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Estudios demográficos y urbanos

versión On-line ISSN 2448-6515versión impresa ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.37 no.2 Ciudad de México may./ago. 2022  Epub 27-Jun-2022

https://doi.org/10.24201/edu.v37i2.2052 

Artículos

Distribución del trabajo doméstico en hogares de parejas de hombres gay

Distribution of domestic work in homes of couples of gay men

1Universidad Alberto Hurtado, Facultad de Ciencias Sociales. Dirección: Almirante Barroso, 10, CP 8340575, Santiago, Chile. Correo: ziaboh@gmail.com

2Universidad Alberto Hurtado, Facultad de Ciencias Sociales. Chile. Correo: igabarcs@gmail.com


Resumen

A partir de entrevistas semiestructuradas realizadas a parejas corresidentes de hombres gay que viven en la ciudad de Santiago de Chile, se analiza la distribución del trabajo doméstico en sus hogares, así como los significados asociados a dicha distribución. Los resultados de la investigación muestran que, si bien algunas parejas entrevistadas sostienen un discurso igualitarista en lo que respecta a la distribución del trabajo doméstico, en la práctica se observa una desigual distribución de éste, tanto en términos de la cantidad de tiempo empleado, como en lo referente al tipo de tareas realizadas por cada uno. Junto a esto, los resultados muestran la existencia de una distribución más flexible que la observada en las parejas heterosexuales.

Palabras clave: trabajo doméstico; parejas del mismo sexo; análisis cualitativo; hombres gay; entrevistas semiestructuradas

Abstract

Based on semi-structured interviews conducted with co-resident couples of gay men living in the city of Santiago, Chile, the distribution of domestic work within the home and the meanings associated with such distribution are analyzed. The results of the investigation show that, although the couples interviewed hold an egalitarian discourse regarding the distribution of domestic work, in practice an unequal distribution of this is observed, both in terms of the amount of time spent, and regarding the type of tasks performed by each of the members of the couple. Along with this, the results show the existence of a more flexible distribution than that observed in heterosexual couples.

Keywords: domestic work; same-sex couples; qualitative analysis; gay men; semi-structured interview

Introducción

Los estudios realizados sobre la distribución del trabajo doméstico en parejas del mismo sexo son relativamente escasos a nivel mundial; en cambio, tradicionalmente la investigación sobre la esfera doméstica se ha centrado en las parejas heterosexuales. La escasa investigación disponible en este tema ha sido desarrollada en su mayoría en países anglosajones (véase, por ejemplo, Gorman-Murray, 2006; Kelly y Hauck, 2015; Rawsthorne y Costello, 2010), existiendo un vacío importante en los estudios acerca de las dinámicas familiares de parejas homosexuales en el contexto latinoamericano.

Las investigaciones que se han llevado a cabo sobre la distribución del trabajo doméstico y de cuidados en parejas heterosexuales han mostrado que habitualmente es la mujer la principal encargada de realizar este tipo de labores (Bittman, England, Folbre, Sayer y Matheson, 2003; Geist, 2010; Gupta, 2003; Himmelweit, Santos, Sevilla y Sofer, 2013; Hobson, 1990; Larrañaga, 2004; Van der Lippe, 1994). La principal preocupación en estos estudios radica en los factores que explican la desigual distribución del trabajo doméstico entre hombres y mujeres. En esta línea, existen tanto interpretaciones enfocadas en el poder económico diferenciado entre hombres y mujeres, como en el rol que cumplen las normas de género en esta distribución, siendo esta última una perspectiva que ha ganado una importancia creciente en la investigación feminista sobre el tema (Hobson, 1990; Lamas, 1996; Scott, 2011).

Al contrario de lo encontrado en la investigación en parejas heterosexuales, los hallazgos de los estudios enfocados en parejas del mismo sexo han mostrado que en éstas se distribuye de manera más igualitaria el trabajo doméstico y de cuidado (Álvarez Bernardo, Romo Avilés y García Berbén, 2018; Barrett, 2015; Ceballos Fernández, 2012; Kelly y Hauck, 2015; Rawsthorne y Costello, 2010). En dichos análisis se explica la división de trabajo doméstico con base en las preferencias, habilidades y disponibilidad horaria de cada integrante de la pareja (Álvarez Bernardo, Romo Avilés y García Berbén, 2018; Barrett, 2015; Ceballos Fernández, 2012; Kelly y Hauck, 2015; Sutphin, 2010). Ello deja las prácticas de género sin analizar, ya que se considera que las parejas del mismo sexo no son afectadas por una división tradicional del trabajo generizada (Goldberg, 2013; Oerton, 1997).

Los escasos estudios disponibles sobre las parejas homosexuales y sus prácticas domésticas se han realizado principalmente en Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia, orientándose a parejas blancas de clase media y con estudios superiores (Álvarez Bernardo, Romo Avilés y García Berbén, 2018; Barrett, 2015; Gorman-Murray, 2006; Kelly y Hauck, 2015; Rawsthorne y Costello, 2010; Sutphin, 2010). Como resultado, existe un conocimiento limitado respecto a la organización del trabajo doméstico en este tipo de parejas en entornos culturales, económicos y educacionales diferentes a los ya mencionados (Brewster 2017). Sumado a lo anterior, estas investigaciones han tendido a centrarse principalmente en parejas de mujeres lesbianas, dejando así un vacío en el conocimiento sobre las relaciones de parejas de hombres gay (Oerton, 1998).

En este contexto, resulta relevante preguntarse por las formas que asume la organización de lo doméstico en hogares de parejas homosexuales y cómo en ellas se expresan formas de desigualdad entre los integrantes de la pareja. Con el propósito de ampliar el conocimiento sobre las familias homosexuales y la forma en que se organizan y distribuyen el trabajo doméstico, la presente investigación tiene por objetivo comprender cómo las parejas de hombres gay residentes en Santiago de Chile reparten dichas tareas en sus hogares y los significados asociados a tal distribución. Debido a las limitaciones legales que existen en Chile para el ejercicio de la parentalidad en parejas homosexuales (el proyecto de ley de adopción homoparental todavía se encuentra en discusión en el congreso), esta investigación se centra solamente en el trabajo doméstico y no en el de cuidados. Se trabaja con una estrategia metodológica cualitativa a partir de entrevistas semiestructuradas a hombres gay residentes en Santiago de Chile que viven con sus parejas y no tienen hijos. La muestra consta de tres parejas que viven en hogares autónomos, las cuales fueron entrevistadas individualmente, para así realizar un contraste entre lo dicho por cada uno. Las entrevistas se realizaron mediante la técnica de análisis de contenido.

Revisión de la literatura

Parejas heterosexuales y distribución del trabajo doméstico

Diversos estudios llevados a cabo en Estados Unidos y Europa han mostrado que las mujeres realizan aproximadamente el doble de cantidad de tareas domésticas que los hombres, y que además emplean mayor tiempo en ellas que los hombres (Fisher, Egerton, Gershuny y Robinson, 2006; Larrañaga, 2004; Robinson y Godbey, 1999, citado en Coltrane y Shih, 2010). Además, cuando las mujeres reducen las horas empleadas en las labores del hogar, ello no es producto de un reparto más igualitario del trabajo doméstico con sus parejas, sino debido a la externalización de éste (Gupta, 2003). Pese a que la externalización del trabajo doméstico se presenta como un elemento que favorece la igualdad entre parejas, en la práctica no se muestra de esta manera. La contratación y la carga administrativa sigue siendo un trabajo realizado por las mujeres, al igual que la realización de las tareas domésticas que no son cubiertas por parte de la externalización, por lo que la gestión del hogar sigue siendo del dominio femenino (Devetter, 2013).

En Chile, aunque ha existido un aumento en la participación de la mujer en el mercado laboral (Campaña, Giménez-Nadal, Molina, 2017), ellas siguen registrando una mayor carga de trabajo doméstico en comparación con los hombres, pues trabajan un promedio de tres horas más que éstos y realizan el 70% del trabajo doméstico (Domínguez Amorós, Muñiz y Rubilar Donoso, 2018).

Actualmente, la situación de la mujer se caracteriza por una “doble presencia”: en el trabajo doméstico y en el trabajo extradoméstico (Balbo, 1994). La presencia de la mujer en el mercado laboral y la modalidad de trabajo realizado, siguen condicionadas por el volumen y la calidad del trabajo doméstico (Balbo, 1994). Producto de la concepción del trabajo doméstico como una labor naturalmente femenina y de su carácter no asalariado, que lo ha relegado al limbo de la invisibilidad, las tareas del hogar se han vuelto una extensión de cualquier tipo de actividad que haga la mujer (Carrasco Bengoa, 2011; Federici, 2018)

La desigualdad entre hombres y mujeres no sólo se observa en la cantidad de trabajo doméstico que realiza cada uno, sino en el tipo de tareas realizadas por cada cual. En investigaciones llevadas a cabo en Europa y Estados Unidos, pero también en América Latina, se ha observado que el trabajo realizado por las mujeres se caracteriza por ser rutinario y repetitivo (Arriagada, 1990; Bianchi, Milkie, Sayer y Robinson, 2000; Geist, 2010; Larrañaga, 2004; Treas, 2010), centrándose principalmente en la limpieza del hogar y la preparación de alimentos (Carrasquer, Torns, Tejero y Romero, 1998). Por el contrario, el trabajo doméstico realizado por los hombres se caracteriza por ser flexible y esporádico, enfocándose en tareas técnicas asociadas al cuidado del jardín, la reparación y el mantenimiento del hogar (Larrañaga, 2004).

Frente a este diagnóstico, han surgido distintas interpretaciones teóricas para explicar esta desigual distribución, las que han estado centradas en las diferencias existentes entre hombres y mujeres, y su posición desigual en la sociedad. Derivado de ello, surgen tres hipótesis principales ligadas a la disponibilidad de tiempo, la negociación y el despliegue de las normas de género (Bianchi, Milkie, Sayer y Robinson, 2000; Sayer, 2010).

La hipótesis de la disponibilidad de tiempo (the time availability perspective, en la investigación del mundo anglosajón) sugiere que el trabajo doméstico se reparte de manera racional de acuerdo con la disponibilidad de tiempo de cada uno de los miembros del hogar y la cantidad de trabajo doméstico por realizar (Bianchi et al., 2000). En esta línea, la ocupación de los integrantes de la pareja (con su consiguiente disminución de tiempo disponible para el trabajo doméstico) cumple un rol central en el análisis. Se plantea que el tiempo que las mujeres emplean en el mercado laboral limita su disponibilidad de tiempo para la realización de tareas del hogar, lo que conlleva a que las mujeres ocupadas demanden a sus esposos o parejas mayor dedicación de tiempo para el trabajo doméstico (Coverman, 1985). Se ha observado además que, junto a la menor disponibilidad de tiempo que registran los hombres por sus mayores tasas de ocupación, el número y edad de sus hijos, así como sus ingresos, son fuertes predictores del tiempo que éstos dedican a las tareas del hogar (Hiller, 1984). En este escenario, diversos estudios llevados a cabo en Estados Unidos han mostrado que no existe asociación entre el empleo de las esposas y el tiempo de dedicación del hombre al trabajo doméstico, aunque sí aumenta su participación cuando hay niños en casa, pero el número de ellos se relaciona negativamente con la ayuda del hombre (Bryson et al., 1976; Campbell, 1970; Farkas, 1976; Perrucci, Potter y Rhoads, 1978; Stafford et al., 1977).

Por su parte, la hipótesis de la negociación (the relative resources perspective) plantea que existe una relación entre la distribución del trabajo doméstico y las relaciones de dependencia económica en las parejas, lo que se traduce en que el integrante que aporta más ingresos al hogar realizará menor cantidad de trabajo doméstico en comparación con quien aporta menor cantidad (Bittman, England, Folbre, Sayer y Matheson, 2003). Esto se explica por el hecho de que el integrante con mayores recursos detenta más poder en la relación, es decir, tiene el dominio en la toma de decisiones, teniendo la posibilidad de minimizar su participación en el trabajo doméstico y de cuidado (Bianchi et al., 2000; Hiller, 1984). El trabajo doméstico, al caracterizarse por no ser remunerado con un salario, no se considera como trabajo; por ende, se invisibiliza la importancia de éste para el funcionamiento de la sociedad. Desde esta perspectiva, el trabajo doméstico es algo indeseable y es evitado por quienes tienen mayor poder en la relación (Carrasquer et al., 1998; Fraser, 2015).

De acuerdo con esta hipótesis, si la mujer hiciera un mayor aporte económico al hogar, entonces tendría que ser el hombre quien debiese emplear más horas de trabajo doméstico, pero en la realidad no ocurre de este modo. Conforme a los resultados encontrados (Brines, 1994), las mujeres y los hombres responden de manera distinta a la dependencia económica. Las mujeres actúan de manera consistente con la hipótesis de la negociación, es decir, cuando ellas aportan una cantidad menor de ingreso que los hombres, realizan una mayor cantidad de trabajo doméstico. En cambio, los hombres que dependen económicamente de sus parejas (es decir, aportan menor cantidad de ingresos al hogar que éstas) realizan una menor cantidad de tareas domésticas, no cumpliendo con lo esperado por la hipótesis de la negociación (Bittman, 2003; Greenstein, 2000; Gupta, 2003).

En contraposición a la hipótesis anterior, la hipótesis del despliegue de las normas de género (gender display) toma en cuenta las implicaciones de las normas de género en las prácticas asociadas a la división del trabajo doméstico en las parejas (Gupta, 2003). La perspectiva de género hace referencia a la capacidad de distinguir las atribuciones, representaciones, ideas y percepciones sociales que se construyen en torno a las diferencias sexuales (Lamas, 1996). Culturalmente, se han establecido normas y prescripciones que rigen el comportamiento femenino y masculino, las cuales asocian lo femenino con lo maternal y doméstico, y lo masculino con lo público (Campaña et al., 2018; Hiller, 1984; Lamas, 1996). En función de estas normas, el rol de la mujer es encargarse del trabajo doméstico y de cuidado, mientras que el hombre cumple el rol de proveedor. Así, la forma en que se distribuye el trabajo doméstico ayuda a definir y representar las normas de género dentro de los hogares (Bianchi et al., 2000).

De acuerdo con la hipótesis del despliegue de las normas de género, los individuos utilizan el trabajo doméstico para reafirmar sus roles de género, especialmente cuando existen diferencias económicas atípicas (es decir, que escapan a las normas de género tradicionales). En este sentido, cuando existen arreglos en donde la mujer es quien contribuye con un mayor ingreso al hogar, se buscará neutralizar esta desviación a la norma de género dominante a través de la realización de una mayor cantidad de trabajo doméstico por parte de las mujeres y una menor por parte de los hombres. De este modo, ambos integrantes buscarán “reafirmar” sus respectivos roles establecidos socialmente mediante la cantidad y el tipo de trabajo doméstico esperado para cada cual (Bianchi et al., 2000; Brines, 1994; Gupta, 2003).

Los hallazgos encontrados en los estudios de parejas heterosexuales muestran un panorama claro sobre las prácticas que se generan en los hogares en relación con la distribución del trabajo doméstico, proporcionando una línea teórica que facilita la explicación de los factores asociados a la repartición de tales labores en hogares de parejas homosexuales. De esta manera, a pesar de que es posible que existan diferencias entre ambos tipos de parejas, las tesis planteadas a partir de las parejas heterosexuales entregan un sustento para formular hipótesis respecto a las homosexuales.

Parejas del mismo sexo y distribución del trabajo doméstico

En las investigaciones disponibles se muestra que las parejas del mismo sexo tienden a tener prácticas y un discurso más igualitario sobre la división del trabajo doméstico que las parejas heterosexuales, pero ello no necesariamente se traduce en sus prácticas cotidianas (Civettini, 2015; Sutphin, 2010). Aunque algunas parejas afirman que el trabajo doméstico se divide de manera igualitaria y se rotan las labores entre ambos integrantes (Álvarez Bernardo, Romo Avilés y García Berbén, 2018; Barrett, 2015; Brewster, 2017; Ceballos Fernández, 2012; Sutphin, 2010), hay otras en las que existe una especialización en el trabajo doméstico que puede resultar en una distribución desigual. De acuerdo con los hallazgos de diversas investigaciones sobre el tema (Barret, 2015; Brewster, 2017; Ceballos Fernández, 2012), esta desigualdad en la distribución del trabajo doméstico se explica por tres factores principales: preferencias, habilidades y disponibilidad de tiempo de cada persona. El primer factor hace referencia a los gustos de cada miembro de la pareja por realizar uno u otro tipo de tarea en el hogar; el segundo se asocia a la capacidad de realizar de mejor manera una tarea en comparación con su pareja; y, el último, hace referencia a que la persona que tenga mayor disponibilidad de tiempo, por ejemplo, que llegue más temprano del trabajo que el otro, se encargará de “adelantar” algunas tareas domésticas mientras su pareja no esté disponible.

Según Oerton (1997), los hogares de parejas homosexuales han sido usualmente entendidos como un lugar “vacío de género”, es decir, espacios en los cuales no existen prácticas de género asociados a roles debido a que no hay diferencias sexuales entre las parejas. Además, los hogares de parejas homosexuales se consideran como un espacio que funciona de manera consensuada en el que todos sus integrantes tienen acceso de forma equitativa a los recursos (Oerton, 1997). Según la autora, esta perspectiva ha hecho que los análisis realizados en las investigaciones de este tipo de hogares sean limitados en sus explicaciones, ya que pasan por alto formas de dividir el trabajo doméstico que se vinculan a los roles tradicionales de género e invisibilizan las posibles desigualdades dentro del hogar. Investigaciones norteamericanas, europeas y en menor medida latinoamericanas -más recientes- han estudiado cómo el papel del género, la identidad de género y los estereotipos de género tienen efectos en la distribución del trabajo doméstico en hogares de parejas del mismo sexo (Civettini, 2015).

Al igual que en los hogares de parejas heterosexuales, las normas de género siguen teniendo un rol importante dentro de los hogares de parejas del mismo sexo. De acuerdo con lo encontrado por Carrington (1999), tanto las parejas de mujeres lesbianas como de hombres gay exageran o disminuyen en sus discursos la cantidad de trabajo doméstico realizado por sus parejas para mantener las percepciones de masculinidad o feminidad de éstas. Asimismo, se ha observado que una mayor feminidad, tanto en hombres homosexuales como en mujeres lesbianas, se asocia a un aumento en las contribuciones de las tareas domésticas (Civettini, 2015). De manera análoga, Galindo Vilchis (2018) constató que en las familias homosexuales de hombres de la Ciudad de México hay una reproducción de patrones culturales de género, los cuales se traducen en la existencia de un rol masculino que es de quien provee económicamente y que generalmente no participa en el trabajo doméstico. Por otro lado, se ha observado que, en los hogares conformados por parejas del mismo sexo, las tareas domésticas no se asignan exclusivamente en función del género, sino mediante la negociación. Sin embargo, de igual manera, a través de las prácticas cotidianas, dichas parejas reafirman normas que refuerzan los estereotipos de género que consideran que el trabajo doméstico es algo femenino (Aguiar Ferreira, 2017; Gallego Montes y Vasco Alzate, 2017).

Desde otro enfoque, los hogares de parejas del mismo sexo pueden funcionar como espacios en los que sus integrantes revierten las normas de género mediante una distribución del trabajo doméstico que sea diferente a la repartición tradicional en las parejas heterosexuales (Barret, 2015; Kelly y Hauck, 2015). Otra perspectiva de investigación postula que la ausencia de guiones de género tradicionales en las parejas homosexuales permite que éstas tengan una distribución del trabajo doméstico más igualitaria que la de las parejas heterosexuales; esto quiere decir que las parejas del mismo sexo no tienen normas de género estipuladas, a diferencia de las heterosexuales, por lo que pueden organizar el trabajo doméstico de forma más igualitaria (Rawsthorne y Costello, 2010).

Por más que las parejas del mismo sexo mantengan un discurso igualitario en lo referente a la distribución del trabajo doméstico, la desigualdad es la realidad de muchos de estos hogares, la cual puede llegar a ser aceptada por las parejas sin mayor problema (Álvarez Bernardo, Romo Avilés y García Berbén, 2018), incluso siendo valorada como una distribución justa pese a que sea evidentemente desigual (Civettini, 2015). Esto debido a que, por un lado, a nivel discursivo este tipo de parejas pueden sentir la necesidad de defender el principio de igualdad en el momento de distribuir el trabajo doméstico como forma de diferenciación de las parejas heterosexuales y su modelo de distribución tradicional del trabajo (Goldberg, 2013). Por otro lado, dichas parejas entienden la negociación como base de la equidad, la cual asocian con la justicia y la satisfacción (Silverstein, Auerbach y Levant, 2002), valorando de forma positiva la negociación con la pareja y rechazando las imposiciones del género (Mallon, 2004, citado en Álvarez Bernardo, Romo Avilés y García Berbén, 2018).

La literatura revisada entrega un panorama general sobre el tema de esta investigación, proveyendo las hipótesis y categorías analíticas necesarias para interpretar los resultados encontrados a partir del presente estudio. Entre ellos destacan las características de la distribución del trabajo doméstico en las parejas del mismo sexo -como el mayor igualitarismo y la rotación en la asignación de los quehaceres de hogar-, así como la necesidad que éstas tienen por defender la igualdad como principio básico en su organización, aunque en la práctica exista una distribución desigual. Por último, destacan los criterios que operan en la repartición de las tareas domésticas, tanto en parejas heterosexuales como homosexuales (disponibilidad de tiempo, diferencias salariales, normas de género, preferencias y habilidades).

Metodología

El presente estudio utiliza una metodología de investigación cualitativa para comprender cómo las parejas de hombres gay distribuyen el trabajo doméstico en sus hogares y los significados asociados a dicha distribución. Los datos analizados provienen de seis entrevistas semiestructuradas, realizadas a tres parejas de hombres gay que se encuentran conviviendo. Las entrevistas se realizaron de forma individual a cada miembro de la pareja. La muestra se limita a hombres mayores de dieciocho años que residen en Santiago de Chile y que no tienen hijos corresidentes.

Se optó por la entrevista como técnica de levantamiento de información, ya que mediante la formulación de preguntas se pueden abordar las experiencias personales y los significados asociados a dichas experiencias (Flick, 2007). Particularmente, se utilizó la técnica de la entrevista semiestructurada debido a que es un instrumento que tiene la fortaleza de ser una guía de preguntas flexible, ya que el entrevistador tiene la posibilidad de introducir nuevas cuestiones a lo largo de la entrevista en función de las respuestas del entrevistado (Hernández Sampieri, Fernández Collado y Baptista Lucio, 2014). Además, se decidió realizar las entrevistas de forma individual a cada miembro de la pareja para que, de esta manera, se generara un ambiente de confianza en el que el entrevistado pudiese relatar su experiencia en la distribución del trabajo doméstico sin la presencia de su pareja (Hernández Sampieri, Fernández Collado y Baptista Lucio, 2014). El entrevistar de manera individual a cada integrante permitió, además, comparar las respuestas entre los entrevistados y, de esta manera, obtener dos perspectivas distintas de un mismo fenómeno, lo que enriqueció el análisis (Flick, 2007).

Dado que es una muestra de difícil acceso, se utilizó una estrategia de muestreo en cadena o por redes (“bola de nieve”). En primera instancia, se contactó a una organización de activismo LGBTI con sede en Santiago para realizar un acercamiento a individuos que se encontraran viviendo con sus parejas. Dado que este acercamiento no funcionó, se utilizaron los contactos aportados por terceras personas sobre conocidos que cumplieran con las características requeridas. Todos los participantes aceptaron participar en la investigación de manera voluntaria, dando su consentimiento por escrito. Sus identidades se mantuvieron en anonimato mediante el uso de seudónimos.

La muestra se encuentra conformada por seis hombres de entre 31 y 48 años. Armando (31) y Wilter (36) son una pareja de venezolanos que residen en Santiago desde hace dos años, ambos son trabajadores dependientes y llevan casi cuatro años de convivencia. Gustavo (36) y Pedro (37) viven juntos desde hace seis años; el primero trabaja como arquitecto independiente, mientras que el segundo es empleado público. Octavio (43) y Juan Pablo (48) son pareja desde hace 25 años, ambos son propietarios de una peluquería y dueños de varias mascotas. Gustavo y Pedro, así como Octavio y Juan Pablo, pagan para que alguien vaya a sus casas una vez a la semana para hacer el aseo general. En el caso de Armando y Wilter, es la mamá de Armando quien los ayuda en las tareas domésticas (véase el Cuadro 1).

Cuadro 1 Características de la muestra 

Nombre

Edad

Nivel educacional

Ocupación

Comuna en que vive

Trabajo externalizado

Armando

31

Univ. completo

Asistente administrativo

Quinta Normal

No

Wilter

36

Téc. nivel superior completo

Supervisor de call center

Quinta Normal

No

Gustavo

36

Univ. completo

Arquitecto independiente

Santiago

Pedro

37

Univ. completo

Empleado público

Santiago

Octavio

43

Téc. superior completo

Estilista

Curacaví

Juan Pablo

48

Téc. superior completo

Estilista

Curacaví

Fuente: Elaboración propia.

La pauta de la entrevista se estructura en tres partes: la primera sección permite caracterizar al individuo: edad, nivel educacional, ocupación, entre otros datos. La segunda parte consta de ocho preguntas abiertas relacionadas al trabajo doméstico y su distribución; este apartado tiene como finalidad conocer el día a día de la pareja y cómo ellos se relacionan con el trabajo doméstico. En tercer y último lugar, se desarrolló un conjunto de afirmaciones sobre el trabajo doméstico y los roles de género, la dependencia económica, la diferencia entre parejas homosexuales y heterosexuales, entre otros temas. En este apartado, se solicitó a los entrevistados que señalaran si se encontraban de acuerdo o no con cada afirmación y argumentaran las razones de ello. Con ello se buscó que los entrevistados reflexionaran más allá del trabajo realizado en su hogar y, a través de sus respuestas, identificar los ideales que tienen sobre el trabajo doméstico y el sentido que le otorgan a éste. La pauta de entrevista se presenta en los anexos.

Los temas generales de la entrevista son: 1. Caracterización del individuo. 2. Descripción de las prácticas diarias en el hogar y la distribución de las tareas domésticas. 3. Grupo de afirmaciones: a) trabajo doméstico y roles de género; b) dependencia económica; c)diferencias entre parejas homosexuales y heterosexuales; y d) igualitarismo en parejas homosexuales.

La información obtenida en las entrevistas se codificó mediante una matriz de vaciado, de acuerdo con los temas que salieron de manera más frecuente, para luego analizarla a través del método de análisis de contenido cualitativo. Este tipo de análisis permite captar de forma objetiva los significados otorgados por el emisor al fenómeno estudiado, a partir de la sistematización y codificación de la información entregada por el sujeto (Andréu, 2008). Asimismo, el análisis de contenido tiene múltiples usos y puede ser aplicado en diversos tipos de texto (Fernández, 2002), por lo que es un método de análisis que se ajusta al objetivo de la presente investigación.

La estrategia escogida para llevar a cabo este trabajo tiene fortalezas y debilidades. Dentro de las fortalezas se puede reconocer la posibilidad de contrastar la información entregada por los participantes por separado y, de esta forma, tener un panorama más confiable sobre las prácticas que se llevan a cabo dentro del hogar. Además, mediante el análisis de contenido es posible conocer los significados y prácticas que lleva a cabo cada entrevistado dentro de su hogar y encontrar semejanzas o diferencias entre las parejas entrevistadas a partir de la codificación y sistematización de la información. Entre las debilidades se pueden destacar el reducido número de casos de la muestra y la homogeneidad socioeconómica de ella. Además de las limitaciones frente a la posibilidad de generalización, lo anterior puede tener como consecuencias que las diferencias asociadas a factores socioeconómicos o educativos no son abarcadas en la investigación.

Presentación de resultados

Entre el discurso sobre igualitarismo y las prácticas en el hogar

Las parejas homosexuales han sido caracterizadas como más igualitarias que las heterosexuales con respecto a la distribución del trabajo doméstico (Barret, 2015). Los entrevistados de este estudio emitieron distintas opiniones frente a dicha afirmación. Quienes están de acuerdo con ella, piensan que las parejas de mismo sexo son conscientes de que ambos tienen las mismas herramientas para hacer cualquier tipo de quehacer y no asignan roles en función de estereotipos de género. Sumado a esto, le entregan una gran importancia a la lucha histórica que ha llevado a cabo la comunidad LGTBIQ por sus derechos de reconocimiento e igualdad, puesto que consideran que esta lucha permea la visión de los individuos sobre el trabajo doméstico. Además, creen que las parejas heterosexuales también han ido superando los roles impuestos tradicionalmente, y que el igualitarismo no sólo se ve en parejas homosexuales, sino también en las heterosexuales:

Yo encuentro que esas segmentaciones, creo que son ya parte del pasado, como el machismo de la crianza machista que te daban en el hogar; creo que tiene que ver con patrones que seguían nuestros padres. Encuentro que las nuevas generaciones son mucho más… ese mito de separación se derrumbó, la verdad [Pedro, 37 años, comunicación personal, 5 de noviembre de 2019].

Tal como creen que las parejas del mismo sexo pueden ser más igualitarias en comparación con las heterosexuales, los entrevistados consideran que la distribución de las tareas domésticas en sus hogares se lleva a cabo de forma equitativa, como lo menciona Gustavo (36 años) en el siguiente fragmento:

[…] la parte doméstica del diario es bien compartida, pese a que yo soy más maniático, yo trato de siempre estar ordenando todo [Gustavo, comunicación personal, 10 de octubre de 2019].

Quienes creen que las parejas del mismo sexo no son necesariamente más igualitarias que las heterosexuales, piensan que ningún tipo de pareja (homosexuales y heterosexuales) es igualitaria, que siempre existirán dificultades para distribuir el trabajo doméstico. Las dificultades que se asocian con las parejas del mismo sexo en el momento de distribuir los quehaceres del hogar de manera equitativa tienen que ver particularmente con las preferencias de los individuos o conflictos entre la pareja (Álvarez Bernardo, Romo Avilés y García Berbén, 2018), mientras que en las parejas heterosexuales los problemas se vinculan con el machismo y los roles de género impuestos (Hiller, 1984), tal como se ejemplifica a continuación:

En el caso de la mujer no, porque la mujer es más machista, y en el caso de las parejas homosexuales tampoco, siempre uno es más flojo que el otro, más desordenado o le gustan otras cosas, pero no las cosas de la casa de adentro [Octavio, 43 años de edad, comunicación personal, 12 de octubre de 2019].

Al analizar directamente las prácticas asociadas a la distribución del trabajo doméstico en las parejas entrevistadas, se observa que, igual que en las parejas heterosexuales, existe una especialización entre el trabajo diario -limpieza y preparación de alimentos- y el trabajo esporádico -reparaciones y mantenimiento del hogar- (Larrañaga, 2004). Pero, a diferencia de las parejas heterosexuales en donde un miembro de la pareja realiza casi el total de las tareas diarias, en las parejas entrevistadas ambas partes comparten este tipo de tareas. No obstante lo anterior, se observa una especialización en la pareja en el momento de distribuir el trabajo diario, y no sólo entre el diario y el esporádico. En otras palabras, uno de los miembros de la pareja será quien se encargue de los trabajos esporádicos sin la ayuda del otro, mientras que ambas partes participan en el desarrollo de las tareas diarias, en donde existe también una especialización. Un ejemplo se observa en la entrevista a Gustavo, quien declara que es él quien realiza el trabajo esporádico, mientras que el mantenimiento del orden de la casa está a cargo de ambos.

[...] hacer remodelaciones, la parte más gruesa, la hago yo, Pedro [pareja] es más... mantiene [Gustavo, comunicación personal, 9 de octubre de 2019].

Yo, más que nada, la parte más pesada con las mejoras de las remodelaciones, cosas así, mantener el aseo y el orden, llámese constantemente limpiando y ordenando [Gustavo, comunicación personal, 9 de octubre de 2019].

Cuando se analiza más detalladamente la distribución del trabajo diario (limpieza y preparación de alimentos), se puede apreciar que los participantes no cuentan con una estructura rígida y estable de asignación de tareas que les permita definir quién realiza qué tipo de trabajo y cuánto tiempo dedica cada uno a ello. Su forma de organización se caracteriza por ser rotativa y no existen acuerdos establecidos previamente. Tal como lo indica Wilter (36 años):

No nos hemos complicado en el “mira que te toca a ti...”, o sea, si de repente yo tenía una semana cocinando completo, estaba cansado, “ya amor, cocina tú porque estoy cansado”, o al revés [Wilter, comunicación personal, 12 de octubre de 2019].

En otros términos, alguno de los dos o ambos miembros de la pareja se especializan en ciertas tareas domésticas, y las labores que no fueron asignadas mediante la especialización se distribuyen de manera rotativa.

La especialización de tareas, como argumenta la literatura, puede traer consigo que alguno de los dos miembros realice una mayor cantidad de tareas y le dedique más tiempo que el otro al trabajo doméstico. Esto contribuye a una inequidad en la distribución del trabajo doméstico vinculada al tiempo de dedicación y a una desigualdad asociada a la jerarquía de tareas, donde uno de los miembros realiza ciertos tipos de labores que son más agradables de hacer, mientras que el otro realiza las más tediosas (Kelly y Hauck, 2015).

El tiempo de dedicación es desigual entre los miembros de cada pareja entrevistada; esto se debe a que, mediante la especialización, uno de sus integrantes puede adjudicarse más tareas domésticas por hacer. Por lo menos un miembro de cada pareja considera que existen diferencias en el tiempo que ambos dedican a las labores del hogar. Tal es el caso de Armando (31 años), encargado de lavar la ropa, limpiar los detalles de la casa, y quien dedica un mayor tiempo al trabajo doméstico:

A mí me gusta más lavar la ropa, por ejemplo, porque a mí me gusta separar las cosas como dependiendo del color y dependiendo de la tela [...] los detalles, como las puertas son blancas, las paredes son blancas, cada cierto tiempo tengo un trapito especial que es solamente para eso [...] yo dedico un poco más de tiempo, pero porque me gusta el orden [Armando, comunicación personal, 9 de octubre de 2019].

Sólo la pareja de Armando y Wilter afirmó que esta diferencia se va rotando, al igual que su distribución en las tareas. Es decir, existen semanas o meses en que uno de los dos es el que dedica un mayor tiempo al trabajo doméstico, hasta que el otro se hace cargo:

Ya hace casi tres meses para acá, yo soy el que quizás dedique más tiempo, pero ha habido momentos donde ha sido él [pareja] quien le dedica más tiempo [Armando, comunicación personal, 9 de octubre de 2019].

El resto de las parejas declararon que la desigualdad en el tiempo de dedicación es mayor los fines de semana, que son los días escogidos para actividades asociadas a las tareas diarias y esporádicas. Estos días, uno de los miembros dedica entre dos a cinco horas más que el otro, lo que depende del tipo de actividades que decidan hacer. No obstante, según señalan, existen ocasiones en donde ambos se dedican todo el día a desarrollar una actividad, por ejemplo, arreglar el jardín.

La importancia de la externalización1en el momento de distribuir el trabajo doméstico

La posibilidad de elegir qué tareas realizar y cuáles no durante el fin de semana se encuentra relacionada con la externalización del trabajo doméstico. Dos de las tres parejas tenían contratada a una persona externa para realizar el aseo en sus hogares una vez a la semana, y la pareja que no tenía una persona contratada, recibía la ayuda de la madre de uno de ellos. El trabajo realizado por estas personas facilita que las parejas entrevistadas sólo tuvieran que “mantener” la limpieza y así disminuir la cantidad de trabajo doméstico requerido en el hogar, al igual que lo señalado en la literatura (Van der Lippe, Tijdens y De Ruijter, 2004). Asimismo, el recurrente uso de los servicios de comida a domicilio disminuye la preocupación por la preparación de alimentos y la distribución del trabajo en este punto.

Contar con una persona externa encargada del trabajo doméstico favorece el desarrollo de un ambiente más equitativo y la flexibilidad en la organización, debido a que la cantidad de tareas por hacer es menor a lo necesario para la reproducción de la vida y, por lo tanto, la preocupación por el trabajo doméstico pasa a segundo plano. De igual modo, la externalización permite que los entrevistados eviten realizar tareas calificadas como tediosas y desagradables, centrándose en los quehaceres considerados más agradables. Esto se puede evidenciar en la siguiente cita:

Sí, una vez a la semana va una persona a hacernos un aseo general y nosotros nos dedicamos a mantener el resto de la semana […] a veces la casa ya tiene el aseo hecho porque viene la señora que hace el aseo y nos enfocamos más en el jardín [Gustavo, comunicación personal, 10 de octubre de 2019].

Cabe destacar que el poder contratar a una persona externa que se haga cargo de las labores domésticas se encuentra asociado a los niveles de ingresos de la pareja. Por consiguiente, un mayor ingreso en los hogares permite que sus integrantes puedan eludir la realización de ciertas tareas domésticas, disminuyendo la carga y facilitando una distribución de los quehaceres más equitativa (Devetter, 2013; Van der Lippe, Tijdens y De Ruijter, 2004), tal como ocurre con los entrevistados.

En resumen, aunque se observa que la organización de las parejas entrevistadas puede ser más flexible en comparación con la de las parejas heterosexuales, los resultados evidencian que la especialización en las tareas del diario es un factor influyente en la desigualdad del tiempo de dedicación al trabajo doméstico debido a que uno de los dos miembros se atribuye una mayor cantidad de tareas, por lo que existe un contraste entre el discurso de igualitarismo, en el que los participantes consideran que la asignación del trabajo doméstico se realiza de manera equitativa, y lo que se observa en la práctica en el momento en que distribuyen el trabajo doméstico en sus hogares. La externalización del trabajo doméstico permite que la organización de estas parejas sea más flexible y así se da la impresión que la distribución es equitativa entre cada miembro de la pareja.

División del trabajo doméstico: criterios de distribución del trabajo

Disponibilidad de tiempo

La disponibilidad de tiempo de cada uno es utilizada por las parejas entrevistadas como criterio de distribución del trabajo. Ello a pesar de que al momento de llevar a cabo las entrevistas, los seis participantes tenían jornadas laborales muy semejantes, por lo que no existían diferencias significativas en los tiempos disponibles de cada uno. No obstante, la mayoría de los participantes estuvo de acuerdo con que la persona que estuviera más tiempo fuera de la casa tuviera la posibilidad de hacer una menor cantidad de trabajo doméstico. Asimismo, la persona que se encuentra con mayor tiempo disponible ayuda a alivianar la carga doméstica del otro, concordando con lo expuesto en la literatura (Coverman, 1985). Lo dicho por Juan Pablo (48 años) ejemplifica lo anterior:

[...] no quiere decir que no tenga que hacer sus labores, pero creo que si el otro no está haciendo nada, tiene que hacerlo. Es una cosa de lógica [Juan Pablo, comunicación personal, 12 de octubre de 2019].

Disponibilidad de recursos (hipótesis de la negociación

Tanto en investigaciones de parejas heterosexuales, como en las del mismo sexo, se ha observado una importante influencia de las diferencias salariales en el momento de distribuir el trabajo doméstico (Bianchi, Milkie, Sayer y Robinson, 2000; Hiller, 1984). De acuerdo con la información entregada por los participantes, las diferencias salariales entre los integrantes de la pareja -y, por ende, su contribución al ingreso del hogar- no influyen en su forma de distribución. Ello porque el trabajo doméstico es entendido como una actividad que es responsabilidad de ambos integrantes. Esta evaluación cambia cuando uno de los dos no se encuentra realizando trabajo remunerado; en ese caso, el sujeto que no esté entregando un aporte económico al hogar debe involucrarse en mayor medida en el trabajo doméstico para “complementar” el trabajo remunerado desarrollado por la pareja. Tal como se expresa a continuación:

Si uno de los dos no trabaja, el que no trabaja debería de ser… debería de trabajar al menos internamente y contribuir de esa forma [Armando, comunicación personal, 9 de octubre de 2019].

La idea de que ambos deben de aportar se encuentra asociada a la percepción de pareja como equipo, en el que los dos cooperan con algún tipo de trabajo para mantener la estabilidad del hogar. Desde la perspectiva de la hipótesis de negociación, este tipo de acuerdo de cooperación se puede interpretar como una relación contractual implícita en el que se intercambia el dinero por el trabajo doméstico (Brines, 1994).

Despliegue de las normas de género

Los estereotipos de género han sido muy importantes para comprender las diferencias en la distribución del trabajo doméstico, tanto en las parejas heterosexuales como en las del mismo sexo (Oerton, 1997). Al género femenino se le han asignado las tareas asociadas al hogar, mientras que al masculino se le asocia con el trabajo remunerado y como sostenedor del hogar, trayendo como consecuencia la construcción de estereotipos de género que son reproducidos constantemente (Lamas, 1996). La posición de los entrevistados sobre este tema es bastante variada. Los más críticos, como Armando y Gustavo, reconocen que el género es una construcción cultural y mental, por lo que las tareas domésticas pueden ser realizadas por todos de igual manera: las tareas no tienen género.

En contraposición a estas ideas, se encuentra una postura más conservadora, la cual reconoce que existen diferencias entre hombres y mujeres en el momento de realizar ciertos tipos de tareas domésticas:

Hay cosas que tú [la entrevistadora] no te puedes encargar, como desmontar ese mueble, un mueble de cocina, yo sí puedo hacerlo como hombre, ¿me entiendes?, pero las mujeres no pueden hacerlo, yo puedo hacerlo, o las mismas cosas que hago en la parcela afuera, bases de cemento, enterrar… o sea, el común de la mujer no puede hacerlo, pero ésos son los pocos trabajos que una mujer es más limitado que lo haga [Octavio, 43 años, comunicación personal, 12 de octubre de 2019].

La fuerza física surge como una de las características principales que diferencian a las mujeres y a los hombres al enfrentarse a las labores del hogar, argumento utilizado como fundamento para asignar el trabajo técnico al hombre y relegar a la mujer a las tareas de limpieza y cuidado (Cucchiari, 2013). En este sentido, el entrevistado conserva las representaciones tradicionales sobre la mujer y el trabajo doméstico. Sumado a esto, existe la idea de que la mujer es la principal encargada del hogar, y cuando los hombres realizan trabajo doméstico es porque no tienen otra alternativa:

[…] no quita masculinidad para nada, es lo que hay que hacer nomás, es una tarea, no tiene que ver lo masculino, con los deberes de tu casa [...] si no quieres tener el mojón del perro [excremento de perro] ahí, tienes que sacarlo, y ¿para qué está eso? está la mujer, la esposa, la nana [señora de servicio], pero si no tienes eso y tienes solamente a tu pareja y los dos son hombres o las dos son lesbianas… [Juan Pablo, comunicación personal, 12 de octubre de 2019].

Lo citado anteriormente sugiere que el hecho de que ambos miembros de la pareja se involucren en las tareas domésticas no implica necesariamente que rechacen los estereotipos de género tradicionales, los cuales a su vez pueden interactuar con un discurso igualitarista en las parejas (Carrington, 1999). A pesar de esto, cabe destacar que los entrevistados, al describir cómo sería el tipo ideal del encargado del trabajo doméstico, no nombraron características asociadas con lo femenino, sino generales, como la responsabilidad y la paciencia. De este modo, es posible argumentar que en las parejas entrevistadas no se encontró que la distribución de tal trabajo siguiera los parámetros establecidos por las normas de género tradicionales.

Preferencias

En las parejas entrevistadas, el gusto o desagrado por una u otra tarea es fundamental para decidir quién se hará cargo de la labor. Los individuos que mostraron menor gusto por el trabajo doméstico en general, fueron descritos por sus parejas como los que menos se preocupaban por el estado de la casa, por lo que los segundos presionaban para que desarrollaran más actividades dentro del hogar, o directamente asumían las labores que no se realizaban. Un ejemplo de esto se observa en la pareja de Wilter y Armando, quienes declararon que existió un periodo en la relación en el cual establecieron reglas para asignar las tareas de cada uno en el hogar. Dado que existían labores que a Wilter no le agradaban, a través de la aplicación de las reglas previamente establecidas Armando persuadía a Wilter para que contribuyera en dichas tareas:

[...] a él no le gusta lavar la loza (risas), pero eso es algo que tiene él, que no le gusta… Entonces yo aplicaba un principio, la regla era que él la lavara [...] era para que él aprendiera a lavar la loza, por ejemplo. Yo la puedo lavar, no hay problema, pero que él también lo haga [Armando, comunicación personal, 9 de octubre de 2019].

Habilidades

De acuerdo con la literatura, las habilidades diferenciadas como criterio de distribución del trabajo doméstico cumplen un rol importante en la especialización del trabajo doméstico (Carrington, 1999). En el caso de los entrevistados, también aparecen las habilidades de manera significativa como criterios para asignar las labores domésticas, particularmente las tareas asociadas al mantenimiento y reparaciones dentro del hogar. Las tres parejas por igual destacaron las habilidades que tenía uno de ellos para construir y arreglar cosas, por lo que eran los encargados de realizar este tipo de tareas desde un principio en la relación. Sin embargo, también afirmaron que, de no estar disponible el miembro de la pareja que desarrolla este tipo de trabajo, ellos, de igual manera, buscarían involucrarse ya que consideran que tienen las mismas capacidades físicas que su compañero. Como ejemplo, la profesión del individuo puede favorecer las habilidades en este tipo de tareas:

[...] mi pareja [Gustavo] es arquitecto, entonces él se maneja súper bien con las herramientas, con la parte eléctrica, la plomería, entonces él se preocupa de esas cosas, entonces como que innatamente él es como… en ese sentido, el que mantiene las cosas más estructurales de la casa [Pedro, comunicación personal, 5 de noviembre de 2019].

Estado de ánimo: cansancio

La información analizada arrojó un nuevo criterio operante a la hora de distribuir el trabajo doméstico, el cual es el estado de ánimo, particularmente el nivel de cansancio producto de las jornadas laborales. Cuando uno de los dos se encuentra muy cansado, es la pareja quien se hace cargo de hacer la mayoría de las tareas o se buscan otras alternativas, como posponer su realización. Lo dicho por Juan Pablo ayuda a ejemplificar esto:

Si yo no quiero hacer nada, no hago nada, me echo todo el día en el sillón, solamente preparo el almuerzo [...] y él se pone a hacer cosas porque se aburre, no nos complicamos en eso; yo hago lo que yo quiero, ni él tampoco se enoja si es que yo quiero estar todo el día echado en el sillón. No, no es la idea, pero ya tenemos más de cuarenta años y el cuerpo ya no es lo mismo que cuando tienes 24, 25, 30 años [Juan Pablo, comunicación personal, 12 de octubre de 2019].

El estado de ánimo como criterio de distribución puede fomentar la flexibilidad en el reparto de las labores domésticas, ya que, dependiendo del nivel de cansancio de cada uno de los miembros de la pareja, pueden ir rotando entre ellos las labores que sea necesario realizar. Igualmente, la externalización del trabajo doméstico permite que uno de ellos tome la decisión de no realizar ningún tipo de tarea, como es el caso de Juan Pablo, debido a que los quehaceres más importantes pueden ya estar hechos y además la cantidad de trabajo disminuye, por lo que es factible que el otro miembro de la pareja se haga cargo por sí solo.

En síntesis, las justificaciones entregadas por los participantes para explicar en qué criterios se basa la especialización de tareas domésticas son diversas. Al igual que lo observado en las investigaciones sobre el tema, las preferencias y las habilidades son destacadas por los entrevistados a la hora de distribuir el trabajo doméstico. De manera similar, el salario y la disponibilidad de tiempo pueden ser utilizados como criterios por los participantes en contextos especiales, como el desempleo de algún miembro y cuando existen diferencias en la disponibilidad de tiempo de cada uno. Por otro lado, no se identificó que la distribución del trabajo doméstico siga los lineamientos de las normas de género.

Discusión y conclusiones

Los resultados de este estudio muestran que la distribución del trabajo doméstico en parejas de hombres gay tiende a ser desigual en el tiempo de dedicación, confirmando lo enunciado por la literatura (Carrington, 1999). Las preferencias y habilidades son los principales criterios utilizados por los convivientes para distribuir el trabajo doméstico y los argumentos utilizados para justificar cualquier desequilibrio existente, coincidiendo con lo encontrado en investigaciones previas (Barret, 2015; Brewster, 2017; Ceballos Fernández, 2012). El estado de ánimo (cansancio) de los individuos surge como un nuevo criterio destacado a la hora de distribuir el trabajo doméstico.

La externalización de dichas tareas cumple un papel importante a la hora de alivianar la carga de las labores del hogar, favoreciendo que los sujetos participen solamente del mantenimiento de la limpieza; disminuyendo así el tiempo de dedicación y favoreciendo la selectividad al desarrollar las labores domésticas, lo cual se atribuye a distribuciones más equitativas de las labores. No obstante, de acuerdo con lo planteado por Devetter (2013), la contratación de una persona externa puede no estar motivado por una especialización, sino por un rechazo de algún miembro de la pareja al trabajo doméstico; por ello, se decide externalizar estas tareas para evitar que todo el trabajo recaiga en una sola persona.

La mayoría de los entrevistados tiene un discurso más igualitario sobre la distribución del trabajo doméstico, considerando que los quehaceres se reparten de manera equitativa con su pareja (Ceballos Fernández, 2012). Del mismo modo, son conscientes de la carga de trabajo que puede tener su compañero, tanto del tipo doméstico como del remunerado, por lo que discursivamente expresan que buscan apoyar al otro mediante la participación en los quehaceres. Sin embargo, este discurso de igualitarismo se contradice con la realidad de sus hogares en relación con las tareas domésticas, debido a que se puede percibir la existencia de una distribución desigual, a diferencia de lo que ellos expresan en su discurso sobre una asignación del trabajo equitativa (Civettini, 2016). Igualmente, cabe destacar que la forma de organizarse es más flexible que en las parejas heterosexuales, lo que se traduce en que las tareas que no fueron asignadas mediante la especialización, son rotadas entre los miembros de las parejas.

A pesar de que la presente investigación no analiza directamente el papel que cumplen las normas de género y los estereotipos en la distribución del trabajo doméstico de las parejas entrevistadas, dada la complejidad que trae consigo este tipo de análisis, se puede destacar que éstas presentan opiniones contrarias frente a la aceptación de los roles de género tradicionales. Por un lado, existe una ruptura en la estructura tradicional que se observa en las parejas heterosexuales, pero, por otra parte, las concepciones clásicas de lo femenino y masculino se mantienen presentes. Sumado a esto, la externalización del trabajo doméstico mediante la contratación de una empleada doméstica o a través de la ayuda proporcionada por algún miembro femenino de la familia, contribuye a la reproducción de los roles de género (Gallego Montes y Vasco Alzate, 2017). Por lo tanto, la externalización favorece que el trabajo doméstico siga siendo asociado a lo femenino, pese a que el hogar esté conformado por parejas de hombres gay.

Resulta importante que futuras investigaciones relacionadas al tema abarquen una perspectiva de género en sus análisis y, de esta forma, puedan contribuir al conocimiento sobre las dinámicas domésticas de los hogares LGTBIQ. Asimismo, se estima pertinente la ampliación de la muestra y la consideración de características sociodemográficas, como el nivel socioeconómico o educacional en el momento de seleccionar a los entrevistados, debido a que estas características pueden generar diferencias en la distribución del trabajo doméstico.

También creemos que es importante incluir a la población LGTBIQ como parte de las muestras de las encuestas que se realizan a nivel nacional, para así contar con datos cuantitativos que permitan dar cuenta del panorama general de esta población. A pesar de esto, consideramos que el presente estudio entrega un aporte a la investigación sobre la distribución del trabajo doméstico en hogares de parejas del mismo sexo que residen en Santiago de Chile, y abre las puertas para que surjan más investigaciones que aborden este tema.

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1 El concepto de outsourcing, utilizado en la literatura anglosajona, se refiere a “todo fenómeno por el cual el empleador se desvincula de una actividad o proceso del ciclo productivo que venía realizando para trasladarla a un tercero” (Delgue, 2000, citado por Villasante, 2010, p. 1). Dicho término presenta diversas traducciones al español, entre ellas los conceptos tercerización y externalización (Lastra Lastra, 2013), lo cuales presentan sutiles diferencias entre sí. Se ha escogido utilizar el término externalización dado que es el concepto que se usa en la literatura para aludir a la contratación de una persona externa que se encargue del trabajo doméstico y de cuidado. Asimismo, dicho concepto da cuenta del modelo de producción; en cambio la tercerización es entendida como la relación laboral producto de la externalización (Basualdo y Morales, 2014).

Recibido: 20 de Marzo de 2020; Aprobado: 27 de Agosto de 2020

Acerca de los autores

Sarah Baïz es licenciada en Sociología por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Alberto Hurtado. Ha apoyado a instituciones como TECHO Chile en la implementación y evaluación de proyectos; también ha apoyado a la organización Acciongay. Sus líneas de investigación son: género, familia y políticas públicas. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6509-1626

Entre sus publicaciones se encuentran:

Abarca Saavedra, I. y Baïz, S. (2020). Representaciones sociales de estudiantes universitarios en Santiago de Chile sobre el consumo de marihuana. Revista Argentina de Estudios de Juventud, 14, e038. https://doi.org/10.24215/18524907e038

Ignacio Abarca Saavedra es licenciado en Sociología por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Alberto Hurtado. Apoya a organizaciones en el área de implementación y evaluación de proyectos en instituciones como TECHO Chile y Consultorías Agraria. Sus líneas de investigación son: consumo de drogas en población joven, y género y familia. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2470-3926

Entre sus publicaciones se encuentran:

Abarca Saavedra, I. y Baïz, S. (2020). Representaciones sociales de estudiantes universitarios en Santiago de Chile sobre el consumo de marihuana. Revista Argentina de Estudios de Juventud, 14, e038. https://doi.org/10.24215/18524907e038

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