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Sociológica (México)

versão On-line ISSN 2007-8358versão impressa ISSN 0187-0173

Sociológica (Méx.) vol.37 no.106 Ciudad de México Jul./Dez. 2022  Epub 01-Set-2023

 

Artículos de investigación

Mirando al futuro: ¿aspiran los estudiantes universitarios de instituciones mexicanas públicas y privadas consolidadas a la movilidad social?

Looking to the Future: Do University Students at Established Public and Private Mexican Institutions Aspire to Social Mobility

* Profesora investigadora del Departamento de Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco. Correo electrónico <meryhamuis@gmail.com>.


RESUMEN

El artículo se enfoca en la aspiración de movilidad social subjetiva y relativa de jóvenes del último año de las licenciaturas de Administración, Derecho e Ingeniería de dos universidades consolidadas de la Ciudad de México, una pública y otra privada, que se distinguen por su configuración sociocultural.1 Ante la pregunta: ¿aspiran los estudiantes universitarios mexicanos de universidades públicas y privadas consolidadas a la movilidad social? comparamos su percepción de clase social familiar y su aspiración de posición social en lo laboral, lo económico y de prestigio, por género y carrera. Encontramos que aspiran a moverse subjetiva e intergeneracionalmente con diferencias entre quienes estudian en la universidad pública y la privada, porque las configuraciones entre variables juegan de diferente manera.

PALABRAS CLAVE: aspiración; movilidad social relativa; estudiantes universitarios; desigualdad; universidad pública y privada

ABSTRACT

The article focuses on the aspiration of subjective and relative social mobility of young people in their last year of Administration, Law and Engineering degrees from two consolidated universities in Mexico City, one public and the other private, distinguished by their sociocultural configuration. . Faced with the question: do Mexican university students from consolidated public and private universities aspire to social mobility? We compared their perception of family social class and their aspirations for social position in employment, economic and prestige, by gender and career. We found that they aspire to move subjectively and intergenerationally with differences between those who study at the public and private universities, because the configurations between variables play in different ways.

KEY WORDS: aspiration; relative social mobility; university students; inequality; public and private university

INTRODUCCIÓN

Durante mucho tiempo se pensó que estudiar una licenciatura era un factor que intervenía fuertemente para lograr una mejor posición social; actualmente parecería que la formación universitaria ha perdido peso al respecto, y además se le adjudican otros significados y caben suposiciones acerca de que estudiar en la universidad obedece a esa o a otras razones. La distribución del ingreso y de la riqueza muestra que se ha producido un fuerte proceso de concentración; la apropiación de los beneficios del crecimiento económico se percibe más desigual, particularmente en las grandes ciudades. De ahí que las preguntas que surgieron cuando analizamos la movilidad social fueron: ¿cuándo es posible la movilidad social?, ¿qué tanta movilidad social hay en el contexto nacional mexicano?, ¿qué variables considerar en el análisis? y ¿cómo se refleja en el caso de los universitarios?

Sobre la primera pregunta se puede decir que la movilidad social es posible cuando las circunstancias de origen de las personas tienen menor relevancia en su logro de vida y los éxitos se reflejan en recompensas al esfuerzo (Roemer, 1993). La literatura señala que las condiciones que permiten la movilidad social son, en distintos grados, la situación económica de los países aunada al acceso a las oportunidades, pues el mecanismo que está detrás de las personas que se mueven son las oportunidades a las que tengan acceso.

En este artículo analizamos la aspiración2 a un futuro de movilidad, una percepción que es subjetiva y relativa, que orienta la acción y que se vincula con elecciones y cálculos inmersos en mundos imaginados (Appadurai, 2004: 67). La entendemos como una capacidad cultural, pues los estudiantes pueden vislumbrar futuros imaginados en grupo, como colectividad, que representan modos de imaginar la vida.

De ahí que nos preguntamos: ¿aspiran a la movilidad social intergeneracional los estudiantes formados en universidades consolidadas3 que están por terminar su licenciatura? Se trata de una interrogante dirigida para los casos de los ingenieros, abogados y administradores que cursan sus estudios en instituciones consolidadas, públicas o privadas, de la Ciudad de México.

Nuestro punto de partida es que, en la aspiración de movilidad juegan el deseo, la posición familiar, el logro educativo que se manifiesta en estar en el último año de la licenciatura, la construcción de oportunidades por parte de los estudiantes, el aprovechamiento de las oportunidades que brindan las instituciones y los apoyos sociales, entre otros factores. Algunas de las razones para asociar estas variables a la percepción de movilidad relativa son: a) ser estudiante universitario es un logro que conlleva una marca de distinción (Bourdieu, 2002), un cambio en la identidad, en los roles y en la posibilidad de obtener un empleo profesional que se traduzca en un mejor estatus social y económico que el de los padres, sobre todo cuando algunos estudiantes son los primeros de su familia en acceder a la universidad (Hamui, 2017); b) el rol de estudiante universitario se acompaña de la emergencia de un sistema de aspiraciones, entre las que destaca la obtención del trabajo que desean y su percepción de un cambio respecto de la posición socioeconómica familiar; c) como resultado de su proceso de aprendizaje y de formación, los jóvenes esperarían encontrar un trabajo que les permita vivir bien. A pesar de que resulta difícil demarcar lo que implica vivir bien, parece común que los estudiantes universitarios aspiren a posiciones sociales equivalentes al prestigio social de su formación profesional y que implique vivir bien, ya sea mejor o igual en algún aspecto, pero siempre igual o mejor que la vida a la que están acostumbrados en el seno de su familia; d) la conclusión de los estudios universitarios conlleva la aspiración a ser independiente ante la posibilidad de una inserción laboral profesional acorde con la socialización adquirida y a la importancia que tiene haber dado pasos importantes en la trayectoria (Fernández y Alonso, 2014).

Además, las aspiraciones imponen a los jóvenes tareas, rutinas e intercambios sociales y económicos muy distintos a los escolares y a los familiares. Por ejemplo, los estudiantes que están en el último año de su carrera realizan esfuerzos diferenciados para terminar sus estudios. Una investigación previa4 mostró que algunos estudiantes buscaban trabajo desde que estaban estudiando y otros se proponían hacerlo al terminar la licenciatura o la maestría (Villa Lever, Canales y Hamui, 2017). Algunos calificaban el trabajo deseado como formal y esperaban obtener con él una remuneración económica que les permitiera vivir, disfrutar, o bien, continuar estudios de posgrado. Para otros más, el trabajo suponía la movilidad social, pues consideraban que les permitiría alcanzar un mejor nivel que el de sus padres, así como el reconocimiento familiar y social.

La movilidad social subjetiva acompaña a los estudiantes en su trayectoria, porque apuestan a su futuro, anclados en lo que están viviendo, en su toma de decisiones, su percepción de origen social, las oportunidades que les ofrece su institución, sus concepciones de bienestar y de logro en la construcción de su vida, así como en sus lógicas de concebir acciones y formas de vincularse con un horizonte más amplio. Lograrlo implica un deseo y un proceso de decisión consciente para elegir y asumir opciones para dirigirse a lo que quieren lograr. Las decisiones y acciones para construir oportunidades son distintas y no todas están al alcance de todos los estudiantes universitarios; de ahí que la desigualdad dependa de la vida que cada uno esté viviendo y se proyecte al futuro (Augé, 2000).

Cabe hacer notar que los conceptos que se usan comúnmente para medir la desigualdad social entre expertos no siempre coinciden con las percepciones de los ciudadanos de a pie (Krozer, 2021), y que para ubicarse a sí mismos en la escala social piensen en términos de movilidad relativa, atendiendo al deseo o a la ambición de lograr algo. Es decir, que se podría hacer algún esfuerzo para lograr el objetivo desea- do (Pasquier-Doumer, 2016), por lo que aspirar sugiere ser un agente que se esfuerza y logra su meta.

Augé (2000) considera que no se puede pensar en un futuro ajeno a la vivencia, aunque se dude del porvenir, por lo que para analizar el mañana es necesario considerar el tiempo y el espacio, ya que las estrategias se anclan en lo que se ha hecho y en lo que después se va a hacer. Cuando el pasado desaparece se borra el sentido del futuro, que da cabida al porvenir, y es entonces cuando el estudiante se puede desplazar a lo desconocido. Por ello, no todos los estudiantes viven y proyectan igualmente su porvenir o pueden aspirar a todas las experiencias para ser reconocidos socialmente por su esfuerzo. Por ejemplo, no todos pueden pensar en la movilidad internacional para potenciar el ascenso en su posición. Algunos estudiantes aspiran y logran entrar a universidades consolidadas, otros se conforman con ingresar a instituciones con menor calidad académica o a las que se adecuen a sus condiciones, ubicándolos en un contexto de oportunidades desigual con proyecciones distintas. La desigualdad en el acceso a las universidades consolidadas puede representar una desigualdad horizontal entre los distintos tipos de estudiantes, según sea la institución (Solís, 2014); en este tipo de desigualdad se observa una estrecha relación entre la universidad y la composición social y cultural de las familias de los estudiantes, que conforman circuitos escolares diferenciados por estrato social (Villa Lever, 2016).

Otra manera de explicar la segmentación es la que propone Saravi (2015), quien distingue entre escuela total y escuela acotada para advertir diferencias en los procesos de socialización que viven los estudiantes en sus prácticas, en las que expresan comportamientos, actitudes y percepciones comunes que los identifican. La escuela total está dirigida hacia estudiantes de clases privilegiadas que cuentan con las mejores condiciones para vivir su experiencia escolar para el desarrollo profesional y personal exitoso. La escuela acotada responde a las necesidades de las clases menos favorecidas en las que los individuos suelen tener responsabilidades familiares o ser trabajadores, a lo que agregan su identidad de estudiantes. Ambas expresan mundos culturales distintos, en los que las aspiraciones laborales, económicas y de prestigio responden a circuitos de experiencia distantes que se enlazan con percepciones, decisiones y prácticas de diferentes horizontes de futuro.

Las universidades consideradas en este artículo son consolidadas porque ambas ofrecen un alto desarrollo académico, pero se distinguen entre sí por prácticas diferenciadas en la socialización y en su regimen de financiamiento. Una es pública, en la que no se paga inscripción para el acceso ni cuotas para permanecer y en la que el proceso de selección es muy riguroso. La otra es privada, se paga inscripción y colegiaturas elevadas y ofrece oportunidades competitivas para incorporarse al mercado de trabajo en espacios de dirección.

El acceso a una universidad consolidada significa la posibilidad de construirse oportunidades que pueden traducirse en una mayor capacidad de aspirar y de cambiar el rumbo de su vida profesional, social y de prestigio, pues al interior de la universidad, que es un contexto situado, se ofrecen oportunidades, beneficios y retos para todos, aunque cada estudiante los capitalice de distinta manera. Estudiar en una universidad de reconocido prestigio no significa que hay igualdad de resultados en lo laboral, en lo económico ni en el prestigio que pueden obtener los egresados, pues éstos no dependen sólo de la configuración de habilidades personales y de redes construidas en la trayectoria universitaria, sino de otros factores estructurales que también influyen y que están en ámbitos ajenos a la universidad.

Cuando “los estudiantes comparten el mismo espacio no perciben desigualdades en las oportunidades con sus pares, pues están expuestos a estructuras de oportunidades semejantes, acordes con el espacio de desarrollo que les ofrece su universidad” (Hamui, 2017: 324). Al interior de cada espacio universitario, según sea el ambiente social y las características socioescolares, los estudiantes perciben la misma exigencia en el plan de estudios y en las políticas institucionales para aprovechar beneficios. La desigualdad se percibe ante las oportunidades laborales a las que pueden aspirar cuando van a buscar trabajo, ya que “los mejor acomodados en la escala social son quienes reciben las mejores oportunidades, pues cobra nuevamente importancia su posición familiar” (Hamui, 2017: 324), aunque también importe su capacidad de agencia.

En este sentido, la construcción de estructuras de oportunidades laborales depende de los entrelazamientos entre la posición social, la inserción en una universidad de reconocido prestigio o consolidada y la agencia. Los estudiantes toman iniciativas sobre su propio bienestar ante lo que tienen a la mano y lo que se puede, pues el trabajo profesional y los ingresos que se perciben tienen distinta lógica. El reto para que el estudiante aspire a la movilidad social está en que perciba que puede transitar a un nuevo contexto situado en el que se maneje con los códigos propios de ese nuevo ambiente social(Figueira, 2001; Méndez, 2002; Concha, 2009).

PERSPECTIVA DE ANÁLISIS. RELACIÓN ENTRE MOVILIDAD SOCIAL, DESIGUALDADES Y OPORTUNIDADES

La movilidad social se refiere, en general, a los cambios que experimentan las personas en su condición socioeconómica. Dentro del análisis de la movilidad social se pueden observar los cambios de posición que experimentan los individuos, mismos que pueden darse entre estratos socioeconómicos diferentes -movilidad vertical- o al interior de un estrato-movilidad horizontal- (Sorokin, 1959). La movilidad vertical también se conoce como movilidad relativa, ya que mide el cambio en la posición socioeconómica de las personas en relación con la que alcanzaron sus padres. Ahora bien, la movilidad social también puede medirse en términos absolutos. La movilidad absoluta evalúa el cambio en el nivel de vida que existe entre distintas generaciones de todo un país o región (Erikson, Goldthorpe y Portocarrero, 1979), pues es el resultado de factores como avances tecnológicos, cambios económicos y demográficos, entre otros. En cambio, en la movilidad relativa se comparan las oportunidades para alcanzar una determinada posición socioeconómica de las personas con orígenes distintos.

La movilidad social absoluta y la relativa pueden no ocurrir en un mismo periodo; por ejemplo, puede haber niveles altos de movilidad absoluta porque a una sociedad “le fue mejor” en su conjunto y que, al mismo tiempo, sean bajos los niveles de movilidad relativa porque la posición que los hijos ocupan en comparación con la de sus padres no cambie de manera significativa (Vélez, Campos y Huerta, 2013).

Vélez, Campos y Fonseca (2015) señalan que hay tres tipos de movilidad social intergeneracional: a) la movilidad de bienestar económico, la cual compara la posición socioeconómica que ocupan las familias en la sociedad; b) la movilidad educativa, que refiere a la posibilidad de moverse a una categoría educacional distinta en su trayectoria educativa; y la movilidad de percepciones o subjetiva, que está relacionada con la apreciación que las personas tienen de su propia posición, metas y aspiraciones de mejorar su vida en tres aspectos: posición socioeconómica, laboral y prestigio.

En el estudio de movilidad 2019 del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEYY) se plantea que es posible observar movilidad social cuando se identifica la relación entre desigualdad y crecimiento económico. Hassler y Rodríguez (2000) señalan que, cuando coincide la alta desigualdad económica con la alta desigualdad de oportunidades, la movilidad es baja; y que, cuando hay niveles elevados de movilidad social y bajos grados de desigualdad, las tasas de crecimiento económico son altas (Galor y Zeira, 1993: Hassler y Rodríguez, 2000; Hassler, Rodríguez y Zeira, 2007). De ahí que en la relación entre desigualdad económica y crecimiento económico se encuentre la desigualdad de oportunidades (Marrero y Rodríguez, 2013) y que la igualdad de oportunidades vaya aparejada con la movilidad social (Corak, 2013; Brunori, Ferreira y Peragine, 2013; Ferreira y Peragine, 2015, todos citados en CEEY, 2019).

La relación entre la movilidad social, las desigualdades y las oportunidades en sociedades como la mexicana es baja (Marrero y Rodríguez, 2013), pues presentan alta desigualdad tanto económica como de oportunidades. Asimismo, la baja movilidad social afecta en mayor medida a las personas que han acumulado grados de educación, es decir, a las personas con alto capital humano que compiten fuertemente entre sí por las escasas oportunidades, cuestión que también afecta al crecimiento futuro (Corak, 2013; Brunori, Ferreira y Peragine, 2013; Ferreira y Peragine, 2015, todos citados en CEEY, 2019).

¿Cómo sucede esto? Hay dos situaciones: los cambios sociales y tecnológicos que han provocado un aumento significativo de la desigualdad social (Tedesco, 2003), y la distribución del ingreso y de la riqueza, que ha llevado a un fuerte proceso de concentración de la apropiación de los beneficios del crecimiento económico, generando desigualdad, circunstancia que se observa más en las grandes ciudades.

Por otro lado, la concentración de los beneficios conlleva la desigualdad de oportunidades, que es percibida cuando una comunidad, grupo social o colectivo recibe un trato desfavorable respecto del resto de los miembros del entorno al que pertenecen y que, aunque no únicamente, se manifiesta en aspectos como el poder adquisitivo. Las causas principales de la desigualdad de oportunidades son la exclusión, la carencia de información y la falta de acceso a situaciones de bienestar. En casi todos los casos la desigualdad social conlleva, además de una realidad de marginación y aislamiento, un pronóstico que afecta a esos grupos sociales que han vivido directamente esta circunstancia (UNESCO, 2021). En otras palabras, en los escenarios de oportunidad surgen sentimientos de justicia o injusticia que se viven dependiendo de los contextos y que adquieren formas particulares en diferentes entornos (Fincher, 2016).

El reto está en explicar los modos en que cada sociedad define la hora de permitir el acceso a un estrato más alto o promover la expulsión de una red privilegiada (Raphael, 2017); en cómo sube o baja el elevador que permite el ascenso o descenso de un piso a otro en el edificio social. El elevador funciona mejor en los niveles cuatro y ocho de los diez pisos del edificio social; para quienes están en los pisos nueve y diez es muy difícil ascender más arriba que sus padres. También es complicado progresar en los pisos uno y dos, pues casi no tienen acceso a la educación superior.

Para Amartya Sen (1980), la desigualdad es multidimensional y su distribución debe medirse en relación con un rango de capacidades, o lo que las personas pueden hacer o ser. Sus principales dimensiones son el reconocimiento económico, social, político y cultural. Las conexiones son causales en las diversas dimensiones y cuanto más estrechas son estas conexiones más amplias son las desigualdades, aunque las dimensiones relevantes varían de una sociedad a otra. Por ejemplo, las desigualdades educativas pueden ser responsables de las económicas, con causalidad inversa, ya que quienes son más desfavorecidos económicamente tienden a recibir menos educación (Stuart, 2016).

Amartya Sen sitúa a las oportunidades considerando la posición social de la persona entre dos puntos de vista; en sus palabras: “La posición de una persona en la organización social se puede considerar desde dos puntos de vista distintos: el primero se refiere a los objetivos alcanzados y el segundo a la libertad que tuvo para alcanzarlos” (Sen, 2010: 45). A su vez, los objetivos y la libertad se conjugan en la oportunidad para lograr lo que se aspira en términos de sus propios valores y objetivos. Las oportunidades acontecen en situaciones sociales concretas que condicionan las acciones de los individuos en una sociedad. Una especie de ámbitos de la acción humana estructuralmente determinados que expresan el valor que el individuo confiere a su posición social y se convierten en referentes para su acción cotidiana (Dahrendorf, 1983; Mora, Pérez y Cortés, 2004).

Las oportunidades son lo que el estudiante construye a través de lo que decide y de cómo actúa a partir de sus capitales y condiciones, que pone en juego para lograr lo que desea y valora en la circunstancia estructural en la que se encuentre. Sin embargo, las aspiraciones de movilidad social no siempre se concretan, pues ante el escaso crecimiento económico y la alta desigualdad social en el país resurgen las desigualdades en oportunidades diferenciadas: los que ocupan posiciones altas en la escala social son quienes reciben las mejores oportunidades.

Por ello, en este capítulo nos referimos al tercer tipo de movilidad, la de percepciones, que es subjetiva o relativa, bajo la premisa de que las percepciones no siempre coinciden con la realidad y que desde su posición de estudiantes, en una universidad que ofrece oportunidades iguales a todos, aspiren a una oportunidad que va más allá de su aspiración y de su logro educativo. Para ilustrar esta diferencia en la percepción, en una encuesta aplicada en un estudio de 2019 sobre percepciones de la desigualdad y movilidad social, se encontró que para los desfavorecidos la pobreza termina en 2300 pesos mensuales y la riqueza empieza en 34,000 pesos; mientras que para los ricos, la pobreza termina en 3000 pesos y la riqueza empieza apenas por encima de los 45,000 (Campos-Vázquez et al., 2021). Es decir, los estudiantes pueden percibir una sociedad polarizada en donde consideren que se necesita menos dinero, ya sea para ser rico o para ser pobre y, por ello, su percepción de posición social familiar y de la posición a la que aspiran sea desigual según sea el nivel socioeconómico y educativo propio de las regiones del país.

Otra razón para medir la aspiración de movilidad de manera subjetiva es el hecho de que la mayoría de los estudiantes encuestados no habían tenido un trabajo profesional que les permitiera pensar en que tendrán movilidad laboral o económica, pues partían de su condición de estudiantes de último año de licenciatura, por lo que aún no podían reflexionar desde una situación laboral.

METODOLOGÍA

El análisis de las aspiraciones a la movilidad que aquí se realiza considera dos variables principales: percepción sobre la clase social familiar y aspiración de movilidad. Esta última incluye tres componentes: laboral, económico y de prestigio. La exploración se llevó a cabo en dos universidades, clasificadas como de alto desarrollo académico o consolidadas, una pública y una privada; las carreras seleccionadas fueron administración, derecho e ingeniería, fundamentalmente porque son de alta demanda y localizables en la mayoría de las universidades. Las carreras y el género son variables transversales que intervienen de forma importante. Las primeras porque son un elemento clave que da sentido a las aspiraciones de los jóvenes universitarios, pues ellos entran a un mundo que se entiende conceptual y metodológicamente de una cierta manera y que organiza su estructura de pensamiento en la trayectoria por la universidad. El género, porque refiere a “una construcción social realizada a través de representaciones culturales de la diferencia sexual, a la que se concibe como producto social y no de la naturaleza. Esta construcción […] se conforma a partir de un complejo entramado de roles, expectativas, marcos sociales, formas de sociabilidad y procesos de socialización” (Nash, 2001: 23). El género representa la pertenencia a una categoría y asigna a la persona una posición social jerárquicamente diferenciada, supone relaciones de poder (Lamus Canavate, 2012) y, por tanto, oportunidades diferenciadas en la vida social.

El análisis se concentra en la percepción de movilidad social relativa de una generación a otra. Interesa saber si los estudiantes perciben que mejora o empeora su posición socioeconómica con respecto a la de su hogar de origen. Suponemos que si desean, deciden y se mueven para contar con los recursos cognitivos, económicos y de prestigio propios apoyados por sus logros, mayor será la posibilidad de movilidad social.

Las aspiraciones parten de la posición de una persona en la organización social y se pueden considerar desde dos puntos de vista distintos (Sen, 2010): el primero es la posición de partida y el segundo la posición a la que se aspira, considerando que quieren alcanzar sus objetivos laborales, económicos y de prestigio y tienen la libertad para conseguirlo. Partimos de que los estudiantes construyen sus aspiraciones ancladas en la vida que está siendo vivida. De ahí que se trabaje con la posición social familiar percibida por los estudiantes como punto de arranque, pues es la condición que subjetivamente heredaron, y con la posición social que desean alcanzar en comparación con sus padres, después de haber estudiado la carrera, en los tres ámbitos mencionados. Es preciso reconocer que los estudiantes que pudieron ingresar a una universidad consolidada ya tuvieron la experiencia de construir oportunidades para lograr estudiar en ella, al aprovechar sus competencias y habilidades acumuladas desde la infancia hasta la juventud y al hecho de que fueron decidiendo y actuando al poner en juego sus capitales y condiciones para lograrlo. Cabe hacer notar que los resultados que deseaban obtener al concluir sus estudios no siempre reflejan el mérito académico en otros espacios sociales, como el laboral, el económico y el del prestigio.

Entre nuestros supuestos de partida están:

  • Supuesto 1: los estudiantes aspiran a lograr la movilidad social dependiendo de su percepción de la clase social familiar. Los alumnos de la universidad pública generalmente tienen una posición de origen más baja que los de la universidad privada. De ahí que las universidades estén socialmente segmentadas y exista una condición desigual de acceso que se refleja en la percepción de su circunstancia de origen heredada.

  • Supuesto 2: los estudiantes que estudian las carreras de administración, derecho e ingeniería en universidades consolidadas, distintas por su régimen de financiamiento, tuvieron oportunidades desiguales, pues quienes estudian en la pública no tienen que pagar cuotas, mientras que los de la privada pagan colegiaturas que no todos podrían solventar. Al interior de la universidad se configuran escenarios para todos; cada institución ofrece oportunidades iguales a todos sus estudiantes, pero las posi bilidades de movilidad social pueden ser distintas.

  • Supuesto 3: los estudiantes que están por terminar las carreras de administración, derecho e ingeniería aspiran a lograr la movilidad social según sean el conocimiento que se cultive y las pautas de organización de los profesionistas de cada una de ellas.

  • Supuesto 4: las aspiraciones de movilidad social relativa varían no sólo porque se sitúen en la posición social que perciben que tiene su familia, ni por el tipo de universidad en la que estudien o por la carrera elegida; también importa el género de los estudiantes, pues las oportunidades son distintas dependiendo de si se es hombre o mujer.

  • Supuesto 5: los estudiantes que accedieron a una universidad consolidada aprovecharon sus competencias y habilidades desde la infancia hasta la juventud. Perciben en la educación una vía para tener una mejor posición laboral, económica y de prestigio, aunque también consideran que existen otros factores y apuestan a la educación de calidad para conseguir un mejor posicionamiento social.

La pregunta que orienta este texto es: ¿aspiran los estudiantes que están por terminar su licenciatura en universidades consolidadas públicas y privadas de las carreras de administración, derecho e ingeniería a lograr la movilidad social intergeneracional? Partiendo de que ambicionan tener una posición social más alta o igual a la de sus padres y que perciben en la educación una vía que les ayuda a mejorar o a permanecer en la misma posición en lo laboral, en lo económico y en el ámbito del prestigio social advertimos que habría diferencias en las tendencias y planteamos las siguientes hipótesis:

  • Los estudiantes de posición social familiar baja y muy baja que estudian administración, derecho o ingeniería en una universidad pública o privada consolidadas tienen una aspiración relativa de movilidad social ascendente.

  • Los estudiantes de la universidad privada de posición social familiar alta y media alta tienen una aspiración de movilidad social alta o de persistencia, que les garantice un estatus similar al de sus padres.

  • Los estudiantes de posición familiar media alta y media baja de una universidad pública tienen una aspiración de movilidad relativa ascendente en relación con la posición familiar de origen.

DATOS

Este artículo se deriva de un proyecto colectivo amplio titulado “Las aspiraciones de futuro de los estudiantes de educación superior desde una perspectiva de desigualdades multidimensionales”, pero aquí sólo nos aproximamos a las aspiraciones de movilidad social subjetiva y relativa de los estudiantes universitarios que están cursando su último año de licenciatura en dos de las seis universidades de la investigación amplia. Para ubicar a las instituciones en la categoría de consolidadas se consideraron veinte indicadores agregados en tres dimensiones: las características de la institución (promedio de admisión, volumen de matrícula, número de programas de estudio en licenciatura y maestría, entre otros); rasgos de su personal académico (tiempo de dedicación, grados escolares, pertenencia al Sistema Nacional de Investigadores, etc.) y volumen de programas acreditados (proporción de programas de estudio evaluados y certificados como de licenciatura y posgrado, entre otros). Según la puntuación alcanzada se clasificó a tres de ellas como consolidadas, y a las otras tres, con una calificación menor, como en vías de consolidación. Tres de ellas pertenecen al sector público y tres al privado; cuatro se ubican en la Ciudad de México y dos en Jalisco. En la investigación amplia se encuestó, en total, a 3,659 estudiantes de las tres carreras indicadas, diferencian- do a los que estaban cursando su primer año de licenciatura (L1), a quienes estudiaban el último año (L4), y a los alumnos de maestría. Las encuestas se aplicaron durante el primer semestre de 2019, es decir, los datos fueron recopilados antes de la pandemia de la Covid-19 de ahí que ante la nueva situación puede haber cambios.

Aquí solamente se analizan las aspiraciones de los estudiantes L4 de la encuesta, o sea, de los jóvenes que estaban por concluir sus estudios, y solamente de dos de las seis universidades incluidas en la investigación general. Las dos instituciones seleccionadas están localizadas en la Ciudad de México, son consolidadas, una pública y otra privada, de posiciones sociales de origen diferenciado, pero que por su formación de calidad, por las oportunidades que estos espacios les ofrecen, así como por las redes familiares y educativas que pudieran intervenir, permiten a los estudiantes aspirar a una movilidad intergeneracional subjetiva. Partimos de que la inclusión es desigual en la privada y en la pública y que esto tiene repercusiones en sus aspiraciones y logros. En total, lo que aquí reportamos está basado en 551 encuestas: 448 estudiantes de la institución pública y 103 de la privada, provenientes de las carreras de administración, derecho e ingeniería. Vale la pena advertir que la fuente de los datos no es una muestra representativa; sí se trata de una muestra razonada, misma que permite una descripción y análisis válido para la población que comprende y también aventurar hipótesis para un universo mayor.

Para seleccionar a la población idónea se acudió a las universidades con las que se deseaba trabajar, se indagó el número de estudiantes por programa y nivel de estudios seleccionados. La aplicación de la encuesta supuso mucha coordinación para concertar las citas y para resolver los problemas que se presentaron en el momento. Se visitaron las aulas en diferentes horarios y en múltiples instalaciones, encontrando, en ocasiones, una respuesta positiva y, en otras, prácticamente no hubo logros. El objetivo de la encuesta fue obtener información para analizar, desde una perspectiva sociológica, las aspiraciones, esperanzas y deseos de futuro de los estudiantes.

Para los fines de este artículo, primero se analizó la posición de clase social familiar percibida por los estudiantes de las dos universidades consolidadas de la Ciudad de México, una pública y la otra privada, como ya hemos señalado. Para saber si pretenden lograr la movilidad social intergeneracional y subjetiva se observó su percepción de la aspiración de futuro de su posición laboral, económica y de prestigio en comparación con la de sus padres.

Se cruzaron las variables por carrera y por género para estudiar si había un cambio en la percepción de la circunstancia de origen heredada en relación con su aspiración de posición social, pues de cada una se desprenden pretensiones diferenciadas. De la primera, por el conocimiento que se cultiva y las pautas de organización de sus profesionistas; y de la segunda, porque se ha documentado ampliamente que es otro tipo de desigualdad, pues las oportunidades son distintas dependiendo de si se es hombre o mujer.

Se interpretó que había movilidad social cuando al comparar ambas distribuciones se producía una variación positiva, negativa o ninguna variación. La movilidad social podía ser ascendente, cuando se consideraba que se posicionaban en una categoría superior a la del hogar de origen; descendente, cuando lo hacían en una condición inferior, y de persistencia, cuando se mantenían en la misma posición que percibían de la clase social de su familia.

Específicamente, se trabajó con las respuestas directas a dos preguntas de la encuesta L4: “¿Desde su perspectiva a qué clase social pertenece su familia?” Las posibilidades de respuesta incluían cuatro opciones: alta; media alta; media baja, baja.

La otra pregunta era: “¿En comparación con sus padres, ustedes alcanzarán _ _ _ _ _ _?”, con tres rubros de comparación, cada uno con tres posibilidades de respuesta, como se indica a continuación:

  1. Una posición laboral: a) más alta, b) igual, c) más baja.

  2. Una posición económica: a) más alta, b) igual, c) más baja.

  3. Una posición de prestigio: a) más alta, b) igual, c) más baja.

Se infirió en qué ámbito se proyectaba la movilidad al percibir el movimiento al que aspiraban, pues los estudiantes valoran la educación y las oportunidades que han construido en su universidad y los colocan en una condición para ambicionar un mejor posicionamiento social futuro como algo posible.

Analizamos la aspiración de los estudiantes de cada universidad, la púbica y la privada, por separado, porque es como grupo o colectividad que imaginan su vida en la sociedad. La comparación entre los alumnos de estas universidades consolidadas, que están insertas en un sistema de educación superior segmentado, permite explicar las diferencias por la percepción social familiar, por género y por carrera.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Ante la pregunta sobre la clase social a la que pertenece su familia, se analizaron los datos de las siguientes tablas de frecuencias en las que se aprecian las características de los estudiantes y en las que ubican socialmente a su familia de origen en la estructura social, cruzadas por carrera y por género. Se presentan dos cuadros, el primero corresponde a los alumnos de la universidad pública consolidada; el segundo a los de la universidad privada consolidada.

Al analizar los datos del cuadro, se destaca que nadie se coloca en la clase alta; que 23 por ciento perciben a su familia como de clase media alta; que la mayoría la ubica en la clase media baja (71.8 por ciento) y, en consecuencia, que el 76.5 por ciento la perciben como de clase media baja o baja. Si atendemos a la composición de los estudiantes por carrera y por género, observamos que casi la mitad son alumnos de administración y que en esa licenciatura las mujeres suman el doble en relación con los hombres. En derecho también son mayoría las mujeres, mientras que en ingeniería hay cinco veces más hombres que mujeres. La diferencia en la distribución de hombres y mujeres en las distintas carreras puede deberse a pautas culturales, como mitos y creencias en torno a las matemáticas o a la forma en que las familias han moldeado las oportunidades de aprendizaje para los hombres y las mujeres, reforzando la elección de disciplinas como la ingeniería para los hombres -dado que se cree que tenderán a tener más éxito- y administración y derecho para las mujeres, para compatibilizar su rol en su futura familia; de ahí que la desigualdad en la elección pudiera ser más cultural que académica.

En cuanto a la universidad privada, la distribución en torno a la misma pregunta es la siguiente: Las cifras muestran que 85.3 por ciento de los estudiantes de la universidad privada piensan que su familia es de clase alta y media alta (28.2 y 57.3 por ciento, respectivamente), mientras que el 12.6 porciento tiene la percepción de que es de clase media baja; finalmente, ningún alumno, hombre o mujer, ubica a su familia en la clase baja.

El contraste es notable si se comparan los cuadros 1 y 2, pues se advierte que existe una clara desigualdad social entre los estudiantes por carreras y por tipo de institución. Los datos mostrarían una clara segmentación social entre la institución pública y la privada, que podría ser ilustrativa del sistema de educación superior. En ambas instituciones se refleja una condición desigual de acceso a la universidad y la percepción de vivir circunstancias sociales heredadas tanto en el caso de los alumnos de la universidad pública como en el de los que asisten a la privada.

Cuadro 1 Percepción sobre la clase social de la familia de estudiantes de universidad pública consolidada, por posición social y género 

Administración Derecho Ingeniería
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Total
N % N % N % N % N % N % N %
Alta 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0
Media alta 20 27.8 29 20.1 9 26.5 15 26.8 26 22.4 3 13.6 102 23.0
Media baja 48 66.7 112 77.8 21 61.8 37 66.1 84 72.4 17 77.3 319 71.8
Baja 2 2.8 3 2.1 4 11.8 4 7.1 6 5.2 2 9.1 21 4.7
No respondió 2 2.8 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 2 0.45
Total 72 100 144 100 34 100 56 100 116 100 22 100 444 100

N = número total.

Nota 1: Faltan cuatro casos en los que no se reportó el sexo, dos de administración y dos de ingeniería.

Nota 2: El total de casos en la universidad pública consolidada es de 448.

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la encuesta aplicada

Cuadro 2 Percepción sobre la clase social de la familia de estudiantes de universidad privada conoslidada, por posición social y género 

Administracion Derecho Ingienería Totales
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Total
N % N % N % N % N % N % N % N % N %
Alta 9 47.4 4 33.3 12 35.3 4 19.0 0 0.0 0 0.0 21 32.8 8 20.5 29 28.2
Media alta 10 52.6 7 58.3 19 55.9 14 66.7 6 54.5 3 50.0 35 54.7 24 61.5 59 57.3
Media baja 0 0 0 0.0 3 8.8 2 9.5 5 5.5 3 50.0 8 12.5 5 12.8 13 12.6
Baja 0 0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0
No respondió 0 0 1 8.3 0 0.0 1 4.8 0 0.0 0 0.0 0 0.0 2 5.1 2 1.9
Total 19 100 12 100 34 100.0 21 100.0 11 100.0 6 100.0 64 100 39 100 103 100

N = número total.

Nota: El total de casos es de 103.

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la encuesta aplicada.

Si observamos los datos por carrera en la universidad privada, más del 50 por ciento estudia derecho, casi una tercera parte administración y sólo 16.5 por ciento ingeniería. El 62.1 por ciento son hombres y en las tres carreras son más los hombres que las mujeres. Es decir: en la escuela pública predominan las mujeres en administración y en derecho, mientras que en la privada hay más hombres en las tres licenciaturas.

En la siguiente serie de cuadros de la pregunta 595 podemos apreciar la percepción de los estudiantes sobre su movilidad social subjetiva en el ámbito en el que la proyectan, desagregada en términos laborales, económicos y de prestigio; primero en la universidad pública y después en la privada, por carrera y por género.

Cuadro 3 Posición laboral que alcanzarán, en comparación con sus padres, estudiantes de universidad pública consolidada, por carrera y nivel laboral 

Administracion Derecho Ingeniería Totales
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Total
N % N % N % N % N % N % N % N % N %
Más alta 62 86.1 126 87.5 31 91.2 51 91.1 108 93.1 21 95.5 201 91.0 198 90.0 399 90.0
Igual 10 13.9 18 12.5 3 8.8 5 8.9 8 6.9 1 4.5 21 9.0 24 10.0 45 10.0
Más baja 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0.0 0 0.0 0 0.0
Total 72 100 144 100 34 100 56 100 116 100 22 100 222 100 222 100 444 100

N = número total.

Nota 1: Faltan cuatro casos en los que no se reportó el sexo, dos de administración y dos de ingeniería.

Nota 2: El total de casos es de 448.

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la encuesta aplicada.

En el aspecto laboral, el 90 por ciento de los estudiantes de la universidad pública aspiran a una posición laboral más alta, mientras que el 10 por ciento considera que será igual. Probablemente, ninguno considere que conseguirá apenas una posición laboral más baja que la de sus padres, pues asumen que su logro educativo es de mayor relevancia que su circunstancia de origen y que su recompensa por su esfuerzo se traducirá en un trabajo con mayor estatus que el de sus padres.

En términos de género, casi no existe discrepancia en la respuesta entre hombres y mujeres, pues la mayoría aspira a una posición laboral más alta. Tampoco se advierten diferencias importantes entre las carreras estudiadas, salvo que la mayor proporción de los que aspiran a tener una posición laboral similar a la de sus padres son los administradores. Quizá se deba a que las habilidades y competencias que éstos adquieren les permiten tener mayor flexibilidad laboral o a que inician el trabajo profesional antes de terminar la licenciatura en condiciones aceptables y busquen en menor medida que los abogados o los ingenieros la oportunidad de moverse a otro trabajo que les ofrezca mayores ingresos y más prestigio.

Cuadro 4 Posición económica que alcanzarán , en comparación con sus padres, los estudiantes de universidad pública consolidada por carrera, género y nivel económico 

Administración Derecho Ingeniería
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Totales
N % N % N % N % N % N % N %
Más alta 63 87.5 130 90.3 29 85.3 49 87.5 107 92.2 20 90.9 398 89.6
Igual 7 9.7 12 8.3 5 14.7 7 12.5 9 7.8 2 9.1 42 9.5
Más baja 1 1.4 2 1.4 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 3 0.7
No respondió 1 1.4 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0 1 0.2
Total 72 100 144 100 34 100 56 100 116 100 22 100 444 100

N = número total.

Nota 1: Faltan cuatro casos en los que no se reportó el sexo, dos de administración y dos de ingeniería.

Nota 2: El total de casos en la universidad pública es de 448.

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la encuesta aplicada

En el aspecto económico, casi el 90 por ciento de los estudiantes de la universidad pública aspira a una posición más alta que la de sus padres y cerca del 9 por ciento tan sólo a un estatus similar; únicamente tres estudiantes piensan que nada más lograrían una posición económica más baja. En términos de género casi no existe diferencia en la respuesta entre hombres y mujeres en las tres disciplinas. La mayoría de los hombres considera que alcanzará una posición más alta que sus padres por carrrera (el 87.5 por ciento de administración, el 85.3 de derecho y el 92.2 de ingeniería), mientras que quienes piensan que será igual son en mayor proporción los hombres que estudian derecho (9.7, 14.7 y 7.8 por ciento, respectivamente). Los estudiantes de la encuesta que están por terminar sus estudios universitarios en la universidad pública aspiran a una mejor o cuando menos igual posición económica que la de sus padres; ninguno prevé que será más baja y casi no se aprecian variaciones por carrera o por género.

Cuadro 5 Posición de prestigio que alcanzarán, en comparación con sus padres, los estudiantes de universidad pública consolidada, por carrera y nivel de prestigio 

Administración Derecho Ingeniería Totles
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Totales
N % N % N % N % N % N % N % N % N %
Más alta 57 79.2 96 66.7 28 82.4 40 71.4 76 65.5 16 72.7 161 72.5 152 68.5 313 70.5
Igual 15 20.8 46 31.9 5 14.7 15 26.8 38 32.8 6 27.3 58 26.1 67 30.1 125 28.2
Más baja 0 0 0 0 0 0 0 0 1 00.9 0 0 1 00.3 0 0.00 1 0.3
No respondió 0 0 2 10.4 1 20.9 1 10.8 1 00.9 0 0 2 00.9 3 10.4 5 1
Total 72 100 144 100 34 100 56 100 116 100 22 100 222 100 222 100 444 100

N = número total.

Nota 1: Faltan cuatro casos en los que no se reportó el sexo, dos de administración y dos de ingeniería.

Nota 2: El total de casos en la universidad pública es de 448.

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la encuesta aplicada.

En el aspecto del prestigio, el 70.5 por ciento de los alumnos de la universidad pública aspira a una posición más alta que la de sus padres, mientras que el 28.2 por ciento considera que será igual. En términos de género, la diferencia es poca entre hombres y mujeres (72.5 y 68.5 por ciento, respectivamente), aunque son más los hombres que piensan que alcanzarán un estatus con mayor prestigio que el de sus padres. Por carrera se aprecia una diferencia importante entre los abogados y los ingenieros (82.4 y 65.5 por ciento, respectivamente). En la universidad pública consolidada, al considerar en conjunto los aspectos laboral, económico y de prestigio, se observa que a los estudiantes les resulta más difícil proyectar alcanzar un mejor prestigio que un buen trabajo o mejores ingresos en comparación con sus padres.

La siguiente serie de cuadros se refiere al otro tipo de institución que analizamos: la universidad privada. También presentaremos la desagregación de la movilidad en términos laborales, económicos y de prestigio. En el primer caso, como lo muestra el cuadro 6, tenemos la posición social a la que aspiran estos estudiantes del sistema educativo privado respecto de la posición social percibida de su familia.

Cuadro 6 Posición laboral que alcanzarán, en comparación con sus padres, los estudiantes de universidad privada consolidada, por carrera y nivel laboral 

Administración Derecho Ingeniería Totles
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Totales
N % N % N % N % N % N % N % N % N %
Más alta 15 78.9 7 58.3 21 61.8 17 81 8 72.7 6 100 44 68.8 30 76.9 74 71.8
Igual 4 21.1 4 33.3 12 35.3 3 14.3 3 27.3 0 0 19 29.7 7 18.0 26 25.2
Más baja 0 0.0 1 8.3 1 2.9 1 4.8 0 0 0 0 1 1.5 2 5.1 3 3.0
Total 19 100 12 100 34 100 21 100 11 100 6 100 64 100 39 100 103 100

N = número total.

Nota: El total de casos en la universidad privada es de 103.

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la encuesta aplicada.

El 71.8 por ciento de los estudiantes que estudia en la universidad privada aspira a una posición laboral más alta que la de sus padres, el 25.2 por ciento a que sea igual y sólo el 3 por ciento cree que será más baja. El contraste entre los alumnos de las escuelas pública y privada que pretenden que su posición laboral sea igual a la de sus padres es considerable, pues en la pública casi todos se visualizan con una posición más alta. Esta diferencia puede atribuirse a la segmentación social entre universidades que se observa en la percepción de su posición de origen familiar. Es lógico pensar que quienes ya pertenecen a la clase social alta ya no pueden aspirar a una posición aún más alta; quizás sea por ello que los alumnos de la universidad privada dificilmente consideren superar las circunstancias de origen heredadas. Recuérdese que el 85.5 por ciento declara que es clase alta o media alta, universo del cual el 28.2 por ciento percibe que su origen social es alto (cuadro 2); por lo tanto, se trata de una posición que sólo pueden igualar. La distribución de quienes esperan conseguir un mejor trabajo que sus padres por carrera en la escuela privada es más pronunciada en administración, seguida por ingeniería y derecho, mientras que en la institución pública el orden es administración, derecho e ingeniería. Quizás la diferencia se deba a que las profesiones tienen distintos referentes culturales e importancia simbólica para cada uno de los grupos sociales y a que los estudiantes que se mueven se relacionan con agencias externas que les ofrecen oportunidades para proyectarse en lo laboral, lo económico o en el campo del prestigio. De los tres casos aislados de la escuela privada que piensan que su posición futura será más baja, dos de ellos son de derecho y una de administración.

En términos de género, tanto en la universidad pública como en la privada los hombres y las mujeres aspiran a una mejor o igual posición laboral que sus padres. Se observa una diferencia importante entre las mujeres, pues en la privada una cuarta parte de ellas cree que su posición laboral, económica y de prestigio será mejor o igual, mientras que en la pública todas apuestan a que será más alta. La diferencia puede deberse a su percepción de origen social familiar.

Cuadro 7 Posición económica que alcanzarán, en comparación con sus padres, los estudiantes de la universidad privada consolidada, por carrera y nivel económico 

Administración Derecho Ingeniería Totles
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Totales
N % N % N % N % N % N % N % N % N %
Más alta 14 73.7 6 50 22 64.7 13 61.9 9 81.8 5 83.3 45 70.3 24 61.5 69 67.0
Igual 5 26.3 4 33.3 10 29.4 6 28.6 2 18.2 1 16.7 17 26.5 11 28.2 28 27.2
Más baja 0 0 2 16.7 2 5.9 2 9.5 0 0 0 0 2 3.13 4 10.3 6 5.8
Total 19 100 12 100 34 100 21 100 11 100 6 100 64 100 39 100 103 100

N = número total.

Nota: El total de casos es 103.

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la encuesta aplicada.

El 67 por ciento de quienes estudian en la universidad privada aspira a una posición económica más alta que la de sus padres, el 27.2 por ciento piensa que será igual y 5.8 por ciento que será más baja; no se advierten diferencias importantes entre la aspiración laboral y la económica. En las tres carreras, más de la mitad cree que tendrá una mejor posición económica, y los de ingeniería son los más optimistas. En el caso de las mujeres se advierten diferencias por carrera, pues las proporciones de quienes tienen una alta aspiración de movilidad varían en más del 33 por ciento entre quienes estudian administración (el 50 por ciento) y quienes cursan ingeniería (el 83 por ciento), quizás porque en esta última licenciatura hay especialidades novedosas y las mujeres de la universidad privada pueden encontrar más facilmente trabajo e ingresos en empleos no tradicionales, y justo por ello, y también porque con mayor frecuencia cuentan con el apoyo de sus familias mientras ensayan y encuentran la remuneración que desean, son más arriesgadas.

En cuanto al ámbito del prestigio, el 67 por ciento de los estudiantes de la universidad privada aspira a una posición más alta que la de sus padres, mientras que el 27.2 por ciento considera que será igual y casi 6 por ciento que será menor. Es probable que el valor atribuido a la aspiración de prestigio sea menor al que se confiere a la expectativa económica, pues quizás todavía no tengan una idea clara de lo que significa la distinción. Es probable que se deba a que su trayectoria es corta y no han tenido muchas ocasiones para acumular notoriedad; también porque son conscientes de que apenas están por construir el camino y necesitan tiempo y oportunidades para acumular reconocimiento. En términos de género, se puede observar que seis de cada diez, tanto hombres como mujeres, consideran que alcanzarán una posición de prestigio más alta que sus padres. Por carrera, pareciera que los futuros ingenieros son más optimistas sobre este aspecto que los administradores y abogados.

Cuadro 8 Posición de prestigio que alcanzarán, en comparación con sus padres, los estudiantes de la universidad privada consolidada, por carrera y nivel de prestigio 

Administración Derecho Ingeniería Totles
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Totales
N % N % N % N % N % N % N % N % N %
N % N % N % N % N % N % N % N % N %
Más alta 10 52.6 5 41.7 19 55.9 14 66.7 9 81.8 4 66.7 38 59.4 23 59.0 69 67.0
Igual 9 47.4 5 41.7 13 38.2 6 28.6 1 9.1 2 33.3 23 35.9 13 33.3 28 27.2
Más baja 0 0 2 16.7 2 5.9 1 4.8 1 9.1 0 0 3 4.7 3 7.7 6 5.8
Total 19 100 12 100 34 100 21 100 11 100 6 100 64 100 39 100 103 100

N = número total.

Nota: El total de casos es 103.

Fuente: Elaboración propia con base en los datos de la encuesta aplicada.

REFLEXIONES FINALES

En este artículo se analizó la aspiración de movilidad social subjetiva e intergeneracional de los estudiantes. Se partió de la percepción que tienen de la clase social a la que pertenece su familia y de la expectativa de futuro en los aspectos laboral, económico y de prestigio. Se comparó a los alumnos de dos universidades consolidadas de la Ciudad de México insertas en un sistema de educación superior segmentado socialmente, una pública y otra privada. Los jóvenes universitarios que están por terminar su licenciatura estaban inscritos en tres programas: administración, derecho e ingeniería. El 75 por ciento de los estudiantes de la universidad pública ubicaron a su familia en la clase social media baja, mientras que el 85 por ciento de los que asistían a la escuela privada la situaron en la alta y en la media alta. Se partió del supuesto de que entre las diversas variables, el logro educativo jugaba un papel importante, pues los entrevistados ya estaban cursando el último año de la carrera y se encontraban próximos a entrar en una etapa de la vida desconocida en la que aspiraban a mejorar. Cabe mencionar que los alumnos de la universidad pública dan más valor a su deseo de movilidad que los de la privada.

La percepción de la clase social de su familia fue una variable útil en la medida en que los situaba en un punto de arranque que les permitía construir expectativas desde la vida que habían estado viviendo y, desde ahí, proyectar sus aspiraciones de futuro. Es decir, se hallaban situados en el tiempo y en el espacio de sus vivencias, desde las que se anclaba todo aquello que proyectaban a futuro, para dar cabida al porvenir en la etapa incierta a la que se acercaban, pues estaban a punto de salir de la estructura universitaria que los protegía. En casi todos los casos encontramos que esperaban vivir bien, es decir, mejor o cuando menos igual que en la vida a la que estaban acostumbrados.

Nuestros supuestos se corroboraron, aunque habrá que profundizar con el análisis de otros datos de la encuesta, de las entrevistas y con otras lógicas de aproximación. Por ejemplo, se hizo evidente que los estudiantes aspiran a lograr movilidad social dependiendo de la percepción de su circunstancia de origen heredada y que las oportunidades en las universidades configuran ambientes y aspiraciones distintos. Recuérdese que el acceso a la educación universitaria ya conlleva un sesgo de clase que los identifica en su condición social; la universidad ofrece oportunidades a todos por igual que responden a las características de su población y las tres carreras que aquí se analizaron se orientan al ejercicio de la profesión en horizontes con distinto alcance.

Otro de nuestros supuestos que se cumple es que la percepción de clase social de la familia por el propio alumno y la carrera que cursa se combinan y proyectan distintos tipos de aspiración de futuro según la universidad a la que asiste y a las pautas de organización de cada campo de conocimiento, así como al género del estudiante.

Las aspiraciones laborales y económicas parecen estar más presentes en el horizonte del futuro próximo, pues su vivencia está anclada en su trayectoria universitaria, en don- de pueden tener la ilusión de que las oportunidades están a su alcance, mientras que las de prestigio no tienen tanta importancia. En este sentido, no se observó con la misma fuerza su deseo de movilidad en el ámbito del prestigio; parecería que esta dimensión les resulta más lejana y difícil de imaginar, sobre todo a los estudiantes de la universidad pública porque, en cierta medida, está más diferida entre sus aspiraciones, más aún si se considera que requieren de tiempo para lograrla y que necesitan estar en la condición de verse a sí mismos teniendo prestigio para construir esa aspiración de futuro. De ahí que no hayamos advertido que quisieran superar en prestigio a sus padres con tanta fuerza como en las otras dos esferas, pues acumular reconocimiento y distinción en el ejercicio de la profesión les llevará tiempo. El reto, cuando se aspira a la movilidad social, económica y de prestigio, está en que perciban que pueden transitar al nuevo contexto situado -al que pretenden moverse-, porque consideran que son capaces de manejarse con los códigos propios de ese nuevo ambiente.

Las diferencias en las aspiraciones por carrera no son pronunciadas, aunque sí se observa una pequeña variación cuando relacionamos a quienes anhelan tener movilidad de acuerdo con la licenciatura según el tipo de universidad: en la pública es mayor el porcentaje de estudiantes que pretende acceder a un mejor trabajo y a mayores ingresos en la de administración, seguida por la de derecho y al final la de ingeniería, mientras que en la privada el orden es administración, ingeniería y derecho. Quizás administración genere mayores aspiraciones de movilidad porque permite mayor flexibilidad laboral e incluso se puede trabajar profesionalmente antes de finalizar la carrera. No hay que perder de vista el papel de las redes y de la posición en la jerarquía ocupacional, pues responden a segmentos diferenciados; es probable que el futuro ingeniero de la escuela privada se imagine en un empleo en su propio campo, por ejemplo, dirigiendo un laboratorio farmacéutico comercial, mientras que el egresado de la pública se visualice como investigador en ese mismo espacio.

Al analizar quiénes son los estudiantes se observa que en estas tres carreras son más las mujeres que los hombres en administración y en derecho en la universidad pública, mientras que en la privada hay más hombres que mujeres en las tres licenciaturas. En la escuela pública la aspiración es mayoritariamente ascendente, en grados superiores a lo que sucede en la privada. También encontramos diferencias en las expectativas de las mujeres por tipo de universidad, pues en la pública el porcentaje de quienes buscan la movilidad ascendente es mayor: una posible razón puede ser el origen familiar, que al ser menos elevado que en la privada les permite ascender en su posición laboral y económica con mayor intensidad. En otras palabras, pueden subir uno o dos pisos (Raphael, 2017), mientras que entre las alumnas de la institución privada, sólo una quinta parte de ellas tiene la percepción de que lo puede hacer, ya que de origen se sitúan en una posición social alta.

Las aspiraciones, tanto de hombres como de mujeres, al interior de cada universidad son parecidas. Puede que perciban que ha habido cambios tendentes a la igualdad de oportunidades que no sean tan evidentes en otros contextos. Los cambios en la matrícula universitaria han sido graduales y sistemáticos y, en los hechos, cada vez hay más mujeres, así que muy bien ellas podrían considerar que en cualquier carrera pueden tener un futuro promisorio. También es preciso mencionar que se ha registrado un número creciente de mujeres en las carreras que antes tenían un predominio de hombres; en consecuencia, tal vez confíen en que ese logro educativo se reflejará en otros espacios. Sin embargo, puede ser que no ocurra así, pues el mercado laboral puede operar con una mayor desigualdad de oportunidades que el campo educativo y, tal vez, en algunas áreas siga vigente la división sexual del trabajo, dándose aún preferencia a los hombres en la contratación.

Al inicio del artículo planteamos como hipótesis que quienes estudian en las dos universidades consolidadas, una pública y otra privada, y que están por concluir sus estudios en tres carreras de alta demanda, aspiran a tener una posición social más alta que la de sus padres y perciben en la educación una vía que las y los ayudaría a mejorar en lo laboral, en lo económico y en el ámbito del prestigio social. La hipótesis se confirma, pero con diferencias en las tendencias.

Ante las distintas combinatorias de variables que pensamos que resultarían en aspiraciones de movilidad social ascendente, persistente o descendente, se corrobora que los estudiantes de posición social familiar baja y muy baja que estudian alguna de estas tres disciplinas en una universidad pública consolidada tienen una aspiración relativa de movilidad social ascendente. No se pudo demostrar, por el contrario, que los estudiantes que pudiesen percibirse en una posición social baja en la universidad privada también pudiesen aspirar a la movilidad social ascendente, pues ningún entrevistado en este conjunto respondió que se ubicaba a sí mismo en esa posición social familiar.

Se confirma que los estudiantes de posición social familiar media baja, que estudian mayoritariamente en la institución pública, muestran una mayor tendencia a pretender lograr una movilidad social relativa intergeneracional ascendente. Probablemente sea porque juega más fuertemente que en la privada el valor que se otorga al logro educativo en la capacidad de aspiración de movilidad social y a que se infiera, en consecuencia, que la educación de calidad recibida es el factor que cambiará su circunstancia de origen familiar y que sus éxitos se reflejarán en recompensas a su esfuerzo.

También se hizo evidente que los estudiantes de la universidad privada de posición social familiar alta y media alta muestran una menor tendencia a pretender cumplir una aspiración de movilidad social relativa ascendente, pues algunos perciben que ya están en la posición que quieren. Más bien, se combina la aspiración de movilidad intergeneracional alta con la de movilidad persistente, es decir, la de permanecer en una condición similar a la de sus padres.

Esta investigación constituye un primer paso de acercamiento para medir la aspiración de futuro en términos de movilidad social relativa de los estudiantes de distintos ámbitos socio culturales de las universidades elegidas. Los casos mostrados, como es evidente, tienen un alcance limitado. Sin embargo, como hemos visto, sí ilustran parte de la operación del sistema de educación superior, de lo que se ha supuesto sobre los tipos de instituciones y también explora con buenos resultados esa zona relativamente inasible de las aspiraciones de los jóvenes universitarios. Un segundo paso, a llevarse a cabo con los datos que hemos acumulado, implicará un gran desafío metodológico, pues habrá que reconstruir configuraciones e identificar relaciones específicas entre variables. Sabemos que existe una complejidad de factores que actúan en escenarios inciertos y que los deseos, decisiones y acciones son diversas en el proceso de lograr la movilidad social relativa.

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2Hablamos de aspiraciones y no de expectativas porque consideramos que las aspiraciones exploran a largo plazo (Mateus, 2009; Portes et al., 2011) y se refieren a la proyección del futuro deseado, y están inmersas en un campo organizado de prácticas sociales en las que pueden llevar a cabo acciones socialmente definidas, mientras que las expectativas se ubican a corto plazo, son realistas o pragmáticas y requieren de estrategias adaptativas (Mateus, 2009), que se piensa que pueden alcanzarse. En la investigación amplia y en este artículo se optó por utilizar la perspectiva de Appadurai, quien habla de aspiraciones y anticipaciones.

3Dado que los espacios universitarios son asimétricos, se han definido de acuerdo con su grado de desarrollo académico en consolidados y en vías de consolidación, en el marco del sistema educativo universitario mexicano, tanto en el régimen público como en el privado. Se parte del hecho de que estos espacios propician la construcción de estructuras de oportunidades a las que acceden diferenciada- mente los estudiantes.

4La investigación a la que se hace referencia está publicada por el Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México-Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, en 2017, en el libro titulado Expresiones de las desigualdades sociales en espacios universitarios asimétricos, como producto del Proyecto Conacyt 181677: “Oportunidades y desigualdad social en la educación superior”.

5En comparación con sus padres, considera que alcanzará: Una posición laboral a) más alta ____ b) igual____ c) más alta____ Una posición económica a) más alta ____ b) igual____ c) más alta____ Una posición de prestigio a) más alta ____ b) igual____ c) más alta____ La Encuesta sobre aspiraciones a universitarios 2019 aplicada en el proyecto interinstitucional colectivo titulado “Las aspiraciones de futuro de los estudiantes de la educación superior desde una perspectiva de desigualdades multidimensionales”, Convocatoria de Investigación Científica Básica, financiada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) 286935.

1 Este artículo está basado en el proyecto colectivo interinstitucional titulado “Las aspiraciones de futuro de los estudiantes de educación superior desde una perspectiva de desigualdades multidimensionales”, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (286935).

Recibido: 27 de Marzo de 2022; Aprobado: 07 de Septiembre de 2022

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