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Sociológica (México)

versión On-line ISSN 2007-8358versión impresa ISSN 0187-0173

Sociológica (Méx.) vol.29 no.82 Ciudad de México may./ago. 2014

 

Reseña

 

Movimientos en espiral: sexualidad y maternidad de mujeres mixtecas con experiencia migratoria transnacional, de Hiroko Asakura1

 

Marta Torres Falcón2

 

2 Profesora-investigadora del Departamento de Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco. Correo electrónico: torresfalcon.1031@gmail.com

 

La migración es un fenómeno complejo que ha sido estudiado desde distintos ángulos como lo son los factores de expulsión, las dificultades durante el trayecto, los controles fronterizos, los mecanismos de inserción en las sociedades receptoras, entre otros. La incorporación de un enfoque de género es relativamente reciente y justamente en ese campo es donde se inscribe la investigación de Asakura, que rescata la presencia -imagen y voz protagónica- de las mujeres, y revela que la experiencia migratoria está claramente atravesada por el género. Con una visión antropológica, la autora aborda un tema poco explorado en las poblaciones indígenas: las representaciones y prácticas de la sexualidad y la maternidad; y para ello articula tres ejes fundamentales: migración, género y empoderamiento.

 

El don de la ubicuidad: metodología multisituada

Una primera aportación de este libro es que nos permite estar, de manera casi simultánea, en Santa Cecilia, Oaxaca, y en Santa María, California. La primera es una de tantas localidades de la zona mixteca que en las últimas décadas ha registrado la salida e incluso el abandono de sus habitantes. La segunda es uno de los muchos lugares de destino de la población mixteca que emigra.

Actualmente, Santa Cecilia es un pueblo fantasma. Aunque la migración tiene una historia de vieja data en la región,3 ya que durante mucho tiempo tuvo un carácter circular, ya que los campesinos regresaban a la Tierra del sol con regularidad y pasaban varios meses con la familia. Sin embargo, en años recientes, la migración se ha incrementado y como consecuencia del endurecimiento de las fronteras, los retornos periódicos ya no son factibles para las precarias economías de los migrantes. Y ante este panorama la sensación de vacío es inevitable. Es importante señalar que cuando Hiroko Asakura inició su trabajo de campo (2002), Santa Cecilia contaba con 102 habitantes: 42 hombres y 67 mujeres, de los cuales el 31% tenía más de 65 años. Además, había entre 600 y 700 personas fuera de la comunidad.

Por otro lado, Santa María es la ciudad más grande del condado de Santa Bárbara, California. Cuenta con una población de casi ochenta mil personas, de las cuales más de la mitad son de origen hispano o latino.4 La mayoría de los migrantes mixtecos se emplean en los ranchos de fresa, donde a pesar de que trabajan jornadas extenuantes como pizcadores(as), encuentran un espacio de convivencia entre paisanos, pero también sufren de discriminación por parte de otros mexicanos (mayordomos, ponchadoras), quienes los consideran "indios sin educación" o peyorativamente los llaman "oaxacos". No obstante, este tipo de trabajo, a destajo, les permite juntar dinero para hacer frente a sus distintas necesidades, tanto en el lugar de destino -los billes mensuales- como en su tierra de origen para aportar su apoyo a las fiestas y mayordomías, entre otros. Así, en Santa Cecilia el monto y la periodicidad de las remesas de sus migrantes marcan el ritmo de la vida comunitaria.

La migración -diría Marcel Mauss- es un fenómeno social total; define cada centímetro de la vida. Existe circulación constante de fotografías, videos, productos variados y, desde luego, dinero. Las llamadas telefónicas a la familia que se queda son constantes. La cotidianidad transcurre, literalmente, en dos lugares que se encuentran a miles de kilómetros de distancia. Sin duda alguna, estos hogares son ya transnacionales. La autora da cuenta de la dinámica de los nuevos espacios, gracias a la metodología multisituada: el trabajo de campo tanto en la sociedad de origen como en una de las tantas sociedades receptoras. En ambos sitios, aunque con ciertas dificultades, logró conocer las manifestaciones más claras de las relaciones de género en los diversos ámbitos de la vida.

 

En uso de la palabra: el enfoque de género

En los estudios realizados sobre el fenómeno de la migración, la incorporación del género como herramienta analítica es relativamente reciente, ya que al igual que ha sucedido en otros campos de estudio, las mujeres han sido invisibles (o invisibilizadas). Ante tal situación, un gran aporte de la investigación de Asakura es que analiza las relaciones de género en uno y otro lado de la frontera, además de que cuestiona la persistencia de las diversas desigualdades.

De forma clara y amena, la autora describe en esta obra la vida de las mujeres mixtecas, que en Santa Cecilia asumen las tareas que tradicionalmente se les han asignado, como la preparación de alimentos, el cuidado de los hijos y la atención al marido (incluso si éste se encuentra ausente). Y aunque también realizan actividades como cortar leña, acarrear agua, lavar ropa, arrear animales y asistir a las reuniones de Progresa, todas ellas están marcadas por el cuidado de los otros, por la invisibilidad y, por lo tanto, por la falta de reconocimiento. En el lugar de destino, las mujeres se insertan en el mundo laboral, lo cual tiene dos consecuencias inmediatas: la primera de ellas es que reciben un ingreso que les permite hacer una aportación -a veces incluso mayoritaria- al sostenimiento del hogar; y la segunda -contundente- es la doble jornada. A través de la observación, la aplicación de un cuestionario y la realización de varias entrevistas que la autora llevó a cabo en ambos lados de la frontera, nos ofrece un panorama bastante claro de los cambios producidos por la experiencia migratoria, y que sólo después de numerosos y persistentes embates han logrado plasmar una pálida huella en las relaciones de género en su comunidad. Tales cambios y continuidades pueden apreciarse en dos esferas paradigmáticas: la maternidad y la sexualidad.

Dentro de los estudios de género, la maternidad siempre ha ocupado un lugar destacado. Desde los textos pioneros de Nancy Chodorow y de Norma Ferro5 se ha analizado -y denunciado- la carga ideológica que subyace a la ecuación mujer = madre, misma que subraya los atributos de abnegación y sacrificio inherentes a las mujeres, así como la vocación transcultural para la reproducción y, una vez más, el cuidado de los otros. Hiroko Asakura revisa minuciosamente los significados que las mujeres mixtecas atribuyen a los diversos aspectos de la maternidad: deseo de reproducirse, número ideal de hijos por lo que representan, uso de métodos anticonceptivos, esterilidad. Y aunque sigue existiendo una visión tradicional y las mujeres desean ser madres, podrían mencionarse algunos aspectos en donde puede verse la influencia de la migración, ya que ahora las mujeres quieren tener menos hijos, han espaciado sus embarazos y algunas hasta han tomado "la difícil decisión" de operarse.

La sexualidad es otro de los ámbitos de análisis de las relaciones de género. Con base en los trabajos de Michel Foucault y Jefferey Weeks, la autora aborda el tema de cómo se construye el imaginario y las prácticas de la sexualidad en la cultura mixteca. Con cierto detalle, da cuenta de los dispositivos de vigilancia que operan para controlar a las adolescentes o jóvenes solteras y a las mujeres casadas, tanto en Santa Cecilia, Oaxaca, como en Santa María, California. En el pueblo, todo mundo se conoce y está al tanto de la situación de cada mujer, es decir, su estado civil y la eventual ausencia del marido; la comunidad en pleno se arroga la función de cuidarlas: observar cada movimiento que realicen, escudriñar los detalles de su vida y vigilarlas con rigor. En la sociedad de destino, la tarea de control se hace extensiva a todos los varones, aunque no formen parte de la familia ni sean paisanos de la comunidad. Aquí opera lo que Celia Amorós denomina "pactos patriarcales", que pueden sellarse incluso sin palabras y cuyo fin principal es mantener intacto un orden hegemónico.

Paralelamente y de manera no sorprendente, una fuente de orgullo prístinamente masculino es la promiscuidad. Las mujeres deben respetar a sus maridos, tolerar sus infidelidades y complacerlos desinteresadamente. Las asimetrías de género están marcadas con fuego, escritas con tinta indeleble.

Un mérito indudable de Hiroko Asakura es el hecho de haberse ganado la confianza de las mujeres (y algunos hombres) de la comunidad mixteca para abordar un tema tan íntimo, e incluso delicado, como lo es la sexualidad. Aquí también se advierte la continuidad de los valores tradicionales, como por ejemplo, el de guardar la virginidad para el matrimonio, así como también algunos cambios que se presentan como negociaciones en la intimidad y el reconocimiento asertivo del propio deseo. Con la migración, las posibilidades de elegir una pareja han aumentado considerablemente y se han redefinido los noviazgos; la vigilancia, incluso extrema, coexiste con un clima de mayor libertad.

En la incorporación rigurosa y exigente de un enfoque de género radica la segunda gran aportación de la obra. Hiroko Asakura analiza la experiencia migratoria de las mujeres mixtecas con énfasis en los mandatos de género; identifica las desigualdades y logra abrir un espacio de reflexión con las propias protagonistas, dueñas de la palabra.

 

Movimientos en espiral: el difícil camino del empoderamiento

El poder constituye el tercer eje de análisis. La autora utiliza la propuesta de Steven Lukes sobre el poder unidimensional, bidimensional o tridimensional, para articularla con los conceptos de dominación masculina y habitus desarrollados por Bourdieu. El empoderamiento es un proceso que dista mucho de ser lineal, por lo que resulta difícil de medir. Algunos indicadores son la participación de la mujer en decisiones tales como cuándo, a dónde y con quién(es) migrar, así como también el hecho de controlar su reproducción y ejercer su maternidad.

Las mujeres mixtecas con experiencia transnacional han empezado a tomar acciones concretas a partir de intereses prácticos, a cuestionar disparidades de género y a explorar otras posibilidades para transformar el habitus. También reconocen su propio deseo y cuestionan los significados del matrimonio y los hijos. El espacio transnacional enfrenta a las mujeres con viejos y nuevos valores, así como con los diferentes estilos de vida.

Sin duda alguna, las relaciones de género son relaciones de poder, claramente presentes en los hogares transnacionales. Los mandatos de género siguen vigentes en la vida comunitaria, en los procesos migratorios, en las relaciones familiares, y en la cotidianidad. El empoderamiento se hace presente como un largo proceso, lleno de altibajos y contradicciones.

La vida en Estados Unidos constituye un espejismo. La creencia de que allá existe una gran libertad ("son unas libertinas", dice un entrevistado) genera la inseguridad en los hombres y refuerza los mecanismos de vigilancia. Las mujeres tienen que luchar contra el control excesivo y también contra el fantasma de la libertad. No obstante, pese a esos vaivenes, ellas han ido construyendo una nueva cotidianidad, en la que paulatinamente se reconocen como actoras y artífices de su propia realidad. El análisis de las relaciones de poder y los procesos de empoderamiento -frecuentemente lentos y llenos de altibajos- constituye la tercera gran aportación del libro, cuyo título resulta bastante ilustrativo: movimientos en espiral.

Junto con el reconocimiento por el trabajo académico riguroso y la profundidad del análisis en los distintos temas abordados por Hiroko Asakura, es posible identificar algunas vetas para la realización de nuevos estudios sobre la migración con perspectiva de género: la violencia como factor de expulsión; las dificultades específicas que enfrentan las mujeres durante el trayecto migratorio; la segregación del mercado laboral en las sociedades receptoras; la experiencia de las y los menores con experiencia migratoria. Sin embargo, las políticas de endurecimiento fronterizo en el vecino país del norte permiten suponer que la violencia asociada a la migración ocupará un lugar central en los estudios que se lleven a cabo en los próximos años.

 

Notas

1 Hiroko Asakura, Movimientos en espiral: sexualidad y maternidad de mujeres mixtecas con experiencia migratoria transnacional, Publicaciones de la Casa Chata, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México D. F., 2013, 280 pp.         [ Links ]

3 La "canción mixteca" es una referencia obligada en el imaginario. Escrita por José López Alavez en 1915, en la Alameda de Querétaro, alude a la migración interna como una experiencia difícil, llena de añoranza: "al verme tan solo y triste cual hoja al viento, quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento".

4 Según el censo de 2000, la población total era de 77,423 personas, de las cuales 56.9% eran de origen hispano o latino.

5 En El ejercicio de la maternidad (Barcelona, Gedisa, 1984), Nancy Chodorow analiza los factores psíquicos y sociales de esta práctica que, en su análisis, se encuentra claramente vinculada con la subordinación de las mujeres. Por su parte, Norma Ferro estudia, también con una visión psicoanalítica, cómo se construye un mito milenario (El instinto maternal o la necesidad de un mito, México, Siglo XXI Editores, 1989).         [ Links ]

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