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Sociológica (México)

versión On-line ISSN 2007-8358versión impresa ISSN 0187-0173

Sociológica (Méx.) vol.27 no.76 Ciudad de México may./ago. 2012

 

Entrevista

 

Una conversación con Kostas Vergopoulos1

 

por Francis Mestries y Jorge Mercado2

 

2 Profesores–investigadores del Departamento de Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco. Correos electrónicos: fmestries@gmail.com y jormemo@hotmail.com

 

Francis Mestries (FM): Podrías hablarnos sobre tu itinerario intelectual a partir de los años setenta y ochenta (desde el ámbito agrario hasta la cuestión financiera, económica y la mundialización).

Kostas Vergopoulos (KV): Inicié mi reflexión al respecto durante los años setenta, no por el amor a los campesinos, sino por preocupaciones teóricas. En esa época nos encontrábamos en la Universidad París VIII, y sobre nosotros ejercían gran influencia Deleuze y Lyotard; discutíamos mucho en torno a la dinámica del capitalismo para recuperar, por su cuenta, formas diferentes de producción.

En ese momento creía que un buen ejemplo era lo que pasaba en la agricultura, que no es un modo de producción capitalista, sino la forma de producción familiar por excelencia, y por lo tanto una dinámica complementaria encerrada en el sistema, aunque los campesinos, que son los portadores de ese modo de producción, no son remunerados correctamente; por el contrario, son marginalizados.

Este doble juego integración–marginalización lo encontré absolutamente apasionante, y continué mis investigaciones sobre ese tema. En esa época mi encuentro con Samir Amin, y juntos publicamos un pequeño libro, pero a su vez yo publiqué otro sobre el mismo tema, y después diversos artículos y entrevistas en revistas anglosajonas, porque ahí había discusiones, con Teodor Shanin, entre otros. En ese entonces el tema me pareció extremadamente maduro. La agricultura que cuestiona la idea del modo de producción capitalista monolítico, que era sostenida por los althusserianos. Yo nunca pertenecí a la escuela de Althusser, siempre lo encontré terriblemente estricto y riguroso, y en esa época tenía lazos ideológicos con Henri Lefebvre, quien decía que el althusserianismo era una suerte de estalinismo en el campo científico, lo cual encontraba divertido. Sin duda alguna yo estaba de acuerdo con él.

También había algo que no podía admitir: Althusser insistía mucho sobre la noción de la historia sin sujeto, "no hay sujeto en la historia", señalaba, y esa idea me parecía fría en exceso, porque en la historia el hombre juega necesariamente un rol, no porque él posea la llave de la historia, sino que con sus errores e ignorancia, él es el factor, el elemento dinámico de la historia; uno no puede decir que no hay sujeto, no obstante que éste sea inconsciente. El hombre no está obligado a tener conciencia de sus actos, e incluso inconscientemente crea la historia, como decían Marx y Engels. La historia es siempre un resultado con el que todos los hombres han contribuido, aunque los resultados no correspondan a los anhelos de ninguno. Entonces el ser humano juega un rol activo en la historia, en tanto sujeto, aunque no tenga proyecto. Es por ello que no puedo estar de acuerdo con la posición gélida del doctor Althusser, me parece muy distante y terriblemente elitista, por no decir que también peligrosa.

FM: ¿Teóricamente estabas más próximo a Nicos Poulantzas?

KV: Sí, él era mi amigo; podría decirse que él era althusseriano, pero no del todo, porque al mismo tiempo estaba influenciado por Antonio Gramsci. Poulantzas era muy gramsciano y Gramsci es, ante todo, un humanista; entonces tenía las dos influencias e intentaba ligar, unir, las dos posiciones. Reconozco que en la influencia de Gramsci yo también me reconocía.

Jorge Mercado (JM): ¿Su rechazo de la teoría de Althusser no era mal visto por los teóricos franceses de la época?

KV: Así es, en gran medida por el marxismo universitario, porque la mayoría de ellos eran althusserianos. Curiosamente, los marxistas universitarios, por razones digamos profesionales, encontraban algunos aspectos científicos en el estructuralismo, y para justificar su profesión, como los médicos, por ejemplo, ellos encontraban bases "sólidas" en el estudio de las estructuras, tomando su distancia con respecto a lo que pasaba en la realidad, misma que ellos encontraban vulgar y la denunciaban porque les faltaban conceptos. Entonces yo iba en el camino inverso, ya que partía siempre de la realidad, intentaba interpretar eso que se daba en el mundo real. Sin embargo, mis amigos althusserianos, porque los tenía, todo el tiempo querían darme consejos. Me decían no hagas eso, uno no lo necesita; por el contrario haz esto o aquello. Ellos daban siempre recetas. Aunque para mí no se trataba de dar consejos a los movimientos sociales, sino de seguirlos, de ir y discutir con ellos en el camino.

FM: ¿Cuál fue la influencia de Rosa Luxemburgo en tu pensamiento teórico?

KV: Rosa Luxemburgo me fue en extremo útil; incluso para Nicos Poulantzas. él la cita mucho en sus trabajos, pero sobre todo rescata la crítica que le hizo a Lenin sobre la democracia, porque en 1917 instauró, institucionalizó, los Soviets, y él "escupía" sobre la democracia representativa, pues decía que era una idea burguesa. Entonces Nicos escribió El Estado y el socialismo, en el cual hacía siempre referencia a Rosa, porque en la pequeña obra que ella escribió en 1919, sólo dos meses antes de su muerte, afirma que es necesaria la democracia representativa para completar la democracia directa de los Soviets.

FM: ¿La democracia representativa?

KV: Es necesario cierto nivel de democracia directa, pero también una democracia indirecta para compensar. Dice Rosa Luxemburgo que si no existe el nivel intermedio todo el sistema se va a hundir en el absolutismo; es el caso del estalinismo que posteriormente se dio porque los Soviets fueron manipulados por el jefe supremo, sin existir poder alguno de control por parte de los intermediarios. Eso era el cesarismo, y esa crítica fue retomada por Nicos Poulantzas y por mí.

Por lo demás, en el campo de las ciencias económicas Rosa Luxemburgo fue muy útil y recuperada por Paul Sweezy y Michael Kalecki, que se refieren a ella cuando hablan de la necesidad para el capitalismo de tener un medio ambiente permanente no capitalista, porque en la hipótesis de que todo el sistema se convierta en capitalista, haría que éste se derrumbara, porque su dinámica descansa sobre su capacidad de extraer fuerzas de su medio ambiente y de transformarlas en mercancías. Es el caso de la agricultura campesina, encontré esa referencia genial. Para volver a Marx, él nos dice que la ley del valor es que el capitalismo paga al trabajador asalariado según el costo de su reproducción, el costo de la fuerza de trabajo; señala también que el costo de la reproducción es variable, no siempre es el mismo. Entonces teníamos grandes discusiones con mi amigo Emmanuel Arghiri, con Charles Bettelheim y con muchos otros, como Henri Denis, quien llegó a decir que en el costo de la reproducción, el salario cubre, según Ricardo, lo que es el mínimo necesario para la reproducción del trabajo, pero ¿cuál es esa cantidad? El mínimo varía de vez en cuando; hay periodos en que baja, según la técnica de producción y el comercio exterior. Inglaterra, por ejemplo, encontró más redituable importar trigo de Ucrania para hacer bajar el precio de la fuerza de trabajo y, por tanto, el salario en Gran Bretaña. Todo eso no está dicho en el análisis de Marx, la posibilidad del capitalismo de jugar con las importaciones. Esa era la cuestión que me interesaba, manteniendo un modo de producción no capitalista, como el familiar.

Entonces había ostensiblemente, claramente, nítidamente, un vacío en la teoría marxista, y yo trabajé sobre eso, no para criticar la teoría del valor, sino para complementarla, porque Marx mismo no estaría en desacuerdo con eso. Había solamente los pretendidos marxistas que rechazaban tomar en cuenta esta cuestión. Uno dice que el salario cubre las necesidades del obrero para comer, pero el problema es: ¿cuál es el costo de eso que él come? Marx no habló de lo que él come, ¿entonces de dónde viene?, ¿de Dios?, ¿de la naturaleza?, bueno, debe de proceder de formas de producción de alguna parte, y no es que exista en otro planeta.

FM: ¿Piensas que la producción familiar campesina tiene un valor inferior al que tendría si fuera una producción capitalista, con una técnica más moderna?

KV: Sí, ya que la producción capitalista conlleva necesariamente más gastos de producción y mayor tecnología, fertilizantes, todo lo que la haga más intensiva, pero sobre todo también incluye la ganancia del capitalista que no existe en la forma campesina de producción, y la renta de la tierra para el propietario de la misma. En consecuencia, el precio de los productos de la agricultura capitalista tiene que ser tres veces más elevado que el de la agricultura familiar.

FM: ¿Tú tomas en cuenta las diferencias de la productividad del trabajo?

KV: La productividad per capita del trabajo no tiene ninguna importancia, porque para la agricultura no es la productividad del trabajador lo que importa, sino la de cada dólar que la sociedad acepta invertir en la agricultura. Aquí hay que determinar cuánto le cuesta a la sociedad la agricultura y qué es lo que le proporciona como beneficio. Yo realicé ese estudio para la revista Journal of Peasant Studies, en el cual demuestro con cifras estadísticas de la OCDE y de Francia que cada dólar que uno gasta en la agricultura, en Francia, por ejemplo, aporta el triple de lo que genera cada dólar gastado fuera de la agricultura. Entonces, la productividad del dólar gastado en el campo (no de la persona que trabaja, sino del gasto que se hace en ella), es el triple o el cuádruple, porque cuesta muy barata la producción agrícola, dado que la ganancia es enorme, y ese beneficio es captado por otro sector; se trata de un beneficio no realizado por la agricultura.

FM: ¿Entonces, no es la productividad del trabajo o del capital, sino la de la inversión social?

KV: Sí, la productividad del capital, pero no del capital individual, sino del gasto total; todo lo que se gasta para la producción agrícola. Es mucho más interesante gastar en la agricultura que gastar fuera de ella.

JM: Creo que su reflexión es muy económica. En el campo de la antropología, en el nivel de la identidad, de la cultura, ¿existe en su planteamiento teórico alguna reflexión sobre ese aspecto?

KV: Las circunstancias de la producción y del trabajo en la agricultura son tan horribles y miserables, que resulta verdaderamente necesario tener un sentido de identidad, una tradición campesina para poder trabajar en esas condiciones. Los trabajadores agrícolas no son remunerados de manera suficiente; son pagados muy por debajo de los que laboran en las ciudades. Por ello, es importante contar con ideología, identidad, tradición, solidaridad y familia, para poder trabajar en esas condiciones.

JM: ¿Y desde el punto de vista teórico?

KV: Es una cuestión práctica. La teoría es para los teóricos, los campesinos no lo son, ellos viven su identidad.

JM: Sí, pero nosotros los sociólogos estamos obligados a proporcionar conceptos teóricos.

KV: Considero que la identidad es algo real que nace en las condiciones de la producción campesina.

JM: Sí, pero usted explica al campesino, en gran medida, desde una esfera fundamentalmente económica. ¿Y más allá de lo económico?

KV: No, yo digo que "solamente" doy mi explicación económica, pero uno puede complementarla con otras aproximaciones: antropológicas, sociológicas, psicológicas, todo lo que usted quiera, yo expongo mi explicación de economista.

JM: En México, durante los años setenta había dos escuelas confrontadas: los campesinistas y los descampesinistas.

KV: ¿Cuál teoría?

FM: Había quienes pensaban la agricultura en términos marxistas ortodoxos y otros no ortodoxos; los que consideraban que los campesinos eran necesarios para el capitalismo y, por lo tanto, no desaparecerían, y los que creían que iban a desaparecer, ya que iban a proletarizarse.

KV: En Francia nos llegaban, fundamentalmente, las posturas de la escuela campesinista, más que las de los otros, porque no tenían interés, y eran sobre todo partidarios del Partido Comunista, los maoístas, los marxistas leninistas todos ellos preveían el fin del campesinado. Entonces, eso no tenía ningún interés particular para nosotros. Lo que nos interesaba eran las otras teorías, las que abordaban la persistencia del campesino, y estábamos muy atentos a todo eso que venía de México o de otros países.

FM: En relación con la pregunta sobre la cuestión cultural e identitaria, creo que se puede abordar sobre otro terreno en el que también escribió Kostas, porque él ha trabajado en torno al problema de los países periféricos, los menos desarrollados; entonces, ¿cuál es el lugar de tu análisis del nacionalismo con respecto a la cuestión centro–periferia?, porque Grecia es un país periférico en relación con Europa.

KV: Sí, pero para comprender bien la agricultura campesina como necesaria, complementaria al capitalismo, es necesario tener la noción de un sistema capitalista "sistémico": En ese periodo, como ya lo dije, era la idea que venía de Deleuze, de Foucault, el capitalismo sistémico, no solamente como modo de producción, en tanto que capitalismo individual empresarial, sino también como sistema de conjunto. Es en este marco que aparece la importancia de la agricultura, cuando uno habla de un sistema en su conjunto.

FM: ¿En relación con el nacionalismo?

KV: Así es. Si tú tienes la noción del sistema en su conjunto, la noción sistémica del capitalismo, forzosamente interviene la noción del nacionalismo, pero no el nacionalismo patriótico, chovinista, sino el territorio de la nación, que es la base del desarrollo de la actividad económica. No es chovinismo; el mismo Marx cuando habla de sociedad, de clase social, supone un territorio. No hay clase social, ni sociedad en el aire, ni a nivel mundial: es siempre en el marco de una nación. Entonces, ésta aparece en el sentido económico y social, y no hay necesidad de ser chovinista para reconocerlo. Cuando hablas, por ejemplo, de la contabilidad nacional, es decir, del conjunto del territorio; si digo la economía nacional, eso no tiene nada de nacionalista. Para comprender la necesidad del capitalismo por tener una agricultura familiar es necesario plantear la pregunta a nivel nacional, es decir, de toda la sociedad; entonces ahí comprendes que existe una necesidad de fuerte complementariedad; en cambio, si planteas la pregunta a nivel de cada empresa capitalista, o de una simple lógica del capital, tú no puedes comprender qué es lo que pasa. De ahí viene la idea de que las dos preguntas están ligadas, la cuestión campesina y el nacionalismo, no el nacionalismo chovinista, pero sí la nación en tanto entidad económica.

FM: Sí, pero justamente en la actualidad la agricultura está liberalizada, abierta frente a la globalización, la mundialización. Uno no puede pensar en políticas agrícolas nacionales.

KV: Ya no se puede, en efecto; sin embargo, no es una experiencia exitosa, es desastrosa. No puede durar. Yo preveo que regresaremos al pasado, a restaurar la política agrícola en lugar de reconstruirla, pero en el fracaso, entonces, ¿por qué persistir en el error?

FM: ¿A nivel del sistema?

KV: En efecto, así es.

FM: Porque hay ciertos países como Estados Unidos que se benefician de ello.

KV: Por ejemplo, el proteccionismo se abolió a favor del comercio libre por todos lados; eso no funciona. Todo ese sistema está encaminado al fracaso; incluso en Estados Unidos se habla mucho de limitar la importación de ciertos productos. En Europa también se hace la misma pregunta, porque uno no puede llegar muy lejos con una libertad total del comercio, y no es chovinismo. Si hacemos cuentas, Estados Unidos ha perdido millones y millones de empleos a causa del libre cambio. Entonces, las necesidades de lucha contra el desempleo obligan actualmente al gobierno estadounidense a echar marcha atrás sobre la cuestión del libre comercio. Lo mismo sucede en Europa.

FM: ¿Entonces, tú piensas que la mundialización llegó a una etapa en la que no puede avanzar más?

KV: Es el fin de la mundialización.

FM: ¿Entonces la mundialización ha terminado?

KV: Sí, desde 2008 se acabó.

FM: Sin embargo, las políticas para salir de la crisis, después de 2008, no van en este sentido. Por el contrario, buscan rescatar los bancos, sostener el sistema financiero, no hay control sobre los paraísos fiscales, no hay nada.

KV: Sin embargo, ¿cuál es el resultado? La crisis se ha profundizado, no hemos salido, estamos cada vez más hundidos en ella. Entonces, si un día llegamos a salir de la crisis, veremos que vamos en otra dirección.

JM: ¿Y cuáles serán las consecuencias para la agricultura de eso que usted dice?

KV: El sector agrícola encontrará nuevamente su lugar, el que le corresponde como zona de producción de alimentos que son necesarios para toda la sociedad; pero productos que no conllevan ganancia ni renta capitalista, baratos para todo el mundo. Y como se dijo en el Foro Mundial, alimentos que no son mercancías.

FM: ¿Qué piensas de la migración, de las migraciones masivas que salen, en gran medida, de la agricultura?; ¿van a continuar?, pues es un movimiento generalizado en los países del sur y hacia los países del norte. ¿Crees que seguirá?, porque la mundialización no es solamente la liberalización de mercancías y de capitales, es también un incremento en los flujos migratorios.

KV: La migración ha existido a priori desde la época en que había países que no tenían empleo y otros que sí lo tenían. La gente migra, aunque actualmente todos los empleos están en crisis, e incluso en Estados Unidos hay desempleo. En Europa el desempleo es terrible. Los migrantes no pueden esperar encontrar empleos; si bien siguen migrando, llegará el momento en que ellos no saldrán más, se parará el flujo de personas, pues se quedarán desempleadas. Posiblemente intentarán ir a otra parte, yo no sé, pero: ¿cuáles son los países que generan empleo en este momento? Ni siquiera China, ya que gana mercados sin crear empleos. Ese país tiene miles y miles de desempleados.

FM: En este momento hay españoles y portugueses diplomados que se van a Brasil.

KV: Sí, pero es muy limitada la posibilidad de Brasil para dar trabajo a todos los desempleados del mundo. Hay una crisis de empleo a nivel mundial; basta ver los informes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

FM: ¿La OIT?

KV: Sí, la OIT. Existen alrededor de 200 millones de desempleados en el mundo en la actualidad; es algo inaudito. La gente migrará, pero ¿hacia dónde? Porque tomemos el ejemplo de España: en Andalucía hay 50% de desempleados, y la gente se ha quedado en su localidad en lugar de buscar trabajo en otra parte, porque afuera tampoco lo hay; las personas prefieren quedarse en su casa.

FM: Tal vez por la indemnización del desempleo.

KV: No es eso, lo que sucede es que no hay movilidad de trabajadores en un periodo de crisis mundial; ésta baja en lugar de aumentar.

FM: ¿Por qué es una migración de trabajo?

KV: Sí. Hubo una gran movilidad de trabajadores después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la Europa del norte y del este tenía gran necesidad de mano de obra. Entonces había desplazamiento de millones de trabajadores italianos, griegos, portugueses, turcos, etcétera. En la actualidad no existe algo parecido; en Estados Unidos se presentó un evento similar, ellos necesitaban mano de obra y llegaban los migrantes, pero ahora por todas partes hay desempleo.

FM: Pero considere que la migración ha cambiado de naturaleza, y que en la actualidad se ha convertido en un movimiento de reagrupamiento familiar, más que de trabajo; es lo que uno puede constatar empíricamente en Europa e incluso en Estados Unidos.

KV: Da igual, el reagrupamiento familiar, pero sin empleo, será igualmente limitado porque las mujeres también trabajan.

JM: ¿Podría hablarnos del efecto de la migración sobre la tierra, porque en ocasiones los campesinos venden sus tierras para ir a Estados Unidos, aunque sean campesinos indígenas, ¿que piensa de eso?

KV: Que no va a continuar, porque hacen todo eso por nada, porque no consiguen lo que buscan, entonces esa situación no puede continuar, aunque los campesinos, muchos de ellos, dejen su tierra. Observen al país en donde hay menos campesinos, son los Estados Unidos, ahí tienen una agricultura familiar, son empresas familiares que están subvencionadas por el Estado, en todas las fases de la producción y de la comercialización. La agricultura estadounidense es una pieza estratégica. Ustedes saben que aquí en América Latina hubo el intento del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), ¿que pasó con él?

FM: Ya no se habla más de ese acuerdo.

KV: ¿Y cuál es la razón de que ya no se hable más del ALCA? Bueno, les voy a decir por qué. No sé si están al tanto, pero en el momento de la última reunión que se llevó a cabo en Cancún, en 2003, el ministro brasileño de asuntos extranjeros dijo a su homólogo estadounidense: "Escuche, es necesario que ustedes dejen de proteger sus productos agrícolas, tienen que parar los subsidios, que son ayudas directas al ingreso y no son ayudas a los precios, son ayudas directas, porque ustedes hacen una competencia desleal"; entonces, "si ustedes quieren que hagamos un mercado de toda América, del norte al sur, es necesario que ustedes paren ese sistema". ¿Qué le respondió el ministro estadounidense? Le dijo: "Ustedes me pueden pedir todo lo que quieran, yo lo haré, excepto eso, no puedo dejar a mis agricultores", y esa fue la causa por la que el ALCA se vino abajo, la cuestión de la agricultura. Los países latinoamericanos estaban dispuestos a abrirse al libre comercio, pero fue Estados Unidos el que no quiso, pues querían mantener los subsidios, porque los agricultores de América Latina no están subsidiados; los estadounidenses no quieren renunciar a ello y eso se convirtió en la causa del fracaso del ALCA.

FM: Otra opinión señala que la causa del fracaso del ALCA fue el "efecto Chávez", que el presidente Hugo Chávez, de Venezuela, torpedeó el acuerdo en la reunión de Punta del Este, en Uruguay, donde dijo: "No, de ninguna manera aceptaremos el ALCA, y yo propongo la iniciativa bolivariana".

KV: No, él la lanzó después, en principio fue el fracaso en Cancún y todo se vino abajo; después Chávez presentó su propuesta alternativa. En Estados Unidos se hacen pagos directos a los productores, pero también los realizan por no trabajar. ¿Ustedes conocen ese sistema?

FM: ¿Para congelar la tierra?

KV: Sí, para dejar descansar la tierra tres años. Se les otorga un pago a los agricultores y ellos se comprometen a no trabajar, porque se considera que los campesinos tienen derechos humanos, el derecho del hombre a la tierra, a trabajarla; entonces, cuando se le pide firmar un contrato en virtud de que él renuncia a ejercer su derecho durante dos o tres años, durante ese periodo él recibe el pago que habría obtenido si hubiera trabajado la tierra. Eso permite regular la oferta, para evitar los excedentes y, al mismo tiempo, le permite a la tierra descansar y recuperar su capacidad productiva. Entonces, los estadounidenses tienen un sistema que integra bien la agricultura. Solamente el 2% de la población es agrícola, lo que en todo caso no es una agricultura capitalista; no son empresas capitalistas en la producción agrícola.

FM: Es parecido en Europa, donde existen subsidios para hacer descansar la tierra.

KV: Este sistema fue aplicado en Gran Bretaña y, en la actualidad, está penetrando en el resto de Europa.

JM: ¿Usted podría hablar del efecto perverso del Tratado de Libre Comercio (TLC) sobre los campesinos mexicanos, en especial de la privatización de sus tierras?

KV: Sí, pero como les mencioné, en los acuerdos internacionales, ya sean de los Estados Unidos o de Europa, los europeos y los estadounidenses exigen cosas que ni ellos mismos cumplen para los agricultores. Son muy dogmáticos en el plano liberal, pero no son tan liberales.

FM: Para concluir, podríamos hablar sobre los movimientos sociales, ¿piensas que en la historia éstos han acompañado a las crisis, o aparecen más bien en los momentos de crecimiento económico? Por ejemplo, en mayo de 1968, que era época de crecimiento. Actualmente, ¿piensas que puede haber una reactivación de los movimientos sociales frente a la crisis?

KV: Ciertamente, sobre todo porque hay movilización social los partidos políticos han perdido fuerza por todos lados. Los de izquierda en Europa y en el resto del mundo. Los partidos no tienen un papel relevante, es un periodo en el que deberían a priori jugar un papel, pero son inaudibles, no son escuchados; en cambio, aparecen iniciativas nuevas de ciudadanos, de desempleados, de jóvenes con títulos académicos que no tienen trabajo, que no tienen futuro; son reivindicaciones nuevas. Eso me parece normal, hay un vacío que no está cubierto por los partidos, y seguramente lo llenará la sociedad con su esfuerzo. No hay que desconfiar, es necesario estar confiados por ese hecho, es la única vía que permitirá llegar a soluciones nuevas para nuestros problemas.

FM: Pero esos movimientos sociales están bastante fragmentados y en la actualidad no tienen mucha expresión política.

KV: Sí, pero no es grave, en la historia siempre ha sido así. En el momento de la gran Revolución Francesa, momentos antes del estallido, se decía que jamás habría revolución porque todas las reacciones estaban fraccionadas, pero sobre todo eran corporativistas: los carniceros, los médicos, los distintos oficios, estaban descontentos, pero no había un movimiento unitario; entonces todo estaba dividido, fragmentado. Por ello no se podía imaginar que se daría un movimiento general, que aglutinara a todos, y de repente hubo algo que permitió la unificación de todos los descontentos. Es parecido en todos los momentos dinámicos de la historia, es decir, en vísperas del acontecimiento todo está fragmentado y de repente se unifica.

JM: Frente a la violencia que estamos viviendo en México, para nosotros es una cuestión muy delicada y cada día se presentan situaciones nuevas. Existen campesinos que están sufriendo el desplazamiento interno forzado por causa de la violencia. Vemos tierras abandonadas porque los campesinos huyen ante la violencia. ¿Cuál es su punto de vista sobre eso?

KV: No sé, posiblemente la violencia es grande porque el problema al que le sirve también es grave, es para desanimar, desorientar, sembrar confusión; porque México antes del periodo en el que apareció la violencia, posiblemente era un país democrático, el único país en América Latina que lo era, todos los demás tenían dictaduras militares, asesinatos, torturas. Relativamente, México era considerado el paraíso de la democracia con respecto a los otros países latinoamericanos. Mientras uno esperaba una evolución positiva, se entró en esa fase violenta. Posiblemente porque para los que controlan la situación había un riesgo de evolución democrática y para frenarla, para prevenir este riesgo, se comenzó este régimen de la violencia, que es muy grave y preocupante, pero que está posiblemente a la altura del riesgo que habría de tener a México con una democracia.

FM: ¿Estaría la violencia manipulada, utilizada, por ciertos intereses?

KV: Sí, yo no sé por quién, pero por los medios, por los que deciden el futuro. Ellos se ven, hacen reuniones, hay clanes que deciden sobre el futuro.

FM: ¿Hay colusión entre las élites políticas, las económicas y las mafiosas?

KV: Sí.

 

NOTA

1 Profesor e investigador de la Universidad de París VIII–Saint Dennis; licenciado y maestro en Derecho por la Universidad de Atenas, con doctorado de Estado en Ciencias Económicas por la Universidad de París–Sorbona. Es uno de los investigadores marxistas con mayor experiencia en temas agrarios, con importantes publicaciones sobre ese tema durante los años setenta y ochenta, cuando publicó con Samir Amin; es un gran conocedor de las economías latinoamericanas y de los problemas del desarrollo y el subdesarrollo. Estudió los procesos de globalización económica capitalista y sus límites, y últimamente se ha dedicado a analizar la "financiarización" de la economía mundial y sus efectos perversos. Sus principales publicaciones son: La cuestion campesina y el capitalismo; Capitalismo deforme; La globalización: la gran ilusión; El fin de la mundialización: el fin de un ciclo; El secuestro de la riqueza; y la más reciente, El poder financiero. Ha sido profesor invitado en la Universidad de Harvard, en Princeton, en la New School of Social Research, en las universidades de Cornell y Berkeley, en Estados Unidos; y de Oxford y Cambridge, en Inglaterra.

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