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Argumentos (México, D.F.)

versión impresa ISSN 0187-5795

Argumentos (Méx.) vol.26 no.71 Ciudad de México ene./abr. 2013

 

Crítica de libros

 

Memorias del margen serrano. Atarjea, Guanajuato 1871-2008

 

Ivy Jacaranda Jasso Martínez*

 

* Doctora en ciencias sociales, especialidad en estudios rurales por el Colegio de Michoacán (2008). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel c. A partir de 2010 es profesora investigadora de tiempo completo de la Universidad de Guanajuato. Su más reciente investigación se titula: "Pueblos indígenas en Guanajuato. Problemáticas, negociaciones y perspectivas ante la reciente aprobación de una ley indígena para el estado".

 

El libro Memorias del margen serrano. Atarjea, Guanajuato, 1871-20081 nos acerca a las narraciones y los relatos de una región poco conocida; su autor, Jorge Uzeta, nos devela en forma detallada los procesos que constituyen y dan sentido a las memorias de este margen de Guanajuato, el municipio de Atarjea.

El texto nos ofrece una mirada completa y a la vez compleja de un devenir histórico, que comprende más de 130 años de vida del municipio. El autor nos entrega una diversidad de documentos y voces que ayudan al análisis de la situación de esta localidad y de la región, poniendo énfasis en las luchas y los procesos agrarios. Estos procesos implicaron la formación de mediaciones, liderazgos y parentelas, que a la vez que propugnaron por la defensa de sus tierras y recursos, también contribuyeron a la presencia del Estado mexicano vía la Confederación Nacional Campesina (cnc), el Partido Revolucionario Institucional (pri), y las asociaciones de ganaderos, entre otras entidades corporativas. Para el autor, los ajustes recientes y la injerencia de nuevos sujetos han provocado en los habitantes de esta región la necesidad de actualizar valores y nociones tan arraigadas como "tierra" o "bien común" .

Jorge Uzueta nos descubre en este recorrido historico, el hecho de que esta región no ha sido un "enclave de marginalidad"; su vinculación con el resto de la entidad y del país data del siglo xix, sin embargo, sus habitantes han ido construyendo discursos y representaciones de marginalidad en torno a diferentes intereses. A través de sus páginas vamos dando cuenta de la diversidad de la región y del municipio, de los paisajes y lealtades, de las disputas y sentimientos que conforman este espacio. Jorge Uzeta agrega que es la calidad clientelar de las relaciones políticas la que permite definir un espacio político de corte regional. Esto indica que son los propios campesinos, ejidatarios y ex mineros los que construyen una perspectiva de región, municipio y estado.

El texto está integrado por siete capítulos más una introducción y conclusiones; a lo que se suman dos breves anexos: uno referente a los problemas interejidales de Atarjea y otro acerca del dominio político ejercido por los caciques en el municipio vecino de Xichú.

En el primer capítulo el autor nos presenta una perspectiva general de la sierra y de Atarjea (vegetación, infraestructura, demografía, actividades religiosas, las haciendas que existían, principales actividades), su característica de espacio interestatal (entre Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí), así como sus articulaciones comerciales y económicas con la región, destacando su vocación minera. En el siguiente capítulo se analiza la disputa, a partir de 1871, entre vecinos de Atarjea, encabezados por la familia Leal y el minero alemán Federico Ernest, por las tierras y los derechos sobre éstas. Ambos bandos construyen discursos que apelan a ideas de progreso, paz, cumplimiento de la ley, y arraigo para defender lo que consideran les pertenece, revelando así las relaciones políticas que mantenían hacia el exterior. Y como otro factor importante, menciona también la postura de indefinición de los estados colindantes: Guanajuato y Querétaro.

En el capítulo tres, Jorge Uzueta nos acerca a las memorias de los campesinos y cómo éstas se van hilando para justificar los derechos sobre las tierras en disputa durante el periodo del agrarismo. Nos comparte los discursos que construyen los vecinos de Atarjea en torno a su origen y su pasado con el fin de recuperar la tierra, ejemplificando así la forma en que se generan significados comunes y derechos. En este sentido, la memoria colectiva alimenta a la memoria efectiva para crear efectos de verdad. Otros dos procesos complementan esta escena: el surgimiento o conformación de intermediarios, que se originan a partir de los trámites agrarios, y que pronto se perfilan como "hombres fuertes", como jefes y caciques; y la disminución de la población ante la crisis de la minería, que se agudiza por la violencia —motines y actos de bandidaje— provocada por el movimiento social de la Revolución y la cristiada.

El capítulo Consolidación política y ejidal nos ofrece un análisis de las formas de intermediación en la época de la posrevolución, en la que se hacen presentes Alfredo Guerrero Tarquín y Luis Ferro Medina, líderes cuya influencia se dejó sentir en toda la sierra. El autor agrega además características específicas de estos intermediarios u hombres duros: nociones de masculinidad severa, trabajo físicamente demandante, valentía, mujeriegos. En este capítulo se trazan las relaciones de parentesco, las lealtades, el patronazgo, y la construcción de parentelas que sirvieron como estrategias para consolidar las relaciones de poder de estos hombres recios. Los cargos públicos y las confederaciones agrarias se volvieron los espacios predilectos para esta elaboración.

En el siguiente capítulo, Uzeta nos acerca a los años recientes, nos describe los nuevos actores (maestros, profesionistas, migrantes), las políticas antiejidales como las del Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos (Procede) y la fractura de las intermediaciones políticas. La clara separación entre la organización ejidal y el municipio, como nivel de gobierno, marca la interacción en este periodo. Como afirma el autor, "...las fuentes de prestigio se han ampliado de la mano de nuevas posibilidades sociales" (p. 164). La diversificación laboral, la migración, la inserción de población femenina en el ámbito laboral, y la llegada de la escuela pública son algunos de los reajustes que vive la región. En el capítulo seis se presenta el desarrollo electoral de Atarjea y su relación con lo que acontece en los municipios vecinos, esto nos permite observar el comportamiento de la región y sopesar su filiación al partido de estado, el pri. Atarjea fue priísta hasta el año 2006, fecha en que gana el Partido Acción Nacional (pan). Este triunfo, afirma el autor, es el resultado del reajuste de solidaridades de parentesco y vecinales relacionadas con la crisis de un paradigma organizativo: el ejidal.

En el último capítulo se revisan las perspectivas referentes a la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda de Guanajuato y las confrontaciones que ha propiciado su decreto a partir del año 2007. La Reserva abarca territorios de los municipios de Xichú, Victoria, Atarjea, San Luis de la Paz y Santa Catarina, y en Atarjea el discurso ecologista y conservacionista se enfrenta a las memorias locales de justicia de los nativos. Nuevamente una imposición vertical hace rememorar la historia de lucha y defensa de este territorio.

Como comenta el autor, las memorias citadas se generan "a partir de creencias y valores fijados en narraciones y mitos locales estructurados como casos ejemplares" (p. 14). Estas memorias se revisten de significados y símbolos que ayudan a construir nociones propias de historia, pertenencia, comunidad, justicia en la defensa del espacio, todo esto de acuerdo al contexto, lo que implica que cambian y se adaptan.

En este sentido, el aporte de Memorias del margen serrano se conforma a partir de tres aspectos: 1) proporciona conocimiento detallado de un espacio, que como anota el autor, algunos han considerado vacío de historia social o que aparece como un espacio sin pasado y poco explorado en el ámbito académico; 2) profundiza en el estudio de la continua reinterpretación del pasado y de los procesos relacionados con ésta; y 3) enriquece el análisis de las identidades que se conforman a partir de la elaboración de discursos e historias en torno a corporaciones como el ejido.

El análisis presentado en esta obra nos ayuda a entender construcciones particulares acerca del espacio, la pertenencia, la identidad, la ciudadanía y el Estado mexicano. No obstante, quedan pendientes algunos puntos, como la discusión de los daños o consecuencias sociales que provoca la minería al ambiente y a la integridad de las personas; la exploración cuidadosa del patriarcado y las posibles resistencias a éste como sustento de los arreglos políticos; así como proporcionar más voz a los disidentes, a los campesino, ex mineros, vecinos, mujeres, y demás grupos sociales que están a disgusto con las acciones y negociaciones de los hombre fuertes.

Finalmente, pongo a consideración una veta interesante que el autor nombra pero no desarrolla: la relacionada con las referencias al carácter sentimental de las memorias. Sabemos que ésta es un área de investigación poco atendida, especialmente por la carga de subjetividad que la caracteriza, pero no por ello debemos obviar su indagación e importancia.

 

Nota

1 Jorge Uzeta Iturbide, Memorias del margen serrano. Atarjea, Guanajuato, 1871 — 2008, El Colegio de Michoacán, México, 2011, 296 pp.         [ Links ]

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