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Argumentos (México, D.F.)

versión impresa ISSN 0187-5795

Argumentos (Méx.) vol.26 no.72 Ciudad de México may./ago. 2013

 

Crítica de libros

 

Migración internacional y superexplotación del trabajo

 

Violeta R. Núñez Rodríguez

 

El libro Migración internacional y superexplotación del trabajo,1 la obra más reciente de Ana Alicia Peña López, abarca tres capítulos: I. Aproximaciones teóricas a la migración internacional; II. Los contextos de la inmigración laboral; y III. Los trabajadores inmigrantes mexicanos. Un texto ampliamente recomendable debido a que discute y analiza el tema de la migración internacional (que ya asciende a 214 millones)2 no sólo como parte de las consecuencias del capitalismo neoliberal, que han llevado a una agudización de la crisis mundial, en particular de los mundos rurales (entre éstos, particularmente los pueblos indígenas), sino como uno de los elementos inherentes al capital, debido a que los procesos migratorios actuales, dadas las particularidades de los migrantes, permiten incrementar su explotación, arribando a escenarios de superexplotación, en donde la fuerza laboral, es pagada por debajo de su valor.

Así, la recomendación de la obra, se sustenta en el uso del concepto de superexplotación, planteado como tal, por el marxista y creador de la teoría de la dependencia Ruy Mauro Marini, a finales de la década de 1960 y principios de la década de 1970. Al respecto, Marini en Dialéctica de la dependencia, señalaba que el procedimiento de superexplotación "consiste en reducir el consumo del obrero más allá de su límite normal, por lo cual 'el fondo necesario de consumo del obrero se convierte de hecho, dentro de ciertos límites, en un fondo de acumulación de capital', implicando así un modo específico de aumentar el tiempo de trabajo excedente".3 Entre otros, Marini fundamenta este procedimiento, tomando como punto de partida el planteamiento de Marx, como uno de los mecanismos a los que recurre el capital para contrarrestar la caída de la tasa de ganancia (explicado en el tomo III de El capital).4

Retomando el concepto de Marini, pero recurriendo de manera constante a la obra de Karl Marx, en particular a El capital y a "Emigración forzada", analiza el concepto de superexplotación del trabajo. Al respecto indica la autora lo siguiente: "la superexplotación del trabajo no es tematizada por Marx en un apartado específico de El capital sino que se refiere a ella en forma implícita en distintos apartados de los tres tomos de la obra".5 Centrándose en el tomo I de esta obra de Marx, la autora desmenuza diversos pasajes y circunstancias en donde la clase obrera es sometida a procesos de explotación.

Así, este texto se circunscribe dentro de las investigaciones que analizan la realidad del capitalismo del siglo XXI, en este caso los procesos migratorios internacionales, a partir de un marco teórico marxista, retomando planteamientos fundamentales (además de Marx), de Friedrich Engels, Henryk Grossmann, entre otros. En particular, como he señalado, se aborda la funcionalidad de la migración para el capitalismo, y dentro de esta funcionalidad se analiza de manera específica la superexplotación del trabajo. De forma explicita, la autora indica que el objetivo del libro "es mostrar que la superexplotación del trabajo migrante es una realidad fundamental para la acumulación de capital en las condiciones actuales del desarrollo capitalista en Estados Unidos".6

Haciendo un recorrido por la obra, los tres capítulos están bañados de referentes teóricos profundos, y de escenarios desgarradores, que fotografían la cruda realidad que viven los migrantes, en particular los campesinos e indígenas mexicanos, quienes por sus características (a las cuales, a partir de la obra de Peña, me referiré en breve) viven sometidos a procesos de superexplotación en la nación más "poderosa" del mundo, en pleno siglo XXI.

[...] Al ir recorriendo las páginas, se reviven escenarios del capitalismo del siglo XIX descritos por Karl Marx, al argumentar y analizar la Ley general de la acumulación capitalista, en particular sobre las condiciones deplorables de salud, de nutrición, de las viviendas, de hacinamiento y de los salarios que vivían los obreros ingleses. Al respecto, indica Marx: "la rebaja salarial diezma poco a poco a la población obrera, de tal manera que respecto a ésta el capital resulta nuevamente superabundante, o también, como sostienen otros expositores, el bajo nivel del salario y la consiguiente explotación redoblada del obrero aceleran a su vez la acumulación [.. .].7

Pero también, el texto de Ana Alicia Peña, nos remite de manera particular, al análisis de Marx sobre la población de origen rural que se mueve de sus lugares de origen en busca de un trabajo, a quienes les nombra población nómada. Sobre ésta indica: "se forman aldeas improvisadas, carentes de toda instalación sanitaria, al margen del control de las autoridades locales y muy lucrativas para el caballero contratista, que explota doblemente a los obreros: como soldados industriales y como inquilinos".8 Aunado a esto, señala Marx, "estas chozas carecían de ventilación y de alcantarillado y además estaban atestadas, inevitablemente, ya que cada inquilino tenía que aceptar otros huéspedes, por numerosa que fuera su propia familia y aunque las casuchas eran de sólo dos piezas". No obstante la calidad de vida en las viviendas, los obreros tenían que pagar por ella, sin ser consultados. Así, una parte de su salario les era despojado para el pago del lugar para vivir.9

Más de un siglo y medio después, en un capitalismo que se ha transformado, las condiciones de la población migrante, en particular la de origen rural, no ha mejorado. Por el contrario, como lo demuestra Peña en su trabajo, las características de los migrantes internacionales, en particular la de los mexicanos en Estados Unidos (35 millones), los hace presa de un proceso de explotación mayúsculo, cuya característica dice la autora es que son "migrantes temporales e indocumentados",10 situación que los coloca en un estado de vulnerabilidad, permitiendo la superexplotación.

Los migrantes dedicados a la agricultura, señala la autora retomando a Durand, son los peor pagados, recibiendo un pago por debajo del valor real de la fuerza de trabajo, lo cual raya en lo inhumano.11 De acuerdo con su argumentación:

[... ] los trabajadores mexicanos predominan en la agricultura estadounidense (86% del total de los trabajadores) porque poseen seis características que el resto de la fuerza laboral no tiene: bajo costo, temporal, juventud, capacitación, movilidad y ser indocumentados [...].12

Estas particularidades, hacen posible que la jornada laboral sea de más de 12 horas diarias, "con un ingreso anual de 7 mil dólares; menos de la mitad de lo que en Estados Unidos se consideraba como nivel de pobreza".13 La jornada de trabajo, además de ser extensa, es muy intensa (lo cual aumenta la superexplotación), lo que lleva a que este sector se consuma muy rápido, viviendo menos años. Pero además, la "vida" cotidiana fuera de la jornada laboral, se desarrolla en grandes galerones, en vehículos o en casas sumamente precarias, lo cual no posibilita una recuperación plena.

A estas particularidades se agrega otra que intensifican aún más la superexplotación: el ser indígena. Una de las características de esta población, además de no hablar el idioma español, es que por lo general, la migración incluye niños y mujeres, lo que conlleva a que la superexplotación también sea familiar.

No está demás decir que en años recientes, las migración de los pueblos indígenas hacia Estados Unidos, se ha incrementado debido a la agudización de la crisis del campo mexicano, lo que propicia, como indica la autora, un remplazo de la mano de obra mestiza. Al respecto, Peña señala, "los mixtecos [que en la década de 1990 se estimaban entre 20 y 30 mil] que han remplazado a los mestizos mexicanos ganan menos del salario mínimo legal", aunado a esto, "son trabajo de corta duración y por lo menos a uno de cada cuatro no le han pagado alguna vez".14 Por su parte, agrega la autora, los indígenas triquis, la mayoría indocumentados, "laboran jornadas de diez a doce horas, seis día a la semana, sin compensaciones y sin seguro médico [...] viven hacinados en casas rodantes o en chozas prefabricadas en las cercanías de los campos agrícolas y expuestos a los pesticidas, o junto a los tiraderos de basura, en terrenos contaminados por el drenaje".15

Pero el caso extremo, nos dice Peña, se vive en los campos agrícolas de Florida (tercer lugar más importante en Estados Unidos para la producción de frutas y verduras). Citando a Juárez Cerdi, indica que las jornadas laborales son entre 12 y 13 horas diarias, sin día de descanso.16 Aunado a esto, "la contratación en estos lugares no es directa con los dueños de las granjas agrícolas sino a través de enganchadores que los pasan y los llevan a los campamentos; esta situación les impide negociar sus salarios. En los campamentos donde viven no se les permite salir y tienen que comprar ahí la comida, el licor y los cigarros".17

Así, "la próspera" Florida, nos recuerda nuevamente al mundo inglés del siglo XIX. Al respecto, indica Marx: "entre los obreros agrícolas eran los de Inglaterra, la región más rica del Reino Unido, los peor alimentados. Entre los obreros rurales la desnutrición era más aguda en el caso de las mujeres y niños, porque "el hombre tiene que comer para poder efectuar su trabajo".18

En suma, apunta Ana Alicia Peña, "durante los últimos 35 años el neoliberalismo modificó de manera desfavorable para los trabajadores migrantes mexicanos las condiciones en que viven y trabajan en Estados Unidos [...] el capitalismo mundial utilizó para sostener su ciclo de acumulación [...] la superexplotación".19 Y pese a que Peña señala que la superexplotación de los migrantes se ha vuelto cotidiana, ella misma indica que:

[...] no debe traducirse como un nuevo grado de explotación normal que ya se socializó. Más bien hay que seguir el rastro de esta violación sistemática del valor de la fuerza de trabajo migrante, sus consecuencias y sus efectos en estos trabajadores y denunciar con la energía que aumenta la situación de degradación y saqueo que está padeciendo esta población trabajadora [...].20

Pero más allá de la denuncia, la autora a lo largo del texto, también muestra cómo una de las salidas a estas condiciones a las que son sometidos los migrantes, es la lucha de clases. Al respecto documenta cómo en Florida, en donde se viven situaciones extremas de superexplotación laboral, emergió uno de los movimientos de inmigrantes agrícolas más intensos e interesantes de los últimos 10 años. Así, pese a la profunda situación de explotación, la historia no ha terminado.

 

Notas

1 Ana Alicia Peña López, Migración internacional y superexplotación del trabajo, Itaca, México, 2012, 237 p.

2 Organización de las Naciones Unidas, "Asamblea General destaca urgencia de mecanismo regulador de migraciones", Nueva York, 2013, [http://www.un.org/spanish/News/story.asp?NewsID=26954#.Uecd6o099TI], consultada en julio de 2013.

3 Ruy Mauro Marini, Dialéctica de la dependencia, Serie popular, Ediciones Era, México, 1974, pp. 38-39.

4 Karl Marx, El capital, tomo III, Siglo XXI Editores, México, 1981.

5 Ana Alicia Peña López, Migración internacional..., op. cit., p.36.

6 Idem.

7 Karl Marx, El capital, tomo I, vol. 3, Siglo XXI, México, 1975, pp. 793-794.

8 Ibid., p. 829.

9 Ibid., p. 830.

10 Ana Alicia Peña, Migración internacional... , op. cit., p. 120.

11 Idem.

12 Ibid., p. 159.

13 Idem.

14 Ibid, p. 166.

15 Ibid, p. 167.

16 Elizabeth Juárez Cerdi, "La voz de los sin voz", ponencia presentada en el seminario Religión y Derechos Humanos, Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida, 2003.

17 Ana Alicia Peña López, Migración internacional... , op. cit., p. 167.

18 Karl Marx, El capital, op. cit., p. 818.

19 Ana Alicia Peña, Migración internacional... , op. cit., p. 213.

20 Ibid., p. 214.

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