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Estudios demográficos y urbanos

versión On-line ISSN 2448-6515versión impresa ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.22 no.2 Ciudad de México may./ago. 2007

https://doi.org/10.24201/edu.v22i2.1287 

Notas y comentarios

Palabras de Carmen A. Miró G. en el Homenaje que le ofreció El Colegio de México*

Dr.  Garciadiego

Dr.  Lezama


A Ordorica le digo simplemente Manuel, más bien Manuelito

Colegas María Coleta, Alfredo Lattes, José Miguel Guzmán, Alejandro Canales y queridas y generosas Susana y Brígida

Amigas y amigos todas y todos:

La verdad es que no sé cómo comenzar y a qué palabras acudir que no vayan a ser interrumpidas por la profunda emoción que me embarga ante este increíble homenaje.

Cuando, como yo, una ya ha pasado la tercera edad y está llegando a la cuarta, puede caer fácilmente en sensiblerías. Pero no, aquí estoy yo firme, como un roble, testimoniándoles mi profundo agradecimiento y rememorando algunos acontecimientos.

En 1970, cuando yo cumplía 12 años de estar dirigiendo Celade, le planteé a Enrique Iglesias, a la sazón secretario ejecutivo de la Cepal, mi deseo de separarme del cargo porque sostenía que no era saludable para el desarrollo de una institución estar dirigida tantos años por la misma persona, dándose tal vez un nivel de complacencia que no dejaba lugar a la critica. Iglesias se oponía a mi renuncia y sugería que tomara una licencia extendida, a lo que yo me negaba por razones que para no alargar más este relato tan personal no comento. En esa falta de acuerdo nos pasamos cerca de tres años, cuando sobrevino el Golpe de Pinochet. Entonces yo decidí que no le convenía a Celade que yo dejara la Dirección en ese momento. Los gorilas chilenos llegaron con sangre en el ojo contra Naciones Unidas y sus instituciones en Chile. Teníamos que defender Celade y así lo hicimos, pero ya para mediados de 1976 comencé nuevamente a plantear mi renuncia. Triunfó Iglesias porque salí con una licencia de seis meses, al final de la cual renuncié.

Mi intención era regresar a Panamá, pero cuando varias organizaciones donantes en el campo de población de Estados Unidos y Canadá se enteraron de mi retiro de Celade, me propusieron que dirigiera un grupo de profesionales de las principales regiones subdesarrolladas para realizar un estudio que analizara la situación, características y posible evolución futura de las poblaciones de esas regiones, y propusiera medidas de políticas para enfrentar los problemas asociados al comportamiento demográfico de sus poblaciones. Se planteó entonces que ese programa debía tener una sede desde donde se dirigiera la labor del grupo. Se consultó al doctor Urquidi, entonces presidente de El Colegio de México, quien no sólo ofreció a éste como sede del grupo, sino que le brindó todo su apoyo al Grupo Internacional para la Evaluación de la Investigación en Ciencias Sociales sobre Población y Desarrollo. Debo señalar que en lo personal Urquidi me acogió con mucha simpatía y cariño, proponiéndome además que colaborara con el Centro de Estudios Económicos y Demográficos que desde Celade habíamos contribuido a crear.

Fue así como en julio de 1976, hace 30 años, llegué a El Colegio. En ese entonces el Centro estaba dirigido por Luis Unikel, en cuya memoria aprovecho para rendirle un merecido tributo. Trabajamos con muy buen entendimiento; me pidió que dictara un curso sobre fuentes de datos demográficos, e intentamos organizar el Programa de Investigaciones del Centro, lo que no se desarrolló muy exitosamente. Su muerte prematura fue un acontecimiento del cual nos repusimos muy lentamente. Pasé cuatro años en El Colegio, que no sólo fueron para mí muy productivos, sino también muy placenteros en lo profesional y maravillosos en lo personal, al poder visitar y conocer lugares de México de gran valor histórico y otros de una belleza exuberante. ¡Cómo quiero yo al Centro y a México!

Con éxito terminó el trabajo del Grupo Internacional en el cual el apoyo de Joe Potter fue muy valioso. El libro en que se recogió el resultado del trabajo del Grupo fue publicado en inglés en 1980 por dos editoriales muy reconocidas y financiado por los donantes. Una versión en español fue publicada en 1983 por El Colegio bajo el título Población y desarrollo, estado del conocimiento y prioridades de investigación.

La intervención de Lattes me ha recordado el trabajo que se realizó en PISPAL, cuya Secretaría Ejecutiva ejercí entonces simultáneamente por varios años.

Aquí en el Colegio hice amistades mantenidas a lo largo de los años con mucho cariño. Sobresalen entre ellas las de Brígida García y Susana Lerner.

Antes de finalizar estos recuerdos tan ricos y tan valiosos, no puedo dejar de dedicar un cariñoso testimonio de admiración a dos personas que ya no nos acompañan físicamente, pero que siempre tengo muy presentes: Víctor Urquidi, el gran promotor de las actividades que aún hoy nos reúnen, hombre al cual América Latina debe mucho y qué no decir de la deuda de gratitud del México que tanto quiso. A Gustavo Cabrera va también mi recuerdo; me parece verlo cuando recién casado llegó a Celade, su entrega total a Conapo y la segunda recalada en El Colegio, donde tanto hizo por la demografía mexicana.

No sigo porque entonces sí caería en sensiblerías. Nótese que prácticamente no he hablado de demografía.

Al doctor Garciadiego y al doctor Lezama mi profundo agradecimiento por la hermosa reproducción de la escultura que preside la entrada a El Colegio, y que me han entregado en este acto.

A todo el CEDUA, al igual que a todos los que me han acompañado hoy, mis sinceras gracias.

Por último, pero no menos sentidas mis palabras: cómo encontrar las adecuadas palabras para agradecer a Brígida, quien ha tenido a su cargo el señalar -a mucha honra de mi parte- méritos y contribuciones que ella generosamente me atribuye. Gracias, Brígida, ¡muchas gracias!

Créanme que siempre llevaré conmigo el recuerdo imperecedero de este bello homenaje.

*Palabras pronunciadas en el homenaje que le rindió el Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México, el 1 de septiembre de 2006

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