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Estudios demográficos y urbanos

versión On-line ISSN 2448-6515versión impresa ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.23 no.3 Ciudad de México sep./dic. 2008

https://doi.org/10.24201/edu.v23i3.1324 

Notas y comentarios

Problemas fundamentales de la Ciudad de México*

Gustavo Garza** 

** Profesor investigador del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA) de El Colegio de México. Correo electrónico: ggarza@colmex.mx.


Septuagésimo aniversario de la fundación de La Casa de España en México.

La Ciudad de México es la más valiosa, monumental, compleja y prolongada obra que la nación ha construido en toda su historia. Constituye la síntesis de la evolución de México en el siglo XX y el escenario principal para vislumbrar las perspectivas del país en el siglo XXI: i) su gran valor reside en producir más de una cuarta parte de la riqueza nacional; ii) la monumentalidad está representada por su tejido urbano de más de dos mil kilómetros cuadrados; iii) la complejidad se deriva de requerir sofisticadas tecnologías en la construcción de sus grandes obras infraestructurales; y iv) la antigüedad se extiende a su fundación como capital de la Nueva España hace casi quinientos años.

La investigación rigurosa de las diversas dimensiones que caracterizan a la Ciudad de México es relativamente reciente. Hacia 1938, cuando se funda La Casa de España en México, existía una escasa literatura histórica sobre la urbe que inventariara el conjunto de sus elementos urbanísticos, estando muy lejos de constituir una explicación coherente de las estructuras que la conforman.

La política económica instrumentada en los años treinta y cuarenta produjo una rápida urbanización con fuertes desequilibrios regionales. La Ciudad de México fue el polo más beneficiado y su acelerado crecimiento impulsó la elevada preeminencia que presenta dentro del sistema de ciudades del país.

La investigación urbana se centró en analizar los grandes proyectos urbanísticos construidos para enfrentar su explosiva dinámica demográfica. La urbe concentró la mayoría de los estudios realizados en el país en los años cuarenta y cincuenta, pero su participación se redujo paulatinamente en las décadas siguientes. Se mantiene, no obstante, como la metrópoli más investigada de México.

Considerando los fines que nos convocan en esta celebración del septuagésimo aniversario de La Casa de España en México, centro de intelectuales que constituyó la génesis de El Colegio de México, cabría mencionar que en los sesenta se inicia en nuestra institución el estudio riguroso de la cuestión urbana con un proyecto de investigación que culminó con la publicación del libro El desarrollo urbano de México. Diagnóstico e implicaciones futuras. Desde entonces se institucionalizó el Área de Estudios Urbanos con un programa de maestría en Desarrollo Urbano y un conjunto de proyectos de investigación sobre los temas más relevantes de esta área del conocimiento. Entre ellos destaca la investigación pormenorizada de la estructura macroeconómica, urbanística y ambiental de la Ciudad de México. En la actualidad, en el Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA) este esfuerzo se ha consolidado con la existencia de dos programas de maestrías y dos de doctorado, en los que se forman recursos humanos en sus tres líneas disciplinarias.

La segunda urbe del mundo

La sorprendente trasformación de la Ciudad de México en el devenir del siglo XX le ha permitido elevarse del rango 42° al 2° dentro del universo de las áreas metropolitanas más grandes del planeta.

Importa destacar que su crecimiento adquiere un carácter megalopolitano en los ochenta, cuando se traslapa con la zona metropolitana de Toluca. A este conglomerado, denominado Megalópolis de la Ciudad de México, se le irán incorporando las áreas metropolitanas de Cuernavaca, Puebla-Tlaxcala y Querétaro, estimándose que concentrará alrededor de 30 millones de habitantes a fines de la siguiente década.

En el siglo XXI México consolidará su perfil de nación altamente urbanizada y su desarrollo económico, social y político estará intrínsecamente vinculado al sector urbano. La Ciudad de México seguirá siendo el centro de la jerarquía de ciudades del país, por lo que cualquier intento de rediseñar el modelo de desarrollo económico aplicado en México desde los ochenta, deberá incorporar una dimensión territorial cuyo nodo será incuestionablemente la capital de la nación.

La colosal complejidad que reviste la megaurbe en su gobernabilidad, administración, ejecución de grandes proyectos infraestructurales y su planeación en el largo plazo, se puede resumir señalando que en términos demográficos es mayor que las tres cuartas partes de los países del planeta.

El estudio científico de la Ciudad de México, por ende, reviste importancia cardinal para la praxis de la gestión metropolitana, así como para el avance conceptual en la disciplina urbana y regional en México. Más importante aún, el perfeccionamiento de su funcionalidad es crucial para impulsar el avance de México dentro del concierto de naciones.

Problemática metropolitana multidimensional

La Ciudad de México, como todas las metrópolis del tercer mundo, se suele visualizar como un enjambre de problemas: déficit de infraestructura, equipamiento y vivienda; alarmante delincuencia e inseguridad; congestionamiento vial; servicios de transporte insuficientes; contaminación del ecosistema; ineficacia de la planeación; inadecuación de su gestión administrativa, entre los principales. Lo anterior es un reflejo espacial del subdesarrollo, caracterizado por los exiguos ingresos e insuficiente escolaridad de la población, el desempleo abierto, la elevada precariedad laboral y, como corolario, la existencia de amplios estratos de personas que viven en situación de pobreza.

Las ciudades no son únicamente un conjunto de patologías sociales y urbanísticas, sino constituyen los más avanzados artefactos productivos que permiten la operación rentable de las empresas privadas. La Ciudad de México es el espacio donde se concentran las actividades económicas más modernas, existe la más diversificada mano de obra, se ubican las principales universidades y centros de investigación que generan la mayor parte de las innovaciones tecnológicas, y es también donde se localizan el aparato gubernamental federal y los grupos de poder hegemónicos.

El equipamiento cultural es un activo relevante por ser crucial en las sociedades del conocimiento, además de constituir los iconos más representativos del espacio urbano. Ello se plasma en la existencia de casi un centenar de museos entre los que destacan los del corredor del Paseo de la Reforma. A esta área se puede agregar el complejo cultural de Ciudad Universitaria, UNAM, así como el Centro Nacional de la Cultura y las Artes.

Entre los geosímbolos urbanos más relevantes se distingue el Zócalo con su Catedral, Palacio Nacional y edificios de la sede del gobierno del Distrito Federal, el Paseo de la Reforma, el Ángel de la Independencia, el Castillo de Chapultepec, la Bolsa de Valores y el World Trade Center. Más recientemente, el Centro Corporativo Arcos Bosques inicia la silueta de grandes edificios del área de Santa Fe, que junto con los anteriores elementos urbanísticos le confieren a la capital del país un perfil metropolitano distintivo.

El tejido urbano de la Ciudad de México está constituido, además de los elementos centrales anteriores, por una amalgama de millones de viviendas y miles de edificaciones comerciales, de servicios e industriales, todo lo cual se articula por un sistema de vialidad, equipamiento e infraestructura que es preciso mantener operando de manera funcional. De llegar a deteriorarse rápida y significativamente, afectaría gravemente a la actividad económica de la metrópoli y, con ello, a la del país en su conjunto. Un escenario menos pesimista es la inviabilidad de revertir el deterioro paulatino de la urbe, lo cual dejaría a México fuera de toda posibilidad de ser internacionalmente competitivo. Cualquiera de estas posibilidades tiene significativas implicaciones nacionales, que no parecen visualizar en toda su gravedad los diversos actores que intervienen dentro del sistema político mexicano.

La naturaleza y características de la trama urbana de la Ciudad de México son un reflejo nítido de la estructura social y política prevaleciente. Las grandes desigualdades en los ingresos de las diferentes ocupaciones se cristalizan en agudos contrastes socioeconómicos dentro del espacio metropolitano.

Una desagregación de las características económicas y sociales de la población en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, según miles de áreas geoestadísticas básicas, revela que 15% de ella se concentra en el estrato socioeconómico alto y el medio-alto, 40% en el medio y 45% en el bajo. Esto conforma un mosaico de una sexta parte de la urbe con las peculiaridades de las zonas afluentes de las ciudades del primer mundo, dos sextas partes como áreas razonablemente habitables y la mitad de la metrópoli con una inconfundible fisonomía de ciudad del tercer mundo.

Su estructura metropolitana constituye, en síntesis, un enigmático calidoscopio de edificaciones situadas en la vanguardia de la arquitectura mundial, seguidas por construcciones medianamente decorosas, hasta llegar a millones de viviendas rústicas autoconstruidas. Ello refleja la abismal desigualdad que separa a los estratos sociales que perviven en la Ciudad de México.

La anterior situación constituye un obstáculo estructural que impide atenuar la problemática urbana anteriormente descrita. En general, el bajo ingreso de la población hace inviable ampliar la prestación de servicios mediante empresas privadas que requieren obviamente ser rentables, o públicas que sólo procuren cubrir los gastos variables para atenuar su proceso de desvalorización.

Superar las barreras económicas de la pobreza es una condición necesaria para estar en condiciones de resolver exitosamente la problemática multidimensional de la Ciudad de México. El desafío central es, por ende, diseñar un plan de largo plazo que permita potenciar la función de la Ciudad de México como motor del desarrollo económico de la nación.

La macroeconomía urbana como cuestión fundamental

La Ciudad de México siempre ha sido el principal polo económico del país. En las últimas décadas redujo su participación en el producto interno bruto nacional de 35 a 30%, mientras la concentración industrial se derrumbó de 44 a 22%. Su desindustrialización es un fenómeno común en todas las grandes metrópolis, pero la capital de México aún produce más de una quinta parte de las manufacturas nacionales. La base económica fundamental de la urbe es el sector terciario, el cual disminuye su participación del producto interno bruto mucho menos que el industrial. La capital mexicana además concentra 60% del sector financiero, perfilándose como el único centro terciario de primer orden en la república.

Su dinámica macroeconómica explica la expansión urbanística y del mercado de trabajo, pero en los inicios del siglo XXI enfrenta un gran desafío. La crisis de los ochenta, la reestructuración económica neoliberal, y el CRAC de 1995 la han afectado en forma significativa, reduciendo notablemente los ingresos reales de su población. Adicionalmente, el desplome de la inversión pública federal en la urbe imposibilita modernizar su andamiaje infraestructural en forma equivalente a las metrópolis que están implementando megaproyectos de impacto mundial. La asimetría existente se puede ilustrar contrastando el proyecto Santa Fe, en la capital mexicana, con el de Pudong, en Shanghai, República Popular China.

En una clasificación comparativa de la productividad y competitividad de 66 metrópolis de diversos países del mundo, la Ciudad de México se ubicó en el lugar 63. En la investigación internacional más reciente sobre el tema (2006), se identifican las 110 ciudades más competitivas del mundo, pero la Ciudad de México no aparece en la lista. En dicho trabajo se considera que la competitividad urbana es función de la escala de las actividades económicas, la calidad de vida, la eficiencia de la economía urbana, su crecimiento actual y potencial, índices adecuados de empleo y salario, la estructura industrial urbana y la eficiencia energética. La exclusión de la capital mexicana se podría explicar por la insuficiente calificación relativa de su capital humano, los reducidos aparatos de investigación, innovación y tecnología, así como por la insuficiente capitalización de su aparato productivo.

En un escenario de crecimiento económico moderado se estima que la urbe requerirá 220 km2 de nueva superficie urbanizada de 2008 a 2020. Dependerá del futuro político y económico del país que la Ciudad de México pueda disponer de la inversión pública y privada necesaria para lograr la anterior expansión urbanística con la infraestructura y equipamiento adecuado para ser competitiva dentro del conjunto de ciudades globales. De lo contrario, México quedará definitivamente fuera de la posibilidad de insertarse con cierto éxito dentro de una economía de escala planetaria.

* Texto presentado en los actos conmemorativos “De La Casa de España a El Colegio de México: 70 años de investigación y docencia”, El Colegio de México, 2 de octubre de 2008.

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