Introducción: el proceso de investigación
Hay entre los investigadores una confluencia epistemológica y temática al analizar, desde diversos campos de la ciencia, el surgimiento, el desarrollo y la expansión de las urbanizaciones cerradas en las metrópolis latinoamericanas. Estos análisis se asientan, en general, sobre tres ejes de explicación interrelacionados: el miedo, el consumo y la simulación. Postulan además la multiplicación de estos emprendimientos cerrados como una alternativa residencial en el mundo contemporáneo que reconfigura progresivamente la estructura de la ciudad.1
El miedo (ante la inseguridad que existe en la ciudad) y el consumo (promovido por las campañas de marketing de estos emprendimientos), se convierten en los elementos centrales utilizados por los promotores inmobiliarios2 para encomiar la privatización del espacio3 y el aislamiento urbano, y ofrecer las urbanizaciones cerradas (Rodríguez Chumillas, 2005). Combinan el miedo y el consumo (entendidos como dos procesos que se retroalimentan en forma permanente) con el contexto sociohistórico local y con el nivel socioeconómico de los compradores, su composición familiar, sus aspiraciones y sus percepciones en torno a la ciudad (López Levi y Rodríguez Chumillas, 2004). Simulan un microcosmos fortificado donde se exacerba el valor de la seguridad, la exclusividad, el confort y la armonía con la naturaleza,4 enfatizando ciertos valores propios del consumo, como un hogar tranquilo para vivir, rodeado de espacios verdes y lejos de los ruidos y la contaminación que caracteriza a las ciudades.5
Rodríguez Chumillas (2005: 130) llama a la combinación de estos tres ejes "cultura del miedo" y entiende que la misma genera gradualmente consumidores que acuden al mercado inmobiliario en busca de espacios donde sentirse protegidos. Sin embargo, las urbanizaciones cerradas más que proteger de la inseguridad de la ciudad abierta ocultan a sus residentes de la mirada del otro,6 otro que se construye sobre la base de la diferencia, la diversidad o la desigualdad, pero que en definitiva se trata de un otro lejano e incierto, de un otro que estando próximo es desconocido (Boivin, Rosato y Aribas, 1999).
Teniendo en cuenta dichos ejes de análisis, este artículo tiene por objetivo presentar una estrategia metodológica para el estudio de las urbanizaciones cerradas centrada en la mirada de los actores sociales involucrados; entendiendo que el miedo, el consumo y la simulación influyen de manera decisoria en las representaciones sociales y en las percepciones que éstos sustentan ante el surgimiento, desarrollo y expansión de esta nueva lógica de ocupación del espacio urbano. Dicha estrategia metodológica se enmarca en una investigación cualitativa, la cual permite reconstruir teóricamente un objeto en permanente dinamismo y obtener una comprensión holística de las situaciones sociales (Yuni y Urbano, 2003) y propone para su desarrollo la utilización de un enfoque etnográfico, en tanto la etnografía es una modalidad de investigación que contribuye a lograr la comprensión de los procesos sociales (Hammersley y Atkinson, 1994).7
Como punto de partida es preciso tener en cuenta que las urbanizaciones cerradas suelen entenderse como parte integrante de fenómenos urbanos más amplios. Fueron concebidas como respuesta a las demandas que caracterizan a un determinado grupo de la sociedad y que se relacionan, principalmente, con la necesidad de habitar lugares seguros y en contacto con la naturaleza. No obstante, en la actualidad también responden a otro tipo de demandas, entre las que se encuentran las pretensiones de exclusividad y homogeneidad social del grupo de pertenencia (Vidal Koppmann, 2007; Thuiller, 2005; Cabrales Barajas, 2004; Roitman, 2004; Borsdorf e Hidalgo, 2004; Janoschka y Glasze, 2003; Borsdorf, 2003; Janoschka, 2002; Svampa, 2001 y 2004; Carballo, 2002; Lacarrieu y Thuillier, 2001; Tella, 2000).
De este modo, la estrategia metodológica propuesta se centra en interpretar la realidad a partir del diálogo crítico y permanente entre el modelo teórico sustentado y el mundo empírico estudiado. Esta relación permanente, entonces, le permitirá al investigador captar "las pistas" que el campo presenta y atender a las categorías sociales -prácticas y discursos- (Rockwell, 1987) que sustentan los actores sociales acerca de la realidad en que se encuentran. El empleo de un enfoque etnográfico tiene como propósito estudiar a las personas insertas en un contexto determinado, sin descartar la influencia de su historia de vida y atendiendo a la comprensión de los fenómenos sociales desde la propia perspectiva de los sujetos,8 teniendo en cuenta la situación en la que se encuentran, los significados que le atribuyen a sus acciones y cómo interpretan las relaciones que se establecen dentro de su mundo social particular.9 En tal sentido los sujetos recurren a categorías de significación compartidas; las prácticas y representaciones sociales que sustentan son heterogéneas y en ellas se pueden detectar, como expresa Achilli (2005), experiencias sociales del pasado, intentos de transformarlas, y construcciones de sentidos en relación con lo vivido y con aquello que supone el porvenir. Esto implica reconocer que las prácticas y las representaciones sociales son el resultado de una actividad continua en la que los individuos ponen en juego destrezas, procedimientos y reglas (Batallán, 2007). Por lo tanto el análisis etnográfico "no responde a un procedimiento técnico idéntico para todo el estudio; el método (camino) del análisis debe marcarse en cada caso, según las características particulares del objeto de estudio" (Rockwell, 1987: 14).
El enfoque etnográfico propuesto se vale principalmente de la metodología y las técnicas cualitativas de la investigación social. En el transcurso de la investigación se llevaron a cabo, principalmente, observación con participación (Guber, 2001 y 2009), entrevistas abiertas en profundidad (Goetz y LeCompte, 1988; Taylor y Bodgan, 1990; Souza Minayo, 2004), entrevistas cortas o conversaciones informales (Taylor y Bodgan, 1990), análisis de documentos bibliográficos, oficiales y periodísticos (Yuni y Urbano, 2003) y se elaboró un catálogo fotográfico (Sontag, 2007).10 Su aplicación implicó la entrada al campo, lo que conlleva, siguiendo a Berreman (1962), diversos procesos de negociación. Para Rabey y Kalinsky (1991) la llegada del investigador al campo supone el establecimiento de un "contrato cognoscitivo" con los sujetos locales. El investigador no es neutral, requiere de una gran sensibilidad y receptividad, y debe saber que las personas con quienes desarrolla el trabajo de campo son también constructoras de conocimiento. Como expresa Cardoso de Oliveira (2004), el investigador mira, escucha y escribe. Geertz (1989: 11 y 139) explicita este proceso al decir que mirar y escuchar representan el "estar allí", en el campo, mientras que la tarea de escribir representa el "estar aquí", refiriéndose al trabajo que posteriormente el investigador efectúa en su gabinete en la academia.
"Estar allí", en el campo
La unidad de estudio: el municipio Yerba Buena
El campo como unidad de estudio (Guber, 2009) se encuentra conformado por el municipio Yerba Buena, localizado al oeste del aglomerado Gran San Miguel de Tucumán11 (noroeste argentino). Este municipio, con una superficie estimada de 38 km2, ocupa el 22.15% del total de la superficie del aglomerado y concentra la mayor cantidad de urbanizaciones cerradas de éste,12 lo cual se debe principalmente a que en el imaginario social se le considera como uno de los lugares privilegiados para vivir en tanto se ubica en el piedemonte de la Serranía de San Javier. Se trata de un área con paisajes atractivos vinculados con el entorno montañoso, espejos de agua y abundante vegetación.13
La llegada de las urbanizaciones cerradas a la región ocurrió después de su incorporación a la trama urbana del Área Metropolitana de Buenos Aires.14 Su difusión implicó la importación de nuevas formas de habitar la ciudad y de nuevos valores y estilos de vida que se relacionan con la producción de estos espacios urbanos. En el transcurso de la década de los noventa estas urbanizaciones comenzaron a multiplicarse bajo una fase de flexibilización económica y liberalización de los mercados que rompió claramente con las tradicionales pautas de estructuración urbana y favoreció las oportunidades de edificación y difusión de tales complejos. No obstante, su desarrollo exponencial apenas se produjo a partir del año 2000.15
En el municipio Yerba Buena se identificaron 49 urbanizaciones cerradas que se clasifican en tres tipos: barrios privados, countries y condominios16 (Mapa 1). La mayoría de estos emprendimientos se incorporaron a una trama urbana en vías de consolidación; se asentaron sobre todo en espacios que anteriormente se utilizaban como áreas de cultivo (principalmente plantaciones de caña de azúcar y de limoneros) y en lotes desocupados. Estos espacios se localizaban tanto en la periferia como en las proximidades de las áreas centrales del municipio (aunque siempre fuera del casco urbano tradicional), motivo que propició su rápida integración al tejido urbano (fotos 1 y 2). Ocupan una superficie estimada de 727.25 ha, se asientan sobre el 19% del total de la superficie del municipio Yerba Buena (3 800 ha)17 y su densidad poblacional es de 750.53 hab./km2, mientras que la densidad aproximada del municipio es de 2 255 hab./km2.
La rápida expansión de las urbanizaciones cerradas en el aglomerado Gran San Miguel de Tucumán se fundamenta principalmente en criterios económicos y políticos que se encuentran avalados por las prácticamente nulas normas vigentes que regulen el desarrollo de este tipo de emprendimientos residenciales. Esta situación pone de manifiesto las lagunas existentes entre la planificación urbana y la efectiva expansión de la ciudad.
La unidad de análisis: los de adentro y los de afuera
La unidad de análisis (Guber, 2009) está conformada por los actores sociales involucrados en el fenómeno de las urbanizaciones cerradas y por las interacciones y representaciones (diversas y heterogéneas) que los mismos sostienen. El reconocimiento de sus acciones e interpretaciones permitirá incorporar nuevos puntos de análisis y de comprensión de los hechos sociales.18 Se entiende que las fronteras espaciales instauradas por estos emprendimientos se transformaron en fronteras simbólicas y sociales que implican una profunda ruptura entre el adentro y el afuera de estos emprendimientos, acentuando los contrastes sociales ya existentes. "Adentro" representa la ausencia de problemas, un ámbito armónico en el cual las regulaciones son claras y los códigos de comportamiento previsibles, un espacio en donde los individuos se sienten "como en su casa". Por el contrario, "afuera" refleja un espacio en donde suceden cosas que no se pueden anticipar o comprender, donde prevalece la incertidumbre, un espacio al que las personas de adentro concurren rara vez (Svampa, 2004). Bauman (2008) explica la dicotomía del adentro y el afuera de la siguiente manera:
las vallas [los cercos] tienen dos lados [...] dividen un espacio uniforme en un "afuera" y un "adentro", pero lo que es "adentro" para los que están de un lado de la valla es "afuera" para los que están del otro lado. Los residentes de los condominios [urbanizaciones cerradas] usan la valla para estar "fuera" de la desagradable, inquietante, vagamente amenazante y dura vida de la ciudad, y "dentro" del oasis de calma y seguridad. Pero, al mismo tiempo y con el mismo gesto, impiden el acceso a los demás, dejándolos fuera de los lugares decentes y seguros [2008: 142-143].
Ahora bien, a partir de esta concepción de adentro y afuera se organiza a la unidad de análisis en dos grupos poblacionales, los de adentro y los de afuera.19 Esta clasificación, lejos de considerar a estos grupos homogéneos, tiene por objetivo diferenciar, desde un punto de vista analítico, a los residentes de los no residentes de las urbanizaciones cerradas, en tanto sus miradas y percepciones tenderán a ser diferentes según la posición que ocupan en la estructura social, la manera en que se perciben a sí mismos y al entorno en que se encuentran y cómo éste influye sobre su comportamiento y su toma de decisiones (Bourdieu, 1996). Quienes participan en cada uno de estos grupos comparten características comunes, como normas, valores, fines y posición en la estructura social, que los definen y diferencian del resto de la sociedad; sin embargo pertenecer a un mismo grupo no implica compartir las mismas condiciones sociales y económicas.
De este modo el primer grupo, los de adentro, está integrado por los residentes de las urbanizaciones cerradas (UC). En cambio el grupo los de afuera está formado por subgrupos cuyos integrantes tienen, entre otras cosas, prioridades, intereses y valores muy diversos. Son vecinos próximos a las UC, personas que trabajan en las mismas, representantes del ámbito público y privado y proveedores de bienes y servicios que se han instalado en zonas colindantes con estos emprendimientos.20 Así es que los vínculos que se entablan entre los de adentro y los de afuera de estas urbanizaciones se plantean no sólo desde la identificación más o menos mimética con el otro, sino también desde el reconocimiento de la distancia. Las percepciones que se elaboran acerca del otro se convierten en una mirada hacia arriba o hacia abajo, una mirada desde una supuesta posición social más que desde una situación real.
A continuación se caracteriza brevemente a ambos grupos poblacionales, con sus respectivos subgrupos, teniendo en cuenta, como ya se dijo, que su distinción y agrupamiento responden estrictamente a fines analíticos.
Los de adentro
Desde el punto de vista etario los grupos familiares que residen en estas urbanizaciones están compuestos en su gran mayoría por parejas jóvenes (de entre 30 y 40 años de edad aproximadamente) cuyos hijos no superan los 10 años de edad; son pocos los chicos adolescentes. En este contexto la educación de los hijos tiene un lugar preponderante. Los centros educativos que se eligen son de carácter privado y fueron seleccionados principalmente por su doble escolaridad y la enseñanza intensiva de inglés. Estos niños, criados desde pequeños en estas urbanizaciones, no cuentan con las herramientas suficientes para desenvolverse en la ciudad abierta, viven una situación ficticia en tanto que generalmente interactúan con sus pares.
Estas parejas tienen en su mayoría una ocupación formal21 que los ubica entre los sectores con ingresos económicos medios y elevados. En las entrevistas que se realizaron se considera en general a este grupo como los nuevos privilegiados,22 o en términos de Svampa (2001: 39), "los ganadores de la cuestión social". Sin embargo se les podría considerar ganadores antes de mudarse a una urbanización cerrada porque podían elegir, entre otras cosas, adónde vivir. El traslado a estos emprendimientos les permitió poner en evidencia, nuevamente, su posición en la estructura social y el estatus que supuestamente adquieren por vivir en ellas.
Aquellos cuyos ingresos son más elevados eligen vivir en las urbanizaciones cerradas más prestigiosas (por lo general en los countries), y aquellos cuyos ingresos son medios habitan barrios privados y condominios (Malizia, 2011). Al respecto, una residente de una urbanización cerrada opina: "hay que diferenciar entre la gente con y sin plata: la gente con plata se va a vivir al Jockey [Country Jockey Club de Tucumán], piensa todo el tiempo en la ostentación [...] en cambio los que tienen menos plata se van al Golf [Yerba Buena Golf Country Club]" (C., barrio privado Lomas de Yerba Buena, 11/11/08). Asimismo, en las respuestas de los entrevistados también se considera a los residentes como desconfiados y competitivos. Vivir en estos emprendimientos es un intento más por diferenciarse del otro, pero no sólo del que está afuera de la UC sino también de sus pares (que pueden o no vivir en estos emprendimientos), "miran al del frente para ver cómo vive e imitarlo. Esto puede ser real o una metáfora, en mi caso es real, mi vecina del frente todo el tiempo está viendo qué estoy haciendo para imitarme" (K., Yerba Buena Golf Country Club, 10/11/08).
Finalmente, la elección de las urbanizaciones cerradas como residencia permanente se relaciona principalmente con tres variables. La primera se refiere al contacto con la naturaleza y la elevada contaminación ambiental de San Miguel de Tucumán en comparación con Yerba Buena (el ruido y el smog causado por los automóviles, colectivos y motos; la suciedad de sus calles; la contaminación visual y la saturación del espacio). Este contacto es definido por Svampa (2001: 71) como el "estilo de vida verde" en tanto enfatiza el habitar en lugares rodeados de espacios verdes, en un entorno tranquilo y agradable y en mejores condiciones ambientales, "nos encantó, era un campo divino, todo muy verde alrededor [...] era un sueño" (G., Yerba Buena Golf Country Club, 11/07/07). Se valora el entorno natural en que se emplazan estos emprendimientos, es decir, el municipio Yerba Buena y no las características ambientales internas de la urbanización donde se vive, en tanto se estima que por el solo hecho de habitar en Yerba Buena el contacto con la naturaleza está de alguna manera asegurado.
La segunda variable se relaciona con la seguridad que supuestamente ofrecen las urbanizaciones cerradas y con los deseos de las personas de habitar en lugares donde pueden sentirse protegidas. Se conjugan las percepciones sobre la creciente inseguridad en el aglomerado, las experiencias personales relacionadas con hechos violentos, la sensación de protección que ofrecen estos emprendimientos y la ausencia del Estado. Según Davis (2003) la seguridad adquiere un valor relativo que depende de la renta de las personas y les brinda la posibilidad de acceder a ciertos servicios de protección o ser miembros de un emprendimiento residencial cerrado. El residente de un country explica: "ahora afuera del country no se puede vivir, te afanan, te matan [...] El Estado ya no tiene la capacidad de brindar seguridad. Para mí Yerba Buena es muy tranquilo [...] es muy distinta la vida adentro y afuera del country; afuera ya no hay seguridad" (J., Country Marcos Paz, 15/10/08). De este modo la seguridad se transforma en un bien que, si se desea, se puede comprar, un bien al que sólo pueden acceder algunos grupos sociales que pueden y quieren permitírselo.
La última variable se refiere al sentimiento de comunidad23 supuestamente alcanzado en el interior de estos emprendimientos. La oferta principal de estas urbanizaciones radica en la consecución de un estilo de vida diferente junto a la adquisición de un determinado estatus: vivir en una urbanización cerrada representa, en términos de Bourdieu (1996), mejorar la posición social en la estructura social, "este country es el mejor de Tucumán por el lugar donde está ubicado, la vista que tiene y la cancha de golf que según dicen es la mejor, le da mucha jerarquía [...] Vivir en un country es una cuestión elitista" (U., Yerba Buena Golf Country Club, 21/06/08).
Los de afuera
Este grupo está integrado por cuatro subgrupos: vecinos próximos a las urbanizaciones cerradas, personas que trabajan en las mismas, actores del ámbito público y privado (agentes inmobiliarios, constructores, urbanistas y representantes del gobierno provincial y municipal) y proveedores de bienes y servicios instalados en zonas colindantes a estos emprendimientos.
El primero, vecinos próximos a las urbanizaciones cerradas, está conformado por los habitantes de Yerba Buena cuyas residencias están localizadas en las proximidades de estos emprendimientos.24 Todos ellos viven en la zona desde hace muchos años; de hecho la mayor parte reside en esos lugares desde antes del crecimiento exponencial de estos emprendimientos en el municipio. En sus relatos enfatizaron que la llegada de las uc provocó intensos cambios en el uso del suelo, relacionados sobre todo con el aumento de población: "Yo vivo en la zona hace más de 40 años, me vine para acá cuando me casé [...] antes teníamos un lote de cítricos y verdura que llevábamos para vender en la ciudad, pero ahora nos dedicamos al cultivo de las rosas [...] Todo el tiempo nos hacen ofertas para comprarnos el lote para construir un barrio privado pero no queremos saber nada de vender" (T., vecina de Yerba Buena, 25/07/08). Estos vecinos fueron testigos del inicio del proceso de transición rural-urbana que definió a Yerba Buena en las últimas décadas. Este proceso, que perdura hasta la actualidad, se manifiesta en el reemplazo gradual de actividades agrícolas por actividades urbanas del centro del municipio hacia su periferia.
El siguiente subgrupo incluye a aquellas personas que trabajan, en forma permanente o temporal, en las urbanizaciones cerradas. Se trata de empleadas domésticas, niñeras, guardias de seguridad, jardineros y obreros. Los trabajadores temporales, en cambio, son maestros de apoyo escolar, obreros de la construcción y personas dedicadas al cuidado personal (masajistas y promotoras de productos de belleza). Las exigencias para conseguir un empleo en estas urbanizaciones, aunque sea de baja calificación, son más específicas que las referencias que se suelen solicitar para buscar un trabajo afuera: "en los countries la mayoría entra como obreros [albañiles y pintores] y es posible que algunos se queden como jardineros o como personal de vigilancia del country. Pero para eso ya tienen que ser muy conocidos, ahí tienen que tener buenas referencias" (A., trabajador del Country Jockey Club de Tucumán, 24/07/07). Una vez que se está trabajando adentro de la UC es posible realizar diversas tareas que llevan implícitas diferentes grados de responsabilidad que van aumentando a medida que el trabajador demuestra solvencia. Esta movilidad constituye una forma de ascenso laboral en la urbanización cerrada y social en su entorno de referencia inmediato.
El tercer subgrupo está compuesto por una amplia gama de representantes del ámbito público y privado entre los que destacan agentes inmobiliarios, constructores, vendedores, administradores de las urbanizaciones cerradas, urbanistas y representantes del gobierno provincial y municipal. Este subgrupo se caracteriza por su diversidad ya que incluye a actores sociales con diferentes intereses, sin embargo se les ha agrupado dentro de una misma categoría porque han participado activamente en el proceso de construcción, regulación y comercialización de estos emprendimientos y han conformado un ensamble necesario para que este tipo de urbanizaciones sea exitoso. Por lo tanto sus opiniones resultan importantes para comprender este fenómeno en su conjunto:
Yo creo que los countries [refiriéndose a las urbanizaciones cerradas en general] se expanden de forma fortuita y casual, y generan una cierta concentración económica [...] El crecimiento [de Yerba Buena] fue agolpado, rápido, fuerte y se fue desprendiendo de la capital [San Miguel de Tucumán], aunque las distancias no son muy grandes. Yerba Buena se está cubriendo de muchos servicios que antes no tenía, y en cuanto a lo comercial tiene todo ahí mismo [M., Estudio de Arquitectura Viaña y Molina, 01/08/08].
El último subgrupo, el de los proveedores de bienes y servicios, está integrado por los comercios instalados en las zonas aledañas a las urbanizaciones cerradas.25 Los comercios que se inauguraron en la última década surgieron en su mayoría como resultado del aumento de la demanda provocada por el incremento de la población: "nosotros pusimos el negocio acá pensado en el barrio privado [Terrazas de San José]" (s/n, carnicería, 31/07/08). La diversificación y la expansión de la oferta están adaptadas a los requerimientos de los distintos grupos sociales que viven en el municipio Yerba Buena. De este modo es posible encontrar desde un negocio exclusivo dedicado a la venta de insumos para jugar el golf hasta una forrajería rural y múltiples polirrubros, herederos actuales de los clásicos almacenes de ramos generales.
"Estar aquí", en el gabinete26
Con el objetivo de mostrar parte de los resultados obtenidos mediante la aplicación de dicha estrategia metodológica se seleccionaron dos ejes de análisis: los vínculos entre quienes viven adentro y quienes viven afuera de las urbanizaciones cerradas, y las percepciones sobre el binomio seguridad/inseguridad. Se partió de una serie de preguntas que actuaron como líneas directrices de la investigación: ¿qué representa estar adentro o afuera de las urbanizaciones cerradas?, ¿qué tipos de vínculos se entablan entre los de adentro y los de afuera?, ¿qué percepciones sustentan unos acerca de los otros?, ¿qué posibilidades laborales genera el fenómeno de las urbanizaciones cerradas?, ¿por qué razones las personas optan por residir en estos emprendimientos de manera permanente?, ¿qué percepciones elaboran sobre el binomio seguridad/inseguridad en torno a las urbanizaciones cerradas?, ¿las urbanizaciones cerradas proveen seguridad o sensación de seguridad?, ¿los mecanismos de seguridad que brindan las urbanizaciones cerradas son realmente efectivos a la hora de disminuir o prevenir la ocurrencia de hechos delictivos?
Primer eje de análisis: los vínculos entre quienes viven adentro y quienes viven afuera de las urbanizaciones cerradas
Para Svampa (2004) los estilos de vida adoptados en el interior de las urbanizaciones cerradas conducen a un escaso, si no es que nulo, contacto entre las clases.27 Roitman (2004) agrega que los residentes de estos emprendimientos generalmente se relacionan poco o no se relacionan con los habitantes de los barrios situados en sus alrededores, sobre todo con las personas de bajos recursos; sin embargo opina que sí se establecen relaciones de trabajo entre ambos grupos y que están determinadas por las oportunidades laborales que se generan en el interior de estos emprendimientos. Se trata de prestaciones de baja calificación, principalmente de tipo doméstico, que obligan a la interacción cara a cara entre unos y otros. La sociabilidad resultante surge bajo la forma de relaciones funcionales, lo cual deja entrever un componente fuertemente asociado al reconocimiento de las diferencias entre los grupos que acentúan la segregación social.
En general las interacciones entre los de adentro y los de afuera en el municipio Yerba Buena están mediadas por lo económico y combinan la polarización y la interdependencia entre la demanda y la oferta; se logra de esta manera una relación interconectada en lo estrictamente necesario, ya que prima la intención de reducir la dependencia del exterior. Por consiguiente los residentes de las urbanizaciones cerradas buscan ser cada vez más independientes del otro, del que está afuera, por cuanto su mundo transcurre cada vez más en su lugar de residencia. Sin embargo estos emprendimientos, a diferencia de lo que ocurre con algunas urbanizaciones cerradas de Buenos Aires, no están equipados para funcionar como entes separados del resto de la ciudad. Por el contrario, dependen indefectiblemente de la ciudad abierta, de sus servicios urbanos básicos, de su infraestructura comercial y, por supuesto, de sus habitantes, "las urbanizaciones cerradas de Yerba Buena no son autosuficientes, la gente vive adentro de ellas pero después, para todo lo demás, como las actividades sociales, comerciales, educativas, tienen que salir" (M., Dirección de Planeamiento Urbano, Municipalidad de Yerba Buena, 17/06/07). A partir de los límites establecidos por estos emprendimientos se reorganiza la vida cotidiana de las personas y las relaciones con los otros, teniendo en cuenta que las prácticas sociales que ligan a los habitantes entre sí y con la sociedad en su conjunto varían permanentemente (Svampa, 2004).
Ahora bien, con el fin de identificar el tipo de interacción que se ha establecido se indagó sobre la relación que se entabla entre quienes viven adentro y quienes viven afuera de las urbanizaciones cerradas. A partir de las respuestas obtenidas se construyeron cuatro categorías: directa, indirecta, sin relación y no responde, que giran principalmente en torno a las relaciones laborales o comerciales (Malizia, 2011). Las relaciones directas e indirectas son las que resultan de mayor interés ya que ponen de manifiesto las formas de vinculación de ambos grupos (Diagrama 1).
El establecimiento de una relación directa permite la interacción cara a cara (Goffman, 1989) entre los residentes de estos emprendimientos y quienes integran el grupo que presta servicios en su interior, como empleadas domésticas, niñeras, jardineros y guardias de seguridad, entre otros. Aquí el vínculo queda establecido a partir de la inter-acción del empleador y el empleado: "con la gente para los que trabajo en este barrio nos llevamos muy bien [...] el señor J. [residente del condominio] me presta para regar, desde su jardín, mi huerta [ubicada del otro lado del alambrado del barrio]" (S., condominio Los Cedros, 22/09/08). En este orden también se entablan relaciones, aunque en menor medida, con los proveedores de bienes y servicios instalados en las proximidades de las urbanizaciones cerradas, como verdulerías, carnicerías, panaderías, mensajerías, gomerías y regalerías, entre otros: "viene mucha gente de los countries [refiriéndose a las UC en general] a dejar sus camionetas y autos para lavar, pero ésos son muy especiales porque son unos bacanes, dejan el auto y te piden que se los lleves a su casa porque dicen que están muy ocupados, y cuando vas están sentados tomando mate" (s/n, lavadero de autos Los amigos, 25/07/08).
La relación indirecta, que sólo mencionan los residentes de las urbanizaciones cerradas, se establece en cambio por medio de intermediarios. Este tipo de interacciones pueden entablarse de diferentes maneras, pero son sólo las estrictamente necesarias. Aquellas con los obreros de la construcción (pintores y albañiles, entre otros) son entabladas y mantenidas, en su mayoría, mediante los arquitectos o constructores de las viviendas: "[cuando construyen sus casas] en muchas ocasiones no vienen o vienen muy poco, dejan todo en manos del arquitecto" (S., trabajador del barrio privado Las Colinas II, 04/09/09). Los vínculos comerciales con los negocios instalados en sus alrededores también pueden establecerse en forma indirecta valiéndose del sistema de delivery, y en menor medida por medio del personal doméstico que se encarga de hacer las compras diarias para el funcionamiento del hogar: "la gente de los countries [refiriéndose a todas las UC] vienen y dejan la lista de las cosas que quieren y después se les llevan las cosas a sus casas" (s/n, verdulería La Huertita, 25/07/08). Asimismo las diversas actividades (como colectas de dinero, alimentos y/o ropa) llevadas adelante por colegios, parroquias y centros comunitarios también forman parte de las relaciones indirectas en tanto son consideradas actividades que median la relación entre los residentes de estos emprendimientos y los sectores de escasos recursos: "se hacen colectas en el country, como la de Caritas, y se llevan a una parroquia que tiene un comedor donde los chicos desayunan, almuerzan y meriendan; el country aporta para ese comedor. En la época de la desnutrición el country juntó de todo para ayudar" (G., Yerba Buena Golf Country Club, 11/07/07).
La tercera categoría se refiere al hecho de no establecer ningún tipo de relación entre los de adentro y los de afuera. Los entrevistados enfatizan que a pesar de mantener vínculos laborales y comerciales, éstos no conducen al establecimiento de relaciones de ninguna índole. Desde esta óptica parecería que ambos grupos simulan e intentan actuar como células independientes sin relación entre sí; sin embargo, en sus relatos se advierte que entablan algunas relaciones absolutamente necesarias: "no hay mucho contacto entre los que viven en los countries y los que viven afuera. Además, ¿cómo van a tener problemas con los de afuera si adentro del country entre ellos, que son vecinos, ni se conocen? No es como en los barrios, que todos se conocen, que son vecinos, que saben quién está a la par" (A., Country Jockey Club de Tucumán, 24/07/07).
Por último, la falta de una respuesta es interpretada como la ausencia total de vínculos entre los de adentro y los de afuera. Esto pone en evidencia que la cercanía espacial no está jugando un rol preponderante en el establecimiento de vínculos entre ambos grupos. El hecho de encontrarse próximos espacialmente no garantiza que se evite que la brecha social continúe profundizándose progresivamente.
Segundo eje de análisis: las percepciones sobre el binomio seguridad/inseguridad28
La promoción y difusión de las urbanizaciones cerradas centra su argumento más importante en el sistema de seguridad (entendido como el cierre y la privatización del emprendimiento) que ofrecen a sus residentes. Por un lado, el territorio ocupado por estos emprendimientos se encuentra delimitado por cercas, muros, rejas o barreras que lo separan del espacio exterior público o privado. Por el otro, cuentan con un acceso restringido y controlado por dispositivos automáticos y por personal de vigilancia privada que generalmente están activos las 24 horas.
Por su parte los medios masivos de comunicación influyen en la percepción de la seguridad y la inseguridad que se viven en las ciudades e impulsan a las personas a modificar su comportamiento. En Argentina, como expresa Igarzábal de Nistal (2006), la prensa escrita, oral y televisiva se ha dedicado en los últimos años a difundir índices de inseguridad que por lo general son el resultado de encuestas poco representativas, cuyos universos son difíciles de comparar entre sí y que no siempre reflejan resultados objetivos derivados de registros oficiales (y aun suponiendo que esos índices fueran reales, no se comparan con los de otros países de la región donde son considerablemente mayores). Se enfatiza cada vez más la idea de que la ciudad abierta dejó de ser segura y la seguridad plena ahora sólo podrá encontrarse en los espacios cerrados, controlados y de acceso restringido. Para Bauman (2009),
la seguridad [...] en un mundo implacablemente individualizado y privatizado, entra en el ámbito del "hágalo usted mismo". "La defensa del lugar", considerada la condición necesaria de toda seguridad, debe ser un asunto del vecindario, una "cuestión comunal". Allí donde ha fracasado el Estado, quizá [...] una comunidad encarnada en un "territorio" habitada por sus miembros y por nadie más (nadie que no pertenezca a ella), provea el sentimiento de "seguridad" [2009: 109-110].
El fin último de sostener el discurso que enfatiza el temor y la inseguridad creciente en las ciudades es estimular la autosegregación de los grupos más acomodados de la sociedad y legitimar la instalación de estos emprendimientos en el espacio urbano. La inseguridad se convierte en un ícono valorado que utiliza un determinado sector de la sociedad para demandar y justificar la segregación de ciertos espacios y grupos sociales y para estimular el control y el encierro de las actividades cotidianas, replegando la vida social hacia el interior (Rodríguez Chumillas, 2005). Las urbanizaciones cerradas se erigen como comunidades simuladas que brindan una sensación de bienestar, exclusividad y seguridad, pero que al mismo tiempo recuerdan constantemente los peligros externos y la importancia de mantenerse aislado (López Levi y Rodríguez Chumillas, 2005).29
Las personas elaboran una serie de percepciones que se retroalimentan constantemente en torno al binomio seguridad/inseguridad que dependen del entorno en el que viven, que influyen sobre su comportamiento y toma de decisiones, y que están reforzadas por la posibilidad de ser víctimas de un delito, así como por la desconfianza hacia las instituciones estatales responsables de velar por la seguridad de los ciudadanos y las condiciones ambientales, ya que la inseguridad se asocia a un entorno sucio y desordenado30 (Torrente, 2001). Los entrevistados lo explican del siguiente modo: "antes no existía el miedo y la inseguridad. Ahora ni loca vivo afuera de un country, todo está muy inseguro" (G., Yerba Buena Golf Country Club, 11/07/07); "a nosotros nos han entrado ladrones un par de veces y entonces esa inseguridad te invade, uno siempre está inseguro, te sentís vulnerable, en cambio acá [refiriéndose al country en el que vive] es como otra realidad" (M.E., Yerba Buena Golf Country Club, 13/06/08); "yo me he venido [refiriéndose a su mudanza al country] más por seguridad que por otra cosa. Yo quería más seguridad" (J., Yerba Buena Golf Country Club, 23/07/07).
Al comenzar las entrevistas, uno de los argumentos a los que solían acudir los interlocutores para explicar la adopción de estos emprendimientos como residencia permanente era el binomio seguridad/inseguridad. Enfatizaban que la búsqueda de lugares seguros donde sentirse protegidos terminaba al mudarse a estas urbanizaciones. Sin embargo, una vez avanzada la entrevista la mayoría de ellos comenzaba a relatar un conjunto de valoraciones, por lo general contradictorias, en relación con la seguridad y con otros procesos sociales que se generaban al mudarse a estos emprendimientos. El análisis de estas valoraciones puso de manifiesto que vivir en estas urbanizaciones finalmente representaba la obtención de una "sensación de seguridad" que se anteponía a la protección pretendida inicialmente (Malizia, 2012).
El hecho de que las urbanizaciones cerradas brindan una sensación protectora se fundamenta en la imagen que brinda el sistema de seguridad instalado. Se supone que la presencia de dispositivos perimetrales y mecanismos de protección, más que eliminar la ocurrencia de hechos delictivos, provoca un efecto disuasorio ante la intención de cometer un delito contra estos emprendimientos, y por lo tanto limita las sorpresas no deseadas en el interior de estos barrios:31
éste es un predio angosto y largo, se necesitaría todo un ejército para dar total seguridad; lo que se contrata es sensación de seguridad, la gente quiere ver al tipo [guardia] caminando por ahí [...] la seguridad es preventiva [...] las personas están equivocadas si creen que vivir en un country o barrio privado es cien por ciento de seguridad, vivir adentro o afuera tiene sus riesgos [L., trabajador del barrio privado Villa Delfina, 27/06/08].
[...] somos una empresa de prevención. La seguridad es una mezcla de prevención y acción: prevenir es evitar que entren al barrio, y si entran viene la parte de la acción [...] Brindamos sensación de seguridad, la idea es que el vecino se sienta seguro porque ellos pagan para sentirse seguros, porque la realidad es que si aparece un grupo comando a tratar de entrar a un barrio, a la seguridad la deja descolocada [...] es todo una cuestión de imagen [G., El Águila Servicios Integrales, 11/09/08].
Asimismo, en la comisaría principal de Yerba Buena declararon que del total de hechos delictivos denunciados por año, aproximadamente la mitad ocurre en relación con las urbanizaciones cerradas: "nosotros sólo tenemos intervención cuando nos llaman [...] De los llamados que recibimos, la mitad son eventos afuera de los countries [refiriéndose a todas las urbanizaciones cerradas del área] y la otra mitad son eventos adentro de esos barrios" (O., Comisaría de Yerba Buena, 4/09/09).32 Aun cuando estas cifras no pudieron ser comprobadas fehacientemente, se estima que la opinión del agente policial entrevistado no debe estar errada.
De este modo, vivir en estas urbanizaciones representa la obtención de una "sensación de seguridad" que se antepone a la protección pretendida inicialmente, en tanto los mecanismos de seguridad que despliegan estos emprendimientos representan una situación ficticia más que una protección real. Por lo tanto, el hecho de residir en una urbanización cerrada responde más a una estrategia de distinción que a la búsqueda de la seguridad en sí misma. Los dispositivos perimetrales de estos emprendimientos establecen un límite simbólico que representa la distancia existente entre las personas que viven adentro y aquellas que están afuera. Los testimonios de los entrevistados confirman esto: "primero que nada buscan un ascenso social. Después en segundo lugar buscan seguridad [...] se mudan a lugares que les den más estatus social" (J., trabajador del barrio privado Las Colinas, 01/07/08).
Memoria del trabajo de campo
La permanencia en el campo significó la concurrencia sistemática durante un periodo prolongado de tiempo; "salir" al campo presuponía, siguiendo a Clifford (1999: 72) "una distinción espacial entre una base conocida y un lugar exterior de descubrimiento". En el transcurso de la investigación la permanencia en el campo significó la concurrencia sistemática durante un periodo prolongado de tiempo. El trabajo de campo brindó la posibilidad de observar y registrar una amplia variedad de paisajes urbanos. Su heterogeneidad puso en evidencia contrastes significativos entre los distintos actores sociales: en un lado de la calle se levantaba una villa miseria construida ilegalmente sobre la antigua vía del ferrocarril, y del otro lado, a unos pocos metros, un imponente country.33
Las técnicas de investigación propuestas dieron la posibilidad de entrar al campo y establecer los contactos necesarios para obtener información que permitiera el análisis y la comprensión del fenómeno de las UC desde la perspectiva de los actores sociales involucrados. La primera actividad concreta fue elaborar la cartografía del área de estudio en tanto la provista por los organismos municipales y provinciales era escasa, desactualizada y muchas veces contradictoria. Disponer de esta cartografía permitió realizar las primeras lecturas del desarrollo urbano de la zona.
Una vez delimitada el área de estudio se comenzó con la realización de las entrevistas. En las urbanizaciones cerradas de Yerba Buena, al igual que en las de otras ciudades del país y de Latinoamérica, no se permite el libre ingreso de personas ajenas a las mismas, salvo que dispongan de una autorización que las habilite; por tal motivo comenzar con las entrevistas supuso entonces tejer una serie de vinculaciones con residentes, actores del ámbito público y privado y empleados que trabajaban dentro de estos emprendimientos. Luego la red fue ampliándose paulatinamente mediante nuevos contactos que facilitaron las personas ya entrevistadas. Durante estos encuentros las personas relataban sus historias, contaban sus experiencias de vida, estaban dispuestas a entablar el diálogo y manifestaban con entusiasmo su interés por opinar.34 Dichas entrevistas ofrecieron nuevas y diferentes perspectivas sobre la realidad en estudio. En la actualidad se continúa recorriendo el campo y registrando todo lo que allí acontece.
A modo de conclusión
La estrategia metodológica propuesta, enmarcada en la lógica de la investigación cualitativa y basada en un enfoque etnográfico, resultó pertinente para analizar el efecto socioespacial de las urbanizaciones cerradas en la trama urbana, los cambios en la dinámica social vigente en el área que las contiene, y las percepciones e interacciones sostenidas por las personas involucradas, los de adentro y los de afuera. La mirada se centró en las percepciones, la representación y los vínculos que los actores sociales participantes despliegan ante este fenómeno urbano.
Su utilización dio la posibilidad de analizar en profundidad diversas situaciones, percepciones y relaciones que se han instaurado en torno a estos emprendimientos residenciales. Permitió lograr una comprensión contextual del objeto de estudio y obtener resultados que constituyen un tipo de conocimiento susceptible de ser comparado con los resultados que se han producido en contextos similares.
El surgimiento de las urbanizaciones cerradas conjuga las demandas de las personas que pretenden habitar en lugares donde se sientan protegidas, en contacto con la naturaleza y, en cierta forma, separadas del resto de otros habitantes de la ciudad; en ello influyen tanto los medios de comunicación como los especuladores inmobiliarios. La combinación de tales condiciones se produce en un momento histórico que Bauman (2005) define como "modernidad líquida". Una de sus características básicas es la profundización del proceso creciente de individualización social, donde las relaciones sociales comunitarias se han vuelto líquidas, transitorias y volátiles.35 No obstante, estas urbanizaciones dependen indefectiblemente para su funcionamiento del resto de la ciudad, de sus servicios urbanos básicos, de su infraestructura comercial, y por supuesto, de sus habitantes, dado que no están equipadas para funcionar como entes totalmente aislados.
De este modo se establecen permanentemente interacciones entre los de adentro y los de afuera que influyen en la dinámica social y urbana. En dicha dinámica se ponen en evidencia los actuales matices que adquieren la fragmentación espacial y la segregación social, entendidas como dos instancias que no pueden ser consideradas por separado (Valenzuela Aguilera, 2002). Pese a que en el área de estudio ambos grupos se encuentran próximos espacialmente, la distancia social que los separa es cada vez más notable. La cercanía y las interacciones entabladas no son suficientes para evitar que la brecha que los separa se profundice progresivamente. Los muros, rejas y alambrados que se erigen se convierten en barreras sociales que marcan profundas diferencias entre quienes viven adentro y quienes viven afuera de estos emprendimientos. Esto parece coincidir con las aseveraciones de Hobsbawm (1997), para quien uno de los aspectos más perturbadores de la vida actual es la ruptura de los vínculos sociales. La sociedad queda constituida, entonces, por un conjunto de individuos con características egocéntricas, desconectados entre sí y que persiguen su propia gratificación.
La ciudad, entendida originariamente como un espacio de encuentro, se va desdibujando hasta convertirse en un espacio fragmentado en el cual la segregación liga los fenómenos sociales con los lugares en los cuales se inscriben. La organización territorial de la ciudad y los lazos que establecen entre sí los grupos que la habitan resaltan su desigual distribución en ésta y su acceso diferenciado a los recursos materiales y simbólicos, poniendo de manifiesto una amplia desigualdad socioterritorial. Los muros, alambrados y sistemas de seguridad establecidos en los límites de las UC se convierten en símbolos que organizan las diferencias en el espacio urbano. En definitiva, el miedo, el consumo y la simulación aparecen, entonces, como los factores que atraviesan los discursos de los entrevistados e impregnan sus percepciones respecto a este fenómeno urbano.