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Argumentos (México, D.F.)

versão impressa ISSN 0187-5795

Argumentos (Méx.) vol.20 no.54 Ciudad de México Mai./Ago. 2007

 

Crítica de libros

 

Extravíos de la antropología mexicana de Horst Kurnitzky

 

Darío González Gutiérrez

 

Horst Kurnitzky, Extravíos de la antropología mexicana, Fineo, Colombia, 2006.

 

Universidad Autónoma Metropolitana–Unidad Xochimilco, División de Ciencias y Artes para el Diseño.

 

La disyuntiva entre ciencia y política fue planteada ya por Max Weber:1 mientras la primera tiene como objetivo explicar la realidad, la segunda se propone la toma y conservación del poder. Son dos fines distintos e incompatibles. Pero en México la política, con su ideología nacionalista, ha irrumpido en el campo de la antropología. Así lo muestra el "francfortiano" Horst Kurnitzky: señala que los intelectuales al servicio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) han establecido una falsa interpretación del mundo prehispánico, para simular la existencia de un pasado grandioso y exaltar el orgullo nacional. Esto no es algo nuevo, Eric Hobsbawm2 también analizó la interferencia de la política en la historia, y señaló la responsabilidad que tienen los intelectuales de refutar los mitos patrios. Y así lo hace Kurnitzky, quien nació bajo el nacional socialismo alemán y vivió durante su infancia sus terribles consecuencias bélicas; conocedor de los nacionalismos, los desenmascara cuando irrumpen en la ciencia.

El autor muestra que la antropología mexicana promovió la falta de rigor científico para construir un pasado fantástico y heroico; por ello no analiza el origen mismo de la civilización: el sacrificio humano. Conocidas son las prácticas sacrificiales de las culturas prehispánicas, sin embargo, no son exclusivas de éstas y no habría por que ocultarlas: el sacrificio humano es el fundamento de todas las civilizaciones, es universal. Pero la antropología mexicana encubre este hecho bajo eufemismos como "ofrendas" u "occisiones rituales"; al negar el centro mismo del origen y la reproducción social, obstruye cualquier posibilidad para desarrollar teorías que expliquen a la cultura; sustituye a la ciencia por el mito y la historia épica. Entonces, su fin no es la comprensión de los procesos culturales, sino el control político mediante la exaltación del pasado nacional.

Por ello, la antropología mexicana no utiliza el método comparativo para acercarse al estudio del mundo prehispánico mediante el análisis de normas y regulaciones sociales que aparecen en otras culturas. Además, las fuentes históricas que toma no tienen validez científica: se ha conformado con transcribir —casi literalmente— las narraciones de los conquistadores. Pero la limitación intelectual de los aventureros provenientes de la España católica y medieval —que no participó en el Renacimiento— no sólo les impidió interpretar otras culturas sino que abiertamente las rechazaron. Las consideraron diabólicas e hicieron todo lo posible por ocultar su existencia; adaptaron la descripción del mundo prehispánico a su lógica occidental, y así le adjudicaron no sólo modos y costumbres cristianas, también una organización social similar: un sistema patriarcal compuesto por familias monogámicas, y grupos divididos que realizaban funciones bien determinadas —guerreros, sacerdotes, mercaderes, etcétera. Asimismo, reestructuraron la lengua náhuatl según las leyes de la gramática latina y compusieron versos románticos adaptados a la métrica europea. Para Kurnitzky, tomar como propio de los prehispánicos estas formas de organización social y expresiones lingüísticas constituye un grave error.

El mundo prehispánico fue algo muy diferente a lo descrito por los conquistadores y repetido por la corriente dominante de la antropología en México. En él no existían las divisiones sociales de occidente, se trataba de culturas con otra lógica, eran teocráticas: giraban en torno a la religión y no tenían una separación entre los mundos sagrado y profano. Su concepción del tiempo era circular y no lineal, como la de los occidentales; así, no es posible que su lengua contara con los tiempos verbales latinos. Además, es muy probable que estuvieran organizadas en tribus matrilineales estructuradas en hermandades, clanes o genes, donde hombres y mujeres vivían separados, no en familias monogámicas comandadas por los padres.

Ante todos estos extravíos, Kurnitzky propone métodos alternativos de investigación como la hermenéutica, útil para desentrañar los "prejuicios y las visiones del mundo" (p. 28) que impidieron a los conquistadores entender a las culturas prehispánicas. Otro método que recomienda es el de Giovanni Morelli: "consiste en poner mucha atención a los aspectos marginales, a huellas o indicios, a elementos aparentemente de poca monta como, por ejemplo, la forma en que fueron pintadas las orejas, las manos, los pies, o los detalles que se repiten" (p. 66). Lo utilizan los criminólogos para encontrar pistas en sus investigaciones y los historiadores para analizar obras de arte. Kurnitzky también sugiere el uso del psicoanálisis para interpretar los mitos —algo que él mismo ha realizado a lo largo de su producción científica.3 Ésta disciplina permite analizar cómo los grupos sociales proyectan sus miedos y aspiraciones en zagas heroicas; de esta forma, se pueden desentrañar sus conflictos internos y los motivos que los llevan a emprender misiones civilizadoras. En el caso que aquí nos ocupa, el autor se vale del psicoanálisis para interpretar el mito fundacional de México–Tenochtitlan con base en una fuente de primera mano: el monolito Teocalli de la guerra sagrada. Así, indica que se origina con un sacrificio humano, y hace una analogía con el mito de Edipo para mostrar que también la zaga mexica expresa un fracaso para sustituir al sistema matrilineal por uno patrilineal. Entonces, la figura mítica del águila y la serpiente —utilizada por la antropología mexicana— no tiene relevancia alguna para explicar la fundación de México–Tenochtitlan; se encuentra en culturas de todo el mundo y pudo ser introducida por los mismos españoles. Simplemente representa "el conflicto universal entre los sexos" (p. 64): la victoria del poder masculino y celestial (el águila) sobre el femenino y terrenal (la serpiente).

Con esta obra, Kurnitzky continúa despertando polémica y revelando verdades incómodas para la corriente dominante. Su aportación promueve, principalmente, el uso de la teoría del sacrificio, el psicoanálisis y el método científico para contrarrestar a la "mitomanía" y "cosmogonía" prevalecientes. Con esta propuesta, la antropología mexicana avanzará por nuevos derroteros para el estudio de nuestros orígenes y antecedentes.

 

NOTAS

1 Max Weber, El político y el científico, Alianza, México, 1997, pp. 84, 211–231.        [ Links ]

2 Eric Hobsbawm, "¿Qué puede decirnos la historia sobre la sociedad contemporánea?", en Sobre la historia, Crítica, Barcelona, 2002, p. 40.        [ Links ]

3 Entre ella se encuentran las siguientes obras: La estructura libidinal del dinero; Edipo. Un héroe del mundo occidental; Vertiginosa inmovilidad. Los cambios globales de la vida social; Retorno al destino. La destrucción de la sociedad por la sociedad misma; Una civilización incivilizada. El imperio de la violencia en el mundo globalizado.

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