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Argumentos (México, D.F.)

versión impresa ISSN 0187-5795

Argumentos (Méx.) vol.22 no.60 Ciudad de México may./ago. 2009

 

Dossier: El individuo en la sociedad contemporánea

 

Diversa identidad: algunas notas a partir del fenómeno emo

 

Enrique Hernández García Rebollo*

 

*Profesor titular de tiempo parcial en el Departamento de Educación y Comunicación de la UAM–Xochimilco.

 

Resumen

En este artículo se aborda el tema de la identidad, relacionándolo con variados aspectos de la vida social actual, misma que ha sido denominada por diversos autores como posmodernidad, hipermodernidad o simplemente modernidad. Adoptamos aquí una postura que no profundiza en este debate directamente, sino que intentamos, más bien, vislumbrar algunas formas mediante las cuales un concepto tal como diversidad nos ayuda a entender más, cómo las identidades actuales son plenamente diversas en su constitución. Tomamos al contemporáneo fenómeno "emo", grupo de adolescentes actuales (también denominado tribu urbana), como ejemplo que condensa muchos de los significados subyacentes en sus esferas ética y estética.

Palabras clave: identidad, diversidad, tribus urbanas, emo.

 

Abstract

This article discuss the concept of identity relating it to a various aspects of social life—which has been nominated by diverse authors as post modernity, hypermodernity or simply modernity. We behold here a non insightful position about this debate, but witness some forms throughout which a concept such as diversity helps us understand more how nowadays identities are utterly diverse in their foundation. We take here the contemporaneous phenomena known as "Emo" —a modern teenage group, also called urban tribe— as an example that assemblies many of the subjacent meanings in its ethic and esthetic spheres.

Key words: identity, diversity, urban tribe, emo.

 

INTRODUCCIÓN

Tener una hoja en blanco enfrente, acto muy similar a visualizar el horizonte histórico más próximo, es un reto, sí, pero también es una invitación a la creación. Desplegar nuestro pensamiento en un espacio delimitado y concreto, materializado en el papel, es dejar constancia sólida de algo que de otra manera se desvanecería en el aire. Si gracias a Berman1 pudimos darnos cuenta, entre otras muchas cosas,del papel activo que desempeñamos tanto en la construcción como en la crítica de lo que hacemos, para, de hecho, poder pasar así a una constante reformulación de ello que conlleva una dinámica hasta cierto punto interminable; actualmente, ya sea que nos autodenominemos posmodernos,2 y con ello subrayemos un adjetivo que denota claramente una idea teleológica de posterioridad; hipermodernos,3saturándonos al máximo con una lógica consumista que tiende a trazar una figura obesa tanto en lo estético como en lo político o, bien, "simplemente" modernos, y parezcamos adoptar una actitud conservadora, así como una identificación con una palabra que en círculos llamados progresistas connota características negativas; lo cierto es que hay una preocupación muy vigente por tratar de comprender eso que somos. El presente artículo es un ejercicio de reflexión sobre algunos fenómenos que ocurren en la actualidad en diversos planos de la vida social: política y cultura, ciencia y arte, identidad y diversidad, así como su relación en la cristalización de un tipo de significados en un sector de la población adolescente. Como tal, éste no pretende ser un texto que produzca conclusiones generales ni un estudio empírico sobre un cierto sector de la población adolescente, los llamados "emos", sino más bien una serie de apuntes necesariamente fragmentarios sobre diversos fenómenos contemporáneos, que podrían servir para afinar, más adelante, algunas vetas de investigación en áreas como la sociología, la antropología y la psicología.

Hablé de "planos" de la vida social. Me corrijo: en diversas esferas de las manifestaciones sociales. Incluso debiera decir espirales, ya que la imagen y la realidad que denotan cada una de estas palabras hacen alusión a distintas posibilidades tanto semánticas como metodológicas. Más que planos, cuya continua estabilidad nos remite a una idea de inmovilidad, y distinto que esferas, cuya cierta perfección encierra un conjunto de características impermeables por un posible temor a la contaminación, las espirales me resultan más comprensivas porque parecen invitar a la exploración de caminos infinitos que conllevan, literalmente, y de forma implícita, geométrica y semánticamente hablando, una fértil idea de eterno retorno.

Visto así, este texto se propone una "línea" de pensamiento que no necesariamente va de lo general a lo particular, así como tampoco propone seguir el camino inverso, sino que intenta dar cuenta —de manera muy limitada, es cierto—, de una multiplicidad de factores que están interconectados entre sí de formas complejas e incluso caóticas. En este sentido, me parece más que meramente interesante el postular cómo incluso dentro de las mismas esferas académicas, tradicionalmente relacionadas con discursos racionales y sistematizadores ("lineales" en este sentido), actualmente existe una fuerte tendencia que, además de la interdisciplinariedad en sus contenidos, adopta en sus lógicas estructurales formas que hace poco eran consideradas poco serias por carecer de convencionalidad en dichos círculos. No apelo aquí por una carencia de rigor intelectual y un relativismo vacuo, cuya máxima expresión es el mero "punto de vista" superficial, sino que, simplemente invito a la aceptación de lógicas cuya vinculación es más de orden hipertextual e híbrido, más que categorial y analítico. En palabras de Reguillo, refiriéndose precisamente a la fecundidad de este tipo de acercamientos metodológicos en estudios culturales y sociológicos:

Si el palimpsesto ha sido una figura clave para interpretar los procesos de apropiación y resistencia de las culturas populares, hoy, es la figura del hipertexto la que mejor permite acercarse y comprender los procesos de configuración simbólica y social de las culturas juveniles. El hipertexto, más que una reescritura (como lo implica el palimpsesto) supone la combinación infinita y los constantes links (ligaduras) que reintroducen permanentemente un cambio de sentido tanto en su acepción de dirección como de significación.4

 

DIVERSA IDENTIDAD

Es como mestizaje y no como superación —continuidades en la discontinuidad, conciliaciones entre ritmos que se excluyen— como se están haciendo pensables las formas y sentidos que adquiere la vigencia cultural de las diferentes identidades: lo indígena en lo rural, lo rural en lo urbano, el folklore en lo popular y lo popular en lo masivo. No para ahorrarnos las contradicciones, sino para sacarlas del esquema y mirarlas haciéndose y deshaciéndose: brechas en la situación y situaciones de brecha.5

El concepto de identidad fue uno de los constructos teóricos que adquirió mayor fuerza en los últimos años en los estudios de diversas ciencias sociales, tales como la psicología, la sociología y la antropología. De hecho, si en realidad nos remontamos mucho más atrás, vemos que una de las ideas rectoras detrás del concepto de Estado, tan importante igualmente en el surgimiento y conformación de las naciones modernas —hace más de un siglo ya, para poner el caso de México—, es precisamente el de la identidad. Tanto con la Conquista española como, sobre todo, con los gobiernos emanados de la gesta revolucionaria, se realizaron una serie de proyectos en donde se buscaba eliminar todo lo relacionado con los indígenas, por considerarlo un obstáculo para la creación de las instituciones criollas. La imposición de un idioma, el español, como lengua oficial, es el rasgo obviamente más evidente en todo este proceso. Posteriormente, la Revolución instaura un discurso en donde la unidad nacional significa en gran medida una exaltación de los valores autóctonos, situación que desemboca en un chauvinismo antipluralista. Esto es una de las críticas más fuertes que se le pueden hacer al régimen priista mexicano, ya que hasta hace apenas un par de años, reinaba en cierta medida un discurso nacionalista que, de hecho, está renaciendo hoy, a un año del centenario de la Revolución mexicana y bicentenario de la Independencia. Estamos siendo testigos, y lo seremos de aquí a que alcancemos esas fechas el año entrante, de una serie de espectáculos en donde seguramente privará, en el discurso oficial, una apología acrítica de "lo mexicano". No creo que sea fortuito esto en una nación que, pese a tanta historia detrás de sí, o tal vez por ello mismo, no lo sé, muy probablemente se encuentre en una especie de transición adolescente, etapa ésta de confusión y de incertidumbre, aunque también llena de energía pero al mismo tiempo confrontada con un conjunto de toma de decisiones que son fundamentales para una vida adulta y madura.

Actualmente, si analizamos una población precisamente como la de los adolescentes, que viven un periodo vital en donde un aspecto muy importante es la construcción de la identidad, en estos días, una vez más, vemos cosas muy interesantes. El reciente suceso ocurrido hace poco más de un año en Querétaro a los llamados "emos", es muy revelador al respecto.6 Si en un pasado no muy remoto las identidades hippie, rasta, punk y otras más se distinguían claramente entre sí precisamente por una lógica de oposición un tanto radical, que dibujaba una frontera divisoria entre estos grupos, una de las tendencias contemporáneas que se reflejan en un tipo de identidad como los emos es su diversidad, ya que veremos cómo habitan en ellos muchas características de otros grupos anteriores, aunque de forma diferente. Algunas de las peculiaridades de este conjunto de jóvenes, considerado una de las tribus urbanas,7 son: una elección de "preferencias" bisexuales o incluso asexuales en algunos extremos, rasgos de carácter tradicionalmente asociados a la depresión, una forma de ser altamente emocional así como una especie de anestesia de la esfera intelectual y, finalmente, ser poseedores de una estética muy libre que se caracteriza por una mezcla de elementos muy heterogéneos entre sí. Entrecomillé la palabra preferencias ya que en realidad, en su discurso, ellos no hablan de "preferencias" de forma explícita, precisamente por no identificarse con la actitud contestataria —políticamente hablando— de los hippies o de los punks, por ejemplo. Aspecto, éste, central en la caracterización que nos podamos hacer de ellos, ubicándolos en una perspectiva que nosotros bien podemos llamar nihilista. Por otro lado, cada uno de los adjetivos que usé antes, nos remite a una multiplicidad muy interesante de fenómenos relacionados, precisamente, con los ámbitos de lo social, la cultura, la economía, la política y la estética. Curiosamente, todos estos adjetivos son cosas que a los emos, de acuerdo con su forma de pensar (estuve a punto de escribir "ideología"), supuestamente nos les interesa. Pues bien, ¿producto de qué son estos jóvenes que estamos aquí tratando de comprender?, ¿qué develan mediante la negatividad de sus "banderas", que podemos imaginar aquí, simplificadamente, con un fondo negro, un rostro blanco, un ojo cubierto por un fleco punzante y una x en la boca, señal de una cicatriz cuyo trazo actual denota un silencio un tanto extravagante.

 

No ciertamente un anunciado Fin de la historia,8en donde la convivencia armónica de un sistema político democrático y una economía de mercado convergen felizmente para que los "individuos" (concepto, recordémoslo aquí, clave para el capitalismo burgués) se realicen plenamente. Pero, ¿en qué consiste la realización de un individuo?

Ante un evento como el de Querétaro, en marzo de 2008, la asunción de una actitud autoritaria y represiva, como lo hicieron ya no digamos los adultos, si no otros jóvenes, en este sentido sus iguales, sí considero que es algo muy preocupante. Más aún lo es la actitud irresponsable de algunos autodenominados "periodistas", como Kristoff en Telehit,9 que adoptaron una posición totalmente visceral y agresiva, clarísima expresión de una visión simplista de la mayoría de medios televisivos comerciales, sin intentar siquiera un breve intento de reflexión de lo que pasa, utilizando "argumentos" en contra de los emos que pueden ser aplicados de forma exactamente inversa: que los emos "roban" aspectos de las otras identidades, que no son un movimiento "nuevo" y un largo y ofensivo etcétera. Una de las características que a todas luces resalta en todo esto es, lo decíamos más arriba, un aumento de la emocionalidad y un decremento muy significativo de lo intelectual, aspecto éste explícito en la denominación emo que, según versiones que dan ellos mismos, viene del adjetivo inglés emotional (hay un género musical denominado Emotional–Hard–Core, uno entre varios otros que vienen al caso —y que son incluso mencionados por Kristoff en el video aquí aludido—). Si uno ve, tanto el ataque a estos jóvenes, como la visceralidad con la que se les cuestiona desde diversos frentes, nos damos cuenta de que, en ese nivel, se parecen mucho, tanto los emos mismos, como sus detractores más férreos. Es éste un rasgo predominante de sectores mayoritarios de la población. La "discusión" por parte de la llamada "opinión pública" ha adoptado una actitud plenamente emocional —visceral decíamos antes—, más que un uso de la inteligencia, el análisis, la argumentación y la crítica.

 

FENÓMENO EMO: UN PORTAVOZ MÁS DE LAS MEZCLAS CULTURALES ACTUALES

Una parte de la actual generación de adolescentes, expuesta a la internet y sus fenómenos mediáticos —siendo estos últimos muy distintos cualitativa y cuantitativamente a la radio y la televisión—, es una generación en donde la estimulación está sobredimensionada sobre todo en sus aspectos visuales. Esto ha implicado una serie de fuertes cambios en sus hábitos de consumo cultural y, por ende, de experimentar el mundo circundante.10 También, por las lógicas mismas que esto implica, es un estrato cuyas estructuras cognitivas y hábitos culturales se asemejan más a fenómenos fragmentarios y aparentemente desconectados entre sí, que a las lógicas más lineales y estructuradas sistemáticamente a las que estamos acostumbrados. Asistimos a nuevas formas de entender el mundo y apropiarse de la experiencia cotidiana a partir de fenómenos en donde las lógicas combinatorias parecen ser una constante. Si bien la internet puede parecernos muy similar a lo que ha pasado con la televisión, es evidente que ciertas características, como la interactividad y la conexión en tiempo real con muchos otros usuarios, conlleva implicaciones que hasta hace un par de años eran simplemente inimaginables. Si la televisión ofrecía limitantes en cuanto al tipo de oferta y los horarios preestablecidos, actualmente, con páginas como You Tube una persona conectada a internet puede acceder a una base de datos de videos y películas gigantesca y que día a día se enriquece. Las posibilidades, en este sentido, se han acrecentado de una manera más que significativa. Todos estos cambios, que han sido posibilitados por un desarrollo impresionante de las llamadas Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTCI),11 y cada vez más popularizadas como simplemente Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), han traído consigo cambios substantivos en el tipo de ética que así se está implantando. Bilbeny12 plantea que estamos ante una verdadera revolución en la ética, y realiza un análisis muy interesante de cómo el mundo de nuestros sentidos se ha transformado de manera radical. Él subraya sobre todo la exaltación de la vista, facilitada gracias al predominio de la imagen, tanto en el mundo de la televisión como en internet. De manera colateral, existe aquí una represión de sentidos, como el olfato y el tacto sobre todo, que necesitan de la presencia para poder ser experimentados plenamente. Esto mismo, es cierto, también puede aplicarse al mundo de la imagen, ya que ver algo "en vivo" es una experiencia radicalmente distinta de verlo en papel o en una pantalla. Una película francesa de reciente factura, Thomas est amoureux (Thomas está enamorado), del director belga Pierre–Paul Renders, lo ilustra de manera muy vivencial y con una estética muy magnetizante y fragmentaria (Thomas vive entre múltiples ventanas virtuales, o sea windows de su computadora conectada lo mismo a su madre que a su psicoterapeuta) las posibilidades de los cambios en la vida que internet estará (y ya está) propiciando en las sociedades de un futuro que ya hemos empezado a habitar.

Si contrastamos todo esto con lo que sucedía en la década de 1960 en Occidente, con el movimiento hippie, por ejemplo, encontramos una serie de diferencias tajantes con lo que estamos presenciando en el mundo contemporáneo. Allá, una exaltación de la sexualidad gozosa de los cuerpos, celebración intensa de un presente que no terminaba de agotarse por las expansiones intrínsecas de un discurso libertario que no se limitaba a la reducida esfera del individuo burgués, sino que parecía infinitamente abierto en el horizonte como una promesa llena de colores de una vitalidad psicodélica. El universo de los colores, si lo pensamos como metáfora social, es reflejo y convergencia tanto de los tiempos como de las personas. Reflejo no sólo de los medios técnicos sino también del estado interno de los seres: rojo que impone pasión, amarillo que estimula e ilumina ampliamente, verde que contagia vitalidad, azul, cuya diáfana claridad permitía vislumbrar las transparencias. Convergencia es una palabra que suma esfuerzos, atomiza las singularidades individuales en busca de una organización mayor que contenga y dé unidad a los muchos dispersos. En dos palabras, refiriéndonos al universo hippie: comunión iluminada. Vínculo no sólo limitado al mundo de los cuerpos sexualizados y efervescentes que podemos apreciar bailando en Woodstock, sino también por la percepción del otro como ser libre, autónomo e independiente. Así, uno de los pilares del fuerte cuestionamiento a valores como la autoridad, tanto política como patriarcal, encontraba una salida viable en la praxis de un amor libre que parecía reconciliar valores más simples y a la vez más puros, más ligados a nuestra naturaleza, entendida ésta como una fuerza nutricia, más que percibida como un obstáculo para los intereses de la realización plena del ser humano. Esta variación cromática, por el lado de los hippies y de todas esas manifestaciones culturales que proliferaron a finales de la década de 1960 en esa misma línea. En cuanto al mundo actual, y tomando analógicamente a los emos como una expresión que condensa varios de los significados ocultos en los discursos oficiales e instituidos, los que se sitúan del lado de la supuestamente omnipresente y ciertamente cobijadora "normalidad", ¿qué encontramos? Sobre todo predominan una pareja de colores: el negro y el morado. Cierto, como hemos dicho ya, la combinación (el visceralmente llamado "robo") de otras identidades es un factor característico aquí, en donde la mezcla desempeña un papel central, muy al estilo kitsch13 por cierto, y así en la estética emo encontramos también mucho el rosa, el blanco mismo como elemento contrastante, y de ahí prácticamente cualquier otro color y/o combinación de los mismos, pero el predominio del negro y el morado me parece fundamental en varios sentidos. El negro: incertidumbre de un futuro cuyas amenazas se ciernen con fuerza en un presente que ya, pasmados, presenciamos muchas veces de forma pasiva. Esto se refleja lo mismo en aspectos ecológicos como el calentamiento global que en la crisis económica con la que nos ha recibido fatalmente el 2009. Por otro lado, un morado que, si bien por un lado seguramente está relacionado con una pulsión de creatividad como vía de soluciones a tantos problemas, por otro denota una desprotección psíquica que es reforzada mediante el uso de imágenes tan explícitas como calaveras, taches, cicatrices, etcétera.

Una vez comparados varios de estos puntos con algunos de los que identificamos en los hippies, y subrayando aquí que definitivamente somos conscientes de que esto no se puede generalizar, tomemos aquí a este grupo, los emos, como un portavoz, en el sentido que Pichon–Rivière da a este término:

[...] el portavoz es aquel que en el grupo, en un determinado momento, dice algo, enuncia algo, y ese algo es el signo de un proceso grupal que hasta allí ha permanecido latente o implícito, como escondido dentro de la totalidad del grupo. Como signo, lo que denuncia el portavoz debe ser decodificado, es decir que es preciso quitarle su aspecto implícito [...] el portavoz no tiene conciencia de enunciar algo de la significación grupal que circula en ese momento, sino que enuncia o hace algo que vive como propio.14

Es necesario aclarar que Pichon–Rivière toma al portavoz en un análisis grupal, en donde un "individuo" es el que funciona así, como un portavoz. Nosotros estamos haciendo ahora una extrapolación, viendo a este grupo (llamado también tribu urbana) como el portavoz, en donde la sociedad es la que vendría siendo el grupo mayor. Aquí es evidente que a nivel social entran muchos más factores para vislumbrar esto: lo histórico, lo económico, los discursos científicos, etcétera. Éstos son sólo breve y fragmentariamente mencionados, más que sistemáticamente desarrollados en amplitud en el presente artículo, e incluso de manera precaria, por los límites obvios de espacio y de magnitud en cuanto a grados de complejidad. Encontramos otra justificación de la extrapolación arriba mencionada en la idea que Freud expresa al comienzo de su libro Psicología de las masas y análisis del yo,15 en donde afirma que la psicología social es individual al mismo tiempo, y viceversa. También queremos citar aquí otras palabras del mismo Pichon–Rivière, que apuntan en la misma dirección:

No se puede pensar en una distinción entre individuo y sociedad. Es una abstracción, un reduccionismo que no podemos aceptar porque tenemos la sociedad adentro. Nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestro contexto general es en realidad una representación particular e individual de cómo ha sido el mundo captado por nosotros de acuerdo con una fórmula personal, de acuerdo con nuestra historia personal y con la manera en que actúa ese medio sobre nosotros y en que actuamos nosotros sobre él.16

Es decir que nosotros tomamos aquí al grupo de emos como una condensación que es producto de tendencias tanto políticas como económicas, que se reflejan en formas de pensar, lo mismo que en la predominancia de ciertos gustos, al igual que en la emergencia de una estética muy particular y manifestaciones artísticas que hablan lo silenciado por otros medios, entre otros muchos factores. Aquí, una vez más, la juventud de nuestras sociedades occidentales —sobre todo, aunque no exclusivamente, y esto debido precisamente al fenómeno llamado globalización— está expresando una serie de síntomas cuyos múltiples significados debemos tratar de entender para realizar propuestas de intervención en ámbitos como la cultura, la salud y la educación.

 

HIBRIDACIÓN CULTURAL Y CONFORMACIÓN DE NUEVAS IDENTIDADES

La diversidad intrínseca a las identidades actuales no es una paradoja lógica: es el resultado de fuerzas sociales y psicológicas que han encontrado un cauce natural de esta forma, hoy como ayer. Es, también, una especie de culminación de movimientos tanto artísticos como intelectuales, entre otras cosas, que cuestionaron a lo largo del siglo pasado varios valores heredados de la Ilustración: la razón, la libertad, la autonomía del sujeto. Dichos movimientos, como el psicoanálisis y el marxismo, fueron duramente cuestionados por sectores conservadores de las sociedades, al considerar amenazadas ciertas certidumbres de estabilidad, orden y progreso. También fenómenos culturales tan distanciados geográficamente —hablando de sus inicios—, y muy heterogéneos entre sí, como el surrealismo francés y el muralismo mexicano, en la esfera del arte, respondían, o más bien fueron tentativas de respuesta, a problemas que en su tiempo constituyeron bases esenciales para la construcción subjetiva de los individuos (clases media y obrera, respectiva, aunque no exclusivamente). El surrealismo, lo mismo que el psicoanálisis, cuestionaba de manera radical las ideas de autonomía y libertad, tan caras a la conformación de redes sociales, políticas y sobre todo económicas que encontraban, por igual, su razón de ser como sus fines últimos en la "realización plena" del individuo. Plenitud que dejaba de lado, entre muchas cosas, lo sabemos bien, los fantasmas eternos de una cultura sexual no sólo represiva y de carácter negativo, sino más bien, como nos mostró —sorprendentemente— Foucault,17 una serie de reglas positivas a seguir, pautas de comportamiento correctas a adoptar, técnicas e instrumentos idóneos de saber y de poder para darle una forma congruente a lo que de otra manera simplemente se escapaba de nuestras manos como lo más salvaje e indómito de nuestro ser.

Por el lado de la razón, de la ciencia y el conocimiento objetivo y "puro", la física vino a aportar una serie de conceptos que rápidamente fueron adoptados (y adaptados también) tanto por las ciencias sociales y/o humanas como por varios discursos socialmente contestatarios, muchas veces, en este último ámbito, incluso de una forma un tanto inconsciente. Así, la relatividad que Einstein introdujo en el campo de la física, dominada hasta cierto punto en ese entonces por una lógica mecanicista heredada de esa figura también genial que fue Newton, fue absorbida por amplios sectores de comunidades académicas, artísticas y sociales en general. El tema de la relatividad, relacionado con el fenómeno emo, se manifiesta, desde mi punto de vista, en la constitución misma de una identidad en donde las lógicas flexibles (relativas) predominan sobre aquellas más estrictas y rígidas (mecánicas), propias de hace apenas unos 20 o 30 años, aquellas que prohibían, "lógicamente" hablando, el que un hippie se permitiera vestir con colores obscuros, o el que un dark luciera collares multicolores, elementos que un emo, en la actualidad, puede mezclar con toda facilidad y sin experimentar contradicción. El concepto de hibridación, mencionado líneas arriba, ha sido muy trabajado desde la antropología por García Canclini y consideramos que es fundamental para comprender la eclosión de este tipo de nuevas identidades:

[...] entiendo por hibridación procesos socioculturales en los que estructuras o prácticas discretas, que existían en forma separada, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas.18

Canclini desarrolla ampliamente el tema de los hábitos de consumo cultural y las formas de apropiación y mezcla (hibridación) en que los sectores de la cultura popular han absorbido productos como libros, películas, música, entre otros, creando con ello figuras y lógicas novedosas de relación social. Nosotros pensamos que aquí entran también en juego los discursos del saber en diversas esferas. Por ejemplo, los descubrimientos en el mundo de la sexualidad, con los aportes de Freud acerca de la sexualidad infantil y la bisexualidad originaria del ser humano, han conllevado la defensa de identidades sexuales cada vez más diversas, en donde hemos transitado, muy rápidamente, de la proclamación de la homosexualidad y el lesbianismo, a una tendencia en donde algunas veces sobresale la bisexualidad o, incluso, de manera más radical, la "asexualidad". Esta característica está muy presente en el discurso del grupo que estamos analizando, así como también un tanto extendida en el uso de imágenes andróginas en algunos ámbitos de la publicidad actual.

Es pertinente subrayar que dentro de los emos mismos hay muchos individuos heterosexuales, de hecho muy probablemente la mayoría, estadísticamente hablando, aquí sólo intentamos vislumbrar ciertas tendencias que nos parecen interesantes y que iluminan un poco, con su supuesta extravagancia, la comprensión de los cambios que estamos presenciando. No pretendemos —y de hecho nos gustaría alejarnos lo más posible de ello— realizar generalizaciones, que también han demostrado ser ficciones cuando caen en intentos de explicaciones totales, sin rupturas ni aperturas a lecturas diferentes. Vistas así las cosas, vemos claramente que la diversidad es cada vez más, o por lo menos lo es hoy en día, una de las características constitutivas de eso que nosotros hemos venido entendiendo tradicionalmente, desde diversos campos, como identidad, constructo teórico que ha sufrido, y está en proceso de sufrir, alteraciones substanciales en sus significados, justo como la realidad misma, huidiza y volátil —en una palabra, híbrida— que intenta nombrar.

 

EL ARTE COMO RESPUESTA CULTURAL A DILEMAS IDENTITARIOS

La forma artística es a la vez forma del caos y forma que desemboca, directamente, en el caos. Es paso y abertura hacia el abismo. Este dar forma al caos es lo que constituye la khátarsis del arte.19

El papel que la música desempeña actualmente en el universo de lo que entendemos como cultura popular es muy sustantivo. Es tal vez la esfera de la cultura en general que mayor capacidad de convocatoria tiene entre la población juvenil en nuestro mundo contemporáneo. La música popular actual, yendo lo mismo del rock a la música electrónica, con sus múltiples vertientes en cada una de estas ramas, tiene un papel central en la conformación de grupos de amigos que compartan ciertas afinidades. Es, también, una expresión artística por excelencia, un elemento central en el vasto mundo de lo que se ha dado en llamar cultura popular y, así, uno de los factores que más influye en el surgimiento de nuevas identidades. Podemos rastrear y vincular al rock con el blues, música de esclavos negros que nos habla del sufrimiento y la ira histórica de este grupo social. De esta imagen a una de Elvis Presley moviendo la cadera hay, en efecto, un larguísimo trecho, cuyo análisis nos enlaza con las múltiples formas en que los fenómenos culturales ejercen influencia en la constitución de las diversas identidades, justo como actualmente sucede de manera similar con el grupo social que aquí estamos abordando. La música popular es, hoy por hoy, uno de los pilares de eso que podemos llamar también, en palabras más metafóricas que conceptuales, educación sentimental. Carlos Monsiváis ha analizado esto con la agudeza irónica que lo caracteriza, a nivel de cultura popular en América Latina,20 encontrando en el cine y en la música popular dos vectores elementales para comprenderla. Por nuestro lado, si echamos un vistazo a las letras que predominan en algunas de las vertientes musicales que se asocian a los emos, encontramos una sensación de desagravio ante la vida, que se refleja sobre todo de manera más sustancial en las relaciones de pareja.

La estética de algunos videos musicales ilustra, mediante oscuras luces y colores sombríos, un tipo de mundo en donde las relaciones humanas se han transformado radicalmente en muy poco tiempo, como si una gran sombra, la misma que, tal vez, recorre el mundo agobiándonos con las crisis económicas y las amenazas ecológicas, se asentara irremediablemente en la intimidad de las mentes y en las diferentes formas de emergencia de las emociones. La música es, con frecuencia, un lenguaje compartido universalmente por los jóvenes; como aquellos de los que hemos estado hablando aquí. Es una parte esencial de su forma de ser; tanto, que podemos explicar el surgimiento de una música y una estética particulares de los emos mediante la cristalización de lo que Castoriadis denominó imaginario social,21 una especie de magma de fuerzas y significados socio–históricos, depósito y depositario, a la vez, de las formas predominantes de ser, sentir y pensar que convergen en un espacio–tiempo determinado. Pero la relación inversa, "negativa", sin anular del todo a la primera, es igual de válida: pensar en cómo esto, a su vez, influye en ese imaginario social y en las subjetividades que son así posibilitadas social e históricamente hablando. Pensar las causas como efectos, y viceversa, es un ejercicio que se nos ha ido imponiendo, de manera creciente, gracias a los vislumbres de disciplinas que conectan hechos aparentemente aislados entre sí mediante lógicas dinámicas y complejas, más que mecánicas y lineales.22 Asistimos, de nuevo, a la emergencia de la espiral interminable de los procesos sociohistóricos, que salta y gira sobre sí misma en una danza que nos parece ajena, otra, y cuyo rostro a veces nos produce una especie de pasmo intelectual. En efecto, hay una relación totalmente dialéctica entre estos dos fenómenos. Nuestras formas de pensar mismas, los esquemas, no sólo cognitivos, sino también nuestros constructos teóricos, así como nuestras herramientas metodológicas, herencia misma, en muchos casos, de las luces de la Ilustración, lo mismo que de sus respuestas más contestatarias, justo como el psicoanálisis y el marxismo, las cuales están imbuidas de lógicas determinadas de pensamiento que, si bien por un lado nos ayudan a la comprensión de estos fenómenos tan plásticos que estamos presenciando, por otro, funcionan como obstáculos para visibilizar otros fenómenos que se nos van, así, de las manos.

El aprender a plantearnos los problemas, no sólo desde lógicas deductivas, que necesariamente pierden mucho de la particularidad de un acontecimiento mientras enfocan con la energía de los comienzos las totalidades generales, o bien, lo más o menos inverso: partir de un momento cuya particularidad permita "ver el universo en un grano de arena", como William Blake escribía en pleno romanticismo, para llegar a una totalidad tan sistematizada que olvide su necesaria fragmentariedad inicial, puede convertirse en una praxis cuya seguridad ilusa, y acorazada mediante el logos de la razón, pierda mucho en el camino. No por ello queremos hacer una apología de lo que me gustaría llamar aquí un relativismo totalitario en donde prácticamente todo sea válido, sino sencillamente apelar por formas distintas de comprender el mundo y los fenómenos que nos circundan mediante un uso creativo de las herramientas intelectuales que actualmente poseemos. Tal vez por todo esto, todavía en nuestros tiempos, para los discursos más racionalistas y sistemáticos en algunas esferas positivistas, una de las artes más "enigmáticas" para la inteligencia ilustrada sea, precisamente, la música. También lo es el poder de comunicación y, sobre todo, de seducción de la imagen, cuyo análisis se ha realizado desde diversas áreas de las ciencias sociales, relacionándolas con el poder que los medios masivos, primero la televisión y actualmente cada vez más la internet, ejercen sobre nosotros:

En nuestra época, llamada de la comunicación, ya no se trata realmente de arte si no de desplazamiento, de transferencia de una información desde un medio a otro en una suerte de espiral en la que las informaciones vuelven a pasar unas sobre otras sin por ello recubrirse de forma idéntica. Más que el propio contenido, lo que importa es el juego del desplazamiento, el de la activación de un repetidor en continuum, ante el que nos asombramos, curiosamente, de que no sea pensamiento.23

Desplazamiento, espiral y asombro: metáforas de formas cognitivas muy actuales, muy propias de esta generación multimedia. En todo esto, la música y la imagen han cobrado una importancia suprema en el ámbito de la cultura popular y, en este sentido, como hemos intentado plantear, en la sedimentación misma de la estructuración psíquica y social de nuevas identidades. Algo curioso, no obstante ello, es que si bien, tanto la música, como las imágenes, pueden producir reflexiones intelectuales muy profundas, muchas veces, como en el grupo que aquí hemos venido estudiando, parece funcionar de una forma inversa: anular el pensamiento mediante la explosión de sensaciones y emociones no pensadas, sino sólo "vividas".

 

LA "ARMONÍA" MUSICAL DE LAS IMÁGENES: SEDANDO EL INTELECTO

La música misma ha desempeñado un papel interesante en cuanto a la capacidad que tiene de transmitir significados. En este sentido, es muy ilustrativo recordar la conflictiva relación que un pensador como Freud tenía con la música. Al respecto, él decía que necesitaba poder interpretar el significado de una obra en conceptos para poderla gozar más, y que, en ese sentido, siempre se sintió más atraído por el contenido que por la forma de una obra.24 Es decir que Freud, un autor que, aunque alimentado de los logros de las luces de la razón —los que posteriormente cuestionará radicalmente— y que formula una teoría que vino a revolucionar el campo del conocimiento del ser humano, precisamente por ello, conserva también, lo podemos ver aquí, una cierta vena de raciocinio ilustrado, y encuentra a la música, literalmente perturbadora, por no poder asignar representaciones objetivas a los sonidos musicales.

Muy en las antípodas de esto, pero a la vez muy en armonía —e incluso en los orígenes mismos de un pensamiento como el de Freud—, identificamos a un filósofo como Nietzche, cuya pasión por la música, y especialmente por un autor tan, en cierto modo "perturbador", como Wagner, es de todos conocido.25 Tenemos aquí un contraste entre las fuerzas de Apolo y de Dionisio, justamente reflejado en el pensamiento de dos autores fundamentales para Occidente durante el siglo pasado y, de hecho, ampliamente vigentes en el mundo actual. Mediante la música podemos experimentar no sólo sensaciones encontradas, sino ideas muy diversas —aun ante el mismo fenómeno musical. Un hecho es muy claro y apunta en la misma dirección: el alto grado de emocionalidad que la música implica. Esto concuerda plenamente con el gusto extendido por esta modalidad artística por amplios sectores de la población, incluidos los emos. De hecho, en este caso en específico, sí notamos un decremento significativo de la racionalidad intelectual, ya que no se interesan en prácticamente ningún tipo de discurso. Contrariamente a las críticas de los hippies, lo mismo que de los punk, por ejemplo, cada uno de ellos mediante un tipo particular de discurso —pacifista los primeros y agresivo los segundos—, los emos son "apolíticos", sin de hecho autonombrarse explícitamente así. La manifestación misma de un estandarte apolítico sería una especie de toma de postura, pero no lo hacen así: simplemente no saben ni quieren saber de esa esfera de la vida social que, no obstante estar muy deslegitimada, afecta la vida de los individuos y de los grupos. En un mundo "apolítico" —que me resulta un tanto difícil de imaginar, dadas las características predominantes en los seres humanos—, en un suceso como el de Querétaro, al que hemos hecho alusión, ellos podrían haber sido linchados sin la intervención de una fuerza pública, por ejemplo. La fuerza emocionada, irracional y desbordada de otras hordas urbanas, muy similares a ellos, hubiera recaído sobre este grupo con un rigor mucho mayor, muy probablemente desastroso. En este sentido, me parece interesante el señalar una vez más la manera preponderantemente inconsciente (la idea de portavoz no consciente de ello) en que esta diversidad, de la que he venido hablando en el presente texto, ha sido adquirida por este grupo llamado emos. Aquí, más allá de las esferas de lo social y masivo, cada emo en particular ha absorbido, de acuerdo con su historia de vida y con su propia personalidad, tanto un tipo de conducta como una estética que encuentra variadas maneras de expresión, pero que en el espacio del grupo, de la llamada tribu urbana, ha encontrado un apoyo sustancial y un vehículo de manifestación. Algo interesante es observar cómo los emos usan o experimentan sus emociones como algo fundacional de su identidad, mediante la denominación misma de sí mismos: emos.

Ahora bien, el pensar implica sufrimiento. Algunas veces más, cuando el objeto de dicha actividad son las emociones, algo que cualquiera que haya pasado por una psicoterapia con cierto nivel de profundidad seguramente ha podido experimentar. Estas dos características: el no pensar y el incremento del sentir se pueden igualmente ver mediante las imágenes. Repetimos una vez más: el uso excesivo de imágenes, como decíamos en líneas anteriores, es algo central en el mundo contemporáneo. La publicidad es un excelente ejemplo de ello. La persuasión que se logra mediante el uso de imágenes es tan eficaz como el círculo que forman el incremento de las ventas de los productos, la inversión en más publicidad y más y más ventas: la espiral inagotable del consumo y de la mercadotecnia.

En el ámbito de la política, con frecuencia creciente se usan las técnicas y estrategias del mercadeo para "posicionar" candidatos a puestos públicos. Tanto aquí como allá, la proliferación de imágenes, acompañadas de brevísimos discursos que apelan más a las emociones que a las razones, es el pan televisivo de cada día, la basura mediática de cada campaña política. Mediante planteamientos clásicos, dentro de las humanidades, se ha afirmado muchas veces la intrínseca relación entre pensamiento y lenguaje. Vigotsky es, en este sentido, una referencia ineludible.26 ¿Cómo pensar sin palabras? Es una cuestión difícil de solucionar, y de hecho, aquí estamos, una vez más, ante un tipo de planteamiento dicotómico muy propio de la modernidad: la problematización de fenómenos mediante lógicas binarias excluyentistas. En efecto, como muy bien lo señaló Sartori27 hace ya algunos años, el surgimiento de un Homo videns en las democracias modernas occidentales, en donde la televisión ha desempeñado un papel preponderante en la conformación de la así llamada "opinión pública", ha hecho un daño muy grave, tal vez irremediable, de cierta forma, a los esquemas de pensamiento de las mejores herramientas tanto actitudinales como conceptuales que la Ilustración nos legó. El análisis, la crítica y la creatividad inteligente, tanto como la participación activa, la famosa "edad adulta" en el horizonte próximo proclamada felizmente por Kant en 1784,28 invitándonos a tomar las decisiones y las responsabilidades en nuestras propias manos, parecen habérsenos —podría decirnos Berman— desvanecido en el aire. Un aire totalmente contaminado —diríamos nosotros—, de ondas hertzianas que trasladan imágenes a los aparatos de televisión y música a las receptores estereofónicos, mismas que propician formas de pensar, conductas a actuar, productos que consumir y emociones que vivir. El poder de las imágenes, lo mismo que la música, es así fundamental dentro de las identidades actuales, plenas de diversidad, y esto no sólo se ve en la influencia de la internet, sino en las artes visuales y las tendencias actuales en dicho universo, algo que abordaré muy brevemente en el siguiente, último apartado.

 

PEDAZOS ROTOS: ALGUNOS FRAGMENTOS FINALES...

He hablado de constructos teóricos para comprender esto que llamamos identidad pero, ¿qué implicaciones conlleva este sustantivo?, ¿es adecuado para describir este tipo de fenómenos actuales?; desde luego, si tiene la capacidad de reconstruirse constantemente, y con mayor rapidez cada día. De hecho, siendo autocrítico con este escrito, en realidad mis "desarrollos" me han llevado, me doy plena cuenta de ello, por caminos un tanto insospechados, desestructurados, si se quiere, para un formato en el que intento aquí inscribirme: el discurso académico. En cierto modo, puede haber cierta falta de sistematicidad en estas líneas, así como una tendencia a perder el tema central: ¿qué tanto el sujeto que estudia algo está impregnado del objeto elegido? Siendo honesto, creo que mucho.

Si ya desde la metáfora de Berman se nos aparecía en la mente una disipación de "algo" tan volátil, a su vez, como el mismo aire, ¿qué podemos esperar de un concepto, y de la realidad misma que hemos denominado identidad? Y por otro lado, ¿qué papel tiene la esfera de la cultura, en sus múltiples manifestaciones, en el mundo actual de nuestras identidades? Creo que el peso de la cultura popular, en general, será cada vez más fuerte, no sólo como medio de expresión de significados y conflictos emergentes, sino también como vehículo de comprensión y, en su caso, de explicación de la realidad que habitamos. Si nuestros discursos académicos se han caracterizado por ser herederos de una tradición logocentrista que actualmente devela una crisis interna e incluso, para sectores no académicos, una debilidad para incidir en el mundo "real", en las practicas de la vida cotidiana, necesitamos replantear no sólo los problemas sino también nuestros métodos y herramientas para poder realizar una praxis que impacte más directamente en amplios sectores de la población. En un contexto donde los sujetos estamos bombardeados por discursos provenientes de todo el mundo a causa de la globalización creciente, y en donde el poder de la imagen y la seducción continua de la música convergen de manera fatal en la construcción y reconstrucción interminable de esto que somos, es decir de nuestras identidades, es necesario vincular mucho más los discursos académicos con las expresiones artísticas y culturales, buscando no sólo un diálogo amigable sino una cooperación fructífera que mezcle lo mejor de ambos universos para incidir de manera más directa sobre lo que queremos transmitir. Se me ocurre pensar aquí, una vez más, en una imagen que por cierto es cada vez más presente: ese híbrido, en donde mediante la convergencia inteligente de imágenes, textos y música (multimedia) se puede realizar una especie de explicación comprensiva de fenómenos sociales tales como los problemas que padecemos: calentamiento global, pobreza, salud, educación. El uso creativo y crítico de estos medios ya ha sido desarrollado por géneros como el documental, en algunas modalidades como el cine y la fotografía. Un trabajo como el de Maya Goded, por citar uno solo, bien puede transmitir y/o servir de apoyo para sensibilizar ideas que dentro del campo académico feminista tendrían menos impacto si sólo se sirvieran de texto.29 Figuras como el collage, los híbridos y la fragmentariedad que ellos implican, cada vez más comunes en expresiones artísticas y de la cultura popular, sobre todo juvenil, veo que se han visto reflejados en la forma misma de mi escritura en el presente texto, ya que he pasado de un tema a otro, de una forma un tanto arbitraria y caótica que puede resultar desconcertante. Quisiera apelar aquí la validez metodológica de esta forma, citando a Paolo Fabbri, semiotista italiano:

Así que de entrada no podemos pasar por alto que el fragmento, de alguna manera, es ante todo la añoranza de una totalidad perdida: cada fragmento es nostálgico. Pero a continuación debemos entender que el fragmento es lo menos fragmentario que puede haber. El fragmento es duro, no se rompe, es el resultado de una rotura que ya no se repetirá.30

Así, también las imágenes, los fragmentos, los collages y las lógicas hipertextuales pueden ser usados como medios argumentativos para exponer ideas, sólo que mediante lógicas mucho más flexibles, justo como las que subyacen en la conformación de identidades como esta que hemos tomado aquí como pretexto (fragmento), para hablar de muchos otros fenómenos (fragmentos) que, a primera vista, pudieran parecer aislados. Cierto, esto conlleva riesgos como el de quedar pasmados ante una multiplicidad de imágenes y sonidos y no intentar siquiera una reflexión crítica ante la multiplicidad de problemas que reflejan, y ello es precisamente una de las tantas tendencias mediante las cuales actualmente todo se vulgariza, simplifica y así se "normaliza" en nuestros días. Tenemos el gran reto de crear proyectos atractivos que produzcan acciones encaminadas a dar soluciones a este mundo que hemos llenado de problemas, entender las nuevas lógicas que predominan en la conformación de lo que somos, para incidir así de formas más creativas, artísticas, en este sentido. En pocas palabras, canalizar las fuerzas socio–históricas que actualmente, en gran medida, son productoras de múltiples problemas, para facilitar la eclosión de nuevas formas de comprensión, acción y reconocimiento intersubjetivo. En un mundo que es sordo ante los múltiples significados ocultos en las emergencias superficiales de imágenes deslumbrantes, en donde el pasmo visual produce anestesia intelectual y en el que la música enceguece las nociones de razón y autonomía, herencias débilmente centelleantes de la Ilustración, es impostergable, con todas las cargas críticas que desde la razón ello implica, no posibilitar el pensar de otros modos la realidad que nos circunda, sin por ello necesariamente caer de forma inevitable en un superficial relativismo totalitario.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Video disponible en http://www.youtube.com/watch?v=XEQshjri6P8&feature=related (consultado el 25 de febrero de 2009).

http://www.fundacion.telefonica.com/at/mexico/paginas/06.html. En esta liga se pueden ver algunas fotos de Goded, y leer un breve ensayo de Elena Poniatowska sobre las mismas.

 

NOTAS

1 Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire, España, Siglo XXI Editores, 2001.

2 Gilles Lipovetsky, La era del vacío, Barcelona, Anagrama, 1986.

3 Gilles Lipovetsky, Los tiempos hipermodernos, Barcelona, Anagrama, 2006.

4 Rosana Reguillo, Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto. Disponible en línea en: http://www.oei.org.ar/edumedia/pdfs/T03_Docu7_Emergenciadeculturasjuveniles_Cruz.pdf (consultado el 5 de junio de 2009).

5 Jesús Martín Barbero, De los medios a las mediaciones, Colombia, Convenio Andrés Bello, 2003, pp. 258–259.

6 "Integrantes de tribus urbanas atacan a jóvenes emo en Querétaro", nota periodística de Mariana Chávez publicada en La Jornada, domingo 9 de marzo de 2008. Disponible en línea en: http://www.jornada.unam.mx/2008/03/09/index.php?section=estados&article=031n1est.

7 Michel Maffesoli, El tiempo de las tribus: el ocaso del individualismo en las sociedades posmodernas, México, Siglo XXI Editores, 2004.

8 Francis Fukuyama, El fin de la historia. Disponible en línea en: http://www.fulide.org.bo/fulide/biblioteca/el%20fupn%20de%20la%20historia%20Fukuyama.pdf (publicado originalmente, en inglés, en la revista The Nationa Interest, verano de 1988).

9 Video disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=XEQshjri6P8&feature=related (consultado el 25 de febrero de 2009).

10 Un agudo estudio de esto, en Argentina, se puede ver en Roxana Morduchowickz, La generación multimedia. Significados, consumos y prácticas culturales de los jóvenes, Buenos Aires, Paidós, 2008.

11 Manuel Castells, La era de la información, vol. La sociedad red, México, Siglo XXI Editores, 1996.

12 Norbert Bilbeny, La revolución en la ética. Hábitos y creencias en la sociedad digital, Barcelona, Anagrama, 1997.

13 Horst Kurnitsky, Vertiginosa inmovilidad. Los cambios globales de la vida social, México, Blanco y Negro, 1998, p. 71.

14 Citado en René Kaës, Las teorías psicoanalíticas de grupo, Buenos Aires, Amorrortu, 2000, p. 118.

15 Sigmund Freud, "Psicología de las masas y análisis del yo", Obras Completas, t. XVIII, Buenos Aires, Amorrortu, 2001, p. 67.

16 Enrique Pichon–Rivière, Teoría del vínculo, Buenos Aires, Nueva Visión, 2006, p. 57.

17 Michel Foucault, Historia de la sexualidad. La voluntad de saber, vol. 1, México, Siglo XXI Editores, 1977.

18 Nestor García Canclini, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, Grijlabo, 1989, p. III.

19 Cornelius Castoriadis, Ventana al caos, México, FCE, 2008, p. 84.

20 Carlos Monsiváis, Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina, Barcelona, Anagrama, 2000.

21 Cornelius Castoriadis, La institución imaginaria de la sociedad, 2 vols., Barcelona, Tusquets, 1989.

22 Véase, por ejemplo, la obra de Edgar Morin, Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 2007.

23 Martine Joly, La interpretación de la imagen: entre memoria, estereotipo y seducción, Barcelona, Paidós, 2003, p. 220.

24 Sigmund Freud, "El Moisés de Miguel Ángel", Obras Completas, t. XIII, Buenos Aires, Amorrortu, 2000, p. 217.

25 Friedrich Nietzche, El nacimiento de la tragedia, Madrid, Alianza Editorial, 2000.

26 Lev S. Vigotsky, Pensamiento y lenguaje, Barcelona, Paidós, 1995.

27 Giovanni Sartori, Homo videns, México, Taurus, 1999.

28 Immanuel Kant, "¿Qué es la ilustración?", en Filosofía de la historia, México, FCE, 1999, p. 25.

29 http://www.fundacion.telefonica.com/at/mexico/paginas/06.html. En esta liga se pueden ver algunas fotos de Goded, y leer un breve ensayo de Elena Poniatowska sobre las mismas.

30 Paolo Fabbri, El giro semiótico, Barcelona, Gedisa, 2000, p. 19.

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