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Sociológica (México)

versión On-line ISSN 2007-8358versión impresa ISSN 0187-0173

Sociológica (Méx.) vol.23 no.66 Ciudad de México ene./abr. 2008

 

Notas y entrevistas

 

La recepción de Norbert Elias en México: sociogénesis de una tradición de investigación social

 

Rafael Farfán H.*

 

* Profesor-investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Azcapotzalco. Correo electrónico: rfh@correo.azc.uam.mx

 

Introducción

En una entrevista autobiográfica que se ha vuelto celebre, Norbert Elias (Breslau, 1897-Amsterdam, 1990) confesaba a sus entrevistadores una fantasía que al final de su vida lo perseguía. A la pregunta de si podía considerarse un hombre que por fin había logrado conquistar el éxito intelectual que le había sido tan difícil alcanzar, él respondía lo siguiente:

Puesto que hablan de éxito, les diré que, por supuesto, estoy contento de haber recibido el premio Adorno y el doctorado honoris causa de la universidad de Bielefeld: todo ello son signos satisfactorios de que ahora encuentro más audiencia. Sin embargo, hace ya mucho tiempo que no consigo liberarme de una fantasía: estoy hablando por teléfono y la voz del otro lado me dice: "¿Puede hablar algo más alto? No le oigo", y entonces comienzo a gritar y la otra voz sigue diciéndome: "Hable más alto, no consigo oírle" (Elias, 1995: 87).

Esta fantasía estuvo unida a la autopercepción que desarrolló acerca de la posición que asumió en el campo académico en el que se vio obligado a difundir sus investigaciones sociales: la de un marginal para el que no existían las condiciones adecuadas de recepción, discusión y difusión de sus ideas. A más de diez años de su muerte, la autoimagen que él cultivó y que se difundió con su obra, la de un marginal incomprendido a quien la posteridad le haría justicia, ha cambiado. El legado teórico que Norbet Elias (NE) dejó se ha incorporado resueltamente a la tradición del pensamiento sociológico y hoy, a diferencia de ayer cuando en vida lo perseguía aquella fantasía de una voz que no lo escuchaba, no se puede dudar de que su voz suena potente y se ha difundido por los rincones más diversos y apartados del planeta. Me parece, por lo que voy a mostrar en esta nota, que la imagen de un pensador marginal e incomprendido ya no corresponde más a la realidad, y que seguir cultivando ambas cosas es alimentar una imagen mítica que resulta fácil difundir en el imaginario social. Una sociología (histórica) de la sociología tendría como misión mostrar, a través de un trabajo empírico-social, que las ideas y la obra de NE se han difundido a una escala tan global que ambas se han incorporado a la tradición del pensamiento sociológico contemporáneo, dando lugar así a la formación de tradiciones nacionales de recepción y discusión que han asimilado y discutido el legado intelectual de este original pensador, que siempre se concibió como europeo no obstante su origen alemán y judío. Dada la amplitud y profundidad desbordante de esta tarea que evidentemente no puedo hacer aquí porque requiere de un espacio adecuado y condiciones colectivas de trabajo, me voy a limitar a trazar las grandes líneas que han dado lugar a la formación de nuestra propia tradición intelectual, en lo que se refiere a la recepción y difusión de las ideas y la obra de NE en México. Ahora bien, pretendo reconstruir de un modo general esta tradición suponiendo, por el momento, sólo el esbozo de una sociología de nuestras tradiciones sociológicas recientes, en las que se dan muestra de los niveles de originalidad y profundidad que se han alcanzado en la consolidación de estas tradiciones, como lo muestra el reciente libro de Gina Zabludovsky dedicado a NE (Zabludovsky, 2007). Para este esbozo de análisis sociológico de la formación de una tradición sociológica reciente en México tomaré algunos de los rasgos del modelo que utilizan Levine, Carter y Miller en su estudio sobre la "influencia de Simmel en la sociología americana" (Levine et al, 1976). De acuerdo con este modelo, la formación de una tradición en la recepción de las ideas y la obra de un autor pasa al menos por las siguientes fases: 1) traducción y difusión; 2) recepción exegética que apunta a difundir e integrar las ideas y conceptos del autor en un corpus más amplio de discusión que representa las bases de formación de una tradición de investigación; y 3) evaluación y asimilación crítica del autor en un nuevo cuerpo exegético que se manifiesta en la creación de productos originales. Éste es el mismo orden que seguiré en el presente trabajo.

 

Traducción y difusión

Excepto por la nota y las breves traducciones que José María Pérez Gay le dedico a NE en la revista Nexos en los años setenta1 del siglo pasado, hasta ese momento Elias era un completo desconocido para la academia de las ciencias sociales en México. La imagen del pensador marginal y marginado era coherente con el inexistente nivel de difusión y glosa que existía entre los investigadores y académicos de las ciencias sociales en nuestro país. Sin embargo, ello no fue producto de una conspiración maquinada entre nosotros para relegar a un pensador. Fue simplemente un resultado del modo en que estaba constituido el campo académico de las ciencias sociales y en especial de la sociología en aquellos ya lejanos años. La intensa politización a la que entonces estaba sometida la academia imponía un tipo de habitus en la recepción y discusión de los autores que llegaban fundamentalmente de Europa occidental. Eran, ciertamente, los tiempos del marxismo, y en particular del marxismo francés representado por Althusser o del alemán formado por la llamada Escuela de Frankfurt. La autonomía que el campo académico había conquistado frente a la presencia del Estado, al cual estuvo sometido durante la primera época de las ciencias sociales, la perdía al someterse a la lógica dictada por el campo político y, sobre todo, por la politización intensa a la que estaba sometida la recepción y la discusión teórica. El académico o el investigador, de un modo inverso pero igual a como antes lo hacía el intelectual al servicio del Estado, ahora debía hacer declaraciones de fe política y pronunciarse a favor o en contra de los intereses que marcan la orientación de los conocimientos. Diría NE que se trataba de un profundo apego al compromiso con un nulo poder de distanciamiento; sin embargo, como cualquier otra época esa no fue ajena a las luchas que se entablaban por monopolizar un cierto dominio del conocimiento social, y quienes lo conquistaban aparecían como grupos hegemónicos que marcaban rumbos y objetos en la investigación y la discusión social. La primer reseña amplia que se hace del libro más importante de NE, El proceso de la civilización, es un buen ejemplo de esta lectura sometida a la rejilla de la crítica marxista.

En el excepcional número 3 de la Revista A de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAM-Azcapotzalco, dedicado a "Razón y Estado", aparece la primera reseña completa del volumen 1 del Proceso de la civilización escrita por el entonces investigador del Departamento de Economía de la misma universidad, Jonathan Molinet (1981). Se trata, evidentemente, de una reseña basada en la traducción al inglés del citado libro de NE, que como lo aclara su autor, solamente se basa en el volumen 1, publicado en 1978 (The History of Manners), prometiendo una nueva reseña para el segundo volumen (Power and Civility), que por desgracia nunca apareció. Ahora bien, esta primera reseña del libro se destaca porque logra, en su primera parte, hacer no sólo una reconstrucción correcta y general de las principales tesis que expone Elias, es decir, la interpretación de la civilización como un proceso en el que interactúan el control de los impulsos y la formación del monopolio legítimo de la violencia por el Estado; además, ya ubica a NE como un pensador social original, aunque completamente desconocido y marginado. En una nota al pie de página (Molinet, 1981: 215), el que reseña informa sobre la producción bibliográfica de NE con la que se contaba hasta ese momento, toda ella citada en alemán, así como de los primeros visos de recepción en la antigua Alemania Federal. En las páginas finales de la reseña se hace una evaluación de las tesis de NE a la luz de una rejilla de interpretación marxista. No es la parte más lograda del trabajo de Molinet porque, como lo imponía todavía el campo académico de aquel momento, la política (marxista) se impone sobre la evaluación de cualquier producto teórico no marxista. La originalidad de esta evaluación de NE a contraluz marxista no consiste en su descalificación sino en su recuperación para apuntalar y profundizar en una concepción marxista del Estado. El trabajo culmina con algunas ideas de cómo pueden ser recuperadas las tesis de NE para comprender el Estado en México (a través de la revolución y no de la contraposición entre cultura y civilización).

Entre la primera reseña de NE en español y los primeros trabajos exegéticos que ya muestran un conocimiento del autor pasan por lo menos diez años, tiempo durante el cual se traducen a nuestra lengua sus libros más importantes. Así, por ejemplo, el Fondo de Cultura Económica se hace cargo de la traducción de una buena cantidad de estas obras. Entre 1987 y 1992 esta casa editorial publicó los libros más importantes de NE.2 Como se puede ver, en casi una década se tradujeron al español una buena porción de los trabajos del hasta entonces desconocido autor alemán. Después, otras editoriales seguirían el camino del Fondo de Cultura Económica. Tal es el caso de Península, que publicó entre 1988 y 1995 otros textos de NE. En medio de estas dos grandes editoriales otras casas editoras publicaron libros o recopilaciones de ensayos. Sin embargo, como lo consignan tanto Julia Varela como Vera Weiler, a la traducción no le corresponde un nivel similar de recepción y discusión de los libros traducidos de NE. Hasta bien avanzada la década de los noventa del siglo pasado todo indicaba que a NE le seguía persiguiendo la sombra de la marginalidad y el desconocimiento entre nosotros. No obstante, dicha apariencia no corresponde totalmente con la realidad, como lo voy a mostrar a continuación.

 

Recepción exegética

Poco a poco, como el lento goteo que llena un vaso, empiezan a aparecer en México las primeras muestras de recepción y difusión de la obra y las ideas de NE. Una muestra de que el conocimiento no se produce ni de manera individual ni a través de un solo acto sino que, como lo asume NE a partir de una tesis que primero expuso Durkheim, el conocimiento es un producto social en tanto que es el resultado de largas cadenas de generaciones que se van entrelazando y así van formando un proceso que no tiene sujeto ni fines. Sin duda, el comienzo de la recepción y difusión de las ideas y conceptos de NE está ligado a un conjunto de condiciones que impactaron en la academia mexicana de ciencias sociales y que no se pueden ignorar. Como se trata de un conjunto complejo de elementos los que formaron estas condiciones, sólo voy a mencionar dos: la recuperada autonomía del campo académico que ya no estaba sujeto a ningún otro tipo de sometimiento que lo obligara a evaluar las teorías sociales a partir de sus credenciales políticas; y la formación de una nueva red de jóvenes investigadores dispuesta a aprender nuevas experiencias teóricas y, sobre todo, a darlas a conocer. Lo que a continuación voy a reseñar es una pequeña muestra de los resultados que arrojaron estas nuevas condiciones en México, que hicieron posible los comienzos de la recepción y difusión del legado teórico de NE.

Considero que a los inicios de la recepción y difusión de la obra de NE en nuestro país hay que dividirlos en dos periodos. El primero arranca en los años noventa y llega hasta el 2000; el segundo parte de ese año y puede, parcialmente, cerrarse en 2007 con la publicación del libro de Gina Zabludovsky, Norbert Elias y los problemas actuales de la sociología. A continuación doy la justificación de esta periodización.

La década de los noventa se distinguió por la aparición de trabajos dispersos y desconocidos entre sí en los que empiezan a darse a conocer las principales ideas y concepciones de NE, especialmente las que aparecen en dos de sus obras: La sociedad cortesana y El proceso de la civilización. A pesar de ser pocos, se trata de trabajos que se distinguen porque: 1) logran penetrar en los conceptos fundamentales del autor; y 2) reconstruyen filológicamente de manera clara y accesible las principales ideas que NE elabora en torno a su concepción sobre la relación entre (auto)control de los impulsos y monopolización legal de la violencia por el Estado. En estos trabajos es central la asunción, sin discusión, de la hipótesis represiva de los impulsos, y de lo que ésta conlleva, que es la pacificación de las sociedades a través de una extensión generalizada de la represión estatal convertida en autocoacción y su transformación sublimada mediante el juego y la competencia. Tales son los contenidos que aparecen en el artículo de Rafael Montesinos (1992), en mi propio trabajo (Farfán, 1992), y en el breve capítulo que le dedica Gina Zabludovsky (1993), en el contexto más amplio de la relación entre Elias y Max Weber. Entre estos primeros esfuerzos por introducir la obra de NE y el siguiente artículo elaborado también por Gina Zabludozsky (1999), media una traducción y una breve nota realizadas por Francisco Galván. La primera forma parte de un texto autobiográfico que escribió NE originalmente en alemán y que Francisco Galván tradujo bajo el título de: "Los judíos entre la marginación y lo establecido" (1992a). También aparece una traducción del francés realizada por mí de François Giraud titulada: "Norbert Elias o la barbarie reprimida" (Elias, 1992). Finalmente, Francisco Galván escribe "De la vida de Elias" (Girand, 1992). El artículo de Gina Zabludovsky publicado en Sociológica, núm. 40, en 1999, amplía la proyección de NE. En primer lugar, se ocupa de establecer una periodización en la producción teórica y en la recepción de la obra de NE, subrayando ya su naturaleza marginal; después se ocupa de las influencias que se pueden percibir en su obra sociológica (Weber, Durkheim y, sobre todo, Freud, una identificación que tempranamente hace Rafael Montesinos en su artículo citado), para pasar finalmente a las críticas que Elias le hace a la sociología de la acción y de la racionalidad (Zabludovsky, 1999: 165). La aportación que logra este trabajo es esbozar por primera vez en nuestro medio académico un perfil biográfico y teórico más amplio de NE, sobre todo al rastrear sus fuentes teóricas (Freud) y al confrontarlo con clásicos como Weber, con el que mantuvo una relación de "compromiso y distanciamiento". Hasta aquí la década de los noventa, tiempo durante el cual se describe un largo proceso de asimilación y difusión cuyo punto de partida se puede tomar a partir de la nota y las traducciones realizadas por José María Pérez Gay para la revista Nexos, pero que no fue suficiente para arrancarle a NE la imagen del pensador marginado y marginal de la sociología contemporánea. El inicio del nuevo siglo cambiaría radicalmente esta imagen.

Como lo menciona Gina Zabludovsky (2007: 102), en el año 2000 se realizó, con motivo del décimo aniversario de la muerte de NE, un coloquio organizado por tres instituciones académicas, entre ellas la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco. En dicho evento participamos una gran variedad de investigadores que aborbamos la obra de NE desde las más diversas perspectivas. Éste fue un momento fundacional por la capacidad con la que respondimos los más diversos lectores y conocedores de la obra de NE. De allí surgió una publicación que, en compañía de otra que también comentaremos, marcaron el antes y el después en la recepción y difusión de la obra sociológica de NE en México.

Se trata, en primer lugar, del libro Norbert Elias, legado y perspectivas (Leyva et al, 2002), formado por tres contribuciones de académicos alemanes y once mexicanos (Zabludovsky, 2007: 102); y del libro Cultura y civilización. El pensamiento crítico alemán contemporáneo (Girola y Farfán, 2003), compilado por el autor de estas líneas y por la profesora Lidia Girola. En el primero, la diversidad de las perspectivas desde las cuales se aborda la obra de NE muestra no obstante algunos rasgos comunes. Citaré los que me parecen los más relevantes para esta nota: en primer lugar, y repitiendo la posición asumida por los autores de los primeros artículos publicados en la década de los noventa del siglo pasado, un compromiso con las tesis sociológicas principales de NE, principalmente con las que aparecen en su libro mayor: El proceso de la civilización; por ejemplo, la asunción de la hipótesis represiva y, con ella, del modelo freudiano de la contención de los impulsos a través de la interiorización de la represión.3 En segundo término, la imagen mítica del pensador solitario, marginado por su originalidad, que se hizo a sí mismo y que dejó un legado excepcional a la sociología que en México todavía está por asimilarse y difundirse.4 Finalmente, una asunción de las tesis que animan la sociología del conocimiento de NE y que sólo en un caso se asume una posición "distanciada" para criticarlas.5 Estos breves rasgos son los que marcan un umbral en la recepción mexicana de NE. El segundo libro es una recopilación de trabajos o fragmentos de textos de autores alemanes centrados en dos tradiciones de investigación social: la llamada Escuela de Frankfurt y la sociología de NE. Además, contiene colaboraciones originales de los dos compiladores de la obra. Por ejemplo, en él aparece otro artículo de la profesora Lidia Girola (2003) dedicado a exponer las tesis principales que forman El proceso de la civilización. En relación con esta colaboración puedo decir que me parece un trabajo más crítico que el anterior en tanto que ubica no sólo las raíces psicológico-sociales de la concepción de Elias (Durkheim, Weber, Freud), sino que además señala las implicaciones que tiene asumirlas.6 Sin embargo, se trata sólo de un esbozo, que promete algo a futuro; es decir, un modo de recepción más distanciado de una obra sociológica actual. Ahora bien, la originalidad que distingue al libro Cultura y civilización (2003) es que reproduce un conjunto de fragmentos de los textos originales de NE que hoy, por desgracia, son imposibles de encontrar porque se han agotado en México.

Esta segunda recepción de NE concluye hoy con la aparición del libro de Gina Zabludovsky, Norbert Elias y los problemas actuales de la sociología (2007). Se trata de un buen resumen de los diversos artículos dedicados a NE que la autora ya había publicado en distintos espacios, al cual añade un interesante, por polémico, apéndice, en el que presenta una confrontación entre NE y Zigmunt Bauman. Dividido en cuatro capítulos, la obra aborda: la vida, los conceptos y las influencias de NE (capítulo I); las principales críticas que Zabludovsky desprende de la obra del alemán (capítulo II); el muy interesante capítulo III, dedicado a la recepción de la obra de NE y, finalmente, la vigencia de las concepciones de este importante pensador (capítulo IV). El libro concluye con una recapitulación. Si dejamos de lado lo que tanto se ha comentado en torno a la marginación en la que vivió y se difundió su obra, la parte más interesante, por ser la más lograda, es la que aparece en el capítulo i, dedicada a "las constantes en el pensamiento de NE". Se trata de un resumen del aparato conceptual bajo el cual Elias siempre defendió la originalidad de su sociología. Por otro lado, se subraya el "rechazo a establecer polémica con otros autores" (Zabludovsky, 2007: 32), que la autora menciona como una negativa de él a polemizar (y citar) a autores pasados y presentes, que también se puede leer como una negativa a salir del mundo teórico en el que se había encerrado. La parte menos lograda de este capítulo es la dedicada a rastrear las influencias que se pueden percibir en el pensamiento sociológico de NE (pp. 33-42) y que se limita a indicar la presencia, otra vez, de Durkheim, Weber y Freud, que otros ya han señalado, pero sin sacar de ello un examen crítico. La autora se limita a señalar que es a partir de la confluencia de esta triple influencia que NE elaboró su teoría del proceso civilizatorio como un proceso de largo plazo en el que confluyen el proceso de monopolización legítima de la violencia con la interiorización de la represión que se manifiesta en un elevado grado de autocontrol de los impulsos (pp. 40-41). Es decir, la autora mantiene intacta la hipótesis represiva, que es el corazón de la teoría del proceso civilizatorio de NE. El capítulo iii, dedicado a la "perspectiva crítica de la sociología de Elias", reproduce cada una de las críticas que según la autora NE hizo "a la división especializada en disciplinas" (p. 43); a la "ausencia de modelos históricos y énfasis en las personalidades independientes" (p. 45); a la "separación de los niveles 'micro' y 'macro' " (p. 53); a la "sociología de la acción" (p. 57); al "individualismo" (p. 59), y a las teorías de la dominación y de la racionalidad de Weber (pp. 69-80). Esta sección concluye con un apartado dedicado a evaluar los "alcances y límites de NE" (pp. 80-84). La impresión que le deja a un lector formado e informado este capítulo es acerca de si estas críticas no se encuentran un tanto desfasadas, pues en ellas aparecen esos molinos de viento contra los que luchó NE, y que si bien en su momento tuvieron vigencia, desaparecieron con los cambios de época. O como lo afirma el sociólogo español Ramón Ramos: "Se podría objetar a Elias que el fantasma que perseguía era un sueño desvanecido, que Parsons ya no reinaba cuando y cuanto él creía, que su retrato del estructural-funcionalismo era parcial y estaba deformado en rasgos fundamentales y, sobre todo, que al lado de la parsoniana había muchas otras tradiciones sociológicas que podría y debería haber tomado en consideración en su guerra contra el ahistoricismo temático y sustantivo de la sociología" (Ramos, 1994: 43). Quizás el capítulo mejor construido a nivel informativo es el tercero, dedicado a la recepción de la obra de NE, que sustenta la visión contraria de éste como un pensador social actual desconocido y marginado. Es su penetración y consolidación en Holanda (p. 85), su redescubrimiento y discusión en Alemania (p. 89), su discusión en Francia (p. 91) y en el mundo anglosajón (p. 94), su conocimiento y utilización en Asia, particularmente en Japón (p. 99) y, finalmente, su recepción y difusión en "el mundo de habla hispana" (p. 100), en donde sólo se hace una breve mención a México (p. 102), lo que hace de NE un autor difundido a nivel mundial. El libro se cierra con un capítulo dedicado a la "vigencia de NE", enumerando una serie de temas a través de los cuales se manifiesta su presencia, como la "globalización" (p. 115), los "procesos de individualización" (p. 119), la "perspectiva de género" (p. 122), las "élites, estratificación y vida cotidiana" (p. 127), "sociedad y deporte" (p. 130), "sociología del conocimiento" (p. 132) y, por último, "concepción del ser humano y filosofía política" (p. 134). Se trata de una miscelánea de asuntos y problemas por los que pasó NE no siempre de modo sustantivo sino de una manera temática, como lo diría Ramón Ramos, y no por ello se deben inferir contribuciones específicas dedicadas a estos problemas y objetos de investigación.

 

Recepción crítica

Según lo establecen Levine, Carter y Gorman (1976), el momento más alto en la recepción de las ideas de un autor es aquel en el que da inicio el proceso de su evaluación crítica. Es entonces cuando es incorporado a través de la creación de productos originales que muestran un grado de asimilación, pero también de producción original, a través del cual sus ideas y conceptos son utilizados, distorsionados e incluso transformados. Ya no importa tanto la preocupación filológica por reproducir con claridad la explicación del discurso del autor; ahora se impone el momento de la evaluación que impone su confrontación con otros autores u otras tradiciones, pasadas y presentes, de investigación social. La utilización del autor pasa ahora por una necesaria crítica que identifique las fortalezas, pero también las debilidades de su legado. Como una contribución a esta tarea voy a señalar algunos de los conceptos y temas en los que pienso se debe concentrar ahora la discusión sobre la herencia sociológica de NE.

Para empezar quiero aclarar que la crítica de un autor que se ha convertido en parte de la tradición sociológica actual es un deber que impone "pensar desde hoy, es decir, desde los problemas que nos parecen decisivos y las soluciones que nos afanamos en encontrar" (Ramos, 1994: 33). Desde ahí, y a partir de la constitución de un campo académico autónomo que se supone se rige bajo las reglas de la discusión argumentativa resulta factible hacer una evaluación crítica de NE desde una apertura de nuestra ciencia social a otras tradiciones de investigación con las cuales éste debe ser confrontado. Lo primero que desde allí aparece es que las críticas que Elias realizó a ciertos extravíos de la sociología y la historia resultan anacrónicas y, por lo tanto, inviables ya para nuestro tiempo. Críticas, por ejemplo, a la racionalidad, a la teoría de la acción y al presentismo de la sociología dejan de tener sentido cuando se les confronta con el estado actual del campo sociológico. Ni la teoría de la estructuración, la del interaccionismo simbólico, la de los campos o la de la acción adolecen de esos defectos, que si bien fueron válidos sólo fue así para el caso de sociologías específicas que surgieron en el siglo xix, como las de Durkheim y Weber. Lo mismo vale para la historia. Ahí también se puede decir que está desfasada porque "todo lo más, resume lo que los historiadores principales de nuestro siglo se han cansado de repetir en contra de la historiografía del siglo anterior. Es, por lo tanto injusta, al pretender dirigirse contra la historiografía en general y, consecuentemente, no puede afrontar ni resolver el problema prioritario que la mueve: el problema de la convergencia entre la historia y la sociología" (Ramos, 1994: 33). Lo que por el contrario se torna evidente a partir de las críticas que formuló NE es la intuición de que, paradójicamente, es su sociología la que se encuentra hundida en criterios y supuestos que proceden del siglo xix. Por lo menos a ello apunta el realismo positivista que forma e informa su sociología y, especialmente, su sociología del conocimiento, así como el evolucionismo silencioso que subyace en su teoría histórica del proceso civilizatorio. Desde esta perspectiva es que se le pueden hacer las siguientes puntualizaciones a la teoría sociológica de NE, fundada en el binomio "civilización"-"(auto)represión".

Primera, la reducción de la internalización de las normas en el curso de una socialización a un comportamiento guiado por una compulsión cuasiautomática; segunda, la separación de la historia de la acción conscientemente dirigida de los individuos, grupos y clases; tercera, el fracaso para identificar y describir las dimensiones de una política que es guiada por decisiones tomadas colectivamente; cuarta, el fracaso al no tomar en consideración formas discursivas en la toma de decisiones; quinta y última, el hacer caso omiso de las demandas de legitimidad que están necesariamente asociadas con el monopolio estatal de la violencia. Todas estas deficiencias apuntan a una concepción de la "civilización" como un proceso evolutivo represivo que se desprende de una cúspide y baña la totalidad de una sociedad, así como a otras sociedades, a través de un proceso de universalización (Honneth-Joas, 1988: 128). De estas cinco críticas pretendo detenerme a esbozar los contornos generales de la primera, suponiendo que lo mismo se puede hacer con las restantes.

La hipótesis represiva de NE, que como se ha señalado insistentemente, ha sido tomada de una lectura particular de Freud, supone la imposibilidad de un ego autónomo, en tanto el yo es imperceptiblemente incorporado en el super-yo y, por lo tanto, esto implica dos supuestos: primero, que existe una correspondencia sin conflicto entre las normas y su cumplimiento por los actores; y segundo, que a la interiorización de la norma corresponden actores obedientes que se rigen bajo el modelo de la imposición de esas normas. La imagen que surge de este cuadro es la de una sociedad disciplinada, creada por actores que han aprendido a relacionarse a través del miedo que ha producido en ellos la interiorización de la represión. Bajo esta imagen, NE no está muy distante ni de Parsons ni de Durkheim, pero si en lugar de partir de este modelo de personalidad lo hacemos de uno más dinámico, como el que proponen Georges H. Mead (1863-1931) y el interaccionismo simbólico, en el cual es posible concebir la autonomía del Yo frente a la imposición del Me, o Super-yo, entonces podemos pensar en la posibilidad de la existencia de un hiato que surge en todo proceso de interiorización de las normas, y que supone una interpretación creativa de las mismas por parte de los actores, lo cual se traduce en una diferencia entre el dictado de la norma y su ejecución. En consecuencia, se podría pensar que aquello que NE nos describe es el modelo que se dieron a sí mismas las clases cultivadas para constituir su personalidad en diferencia conflictiva con otras clases sociales. En otras palabras, en términos de Mead se trataría de una imagen corporal creada a partir de una autopercepción que se dio una clase social y que difundió como una visión dominante, sin que ello suponga que esa imagen fue asumida como tal, sobre todo, por las clases sociales dominadas, que desarrollaron otros modelos de relacionarse con su cuerpo y con su economía afectiva. A lo anterior se refiere Foucault (1977) cuando señala que las técnicas de vigilancia y contención de los impulsos sexuales se aplicaron, en primer lugar, a la burguesía, y sólo más tarde esta clase se preocupó por imponer una economía represiva a las clases trabajadoras. Aun cuando se convirtieron en objeto de vigilancia y control, las clases dominadas no interiorizaron de modo directo y compulsivo la imagen de eso Otro generalizado que proyectaba la burguesía. Sin negar la presencia de efectos de este modelo en sus maneras de comportarse y de relacionarse entre sí, su economía afectiva se encontraba sometida a contramodelos que expresaban una interpretación diferente de las normas y, con ello, propiciaban la creación de economías afectivas distintas a las de la burguesía. Estos contramodelos de economía afectiva han sido convertidos en objeto de estudio por los historiadores, ya sea cuando investigan esos momentos excepcionales en los que la cultura popular transgrede las normas a través de fiestas y carnavales (Chartier, 1995), o bien más cercanos a nosotros en México, cuando se trata de indagar en ese mundo alejado de la mirada de las clases dominantes formado por las relaciones entre hombres y mujeres del pueblo y, sobre todo, del mundo campesino en la Nueva España del siglo XVIII (Stern, 1999). Allí se anidan relaciones en las que se está lejos del modelo represivo-compulsivo de NE, sobre todo porque la violencia no ha desaparecido, sino que es un elemento en el que se ven envueltas estas relaciones. Lo cual nos remite a otro tema que merece también una revisión crítica: el de la relación entre civilización y violencia, pero que no puedo desarrollar aquí. Espero que con lo dicho sea suficiente para abrir un debate en México sobre el legado que NE dejó a la sociología, evaluado ahora desde una perspectiva crítica.

 

Bibliografía

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Notas

1 La primera nota en la que se da cuenta de la vida y obra de Norbert Elias (NE) es el artículo de José María Pérez Gay, "Norbert Elias: una sociología en el exilio" (1980). El mismo autor hace dos traducciones breves: "Del guerrero al cortesano" (Elias, 1980), que es un breve fragmento de El proceso civilizatorio (Elias, 1987), y "La autoridad del pasado" (Elias, 1979), que es el discurso pronunciado con motivo del premio Adorno que le fue otorgado.

2 Véase al final la bibliografía de NE traducida al español.

3 La colaboración de Lidia Girola (2002), a pesar de que se centra en esta hipótesis, rastreando sus antecedentes teóricos (que van de Kant a Freud pasando por Durkheim y Weber), no tiene la intención de cuestionarla sino, por el contrario, de mostrar sus aspectos positivos. Girola mantiene una posición más críticamente distanciada en su colaboración al libro Cultura y civilización (2003).

4 Véase, por ejemplo, la contribución de Gina Zabludovsky (2002), en la que se establece una supuesta influencia de NE sobre otros sociólogos actuales, como Pierre Bourdieu y Anthony Giddens, argumento que repetirá en su libro más reciente.

5 Se trata del artículo de Adriana Murguía (2002), quien asume el reto de confrontar la posición de Elias con concepciones alternativas y/o contemporáneas a la suya y que considera un deber ético para lograr superar los obstáculos que impiden la comunicación entre autores que asumen diversas posiciones. Éste es su punto de partida para evaluar las fortalezas, pero también las debilidades inherentes a NE, y que se derivan de su negativa a abrirse al conocimiento de autores y escuelas que habían avanzado, o que estaban abriendo brechas, en el camino que Elias trazó (Murguía, 2002: 277).

6 En cuanto a la concepción de NE de la diferenciación y complejización que produce el proceso civilizatorio, la profesora Girola señala lo siguiente: "Llama la atención que el tratamiento que hace Elias de esta cuestión sea un tanto limitado y no logre avanzar respecto de la formulación del tema por parte de Durkheim. Aunque menciona el problema y se ocupa de resaltar la estrecha vinculación existente entre la estructura social como condicionante del comportamiento y la estructura del aparato psíquico de control, las causas del incremento de la diferenciación siguen siendo vagas y generales; por ejemplo, el aumento en el número de personas" (Girola, 2003: 339).

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