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Estudios fronterizos

versión On-line ISSN 2395-9134versión impresa ISSN 0187-6961

Estud. front vol.1 no.2 Mexicali jul./dic. 2000

 

Artículos y ensayos

 

Emigración, inmigración y retorno: el ciclo de los inmigrantes mexicanos en Caléxico, California, EUA

 

Norma Fimbres Durazo*

 

* Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UABC. Correo electrónico: nfimbres@faro.ens.uabc.mx

 

Resumen

En este artículo se describe a una comunidad de inmigrantes mexicanos residentes legales en la ciudad de Caléxico, California. En primer término, se reseña brevemente la historia de la migración de México a Estados Unidos, en particular al condado de imperial. En segundo, se describen las características del grupo de inmigrantes a partir de los datos provenientes de una encuesta aplicada a 407 inmigrantes mexicanos. Para finalizar, se presentan los resultados que proporciona la encuesta sobre las causas que intervinieron en la emigración, los motivos para inmigrar y la relación que existe entre el inmigrante y su país de origen, a través de la migración de retorno.

 

Abstract

This article describes a community of Mexican immigrants legally residing in the city of Calexico, California. Firstly, a brief review on the history of migration from Mexico to the United States, chiefly to Imperial County, is presented. Afterwards, the traits of the immigrant group is described according to the data coming from a survey that was applied to 407 Mexican immigrants. To conclude, the results provided by the survey on the causes for such emigration, the motives for immigrating, as well as the bearing existing between the immigrant and his/her country of origin, through the return migration, are all presented.

 

Introducción

El presente trabajo describe a una comunidad de inmigrantes mexicanos residentes legales en la ciudad de Caléxico, localizada en el condado de imperial, ubicado al sur de California, Estados Unidos, contiguo a la ciudad de Mexicali, Baja California, México.

Socialmente, el proceso migratorio ha generado dos tipos de migrantes: el de los legales, que corresponde a los inmigrantes que, mediante el otorgamiento de documentos oficiales por parte de las autoridades estadounidenses, pueden ingresar a Estados Unidos para residir y trabajar; y el de los indocumentados, que corresponde a los inmigrantes que entran al país sin documentos. Esta diferencia en el estatus migratorio de entrada a Estados Unidos caracteriza no sólo el proceso migratorio, sino también al inmigrante en cuanto a la percepción de lo que es el proceso y su integración a la sociedad receptora.

El trabajo se desarrolla en tres partes. La primera es una breve reseña histórica de la migración de mexicanos a Estados Unidos en general, y al condado de Imperial en particular, con el fin de ubicar a la población objeto de estudio, ya que la situación actual no puede ser entendida fuera de su contexto histórico. La segunda parte describe las características del grupo de inmigrantes a partir de los datos provenientes de una encuesta aplicada en 1995 a 407 inmigrantes que cubrieron las siguientes características: tener 18 años de edad o más, ser mexicanos y no haber obtenido la ciudadanía estadounidense. En el tercer punto se presentan los resultados que proporciona la encuesta sobre las causas que intervinieron en la emigración y los motivos por los cuales inmigraron e hicieron de esta localidad su asentamiento permanente. Por último, se presenta la relación que existe entre el inmigrante y su país de origen, a través de la migración de retorno.

Los movimientos migratorios internacionales no son nuevos, y en el transcurso del tiempo han adquirido características diferentes, por lo que ya no se pueden considerar solamente como movimiento de población, sino más bien como movimiento de fuerza de trabajo (Alba, 1986:356). De ahí que, a medida que transcurre el tiempo, la discusión en torno al movimiento de personas entre fronteras —como en el caso de la migración entre México y Estados Unidos— refleja nuevas facetas que le imprimen características particulares al proceso, pues si bien es un movimiento de individuos económicamente productivos que tiene carácter internacional, también es un movimiento de personas que portan elementos socioculturales que, junto con ellos, trascienden las fronteras.

Otro elemento presente en el movimiento migratorio es la dirección de las migraciones, que se considera como el desplazamiento de la fuerza de trabajo de países subdesarrollados a países desarrollados, y el migrante es considerado sólo como el portador de la fuerza de trabajo dentro del mercado de la oferta y la demanda. Por ello, es necesario incorporar al análisis del proceso otros elementos que forman parte del inmigrante como individuo, aun cuando la decisión de migrar es una decisión personal.

 

Antecedentes históricos de la migración México-Estados Unidos

La migración de mexicanos a Estados Unidos dio inicio a mediados del siglo pasado, cuando el antiguo territorio septentrional de México se perdió como consecuencia del expansionismo estadounidense en los años de 1836 a 1853. A partir de ese tiempo, y por condiciones históricas de cada uno de los países, ha habido grandes periodos de emigración de México a Estados Unidos, intensificándose ésta en los últimos años del porfiriato, cuando el régimen político entró en crisis debido a que el sector agrícola mostraba poco dinamismo y generaba una escasa producción de alimentos, y el mercado laboral era incapaz de absorber la fuerza de trabajo en proporción al ritmo de su crecimiento. En esa época, el desarrollo del país fue impulsado por la inversión extranjera en la explotación de los recursos naturales, y en la infraestructura de los ferrocarriles, que fue lo que vinculó de forma importante a México con el norte del país y con los Estados Unidos (Alba, 1986:356).

Durante los años de 1880 a 1910, Estados Unidos generó un rápido crecimiento económico, integrando a este proceso de la economía nacional al suroeste del país, lo que propició una demanda continua de mano de obra. En aquel tiempo, la frontera era físicamente inexistente y los mexicanos no encontraban obstáculos para ingresar al país (López Castro, 1986:568). La agricultura y la minería tuvieron un gran auge en el suroeste de EUA, y ambas actividades generaron una demanda de mano de obra que no podía ser satisfecha con los trabajadores estadounidenses del suroeste, pues había muy poca población, y debido precisamente a ello y a la cantidad de trabajadores en la región y al número de personas desempleadas en México, la migración fue inevitable y acelerada por las nuevas vías de comunicación (Massey, et al., 1991:51), entre las que el ferrocarril tuvo una indiscutible preponderancia.

Estados Unidos y México se interconectaron en 1884 a través del Southern Pacific Railroad y el Ferrocarril Mexicano Internacional, a los que posteriormente se anexaron otras vías, de modo que para 1890, las líneas mexicanas del ferrocarril se unían directamente a 48 estados del vecino país del norte (Massey, et al., 1991:53).

Otro de los periodos que propició la internacionalización de mano de obra mexicana que proveniente del centro de México se dirigió a Estados Unidos, fue el estallamiento de la revolución mexicana de 1910. En ese tiempo y durante las luchas posteriores, la emigración aumentó notablemente debido a la violencia e inseguridad económica y social que generó la revolución. Sin embargo, a finales de los años veinte, Estados Unidos sufrió una de las crisis económicas más fuertes de su historia conocida como la gran depresión de 1929, que produjo un estancamiento y detenimiento de la corriente migratoria debido a que el gobierno, con ayuda de las autoridades de los estados, puso en marcha el proceso de expulsión de miles de inmigrantes mexicanos legales e indocumentados.

Ya para 1930 en México, los resultados de la revolución empezaban a mostrar algunos signos positivos en la estructura socioeconómica, sobre todo en el sector agrícola, aunque fue hasta 1940 cuando se pusieron en práctica las medidas de reforma formuladas a la Constitución de 1917, y que fueron establecidas durante el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas (1934-1940), mismas que incluían la redistribución de tierra laborable y la ubicación de los campesinos expulsados de Estados Unidos en algunos centros ejidales.

A raíz de la segunda guerra mundial y de la participación de EUA en la contienda, se originó un gran cambio en la actitud de los habitantes estadounidenses hacia el inmigrante mexicano: el clima de xenofobia que había acompañado a las deportaciones masivas de mexicanos años atrás, fue sustituido por una nueva imagen de los mexicanos como hard working people. El ingreso de los Estados Unidos a la segunda guerra mundial en 1942, marcó una nueva etapa en la demanda de mano de obra mexicana, a partir de la iniciativa propuesta por el Departamento de Defensa del gobierno estadounidense, donde solicitaban al gobierno de México que aportara mano de obra para la causa de los aliados, ya que la fuerza de trabajo local se había convertido en ejército y la producción agrícola del suroeste corría el riesgo de perderse (Bustamante y Martínez, 1980:16). Como resultado de esta iniciativa se firmó un acuerdo entre ambos gobiernos, mediante el cual trabajadores mexicanos podían ingresar a los Estados Unidos con la finalidad de suplir a los obreros estadounidenses. Fue así como en 1942 inició el Programa Bracero, que Estados Unidos dio por terminado en 1964. Al finalizar dicho programa, los gobiernos de ambos países dejaron de participar en la contratación y regularización de trabajadores migrantes; no obstante, con o sin políticas oficiales, la migración legal e ilegal de mexicanos a los Estados Unidos ha seguido en aumento.

 

La inmigración mexicana en el condado de imperial

La expansión del capitalismo estadounidense de finales del siglo pasado se caracterizó por la centralización y concentración de capitales, que generaron la apertura de nuevos espacios de crecimiento y desarrollo en distintos puntos del suroeste de la unión americana, como en el caso del Valle Imperial, hoy condado, donde la inversión de capital propició el desarrollo de la región y generó una gran oleada de migrantes de Arizona, del norte de California, y de otros estados del este como Pennsylvania e Illinois. Los inmigrantes llegaron como pioneros a colonizar el Valle Imperial —ya que a finales del siglo XIX se encontraba prácticamente despoblado—, gracias a la promoción que hicieron las compañías encargadas del desarrollo de la región, las cuales ofrecían a los inmigrantes la posibilidad de obtener tierras para cultivo.

A pesar de ser una zona desértica, árida y escasa de precipitaciones pluviales, la región del Valle Imperial contaba con un gran atractivo: la fertilidad de sus suelos y las pendientes naturales que caracterizan a dicha depresión, que hicieron posible derivar por gravedad las aguas del Río Colorado y que posibilitaron la agricultura de la región. La presentación y ejecución del proyecto para introducir las aguas del Río Colorado al Valle Imperial estuvo a cargo de la California Development Co. (Compañía para el Desarrollo de California), creada en 1896. Paralelamente, en 1900 se creó la agencia colonizadora Imperial Land Co. (Compañía de Tierras de Imperial), con el propósito de ubicar poblados y parcelar la tierra. Con ello, para el año de 1905 en el Valle Imperial, ya se habían planificado y ubicado los poblados de Imperial, Caléxico, Dixieland, Brawley, El Centro y Holtville (Estrella, 1982:8).

El poblado de Caléxico, perteneciente al condado de Imperial, surgió en 1901 debido a que la Compañía para el Desarrollo de California estableció sus oficinas centrales cerca de la frontera internacional entre California y el entonces Distrito Norte de Baja California. A partir de ese momento, y para 1903, lo que era el área del pueblo de Caléxico fue dividida y lotificada, surgiendo así lo que es el actual asentamiento urbano. El área agrícola que está alrededor de la ciudad forma parte del Valle Imperial, y fue la primera porción del valle en ser irrigada y mejorada para el cultivo (Estrella, 1982:11).

El inicio del desarrollo capitalista en el Valle Imperial ocasionó que un gran contingente de mexicanos inmigrara a la región: había trabajo, existía una gran necesidad de mano de obra, y el país vecino se encontraba con problemas sociales, políticos y económicos que favorecían la emigración. Esta corriente de inmigrantes llegó de diferentes lugares de la república mexicana, y parte de ella se incorporó a las labores agrícolas del Valle Imperial. A partir de entonces y hasta nuestros días, la inmigración de mexicanos en la ciudad de Caléxico ha sido constante, lo que ha ocasionado que algunos inmigrantes mexicanos se establezcan como residentes permanentes en esa localidad.

En el mismo periodo en que surgió la actual ciudad de Caléxico se fundó el asentamiento de Mexicali. Con el paso del tiempo, Mexicali creció a un ritmo más acelerado que su gemela del lado estadounidense; sin embargo, ambas aumentaron su población como consecuencia de las corrientes migratorias provenientes del interior del país. La adopción del régimen de zona libre en la porción norte del estado de Baja California, como alternativa para garantizar el abasto de la población mexicana radicada en la franja fronteriza así como su asentamiento permanente, condujo a que las ciudades del sur de Estados Unidos, sobre todo aquellas ubicadas contiguas a la línea fronteriza, se convirtieran en abastecedoras de mercancías, bienes de consumo y servicios de la población fronteriza del lado mexicano. Caléxico no fue la excepción; todavía a mediados de la década de los setenta era el principal centro de abasto de los mexicalenses.

Así, Caléxico, de ser una región fundamentalmente agrícola, añadió a su economía las actividades comerciales y, con ello, se estableció una relación de interdependencia económica entre las dos ciudades.

Por su parte, para los migrantes mexicanos, la ciudad de Mexicali se convirtió en el lugar de llegada y punto de salida hacia el país del norte, de tal manera que en 1990, según el censo de población de los Estados Unidos, la población del condado de Imperial era de 109 300 habitantes, de los cuales 65.2% era de origen hispano, mientras que en la ciudad de Caléxico el total de la población ascendía a 18 633 habitantes, de los cuales 95.6% era de ese mismo origen. La distribución de la población en las localidades del condado de Imperial se observa en el cuadro 1, donde uno de los dos asentamientos que registran los porcentajes más altos de población de origen hispano es la ciudad de Caléxico, sólo superada por Heber, con 96.8%.

Si bien la ciudad de Caléxico registra un porcentaje de 95.6% de población hispana, en él están incluidos inmigrantes no sólo de ascendencia mexicana, sino también de otros países latinoamericanos, cuya representatividad es muy baja. De acuerdo con el censo de 1990, en el total de la población hispana se incluyen 47 personas de origen no mexicano (8 puertorriqueños, 17 cubanos, 11 colombianos y 11 peruanos).

 

Características sociodemográficas de la población estudiada

A partir de los datos provenientes de la muestra de 407 personas, se observa que la población en general es joven, con un promedio de edad de 43.5 años, sin diferencias significativas en la media de edad de hombres y mujeres. Del total de la muestra, 42.5% corresponde al sexo masculino y 57% al femenino (ver cuadro 2). En conjunto, 42% registra una edad entre los 18 y 39 años, con un predominio del grupo de los 40 a 49 años de edad (26.8%), y una mayor distribución relativa de los hombres en los grupos de 18 a 29 y de 60 y más años de edad.

Como se mencionó, 95.6% de la población de Caléxico es hispana (ver cuadro 1), lo que representa 17 806 habitantes, de los cuales 99.7% es de origen mexicano; es decir, 95.3% de los residentes en Caléxico son mexicanos o descendientes de éstos.

 

Lugar de origen

En cuanto al lugar de nacimiento, se destaca la importancia de la población proveniente de Baja California, pues del conjunto de los inmigrantes legales mexicanos en la localidad 46.7% de los entrevistados nació en Baja California (ver cuadro 3).

Otro aspecto a señalar es que las entidades federativas mexicanas que se ubican en la costa del Pacífico —desde Michoacán hasta Baja California— aportan alrededor de 80% de los inmigrantes legales en Caléxico (ver figura 1). Es importante señalar que estos estados mexicanos son los mismos que, en el municipio de Mexicali en particular y en Baja California en general, aportan los mayores porcentajes de su población no nativa.

En el caso del municipio de Mexicali, de acuerdo con la información del censo de población de 1990, las cinco entidades federativas mencionadas en el cuadro 3 representan los lugares de origen de aproximadamente 86% de la población municipal (INEGI, 1990:7-8). El 20% restante de la muestra corresponde a otros estados, y se compone de las personas nacidas en 13 entidades federativas mexicanas.

El estatus de residente legal y el tiempo de residencia de los inmigrantes en la ciudad de Caléxico, son variables que pueden mostrar el grado de asimilación que tiene el inmigrante en el país. El cuadro 4 presenta el tiempo de residencia de los inmigrantes por grupos de años de residencia y lugar de nacimiento, y en él se observa que la mayoría de los inmigrantes tiene seis o más años de residencia, lo que en conjunto representa cerca de 80% del total de la muestra.

Lo que llama la atención del grupo de inmigrantes, es que aquéllos que tienen seis años o más de residencia (98.7%) cuentan con el tiempo suficiente como para haber gestionado su ciudadanía. Esto permite advertir que no sólo es el requisito de tiempo de residencia lo que influye en la obtención de la ciudadanía, sino que el inmigrante tiene otros motivos para no realizar el trámite de nacionalización.

Del total de los entrevistados, 86.7% declararon que no han solicitado la ciudadanía por diferentes razones (ver cuadro 5); de ese porcentaje 19.4% respondió que no tienen interés en hacer el trámite, lo que puede deberse en gran parte a que los inmigrantes residentes legales aún conservan los mismos apoyos y derechos que los ciudadanos, situación que tal vez influya en la indiferencia de los inmigrantes en solicitar la ciudadanía.

Por otra parte, un obstáculo para solicitar la ciudadanía es el idioma, pues 12.3% respondió que no han solicitado la ciudadanía por no saber inglés. Por otro lado, mucho se ha dicho que los inmigrantes mexicanos no optan por la ciudadanía estadounidense porque tienen muy arraigado el sentimiento de su nacionalidad, aunque la información proporcionada por los entrevistados indica que este motivo no tiene gran peso, ya que sólo 1.0% de ellos respondió no haber solicitado la ciudadanía por patriotismo. El resto de las respuestas son muy variadas, los motivos argumentados van desde: "no he podido" (14.0%), "después lo voy a hacer" (10%), "no he tenido tiempo" (10%), "no necesito" (6.1%), "estoy estudiando", "es muy cara", "estoy muy viejo" (1%), hasta "por falta de orientación para realizar los trámites" (3.2%). En 15.7% de no respuesta, está considerado 13.3% de los entrevistados que en el momento de la entrevista habían solicitado la ciudadanía y estaban esperando una respuesta.

 

Emigración: causas que originaron su partida

A pesar de que la migración de mexicanos durante el presente siglo ha tenido un carácter voluntario tanto en los antiguos como en los actuales inmigrantes, uno de los factores más importantes que ha provocado la emigración de la mayoría de los migrantes mexicanos son las diferentes condiciones y estructuras económicas de ambos países (García y Griego, et al. 1988:56).

Si bien históricamente la oferta y la demanda de fuerza de trabajo han sido los factores que han regulado la migración entre ambos países, no se puede dejar de lado otro factor como lo es la difusión masiva de los valores y el estilo de vida estadounidense, que influyen en el inmigrante al tomar la decisión de partir.

En cuanto al grupo de inmigrantes encuestados, los motivos que tuvieron para emigrar fueron los siguientes: 46.7%, por tener mejores condiciones de vida; 42.0%, por reunir a la familia; 5.2%, para tener mejor educación, y 2.5%, porque arregló sus documentos de inmigración. El 3.7% no respondieron (ver cuadro 6).

A partir de los resultados, es interesante observar que para 58.4% de los hombres el motivo principal fue el mejorar su nivel de vida, mientras que 38% de las mujeres contestó que éste fue su motivo para emigrar. El segundo motivo lo constituyen razones familiares, donde el mayor porcentaje con esta respuesta fue para las mujeres, con 50.9% del total de ellas, mientras que de los hombres sólo 30.1% emigra por tal motivo. No es de extrañar que para los hombres el motivo principal para emigrar sea la búsqueda de mejores condiciones de vida, ya que en ellos tradicionalmente ha recaído la responsabilidad de proporcionar sustento a la familia; de igual manera, tampoco es raro que en las mujeres el mayor peso relativo de los motivos para emigrar sean los familiares, puesto que en buena medida, la mujer emigra una vez que el cónyuge se ha establecido y está en posibilidad de traer al resto de la familia. Sin embargo, también se observó el caso de mujeres que emigraron para mejorar sus condiciones de vida, lo que hace suponer que se trata de mujeres que son jefes de la familia o, en su defecto, que están dispuestas a apoyar a su pareja en la manutención del hogar.

Si bien el motivo principal para emigrar fue tener mejores condiciones de vida, 75.7% de los entrevistados respondió que en México tenían lo indispensable para vivir (trabajo, techo, educación), mientras que 23.8% tomaron la decisión de emigrar porque carecían de lo indispensable para vivir; de ellos, 13.3% respondió que les faltaba todo. 4.9% necesitaba trabajo, 4.7% requería dinero, y 1.5% no respondió. En este caso en particular se puede señalar que no son los más pobres de México los que emigran, ya que buena parte de los emigrantes contaban con empleo en su lugar de origen, pero valoran la diferencia salarial que existe entre ambos países y que para muchos inmigrantes puede ser el factor más importante, ya que les puede proporcionar mayor bienestar y acceso a otros bienes, y no sólo lo indispensable para vivir.

Otro factor que influye en los migrantes es la información que se establece a través de las redes sociales, los familiares o paisanos que se encuentran ya establecidos en el extranjero y envían información sobre el lugar, las oportunidades de trabajo que existen y sobre las maneras de inmigrar (ver cuadro 7). Así, tenemos que 68.6% de los entrevistados obtuvo información por parte de algún familiar; 10.8% a través del Consulado de Estados Unidos en México, y 9.3% de los amigos; estas redes sociales de información no sólo se utilizan para enviar información, sino que en gran medida brindan seguridad y facilitan a los nuevos migrantes su integración al lugar de destino (Massey, 1991:319).

Por los resultados, se puede deducir que en más de la mitad de los inmigrantes los motivos que tuvieron para emigrar, se originan por la interacción de fuerzas económicas de México y Estados Unidos, donde el primero tiene una mano de obra subempleada, dispuesta a emigrar, y en el segundo, hay una constante demanda de mano de obra. Otro motivo por el cual una persona decide emigrar —no menos fuerte que el primero— es reunir a la familia, lo que logra con el apoyo de las redes sociales de información que construye el migrante y que, de una manera directa, se vinculan al primer motivo, ya que emigran a trabajar o para seguir a un familiar que vino por ese motivo.

 

Inmigración: asentamiento e integración

Cada migrante es portador de un bagaje cultural que, al llegar al lugar de destino, se mezcla con la cultura local y le imprime características particulares al lugar de destino. Así, la inmigración de mexicanos en la ciudad de Caléxico, California, ha hecho de ella el centro urbano de mayor población de origen mexicano en el suroeste de Estados Unidos (U.S., Census of Population, 1990), lo que ha traído como consecuencia una hispanización de la ciudad a través de la cultura: es común en la ciudad escuchar el español, que es el idioma que se habla en la mayoría de los hogares, comercios y oficinas (e incluso se acepta la moneda mexicana en casi la totalidad de los establecimientos comerciales), por lo que se puede decir que Caléxico es una ciudad atípica debido a la presencia tan marcada de dos culturas. Lo anterior, sin duda, es para el inmigrante mexicano un factor que facilita la integración y permanencia y que se manifiesta en el ámbito social y en el desarrollo y crecimiento económico, ya que la fuerza de trabajo del inmigrante mexicano siempre ha jugado un papel muy importante tanto en las labores agrícolas del Valle Imperial, como en el comercio y servicios de la ciudad.

Respecto de los motivos por los cuales los inmigrantes encuestados optaron por residir permanentemente en esta ciudad, 26.3% respondió que vive en ella porque es una ciudad fronteriza; 29.7%, por estar cerca del resto de la familia, y 17.9%, por razones económicas (ver cuadro 8). Si bien estos son los motivos de mayor peso en el inmigrante para residir en la ciudad, también se puede suponer que el inmigrante con estatus de residente legal, no sólo tiene la seguridad de permanecer en el país, sino que, además, puede cruzar la frontera con regularidad y conservar las relaciones con familiares y amigos del otro lado de la frontera.

El inmigrante a su llegada trae consigo un gran número de expectativas, entre las que destaca la de encontrar un trabajo mejor remunerado, y así lograr un mejor nivel de vida para él y su familia. De los inmigrantes entrevistados, 78% declaró haber logrado sus expectativas; de ellos, más del 22% dijo tener mayores beneficios (trabajo, vivienda, servicios de salud) que los que tenía en México; 21.4% se encuentran en mejores condiciones económicas, y 18% respondió que vive mejor (ver cuadro 9).

Sin embargo, 10.6% no han logrado los objetivos que se habían propuesto; 6.4% vive en las mismas condiciones que en México; 3.7% respondió que en cuanto a lo económico no era lo que esperaban, y 0.5% respondió que estaba mejor en su país, pues allá tenían casa y aquí no.

Por otra parte, del total de los inmigrantes entrevistados, 85.7% declaró que al inmigrar había encontrado trabajo. De ese grupo, 47.4% encontró trabajo en la agricultura, 21.1% en el área de servicios, 8.4% en la construcción, y 8.1% en servicios comunales; los que no respondieron representan el 0.7%. El 14.3% restante del total de entrevistados son mujeres que nunca han trabajado, por lo que puede aducirse que inmigraron a fin de reunirse con la familia o por matrimonio, que es común entre habitantes de poblaciones fronterizas.

Por lo anterior, puede considerarse que la ciudad de Caléxico sigue siendo un punto de atracción para que el inmigrante se integre al mercado laboral y a la comunidad receptora de la región, lo que ha favorecido a la mayoría de los inmigrantes mexicanos para que puedan lograr sus expectativas de bienestar económico y social, propósito principal por el cual inmigraron.

 

Migración de retorno: contacto con el país de origen

El proceso migratorio se constituye por tres momentos: los primeros son la partida del lugar de origen y la llegada al lugar de destino de los migrantes; el tercer momento que se contempla en el círculo migratorio es la migración de retorno, parte en la que el migrante manifiesta el interés y atracción que siente por su país, aun cuando no considere la posibilidad de volver definitivamente, sino que se da a partir de las relaciones sociales, económicas y políticas que el inmigrante mantiene a través de los contactos y lazos que construyen la comunicación entre él y su país de origen (Kenny, et al.,1979:15). Esta parte del movimiento migratorio es más común entre los migrantes indocumentados que van y vienen; sin embargo, entre los inmigrantes legales que residen de manera permanente, sigue existiendo en ellos el deseo de volver, tal vez no de manera definitiva, pero sí eventualmente. Los resultados de la encuesta indican que del total de los inmigrantes entrevistados, 87.2% no tiene contemplado regresar de manera definitiva a México; sólo al 12.8% le gustaría volver, y de este porcentaje, 7.9% respondió que "regresaría a México porque es su patria", "por la familia", "cuando estén viejos" y "por la forma (valores) de vida que se tiene en México". El 4.3% de los que contemplan volver, dijo que "regresaría a trabajar", porque "la vida en Estados Unidos es muy cara", o lo harían "si tuvieran problemas legales". El 0.5% de los entrevistados no respondió.

Volver de forma definitiva sería difícil para la mayoría, pues como se mencionó, muchos tienen resueltos los problemas por los cuales tuvieron que dejar su país, aunque en general el inmigrante no pierde el contacto con su lugar de origen, ya que mantiene los vínculos sociales establecidos a través de visitas y estancias que realizan frecuentemente. Por ejemplo, más del 50% de los entrevistados cruza la frontera una vez a la semana a la ciudad de Mexicali, Baja California; 26% una vez al mes; 12.3% todos los días, y sólo el 3.2% respondió que no cruza la frontera (ver cuadro 10).

Lo que motivó a más de la mitad de este grupo de inmigrantes (56.1%) a cruzar la frontera, es ir a visitar a sus familiares; 24.4% lo hace para realizar compras (productos de abarrotes, sobre todo cuando la paridad del peso-dólar es significativa); 13.5% va a visitar a los amigos, y sólo el 1.0% cruza al lado mexicano para trabajar. Aquí es conveniente recordar que de la población en estudio, 47.7% son nacidos en Baja California, por lo que las relaciones familiares y sociales son más estrechas, y también se debe tener presente que la distancia entre las ciudades de Mexicali y Caléxico es casi nula: sólo las separa una malla metálica.

Otra forma de mantener el contacto con su país son los viajes que realizan a México: más del 40% ha viajado en varias ocasiones a visitar a sus familiares; 13.3% en plan de vacaciones, y 1.7% por otros motivos. El 43.2% de los entrevistados no ha viajado al interior del país.

De los que sí realizan viajes al interior de México, 37.8%, permanecen alrededor de dos semanas, 12.5% se queda un mes, y 6.4% indicó que sus estancias son variadas.

Otro aspecto de la reemigración es la participación que el inmigrante puede tener en los acontecimientos de la vida política de su país. El vivir en el extranjero no es limitante para que los mexicanos puedan participar en la vida política de su país de origen, por lo que en el momento de la encuesta se tomó en consideración lo que establece la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, que en el Título Primero, capítulo IV, relativo a los derechos de los ciudadanos mexicanos, menciona en su artículo 35, fracciones I y II: "son prerrogativas del ciudadano; el votar en las elecciones populares y poder ser votado para cualquier cargo de elección popular" (Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, 1995:58).

A partir de lo establecido en el artículo citado y por las características de este grupo de inmigrantes mexicanos que no son ciudadanos estadounidenses pero sí residentes legales y de una ciudad fronteriza, se les preguntó si ejercían el derecho de votar en su país, a lo que 86.2% manifestó que no vota en México. Al cuestionarlos acerca del por qué no ejercen ese derecho, 54.0% manifestó que no tienen interés; 33.1% dijo no tener derecho; 9.6% respondió que no lo hace por no tener credencial para votar, y 3.3% no sabe si puede votar en México porque vive en otro país. Sólo 10.8% de los inmigrantes sí ejercen este derecho y votan en las elecciones para presidente de la república. Sin embargo, 60.4% de los inmigrantes saben que por encontrarse residiendo en otro país no han perdido sus derechos como ciudadanos mexicanos; 27.3% de ellos ignora si perdió los derechos, y 12.3% afirma que por vivir en el extranjero no tiene ningún derecho en su país.

Por lo anterior, puede decirse que el inmigrante no pierde contacto con su país, ya que prevalece en ellos uno de los valores culturales más fuerte entre los mexicanos, que es la relación y vínculos familiares.

En cuanto al aspecto político, se puede observar que en la mayoría de los inmigrantes existe poco interés de participar, lo que sin duda se debe al hecho de que no tienen contemplado volver definitivamente a su país, aun cuando la mayoría tiene conocimiento de que por vivir en el extranjero no han perdido sus derechos como ciudadanos mexicanos.

 

Consideraciones finales

A lo largo de la historia, la inmigración de mexicanos en Estados Unidos se ha debido a las fuertes diferencias económicas que existen entre ambos países, lo que ha dado como resultado que la migración refleje características particulares al ser considerada solamente como un desplazamiento de fuerza de trabajo. Pero se debe reconocer que dicho movimiento está cargado de peculiaridades en cuanto al aspecto social del migrante, y que este proceso sólo se ha explicado como respuesta a las necesidades estructurales de ambos países: uno de ellos, Estados Unidos abre sus puertas cuando hay necesidad de mano de obra y las cierra cuando dichas necesidades son cubiertas (Galarza, 1977:4), y México, históricamente, se ha convertido en el abastecedor de fuerza de trabajo, lo que en gran medida ha servido como una válvula de escape para mantener en cierto grado su estabilidad social.

El presente trabajo ha pretendido mostrar que en el proceso migratorio intervienen diferentes variables, y que desde la perspectiva del ciclo migratorio que aquí se plantea, se puede concluir que si bien existen algunas de ellas que son determinantes para que los inmigrantes tomen la decisión de migrar —como lo es mejorar las condiciones de vida—, también se puede deducir que el migrante, antes de tomar la decisión de emigrar, hace una evaluación de la realidad: por una parte, ve el desempleo y la incapacidad del sistema mexicano para generar fuentes de trabajo y ofrecer mejores salarios; y por la otra, ve la diferencia en cuanto a las oportunidades de empleo y los salarios mejor remunerados que obtiene al inmigar a Estados Unidos.

Al señalar las causas que intervienen en la fase de la emigración, se tiene como resultado que la población de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos tiene actualmente características diferentes, pues si bien al principio estaba constituida por trabajadores rurales y eran generalmente los más pobres los que emigraban (Gamio, 1930:42), en la actualidad las personas emigran aun cuando cuentan con empleo en su país, como es el caso de la mayoría de este grupo de informantes.

En este contexto de búsqueda de mejores condiciones de vida, el factor que surge como un mecanismo que facilita este movimiento son las redes sociales que se construyen a través de las relaciones familiares y de amistad, las cuales son de gran apoyo para que el inmigrante se integre a la sociedad receptora. Otro papel que juegan estas redes sociales es la de informar a los familiares directos cómo pueden inmigrar de manera legal a partir de lo que establecen las leyes migratorias en Estados Unidos, a las cuales recurren la mayoría de los inmigrantes establecidos debido a los derechos que han adquirido.

Por ello, en este caso específico se puede decir que al emigrar, la mayoría de este grupo de inmigrantes establecido y con residencia legal, ha logrado sus objetivos de obtener mejores condiciones de vida y reunir a la familia; sin embargo, añoran olores y sabores, extrañan a familiares y amigos, por lo que no pierden contacto con su país, al que regresan de vez en cuando sólo de visita, pues no tienen contemplado volver de forma definitiva. Así, puede decirse que los inmigrantes mexicanos legales en Estados Unidos, son parte de la población que México ha perdido como resultado de las particularidades y factores que intervienen en el proceso de la migración internacional.

 

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