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Argumentos (México, D.F.)

Print version ISSN 0187-5795

Argumentos (Méx.) vol.27 n.74 Ciudad de México Jan./Apr. 2014

 

Presentación

 

Las características de las demandas sociales actuales con respecto a la educación requieren reposicionar el carácter de los argumentos y de los debates interpretativos que constituyen las tradiciones en el desarrollo educativo. En los contextos sociales en que las tradiciones educativas se formaron, el conocimiento (su carácter y transmisión) fue visto como un elemento externo que existe independientemente del pensamiento y la acción humana. En esta perspectiva, los sistemas educativos fueron concebidos y diseñados como dispositivos de reproducción de conocimiento que permitían asegurar la continuidad de las formas y de los modos de producción vigentes en la economía y en la organización social.

Hoy día se asiste a un cambio en la ecología social, derivada de la progresiva diversificación y complejización de la sociedad. Los distintos sectores de la sociedad hacen patentes modos diversos de expresar significados y orientaciones cognoscitivas. En este entorno, se plantea una concepción distinta del conocimiento referida a los contextos sociales que lo producen y a los valores de las personas que viven en esos contextos. El conocimiento es contextual y personalizado, es decir situado, y el aprendizaje es un fenómeno social. Desde esta perspectiva, es necesario que la educación se construya en una tradición distinta que involucre tanto la reproducción como la producción de conocimiento vinculado a los distintos contextos de prácticas donde habrán de desempeñarse las futuras generaciones.

De esta manera la educación en la actualidad debe ser comprendida dentro de las dinámicas de la globalización pero también de las realidades locales y nacionales a las cuales responde. El surgimiento de nuevos actores y la reestructuración de las situaciones sociopolíticas y económicas de las realidades nacionales e internacionales generan nuevos retos y necesidades para la construcción de procesos educativos innovadores, sean éstos desde el ámbito de la política, de la gestión o de la transmisión de los conocimientos en sus diversos niveles, formas o modalidades, lo que implica no únicamente la reorganización, no sólo la reestructuración de las políticas, marcos organizativos y de acción en el ámbito educativo, sino también el surgimiento de nuevos enfoques, metodologías y visiones construidos a partir de lo local para hacer frente a las necesidades generadas en el ámbito de lo global y las respuestas y resistencias locales que permitan el reconocimiento de la heterogeneidad en una sociedad global.

En la actualidad, México ha sido escenario de reformas políticas que cambian radicalmente la fisonomía del país, entre éstas la del tercero y 73 Constitucional, que reorientan la gestión de la educación en un marco político burocrático de recentralización, y no necesariamente de democratización ni de mejora de la calidad de la misma. Estos cambios provocaron como respuesta movimientos sociales de radicalización y de protesta de una parte del magisterio alternativo, pero también la recomposición del magisterio corporativo y, tal vez lo más interesante, el resurgimiento de una forma nueva de organización de los estudiantes, que da cuenta de su potencial y de su búsqueda a través de diversos tipos de expresiones, como dice Armando Bartra:

La experiencia juvenil de la crisis va acompañada del descreimiento en las profecías científicas decimonónicas: en las viejas promesas de futuro que reclamaban a los militantes libertarios los sufrimientos que hicieran falta para abrirle paso a las arcadias precontratadas y mil veces anunciadas por los agoreros casi bicentenarios de la emancipación humana. En esa medida la praxis contestataria transita de simple lucha revolucionaria o reivindicativa de carácter finalista que se agota en la siempre pospuesta consecución de ciertos objetivos inamovibles, a ser también performance emancipatorio que satisface por sí mismo; deja de ser sólo un medio a ser también un fin; pasa de utopía siempre posdatada a utopía autocumplida.

La importancia de la reforma constitucional en México, enmarcada en un contexto internacional de reformas de este tipo, puso de manifiesto pugnas entre los principios y los intereses de los actores políticos, dejando intacto el pacto corporativo entre el Estado y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, y al mismo tiempo desveló la diversidad de proyectos y organizaciones políticas que se construyen en torno a los procesos educativos y sus formas de resistencia. En este contexto de lucha y construcción, es importante resaltar algunas de las propuestas alternativas que han surgido como el Plan para la Transformación de la Educación en Oaxaca (PTEO), que busca reconstruir la escuela desde la diversidad local a partir de la participación de las comunidades indígenas, campesinas, obreras y citadinas de los maestros y maestras, para ello es de remarcarse la presencia propositiva, tenaz y hasta virulenta de los maestros indígenas quienes mediante su discurso, acción y reflexión y desde su misma práctica y experiencia han buscado respuestas creativas a las necesidades tanto educativas como de vida para una población siempre olvidada.

Son nuevos los rumbos que debe tomar la educación, sobre todo pensada como parte de una sociedad que se reconoce como multicultural, con una nueva ideología de respeto a la diferencia y a la otredad, bajo una orientación ya no homogeneizante ni de asimilación de lo diferente, sino de respeto a la diversidad, y en busca de nuevos métodos de enseñanza, de nuevas pedagogías y de nuevos instrumentos, recuperando como medios a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación para crear inéditas formas de educar, de formar profesionales y de intentar alcanzar una calidad educativa que supere las deficiencias históricas que han caracterizado a los sistemas educativos. Puede ser que se trate de una utopía, pero reflexionar sobre la educación del futuro, diferente del futuro de la educación, implica cambios que evolucionan a la par de la sociedad y tratan de dar respuestas a las nuevas exigencias de una sociedad comunicacional y comunicativa, informatizada e informacional, educativa y educacional. En otros términos, siguiendo a Toffler, podríamos decir que las utopías respecto al futuro deben ser “instrumentos de cambio y no modos de evasión de nuestra realidad”.1 Imaginar una educación para el futuro es crear utopías que hacen andar al mundo en medio de la incertidumbre, la complejidad de la sociedad y de su conocimiento, y de la educación en un medio en continua y perpetua transformación. Es por ello que el eje conductor de este número de Argumentos. Estudios críticos de la sociedad es la reflexión sobre los procesos educativos enmarcados en las dinámicas sociales de nuestro tiempo.

 

Dra. Sonia Comboni Salinas
Universidad Autónoma Metropolitana
Unidad Xochimilco

 

Nota

1 Alvin Toffler, El shock del futuro, Plaza & Janes Editores, Barcelona, 1997, p. 494.

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