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Estudios demográficos y urbanos

versão On-line ISSN 2448-6515versão impressa ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.22 no.1 Ciudad de México Jan./Abr. 2007  Epub 01-Out-2019

https://doi.org/10.24201/edu.v22i1.1297 

Notas y comentarios

Homenaje a la memoria de destacados demógrafos

Rosario Cárdenas1 

1Presidenta de la Sociedad Mexicana de Demografía, 2004-2006. Correo electrónico: carde@correo.xoc.uam.mx.


Presentación

Entre diciembre de 2003, fecha en la cual se llevó a cabo la VII Reunión Nacional de Investigación Demográfica en México, y agosto de 2006, cuatro colegas miembros de la Sociedad Mexicana de Demografía fallecieron.

Teresa Rendón Gan, Raúl Benítez Zenteno, Fernando Pozos Ponce y Vania Salles fueron cuatro destacados investigadores que desde distintos enfoques dedicaron su esfuerzo profesional a ampliar nuestro conocimiento sobre la dinámica de la población, las transformaciones ocurridas y necesarias para abatir la desigualdad, el desarrollo de teorías para explicar los cambios sociodemográficos observados, y el diseño de políticas públicas.

En el marco de la VIII Reunión Nacional de Investigación Demográfica en México realizada del 6 al 9 de septiembre de 2006 en Guadalajara, Jalisco, el Comité Organizador incluyó un espacio de homenaje a la memoria de estos cuatro miembros de la Sociedad Mexicana de Demografía.

Este número de Estudios Demográficos y Urbanos reproduce los textos producidos en ocasión de este homenaje. Brígida García y Mercedes Pedrero Nieto presentaron la semblanza de Teresa Rendón Gan; Carmen Miró y Carlos Welti Chanes, la de Raúl Benítez Zenteno; Carlos Barba y Dídimo Castillo, la de Fernando Pozos Ponce, y Orlandina de Oliveira y Paz López, la de Vania Salles.

Siendo el registro de los eventos que modifican la vida de las personas y de las sociedades un aspecto fundamental del quehacer demográfico, conocer y mantener entre nosotros las contribuciones de nuestros colegas, así como el recuerdo de sus personas, constituye no sólo un tributo a la huella que como investigadores y formadores de investigadores y profesionistas de los estudios de población han dejado, sino también a la propia historia de nuestra Sociedad.

Notas y comentarios

Homenaje a Teresa Rendón

Brígida García

Profesora investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México. Correo electrónico:bgarcia@colmex.mx.

Agradezco sinceramente esta invitación a participar en este merecido homenaje con unas palabras sobre Teresa Rendón, una economista de gran valía y una persona de coraje y entereza. Tuve el privilegio de acompañar el camino de Tere durante varios años, y tendría mucho que destacar y compartir con ustedes. No obstante, me gustaría referirme a cuatro aspectos que creo que sobresalen en su trayectoria.

El primero de ellos se refiere al carácter crítico y propositivo de las contribuciones de Teresa Rendón a la economía y sociodemografía del trabajo. Estos elementos ya se pueden apreciar desde su tesis de maestría dedicada a la reflexión y el análisis de la noción de subempleo, especialmente en el contexto de las ocupaciones agrícolas. Teresa escribía lo siguiente sobre este particular hacia mediados de los años setenta:

[...] la limitación de esta conceptuación (sobre el subempleo) es que parte de la premisa de que el problema ocupacional en los países no desarrollados se reduce de manera simplista a la subutilización de la fuerza de trabajo. De esta manera se soslaya la presencia de formas de producción no capitalistas, el diferente desarrollo de las fuerzas productivas entre sectores económicos, los bajos niveles educativos y, en fin, todos aquellos aspectos que caracterizan al subdesarrollo y dan origen a la coexistencia de situaciones ocupacionales diversas con implicaciones muy distintas.

Estas ideas fueron luego ilustradas en sus estudios sobre la economía campesina, algunos de los cuales llevó a cabo en coautoría con una colega antropóloga -Marielle Pepin Lehalleur- lo cual ya insinuaba la vocación interdisciplinaria de Teresa, a la cual me referiré más adelante.

Otro ejemplo del carácter crítico, pero también propositivo de su obra se refiere a sus trabajos sobre el sector informal y sus aportaciones subsecuentes a la comprensión de la economía de los micronegocios. Teresa, junto con algunos de nosotros, era profundamente escéptica sobre el término sector informal, y exponía con mucho acierto y profundidad los problemas implícitos en su uso, así como en lo que implicaba tomarlo como punto de partida para el diseño de indicadores de ocupación y empleo. Como ustedes saben, cuando los especialistas utilizan este concepto pueden referirse a la heterogeneidad en las formas de producir, pero algunos otros estudiosos lo que quieren enfatizar es la dimensión de modernización con explotación, y a algunos otros más lo que les interesa con el uso de este término es hacer alusión a las dimensiones institucionales legales. Conocedora como pocas de todos estos matices, Teresa abogaba más bien porque se le llamara a cada cosa por su nombre -una característica muy sobresaliente de su personalidad-, y ustedes pueden encontrar en sus escritos que al abordar la heterogeneidad presente en el mercado de trabajo mexicano, más bien se refería a las pequeñas unidades económicas y en especial al término de micronegocios. En este contexto aportó mucho, junto con otros colegas como Carlos Salas, al diseño de la Encuesta sobre Micronegocios del INEGI.

Un segundo aspecto al cual me quiero referir es a la versatilidad en la obra de Teresa Rendón (y estrechamente relacionado con esto, a la flexibilidad de su pensamiento, aun cuando sabemos que no había nadie como ella para defender de manera vehemente y sostenida un punto de vista determinado). Los hechos y sus escritos nos indican que fue cambiando radicalmente su óptica de análisis en el campo de la economía y la sociodemografía del trabajo. Sus primeros estudios estaban dedicados a la economía campesina, a la evolución de largo plazo de la estructura ocupacional mexicana y a las transformaciones en el empleo que habían acompañado a la industrialización del país. Los últimos versan sobre la segregación ocupacional, y el trabajo doméstico y extradoméstico de hombres y mujeres. Se trata de campos de frontera en las ciencias sociales mexicanas que ciertamente demandan un tratamiento interdisciplinario que es poco común en nuestro medio. Esta visión de tratar los problemas del trabajo con la amplitud que se requiriera, rebasando claramente el ámbito de la economía y colaborando con colegas sociólogos, antropólogos y demógrafos, además de economistas, es claramente una constante en la obra de Teresa. Considero que ésta fue una de las cualidades más sobresalientes de su trayectoria, pero también debo dejar constancia de que fui testigo de los problemas laborales que esto le acarreó en algunos momentos de su vida académica.

El tercer aspecto sobre el cual me permito llamar su atención es el carácter pionero de algunos temas y metodologías que abordó y desarrolló Teresa Rendón. Hoy está plenamente justificado el estudio del trabajo femenino pues es visible su aportación a la economía nacional y a la reproducción de las unidades domésticas. Sin embargo en los años setenta, cuando Teresa y Mercedes Pedrero publicaron algunos de los primeros trabajos sobre el tema, esto no constituía una preocupación, ni siquiera secundaria, de los estudios del trabajo. Lo más usual era que no se desagregara la población activa según hombres y mujeres.

En cuanto a metodologías, hay que destacar el ángulo verdaderamente innovador con el cual ella analizó en la última parte de su carrera profesional los microdatos de la Encuesta Nacional sobre Trabajo, Aportaciones y Uso del Tiempo. Por ejemplo, su clasificación del tipo de actividades domésticas teniendo en cuenta tanto la producción de bienes como de servicios en el hogar, su diseño de tasas de participación en el trabajo doméstico a tiempo completo y parcial o marginal, sus índices de masculinización y de segregación del trabajo doméstico, y muchos otros aspectos que le han dado consistencia y trascendencia a este campo de estudio.

Por último, me gustaría referirme a las contribuciones de Teresa Rendón al campo de las estadísticas del trabajo, lo cual también me da la oportunidad de compartir con ustedes las experiencias de algunas de las muchas batallas (no hay otra palabra) que ella luchó junto con algunos de nosotros en esta importante área. Buena parte de esto no está escrito en ninguna parte, y precisamente por esto es importante hacerlo público en ocasiones como ésta.

Hoy día, la relación que hemos construido los académicos y el INEGI creo que la podríamos denominar como de mutuo respeto -al menos en lo que atañe a las estadísticas del trabajo-, aunque continúa habiendo decisiones que nos sorprenden y nunca entendemos a cabalidad los criterios con los cuales se toman. No obstante, esta relación ha tenido muchas facetas problemáticas en los últimos lustros, y las tensiones siempre han aumentado cada 10 años en ocasión de los censos generales de población. Es más conocido todo lo que sucedió con el censo de 1980, pero no tanto aspectos específicos detrás de las discusiones de la boleta censal de 1990 y de 2000.

Lo más sobresaliente en 1990 era que en aras de subsanar los problemas de 1980 se había decidido dejar fuera por “difíciles y riesgosas” las preguntas sobre el ingreso de la población. Allí se inició una importante lucha y la conformación de un grupo de trabajo en el cual Teresa tuvo una participación destacada. Siempre estaremos muy satisfechos de haber ganado esa batalla -por lo menos hasta ahora-, pues las preguntas sobre ingreso volvieron a la boleta de los censos de población. Análisis posteriores han demostrado que la información generada en 1990 fue de suficiente calidad como para ofrecer un contrapunto a las encuestas de ingreso-gasto y de esa manera demostrar el truncamiento que está presente en dicha fuente en lo que respecta a los ingresos más altos.

En el censo de 2000 le tocó el turno a la pregunta sobre horas trabajadas, y en esa batalla también estuvo presente Teresa. Como economista, ella nunca estuvo plenamente de acuerdo con que se ampliaran mucho las preguntas con que se capta la población económicamente activa, pues pensaba que eso eventualmente iba a desdibujar la naturaleza misma y la manera en que se conforma dicha población. Es por eso que le preocupaba sobremanera, al igual que a muchos de nosotros, que se especificaran las horas trabajadas para poder precisar muy distintos tipos de participación en el mercado de trabajo. Es por esto que explicábamos una y otra vez a los encargados del censo la importancia de la pregunta sobre horas, sin importar la dificultad que representara su captación. Bueno, pues esa lucha también se ganó y la pregunta sobre horas volvió a la boleta censal.

El entusiasmo y la claridad con que pensaba Teresa eran un componente central de estas discusiones, y ciertamente van a hacer falta en las batallas del 2010. Es por esto que invito a todos los jóvenes aquí presentes a profundizar en el pensamiento crítico y propositivo de nuestra gran compañera y a seguir su ejemplo. El más importante tributo a su memoria es hacer patente la trascendencia de sus aportaciones científicas y la coherencia con que condujo su vida personal. Muchas gracias.

Notas y comentarios

Homenaje a Teresa Rendón Gan

Mercedes Pedrero Nieto

Profesora investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM. Correo electrónico:pedrero@servidor.unam.mx.

La Facultad de Economía publicó un libro Homenaje in memoriam de Teresa Rendón Gan. Una académica comprometida en el cual se recogen diez contribuciones individuales de quienes la conocimos y la quisimos. En la Reunión de Investigación Demográfica organizada por la Sociedad Mexicana de Demografía el pasado septiembre, se me invitó a participar en un homenaje dedicado a cuatro de nuestros colegas recién desaparecidos. Por Tere hablamos Brígida García y yo, ambas participamos en el citado libro. Brígida me comentó que expondría lo que escribió para tal ocasión. Yo consideré que las aportaciones que Tere nos legó quedarían mejor ilustradas si además de mi contribución, resaltaba algunos aspectos mencionados por otros participantes, especialmente porque en dicho homenaje estaban presentes investigadores jóvenes que se beneficiarán si consultan su obra: nos dejó una obra que transpira un sólido bagaje teórico y buen manejo instrumental en cada una de sus muchas contribuciones, por fortuna, en negro sobre blanco, siempre con una prosa cuidada y clara.

No trato de hacer un resumen, sólo destaco algunos de los rasgos más relevantes de su obra y su persona enunciados por los distintos autores; recordarlos nos motiva en nuestro quehacer cotidiano a realizar mejor nuestro trabajo y a vivir con entusiasmo, como ella lo hizo (retomo las intervenciones a manera de colage, sin las citas específicas del caso;1 si bien coincido con la mayoría de las percepciones, en algunos casos las ajusto o altero por la mía propia).

Primero presento los aspectos académicos y después los personales, aunque nunca se pueden separar.

La investigadora

La obra de Teresa Rendón Gan es referencia indispensable para acercarse a la comprensión de la economía y el empleo, del trabajo desde una perspectiva de género y de la relación entre economía y demografía en el México del siglo XX. Ella se ocupó de dos temas que deberían seguir mereciendo la mayor atención pero que la academia de nuestro país ha colocado en segundo plano: la realidad agrícola y el mundo del trabajo -asuntos que permanecen como anclas del subdesarrollo mexicano.

El análisis del mercado de trabajo que hizo Teresa Rendón lega un mirador, precisamente el laboral, para acercarse a la comprensión de los rezagos en el desarrollo del país. Sus contribuciones, con un enfoque interdisciplinario y de género, son importantísimas no sólo en el análisis del mercado laboral, sino también en la crítica de las fuentes disponibles para su estudio. Destacan la descripción del proceso de deterioro de la calidad de los empleos, la caída de los salarios, el aumento de los empleos sin prestaciones sociales, la segregación de las mujeres en determinadas ocupaciones, la desigualdad en sus diversas dimensiones, tanto en el trabajo doméstico como extradoméstico, y la economía del trabajo, abordando tanto el nivel como la calidad de las ocupaciones, los salarios e ingresos de la población trabajadora y los problemas de discriminación laboral, en particular, la desigualdad por género en cuanto a ocupaciones e ingresos. Destacó que entre las actividades que contribuyen al bienestar y que no están consideradas por este sistema de contabilidad de la producción está el trabajo doméstico no pagado, abordando la compleja interrelación entre desarrollo capitalista y las relaciones de género.

Utilizó las herramientas de la disciplina económica como eso: como instrumentos para realizar hallazgos, para ir a la sustancia, mas no malinterpretó la sobrecarga de las fórmulas matemáticas. Su conocimiento de los datos duros de la economía mexicana, y en particular de la situación laboral, la hacen una de las personalidades académicas que mejor ha ordenado y analizado la información estadística disponible en nuestro país sobre el mercado de trabajo y siempre con una actitud crítica, siempre enfatizando que “hay que hablar de lo que hay atrás de las cifras”.

Gracias a su reconstrucción de las estadísticas laborales y a la interpretación de lo que ellas guardan a lo largo del último siglo, encontramos hallazgos como que a fines del porfiriato las ocupaciones femeninas crecían a ritmos mayores que las masculinas. Una de sus más recientes aportaciones metodológicas para el análisis de la participación en la actividad económica son las tasas ponderadas por tiempo trabajado, que consiste en no sólo considerar a la gente que dice participar en el trabajo, sino también las horas que le dedica, como una medida de intensidad.

Se le ha definido como economista con una gran sensibilidad social; segundo, el ser una economista crítica y, en tercer término, el ser una economista polémica.

Como economista se le puede catalogar entre quienes han contado con mayor solvencia en el campo de la teoría económica laboral. Se ocupó de los desarrollos teóricos del feminismo y contribuyó a ellos a lo largo de tres décadas. No es casual el hecho de que su esfuerzo intelectual y el de sus colegas hicieran que la academia mexicana no llegara tarde al debate ni a la elaboración feminista que se daba en el mundo. Gracias a ellas, por una vez, no llegamos retrasados a los debates teóricos contemporáneos; desde 1975 inició el estudio sistemático de la participación de las mujeres en los mercados de trabajo. Su perspectiva de análisis se fue enriqueciendo al incorporar elementos de la sociodemografía, de los estudios sobre las mujeres y las relaciones de género y los propios que las economistas feministas han desarrollado en la tarea de introducir la perspectiva de género y el análisis de los géneros en los fenómenos y procesos económicos.

Feminista, Teresa Rendón fue sobre todo una seria estudiosa de la economía. Abordó el análisis de género sin perder de vista las relaciones económicas predominantes, así como las asimetrías sociales, en especial de su país. Como ella escribió:

[...] hago énfasis en que el género no es sino una forma más de diferenciación social. La clase y la condición étnica o racial también juegan un papel central para explicar las diferencias visibles en las sociedades capitalistas contemporáneas. Esto es particularmente cierto en México, donde el clasismo del grupo dominante es proverbial, lo cual se añade al racismo más o menos soterrado que penetra amplias capas de la sociedad mexicana.

En el mismo sentido, afirmó: “La situación de las mujeres varía significativamente según el sitio que ocupan en la escala social ahí existente.2

Discutió los distintos enfoques económicos así como las diversas corrientes y escuelas del feminismo, sin descartar alguno dogmáticamente, los revisó críticamente reconociendo sus limitaciones y rescató lo que cada uno podría tener de positivo. Por ejemplo, del institucionalismo rescató el que se destaque el papel de las instituciones, incluidos el Estado y la familia, en la formación y desarrollo de los procesos económicos. Del enfoque marxista sugería que la sobrepoblación relativa que obedece a las necesidades de capital -desempleo e inactividad- surge ya no del campesinado y de los artesanos, como identificó Marx, sino de las escuelas y los hogares. La teoría económica de la familia, inscrita en la escuela neoclásica -que tiene a Gary Becker como su mejor exponente- tiene el mérito, de acuerdo con Teresa Rendón, de dar un punto de partida común para estudiar las decisiones de asignación de trabajo en el hogar, del gasto y consumo y del matrimonio y la fecundidad. En este punto destacaba que “la teoría neoclásica tiene el acierto de concebir a las familias como una unidad tanto de producción como de consumo”. Sin embargo, la crítica más contundente de la explicación neoclásica del mercado de trabajo que ella hacía es la que cuestiona el supuesto de que la fuerza de trabajo es un tipo particular de mercancía, que no tiene costo de producción, a diferencia del resto de las mercancías.

La visión ortodoxa de la economía tampoco incorpora a la población. La escuela neoclásica no alcanza a tomar en cuenta el costo de la reproducción de la fuerza de trabajo y al prescindir de lado a la población, Teresa Rendón subrayaba: si la comprensión de cómo se reproducen las sociedades no es campo de estudio de la economía, entonces la disciplina carece de sentido.3

Tomó distancia del feminismo radical para el que sólo el género ayuda a explicar la situación de la mujer, haciendo caso omiso de las relaciones y de los determinantes propiamente económicos, y también criticó el teologal feminismo neoclásico. Cuestionó al feminismo marxista donde la lucha de clases se llevaba al ámbito familiar. También detectó, para despecho de algunas feministas “de guadaña”, como mordazmente las llamaba, una contribución masculina nada despreciable en las tareas domésticas que va en ascenso. En cambio, propuso una visión que recogiera, simultáneamente, la perspectiva sexo-género y clase, conocida como el feminismo socialista. Tere alzó su voz crítica respecto al uso y “abuso” de la categoría de género.

En síntesis, los escritos de Teresa Rendón son prueba del infatigable rigor académico del que hizo su militancia irrenunciable, con horas y horas de lectura de la literatura económica más amplia, de las distintas escuelas del pensamiento, y con una sólida investigación empírica de respaldo.

No permaneció encerrada en la academia. Fue invitada a participar en el diseño de la Encuesta Nacional de Micronegocios que levanta el INEGI y consultora de la OIT, de la CEPAL y del Banco Mundial.

La maestra

De los cientos de clases que dio, nunca acudió a alguna sin haber preparado meticulosamente la sesión. Ordenaba las notas en tarjetas y era habitual verla zambullida en las estadísticas, en los censos económicos y de población, imaginando ejercicios para que sus alumnos aprendieran a reflexionar, a investigar, a entender la economía. Siempre fue evidente el compromiso, la entrega y la generosidad con los alumnos. Cada tesis merecía singular atención y, por lo mismo, corregía con esmero a todas ellas y, también, rechazaba más de una. Ponía a los alumnos a trabajar de manera paralela a la investigación bibliográfica para abordar la parte teórica, pero también los conducía a la realidad concreta orientándolos sobre la importancia de las fuentes estadísticas. Además compartió con ellos sus espacios, motivándolos a presentar ponencias en coloquios y seminarios y a participar en concursos académicos, como fue el caso de su alumna María de la Luz Macías que obtuvo el primer lugar en el certamen del Programa de Estudios de la Mujer de la Facultad de Psicología.

Quizá la mejor manera de honrar su memoria es esforzarse por cumplir su cuestionamiento riguroso e incesante de la teoría.

La persona

La economista Teresa Rendón fue, en un inicio, fruto de lo mejor del sistema educativo público que se edificó en México; con auténtica vocación académica, sus contribuciones son el resultado de años y años de esmerada y constante labor teórica y práctica.

La doctora Teresa Rendón fue una férrea y consistente defensora de la universidad pública. La defendía desde el aula, antes que desde el auditorio, antes que en la asamblea general; en sus investigaciones, antes que en la firma de desplegados. Pero jamás rehuyó a las discusiones políticas y supo tomar partido siempre y sin amilanarse, asumiendo los costos personales.

Le molestaba el reclutamiento de profesores a partir de relaciones políticas; en cambio siempre dispensó respeto y admiración por sus maestros y colegas más talentosos, y reconocía el saber donde lo había y llamaba al pan “pan” y al vino “vino”. Se expresaba con aguda ironía y humor. Mujer de carácter fuerte, defendía férreamente sus convicciones, decidida y hasta temeraria no dudaba externar sus opiniones, a veces de forma tan directa, y quizá hasta abrupta, que sacudía y escandalizaba. Habrá gente que por no haberla conocido a fondo se haya quedado con alguna de sus frases lapidarias, siempre ingeniosas y fuertes, porque no perdonaba la mediocridad y la simulación, pero cuando se equivocaba siempre tenía disposición para reconocer sus errores.

Luchadora incansable, de una sola pieza, extraordinariamente sólida, dura, enérgica, pero también noble, generosa y leal. Apasionada por el saber, mujer vigorosa con la espada del verbo erguida, dispuesta a castigar pero también a defender.

Usó su inteligencia vivaz y afilada para desafiar los dogmas, los prejuicios y preconcepciones que entorpecen la comprensión de la realidad. No se preocupó de buscar el lenguaje políticamente correcto, tan de moda hoy en día; en algunos casos eso le significó una perdurable enemistad. Decía sin rodeos lo que pensaba. Siempre franca, sin importar jerarquías.

En su casa era gran anfitriona, cariñosa, derrochaba generosidad con amigos y alumnos. Respecto a sus hijos, siempre estaba atenta a su estado anímico y a su felicidad, guardaba una respetuosa distancia, pero participaba de sus gozos y se preocupaba por sus sinsabores.

A la rigurosidad de sus análisis, Teresa agregaba un entusiasmo desbordante.

¿Cómo olvidar la pasión con la que defendía sus posiciones, sus hipótesis, sus resultados y sus hallazgos?

Su nombre aparecía en la firma de desplegados de protesta por la usurpación de tierras, por proyectos de obras viales. Fue asesora de las mujeres zapatistas, experiencia que afianzó y afinó su análisis del feminismo basado en las diferencias entre mujeres, tanto de clase como de etnia.

Su fuerza, su tesón, su voz ronca, su ironía, sus intensas ganas de vivir. Comprometida con las causas de la justicia y la libertad e intransigente con sus principios y metas. Tere era de una mente liberada porque a cada paso saldaba cuentas. Su obra es realista, combativa y con gran fuerza por no ser producto de la frustración, sino de la reflexión y el análisis pleno de sensibilidad.

Recordábamos la manera en que asumió tantos retos y afrontó, finalmente, con total responsabilidad, los años de la enfermedad, sin renunciar por ello a concretar sus deseos: viajar, estar con su nieta y con su hija, admirar a su hijo, disfrutar de las charlas con las amigas y la comida, cuidar su aspecto y lucir bien, como acostumbraba.

No dejó de tener preguntas y fuerza para buscar las respuestas. No desaprovechó tampoco la oportunidad de dar a conocer sus ideas y así, con una tremenda carga a cuestas, participó en seminarios, mesas redondas y conferencias, dentro y fuera de la Facultad de Economía de la UNAM.

Difícilmente se llega a compartir con otra persona tantos momentos cruciales en nuestros respectivos ciclos de vida con mutuo apoyo y comprensión, como amigas, como colegas, como hermanas. Estaba siempre dispuesta a compartir lo bueno. Disfrutamos de sensacionales paseos, los últimos en España. No renunció a visitar la Ciudad de San Sebastián en el País Vasco, a pesar de su precario estado de salud en el último abril de su vida.

Ella estaba consciente de cuán enferma estaba; sin embargo día a día vivía como si tuviera toda una vida por delante. Teresa Rendón era más que una académica, era toda una gran mujer y no creo que la creatividad académica de Tere hubiera florecido si no hubiese tenido tal intensidad en todas las facetas de su vida. Trabajó hasta el final, disfrutando así de una de sus pasiones vitales. Pero también supo disfrutar de otros placeres.

La muerte no la sorprendió, pero jamás se sentó a esperarla. Se fue, así, como vivió y como se prodigó: trabajadora, inteligente, ejerciendo su plena independencia de mujer ejemplar y singular de su tiempo.

Notas y comentarios

Homenaje a Raúl Benítez Zenteno

Carmen A. Miró G

Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arozamena. Correo electrónico:cmiro@sinfo.net.

Hubiera sido mi más firme deseo haber podido pronunciar personalmente en este homenaje las palabras que siguen. Pienso que esto hace que de alguna manera ellas pierdan la intensidad emocional que me embargó al escribirlas.

Conocí a Raúl cuando llegó como estudiante al Centro Latinoamericano de Demografía (Celade), que entonces yo dirigía. Por esa época Raúl apenas cifraba los 26 años y ya era posible apreciar la seguridad profesional con que abordaba no sólo sus estudios, sino otras actividades sobre demografía que se desarrollaban en el Celade.

En reconocimiento a la capacidad que demostró Raúl durante el periodo en que fue estudiante, la Dirección del Celade decidió invitarlo para que participara en el “Programa de Encuestas Comparativas de Fecundidad” que se desarrolló en 1963 y 1964 en siete ciudades de América Latina, consideradas entonces como representativas de las “zonas altamente urbanizadas”. A Raúl le tocó la difícil tarea de dirigir la encuesta en la Ciudad de México, una de sus primeras contribuciones a los numerosos estudios que sobre la población de México realizó a lo largo de su fructífera carrera. La publicación de Demos es otra de sus contribuciones que tendrán siempre valor permanente.

Lo que provoca la desaparición física de un ser humano como Raúl Benítez -y digo física porque emocional y anímicamente nunca llegaremos a aceptar su ausencia- es acrecentar su presencia entre nosotros llevándonos a exaltar sus múltiples cualidades y sus numerosas contribuciones en distintos ámbitos científicos y culturales. Raúl reunía todas las cualidades de un buen amigo; fue un excelente y extraordinario profesor, se distinguió como un sociólogo que contribuyó a desarrollar contenidos metodológicos y técnicas de investigación que ampliaron nuestros conocimientos sobre situaciones sociales y problemas hasta entonces poco estudiados en nuestros países. En el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y en varios estados de México ejerció la docencia, aportando ideas y enseñanzas que enriquecieron el estudio de la realidad social en esos estados.

A lo largo de los años fue ampliando sus conocimientos sobre la demografía, siendo en algunas ocasiones un autodidacta cuyo cultivo de la disciplina le permitió colocarse en el campo de los estudios de población como el más connotado investigador mexicano. Conjuntamente con el maestro Gustavo Cabrera, puso a México en el mapa geográfico mundial.

Raúl Benítez, eximio profesor, excelente sociólogo y demógrafo analítico, encontró tiempo para dedicarle atención a sus amigos y para estudiar las contribuciones autóctonas del México prehispánico.

Hoy quiero reiterarte mi aprecio personal, mi admiración profesional y mi sentida amistad. ¡Raúl, siempre te recordaremos! Muchas gracias.

Notas y comentarios

Homenaje a Raúl Benítez Zenteno

Carlos Welti Chanes

Profesor investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Correo electrónico:welti@servidor.unam.mx.

Unos días antes de cumplir 75 años de edad murió en la Ciudad de México Raúl Benítez Zenteno. Miembro de una generación de demógrafos mexicanos que hizo posible el desarrollo de la demografía en este país, también fue parte de un grupo de ciudadanos que desde las instituciones de las que cada uno de ellos formaba parte, llamó la atención sobre los problemas derivados del crecimiento de la población y generó un ambiente propició para que desde el poder público se diseñara una política integral que atendiera estos problemas a través de una Ley General de Población y se crearan las organizaciones encargadas de llevar a la práctica esta política.

Raúl Benítez fue el primer mexicano que se formó en el Centro Latinoamericano de Demografía a través de una beca que recibió cuando ya formaba parte del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (IISUNAM), institución de la que años más tarde sería su director.

En 1961 publica Análisis demográfico de México dentro de la serie Ensayos Sociológicos del IISUNAM. Esta obra es la primera de su tipo dedicada al estudio de la sociedad mexicana con las herramientas de la demografía y que incluye estimaciones de la natalidad, la mortalidad y los movimientos migratorios, con el objetivo de establecer escenarios futuros a partir de las proyecciones de población. Benítez Zenteno define dos escenarios, uno de los cuales supone un descenso de la fecundidad a partir de 1965, que va a reflejar con gran certeza lo que efectivamente sucedió en México en el periodo que cubren sus proyecciones (hasta 1985).

Sus aportaciones a las ciencias sociales y al conocimiento de la sociedad mexicana fueron diversas y muy significativas y vale la pena recordar algunas de ellas.

Por encargo del Banco de México elaboró, junto con su colega y amigo de toda la vida Gustavo Cabrera, las primeras proyecciones de población de este país que estuvieron vigentes durante muchos años y constituyeron un insumo fundamental para la planeación económica. La importancia de este trabajo científico adquiere mayores dimensiones de las que pueda tener en la actualidad un trabajo similar pues lo realizó en una época en la cual la información estadística indispensable para realizarlo era escasa y de mala calidad. Para su elaboración fue necesario utilizar todas las herramientas del análisis demográfico y los supuestos de las denominadas poblaciones teóricas para que, a través de las relaciones observables entre las variables demográficas fundamentales en condiciones de estabilidad o cuasi estabilidad, como las que presentaba la población mexicana hasta los años sesenta, se hicieran estimaciones indirectas de la fecundidad. Además, lo que hoy puede resultar un ejercicio relativamente sencillo con el uso de las herramientas de cómputo y los paquetes estadísticos que funcionan en prácticamente cualquier computadora personal, en el pasado reciente los cálculos demográficos tenían que realizarse manualmente en sentido estricto, ya que ni siquiera las calculadoras electrónicas estaban disponibles. El esfuerzo intelectual de demógrafos como Benítez Zenteno para sentar las bases de la demografía moderna no puede ser suficientemente apreciado si no se toman en cuenta las condiciones en que los científicos realizaban su trabajo.

Un trabajo poco conocido titulado: “Factores socioeconómicos de la fecundidad de la mujer mexicana, sector proletario”, lo hizo interesarse por el análisis de la fecundidad diferencial e involucrarse en el Programa de Encuestas Comparativas de Fecundidad en América Latina (Pecfal) dedicado primero a analizar en 1964 la fecundidad en nueve ciudades de América Latina y cinco años después en las áreas rurales de esta región.

Raúl Benítez fue impulsor y participante de grandes proyectos de investigación demográfica tanto en el país como en la región. Un ejemplo de ello es precisamente el Programa de Encuestas Comparativas de Fecundidad en América Latina, antecedente de otros programas mundiales y piedra de toque de la generación de información estadística que permitió fundamentar las modernas políticas de población.

Su idea de un proyecto latinoamericano para estudiar la relación entre dinámica demográfica y desarrollo económico para comprender la historia regional, dio lugar a un buen número de proyectos individuales entre investigadores de este continente que todavía hoy mantienen este interés por este tema.

Fue coordinador general del Programa Latinoamericano de Población (Prolap) y organizador de diversas reuniones académicas cuyos resultados dieron lugar a la publicación de una serie de libros sobre temas de población y a la elaboración de un inventario de las investigaciones que se llevaban a cabo en los años noventa para planear el futuro de esta actividad.

Sus tareas como coordinador de proyectos multinacionales de investigación no estuvieron restringidas a asuntos demográficos y abordaron temas sociológicos de la mayor significación como el análisis de las clases sociales en América Latina.

Su papel en la formación de recursos humanos fue más allá de su papel como profesor de la Universidad Nacional y de otras universidades y centros académicos del país. Como secretario del Consejo Mexicano de Ciencias Sociales apoyó la creación de programas de posgrado en las universidades de algunos estados de la República Mexicana que han formado a decenas de maestros y doctores en ciencias sociales y que hoy forman parte de la planta docente y de investigación de instituciones de prestigio nacional e internacional.

Recibió por parte de la Universidad Nacional el nombramiento de investigador emérito y el Gobierno de México le otorgó el Premio Nacional de Población. Al recibir este Premio de manos del presidente de la República y a diferencia de intelectuales al servicio del poder político cuyo papel generalmente es adular al gobernante en turno, Raúl Benítez en su discurso llamó la atención sobre la desigualdad creciente entre las clases sociales, lo que se percibía en el incremento de la pobreza extrema, mientras un sector privilegiado aprovechaba las condiciones que el propio Estado le ofrecía para enriquecerse aún más, lo que ponía a la sociedad mexicana en riesgo de enfrentar una crisis, como finalmente sucedió. Mientras Benítez Zenteno leía su discurso, el presidente de la República abandonó la sala en la que se celebraba la ceremonia en que aquél recibía este premio, incapaz de soportar que alguien se atreviera a contradecir el discurso oficial que de un plumazo había borrado la pobreza del territorio nacional para mostrar que México había pasado a ser parte del primer mundo.

Su actividad editorial está muy bien representada por su papel como director de la revista Demos, que dirigió durante dieciséis años hasta su muerte y que en cada número reunió a los especialistas más destacados en los temas demográficos nacionales y posibilitó el conocimiento de la situación nacional en los cinco continentes, ya que esta revista llegó a prácticamente todos de los países del mundo.

Al fallecer Raúl Benítez Zenteno, el Área de Población del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM perdió a su fundador, los demógrafos a un generador permanente de discusión sobre los asuntos más significativos en su disciplina, y la sociedad a un intelectual que hasta el final de sus días fue coherente con sus ideas a favor de un desarrollo nacional que incluyera a todas las clases sociales.

Notas y comentarios

Homenaje a Fernando Pozos Ponce

Carlos Barba

Investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la U de G (CUCSH). Correo electrónico:cbarb@cencar.udg.mx.

Fernando nació en Tepatitlán de Morelos, Jalisco, el 26 de mayo de 1956. Siempre se sintió orgulloso de sus orígenes, pero eso no le impidió echar raíces en otros lugares, sobre todo en Guadalajara, donde a inicios de los años setenta estudió la preparatoria y en la primera mitad de los ochenta cursó la licenciatura en Sociología, en las aulas de la Universidad de Guadalajara (U de G).

Como buen alteño, Fernando nació con un gen migratorio integrado, con un centro de orientación que mira al Norte. Por eso, años más tarde, sus raíces llegaron hasta la ciudad de Austin, Texas, donde realizó sus estudios de maestría y doctorado. Allí su interés por la industria, el empleo, los estudios regionales, la reestructuración económica, el mundo urbano y el cambio social no sólo se acrecentaron, sino dieron frutos con dos tesis excelentes.

Durante esos años formativos logró el reconocimiento de sus maestros y sus compañeros, muchos de los cuales fueron y seguirán siendo sus amigos. También logró el apoyo de la Flora and William Hewlett Foundation, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), y fue premiado por la Universidad de Texas, que en 1990 le otorgó un reconocimiento denominado “Professional Development Award”.

Fernando fue un gran profesor y un mentor constante. Durante más de 20 años, instruir a los demás fue una de sus actividades más importantes y cotidianas. A mediados de los años ochenta enseñó sociología en la preparatoria Pierre Faure. A su regreso de Austin se integró a la maestría de Sociología de la U de G en 1992, en el área de estudios Urbano-Industriales. Recién desempacado regresó también a la carrera de Sociología a impartir diversos cursos. En 1993 llegó al doctorado en Ciencias Sociales, para hacerse cargo del Seminario de Análisis Regional. Ese mismo año fue profesor en la maestría en Estudios Regionales de El Colegio de Jalisco, abordando la Región Centro-Occidente. En 1995 fue recibido por el doctorado en Ciencias Sociales de El Colegio de la Frontera Norte, responsabilizándose del Seminario sobre Desarrollo Regional en México. En 1996 fue acogido por la maestría en Arquitectura de la Universidad de Colima, donde impartió cursos de sociología urbana. En 1998 fue adoptado por el doctorado interinstitucional de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, donde coordinó el Área de Estudios Industriales y del Trabajo. Fue también profesor invitado en el Instituto de Región y Trabajo de la Universidad de Bremen, Alemania, durante el verano de 1994 y de El Colegio de la Frontera Norte en el otoño de 1995.

Fernando fue también un gran investigador. Aprendió poco a poco, fue asistente de investigador del doctor Juan Manuel Durán en el Instituto de Estudios Sociales de la Universidad de Guadalajara, entre 1984 y 1986. Asistente también en el Departamento de Sociología de la Universidad de Texas, en Austin, entre 1989 y 1992. Desde 1994, hasta su muerte, fue investigador titular y uno de los pilares del Departamento de Estudios Socio-Urbanos (DESU) del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la U de G (CUCSH).

Por ello recibió también diversos reconocimientos: desde 1992 fue miembro del Sistema Nacional de Investigadores, alcanzando el nivel II. Fue fundador y presidente de la Asociación Mexicana de Estudios del Trabajo entre 1996 y 1998, profesor Promep desde 1997 y cofundador y coordinador del grupo de investigación “Desarrollo Social y Trabajo” del CUCSH. En el año 2003 fundó y coordinó la Red de Investigadores de Estudios sobre Desarrollo Social y Trabajo de la Región Centro Occidente.

Su prestigio le llevó también a ocupar diversos cargos de gestión y dirección académica, entre ellos la jefatura del DESU entre 1994 y 1998, la jefatura del Departamento de Sociología entre 1998 y 2001, y la coordinación del doctorado en Ciencias Sociales de la U de G de 2001 a 2006. Su labor al frente del doctorado fue particularmente fructífera, porque bajo su conducción este programa logró ser incluido en el Padrón Nacional de Posgrado y reconocido como un programa de nivel internacional.

Formó parte de varios comités editoriales de revistas especializadas, como: Anuario de Espacios Urbanos, de la Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco; Espiral: Estudios de Estado y Sociedad, de nuestra división; Trabajo, del Centro de Análisis del Trabajo; Papeles de Población, de la Universidad Autónoma del Estado de México; Calidoscopio, de la Universidad Autónoma de Aguascalientes; y Docienso, del doctorado en Ciencias Sociales de la misma universidad.

Su prestigio lo llevó de igual forma a integrar numerosos comités evaluadores de proyectos de investigación tanto en el Conacyt, como en distintos centros universitarios de la U de G, en la Universidad de Aguascalientes y en diversos programas de estímulos a las funciones académicas. Otro tanto ocurrió con su pertenencia a diferentes comités técnicos consultivos de la Secretaría de Desarrollo Urbano del gobierno de Jalisco, del Comité Técnico Consultivo de Progresa, y de la Secretaría de Desarrollo Social del estado de Aguascalientes.

Fernando fue miembro de muchas asociaciones académicas en áreas como los estudios demográficos, los estudios latinoamericanos y la sociología del trabajo. Tampoco rehusó realizar labores de vinculación, por ejemplo, con la industria metal mecánica de Jalisco, con el Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Guadalajara, con la industria electrónica, con el gobierno del estado de Jalisco, con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), o el gobierno de la ciudad de Guadalajara.

Fernando siempre estuvo dispuesto a discutir sus ideas y a aprender de los demás. Consciente de que en nuestro campo el criterio de verdad es la construcción de consensos académicos a través del libre debate, participó en muchísimas reuniones académicas locales, nacionales e internacionales. Solamente desde 1996 hasta 2005 sus participaciones en encuentros especializados en calidad de ponente rebasaron las cuarenta intervenciones.

Hasta 2006 Fernando había publicado o compilado seis libros, cuyos temas incluían el impacto de los procesos de industrialización en comunidades rurales, la reestructuración urbana, las desigualdades regionales, la relación existente entre espacio y sociedad, la situación del empleo ante los procesos de apertura comercial, o el empleo y el bienestar social en regiones de Jalisco. Las compilaciones realizadas por Fernando o las coautorías donde participó se tradujeron, para quienes colaboramos con él, en procesos de aprendizaje compartidos y en la constatación de su generosidad intelectual.

De 1996 a la fecha Fernando publicó 16 trabajos en libros colectivos o revistas científicas. Sus trabajos aparecieron en libros publicados por casas editoriales como The University Press of America, o instituciones como la Universidad Autónoma Metropolitana, la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo, Temple University Press, o en revistas internacionales con gran reconocimiento nacional como The International Journal of Sociology and Social Policy, Estudios Sociológicos de El Colegio de México, Espiral de nuestra universidad, o Papeles de Población de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Fernando formó a numerosos investigadores de la Universidad de Guadalajara y a muchos integrantes de nuestro propio departamento, dirigió casi dos docenas de tesis de doctorado, maestría y licenciatura, y participó como lector o sinodal en incontables exámenes de tesis.

En resumen, Fernando, quien estaba a punto de cumplir 50 años de existencia, dejó incontables muestras de su compromiso intelectual con la producción de conocimientos útiles para quienes carecen de oportunidades y recursos para vivir una vida digna. Son incontables las evidencias de su vocación incansable de maestro, de su espíritu solidario, de su generosidad, de su creatividad, de su talento y de sus ganas de vivir. Dejó también abundantes pruebas de que su paso por la vida de todos sus compañeros y amigos fue muy profundo; por eso, hoy lo recordamos con cariño y respeto.

Notas y comentarios

Homenaje a Fernando Pozos Ponce

Carlos Barba

Investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la U de G (CUCSH). Correo electrónico:cbarb@cencar.udg.mx.

Fernando nació en Tepatitlán de Morelos, Jalisco, el 26 de mayo de 1956. Siempre se sintió orgulloso de sus orígenes, pero eso no le impidió echar raíces en otros lugares, sobre todo en Guadalajara, donde a inicios de los años setenta estudió la preparatoria y en la primera mitad de los ochenta cursó la licenciatura en Sociología, en las aulas de la Universidad de Guadalajara (U de G).

Como buen alteño, Fernando nació con un gen migratorio integrado, con un centro de orientación que mira al Norte. Por eso, años más tarde, sus raíces llegaron hasta la ciudad de Austin, Texas, donde realizó sus estudios de maestría y doctorado. Allí su interés por la industria, el empleo, los estudios regionales, la reestructuración económica, el mundo urbano y el cambio social no sólo se acrecentaron, sino dieron frutos con dos tesis excelentes.

Durante esos años formativos logró el reconocimiento de sus maestros y sus compañeros, muchos de los cuales fueron y seguirán siendo sus amigos. También logró el apoyo de la Flora and William Hewlett Foundation, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), y fue premiado por la Universidad de Texas, que en 1990 le otorgó un reconocimiento denominado “Professional Development Award”.

Fernando fue un gran profesor y un mentor constante. Durante más de 20 años, instruir a los demás fue una de sus actividades más importantes y cotidianas. A mediados de los años ochenta enseñó sociología en la preparatoria Pierre Faure. A su regreso de Austin se integró a la maestría de Sociología de la U de G en 1992, en el área de estudios Urbano-Industriales. Recién desempacado regresó también a la carrera de Sociología a impartir diversos cursos. En 1993 llegó al doctorado en Ciencias Sociales, para hacerse cargo del Seminario de Análisis Regional. Ese mismo año fue profesor en la maestría en Estudios Regionales de El Colegio de Jalisco, abordando la Región Centro-Occidente. En 1995 fue recibido por el doctorado en Ciencias Sociales de El Colegio de la Frontera Norte, responsabilizándose del Seminario sobre Desarrollo Regional en México. En 1996 fue acogido por la maestría en Arquitectura de la Universidad de Colima, donde impartió cursos de sociología urbana. En 1998 fue adoptado por el doctorado interinstitucional de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, donde coordinó el Área de Estudios Industriales y del Trabajo. Fue también profesor invitado en el Instituto de Región y Trabajo de la Universidad de Bremen, Alemania, durante el verano de 1994 y de El Colegio de la Frontera Norte en el otoño de 1995.

Fernando fue también un gran investigador. Aprendió poco a poco, fue asistente de investigador del doctor Juan Manuel Durán en el Instituto de Estudios Sociales de la Universidad de Guadalajara, entre 1984 y 1986. Asistente también en el Departamento de Sociología de la Universidad de Texas, en Austin, entre 1989 y 1992. Desde 1994, hasta su muerte, fue investigador titular y uno de los pilares del Departamento de Estudios Socio-Urbanos (DESU) del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la U de G (CUCSH).

Por ello recibió también diversos reconocimientos: desde 1992 fue miembro del Sistema Nacional de Investigadores, alcanzando el nivel II. Fue fundador y presidente de la Asociación Mexicana de Estudios del Trabajo entre 1996 y 1998, profesor Promep desde 1997 y cofundador y coordinador del grupo de investigación “Desarrollo Social y Trabajo” del CUCSH. En el año 2003 fundó y coordinó la Red de Investigadores de Estudios sobre Desarrollo Social y Trabajo de la Región Centro Occidente.

Su prestigio le llevó también a ocupar diversos cargos de gestión y dirección académica, entre ellos la jefatura del DESU entre 1994 y 1998, la jefatura del Departamento de Sociología entre 1998 y 2001, y la coordinación del doctorado en Ciencias Sociales de la U de G de 2001 a 2006. Su labor al frente del doctorado fue particularmente fructífera, porque bajo su conducción este programa logró ser incluido en el Padrón Nacional de Posgrado y reconocido como un programa de nivel internacional.

Formó parte de varios comités editoriales de revistas especializadas, como: Anuario de Espacios Urbanos, de la Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco; Espiral: Estudios de Estado y Sociedad, de nuestra división; Trabajo, del Centro de Análisis del Trabajo; Papeles de Población, de la Universidad Autónoma del Estado de México; Calidoscopio, de la Universidad Autónoma de Aguascalientes; y Docienso, del doctorado en Ciencias Sociales de la misma universidad.

Su prestigio lo llevó de igual forma a integrar numerosos comités evaluadores de proyectos de investigación tanto en el Conacyt, como en distintos centros universitarios de la U de G, en la Universidad de Aguascalientes y en diversos programas de estímulos a las funciones académicas. Otro tanto ocurrió con su pertenencia a diferentes comités técnicos consultivos de la Secretaría de Desarrollo Urbano del gobierno de Jalisco, del Comité Técnico Consultivo de Progresa, y de la Secretaría de Desarrollo Social del estado de Aguascalientes.

Fernando fue miembro de muchas asociaciones académicas en áreas como los estudios demográficos, los estudios latinoamericanos y la sociología del trabajo. Tampoco rehusó realizar labores de vinculación, por ejemplo, con la industria metal mecánica de Jalisco, con el Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Guadalajara, con la industria electrónica, con el gobierno del estado de Jalisco, con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), o el gobierno de la ciudad de Guadalajara.

Fernando siempre estuvo dispuesto a discutir sus ideas y a aprender de los demás. Consciente de que en nuestro campo el criterio de verdad es la construcción de consensos académicos a través del libre debate, participó en muchísimas reuniones académicas locales, nacionales e internacionales. Solamente desde 1996 hasta 2005 sus participaciones en encuentros especializados en calidad de ponente rebasaron las cuarenta intervenciones.

Hasta 2006 Fernando había publicado o compilado seis libros, cuyos temas incluían el impacto de los procesos de industrialización en comunidades rurales, la reestructuración urbana, las desigualdades regionales, la relación existente entre espacio y sociedad, la situación del empleo ante los procesos de apertura comercial, o el empleo y el bienestar social en regiones de Jalisco. Las compilaciones realizadas por Fernando o las coautorías donde participó se tradujeron, para quienes colaboramos con él, en procesos de aprendizaje compartidos y en la constatación de su generosidad intelectual.

De 1996 a la fecha Fernando publicó 16 trabajos en libros colectivos o revistas científicas. Sus trabajos aparecieron en libros publicados por casas editoriales como The University Press of America, o instituciones como la Universidad Autónoma Metropolitana, la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo, Temple University Press, o en revistas internacionales con gran reconocimiento nacional como The International Journal of Sociology and Social Policy, Estudios Sociológicos de El Colegio de México, Espiral de nuestra universidad, o Papeles de Población de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Fernando formó a numerosos investigadores de la Universidad de Guadalajara y a muchos integrantes de nuestro propio departamento, dirigió casi dos docenas de tesis de doctorado, maestría y licenciatura, y participó como lector o sinodal en incontables exámenes de tesis.

En resumen, Fernando, quien estaba a punto de cumplir 50 años de existencia, dejó incontables muestras de su compromiso intelectual con la producción de conocimientos útiles para quienes carecen de oportunidades y recursos para vivir una vida digna. Son incontables las evidencias de su vocación incansable de maestro, de su espíritu solidario, de su generosidad, de su creatividad, de su talento y de sus ganas de vivir. Dejó también abundantes pruebas de que su paso por la vida de todos sus compañeros y amigos fue muy profundo; por eso, hoy lo recordamos con cariño y respeto.

Notas y comentarios

Homenaje a Vania Salles

Orlandina de Oliveira

Profesora investigadora del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México. Correo electrónico:odeolive@colmex.mx.

Conocí a Vania en 1972, recién llegada de Francia. Sus dos hijos, Ricardo y Paulo, todavía eran niños. Me llamó a El Colegio, entonces en la calle de Guanajuato, por indicación de una amiga común que había conocido en París. Desde aquellos años nos hicimos muy amigas, “como hermanas”, solíamos decir. Vania ingresó a El Colegio de México en 1973, en donde dedicó más de 30 años de su vida al Centro de Estudios Sociológicos (ces); estaba profundamente comprometida con su institución, con sus colegas, con sus alumnos.

Nuestra querida Vania se caracterizaba por una gran versatilidad. Tenía una amplia gama de intereses. En Brasil hizo su licenciatura en Letras y Literatura en la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la Universidad de Bahía en 1963. Los que la conocimos de cerca sabíamos que, además de la sociología, le encantaba leer y escribir poesía. El cocinar bien era otro de sus dones, habilidad que ponía al servicio de sus amigos. Cuántos de nosotros no disfrutamos de los ricos platillos que nos preparaba. Tenía, asimismo, una predilección por la música, en especial la brasileña.

Vania nació en Minas Gerais, en Uberlandia; era la mayor de nueve hermanos y hermanas. Emigró a Salvador, Bahía, cuando aún era chica. La socialización en la cultura bahiana dejó huellas profundas en su forma de ser: era alegre, comunicativa, le encantaba organizar reuniones, fiestas, recibir a los amigos y alumnos en su casa; era una excelente anfitriona, generosa y afectuosa. Como buena brasileña le gustaba bailar, y lo hacía muy bien.

A mediados de los años sesenta, ya casada y con su hijo Ricardo, Vania emigró a Francia a causa de la dictadura militar en Brasil. Maestra y doctora en Sociología por la Universidad de París, Vania tenía una gran vocación para la enseñanza; sus cursos predilectos eran los de teoría. “De lo micro a lo macro: teorías de la cultura y de la vida cotidiana” y “La teoría sociológica contemporánea y el debate modernidad-posmodernidad”, eran algunos de ellos. Impartió clases en varios ámbitos académicos: en la Universidad de Brasilia, en El Colegio de México, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), sede México, Universidad de Bahía en Brasil, y en la Universidad de Florida; siempre establecía una relación muy cercana con sus alumnos. Dirigió numerosas tesis de licenciatura, maestría y doctorado. Tenía un gran espíritu maternal; trataba a todos con una sonrisa en los labios; además de generosa, era solidaria y entusiasta.

Su capacidad como emprendedora también era notable. Tenía amplios dotes como coordinadora y organizadora de actividades académicas y proyectos de investigación. Participó y coordinó múltiples proyectos colectivos realizados en el ces con financiamientos de Naciones Unidas, Fundación Ford, Population Council, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Fundación MacArthur, Desarrollo Integral de la familia (DIF), Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), entre otros.

Vania se distinguía, asimismo, por una gran inteligencia y curiosidad intelectual. Buscaba siempre ampliar sus horizontes analíticos, abrir y recorrer nuevas rutas. En los años setenta inició en México su carrera como investigadora dedicada a los estudios agrarios. Junto a Kirsten Appendini, Marielle Pepin Lehallheur, Teresa Rendón y Rosa María Rubalcava, reflexionó y profundizó en el análisis de la estructura agraria, la economía campesina, el papel de la mujer en el agro, las vinculaciones entre la agricultura capitalista y campesina en México y sus diferencias regionales.

En los años ochenta, ambas incursionamos en reflexiones sobre la familia y la reproducción de la fuerza de trabajo y nos reunimos con Marielle Pepin Lehalleur para organizar una publicación sobre Grupos domésticos y reproducción cotidiana. A partir de mediados de los ochenta y principios de los noventa, Vania participó activamente en el desarrollo del programa de investigación del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (PIEM). Los resultados de este esfuerzo colectivo aparecieron en varias compilaciones publicadas por El Colegio. Coordinó con Elsie McPhail, Textos y pretextos en 1991, y Nuevos textos y renovados pretextos, en 1994; y con Soledad González Montes, Relaciones de género y transformaciones agrarias en 1995.

En los años noventa las reflexiones de Vania se orientaron de nueva cuenta al estudio de la familia. Son conocidos sus artículos sobre “Las familias en transformación y los códigos por transformar” y “Cuando hablamos de familia, de qué familia estamos hablando”. Su preocupación intelectual por la familia y los procesos de reproducción social se enriquecieron en estos años con una nueva mirada, más centrada en los aspectos culturales. Vania afianzó entonces su interés por los estudios de género y abrió nuevos horizontes orientados hacia aspectos culturales y religiosos. A principios de la década fue invitada a coordinar un estudio en Xochimilco como parte de un proyecto internacional desarrollado en Kenia, México y Malasia, realizado con el apoyo de Naciones Unidas (UNRISD-Ginebra). El informe final del proyecto de Xochimilco coordinado por Vania se llamó “Érase una vez un gran lago”. Vania era muy imaginativa, los títulos de sus trabajos siempre fueron muy creativos, incluso poéticos.

El estudio sobre Xochimilco significó un punto de inflexión en la carrera de Vania; despertó aún más sus inquietudes sobre el análisis de la cultura y las identidades. En coautoría con Manuel Valenzuela escribió entonces varios artículos sobre las identidades culturales, los ritos, las fiestas y el culto popular en Xochimilco, así como el libro En muchos lugares y todos los días. Vírgenes, santos y niños Dios. Mística y religiosidad popular en Xochimilco. Con el mismo coautor editó la compilación Vida familiar y cultura contemporánea.

A mediados de los noventa Vania coordinó otro proyecto que también tuvo un fuerte impacto sobre sus líneas de investigación. El “Grupo Interdisciplinario sobre Mujer, Trabajo, Pobreza” (Gimtrap) partió de la idea de que la desigualdad económica, sumada a la desigualdad de género, hace de las mujeres pobres uno de los grupos más marginados y vulnerables de toda la población. De esta época son los capítulos de libros y artículos sobre “Pobreza, pobreza y más pobreza” y “¿Cada vez más pobres?”.

A partir de intereses compartidos sobre familia, pobreza, género y salud reproductiva, Vania y Rodolfo Tuirán iniciaron una colaboración académica que duró varios años, y fructificó en los libros: ¿Cargan las mujeres con el peso de la pobreza? y Dentro del laberinto; y en varios artículos como: “Mitos y creencias sobre la vida familiar”, “Vida familiar y democratización de los espacios privados”, “Cambios demográficos y socioculturales: familias contemporáneas en México”.

Desde fines de los años noventa Vania inició con María de la Paz López una serie de proyectos de investigación sobre familia, pobreza y género que contribuyó a fortalecer aún más sus vínculos intelectuales y de amistad. Publicaron en 2000 una compilación sobre Familia, género y pobreza, además de algunos artículos sobre la familia. Vania y Paz López coordinaron, asimismo, el Observatorio sobre género y pobreza, que se lleva a cabo de manera conjunta por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), el Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol) y El Colegio de México, apoyados técnicamente por el Fondo de Población de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem). Como resultado de este Observatorio acaba de publicarse el libro colectivo Siete estudios y una conversación, y próximamente saldrá otro titulado Observatorio de Género y Pobreza. Conceptos y caracterizaciones: antecedentes para la acción. Es importante mencionar que el Observatorio sobre Género y Pobreza tuvo como antecedente otro Observatorio sobre la condición de las mujeres en México, que contó con el apoyo de la Fundación MacArthur. En años recientes, Vania se dedicó a elaborar una serie de artículos sobre teoría sociológica, área de estudio que le fascinaba.

La vida académica de Vania fue muy intensa y exitosa. Ella tuvo la capacidad de establecer puentes entre diferentes equipos de investigación y construir redes académicas intra e interinstitucionales. Participó en otros proyectos de investigación, además de los reseñados, y escribió con muchas otras coautoras. Al caminar por la vida y desarrollar su actividad profesional se hizo de muchos amigos y amigas. Le gustaba cultivar sus relaciones; quería y fue muy querida por muchos.

La prolongada enfermedad de Vania no consiguió detener su ritmo de trabajo ni ofuscar su entusiasmo por la vida. Siguió escribiendo, coordinando sus proyectos de investigación, planeando sus cursos y haciendo planes para el futuro hasta sus últimos días. Vania se definía a sí misma como una guerrera, que enfrentaba las adversidades con valentía y fortaleza. Estaba orgullosa de sus hijos, de sus nietos, de su madre, hermanos y hermanas, y de su esposo Gustavo. Estaba muy agradecida de sus amigos y amigas. Amaba a la vida y a todos quienes tuvimos el privilegio de convivir con ella y de quererla tanto.

Notas y comentarios

Homenaje a Vania Salles

Paz López

Consultora de Estadísticas, Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem). Correo electrónico:paz.lopez@unifem.org.mx.

La muerte de nuestros seres queridos nos sorprende casi siempre, aun en los casos en que se acerca lentamente y parece darnos tiempo para asimilar la partida. Al final, cuando ocurre, nos encontramos en el mismo lugar, desprotegidos, indefensos frente al dolor, a la oquedad que nos deja la partida. Y entonces aparece el tiempo, vestido de esperanza; la esperanza de que ese dolor, ese hueco, se transforme con el tiempo y permita aflorar los pensamientos, los recuerdos que dan vida y presencia a ese ser querido. Evocar, acudir a los recuerdos, compartirlos, darles vida, es una buena forma de iniciar ese tránsito. Por ello, quiero agradecer cumplidamente a Orlandina de Oliveira por esta iniciativa. Por ofrecernos esta oportunidad de recordar, en este recinto, rodeada de muchos de sus afectos, a nuestra querida amiga y colega Vania Salles. El motivo de mi agradecimiento es doble. Por un lado, porque nos permite traer a nuestra memoria a la amiga, la hermana, la colega afectuosa, cálida, alegre, que era Vania. Ahora, con el sosiego que nos ha dejado este tiempo, podemos compartir nuestras vivencias con ese ser extraordinario. Por otro lado, quiero agradecer esta oportunidad porque estoy persuadida que traer a la memoria a nuestros seres queridos, en esta forma colectiva, nos permite recomponernos en lo individual, nos brinda la oportunidad de tomar, de los otros, aquellas facetas que no ignoramos, pero que en su momento no ocupaban el espacio primordial de nuestra relación; es decir, de esta manera podemos rescatar de manera más integral un recuerdo construido en el afecto.

También quiero expresar mi agradecimiento porque este homenaje sea “en casa”, la nuestra, pero más de Vania, como ella la sentía. El Colegio de México fue su asiento intelectual. Ella veía en El Colegio la institución que le permitía no sólo enseñar y generar conocimientos -que siempre insistiera en reivindicar como científicos-, sino trascender este espacio académico para incidir en la política pública. El conocimiento acumulado sobre el país, a lo largo de una serie de trabajos realizados en esta institución, fue acrecentando su interés por el acuciante problema de la pobreza. Sus trabajos ampliaron su horizonte hacia dimensiones del tema en las que pensaba que el conocimiento producido podía influir el quehacer público. Por ello sus incursiones en un grupo como el Gimtrap (Grupo Interdisciplinario sobre Mujer, Trabajo y Pobreza), y por ello también el giro de sus investigaciones hacia la liga de la pobreza con el tema de género.

Para Vania era muy claro que la teoría tenía una aplicación práctica. Hace apenas unos meses, me permití leerle, por teléfono, una cita que había encontrado sobre Weber:

Para ser pobre hace falta, a la vez:

- No tener fortuna

- No tener trabajo

- No tener fuerza social (poder)

- Carecer de respetabilidad (estatus, autoestima).

Sin perder su capacidad de asombro, como siempre que encontraba una idea sugerente, una frase novedosa o intemporal, me dijo: “¿Te das cuenta? Con eso se dice todo sobre la pobreza. Así es como debemos definir la pobreza en el Observatorio, con esta mirada completa”.

Vania tenía una forma muy especial de trabajo. Era disciplinada, de mirada amplia y profunda, de ímpetu desbordado. En el transcurso de cada texto, de cada iniciativa, siempre iba construyendo, en mente, el siguiente proyecto. Con el trabajo en equipo que logró construir con el Observatorio de Género y Pobreza, buscó producir conocimiento para un público más allá de la academia. Creía en el proyecto. Consideraba que con el conocimiento producido en el Observatorio sería posible avanzar en ideas y propuestas que permitieran a los responsables de políticas sociales de combate a la pobreza contar con más y nuevos elementos, con más piezas de información, para apuntalar planes y programas. Pero esta convicción iba de la mano con su visión siempre crítica.

Decía, por ejemplo, como puede leerse en algunos de sus textos, que si bien es cierto se ha incrementado sensiblemente el número de investigaciones sobre pobreza, muchas de ellas tienen un matiz instrumental, pragmático, acorde con el aumento del problema, con la necesidad urgente de “hacer algo” para aliviar la pobreza en lo inmediato, pero que la investigación seria, académica debía contar con tiempo suficiente para madurar ideas; y que ambas perspectivas debían ir acompañadas, sin perder de vista el quehacer político para erradicarla.

En el terreno metodológico insistía en que la medición de la pobreza, sobre todo desde la perspectiva de género, había logrado sólo “avances parcos e intermitentes”.

Con esa mirada crítica y amplia señalaba la necesidad de contar con una:

[…] política social global, porque la pobreza concierne a todos, a hombres como mujeres, a adultos, jóvenes y niños (atañe al género y la generación), pero sin perder de vista que se requiere de políticas públicas favorecedoras de las mujeres, de acciones afirmativas a favor de las mujeres, porque el hecho de ser mujer agudiza las vivencias de pobreza.

Por ello, no era extraño que luego de terminar de redactar algún párrafo sobre el tema agregara de inmediato: “esto es cierto” pero sólo si no perdemos de vista el espectro más amplio de la problemática de la pobreza.

Vania imprimió al Observatorio un sello especial que animó la idea del diseño de este instrumento con la definición de pobreza sobre la que se construye la mirada de género en el tema: como el estado de carencia que impide a las personas alcanzar niveles de vida socialmente aceptables. Las personas pobres son individuos carentes de bienes materiales y simbólicos, lo que impide el desarrollo de capacidades básicas indispensables para elegir formas de vida y proyectos personales o familiares.

Pensaba que era necesario contrastar la visión de la pobreza construida desde el Estado impresa en las políticas sociales con información que rindiera cuenta de la subjetividad de la pobreza de hombres y mujeres, de la identificación de las necesidades, de la significación de la pobreza y sus vivencias.

Debo decir que compartió generosamente sus conocimientos con quienes trabajamos con ella, no sólo porque siempre tenía algo que enseñar en la interacción cotidiana. Quienes tuvimos el privilegio de trabajar con ella obtuvimos siempre enseñanzas de vida. Alguien dirá, eso suele ocurrir entre alumnos y maestros. Pero Vania tenía esa generosa capacidad de combinar el conocimiento que brinda la investigación con la experiencia de vida; de no sólo brindar conocimientos sino estimular a quienes nos encontrábamos en ese paso atrás del suyo para aportar al trabajo conjunto. Invariablemente daba la bienvenida a la irrupción en sus ideas, estaba siempre atenta a escuchar e interesada en discutir.

Trabajar con Vania era además muy divertido, por su capacidad crítica pero también autocrítica, que le permitía interrumpir la escritura de un texto para lanzar una broma, una carcajada acompañada de una frase autocrítica o un halago a la idea.

Siempre admiraré su capacidad para engancharnos en nuevos proyectos. Apenas un par de meses antes de partir nos insistía, a Rosa María Rubalcava y a mí: “tenemos que escribir algo sobre la dinámica de los hogares del Programa Oportunidades, tenemos que saber qué está pasando en ellos, contamos con toda la información para hacerlo…”, decía haciendo a un lado sus impedimentos físicos que ya la estaban frenando.

En este sentido Vania era insaciable. Por ello, de los proyectos sobre género que llevamos a cabo: el Observatorio de Género; Observatorio de Género y Pobreza, y El Programa Oportunidades Examinado desde el Género, se obtuvieron productos que ni siquiera se habían planteado en los proyectos originales. Al fin y al cabo todo era cuestión de imaginación y de arduo trabajo; y si no cómo explicar que en el último año dejó, escribiendo durante su enfermedad, tres libros en prensa, no sólo como coordinadora y editora sino también como autora; además de dos artículos: uno sobre hogares y otro sobre pobreza.

Nuestro quehacer académico profesional cobra un sentido muy especial si nos permite ser mejores seres humanos, si nos permite contribuir, por poco que sea, a la construcción de un mundo mejor, y si nos permite compartir este mundo, ese quehacer con seres de la talla de Vania.

Como dice Octavio Paz:

La memoria

insiste en su marea

Y repite su mismo mediodía.

Vania no se ha ido del todo, insiste en su presencia, con su obra, en sus afectos, con su risa... así se queda…

1Esto no sustituye la lectura del libro completo, pero este espacio es una magnífica oportunidad para invitar a los lectores a conocer la obra de Teresa Rendón Gan y rendirle un merecido homenaje. En el libro participan: Teresita de Barbieri, Graciela Bensusan, Jennifer Cooper, Irma Escárcega, Gerardo Fujii, Brígida García, Ma. de la Luz Macías Vázquez, Ciro Murayama Rendón, Mercedes Pedrero Nieto y Clemente Ruiz Durán.

2Rendón, T. (2003). Trabajo de hombres y trabajo de mujeres en el México del siglo XX, México, UNAM-CRIM-PUEG, p. 16.

3Rendón, ob. cit. p. 9.

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