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Estudios fronterizos

versión On-line ISSN 2395-9134versión impresa ISSN 0187-6961

Estud. front vol.6 no.12 Mexicali jul./dic. 2005

 

Reseña crítica

 

En los confines de la cristiandad, Kino cabalgó con espuelas. Comentarios a la biografía del misionero jesuita escrita por Herbert Eugene Bolton

 

Rogelio E. Ruiz Ríos*

 

Herbert Eugene Bolton, Los confines de la cristiandad Una biografía de Eusebio Francisco Kino, S. J. Misionero y explorador de Baja California y la Pimería Alta, Felipe Garrido (traducción), prólogo e investigación documental: Gabriel Gómez Padilla, México, UNISON/ UABC/Univ. de Colima/U. de G./ Colegio de Sinaloa/México Desconocido, 2001.

 

* Estudiante del Programa de Doctorado en Historia, El Colegio de Michoacán, A. C., Correo electrónico: larealidad@yahoo.com

 

Introducción

La obra aquí reseñada obedece a la traducción al español de la respectiva edición en inglés publicada por primera vez en Estados Unidos en 1936. A primera vista, sorprende que hubiera que esperar 75 años para conocer la traducción de la obra al español y su consecuente publicación en México, en vista de que el espacio donde se desenvuelve la trama histórica refiere al contexto del noroeste del actual Estado mexicano. De la misma manera, incide que Eusebio Francisco Kino es objeto de culto cívico y religioso a escala institucional (Iglesia, Estado, academia) en entidades como Sonora, Baja California y Baja California Sur, además de Estados Unidos, particularmente Arizona, donde la figura del misionero es apreciada como baluarte de la colonización, mucho de lo cual es aportación del propio Bolton.

En la presentación a la edición mexicana, el historiador Miguel Mathes expresa las reticencias que le provocaba todo intento de traducir al español esta obra aduciendo dificultades para superar las barreras idiomáticas que planteaba el sentido coloquial y ameno con que el autor se condujo en su idioma materno. De esta forma, Mathes narra cómo en su función de historiador y consejero de los herederos de los derechos editoriales de Bolton, a fines de la década de 1960 rechazó una propuesta de traducción al español. Resistencias similares argumentó cuando Gabriel Gómez Padilla, prologuista e investigador de la edición mexicana, le presentó el proyecto de traducción. Mathes refiere que su respuesta inmediata fue "imposible". No obstante, modificó su parecer al conocer los adelantos que le presentó el traductor Felipe Garrido. Acto seguido, consintió la traducción.

Es de considerarse que determinar intraducible una obra histórica bien puede ser un acto totalitario que reduce las posibilidades de comunicación a las comunidades adscritas al ejercicio disciplinario de la historia. Debe tenerse en cuenta lo aducido por la historiadora Florencia Mallon cuando dice que si bien una traducción etimológicamente indica una traición, el texto traducido aspira a traicionarse a sí mismo al contribuir a comunicar sus significados y significantes a públicos de segunda instancia, es decir, no contemplados (en este caso por razones idiomáticas) en la elaboración y edición original. Por fortuna, Mathes fue convencido de que era posible traspasar las barreras lingüísticas que transmitieran el sentido original de la obra en cuestión, de manera que hoy es posible disfrutar de la edición en español de Rim of Christendom.

Con el título de la presente reseña aludimos a una anécdota descrita en el prólogo por Gabriel Gómez Padilla respecto a la estatua ecuestre de Kino, cuya fotografía sirve de portada a la edición mexicana. Es una escultura de Julián Martínez Soto que se encuentra en la entrada norte de la ciudad de Hermosillo, Sonora, realizada dentro de la serie de homenajes que en la década de 1980 se hicieron en el norte de Sonora a Eusebio Francisco Kino como reconocimiento a su labor misionera y "civilizatoria" en ocasión del 300 aniversario de la entrada de Kino a territorio del actual estado de Sonora, promovidas por la Iglesia católica, el gobierno estatal y asociaciones civiles. Las actividades conmemorativas consistieron en localizar los "restos del misionero" en el poblado de Magdalena, en adelante llamado "de Kino"; iniciaron las gestiones para canonizarlo en la Iglesia católica; se organizaron cabalgatas por los "recorridos históricos" del jesuita; se erigieron estatuas como la que ilustra la portada del libro; se impuso el nombre del jesuita a plazas, escuelas y otros sitios públicos y privados; se canceló un timbre postal en su honor, y comenzaron los trabajos para traducir la biografía escrita por Bolton.

En el prólogo, Gómez Padilla acota que al preguntarle al escultor por qué la estatua ecuestre de Kino carecía de espuelas, el escultor respondió: "No le puse espuelas porque un santo no lastima a un animal". Pues bien, precisamente la persistencia de esta visión épica de la historia, poblada por "grandes hombres" protagonistas de "gestas", es una muestra palpable de la necesidad de promover obras históricas profesionales como la realizada por Bolton; no obstante que en su obra también se perciben visos de historia de bronce, no se inhibe de colocarle espuelas a Kino. Aunque tanto Bolton como los promotores de la traducción al español están convencidos de la heroicidad de Kino, el autor apela precisamente a los rasgos humanos del jesuita para elevarlo a los altares de la historia guardando distancia con quienes refieren las cualidades suprahumanas del misionero.

 

Datos bibliográficos del autor

La mayor parte de los datos sobre el autor han sido tomados del prólogo de Gómez Padilla salvo los casos en que ha sido necesario acudir a otra fuente. Herbert Eugene Bolton nació en el estado de Wisconsin en 1870 y murió en el sur de California en 1953. Estudió en la Normal del estado de Milwaukee y después estudió leyes en la Universidad de Wisconsin. Una vez recibido como abogado, ejerció clases durante breve tiempo. Durante su estadía en la universidad tuvo como profesor a Frederick Jackson Turner, quien marcó su visión historiográfica y le ayudó a conseguir una beca para hacer un posgrado en historia en la Universidad de Pennsylvania, donde se doctoró en 1899 con la tesis The free Negro in the South before the civil war.

A principios del siglo XX, Bolton impartió clases de historia medieval en la Universidad de Texas, institución donde consiguió ser comisionado en el rastreo de las raíces españolas de Texas en el Archivo General y Público ubicado en la ciudad de México (antecedente del actual Archivo General de la Nación). Resultado de ese trabajo fue la publicación en 1913 de Guide to materials for the History of the United States in the Principal Archives of México. Fue durante esa época cuando encontró en el archivo mexicano un documento considerado extraviado desde la expulsión jesuítica de Nueva España en 1767: la relación misional de Sonora a cargo de Kino. Bolton paleografió y tradujo al inglés dicha relación, misma que fue publicada en 1911 bajo el título "Fathers Kino's Lost History: Its Discovery and Its Value" en Papers of Biographical Society of America. Por esos años también transcribió Favores celestiales, texto atribuido a Kino que se publicó en inglés en 1919 bajo el título de Kino's Historical Memorial of Pimeria Alta: A Contemporary Account of the Begginings of California, Sonora, and Arizona, by father Eusebio Francisco Kino, S. J., Pionner, Explorer, Cartographer, and Ranchman, 1683-1711.

En el intermedio entre su trabajo archivístico en México y la publicación de la guía documental pasó un breve periodo en la Universidad de Stanford y de ahí partió a la Universidad de California en Berkeley, donde trabajó hasta 1953. Entre 1920 y 1940 dirigió la Bancroft Library perteneciente a la misma casa de estudios. Durante su prolífica carrera académica cosechó ocho doctorados honoris causa y varios premios y reconocimientos internacionales. Integró diversas comisiones públicas, dirigió la American Historical Association, cuyo discurso inaugural en 1932 tituló The Epic of Greater America, reproducido varias veces; participó en más de cien tesis doctorales; junto con George Hammond creó en su centro de trabajo el "Programa de Historia occidental". Entre otras publicaciones suyas se cuentan: spanish exploration in the Southwest, 1542-1706, editada en 1908; The spanish occupation of Texas, 1519-1690, publicada en 1912 por la Asociación Histórica del Estado de Texas; Athanase de Méziéres and the Louisiana-Texas frontier, 1768-1780: documents published for the first time, from the original Spanish and French manuscripts, chiefly in the archives of Mexico and Spain, mismo que tradujo al inglés y enriqueció con notas y publicó en 1914; Texas in the middle eighteenth century: studies in Spanish colonial history and administration, publicada por la Universidad de California en Berkeley en 1915.

En una conferencia dictada en 1917 en la Universidad de California, editada como "The Missions as a Frontier Institutions in the Spanish-American Colonies" (reimpresa en 1960), Bolton recoge, desde una perspectiva turneriana, su visión sobre la frontera misional en el norte de Nueva España, al proyectarla como avance de la "civilización" basado en el esfuerzo de hombres sencillos, correosos y enjundiosos, de norte a sur. En 1920, junto con su alumno Thomas M. Marshall publicó el texto didáctico The colonization of North America 1492-1873, en el que amplía el desarrollo de su propuesta de las Spanish Borderlands, cuestión que amplió posteriormente en The Spanish Borderland publicado por la Universidad de New Haven en 1921, y continuado en el artículo "Defensive Spanish Expansion and the Significance of the Borderlands" que se publicó en 1930 en la memoria The Trans-Mississippi West: Papers Read at Conference Held at the University of Colorado.

En 1925 editó en la Universidad de California en Berkeley Arredondo's historical proof of Spain's title to Georgia: a contribution to the history of one of the Spanish borderlands. En 1926 editó en cuatro volúmenes la historia de los franciscanos en México y California escrita por el franciscano Francisco Palou a fines del siglo xviii, misma que por primera vez se había impreso en 1857 en español; Bolton la publicó en inglés bajo el nombre de Historical Memoirs of New California a cargo de la Universidad de California en Berkeley. En 1927 emprendió la publicación de Fray Juan Crespi, missionary explorer on the Pacific coast, 1769-1774, por la Universidad de California en Berkeley. En 1930 publicó con la misma institución Anza's California expeditions. La dinámica y métodos bajo los que escribió Rim of Christiandom los plasmó en el artículo "Archives and trails" publicado en California Monhtly en octubre de 1936. En 1931 continuó con Outpost of empire; the story of the founding of San Francisco. En 1935 se publicó en una revista católica su conferencia The black robes of New Spain. En 1939 publicó Wider Horizons of American History bajo el auspicio de la Universidad de Notre Dame (Kovacovic; véase bibliografía). En 1949 publicó Coronado: Knight of Pueblos and Plains en coedición con una editorial neoyorquina y la Universidad de Nuevo México, obra que se reeditó en 1974. En 1950, en coedición con la Sociedad Estatal de Historia de Utah, publicó la traducción del Diario y derrotero de los frailes Francisco Atanasio Domínguez y Francisco Silvestre Vélez de Escalante, que narran sus recorridos por Nuevo México a mediados de la década de 1770, mismos que habían sido publicados ya en español desde 1854 y en inglés en varias ediciones ya en el siglo XX; Bolton hizo su propia traducción enriquecida con nuevos documentos, además de aderezarla con su propia dramatización narrativa y un nuevo título: Pageant in the Wilderness con el subtítulo de "La gran aventura" (McDonald; véase bibliografía). En 1974, uno de sus discípulos más conspicuos, el religioso John Francis Bannon, coordinó una compilación de textos de Bolton denominada Bolton and the Spanish Borderlands, publicada por la Universidad de Oklahoma (Kovacovic; véase bibliografía).

 

El legado turneriano

Con anterioridad se señaló la herencia historiográfica de Bolton respecto a su maestro Frederick Jackson Turner, quien a partir de su ponencia presentada en 1893 bajo el título de "El significado de la frontera en la historia americana" expuso la tesis de que la matriz cultural de Estados Unidos radicaba en el avance de sus fronteras en dirección este-oeste (Turner, 1987). Para Turner, la conquista de tierras "salvajes" mediante la implantación de las instituciones nacionales y su adaptación al nuevo medio, las más de las veces hostil, significaba y explicaba el "desenvolvimiento de la nación norteamericana". La frontera era entonces el "punto de contacto entre la barbarie y la civilización", el escenario donde las instituciones y sus hombres fueron puestos a prueba frente a prácticas y formas de vida no civilizadas en las que invariablemente triunfó el más fuerte y racional. Representaba asimismo para los colonos europeos el pasaporte a la norteamericanización de forma más rápida y contundente. Turner invitó a abordar la frontera y los problemas derivados de su instauración como "campo de investigación fértil". La historiografía estadounidense del siglo XX ha estado marcada por esta perspectiva, y entre los principales exponentes de la concepción turneriana se cuentan, junto con Bolton, Ray Allen Billington y Walter Prescott Webb (Kovacovic; véase bibliografía).

De la mano de las tesis de Turner, Bolton desarrolló el concepto de Spanish Borderland para referir el área de los Estados Unidos que había formado parte de la expansión del imperio español al norte de Nueva España. Bolton sostenía que la herencia hispana aún era apreciable en el sur y suroeste (California, Arizona, Nuevo México, Colorado y Texas, además de Luisiana, Florida y Georgia) y permitía distinguir esta zona de otras experiencias coloniales como la inglesa y la francesa. Como escenarios de esa labor civilizatoria de la frontera española, Bolton situaba las expediciones, misiones, presidios y pueblos (Driscoll, 1993). Estas interpretaciones le generaron diversas críticas que incluso lo condujeron a ser clasificado en la academia estadounidense como "historiador de Latinoamérica" y no del Suroeste de Estados Unidos.1

El enfoque turneriano es desplegado a lo largo de la obra de Bolton, tal como se aprecia en el episodio donde relata la manera en que fue truncada la colonización de California peninsular a consecuencia de las dificultades económicas experimentadas en las arcas virreinales. Bolton justifica así los vanos intentos de Kino por establecer un asentamiento permanente en la península de California: "La civilización avanza en un proceso de prueba y error [...] Baja California era un territorio difícil, casi tan desprovisto de medios para sostener la civilización como cualquier otro lugar en la tierra. Varios intentos de ocupar la desolada península se habían realizado. Ninguno lo había conseguido, pero cada uno había significado un avance" (Bolton, 2001: 303).

De qué otra forma puede evidenciarse el legado turneriano sino en la muestra literal dada por Bolton en este pasaje, además del talante evolucionista con que interpreta el acontecimiento histórico. La frontera, en este caso de sur a norte, como escenario de confrontación entre la barbarie y el ineludible proceso civilizatorio. La frontera como terreno fértil para arraigar el legado grecolatino y la fe cristiana, de ahí el título de la obra indicativo de los límites o confines de la cristiandad. Bien pudo Bolton aludir en su título a los confines del imperio español pero tal como lo planteó, sobrepone la idea de que la principal motivación para la conquista de los "bárbaros" fue la pretensión de extender la cristiandad y salvar sus almas del fuego eterno, sin que por ello se menoscabe el rigor de su trabajo histórico.

 

Bolton y sus proyecciones a través de la figura de Kino

Al emprender la empresa biográfica de Kino, Bolton se propuso ver el mundo de Kino con los ojos del misionero: "entender cada palabra de Favores celestiales y sus cartas; estar donde él estuvo, visualizar sus condiciones de trabajo [...]." (ibid.: 31). Se propuso un largo proyecto que venía madurando desde sus primeras investigaciones en el Archivo Público y General en la ciudad de México en la primera década del siglo XX. Parte importante en el proyecto era no sólo la labor de investigación documental, sino el conocer, palpar, imbuirse de los caminos, de los paisajes, de los aromas que Kino experimentó. Hay una bagaje rankiano en la idea historiográfica de Bolton. Contar las cosas tal como sucedieron, o a qué otra cosa refiere su propósito de apreciar el mundo de Kino como éste lo vio.

En la consecución de este ideal historiográfico queda implícito también que a ojos del lector la voz del historiador permanezca neutralizada, sacrificada en aras de rescatar la voz y experiencia del o los protagonistas, pero también el historiador acecha presto a intervenir en los momentos en que se requiera su autoridad, la pertinencia de quien ha cedido el turno de expresarse pero que aún mantiene el control de la alocución. Se trata, ante todo, de una complicidad tejida entre autor y lector. Gracias a la destreza narrativa de Bolton, el lector concede lugar a la representación como espectador directo de la trama histórica a sabiendas de que hay un intermediario: el autor, quien en su papel de historiador se mantiene oculto tras la urdimbre narrativa y sin titubeos emerge en aquellos momentos en que necesita matizar, dirigir o centrar la atención del lector en ciertos aspectos que la trama por sí sola no explica lo suficiente. Es una farsa, en el sentido teatral de la palabra, en la que hay disposición para representar, que no fingir, la secuencia de actos en que los hechos hablan por sí solos sin perder la certeza de que hay un demiurgo tras bambalinas: el historiador.

Bolton no oculta su simpatía por el personaje. Le confiere el estatuto de "gran hombre" dentro de su misma dimensión humana, esto es, hace ver a Kino como hombre de carne y hueso, construye un personaje henchido de bizarras convicciones que lo hacen superar adversidades, cargado de paciencia, que acomete con enjundia cada acto que se propone, todo ello en bien de la cristiandad planteada como sinónimo de humanidad. Desde la visión de Bolton, lo que hace grande a Kino es el hecho de que otros hombres que comparten las mismas convicciones en idénticas condiciones no consiguen lo que Kino puesto que "La vocación del misionero exigía las más altas cualidades de un hombre: carácter, inteligencia, valor, astucia, buena salud y resistencia. Los misioneros se veían obligados a enfrentarse a peligros y privaciones casi inimaginables" (ibid.: 57).

Bolton desplaza al personaje entre circunstancias clave que parecieran obedecer a una estrategia providencial. Se trata de una historia épica en la que abundan los grandes hombres, las mujeres devotas, y predominan los ideales aun a costa de los bienes materiales y la propia vida humana: "La historia de los ropas negras [como se refería a los jesuitas en virtud del hábito oscuro que portaban] tiene dimensiones homéricas" (ibid.). Mueve a los misioneros el deseo de transmitir el mensaje cristiano a los sectores de la humanidad que aún permanecen en la barbarie. Para Bolton, seguir las huellas de los grandes hombres como Kino contribuye a esclarecer y aprehender de forma cotidiana, sin abstracciones, "la historia de la cultura de gran parte del hemisferio occidental" (ibid.: 43). Es el triunfo de la perseverancia del hombre cristiano sobre la adversidad. Sin embargo, aun dentro de los grandes hombres, Bolton hace ver que no todos están llamados al reconocimiento en la posteridad, ya que pese a que el temple permitía distinguir a un religioso de entre el resto de los hombres, "No todos los ropas negras eran aptos para servir en las misiones. Algunos carecían de temperamento o de fibra; otros no lograban aprender las lenguas indias" (ibid.: 58). Desde esta disyuntiva, el Kino construido por Bolton no refleja asomo de flaqueza. De particular interés resulta cómo Bolton vislumbra un conflicto interétnico entre los jesuitas destacamentados en Nueva España, al dar por sentado que los ignacianos detractores de la labor misional de Kino en Sonora eran de origen español y novohispano, y adoptaban esa actitud hostil en virtud de que consideraban a Kino un alemán.

Bolton se permite imaginar las reacciones, actitudes, palabras, emociones de los protagonistas de la trama, aspectos difícilmente apreciables en las fuentes documentales. Muestra de lo anterior es la descripción del ánimo de los viajeros en la nave que trasladó a Kino de Cádiz a Veracruz, la cual estuvo a punto de zozobrar por causa de una tormenta, pero justo entonces el temporal amainó: "Los terrores del huracán dejaron el lugar a la alegría [...] hubo vítores entusiastas a la primera vista de tierra en las Indias Occidentales. Rugieron los cañones" (ibid.: 120). La trama está dispuesta a mostrar cómo Kino asiste a la cita con su destino y misión en este mundo: redimir almas entre los gentiles, quienes, por otra parte, casi siempre aparecen deseosos de recibir la cristiandad atraídos por la bondad y generosidad de esos hombres nobles de los cuales Kino es paradigma.

El ánimo meticuloso de Bolton lo condujo a tratar de registrar los mínimos detalles apreciables en las fuentes documentales, al grado de no marcar distinciones entre lo anecdótico y lo coyuntural, lo que bien podría justificarse como un uso indiscriminado de la metáfora cuyo empleo no siempre resulta afortunado. Citemos por ejemplo el apartado denominado "Una liebre salta a la historia", que recoge las vicisitudes de una pequeña partida exploratoria tierra adentro en el sur de la península de California en la que participó Kino. El nombre del apartado es tomado de un incidente narrado por el misionero en una carta a una de sus amistades más cercanas. En cierto momento en que se encontraban acampados los exploradores, temerosos de un ataque sorpresa de los indios, escucharon aproximarse a unos individuos, y alarmados constataron que, en palabras de Bolton como narrador, eran "los soldados de a pie, que se habían retrasado y estaban llegando. Todos soltaron la carcajada. En lugar de indígenas hostiles, los que visitaron a Atondo [comandante de la empresa colonizadora de California] en ese sitio se mostraron amigables". A continuación hace hablar a Kino: "y a mí me dio una liebre que había flechado, y le puse por nombre Sebastián". Para enseguida retomar la voz el narrador: "De este modo entraron a la historia tanto el cacique [el que dio el regalo a Kino] como la liebre" (ibid.: 200). Otro punto que resalta en el trabajo de Bolton es la comparación cronológica en ciertos momentos con episodios de la historia de Estados Unidos, lo que se explica por el tipo de público al que se dirige, esto es, sus connacionales, para servirles como parámetro comparativo el contrastar que cuando apenas iniciaba la formación de Nueva Inglaterra al sur de la masa continental, en Nueva España ya se habían sentado las bases civilizatorias. Tan incisiva ponderación acarreó no pocas críticas a Bolton por parte de sus colegas estadounidenses.

 

A modo de epílogo

En 1931 Bolton viajó a Europa y ahí pudo investigar en el Archivo General de Indias de Sevilla el Archivo Central de los Jesuitas que por entonces estaban en Holanda, así como visitar Segno en el Tirol italiano, aldea natal de Kino, y recorrer los lugares por donde transitó el jesuita durante su primera etapa como novicio, además de conocer a los descendientes de la familia Chini, nombre italiano de la familia de Kino. Entre 1933 y 1934 recorrió Baja California y Sonora y parte de ese periplo consistió en departir con los indígenas descendientes de aquellos que la empresa evangelizadora de Kino redujo al cristianismo. Parte de esa experiencia lo llevó a redactar uno de los últimos capítulos, en los que señaló que poco serviría recordar a Kino si se olvidara a aquellos a quienes destinó sus esfuerzos.

En cuanto a los archivos consultados, Bolton tuvo oportunidad de revisar correspondencia privada entre Kino y sus amigos o protectores, documentación oficial, cartografía, dibujos, bitácoras de viaje por mar y por tierra, diarios personales. Además se encargó de fotografiar lugares, rostros, vegetación, para tratar de recrear paisajes, gente y ambientes con los que Kino tuvo contacto. Por último, cabe señalar que muchas de las concepciones que Bolton tenía acerca de cómo, para qué y sobre qué hacer historia, estaban ya tratando de ser superadas en Francia por historiadores contemporáneos como Marc Bloch y Lucien Febvre, Johan Huizinga en Holanda, Aby Warburg en Alemania, o en Inglaterra Hammond, Tawney y Riegel. Lo anterior no debe entenderse como un criterio de descalificación a la obra de Bolton ni como la configuración de parámetros maniqueístas sobre qué tipo de historia es más buena o más mala. Traemos a colación esto porque debe tomarse en cuenta que en algunos círculos europeos contemporáneos a Bolton se innovaba en perspectivas históricas de índole temática, metodológica, de origen de las fuentes y técnicas de investigación.

 

Bibliografía

Bolton, Herbert Eugene (2001), Los confines de la cristiandad. Una biografía de Eusebio Francisco Kino, S. J, Misionero y explorador de Baja California y la Pimería Alta, Felipe Garrido (traducción), prólogo e investigación documental de Gabriel Gómez Padilla, México, UNISON/UABC/Universidad de Colima/U. de G./ Colegio de Sinaloa/México Desconocido.         [ Links ]

Driscoll, Barbara A. (1993), "La Frontera and its people: the early development of border and Mexican American Studies", Working Paper, East Lansing, Michigan, Julian Samora Research, Instituto de la Universidad Estatal de Michigan, núm. 17, diciembre [consulta realizada el 26 de marzo de 2004 a la versión electrónica en www.jsri.msu.edu/RandS/research/wps/wp17.html].

Kovacovic, Laurie (2004), "An Annotated Bibliography of the American Fontier Heritage", Universidad de Minnesota [versión electrónica consultada el 26 de marzo de 2004 en www.d.umn.edu/cla/faculty/tbacig/urop/bibtrner.html]         [ Links ].

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Turner, Frederick Jackson (1987), "El significado de la frontera en la historia americana", Secuencia, México, Instituto Mora, núm. 7, enero-abril, pp. 187-207.         [ Links ]

 

Nota

1 Al grado de que desde 1958 un premio otorgado anualmente al mejor libro de historia sobre Latinoamérica publicado en Estados Unidos lleva su nombre.

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