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Estudios demográficos y urbanos

versión On-line ISSN 2448-6515versión impresa ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.23 no.3 Ciudad de México sep./dic. 2008

https://doi.org/10.24201/edu.v23i3.1326 

Reseñas y comentarios bibliográficos

Rojas Martínez, Olga Lorena, Paternidad y vida familiar en la Ciudad de México, México, El Colegio de México, 2008, 231 p.

Brígida García* 

1*Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA), El Colegio de México. Correo electrónico: bgarcia@colmex.mx.

Rojas Martínez, Olga Lorena. Paternidad y vida familiar en la Ciudad de México. México: El Colegio de México, 2008. 231p.


Este libro recoge los principales resultados de una investigación en profundidad sobre varones y reproducción concebida en términos amplios, esto es, desde la concepción biológica, el embarazo y el parto, hasta el desempeño masculino en la vida doméstica y el ejercicio de la paternidad. Aunque ya hace dos o más lustros que se comenzó a destacar la relevancia y necesidad de incorporar a los varones en los estudios socioeconómicos y demográficos, todavía son pocos los esfuerzos de este tipo, donde se lleva a cabo un análisis sistemático de la perspectiva masculina en muy distintos ámbitos.

En la primera parte del libro, Olga Rojas nos indica precisamente los tropiezos y los aciertos de las diversas líneas de investigación que preceden y nutren su estudio. Allí reciben atención las resistencias iniciales para incluir a los varones en el análisis de la reproducción biológica y social, pero también los primeros avances de la microdemografía en África y en México, los cuales enfocaban al núcleo familiar y las perspectivas de ambos integrantes de las parejas conyugales. Destaca también en este sentido la apreciación de que en los análisis basados en las Encuestas Demográficas y de Salud, “se considera que los hombres son de interés para la investigación demográfica en materia de fecundidad en tanto se analice la manera como obstaculizan o se oponen a los deseos de la mujer de planificar la familia”, p. 37.

Enseguida la autora nos entrega una interesante síntesis de las contribuciones de la perspectiva de la salud reproductiva al conocimiento de la participación de los varones en el proceso reproductivo. Las y los lectores encontrarán en esta parte los resultados de algunas encuestas en que se entrevista a ambos miembros de la pareja, y aun a hombres, así como los hallazgos de estudios cualitativos realizados en México sobre sexualidad masculina y femenina, y sobre reproducción y uso de anticonceptivos.

En lo concerniente al papel de los varones en la vida doméstica y en el ejercicio de la paternidad, la autora ha dedicado un capítulo completo al análisis de estudios de naturaleza historiográfica y sociológica sobre las transformaciones en estos fenómenos, el cual reviste mucho interés. Este recorrido ha implicado la revisión de investigaciones y ensayos europeos, latinoamericanos y mexicanos. Aquí se hace patente que los roles paternos y maternos son construcciones sociales, estrechamente ligadas a cambios económicos, sociales y políticos que han demandado profundas transformaciones en la vida familiar. Asimismo, aprendemos, por ejemplo, sobre el momento histórico en que surge la creencia en el instinto materno; en qué contexto se hace evidente la preocupación por la inseguridad masculina y su posible efecto en la identidad de los varones; cuándo se piensa que lo mejor para la crianza es el padre autoritario, rígido, distante, y finalmente cuándo se concibe y qué sustento científico tiene el planteamiento de que el afecto y la cercanía paterna son cruciales para la reproducción.

En este marco de antecedentes, ¿qué podemos decir del método analítico que guía la investigación? Aunque se trata de un estudio cualitativo centrado en pocos casos, el análisis está llevado a cabo con mucho rigor y sistematicidad. Se tiene además la preocupación por enmarcar los resultados dentro de otros hallazgos, es decir, darles proyección y vasto alcance. En este contexto cobra plena vigencia el postulado de John Caldwell de que los especialistas en población realizan este tipo de estudios de manera muy particular, y que siempre existe la preocupación por profundizar en el sentido que tienen los resultados para las poblaciones específicas o las poblaciones más amplias.

Dicho lo anterior, es importante dedicarle espacio de reflexión al método seguido de construir tipos ideales, para luego analizar en qué medida las observaciones se acercan o alejan de los mismos. Dicho método ha sido utilizado en otros ámbitos nacionales, pero, hasta donde conocemos, en los estudios de población mexicanos Olga Rojas es pionera en esta dirección y ha comenzado a desbrozar este camino en términos metodológicos. Ella nos dice que: “La utilidad del tipo ideal en la investigación se relaciona con la posibilidad de determinar, en cada caso particular, la proximidad o lejanía entre la realidad y la imagen ideal. Se trata de un concepto límite, puramente ideal, para compararlo con la observación de la realidad” (p. 96).

Una cuestión es plantear las bondades de este método, y otra es darle contenido a estos tipos, pues ello demanda creatividad y conocimiento social e histórico de las posibilidades límite del fenómeno en cuestión (en este caso, de los padres tradicionales y de los padres modernos). Asimismo, el método exige mucha claridad en torno a la definición de dimensiones o atributos (de la vida familiar) que constituyen estos tipos ideales. En el caso de este libro, ellos son:

  1. El papel del varón en la decisión de tener hijos y en la regulación de la fecundidad (anticoncepción).

  2. El papel del varón en las etapas centrales del proceso reproductivo (embarazo, parto y posparto).

  3. El ejercicio cotidiano de la paternidad y la participación masculina en la crianza y el cuidado de los hijos.

  4. La participación masculina en el trabajo doméstico.

  5. La importancia de la paternidad y su articulación con el rol de proveedor.

Estos atributos engloban aspectos que, como se mencionó anteriormente, rara vez se estudian de manera conjunta. La obra responde a una concepción de la reproducción que combina facetas usualmente incluidas en los estudios de fecundidad y salud reproductiva con dimensiones que son objeto de atención en las investigaciones socioeconómicas en torno a la reproducción doméstica y el cuidado de los hijos.

Antes de examinar algunos resultados, quisiera recordar que los hallazgos de los estudios cualitativos son importantes en sí mismos, pero que también pueden ser utilizados para construir hipótesis para investigaciones que busquen extender la validez de los mismos a poblaciones más amplias. Esto ha ocurrido ya con esta investigación de Olga Rojas, la cual ha permitido orientar estudios probabilísticos sobre la paternidad, como los que yo misma he tenido oportunidad de llevar a cabo de manera conjunta con Orlandina de Oliveira para la Ciudad de México y Monterrey.1 De modo que las potencialidades de retroalimentación entre los enfoques cualitativos y cuantitativos ya hemos tenido la oportunidad de ejemplificarlas en el estudio de la paternidad y la vida familiar en México. Habiendo destacado lo anterior, despertaron nuestro interés los siguientes hallazgos reportados en este libro:

  1. Todos los entrevistados, a excepción de los jóvenes de sectores medios, perciben que la mujer es la que se reproduce, y que por lo tanto a ella le compete la responsabilidad exclusiva del control de la fecundidad.

  2. Las actitudes favorables para reducir el tamaño de la familia no parten necesariamente de las mismas valoraciones, y esto se relaciona estrechamente con la cohorte y el sector social de pertenencia. Unos (padres mayores de sectores populares) se centran en la angustia económica que cada nacimiento trae consigo; otros (padres mayores de sectores medios y jóvenes de sectores populares) mencionan la importancia de otorgar a los hijos mayor escolaridad y nivel de vida; en cambio, un tercer grupo (compuesto por los padres más jóvenes de sectores medios) indica, además de los argumentos referentes a la mayor calidad de vida, que es importante tener menos hijos para poder darles más tiempo, atención y afecto.

  3. En las generaciones más jóvenes de padres se encontraron claros signos de un mayor involucramiento en la crianza y el cuidado de los hijos. Sin embargo, los padres jóvenes de sectores populares prefieren convivir con sus hijos en vez de con sus hijas, y recurren a los regaños fuertes e incluso a los golpes para disciplinar a su descendencia.

  4. La incorporación de la mujer en la actividad económica está contribuyendo a modificar algunos patrones de conducta en el ámbito familiar entre los grupos de padres jóvenes de ambos sectores sociales. No obstante, hay resistencia respecto a la participación laboral femenina, la cual se expresa en ocasiones en prohibiciones para que las cónyuges salgan a trabajar.2

Además de los resultados más generales, son especialmente relevantes aquellos referidos a los padres jóvenes de sectores populares. Como sabemos, las parejas jóvenes sin educación superior y con dificultades económicas constituyen un grupo muy amplio de la población mexicana. El conocimiento generado sobre ellos en este estudio demuestra que algunas circunstancias han cambiado en nuestros grupos menos privilegiados; sin embargo, en este caso el ejercicio de la paternidad está marcado por condiciones de vida muy difíciles, así como por actitudes y conductas que podrían ser transformadas mediante mayor información y acciones concretas por parte de las políticas públicas.

Decisión de tener hijos y regulación de la fecundidad (anticoncepción)

Estos padres jóvenes pobres tienen mejor nivel de comunicación con sus compañeras que el que existió entre los padres mayores -aun los de sectores medios- pero, por otro lado, tienen una limitada percepción acerca de la posibilidad de regular su fecundidad; la mayoría no percibió la necesidad de controlar su fecundidad durante las relaciones sexuales tenidas previamente a la unión ni durante el inicio de ésta. Sin embargo, tuvieron muy claro después que no querían “llenarse de familia”, de tal suerte que para la mayoría de ellos dos hijos es un tamaño adecuado para su descendencia.

Papel del varón en las etapas centrales del proceso reproductivo

Los jóvenes menos privilegiados se mantuvieron al margen de los acontecimientos ocurridos durante los embarazos, los partos y los pospartos; ninguno de ellos estuvo presente en la sala de espera de la clínica u hospital durante los nacimientos de sus hijos; todos señalaron que les fue imposible ausentarse de sus lugares de trabajo para acompañar a sus cónyuges en estos momentos; indicaron además que aunque se les hubiera permitido, no hubiesen querido estar presentes porque no les hubiera gustado observar el sufrimiento de las mujeres.

Los varones en el ámbito doméstico

Se caracterizaron por establecer un mayor nivel de cercanía con sus hijos que el mostrado por los padres mayores de ambos sectores sociales. Sin embargo, señalaron que sus horarios de trabajo no les permitían convivir más tiempo con su familia; ahora bien, mencionaron que con frecuencia llevan consigo a sus pequeños, tanto a sus lugares de trabajo como a los partidos de futbol o basquetbol que disputan con sus amigos durante los fines de semana. Sólo se involucraron en alguna medida en el cuidado de sus pequeños en los casos en que las cónyuges trabajaban fuera de casa; casi todos expresaron un gran deseo por tener al menos un hijo varón, de preferencia el primogénito; consideraron que no pueden relacionarse de manera cercana con las hijas: las niñas han de permanecer al lado de su madre.

Participación masculina en el trabajo doméstico

Los padres jóvenes de sectores más desfavorecidos consideran que el trabajo doméstico es exclusivamente responsabilidad femenina, especialmente cuando las cónyuges son amas de casa; cuando éstas también laboran, ellos participan un poco más en el cuidado de los hijos, pero se involucran escasamente en las labores de limpieza.

La importancia de la paternidad y su articulación con el rol de proveedor

Para finalizar este recuento, puntualizaremos que desaprobaron el trabajo femenino fuera de casa, aunque cuando se genera un ingreso extra, éste es considerado como una ayuda necesaria para complementar el sustento familiar. Sólo en algunos casos la existencia de ciertos espacios de discusión entre los cónyuges hace pensar en una incipiente flexibilización de las relaciones de poder en su vida familiar.

En este libro se nos entrega, en síntesis, un llamativo conjunto de resultados que motivan la reflexión. El texto es ágil y ameno, la metodología muy sugerente, y el análisis de las voces masculinas efectivamente nos muestra una perspectiva de la realidad que no es frecuente encontrar en los estudios sociodemográficos mexicanos. Vale la pena leerlo y felicitar a su autora por demostrar las posibilidades de esta línea de investigación, la cual constituye ya un referente obligado en los estudios sobre reproducción biológica y social.

1Véase García, Brígida y Orlandina de Oliveira (2006), Las familias en el México metropolitano. Visiones femeninas y masculinas, México, El Colegio de México.

2En la investigación de García y Oliveira (2006), mencionada en la nota 1, pudimos corroborar que la participación laboral femenina contribuye a modificar el proceso de toma de decisiones en el hogar, así como el involucramiento de los cónyuges en el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos. Nuestros resultados fueron menos claros en lo que respecta a la violencia doméstica (todos estos hallazgos se obtuvieron una vez que tomamos en cuenta una cantidad relevante de aspectos sociodemográficos intervinientes). Este estudio fue realizado hacia finales de los años 1990 en la Ciudad de México y Monterrey, e involucró un total de más de cuatro mil hogares.

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