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Argumentos (México, D.F.)

Print version ISSN 0187-5795

Argumentos (Méx.) vol.22 n.60 Ciudad de México May./Aug. 2009

 

Diversa

 

El rol de las mujeres en los cambios y continuidades de la economía informal

 

Carmen Bueno Castellanos*

 

*Doctora en ciencias sociales por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Es profesora–investigadora en el Posgrado de Antropología Social en la misma institución. Pertenece al SNI nivel II y a la Academia Mexicana de Ciencias. Ha sido distinguida con el Premio CIESAS, 1994, al Estímulo a la Docencia institucional, CIESAS, y con la mención honorífica del Premio Casa Chata, 1997.

 

Resumen

Este artículo analiza la evolución de las diversas significaciones otorgadas a lo que se denomina sector informal. A lo largo de este recorrido se constata que éste no solamente ha persistido, sino que ha demostrado una gran capacidad por reinventarse y diversificarse. El binomio género e informalidad no surgió simultáneamente en las agendas de los organismos internacionales, ni en los planes y proyectos de los gobiernos nacionales. Fue necesario que el movimiento feminista atrajera la atención de la opinión pública para que se hicieran explícitas las diferencias en las condiciones laborales entre hombres y mujeres. Hoy día, la especificidad de género forma parte de la agenda del milenio de diversos organismos internacionales. La finalidad es avanzar en la dignificación del trabajo y en la observancia de los derechos humanos en las diversas actividades productivas adscritas a la informalidad.

Palabras clave: sector informal, género, políticas de desarrollo.

 

Abstract

This article analyzes the evolution of the different approaches given to the informal sector. In this trajectory, it is stated that this sector not only has persisted through time but also, has demonstrated a great capacity to reinvent itself and to diversify its activities. The link between gender and informality were not included simultaneously in the agendas of international agencies nor in the plans and projects of national governments. It was necessary that the feminist movements attract the attention of the public opinion in order that the differences in labor conditions, between men and women, were considered. Today, gender specificity is integrated in the agenda of the millennium by international agencies. The purpose is to move forward on the observance of decent work, fair trade and human rights as intrinsic to productive activities ascribed as informal.

Key words: Informal sector, gender, development policies.

 

PRESENTACIÓN

Género e informalidad son, en la actualidad, problemas prioritarios en las agendas de desarrollo del nuevo milenio. Esto es el resultado de una larga lucha que cristalizó su reconocimiento hasta la Cumbre Mundial de Desarrollo Social de Copenhague, en 1995, y en ese mismo año, en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing.1 En todo este proceso, ha sido una labor titánica reconocer el rol de las mujeres en el sector informal como factor productivo, en su calidad de trabajo digno y en la observancia de los derechos humanos.

En este ensayo2 se hará, en primer lugar, un recorrido por la amplia y heterogénea gama de actividades económicas que se han reconocido como informales y que toman esta identidad, de acuerdo con la perspectiva de desarrollo vigente en diversos momentos históricos. Los significados impuestos parten mayoritariamente de la óptica de los modelos económicos dominantes, otorgándole diversas adscripciones y que, como se podrá constatar en las secciones subsecuentes, no se pueden reducir a ningún arreglo de operación específico. No obstante, un hilo conductor que subyace en la razón de existir y de crecer de la informalidad, es la concurrencia de procesos selectivos de acumulación del capital.3

La lógica del capitalismo ha sido el detonante del crecimiento de formas no capitalistas de producción y distribución. Además, la informalidad, al ser prioritaria en la agenda de la comunidad internacional para el desarrollo, repercute directamente en la orientación de planes y proyectos de los gobiernos nacionales y en la puesta en práctica de determinadas políticas públicas. Empresas de corte informal y "emprendedores" son también el foco de atención de organizaciones no gubernamentales (ONG) a escala planetaria. Estas acciones demuestran que la mano invisible del mercado ha reforzado las estructuras de desigualdad que despojan a la mayoría de la población mundial de una parte significativa de su bienestar.4 Como resultado, se tienen una serie de proyectos, que se concretan muchas veces en paliativos, que generan espacios de esperanza en sociedades donde prevalece una desventaja sistémica en la distribución de la riqueza.

Varias antropólogas, entre las que destacan Lourdes Arizpe, Ana Melis y Caroline Moser5 destacan que la problemática de género es preocupante por su débil inclusión en proyectos específicos y en estrategias que alienten un acercamiento más consistente e integrado al diseño de políticas públicas. Son múltiples los foros y grupos de académicos que han ofrecido reflexiones sistemáticas de cómo las mujeres han visto en la informalidad una alternativa de acceder al mercado de trabajo.6 En este sentido y desde la perspectiva de las propias mujeres que han trabajado en la informalidad, se trata de una elección racional, que está a su alcance y que posibilita la combinación de las labores domésticas con la obtención de un ingreso.

Hay propuestas ambivalentes; por un lado, muchas actividades de corte informal han otorgado a las mujeres mayor visibilidad y reconocimiento social, que valoran el compromiso, la responsabilidad y la creatividad. Como veremos en los subsecuentes apartados, algunos de estos servicios y productos han llegado a ser reconocidos en los circuitos del mercado global.7 Por otro lado, también son múltiples los estudios sobre las condiciones de incertidumbre e inestabilidad a las que se ven expuestas las mujeres que se incorporan al trabajo informal. Sobre este tema, cabe destacar los estudios de caso publicados por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en su serie Mujer y Desarrollo (1995–2003) que muestran las diversas aristas de las condiciones laborales de la informalidad con enfoque de género. En esta serie se evidencian las tensiones que corresponden a diversos dilemas, no sólo de orden económico, sino también moral. Inquieta la existencia de actividades económicas donde se diluye la línea divisoria entre la ilegalidad y el mercado de bienes y servicios que podrían considerarse "giros negros". Incluso la informalidad "blanca" se aprovecha para esconder prácticas ilícitas y corruptas.

Con esta breve introducción se da entrada al viaje evolutivo de la informalidad. La intención es poder apreciar las diversas interpretaciones de este espacio económico en donde se generan oportunidades de acceder a un ingreso monetario para hombres y mujeres. Como se mencionó en párrafos anteriores, la informalidad ha transitado por múltiples facetas, de su reconocimiento en espacios acotados hasta convertirse en un recurso de carácter global. En todo el recorrido se podrá apreciar que el tema de género, no siempre se ha considerado en las formulaciones explicativas de la informalidad, y cuando ha podido estar presente, no siempre se hace patente su cabal influencia en la puesta en marcha de iniciativas de política pública.

 

ACTIVIDADES INFORMALES: EL AUGURIO DE SU DESAPARICIÓN

Peter Evans8 formula un elocuente análisis de la manera cómo los modelos de desarrollo que antecedieron al reconocimiento de la informalidad, se fueron perfilando en algunos países latinoamericanos. Grosso modo, este autor explica cómo desde mediados del siglo pasado se puso en boga un modelo encuadrado en un proceso evolutivo único, en donde las economías de los países desarrollados se ubicaban en el polo positivo, el cual se distinguía por ser productivo, dinámico, moderno, mientras que el resto se ubicaban a lo largo de la línea, dependiendo de un mayor o menor nivel de desarrollo. El sector productivo que reunía las características del polo positivo tenía al sistema de fábrica de corte fordista como el prototipo de organización altamente eficiente. Este esquema de producción se sostenía por fuertes inversiones de capital y tecnología de punta. Además, prometía la generación de empleo estable y bien pagado. Lo cual no sólo incrementaría el producto interno bruto, sino además allanaría la capacidad de consumo de la clase trabajadora. Saskia Sassen9 al analizar diversos procesos de desarrollo urbano plantea que las ciudades, sobre todo los grandes centros urbanos, se convirtieron en los puntos neurálgicos de este modelo. El prototipo de estilo de vida que se derivaba de él era el del hombre proveedor y controlador del espacio público, mientras la mujer se dedicaba cien por ciento al hogar, o sea al espacio privado.10 Esto, por supuesto, se reflejaba en la ausencia o al menos, en la invisibilidad de la participación de las mujeres en los mercados de trabajo.

Por otro lado, en el polo negativo estaban las pequeñas empresas que desde la óptica del modelo Keynesiano eran etiquetadas como atrasadas, marginales, improductivas y, por supuesto, en franco proceso de extinción. La apuesta era que el modelo dominante arrasaría con todas estas actividades pues no se vislumbraba ninguna oportunidad de su sobrevivencia ante la eficiencia y fortaleza de la dinámica del polo dominante y por tanto no eran motivo de atención.

 

EL FRACASO DEL MODELO DESARROLLISTA EN EL ASÍ LLAMADO TERCER MUNDO

Los gobiernos etiquetados como del "Tercer Mundo" optaron por llevar a la práctica un modelo de industrialización por sustitución de importaciones para poder "alcanzar" la calidad de vida de los países desarrollados.11 Esto es, se invitaba a firmas trasnacionales a establecerse en el país para satisfacer el consumo de una minoría. El capital extranjero optó por instalar plantas utilizando maquinaria caduca y condicionando su presencia a que los gobiernos locales invirtieran, modernizando infraestructura, fomentando campañas de alfabetización y de salud para proveer mano de obra en mejores condiciones. El resultado fue que las trasnacionales, si bien ampliaron su presencia en mercados emergentes, no cumplieron la espectativa de generar empleos de manera masiva.

Al mismo tiempo, como resultado de las medidas sociales realizadas por los gobiernos locales, se redujo la mortandad infantil y, por tanto, se provocó un explosivo crecimiento de población que además se concentró en los lugares donde se habían desarrollado las oportunidades, esto es, en las grandes metrópolis. Ante la perversa combinación de una generación limitada de empleos por parte de las empresas de corte fordista y de una explosión demográfica en los centros urbanos, las actividades concebidas como residuales comenzaron a adquirir un nuevo semblante, que las apartaba de la imagen de arcaicas y atrasadas y les concedía una "oportunidad" de ser el eje propulsor de los programas de desarrollo. Ante lo cual se tendrían que instrumentar mecanismos para incorporarlas de manera eficiente al sistema.12

 

LA REIVINDICACIÓN DEL SECTOR INFORMAL POR PARTE DE LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES: ECONOMÍAS PARALELAS

Los organismos internacionales reconocieron que la puesta en marcha del modelo desarrollista había incrementado la brecha entre los países desarrollados y los subdesarrollados, provocando la aparición de "islas de desarrollo". El crecimiento de estas últimas generaba mayor desigualdad al interior del subdesarrollo, por lo que la población con escasos recursos había optado por generar sus propios medios de subsistencia, recurriendo a sus propias tradiciones, a la optimización de sus escasos recursos materiales y a una abundante mano de obra. El antropólogo inglés Keith Hart13 quien trabajaba en un centro de investigación para el desarrollo, fue invitado por la organización Internacional del Trabajo (OIT) a una misión en Ghana, África. Harth, en su reporte, "visibiliza", por primera vez, al sector informal. Los resultados de su investigación apuntaban a la coexistencia de las dos economías paralelas en las grandes urbes y que esta realidad no sólo era privativa de África sino que se replicaba, también, en América Latina y Asia.

Hart señalaba que existía una economía formal y otra, diametralmente opuesta, que él nombró como "informal". Esta última se distinguía por las siguientes características: empresas pequeñas, intensivas en mano de obra, utilizando principalmente trabajo familiar. Además, con pocos recursos materiales y financieros, operando en un mercado altamente competido, de fácil acceso y evasor de la legalidad. Este primer acercamiento que resultó en un listado del perfil microempresarial, tuvo el beneficio de haber avanzado en el reconocimiento oficial de su existencia. Se convirtió en parte de la agenda estratégica de los organismos internacionales y de los gobiernos locales, fomentando el interés por formular una explicación de alcance macroestructural. Hasta este momento y a pesar de la fuerte presencia de los movimientos feministas de la década de 1970, sobre todo en el mundo desarrollado, el tema de género aún estaba ausente en los planes y proyectos orientados al abatimiento de la pobreza.

 

ECONOMÍAS PARALELAS/GOBIERNOS PARALELOS

De manera alternativa, surge otra veta explicativa en un despacho de consulto ría, en Perú, a cargo de Hernando de Soto14, cuyo disparador fue el encargo del gobierno en turno de proponer una solución para el problema de recaudación de impuestos de un ejército de pequeños negocios urbanos. De Soto realizó su investigación en los barrios marginados de Lima. Era el momento del surgimiento del crecimiento urbano acelerado e irregular del mundo subdesarrollado. La legalidad o, más bien, la ilegalidad de las operaciones de estas empresas fue el inspirador de un libro clásico llamado El otro sendero que puso en la agenda de muchísimos gobiernos el tema hacendario y la búsqueda de alternativas para que estas empresas económicas no operaran "por la libre".

Dos fueron sus hallazgos, que mantuvieron la perspectiva de paralelismo y autonomía en relación con la otra forma productiva, la formal. Se trataba de una trayectoria ocupacional autogestada descrita con las mismas características que lo encontrado en África, pero que llegaba a dos conclusiones importantes. La primera fue valorar positivamente al microempresario como un actor económico eficiente, productivo, capaz de generar su sobrevivencia. La segunda era que no se trataba de proyectos atomizados sino que había una red de apoyos, alianzas, complicidades que les permitía generar su propia gobernabilidad, de manera paralela e independiente a la estructura rígida, vertical y poco operativa de la burocracia estatal.

De Soto presenta con este estudio, una fuerte crítica al aparato de Estado, pormenorizando los altos costos en dinero y tiempo de los trámites burocráticos. De manera simultánea, coloca en el "podio de héroes y triunfadores" al contingente de sobrevivientes que, según el autor, se trataba de la maquinaria real que movía la economía de países subdesarrollados. Es, en este momento, cuando se comienza a fomentar una serie de programas para capacitar a los "emprendedores". Se inician cursos en prácticas gerenciales para productores y comerciantes en pequeño.

En la investigación de De Soto, la informalidad combinada con una gobernabilidad autogestada, tuvo como una de sus explicaciones, el crecimiento incontrolado de las migraciones campo–ciudad: población en búsqueda de mejores oportunidades cuya sobrevivencia estaba fuertemente respaldada por lazos sociales. Es importante este elemento, porque gran parte de la tesis que mantiene De Soto, hasta la fecha, es que estos migrantes sin recursos, se han visto involucrados en uno de los males estructurales de la pobreza, que es el uso irregular de la tierra. Su peregrinar por la ciudad comienza con la invasión de predios, fomentando el caciquismo urbano clientelar de quienes tienen el conocimiento y las habilidades para moverse en los vericuetos de la ilegalidad. Junto a las invasiones de tierra está el desarrollo del comercio en la calle, legitimado por la larga tradición indígena de tianguis o mercados al aire libre. Igualmente, el transporte se vuelve un sector que, a través de corruptelas, controla rutas para desplazar a aquellos que viven en los barrios que crecieron irregularmente a las orillas de las ciudades.

La propuesta de De Soto para subsanar los vicios que conlleva el crecimiento de la informalidad, avalada por un gobierno rígido, es flexibilizar la tramitología. Este autor argumenta que de esta manera, el Estado podría aprovechar la energía productiva —hasta ese momento "invisible"— de los protagonistas del desarrollo paralelo. Esto ha tenido fuerte resonancia en el discurso de los gobiernos que han querido formular propuestas de simplificación administrativa, pero también ha dado pie a generar mecanismos coercitivos para contener la ilegalidad, provocando desalojos de tierra y calles por la fuerza. Matos Mar15 argumenta que aunque se mitiga el problema momentáneamente, con el tiempo, estos enfrentamientos se desvanecen, reforzando el control de las mafias que controlan las redes ilegales de comercialización de todo tipo de bienes, como se verá más adelante. Al igual que la propuesta de Hart, en el planteamiento de De Soto, hay una total ausencia de la discusión de género que pudiera dar cuenta de las especificidades emprendedoras de las mujeres en condiciones de alta marginalidad urbana y sus capacidades de liderazgo en la construcción de una gobernabilidad alternativa.

 

LA PROPUESTA ESTRUCTURAL DE CEPAL

Los teóricos que de algún modo se habían negado a reconocer la existencia del sector informal, reconsideran su postura ante los planteamientos descriptivos de corte dual, antes expuestos, y proponen la formulación de nuevos modelos de desarrollo, incorporando las actividades económicas reconocidas anteriormente como arcaicas e improductivas. Una de las grandes contradicciones del modelo desarrollista de mediados del siglo XX, que replanteó el enfoque explicativo de la macroeconomía, fue la presencia de ritmos y trayectorias diferentes de desarrollo de los sectores que conforman la economía y que, con esto, propone un planteamiento alternativo al que sostenía el modelo de desarrollo unilineal.

La realidad apuntaba a que la configuración del modelo de tipo fordista en los países subdesarrollados, si bien había conseguido el dominio monopólico de la esfera corporativa de la economía; éste coexistía con otros sectores económicos que mantenían un proceso de adecuación, subordinación y resurgimiento de formas "no típicamente capitalistas de producción". Es, precisamente en América Latina, con el Programa Regional de Empleo para América Latina y el Caribe (PREALC), bajo la dirección del economista Victor Tokman16, que se desarrolló una propuesta en el plano macro–estructural que estuvo fuertemente influida por la Teoría de la Dependencia de la década de 1970.17

La propuesta de PREALC supera la aproximación al sector informal como participante de un segmento paralelo al sector formal. Incluso argumenta una relación simbiótica entre ambos sectores, que implica no sólo la coexistencia, sino una permanente interacción dependiente y asimétrica. En este sentido, admite la persistencia de la informalidad, dado que esta última resulta funcional al capital. A diferencia de De Soto (1987) que reivindica el dinamismo autogestado de la informalidad, PREALC considera que el sector informal mantiene una capacidad de influencia limitada, por el hecho de que su lógica interna no busca la acumulación sino la sobrevivencia.

En esta nueva propuesta explicativa, el capital se convirtió en el artífice de su crecimiento. Inclusive, se analizaron los beneficios indirectos que la actividad informal traía a los sectores formales. En el sentido de que la naturaleza de la economía informal, por su intermitencia, vulnerabilidad y el hecho de favorecer la autoexplotación, subsidiaba productos de baja calidad y actividades para el consumo de las clases populares que resultarían costosas si fuesen ofrecidas en el mercado formal. En este momento, aún se concebía al sector informal como compuesto por aquel contingente de mano de obra que no había tenido cabida en los sectores modernos de la economía y que, en este sentido, mantenía su posición de sector residual. A partir de esta nueva identidad de la informalidad es que se suscita un gran debate acerca del carácter benigno o explotador de las articulaciones de ambos sectores de la economía.

Hernando de Soto y Victor Tokman fueron, en la década de 1970, y hasta mediados de la de 1980, los que propusieron los dos planteamientos explicativos que dominaron en las políticas de los organismos internacionales y en los programas públicos de gobiernos locales de ese momento. No obstante, ninguno tenía en su agenda una propuesta de género, ni tampoco demográfica, pese a que la informalidad, por no tener barreras de acceso, se convertía en el nicho natural de trabajo para mujeres de todas las edades, junto con la mano de obra infantil y de la tercera edad.

 

LA INFORMALIDAD COMO UN FENÓMENO PLANETARIO

La década de 1980 es la que presenta la más fuerte explosión de propuestas explicativas y de planes de desarrollo para el sector informal. Esto dio pie a que hubiese una gran ambigüedad en sus connotaciones y se convirtiera en un terreno difuso, difícil de reconocer. Un libro que representa muy bien los múltiples abordajes de lo informal fue coordinado por Portes, Castells y Benton,18 y en él se expone una serie de estudios que desmitifican por completo el hecho de concebir al sector informal como sinónimo de la pobreza y propio de los países subdesarrollados. El reconocimiento a esta heterogeneidad también se constató por la presencia de actividades informales en otros espacios distintos a los que hasta el momento eran el foco de atención: esto es, las grandes ciudades de los países pobres.

Se comenzó a apreciar su existencia en zonas rurales, aun en los países comunistas y en las grandes metrópolis, estas últimas, íconos de la globalización.19 Es así como las fronteras territoriales, sociales y políticas se desvanecieron. La informalidad era producto del capitalismo, pero también estaba presente en los países comunistas, en tanto operaba en los circuitos ocultos de mercado, que desafiaban el control central de la economía del bloque socialista. La informalidad, al ampliar su visibilidad en diferentes contextos, dio cuenta de era más que un fenómeno exclusivamente urbano destinado a cobijar al ejército industrial de reserva, sino que estaba presente en regiones rurales, no por una aparición coyuntural, sino que consistía en prácticas artesanales con fuertes raíces históricas, que se habían multiplicado. En todos estos espacios, la informalidad demostraba un gran dinamismo.

Otro de los avances explicativos sobre la informalidad fue constatar el proceso evolutivo de las trayectorias de los trabajadores en su inserción al mercado de trabajo.20 Escobar Latapí da cuenta de que, a lo largo de la vida, las personas circulan indistintamente entre actividades informales y formales y, por tanto, refuta la hipótesis de mercados de trabajo segmentados.21 Este planteamiento se centra en la racionalidad subyacente a las múltiples estrategias utilizadas por la fuerza de trabajo. Además, esta última veta explicativa integraba, en su análisis, las decisiones tomadas por los trabajadores en el seno del grupo doméstico.22 En este sentido, la frontera entre lo público y lo privado se desvanecía, dando cuenta de las diferencias por género y generacionales de las condiciones laborales de la informalidad. Esto abre a la luz pública el hecho de que, existían múltiples formas de explotación al interior de empresas familiares, muchas de ellas informales. Tal parece que fue hasta fines de la década de 1980 que se introduce una nueva dimensión analítica a la informalidad centrada en los estrechos lazos entre el ámbito de la reproducción y la producción. El tema de género inquietaba y comenzaba a tener presencia, en tanto se atendía el rol que las mujeres desempeñaban en estos espacios imperceptibles, subvalorados y difusos, inclusive negados por las propias mujeres.

La explicación sobre la presencia de la informalidad por doquier, comenzó a mezclarse con factores como son: los referentes étnicos y/o las migraciones intra y trasnacionales. Sobre esto último, la informalidad se convertía en la oportunidad ocupacional de indocumentados y provocaba importantes expresiones racistas en los países receptores. Otro elemento explicativo que emergió fue sustituir la segmentación al interior de la informalidad, que separaba la producción "buena" pero subterránea y la mala, negra. Un estudio en Bolivia había demostrado que la producción de cocaína generaba ingresos que después se utilizaban en la compra de artículos en los mercados ambulantes.23 De esta manera se constataba la generación de interconecciones donde las actividades reconocidas como éticamente correctas estaban al servicio, o se reproducían, por los ingresos obtenidos de los giros negros.

Otro gran cambio, fue reconocer al sector informal como motor de desarrollo regional. El modelo de la "Tercera Italia" era el ejemplo emblemático de un proceso autogestado de "emprendedurismo" en red, del reconocimiento de patrones culturales tradicionales de relaciones de confianza y de apoyo mutuo.24 Se criticó fuertemente la inoperatividad de las burocracias verticales de las grandes organizaciones y, en su lugar, se enaltecía la construcción de redes horizontales que resultaban más eficientes y productivas. Este modelo se convertía en una alternativa que había surgido, de manera autónoma, tanto del Estado como del gran capital. El resultado fue que regiones marginadas, expulsoras de mano de obra se vieron fortalecidas al ofrecer las condiciones sociales y políticas para construir cadenas de valor integradas por pequeñas empresas de alta especialización.

El modelo de Tercera Italia se convertía en una suerte de utopía que inspiró a organismos internacionales a proponer apoyos más allá de la microempresa y enfocarse al nivel regional. Varios de estos proyectos de desarrollo regional fueron inspiración para números especiales de la revista World Development25 Los organismos internacionales ofrecieron a gobiernos nacionales apoyos para fortalecer la infraestructura institucional que respaldara la conformación de redes productivas de pequeñas empresas. Se generaron programas públicos para introducir estándares de calidad, incrementar la productividad, acceder al crédito y facilitar la inserción en el mercado. Muchas fueron las propuestas pragmáticas en regiones similares en diferentes partes del mundo para ofrecer las condiciones para potenciar el capital social de lugares donde se había desarrollado algún tipo de especialización productiva como la confección, la fabricación del calzado o las artesanías, pero que requerían para mejorar su competitividad, de capacitación de distinta índole, no sólo tecnológica sino empresarial.26 Desde este planteamiento, la informalidad se convierte en una alternativa viable, que combina un desarrollo económico autogestado y a la vez respaldado por programas públicos.

Es así como, en la década de 1990, el sector informal manifiesta su complejidad, versatilidad y contundente expansión, al punto de trastocar las barreras locales y en su lugar, comenzar su incorporación en los circuitos del mercado globalizado. Cabe añadir que con el incremento de su visibilidad, se dio oportunidad para incorporar en las discusiones de la opinión pública, así como en la agenda de gobiernos y ONG, una serie de reivindicaciones étnicas y de género.

 

GÉNERO E INFORMALIDAD GLOBALIZADA

La informalidad en la globalización cruza toda la estructura social. Es así como hombres y mujeres van buscando oportunidades en los intersticios de los múltiples espacios que continuamente se crean y recrean. La única coincidencia que se puede encontrar en lo que se sigue llamando informalidad, en este mundo densamente interconectado, es su lógica económica que imprime una dinámica social particular en la esfera de la producción. La fuerte expansión de la informalidad en la globalización se debe a múltiples factores: Una de las tantas causas es el lento crecimiento del empleo formal.27 Esta desaceleración también está presionada por el incremento en la demanda de mujeres por acceder al mercado de trabajo.28 La OIT ha financiado múltiples estudios que reiteran la necesidad de las mujeres de contribuir económicamente al sustento familiar y su lucha para contar con los mismos derechos que los hombres en el mercado de trabajo.29

El empleo formal que, hace medio siglo, proveía estabilidad a la población trabajadora, además de una serie de prestaciones que vigorizaban el salario. Hoy día, además de disminuir aceleradamente su ritmo de crecimiento, ha perdido valor. Los incrementos salariales se asimilan a la inflación de una canasta básica ficticia, las prestaciones se han reducido y se vive en la zozobra de los paros técnicos. Estos últimos son uno de los tantos mecanismos del capital para transferir la vulnerabilidad del mercado a los bolsillos de los trabajadores, suspendiendo labores dos y tres veces por semana con pagos mínimos, con la condición de la permanencia de los puestos de trabajo. Los negocios formales cobijados en los modelos de flexibilización productiva han generado diversas modalidades de explotación disfrazada. Por ejemplo, las prácticas profesionales de estudiantes universitarios que participan en proyectos de las firmas, aportando tiempo y conocimiento sin que esto genere ningún tipo de erogación, salvo becas simbólicas. En realidad, las grandes firmas disfrazan así una forma de trabajo precario que promete ofrecer al joven una capacitación superior a la formación en aula y una remota posibilidad de ser contratado a futuro.30 Este deterioro de las condiciones laborales en el sector formal es respaldado por el Estado, reconociendo una ley laboral que favorece más al capital que a un empleo seguro para los trabajadores.31

También, y tomando el caso de México, hay grupos sociales que lejos de buscar un empleo formal, prefieren mantenerse en empleos marginales y acceder a programas de política social, donde la población obtiene subsidios para su alimentación básica, acceso a la medicina social, becas escolares y créditos para emprender un pequeño negocio. El segmento de la población con escasos recursos está encontrando en múltiples programas de la política social más beneficios que en los escasos y mal pagados empleos a los que personas con poca o nula capacitación, pueden acceder dentro de la economía formal.32

Otra de las consecuencias de la globalización ha sido la migración masiva internacional. América Latina en su conjunto, pero sobre todo México, debido a su posición geográfica, mantiene un intenso movimiento de mano de obra ilegal, que arriesga su vida cruzando la frontera por los desiertos o por el Río Grande para poder acceder al mercado de trabajo de Estados Unidos. Es reconocida la gran cantidad de violaciones contra derechos humanos que experimentan estos migrantes.33 La participación de las mujeres es bastante significativa en estos movimientos migratorios. En un comunicado de prensa del Banco Mundial, en noviembre de 2007, se afirmaba que había 95 millones de mujeres migrantes, que representan 49.6% de la migración internacional. Según este comunicado "Las mujeres envían mucho más dinero a sus familias, y la evidencia recogida en zonas rurales de México demuestra que su migración tiene efectos económicos positivos para los hogares que dejan atrás".34

Estas migraciones se han convertido en puentes de doble vía para la proliferación de empresas y empleos informales. Por un lado, con la migración se traslada de la periferia al centro, una oferta de habilidades como son los múltiples oficios de la construcción y jornaleros dispuestos a contratarse en labores agrícolas y mujeres que se reclutan principalmente en el sector servicios. Por el otro, como producto de las remesas que llegan a las comunidades por la migración, se han abierto pequeños comercios informales a cargo generalmente de las mujeres que se quedan en la comunidad. Ellas se vuelven emprendedoras, poniendo negocios de venta o de servicios.

Las importantes cantidades de dinero que llegan directamente a los hogares en las comunidades de origen han propiciado alteraciones significativas en las pautas de consumo.35 Por ejemplo, la tortilla se compra, ya no se hace en casa. Hay una gran demanda por productos chatarra. La empresa alimentaria trasnacional Frito Co. Ha ajustado sus productos a los paladares populares y se ha incrementado la demanda en el consumo de pizzas y hot dogs. Otro negocio informal son los pequeños cafés internet y la renta de películas pirata. A la influencia directa de los migrantes en los cambios en los patrones de consumo, hay que añadir el impacto real de los anuncios comerciales y los estilos de vida que se proyectan en los programas televisivos. Éstos han sido detonadores de la demanda de una población que ya cuenta con dinero para acceder al mercado, en sustitución del autoconsumo y que también ha estimulado la apropiación de productos piratas de baja calidad pero de apariencia global que cierra el círculo vicioso del consumismo.

Para las comunidades rurales en condición de pobreza, este incremento en el consumo producto de la migración tanto nacional como internacional, ha traído consigo una ilusión de movilidad. Este tema se ilustrará con un caso específico. Se trata de las así llamadas "Marías", mujeres indígenas de las etnias mazahua y otomí, originarias de pequeñas comunidades campesinas que circundan a la Ciudad de México.36 Las Marías, por generaciones han acompañado a sus maridos, que son trabajadores de la construcción. En un inicio, a la mitad del siglo XX, se trataba de una migración campo–ciudad, cíclica y temporal; ellas se dedicaban a vender fruta y cacahuate afuera de las iglesias. Posteriormente, alrededor de 1970, se dedicaron a la venta de chicles en los semáforos del Centro de la Ciudad de México.

A través del tiempo, estas mujeres se convirtieron en el ícono perfecto de la marginalidad urbana y "presas" de campañas políticas de los gobiernos de la Ciudad de México. Ante esta situación, las Marías supieron allegarse de recursos derivados de la aplicación de diversas políticas públicas. Les otorgaron puestos ambulantes "tolerados" en espacios públicos muy concurridos donde venden música y películas piratas. Accedieron a múltiples programas de política social, no sólo en la gran ciudad sino también en sus comunidades. Obtuvieron donativos del gobierno de la ciudad de material de construcción con el argumento de construir casas dignas. Ellas supieron transportar este material a sus pueblos de origen donde ahora tienen casas de ladrillo con servicios como agua potable y electricidad. Estas casas suplieron sus chozas de adobe.

Las Marías han utilizado también otros programas de asistencia social para acceder a servicios de salud y de escuelas para sus hijos en la ciudad. Como resultado del acceso a estos beneficios públicos, hoy día, estas familias permanecen más tiempo en la ciudad, urbanizando sus formas de vida. De acuerdo con los índices de pobreza, estas Marías han superado los niveles más bajos de pobreza extrema, e incluso enfoques puramente economicistas confirman una real movilidad social de este grupo indígena, sobre todo generacional. Esto se constata por el hecho de que los hijos nacieron en clínicas de salud y accedieron a las escuelas donde pudieron obtener el grado básico.

Estas nuevas generaciones de indígenas en la ciudad tienen ahora otras demandas de consumo, rechazan el trabajo agrícola y de la construcción, así como la venta ambulante. Su búsqueda de mejores ingresos que los obtenidos por sus padres los ha llevado a participar en la distribución al menudeo de droga y la prostitución. Este caso da cuenta de que a pesar de que estos grupos indígenas han sabido aprovechar la puesta en práctica de políticas sociales en atención a los más desprotegidos que el gobierno definitivamente pone a disposición de los habitantes de la gran ciudad, los resultados solamente han provocado una ilusión falsa de movilidad.37

Las oportunidades de empleo que ellos suponen obtener a través de una capacitación formal, han generado otro tipo de obstáculos, como la persistencia de una sociedad aún segmentada, con fuertes, aunque escondidas actitudes racistas que cancela la apertura real de oportunidades para todos. La consecuencia ha sido su disposición de incorporarse a los giros negros del mercado urbano. Todo lo antes expuesto da cuenta de que la globalización ha abierto muchas otras oportunidades a la informalidad, pero que esto no significa que el mundo haya logrado superar brechas, sino que por el contrario, las ha acentuado. Las poblaciones de la periferia viven la ilusión del consumo, pero siguen excluidas, sumergidas en el vicio del consumismo, enganchadas a cualquier alternativa de allegarse de un ingreso aunque esto implique traspasar los límites de lo lícito.

La informalidad también se ha visto beneficiada por la relocalización trasnacional de la producción de mercancías tradicionales, como es la confección o el calzado, pero además de manera reciente, una serie de productos ensamblados, como los microchips o arneses.38 Se generan empleos de baja remuneración bajo la modalidad de maquila, que no reportan efectos significativos en el desarrollo regional. Muchas de estas cadenas de producción subcontratan algunos procesos dentro de la categoría de trabajo domiciliario pagado por pieza. En este espacio privado y fuera de todo registro censal, se dan los casos de la explotación de menores y ancianos o bien el sobretrabajo de las mujeres amas de casa, con tal de obtener el ingreso deseado sin descuidar las labores del hogar.

Esta producción, aún invisible para el recuento estadístico, ha generado verdaderas mafias trasnacionales, lo cual se potenció ante la firma de acuerdos comerciales supranacionales. La expansión de las redes ilegales de producción y comercialización en zonas donde no hay observancia de leyes laborales y comerciales, refleja la perversión del capitalismo desorganizado al cual alude David Harvey.39 Además, esta apuesta por un desarrollo bajo el auspicio de inversiones extranjeras, ha traído como consecuencia, un debilitamiento de la base económica local, ante la imposibilidad de competir en igualdad de circunstancias con cadenas de producción supranacionales. Lo que se ha provocado es una mayor concentración de riqueza y un incremento de la brecha entre países pobres y ricos.

Otra alternativa producto de la apertura comercial es la presencia de cadenas de ventas de productos chatarra, imitaciones de baja calidad que son masivamente distribuidas por redes muy eficientes, generalmente en manos de familias asiáticas que controlan toda la red de producción, hasta la distribución. En el estudio de Alarcón40 se muestra que estas cadenas de producción y distribución tienen su fuente de origen en un sinnúmero de pequeñas empresas en lugares marginados de China y Corea y de ahí se transportan a zonas escondidas de Estados Unidos y, después, por toda América Latina. Es una amalgama de interconexiones muy eficientes, muy bien sincronizadas, donde se privilegia la relación interpersonal, de boca en boca, sin mediar papeles, ni sofisticadas tecnologías y que incorporan de manera informal fuertes contingentes de mano de obra local, a los que nunca se les invita a participar en el negocio. Tanto en los tramos de producción como en la distribución, hay una preferencia por la contratación de mujeres jóvenes. La manera tan obscura de operar de estas mafias asiáticas, da oportunidad a que se utilice la misma red para colocar en el mercado toda la variedad de estupefacientes, entrando en corruptelas con los encargados de la seguridad pública. Es un juego de complicidades que desvirtúa y oscurece los posibles efectos positivos de la generación de empleos.

Hay otra modalidad muy reciente de las firmas globales para vincularse con negocios informales que es el desarrollo de programas de responsabilidad social empresarial.41 Estas empresas han pasado de programas asistencialistas a generar proyectos productivos Por dar un ejemplo, la empresa mundial, fabricante de tenis Converse, tiene un proyecto para que comunidades étnicas, en el mundo, dibujen o tejan de manera artesanal tenis de élite, que después se venden en boutiques de las grandes metrópolis a 200 euros. Son talleres de corte informal, con instalaciones precarias pero con artesanos que han heredado por generaciones el conocimiento de bordar tela o pintar cerámica.

La empresa Converse provee todos los materiales, los capacita para la utilización de pinturas más resistentes y se compromete con regresar a estos talleres, la totalidad de las ganancias directas de la venta de los tenis de élite. Estos programas de responsabilidad social empresarial van fuertemente acompañados de publicidad que aparece en revistas leídas por el segmento de alto consumo. Es una manera creativa de "salvar" la imagen de la importante extracción de plus valor de los tenis que se consumen en todo el mundo y que convierten a Converse en una de las firmas globales más exitosas.

A la informalidad también han ingresado mujeres de clase media y alta.42 Generalmente se trata de la primera generación de mujeres con un elevado estatus social, quienes se incorporan al mercado de trabajo para poder mantener un alto nivel de consumo. Ellas sienten la presión social por llevar el estándar de vida que la mercadotecnia ha generado. Generalmente se trata de ventas casa a casa, o utilizan sus automóviles último modelo para vender hasta lo inimaginable para uso doméstico y personal. Son las mujeres de clase media que han dado cabida a la expansión de las así llamadas "ventas multinivel" donde la vendedora se vuelve compradora a la vez. El éxito de esta red de consumidoras recae en su capacidad de tejer redes, de participar en clubes de consumidores de tal o cual cosa, que las identifica con un estilo de vida más saludable, más ecológico, etcétera.43 Hoy día, a cambio, o en sustitución, de los múltiples beneficios del empleo formal, se han formado ejércitos de emprendedoras que lo que tienen a su alcance son sus habilidades, su formación escolar de alto nivel, los recursos materiales (ahorros familiares, programas de apoyo al emprendedor), su capital social y simbólico.

Estas mujeres ven en el sector informal una alternativa idónea de obtener un ingreso fuera de las jerarquías, muchas veces misóginas del empleo formal. Los jefes y las políticas de las organizaciones legitiman muchas veces esa cultura de género, donde las autoridades se aprovechan de la relación de subordinación, reforzando conductas verticales. Las mujeres después de múltiples batallas que se dieron en las últimas décadas del siglo XX, son más conscientes de sus derechos. En muchas partes del mundo y en algunos sectores modernos de la economía, ya se puede hablar de una etapa donde la victimización que la mujer vivió en los espacios laborales, cuenta con instancias de denuncia, tanto de gobierno, pero, sobre todo, de la sociedad civil.44 Ante estos cambios, las mujeres de clase media entran por voluntad propia al sector informal, por una selección razonada de costo–beneficio más allá de indicadores económicos. En condiciones donde manejan su tiempo, combinan sus actividades públicas y privadas, escapando de relaciones misóginas en el lugar de trabajo y manteniendo su ritmo de consumo.

Otra de las múltiples alternativas que ha propiciado el crecimiento exponencial de la informalidad es producto de la accesibilidad masiva de las tecnologías de la información. Estas últimas han provocado nuevas formas de contacto entre productores y los circuitos de comercio global dentro del espacio virtual, así denominado digitofactura,45 abriendo "al infinito" las posibilidades de qué, dónde y con quién entrar en un proceso de compraventa. Este espacio virtual se ha convertido en un nicho idóneo para el acceso de las mujeres a la informalidad.46 Este crecimiento exponencial de la informalidad ha transgredido todas las barreras institucionales y legales. Ha estimulado que mujeres que consideraban que las labores domésticas limitaban sus posibilidades de acceso al mercado de trabajo; ahora generen todo tipo de alternativas en el seno de su casa, controlando sus tiempos y combinando sus ocupaciones familiares con una suerte de emprendedurismo desterritorializado.

En la red virtual se puede vender lo inimaginable, desde pasteles, masajes, organización de bodas, clases particulares de todo, venta de cosas usadas, venta incluso del propio cuerpo. En el ciberespacio se ofrecen órganos, servicios de prostitución o de préstamo de útero para gestar un bebé. Con estos últimos ejemplos, la digitofactura no solamente rompe con la lógica de tiempo y espacio para las transacciones comerciales, sino que derriba barreras éticas de lo que se debe o no comercializar. En algunos espacios de la informalidad virtual se atenta contra la dignidad humana sin mecanismos adecuados para regular su operación.47

Este rompecabezas nos permite ver que los diversos actores económicos inmersos en la informalidad, poseen y usan sus activos sobre la base de diversos arreglos extralegales, sin parámetros precisos, muchas veces improvisados, sobre la marcha. Estas prácticas no cuentan con el respaldo, ni con referentes transparentes y codificados, avalados por jurisprudencia y, por tanto, se mueve en el terreno del no valor, de la ilegalidad y de los espacios excluidos, de lo que David Harvey llama "acumulación por desposesión".48 Los grupos en el poder se aprovechan de estas circunstancias y comienzan a gobernar a su manera, a base de clientelismo, prebendas, apoyos incondicionales y una suerte de interdependencia fatal.

 

LA INFORMALIDAD EN CIFRAS Y EN LA AGENDA DE LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES

Apreciar la magnitud y el crecimiento de la informalidad inmersa en los complejos procesos de la globalización es un gran desafío. Los recuentos estadísticos de las agencias internacionales a escala mundial, aún mantienen estructuras muy rígidas que distan de una cabal apreciación de las viejas, nuevas y renovadas maneras de ingresar a actividades informales, tal como se analizó en la sección anterior. No obstante, es un ejercicio que se debe presentar en un ensayo de esta naturaleza para poder comparar y contrastar algunas tendencias de la conformación de la informalidad en diversas regiones del mundo.

Según cifras a nivel mundial, son las mujeres las que en mayor medida ven en la informalidad, una oportunidad de insertarse en el mercado de trabajo, y son ellas las más proclives a aceptar circunstancias de empleo vulnerables e incluso ilícitas. [cuadro 1]

Este cuadro muestra que en la última década del siglo XX, a escala mundial, el porcentaje de mujeres casi duplica al de hombres en el sector informal. Analizando los resultados antes expuestos, llama la atención que en las regiones desarrolladas sea el sector informal un nicho ocupacional mucho más socorrido por mujeres que por hombres. Esta diferenciación es aún más aguda en Asia donde, de cuatro personas que trabajan en la informalidad, tres son mujeres. En cambio, en América Latina, el porcentaje de participación entre hombres y mujeres es bastante equitativo. Esto hace pensar que no es un reservorio sólo para mujeres, sino que los hombres encuentran en la informalidad una forma de emprendedurismo.

Si este mismo ejercicio se desarrolla, ahora, tomando en cuenta los sectores ocupacionales, la siguiente gráfica muestra que:

En el autoempleo industrial predominan los hombres en las regiones desarrolladas. Por el contrario, en Asia predominan las mujeres en este sector. Muy probablemente sea producto del trabajo femenino en talleres domésticos de confección, lo que les permite combinar las actividades productivas con las labores del hogar y de la crianza. Según estas cifras, la mujer latinoamericana participa relativamente poco en actividades industriales. En cuanto al comercio, tanto hombres como mujeres africanas superan todos los porcentajes en relación con esta actividad si se compara con el resto de las regiones. Esto puede reflejar que en África, las prácticas informales para la compraventa de productos está más arraigada culturalmente y demuestra su eficiencia. En Asia parece que los hombres son más activos en el comercio que las mujeres, mientras que América Latina reporta una suerte de equidad de género en el sector comercial. Por el contrario, las mujeres latinoamericanas se destacan en el autoempleo en servicios personales, incluso rebasando todos los porcentajes de participación de mujeres en los otros sectores a nivel mundial. Mientras que en Asia y África, la participación de mujeres en los servicios es inferior que en otras actividades como la industria y el comercio.

Este ejercicio cuantitativo sólo refleja parcialmente la altísima complejidad de la informalidad y su exponencial crecimiento y diversificación. Con toda certeza, las estadísticas proporcionadas por la organización Internacional del Trabajo están subrepresentadas. Hasta la actualidad hay una ausencia de censos confiables en muchos países del orbe. Como se ha mencionado en apartados anteriores, muchas actividades informales son actividades "invisibles" para el gobierno, ya sea que se oculten para evadir las cargas fiscales, o bien, porque las mujeres trabajadoras tienden a reportar las labores domésticas y reproductivas como su única actividad y a desconocer que ciertas labores que desarrollan en su casa, como es la tan socorrida maquila domiciliaria, son actividades productivas. Otro crecimiento exponencial de la informalidad, invisible para las estadísticas, son las redes virtuales de comercialización. Además de que, como se comentó anteriormente, hay aún una gran variedad de actividades generadoras de ingresos que, además de ilegales son consideradas inmorales y éstas difícilmente se pueden captar con métodos estadísticos.

En la agenda de organismos internacionales, la informalidad se mantiene como sinónimo de precariedad, inestabilidad, trabajo forzado, explotación, ilegalidad, exclusión, discriminación. Cuando se incorpora el tema de género, se puede apreciar una mayor recurrencia de estos atributos. En este tenor, se coloca a las mujeres como las "víctimas" principales de las desigualdades estructurales de la sociedad a nivel mundial. Como se mencionó en la introducción, a partir de la década de 1990, y como resultado de una importante movilización feminista hay una mayor visibilidad de la situación de las mujeres en la informalidad. Se puede apreciar que la dimensión de género está incorporada en las metas de desarrollo del milenio propuestas por el Banco Mundial, lo que ha incidido en una mayor presencia en diversos programas de desarrollo.49

Sin embargo, analistas de este proceso, como la antropóloga inglesa Caroline Moser50 argumentan que, a pesar del interés por promover y apoyar iniciativas, falta un enfoque más integral. Las evaluaciones muestran que aún no hay coincidencia entre el acceso al mercado de trabajo y el control que las mujeres detentan sobre los beneficios que estas actividades arrojan. La autora afirma que los que diseñan las políticas públicas, si bien han podido mejorar fórmulas para lograr un mayor equilibrio entre el costo–beneficio de los programas propuestos, aún no han podido incluir elementos de corte cualitativo que reflejen los impactos que el referente de género otorga a las perspectivas, experiencias, conocimientos e intereses de programas en apoyo a actividades económicas autogestadas. Moser51 afirma que la falta de consenso ha repercutido en el alcance de las políticas públicas a nivel local con orientación de género; sobre todo, se carece de una evaluación sobre el control real de los recursos y la falta de disfrute de los beneficios alcanzados por parte de las mujeres. Tal parece que a pesar de que estas últimas hacen un doble esfuerzo por colaborar y participar en actividades productivas, son los hombres los que se aprovechan de las ganancias, en una suerte de reafirmación de conductas machistas y una manifestación de no merecimiento por parte de las mujeres de las bondades de su esfuerzo.

 

CONCLUSIONES: TRABAJO DIGNO

A lo largo de este ensayo se ha podido constatar que la informalidad no solamente ha persistido, sino que también ha demostrado una gran capacidad de reinventarse y aprovechar todos los instrumentos a su alcance, tanto políticos, económicos, culturales y tecnológicos para seguir creciendo. Su diversificación ha traspasado barreras de clase, de sector, de lugar. El sector informal ya no es un eufemismo de pobreza, sino es una forma específica de producir y distribuir toda clase de mercancías. En la era de la globalización, la participación en el sector informal es una acción voluntaria, deliberada que ante el deterioro de los empleos formales, se ha convertido en una mejor apuesta para diversos segmentos de la sociedad. Gran parte de los estudios citados en este texto constatan que la informalidad a la vez que ha potenciado los alcances del mercado trasnacional de todo tipo de mercancías y ha abierto oportunidades para los sectores de la población que viven presionados por mantener un estilo de vida; también ha creado, desafortunadamente, ilusiones, confundiendo la capacidad de consumo con una movilidad social real.

No obstante su diversidad, la informalidad aún mantiene una fuerte identificación con la precariedad, la inestabilidad, la discriminación y la exclusión. Hay un sinnúmero de evidencias de la constante transgresión de moralidades: trabajo impago, trabajo infantil, largas jornadas, ventas ilícitas, espacio para los migrantes ilegales y los marginados. Hay en este sentido gran ambivalencia en lo que se denomina sector informal, que da pie a una mezcla perversa de flexibilidad y explotación, productividad y abuso, empresarios agresivos y trabajadores indefensos.

Aunque existen estimaciones de su crecimiento, la informalidad se escapa de cualquier estimación económica por diversas razones: una suerte de invisibilidad ante los registros oficiales por tratarse de actividades que no reportan al fisco o por ser prácticas propiamente ilícitas. También por desarrollarse en el espacio privado o por desdibujarse en el ciberespacio. En la medida en que el sector informal se mantenga "invisiblemente omnipresente", seguirá reproduciendo condiciones de esclavismo, fortaleciendo mafias, manteniendo prácticas ilegales, fomentando la inequidad de género. Muchas veces, los gobiernos han sido cómplices de este crecimiento, sacando provecho de su existencia. Es tolerado porque subsidia a las estructuras económicas formales y de esta manera contiene socialmente el descontento de una población. Sin embargo, la excesiva laxitud y, por tanto, la falta de control en su expansión y versatilidad puede traer serios problemas de ingobernabilidad.

El binomio género e informalidad no surgió simultáneamente en las agendas de los organismos internacionales. Fue necesario que el movimiento feminista atrajera la atención de la opinión pública para que las manifestaciones de desigualdad y segregación de actividades reconocidas como informales se tradujeran en planes de acción y que estos últimos tomaran en cuenta las distinciones de género. A partir del reclamo de la sociedad civil y de diversos estudios que evidencian la reproducción de condiciones infrahumanas de trabajo, las agendas de organismos internacionales están caminando hacia el reconocimiento diferenciado de la participación de hombres y mujeres en la dinámica de la economía informal.

Por tal motivo, la agenda de los organismos internacionales y las acciones emprendidas por las ONG tienen que seguir luchando por dignificar el trabajo, proponer marcos de referencia éticos, respaldados legalmente, para fijar reglas que fomenten la equidad de género, que puedan contrarrestar la discriminación, el machismo, la sobreexplotación y el crecimiento desbordado de actividades ilícitas.

 

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NOTAS

1 World Bank, Development New Press Review, abril 2 de 2002.

2 Agradezco el apoyo otorgado para la realización de este ensayo por Rodrigo Ramírez Autrán, alumno de la maestría en antropología social de la Universidad Iberoamericana.

3 David Harvey en dos de sus obras clásicas The Limits to Capital, Nueva York, University of Chicago, 1982 y The Condition of Postmodernity, Estados Unidos, Blackwell Publishers, 1989, analiza los diversos procesos de acumulación que se han puesto en práctica en la evolución del capitalismo.

4 Michael Blim analiza de manera acertada este punto en su capítulo "Igualdad de género y las políticas neoliberales del desarrollo", en Carmen Bueno y Margarita Pérez Negrete (coords.), Espacios globales, México, Plaza y Valdés/Universidad Iberoamericana, 2006.

5 Lourdes Arizpe, La mujer en el desarrollo de México y de América Latina, México, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias–UNAM, 1989; Ana Melis, "El papel de la mujer en la economía sumergida", Revista Eres, Serie de Antropología, vol. 1, núm. 2, España, diciembre de 1989, pp. 127–139; y Caroline Moser, Mainstreaming Gender and Development in the World Bank, Informe de evaluación, Banco Mundial, 2003.

6 Uno de los tantos ejemplos que se podrían mencionar es la compilación a cargo de Orlandina de Oliveira, Trabajo, poder y sexualidad, México, El Colegio de México, 1989, donde presenta diversos estudios de caso en los que se puede apreciar la inserción de mujeres en actividades informales.

7 La antropología española ha dado cuenta de la inserción de industrias locales al mercado global con el apoyo de programas del Estado. Por ejemplo, los trabajos de Encarna Aguilar Criado, Merino Baena y Migens Fernández, "Patrimonio y mercado: la nueva apuesta por la cultura", Patrimonio cultural: politizaciones y mercantilizaciones, Sevilla, Sierra y Pereiro (Eds.), Fundación El Monte/FAAEE/Asana, 2005, pp. 51–67. También la investigación de Ana Melis Maynar y G. Canales Martínez, "Entre lo local y lo global: de las alpargatas a la industria del calzado en Alicante", en Carmen Bueno y Encarna Aguilar (coords.). Las expresiones locales de la globalización: México y España, México, Miguel Ángel Porrúa/CIESAS/UIA, 2003.

8 Peter Evans, Dependent Development. The Alliance of Multinational, State and Local Capital in Brazil, Estados Unidos, Princeton University Press, 1979, analiza, a partir del caso brasileño, el modelo de industrialización imperante después de la Segunda Guerra Mundial en varios países latinoamericanos.

9 Saskia Sassen, Cities in a World Economy, Estados Unidos, Blackwell Publishers, 2002, presenta un recorrido histórico de la urbanización en diversas ciudades del mundo.

10 Este estilo ideal de vida está descrito en el artículo publicado por Louis Wirth en 1938 titulado "Urbanism as a way of life", American Journal of Sociology, vol. 44, núm. 1, Estados Unidos, University of Chicago Press, julio de 1938, pp. 2–17.

11 Albert O. Hirschman, "Economía política de la industrialización a través de la sustitución de importaciones en América Latina", El trimestre económico, núm. 63, México, 1996, pp. 489–524, presenta un análisis de economía política sobre la manera en que se introdujo este modelo de sustitución de importaciones en América Latina.

12 Fernando Julio Piñero, "El modo de desarrollo industrial fordista–keynesiano: características, crissis y reestructuración del capitalismo", Revista Contribuciones a la economía, http://www.eumed.net./cel junio de 2004, analiza, desde la perspectiva latinoamericana, la evolución del modelo fordista–keynesiano en esta región. El autor presenta sus características y debilidades principales, así como su necesaria reestructuración.

13 El informe de Keith Hart se publica en "Informal in Come opportunities and Urban Employment in Modern Ghana", Journal of Modern African Studies, núm. 11, 1973.

14 Hernando de Soto, El otro sendero, La revolución informal, México, Diana, 1987.

15 José Matos Mar, "Desborde popular y crisis del Estado", Revista Problema, núm. 21, Perú, Instituto de Estudios Peruanos, 1984, pp. 76–95, presenta un argumento contrario al propuesto por De Soto.

16 Relationship", The Urban Informal Sector: Critical Perspectives, vol. 6, núms. 9–10, Gran Bretaña, World Development, 1978.

17 Algunos de los representantes más conocidos de la Teoría de la Dependencia son: Francisco de Oliveira, "La economía brasileña: crítica a la razón dualista", Trimestre económico, vol. XXIII, núm. 158, México, 1972, pp. 411–484, y Theotonio dos Santos, Teoría de la Dependencia: balance y perspectivas, España, Plaza y Janés, 1970.

18 Alejandro Portes, Manuel Castells y Lauren A. Benton (coords.), The Informal Economy. Studies in Advanced and Less Developed Countries, Baltimore, The John Hopkins University Press, 1989; libro que a mi juicio es el parteaguas en la explicación sobre la informalidad.

19 Patricia Arias, "El empleo a domicilio en el medio rural: la nueva manufactura", Revista Estudios Sociológicos, vol. VI, núm. 18 (septiembre–diciembre), México, El Colegio de México, 1988, pp. 535–552, realiza un estudio sobre la manufactura a domicilio en una región rural de México; Josep–Antoni Ybarra, "Informalization in the Valencian Economy. A Model for Underdevelopment", en A. Portes, M. Castells y L.A. Benton (coords.), op. cit., pp. 216–227, analiza la producción de zapato en zonas rurales de España, Gregory Grossman, "Informal Personal Incomes and outlays of the Soviet Urban Population" en ibidem, pp. 228–243, estudia la informalidad en la Unión Soviética, y Saskia Sassen Koob, "New York City's Informal Economy" en ibidem, pp. 60–77, analiza la presencia del sector informal en la ciudad de Nueva York.

20 Agustín, Escobar Latapí, Con el sudor de tu frente: mercado de trabajo y clase obrera en Guadalajara, México, El Colegio de Jalisco, 1988, es de los primeros antropólogos mexicanos en analizar la movilidad ocupacional entre lo formal e informal.

21 Una aproximación de mercados de trabajo paralelos, la presentan David M. Gordon, Richard Edwards y Michael Reich, Trabajo segmentado, trabajadores divididos, España, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1986.

22 Sobre este tema consultar los diversos estudios realizados por Mercedes González de la Rocha, entre los que destaca Los recursos de la pobreza: el grupo doméstico frente al mercado regional urbano, México, El Colegio de Jalisco, 1986.

23 Blanes, J. Jiménez, "Cocaine, informality and the Urban Economy en La Paz, Bolivia", en A. Portes, M. Castells y L.A. Benton (coords.), op. cit., pp. 135–149.

24 Sobre el modelo de Tercera Italia, hay varios estudios de sociólogos italianos, entre los que destaca Vittorio Capecchi, "The Informal Economy and the Development of Flexible Specialization in Emilia–Romagna", en ibidem, pp. 189–215, y "A History of Flexible Specialization and Industrial Districts in Emilia–Romagna", en F. Pyke y W. Sengenberger (coords.) Industrial Districts and Local Economic Regeneration, Génova, International Labor office, 1991, pp. 47–62.

25 Una gran variedad de casos en todo el mundo se publicaron en los números 23 (1995) y 27 (1999) de la revista World Development.

26 Algunos trabajos representativos del desarrollo regional de pequeña producción son: Josep–Antoni Ybarra, Juan Mario Giner y María José Santa María, Distrito industrial y política industrial: el caso de la cerámica española, México, Facultad de Economía–UNAM, 1998; asimismo, V. Capecchi, "A History of Flexible...", op. cit.; Roberto Rabellotti, External Economies and Cooperation in Industrial Districts: A Comparison of Italy and Mexico, Reino Unido, St. Martin's Press, 1997 y, por último, Gary Gereffi, "International Trade and Industrial Upgrading in the Apparel Commodity Chain", Journal of International Economics, 48(1), 1999, pp. 37–70, entre otros.

27 La discusión sobre el modelo neoliberal de la economía mexicana se puede encontrar en Heather Williams, "of Free Trade and Debt Bondage", Latin American Perspectives, vol. 28, núm. 4, 2001, pp. 30–51.

28 Victor Tokman, Una voz en el camino. Empleo y equidad en América Latina: 40 años de búsqueda, México, Fondo de Cultura Económica, 2004, presenta estadísticas para América Latina sobre el incremento en la participación de las mujeres en el mercado de trabajo.

29 Laís Abramo y Rosalía Todaro (coords.), Cuestionando un mito: costos laborales de hombres y mujeres en América Latina, Perú, organización Internacional del Trabajo, 2002, presentan una serie de casos que ilustran los alcances y vicisitudes de las mujeres latinoamericanas en el mundo laboral.

30 Información obtenida mediante trabajo de campo en firmas globales localizadas en México en los veranos de 1994, 2000, 2005 y 2008.

31 Los cambios en el sindicalismo en México ha sido ampliamente estudiado por Graciela Bensusán, El modelo mexicano de regulación laboral, México, Plaza y Valdés/Fundación Friedrich Ebert, 2000.

32 Carlos Cruz y Rodolfo de la Torre, Evaluación externa. Impacto del Programa (2001–2006), Cuaderno de trabajo IIDSES–UIA, México, 2007, realizaron la evaluación externa de impacto del Programa oportunidades durante ese periodo.

33 Ana María Aragonés, Migración internacional de trabajadores. Una perspectiva histórica, México, UNAM/Plaza y Valdés, 2002, realizó una investigación histórica sobre la migración internacional de trabajadores mexicanos, y Jorge Bustamante, Migración internacional y derechos humanos, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas–UNAM, 2002, tiene una larga trayectoria estudiando los efectos sociales, económicos y jurídicos de la migración entre México y Estados Unidos. La referencia que aquí se cita es específica del tema de derechos humanos.

34 Comunicado de prensa núm. 2008/120/PREM, http://go.worldbank.org

35 Sandra Alarcón, "Antropología y consumo de migrantes: los cambios en los patrones de consumo en una comunidad indígena del estado de Hidalgo", en C. Bueno y M. Pérez Negrete (coords.), Espacios.,., op. cit., pp. 275–301, analiza los efectos de las remesas en los patrones de consumo en una comunidad indígena del estado de Hidalgo.

36 La condición de migrantes de estas mujeres fue estudiada por primera vez por Lourdes Arizpe en su tesis sobre migración campo–ciudad, "Women in the Informal Sector: the Case of Mexico City", Women and National Development: Complexities of Change, Chicago, The Chicago University Press, 1977.

37 Informe inédito presentado por Rafaela Flores, ex alumna de la maestría en Antropología Social, CIESAS.

38 Gary Gereffi, "International Trade and Industrial.", op. cit. y, del mismo autor, "The Transformation of the North American Apparel Industry: Is NAFTA a Curse or a Blessing?", Integration and Trade, 4(II), 2000, pp. 47–95; en ellas analiza la mundialización de las cadenas de producción y venta de la confección.

39 David Harvey, Spaces of Hope, Edinburgo, Edinburgh University Press, 2000.

40 Sandra Alarcón, El tianguis global, México, Universidad Iberoamericana, 2008. En este libro, su autora ha hecho un seguimiento puntual de estas redes de comercio informal.

41 María Patricia Vargas y Carmen Bueno, Políticas Públicas de apoyo a los pequeños empresarios del diseño. Un estudio comparado entre México y Argentina, Cuaderno de trabajo del IIDSES, México, Universidad Iberoamericana, 2008.

42 Alejandro Portes y Kelly Hoffman, "La estructura de clases en América Latina: composición y cambios durante la era neoliberal", Revista Desarrollo Económico, vol. 43, núm. 171, octubre–diciembre de 2003, mencionan los efectos que han tenido las políticas de ajuste para la clase media.

43 Para mayor información véase http://www.wikipedia.org/wiki/Marketing_multinivel.

44 La organización Internacional del Trabajo, Amnistía Internacional y la Comisión de Derechos Humanos apoyan a las mujeres ante el acoso y el hostigamiento sexual en el lugar de trabajo. Casos específicos se pueden consultar en http://www.oacdh.org.

45 Jordy Micheli, "El trabajo de digitofactura en la sociedad posindustrial", en C. Bueno y M. Pérez Negrete (coords.), Espacios..., op. cit., ha analizado múltiples modalidades de empleo mediadas por las tecnologías de la información.

46 Un ejemplo de este mercadeo virtual de artesanías de Medio oriente y de África en http://www.peoplelink/vsouk. En estos casos, se demuestra el acceso de las mujeres a actividades productivas mediadas por las tecnologías de la información.

47 Para mayor información véase http://www.mujereslegendarias.org.ve/comerciosexualcyberespacio.htm

48 David Harvey, "La acumulación por desposesión", en C. Bueno y M. Pérez Negrete (coords.), Espacios..., op. cit., pp. 21–53.

49 Sólo por citar algunos, están Women in Development (WID) y Gender and Development (GAD) Este ultimo aparece en 1993; es un programa que presenta mayor complejidad que el WID porque no solamente hace referencia a las condiciones de las mujeres de manera aislada, sino que incluye las relaciones de género en la sociedad. Ambos programas están incorporados a UNRISD.

50 Moser, Caroline, Mainstreaming Gender and Development in the World Bank, Informe de evaluación, Banco Mundial, 2003.

51 Ibidem.

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