SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.29 número81Migration management: a propósito del gobierno de las migraciones a escala globalLos movimientos sociales, 1768-2008. Desde sus orígenes a Facebook índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Sociológica (México)

versión On-line ISSN 2007-8358versión impresa ISSN 0187-0173

Sociológica (Méx.) vol.29 no.81 Ciudad de México ene./abr. 2014

 

Notas

 

Las ciencias sociales en América Latina: un análisis desde el enfoque de Walter Mignolo

 

Hilvimar Camejo Ochoa1

 

1 Docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Carabobo. Participante del doctorado en ciencias sociales, con especialidad en estudios culturales de la Universidad de Carabobo (Venezuela). Correo electrónico: hilvimar@gmail.com

 

Los científicos necesitamos especialmente
la imaginación [...], no bastan las matemáticas
ni la lógica: necesitamos algo de estética y poesía.

María Mitchell (1865)

 

La ciencia nos permite tener la esperanza
de ver aparecer un día una civilización
donde la violencia y la desigualdad social
no sean una necesidad.

Ilya Prigogine (2008)

 

Consideraciones previas 

Durante gran parte del siglo XX el continente latinoamericano transitó un camino marcado por profundas crisis intensificadas por su posición dependiente frente a los grandes poderes hegemónicos, lo que cercenó su capacidad de decisión autónoma. Las fuentes de dominación hicieron que los dirigentes latinoamericanos cedieran a las presiones del capital porque durante muchos años se fantaseó con los ideales europeos, teniendo a la modernidad como meta. Los saberes y prácticas occidentales se institucionalizaron en los proyectos de desarrollo llevados a cabo en los años sesenta y setenta en las naciones de América Latina.

De esta forma se construyó un escenario caracterizado por una excesiva dependencia del Estado –práctica del Estado de bienestar– que desencadenó una especie de utopía progresista basada en ideales europeos y estadounidenses, pero cargada de contradicciones. Terminó enervando ciertas libertades individuales y colectivas, alimentando el rol paternalista del Estado mucho más allá de sus posibilidades presupuestarias y sustentando intereses burocráticos, lo cual dio lugar a Estados protectores ineficaces con una reducida capacidad de respuesta ante las demandas sociales.

De hecho, estos gobiernos latinoamericanos nunca garantizaron efectivamente los derechos ni suministraron eficientemente servicios a sus ciudadanos, en particular a la mayoría pobre. El tan anhelado Estado de bienestar se tradujo en la práctica en un verdadero malestar para gran parte de la población; se menoscabaron los logros laborales; aumentaron la desigualdad de ingresos, la pobreza, el desempleo y la insatisfacción social; la crisis se agudizó. El Estado soberbio, agente de transformación de la sociedad, proveedor de bienes y servicios, planificador global, ideal moderno, simplemente no existió: su espejismo fue disipado por su descalabro administrativo y fiscal.

Adicionalmente, el imperante capitalismo moderno propició acciones estatales y empresariales con escasa sustentabilidad en el tiempo, pues al parecer olvidó que los capitales físico y natural son limitados. Para Quijano (1991) este capitalismo moderno-colonial ha entrado en una fase de estancamiento y decadencia desde 1973. Ya no produce ni producirá más empleo para la gente, ni más salario, salvo uno precarizado y flexibilizado.

Sin embargo, no hay que olvidar que toda crisis genera reacción y en ésta se hallan muchas veces fundamentados los verdaderos cambios en la sociedad. Por ello, esta crisis en América Latina no debe ser visualizada sólo como destrucción, sino como capacidad de transformación construida por los propósitos de los sujetos sociales, como motor de decisión y momento en que se anuncian cambios. Renunciando a su carácter amenazador y catastrofista, la crisis genera desafíos y oportunidades. Debido a que su origen no fue mecánico, sino social, sus consecuencias estarán también marcadas por la acción colectiva, pues abre caminos para la acción y orienta la perspectiva de trabajo de las ciencias sociales en la actualidad.

En este escenario se redefine el papel que éstas pueden jugar en los procesos de cambio exigidos por las sociedades en crisis. Es preciso recordar que el porvenir de las ciencias sociales en la región dependerá, en gran medida, de las políticas y acciones que se emprendan para superar la crisis.

 

Un nuevo enfoque para las ciencias sociales

En un contexto de crisis como el que ha atravesado la región surgen nuevas alternativas (plausibles) para superar el esquema disipado de la vieja sociedad. Con el fin de establecer el nuevo rumbo de las ciencias sociales en América Latina es preciso partir de un análisis del contexto, es decir, en función de las características y contenidos propios de la región y no de modelos diseñados para proteger los intereses de Estados Unidos u Occidente.

No se puede negar que en América Latina el reto fundamental consiste en superar el pensamiento social clásico moderno para librarse del dominio europeo y del imaginario del desarrollo que tomó nuevas dimensiones bajo el proyecto global del neoliberalismo. Actualmente se debe tener conciencia de que Latinoamérica ha estado impregnada de occidentalismo por muchos años y de que existen otras formas de dominación intelectual, cultural, política o económica que operan en conjunto y que deben eliminarse para promover una verdadera transformación en varios frentes, incluidas las ciencias sociales, cuya identidad propia se debe fortalecer librándolas de paradigmas importados.

El pensamiento crítico constituye una de las corrientes más innovadoras dentro de las ciencias sociales contemporáneas. En América Latina esta corriente ha adoptado varias facetas, entre las que destaca el enfoque de las herencias coloniales o teorías poscoloniales, el cual ha producido una importante antología de categorías de análisis para pensar críticamente el contexto regional desde los inicios del siglo XXI. Con este nuevo paradigma es posible, tal como afirma López Segrera (1998), continuar el proceso –ya iniciado en la década de 1950 con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)–de pensar y abrir las ciencias sociales recreándolas, cuestionando su herencia cultural occidental, su legado decimonónico y el del pasado siglo, y deconstruyendo las barreras disciplinarias a través de un método transdisciplinario acorde con la complejidad del mundo actual.

En términos generales el enfoque colonialista parte de la idea central de que la modernización en América Latina ha estado siempre determinada por la cultura impuesta desde Europa a través de los procesos de colonización; es decir, la modernidad se ha producido a través de la colonialidad. En este sentido, Mignolo (2000) sostiene que las críticas tradicionales a la modernidad –realizadas desde Estados Unidos y Europa–muestran su carácter excluyente y totalizador pero ocultan la otra cara olvidada: el sometimiento colonial de los saberes-otros y de las experiencias-otras del mundo. Precisamente las ciencias sociales tradicionalmente han ocultado la mutua dependencia entre modernidad y colonialidad, cuando la verdad es que una subsiste gracias a la otra.

El autor realiza una nueva crítica a la modernidad construida desde la "diferencia colonial", la cual clasifica a la gente o a las poblaciones dependiendo de sus carencias o excesos, a través de un pensamiento hegemónico articulado en distintas temporalidades y que delimita la diferencia e inferioridad respecto de quien clasifica. Esta diferencia hace evidente que la lógica moderna se constituye sólo como contrapartida de la expansión colonial europea. Mientras que por una parte se pregonan los objetivos de civilización, progreso, modernización y desarrollo –el rostro de la modernidad–, por otra se silencia que para que eso ocurra es necesario el sometimiento con violencia, la barbarie, el atraso y el subdesarrollo (la cara de la colonialidad).

Esta última se puede analizar bajo tres dimensiones: la colonialidad del poder, del saber y del ser. La primera consiste, según Quijano (2000), en el dispositivo que produce y reproduce la diferencia colonial pero es, sobre todo, el lugar epistémico de enunciación en el que se describe y se legitima el poder colonial; por ello se manifiesta en el deseo de imitar patrones europeos en todos los aspectos de la vida: educación, arte y costumbres, entre otros.

La colonialidad del saber refiere a la forma en que la lógica científica europea se adopta desde el siglo XVIII como la única pauta válida de producción de conocimientos, despreciando cualquier otro tipo de epistemes –tradicionales o hereditarias–generadas en las colonias. La colonización en América Latina supone una lucha contra la multiplicidad epistémica y la imposición de una única forma válida universal de producir conocimientos; los saberes que no se ajusten a los criterios universales de la episteme no podrán ser clasificados como científicos.

En cuanto a la colonialidad del ser, Mignolo (2003) hace referencia a la experiencia colonial y su impacto en el lenguaje. Profundizando más en el concepto, Escobar (2003) sostiene que este tipo de dominación puede ser concebido "como la dimensión ontológica de la colonialidad en ambos lados del encuentro". Con ello hace referencia al aspecto ontológico de la colonialidad del poder, esto es, la experiencia vivida del sistema mundo moderno-colonial en el que se inferioriza a determinadas poblaciones, deshumanizándolas total o parcialmente, mientras que otras aparecen como la expresión misma de la humanidad. La colonialidad del ser engloba tanto la experiencia vivida por los subalternos coloniales como por los colonizadores dominantes.

Este enfoque supone varios retos que debe enfrentar el pensamiento social en América Latina. Uno de ellos, en el que se centra Mignolo (2003), es el que apuesta por la descolonización del conocimiento a través del pensamiento fronterizo que se ubica en el plano de la subalternidad colonial, en un nuevo terreno epistemológico. Pensar –como lo hace el filósofo argentino Rodolfo Kusch, citado por Toribio (1984)– desde la razón del esclavo y no desde la del amo; no por la condición marginal de aquélla con respecto a ésta sino porque el esclavo sabe cómo piensa el amo y fagocita la razón hegemónica, dando lugar a una nueva gnosis fronteriza.

Mignolo (2003) sugiere que además de deconstruir es necesario descolonizar la historia, centrándose en la superación de las categorías binarias que dan preferencia a ciertas localizaciones geohistóricas y acaban privilegiando ciertos tipos de conocimiento. Para ello es necesario dejar de pensar las diferencias como si fueran culturales, ya que son coloniales. Al hacerlo así es posible rescatar las experiencias y memorias de aquellos que piensan desde el dolor de la diferencia colonial.

El autor también afirma que para plantear una geopolítica del conocimiento válida es preciso "aceptar la diversidad del ser en sus necesidades, opiniones, desde su conocimiento, perspectiva, etcétera" (Mignolo, 2010). Según él, es en el campo intelectual donde mejores posibilidades tiene América Latina para producir cambios antes de los que puedan producirse en el plano económico. Si bien las teorías sociales impuestas por Occidente siempre han estado estatuidas dentro de los países andinos, latinoamericanos, y en las universidades, se tienen elementos con los cuales competir con los países desarrollados o productores de conocimiento-centro. Las teorías sociales del pensamiento crítico en torno al proyecto modernidad-colonialidad constituyen un ejemplo de ello.

Las consideraciones del autor no pretenden ser una nueva perspectiva desde la cual pensar nuevos temas para las ciencias sociales, sino una "perspectiva otra" que reconoce la actividad de pensar a los subalternos, reivindicando lugares de enunciación que estaban silenciados. De esa forma, se adscribe a la tarea de fortalecer "uno de los caminos posibles al cosmopolitismo crítico y a una utopística que nos ayuda a construir un mundo donde quepan muchos mundos" (Mignolo, 2003: 58).

 

Reflexiones finales

Actualmente las ciencias sociales en América Latina –y también en el resto del mundo– están recuperando su protagonismo, ayudando a construir alternativas válidas más allá de los mercados en pro del beneficio de la región. No existen dudas de que Latinoamérica ha empezado a configurarse como un centro de producción de alternativas reales contra el modelo de la colonialidad. Se habla de una emancipación respecto del anglo-eurocentrismo, pues se ha hecho evidente la emergencia de un nuevo horizonte en donde se pasa de la simple resistencia y dependencia a la creación de formas diferentes de pensar y vivir.

Las pretéritas escalas de poder y de influencia en el seno del Estado están siendo reconfiguradas por el aumento de la participación ciudadana en asuntos políticos, que se ha dado en los pueblos latinoamericanos a comienzos del siglo XXI. Ello ejemplifica que ha comenzado una descolonización social y epistémica en la que surgen nuevas formas de existencia social independientes del eurocentrismo. Incluso se han generado cambios en la temática de las investigaciones en ciencias sociales lo mismo que en la agenda gubernamental, incluyendo nuevos tópicos a analizar como: equilibrio entre economía y ecología; etnicidad; problemas de género y homosexualidad, por sólo nombrar algunos. De igual forma, los estudios culturales alcanzan un apogeo dentro de las humanidades, exaltando los orígenes sociales de este ámbito. Todo ello es producto de la crisis y sus reacciones, que han hecho necesarias distintas formas de abordar la situación.

En América Latina la etnicidad está en la palestra por intermedio de las iniciativas restauradoras relativas a los mayas, incas y aztecas, así como por la aparición de una plétora de organizaciones afroamericanas, porque tal como lo afirma Quijano (2000) sus recursos de sobrevivencia son también los recursos para la defensa de la vida misma en el planeta, precisamente los que el capitalismo salvaje está llevando a la devastación total.

A decir de Quijano (2000), América Latina se ha constituido como el centro mismo de la nueva etapa del movimiento mundial de la sociedad contra el capitalismo colonial-moderno, considerado un riesgo de destrucción inminente de la vida en el planeta. Al mismo tiempo, la región comienza a descubrir que por su propio desarrollo científico-tecnológico este patrón de poder no es solamente peligroso, sino innecesario e inútil.

Se está materializando en la actualidad la geopolítica del conocimiento de la que habla Mignolo (2003): de latinoamericanos para latinoamericanos. Ejemplo de ello son las universidades indígenas, en donde la academia mantiene en todo momento la esencia de lo propio, sin suscitar ningún tipo de discriminación o aversión en los participantes. Estos centros de estudio parten de la idea de que la cosmovisión de varios pueblos indígenas es una contribución de éstos a la humanidad; en su lucha por demostrar que hay un pensamiento alternativo al hegemónico cada pueblo tiene su forma de ver el mundo, que debe ser respetada (Sarango, 2009).

Los hechos demuestran que las ciencias sociales en América Latina se enfrentan en la actualidad a una realidad compleja. Se trata de una época de crisis, luchas e incertidumbres; está surgiendo en ella un nuevo modo de pensar propio que va más allá de las posturas mecanicistas simplistas de la modernidad impuestas por Occidente. En este sentido, se puede afirmar que el pensamiento social latinoamericano ha ido recuperando su originalidad sin perder de vista su carácter global, pretendiendo ser universal y al mismo tiempo regional.

Los investigadores en ciencias sociales de hoy día deben estar conscientes de que se requieren herramientas metódicas originales con el fin de llevar a cabo investigaciones en esta área, pues no existe una fórmula específica ni un método único con el cual abordar una realidad caracterizada por la incertidumbre; ahora hasta la astucia e ingenio del investigador resultan muy importantes. En tal contexto la transdisciplinariedad es fundamental para tomar mejores decisiones, emprender acciones efectivas y construir nuevas alternativas. La colaboración de las diversas disciplinas del saber –economía, derecho, historia, matemática, biología, etcétera– resultará necesaria en la tarea de reestructurar los objetivos propios de las ciencias sociales en la región y proyectar su destino conjuntamente con el de sus pueblos.

 

Bibliografía

Escobar, Arturo 2003 "Mundos y conocimientos de otro modo: el programa de investigación de modernidad/colonialidad latinoamericano", Tabula Rasa. Revista de Humanidades, núm. 1, Bogotá, disponible en <http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=39600104>, consultado en junio de 2012.         [ Links ]

López Segrera, Francisco 1998 "Los procesos de integración en América Latina y el Caribe: retos, variables, escenarios y alternativas en la era de la globalización", en Emir Sader (ed.), Democracia sin exclusiones ni excluidos, Nueva Sociedad, Caracas.         [ Links ]

Mignolo, Walter 2010 "Estéticas decoloniales. Evento académico para sentir-pensar-hacer", realizado en noviembre de 2010 en la Facultad de Artes-asab, de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, disponible en <http://www.youtube.com/watch?v=mqtqtRj5vDA>, consultado en junio de 2012.         [ Links ]

----------, 2003 Historias locales/diseños globales, Akal, Madrid.         [ Links ]

----------,2000 "La colonialidad a lo largo y a lo ancho: el hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad", en Edgardo Lander (comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires.         [ Links ]

Mitchell, María 1865 Frases de ciencia, disponible en <www.frasescelebres.net/frases-de-ciencia.html>, consultada en junio de 2012.         [ Links ]

Prigogine, Ilya 2008 Las leyes del caos, Crítica, Barcelona.         [ Links ]

Quijano, Aníbal 2000 "Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina", en Edgardo Lander (comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires.         [ Links ]

----------, 1991 "Colonialidad y modernidad/racionalidad", Perú indígena, vol. 13, núm. 29, Lima, pp.11-20.         [ Links ]

Sarango, Luis Fernando 2009 "Universidad Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas 'Amawtay Wasi'. Ecuador/Chinchaysuyu", en Daniel Mato (coord.), Instituciones interculturales de educación superior en América Latina. Procesos de construcción, logros, innovaciones y desafíos, Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe, Caracas, pp. 191-213.         [ Links ]

Toribio, Daniel 1984 La lógica de la negación en el pensamiento de Rodolfo Kusch, Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires.         [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons