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Estudios demográficos y urbanos

versión On-line ISSN 2448-6515versión impresa ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.31 no.3 Ciudad de México sep./dic. 2016

 

Artículos

Condiciones del trabajo estudiantil urbano y abandono escolar en el nivel medio superior en México

Labor conditions of urban students and school dropout at the upper secondary level in Mexico

Ana Karina Hernández Robles* 

Eunice D. Vargas Valle** 

* Técnica académica de El Colegio de la Frontera Norte, Departamento de Estudios Sociales. Dirección postal: Carretera Escénica Tijuana-Ensenada Km 18.5, San Antonio del Mar, C.P. 22560, Tijuana, Baja California, México. Correo electrónico: <anakarina. lie@gmail.com>.

** El Colegio de la Frontera Norte. Dirección postal: Carretera Escénica Tijuana-Ensenada Km 18.5, San Antonio del Mar, C.P. 22560, Tijuana, Baja California. México. Correo electrónico: <eunice@colef.mx>.


Resumen:

Con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2012-2013, el presente artículo examina la asociación del empleo estudiantil y sus respectivas condiciones laborales (salario, jornada laboral y rama de actividad económica) con el abandono escolar de los estudiantes del nivel medio superior que residen en las áreas urbanas de México. Los principales resultados confirman una fuerte asociación entre el empleo estudiantil y el abandono escolar en este nivel educativo, especialmente en ciertas condiciones laborales, como trabajar más de medio tiempo, en la industria manufacturera o en actividades de baja remuneración.

Palabras clave: empleo estudiantil; abandono escolar; condiciones laborales; jóvenes

Abstract:

Based on the National Survey of Occupation and Employment 2012-2013, this article examines the association of student employment and its respective labor conditions (wages, working hours and branch of economic activity) with the high school dropout of urban youth in Mexico. The main findings confirm a strong association between student employment and dropping out of school, especially under certain labor conditions such as working more than half time, in the manufacturing industry or in low-paid activities.

Key words: student employment; school dropout; labor conditions; youth

Introducción

El acceso de los jóvenes a la educación de nivel medio superior y el incremento de su logro educativo hasta este nivel han sido temas medulares de la reforma educativa de 2012. En los artículos 3 y 31 constitucionales ahora se establece la obligatoriedad de la educación media superior en México. Si bien esta reforma apoya el desarrollo social, constituye un desafío para las autoridades educativas, ya que implica no sólo lograr la entrada masiva de jóvenes a escuelas de dicho nivel, sino también asegurar la permanencia de éstos con medidas eficaces que disminuyan el alto porcentaje de deserciones que se registran de ahí en adelante. Según el Sistema Educativo Nacional, para el ciclo escolar 2012-2013 el nivel medio superior es el que registra el mayor índice de deserción, con 14.5 % anual, en contraste con 7.6 % en el nivel superior, 5.3 % en el nivel medio y tan sólo 0.6 % en la primaria (SEP, 2013a). Esta elevada deserción se registra en un contexto de gran cobertura de becas, pues 46% de los estudiantes de bachilleratos públicos contaron con una beca federal (Oportunidades, Probems y Síguele) en el ciclo escolar 2011-2012 (SEMS, 2012).

La falta de recursos económicos es el principal factor que incide en la decisión de permanecer o no en la escuela. Según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2009,1 la insuficiencia de recursos económicos para pagar la escuela y la necesidad de aportar dinero al hogar suman 52% de las razones principales para desertar (INEGI, 2009). En este escenario, el empleo estudiantil se convierte en una esperanza para los jóvenes de escasos recursos con altas expectativas educativas, ya que permite obtener un ingreso para el sustento de la familia y los estudios sin tener que dejar la escuela, pero ¿qué tan benéfico es trabajar y estudiar la educación media superior (EMS) simultáneamente?

En México 11.2% de los jóvenes estudian y trabajan según estadísticas de la Encuesta Nacional de Juventud 2010 (Imjuve, 2011). Si bien estudiar y trabajar no es muy común entre los jóvenes, existe un porcentaje de la población que realiza estas dos actividades simultáneamente. Las razones por las que un joven estudia y trabaja son diversas. Por una parte, están aquellos que se encuentran estudiando y por varios motivos deciden ingresar al mercado laboral, ya sea para adquirir experiencia, independencia, superarse personalmente u obtener un ingreso para el sustento de su familia o los estudios. Por otra, están los jóvenes que se encuentran trabajando y deciden reincorporarse al sistema educativo, ya sea para ascender en el trabajo, obtener mejores condiciones laborales, completar su EMS o tener mayor preparación. Lo cierto es que estudiar y trabajar sitúa a los jóvenes en dos sistemas, el educativo y el laboral, cada uno con exigencias propias (Guzmán, 2004: 17). "Por una parte como estudiante se necesita, entre otras cosas, atender las sesiones de clases, asistir puntualmente, participar en clase, hacer tareas, realizar lecturas, etc., y por otra parte como trabajador, cumplir con las horas de jornada laboral, [con] concentración y atención" (Vázquez, 2009: 122).

Así, uno de los principales obstáculos a los que se enfrentan los jóvenes que estudian y trabajan es la incompatibilidad de las exigencias de estas dos actividades (estudiar en la modalidad escolarizada y trabajar). En el ámbito educativo, en la modalidad escolarizada,2 las instituciones públicas de EMS están contempladas para alumnos que sólo se dedican a estudiar, ya que se espera que los alumnos menores de 18 años e incluso mayores sean apoyados por sus padres y únicamente se dediquen a esta actividad. Los planes educativos y la estructuración de los horarios escolares van en esa dirección. Las modalidades abiertas y a distancia que se han impulsado en los últimos años todavía están centradas en los medios rurales; por ejemplo, 82% de los centros de Educación Media Superior a Distancia (EMSAD) están en localidades con menos de 2 500 habitantes (SEP, 2013b). Sin embargo, no todos los jóvenes tienen la posibilidad de ser financiados por sus padres mientras estudian, y requieren mayor flexibilidad en sus planes de estudio para poder trabajar.

Por otra parte, en el ámbito laboral, las exigencias por parte de los empleadores, como el tiempo completo y la rotación de turnos, forman parte de los principales requisitos para obtener un puesto laboral, especialmente en el sector de la economía formal. Además, las condiciones laborales de la población en general en México han ido en detrimento en los últimos años; la evidencia empírica muestra que "la fuerza de trabajo juvenil constituye el grupo más vulnerable debido a su experiencia laboral, capital humano y poder de negociación laboral" (Mora y Oliveira, 2011: 3).

Debido a las exigencias propias de ambos sistemas, trabajar y estudiar simultáneamente conforman un desafío para los jóvenes que los sitúa en un juego de tensión, donde la escuela y el trabajo compiten en nivel de importancia, "lo que implica un mayor esfuerzo por parte de los estudiantes para combinar ambos o en el peor de los casos decidir por uno de los dos" (Vázquez, 2009: 123). Trabajar y estudiar al mismo tiempo puede ser un juego de dos caras, es decir, tanto beneficioso como perjudicial para la permanencia en la escuela, ya que "trabajar durante la educación media superior puede por un lado sustituir el tiempo dedicado a la escuela y al esparcimiento, y por el otro puede aportar recursos que permitan continuar con los estudios" (SEMS, 2012: 122). Las interrogantes centrales de esta investigación son: ¿qué asociación tiene trabajar durante la educación media superior con el abandono escolar en los jóvenes de medios urbanos?, ¿cómo inciden las condiciones laborales (jornada laboral, salario y rama de actividad) de los estudiantes de EMS que trabajan en su permanencia en la escuela o salida de la misma?

Con el fin de responder a dichas interrogantes, este estudio tiene como objetivos: a) caracterizar a la población joven que estudia y trabaja en el nivel medio superior en las áreas urbanas de México; b) describir sus condiciones laborales; y c) analizar el efecto del empleo y las condiciones laborales en la deserción escolar. Es importante mencionar que el interés principal de analizar este fenómeno se debe a la escasa información que existe sobre el trabajo estudiantil en México. Los estudios que lo analizan son muy pocos y en su mayoría se centran en el nivel superior (Guzmán, 2002; Guzmán, 2004; Vázquez, 2009), por lo que el presente artículo pretende develar las condiciones laborales de los jóvenes que estudian y trabajan en el nivel medio superior e identificar las condiciones que amenazan su permanencia escolar.

Los jóvenes que estudian y trabajan en México se enfrentan a condiciones adversas que no han sido analizadas ni mucho menos reguladas por las autoridades correspondientes.

En algunos países el trabajo de los adolescentes está reglamentado de manera estricta, oficialmente por los inspectores del trabajo y por reglas muy respetadas sobre qué tipos de trabajo son apropiados para los estudiantes jóvenes. Sin embargo, en muchos países en desarrollo hay menos capacidad o menos voluntad de reglamentar y regular la actividad de los adolescentes por medio de las instituciones oficiales y de la inspección del trabajo [Post y Pong, 2009: 106 ].

Por ello, es importante la conformación de estudios de tipo explicativo que identifiquen los principales factores que contribuyen a la deserción de estos jóvenes en la EMS y sirvan de base para la planificación, desarrollo y aplicación de una política pública para este grupo poblacional.

En la primera parte de este texto se resume la discusión teórica en torno a los efectos del empleo estudiantil en el ámbito educativo y se exponen los estudios empíricos más sobresalientes relativos a las variables de análisis. Posteriormente se presenta la metodología utilizada para el presente estudio y, finalmente, utilizando los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del IV trimestre de 2012 al IV trimestre de 2013, se analiza la asociación del empleo y sus condiciones laborales en la deserción escolar de los jóvenes que trabajan y estudian en el nivel medio superior en las áreas urbanas de México.

El efecto del empleo estudiantil en la educación

Las posturas frente a las consecuencias del empleo estudiantil en la educación son diversas. Existe un claro debate sobre si estudiar y trabajar tiene efectos positivos o negativos en el ámbito académico. Entre estas posturas sobresalen tres modelos teóricos sobre el efecto del empleo adolescente en la educación: el modelo de identificación / compromiso en la escuela, el modelo de desarrollo / socialización y el modelo del umbral.

De acuerdo con el modelo de identificación / compromiso escolar, la participación laboral de los jóvenes estudiantes en cualquiera de sus modalidades tiene efectos negativos en el ámbito educativo. Esto debido a que el empleo interfiere en el rendimiento escolar al desviar la atención de los estudiantes fuera de la escuela y reducir el número de horas disponibles para atender clases, estudiar y hacer tareas. Las horas que el joven dedica al empleo las podría haber dedicado a las actividades escolares, por lo que, según este modelo, aun el empleo parcial es nocivo en el éxito académico. Al respecto Marsh y Kleitman (2005): 357, según los resultados de su estudio sobre los efectos del empleo durante la educación secundaria, argumentaron que el empleo adolescente "mina el compromiso, la identificación escolar e interfiere con las metas académicas", incluso si el número de horas laborales es reducido. La postura de este modelo es clara: el empleo estudiantil en ninguna circunstancia puede ser positivo para el rendimiento académico, lo cual puede a su vez afectar negativamente la permanencia escolar.

De acuerdo con el modelo de desarrollo / socialización, el empleo estudiantil "facilita la transición de la adolescencia a la adultez, permite la transmisión de conocimiento, desarrolla habilidades prácticas y organizacionales, así como dota de un gran sentido de la responsabilidad y autorregulación a los jóvenes" (Schoenhals, 1998, citado por Marsh y Kleitman, 2005: 334). A diferencia del modelo anterior, en éste la participación laboral durante la educación formal ofrece una serie de ventajas derivadas del empleo adolescente que sirven como herramientas en el sistema laboral y educativo, refuerzan el carácter y los valores como la responsabilidad, la puntualidad y el compromiso, además de que permiten generar un ingreso (Mortimer, 2003). Así, el modelo de socialización sostiene que los efectos del empleo estudiantil podrían alentar a los jóvenes a continuar sus estudios.

Por último, acorde con el modelo del umbral, los costos y beneficios del empleo estudiantil dependen de la calidad del trabajo, del salario y de la intensidad de la jornada, así como de ciertas características propias del estudiante (Warren, Le Pore y Mare, 2000; McKechnie y Hobbs, 2000). Este estudio se encuentra en esta línea de investigación orientada hacia la medición de los impactos variantes del empleo y considera que la intensidad y el tipo del mismo, así como el salario, median la asociación entre el empleo estudiantil y el abandono escolar. A continuación describimos estas relaciones, sintetizamos algunos hallazgos y exponemos las hipótesis que guían la investigación.

La intensidad del empleo estudiantil

La intensidad del empleo se ha considerado como una variable clave para medir el efecto del empleo en la permanencia escolar. Aquélla es definida como "el número de horas que el individuo le dedica al empleo" (McKechnie y Hobbs, 2000: 227). Desde la perspectiva del umbral, "hay un umbral en la asociación del número de horas trabajadas con las consecuencias académicas y personales del trabajo; conforme aumenta el número de horas laboradas a partir de este umbral, aumentan las consecuencias negativamente" (Marsh y Kleitman, 2005: 5). De manera contraria, conforme se reduce el número de horas de trabajo, las consecuencias negativas disminuyen e incluso llega un punto en el que es indiferente el efecto de las horas laborales en las consecuencias en el desempeño escolar. Es decir, es la jornada intensiva y no el empleo por sí mismo el que afecta negativamente la permanencia escolar.

Diversos estudios han demostrado que trabajar largas jornadas durante la educación formal tiene efectos negativos para los estudiantes a corto y largo plazos (Marsh, 1991; McNeal, 1997; Warren et al., 2000; Warren y Lee, 2003; Raley y Kuo, 2011; Nagengast et al., 2014; Staff, Mont'Alvao y Mortimer, 2015). A corto plazo este tipo de empleo repercute en las calificaciones, el compromiso con la escuela y el involucramiento en las actividades extraescolares. A largo plazo, un empleo de largas jornadas merma las expectativas educativas, produce agotamiento y conduce a la deserción escolar (ya sea temporal o permanente).

Por ejemplo, en Estados Unidos, en un estudio realizado por Warren et al. (2000) que midió el impacto del empleo durante la preparatoria en el aprovechamiento de los cursos de matemáticas y lectura, se demostró que aquellos estudiantes que trabajaron más de 15 horas por semana tuvieron más bajas puntuaciones en los exámenes de estos cursos que los que trabajaron menos horas o no trabajaron. Posteriormente, en un estudio enfocado al abandono escolar, Warren y Lee (2003) encontraron que los estudiantes con empleos intensivos fueron más propensos a desertar de la preparatoria, y que esta asociación era consistente según diversas características socioeconómicas del adolescente y múltiples contextos laborales. Los autores concluyen que "todos los tipos de estudiantes en todos los tipos de mercados laborales experimentan las consecuencias negativas del empleo intensivo" (Warren y Lee, 2003: 124).

En otros estudios enfocados al nivel superior se prueba que los estudiantes con bajos niveles en la intensidad del empleo -menos de 15 horas por semana (Bozick, 2007) o menos de 20 (Raley y Kuo, 2011)- no son más propensos a desertar de la escuela que quienes no trabajan. Incluso, Bozick (2007) muestra que cuando tienen un empleo de baja intensidad es menos probable que abandonen la escuela que quienes no trabajan. Raley y Kuo (2011) también encuentran que en general una intensidad mayor a 20 horas actúa en detrimento de la retención escolar, pero que es menos perjudicial cuando se labora durante los veranos, es decir, cuando el empleo no compite en términos de tiempo con la escuela.

En México, el reporte de la Encuesta Nacional de Deserción en la Educación Media Superior, ENDEMS (SEMS, 2012), señala que los desertores trabajaron más horas por semana que los no desertores. Entre los primeros, 20.1% mencionó haber trabajado en promedio 20 horas o más a la semana, mientras que sólo 15.2% de los no desertores reportó haber trabajado este número de horas. Las diferencias en las probabilidades de deserción según el empleo intensivo fueron estadísticamente significativas en el modelo multivariado de regresión, el cual indicó que un empleo de 20 o más horas se asocia directamente a la deserción escolar. Por lo tanto, la jornada laboral es una variable decisiva en el abandono escolar, y en este estudio se supone que una carga horaria mayor a la media jornada tendrá una asociación directa con este fenómeno.

El tipo de empleo de los estudiantes

Diversas investigaciones sobre las consecuencias del empleo estudiantil se han centrado en las implicaciones del carácter selectivo de las actividades laborales (Mortimer, Finch y Ryu, 1996; Mortimer, 2001; Warren y Lee, 2003; Entwisle, Alexander y Steffel, 2005). Mortimer et al. (1996) llaman la atención sobre la necesidad de ir más allá de las horas trabajadas y atender la naturaleza del trabajo realizado, ya que algunos tipos de empleo pueden ser más benéficos que otros al fomentar el desarrollo de ciertas habilidades o aumentar las aspiraciones educativas, incluso cuando los jóvenes invierten más horas de trabajo.

Si bien existen posturas que afirman que el empleo dota a los jóvenes de valores como responsabilidad, puntualidad, valor del dinero, y permiten el desarrollo de habilidades que les serán útiles en el ámbito académico (Mortimer, 2001), también existen otros autores que argumentan que no todos los empleos dotan de herramientas a los jóvenes. Por ejemplo, los trabajos de baja calificación, donde se realizan actividades repetitivas y sólo se usa la fuerza manual, son empleos que no permiten el crecimiento intelectual de los jóvenes (Post y Pong, 2009). Asimismo, otros autores argumentan que los empleos que son considerados de "adultos", como la manufactura y los negocios, podrían tener una influencia más negativa en la retención escolar que otros servicios que típicamente se practican para complementar el ingreso familiar, como el cuidado de niños (babysitting), cortar el pasto, lavar autos o hacer mandados (McNeal, 1997; Entwisle et al., 2005).

Un estudio realizado por Marsh y Kleitman (2005) demostró que, en las aspiraciones educativas y ocupacionales de los jóvenes, el efecto de trabajar como mecánico era más negativo que otro tipo de trabajos. También en este estudio trabajar en restaurantes de comida rápida y cuidando niños tuvieron efectos negativos en las expectativas educativas de los padres sobre los jóvenes. En contraste, trabajar en una oficina tuvo efectos positivos en las aspiraciones de los estudiantes, a diferencia de los otros tipos de trabajos, lo cual pudiera vincularse al tipo de adiestramiento y al aprendizaje social, ya que en este tipo de empleos se ocupan personas con credenciales educativas altas.

En este estudio se asume que el trabajo en ciertas ramas de actividad, en las que éste es manual, demandante y con rigidez horaria, tendrá una asociación directa con el abandono escolar. Para el caso de México, asumimos que los estudiantes que se insertan en la industria manufacturera y en otras ramas como la construcción presentarían mayores probabilidades de abandonar la escuela que quienes se insertan en el sector terciario.

El salario de los estudiantes que trabajan

Una de las principales teorías económicas que ha analizado el fenómeno de la deserción escolar es la teoría del capital humano (Becker, 1993). El capital humano se define de manera general como "el conjunto de habilidades y/o características que incrementan la productividad del trabajador" (Acemoglu y Autor, 2012: 4) y una de estas características es la escolaridad.

En esta teoría Becker (1993) establece que durante su educación formal, los estudiantes se enfrentan a dos tipos de costos. El costo indirecto representado por el salario que no está recibiendo el individuo, dado que está estudiando, y el costo directo, el cual se conforma por los costos que implica estudiar, como la inscripción, libros, materiales, transporte escolar, entre otros. Por lo tanto, los individuos deciden invertir en su educación a pesar de los costos que se generan, dado que "se espera que su aumento en la productividad se vea recompensado en el mercado de trabajo a través de una serie de beneficios" (Rahona, 2008: 16).

En este marco, la deserción escolar es vista como una decisión racional de los individuos frente a la relación costo-beneficio. De manera que si los costos de la inversión educativa son mayores que los beneficios que se obtienen de ésta, los jóvenes optarán por dejar la escuela e ingresar al mercado laboral. En este sentido, un alto salario por hora trabajada del estudiante representaría un alto costo para la escolarización. En cambio, si el salario de los estudiantes fuera bajo y mucho mayor el salario que piensan percibir una vez que se gradúen, el costo de estudiar en lugar de trabajar también sería bajo y entonces se privilegiarían los estudios sobre el trabajo.

Diversos estudios argumentan que la asociación entre el monto del salario y la permanencia escolar de los estudiantes trabajadores no es tan sencilla, ya que está mediada por el gasto que se haga del salario y las motivaciones que reflejen estos gastos. Marsh y Kleitman (2005) demostraron que aquellos estudiantes que trabajaron para ahorrar dinero para su futura educación invirtieron más tiempo en tareas, tuvieron mejor atención escolar, recibieron mayores reconocimientos, postularon a un mayor número de universidades, presentaron altas aspiraciones educativas y ocupacionales y mayores puntuaciones en exámenes. Por lo tanto, percibir altos ingresos por hora para ahorrar para la educación futura tiene un efecto positivo en el rendimiento escolar. En contraste, gastar un alto salario en salidas con los amigos y gastos como la renta y el auto son negativos para la permanencia escolar (Marsh y Kleitman, 2005). En la ENOE no se presenta información sobre el gasto que refleje las motivaciones de los estudiantes; por ello no se analizó este indicador, aunque se reconoce que pudiera ser importante como factor mediador en la relación entre salario y abandono escolar.

La información que se presenta en México sobre el salario de los estudiantes y la deserción escolar es limitada. El reporte de la ENDEMS (SEMS, 2012), mencionado anteriormente, indica que el salario mensual promedio de los desertores que trabajaron fue más alto, 3 056.00 pesos, en comparación con el de los no desertores, que fue 2 391.00 pesos. Esto hace suponer que un monto de pago alto tiene efecto directo en la deserción, dado que el trabajo puede ser más atractivo ya que brinda gratificaciones a corto plazo, a diferencia de la escuela; o bien, como establece la teoría del capital humano, el costo de oportunidad es mayor.

Con base en estos fundamentos teóricos y hallazgos, se asume en esta investigación que los estudiantes trabajadores que tienen altos salarios por hora tenderán más a desertar de la EMS, en comparación con los que tienen un salario bajo. Un alto salario puede significar para el joven estudiante un mayor costo indirecto de la educación.

Fuente de información y selección de la muestra

La ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) es una encuesta representativa a nivel nacional, con un tamaño de muestra trimestral de 120 260 viviendas aproximadamente, cuyo objetivo principal es "obtener información estadística sobre las características ocupacionales de la población de 12 años y más de edad, a nivel nacional, así como otras variables demográficas y económicas que permiten profundizar en el análisis de los aspectos laborales" (INEGI, 2007: 11).

La ENOE "permite realizar estudios de tipo longitudinal, ya que cada hogar es visitado y entrevistado en cinco ocasiones, con lo que es posible obtener información tanto de los hogares como de sus miembros durante cinco trimestres consecutivos" (Cruz, 1994: 28). A partir de estos datos se creó un panel de línea base conformado por estudiantes urbanos de 15 a 19 años de edad que cursaban el primero o segundo año de educación media superior y tenían información de dos entrevistas consecutivas.3 Se seleccionó como muestra a los jóvenes que residen en las zonas urbanas de México, ya que éstos tienen una mayor propensión a tener acceso a una escuela de EMS y mayores oportunidades laborales que aquellos de zonas rurales. Sólo se incluyó a los jóvenes de 15 a 19 años porque en estas edades se concentraron los jóvenes estudiantes de EMS. La submuestra para este estudio comprendió 29 406 jóvenes de este grupo de edad en medios urbanos y que asistían a la escuela media superior.

Se analizó el impacto del trabajo estudiantil en el primer trimestre sobre posibles cambios en su estatus educativo en el siguiente trimestre, es decir, en el abandono escolar. Se ubicó la información de la submuestra de estos jóvenes en el trimestre subsecuente y se unió a la base original. Para evitar posibles efectos de la estacionalidad del trabajo estudiantil se incluyó a los estudiantes de un ciclo escolar completo, de cuatro trimestres, y se les dio seguimiento.4 Se incorporaron en el estudio las bases de datos de los últimos cinco trimestres disponibles en la ENOE al momento de elaboración, del IV trimestre de 2012 al IV trimestre de 2013. Por la naturaleza rotativa del panel de la ENOE, sólo 80% de los casos tuvieron información en el segundo trimestre, es decir, salieron 20% de los casos de un trimestre a otro.

Descripción de las variables de análisis

La variable dependiente fue el abandono escolar entre el primer y segundo trimestres, es decir, si eran estudiantes en determinado semestre y habían desertado de la escuela en el trimestre subsecuente. Esta variable se clasificó de forma dicotómica: tomó el valor de 1 si ocurría el fenómeno de estudio y de 0 si no ocurría.

Las variables independientes relativas al empleo de los jóvenes fueron la condición de actividad, el sector de actividad, la jornada laboral y el salario. La variable de condición de actividad de los estudiantes incluye dos categorías que se computaron a partir de la línea base: la categoría "sólo estudia" incluyó a los jóvenes que reportaron asistir a la escuela en el momento de la entrevista y no desempeñar ninguna actividad remunerada en la semana anterior al levantamiento de la encuesta, mientras que "estudia y trabaja" incluyó a aquellos que informaron realizar ambas actividades.

El sector de actividad se tomó como indicador del tipo de trabajo que desempeña el estudiante. Para la construcción de esta variable sólo se tomaron en cuenta cuatro categorías: sector servicios, comercio, industria y otros. Las primeras tres son las más representadas por los jóvenes que estudian y trabajan. Agricultura y construcción se agruparon en la categoría otros.

En cuanto a la jornada laboral, la variable se reconstruyó a partir de la información que proporciona la ENOE respecto a las horas trabajadas por semana. Esta variable se conformó por las categorías: 0-20 horas, 20-40 y 40 y más. Esta categorización permite captar el efecto del empleo parcial, del empleo de tiempo completo y del empleo intensivo en el abandono escolar.

La base de datos de la ENOE ofrece información tanto del salario mensual de los trabajadores como del salario por hora trabajada. Para la presente investigación se consideró más oportuno el análisis del salario por hora trabajada, por la variabilidad en horas de trabajo que puede tener el empleo estudiantil. Además de la categoría sin pago, con base en los cuartiles de la distribución de ingreso por hora se crearon las siguientes categorías: 1-12.5 pesos, 12.5-16.7 pesos, 16.7-25 pesos y 25 pesos o más.

Como variables de tipo control se incluyeron una serie de variables demográficas, de tipo familiar y de la trayectoria educativa, que se asocian al fenómeno de la deserción y al estatus laboral y educativo de los jóvenes. Las variables demográficas fueron el sexo, la edad y la condición de unión de los jóvenes. Se asumió que las jóvenes del sexo femenino, de menor edad y no unidas tendrían menores probabilidades de abandonar la escuela, como se ha encontrado en otros estudios de deserción escolar (SEMS, 2012; Román, 2013).

Se creó la variable de la estructura del hogar mediante la información del parentesco de los miembros del hogar con el jefe. Esta variable incluyó las siguientes categorías: nuclear completo, cuando se ubicaba al jefe, la esposa y los hijos; nuclear incompleto, con el jefe y los hijos; ampliado completo, con el jefe y la esposa, los hijos y otros familiares; ampliado incompleto, con sólo el jefe, los hijos y otros familiares; compuesto, cuando en cualquiera de las combinaciones anteriores se contaba con la presencia de otros individuos sin parentesco.

En diversos estudios se ha mostrado que la estructura familiar es fundamental como indicador del apoyo familiar o capital social disponible para la educación de los jóvenes en el hogar, incluso para quienes trabajan. Por ejemplo, Coubès (2009: 10) apunta que "entre los jóvenes que combinan el estudio y el trabajo, existe una fuerte dependencia con la situación familiar, dado que este tipo de actividad es mucho más frecuente cuando los jóvenes son solteros, hijos de jefe de familia, que cuando están en una situación transitoria, y aún más considerable que cuando son parte de una pareja independiente".

Cabe aclarar que los jóvenes que vivían solos o sólo con su pareja no se incluyeron en los resultados que se presentan en este artículo, los cuales fueron 5% de los estudiantes. Se realizó un análisis preliminar tomándolos en consideración y las conclusiones de este estudio se sostienen. Sin embargo, para nosotros era esencial considerar el clima educativo de los miembros del hogar que pudieran apoyar la educación del joven, y este indicador se calcula en función de otros miembros del hogar distintos a aquél, en especial padres y hermanos mayores.

La ENOE permite recabar información de la escolaridad de todos los miembros del hogar, así que se pudo computar el clima educativo del mismo. Esta variable es un indicador del ambiente en el hogar en torno a la escolaridad (Mier y Terán y Pederzini, 2010), en particular del capital humano-cultural en el hogar que influye en las expectativas escolares, los hábitos de estudio y el apoyo para la educación. Para la construcción de esta variable se consideró el promedio de años de escolaridad aprobados de los miembros del hogar mayores de 19 años. Esta variable está constituida por cinco categorías: menos que educación básica (menos de 9 años de escolaridad); secundaria completa o preparatoria incompleta (9 a 11 años de escolaridad), y preparatoria completa o más (12 años de escolaridad o más).

Por último, se incluyó una serie de variables independientes relativas a la trayectoria educativa. Se incorporó al estudio la variable del grado, que atribuyó el valor "0" a aquellos alumnos que estaban cursando el primer año de preparatoria y el valor "1" a los que cursaban el segundo año de preparatoria. Se esperó que la deserción fuera mayor en los grados menores, dado que se ha mostrado en diversos estudios que los jóvenes de reciente ingreso son más propensos a desertar en comparación con quienes están próximos a salir (Bean, 1982; Marsh, 1991; Marsh y Kleitman, 2005).

Se incorporó también la variable de rezago educativo, que permite aproximarse a la trayectoria educativa de atraso en grados del estudiante, ya sea por entrada tardía, repetición de grados o salidas temporales. Esta variable se construyó a partir de la comparación de la edad cronológica del estudiante y el grado escolar que reportó estudiar en el momento de la encuesta. A aquellos cuya edad cronológica superaba más de un año a la establecida normativamente para cursar el grado de referencia se les atribuyó la característica de rezago educativo. Es una variable dicotómica, donde "1" denota la presencia de rezago en grados y "0" la ausencia de éste. Se asumió que los estudiantes con rezago en grados serían más propensos a desertar de la EMS, como se ha encontrado en estudios previos (SEMS, 2012).

Análisis estadístico

Para lograr el objetivo planteado se recurrió al uso de estadística descriptiva y multivariada. En el análisis descriptivo se utilizaron frecuencias y pruebas de chi2 para las diferencias en las distribuciones. El análisis multivariado consistió en la aplicación de modelos logísticos. Este tipo de modelos es apropiado para nuestra variable dependiente de abandono escolar, la cual es dicotómica. Se presentan razones de momios para facilitar la lectura de los resultados.

Se corrieron varios modelos en la paquetería estadística Stata 11.1. Primeramente se estimó un modelo general de deserción escolar que incluyó la condición laboral y el conjunto de variables independientes de control anteriormente definidas. Luego se procedió a incorporar por separado las variables de las condiciones laborales: salario, rama de actividad y jornada laboral. Finalmente se estimaron interacciones entre las variables de condiciones laborales, considerando las mismas variables independientes que en el primer modelo. Se realizaron pruebas basadas en el logaritmo de verosimilitud para estas interacciones.

Además, con la finalidad de analizar las posibles diferencias entre sexos de la influencia del empleo y sus condiciones laborales en el abandono escolar, se estimó un modelo con una variable construida a partir de la combinación de las variables sexo y empleo. Sin embargo, esta interacción no fue significativa de acuerdo con la prueba estadística basada en el logaritmo de verosimilitud. No existieron diferencias estadísticamente significativas en la asociación entre empleo y abandono escolar según el sexo del joven; en ambos sexos se registró una asociación positiva, de magnitud equiparable.

Es importante mencionar que para el análisis de los datos se ajustó el ponderador para el análisis con muestras longitudinales, con 80% de los casos. Sin embargo, no hubo diferencias significativas entre los resultados que arrojó el ponderador ajustado y el ponderador original de línea base, por lo que se utilizó este último para el análisis.

Perfil sociodemográfico, educativo y laboral del estudiante trabajador

Con la finalidad de tener mayor acercamiento al conocimiento sobre los jóvenes que estudian y trabajan, el presente apartado tiene como propósito central la construcción de un perfil sociodemográfico, educativo y laboral del estudiante trabajador en medios urbanos. Si bien las situaciones y escenarios a los que se enfrentan los jóvenes que estudian y trabajan son diversos, existen generalidades sociodemográficas y laborales que pueden ayudar a construir este perfil.

En primer lugar, cabe señalar que la mayoría de los jóvenes de 15 a 19 años con secundaria terminada en México urbano son estudiantes, esto es 7 de cada 10 jóvenes. Tal como lo muestra la Gráfica 1, están los que se dedican exclusivamente al ámbito educativo (59%), los que combinan ambas actividades (10%), los que se dedican al ámbito laboral (17%) y aquellos que reportan no estudiar ni trabajar (14 por ciento).

Las características sociodemográficas de los estudiantes trabajadores difieren de las de los que sólo estudian (Cuadro 1). Los primeros son en su mayoría hombres, mientras que entre los estudiantes exclusivos se ubica una ligera mayor proporción de mujeres. Las edades en las que se reporta mayor actividad laboral y educativa están entre los 18 y los 19 años de edad, y la generalidad de estos jóvenes son solteros, mientras que los jóvenes estudiantes se concentran en las edades más jóvenes. Además, los jóvenes que estudian y trabajan provienen en mayor medida de hogares nucleares incompletos o ampliados que los que sólo estudian, y la escolaridad promedio de los miembros del hogar también es menor que la de estos últimos. También los estudiantes trabajadores presentan mayor frecuencia de rezago escolar, en comparación con aquellos que sólo estudian y se concentran más en el segundo grado, pues ésta es una población de mayor edad.

Fuente: Elaboración propia con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), IV trimestre de 2012 a IV trimestre de 2013.

Grafica1 Clasificación de los jóvenes urbanos entre 15 y 19 años de edad con secundaria terminada por condición de actividad. México, 2012-2013 

* Pearson chi2, Pr = 0.000

Fuente: Elaboración propia con base en la ENOE, del IV trimestre de 2012 al IV trimestre de 2013.

Cuadro 1 Características sociodemográficas y educativas de estudiantes urbanos de primer y segundo años de educación media superior según condición de actividad. México, 2012-2013 (n = 29 406) 

En cuanto al perfil laboral de los jóvenes que trabajan y estudian en el nivel medio superior, en el Cuadro 2 se presenta un panorama general de la situación laboral de estos jóvenes a partir de las variables que se usarán en los modelos. A los estudiantes trabajadores se les compara con los que sólo se dedican a trabajar. La mayoría de los jóvenes entre estas edades, tanto los que sólo trabajan como los que estudian y trabajan, se concentran en el sector servicios y comercial, tal como ocurre entre la población trabajadora en México. Sin embargo, es notoria la aglomeración de los jóvenes que estudian y trabajan en estos sectores y su menor participación en la industria y otros sectores, lo cual pudiera indicar que los que estudian buscan insertarse en empleos flexibles en cuanto al horario, que les permitan desempeñar su rol de estudiantes.

Respecto a la jornada laboral, los datos nos indican que los jóvenes que sólo trabajan tienen las jornadas más largas: 72% trabaja más de 40 horas a la semana, en comparación con los que estudian y trabajan, de los cuales sólo 27.8% reportó trabajar más de 40 horas a la semana. En contraste, 39.5% de los jóvenes que estudian y trabajan dedican a su empleo entre 0 a 20 horas a la semana. El hecho de invertir menor tiempo en el empleo puede indicar mayor voluntad de permanecer en la escuela.

Además de que los jóvenes que estudian y trabajan dedican menos horas al empleo, poco más de la cuarta parte no recibe pago por su trabajo, lo cual puede deberse a que se encuentran insertos en trabajos de tipo familiar. También llama la atención que hay una proporción ligeramente mayor de estudiantes trabajadores que reciben 25 pesos o más por hora, que de jóvenes trabajadores. Esto pudiera ser consecuencia directa de la rama de actividad donde están insertos estos últimos, dado que los jóvenes que sólo trabajan están más concentrados en ocupaciones del sector de la industria, la construcción y la agricultura -que por lo general tienen una baja remuneración-, mientras que los que estudian y trabajan se ubican más en el comercio y los servicios.

* Pearson chi2, Pr = 0.000.

Fuente: Elaboración propia con base en la ENOE, del IV trimestre de 2012 al IV trimestre de 2013.

Cuadro 2 Condiciones laborales de los trabajadores urbanos de 15 a 19 años de edad con secundaria terminada según asistencia escolar. México, 2012-2013 

Deserción escolar en el nivel medio superior en contextos urbanos de México

De acuerdo con el Cuadro 3, en el ciclo escolar 2012-2013, 4.08% de los estudiantes de 15 a 19 años residentes de áreas urbanas desertó del nivel medio superior de un trimestre a otro. La cifra de jóvenes que decidieron abandonar el bachillerato parecería baja, pero en realidad éste es sólo el porcentaje de deserciones de jóvenes urbanos y en un periodo de tres meses. Según estos datos, si se estima la deserción escolar en un periodo mayor, para los dos grados que abarca el estudio -equivalentes a ocho trimestres-, se obtiene que más de la cuarta parte de los jóvenes (32%) sale del bachillerato en estos primeros años. Esta cifra no está muy lejana de lo que se maneja en las estadísticas educativas oficiales; para el ciclo escolar 2012-2013 el porcentaje de jóvenes que terminó exitosamente los estudios de este nivel corresponde a 63.3% de aquellos que iniciaron, es decir, 36.7% desertaron.

Pearson chi2(1), Pr = 0.000.

Fuente: Estimación a partir del panel de dos trimestres consecutivos de la ENOE, IV trimestre de 2012 a IV trimestre de 2013.

Cuadro 3 Frecuencia de deserción trimestral por condición de actividad. Estudiantes del primero y segundo años del nivel medio superior. México, 2012-2013 (n = 29 406)  

Al comparar las frecuencias de deserción entre los grupos sólo estudia, y estudia y trabaja, se puede inferir que trabajar y estudiar al mismo tiempo se asocia a una mayor deserción escolar en comparación con los que sólo estudian. Se observa una diferencia de 5% entre los grupos, la cual tiene significancia estadística de acuerdo con la prueba chi2 (p>0.000).

La condición de actividad y los riesgos de abandono escolar en la EMS

En el Cuadro 4 se presentan los resultados del modelo de regresión logística para estimar las razones de posibilidad de deserción escolar de los jóvenes estudiantes del nivel medio superior de acuerdo con la condición de actividad, así como con factores demográficos y socioeconómicos.

Al igual que la estadística descriptiva, en el modelo se demuestra que estudiar y trabajar durante la EMS aumenta 75% la posibilidad de deserción, en comparación con sólo estudiar.

***p<.001 **p<.01 *p<.05.

Nota: Categoría de referencia entre paréntesis: los modelos A, B y C incluyeron las mismas variables de control que el modelo en el Cuadro 4.

Fuente: Estimación a partir del panel de dos trimestres consecutivos de la ENOE, IV trimestre de 2012 a IV trimestre de 2013.

Cuadro 4 Razones de momios de abandono escolar. Estudiantes urbanos del primer y segundo años del nivel medio superior. México, 2012-2013 (n = 29 406)  

Tal como se estipula en la literatura revisada, ser hombre aumenta las razones de posibilidad de deserción 18%, en comparación con ser mujer, y a mayor edad las posibilidades de deserción aumentan. Respecto a la estructura del hogar, vivir en un hogar nuclear incompleto o ampliado (ya sea completo o incompleto) aumenta las posibilidades de deserción en comparación con vivir en un hogar nuclear completo.

Con respecto a las variables educativas, en el Cuadro 4 también se exhibe la importante asociación entre el rezago y el abandono escolar en la EMS. La posibilidad de deserción escolar fue 41% mayor para los jóvenes que presentan una trayectoria educativa con rezago que para aquellos cuya edad y grado educativo van en concordancia. Además, en el modelo resultó que cursar el segundo año de bachillerato reduce las posibilidades de desertar de manera considerable, en comparación con cursar el primer año, hallazgo que ya se había encontrado en el bachillerato tecnológico en México (Didou y Martínez, 2000). El grado escolar tiene una asociación con el abandono escolar que pudiera estar relacionada con la selectividad educativa positiva de quienes ya han alcanzado grados educativos superiores y con sus motivaciones y aspiraciones educativas.

Al modelo se añadió la variable trimestre del año como variable de control, para captar el periodo del que se había tomado la información sobre deserción. De acuerdo con la literatura educativa, el abandono se presenta de manera más frecuente en el cambio del ciclo escolar que durante el mismo (INEE, 2011). Sin embargo, los periodos de levantamiento de información de la encuesta no coinciden con los periodos escolares, lo que complica el análisis de esta variable. En el modelo sólo resulta significativo el último trimestre de análisis, que abarca de julio-septiembre a octubre-diciembre (2013), en el que aumenta la posibilidad de deserción. Es posible que en los hogares en los que se realizaron las entrevistas en julio y agosto se siguiera reportando la asistencia del semestre previo, porque eran vacaciones, y entonces los resultados indiquen una deserción mayor al pasar de un ciclo escolar a otro.

Por otra parte, el clima educativo del hogar resultó tener una asociación muy fuerte con el abandono escolar. La posibilidad de desertar fue dos veces mayor en los jóvenes con un clima educativo del hogar promedio entre 9 y 11 años, en comparación con quienes tienen una escolaridad promedio del hogar mayor a 12 años. Esta posibilidad aumentó para los jóvenes con un clima educativo del hogar menor a 9 años, pues fue 2.2 veces mayor, es decir, 3.2 veces más que la de la categoría de referencia.5 Como vemos, las brechas educativas entre los jóvenes de bajo y alto clima educativo en el hogar siguen siendo amplias y son los jóvenes de bajo estatus socioeconómico quienes aún acarrean las desventajas educativas de sus antecesores familiares (Bourdieu y Passeron, 2009).

Las condiciones laborales y el abandono escolar en la EMS

En el modelo anterior ha quedado demostrado el importante efecto del empleo en la deserción escolar. Sin embargo, de acuerdo con las hipótesis planteadas se considera que las condiciones laborales tienen un papel mediador en la asociación entre el empleo y el abandono escolar. Por lo tanto, en aras de comprobar esta hipótesis, en el Cuadro 5 se presentan los modelos de regresión logística de dicha deserción construidos a partir de las condiciones laborales siguientes: jornada laboral, salario y sector de actividad. Posteriormente, en el Cuadro 6 se incluyen dos modelos con las interacciones entre jornada laboral y salario, y entre jornada laboral y rama de actividad.

***p<.001 **p<.01 *p<.05.

Nota: Categoría de referencia entre paréntesis; los modelos A, B y C incluyeron las mismas variables de control que el modelo en el Cuadro 4.

Fuente: Estimación a partir del panel de dos trimestres consecutivos de la ENOE, IV trimestre de 2012 a IV trimestre de 2013.

Cuadro 5 Razones de momios de abandono escolar según condiciones laborales. Estudiantes urbanos del primer y segundo años del nivel medio superior. México, 2012-2013 (n = 29 406)  

De acuerdo con el Cuadro 4, trabajar durante la EMS aumenta las posibilidades de deserción escolar respecto a sólo estudiar. Sin embargo, según el Cuadro 5 no hay diferencias significativas en el abandono escolar entre aquellos jóvenes que trabajan de 1 a 20 horas y los que no trabajan. Al aumentar las horas de jornada laboral crecen las posibilidades de deserción; trabajar entre 20 y 40 horas por semana incrementa 48% tales posibilidades, mientras que trabajar más de 40 horas a la semana las aumenta en 175% respecto a sólo estudiar, lo cual concuerda con la hipótesis planteada: el empleo intensivo tiene una asociación directa y significativa con la deserción escolar.

La relación entre el monto del salario y la deserción escolar es compleja. De acuerdo con el Cuadro 5 las posibilidades de deserción escolar aumentan 12% para los jóvenes que trabajan sin pago en comparación con sólo estudiar. Sin embargo, esta relación no muestra significancia estadística, de manera que no existe evidencia estadística suficiente para argumentar que el trabajo familiar es negativo. Este tipo de trabajo pudiera ayudar a la economía familiar, ser más flexible y permitir la combinación de esas dos actividades.

Las posibilidades de deserción más altas se registran para los jóvenes que trabajan con un salario relativamente bajo (menor a 12.5 pesos por hora) y representan casi dos veces las de los jóvenes que sólo estudian. En contraste, tener un salario medio o relativamente alto también aumenta de manera significativa las posibilidades de desertar, aunque en menor grado que el empleo con bajo salario. Posiblemente un salario medio u alto influye en la percepción de utilidad de la educación media superior, y este tipo de trabajadores tienen expectativas educativas más altas que aquellos con bajos salarios.

En cuanto a la rama de actividad, las posibilidades de abandono escolar aumentan para los jóvenes que trabajan en el sector industrial; sus posibilidades de desertar son casi el doble que las de los estudiantes que no trabajan. Esto pudiera deberse a las bajas expectativas educativas del grupo de trabajadores con el que se convive, ya que los requisitos de ingreso para este sector en las actividades manuales son mínimos. Además, podría vincularse a este resultado la rigidez de los horarios y la rotación de turnos que se presentan en este tipo de empleos, que podrían hacer menos compatible el trabajo con la asistencia escolar.

Por otra parte, es interesante notar que los jóvenes que participan en el sector comercio exhiben momios más bajos de abandono escolar que los del resto de las ramas de actividad económica, aunque mayores que los estudiantes que no trabajan. Podría ser que esto esté ligado a una mayor flexibilidad en cuanto al horario laboral e incluso al lugar de trabajo de los jóvenes que se dedican al comercio. Los estudiantes trabajadores que se ubican en el sector otros (primordialmente construcción) y servicios presentan razones de momios de deserción más similares a los de la industria que a los del comercio. En particular, en la construcción tampoco se tiene interacción con personas de niveles educativos altos y los horarios también pueden ser rígidos.

Interacciones estadísticas entre condiciones laborales

¿Es por la intensidad del trabajo que el empleo en la industria repercute negativamente en el abandono escolar? En el Cuadro 6 se incluye la interacción entre jornada laboral y rama de actividad para responder a esta interrogante. Trabajar más de 20 horas, tanto en el sector industrial como en los otros sectores, contribuye al abandono escolar. Sin embargo, los jóvenes que trabajan en la industria presentan las posibilidades más altas de deserción, ya sea que trabajen menos o más de 20 horas. Trabajar menos de 20 horas en la industria aumenta 94% las posibilidades de abandono escolar en comparación con sólo estudiar. Por lo tanto, trabajar en la industria sí tiene incidencia en la deserción, aunque la jornada sea igual o menor a medio tiempo. Al parecer las condiciones particulares de la industria, además de la jornada, no son las apropiadas para combinar escuela y trabajo.

***p<.001 **p<.01 *p<.05.

Nota: Categoría de referencia entre paréntesis; los modelos A y B incluyeron las mismas variables de control que el modelo en el Cuadro 4.

Fuente: Estimación a partir del panel de dos trimestres consecutivos de la ENOE, IV trimestre de 2012 a IV trimestre de 2013.

Cuadro 6 Razones de momios de abandono escolar de interacciones entre condiciones laborales. Estudiantes urbanos del primer y segundo años del nivel medio superior. México, 2012-2013 (n = 29 406) 

También se creó una interacción a partir de las variables jornada laboral y salario para evaluar si la asociación entre bajo salario y deserción escolar era producto de las jornadas intensivas de los empleos con bajos salarios, y se añadió al modelo inicial del Cuadro 2. Tal como se muestra en el Cuadro 6, sólo dos categorías muestran significancia estadística: trabajar más de 20 horas y ganar menos de 12.5 pesos por hora, y trabajar más de 20 horas y ganar más de 12.5 pesos por hora. Ambas categorías coinciden en la jornada laboral, aunque difieren en el monto del salario, lo que indica que la jornada tiene mayor peso en la asociación con la deserción escolar que el salario, y que las largas jornadas laborales de los trabajos de bajos salarios pueden estar mediando la relación del salario con el abandono escolar.

Conclusiones

En esta investigación, a partir de una perspectiva longitudinal, se demostró la importante asociación del empleo con la deserción en el nivel medio superior y se presentaron hallazgos interesantes sobre el efecto mediador de las condiciones laborales (salario, jornada laboral y sector de actividad) en el fenómeno de estudio. El porcentaje de jóvenes urbanos que abandonó la educación media superior de un trimestre a otro durante los dos primeros años fue alto, 4.08%. Una jornada laboral mayor a 20 horas, un salario bajo, menor a 12.5 pesos por hora, y la inserción en la industria, la agricultura o la construcción fueron factores que repercutieron negativamente en la permanencia escolar de los alumnos de EMS, así como en los sectores servicios y comercio, aunque en menor medida que los anteriores. Además, se mostró que otros factores pudieran acentuar o disminuir la posibilidad de abandonar la EMS, como ser hombre, estar unido, presentar rezago educativo, y residir en hogares monoparentales o ampliados y en hogares con un clima educativo bajo. Por último, se observó que en el nivel de bachillerato son más comunes las deserciones al inicio del ciclo escolar y en el primer año.

La escuela y el trabajo son dos actividades que demandan tiempo y esfuerzo, por lo que trabajar en un empleo de larga jornada durante la educación formal, sobre todo a esas edades en las que los jóvenes están por definir su futuro, no es positivo para la permanencia escolar. Una carga horaria laboral excesiva aunada a la demanda escolar puede llevar a interponer el empleo sobre la escuela, mermar el tiempo para estudiar y el rendimiento educativo de los jóvenes, ser causa de reprobación escolar, afectar negativamente sus expectativas educativas, incidir en la deserción temporal -con la idea de posponer su educación a planes futuros-, y en el peor de los casos, ocasionar el abandono escolar, que es el indicador que analizamos en este estudio.

Respecto al salario, contrario a lo que se esperaba, ganar poco está asociado a mayores niveles de deserción. La hipótesis planteada respecto a la relación entre salario y deserción escolar argumentaba que aquellos estudiantes con altos salarios por hora tienden a desertar más en comparación con los que tienen un salario bajo, dado que un salario alto se asocia a recibir beneficios inmediatos del empleo y aumenta el costo indirecto de estudiar, en lugar de trabajar. Sin embargo, la relación entre el monto del salario y la deserción va en dirección contraria. La teoría del capital humano no se cumple en este caso; la asociación salario y abandono escolar es más compleja que lo que supone esta teoría. Trabajar sin pago no es negativo para la permanencia escolar, pero trabajar con un salario menor a 12.5 pesos por hora aumenta en mayor medida las posibilidades de abandonar la escuela que trabajar con un salario mayor. Un trabajo con baja remuneración podría no cubrir los costos directos de estudiar cuando es de tiempo parcial y propiciar en mayor medida la necesidad de aumentar las horas trabajadas, en lugar de continuar con sus estudios.

En cuanto a la rama de actividad, el análisis permitió inferir que las condiciones particulares de la industria han limitado en mayor medida la combinación exitosa de escuela‑trabajo respecto a no trabajar y participar en otras ramas de actividad, incluso cuando se trabaja hasta 20 horas semanales. Esto puede deberse a los requerimientos propios de las empresas de este ramo, como la rotación de turnos, el tipo de actividad y el ambiente laboral. En cambio, en el sector comercio o servicios las jornadas son más flexibles, lo cual pudiera permitir con mayor facilidad la combinación escuela-trabajo. Sólo cuando se trabaja mucho en estas ramas de actividad, es decir, más de 20 horas, se observa una asociación negativa entre el empleo y el abandono escolar.

En el marco de la reforma a los artículos 3 y 31 constitucionales, la culminación de los estudios del nivel medio superior es de suma importancia para que los jóvenes accedan a mejores condiciones sociales. Sin embargo, la extensión de la obligatoriedad a dicho nivel es un desafío por la ventana demográfica que presenta el país, el considerable número de jóvenes que se ve obligado o decide abandonar la escuela, y las condiciones laborales de rigidez y precariedad a las que se enfrentan los jóvenes trabajadores.

Si bien en este estudio se logró evidenciar la relación existente entre el empleo estudiantil y la deserción escolar en el nivel medio superior en México, es importante aclarar que la ENOE presenta limitaciones para la medición del trabajo estudiantil, dado que toma como referencia sólo la semana anterior al levantamiento de la encuesta, lo que pudiera subestimar el número de estudiantes trabajadores. Un importante número de jóvenes opta por trabajar en vacaciones o en ciertos fines de semana, por lo que este periodo de referencia dificulta la medición del empleo estudiantil. De hecho, es sorprendente que, a pesar de que el número de jóvenes trabajadores que se logra captar en la ENOE es reducido, se haya obtenido una asociación significativa. La encuesta tampoco capta las expectativas de los jóvenes, sus formas de organización del tiempo, los motivos que los llevan a combinar la escuela y el trabajo (necesidad, experiencia o aprendizaje), la temporalidad de la decisión de abandonar la escuela, el desempeño escolar6 y el destino de sus ingresos, variables que hubieran sido útiles para profundizar en los mecanismos mediadores de la asociación analizada. Futuros estudios a partir de otras fuentes de información deberán profundizar en estos aspectos.

Este estudio muestra que los jóvenes que han optado por combinar la escuela con el trabajo se enfrentan a situaciones laborales adversas que los hacen decidir entre una u otra actividad. En el mejor de los casos optan por la escuela en vez del trabajo. Sin embargo, los resultados aquí presentados evidencian el importante número de jóvenes que decide abandonar el sistema educativo y dedicarse al trabajo.

En México, una política que ha probado tener influencia positiva en la retención de los estudiantes con dificultades socioeconómicas del nivel medio superior es la dotación de becas (SEMS, 2012). Sin embargo, como apuntamos anteriormente, 14% de los estudiantes desertaron de este nivel y 10% de los alumnos estudian y trabajan, a pesar de que se otorgaron becas a 46% de los alumnos de preparatorias públicas, lo cual nos indica que el problema de la deserción escolar en este nivel es más complejo y que tal vez sea necesario evaluar los criterios de selección y los montos que los beneficiarios reciben.

Si bien no ha sido posible erradicar el trabajo estudiantil de raíz, es posible regular las condiciones educativas y laborales, y minimizar el riesgo de deserción al que se enfrentan los jóvenes urbanos que estudian y trabajan. Es importante que las autoridades educativas reconstruyan la idea del estudiante clásico urbano que sólo se dedica a estudiar. Aunque el ideal es que el alumno se dedique exclusivamente a los estudios, la realidad es que las condiciones económicas en México no presentan este escenario favorable para todos. Por ello los planes y programas educativos deben ir encaminados hacia el reconocimiento de la heterogeneidad de la población estudiantil urbana y la flexibilidad educativa para el nivel medio superior. La recién ofertada "Prepa en línea" (SEP, 2014) es una política que va en este sentido y que habrá que seguir de cerca para evaluar su cobertura y eficiencia. Asimismo, es importante que las autoridades laborales y educativas tengan presente que el empleo estudiantil es una actividad frecuente y que hay condiciones laborales específicas que expulsan a los jóvenes de manera inmediata del sistema educativo y los retienen en la precariedad laboral.

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1La ENOE incluyó en el año 2009 el Módulo de Educación, Capacitación y Empleo (MECE), en el cual se interrogó a la población económicamente activa (PEA) sobre su situación educativa y laboral.

2 Es importante destacar que el tipo de oferta educativa escolarizada (general, técnica y tecnológica) y los criterios de operación académica y administrativa (federal, estatal, autónoma y particular) del nivel medio superior se caracterizan por presentar altos niveles de heterogeneidad. Al respecto, diversos autores han señalado que esta variedad, medida por el tipo de escuela, condiciona la futura inserción laboral de los jóvenes y su trayectoria educativa (Castañón y Seco, 2000; Villa, 2012). No obstante, en este trabajo no estudiamos esta pluralidad, pues la fuente de información no cuenta con dichos datos.

3Este estudio es representativo sólo para los dos primeros años de educación media superior y el tránsito al tercer año. No se alcanza a observar la deserción durante el tercer año, ya que no es posible identificar los números de semestres en la encuesta, sino sólo los años. Sin embargo, los resultados de esta investigación indican que la deserción se da en mayor medida en el primer año de educación media superior, y al ser la población remanente cada vez más selecta es posible que las salidas en el último tramo sean menores.

4El trimestre se usó como variable de control en los modelos de deserción escolar.

5Con fines exploratorios se evaluó la interacción entre el empleo y el clima educativo del hogar (no presentada en el cuadro), y se encontró que la asociación entre el empleo y el abandono escolar era significativa y fuerte en los hogares de distintos climas educativos, siendo el grupo con menor capital humano en el hogar y que estudia y trabaja el de mayores desventajas en cuanto al abandono escolar.

6Es importante conocer las razones de la deserción y su temporalidad, ya que es posible, por ejemplo, que los jóvenes con más bajo rendimiento escolar decidan trabajar, y no ser el trabajo propiamente la causa de la deserción. También otros jóvenes pudieran empezar a trabajar pensando en abandonar la escuela en un corto plazo.

Recibido: 29 de Agosto de 2014; Aprobado: 16 de Marzo de 2016

Ana Karina Hernández Robles

Es maestra en Estudios de Población por El Colegio de la Frontera Norte y licenciada en Intervención Educativa por la Universidad Pedagógica Nacional. Se desempeña como técnica académica en el Departamento de Estudios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte. Sus líneas de investigación son: educación, empleo y juventud.

Eunice D. Vargas Valle

Es doctora en Sociología, con especialidad en Demografía, por la Universidad de Texas en Austin. Se desempeña como investigadora en el Departamento de Estudios de Población de El Colegio de la Frontera Norte. Sus líneas de investigación son: demografía de la juventud, educación y sociodemografía regional. Sus publicaciones más recientes son: "Calidad de la escuela, estatus económico y deserción escolar de los adolescentes mexicanos" (en coautoría con Alfredo Valadez), Revista Electrónica de Investigación Educativa, 2016; "¿Cambiarse de escuela? Inasistencia y rezago escolar de los niños de migración reciente de Estados Unidos a México" (en coautoría con Elizabeth Camacho), Norteamérica, 2015; y "Una década de cambios: educación y nexos transfronterizos de los jóvenes en áreas muy urbanas de la frontera norte", Estudios Fronterizos, 2015.

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