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Estudios demográficos y urbanos

versión On-line ISSN 2448-6515versión impresa ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.37 no.3 Ciudad de México sep./dic. 2022  Epub 21-Nov-2022

https://doi.org/10.24201/edu.v37i3.2066 

Notas y Comentarios

La urbanización capitalista. Un recorrido histórico a partir de la producción y circulación del libro de Christian Topalov

La urbanización capitalista. A historical journey through the production and circulation of Christian Topalov’s book

1Universidad Nacional de Córdoba, Facultad de Filosofía y Humanidades, Instituto de Humanidades / Conicet. Dirección: Pabellón Agustín Tosco, primer piso, Haya de la Torre s/n, Ciudad Universitaria, Córdoba, Argentina. Correo: facundocruzguastavino@gmail.com


Resumen.

En este artículo analizamos el libro La urbanización capitalista, de Christian Topalov, disponible en español. Empleamos el método historicista que el propio autor desarrolló en trabajos posteriores para el análisis de su texto y de la recepción que tuvo en América Latina. Este enfoque nos sirve para evaluar la trayectoria de una perspectiva teórica que se desarrolló en Europa en las vísperas de la mutación neoliberal del capitalismo; circuló junto a los exiliados hispanoamericanos de la época; y su rehabilitación para el siglo XXI ofrece nuevas perspectivas para las cuestiones tematizadas actualmente.

Palabras clave: sociología urbana; urbanización capitalista; historia de las ideas

Abstract.

In this article, we analyze the book La urbanización capitalista, by Christian Topalov, available in Spanish. We use the historicist method that the author developed in later works to study his text and its reception in Latin America. This approach helps us evaluate the trajectory of a theoretical perspective developed in Europe on the eve of the neoliberal transformation of capitalism; spread with the Hispanic American exiles, and whose update for the 21st century offers new perspectives on issues currently thematized.

Keywords: urban sociology; capitalist urbanization; history of ideas

Introducción: El historicismo como método para analizar la obra de Topalov

Estudiar un libro del joven Christian Topalov con el método del Topalov maduro podría calificarse como un experimento de literatura fantástica. En su texto Post-scriptum. De libros y de investigaciones: para un historicismo reflexivo (2001), expone el método empleado para componer la obra. Consiste en el análisis del libro en su más extensa acepción, no sólo como texto sino también como soporte material. Éste es el prisma en el que se imbrican las múltiples miradas y esfuerzos que dan forma a nuestras recepciones actuales. Dicho método, el historicismo, implica poner atención a los contextos de producción y recepción, al mismo tiempo que a todo aquello que rodea a la elaboración del objeto, estrategias editoriales, traducciones y sistemas de circulación. Topalov (2001) nos dice que su método entraña “...una especificidad: la de pretender el control del pasado mostrando que nadie puede controlarlo, que no le pertenece a nadie puesto que no pertenece al presente” (p. 311).

La lucha en contra del anacronismo es una de las principales vías para evitar obstaculizar la investigación con supuestos inconscientes o del sentido común. Esta reflexividad sobre el libro se complementa con aquella que realiza sobre el propio método. La comprensión de la obra y de sus trayectorias en sus condiciones históricas tiene que estar acompañada de la confesión, explícita o velada, de la operación actual en que dicha comprensión se inserta. Esto también resulta decisivo en el Post-scriptum, la razón eminente para asumir el infructuoso trabajo del historicismo es la disputa por la autoridad en determinado ámbito intelectual. La construcción de tradiciones teóricas, escuelas de pensamiento, campos de estudio, se articula en la recepción, interpretación y reinterpretaciones de obras consideradas clásicas o para las cuales algunos interesados reclaman ese estatuto.

Nos importa el libro de Topalov porque entendemos que se trata de una referencia ineludible para el estudio de los procesos de producción de la ciudad y las prácticas de un sujeto central en ellos, el promotor inmobiliario. Nuestra búsqueda no pretende fundar tradiciones, ni reivindicar genios olvidados. Nos conformamos con mostrarnos anoticiados de los rudimentos de nuestro tema. El método historicista también es útil para ambiciones de menos vuelo, como las nuestras. Es el propio Topalov la principal fuente de esta lectura historicista de su obra. Su conferencia “Treinta años de sociología urbana. Una mirada francesa” (Topalov, 2013) y su artículo “Hacer la historia de la investigación urbana: la experiencia francesa desde 1965” (Topalov, 1990) son fuentes centrales para nosotros. Referencias que revisten la complejidad de la reflexividad sobre la que versó toda esta introducción; al tiempo que expresan dos enfoques de investigación del autor. En primer lugar, aquel que tiene como objeto, y nuestro principal interés, la investigación sobre la urbanización capitalista. Luego, el que sostiene como método la historia de las ciencias sociales.

Nos ocupamos de un libro de la obra temprana de Christian Topalov: La urbanización capitalista. Algunos elementos para su análisis (1979).1 Se trata de uno de los dos libros disponibles en español. En la década del ochenta, su editora española en la editorial Siglo XXI reconocía la paradoja de la escasa disponibilidad de textos del autor y su estatuto como clásico en el estudio de la urbanización capitalista, con alta citación entre los autores que trataban el tema en español.

Este texto se estructura en tres partes, además de esta introducción y un apartado final que sintetiza diversas conclusiones parciales. Primero daremos cuenta de la estructura e importancia de la obra que analizamos. Luego, revisaremos el contexto de producción que hizo posible estos emergentes. Por último, intentaremos esbozar algunos elementos para un punto de vista latinoamericano acerca del trabajo de Topalov.

Programas de investigación para la urbanización capitalista

La transparente forma de titular de Christian Topalov permite percibir algunas cuestiones que con la lectura se tornan evidentes. Nuestra posición es que en el libro se expone la construcción de un objeto de investigación, la urbanización capitalista, y propone una serie de programas de investigación para ella. Este afán es explícito en la advertencia preliminar del texto. Topalov se reconoce parte de “la renovación que experimenta el marxismo” (Topalov, 1984, p. 2) y asume su desarrollo como principal tarea en el plano teórico (Topalov, 1979, p. 6). Ya veremos el significado histórico de estas declamaciones programáticas cuando analicemos el contexto de producción. Ahora es útil traerlas a colación para identificar como punto de partida conceptual el compromiso con la epistemología marxista. Esto es, asumir la praxis como momento de verificación fundamental de la ciencia, conceptualizar la investigación como la reproducción de lo concreto pensado, tener siempre presente que el interés es “comprender para luchar”. La obra que analizamos no se concentra en los debates respecto a la naturaleza de la realidad social y las vías para su conocimiento, pero el riguroso empleo del materialismo histórico es patente en el desarrollo conceptual.

La reflexividad que reclama la perspectiva historicista del Topalov maduro nos permite analizar este posicionamiento respecto a la disputa disciplinar. El empleo del materialismo histórico irrumpe en el campo de los estudios de la ciudad para discutir con una producción científica asentada en la diferenciación entre la economía marginalista del espacio y una sociología académica concentrada en los temas que la economía dejaba sin explicar. Estas disciplinas hegemónicas se repartían la autoridad sobre el estudio de la distribución espacial y las preferencias de los consumidores del espacio. El marxismo con su conceptualización reformula los problemas. Las relaciones de producción y las fuerzas productivas se retoman y se piensan vinculadas al tema de las prácticas de consumo. Propone la recomposición de la unidad en la totalidad del objeto de investigación y con ello realiza un cuestionamiento a las tradiciones dominantes en el campo académico de los estudios urbanos (Topalov, 1979, pp. 7-8).

La urbanización capitalista presenta una conceptualización materialista de los problemas urbanos. El propio autor reconoce el carácter introductorio, programático, esquemático del texto. La confección del libro toma como insumos las notas de un curso que dictó Topalov en el Centro de Estudios Económicos y Demográficos de El Colegio de México a principios de 1978. Se trató de una oportunidad para presentar al público latinoamericano el programa de investigación de una corriente que llevaba años de desarrollo en Francia. Desde este primer momento, el autor reconoce la perspectiva europea del trabajo realizado y reclama la concurrencia de investigaciones en otros contextos (Topalov, 1979, p. 5).

El libro se mueve desde el problema de dilucidar cómo se entiende a la ciudad en la totalidad del modo de producción capitalista hacia la cuestión de presentar una conceptualización de los sujetos dominantes en el proceso de producción capitalista de la ciudad en Francia e Inglaterra en el momento. En el pasaje de una exposición a la otra, se ocupa de presentar el debate acerca de la naturaleza y funciones de la intervención del Estado en el contexto urbano. En el primer capítulo se dedica completamente al objetivo de proporcionar una lectura marxista de la ciudad y sus procesos. En el segundo y el tercero, se formula la bisagra entre esta cuestión y el problema de la intervención del Estado en los procesos urbanos. En el cuarto capítulo se ofrecen los resultados de la investigación empírica para exponer de qué manera opera el Estado en la urbanización capitalista en casos históricos europeos. Con este marco conceptual, los capítulos subsiguientes se encargan de analizar la lógica de actuación de la fracción de capital dominante en la producción urbana contemporánea al autor, y su objeto de interés particular. El quinto capítulo describe y diferencia agentes capitalistas según su participación en el ciclo de producción de las mercancías inmobiliarias. Con ello justifica el predominio de una fracción particular en el control del proceso. El sexto capítulo proporciona casos históricos que respaldan la conceptualización propuesta. Mientras que el último capítulo establece los términos y presenta el problema de renta del suelo en la ciudad capitalista; problema que queda, sin embargo, pendiente de desarrollo (Topalov, 1979, pp. 3-4).

Este rápido recorrido por la estructura del libro nos sirve para justificar aquello que venimos sosteniendo, se trata de la presentación de una serie de programas de investigación. Su carácter sintético nos permite formular otro recorrido posible y más interesante. Aquel que discurre entre sus argumentos nodales. La urbanización capitalista es un texto de interés central para cualquiera que, con formación sociológica, se aproxime a lo urbano. Allí se proponen respuestas a una serie de problemas que se presentan cuando se intenta la construcción del objeto de investigación a partir de una de las tradiciones más vigorosas de la sociología, el materialismo histórico.

La ciudad del capitalismo como objeto de investigación

Una cuestión inicial es justificar en qué medida la urbanización puede ser un objeto de investigación científica. Esto presenta los problemas de introducir la dimensión espacial en el análisis y sostener la diferencia específica de lo urbano en un esquema teórico que piensa a través de procesos y relaciones entrelazados en una totalidad. Respecto a lo primero, el marxismo se encuentra bien preparado por su perspectiva materialista. Los cuerpos, los productos, las mercancías, tienen una existencia en un espacio que se construye socialmente, de manera relacional. Aunque este debate no haya sido la preocupación central en la obra de Marx, las bases para su resolución están claras. El problema de diferenciar lo urbano en el marco de la totalidad de la realidad social del materialismo histórico es distinto. Hay que postular algo específico y diferencial para las relaciones de la ciudad que justifique su investigación particular en el edificio conceptual del marxismo.

Se trata de un debate en desarrollo en el contexto intelectual donde escribe Topalov, con otros autores de mayor referencia y énfasis teórico en plena producción. Presentamos aquí exclusivamente la respuesta que se propone en el libro que es objeto de este trabajo. Por un lado, la ciudad es un producto, resultado del trabajo social y de su organización históricamente específica. Aquí se cifra la ruptura con las disciplinas hegemónicas que planteaban análisis centrados en el consumo y la distribución. Más específicamente, la ciudad constituye una fuerza productiva en razón de los efectos de aglomeración, valores de usos complejos, que proporcionan una economía de gastos para el capital. Esto implica postular una dignidad especial para la ciudad y lo urbano en el edificio conceptual del marxismo. Su especificidad consiste en que otorga condiciones generales para la producción, la circulación y la reproducción de la fuerza de trabajo (Topalov, 1979, pp. 7-11).

De acuerdo a la lectura materialista de la sociedad, la urbanización capitalista encierra en su unidad múltiples conflictos de cuya resolución ha nacido y cuyo desarrollo abre escenarios de crisis de los que dependen su continuidad y configuración. Un planteamiento esquemático como el que nos proponemos puede identificar dos contradicciones generales que articulan el argumento del libro.

Primero, es posible identificar una situación de intereses estructuralmente opuestos tensionados a partir de las relaciones de propiedad del suelo, la dinámica de acumulación de capital y la ciudad como fuerza productiva. Sintéticamente, la formación del valor de uso complejo de la urbanización tiene aspectos que implican serias dificultades para garantizar su transformación y realización como mercancías. Nos referimos a grandes infraestructuras que requieren un elevado volumen de inversión, implican largos períodos de rotación y, por ello están expuestas a fluctuaciones en la demanda que no garantizan niveles mínimos de la tasa de ganancia. Un primer efecto de esta situación es que exige una concentración cada vez mayor de capitales hasta demandar la intervención del Estado y el empleo de su capital en una inversión que lo desvalorizará inevitablemente. Un segundo efecto implica que, en la medida que cada capital individual considera, y efectivamente es así, los valores de usos urbanos como exteriores a su acción, las sobreganancias que genera un mayor acceso relativo a ellos quedan vinculadas de manera indisoluble a la propiedad del suelo, debido a que es esta relación la que garantiza el uso monopólico de la localización. Quienes controlan el acceso a dicha localización, los propietarios del suelo, se encuentran en condiciones de reclamar para sí la sobreganancia que se genera en la forma de renta. Esto configura un problema de enfrentamiento estructural entre propietarios del suelo y productores capitalistas. La renta del suelo implica también un obstáculo para la acumulación de capital (Topalov, 1979, pp. 15-21).

Segundo, la relación clave del capitalismo, la mercantilización del trabajo como fuerza de trabajo, encierra una contradicción con profundas consecuencias en la urbanización. Aquí la contradicción discurre entre la relación salarial, la reproducción ampliada de la fuerza de trabajo y la acumulación capitalista. En la medida que el trabajo es fraccionado y mercantilizado en tiempo social necesario para la producción, el capital está en condiciones de pagar exclusivamente por el costo de la fuerza de trabajo durante el tiempo que la emplea (Topalov, 1979, p. 26). El capital no paga las necesidades de los no productores, la niñez y vejez de la clase trabajadora; las necesidades que no son inmediatas, por ejemplo, vivienda y formación; y necesidades que no son uniformes, situaciones de enfermedad, personas en el hogar dependientes del salario de quien vende su fuerza de trabajo. Al tiempo que existen determinadas necesidades que, por la resolución colectiva que exigen, no pueden ser mercantilizadas y por lo tanto escapan a la provisión capitalista y con ello no se reconocen tampoco en el salario. Todo esto genera una situación de crisis, permanente para quienes viven del salario porque siempre tienen necesidades insatisfechas, y eventual para los capitalistas cuando no logran la provisión de mano de obra (Topalov, 1979, pp. 37-39).

La ciudad como fuerza productiva tiende a determinada configuración de la reproducción social como uno de sus aspectos constitutivos. Por lo tanto, las formas de desarrollo de la contradicción que encierra la mercantilización de la fuerza de trabajo tienen estrecha vinculación con las características de la urbanización. La cuestión de la resolución de las necesidades de reproducción que no son reconocidas por el salario, o de la lucha de la clase que vive del trabajo por incluir su reconocimiento en su remuneración, es central para comprender la configuración de las ciudades.

La lógica del capital en el ciclo de producción inmobiliaria

Hasta aquí referimos los argumentos teóricos centrales para comprender las contradicciones que hacen posible la emergencia de la ciudad del capitalismo. La preocupación del autor en la siguiente mitad del libro se concentra en la dinámica del capital que produce las mercancías inmobiliarias, aquel que se dedica a valorizarse en la creación de esa fuerza productiva que es la ciudad. Se trata del objeto específico de las investigaciones desarrolladas por Topalov en ese primer período de su vida académica.

El ciclo de producción de las mercancías inmobiliarias involucra una diversidad de agentes capitalistas que responden a diferentes procesos de valorización. El texto se concentra de manera específica en uno de ellos, considerado el dominante en la urbanización de la formación social capitalista contemporánea a su redacción. Se trata de un capital especializado constituido históricamente, del que podemos encontrar una definición en el siguiente fragmento:

[…] el capital de promoción aparece cumpliendo dos funciones económicas: liberar el terreno y pagar a las empresas constructoras […] la ganancia de promoción está compuesta parcialmente por la ganancia media sobre el capital que paga la construcción, es decir, que toma el relevo del capital de las empresas […] La renta será, entonces, un segundo componente, el decisivo, de la ganancia de promoción [Topalov, 1979, p. 80].

Esta especialización, y dominio, del capital de promoción se vincula con estrategias relacionadas a las particularidades de la mercancía inmobiliaria. Existen importantes condicionantes para la acumulación capitalista en este tipo particular de producción que ya mencionamos. Recordemos. El soporte de las mercancías inmobiliarias es el suelo. Sus características son irreproducibles dado que cada localización da acceso a un conjunto único de valores de uso. Los propietarios están en condiciones de exigir una parte o la totalidad de las sobreganancias que genere el suelo. Esto propicia la emergencia de un capital que esté en condiciones de disputar el valor de la sobreganancia con los propietarios del suelo. Un capital que pueda dominar la formación de la renta del suelo. Por otra parte, el período de circulación, el tiempo que demora en pasar de la forma mercancía a la forma dinero, de las mercancías inmobiliarias, es excepcionalmente largo. Esto se debe a los altos volúmenes de inversión que implican y especialmente al problema de la cobertura de las necesidades por el salario que ya referimos. Por lo tanto, se vuelve necesaria la intervención de un capital de circulación que atienda al problema de la realización del valor para la industria de la construcción. Es preciso financiar la construcción y especializarse en las diversas estrategias para capitalizar ese financiamiento. El capital de promoción logra dominar el ciclo de producción de las mercancías inmobiliarias al ocuparse del problema de la renta y del problema de la realización de valor, principales obstáculos para la acumulación en el sector (Topalov, 1979, pp. 83-88).

Una cuestión central, tratada introductoriamente en el texto de 1979, pero desarrollada en detalle en una obra posterior (1984), está vinculada a las características de la renta del suelo. Acabamos de definirla como el valor que los propietarios están en condiciones de exigir para sí en función de su control monopólico de una localización que genera sobreganancia. También explicamos cómo se determina, a través de un máximo fijado en el cálculo hacia atrás del capital de promoción y la correlación de fuerza entre éste y los propietarios. Lo cierto es que la cuestión de la retribución a la propiedad de la tierra, la paradoja del bien con precio y sin valor, es clásica en los debates marxistas. En ellos, el materialismo histórico no se ocupaba más que de manera marginal del problema de la renta en el contexto urbano. La introducción del complejo mundo urbano multiplica los esfuerzos para distinguir diferenciales entre los valores de uso que hacen posible las sobreganancias localizadas. Este texto también permite una aproximación a esta cuestión que tiene como base la exposición general presente en el libro de 1979.

La lectura que proponemos del texto de Topalov tiene un fuerte sesgo teórico. Esto se debe a que estamos justificando nuestra afirmación referente a los programas de investigación que allí encontramos. Su valor principal es la articulación nítida de argumentos y nociones en un sistema coherente para explicar la urbanización capitalista. Cada uno de ellos tiene la fuerza de abrir un debate: el problema de las formas de consumo y la reproducción social; la cuestión de la renta y la realización del valor; las lógicas de los capitales involucrados en la producción de mercancías inmobiliarias; así con cada subtítulo del libro. Todo esto no debería soslayar la honda conciencia histórica que esta obra temprana muestra. Los casos históricos no sólo sirven de ejemplificación de la utilidad de los conceptos, sino que dan cuenta de la propia emergencia de las categorías históricas. La inestabilidad y precariedad de los sistemas vigentes siempre está expuesta. Al tiempo que reconoce la amplia variabilidad del significado del mismo concepto, de acuerdo a la resolución histórica que la lucha de clases en cada sociedad nacional o local produjo para las relaciones y contradicciones descritas.

Hecha esta aclaración, quisiéramos hacer un último subrayado teórico. Al momento de hablar de las rupturas epistemológicas de la sociología urbana respecto a la conceptualización del Estado y al momento de hablar de la formación de los valores de uso urbanos, Topalov emplea la misma fórmula. Nos dice que tanto el Estado como la urbanización capitalista son un proceso ciego, sin sujeto. Es una fuerte toma de posición que es evidente en todo el texto. La perspectiva estructuralista ordena la concepción teórica del libro. La urbanización ha tomado estas características por necesidad antes que por voluntad. Resulta determinante el análisis de las relaciones objetivas que se asumen en la producción para explicar el estado actual de las cosas. Este posicionamiento no existe meramente en el plano de las ideas. Implica un alineamiento en el debate académico contemporáneo y, como les tiene que suceder inevitablemente a los marxistas rigurosos, también se informa de los enfrentamientos políticos de la época. En el próximo apartado nos concentraremos en esta cuestión.

Sociología urbana y marxismo en Francia durante los años sesenta y setenta

En el año 1968, Christian Topalov acaba de obtener un trabajo en el Centro de Sociología Urbana. La institución hunde sus raíces en el esfuerzo del maestro Paul-Henry Chombart de Lauwe por poner de pie la disciplina de la sociología urbana. Pero mudó de nombre y objetivos cuando se emancipó de esa tutoría (Chetry, 2013). Allí le encargan que estudie las empresas inmobiliarias y la lógica con la que moldeaban vertiginosamente la capital. El sociólogo no sólo disfruta el financiamiento, sino también la idea de que el capital inmobiliario y el aparato del Estado ponían los recursos para que él se dedicara a diseccionarlos. En el apacible y bien meditado mundo de los claustros universitarios, eso tiene un aroma irresistible a expropiación.

Son años de agitación política y social. En Vietnam dos ejércitos imperiales no pueden con una guerrilla de campesinos comunistas y nacionalistas; en Francia nueve millones de obreros van al paro general y la juventud urbana quiere arrebatarle el poder a los decrépitos héroes conservadores y su método consiste en darle patadas a las vigas que los sostienen; la mitad más fervorosa del mundo es socialista, otra mitad acaba de sacudirse el yugo colonial; el movimiento comunista internacional debate izquierda y derecha en su interior, entre partidos nacionales que cuentan sus miembros de a millones.

Los programas de investigación que expusimos en el apartado anterior deben ser comprendidos en el marco de movimientos intelectuales contemporáneos a su desarrollo. Más allá de la apariencia perenne que asume la teoría, para remediar la tendencia al anacronismo es fundamental situarla en su contexto de producción. El primer movimiento al que nos referiremos se vincula al clima intelectual específico en el que desarrolló su trabajo Topalov, desde finales de los sesenta hasta entrada la década de los ochenta. En su exposición histórica respecto al devenir disciplinar que lo tuvo como protagonista, el autor identifica hitos que se fechan también en el imposible año ’68. En el curso de esos doce meses se publican los textos Sociología urbana, del profesor de Toulouse, Raymond Ledrut; El derecho a la ciudad, del profesor de Nanterre, Henri Lefebvre; y ¿Hay una sociología urbana?, del jovencísimo Manuel Castells, también profesor en Nanterre. Las obras dan cuenta de un conflicto por la definición del campo del estudio, sus temas y preocupación, y de una solidaridad inevitable, la que emana de la disputa que genera la creación del propio campo. Ledrut sintetizó la orientación de la sociología urbana como una disciplina auxiliar de la acción estatal encargada de encontrar las vías para introducir racionalidad en la rápida urbanización de la época. Para hacerlo se apoya en la producción estadounidense previa y soslaya los desarrollos nacionales existentes. Lefebvre y Castells expresan una mirada crítica a ese programa y sostienen la necesidad de entender a la ciudad con una mirada compleja como producto de la sociedad capitalista (Topalov, 1979, pp. 2-3).

Paradójicamente, la mirada tecnocrática que expresa Ledrut, que es la preponderante entre los cuadros del Estado francés del momento, justifica el financiamiento que obtendrán los investigadores e investigadoras del Centro de Sociología Urbana, donde revistan intelectuales con potentes programas de investigación marxistas. Pero el dinero fluye no sólo a esta institución, en la década siguiente al ’68 los recursos para investigaciones referentes a la ciudad se multiplican exponencialmente y de la misma manera surgen instituciones asociadas a este campo de investigación. El Instituto de Sociología Urbana de la Universidad de Nanterre, con la participación de Lefebvre, y el Laboratorio de Estudios del Trabajo de Alain Touraine son espacios para la formación de investigadores en el tema. También surgen revistas especializadas como Espaces et Sociétes, dirigida inicialmente por Lefebvre, y La Recherche Urbaine, comandada por Castells (Topalov, 1990, p. 4).

Christian Topalov participa de esta efervescente vida de la sociología urbana. Como ya referimos, trabaja en el Centro de Sociología Urbana con otros investigadores de corta edad. La institución recién experimenta la ruptura con su fundador Chombart de Lauwe. Además, realiza su doctorado en la Universidad de París V dirigido por Alain Touraine, intelectual que cuenta también entre sus discípulos al célebre Castells. En 1973 comienza a integrar el consejo de redacción de Espaces et Sociétes. Sin embargo, no sólo la fraternidad une a estos intelectuales. El posicionamiento teórico al interior de los debates del marxismo lo enfrenta con el humanismo de Lefebvre. Topalov reafirma el estructuralismo en su obra. Mientras que su mirada retrospectiva va a expresar una firme oposición al desempeño de Touraine en las décadas subsiguiente durante la crisis del marxismo, debido a su empleo de la categoría de “exclusión” (Topalov, 2013, p. 7).

Topalov, en cambio, reconoce su trabajo solidario con intelectuales de su generación y con trayectorias similares. En La urbanización capitalista señala explícitamente a Patrice Grévet, Sussana Magri y Edmonde Préteceille (Topalov, 1979, p. 6). A la lista podríamos agregar, entre otros, al mentado Manuel Castells, a Michel Freyssenet, Jean Lojkine y Francis Godard (Topalov, 1990, p. 8). La bibliografía de los textos en español es elocuente. En La urbanización capitalista no se menciona a Chombart de Lauwe, Landrut, Lefebvre ni Touraine. Lo mismo sucede en Ganancias y rentas urbanas. Aparecen en cambio Louis Althusser y Étienne Balibar, en ambos textos. Este panorama explica el diagnóstico del Topalov maduro, que señala que la “…generación de jóvenes investigadores había decidido hacer tabula rasa del pasado de la disciplina” (Topalov, 2013, p. 2).

La explosión del financiamiento a la investigación urbana permitió a estos investigadores una autonomía relativa de las jerarquías académicas universitarias de la época. Esto explica las condiciones para comenzar desde cero, pero tarde o temprano se revelará con un límite insalvable. No nos importa especialmente este límite porque cuando se escribió el libro aún estaba en el futuro. En cambio, es fundamental otro movimiento de debates intelectuales de la época que resulta clave para comprender el contexto de producción.

El movimiento comunista internacional había conducido numerosas revoluciones exitosas durante el siglo XX y había protagonizado la gesta de la derrota del imperialismo nazi en Europa. En la década del sesenta quienes se enrolaban en las filas de los partidos comunistas del mundo participaban de una calurosa discusión desatada por acontecimientos sociales y políticos que movilizaron distintos posicionamientos al interior de su estructura internacional. Era un debate político y teórico, tal como lo concebía el marxismo. Francia fue uno de los centros occidentales de su desarrollo. Topalov participó con su producción académica y desde el aparato militante. Este debate nos sirve para explicar algunas de las ausencias y otras presencias que acabamos de indicar.

Seguimos a Gregory Elliot (1987) cuando reconocemos como los dos eventos decisivos en la trayectoria del debate del comunismo al vigésimo congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1956 y a la ruptura sino-soviética a partir de 1960. Se trata de un proceso de distanciamiento político entre los dos partidos comunistas más poderosos del momento, que trajo aparejado una discusión teórica central para la acción política. El posicionamiento teórico, expuesto en el congreso, justificaba una estrategia de coexistencia pacífica entre la potencia comunista y la potencia capitalista, y una vía pacífica hacia el socialismo. Francia contaba con el Partido Comunista (PCF) más grande de la Europa de posguerra gracias al prestigio que habían ganado sus militantes en la lucha antifascista. En ese contexto tuvieron gran significación los acontecimientos de la Primavera de Praga. La represión desatada por las tropas soviéticas en Checoslovaquia decidió a importantes intelectuales afiliados al partido a abandonarlo. Sin embargo, muchos otros permanecieron en sus estructuras organizativas. Se repartieron entre aquellos que mantuvieron un alineamiento consecuente con la doctrina teórica del partido y quienes expresaron un posicionamiento eminentemente político sin abandonar diferencias teóricas.

En la década del setenta Topalov participaba del PCF, llegó a ser responsable de su Comisión de Vivienda y trabajó junto a dirigentes municipales comunistas (Weber y Willemez, 2013). Si esta militancia política implicaba una adhesión de la estrategia de transición pacífica al socialismo a nivel político, en el plano teórico se expresaba en la tematización del capitalismo monopolista de Estado, recurrente en la obra de Topalov y otros intelectuales marxistas de la sociología urbana. Esta noción, que era trabajada en los manuales de los partidos comunistas de la época, hunde sus raíces en pensadores clásicos marxistas como Lenin y Bujarin, al tiempo que empalma con el contexto histórico y político del capitalismo de posguerra. De acuerdo a esta línea de pensamiento, la intervención generalizada del Estado en las economías capitalistas respondía a una etapa del modo de producción en la que la concentración económica otorgaba el control de los aparatos del Estado al capital monopólico. Las regulaciones económicas y las grandes inversiones públicas respondían a esta capacidad política acrecentada de los monopolios de garantizar las condiciones de su reproducción (Pradilla Cobos, 2014).

No es nuestro objetivo desarrollar los elementos de esta propuesta teórica, sino señalarla como una referencia a partir de la cual se disparan una serie de discusiones. Primero, su influencia en los investigadores urbanos que se apoyaron en estos conceptos para pensar los procesos de urbanización capitalista. El capitalismo monopolista de Estado es el trasfondo de la preocupación de Topalov por los equipamientos de consumo. Segundo, por el debate crítico abierto en el marxismo respecto a esta lectura histórica del modo de producción. Había quienes dudaban de que este análisis implicara aportes sustanciales a las categorías disponibles del marxismo (Pradilla Cobos, 2014). Mientras que el cuestionamiento también podía ir más allá y adentrarse en los supuestos teóricos. Althusser, otro afiliado que se mantenía en la estructura partidaria con perspectivas críticas, criticaba al concepto por su concepción desarrollista y por etapas de la historia. Este intelectual marxista defendía una lectura del materialismo histórico como ciencia de la historia, fundado en el estudio de la dialéctica de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, que tiene su verificación en la práctica política (Elliott, 1987).

Topalov cita a Althusser en La urbanización capitalista para caracterizar tanto al Estado como a la acción de los capitalistas en la urbanización como procesos ciegos, sin sujeto. Se trata de un alineamiento teórico fuerte con el estructuralismo del marxismo francés, que llega a identificar como característico de la sociología urbana marxista de la época. El libro nos da la pauta de las coordenadas en que se sitúa en el extenso mapa del debate intelectual de entonces. Sin abandonar los conceptos defendidos por el PCF, Topalov retoma los postulados teóricos de una de las corrientes marxistas con mayor difusión en el mundo académico y con una relativa autonomía teórica del planteamiento oficial del partido.

Estas precisiones cobran relevancia al momento de prevenir las lecturas anacrónicas de la obra de Topalov. Cuando lo miramos con los ojos del siglo XXI, no podemos evitar sentir fascinación o nostalgia al abordar la cuestión del sistema estatal de mantenimiento de la fuerza de trabajo. El prolijo marxismo con el que están explicadas las cuestiones relativas al trabajo productivo en el consumo y la explotación en el trabajo doméstico también destaca en un contexto donde esas discusiones brotan con la fuerza de nuevos y potentes movimientos sociales. Sin dudas, todo eso forma parte del interés que la lectura del libro tiene hoy. Pero tenía un enfoque muy distinto en ese entonces. La crítica al Estado de bienestar era la exposición de las contradicciones que lo conducían a la crisis y abrían la oportunidad de un cambio de sistema. Mientras que en la actualidad parece la exposición de alternativas deseables para superar la crisis del ciclo capitalista subsiguiente. El debate político se daba en el marco de poderosos estados socialistas que disputaban vías pacíficas y revolucionarias para transformar la organización social de la humanidad. La intervención tecnocrática del Estado en la economía y la urbanización, que había sido condición de posibilidad de la emergencia del campo de investigación de la sociología urbana, tenía un significado distinto al que tiene en la actualidad. Todavía el neoliberalismo no había tomado las riendas y encarado la ofensiva sobre el trabajo y las posiciones ganadas por los trabajadores.

No sabían los y las jóvenes pensantes marxistas de la década del setenta que les leeríamos cuarenta años después con una esperanza restauradora, al menos de aquel sistema estatal de mantenimiento de la fuerza de trabajo. Imaginaban que participaban de otro lance definitivo de la historia. No se equivocaban, sólo que el resultado no fue el que desearon. El mundo reventó, pero el Topalov encerrado en el cristal de sus obras no puede saberlo. Nos hablará para siempre desde las grandes tareas de su época. Otro Topalov sufrirá las derrotas y buscará las vías para no repetirlas. Las y los investigadores escucharemos lo que queramos escuchar. A veces cuando leemos el libro nos dan ganas de confesarle alguna tragedia, comentarle algún detalle que no sabe porque aún no ha sucedido.

Breve toma de notas acerca de las lecturas latinoamericanas

Al analizar las recepciones de Topalov nos concentraremos en dos cuestiones. En primer lugar, en las redes intelectuales que denotan sus ediciones y traducciones. La decisión de lograr la disponibilidad de un texto en español se relaciona con programas de investigación, disputas en el interior del campo académico, y redes de colaboración que es interesante comenzar a estudiar. Segundo, nos interesa particularmente la presencia de la obra de Topalov en la bibliografía de autores y autoras contemporáneas dedicadas al estudio del mercado del suelo y sus agentes. El joven Topalov es una autoridad ineludible para desempeñarse en el campo. Las observaciones de este apartado son un primer esfuerzo de sistematización, un boceto.

La urbanización capitalista fue editada en 1979 por Edicol en México. Las referencias de la editorial son escasas. El texto tiene su origen en una toma de notas para las clases de Topalov en el Centro de Estudios Económicos y Demográficos de El Colegio de México durante los primeros meses de 1978. Originalmente redactadas en francés, fueron traducidas para el auditorio hispanohablante del curso (Chetry, 2013). En el subtítulo donde explica este origen, el autor expresa su agradecimiento a Martha Schteingart y Luis Unikel. Este último era el director del centro donde se dictaban las clases. Pionero en los estudios urbanos en México, con formación en los Estados Unidos, falleció en 1980. Martha Schteingart, por su parte, es una figura clave del campo de los estudios urbanos en América Latina. En la década del setenta, y a partir de entonces, desarrolló investigaciones en el marco de la propuesta teórica de la sociología urbana marxista (Giorguli, Garza, Salazar, Ugalde y Lezama, 2016, p. 18). Sin dudas se trata de la persona que posibilitó la publicación del libro en español y articuló su difusión en América Latina. Un proceso institucional nos puede dar una pauta del contexto en el que se inscribe el curso de Topalov en México y la posterior publicación de su libro. En 1981 el espacio académico que lo acogió es dividido por El Colegio de México para formar el Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano, en el que Schteingart permanece en la planta de profesores hasta la actualidad. El aporte de la sociología urbana marxista estaba directamente relacionado con la constitución del campo del estudio de las ciudades en México. Contribución que será agigantada por el contexto geopolítico que ponía a este país como destino de buena parte de los y las intelectuales exiliados por las dictaduras latinoamericanas de la época.

La urbanización capitalista es actualmente inhallable, como lo señala el informal editor de la única versión del texto disponible actualmente, el docente de la Universidad de Buenos Aires, Federico Robert. Sólo podemos acceder a él en formato digital y este último proceso de edición nos da nuevos indicios de sus recepciones. Robert señala que su primer contacto con la obra fue antes de la publicación del libro, en el mismo año del dictado del curso, pero en un ámbito académico distinto. Una copia de una toma de notas manuscrita de la clase circuló entre los estudiantes de la Maestría en Planificación y Desarrollo Regional en la ciudad venezolana de Maracaibo. La reedición artesanal del año 2006, con autorización del autor, se realizó en el contexto de la cátedra de Sociología Urbana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Es evidente que Topalov es elegido como autor de referencia por la corriente de estudios urbanos que tematiza a la ciudad desde las tradiciones sociológicas. Algo que forma parte de las tensiones internas del campo frente a la fortaleza de la arquitectura en el urbanismo.

En 1984 se realiza una traducción española del texto francés Le profit, la rente et la ville. Eléments de théorie, publicado ese mismo año. Es el segundo de los dos libros en español del autor. La edición fue producida en línea por Siglo XXI de España, entre varias publicaciones de ciencias sociales. En la última página emparenta al libro con otros de diversos autores, entre los cuales figura repetidamente el español Manuel Castells y también Jean Lojkine, bajo los títulos Urbanismo; Movimientos sociales urbanos; y Estudios de historia contemporánea. La traducción quedó en manos, como pasaría en la edición artesanal argentina, de un profesor de sociología urbana. En esta ocasión, el colombiano Favio Velázquez. Carmen Gavira estuvo a cargo del prólogo del texto y, como Schteingart en México, fue una figura clave para la difusión de la sociología urbana marxista en España (Capel y Tatjer, 2001). Gavira también estudió en París en la década del setenta y estuvo en contacto directo con el ambiente intelectual francés que describimos. En su participación en el texto de Ganancias y rentas urbanas, la intelectual española señala el carácter introductorio del libro y además nos da un indicio referente a la obra del ’79. La edición mexicana era difícil de encontrar en España apenas cinco años después de su publicación.

Podemos rastrear la recepción latinoamericana del libro como clásico del estudio de los agentes capitalistas de producción de la ciudad y del mercado del suelo. En la edición de 2009 de Hacía una teoría de la renta del suelo urbano, de Samuel Jaramillo, realizada por la editorial de la Universidad de los Andes, se encuentran citadas las dos obras en español de Topalov y otras tres en francés. La relevancia de la referencia de Jaramillo discurre en dos sentidos ya que es el único autor latinoamericano citado y uno de los pocos presentes en su bibliografía que escribe en español. De manera que en este caso no sólo tenemos la pauta de la relevancia que tuvo Jaramillo para la recepción latinoamericana por la lectura que hizo del intelectual francés, sino también por la lectura que hizo éste último de la producción del colombiano.

Durante las décadas del setenta y el ochenta la sociología urbana marxista de Francia tuvo gran influencia sobre intelectuales latinoamericanos que discutieron, implementaron y adaptaron sus propuestas teóricas. Quizás el nombre de Christian Topalov sea menos conocido en nuestro contexto que el de marxistas de su época como Lefebvre y Castells. Hay varios motivos para que esto sea así. Por un lado, las trayectorias personales tienen peso explicativo. El propio Topalov reconoce el carácter precursor de estos colegas, consagrados a partir de su planteamiento de la cuestión de la urbanización capitalista. Castells contaba además con la ventaja de ser hablante nativo del español. Pero también fue gravitante la afinidad temática para la mayor circulación de otros exponentes franceses de la sociología urbana marxista. El empleo de su herramental conceptual para el contexto latinoamericano implicó el contacto con debates preexistentes y configuraciones sociales locales. Las discusiones con la teoría de la dependencia y la centralidad de los movimientos sociales urbanos y la problemática de la vivienda popular, por fuera de los mecanismos formales de acceso a la vivienda, cobraron centralidad. El foco de Topalov en los agentes dominantes de la producción urbana capitalista de un país central como Francia necesitaba demasiadas adaptaciones para su empleo latinoamericano. Castells, con mayor presencia y un contacto más intenso con la región, desarrolló una producción intelectual enfocada en las cuestiones tematizadas con mayor énfasis en América Latina (Jaramillo, 2014).

Sin embargo, la producción teórica de Topalov estuvo lejos de ser ignorada en la región. Sus libros aparecen en las bibliografías de textos de autores como el brasileño Pedro Abramo, y los argentinos Pedro Pírez, que fue profesor en El Colegio de México en la época en que Topalov dictó su curso, y Nora Clichevsky. No sólo su presencia en la reflexión de intelectuales consagrados en América Latina denota el carácter fundante que asume una corriente teórica con su obra. A través de la difusión que le otorgaron estos intelectuales latinoamericanos, sus libros están presentes habitualmente en cualquier estado del arte y revisión de antecedentes en proyectos y tesis que aborden el problema del mercado del suelo o los agentes capitalistas en la producción de la ciudad.

Es interesante observar cómo la recepción y las traducciones de La urbanización capitalista se articulan en torno a coordenadas muy precisas en el tiempo y el espacio, alrededor de la presencia física y la actividad intelectual de Christian Topalov. Primero, en París, vinculada fundamentalmente a estudiantes de la época con estrecha relación con las instituciones que emergen con la avanzada de la investigación urbana que señalamos en el apartado anterior. Después, en el entonces Distrito Federal de México y en particular en El Colegio de México. Por último, en la década del setenta, que opera con su calor como el agente que funde y une los canales por los que discurrirá el libro. Los exilios hispanoamericanos y la centralidad del ambiente intelectual francés encadenan la difusión de la obra y quizás de la sociología urbana marxista de la época. Queda planteada la cuestión para que la investigación se encargue de ella. También hay que retomar el planteamiento del Topalov maduro. Los temas de investigación de ese entonces colapsaron con el advenimiento de la hegemonía neoliberal. América Latina no pudo ser inmune al corrimiento hacia el problema de la exclusión y el retroceso general del marxismo. Las lecturas contemporáneas de los textos de la década del setenta no son indiferentes a ello. Hay preguntas y cuestionamientos de las y los investigadores del siglo XXI al trabajo fundacional de Topalov. Queda pendiente su revisión y sistematización para presentar una versión más completa de este texto.

Conclusiones

La urbanización capitalista expone programas de investigación forjados en un contexto político e intelectual que en pocos años se disolvió. El financiamiento estatal a la investigación urbana permitió la emergencia del campo. Al poco tiempo el capitalismo modificó su rol de intervención en la economía y la planificación se volvió un esfuerzo inconsistente. La discusión estratégica y teórica del marxismo se hundió con la derrota geopolítica de los socialismos reales. Este devenir histórico expone el valor de las traducciones al español de una producción intelectual que no volvió a encontrar condiciones tan favorables para su desarrollo.

A partir de una explícita formulación marxista de la tarea científica, el texto se encarga de justificar la urbanización capitalista como objeto de investigación. La ciudad es una fuerza productiva que emerge modelada por las contradicciones del modo de producción, la lógica de acumulación del capital y la mercantilización de la fuerza de trabajo. Esta definición permite formular una serie de problemas de investigación. Esquemáticamente, algunos referentes a la producción y los agentes capitalistas que la conducen y otros referentes al trabajo productivo en el consumo y la reproducción de la fuerza de trabajo. En este sentido es que sostenemos que se trata de programas de investigación, por la multiplicidad de líneas de trabajo que habilita la teorización propuesta. Topalov se dedicó especialmente al estudio del capital de promoción inmobiliaria. Se trata del segmento que domina la producción del soporte material de la ciudad al controlar los procesos claves de la industria, el financiamiento y la liberación del suelo. Su posición dominante implica que su proceso de acumulación determina los precios del suelo y tiene una influencia central en el mercado del suelo.

La circulación internacional del libro tiene las marcas de su contexto de producción. El exilio hispanoamericano hizo convivir a intelectuales de nuestros países con el autor en el momento de fortaleza de la sociología urbana marxista y lo difundió por América Latina. Queda pendiente la revisión de las lecturas contemporáneas de Topalov. De qué manera la investigación urbana actual se apropia de los aportes de la escuela de la sociología francesa, es una pregunta que puede orientar la indagación. Específicamente, en lo referente al capital de promoción inmobiliaria, cuál es la elaboración que hacen los intelectuales que se ubican desde otras coordenadas espacio-temporales.

Bibliografía

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1 De aquí en adelante nos referiremos al libro como La urbanización capitalista.

Recibido: 03 de Junio de 2020; Aprobado: 28 de Octubre de 2020

Facundo Cruz es licenciado en Sociología por la Universidad Nacional de Villa María y cursa el doctorado en Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Actualmente es becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en el Instituto de Humanidades de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Investiga las estrategias empresariales de promoción inmobiliaria en las ciudades argentinas desde la perspectiva de la sociología económica. Es integrante de proyectos de investigación y extensión que trabajan los procesos de renovación urbana en áreas centrales y pericentrales de la ciudad de Córdoba, Argentina.

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