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Sociológica (México)

versión On-line ISSN 2007-8358versión impresa ISSN 0187-0173

Sociológica (Méx.) vol.23 no.67 Ciudad de México may./ago. 2008

 

Reseñas

 

Infancia, adolescencia y política en México, de Anna M. Fernández Poncela*

 

Martha Laura Razo Godínez**

 

*Anna María Fernández Poncela, Infancia, adolescencia y política en México, Miguel Ángel Porrúa-Instituto Electoral del Distrito Federal, México D. F., 2005, 325 pp.

 

** Ayudante del Grupo de Análisis Político, Departamento de Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco. Correo electrónico: laurar88@hotmail.com.

 

En los últimos años se reconoce, como parte del discurso de los derechos humanos, que todos tenemos derecho a la democracia por el simple hecho de ser individuos. Sin embargo, hay grupos que históricamente han sido excluidos. Tales son los casos de las mujeres, los indígenas, los ancianos y los jóvenes. Los niños, niñas y adolescentes son tema de interés para Anna María Fernández Poncela, quien parte del hecho de que estos sectores de la sociedad han sido ignorados hasta el siglo XX. No fue sino hasta 1989, tras diversos esfuerzos, que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la "Convención sobre los Derechos del Niño", y para 1990 dicho tratado entró en vigor con poder legal para todos los países firmantes.

Se reconoce que en nuestro país son pocas las investigaciones que se refieren a la socialización política y los derechos políticos que tienen actualmente los infantes y adolescentes. En este sentido, Ana María Fernández Poncela realiza un valioso esfuerzo al recopilar conceptos teóricos de expertos en el tema, basados en estudios elaborados en otros países, y analiza una serie de estudios efectuados en México. El texto examina la participación de este grupo etario en la política de nuestro país, así como su interiorización, percepción y opinión con respecto a las acciones de nuestros líderes políticos.

En síntesis, esta obra aborda la forma en que los infantes y los adolescentes construyen los significados y referentes que los acompañarán en su etapa adulta y productiva. También nos permite conocer cómo se realiza la interiorización de estas ideas y de qué manera se produce la construcción de la cultura cívica. Del mismo modo, la obra hace un llamado para concientizar a la esfera pública, integrada por funcionarios, poderes públicos, representantes de partidos, etcétera, con el fin de que comprendan la importancia de su actuación frente a la sociedad y de que a través de estudios empíricos, interpretación de cuestionarios y reflexiones teóricas que aborden temas de ciudadanía se produzcan aportaciones que permitan formular, elaborar y poner en marcha estrategias de educación cívica de largo alcance dirigidas a este sector de la sociedad.

Esta obra se divide en tres grandes apartados: un primer capítulo introductorio, donde además de exponerse el objetivo del texto se nos invita a conocer brevemente y a seguir indagando sobre "la historia de la infancia y su reconstrucción actual". Se pone el énfasis en una serie de artículos que abordan los temas de la ciudadanía y la política, los cuales despiertan el interés para propiciar los derechos políticos de los niños y adolescentes, establecidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

En el capítulo dos, titulado "Las investigaciones en el mundo", Fernández Poncela lleva a cabo una revisión de teorías y estudios de campo realizados en Europa, que nos ayudan a conocer la realidad social en México. En primera instancia, parte del análisis del proceso de socialización y del papel de los agentes que intervienen en dicho proceso, factores ambos que inciden en la construcción que los niños hacen de lo que es la política.

La autora retoma a Whiting, quien plantea que la socialización es un proceso por el cual se transmite la cultura de una generación a otra y cuyos agentes son la familia, la escuela, los medios de comunicación masiva, los partidos políticos y las organizaciones formales, todos los cuales se encargan de la transmisión de los valores, normas y reglas que orientan al individuo para incorporarlo a la sociedad.

Un planteamiento relevante para la temática aquí manejada es que si la familia se desarrolla en un clima educativo liberal propicia las motivaciones políticas de sus hijos, llevándolos a crecer en un ambiente de diálogo y comunicación abierta, lo que les permitirá ser libres e independientes y tener habilidades políticas.

La escuela, como agente de socialización, tiene entre sus tareas la de proporcionar a las nuevas generaciones las normas y valores del sistema político –un imaginario simbólico democrático. Así se reconoce que las personas con mayor escolaridad se informan mejor políticamente y tienen una opinión propia sobre la transparencia política y los fraudes económicos de los altos funcionarios, sólo por mencionar algunos problemas políticos.

Los medios de comunicación propician el contacto de la sociedad con la política; de este modo los niños describen a los partidos políticos y a sus representantes, así como el ejercicio del poder, de acuerdo con lo que miran en la televisión.

Para la autora también fue importante estudiar cómo conciben los niños, adolescentes y jóvenes la política, y la forma en que van construyendo sus nociones políticas. Sobre el primer punto, Fernández Poncela nos muestra que los más jóvenes presentan una concepción propia de la sociedad; no obstante, tienen dificultad para comprender lo político por ser algo abstracto. En este punto retoma a Berti, quien afirma que conforme los niños crecen surge la necesidad del reconocimiento de las leyes y las autoridades en la resolución de conflictos.

Sobre la construcción de las nociones políticas de los niños, la autora se apoya en los estudios de Connell, quien analiza la participación política de los infantes en diversas etapas: antes de los siete años de edad no tienen conciencia para percibir conflictos: el niño conoce a personajes, pero no sabe su función. De los siete a los nueve años forma un mundo político independiente y persiste la confusión; de los diez a los once años inicia la construcción de un orden político donde ya aparecen jerarquías en las figuras políticas. Por último, se muestra que de los 18 a los 19 años el joven adquiere el compromiso para empezar a resolver situaciones problemáticas.1 Otro punto de interés es el relativo a la forma en que los niños y niñas desarrollan sus estructuras organizativas de pensamiento en interacción con el medio ambiente a lo largo de tres etapas: prepolítica (de cuatro a siete años), donde el sistema político les parece complejo; la sociedad y la política aparecen estáticos; y no hay enfrentamiento de intereses; cuasipolítica (de ocho a once años), en que surgen las primeras estructuras y organizaciones políticas, por medio de roles y responsabilidades en la escuela; también empiezan a percibir las jerarquías en las figuras políticas; y la política (de doce a quince años y en adelante), en la cual ya comprenden la interrelación de las diferentes instituciones.

La autora plantea que, en consecuencia, el ejercicio de la participación política debería ser obligatorio para todo miembro que forme parte de este segmento social, pues es la única vía legítima que permitirá una vida civilizada en sociedad; sin embargo, en la actualidad este ejercicio no se le permite a los infantes (por no contar con 18 años, edad establecida por la Constitución para gozar de este derecho). Como alternativa se propone el protagonismo infantil, que requiere de la redefinición de los derechos de los niños en la esfera política y que diversas instituciones construyan foros donde este sector participe y se exprese. A partir de esta iniciativa, se reconoce a los menores como preciudadanos, hecho que busca propiciar la creación de programas y políticas públicas que no requieran de modificaciones sustantivas al marco jurídico.

El tercer capítulo de la obra se denomina "Recuerdos, opiniones y percepciones". Corresponde a los estudios de caso en México y da cuenta de las nociones políticas de la infancia, la adolescencia y la juventud. El primer estudio de este apartado se titula "Recuerdos, opinión, presidencialismo y valores democráticos".2 Muestra que los infantes y adolescentes recuerdan a los políticos, en general, por acontecimientos trascendentales durante su gestión o participación en la política; tal es el caso, por ejemplo, de Luis Donaldo Colosio o de Carlos Salinas de Gortari, recordados el primero por su asesinato y el segundo como "ladrón". También se observa que a mayor edad y nivel educativo del menor, las críticas que emite son más severas y negativas; mostrando una visión más amplia, mencionan a los partidos políticos y a las campañas políticas y perciben a su país libre y grande. Respecto de la política, algunos no creen en ella y otros ni la conocen.

Otros datos interesantes señalados por este estudio mencionan que los niños y adolescentes siempre se refieren al presidente en masculino;3 que en general no quieren ser presidentes; que los que dicen que sí querrían serlo proponen que resolverían los problemas de la contaminación, la delincuencia, la pobreza y la educación. En su mayoría, prefieren a las mujeres para ese cargo, porque gobernarían mejor, ya que su inteligencia es superior, por ser más responsables y trabajadoras y por su probada capacidad al frente de la familia; para la autora, la preferencia por una mujer para el cargo presidencial no deriva de su papel maternal, sino de su sensibilidad, capacidad y eficacia. En cuanto a los "valores democráticos",4 los menores no los asocian con la política, sino que más bien los relacionan con su familia, amigos, conocidos, etcétera. Mención aparte se hace del concepto de "democracia", del cual unos plantean que en México no existe, o bien, que es un fraude.

En el segundo estudio, intitulado "Más sobre la política y los políticos",5 se perciben en los entrevistados expresiones negativas respecto de la política y los políticos: a la primera la asocian con "corrupción", mientras que a los segundos con "deshonestidad" y "fraude"; desean un país honesto, seguro y menos contaminado. También expresan su percepción de sí mismos como "buenos", "bonita o guapo", "listos", "inteligentes", etcétera. Estas valoraciones le sirvieron a la autora para comparar la apreciación de los menores, adolescentes y jóvenes en torno al sistema político, su país y su autopercepción. La intención de retomar este imaginario, propio de este sector de la población, se utilizó para establecer lo percibido como real y lo concebido como ideal.

El siguiente estudio de esta serie de investigaciones que la autora retoma para mostrarnos las nociones políticas de los menores tiene por interés principal conocer la opinión de los niños y adolescentes sobre la clase política.6 Nuevamente predominó un punto de vista negativo sobre los políticos, calificándoseles de "corruptos" y "mentirosos"; sin embargo, para Vicente Fox y para Andrés Manuel López Obrador hubo algunos comentarios positivos. En contraste, las evaluaciones que hacen sobre los cantantes7 y los deportistas son positivas, pues los primeros les "alegran la vida" y los segundos son "ejemplo de triunfo", "esfuerzo", "superación" y "buena salud". En general, se observó que los menores fueron benevolentes con las críticas y que los mayores fueron destructivos (según la autora, eso se explica porque el periodo que va entre los doce y los quince años constituye la etapa más agresiva del desarrollo humano; y porque a mayor edad también hay mayor conocimiento y se producen una opinión más calificada y un más alto nivel de expresividad).

En el último estudio de este tercer apartado, "Percepciones del espacio político y su contexto",8 se observan como resultado un alejamiento y una desvalorización respecto de la política, que es percibida como un "espacio corrupto y aburrido"; mientras que la familia y la escuela reciben una valoración positiva. Respecto de los medios de comunicación, aunque saben que existen no emiten juicios de valor sobre ellos.

También se realizó una comparación entre los partidos políticos y con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), incluyendo a sus representantes. Aquí nuevamente el ámbito político fue criticado, predominando las opiniones negativas para el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus políticos. En los casos del Partido de Acción Nacional (PAN) y del Partido de la Revolución Democrática (PRD), así como en los de Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador antes mencionados, también fueron descritos con mayor aceptación, mientras que para el EZLN y el subcomandante Marcos predominó una visión positiva.

Otro tema de interés para Fernández Poncela en la tercera parte de su texto es el de "las jornadas de educación cívica"; al respecto afirma que la educación favorece a la democracia y forma individuos responsables y éticos. En México las jornadas iniciaron en 1993 con la instauración de una asignatura sobre educación cívica en los programas y planes de enseñanza primaria y secundaria, como iniciativa del Instituto Federal Electoral. Así fue como dieron inicio una serie de eventos de índole didáctica enfocados a atender esta situación por medio de campañas cívicas, propiciándose la enseñanza de los valores democráticos9 a los alumnos y motivándolos a que los aplicaran en su vida diaria.

Como resultado de dichas jornadas, en 1997 se organizó, a partir de un convenio entre el Instituto Federal Electoral y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la primera "elección infantil" en México, a través del proyecto "La democracia y los derechos de los niños",10 cuya finalidad fue promover el conocimiento de los derechos de los niños y las niñas, así como los valores y prácticas de la democracia. En el espacio rural los niños manifestaron principalmente que tienen derecho a la escuela, a no ser lastimados, a estar sanos y a comer bien; mientras que en los espacios urbanos expresaron querer vivir en un lugar limpio y tranquilo.

Para conocer cómo perciben los niños a la autoridad en su entorno social, la autora recurre a la Consulta Nacional Infantil y Juvenil11 realizada en el año 2000. Los niños más pequeños se sienten "queridos" y "respetados", mientras que los de mayor edad consideran ser "poco respetados"; igualmente, estos últimos reconocen que existe discriminación en el ámbito público y en general en el país, pues no se trata igual a hombres y mujeres. Los jóvenes de la ciudad afirman contar con más información que los del campo; no obstante, en general se percibe la carencia de información sobre temas tan trascendentes como la sexualidad, el alcoholismo, la drogadicción y el sida. Cabe resaltar que fue muy significativo para los niños, adolescentes y jóvenes haber participado en este evento, pues les permitió tomar conciencia de que sus derechos son importantes y de que, por lo tanto, deben tomarse en cuenta. También consideran que es necesario que se instauren programas para los jóvenes.

Otro punto desarrollado en el trabajo de Fernández Poncela fue el relativo al trato que se les da a los menores en las instituciones esenciales de la sociedad: la familia y la escuela. Ello lo analiza a través de la "Consulta Infantil y Juvenil", realizada a la par con las elecciones del 6 de julio de 2003. En general, los consultados se sienten bien tratados por la familia y expresan que en la escuela son respetados. Cuando sufren de maltratos, argumentan que se debe al desconocimiento de los adultos sobre los derechos de los niños, y para evitarlos recomiendan que los mayores aprendan a respetarlos.

Es de destacar que los temas que los niños reconocieron como esenciales reflejan la realidad que vive nuestro país. Tales son los casos de la pobreza, la inseguridad, la ecología y la corrupción. Sobre la discriminación aseveran que está propiciada por la discapacidad; el nivel económico; el color de la piel; y la condición de indígena, todo ello de acuerdo con sus experiencias o con lo que han observado entre sus compañeros o amigos, reconociéndose a las mujeres como más discriminadas que los hombres. Consideran que las consecuencias de ser discriminados son la disminución de la autoestima, la privación de oportunidades y la violencia; afirman que los medios para eliminarla son la educación y la aplicación de la ley.

En este texto también se aprecia que la infancia y la juventud son consideradas desde dos perspectivas: algunos las visualizan como etapas de "formación procesual" o de continua preparación para la vida adulta, y otros como periodos de desigualdad, por atribuírseles inmadurez, inseguridad y dependencia económica. Por lo anterior, existen posturas que descalifican políticamente a los infantes por ser menores, pero también es frecuente el interés de recoger su voz e interpretarla para que sean escuchados. Al respecto, la autora reconoce que no se puede justificar su omisión en las políticas públicas simplemente por ser infantes, mucho menos cuando estamos hablando de teoría democrática. Para equilibrar esta situación es que surge la democracia social, la cual permite la inclusión de los niños y adolescentes en la formulación, aplicación y evaluación de las políticas públicas. Por su parte, la educación le permitirá al niño adquirir autonomía, racionalidad y voluntad, y de esta forma desarrollarse progresivamente y convertirse en ciudadano pleno.

Al formular su balance, la autora reconoce los siguientes avances: antes se hablaba de la protección de la infancia y hoy de protección de los derechos de los niños; éstos han pasado de menores a infantes y de dependientes a personas con derechos, lo que equivale a convertirse en ciudadanos; incluso se habla de protagonismo infantil, lo cual conduce a su participación en la democracia. Asimismo, Fernández Poncela propone que para consolidar nuestro modelo democrático se deben ofrecer garantías que protejan los derechos de este sector.

A lo largo de este trabajo se muestra que los infantes y los adolescentes expresan una opinión negativa sobre la política y los políticos, así como algunas vagas nociones sobre valores democráticos. Para cambiar estas nociones y percepciones se recomienda informar a la ciudadanía acerca de sus derechos y obligaciones, por medio de la escuela y de los medios de comunicación; así se promovería una cultura política que permitiría a los ciudadanos definir su posición y actuar en cuestiones de política.

Para concluir, considero que esta obra es una aportación valiosa que invita a reflexionar sobre el proceso de socialización y sobre las percepciones actuales de los jóvenes respecto del ámbito político, la democracia y la cultura política, además de constituirse también como un antecedente importante para aquellos estudiosos de las políticas públicas dirigidas a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de nuestro país.

 

Notas

1 Connell, quien realizó estos estudios en 1971, no utilizó un método para llegar a esta segmentación. Simplemente determinó los grupos etáreos basado en lo que deseaba obtener: conocer su interiorización sobre sus primeras nociones políticas.

2 Este estudio se realizó en la delegación Coyoacán, en 1999-2000. Su objetivo fue conocer la relación entre los infantes y adolescentes con la política. Las temáticas abordadas fueron: primer recuerdo sobre México y política, el presidencialismo y los valores democráticos.

3 La autora considera que ello se debe a la experiencia vivida en nuestro país.

4 En esta obra se reconocen como valores democráticos a los siguientes: democracia, respeto, tolerancia, libertad e igualdad.

5 El estudio fue aplicado en la delegación Xochimilco entre octubre y noviembre de 2002. En él se comparan las percepciones de los miembros de este sector en torno a la política, los políticos, cómo perciben a México, así como su autopercepción.

6 Estudio realizado en la delegación Coyoacán entre enero y junio de 2001. Su objetivo: efectuar una comparación de la percepción de los infantes, adolescentes y jóvenes sobre la clase política, los artistas populares y los deportistas.

7 Se refiere a cantantes como los intérpretes de rock, observándose que éste es el estilo preferido por los encuestados, predominando la influencia extranjera, al igual que en los deportes.

8 En este trabajo el propósito fue conocer las percepciones y concepciones de la política en los niños, adolescentes y jóvenes por medio de palabras y conceptos clave, tales como los de familia, escuela y medios de comunicación.

9 Los promotores de estas jornadas reconocen que los principios rectores para la educación en la democracia son: identidad, libertad, independencia, justicia y democracia; y los valores de la cultura democrática son la igualdad, la honestidad, la responsabilidad, la legalidad, la participación, el respeto, la pluralidad y la tolerancia.

10 Estos derechos se establecieron en la "Convención sobre los derechos de los niños", adoptada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y ratificada por México, la cual reconoce que "el niño necesita, por su falta de madurez física y mental, protección y cuidados especiales, así como la debida protección legal antes y después del nacimiento"; con ello, la autora pretende dejar claro que es fundamental que los adultos reconozcan esta Convención y que sean protagonistas de ella junto con los niños, de modo que estos últimos sepan de su existencia y conozcan sus derechos.

11La intención de la consulta fue difundir la importancia de la participación en una sociedad democrática. Sus temas: cómo percibe, vive y enfrenta su entorno la población infantil y juvenil; qué normas la rigen; y cómo perciben sus miembros a la autoridad en su entorno social.

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