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Estudios demográficos y urbanos

versão On-line ISSN 2448-6515versão impressa ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.30 no.3 Ciudad de México Set./Dez. 2015

 

Reseñas y comentarios bibliográficos

Figueroa, Juan Guillermo y Alejandra Salguero (coords.), ¿Y si hablas de...sde tu ser hombre? Violencia, paternidad, homoerotismo y envejecimiento en la experiencia de algunos varones

Jéssica Nájera* 

* Profesora investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México. Dirección postal: Camino al Ajusco 20, Col. Pedregal de Santa Teresa, C.P. 14200, México, D.F., México. Correo electrónico: <jnajera@colmex.mx>.

Figueroa, Juan Guillermo; Salguero, Alejandra. ¿Y si hablas de...sde tu ser hombre? Violencia, paternidad, homoerotismo y envejecimiento en la experiencia de algunos varones. México: El Colegio de México, 2014.


En los estudios de género se ha insistido en que es necesario recuperar la dimensión relacional hombre-mujer en las investigaciones sobre el tema; es decir, se parte de la idea de que la construcción de identidades y los roles de género desempeñados por hombres y mujeres en una sociedad están relacionados, planificados o incluso condicionados por lo que hace cada uno de ellos. La organización genérica estructura la vida cotidiana de los sujetos; sin embargo, es posible cuestionar tal organización preestablecida para dar pie a cambios o rupturas. Los diversos estudios de género muestran que hay poblaciones y situaciones particulares en las que tales cambios y transgresiones de los órdenes establecidos en las formas genéricas se han llevado a cabo por necesidad, y generalmente han implicado optar por nuevas formas de hacer frente a lo que la sociedad espera de cada sujeto. En este contexto los sujetos se enfrentan a sanciones de exclusión, desestabilización e incluso discriminación por no ejercer los roles sociales esperados, sean maternos, familiares o sexuales, por mencionar algunos.

En este marco de discusión, Juan Guillermo Figueroa y Alejandra Salguero coordinaron el libro ¿Y si hablas de...sde tu ser hombre? Violencia, paternidad, homoerotismo y envejecimiento en la experiencia de algunos varones, el cual, desde diferentes disciplinas como la historia, la sociología, la demografía, la psicología y las ciencias médicas, da cuenta de la experiencia personal, emocional y vivencial de varones en distintos ámbitos de la vida cotidiana. Hablar sobre lo que es "ser hombre" parece tener como inicio el reconocimiento de una serie de estereotipos, en su mayoría rígidos y excluyentes, respecto a la forma de ser esposo, pareja conyugal o padre, que no permiten reconocer de antemano diversas formas de ser hombre. Los autores que participan en este libro tuvieron el interés de escuchar los silencios para nombrar lo no nombrado y llenar de significado "lo sobreentendido". Estos silencios motivaron el diálogo y la reflexión sobre la experiencia de ser y desempeñarse como hombre, es decir, resultaron en una invitación a hablar de su propio aprendizaje, acciones y vivencias acerca de cuatro temáticas en particular: violencia, paternidad, homoerotismo y envejecimiento.

El libro está compuesto por cuatro secciones. En esta reseña me referiré a la segunda y a la tercera. La segunda, denominada "Paternidad y entorno reproductivo: otras familias, conceptos y referentes", compila cuatro trabajos que abordan temas vinculados al significado de la paternidad, la crianza de los hijos, la infertilidad y los derechos sexuales y reproductivos de los varones. Azucena Hernández presenta una investigación sobre la "Representación social de la paternidad y significado de la progenie en jóvenes que viven en la calle"; Josefina Franzoni escribe sobre los "Factores que inciden en la participación de los hombres en la crianza de los hijos"; Jorge Luis Calero, en el trabajo "La infertilidad en la experiencia de varones cubanos que la padecen", aborda un tema tradicionalmente estudiado para la población femenina, el de la infertilidad, pero desde la experiencia masculina; y finalmente, Olivia Tena y Lucero Jiménez en su texto "Algunos malestares en la experiencia de los varones: ¿podemos ir reflexionan- do sobre sus derechos sexuales y reproductivos?", promueven un diálogo acerca de la posibilidad de hablar de los derechos sexuales y reproductivos de los varones.

La tercera sección de este libro "Homoerotismo y parentalidad: otras díadas por explorar", agrupa trabajos sobre la sexualidad y el emparejamiento entre varones. El primero de ellos es el de Adrián Palma, denominado "México y la sexualidad entre varones", cuyo objetivo fue construir desde una perspectiva histórica las circunstancias y formas en las que se han vivido las relaciones amorosas y sexuales entre varones. El segundo trabajo es el realizado por Gabriel Gallego, quien desde una perspectiva sociodemográfica trata el tema de las "Trayectorias de emparejamiento en varones con prácticas homoeróticas en la Ciudad de México: una exploración a partir de biografías sexuales".

Un aspecto interesante a destacar es la riqueza de fuentes de información con las que se elaboraron las experiencias de los varones sobre paternidad y homoerotismo. Es común que para la comprensión subjetiva de tales experiencias los acercamientos cualitativos sean la principal estrategia metodológica, ya que a partir de entrevistas a profundidad o semiestructuradas e investigación documental se puede conocer, profundizar y comprender las diversas formas de ser, pensar y vivir determinadas realidades por la población de referencia. Sin embargo, los trabajos de Franzoni y Gallego se realizaron con base en encuestas y el uso de métodos estadísticos; es así que el lector podrá encontrar en estas dos secciones diversas formas de aproximación metodológica al estudio de las experiencias de los varones.

A continuación se exponen algunas notas que se consideran relevantes sobre los seis trabajos antes mencionados. La sección "Paternidad y entorno reproductivo" inicia con el trabajo de Azucena Hernández, "Representación social de la paternidad y significado de la progenie en jóvenes que viven en la calle", el cual desde una visión sociológica, en particular desde la teoría de las representaciones sociales y las identidades de género, se ocupa por comprender el significado y el ejercicio de la paternidad entre un grupo de población "marginal", como ella lo señala, que son los jóvenes que viven en la calle. Para la autora, las representaciones sociales son ideas, imágenes y estructuras que adquieren sentido en la medida en que los individuos las integran y las hacen parte de su cotidianidad; si bien son estructurantes de la vida cotidiana en general, cada individuo le otorga un significado particular a su propia experiencia.

La autora comprende la paternidad más allá de los ámbitos tradicionales de relaciones de parentesco y filiación, como tradicionalmente se hace en disciplinas como la demografía, e incorpora la dimensión de la transmisión, la cual permite dar cuenta de la forma en que los sujetos integran pautas y asumen creencias y normas en el momento de ejercer la paternidad. Es así que si bien reconoce que una de las principales funciones de los padres en la familia es la de ser proveedor -como se ha expuesto en repetidos estudios sobre el tema-, muestra una función hasta ahora no identificada, como es la de ser protector de su familia, por vivir en situaciones de riesgo.

Ser padre para los jóvenes que viven en la calle, al igual que para una gran mayoría de varones, es una idea que siempre está presente en el imaginario, ya que los hijos confirman la identidad de género, pero además representa -y esto es el nuevo aporte de la investigación- la posibilidad de expresar amor, afecto y cuidados, lo que les permite asumirse como "vulnerables", en contraposición a la apariencia de fuerza, rudeza y poder que suelen y tienen que mostrar al vivir en la calle con el objeto de ser respetados y temidos. Para estos padres los hijos han sido un factor de motivación para modificar la forma en que viven en la calle: relatan acciones para cambiar la forma en que consiguen dinero y bienes materiales (comúnmente mediante el asalto o robo) y distanciarse del círculo de amigos para disminuir riesgos tanto para él como para su familia. Todas estas acciones se realizan con la idea de que los padres son "el ejemplo" para su prole.

Un aspecto nuevo que aborda esta investigación sobre la experiencia de la paternidad es el vínculo entre ésta y los derechos. La autora define como "paternidades despojadas" a los casos en que los jóvenes, por su situación de calle, pueden perder el derecho a tener a sus hijos debido a la falta de documentos civiles que vinculen su relación paterno-filial. En este sentido los padres no se identifican como sujetos de derecho. En general, este trabajo muestra que la condición de vivir en la calle puede ser una razón para la reconfiguración y resignificación de la paternidad.

El siguiente trabajo en el libro, que también se refiere al tema de la paternidad, es la investigación sociodemográfica de Josefina Franzoni denominada "Factores que inciden en la participación de los hombres en la crianza de los hijos". Esta investigación parte del supuesto de que el hombre debe compartir equitativamente con la madre las actividades de crianza de los hijos, por lo que indaga cuáles son los factores que favorecen e inhiben dicha participación. Desde una aproximación cuantitativa -a diferencia del resto de los trabajos presentados en las secciones segunda y tercera de este libro- Franzoni se plantea dos objetivos a partir de la Encuesta Nacional de Salud Reproductiva (Ensare, 1998): el primero es mostrar las distintas maneras de ejercer la paternidad según el estrato socioeconómico y la generación, para lo cual construyó un índice de participación de los varones en la crianza de los hijos compuesto por tres referentes (lo económico, lo doméstico y lo social); el segundo es explicar los factores que inciden en la participación de los hombres en la crianza de los hijos, a partir de un modelo de regresión lineal. Entre los resultados más relevantes destaca que aunque 63% de los varones considera que el cuidado y la crianza de los hijos es una tarea de ambos padres, sólo 43% de ellos participa de la crianza; de tal manera que aún permea una división tradicional de roles en la que los varones se ocupan esencialmente de la proveeduría económica en el hogar y las mujeres del cuidado de los hijos.

La autora muestra que la ubicación de los varones en la estructura social define formas diversas de participación en la crianza de los hijos. En general, en los estratos más bajos hay mayor rigidez en mantener los roles de género tradicionales, mientras que los varones de estratos medio y alto comparten en mayor medida tanto la responsabilidad económica del hogar como la crianza de los hijos; es así que cuando los varones y sus cónyuges trabajan, la participación masculina en la crianza de los hijos se incrementa.

Destaca que entre los varones de sectores medios, los de mayor escolaridad y de generaciones "intermedias", se aprecian algunos cambios en sus prácticas de paternidad hacia un modelo de mayor participación masculina en la crianza de los hijos y mayor equidad en la división de las tareas entre ellos y sus cónyuges. El trabajo de Franzoni visibiliza y considera la complejidad de interrelacionar la crianza de los hijos y el trabajo remunerado entre la pareja conyugal.

En el capítulo "La infertilidad en la experiencia de varones cuba- nos que la padecen", Jorge Luis Calero vincula el tema de la infertilidad con el de la paternidad por medio de la posibilidad o imposibilidad de ejercer roles específicos que pueden significar la plenitud de la identidad masculina, como el de ser padre y ejercer la paternidad. A partir del concepto de ciclo de vida, Calero muestra que en cada etapa de la vida se exigen condiciones y posicionamientos específicos; es así que "se espera" que en la etapa adulta se vivan eventos como el ser padre y ejercer la paternidad. Para los varones entrevistados el tener hijos es una vivencia especialmente esperada en la etapa del ciclo de vida en la que la pareja conyugal se ha consolidado, ya que la unión o matrimonio no determina la existencia de una familia. Sin embargo, cuando el varón es infértil y no puede vivir o ejercer dichas experiencias, se cuestionan sus deseos, anhelos y posición social. El hecho de embarazar a la cónyuge denota virilidad y capacidad reproductiva, además de que se asume que los hijos refuerzan y hacen más duradera la relación de pareja. Este trabajo es importante en los estudios sobre familia precisamente porque vincula la relación de pareja con la capacidad reproductiva.

El autor utiliza los conceptos de fertilidad e infertilidad más allá del ámbito médico y profundiza en las implicaciones socioculturales que tienen en los individuos. Al igual que Azucena Hernández en su trabajo sobre el significado de la paternidad, Calero muestra como el contexto subjetivo regula la identidad de género de los varones, en el que ser padre es una situación sociocultural que se torna necesaria para sentirse y ser reconocidos como varones. De acuerdo con las experiencias de los entrevistados, la infertilidad es interpretada y construida como potencialidad reproductiva anulada, y como la incapacidad de ejercer una identidad anhelada. En estas situaciones los varones viven sentimientos de pérdida, frustración personal, baja autoestima, estigma y roles fallidos al compararse con el resto de los varones. Si bien la infertilidad se ha estudiado especialmente en el caso de las mujeres, como sujetos reproductores, este trabajo exhibe la situación de la otra mitad de la pareja, mostrando una experiencia hasta ahora no hablada.

Continuando con la reflexión sobre la experiencia reproductiva de los varones, el trabajo de Olivia Tena y Lucero Jiménez, en su capítulo denominado "Algunos malestares en la experiencia de los varones: ¿podemos ir reflexionando sobre sus derechos sexuales y reproductivos?", promueve la idea de situar a los varones -como se ha hecho tradicionalmente con las mujeres- como actores con sexualidad, salud y capacidad reproductiva.

Las autoras inician su trabajo poniendo en duda la idea de que para los varones la sexualidad y la reproducción constituyen experiencias cómodas y ventajosas, por lo que indagan los posibles malestares que éstos experimentan al respecto. Sin embargo, el primer reto de la investigación fue conseguir que los varones reconocieran que experimentaban algún malestar, entendido como alguna sensación de incomodidad, dado su modo de ser, su espacio, situación o condición social. Este hecho, que bien podría considerarse uno de los primeros hallazgos de la investigación, mostró que vivimos en una sociedad en la que a los varones escasamente "se les relaciona", y por tanto, poco "se les permite" mostrar sentimientos y debilidades.

Con tan provocativa invitación a los varones para reflexionar sobre su vida sexual y reproductiva, las autoras lograron identificar cinco malestares comunes: la enseñanza sexual nula, ambigua o forzada; las restricciones a su actividad sexual; la negativa de la pareja a procrear; las paternidades impuestas; y las disfunciones sexuales. Pero además mostraron que los varones, más que intentar resolver sus malestares, buscan caminos alternativos para evadir la situación que los conflictúa, como tener relaciones paralelas y acudir a actos de violencia simbólica -entre los que mencionan las amenazas de abandono o desprecio a la mujer.

La identificación de estos malestares sobre las experiencias sexual y reproductiva de los varones les permitió a Tena y Jiménez mostrar que los varones, como las mujeres, también viven desventajas y malestares respecto a su sexualidad y reproducción, aunque dichas sensaciones sean pocas veces verbalizadas y dialogadas. Una pregunta bastante sugerente que emana de tal reflexión es si es necesario que las personas afectadas manifiesten sus propias creencias y malestares para construir su derecho a ser atendidas. Un posible punto de partida podría ser que los derechos sexuales y reproductivos de los varones se incluyeran en la agenda de salud y sexualidad bajo la consideración de que estos temas son "relacionales", es decir, que deben atenderse tanto para los varones como para las mujeres. Es así que las autoras hacen una invitación doble: por un lado, a hacer visibles las experiencias negativas y necesidades de los varones respecto a dichos temas, y por otro, a pensar en los derechos sexuales y reproductivos de ellos.

Las experiencias de y desde ser hombres presentadas en los trabajos de Azucena Hernández, Jorge Luis Calero, Olivia Tena y Lucero Jiménez revelan en su conjunto que la masculinidad puede tener un doble significado para los varones: lo que se muestra que se siente, se piensa y se es, y lo que en realidad los varones sienten, piensan y son. Es así que estos trabajos resultan en una interesante invitación a visibilizar y atender ambas realidades; pero además muestran que las experiencias de paternidad, infertilidad y salud sexual y reproductiva deben ser vivencias contextualizadas para dar cuenta de la diversidad de elementos, variables y significados que tienen para cada grupo de varones.

La tercera sección aborda el tema del homoerotismo y parentalidad por medio de los trabajos de Adrián Palma y Gabriel Gallego. El primer autor, cuyo trabajo es "México y la sexualidad entre varones", analiza la historia de la sexualidad entre hombres desde antes del siglo XIX hasta la actualidad. A partir de una lectura sociológica de pasajes históricos y de una periodicidad creada por el autor, el recuento transita por el mundo nahua, la posrevolución mexicana, la liberación sexual en la década de 1960, la cultura gay a principios de 1980 y finalmente el periodo del VIH-sida, construyendo y deconstruyendo la historia dominante de la sexualidad en general, y de la homosexualidad en particular.

Con base en la investigación documental -documentos, novelas y películas, por mencionar algunas de sus fuentes de información- el trabajo aborda dos temas en general. El primero se refiere a las diversas formas en que se ha nombrado a los varones que tienen relaciones sexuales con varones, de tal manera que permite reconocer la diversidad de construcciones identitarias construidas para la población homosexual a lo largo de la historia en México, en las que constructos sociales como joto, maricón, mayate, homosexual y gay han sido asumidos, reapropiados y transformados por los propios sujetos involucrados y la sociedad en general.

Por otro lado, el autor reconoce que a lo largo de la historia la interpretación del "ser hombre" ha estado ligada fundamentalmente al ejercicio de la sexualidad, sus transgresiones y normatividades sociales. El trabajo de Palma resulta en un insumo exhaustivo y por demás relevante, dado que la construcción histórica que realiza de la homosexualidad en México permite ubicar quiebres y coyunturas históricas que desafiaron el orden de género y que, como consecuencia, crearon otros modelos de relaciones humanas.

El último trabajo de la tercera sección es el realizado por Gabriel Gallego, "Trayectorias de emparejamiento en varones con prácticas homoeróticas en la Ciudad de México", quien retoma elementos centrales de los estudios sociodemográficos para mostrar y comprender las prácticas homoeróticas entre varones. Con base en 250 entrevistas retrospectivas a hombres, Gallego analiza las trayectorias y las transiciones en la construcción erótico-afectiva entre varones a partir de tres eventos específicos: la iniciación sexual homoerótica, la primera relación de pareja con otro varón y la primera relación corresidente. Este trabajo realizado desde el enfoque de curso de vida muestra la importancia del tiempo social e histórico en el que se ubican los varones y sus experiencias de emparejamiento y de relacionamiento sexual. El autor entrelaza el tiempo social con el tiempo individual de los entrevistados para mostrar experiencias contextualizadas de los varones.

Resulta interesante la construcción de tipos de emparejamiento entre varones de acuerdo con sus características personales y el nivel de profundidad o compromiso que tiene la construcción eróticoafectiva y amorosa. De esta manera el autor habla de emparejamientos entre hombres maduros con jóvenes inexpertos y dependientes, entre hombres rudos y viriles con varones afeminados, así como de emparejamientos construidos desde el monoamor y otros desde el poliamor.

Un elemento innovador es la construcción de tipos de relacionamiento sexual entre varones con base en el grado de apertura o de restricción del afecto de varones con otros varones y el medio social en el que se desenvuelven. La indagación sobre la exclusividad sexual en la pareja o la apertura hacia relaciones simultáneas con otros varones llevó a Gallego a identificar cuatro tipos de trayectorias de empareja- miento entre ellos: las exclusivas con varones, las transitivas -iniciadas con mujeres pero que terminan sólo con varones-, las rizomáticas -múltiples combinaciones de sexo y transgénero/transexual-, y aquéllas en las que ha habido experiencias con mujeres. Es así que esta categorización resulta novedosa en los estudios de las relaciones de pareja por la separación del tipo de emparejamiento (monoamor y poliamor) y del tipo de relacionamiento sexual (exclusividad sexual o no en la pareja), en los que resalta la lealtad como el principal vínculo con el otro. Resultaría interesante preguntarnos qué resultados se obtendría si se estudiaran las relaciones heterosexuales bajo estos mismos parámetros: ¿los resultados serían los mismos?, habría que indagar al respecto.

Tanto el trabajo de Adrián Palma como el de Gabriel Gallego muestran, por un lado, las repercusiones analíticas y de significación del uso del lenguaje para nombrar las relaciones amorosas y sexuales entre varones, y así evitar situaciones de estigmatización y discriminación; pero también abren la posibilidad de no reducir la sexualidad entre varones al modelo gay o a la visión médica de la homosexualidad, sino que abordan elementos para repensar la forma en que se define, se analiza y se proponen servicios de salud sexual para los varones. En ambos trabajos se reconoce la diversidad de identidades sexuales (heterosexuales, bisexuales y homosexuales) con sus diversas variantes, por lo que que cada categoría no es necesariamente pura ni excluyente de la otra. Una pregunta relevante después de la lectura de estos dos capítulos es -como señala Gallego- si las prácticas sexuales deben seguir constituyendo un elemento central en el discurso que nombra las identidades de sexo-género. Probablemente esta categoría es ahora una forma reduccionista de comprender las relaciones de pareja.

A manera de enfatizar la importancia de leer este libro, queda por señalar que es un texto que da voz a los varones para dialogar acerca de sus sentires, deseos, pesares, preocupaciones y proyectos de vida. En este sentido, las diversas experiencias "de ser hombre" aquí expuestas acerca de la paternidad, el homoerotismo, la violencia y el envejecimiento resultan importantes para conocer algunas cotidianidades hasta ahora no visibilizadas. Los hallazgos de cada trabajo pueden también servir de base para nuevas investigaciones académicas, con diversos planteamientos metodológicos, referentes teóricos e hipótesis a comprobar.

El libro coordinado por Juan Guillermo Figueroa y Alejandra Salguero representa una suerte de invitación para reconocer la diversidad de formas de ejercer la masculinidad, la identidad y los roles de género, que son la base para identificar y reconocer derechos, especialmente en aquellos ámbitos de la vida cotidiana en los que algunos de ellos son considerados esencialmente femeninos -como la reproducción, la infertilidad y la crianza de los hijos-. Ojalá todos los autores que participaron en esta publicación se animen a abordar en un segundo libro las mismas temáticas, pero ahora desde otros niveles de análisis, como el papel de las instituciones gubernamentales o de la sociedad civil, así como la participación y la creación de políticas públicas desde el Estado.

Finalmente, esperamos que este libro sirva de invitación a seguir profundizando en la experiencia de los varones en otras áreas de la vida cotidiana; también sería interesante transitar hacia temáticas hasta ahora no exploradas, como su papel en la migración interna e internacional en sus facetas de proveedor, pareja conyugal o padre, dada su ausencia física. Las identidades, como creaciones socioculturales, pueden de-construirse, resignificarse y reaprenderse. En este sentido, siempre será posible transitar hacia otras formas de ser hombres y ser mujeres más compatibles con los deseos y necesidades de cada ser humano; mostrar tal diversidad permitirá identificar las necesidades de los varones desde su ser hombre.

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