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Estudios fronterizos

versión On-line ISSN 2395-9134versión impresa ISSN 0187-6961

Estud. front vol.8 no.16 Mexicali jul./dic. 2007

 

Reseñas

 

Organizaciones no gubernamentales en Baja California: el caso de los grupos ambientalistas y de mujeres

 

José Ascención Moreno Mena*

 

Marcela Reyes Ruiz, 2006, Universidad Autónoma de Baja California

 

* Investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UABC. Correo electrónico: jmoreno@uabc.mx.

 

A mediados de la década de los ochenta se presentó en nuestro país y en el mundo una irrupción de grupos de carácter civil que le dieron una nueva fisonomía a la participación de los ciudadanos en la identificación y resolución de problemas tanto económicos como sociales, ecológicos y políticos de amplios sectores de la población.

Mucho tuvo que ver en esto la globalización. Si bien es cierto que a este concepto se le atribuyó una connotación eminentemente económica, poco a poco ésta se fue modificando para abarcar aspectos de la vida social, política y cultural. A la par con el dinámico flujo de comercio e inversiones en el ámbito internacional, el ocaso de los estados de bienestar y el incremento de las disparidades sociales, surgió también una sociedad civil global, que comenzó a expresarse en los distintos foros internacionales.

En el ámbito de nuestro país, durante varios años fuimos testigos de la acción de organismos que reivindicaban demandas que se alejaban de los movimientos sociales tradicionales. De pronto los derechos humanos, el medio ambiente, los derechos de los grupos vulnerables como las etnias, las mujeres y las personas con capacidades distintas, fueron puestos en las agendas gubernamentales.

A falta de conceptos que definieran a estos grupos, se les comenzó a denominar organizaciones no gubernamentales, organizaciones para el desarrollo, el tercer sector, y posteriormente, organizaciones civiles. Las propias organizaciones desarrollaron una gran discusión sobre su identidad, y se escribieron artículos periodísticos y algunos libros para tratar de desentrañar y explicar el origen y las causas de su proliferación.

Pasaron varios años para que el sector académico considerara a estas formas de asociacionismo como un fenómeno social digno de estudiarse. Para ver a estos organismos civiles como un objeto de estudio surgieron investigaciones, se conformaron redes de investigadores sobre la sociedad civil y en los congresos nacionales se organizaron mesas destinadas a la discusión de estas temáticas.

Lo anterior trajo un sinnúmero de publicaciones conformando un acervo importante para la explicación de este fenómeno. Desafortunadamente la literatura sobre el tema sufrió el "síndrome de la centralización", y los estudios se dirigieron fundamentalmente a los procesos que se estaban presentando en el Distrito Federal y las entidades aledañas. Las organizaciones civiles de las distintas regiones del país fueron soslayadas, aun y cuando en los estados de la república se habían presentado procesos interesantes, tal vez distintos a los que se presentaban en el centro y sur de la república.

Sin embargo, las condiciones han ido cambiando positivamente, pues en los últimos años se han llevado a cabo algunas investigaciones y en la actualidad está en proceso un buen número de publicaciones sobre el tema.

Un ejemplo de lo anterior lo constituye el libro Organizaciones no gubernamentales en Baja california: el caso de los grupos ambientalistas y de mujeres, escrito por Marcela Reyes y editado por la Universidad Autónoma de Baja California.

En esta obra, Reyes inaugura una nueva faceta en el trabajo de los investigadores de los fenómenos sociales al seleccionar como objeto de estudio a las organizaciones civiles de una región como Baja California, donde se han presentando procesos interesantes en la búsqueda de una nueva relación gobierno-sociedad civil.

No obstante que la autora continúa con la tradición de llamar a esas formas de asociacionismo como organizaciones no gubernamentales -a pesar de que distintos autores de los propios organismos critican tal concepto, ya que, según ellos, no refleja del todo lo que son y lo que hacen estos grupos, y más bien indica lo que no son-, eso no invalida el aporte que realiza.

Lo anterior es explicable por las dificultades para caracterizar a los grupos que la autora observa, lo que la orilla a utilizar ese concepto. Sin embargo, con los nuevos elementos que aportan los estudios de caso de las organizaciones de mujeres y ambientalistas, donde se redescubre que no sólo son grupos asistenciales, sino que llevan a cabo promoción para el desarrollo e intentan ser partícipes de las políticas públicas locales, es posible, desde nuestro punto de vista, caracterizar a esas formas de asociacionismo como organizaciones civiles.

Resulta interesante la combinación que hace la autora de distintas herramientas metodológicas para la investigación de campo, sobre todo aquellas que le dan voz a los protagonistas, porque con ello recupera la propia historia y el papel que han desempeñado las organizaciones civiles en el estado, contribuyendo así de manera importante al estudio de la sociedad civil regional.

En el libro se destaca que en la frontera norte, y particularmente en Baja California, las organizaciones civiles son un fenómeno social relativamente nuevo. Si bien existen algunos grupos que se conformaron desde hace más de veinte años, es hasta mediados de los ochenta cuando comenzaron a tener una presencia importante en la región, lo cual coincide con el despertar de la sociedad civil en el centro del país. En Baja California, a pesar de su juventud en los procesos de asociacionismo, existen más de seiscientas organizaciones civiles y se han logrado identificar, cuando menos, diez redes temáticas.

Aun y cuando el número es interesante con respecto a la cantidad de organizaciones civiles existentes en el país, lo más destacado es su participación en la esfera pública, pues se han presentado procesos en políticas públicas y cambios legislativos locales en el estado que han trascendido al ámbito nacional, donde las organizaciones de Baja California han participado de alguna forma, como en el caso Paulina, que puso en la agenda nacional la discusión sobre el aborto y la separación entre el poder político y el eclesial.

La iniciativa de ley contra la violencia intrafamiliar; la creación de la Ley de Fomento para las Actividades del Desarrollo Social, donde el estado de Baja California fue el pionero en la construcción de un marco normativo para las organizaciones civiles; la constitución del Instituto de la Mujer; la paralización parcial de las actividades de las empresas privadas de energía eléctrica en Mexicali, donde la lucha por el medio ambiente llevó a las organizaciones a extender sus demandas en los tribunales del vecino país, son hechos descritos por la autora en su libro.

El libro de Marcela Reyes es producto de una investigación exploratoria, donde se tocan algunos temas de manera tangencial, sin embargo, también abre varias vetas en el estudio de las organizaciones civiles; por ejemplo, la autora explora la participación de las organizaciones civiles en las políticas públicas locales, lo cual es importante retomar como una nueva línea de investigación en los estudios de los procesos democráticos.

Otra línea que la autora intuye en su estudio es la relacionada a las redes. Aunque no denomina a los grupos que estudia como redes, porque no es su objetivo, la realidad es que la articulación de los distintos grupos que persiguen fines similares es un fenómeno que ha proliferado en la ultima década y que ha sido poco tratado por los cientistas sociales.

Finalmente, y aunque tampoco tuvo como propósito estudiar los procesos de gestión pública local, la autora introduce elementos que nos permiten comenzar a analizar la nueva forma de gobernancia que las instituciones internacionales recomiendan para los países que se encuentran en transición democrática como el nuestro, especialmente las nuevas formas de toma de decisiones de los gobiernos locales, en donde se incorpora de manera estratégica el enfoque de gestión asociada.

Marcela Reyes nos hace reflexionar y pone en evidencia el poco conocimiento que se tiene de las organizaciones civiles en los estados, también el desconocimiento del sector gubernamental en torno al potencial que tienen estos grupos, lo que impide una comunicación más eficiente para desarrollar programas de gestión social que puedan servir para mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables y contribuyan al desarrollo local.

Reconstruir procesos de incidencia pública de las organizaciones civiles en el ámbito regional puede servir también para encontrar pistas que ayuden a las propias organizaciones a forjarse como actores ciudadanos para diseñar propuestas que incidan, con mayor eficacia, en la transformación de la vida de los grupos más vulnerables. Finalmente, el libro de Marcela Reyes nos acerca al conocimiento de nuevas formas de hacer políticas públicas, donde la ciudadanía no sólo sea objeto sino agente del devenir político, económico y cultural de su comunidad.

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