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Argumentos (México, D.F.)

versión impresa ISSN 0187-5795

Argumentos (Méx.) vol.24 no.65 Ciudad de México ene./abr. 2011

 

Diversa

 

Giddens y la "individualidad altamente reflexiva"

 

María Magdalena Trujano Ruiz

 

Doctorante en Filosofía por la UNAM. Profesora e Investigadora de la UAM-Azcapotzalco. Autora de más allá de la Humanidad moderna. Una Búsqueda afirmativa de lo femenino en Rousseau y Marx, UAM-Azcapotzalco, México, 2007.

 

Resumen

La reflexión se concentra en la comprensión de Giddens sobre el individuo finisecular y en la formulación de algunas críticas puntuales. La propuesta de Giddens se inscribe en las innovaciones ocurridas en las dinámicas sociales de la última década del siglo XX y la primera del XXI. Establece como horizonte analítico, la línea consecutiva de lo que él denomina: premodernidad, modernidad propiamente dicha y las transformaciones contemporáneas de ésta en las que inserta su acepción de individuo. Caracteriza a éste y a su perspectiva del mundo, a su interpretación de las oportunidades de construcción e innovaciones biográficas que se le presentan. Innovaciones que, plantea, se han fomentado a lo largo del siglo XX, tanto por el derrotero del desarrollo industrial y su impacto sobre los modos de vida de los consumidores que van alterando las nociones y las dinámicas tradicionales, por otras; así como por los cambios políticos que han exigido al ciudadano un desempeño de mayor responsabilidad en sus demandas al Estado y en la reactivación de la democracia, que Giddens adjetiva de dialogante, permanente y generalizable hasta la vida privada y a los valores culturales, que resultan más diversos y flexibles (en una política de vida).

Palabras clave: Giddens, individualidad, premodernidad, modernidad, individuo.

 

Abstract

The discussion focuses on the understanding of Giddens on the individual at the end of the century and the formulation of some specific criticisms. Giddens' proposal is part of the innovations occurring in the social dynamics of the last decade of the twentieth century and the first decade of the twenty-first century. Set as analytic horizon, the line of what he calls, pre-modernity, modernity itself and the contemporary transformations of it in which inserts it's meaning of individual. The individual it is characterized also their world view and his interpretation of the construction of opportunities and biographical innovations that are presented to him. Posed innovations that have been promoted throughout the twentieth century, both in the way of industrial development and its impact on the lifestyles of consumers who are altering traditional concepts and dynamics instead of others; and by the political changes that have required to the Citizen a performance of greater responsibility in their demands to the state and the revival of democracy, Giddens adjective in dialogue, permanent and general even in private life and cultural values, which are more diverse and flexible (in a life policy).

Key words: Giddens, individuality, pre-modernity, modernity, individual.

 

EN BUSCA DE LA "INDIVIDUALIDAD" FINISECULAR

La propuesta sociológica de Giddens que nos interesa abordar es la referida en su literatura de los últimos años, que arranca en 1990 con el texto de Consecuencias de la modernidad1 y en adelante. Fragmento de su producción teórica que se centra en las modalidades sociales e individuales en transformación en la época de clausura del siglo XX, así como en la reflexión teórica que indagaba por la caracterización de su legado histórico. Giddens no elabora referencias puntuales a comportamientos estadísticos de los individuos. Su perspectiva de reflexión se funda en la observación de las tendencias sociales que le permiten elaborar una descripción de la individualidad contemporánea, a la cual adjetiva de altamente reflexiva, para derivar de ahí, una larga serie de novedades presentes en las relaciones sociales. Novedades como: una acepción alternativa de democracia, la dialogante, la autorresponsabilidad económica, laboral y asistencial, así como una apreciación alternativa del uso del espacio, el tiempo, la información y la comunicación.

Giddens sostiene que estas novedades han impactado de tal manera las posibilidades de acceso a la información planetaria y a la correspondiente participación individual, que han generado transformaciones en la propia acepción y conformación de la modernidad, a la cual especifica en consecuencia, a partir de este carácter de reflexión aplicado en ámbitos cada vez más diversos y variados de la vida personal, como el dato fundamental que le permite proponer la construcción social de una nueva dinámica general, a la cual define como radicalizada:2

Sostendré que la desorientación, que se expresa a sí misma en la opinión de que no es posible obtener un conocimiento sistemático de la organización social, resulta en primer lugar de la sensación que muchos de nosotros tenemos de haber sido atrapados en un universo de acontecimientos que no logramos entender del todo y que en gran medida parecen escapar a nuestro control [...] debemos posar una nueva mirada sobre la naturaleza de la propia modernidad, que, por ciertas razones muy concretas, ha sido hasta ahora precariamente comprendida por las ciencias sociales [...] podemos percibir los contornos de un orden nuevo y diferente [...] La idea que aquí desarrollaré [es] una interpretación "discontinuista" del desarrollo social moderno. Con esto quiero decir que las instituciones sociales modernas son, en algunos aspectos, únicas —distintas en su forma a todos los tipos de orden tradicional [...] Utilizando estas observaciones como trampolín, intentaré ofrecer en este estudio una nueva caracterización, tanto de la naturaleza del orden moderno como del postmoderno que podría surgir de aquí al final de esta era.3

Sostiene así, la vinculación analítica de la denominación de la era con las novedades en las dinámicas sociales e individuales. Sobre todo, enfatiza su comprensión sociológica sobre ciertas relaciones innombrables desde la terminología previa, relaciones desde las cuales elabora su propuesta de modernidad alter. Asimismo, reitera la comprensión de la sociedad desde los rasgos de la cientifización aplicada al mayor número posible de acciones humanas, tanto como sobre sus efectos de contención y autocontención individuales, desde los cuales ofrece una actualización de la versión positivista original de la sociología, el Curso de filosofía positiva que data de 1830, la cual fue escrita por Comte.4

En este contexto de análisis, la concepción de individuo en Giddens queda necesariamente vinculada con la de modernidad, inclusive, sostenemos que establece una codefinición de los términos, en los cuales encontramos una nueva modalidad de presentación reflexiva de su paradoja del agency,5 ahora en el sentido de: un individuo altamente reflexivo que genera la transformación social hacia "[...] mi posición alternativa que denomino modernidad radicalizada (MR)".6 Cuyos aspectos más destacados, son:

[La modernidad radicalizada] Afirma que los rasgos universales de pretensiones a la verdad nos han sido impuestos en forma irresistible dada la supremacía de problemas de índole global. La reflexividad de la modernidad no imposibilita el conocimiento sistematizado sobre esos desarrollos [...] Ve la vida cotidiana como un complejo activo de reacciones a los sistemas abstractos, que implican tanto la reapropiación como la pérdida. Considera el compromiso político coordinado tanto posible como necesario; en el ámbito local como en el global.7

Plantea, pues, una sociedad que ha explotado todas sus posibilidades de racionalización desde sus actos minúsculos hasta los macrosociales, al grado de conseguir una adjetivación teórica de modernidad reflexiva que impacta y conduce la actuación individual.

Nuestra reflexión se interesa en rescatar sus esbozos económicos y políticos, para presentar una concepción de individualidad que ubique en términos históricos dichas transformaciones y evite el error argumental de presentar un individuo gestado desde la nada, o desde el todo, de lo social ad hoc.

 

CIUDADANOS CON DERECHOS "Y" RESPONSABILIDADES

Ante este horizonte problemático, la oferta analítica de Giddens nos muestra a un individuo que no espera las resoluciones del Estado, que discute sus problemas, se organiza socialmente para enfrentarlos, los resuelve, y en su caso, sabe exactamente qué apoyo estatal requiere y la demanda ante la instancia correspondiente.8 No espera que el Estado se haga cargo de sus problemas porque lo ha visto atravesar un periodo de crisis presupuestal, de autoridad, de legitimidad, y se acopla a la nueva situación, en una actitud de rebasamiento de los derechos ciudadanos.9 Su mera existencia en suelo natal inglés no le permite demandar la ocupación laboral porque el Estado se orienta ahora hacia otras funciones, las políticas. No puede exigir igualdad social porque su responsabilidad es construirla desde los debates públicos ante la autoridad política, desde los hechos, a esto le denomina la democracia dialogante, que por ende, se configura de manera permanente y al infinito. Señala:

Los movimientos sociales, los grupos de interés, las ONG y otras asociaciones de ciudadanos jugarán seguramente un papel en política sobre una base continuista —desde un nivel local hasta un nivel mundial. Los gobiernos tendrán que estar dispuestos a aprender de ellos, reaccionar ante las cuestiones que susciten y negociar con ellos, como harán las grandes empresas y otros agentes económicos.10

Así, cuando Giddens muestra la figura del individuo político que se expresa en el ciudadano, rebasa la participación electoral, y por ende, la democracia procedimental, plantea una responsabilidad individual en la construcción del entorno político mediante el diálogo y la colectividad viva. Situación en la cual es imposible aludir a los derechos humanos en abstracto o como legado de la tradición, para replantearlos en cambio, como un interés específico del diálogo democrático.11 Sostiene:

En una sociedad donde la tradición y la costumbre están perdiendo su fuerza, la única ruta para establecer la autoridad es la democracia. El nuevo individualismo no corroe inevitablemente la autoridad, pero reclama que sea configurada sobre una base activa o participativa.12

Más allá de la crítica a la argumentación circular (sociedad-individuo-sociedad) que se evidencia como uno de los efectos del arrastre de Giddens de su paradoja del agency, quisiéramos destacar la irresponsabilidad de las instituciones y del Estado que desde esta acepción, parecieran constituirse en meros observadores de las dinámicas sociales con posibilidades muy limitadas de intervención, debido a su desconocimiento. Así, no obstante la evidencia de la creciente distancia entre sociedad civil y política respecto de las instituciones públicas y del Estado, la mirada sociológica de Giddens se enfoca en el presupuesto de que dicho vínculo se encuentra presente y operando, quizá defectuosamente, quizá debiendo atender más las propuestas de la sociedad civil; pero estable. En suma, la acepción política de la individualidad en Giddens, supone que:

El nuevo individualismo está ligado a presiones hacia una mayor democratización. Todos hemos de vivir de una manera más abierta y reflexiva que las generaciones anteriores.13

En complementación, apunta Giddens, la presencia de un proceso de maduración política institucional en el cual se ha construido la democracia en sus diversas acepciones, a saber,procedimental y deliberativa,14 antes; hoy, la nueva configuración aún en modelación: la dialogante y generativa.15 Así, la responsabilidad de la renovación institucional recae en todos los individuos reflexivos y ciudadanos de la democracia dialogante.

En este tenor, presupone Giddens, que hoy en día ocurre una generalización o derrama del comportamiento individual democrático político, de orden público, hacia lo privado que se encuentra constituido por la vida familiar, la intimidad doméstica, conyugal y personal, que tras su impacto, adquieren una dinámica propia de modificación acelerada.16 Son estas novedades su objeto de investigación, tanto en Consecuencias de la modernidad, de 1990, como en La transformación de la intimidad, de 1992, a las cuales revisaremos más adelante.

Al respecto, quisiéramos mencionar que esta acepción de democracia se funda sobre la base de otra omisión relevante, la del proceso de transformación de la dinámica familiar propiciado por la incorporación femenina al mercado laboral que ocurre masivamente a partir de la década de 1970.17 Este hecho no sólo fomenta la presencia de la llamada doble jornada de trabajo femenino, y la consecuente en jornadas de trabajo femenino; sino que también provoca una distribución alternativa, paulatina e irreversible de las tareas antes exclusivas del rol femenino doméstico. Distribución que las exporta hacia la familia extensa (léase abuelos y parientes cercanos desocupados laboralmente), o bien, entre los integrantes del propio núcleo básico sin reconocimiento de las diferencias de género y atendiendo, en cambio, a la progresiva capacidad individual en función del crecimiento de los menores y las habilidades de los mayores.18

Bajo estas condiciones de cooperación, la exigencia de responsabilidades y libertades correspondientes, no se hace esperar, generando así, la transformación de las dinámicas de la vida privada, familiar, conyugal y personal, bajo la orientación del diálogo y la tolerancia.

Esta descripción que forma parte del acervo básico del análisis con perspectiva de género, y que es reconocido también por algunos sociólogos,19 constituye un fragmento omitido por Giddens y le obliga a presuponer una lógica de relaciones políticas, que por pura generalización, alcanza a lo individual, inclusive, que le fuerza a orientar su análisis teórico por la figura de la transformación original macrosocial que impacta, en último término a los individuos. En este sentido sostiene:

La familia se está democratizando, en formas que siguen la pauta de los procesos de democracia pública; y tal democratización sugiere el modo en el que la vida familiar podría combinar la elección individual y la solidaridad social. Los criterios son sorprendentemente parecidos.20

Desde esta postura renuncia a la reiteración de la paradoja del agency, para colocarse en cambio, en la concepción determinista de lo social sobre lo individual (esto fue ampliamente discutido ya en un documento antecedente, de manera que por lo pronto, sólo nos interesa su señalamiento).21 Postura que le permite mantener la predominancia institucional sobre los individuos, y por ende, alguna modalidad conveniente de control político sobre la sociedad. Así, el discurso sociológico se fortalece y el análisis de los acontecimientos conflictivos regresa a un trillado cauce de omisiones.

 

INDIVIDUALIDAD "ALTAMENTE REFLEXIVA"

Ahora bien, desde la perspectiva de la caracterización económica del individuo, una omisión relevante de Giddens, además de fundamental en la comprensión de la situación, es la que se refiere a la desocupación laboral. Ante un panorama social donde la mayoría de los individuos han sido cesados de un momento a otro debido tanto a los procesos de reducción de la burocracia estatal y sus dependencias, tanto como a la quiebra general de empresas; los individuos que han sido excluidos del funcionamiento regular del sistema social, comienzan a reflexionar sobre su situación, sobre las condiciones que le precedieron y sobre las posibilidades de recuperación de su ingreso económico.

Es decir, que la omisión del paro generalizado, le impide a Giddens entender la causa cotidiana que arranca los procesos no sólo reflexivos entre los individuos, sino los de crítica al régimen político mismo, así como a la oportunidad de innovación social desde la toma de riesgos personales, que en su conjunto, permiten una perspectiva de tendencias de resolución de problemas al Estado. Es este el dato que Giddens omite porque rebasa su comprensión del agency, porque le obligaría a aceptar la relevancia y gestación de las dinámicas sociales, en los individuos que intentan remediar su situación.

Este es un hecho común referido, entre otros, en los análisis del marxismo,22 en los cuales consta que la desocupación producida por las crisis económicas genera la organización de movimientos de reivindicación laboral que avanzan más allá de las condiciones precedentes, al mismo tiempo que generan problemas de deslegitimación para el Estado.23

Así, a partir de esta omisión, Giddens se encuentra frente a un rompecabezas real que carece de un fragmento clave, y, en su afán por mostrar lo que le es invisible, alude a la individualidad altamente reflexiva. Alude a una individualidad que resulta del impacto de las innovaciones tecnológicas y de sus efectos en las relaciones sociales, e inclusive sobre el sentido de la vida.

La reflexión de la vida social moderna consiste en el hecho de que las prácticas sociales son examinadas constantemente y reformadas a la luz de nueva información sobre esas mismas prácticas, que de esa manera alteran su carácter constituyente [...] El discurso de la sociología, y los conceptos, teorías y resultados de las otras ciencias sociales, circulan continuamente "entrando y saliendo" de lo que representan en sí mismos y, al hacer esto, reflexivamente reestructuran el sujeto de su análisis, que a su vez, ha aprendido a pensar sociológicamente.24

Giddens reitera la directriz de la acción y el pensamiento individual, por una construcción abstracta: en este caso, no se trata de instituciones políticas o empresas, sino de la sociología. Asume que el desarrollo de la propia sociología impone un ritmo de reflexión al individuo hasta enseñarlo a pensar sociológicamente. Circunstancia que consideramos difícil de localizar en la vida real, inclusive entre sociólogos.

Desde su perspectiva analítica, Giddens presenta el sentido de la vida en el cumplimiento de la normatividad y de las expectativas de actuación sociales;25 ahora bien, dado que este marco vigente desde la modernidad ilustrada del siglo XVII al XX, se encuentra en un proceso de transformación, nuestro autor se ve obligado a elaborar un nuevo marco alternativo para la modernidad contemporánea (radicalizada). Su caracterización de la modernidad, recupera parcialmente la concepción de Marx sobre el desarrollo histórico con discontinuidades y escollos,26 así como el rechazo al evolucionismo social que muestra una representación ordenada de los acontecimientos.27 En su lugar, Giddens ofrece una mirada analítica desde las discontinuidades de la modernidad,28 la última de las cuales se ubica en la década finisecular del XX, y, se orienta por la búsqueda de dichos patrones a partir de los siguientes criterios:

Una es el simple ritmo de cambio que la era de la modernidad pone en movimiento [...] Quizás resulta más evidente en lo que respecta a la tecnología, pero puede extenderse igualmente a otras esferas. La segunda es la del ámbito del cambio. La interconexión que ha supuesto la supresión de barreras de comunicación entre las diferentes regiones del mundo [...] la tercera [...] atañe a la naturaleza intrínseca de las instituciones modernas [...] tales como el sistema político del Estado-nación o la dependencia generalizada de la producción a partir de fuentes animadas de energía y la completa mercantilización de los productos y del trabajo asalariado.29

Desde esta perspectiva, su referencia a los cambios que inciden en la construcción de una nueva individualidad, alude a procesos macro: al ritmo tecnológico, presente también, en las comunicaciones y en las instituciones políticas; reiterando una perspectiva determinista donde el individuo es un mero efecto de procesos exteriores a él. A su vez, sustenta en este escenario su propuesta de modernidad radicalizada.30 Así, la modernidad no sólo constituye el fundamento de su oferta de comprensión del presente social, sino que la caracteriza por los cambios en la individualidad, de tal manera que consigue una definición circular.

 

EN LA "MODERNIDAD RADICALIZADA"

Giddens parte del presupuesto finisecular, común entre otros teóricos, de que el XX, ha sido el siglo que ha acumulado un mayor número de revoluciones científicas y tecnológicas, al grado de que no se les refiere por años, como en épocas anteriores, sino más bien, como un flujo continuo, como oleadas sucesivas que han impactado consecutivamente la forma de vida de los individuos, al grado de generar una cultura de expectativa ante dichas novedades tecnológicas y una moda de su usufructo.31 Específicamente para Giddens, son tales novedades, las que han permitido la lenta e irreversible constitución de una nueva individualidad, a la cual describe como un dato de la realidad social finisecular (muy a la manera de Durkheim, de tratar a los hechos como cosas para alcanzar la cientificidad sociológica).32

Así, su caracterización aborda aspectos generales y los establece como universales; es decir, que los aspectos de mayor diferenciación en el modo de vida que le parecen propios de toda la sociedad inglesa, los plantea como definitorios de la nueva individualidada la cual, los individuos rezagados (europeos y del mundo), accederán en breve.33

La reflexividad del yo es continua y generalizada. A cada momento, o al menos a intervalos regulares, se le pide al individuo que se interrogue a sí mismo por lo que sucede, y él, comenzando con una serie de cuestiones planteadas conscientemente, se acostumbra a preguntar "¿cómo puedo aprovechar este momento para cambiar?". La reflexividad forma parte en este sentido, de la historia refleja de la modernidad, en cuanto que es distinta del control reflejo más genérico de la acción [...] La realización del yo se entiende como un equilibrio entre oportunidad y riesgo.34

Más allá de apuntar la improcedencia argumental en la falsa generalización de su referente real, quisiéramos destacar el acento analítico de Giddens en la capacidad de reflexión del individuo como suficiente para colocarlo en una postura alterna a la precedente, pues resulta una afirmación que reitera lo conocido; ya que la racionalidad ha sido desde siempre (desde Aristóteles y su definición del hombre como animal racional y político), una nota propia de la humanidad.

Asimismo, destaca su falta de visión sociológica respecto de todo proceso de transformación, que se encuentra ligado a modalidades de resistencia al cambio,35 a periodos de conflicto, e inclusive, a la mera incorporación parcial. Lo más cerca que logra estar de esta postura es cuando sostiene la adaptación de los individuos a los cambios, a su esfuerzo para equilibrar las oportunidades y el riesgo.

Ahora bien, esta movilidad de las circunstancias externas al individuo y de la propia sociedad, conduce a Giddens a proponer que la modernidad es multidimensional en sus instituciones;36 acepción que por cierto, no es original, pues Elias ya la había mencionado.37

Concentrándonos en la mirada de Giddens encontramos las nociones de riesgo y de fiabilidad sociales, como otros de los elementos de vulnerabilidad paulatina de los modos de vida precedentes al siglo XX, y fortalecidos durante el mismo XX al punto de no permitir el restablecimiento de la confianza en el funcionamiento pacífico y previsible de la sociedad.38 Las causas de este asentamiento de la vulnerabilidad cultural, las remonta al estallido de las Guerras Mundiales, así como a los largos años de la Guerra Fría que estuvieron salpicados de incidentes bélicos tercermundistas, a la evidencia de la fragilidad de la paz, y a la efímera garantía de posesión de tecnología bélica de punta en toda confrontación. El riesgo lo ubica asimismo, en la inseguridad social y en el ejercicio cada vez más amplio, difuso e impune de la violencia entre individuos.

El mundo en que vivimos es espantoso y peligroso. Esto nos ha obligado a algo más que suavizar o matizar la suposición de que el surgimiento de la modernidad nos conduciría a la formación de un mundo más feliz y más seguro. La pérdida de fe en el "progreso" es, desde luego, uno de los factores que subraya la disolución de la gran narrativa de la historia [...] Tenemos que desarrollar un análisis institucional del carácter bifronte de la modernidad.39

En tal contexto, Giddens mira la transformación tecnológica como la causante fundamental de los problemas sociales, de las modificaciones individuales, de la mayor disponibilidad y acceso al consumo de armas, como generadora ipso facto, de la ampliación de los márgenes de violencia y de la vulnerabilidad individual. Desde esta concepción, le resulta coherente el surgimiento de organizaciones de secuestradores y terroristas internacionales. Asimismo, se plantea como plausible, la pérdida de la confianza en el sistema social y en la propia predictibilidad de la actuación individual: el riesgo y la fiabilidad aparecen drásticamente redefinidos en detrimento del sentido de estabilidad.40 Especialmente se enriquecen durante la década de 1980 por la difusión de los problemas medio ambientales.

Esto que significa que, más allá de las relaciones sociales, la propia Naturaleza, nos coloca en situación de vulnerabilidad; o para ser más precisos, debemos reconocer que hemos dañado sistemática y paulatinamente el medio ambiente y que no todos los casos permiten una acción reversible. Premisas desde las cuales, queda en la incertidumbre la propia posibilidad de existencia de la humanidad en el futuro mediato, tal y como Giddens alcanza a mostrarlo con toda pertinencia.41 Afirma:

La posibilidad de un conflicto nuclear no es el único riesgo de graves consecuencias que afronta la humanidad. En un futuro a medio plazo en relación con la industrialización de la guerra. Una confrontación militar a gran escala aunque sólo utilizara armamento convencional tendría devastadoras consecuencias, y la constante fusión de la ciencia y la tecnología de armamento, podría llegar a producir otras formas de armamento, tan letales como las armas nucleares. La posibilidad de una catástrofe ecológica es menos inmediata que el riesgo de una gran guerra [...] Un daño al medio ambiente, a largo plazo, grave, podría ya haber tenido lugar, quizás implicando fenómenos de los cuales aún no somos conscientes.42

Desde este escenario, notamos un análisis que gira en torno del antes y del ahora, como otro de los ejes definitorios de la nueva individualidad; de tal manera que el individuo contemporáneo se encuentra obligado, también, a responder ante estas nuevas amenazas ofreciendo nuevas soluciones. Es esta exigencia la que conduce a Giddens a proponer su individualidad altamente reflexiva: entendiéndola no como si antes el individuo no fuera racional, sino como si ahora debiera decidir en función de un mayor número de datos, no sólo locales sino también globales, no sólo del presente sino también del pasado y de los efectos futuros. Toma de decisiones más compleja que le parece evidenciar que muestra a la nueva individualidad que se construye en función de: su relación con el propio análisis sociológico,43 así como con la abundancia de información científica en la actualidad. En dicha relación de reconstrucción individual permanente, es donde encuentra que se juega el futuro planetario, y se expresa, mediante los nuevos movimientos sociales que pautan los procesos y expresan colectivamente las inconformidades y las soluciones.44

Los movimientos sociales permiten vislumbrar futuros posibles y son en parte vehículos para su realización. Pero es esencial reconocer que desde la perspectiva del realismo utópico, no son las únicas bases necesarias de cambio que podrían conducirnos hacia un mundo más seguro y humano. Los movimientos por la paz, por ejemplo, podrían ser importantes para aumentar la conciencia y alcanzar metas tácticas en lo concerniente a las amenazas militares. Otras influencias, sin embargo, incluyendo en ellas la fuerza de la opinión pública, las políticas de las corporaciones y las empresas, y de los gobiernos nacionales y las actividades de las organizaciones internacionales son fundamentales para alcanzar reformas básicas.45

Esta vinculación terminológica, más lógica que social, que Giddens encuentra entre: el nuevo individuo, su reflexividad, sus decisiones con mayor peso para el futuro de la humanidad, así como su expresión organizada en movimientos sociales y su impacto en empresas y políticas públicas; son fragmentos analíticos que destacan su reconstrucción teórica ad hoc con su perspectiva sociológica de enmienda institucional mínima y sobrecarga histórica de la responsabilidad del individuo, respecto de los problemas del pasado y de la exigencia de su resolución inmediata.

Un último elemento relevante lo constituyen las nociones de desanclaje y fiabilidad que Giddens propone como presentes en las relaciones sociales y fundamentales para entender los cambios ocurridos recientemente, así como a la propia tendencia de discontinuidades históricas. Él las explica por su vinculación con una concepción generalizada y alternativa del espacio y el tiempo; aunque nos parece que el eje explicativo lo constituye, más bien, uno de los factores secundarios que menciona: el propio desarrollo científico y su consecuente impacto tecnológico, de mercado, de consumo, y por último, de vida cotidiana.

Desde su perspectiva, la modernidad genera el distanciamiento entre los individuos cuando establecen relaciones entre desconocidos con fines de transacciones económicas, relaciones políticas o participación en dinámicas culturales anónimas, o inclusive, cuando solicitan consejos a extraños especialistas sobre sus conflictos personales. En este tipo de situaciones, se sustituye el antiguo consejo del patriarca o anciano, por la confianza depositada en sistemas expertos y su casi infalible funcionamiento, que suponen el ejercicio disciplinar científico. Así, las relaciones personales entre amigos y vecinos pasan a un segundo término.

La mayoría de las personas profanas, consulta a los "profesionales" —abogados, arquitectos, médicos y así sucesivamente— sólo de forma periódica o irregular. Pero los sistemas en los cuales el conocimiento de expertos está integrado, influyen sobre muchos aspectos de lo que hacemos de manera "regular" [...] Sé muy poco sobre los códigos de conocimiento utilizados por el arquitecto y el constructor en el diseño y construcción de la casa, no obstante, tengo "fe" en lo que han hecho [...] en la autenticidad del conocimiento experto que han aplicado.46

En suma, su noción de desanclaje se refiere a la posibilidad de actualización de discursos, aplicaciones tecnológicas, modas, fragmentos culturales, en fin, que desde otros contextos inciden hoy, y le permiten sostener que, se encuentra operando una comprensión diferente a la lineal y causal de los tiempos (pasado, presente y futuro); así como del espacio (cercano y distante).

Por desanclaje entiendo el "despegar" las relaciones sociales de sus contextos locales de interacción y reestructurarlas en indefinidos intervalos espacio-temporales [...] dos tipos de mecanismos de desanclaje que están intrínsecamente implicados en el desarrollo de las instituciones sociales modernas [...] la creación de "señales simbólicas" [...] el establecimiento de los "sistemas expertos".47

Así, las señales simbólicas con comprensión y uso universal, por ejemplo el dinero, le parece a Giddens que sustentan el arranque de los procesos sociales de despersonalización y su generalización paulatina. Por ende, entiende a la propia acepción de fiabilidad como alusión a la despersonalización entre los conocidos y a la intimidad potencial entre los desconocidos, donde el espacio y el tiempo no desempeñan una determinación sustantiva de dichas relaciones. Giddens enfatiza que la concepción de espacio y tiempo ha sido modificada, y que, a su vez, ha acelerado la transformación de las relaciones personales.

A pesar de que exista una amplia literatura sociológica sobre las transformaciones sociales de la comprensión y uso del espacio y del tiempo,48 en ninguna de ellas se propone que el espacio fuera en sí mismo algo que se haya transformado radicalmente, como lo afirma Giddens:49

El advenimiento de la modernidad paulatinamente separa el espacio del lugar al fomentar las relaciones entre los "ausentes" localizados a distancia de cualquier situación de interacción cara-a-cara. En las condiciones de la modernidad, el lugar se hace crecientemente fantasmagórico, es decir los aspectos locales son penetrados en profundidad y configurados por influencias sociales que se generan a gran distancia de ellos. Lo que estructura lo local no es simplemente eso que está en escena, sino que la "forma visible" de lo local encubre las distantes relaciones que determinan su naturaleza.50

Sostenemos que, su explicación resta importancia a la veta sociocultural; puesto que, más bien, consideramos que son las relaciones sociales las que dan mayor o menor énfasis a sus aspectos constitutivos y generan cambios en su comprensión cultural. Esto es por ejemplo, que las fases de la Luna antes determinaban la actuación agrícola, mientras que ahora se mencionan como un fenómeno irrelevante en la acción social predominantemente urbana, y que, inclusive, tampoco resultan relevantes para la agricultura, hoy auxiliada por la tecnología y el empleo de sustancias químicas:51 es decir, que la Luna y su relevancia quedan ancladas a la atención de un sector social relegado de los avances tecnológicos (los cuales en función de su rezago cultural, paradójicamente, constituyen la mayoría de los individuos que habitan el planeta, y curiosamente, se encuentran en el llamado Tercer Mundo).

En contra de las afirmaciones anglocentristas de Giddens, debiéramos de sostener la presencia irregular de diferentes concepciones sociológicas espacio-temporales, que son asumidas en función de su utilidad sociocultural. Ahora bien, inclusive en los sectores de mayor urbanización y universalidad económica cultural, la aceptación e introyección de estas acepciones alternativas ocurre de acuerdo con su posibilidad de comprensión y ejercicio en las redes sociales con las cuales se interactúa. Tal vigencia no puede establecerse de manera general.

En consecuencia, si bien la acepción y uso sociológico del espacio y el tiempo se han transformado drásticamente, tanto durante el siglo XX, como a partir de la década de 1990, no concordamos con que esto sea un fenómeno reciente, sino un fragmento de las oleadas sucesivas e innumerables de las revoluciones científicas y tecnológicas. Ahora bien, aun cuando podamos aceptar que uno de sus productos sociológicos más relevante sea la descolocación o reubicación de algunos, y no de todos, los individuos con su entorno mutable y variable en términos espacio-temporales; sostenemos que esto dista muchísimo de llevarnos a aceptar la presencia de una concepción novedosa. Giddens sostiene que:

El sistema estandarizado de datar, ahora mundialmente reconocido, sostiene la apropiación de un pasado unitario [...] dado el mapa global del mundo que generalmente se acepta, el pasado unitario es mundial; el tiempo y el espacio han sido recombinados para formar un genuino marco histórico-mundial para la acción y la experiencia.52

Sostenemos que el error consiste en abordar un clásico problema filosófico, desde la inmediatez problemática de la mirada sociológica; es decir, puede ser que esto parezca así a los individuos desde una comprensión del sentido común que se encuentra encerrada en la vivencia personal; pero las acciones financieras, empresariales o de poder entre los Estados, se relacionan desde esta orientación de integración mundial. Las referencias e interacciones mantienen un equilibrio entre la localidad y los vínculos internacionales (o del pasado unitario).

En suma, nos interesa destacar que, a pesar de que esta concepción pueda ser compartida por otros sociólogos finiseculares como una cuestión en debate, no resulta generalizable al campo político, económico, ni mucho menos de las otras disciplinas sociales, ni la filosofía; en todo caso, habría que revisar desde cada campo específico, las oportunidades de su generalización.

 

PRESICIONES FILOSÓFICAS SOBRE ALGUNOS ATISBOS SOCIOLÓGICOS

Reubicándonos en el análisis de la individualidad que nos ofrece Giddens, encontramos que esta situación de desanclaje generalizado imprime una inseguridad ontológica en la individualidad. Esto significa para él, que el individuo pierde el sentido de la acción social aceptable y correcta, dado que los marcos institucionales se fracturan ante el impacto de las transformaciones culturales generales, y que, inclusive los resabios de las tradiciones (tales como, los míticos o religiosos) pierden su oportunidad de orientar la actuación frente al alud de transformaciones que se producen en la época actual.53

La resolución que Giddens encuentra a este conflicto social que se vive como terrible, personal y único, es la creatividad, la reflexión desde cada individuo sobre su propia circunstancia y la actuación generativa de sus oportunidades de sobrevivencia social.54

En un universo social postradicional, reflejamente organizado, invadido por sistemas abstractos y en el que la reordenación del tiempo y el espacio reordena lo local con lo universal, el yo experimenta cambios masivos [...] La modernidad coloca al individuo frente a una compleja diversidad de elecciones y, al carecer de carácter fundacional, ofrece al mismo tiempo poca ayuda en cuanto a qué opción habrá de escoger [...] [De ahí, el] estilo de vida [...] [la] pluralización de los mundos de vida [...] la colonización del futuro [...] la relación pura.55

Por ende, enfatiza el carácter de una nueva actuación individual fuertemente vinculada con la reflexión que construya escenarios originales de socialización, al grado de sostener que son dichas tendencias, las que construyen a la modernidad por él adjetivada como radicalizada.

Parte de la solución de dicha inseguridad ontológica, queda resuelta por Giddens, en el terreno económico, por la construcción del capital humano,56 que debiera ser auspiciado por el Estado. Dicho capital humano hace referencia a la capacitación continua de los individuos en aquellos diversos aspectos para los que tengan habilidades; en el supuesto de que, la profesionalización o trayectoria artesanal u ocupacional, no son suficientes para garantizar las condiciones de acceso al mercado laboral contemporáneo. Esto supone lo mismo la asesoría de los ancianos sobre los jóvenes profesionales, que la orientación entre artesanos o inversionistas; al mismo tiempo que la capacitación en actividades que deriven de la formación original, tales como la docencia, la asesoría de empresas o negocios, etcétera.

Coincidimos con Giddens en que estas son modalidades adecuadas de ocupación alternativa profesional y artesanal viables; el problema es que difícilmente generan un pago, y mucho menos uno adecuado, para la manutención personal o familiar que se requiere. Así, su resolución debiera atravesar la situación de contracción del mercado laboral contemporáneo, que no logra resolverse con la exportación de especialistas del Primer al Tercer Mundo, puesto que sólo se generaliza la desocupación y el resentimiento sociales más allá de las fronteras, tanto de las nacionales como de las intranacionales, y que son invisibles ante la diferenciación étnica y cultural aún existente.

Asimismo, podemos notar una solución que recurre a la atención social que pueda brindar el Estado, bajo su oferta del Estado inversor social,57 que constituye uno de los pilares del proyecto de política económica de la Tercera Vía. Encontramos una propuesta real de incidencia de la estructura macrosocial sobre las vidas individuales que se encuentran a la deriva, pero que alcanzan una oportunidad de rescate, por lo menos, en la sociedad inglesa. En estas condiciones no sólo es obvio que aborta la paradoja del agency, sino que además, contradice su propio análisis sociológico que tiende a la construcción de una modernidad radicalizada que trascienda las fronteras, al proponer esta política económica que salvaguarda a la sociedad inglesa. O bien, en el mejor de los casos, nos conduce a comprender la Tercera Vía como un proyecto de transición preparativa a la integración en la Comunidad Europea; situación ante la cual el Reino Unido mantiene reticencias de todo tipo y expresa su convicción de No a la integración.

Ahora bien, en el terreno de lo estrictamente individual, Giddens se apoya en algunos referentes psicológicos y filosóficos para formular su acepción sociológica de la inseguridad ontológica. Esta reflexión la encontramos centrada en el texto de 1991, Modernidad e identidad del yo. Como el título mismo sugiere, aquí se describe su caracterización de la tendencia social de construcción de la individualidad que arranca de la recuperación de la propuesta freudiana, asume la construcción y presencia de elementos concientes e inconcientes del comportamiento,58 en función de los cuales se modelan las posibilidades de vinculación entre el individuo y su entorno familiar, con los educadores directos presentes durante los primeros años de vida, así como respecto de la sociedad a lo largo de cada vida individual.59 A pesar de que sólo menciona pero no revisa la incidencia del inconciente en el comportamiento de los individuos, esta incógnita, como en la propia propuesta de Freud, arrastra un fragmento de indefinición aplicable ad hoc, tanto en el análisis del comportamiento psicológico, como en la misma reflexión sociológica. De tal manera que, resulta destacable la ausencia de su interpelación como causal de efectos imprevistos o indeseables en la acción social.

Desde este horizonte de análisis, Giddens generaliza la gestación de la confianza básica del individuo en sus primeros días de dependencia total respecto de sus cuidadores, hacia la vida de los individuos adultos que confían en la sociedad y sus instituciones;60 confianza que desde su perspectiva, produce a su vez, la seguridad ontológica.61 En este contexto, Giddens la comprende como el presupuesto de los individuos acerca de que se encuentran insertos en una sociedad confiable, es decir, con reglas y normas de comportamiento claras desde la intimidad hasta lo familiar, lo laboral, lo político y lo cultural, de manera que son previsibles y accesibles los procedimientos de movilidad social preestablecidos, así como los ámbitos de ejercicio de libertad y de participación política; en otras palabras, los individuos reconocen un marco normativo, de creencias y presupuestos sociales por los cuales orientar y realizar su actuación, y a los cuales, reconocen como tradición.62

La cuestión es que, a pesar de que Giddens señala la presencia de diversas acepciones de tradición,63 así como la presencia de elementos tradicionales inmersos en procesos institucionales propios de las diversas figuraciones de la modernidad, las cuales le permiten ofrecer horizontes alternativos para la acción social (confróntense al respecto sus Cuadros categoriales sintéticos en Consecuencias de la modernidad),64 e incluso, afirme que, tanto en el ámbito individual como en el social, los procesos de transformación son graduales, incontenibles e impredecibles;65 a pesar de todas estas consideraciones, su mirada sobre dicho proceso no lo ubica como un fragmento con constitutivo de la gestación y de la existencia de las sociedades, sino que, lo vislumbra y lo comprende como parte de las crisis.66

La comprensión de la naturaleza destructora de la modernidad supone un gran avance en la explicación de por qué, en condiciones de modernidad reciente, la crisis es una situación normalizada [...] son más o menos endémicas tanto en el plano individual como en el colectivo.67

Enseguida y en contra de toda lógica, destaca la imposibilidad de normalización de las situaciones de crisis.68 Señala:

[...] la crisis se convierte en un componente "normal" de la vida pero, por definición, no puede transformarse en rutina.69

Finalmente, afirma que ésta es la mejor descripción de la situación social finisecular:70 la de un periodo de cambios continuos que parecieran constituirse en los fragmentos de una crisis que se normaliza, en contra de todo lo predecible, puesto que se mantiene sin resolución.71

Más allá de la paradoja del agency, Giddens propone el fundamento de la actuación individual en esta posibilidad de mantener o de enfrentar (mediante una crisis), los marcos de actuación institucional que provocan como consecuencia, una condición de seguridad o de inseguridad ontológicas en el individuo.72 No obstante, insiste en que la inseguridad ontológica es insoportable para la vida cotidiana, de tal manera que se enmascara o se omite o se olvida su presencia, como un escape a la angustia que se cobija con el secuestro de la experiencia:

El secuestro de la experiencia sirve —aunque con unos costos considerables— para refrenar muchas formas de angustia que, de lo contrario, amenazarían la seguridad ontológica.73

En suma, esta explicación evidencia que, en su argumentación, Giddens sostiene contradictoriamente dos acepciones de inseguridad ontológica, como insoportable para el individuo (en el texto de 1991, Modernidad e identidad del yo), cuando antes (en 1990, en Consecuencias de la modernidad), había afirmado que ésta era una característica distintiva de la modernidad radicalizada, la cual posibilitaba el desanclaje y la perspectiva de cambio continuo en la sociedad. Señala que:

El dinamismo de la modernidad deriva de la separación del tiempo y el espacio y de su recombinación de tal manera que permita una precisa "regionalización" de la vida social; del desanclaje de los sistemas sociales (un fenómeno que conecta estrechamente con los factores involucrados en la separación del tiempo y el espacio); y del reflexivo ordenamiento y reordenamiento de las relaciones sociales, a la luz de las continuas incorporaciones de conocimiento que afectan las acciones de los individuos y los grupos. Analizaré éstas detalladamente (lo que incluirá una primera mirada a la cuestión de la confianza o la fiabilidad), comenzando por la reordenación del tiempo y el espacio [...] Existen aspectos definidos en los que los niveles de inseguridad ontológica son mayores en el mundo moderno que en la mayor parte de las circunstancias de la vida social premoderna, debido a razones que intentaré identificar más adelante.74

Nos parece que esta contradicción se debe a su uso de la paradoja del agency, que le permite asentar sus explicaciones en la individualidad o en las instituciones, según convenga a sus demostraciones. El problema de fondo que encontramos, es que al mantener dicha perspectiva, no alcanza a vislumbrar el proceso de transformación finisecular como macro, ni tampoco la incompetencia de las instituciones frente a la renovación del mercado global, por ende, reitera el error de concepción que antes le llevó a proponer una Tercera Vía como paliativo ante los problemas político económicos, así como la construcción, liderada por las instituciones, de un capital humano; ambas, son soluciones inmediatas que no le permiten una reflexión de largo plazo ni la mirada analítica que configure una nueva perspectiva sociológica.

Su trabajo se limita a la interpretación inmediata de algunos fragmentos de la realidad finisecular a partir de su propio andamiaje analítico, sin concederse la oportunidad de cuestionarlos y de alcanzar una perspectiva más amplia sobre los propios procesos sociales.

En estas circunstancias, su concepción de la individualidad ha de mostrar sus propias limitaciones en cuanto se aboca al análisis de la vida cotidiana y rutinaria de los individuos. Así, nos ofrece la perspectiva de creatividad orientada sólo por la resolución de problemas inmediatos, de la propia vida diaria,75 la elección del estilo de vida y los sectores de estilo, como actividades minúsculas vinculadas con el consumo y al manejo del riesgo, en los cuales se expresa la orientación de la construcción biográfica que incluye la difícil trayectoria de los momentos decisivos, que en su oportunidad, reeditan la confrontación individual con los grandes riesgos sociales.76

En otras palabras, nos parece que se deja sorprender por las innovaciones sociales porque no alcanza a comprender el impacto social de las acciones individuales. Así, mantiene un abismo más o menos disfrazado entre ambos polos. Su referencia más cercana a este problema, se encuentra en su explicación sobre el tiempo de vida, antes ubicado espacio temporalmente mediante las generaciones, pero que han perdido este sentido, ya que los cambios ocurren en intervalos cada vez menores77 hasta alcanzar su definición mediante fragmentos biográficos críticos y decisivos, con los cuales se constituyen los umbrales de experiencia abiertos.78 Éstos los entiende como:

[...] el yo establece una trayectoria que sólo puede llegar a ser coherente por la utilización refleja del entorno social más extenso. La tendencia al control, unida a la reflexividad, arroja al yo al mundo exterior de una manera sin parangón en épocas anteriores. Los mecanismos de desanclaje penetran hasta el corazón de la identidad del yo [...] permiten —en principio— al yo lograr un dominio de las relaciones y las circunstancias sociales que intervienen reflejamente en la forja de su identidad.79

En estos umbrales, Giddens nos ofrece su mayor aproximación a la noción de construcción de la vida individual,80 que ahora incurre en el error contrario: el de permanecer a la zaga de la trayectoria colectiva histórica.

 

"DEMOCRACIA DE LAS EMOCIONES"

Uno más de los fragmentos que nos parecen recuperables de la propuesta de Giddens, el cual por cierto, ha resultado muy cuestionado, es su análisis de las transformaciones finiseculares en las relaciones afectivas e íntimas que aborda en su texto La transformación de la intimidad, de 1992. Aunque bajo un derrotero diferente al de nuestra exposición, Giddens elabora ahí, una generalización de la categoría psicológica de adicción (entendida como un hábito de estereotipo realizado de manera compulsiva, que al evitarse, produce ansiedad), que es básicamente aplicable en los problemas del tabaquismo, alcoholismo y consumo de drogas,81 para ampliar su aplicación a los problemas sociales de adicción al trabajo y al inicio de las relaciones afectivas que se detienen bruscamente en la primera cita, en el primer acercamiento físico, o inclusive, en la primera relación sexual, para reiniciar el ciclo de aproximación con una persona diferente.82

Específicamente, Giddens reconoce como precedente, el análisis de Foucault sobre el pasaje desde la inconveniencia de desorden y alboroto de los individuos alcoholizados, hacia su marcaje como enfermo mediante esta categoría del adicto que surge en el siglo XK. Reflexión que le permite a Giddens mostrar el carácter de la construcción marginal de estas individualidades, tanto como su oportunidad de generar el proyecto emergente del yo reflexivo. En todo caso, la adicción para Foucault, sostiene Giddens que es sólo una expresión del saber médico catalogador y excluyente del discurso disciplinar;83 mientras que él conduce esta reflexión hacia el ensamble con su propia explicación sociológica de adicciones finiseculares disfuncionales en el proyecto reflexivo delyo.84 Esto es, como su reconocimiento respecto de que no existe autonomía del yo ni colonización del futuro que construya una alternativa de vida personal.85 No obstante, y paradójicamente, reconoce que en las adicciones contemporáneas se muestra una actuación de protesta y de reconstrucción personal, que se sitúa y ocurre, al margen de las dinámicas sociales aceptadas o tradicionales, por ende, alcanza a comprenderlas como modeladoras de la acción y construcción de los estilos de vida, de la reflexividad del yo y de las nuevas narrativas de gestación del yo.

Las adicciones, entonces, son un índice negativo del grado en que el proyecto reflexivo del ego se traslada a un puesto de plataforma central en la modernidad tardía [...] son perjudiciales para el individuo y sería fácil ver por qué el problema de superarlos invade ahora la literatura terapéutica. Una adicción es una incapacidad de colonizar el futuro y, en cuanto tal, realiza una transgresión de las primeras preocupaciones con las que deben lidiar reflexivamente los individuos.

Cada adicción es una reacción defensiva, y una vía de escape, un reconocimiento de falsa autonomía que arroja una sombra sobre la competencia del yo.86

Sin mostrar mayor interés en estas afirmaciones que nos parecen cruciales para avanzar sobre el análisis de cómo los comportamientos alternativos perecederos o duraderos arrancan de actuaciones y de categorías, que inicialmente se formulan de manera excluyente o despectiva: Giddens avanza sobre otros temas.

Nos interesa destacar especialmente, que en su recuperación de Foucault, logra realizar una interpretación relevante para su temática y que no la lleva a sus últimas consecuencias, porque no comprende su trascendencia. En otras palabras, si aplicamos a su propia propuesta de condiciones de gestación de la nueva individualidad altamente reflexiva, caracterizada por él mismo en función de: los estilos de vida, el proyecto reflexivo del yo, y, las nuevas narrativas de gestación del yo; la reflexión que realizó respecto de las adicciones, tendría que reconocer que la gestación de una individualidad alternativa debiera recuperar tanto los aspectos positivos a los que él alude, así como los negativos, propios de la generalización y proliferación de las adicciones típicas del cierre de siglo. Asimismo, cuestión que nos parece aún más relevante, su propia caracterización puede ser interpretada a su vez, como portadora de las funciones de imposición del saber y el poder sobre la sociedad que fueron descritas por Foucault, ya que elabora un análisis sociológico disciplinar de las nuevas condiciones finiseculares de socialización desde las cuales se impondrá como condición de ejercicio del poder. En cambio, Giddens se limita a clasificar las adicciones como acciones socialmente inaceptables o excluibles. Perspectiva que empobrece el análisis en una reiteración decimonónica de aliento durkheimiano (pues recuerda la normalidad y patología precedentes).

Ahora bien, el segundo fragmento analítico que nos parece fundamental de la propuesta de Giddens en dicho texto de La transformación de la intimidad, se refiere a las nuevas dinámicas emocionales, ya que afirma que los individuos también encuentran satisfacción personal suficiente en las emociones negativas, tales como: temor, aburrimiento o simple desinterés, cuando se trata de establecer, profundizar o consolidar sus relaciones afectivas. De manera que limita de entrada, el presupuesto de la búsqueda exclusiva de relaciones altamente gratificantes en el terreno emocional.

Así, tratando de elaborar un análisis sociológico imparcial, Giddens propone la presencia de una novedosa dinámica en las relaciones entre los individuos, a la cual categoriza desde el ámbito amoroso para generalizarla enseguida hacia las afectivas, así como a las de amistad o al compañerismo. Les denomina amor confluente y pura relación personal,87 y les caracteriza como relaciones que fundan su relevancia y oportunidad de existencia en el encuentro, en la empatia circunstancial, en la confluencia azarosa y efímera de la construcción de las relaciones.

El amor confluente es un amor contingente, activo y por consiguiente, choca con las expresiones de "para siempre", "solo y único" que se utilizan por el complejo del amor romántico [...] introduce por primera vez el ars erótica en el núcleo de la relación conyugal [...] En la pura relación, la confianza no tiene soportes externos y debe desarrollarse sobre la base de la intimidad.88

Así, establece un contraste respecto de la comprensión decimonónica del amor romántico aún presente en algunos ámbitos sociales, pero tendiente a la amalgama o extinción. A este último lo ubica como propio de la dinámica generada por la modernidad ilustrada y definido por la seducción y la conquista propios del donjuanismo, cuyo complemento imprescindible eran la castidad y la fidelidad femeninas, elementos en los cuales se fundamentaba al matrimonio.89

En contraste, en la presente modernidad radicalizada sostiene que las relaciones personales son caracterizadas por dicho amor confluente, que ha resultado del proceso social de liberación sexual de las mujeres, que a su vez, ha impactado sobre las modalidades de relacionarse íntimamente entre los sexos, al grado de producir un proyecto social de reestructuración genérica, en el cual las mujeres han sido pioneras en la construcción de identidades alternativas que se erigen desde su actuación conyugal, familiar y laboral.

Nos parece que estas descripciones que abordan la transformación de las relaciones personales presentes en las décadas de 1990 y 2000, logran esbozar un enfoque alternativo de análisis del individuo, que deja la perspectiva de la actuación homogénea, para abordar en cambio, la de la diferenciación. Independientemente de que en sus observaciones Giddens no atine siempre al orden de gestación histórico de estos fenómenos, elabora una evaluación que atiende a criterios alternativos y predominantes en el análisis sociológico de otros autores contemporáneos,90 éstos son: la valoración del encuentro, la instantaneidad de la vinculación, la construcción individual y permanente en todos los niveles de las relaciones humanas, la movilidad de criterios, valores y acciones individuales y sociales.

 

UNA CONCLUSIVA "POLÍTICA DE VIDA"

El cierre argumental del análisis de Giddens sobre la individualidad se logra con su alusión de la política de la vida,91 expresión sintetizadora del proyecto histórico de construcción de la libertad que se encuentra muy cercano de la interpretación hegeliana.92 Para Giddens, esta expresión refiere tanto a la búsqueda de ofertas de ampliación histórica constantes de los márgenes de actuación previos que definen jurídica y socialmente a Injusticia, la igualdad y la participación individuales,93 bajo el auspicio de diversos proyectos revolucionarios o reformadores políticos a los que denomina proyecto emancipatorio.94 Asimismo alude a su correspondiente expresión en la vida cotidiana individual, como un aspecto de aquélla otra, y a la cual presenta específicamente como Impolítica de la vida, del estilo de vida que se elige desde la reflexividad personal sobre un contexto diverso y mutable de instancias colectivas,95 que se encuentran en mutua y constante afectación y que, por ende, promueven el diálogo, la gestación de acuerdos, la comprensión de los proyectos alternativos y del valor cultural de la tolerancia que se expresa en todos los niveles haciendo posible, que su consecuente promoción de la democratización sea también, omnipresente en la nueva sociedad en construcción.96

Las cuestiones de la política de la vida ponen entre interrogantes los sistemas internamente referenciales de la modernidad [...] al centrarse en cómo deberíamos vivir nuestras vidas en circunstancias sociales emancipadas, no pueden dejar de sacar a luz problemas y cuestiones de tipo moral y existencial [...] Reclaman una remoralización de la vida social y exigen una sensibilidad renovada para cuestiones suprimidas sistemáticamente por las instituciones de la modernidad.97

Con estos argumentos, Giddens dota a la democratización de la vida personal de las mismas características que al proceso de democratización política, dialogante, procesual, permanentemente reflexivo y autocorrectivo, establecedor de compromisos y de derechos móviles y definibles siempre en función de las necesidades cambiantes de las relaciones personales puras.98 Así elabora un cierre argumental coherente y de complementariedad entre sus fragmentos constitutivos; aunque no se encuentre al tanto de algunos de sus errores o contradicciones internos.

 

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NOTAS

1 Anthony Giddens, Consecuencias de la modernidad, Alianza, Madrid, 1997.

2 Ibid., p, 141.

3 Ibid.,p. 16-17.

4 Auguste Comte, Curso de filosofía positiva. Discurso sobre el espíritu positivo, Folio, Barcelona, 2002, p. 23.

5 Anthony Giddens, Las nuevas reglas del método sociológico, Amorrortu, Buenos Aires, 1997, pp. 194-195.

6 Anthony Giddens, Consecuencias de la modernidad, op. cit., p. 140.

7 Ibid., p. 141.

8 Anthony Giddens, La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia, Taurus, México, 2000, p. 50.

9 Ibid., p. 67.

10 Idem.

11 Ibid., p. 166.

12 Ibid., p. 82.

13 Ibid., p. 50. Norberto Bobbio, Liberalismo y democracia, Fondo de Cultura Económica, México, 1994, p. 38.

14 Norberto Bobbio, Liberalismo y democracia, Fondo de Cultura Económica, México, 1994, p. 38.

15 Anthony Giddens, La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia, op. cit., p. 84; también en Más allá de la izquierda y la derecha. El futuro de las políticas radicales, Cátedra, Madrid, 2000, p. 123.

16 Anthony Giddens, Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea, Península, Barcelona, 2000, pp. 62, 74-75.

17 Esta reflexión se encuentra entre otros en: Pierre Bourdieu, La dominación masculina, Anagrama, Barcelona, 2000. Alan Touraine, Crítica de la modernidad, Fondo de Cultura Económica, México, 2000. Gilles Lipovetsky, La tercera mujer, Anagrama, Barcelona, 2000.

18 Magdalena Trujano, Más allá de la humanidad moderna. Una búsqueda afirmativa de lo femenino en Rousseau y Marx, UAM-Azcapotzalco, México, 2007.

19 Esta reflexión se encuentra en: Pierre Bourdieu, La dominación masculina, op. cit; Alan Touraine, Crítica de la modernidad, op. cit; Gilles Lipovetsky, La tercera mujer, op. cit.

20 Anthony Giddens, La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia, op. cit., pp. 111-112.

21 Magdalena Trujano, Más allá de la humanidad moderna. Una búsqueda afirmativa de lo femenino en Rousseau y Marx, op. cit.

22 Karl Marx, Ideología alemana, Progreso, Moscú, 1977; Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel, núm. 1, "Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado moderno", Juan Pablos, México, 1975; Claus Offe, Contradicciones en el Estado de bienestar, Conaculta/Alianza, México, 1990.

23 Jurgen Habermas, Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Amorrortu, Buenos Aires, 1991.

24 Anthony Giddens, Consecuencias de la modernidad, op. cit., pp. 46, 50.

25 Ibid., pp. 44-51, 100.

26 Ibid., p. 17.

27 Ibid., p. 18.

28 Ibid., pp. 17-20.

29 Ibid., p. 19.

30 Ibid., p. 141.

31 Se pueden consultar al respecto: Alan Touraine, Crítica de la modernidad, op. cit.; Ralph Miliband, Socialismo para una época de escépticos, Siglo XXI Editores/UNAM/CIICH, México, 1997; Immanuel Wallerstein, Después del liberalismo, Siglo XXI Editores/UNAM/CIICH, México, 1998.

32 Emile Durkheim, Las reglas del método sociológico, Colofón, México, 1998, p. 37.

33 Anthony Giddens, Modernidad e identidad del yo. El yo y la..., op. cit., pp. 90-95.

34 Ibid., pp. 100, 102.

35 Michel Foucault, La arqueología del saber, Siglo XXI Editores, México, 1979.

36 Anthony Giddens, Consecuencias de la modernidad, op. cit., p. 24.

37 Norbert Elias, Teoría del símbolo. Un ensayo de antropología cultural, Península, Barcelona, 1994, p. 211.

38 Anthony Giddens, Consecuencias de la modernidad, op. cit., p. 22.

39 Idem.

40 Ibid., p. 51.

41 Ibid., p. 161.

42 Idem.

43 Ibid., p. 27.

44 Ibid., pp. 143-144, 148, 151.

45 Ibid., pp. 151-152.

46 Ibid., p. 37.

47 Ibid., p. 32.

48 Emile Durkheim, Las formas elementales de la vida religiosa, Colofón, México, 1995, p. 16; Norbert Elias, Sobre el tiempo, Fondo de Cultura Económica, México, 1997, pp. 20, 33, 37, por lo menos.

49 Anthony Giddens, Consecuencias de la modernidad, op. cit., pp. 29-32.

50 Ibid, p. 30.

51 Norbert Elias, Sobre el tiempo, op. cit., pp. 188-196.

52 Anthony Giddens, Consecuencias de la modernidad, op. cit., pp. 31-32.

53 Anthony Giddens, El mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas, Taurus, España, 2000, pp. 62-65.

54 Ibid., p. 58.

55 Anthony Giddens, Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea, op. cit., pp. 105, 114.

56 Anthony Giddens, La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia, op. cit., p. 139.

57 Idem.

58 Anthony Giddens, Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea, op. cit., pp. 52, 54.

59 Ibid., p. 59.

60 Ibid., p. 237.

61 Ibid., p. 57.

62 Anthony Giddens, Consecuencias de la modernidad, op. cit., p. 100.

63 Anthony Giddens, Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea, op. cit., p. 192.

64 Anthony Giddens, Consecuencias de la modernidad, op. cit., pp. 100, 141.

65 Anthony Giddens, Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea, op. cit., p. 234.

66 Ibid., p. 235

67 Ibid., pp. 234-235.

68 Ibid., p. 235.

69 Idem.

70 Idem.

71 Idem.

72 Idem.; también Anthony Giddens, Consecuencias de la modernidad, op. cit., pp. 140, 142.

73 Anthony Giddens, Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea, op. cit., p. 235.

74Anthony Giddens, Consecuencias de la modernidad, op. cit., pp. 28, 103.

75 Ibid., p. 58.

76 Ibid., p. 182.

77 Ibid., pp. 187-188.

78 Ibid., p. 189.

79 Anthony Giddens, Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea, op. cit., p. 190.

80 Idem.

81 Anthony Giddens, La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas, Cátedra, Madrid, 2000, pp. 71-72.

82 Ibid., p. 68.

83 Ibid., p. 75.

84 Ibid., p. 76.

85 Idem.

86 Ibid., p. 75.

87 Ibid., pp. 63, 127.

88 Ibid., pp. 63-64, 128.

89 Ibid., pp. 61-62, 82.

90 Ulrich Beck (comp.), Hijos de la libertad, Fondo de Cultura Económica, México, 2006; Gilles Lipovetsky y Sébastien Charles, Los tiempos hipermodernos, Anagrama, Barcelona, 2006; Zygmunt Bauman, Vida líquida, Paidós, Barcelona, 2006.

91 Anthony Giddens, Modernidad e identidad del yo..., op. cit., pp. 271, 285.

92 G.W.F. Hegel, "Lecciones sobre la filosofía de la historia universal", Revista de Occidente, Madrid, 1974, p. 64.

93 Anthony Giddens, Modernidad e identidad del yo...., op. cit., pp. 268.

94 Ibid., p. 266.

95 Ibid., p. 271.

96 Ibid., pp. 290-291.

97 Ibid., pp. 282-283.

98 Anthony Giddens, La transformación de la intimidad..., op. cit., pp. 172,176.

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