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Investigación bibliotecológica

versión On-line ISSN 2448-8321versión impresa ISSN 0187-358X

Investig. bibl vol.32 no.76 Ciudad de México jul./sep. 2018

https://doi.org/10.22201/iibi.24488321xe.2018.76.57972 

Artículos

Los clubes de lectura en el contexto de las bibliotecas públicas de España. Situación actual y perspectivas de futuro

Reading Clubs in the context of Spanish public libraries. Current situation and future prospects

Carmen Álvarez-Álvarez* 

Julián Pascual-Díez** 

* Universidad de Cantabría, España. carmen.alvarez@unican.es

** Universidad de Oviedo, España. jpascual@uniovi.es


Resumen:

Los clubes de lectura son una práctica de dinamización lectora muy desarrollada en los últimos años en diversidad de espacios. En este artículo nos preguntamos por su papel en las bibliotecas públicas en España. Hemos realizado una investigación basada en entrevistas y cuestionarios, con gestores y usuarios de bibliotecas, así como con coordinadores y usuarios de clubes de lectura. Los resultados muestran que dichos clubes se consolidan como una práctica más de animación a la lectura, que gozan de aceptación social y cada día surgen nuevos grupos. En el futuro esta práctica requerirá superar retos, como una mayor difusión y diversificación.

Palabras clave: Club de Lectura; Biblioteca Pública; Lectura Dialógica; Animación Lectora

Abstract:

The book clubs are a practice of reading dynamization highly developed in the past years in diverse areas. In this article, we asked for the role in public libraries in Spain. We have done some research based on questionnaires and interviews with managers and coordinators and library users and users of book clubs. The results show that the book clubs are emerging as a one more practice than encourage reading, getting social acceptance and every day new groups emerge. In the future, this practice will require overcome challenges such a wider dissemination and diversification.

Key-words: Reading Club; Public Library; Dialogic Reading; Reading Encouragement

Introducción

En España, se han desarrollado prácticas variadas de socialización de la lectura, circulación de libros y lectura dialógica desde el siglo XVIII: veladas, tertulias, círculos de lectura, etc., siendo destacado su auge en la etapa republicana. Las bibliotecas, en general, han sido desde siempre espacios de realización de actividades grupales de lectura. Sin embargo, se afirma que los primeros clubes de lectura organizados tal y como hoy los conocemos en España surgieron a mediados de los años ochenta del siglo XX, y se desarrollaron principalmente en las bibliotecas públicas, dirigiéndose mayoritariamente a personas adultas. Su éxito generó que fueran creciendo y diversificándose. Se han extendido a diversidad de espacios: escuelas de adultos, centros educativos, centros penitenciarios, asociaciones, empresas privadas, etc. (Arana y Galindo, 2009) y se diversifican en sus géneros, siendo posible encontrar clubes específicos de cómics, novela policiaca, poesía, etc., así como clubes de lectura virtuales, muy interesantes para quienes tienen limitaciones horarias para acudir a las reuniones presenciales (Manso-Rodríguez, 2012). Las razones de su crecimiento en España residen en dos aspectos fundamentales: la necesidad de sus participantes de encontrar espacios de diálogo y la sencillez de su funcionamiento, que permite una adaptación flexible a espacios y a lectores muy diversos (Carreño, 2012).

Pese a su éxito, la investigación nacional sobre esta práctica es muy reducida. Por el contrario, la investigación internacional es amplia y ha demostrado las enormes posibilidades que ofrecen los clubes de lectura, en sus múltiples formas, para la mejora del gusto por la lectura y la potenciación del hábito lector (Long, 2003; Radway, 1997; Hartley, 2002; Twomey, 2007; Beach y Yussen, 2011; Lyons y Ray, 2014) y su contribución en la promoción del gusto por los libros en personas de diferentes trayectorias, logrando que lean personas que no tenían el hábito lector desarrollado (Kong y Fitch, 2003; Hall, 2009). Otros investigadores han verificado que mantener procesos de diálogo, discusión y argumentación de opiniones en torno a obras intensifica la comprensión lectora individual y grupal, además de que estimula el gusto por la lectura y los libros, liberándola de sus cauces habituales de soledad e intimidad. Asimismo, favorece el desarrollo de la competencia lingüística y permite el crecimiento literario de los participantes (Johnsson y Jönsson, 2006; Hall, 2009; Whittingham y Huffman, 2009; Gritter, 2011; Mills y Jennings, 2011; Kim y Quinn, 2013; Álvarez, 2015).

Los clubes de lectura se apoyan en un principio básico: en la lectura de las obras literarias no existe un único significado, sino múltiples variaciones interpretativas, cada una con su propia relevancia y plausibilidad, según los puntos de vista (Cassany, 2004). Durante la lectura, el receptor activa su competencia literaria y, en el seno de ésta, su intertexto, con el fin de comprender e interpretar el mensaje (Mendoza, 1998). Además, cada situación de lectura es diferente: no se lee un libro del mismo modo cuando se hace una lectura para uno mismo, que cuando se va a hablar sobre él en un grupo. En este caso, “la lectura, desde el principio, es mucho más atenta, más reflexiva, más personal” (Arana y Galindo, 2009: 40). La variedad de formas que los lectores utilizan para dar sentido a un texto son importantes en el análisis sobre cómo los grupos de personas trabajan juntos para construir significados compartidos en torno a un texto (Addington, 2001). Esto es así porque dicha experiencia es una transacción entre el lector y el texto, en la que los lectores toman una postura estética cuando se centran en lo que ellos viven durante el proceso de lectura (Rosenblatt, 1978).

Hoy día, diferentes estrategias amparadas en el paradigma de la lectura dialógica, como los clubes de lectura, se han hecho un hueco entre las actividades ofertadas por la mayor parte de las bibliotecas públicas más activas, ya que constituyen a la vez un foro intelectual y social que permite que los participantes compartan reacciones, pensamientos e ideas (Flood y Lapp, 1994). La reflexión personal asociada a la lectura individual favorece que los miembros del club interioricen el contenido de los textos leídos, mientras que la conversación dirigida en el grupo extiende esa comprensión, al incluir las perspectivas del análisis efectuado por los demás miembros (Lyons y Ray, 2014; Smith y Galbraith, 2011). Pero, además de su impacto en la comprensión lectora y en el fomento del hábito lector, en los clubes de lectura “se fomentan las relaciones sociales y personales, ya que generalmente sus participantes realizan actividades en común que complementan la lectura y que les llevan a intercambiar conocimientos, cultura y ocio […], en definitiva contribuyen a compartir ciudadanía” (Sánchez-García y Yubero, 2015: 106-107).

En España los clubes de lectura tienen una historia de casi siete lustros. Sin embargo, el conocimiento científico sobre aquéllos no se ha desarrollado tanto ni tan rápido como la práctica misma, pues no es habitual que se realicen evaluaciones de los resultados de forma sistemática (Marlasca y Sánchez-García, 2015). Por ello, consideramos que estamos en un momento propicio para preguntarnos por el estado de esta práctica. En concreto, nuestro objetivo de investigación es conocer su situación actual y sus perspectivas de futuro inmediato, en el contexto de las bibliotecas públicas.

Método

Hemos optado por una metodología cualitativa, realizando entrevistas en profundidad (EP) con informantes-clave, grabadas y transcritas a tres gestores de bibliotecas (G.B.P.), cuatro coordinadores de clubes de lectura (C.CL.) y dos usuarios (U.CL.). En su selección se tuvo presente el cumplimiento de un criterio fundamental: la diversidad de tiempos de relación con clubes de lectura, de experiencias en éstos y tratar de conseguir informantes que no sólo fuesen mujeres.

  • Una de las tres gestoras entrevistadas participó en la creación de uno de los primeros clubes de lectura en España (G.BP.1); otra introdujo clubes de lectura en su biblioteca hace diez años (G.BP.2) y el último, hace tres años (G.BP.3). Pertenecen a dos comunidades autónomas diferentes.

  • En cuanto a las coordinadoras, una lleva tres años en dos clubes (C.CL.1), otra lleva quince (C.CL.2) en tres clubes, otro ha creado un club de lectura de poesía pionero en su región (C.CL.3), mientras que la cuarta se está iniciando; cuando fue entrevistada llevaba sólo cuatro meses (C.CL.4). Pertenecen a dos comunidades autónomas diferentes.

  • El usuario (U.CL.1) estaba participando en su primer año de vinculación a un club de lectura cuando fue entrevistado, y la usuaria (U.CL.2) lleva catorce años participando en diferentes clubes de lectura, habiendo vivido en dos comunidades autónomas españolas diferentes.

Para llegar a más personas, así como para triangular y saturar informaciones también se ha enviado un cuestionario abierto (CA) a seis coordinadores, veinticinco usuarios de clubes de lectura y trece usuarios de bibliotecas públicas que no participan en clubes de lectura. Acceder a los testimonios de estas personas dio un valor añadido en voces, experiencias y diversidad.

Después de recabar la información, efectuada a lo largo de 2014, se organizaron y analizaron los datos, siguiendo pautas propias del análisis de contenido, ya que todos son de tipo cualitativo. El propósito es conocer el punto de vista de todas las personas respecto de los clubes de lectura organizados en las bibliotecas públicas.

Resultados

Los datos recogidos revelan que los clubes en las bibliotecas públicas españolas están en auge. Asimismo, el futuro también parece favorable, especialmente si se abordan algunos retos y demandas. Para consignar los resultados obtenidos, se estructuraron en torno a dos grandes categorías: 1) situación actual y 2) perspectivas de futuro.

Situación actual

Los testimonios de los participantes en el estudio coinciden en señalar que los clubes de lectura se han consolidado como una práctica de animación a la lectura, cada vez más habitual en las bibliotecas públicas; que han logrado una importante aceptación social y que, consecuentemente, se van extendiendo en las bibliotecas públicas y en otros espacios. En este apartado analizaremos estos tres aspectos.

Consolidación de la puesta en práctica de clubes de lectura en bibliotecas públicas

Un primer resultado destacado es que los clubes de lectura han pasado a ser una actividad regular más, que ofrecen numerosas bibliotecas públicas a sus usuarios. Esto es así porque los clubes de lectura:

Han demostrado que cumplen con su cometido de estimular la lectura en profundidad y el debate, a la par que dinamizan la biblioteca pública. “De las actividades de animación a la lectura, el club de lectura es lo que mejor funciona, es lo más auténtico. Claro, porque leen. Y si un día no se lo leen, vienen muy derrotadas y te dicen: ‘Ay, no lo he podido leer, pero lo he intentado, eh, lo he intentado’. Pero salvo eso, lo leen y no solamente lo leen, sino que lo leen de forma reflexiva, que también es un paso interesante. Y luego, en muchos casos se lo releen, que me consta” (EP.C.CL.3).

Desarrollan la función de promoción lectora que tiene la biblioteca y fortalecen su visibilidad como institución: “para una biblioteca pública, organizar clubes de lectura es un punto. No sé si de prestigio, pero sí de que cumple mejor su función” (EP.G.BP.2).

Han logrado que los lectores se involucren plenamente en la experiencia y que exista una amplia demanda social. Las personas encuestadas afirman que únicamente dejarían de participar en las sesiones por razones de fuerza mayor (“cuidar a un hijo/nieto/persona mayor”, “incompatibilidad horaria”, etc.).

Posibilitan que las personas accedan a obras literarias de calidad que, de otro modo, no habrían conocido, aunque al principio puede ser duro. “Yo tuve que reeducar sus hábitos de lectura. Lee lo que quieras, pero léelo por tu cuenta. Yo en un club de lectura no voy a potenciar lecturas fáciles” (EP.C.CL.2).

Se asientan sobre la base de la voluntariedad de todas las personas implicadas (coordinadores y usuarios). “No han crecido por arte de magia, sino por arte de esfuerzo, de trabajo y de planificación, en general desde los centros bibliotecarios. Normalmente no se paga a los coordinadores, porque las bibliotecas no pueden asumirlo” (EP.G.BP.1).

Aceptación social de los clubes de lectura existentes

Los clubes de lectura han logrado la aceptación de usuarios y el respeto por parte de quienes no lo son. Esto es así porque logran satisfacer necesidades que las personas valoran:

  • 1) Ayudan a los participantes a ser más lectores y a acceder a obras desconocidas y relevantes.

  • 2) La lectura se vive en el plano personal y social. No sólo se comprende el libro en solitario, sino que sus ideas principales, al ser comentadas, se socializan.

  • 3) Configuran un perfil de lector más crítico, que lee y entiende las obras literarias en profundidad y que, paulatinamente, desarrolla un criterio propio.

  • 4) Generan un lector “regular” y motivado: alguien que lee alrededor de un libro al mes y se siente animado a leer más, porque en el contexto del club la lectura es una actividad preciada.

  • 5) Se genera una actividad asociativa, lo cual, ya en sí mismo, tiene valor. Entre los participantes se da una organización generalmente democrática.

  • 6) Los encuentros para hablar de las obras enriquecen a todos a nivel cultural y literario, porque se destacan numerosos aspectos educativos de las obras.

  • 7) Ofrecen un contexto de intercambio comunicativo que muchas personas necesitan porque desean hablar con otros.

  • 8) Hay personas con mucho tiempo para el ocio, aburrimiento o soledad que reclaman actividades de ocio cultural. De hecho, en ocasiones, los clubes de lectura son el motor de nuevos encuentros, relaciones y eventos literarios o sociales, sobre todo cuando se generan vínculos de amistad o de convivencia entre los usuarios (exposiciones, viajes literarios, encuentros con otros clubes, etc.).

  • 9) Muchos usuarios elevan su autoestima personal al sentir que es posible para ellos participar en un encuentro literario y mostrar su experiencia lectora al grupo, independientemente de su nivel cultural (sensación de que el debate sería elevado y no estar a la altura) o edad (personas jubiladas que se sienten poco útiles en la sociedad).

  • 10) Muchas personas desarrollan habilidades comunicativas necesarias para hablar en público.

  • 11) Dinamizan las bibliotecas públicas, conjuntamente con el desarrollo de otras actividades y fidelizan lectores y usuarios.

  • 12) En tiempos de crisis, las bibliotecas públicas se han esforzado por seguir ofreciendo esta actividad.

Auge en la creación de nuevos clubes de lectura

Un tercer aspecto significativo que arroja la investigación es el hecho de que, cada vez más, surgen más clubes de lectura en bibliotecas públicas y otros espacios:

  • 1) El número de clubes de lectura y usuarios en el panorama nacional ha aumentado: “Las estadísticas nacionales reflejan que los clubes de lectura son una actividad claramente in crescendo desde que nacieron y van aumentando exponencialmente cada año, no sólo los clubes, sino los asistentes” (EP.G.BP.1).

  • 2) Las bibliotecas sienten la demanda (interna externa) de crear nuevos clubes de lectura. “Yo llevo treinta años en la biblioteca y hubo un momento en que sentí la necesidad de un club. En nuestro caso concreto nace por expresa demanda de los lectores y lo que hizo la biblioteca fue dar respuesta a esa necesidad de nuestros usuarios. Lo piden y lo haces”. (EP.G.BP.3). “Hay bibliotecas en nuestra comunidad autónoma que llevan organizando clubes de lectura diez y doce años. Nosotros somos unos recién llegados y ya tenemos tres.” (EP.G.BP.2).

  • 3) Cada vez más los coordinadores asumen la coordinación de más clubes y los van diversificando. “Yo ahora llevo dos clubes de narrativa y un tercero de poesía. Yo pregunté si había algún club de poesía y me dijeron que en Cantabria no” (EP.C.CL.3).

  • 4) En ocasiones, cuando los clubes de lectura están muy demandados, un miembro del mismo se anima a crear otro. “Del club nuestro ha salido un club nuevo, que me parece muy bien. Es uno de los chicos nuestros del club. No tiene una formación específica, sino que es lector y ha creado un grupito y leen y comentan” (EP.C.CL.2).

  • 5) Los coordinadores crean los clubes de lectura sabiendo que van a tener futuro. “Ninguno de los dos clubes de lectura que llevo ahora va a desaparecer. Uno porque está formado por personas que son lectoras empedernidas que sienten una gran pasión por leer y comentar y el otro porque les ha abierto un mundo diferente sin el que ya no pueden pasar” (EP.C.CL.1).

  • 6) Los coordinadores de clubes de lectura en bibliotecas públicas asesoran a otros coordinadores. “Mucha gente que se incorpora me pide consejo y me gusta muchísimo asesorarles y les doy todo el material que ya no uso para nada, porque les anima. Esto es un servicio público” (EP.C.CL.2).

  • 7) Cada vez hay más difusión de los clubes de lectura existentes y de los de reciente creación. “Si te digo la verdad, no sé si están de moda los clubes de lectura porque he ingresado en uno hace poco, pero sí noto que ahora los veo más. Antes no veía ninguno y ahora ya he visto que hay muchísimos más clubes en mi ciudad” (EP.U.CL.1).

Perspectivas de futuro

La situación actual de los clubes de lectura en las bibliotecas públicas es favorable, y las perspectivas de futuro parecen ser muy buenas también. Sin embargo, los clubes tendrán que afrontar, entre otros, los siguientes retos:

Diversificación en géneros y formatos

Usuarios de clubes de lectura y usuarios de bibliotecas públicas que no participan en dichos clubes han manifestado interés por la creación de aquéllos, pero de géneros específicos que aún no existen en su entorno (novela negra, teatro, literatura de montaña, etc.). “Estoy en un club de narrativa y no solemos leer novela negra, y a mí son los libros que más me gustan. Si hubiera un club de novela negra triunfaría, porque este tipo de lectura gusta a mucha más gente de la que yo pensaba, que ya lo hablamos alguna vez” (EP.U.CL.1).

Por otro lado, con el tiempo, es posible que algunos clubes de bibliotecas públicas deban seguir formatos muy variados, tanto presenciales como on-line. Algunas personas sienten la necesidad de profundizar más en algunas obras y sugieren hacer clubes de lectura de autores específicos, incluso detenerse en desentrañar una obra un año entero, leyéndola por fragmentos: “En Inglaterra existe otra modalidad muy curiosa: se pasan años con un libro. Te cogen una novela de Jean Austin y trabajan en cada sesión un capítulo. Yo me imagino que el nivel que alcanzan del escritor debe ser brutal, claro. Y eso en España igual estaría bien empezar a hacerlo” (EP.C.CL.2).

Explotación mayor de la red y las nuevas tecnologías

Ya han comenzado a surgir clubes de lectura on-line, pero no siempre ligados a bibliotecas, sino a instituciones de diverso tipo. Un reto para muchas bibliotecas públicas será asumir la existencia y dinamización de un club virtual: “Yo el futuro lo veo mucho por el camino de lo virtual, pero hoy por hoy vamos a vivir una etapa de clubes presenciales empleando recursos tecnológicos y clubes de lectura virtuales realizando alguna reunión para verse. Las personas que acuden a las bibliotecas hoy por hoy siguen prefiriendo el contacto presencial: tener un coloquio, un debate, un gesto, una mirada, un fluir de ideas constantes” (EP.G.BP.1).

Asimismo, las bibliotecas públicas deberán divulgar más actividades en la red y aprovechar las ventajas de las nuevas tecnologías (correo electrónico, blogs, sitios web, redes sociales, etc.), ya que en algunos clubes aún están lejos de lograrlo. Otro reto en esta línea es facilitar el empleo de nuevos soportes para la lectura (libros electrónicos, e-books, etc.): “Nuestra biblioteca ya presta libros digitales y dispositivos para leer en pantalla y tenemos un blog para los miembros del club de lectura. Enviamos la información de las reuniones por correo electrónico. Eso genera una brecha digital, porque hay personas que aún no se manejan en esos medios” (EP.G.BP.3).

Ampliación a otros espacios

Las bibliotecas públicas que cuenta con un club de lectura consideran muy necesario que las bibliotecas locales de comarcas pequeñas y, especialmente, las bibliotecas escolares organicen clubes de lectura: “El trabajo conjunto de biblioteca y escuela sería genial, pero para eso ambas partes deben implicarse y yo he intentado que los maestros se acerquen a la biblioteca y nada […]” (EP.G.BP.3). Consideran que si esta práctica se desarrollase, se lograría que desde la infancia existiera un mayor disfrute con la literatura. “A los que hay que enseñar verdaderamente a leer es a los niños” (EP.U.CL.2).

Asimismo, las bibliotecas también pueden ampliar su marco de animación a la lectura mediante clubes en otros espacios, quizás algunos inimaginables hoy: “En Madrid, hay clubes de lectura hasta de asociaciones de vecinos. Yo recuerdo que una escritora me comentó que ella había ido a dar una conferencia a una especie de escalera de vecinos que se reunían y comentaban libros. En Inglaterra hay calles que tienen un club de lectura” (EP.C.CL.2).

Mejores dotaciones y realización de más actividades complementarias

Un aspecto muy reclamado por los gestores de biblioteca, los usuarios y coordinadores es la necesidad de mejorar las dotaciones de las bibliotecas públicas con numerosos y variados lotes de libros. Pese a los grandes esfuerzos cooperativos realizados por parte de las bibliotecas públicas para conseguir las obras y amortizar sus inversiones, también es necesario plantear que las políticas de austeridad adoptadas en materia de cultura en esta última etapa de crisis económica han afectado negativamente: “Hasta hace cuatro años nos reuníamos los coordinadores de los clubes de lectura de toda la Autonomía y decidíamos qué libros comprar. Comprábamos nueve títulos a lo largo del año y, de cada título, quince ejemplares. Esos pasaban a ser lotes que nos íbamos turnando todos los clubes para cogerlos y leerlos. Llegaron los recortes y eso se acabó” (EP.C.CL.1).

También hay demanda de más actividades de ocio ligadas al cultivo de la lectura para los usuarios de los clubes: viajes, teatro, meriendas, visitas, exposiciones, entre otras: “Una iniciativa que a mí me parece muy importante son los viajes literarios, coger una ruta literaria y hacerla. Eso es una cosa que produce mucho efecto, ¿sabes? A estos los llevé a Londres e hicimos la ruta de Virginia Wolf, Dickens y Shakespeare. No veas cómo estaban de motivados. Me fui parando en cada lugar de Londres y les explicaba: ‘Mirad, aquí es donde Bernard Shaw escribió tal cosa’ y de verdad, no veas, cómo les motivó. Sé que existe la Ruta de La Mancha, la Ruta de Pereda” (EP.C.CL.2).

Mayor evaluación y difusión de las prácticas que funcionan

Una cuestión poco menos que imposible de lograr aún es la evaluación de los resultados que generan las diferentes prácticas de animación a la lectura, desarrolladas desde la biblioteca pública. Las siguientes palabras son muy explícitas, al respecto: “Es muy necesario investigar el potencial que tienen las actividades que hacemos desde la biblioteca, porque nosotros hacemos muchas cosas, pero no sabemos con certeza qué resultados provocan. A veces damos palos de ciego para dar una buena imagen ante el concejal de turno. Yo no sé de lo que aquí se propone qué es lo que funciona y hace leer a la gente, no lo sé. Sólo sé que las personas que están en un club de lectura leen y disfrutan, y se motivan a leer más y les gusta; y nuestros clubes son un éxito, pero del resto de actividades, no lo sé. Y hacemos muchas cosas, pero, no sabemos si acertamos” (EP.G.BP.3).

Sin embargo, pese a que los clubes de lectura son una práctica exitosa y que goza de difusión, ésta aún debe mejorar a la vista de todas las personas implicadas en el estudio: “En los clubes de adultos podríamos decir que los resultados son espectaculares, pero les damos poca difusión. Trabajamos poco en el marketing. Hay muchas bibliotecas pequeñitas que tienen movimiento de clubes de lectura maravilloso. Y eso se sabe poco” (EP.G.BP.1).

Conclusiones

Los clubes de lectura gozan hoy en día de gran aceptación social y son vistos por los bibliotecarios y usuarios como los formatos más idóneos para la promoción de la lectura en las bibliotecas públicas (Baró et al., 2012). Están en vías de consolidarse como una práctica más de animación a la lectura en las bibliotecas públicas y cada día surgen nuevos grupos, lo que augura buenas y nuevas perspectivas para el futuro. Muestra de este crecimiento e interés es la celebración de encuentros periódicos (nacionales, regionales, provinciales) de clubes de lectura (Marlasca y Sánchez-García, 2015).

Por encima de todo, cabe destacar la relevancia de los clubes de lectura en la formación lectora de los participantes: “Para muchos lectores, un club de lectura es su particular espacio de aprendizaje. Escuchando a otros lectores como ellos, confrontando sus impresiones con las de los demás, se afirman y progresan como lectores” (Mata, 2009: 119).

El éxito de los clubes de lectura en las bibliotecas públicas responde a su función básica de promocionar la lectura; asimismo guarda relación con sus propias características: el aspecto social, la igualdad entre los miembros del club y el espíritu de cooperación (Smith, 1996). El aspecto social comprende no sólo la reunión con amigos y compañeros, sino el conocimiento de ellos a través de su relación con los libros, de las referencias a sus propias vidas al comentarlos, así como la exposición de puntos de vista morales o éticos.

De hecho, la interacción del grupo y la escucha de sus compañeros favorece la implicación personal de los participantes y el desarrollo de discusiones que ayudan a conectar la literatura con la vida (Gritter, 2011). La igualdad entre los miembros del club de lectura queda de manifiesto en la posibilidad de tomar la palabra y de hablar libremente, sin tratar de impresionar a nadie y sin que después de cada intervención el coordinador tenga que intervenir. Esta igualdad también se constata en el espíritu de cooperación que preside los debates en las sesiones.

Smith y Galbraith (2011) señalaron tres características necesarias para el éxito de los clubes de lectura: la dirección del grupo, la diversidad de los participantes y un ambiente informal. Marlasca y Sánchez-García (2015) subrayan también la relevancia del coordinador, la adecuada planificación de las sesiones y una selección de lecturas, todo lo cual motive a los lectores y conecte con sus capacidades para que se susciten debates activos y enriquecedores. Los testimonios recogidos en este trabajo corroboran todos esos aspectos que se han citado.

Para que los clubes de lectura continúen consolidándose, es preciso que sepan adaptarse a un contexto sociocultural cambiante y a las demandas de los usuarios. Entre los retos que se les presentan destacan los siguientes:

  • La necesidad de clubes más diversificados en géneros, formatos, colectivos específicos, personas en riesgo de exclusión social...

  • Una mejor y mayor explotación de la red y de las nuevas tecnologías. En este sentido, cabría destacar, entre otros, el desarrollo creciente de clubes de lectura virtuales, o las posibilidades que abre la utilización de las herramientas virtuales de la Web 2.0, como los blogs y Twitter, que si bien ya se utilizan, aún pueden ofrecer muchas oportunidades de mejora.

  • La ampliación a otros espacios y ámbitos (bibliotecas escolares, universitarias, librerías, asociaciones y otros).

  • La necesidad de mejores dotaciones y la realización de más actividades complementarias vinculadas con el club de lectura (encuentros, viajes culturales, exposiciones, entre otras).

  • Una mejor evaluación (cuantitativa y cualitativa) para valorar los objetivos de la actividad y el nivel de satisfacción de los participantes, así como una mayor difusión de las experiencias que se realizan.

  • Finalmente, cabe subrayar la necesidad de que las actuaciones innovadoras de fomento de la lectura desde la biblioteca pública no tengan carácter aislado o complementario, sino que formen parte del núcleo del proyecto de biblioteca pública, ya que, como afirma Lozano (2010), la biblioteca pública y la promoción de la lectura constituyen un “tándem indisoluble”.

Referencias

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Recibido: 23 de Marzo de 2016; Aprobado: 27 de Septiembre de 2016

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