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Estudios demográficos y urbanos

versión On-line ISSN 2448-6515versión impresa ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.37 no.2 Ciudad de México may./ago. 2022  Epub 27-Jun-2022

https://doi.org/10.24201/edu.v37i2.2057 

Artículos

Movilidad residencial y anclajes en la Zona Metropolitana del Valle de México: división socioespacial en las colonias populares periféricas

Residential mobility and anchorages in the Metropolitan Zone of the Valley of Mexico: Socio-spatial division in the peripheral popular neighborhoods

Jean-François Valette1 
http://orcid.org/0000-0002-4023-0586

1Universidad París 8 Vincennes-Saint-Denis. Dirección: 2, rue de la Liberté, 93 526 Saint-Denis, Francia. Correo: Jean-francois.valette02@univ-paris8.fr


Resumen

En la metrópoli de México, como en otras partes, la movilidad residencial intraurbana es un motor importante de la reconfiguración de la división socioespacial. En las colonias populares la pobreza es predominante; sin embargo, esta característica resulta insuficiente para explicar dichos espacios. El objetivo del artículo es comprender los mecanismos de los anclajes residenciales, así como las recomposiciones socioespaciales que éstos implican. A través del análisis de datos censales y encuestas exploratorias, se pone énfasis en la articulación de los lugares y la variedad de las experiencias de sus habitantes, volviendo obsoletos los enfoques únicos en términos de relegación-consolidación sistemática, o fragmentación.

Palabras clave: anclajes; división social del espacio; filtrado; maduración; México; movilidades residenciales; periferia; colonias populares; trayectorias

Abstract

In the Mexican metropolis, as elsewhere, intra-urban residential mobility is an important driver of the reconfiguration of the socio-spatial divide. In the popular neighborhoods, poverty is predominant; however, this characteristic is insufficient to explain these spaces. The objective is to understand the mechanisms of residential anchoring, as well as the socio-spatial recompositions that these imply. Through the analysis of census data and exploratory surveys, emphasis is placed on the articulation of places and the variety of experiences of the inhabitants, rendering obsolete the unique approaches in terms of systematic relegation-consolidation, or fragmentation.

Keywords: anchors; social division of space; filtering; maturation; Mexico; residential mobilities; periphery; popular neighborhoods; trajectories

Introducción

Desde hace cuarenta años aproximadamente, la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) experimenta un movimiento de desconcentración de la población, el cual ha originado un importante crecimiento urbano. Desde hace veinte años, mantiene también un proceso de densificación del pericentro que ha alcanzado inclusive un retorno al crecimiento en el centro occidental. Como la mayoría de las metrópolis, la ZMVM está atravesada por una dinámica de poblamiento cuya movilidad residencial intraurbana es uno de los principales impulsores de la reconfiguración de la división socioespacial, tanto en la escala metropolitana, como en las locales.

Entre 2010 y 2015 fueron registrados más de un millón de cambios de municipio de residencia en la ZMVM (INEGI, 2015). Dicha información brinda una idea de la magnitud de las mudanzas y de la importancia de estudiar la estructuración de las estrategias de movilidad y anclaje. Eso se observa principalmente en las periferias populares, donde el tejido de la población residente no se puede apreciar a la luz de la homogeneidad y de la estabilidad. La metrópoli ha entrado en una dinámica de poblamiento en la cual los itinerarios residenciales intraurbanos más numerosos y complejos constituyen marcadores importantes de los cambios urbanos y las maneras de vivir en la ciudad (Zelinsky, 1971; Duhau, 2003; Di Virgilio, 2011; Dureau, Giroud y Lévy, 2014; Imbert et al., 2014; Chávez Galindo et al., 2016; Le Roux, 2017; Ramírez, 2018; Valette, 2019).

El análisis de las movilidades residenciales en las zonas populares periféricas (hablamos de “colonias populares” cuando nos referimos a las que surgen fuera de la producción urbana planificada) permite cuestionarnos acerca de la variedad de las experiencias de sus habitantes y de sus entornos. Por una parte, desde hace veinte años existe una literatura abundante sobre las recomposiciones en la reapropiación del centro y el pericentro (Delgadillo, 2016), y sobre las operaciones inmobiliarias de los conjuntos habitacionales de interés social (Monkkonen, 2012; Montejano, Caudillo y Cervantes, 2018; Salinas, 2016). Pero, por otra, el análisis a través del concepto del anclaje en colonias populares permite actualizar los conocimientos sobre el crecimiento urbano de los últimos veinte años por un tipo de producción urbana que sigue siendo mayoritaria. En la década de 2000, más de la mitad de la producción habitacional se concentraba en colonias populares. En 2010, dos tercios de la población todavía residían en estas zonas (Connolly, 2009; Valette, 2014; Streule et al., 2020). Sin embargo, las condiciones de pobreza no pueden caracterizar de manera única y homogénea esas colonias (Ribardière y Valette, 2014). Las condiciones sociorresidenciales de esos espacios han mejorado con el tiempo, pero también éstos se encuentran diversificados: algunas microdivisiones sociales muestran una importante heterogeneización que se puede vincular a la dimensión político-jurídica de los procesos de regularización de las colonias populares (Valette, 2015).

La evolución del perfil social de esos lugares nos hace pensar en una maduración de los contextos y experiencias (Dureau y Gouëset, 2010; Imbert, Brune y Rozenholc, 2011; Berger, Aragau y Rougé, 2014); el concepto de maduración abarca la diversificación de la composición de la población residente, la consolidación del entorno urbano (la colonia), el anclaje residencial de los habitantes y el desarrollo de los recursos urbanos en los alrededores. Al mismo tiempo, las movilidades cotidianas y los sistemas de actividades de sus habitantes no se pueden limitar a un aislamiento o, por el contrario, a la obligación de salir de su colonia para acceder a la ciudad (Valette, 2017).

Las colonias populares se dan a conocer como los espacios donde se observan procesos complejos de anclajes de los residentes. Estos anclajes brindan algunas claves pertinentes para entender las trayectorias de los lugares desde las trayectorias de sus habitantes. Finalmente, las colonias populares no son únicamente lugares de relegación, ni tampoco lugares de consolidación sistemática.

Siendo parte de un conjunto de dinámicas observadas a varias escalas espaciales (individual, hogar, entorno, asentamiento, metrópoli y más allá) y temporales (cotidiano, actividades, red social y familiar, y ciclos de vida), ¿de qué manera las movilidades y los anclajes residenciales en las colonias populares dan forma a la organización de la división socioespacial? ¿Qué indicios nos dan las movilidades residenciales sobre los cambios urbanos que están sucediendo en términos de acceso a la ciudad?

Los anclajes implican, por un lado, una fuerte conexión a la vivienda gracias a la existencia de una red social y familiar, la cual permite el acceso a los recursos locales (Berroir et al., 2017; Cosacov, 2017). Por otro, involucran, al nivel de la colonia, prácticas locales, relaciones sociales y una inserción importante, así como un conjunto de representaciones positivas (Hernández Espinosa, 2015; Berroir et al., 2016; Cosacov, Di Virglio y Najman, 2018). La hipótesis que aquí se propone es que los anclajes son los vectores de una diferenciación social de los espacios de vida, pero también son los vectores de la complejización de los territorios periféricos a través de una sutil inscripción de las desigualdades sociales en el espacio residencial.

Por lo anterior, el objetivo de este trabajo es doble: por un lado, comprender los aspectos espacio-temporales de la movilidad residencial y sus consecuencias sobre las dinámicas de la división socioespacial en las escalas metropolitanas y locales; por otro, enfocarse localmente (por medio de algunos esquemas de movilidad residencial) sobre la combinación de las trayectorias individuales y los espacios para comprender la experiencia espacial de los habitantes. Dicha experiencia no debe limitarse únicamente a la vivienda, ya que la manera en la cual los individuos y los grupos configuran sus experiencias residenciales hace destacar una mayor dimensión de la construcción de las trayectorias de las personas, así como de los lugares.

A partir de la encuesta intercensal de 2015, asociada a un trabajo de campo efectuado entre 2009 y 2019 -mediante entrevistas exploratorias realizadas con residentes de zonas populares, que hacen posible un enfoque biográfico-, el análisis intenta comprender los mecanismos de los anclajes residenciales y las recomposiciones socioespaciales que éstos implican. En primer lugar, la reflexión se orienta, con los debates actuales, alrededor de la movilidad intraurbana y la división social del espacio, centrándose sobre la manera en la cual el anclaje permite una apreciación sobre las trayectorias de los habitantes y sus contextos. En segundo lugar, se estudian esas trayectorias a través de los esquemas generales de movilidad y filtrados dentro de la metrópoli. Por último, el análisis de las trayectorias residenciales de individuos y de su entorno permite un estudio más detallado de las movilidades sociales en un contexto urbano caracterizado por la pobreza y la desigualdad.

1. Enfoque teórico y metodología: el anclaje como perspectiva

La movilidad, “hecho común” (Brun, 1993, p. 4), nace de una construcción territorial, y viceversa. Los debates alrededor de lo que impide la movilidad, ya sea residencial o cotidiana, así como algunos estudios que abordan la cautividad e inmovilidad que sufren los grupos más pobres en la periferia, cuestionan el vínculo entre movilidad y segregación (Jouffe y Campos, 2009).

1.1. Movilidades y anclajes para entender los cambios urbanos

El anclaje se caracteriza por un proceso doble: a nivel de las interacciones sociales y en relación con la identidad del individuo (Bertrand, 2011). Individual y colectivo, puntual y en red, en la colonia y en la ciudad, cotidiano y a lo largo de la vida, el anclaje es ante todo un nexo con la movilidad, el cual se caracteriza por múltiples lugares, formas y tiempos. Abordar el tema del anclaje en las colonias populares de las periferias de la ZMVM requiere alejarse de ideas positivistas, exhortando las virtudes de lo local, así como de la estabilidad (dentro de un proceso asociado a una ascensión social). El anclaje no significa tampoco un aislamiento o un arresto domiciliario. Más allá de tal fractura, el anclaje se caracteriza, a la inversa, en una búsqueda de ejes que permiten la articulación entre los espacios y las relaciones entre los individuos.

Las investigaciones recientes sobre el anclaje concuerdan en su carácter multidimensional y multiescalar, así como en su complementariedad con el estudio de las movilidades. Los abundantes trabajos al respecto refuerzan esas dos tendencias, independientemente de que se observe la conexión con la centralidad (Sencébé et al., 2002; Contreras, 2012; Berroir et al., 2016), el vínculo con la urbanidad (Fol, 2010; Bertrand, 2011; Berroir et al., 2017; Cosacov, Di Virglio y Najman, 2018) o el surgimiento de zonas de vida urbana específicas en las cuales las prácticas sociales y las movilidades cotidianas se organizan con una proximidad relativa (Salazar, 1999; Fol, 2010; Lazo, 2012; Dureau e Imbert, 2014).

La perspectiva desde el anclaje también ha alimentado la reflexión sobre la espacialización del entorno y de las redes familiares (Imbert, 2005; Bonvalet y Lelièvre, 2012; Dureau, Giroud y Levy, 2014; Cosacov, 2017), así como el estudio de la articulación de los diferentes lugares de residencia (Imbert, 2005; Dubucs e Imbert, 2014). En fin, el anclaje también permite una nueva mirada sobre la identidad (Ramos, 2006), la ciudadanía (Pujol, 2010; Berthomière e Imbert, 2019), la producción económica (Vignal, 2014), así como sobre las políticas urbanas y de vivienda (Fol y Miot, 2014).

El anclaje se puede entender a través de la movilidad y el conjunto de vínculos entre los diferentes lugares que frecuentan los individuos. El término implica una movilización teórica y metodológica de los trabajos sobre las experiencias de movilidad y las trayectorias biográficas de los individuos y de su entorno, tomando en cuenta la dimensión intergeneracional y los diferentes espacios de vida (Giddens, 1984; GRAB, 1999; Bonvalet y Brun, 2002; Dureau, Beauchemin, Coubès y Delaunay, 2006; Di Virgilio, 2014; Dureau e Imbert, 2014).

Los mecanismos del anclaje participan en reproducir diferentes representaciones del territorio (positivas o negativas) y pueden implicar estrategias para mantenerse en la residencia, o para que la descendencia se pueda establecer en ella. Este proceso puede proceder de trayectorias pioneras, pero también se puede entrelazar con la persistencia de lógicas autóctonas cuya articulación es el origen de una diversidad de posibles configuraciones.

El anclaje se debe entender como el conjunto de las “posibles modalidades de experiencias localizadas” y de las “prácticas que se observan alrededor de un lugar” (Imbert, 2005, p. 63). Estas experiencias y prácticas tienen lugar dentro de un sistema de elecciones y coacciones, individuales y contextuales. El proceso de anclaje se concibe a través de una experiencia local, individual y colectiva, construida gracias a las redes familiares y sociales. Pero también se percibe gracias al surgimiento de una especie de centralidad en las zonas populares, por la diversificación de las prácticas citadinas, especialmente (más no solamente) internas y/o de proximidad. La construcción de los espacios de vida y los mecanismos de consolidación urbana se pueden entender a la luz de una integración entre sus habitantes, mediante sus hábitos en su contexto urbano a diferentes escalas.

Sin embargo, en las colonias populares periféricas de la ZMVM caracterizadas por trayectorias ascendentes, el enfoque de la consolidación urbana parece insuficiente. Considerar los datos relativos al contexto de la tenencia de la tierra -para observar el uso del suelo urbano en espacios que tienden a ser irregulares- y al contexto organizacional -para percatarse de la importancia de la dimensión colectiva en la regularización física de dichos contextos-, nos permite comprender las movilidades espaciales de los individuos y su presencia en las relaciones de poder locales.

A nivel de los individuos, de los hogares y de las colonias, el anclaje es un doble vector. Primero, es vector de un relativo empoderamiento: el lugar del anclaje es un punto fijo como origen de las movilidades. Segundo, es vector de cautividad: un punto fijo de inmovilidad. Este punto de vista nos permite superar el ángulo del análisis movilidad-modernidad generalizado.

Resalta la importancia del análisis de los habitantes inmóviles y de aquellos que se escapan al examen de la mezcla de evoluciones individuales y contextuales mayores (Dureau, Beauchemin, Coubès y Delaunay, 2006). De manera más general, se formula de nuevo aquí la pregunta (antigua, desde luego) de las desigualdades ante la movilidad. Se cuestiona también la diferenciación social en los procesos de anclaje a la colonia de residencia a través del apego al lugar (Ramadier, 2007). Estas desigualdades se deben entender según las tendencias que genera el anclaje en relación con la libertad de elección y el acceso a la movilidad social y espacial.

1.2. Fuentes y métodos para comprender los anclajes en las colonias populares

El estudio se realizó en un conjunto de zonas que fueron edificadas en los años 1990 en las periferias de la ciudad. Ahora se encuentran en proceso de consolidación urbana, y se caracterizan por un lento crecimiento demográfico debido a la movilidad intraurbana. Aunque esta selección de zonas representa parcialmente a la metrópoli, atestigua una diversidad de realidades periféricas, en términos de conexión con el resto de la ciudad, de morfología, entorno urbano, y contexto político, jurídico y administrativo. De esta manera, seleccionamos cuatro zonas, de aproximadamente 15 000 habitantes cada una (Figura 1), en dos municipios del Estado de México y dos alcaldías de la Ciudad de México.

Fuente: Ajustes propios con datos de OCIM, 2005; INEGI, 2012. Encuestas 2010-2019.

Figura 1 Poblamiento y perfiles socioespaciales de cuatro zonas periféricas 

Al sur, Milpa Alta representa un contexto de pueblos periurbanos, en parte desconectados del resto de la ciudad. De manera más precisa, en el pueblo de San Pablo Oztotepec ha habido un crecimiento poblacional en terrenos donde la construcción está prohibida, ya que tienen una tenencia específica bajo el doble régimen social de comunidad y suelo de conservación. Los perfiles socioespaciales de las manzanas, observados según el ángulo de la pobreza en otros trabajos (Valette, 2015), reflejan un gradiente radio-concéntrico desde el núcleo (Figura 1).

En el sureste, la colonia Santiago Zapotitlán, en la alcaldía Tláhuac, se caracteriza por una especulación inmobiliaria considerable debida a la llegada de la Línea Dorada del Metro en 2015. El gradiente de urbanización que se observa de norte a sur se extiende a las colonias Ampliación La Conchita y Tempiluli. Los contextos residenciales más recientes se distinguen por una población pobre, además de que la regularización de sus colonias quedó pendiente desde 2011.

Más al este, la población del municipio de La Paz, ubicado en el Estado de México y conectado al resto de la metrópoli gracias al Metro, se ha duplicado en veinte años, sobre todo por la movilidad residencial intraurbana. En los cerros, en las colonias populares Jorge Jiménez Cantú y Lomas San Sebastián, el paisaje está marcado por la expansión a lo largo de un frente de urbanización procedente de la desconcentración de las zonas pericentrales de Nezahualcóyotl e Iztapalapa. En esta zona se observa un contexto de precariedad fuerte y generalizada.

Finalmente, Cuautitlán, ubicada en el norte del Estado de México, es una zona de desconcentración de actividades industriales y uno de los espacios de mayor crecimiento urbano bajo la forma de conjuntos habitacionales de interés social, en los que vive más del 60% de los habitantes del municipio. La expansión de colonias populares como Lázaro Cárdenas, Tlaxculpas y Tlaltepan, se produce en los intersticios de los conjuntos habitacionales, con persistencia de pobreza. Sin embargo, los niveles de pobreza en Cuautitlán no son tan altos como en las otras tres áreas de estudio.

En esas cuatro zonas analizamos simultáneamente diferentes tipos de datos para poder cruzar las informaciones y diversificar los niveles de contextualización: del individuo y el hogar hasta el espacio metropolitano, pasando por la vivienda, la manzana, la colonia y el municipio. La Encuesta Intercensal de 2015, realizada por el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), nos permite una lectura sistemática de las movilidades, pero también de las características sociales de los individuos y hogares móviles en un periodo reciente (véase el Anexo A). Además, para tener una mayor comprensión de las trayectorias residenciales de los habitantes y su relación con la ciudad, realizamos dos encuestas de campo a nivel de los individuos residentes y su entorno social (familia, vecinos, amigos). Así, entre 2010 y 2011 realizamos 139 entrevistas exploratorias y recopilamos 366 cuestionarios entre habitantes y líderes de colonias populares con el fin de entender los itinerarios y las estrategias residenciales. Por otra parte, entre 2014 y 2019, efectuamos veinte entrevistas más, con los mismos habitantes entrevistados en el periodo 2010-2011, sobre las estrategias relativas al mercado de la vivienda (véase el Anexo B).

La posibilidad de exponer tendencias generales y tomar en cuenta dimensiones más específicas mediante el uso simultáneo de fuentes censales e información cualitativa, permite entender de varias maneras las prácticas residenciales, las trayectorias sociales, espaciales, y ciertos sistemas de anclaje que se están llevando a cabo en esas colonias populares periféricas.

2. Las movilidades residenciales como impulsoras de la división socioespacial en la periferia popular de la metrópoli

Para entender las trayectorias individuales y contextuales que tienen lugar en las periferias populares de la metrópoli de México, utilizamos modelos generales de los sistemas de movilidad y las dinámicas socioespaciales que conllevan. Los censos no permiten el estudio de categorías completas de personas móviles urbanas -personas sin declarar, sin domicilio, apátridas, trasladadas, etc.-, pero facilitan la posibilidad de un estudio sistemático de la movilidad.

2.1. La gran importancia de las trayectorias intraperiféricas

A partir del año 2000, el censo permite un análisis de los movimientos intraurbanos. Por lo tanto, hace posible examinar estas movilidades a través de los destinos y amplitudes (volúmenes) en relación con la estructura del empleo metropolitano (Salazar e Ibarra, 2006a; Sobrino e Ibarra, 2008; Suárez y Delgado, 2010). También hace posible estudiar el vínculo con las políticas públicas, especialmente las relativas a la vivienda (Paquette y Delaunay, 2009; Isunza Vizuet, 2010; Núñez, 2018) o al transporte (Salazar e Ibarra, 2006a). Paquette y Delaunay diferencian las trayectorias que tienen como destino el centro de la ciudad (una migración calificada de exigente), de las que proceden desde el centro hacia antiguas periferias populares informales que hoy en día se encuentran consolidadas (2009). Al mismo tiempo, Duhau (2003) señala que las movilidades residenciales intraurbanas parecen reforzar las tendencias de la división social del espacio existentes en la metrópoli (el gradiente radio-concéntrico y la fuerte oposición entre este y oeste), en lugar de generar nuevos modelos de recomposición urbana (Duhau, 2003; Duhau y Giglia, 2008). Por otra parte, Suárez, Murata y Delgado (2015) cuestionan el vínculo entre estrategias profesionales y localización residencial, lo cual alimenta el debate sobre las carencias de las políticas de planificación territorial en un contexto de ciudad neoliberal.

A partir de los datos censales, fue posible poner en evidencia la dinámica interna de la ZMVM, por un lado, y por otro, su complejización desde la década de 1990 (Duhau, 2003; Graizbord y Acuña, 2007; Salazar e Ibarra; 2006b, 2008; Sobrino, 2007; Isunza Vizuet, 2010; Chávez Galindo et al., 2016; Nuñez, 2018; Valette, 2019). Entre 2010 y 2015 fueron registrados alrededor de 1.6 millón de cambios de residencia intermunicipales con destino a algún municipio de la ZMVM, lo que equivale a casi 8% de la población actual de la metrópoli. Entre estos movimientos, 1.05 millón provenían de la misma metrópoli (dos tercios del total). Enfocarse únicamente sobre la movilidad residencial interna en la ZMVM vuelve más específicas las características de las recomposiciones en curso.

Para tomar el pulso de la metrópoli, se exploran las diferentes polaridades en los esquemas para el periodo 2010-2015 (Figura 2). En el caso de las llegadas (en el municipio de residencia registrado en 2015), destacan el centro, el pericentro y la periferia norte y oriental. Para las salidas (municipio de residencia en 2010), sobresalen el centro-este, popular y denso, y los municipios pericentrales populares en estado de saturación: Ecatepec, Iztapalapa o Nezahualcóyotl. Por otra parte, el peso del saldo migratorio en la población total (en 2015) refleja los efectos de fuerte repulsión del centro y pericentro este, y de manera opuesta, de fuerte atracción en las periferias del este, pero sobre todo en el noreste, donde se localizan las zonas de construcción de grandes conjuntos habitacionales desde la década de 2000. Estos esquemas están más matizados que en el periodo 2005-2010 (Valette, 2019), ya que ha sido criticada la viabilidad de la urbanización periférica bajo la forma de grandes proyectos inmobiliarios, por un lado, y se ha observado el dinamismo acentuado del centro-oeste con la densificación de la CDMX, por otro. En fin, la comparación entre los saldos migratorios y su peso en la población en 2015, y la proporción de habitantes que viven desde hace cinco años en el mismo municipio, revela una situación relativamente estable. El centro, así como la periferia norte, muestran un turn-o importante. Sin embargo, ciertos municipios como Nezahualcóyotl, que tienen un saldo migratorio negativo, reflejan una estabilidad de la población residente.

Fuente: Elaboración propia con base en EIC, INEGI, 2015; Valette, 2019; Magrit CNRS.

Figura 2 Movilidad residencial en México entre 2010 y 2015: polaridad y peso en el poblamiento 

En síntesis, se presenta, primero, un anillo popular saturado -constituido por los municipios poblados masivamente desde los años 1950 bajo la forma de colonias populares-, que se encuentra en fase de declive. Segundo, los anillos periféricos secundarios tienen una ligera baja en su dinamismo migratorio. Tercero, las periferias del norte se convierten en la zona principal de atracción de las dinámicas de movilidad residencial total o intraurbana. La ciudad pasa de un modelo monocéntrico -donde la movilidad se realizaba de manera radial-, a uno policéntrico, en el cual los flujos migratorios definen nuevos lugares de centralidad (Aguilar y Ward, 2003; Suárez y Delgado, 2010).

2.2. Perfil de móviles, enfoque del filtrado y división socioespacial

Los datos censales permiten dar a conocer la inscripción de los individuos que han experimentado una trayectoria residencial intraurbana en el espacio social (Passeron, 1990); el perfil social de la población móvil se estudia mediante el análisis de su etapa actual. Para caracterizar las movilidades, a partir de los datos de 2015 se analizan las posiciones sociorresidenciales como referencia a un enfoque usual del estudio de estas trayectorias (Authier et al., 2010a; Bertrand, 2003, 2005; Bonvalet y Brun, 2002).

La posición sociorresidencial asocia la posición social a la residencial -lo que permite observar las características vinculadas a la vivienda, su ubicación y su dimensión simbólica-. De esta manera, seleccionamos las variables sobre el ciclo de vida y las condiciones de vida de los migrantes: por una parte, la posición social, en términos sociodemográficos (edad, hogar) y socioeconómicos (nivel académico, ingresos), y por otra, las variables sobre la residencia (tipo de vivienda, tenencia). Con el análisis de esos seis indicadores (Cuadro 1), se pueden destacar ciertas características de la población móvil en comparación con el resto de la población urbana: la primera es que es en general más joven, y tiene mayores ingresos y mejores niveles académicos. Estos habitantes tienden a vivir más en departamentos en condición de inquilinos.

Cuadro 1 Perfiles de la población móvil y de la población total:variables censales y modalidades usadas para el análisis 

Indicador/ variable / dato Código modalidad Modalidad a partir de muestra detallada Población (%)
Total ZMVM (residente) Con movilidad residencial intraurbana *
Edad persona a5a14 5-14 años 16.0 18.3
a15a24 15-24 años 16.7 17.8
a25a34 25-34 años 16.0 26.6
a35a49 35-49 años 21.9 26.2
a50a64 50-64 años 14.7 8.8
a65+ 65 años y más 7.7 2.3
Tipo hogar  Fnuc Familia nuclear 56.1 62.0
Famp Familia ampliada 36.4 28.6
Fcom Familia compuesta 1.5 2.2
Fotr Otro tipo hogar 6.0 7.3
Tipo vivienda  Casa Casa individual 82.8 73.0
Depa Depto. en inmueble 13.9 23.7
Vecin Vecindad 3.2 3.1
Logotr Otro tipo vivienda 0.1 0.2
Tipo ocupación vivienda Propie Propietario 58.3 48.6
Renta Inquilino 18.9 35.4
Stotr Otro tipo ocupación de vivienda 22.8 16.0
Ingresos mensuales promedios hogar  Quintrev01 Primer quintil 12.4 10.3
Quintrev02 Segundo quintil 17.1 15.7
Quintrev03 Tercer quintil 20.5 20.1
Quintrev04 Cuarto quintil 22.5 21.7
Quintrev05 Quinto quintil 27.5 32.2
Educación   Noetu Sin estudios 8.6 5.3
Etuba Básico (inferior o igual a secundaria) 49.2 43.2
Prepa Preparatoria 19.6 22.2
SupTe Estudios superiores a preparatoria para carreras técnicas y comerciales 4.5 4.2
Sup Superior: estudios superiores a preparatoria 18.1 25.2

* Movilidad residencial intraurbana obtenida por identificación de un cambio de municipio de residencia entre 2010 y 2015. Nota: Población de referencia: población de cinco años y más. Fuente: Cálculos propios a partir de la muestra del EIC (INEGI, 2015).

Al cruzar estos datos sociorresidenciales con la localización, se busca calificar los perfiles sociales de los que llegan y los que salen de los territorios analizados. Eso permite tener una mejor visión de las trayectorias de los individuos y de los lugares. A cada migrante se le atribuye una posición sociorresidencial. En cuanto al cambio de residencia, se posee la información del municipio de origen y del de destino en la ciudad. Entonces, los contextos residenciales se pueden analizar a partir de la estructura social, explorando las correspondencias entre los indicadores que caracterizan a los individuos móviles, y observando el papel de las localizaciones en relación con dichas combinaciones.

Un análisis exploratorio de correspondencias múltiples (ACM) de seis variables constituye un método clásico para analizar las asociaciones o exclusiones que estructuran el 1.05 millón de migrantes intraurbanos descritos simultáneamente (27 modalidades, Cuadro 1), destacando los principales factores de esas diferenciaciones (véase la Figura 3).

Fuente: Elaboración propia con base en la muestra del EIC (INEGI, 2015).

Figura 3 Posiciones sociorresidenciales de los migrantes y localizaciones: perfil de trayectorias y territorios de origen y destino 

Aparece una escala de pobreza, con una oposición de sobrerrepresentaciones: se observan, por un lado, los individuos de entre 25 y 34 años y/o personas con un nivel educacional alto y/u hogares con altos ingresos, y, por otro lado, las personas con bajos niveles educativos y/o los hogares con ingresos bajos, o también los niños. El segundo factor que muestra diferencias dentro del grupo de los jóvenes móviles es una oposición entre los niños y los jóvenes adultos que dejan el domicilio familiar. Al final, se trata de dos factores que reflejan las diferencias clásicas entre las movilidades residenciales, según los recursos socioeconómicos y las etapas del ciclo de vida familiar.

A esas correspondencias se les sobreponen las propiedades espaciales de las movilidades como variables complementarias: el lugar de residencia anterior y el actual. Éstas describen las trayectorias residenciales al nivel de los grandes anillos de urbanización (Figura 3). Entonces, se puede observar que, con destino a las periferias y con una representación mayor al promedio de los migrantes, se encuentran los de bajo ingreso y/o bajo nivel educativo; mientras que, con destino a la ciudad central, se encuentran, más que en promedio, los de mayor ingreso y con altos niveles educativos. De tal manera que, entre esas configuraciones contrastadas, se puede apreciar un continuum relativo en relación con el lugar de destino.

La proyección de los municipios de salida y de llegada de la población móvil nos lleva a la misma conclusión. Nos permite ordenar las cuatro zonas de estudio: La Paz se vincula con condiciones de vida a priori más precarias que Milpa Alta y Tláhuac; Cuautitlán parece menos afectado por la pobreza en cuanto a las salidas, pero un poco más para las llegadas.

En esta relativa contextualización destaca la existencia de dinámicas de filtrado residencial dentro de los parques residenciales existentes. En términos sociodemográficos, se hace una diferencia entre los que se van o llegan, y los que se quedan. El concepto de filtrado fue introducido por H. Hoyt (1939) en un análisis de las movilidades residenciales a partir de un estudio de los valores de localización y de tenencia de la tierra. Entonces, el filtering process revela un proceso de selección social de los residentes, de movilidad residencial y social (Bacqué y Lévy, 2009, p. 319). La identificación del filtrado constituye una condición previa al análisis de posibles cadenas de desocupación de viviendas y representa una parte fundamental sobre la cuestión del acceso a la vivienda, y por ende, del proceso de división socioespacial.

En la metrópoli de México se observa que, por un lado, el incremento del valor de las propiedades en el centro contribuye a la exclusión de los hogares sin recursos económicos suficientes para permanecer en la centralidad. Por otro lado, la movilidad de los más humildes, siguiendo un esquema centrífugo, se estructura por el espacio disponible, el precio más accesible del suelo y las políticas de apoyo a la vivienda social en las periferias este y norte. Al hacer un filtrado entre el centro y la periferia, y sin importar el sentido, se reestructura la composición social del pericentro. De tal manera, se vuelve posible la lectura de las características clásicas de la división social de la ciudad, reforzando el nexo entre movilidad residencial y repartición de los grupos sociales dentro de la metrópoli. Esta división se plasma dentro de los debates sobre la gentrificación del centro, la polarización reforzada entre un centro rico y una periferia oriental pobre, y también sobre la constitución de una clase media considerable en el norte.

La cartografía de esas posiciones (origen y destino) destaca esa relativa polarización, ya que se observa un diferencial entre las salidas y las llegadas (Figura 3C). De esta manera, en los municipios con mayor presencia de estratos altos, los que llegan parecen ser relativamente más ricos que los que salen. En otras palabras, el proceso de concentración de los sectores de mayores ingresos se fortalece, así como la especialización de los territorios más privilegiados.

También se puede observar la polarización opuesta. En el caso de los contextos residenciales de los más pobres, los que llegan son más pobres que los que salen; tales son los casos de Milpa Alta y La Paz. En otros términos, las personas que se fueron de estas unidades político-administrativas tienen mejores condiciones de vida fuera de ellas que las que se establecieron allí. Al hacer el filtrado mezclando poblaciones con niveles de pobreza similares, se reproduciría la misma dinámica de poblamiento actual en las zonas populares, pero de manera acentuada. Sin embargo, podemos observar una renovación de la población en el centro o en algunas periferias consolidadas (como Iztapalapa o Nezahualcóyotl) con la llegada de personas más privilegiadas, a comparación de las que salen. En muchos municipios con alta presencia de colonias populares, porque no se trata de una relegación o selección stricto sensu, podemos observar varias tendencias. Primera, la salida de los menos pobres hacia el centro de la ciudad (por ejemplo, desde Tláhuac hacia Benito Juárez, o desde Nezahualcóyotl hacia Iztacalco). Segunda, la salida de los más pobres hacia la periferia lejana (por ejemplo, desde Tláhuac hacia Milpa Alta, o desde Nezahualcóyotl hacia Chimalhuacán). Tercera, la llegada de pobres del centro y de los espacios periurbanos (por ejemplo, desde Cuauhtémoc hacia La Paz, o desde Amecameca hacia Tláhuac). Pero también destaca la llegada de ricos del pericentro (por ejemplo, desde Coyoacán o Iztacalco hacia La Paz).

Las estrategias residenciales de los individuos y de los hogares que producen los flujos aquí analizados a nivel municipal son muy variadas. Pero el análisis de los contextos espaciales -en donde las movilidades tienen lugar-, en términos de la trayectoria ascendente o descendente, pone en relieve un conjunto de movilidades socialmente diferenciales. Las trayectorias de maduración de sectores populares hacen referencia a un poblamiento heterogéneo, abarcando concentraciones de pobreza y mosaicos socioespaciales. De esta manera, se diferencian claramente de la única pauperización o, al contrario, del único enriquecimiento de los contextos residenciales.

La cuestión de la movilidad social, vinculada con esos comportamientos espaciales, también parece implícita. Esa problemática cuestiona entonces el sentido de la trayectoria (Lévy, 2001, p. 35), la cual necesita tomar en cuenta de manera rigurosa las “representaciones de los individuos móviles y (los) diferentes eventos que sucedieron en su vida”. Para hacer eso, se requiere examinar los itinerarios residenciales que implican esos lugares.

3. Enfoque transversal y longitudinal de la movilidad y del anclaje socioespacial en colonias populares

Después de una contextualización de los patrones socioespaciales en la metrópoli, y particularmente en las periferias populares acercadas al ámbito municipal, un cambio de escala a nivel de colonias, hogares e individuos permite explorar más precisamente las movilidades diferenciales descritas antes. Tener un enfoque longitudinal sobre la trayectoria social y espacial de los habitantes nos permite realizar un análisis más preciso de los anclajes, tomando en cuenta las diferentes etapas del itinerario biográfico y los diferentes parámetros de los sistemas residenciales. En un contexto urbano marcado por la pobreza y por la informalidad en el acceso al suelo -pero también por evoluciones importantes vinculadas con la consolidación-, el anclaje se construye en la articulación de lugares de residencia y prácticas diversas. Para ello, se deben cuestionar los perfiles emblemáticos de la movilidad residencial, las elecciones y estrategias -sus determinantes y sus recursos (Dansereau y Navez-Bouchanine, 2002)- que contribuyeron para establecerse en una colonia popular periférica.

3.1. Configuración de los sistemas residenciales: la importancia de la proximidad

Los sistemas de lugares donde se relacionan las movilidades fueron analizados por medio de encuestas y entrevistas exploratorias (Anexo B). Se trata aquí de entender las trayectorias de vida, las estrategias residenciales, el papel del entorno cercano, el contexto familiar, social y profesional, además de las percepciones y experiencias de la colonia y de la ciudad. De esa forma nos acercamos a varios ítems ya comprobados durante la realización de extensas encuestas relativas al enfoque biográfico (GRAB, 1999; Dureau et al., 2006; Bertrand, 2011), a la movilidad (Bonvalet y Lelièvre, 2012; Imbert et al., 2014; Dureau e Imbert, 2014; Coubès, Solís y Zavala de Cosío, 2017), a las opciones residenciales (Huamán y Bareto, 2002; Authier et al., 2010b) y a los nexos con la colonia. Fueron sondeados varios perfiles de residentes -líderes locales, grupos políticos, antiguos residentes, familias conocidas de manera aleatoria, generaciones de jóvenes padres de familia- sobre su situación pasada y actual, así como sobre sus proyectos de vida.

El análisis de la situación anterior a la residencia actual destaca los motivos y tendencias que son determinantes en las elecciones de los individuos y hogares. Algunos son externos: precio del terreno, ubicación del empleo, estrategias de sobrevivencia. Otros están vinculados con las estrategias familiares: reagrupación o lo opuesto, ampliación del núcleo familiar, repliegue temporal, espera, y deseos personales. Todos esos motivos se entienden con el afán de mejorar las condiciones de vida.

La cantidad de etapas residenciales de los entrevistados nos da una primera idea de lo que es la movilidad. De las 139 entrevistas realizadas, registramos de uno a ocho cambios de residencia por persona. La frecuencia no siempre está relacionada con la edad de las personas, y nutre la hipótesis de que las trayectorias más complejas corresponden a los jóvenes. La proximidad sobresale en estas etapas anteriores: 43% de los cambios de residencia se ubica en el interior de los municipios actuales de residencia; seis de cada diez movilidades residenciales se inscriben en el mismo vecindario del domicilio actual, y eso para cualquier tipo de edad. Asimismo, destaca el peso de la proximidad al analizar estas mismas etapas según su dimensión temporal. La densidad de residencia (ratio entre tiempo de permanencia en un lugar y edad) es elevada: tres de cada cuatro cambios de residencia se ubican en el vecindario del domicilio actual.

De manera general, la ubicación de los lugares de nacimiento de los entrevistados (espacio de origen), así como la del domicilio a los 15 años (espacio fundador, Lelièvre y Robette, 2006), corrobora una vez más la importancia de la proximidad: casi la mitad de los lugares de nacimiento y/o de residencia a la edad de 15 años se ubican en el municipio de residencia actual, mientras que entre un quinto y un cuarto se sitúan en el vecindario directo.

Se observa que, para el 70% de las etapas anteriores, los entrevistados vivían en un hogar conformado por un cónyuge y niños, pero los entrevistados también hicieron referencia a la hermandad, a los padres, incluso a los abuelos, etc. Se confirmaron la inscripción sistemática de las etapas residenciales en las redes familiares y la construcción de estrategias según el principio de proximidad a esas mismas redes. La vivienda es un “asunto familiar” (Bonvalet y Gotman, 1993) que toma muchas formas diferentes en cuanto a las opciones de cambio de domicilio.

La inscripción en las redes familiares puede referirse a la cuestión del mismo alojamiento, pero también al acceso a la propiedad y a la vivienda:

  • Los miembros de la familia pueden ser los propietarios del lote, de la casa o de un conjunto de lotes. Las viviendas y/o lotes se prestan, se regalan o se venden -según mecanismos de financiamiento, intercambio, apoyo de diversas formas, externos al sistema bancario clásico y específicos de la producción popular (Schteingart, 1989; Hiernaux-Nicolas, 1991).

  • Se puede tratar de herencias (terreno y/o vivienda), dentro de comunidades de propiedad colectiva (ejido, comunidad), así como de propiedad privada.

  • La familia puede jugar un papel de intermediario en el momento de la compra.

  • La familia puede comprar los terrenos al por mayor para una futura adquisición colectiva con el objetivo de bajar los precios.

La importancia de las redes familiares y sociales, destacada tanto en el anclaje como en la movilidad residencial (Dureau, 2002; Capron y González Arellano, 2010; Cosacov, 2017; Imbert, Lelièvre y Lessault, 2018), es la base de la dinámica de los sistemas residenciales de las colonias populares periféricas de la metrópoli de México. La actividad de esas redes aparece como el emblema de un esquema de proximidad; también contribuye a la formación de un anclaje residencial y a la movilidad interna de la urbe.

Además de la residencia principal, se toman en cuenta las diferentes inscripciones espaciales vinculadas con la dimensión familiar, las redes sociales o la multirresidencia. La ubicación de los diferentes domicilios de los entrevistados demuestra el doble carácter de proximidad e inscripción en las redes familiares de las trayectorias. El análisis del entorno facilita la articulación de los factores endógenos y exógenos de la migración, así como la comprensión de los arbitrajes dentro de un espacio de referencia (Barbary y Dureau, 1993) o de algo que se pueda considerar como tal. “Siempre tenemos a alguien en la colonia”: en ocho casos de cada diez, un miembro de la familia vive en la misma colonia; para siete de diez, la red de amigos considerada como importante también vive ahí. La mayoría de las veces, esas relaciones sociales se acumulan, ya que la cercanía familiar y la de los amigos se fusionan: dos de cada tres entrevistados tienen en su colonia, o en la de al lado, a alguien de su familia y a un amigo cercano.

Para entender la dinámica de poblamiento de la colonia, hay que interesarse en la renovación generacional, la descendencia adulta y la duración de la residencia. En el caso de las colonias populares, Lomnitz (1978), Hiernaux y Lindón (2003), Huamán y Barreto (2002), y también Huamán y González (2008) ya observaban tres características:

  • Poblamiento lento por sucesión de las generaciones de habitantes en el oriente de la ciudad.

  • Fuerte proximidad del domicilio de las nuevas generaciones en comparación con el de los padres en las zonas más recientes.

  • Evoluciones importantes del mercado del suelo urbano y de la vivienda a lo largo de las etapas de consolidación.

Para las nuevas generaciones adultas descendientes de los pioneros, las colonias populares se desarrollan como la única opción viable en cuanto a recursos disponibles y también a redes familiares cercanas -se pueden observar situaciones en las cuales esas nuevas generaciones se quedan en el terreno de sus padres, y no necesariamente corresiden en la misma vivienda- (Salazar, 2021).

El acceso al mercado formal sigue siendo muy complicado para los que salen del hogar familiar por falta de solvencia, por una parte, y debido al alejamiento de las redes familiares, por otra. Así, la construcción de proyectos residenciales basados en un esquema de reproducción de la informalidad no resulta tan fácil. Aunque hagan sacrificios en cuanto a comodidad, el contexto de saturación y valoración del mercado de la tierra y de la vivienda en las colonias populares periféricas contribuye a la complejidad de las estrategias residenciales de las nuevas generaciones. No obstante, tres de cada cinco hijos adultos entrevistados viven en ese círculo de cercanía con los padres, y más de un tercio están en la misma colonia que éstos.

La morfología espacial de las redes familiares está vinculada con cuestiones de consolidación del contexto residencial, así como con el acceso a la propiedad. Eso se evidencia en términos de la inserción en los contextos locales, políticos e históricos, pero también con respecto a la antigüedad de residencia de los diferentes miembros de la familia en dicho espacio. Sin embargo, esta morfología espacial también está asociada a las cuestiones de acceso a los recursos urbanos locales y metropolitanos. Se trata entonces de factores reproductores de microdivisiones socioespaciales, ya que observamos una intensificación de la coexistencia de situaciones sociales diferenciadas por los anclajes familiares, ya sea a nivel de la colonia, de la manzana, o incluso de la parcela.

3.2. Trayectorias espaciales, sociales y políticas de los individuos y de los lugares

¿Qué sentido tiene la trayectoria residencial en una colonia popular? Podemos tratar de responder analizando el tipo de vivienda, la tenencia de la vivienda anterior, la precedente situación jurídica de la posición residencial (según la norma de la tenencia y la norma urbanística), los corresidentes (generalmente los padres), así como los motivos que justifican el cambio de domicilio.

La respuesta “más barato, más grande, nos pertenece” no es suficiente para contestar a la pregunta “¿por qué vino a vivir aquí?”. Por medio de las entrevistas realizadas, apreciamos que la última movilidad residencial se explica por combinaciones y configuraciones complejas. Observamos ciertas reiteraciones (clásicas para ese tipo de movimiento) en los motivos mencionados, los cuales demuestran un nexo entre posición social y residencial (Simmons, 1968; Delaunay y Dureau, 2004). Primero, el precio de la vivienda (mencionado una de cada tres veces) representa una estrategia asumida con consecuencias en cuanto a la ubicación. Segundo, la posición de propietario (una de cada cuatro) se menciona como garantía de independencia, con atributos asociados a un refugio y a un patrimonio para heredar. Tercero, se mencionan las redes familiares y sociales (una de cada cinco) como potenciales vectores de oportunidades. Luego entran en juego factores de adaptación al ciclo de vida (proximidad del empleo y/o de las redes sociales), así como la ubicación, dentro de un sistema de opciones más complejo.

De manera menos intuitiva, a partir de nuestras entrevistas observamos también el nexo entre la vida en una colonia popular y la vida en la vivienda de interés social. En esta última, sobresale la importancia de los mecanismos de créditos que estructuran su acceso. Sin que estos mecanismos sean sistemáticos, es interesante que los movimientos entre dos tipos de zona habitacional no son unilaterales (por ejemplo, únicamente desde la colonia popular hacia el conjunto habitacional). Existen casos donde un cambio de domicilio -desde las viviendas de interés social hacia las colonias populares- se realiza a través de estrategias complejas (uso del derecho a un crédito hipotecario, inversión por alquiler y multipropiedad, adquisiciones para miembros de la familia). Pese a la voluntad política de integración progresiva de la vivienda de las categorías populares en un sistema legal desde hace veinte años, las elecciones residenciales no han cambiado de manera significativa. Pueden combinarse con estrategias para tener en una colonia popular un bien a veces más grande, de mejor calidad y con posibilidades de pago más flexibles fuera del sistema bancario.

En fin, la experiencia residencial en las colonias populares también se debe entender a través del proceso de regularización (planeación y propiedad), así como de las estratificaciones sociales y políticas que implica tal proceso. Por ese motivo, las trayectorias, estables o regresivas, de las personas recién establecidas pueden ser vistas como apuestas a mediano o corto plazo, lo que es bastante común en esas zonas. De tal manera, el frágil equilibrio que existe entre mejoras y regresiones se debe matizar en cuanto a la totalidad de la trayectoria residencial (pasado, presente y futuro), a los niveles del individuo, del hogar y de la familia.

Con este enfoque dentro de los contextos de trayectorias heterogéneas, la división socioespacial también se observa a escala muy fina. No obstante, la tesis de la fragmentación socioespacial -que supone la construcción de fronteras urbanas, la integración selectiva a la ciudad, y una estructuración en archipiélago de las desigualdades (Janoschka, 2002)- tiene sentido en el ámbito de la metrópoli; por ejemplo, para describir contextos de contrastes drásticos como en la parte oeste de la ciudad (Guerrien, 2004). Pero parece restituir de manera parcial las evoluciones de las divisiones de las colonias populares. En dichos espacios, el anclaje familiar y sociopolítico es un vector de diferenciación en las trayectorias de regularización. También, el anclaje permite una relativa comunicación a nivel local, por la necesidad de una organización sociopolítica en zonas caracterizadas por la precariedad (Valette, 2016).

La diversidad de las configuraciones existentes permite descartar la conceptualización de un modelo único de movilidad y de anclaje en las colonias populares. Permite también nutrir la necesidad de analizar esas dinámicas en su complejidad, a lo largo de la trayectoria de los habitantes.

3.3. Trayectorias y desigualdades: una tipología exploratoria

El análisis empírico de ciertos itinerarios residenciales demuestra diferentes configuraciones típicas del anclaje. Las categorías de los sistemas de lugares presentadas aquí no tienen por objetivo la representatividad, la exhaustividad y tampoco la exclusividad de las posibles configuraciones. Sin embargo, pueden alimentar la reflexión sobre los movimientos residenciales en la ZMVM dentro de y desde sus colonias populares en proceso de maduración. Dichas combinaciones alimentan también el debate sobre las desigualdades socioespaciales.

Se debe de tomar en cuenta un conjunto de variables: trayectoria residencial, prácticas cotidianas, participación en la vida colectiva y política de la zona, sentimiento de pertenecer al lugar, representaciones del entorno (específicamente de la inseguridad) y conocimiento relativo de la proximidad residencial (zona y sus alrededores). Al cruzarse dichas variables, se delinean varios perfiles de anclaje residencial marcados por cuatro dimensiones: la primera es el carácter centrífugo del poblamiento de estas zonas; la segunda es la polarización en el espacio local; la tercera es el papel central del espacio local dentro de una circulación a varias escalas; y la cuarta es la multipolarización de las prácticas residenciales mediante estrategias complejas que pueden reunir diferentes parques habitacionales.

En primer lugar, podemos distinguir los perfiles de anclaje con un sistema de lugares interrelacionados, que recuerda el modelo de Turner, calificado de “integracionista” (Coulomb, 1986, p. 266). Este modelo está caracterizado por la instalación socioeconómica de migrantes originarios de otros estados en las zonas centrales, y luego, ya que la instalación está más avanzada, por las salidas desde el centro saturado hacia la periferia en proceso de urbanización y consolidación bajo la forma de amplias colonias populares. La dimensión política de este modelo ha sido criticada desde tiempo atrás, ya que respalda implícitamente la falta de intervencionismo por parte del Estado frente a la ausencia de planeación para las viviendas de los pobres. Este modelo mantiene la idea principal que la forma de lucha contra la pobreza pasa por el acceso a la propiedad (Castells, 1971; Bataillon, 1979; Ward; 1976; Gilbert y Ward, 1985; Coulomb, 1986).

De esta manera, para las personas cuyo esquema es de etapas estados-centro-periferia sucesivas, o para las nuevas generaciones que experimentan movimientos progresivos hacia la periferia, la trayectoria residencial debería entenderse como un proceso de integración citadina cada vez más fuerte conforme nos vamos alejando del centro. Sin embargo, la instalación periférica es frecuentemente asociada a cierto compromiso por aquellos que sacrifican la ubicación con el objetivo de tener una vivienda más cómoda y de mejor calidad (eso implica un anclaje a largo plazo). No obstante, a menudo el modelo de Turner se detalla de manera compleja, conectando otros espacios metropolitanos, incluso extrametropolitanos, vinculados con el entorno. La dinámica del incremento de la oferta de renta en la periferia, consecuencia de la consolidación, permite a dichos espacios volverse una opción residencial directa (sin tener que pasar por el centro) para los migrantes que vienen de otros estados, así como para los jóvenes que dejan a su familia (Lomnitz, 1978; Coulomb, 1988). El caso de Roberto es un indicador de las variaciones recientes del modelo y de un anclaje en las colonias populares relacionado con el tipo de tenencia de la vivienda y el ciclo familiar (Cuadro 2).

Cuadro 2 Modelo de Turner e importancia de la proximidad:el caso de Roberto 

Roberto tiene un itinerario residencial que es bastante representativo del modelo de Turner, con una migración desde otros estados al centro de la Ciudad de México; luego, una distancia gradual desde el centro hasta el asentamiento en la colonia Ampliación Jorge Jiménez Cantú en el municipio de La Paz. Su actual anclaje residencial debe entenderse como el resultado de la compleja articulación de varias etapas residenciales a lo largo de su vida.
Nació en la década de los cincuenta en el estado de Oaxaca. A la edad de once años emigró con sus hermanos a la capital, sin haber concluido la primaria. En la década de sesenta hizo trabajos esporádicos y vivió como inquilino con sus hermanos en varias viviendas pequeñas e incómodas en el centro. En 1972 se casó por primera vez, y con su esposa, hijo e hija, se mudó a vivir al pericentro denso y popular de la Villa Guadalupe, para rentar un departamento más amplio. Permaneció en esa colonia durante casi dieciocho años. A principios de los años noventa, se trasladó a la colonia Ampliación Jorge Jiménez, a la casa que su segunda esposa había comprado anteriormente y donde vivía con su hijo. Esta nueva familia compuesta creció con el nacimiento de dos hijas, y el hogar obtuvo sus escrituras a fines de la década de 2000. A pesar de que su trabajo se encontraba antes en el DF, es en esta colonia periférica donde Roberto tiene la mayor densidad residencial. Jubilado ahora y viviendo solamente con su esposa después de la salida de sus hijas, de su yerno y de sus nietos, vive de una pequeña actividad comercial en la entrada de su casa. Sus lazos residenciales actuales en este espacio están directamente relacionados con la red familiar y amistosa construida durante los últimos treinta años. Su estabilidad residencial y el compromiso ligado a esta posición hacen de esa colonia un lugar de anclaje clave para Roberto.

Fuente: Trabajo de campo, 2010, 2011, 2014, 2016, 2017, 2018, 2019, La Paz.

En segundo lugar, la polarización en el espacio local se puede analizar a través de la movilidad “a saltos de rana”, y constituye uno de los motores de los frentes de urbanización periférica. Esta modalidad de poblamiento es un cambio de residencia que se da en un contexto que no cambia, el de la ilegalidad en la tenencia de la tierra (Hiernaux y Lindón, 2003; Huamán y González, 2008). Se deben entender las trayectorias residenciales de bajo alcance espacial (de proximidad) por su inscripción en las redes sociales, familiares y amistosas, las etapas del ciclo familiar, las aspiraciones en cuanto a la tenencia, y los recursos sociales y urbanos locales. El anclaje residencial no significa la inmovilidad, pero puede asociarse a una antigüedad importante en la vivienda o en el contexto residencial. De esta manera, hace referencia a la noción de autoctonía (Retière, 2003; Renahy, 2010; Berthomière e Imbert, 2019) para “miembros nativos” (descendientes de miembros de comunidades agrarias), y tiene tres características: primera, el localismo de la trayectoria residencial (desde las zonas antiguamente pobladas hacia las tierras en la periferia aldeana); segunda, el relativo monopolio de la colonia en el sistema de las movilidades; y tercera, el esfuerzo político y la dimensión afectiva. El ejemplo de Leandro es típico de personas originarias de una comunidad rural de la antigua periferia agrícola de la ZMVM; en el momento de la entrevista, era citadino, residente y establecido en la misma zona (Cuadro 3).

Cuadro 3 Tipos de trayectorias residenciales “autóctonas”: el caso de Leandro 

Leandro nació y creció en el pueblo San Sebastián Chimalpa, La Paz. Es hijo de una familia de ejidatarios. Después de seis intentos para irse a Estados Unidos, regresó a su pueblo. A pesar de sus bajos ingresos como ayudante de albañil, compró en 1978 un terreno ejidal en la colonia en construcción Jorge Jiménez Cantú, cerca de su pueblo. En este lote se instaló con su esposa e hijos y construyó su casa. Como uno de los pioneros de la colonia y con un conocimiento estratégico de los ejidatarios del pueblo, se convirtió en delegado de la colonia, luego en miembro de la organización de vecinos, lo que fue esencial en los primeros años del asentamiento. Su participación en las relaciones de poder político y en la dinámica colectiva de la colonia ha contribuido al anclaje social local de Don Leandro. Sin embargo, su residencia familiar sigue siendo el núcleo para sus hijos, que ahora viven cerca (municipio vecino) y visitan regularmente a sus padres. Esta función como punto de referencia para las nuevas generaciones que se han ido a vivir a otras colonias populares periféricas ayuda a afianzar el anclaje en dichas colonias.

Fuente: Trabajo de campo, 2010-2011, La Paz.

Esos procesos de anclaje se inscriben en las trayectorias de heterogeneización socioespacial de dichas zonas. Aquí, el contexto se caracteriza por la posición de “mantenerse en el lugar” de personas que tienen posiciones sociales, patrimoniales y políticas más o menos fuertes, y por la valorización del suelo (densificación y consolidación). Mientras se producen estrategias de especulación relativa a la tierra que participan en cierta selección de los recién llegados, podemos observar una relegación en las periferias lejanas para los más pobres.

Aparte de los nativos, ciertos espacios de vida metropolitanos están restringidos a nivel espacial, y son, por “adopción”, el espacio de inscripción de las prácticas de una parte de las nuevas y/o segundas generaciones de habitantes de las colonias populares periféricas. Los cambios residenciales que se hacen poco a poco tienen un papel fundamental en el poblamiento y en la reproducción de contextos residenciales, y pueden combinarse con el (necesario) involucramiento colectivo en la vida de la colonia en cuanto a los asuntos de regularización.

En tercer lugar, la inserción local puede combinarse con un sistema residencial que relaciona diferentes localizaciones en la metrópoli, e inclusive más allá. Primero, las pequeñas distancias realizadas durante los cambios de domicilio muestran la inserción de los individuos y/o de su entorno en las redes de acceso a la vivienda, y la importancia de la residencia en esas zonas para el acceso a los recursos urbanos. Segundo, ciertas dinámicas de idas y vueltas entre la zona de origen y otros espacios -más o menos lejanos- acontecen en las colonias populares: que sean repliegue no querido o regreso deseado, esas circulaciones dejan huella en los sistemas de movilidad y se pueden analizar como anclajes múltiples. Las circulaciones pueden inscribirse también en el contexto internacional, conectando movilidades metropolitanas y redes transnacionales (generalmente con Estados Unidos). El apoyo de la familia que dichas redes permiten en cuanto a recursos económicos (remesas), participa tanto en las trayectorias de mejora de la colonia (consolidación acelerada), como en las evoluciones socioespaciales diferenciadas (con el proceso puntual de regularización de la tenencia).

En cuarto lugar, como lo vimos antes, pudimos encontrar habitantes que vivieron antes en casas de interés social, pero que prefirieron salir de ese parque residencial para instalarse en una colonia popular. La existencia de un vínculo entre esas dos formas de producción urbana (que involucran clásicamente grupos con recursos sociales y económicos distintos) pone en evidencia formas originales de anclajes en colonias populares. El caso de Raquel destaca la importancia de la red familiar en el regreso hacia colonias populares (Cuadro 4).

Cuadro 4 La circulación entre diferentes categorías de zonas habitacionales: el caso de Raquel 

Raquel tiene poco más de cincuenta años. Nació y creció en la colonia Del Valle, y luego habitó en la Unidad Habitacional Vicente Guerrero, en Iztapalapa. En la década de 1980 se casó y tuvo sus hijos; se mudó a un departamento pagado con fondos públicos del ISSSTE en el conjunto habitacional Canal de Chalco, en Iztapalapa. Además, a principios de los años 2000 la familia tuvo la oportunidad de tomar un nuevo crédito para tener una propiedad doble y comprar una casa en el conjunto habitacional San Buenaventura, en Ixtapaluca. En 2005 la familia vendió el departamento de Iztapalapa, haciendo un traspaso de crédito, para buscar un terreno más barato cerca con el objetivo de tener una casa más grande para los hijos. Así se mudaron a Tempiluli, Tláhuac, donde todavía vivían en 2019.

En cuanto a la casa de San Buenaventura, Raquel consideraba que estaba demasiado lejos y tenía una superficie insuficiente. Al fin de la década de 2000, ella y su esposo vendieron esta casa, haciendo un traspaso de crédito, para recuperar la deuda del crédito. Raquel menciona problemas en el conjunto habitacional: falta de agua, ruido, peleas, niños en la calle, falta de estacionamiento, delincuencia, repliegue y cierre residencial, etcétera.

En Tempiluli se construyó una casa propia poco a poco y se involucró mucho en la organización social local, a pesar de numerosas dificultades: inundaciones, precariedad importante de la construcción, contexto de violencia muy fuerte desde 2014. Uno de sus hijos compró un terreno en la misma colonia, y su hija se instaló en la colonia de al lado con su familia. Aunque Raquel considere la idea de salir de la colonia para escapar de la violencia, también reconoce que está tan involucrada en la vida política local, que sería difícil irse de su colonia porque ahí se siente en casa y conoce a todos. La red familiar y la red social en esta colonia popular permitieron el anclaje.

Fuente: Trabajo de campo, 2010, 2011, 2014, 2016, 2017, 2018, 2019, Tláhuac.

La observación de esas trayectorias arquetípicas revela gran diversidad y pluralidad de los puntos y modos de anclaje en las colonias populares. Desde el punto de vista de la división social del espacio, esa diversidad, a niveles individuales y agregados, permite superar el análisis de las trayectorias en términos de relegación o de consolidación. Tal heterogeneización se debe entender como una maduración de las colonias, más que como una fragmentación.

Conclusión

En la ZMVM, como en otras metrópolis, la diversidad de las trayectorias residenciales y de los anclajes en las colonias populares periféricas refleja las dimensiones de renovación heterogénea de las poblaciones y, de esta manera, una maduración de dichos espacios. A escala metropolitana y a nivel agregado de los municipios, los datos censales destacan las diferenciaciones más importantes en la movilidad residencial y ponen en relieve los recursos disponibles para realizar el cambio de domicilio. También estos datos reflejan una relativa polarización socioespacial por la movilidad residencial intraurbana. El centro y las trayectorias centrípetas caracterizan a los migrantes con recursos económicos suficientes; la periferia y las trayectorias centrífugas a los más pobres. Sin embargo, ciertos esquemas de movilidad, así como ciertos filtrados, se pueden también analizar en el ámbito local en municipios con alta concentración de zonas populares.

A escala más fina, el seguimiento por encuestas exploratorias de algunas movilidades y anclajes residenciales muestra una fuerte tendencia a las trayectorias de bajo alcance espacial; dicha proximidad cobra sentido a través de la inscripción local de las redes sociales. La hipótesis de una forma de anclaje típico (y único) a esas periferias populares parece poco probable. De hecho, el conjunto de dimensiones que forjan las estrategias de cambio de domicilio evidencia una fuerte complejidad. Sin embargo, existen algunas particularidades, como la proximidad de las redes familiares y sociales, y sus conexiones con los mecanismos de acceso al suelo y a la vivienda asociados a la producción popular, así como la experiencia del espacio en términos de recurso. El anclaje no se construye sobre un vínculo con un solo lugar, ni se entiende al nivel de la persona sola. Es necesario entender la articulación de lugares de residencia y de prácticas diversas.

En síntesis, destaca una variedad de anclajes. Por una parte, esa variedad vuelve obsoleto el análisis del poblamiento de las colonias populares por la simple relegación socioespacial, sistemáticamente seguida por una consolidación urbana. Por otra, esa variedad revela una estratificación socioespacial compleja en forma de mosaico mal restituida por la noción de fragmentación. También, tales perspectivas sobre los procesos de anclaje y maduración podrían estar consideradas en los marcos teóricos y metodológicos de los estudios sobre las trayectorias de otras producciones urbanas populares y de sus habitantes en las periferias mexicanas.

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2Nota del autor: Este trabajo es continuación de una publicación anterior que se centró en el análisis de la movilidad en la metrópoli a finales de la década de 2000, con una contextualización con los datos del censo 2010, en Valette (2019). Seguimos aquí la reflexión con una contextualización más reciente. Agradecemos a Kevin Bain y Kei Tanikawa Obregón por su ayuda para la traducción al español, y a Clara Eugenia Salazar por todos sus valiosos consejos.

Anexos Anexo A

En la muestra del EIC 2015 calculamos que entre 2010 y 2015, 1 595 732 personas declararon un municipio de residencia diferente. En 2015 manifestaron que estaban viviendo en uno de los 76 municipios de la ZMVM. Dentro de estos migrantes, que vivían en un municipio de la ZMVM en 2015, en total 1 046 436 afirmaron que vivían en otro municipio de la ZMVM en 2010. Esa población está considerada como “móvil intraurbana”.

El objetivo es explorar las correspondencias entre los indicadores que caracterizan a los individuos que cambiaron de municipio de residencia entre 2010 y 2015, y observar cómo se posicionan las trayectorias espaciales en relación con estas combinaciones. Para ello, se analizaron las correspondencias entre las modalidades de seis variables (27 modalidades) para describir a los migrantes. El análisis factorial de correspondencias múltiples es un método clásico para abordar las combinaciones de indicadores que caracterizan a las personas con datos cualitativos. Permite identificar los principales factores de estas diferenciaciones entre los individuos y clasificarlos en ejes que resumen las características que aquí se tienen en cuenta. Los indicadores han sido parcialmente recompuestos a partir de la muestra del EIC. Se han agregado algunas modalidades para una mejor interpretación (Cuadro A1).

Cuadro A1 Construcción de los indicadores y variables utilizadas para el ACM 

Indicador/ Variable dato

Código modalidad

Modalidad a partir de muestra detallada

Modalidad en Encuesta EIC 2015

Edad persona

a5a14

5-14 años

Número  

a15a24

15-24 años

a25a34

25-34 años

a35a49

35-49 años

a50a64

50-64 años

a65+

65 años y más

Tipo hogar 

Fnuc

Fam. nuclear

Hogar nuclear (fam.)

Famp

Fam. ampliada

Hogar ampliado (fam.)

Fcom

Fam. compuesta

Hogar compuesto (fam.)

Fotr

Otro tipo hogar

Hogar no especificado (fam.)

 

 

Hogar unipersonal (no fam.)

 

 

Hogar corresidente (no fam.)

 

 

No se sabe

Tipo vivienda

Casa

 

 

Casa individual

 

 

Casa única en terreno

Casa comparte terreno con otra/s

Casa dúplex, triple o cuádruple

Depa

Depto. en inmueble

Depto. en edificio

Vecin

Vecindad

Vivienda en vecindad o cuartería

Logotr

Otro tipo vivienda

Cuarto en azotea de edificio

Local no construido para hab.

Vivienda móvil

Refugio

 

 

 

 

 

 

Tipo ocupación vivienda  

Propie

Propietario

Vive la dueña/o

Renta

Inquilino

Paga renta

Stotr

Otro tipo ocupación

De familiar o prestada

 

 

Otra situación

 

 

No especificado

 

 

Blanco por pase

Ingreso mensual promedio hogar 

Quintrev01

Primer quintil

0-3 600

Quintrev02

Segundo quintil

3 600-5 643

Quintrev03

Tercer quintil

5 643-8 571

Quintrev04

Cuarto quintil

8 571-14 000

Quintrev05

Quinto quintil

>14 000

Educación

Noetu

 

Sin estudios

 

Ninguno

Preescolar

Etuba

 

Básico (inferior o igual a secundaria) 

Primaria

Secundaria

Preparatoria o bachillerato general

Bachillerato tecnológico

Prepa

 

Preparatoria / bachillerato 

SupTe

Estudios superiores a preparatoria/ bachillerato para carreras técnicas y comerciales

Estudios técnicos o comerciales con primaria terminada

Estudios técnicos o comerciales con secundaria terminada

Estudios técnicos o comerciales con preparatoria terminada

Normal con primaria o secundaria terminada

Sup 

Superior: estudios superiores a preparatoria / bachillerato

Normal de licenciatura

Licenciatura

Especialidad

Maestría

Doctorado

Fuente: Elaboración propia con base en la EIC, INEGI, 2015.

De las 1 046 436 personas móviles intraurbanas, 922 203 (88%) tienen suficiente información para los seis indicadores seleccionados aquí. En consecuencia, el ACM describe esa última muestra. Cuando se cruzan todas las modalidades para analizar las correspondencias, se usa la métrica del Khi2 sobre una tabla de subtotales de Burt. Los resultados principales que permiten la interpretación del análisis factorial aparecen en el Cuadro A2.

Cuadro A2 Coordenadas, contribuciones y calidades de representación de las modalidades en los dos primeros ejes del ACM 

Modalidad

Mass

Inertia

Coord_Dim1

Coord_Dim2

Contr1

Contr2

SqCos1

SqCos2

Noetu

0.9

4.5

1.4

2.1

5.0

16.7

10.4

25.0

Etuba

7.2

2.7

0.6

0.2

9.0

0.9

31.0

2.3

Prepa

3.7

3.7

-0.1

-1.2

0.1

21.8

0.3

39.8

Sup

4.2

3.6

-1.2

0.4

19.7

2.5

51.6

4.6

SupTe

0.7

4.6

-0.3

-0.4

0.2

0.5

0.4

0.7

a5a14

3.0

3.9

1.2

1.3

12.9

20.3

30.9

35.3

a15a24

3.0

3.9

0.1

-1.1

0.2

15.1

0.5

26.0

a25a34

4.4

3.5

-0.5

-0.1

4.0

0.2

10.6

0.4

a35a49

4.4

3.5

-0.4

-0.1

1.8

0.1

4.7

0.2

a50a64

1.5

4.3

-0.1

0.0

0.1

0.0

0.2

0.0

a65+

0.4

4.7

0.5

0.5

0.3

0.3

0.5

0.5

Locati

5.9

3.1

-0.3

0.4

1.5

3.2

4.5

7.1

Propri

8.1

2.4

0.0

-0.2

0.0

0.9

0.1

2.5

Staut

2.7

4.0

0.6

-0.3

2.5

1.0

5.8

1.7

Famp

4.8

3.4

0.2

-0.4

0.5

3.8

1.3

7.6

Faut

1.2

4.4

-1.1

0.5

4.7

1.5

9.9

2.4

Fcom

0.4

4.7

-0.8

0.5

0.7

0.4

1.3

0.6

Fnuc

10.3

1.8

0.1

0.1

0.2

0.6

1.0

2.3

Appart

4.0

3.6

-1.1

0.5

13.3

4.5

34.3

8.3

Logaut

0.0

4.8

0.8

0.0

0.1

0.0

0.2

0.0

Maison

12.2

1.3

0.3

-0.2

3.9

1.8

28.2

9.5

Vecin

0.5

4.6

0.4

0.5

0.2

0.5

0.4

0.7

quintrev01

1.7

4.3

0.7

0.1

2.7

0.0

5.9

0.1

quintrev02

2.6

4.0

0.6

0.0

3.0

0.0

7.0

0.0

quintrev03

3.3

3.8

0.4

-0.1

1.7

0.1

4.2

0.2

quintrev04

3.6

3.7

0.1

-0.3

0.1

1.5

0.2

2.8

quintrev05

5.4

3.2

-0.8

0.3

11.8

1.5

34.1

3.2

Fuente: Elaboración propia.

Tras identificar las múltiples correspondencias de las modalidades que caracterizan a los migrantes, proyectamos sobre esas estructuras las propiedades espaciales de los mismos (como modalidad adicional o complementaria; es decir, que no intervienen en los cálculos de los factores). Por esa razón, primero analizamos las coordenadas de la proyección de los 76 municipios de salida (residencia en 2010), luego de los 76 municipios de llegada (residencia en 2015), en los ejes que resumen las diferenciaciones entre los individuos por las modalidades de ACM. Posteriormente, el vínculo entre origen y destino permite analizar la trayectoria. A nivel del municipio, tenemos que considerar 2 770 vínculos en nuestra base. Para facilitar la comprensión, utilizamos un nivel geográfico agregado: los contornos urbanos de la ZMVM, desde el centro hasta el cuarto contorno en periferia. Existen 25 vínculos (trayectorias posibles) con ese nivel espacial.

Anexo B

Contrariamente al enfoque cuantitativo, los migrantes intraurbanos no son, a priori, los que fueron objeto de nuestras encuestas. El objetivo fue tener una mayor fineza de la información sobre los itinerarios. Se realizaron dos series de encuestas en las cuatro colonias estudiadas: entrevistas semidirectas con la población residente, por un lado (encuesta E1), y encuestas con cuestionario, por otro (encuesta E2). Nos aseguramos de tener un mínimo de 80 encuestas (de cualquier tipo) en cada una de las zonas (Cuadro B1).

Cuadro B1 Encuestas en cuatro zonas periféricas entre 2010 y 2019 

Municipio

Encuestas semidirigidas E1

Cuestionarios E2

Total

Entrevistas repetidas 2014-2019

Cuautitlán

25

80

105

3

La Paz

58

122

180

9

Milpa Alta

13

122

135

3

Tláhuac

43

42

85

5

Total

139

366

505

20

Fuente: Encuestas propias, 2010-2019.

Las largas entrevistas semidirectas en cada una de las zonas de estudio (E1) tuvieron, en primer lugar, el objetivo de proporcionar una comprensión de las historias de vida y las percepciones y experiencias de personas que viven en la colonia. Para ello, utilizamos las técnicas del enfoque biográfico. Entre 2010 y 2011, durante el trabajo de campo, investigamos varios perfiles de habitantes. Nuestro primer filtro fue el de los líderes y/o delegados de colonia, integrados en grupos -ya sea que estuvieran relacionados con el municipio, la gestión del asentamiento, un partido político o una asociación de algún tipo-. A pesar del sesgo de tal enfoque (desde arriba), se trataba de dar a conocer gradualmente a grupos de personas con redes sociales locales desarrolladas, y de mostrar nuestro enfoque de investigación académica.

Las entrevistas realizadas dieron la pauta a los siguientes temas: características de la vivienda (construida), información general del entrevistado, su situación anterior, dimensiones de su sistema residencial, historia de vida, tenencia y modo de adquisición de la vivienda, regularización del terreno, prácticas de movilidad cotidianas, instalación en la colonia, historia de los cambios locales, relación entre la persona y su colonia, eventualmente sus hijos (para observar la segunda generación) y, finalmente, sus planes y expectativas de vida. Sin embargo, esta muestra permitió observar un conjunto variado de itinerarios biográficos que reveló tendencias comparables y, en cierta medida, generalizables. Pudimos recurrir a un conjunto de 139 entrevistas con los habitantes.

Además, las entrevistas repetidas entre 2014 y 2019 proporcionaron mayor profundidad a la primera fase de la investigación, puesto que las trayectorias residenciales y los mecanismos de anclaje se abordaron con mayor complejidad. Observar las trayectorias en vivo a través de los acontecimientos familiares que sucedieron entre cada visita permitió también apreciar una perspectiva longitudinal en relación con el desarrollo urbano y los cambios políticos en México entre 2011 y 2019.

Además de las entrevistas realizadas directamente con los habitantes, se aplicó un cuestionario en las zonas estudiadas. El objetivo era explorar, de manera más sistemática, las preguntas de nuestra investigación con un mayor número de participantes que lo que permiten las largas entrevistas. Este cuestionario (encuesta E2) era más corto que la E1. Las preguntas se referían a la identificación de los espacios de vida de los habitantes (residencia, entorno) desde su nacimiento hasta su lugar de residencia actual, y la forma en que practican el espacio urbano (en su vida cotidiana, percepción, proyecto y estrategias residenciales). La encuesta se dirigió hacia la generación más joven. Por un lado, puede tratarse de una nueva generación que se ha establecido hace relativamente poco en esas colonias, en la mayoría de los casos con una familia. Por otro lado, puede ser la segunda generación -hijos de los pioneros que se establecieron en la colonia, y que ahora están en edad familiar-. Para aplicar y distribuir el cuestionario, asistimos a las escuelas primarias, secundarias y Conalep. Fue posible también aplicarlo por medio de las asociaciones de residentes que conocimos durante nuestro trabajo de campo. En este caso, nuestro objetivo prioritario eran las familias con niños. Un total de 366 cuestionarios fueron completados.

Recibido: 29 de Abril de 2020; Aprobado: 21 de Octubre de 2020

Acerca del autor

Jean-François Valette es profesor-investigador en Geografía en la Universidad París 8 Vincennes-Saint-Denis y en los laboratorios LADYSS y PRODIG. Sus temas de investigación son: movilidades intraurbanas, anclajes, periferias, colonias populares, división social del espacio, regularización física y de la tenencia de la tierra, Zona Metropolitana del Valle de México. ORCID: http://orcid.org/0000-0002-4023-0586

Entre sus publicaciones se encuentran:

Ribardière, A. y Valette, J. F. (2017). Geography of real estate prices in Mexico City: Variability and heterogeneity of values recorded in online advertisements. Cybergeo: European Journal of Geography, Espace, Société, Territoire, 814. https://journals.openedition.org/cybergeo/28529

Valette J. F. (2016). Land regularization on the fringes of Mexico City: A recipe for reducing inequalities?”. Metropolitics. Series: Land rights in the urban global south. Regularization and land-ownership policies in low-income neighbourhoods. 1-9. https://metropolitiques.eu/IMG/pdf/met-valette-en.pdf

Valette J. F. (2015). The social-spatial heterogeneity of colonias populares on the outskirts of Mexico: An approach to social microdivisions within the process of urban maturation. L’Espace Géographique, 44(4), 289-306. https://www.cairn-int.info/articleE_EG_444_0289--the-socio-spatial-heterogeneity-of.htm#

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