clarifica una vez que se toma en consideración la inmigración reciente de EUA. En los modelos B se observa que los nacidos en EUA presentaron una razón de momios 51% mayor de asistir a la escuela media superior, 71% mayor de terminar este nivel, y 87% mayor de asistir a la universidad que sus contrapartes nacidos en México; razones que son significativas al 95% de confianza.

 

En cuanto a tener trabajadores transfronterizos en el hogar, no se presentaron diferenciales estadísticamente significativos según este nexo transfronterizo en ninguno de los indicadores educativos analizados (cuadros 5 y 6). Esto contrasta con la estadística descriptiva presentada en la primera sección de resultados, en la que los jóvenes con este nexo mostraron ventajas en el logro de la secundaria y la preparatoria, y la asistencia a la preparatoria (cuadro 2); lo cual indica que estas ganancias estaban asociadas a la mejor situación socioeconómica de los jóvenes con trabajadores commuters en el hogar y no propiamente a este nexo transfronterizo.

El comportamiento de los diferenciales según la inmigración reciente de EUA difiere por tipo de indicador educativo en 2010. Los jóvenes inmigrantes recientes de EUA de 16-17 años presentaron más del doble de los momios de tener secundaria terminada que sus contrapartes no inmigrantes. Sin embargo, los momios de asistencia escolar de los inmigrantes recientes de EUA fueron 40% menores en el nivel medio superior y 72% en el nivel superior que los de aquellos que no participaron de este proceso. Esto podría estar vinculado a la trayectoria educativa truncada al momento de migrar a EUA y la dificultad en el retorno a México para insertarse en el sistema educativo o a la preferencia y necesidad de insertarse en el mercado laboral.

En cuanto al resto de las variables independientes, algunas exhibieron una asociación estadística significativa y en la misma dirección con los distintos indicadores educativos. Ser mujer, tener un padre o madre con mayor escolaridad, especialmente con preparatoria o más,18 vivir en hogares nucleares biparentales, respecto a vivir en hogares extensos o compuestos, y tener más bienes en el hogar se vincularon a mayores momios de haber terminado la secundaria o la preparatoria y de asistir a la preparatoria o a la universidad.

Sin embargo, algunas asociaciones divergieron en su dirección y significancia por indicador educativo. Por ejemplo, mientras una mayor edad se asoció a haberse graduado de la secundaria y de la preparatoria, una menor edad se vinculó a asistir a la preparatoria. Vivir en un hogar nuclear monoparental, respecto a vivir en un hogar nuclear biparental, sólo se asoció negativamente a la asistencia a la universidad. Por último, la migración intermunicipal reciente sólo se vinculó negativamente a la conclusión de la secundaria, a pesar de haber sido en la década pasada uno de los factores condicionantes de la inasistencia escolar posbásica (Coubès y González, 2011; Vargas, 2012).

¿Cambiaron los resultados sobre las asociaciones entre las variables educativas y los nexos transfronterizos en la última década? Los resultados de 2010 contrastan con los del año 2000 en algunos indicadores educativos. En el cuadro 7 integramos los principales hallazgos del análisis estadístico multivariado de ambos años. En primer lugar, se observa que la relación de la inmigración reciente de EUA sólo fue significativa en el año 2010 y que su inclusión amplió las ventajas en escolarización de los nacidos en este país, respecto a los nacidos en México. De esto podemos deducir que, tal como planteamos en la hipótesis de trabajo, las bajas posibilidades de asistencia escolar de los inmigrantes recientes de EUA también aplican a los inmigrantes nacidos en EUA y orientan a la baja las ventajas educativas del conjunto de los jóvenes nacidos en este país. Sin embargo, la inmigración reciente de EUA no altera la relación entre los indicadores educativos y el empleo transfronterizo de los miembros del hogar.

En 2010, las ventajas de los nacidos en EUA en el logro y la asistencia escolar en el nivel medio superior se mantuvieron significativas, aunque ligeramente menores que en 2000, una vez que se introdujo la inmigración reciente de EUA en los modelos. En cambio, en la asistencia a la universidad, los nacidos en EUA exhibieron una ventaja significativa en 2010, que no presentaron en 2000. Una explicación sería el efecto de las políticas antiinmigrantes y el reforzamiento de la frontera solamente sobre el acceso a escuelas preparatorias. También es posible que la selectividad socioeconómica de los nacidos en EUA haya ampliado sus ventajas sobre los nacidos en México.

Sobresale que en 2010 los momios de asistencia a la universidad de los jóvenes con trabajadores commuters en el hogar en áreas muy urbanas no se diferencian de los momios de sus contrapartes sin este nexo transfronterizo, en contraste con la desventaja presentada en 2000 (cuadro 7). Es factible pensar que con la crisis económica y los cambios migratorios recientes las aspiraciones educativas de continuar en el nivel superior de estos jóvenes se pudieron haber asemejado a las del resto de los jóvenes fronterizos en áreas muy urbanas.

 

Conclusiones

El objetivo de este trabajo fue analizar las asociaciones entre los nexos transfronterizos de los jóvenes urbanos de la frontera norte de México y su educación formal posbásica en el contexto migratorio y económico contemporáneo, con base en la muestra del censo de población en 2010, y comparar los resultados con aquellos del año 2000. Se empleó estadística descriptiva para describir tanto los indicadores educativos como los nexos transfronterizos y estadística multivariada para analizar las asociaciones referidas tomando en consideración a la inmigración reciente de EUA.

Uno de los principales hallazgos de este estudio fue la persistencia de desventajas educativas en los niveles medio superior y superior de los jóvenes urbanos fronterizos, respecto a los jóvenes urbanos a nivel nacional. A pesar de la expansión educativa en estos niveles entre 2000 y 2010, las desigualdades educativas de los jóvenes fronterizos perduraron en 2010, en el contexto de crisis económica. De manera que la meta de universalizar la media superior, como estipula la reforma constitucional de 2012 (DOF, 2012), es un verdadero reto en la frontera norte, pues no sólo se trata de ampliar la infraestructura escolar sino de incentivar la permanencia en la escuela de grandes sectores de jóvenes que por necesidad económica o falta de motivación educativa dejan la escuela para insertarse en empleos de baja califi­cación o buscar otras alternativas de movilidad económica a corto plazo.

El segundo hallazgo fue el incremento de los jóvenes fronterizos de áreas muy urbanas nacidos en EUA, así como el decremento de aquéllos con trabajadores commuters en el hogar. Esta última tendencia era predecible dado el aumento del desempleo en el sur de EUA, el reforzamiento de la frontera y el clima antiinmigrante en EUA. Sin embargo, la primera tendencia era impredecible, pues, como se observa en los resultados, ésta no es atribuible a la inmigración de retorno reciente. Los nacimientos de estos jóvenes en EUA ocurrieron entre 1990 y 1994 y podrían interpretarse tal vez como una respuesta social de apropiación del espacio transfronterizo sensible al bloqueo de la frontera (Cueva y Vásquez, 2009; Velasco, 2014). Recordemos que en esta época iniciaron las acciones del sellamiento de la frontera con "Operación Bloqueo" (1993) y "Operación Guardián" (1994) (Cruz, 2012). Futuras investigaciones deberán estudiar las tendencias en el tiempo de la práctica transfronteriza de cruzar a dar a luz en EUA.

El tercer hallazgo de este estudio fue la permanencia de la relación positiva del nacimiento en EUA con asistir a la preparatoria y concluirla, y una nueva asociación positiva del nacimiento en EUA con asistir a la universidad en 2010. La hipótesis sobre la disminución de la relación entre el nacimiento entre EUA y la asistencia y conclusión a la preparatoria se cumplió. El clima antiinmigrante quizá redujo los cruces a estudiar en EUA de los jóvenes nacidos en EUA que viven en México a las escuelas preparatorias norteamericanas y esto pudo haber influido en su menor asistencia escolar a este nivel en 2010, respecto al año 2000.

No obstante, los nacidos en EUA también presentaron una ventaja sobre los nacidos en México, en la asistencia al nivel terciario de educación en 2010, que no se registró en 2000. Esto se puede deber a que las acciones antiinmigrantes en las escuelas se dieron en los niveles básicos de educación al interior de los distritos escolares. En cambio, la ciudadanía americana puede facilitar el acceso a subsidios y ayudas económicas en las universidades (Gonzales, 2007), una vez que se logra comprobar residencia en la entidad a través de las redes transfronterizas. Además, la mejor posición socioeconómica de los nacidos en EUA pudo haber jugado un papel importante en su ventaja en asistencia escolar en este nivel, en contraste a los nacidos en México, quienes pudieron haber experimentado con mayor fuerza el impacto de la crisis económica y, por ello, disminuido en términos relativos su asistencia a la universidad.

El cuarto hallazgo fue la nula asociación entre los indicadores educativos seleccionados y tener trabajadores transfronterizos en el hogar en 2010, a diferencia de la asociación negativa entre este indicador y la asistencia a la universidad encontrada en 2000 (Vargas, 2012). Esto puede deberse al incremento en las aspiraciones educativas de los jóvenes en familias de trabajadores commuters entre 2000 y 2010. El desempleo y el clima antiinmigrante en EUA, a la vez que pudieron haber reducido el cruce transfronterizo para trabajar en dicho país, también pudieron haber evidenciado la inestabilidad del empleo transfronterizo como vía, alternativa a la universidad, para ganarse la vida y aumentado la aspiración de los jóvenes inmersos en estas redes laborales por cursar estudios superiores.

Finalmente, se encontró que la inmigración internacional reciente fue significativa como variable de control en los modelos de los indicadores educativos estudiados y que disminuía las ventajas educativas de los nacidos en EUA. Los adolescentes que inmigraron recientemente de EUA tienen una muy baja inserción escolar, la cual ha sido documentada en otros estudios (Camacho, 2014; Giorguli y Gutiérrez, 2011). Si bien algunos de estos jóvenes que llegaron de EUA siguen cruzando la frontera para estudiar (Brown, 2012), en general estos inmigrantes son más propensos a no estudiar que sus contrapartes no inmigrantes. La baja incorporación de esta población al sistema escolar señala la necesidad de una política educativa ligada a aumentar la demanda por la educación y facilitar la reinserción escolar de estos inmigrantes, quienes pudieran haber vivido por largos periodos en EUA y experimentar barreras de acceso e integración al sistema escolar mexicano.

Una de las limitaciones de este estudio consiste en no haber podido diferenciar las asociaciones estudiadas por región al interior de la frontera norte. Las políticas antiinmigrantes han sido más severas en Arizona, seguidas por Texas, que en California y Nuevo México en los últimos años, aunque con matices a nivel local (Castañeda, 2013), de manera que las asociaciones estudiadas pudieran diferir al interior de la frontera norte de México. Sin embargo, los tamaños de muestra imposibilitan un análisis más detallado. El uso de una metodología mixta para estudios enfocados a fronteras particulares entre cierto estado de EUA y la frontera mexicana sería recomendable para poder extender el análisis aquí realizado.

A pesar de estas limitaciones, este artículo amplía el conocimiento de los vínculos entre los nexos transfronterizos y la continuidad escolar posbá­sica de los jóvenes en áreas muy urbanas de la frontera norte. El análisis estadístico y las interpretaciones que de éste se derivan contribuyen a entender que las asociaciones abordadas son históricas, pues varían en el tiempo, y que la desigualdad de oportunidades de escolarización continúa vigente entre grupos sociales en la frontera norte. La educa­ción formal posbásica en la frontera está influenciada por la composición familiar y socioeconómica de los jóvenes con nexos transfronterizos, así como por factores contextuales que condicionan la oferta binacional de servicios educativos y sus aspiraciones laborales y educativas.

Futuros cambios en las asociaciones de las relaciones transfronterizas y la educación formal juvenil dependerán en gran medida de los cambios en los vaivenes económicos y las acciones de los estados del sur de los EUA para frenar la inmigración y controlar sus mercados laborales y económicos. Aunque en 2010 el empleo transfronterizo parecía no ser una amenaza para la educación universitaria de los jóvenes fronterizos en áreas muy urbanas, esto podría revertirse con una posible recuperación económica de EUA y el debilitamiento de las plataformas antiinmigrantes.

 

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Notas

1 El nivel básico en México comprende hasta el nivel medio o secundaria (junior high school). En 2012, la reforma educativa extendió la educación obligatoria al nivel medio superior (high school), la cual se plantea que será universal en 2021-2022 (Diario Oficial de la Federación [DOF], 2012), pero la educación básica sigue siendo hasta la secundaria. El nivel posbásico inicia en EUA con la educación terciaria y se ofrece en dos modalidades: college de dos años y universidad de cuatro años. En este artículo no distinguimos el tipo de modalidad porque en el censo de población de México no contamos con esta información.

2 Conocidos también como commuters o trabajadores transfronterizos (Acuña, 1983; Coubès, 2008; Escala y Vega, 2005). Aunque la oficina de US Department of Homeland Security Services utiliza el término alien commuters para las personas con permiso legal para cruzar a trabajar a EUA, aquí trabajadores commuters se usa para referirse a trabajadores con o sin permiso legal para trabajar en este país.

3 Entre 6.4% y 8.5% de la población económicamente activa buscó trabajo en las distintas entidades de la frontera norte en el cuarto trimestre de 2009, mientras que durante el primer trimestre de 2008, sólo buscó trabajo entre 2.6% y 4.6% de esta población en estas entidades, de acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (Calderón et al., 2010).

4 El saldo neto migratorio fue mucho menor que en periodos pasados en las entidades fronterizas, aunque todavía positivo, a excepción de Chihuahua y Coahuila (INEGI, 2011a).

5 Se puede comprobar residencia, por ejemplo, a través de un contrato de arrendamiento, un comprobante de hipoteca, un contrato o recibo de servicios a nombre de los tutores o una carta de un tutor sobre la residencia del joven en su propiedad bajo su responsabilidad. La prueba de residencia aplica al distrito escolar en la preparatoria y a la entidad en la universidad.

6 En las universidades, la residencia se debe comprobar en el estado donde se asiste a la escuela, lo cual hace más difícil la supervisión que en un distrito escolar. Además, en las universidades se tienen que pagar cuotas, ya que para algunos sólo están parcialmente subsidiadas. Algunas universidades brindan atención a los residentes fronterizos del norte de México, si se pagan las cuotas requeridas. Un buen ejemplo es la Universidad de Texas en El Paso, en la cual 10% de la matrícula se componía de este tipo de estudiantes en 2008 (Dotinga y Knox, 2008).

7 La evidencia previa apunta hacia el incremento de la participación laboral juvenil en Tijuana durante la crisis de 1994 (Toledo, 2006), aunque no se sabe directamente cuál fue el impacto de ésta en las tasas de asistencia escolar juvenil.

8 En 2010, 81% de la población joven fronteriza en este grupo de edad residía en este tipo de localidades. Estas localidades se ubicaron en los municipios de: Mexicali y Tijuana, en el estado de Baja California; Nogales y San Luis Río Colorado en Sonora; Acuña y Piedras Negras en Coahuila; Ciudad Juárez en Chihuahua; y Matamoros, Nuevo Laredo y Reynosa en Tamaulipas.

9 Los hijos del jefe de hogar son 82% de los jóvenes de 16 y 17 años y 64% de los jóvenes de 19 y 20 años que vivían en las áreas muy urbanas de la frontera norte. Aunque por primera vez el censo de población permite identificar a los padres del joven en 2010, se utiliza la información sobre los hijos del jefe de hogar para poder comparar los resultados con los del Censo de Población 2000.

10 Cabe señalar que el cambio en la definición censal de hogar entre los censos de 2000 y 2010 no tiene importantes implicaciones en este estudio. Al restringir la muestra a hijos de jefe, la mayoría de los jóvenes se concentran en 2010 en hogares nucleares, al igual que en 2000. Esta definición cambió de grupo doméstico que comparte el gasto y la vivienda (2000) a aquel que comparte sólo la vivienda (2010). Sin embargo, sólo en 1.4% de las viviendas en el año 2000 se encontraron dos o más hogares en los municipios fronterizos (Vargas y Navarro, 2013).

11 Los indicadores de continuidad escolar construidos aquí pretenden medir si en las dos edades subsecuentes a la de tránsito de un nivel a otro, los jóvenes que terminaron cierto nivel están insertos en el sistema escolar, es decir, si continúan estudiando. Las edades 15 y 18 años son consideradas de tránsito entre niveles, ya que los jóvenes de estas edades se ubican (sin rezago) en dos niveles dependiendo del mes de nacimiento; por ejemplo, para junio 2010, fecha censal, los jóvenes de 18 años que cumplieron esta edad en el primer semestre de 2010 deberían estar en el último año de la preparatoria, pero quienes cumplieron 18 en el segundo semestre de 2009 deberían estar cursando el primer año de universidad. No obstante, el censo no reporta el mes de nacimiento.

12 Cabe aclarar que los indicadores de continuidad escolar utilizados no están diseñados para medir cobertura, pues para este indicador tendrían que haberse incluido grupos de edad más amplios, los grupos 16-18 para la media superior y 19-23 para la universidad, de acuerdo con las edades normativas para cursar estos niveles. La cobertura escolar es un indicador agregado de la población que está matriculada en cierto nivel escolar con respecto a la población que tiene la edad normativa para cursar este nivel (Secretaría de Educación Pública [SEP], 2006).

13 No excluimos los casos de los jóvenes en hogares en los que ellos mismos eran trabajadores commuters, porque éstos en su mayoría se encontraban en hogares donde se localizaban otros commuters. Sólo 3.5% de los jóvenes de 16-17 años y 20% de los de 19-20 años tenían esta característica, pero 100% de los primeros y 95% de los segundos vivían con otros trabajadores commuters.

14 Este último medido mediante la suma de los siguientes bienes duraderos en el hogar: televisión, radio, refrigerador, licuadora, lavadora, teléfono, calentón y computadora.

15 De acuerdo con la serie histórica del sistema educativo nacional, la matrícula en el nivel medio superior pasó de 2.95 millones en el ciclo 2000-2001 a 4.33 millones en 2011-2012, mientras que la matrícula en el nivel superior pasó de 2.15 millones a 3.16 millones en el mismo periodo en México (SEP, 2013). Tan sólo entre los ciclos 2006-2007 y 2011-2012 la cobertura en nivel medio superior aumentó de 58.6% a 64.6% (SEP, 2013) y en el nivel superior de 25.9% a 36.8% (Gil, 2014).

16 Aun cuando se excluye al Distrito Federal del análisis.

17 Se estima que la proporción inmigrantes recientes de Estados Unidos entre los jóvenes entre 16 y 20 años es mayor en algunos municipios fronterizos que en su mayoría son menos urbanos que los aquí analizados, entre los que destacan: Rosarito y Tecate, en Baja California, con 2.8% y 2.6%, respectivamente; San Luis Río Colorado y Agua Prieta, en Sonora, con 3.2% y 2.1%, de manera correspondiente, y Ojinaga, en Chihuahua, con 4.2 por cierto.

18 Para la asistencia a la preparatoria y la conclusión de ésta, no hizo diferencia entre tener padres que no terminaron la primaria y que la terminaron pero no alcanzaron el nivel medio de educación formal.

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