SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.20 número3Estimación de la demanda de viajes en el aeropuerto de QuerétaroLa recepción e impacto de las ideas de Malthus sobre la población índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Estudios demográficos y urbanos

versão On-line ISSN 2448-6515versão impressa ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.20 no.3 Ciudad de México Set./Dez. 2005  Epub 20-Jan-2020

https://doi.org/10.24201/edu.v20i3.1209 

Artículos

Participación laboral y autonomía femenina en un contexto de agricultura urbana*

Labor Participation and Female Autonomy in a Context of Urban Agriculture

Fernando Neira Orjuela** 

**Profesor-investigador del Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: ferneira@servidor.unam.mx.


RESUMEN

En el presente artículo se muestran los principales hallazgos en relación con la investigación realizada en San Luis Tlaxialtemalco, población que cuenta con 12 553 habitantes y se localiza en la delegación de Xochimilco en la zona sur de la Ciudad de México. Este pueblo, que desarrolla la agricultura urbana, ha brindado una excelente oportunidad para examinar, mediante la aplicación de una encuesta a 185 hogares, si los invernaderos son una opción viable para generar ingresos en los hogares, y cuáles son las formas de participación económica familiar y de división sexual del trabajo que determinan. Asimismo ha permitido aclarar si el acceso a recursos económicos, la edad y la escolaridad le otorgan o no a las esposas la última palabra en la toma de decisiones y en la libertad de movimiento, comparándolos con las que ejercen las esposas del pueblo dedicadas a las actividades asalariadas y a las no asalariadas no agrícolas.

Palabras clave: agricultura urbana; micronegocios familiares; división sexual del trabajo; participación laboral femenina y autonomía

ABSTRACT

This article describes the main findings of the research undertaken in San Luis Tlaxialtemalco, a town with 12,553 inhabitants located in the borough of Xochimilco in the south of Mexico City. This town, which engages in urban agriculture, has provided an excellent opportunity to determine, through the application of a survey of 185 households, whether greenhouses are a viable option for generating income in households and which forms of family economic participation and sexual division of labor prevail. They have also shown whether or not access to financial resources, age and educational attainment give wives the last word in decision-making and freedom of movement in comparison with village wives engaged in both paid and unpaid non-farm activities.

Key words: urban agriculture; family microbusinesses; sexual division of labor; female participation in the work force and autonomy

Introducción

La interrogante que dio origen a esta investigación se vincula con el hecho de que numerosas políticas sociales y recomendaciones de las agencias internacionales promueven el fomento de negocios familiares para lograr mejores condiciones económicas y mayores grados de autonomía femenina. Los invernaderos de San Luis Tlaxialtemalco son una actividad agrícola urbana de carácter familiar con elevada participación laboral femenina, de ahí la conveniencia de cuestionar si efectivamente el fomento de este tipo de negocios familiares incrementa los niveles de autonomía de las mujeres en estos contextos y bajo qué condiciones. El problema era complejo, pues aunque las mujeres lograran cierta autonomía, ésta podría estar acompañada de una excesiva carga laboral que no les permitiera ejercerla. Además, era necesario examinar empíricamente si su participación en este tipo de actividades agrícolas les ofrecía un acceso directo a ingresos y si las relaciones de género intrafamiliares les daban la posibilidad de decidir libremente sobre el destino de esos recursos.1 Cabría considerar otro aspecto: que su trabajo parecía entenderse como un deber familiar, por lo cual las mujeres jerarquizaban los intereses de la familia por encima de los personales y no tenían acceso a disponer de ingresos personalmente, a tomar decisiones, ni a ejercer su libertad de movimiento. Se buscaba por tanto indagar en qué medida ello se presentaba en los hogares agrícolas urbanos de San Luis. Finalmente era importante investigar si a pesar de que las mujeres tenían acceso a ingresos, sus opciones de autonomía estaban limitadas por normas de género que definían los tipos y niveles de decisión y movilidad apropiados para ellas. En otras palabras, se trataba de saber si la organización productiva del invernadero, además de ser una estrategia válida de los hogares agrícolas para hacerse de ingresos, servía también para mejorar la condición de vida de las mujeres.

Se plantearon dos hipótesis para su comprobación: por un lado, que la producción familiar del invernadero era una estrategia conveniente de generación de ingresos en la zona, pues favorecía que un grupo importante de familias permanecieran vinculadas a la tierra y aprovecharan sus conocimientos agrícolas, la mano de obra del hogar y la organización familiar del trabajo. Además, la ubicación de las tierras agrícolas en un medio urbano les permitía acceder fácilmente a los mercados para vender sus productos. Por otra parte se consideró que esta actividad agrícola, al ser familiar, facilitaba una amplia participación laboral femenina. Pero tal participación económica no se asociaba con procesos claros de autonomía de las mujeres, porque al ser trabajo familiar y debido a las relaciones de género que predominaban en el contexto, ellas aceptaban una carga laboral excesiva, priorizaban los intereses familiares por encima de los personales, y no accedían de manera suficiente a los ingresos, a tomar decisiones y a decidir sobre su libertad de movimiento.

La investigación, por tanto, persiguió el objetivo general de analizar la viabilidad de los invernaderos para generar ingresos destinados a los hogares en un contexto de agricultura urbana frente al trabajo asalariado y no asalariado no agrícola, y analizar las relaciones entre el carácter familiar y agrícola de los invernaderos, la división sexual del trabajo, el acceso y control de los ingresos, y las manifestaciones de autonomía de las mujeres. Este objetivo general se desglosó en los siguientes objetivos específicos: clasificar los hogares de San Luis según la forma predominante de generación de ingresos para establecer una tipología de hogares y así poder comparar las formas de participación económica y composición familiar que se presentaban en los diferentes tipos de grupos domésticos; establecer si existía diferenciación socioeconómica y sociodemográfica entre los distintos tipos de hogares, para analizar si el invernadero era una estrategia viable de generación de ingresos en el pueblo; describir las características productivas y la división familiar del trabajo en los hogares con invernaderos para determinar si éstos permitían mayor participación económica femenina que otras formas de generar ingreso en los hogares, y comprobar si la participación laboral de las mujeres esposas en los hogares con invernaderos les daba un mayor acceso a ingresos que la participación en otras actividades laborales; comparar los aportes al hogar, las horas trabajadas y los ingresos de los esposos y las esposas según los distintos tipos de hogares que había en el pueblo y analizar las diferencias en los grados de autonomía que presentaban las esposas según el tipo de participación en la actividad económica, para determinar si su trabajo en los invernaderos se relacionaba con una mayor autonomía, en comparación con las mujeres que ejercían otro tipo de actividad y las que no trabajaban.

En cuanto a la metodología, se aplicaron técnicas cualitativas y cuantitativas. Se llevó a cabo la observación participante en el pueblo y se hizo una exploración etnográfica con visitas constantes, en especial seis meses antes de aplicar los cuestionarios. Se asistió a varias juntas de productores dentro y fuera del pueblo, así como a reuniones sociales y festivas, se entrevistó constantemente a tres productores para hacer un recuento histórico del pueblo; asimismo se platicó de manera informal con hombres y mujeres. De manera particular se entrevistó a siete mujeres casadas que se dedicaban al comercio de plantas ornamentales, cuyas edades oscilaban entre 39 y 55 años. Ellas no sólo respondieron la encuesta, sino que ayudaron a ampliar algunos aspectos de la misma relacionados en especial con la actividad del invernadero y la situación de la mujer. Toda la información recabada ayudó a contextualizar los procesos históricos y socioeconómicos del pueblo, y a caracterizar la actividad productiva del invernadero. Este análisis se complementó con fuentes secundarias: se revisó la documentación que pudiese dar información sobre la zona en general y el pueblo en particular.

La técnica cuantitativa consistió en aplicar una encuesta probabilística a 185 hogares para obtener información representativa de los grupos domésticos del pueblo. Para ello se elaboró un cuestionario formal estructurado con preguntas abiertas y cerradas que se aplicó a los jefes y jefas de los hogares de San Luis Tlaxialtemalco y a sus cónyuges.2 Las unidades de referencia fueron los grupos domésticos y la principal unidad de análisis la integraron los hogares clasificados según sus actividades principales, con especial interés en los dedicados al invernadero. La población universo o marco muestral fue de las 2 789 viviendas que componen las áreas geoestadísticas básicas (AGEB) 52-7; 069-2 y 086-6, contenidas dentro de San Luis Tlaxialtemalco.

Para presentar los principales resultados obtenidos el presente artículo se ha dividido en cuatro partes: a) lo agrícola en lo urbano y sus formas socioculturales; b) las características productivas y la división familiar del trabajo en los invernaderos; c) la diversidad ocupacional y la participación laboral femenina; y d) la autonomía femenina.

Lo agrícola en lo urbano y sus formas socioculturales

En las últimas cuatro décadas el Distrito Federal se expandió aceleradamente y una de las principales consecuencias ha sido la incorporación de zonas rurales. Éste fue el caso de la delegación Xochimilco, a la que con el paso del tiempo absorbió completamente la expansión urbana, pero ello no impidió la preservación del uso del suelo para la actividad agrícola. En esta medida, uno de los aspectos interesantes del contexto de estudio es que aunque se encuentra en la ciudad capital, se trata de un pueblo donde se continúan realizando actividades agrícolas de origen prehispánico. Al respecto, el primer problema que surgió fue su definición, por lo que se consideró pertinente conceptuarlo como zona de agricultura urbana, es decir, un contexto en el cual se han preservado las prácticas agrícolas, pero que forma parte de la traza urbana y buena parte de sus habitantes accede a un empleo urbano.3

La historia de los pueblos de la zona chinampera en general y de la de San Luis Tlaxialtemalco en particular, ha estado íntimamente ligada al agua, a la ciénaga del lago Xochimilco y sus manantiales que dieron vida a los primeros pobladores. En tiempos prehispánicos el área donde actualmente se ubica el pueblo de San Luis formaba parte de la orilla meridional del vaso del lago de Xochimilco, en donde se desarrolló el sistema de chinampas que pervive hasta nuestros días. Fundado el 25 de julio de 1603, este pueblo fundamentó sus actividades económicas en la utilización de los recursos y en la agricultura intensiva en chinampas, aunque también practicaban la siembra de temporal en los llanos, el pie de monte y el cerro circundante. Con el paso del tiempo la zona chinampera se fue desecando, pero apenas a mediados del siglo XX ocurrió la debacle de la zona y de sus actividades agrícolas. Ello no sólo fue consecuencia del ya creciente avance urbano, sino además, de la sobreexplotación de los manantiales para abastecer de agua a la ciudad capital. Las chinampas sufrieron el considerable descenso del nivel del agua en los canales, los cuales llegaron casi a secarse en 1957, y desde entonces se comenzaron a reabastecer los canales de la zona agrícola con agua tratada. Ante tales condiciones ecológicas, las chinampas fueron perdiendo mucha de su capacidad productiva tradicional. Se fue abandonando la producción de maíz y de hortalizas y esto se manifestó en una gradual aparición del invernadero con la producción de plantas ornamentales. Se hizo necesario entonces un rápido acondicionamiento de las prácticas productivas tradicionales ante las nuevas condiciones ambientales, lo que a su vez tuvo una incidencia sociocultural.

Si bien es cierto que los pueblos de la zona chinampera mantienen muchas características agrícolas referidas a su vinculación con la tierra, las relaciones y formas de organización familiar, sus fiestas y en general su cultura lacustre, todo ello ha ido sufriendo modificaciones debido a la expansión urbana. Es indudable que el incremento de la urbanización desde los años cuarenta marcó un acelerado proceso de transformaciones en algunos aspectos fundamentales de la ancestral cultura lacustre. Conservan, sin embargo, una particular manera de percibir y defender su territorio, de realizar ciertas prácticas agrícolas, de vivir en familia y en comunidad. Su forma de vida continúa asociada a lo ritual religioso, a lo festivo, y la solventan con recursos que obtienen de la producción agrícola. Ello ha posibilitado la participación de diversos actores sociales que han cobrado presencia junto con las autoridades locales ante la amenaza continua de pérdida de espacios por la expansión urbana y, por ende, de su identidad agrícola chinampera.

El área chinampera donde se ubica San Luis es un espacio de agricultura urbana en donde la tierra, la familia y la comunidad forman una triada indisoluble en la vida de la zona. La actividad agrícola es una forma de producción basada en el trabajo familiar e implica una serie de elementos tradicionales de producción que están anclados en la vida cultural comunitaria, cuya pervivencia sería impensable si se le aislara del ambiente cultural y tradicional de la familia, de la comunidad, de lo festivo. Este sistema permanece vigente debido a que se conservan las redes culturales y las formas de producción ancestrales. Tales redes buscan fortalecerse día tras día, ya que representan una de las mejores formas de resistencia ante la expansión y la influencia urbanas (Canabal, 1997).

Entre los elementos fundamentales y muy particulares de este contexto destacan las fiestas. En comparación con las demás delegaciones del Distrito Federal, Xochimilco -en donde se encuentra San Luis- se caracteriza por sus múltiples fiestas; no es raro escuchar que los xochimilcas se la pasan enfiestados todo el año, lo cual no es nada exagerado. Se llevan a cabo casi 400 festividades sociorreligiosas en donde aún se pueden observar vestigios de rituales ancestrales. En los pueblos de la zona se desarrollan y legitiman mediante las fiestas, las relaciones sociales que existen en la comunidad a través de la identidad y de la diferenciación social. Asimismo la misma comunidad incorpora los elementos culturales, tanto tradicionales como modernos, como símbolos de identidad y diferenciación social. En la mayoría de casos quienes financian las fiestas casi en su totalidad son los productores; al respecto los testimonios de algunos de ellos refieren que las fiestas existen gracias a la actividad agrícola. No es raro que los productores originarios de los pueblos que obtienen buenos ingresos por la actividad agrícola sean los principales benefactores para la realización y buen funcionamiento de las fiestas de sus pueblos. Este rol de algunos productores se manifiesta en figuras sociales locales como las mayordomías y las comisiones, que no sólo legitiman formas de poder local, sino que además hacen efectivo el buen funcionamiento de la celebración, por lo que las fiestas y la actividad agrícola están estrechamente relacionadas. Este sentido de participación lo confirma el hecho de que la casi totalidad de los productores acudan con sus familias, una mínima parte lo haga en forma individual, y sean escasos los que no asistan. Dicha participación familiar es el fundamento principal para llevarlas a cabo, por lo que hay un consenso general de que ayudan a la unión de la familia y en menor medida a mantener las tradiciones, así como a estrechar los lazos con sus vecinos. Las fiestas, por tanto, constituyen uno de los principales fundamentos de la reproducción sociocultural y, por ende, uno de los mecanismos de conservación de las costumbres y las tradiciones sobre las cuales se sustenta gran parte de la lucha contra la urbanización (Neira, 2004).

Los pobladores de la zona chinampera conservan como fruto de su convicción y su constante lucha ante la expansión de la mancha urbana muchas de sus prácticas de reproducción social asociadas a lo agrícola; sin embargo la pérdida de algunas de sus costumbres y tradiciones ha sido inevitable con el proceso de urbanización, pese a lo cual insisten en seguir siendo productores agrícolas, y en ello han desempeñado un papel importante las chinampas y ahora los invernaderos, pero en especial las fiestas, la unión familiar, las redes y las formas sociales de poder local. Esto ha hecho posible que resistan como pueblos chinamperos ante el cambio del uso del suelo que promueve la expansión urbana, lo cual se manifiesta en ciertas particularidades de esta zona integrada a la capital: demográficas (edades tempranas al matrimonio, predominio de hogares extensos, alta natalidad); ecológicas (persistencia de un agrosistema productivo de origen prehispánico), y productivas (cultivo de plantas ornamentales en invernaderos combinado con actividades asalariadas y no asalariadas no agrícolas).

Las características del pueblo hacen evidente que pese a que se halla en un contexto urbano, sus prácticas socioproductivas no lo son y se relacionan más con pautas agrícolas, de ahí su especificidad. Pero sobre todo es importante tratar de entender que sus características socioculturales desempeñan un papel muy importante en las relaciones familiares, en las representaciones de los roles masculinos y femeninos, en la capacidad de participación laboral y en la toma de decisiones de las mujeres. Su influencia se manifiesta en particular en las nuevas generaciones, que tienden a adquirir mayor escolaridad y a insertarse en actividades no agrarias, como se podrá apreciar a continuación en algunos resultados obtenidos en la investigación.

Características productivas y división familiar del trabajo en los invernaderos

Hoy día una de las principales características productivas del paisaje chinampero en general y de San Luis en particular, es la proliferación de invernaderos. Aparecieron desde finales de los años setenta y comienzos de los ochenta, con el propósito de preservar las prácticas agrícolas y la tenencia de la tierra. El cultivo de plantas ornamentales conserva su carácter predominantemente familiar pese a que en algunos casos se contrata a peones. En este sentido cabe advertir que dicho carácter familiar se ha ido modificando entre los pequeños y medianos productores, pues entre los grandes es ya característica la mayor presencia de mano de obra no familiar.4 Al indagar en los 83 hogares dedicados al invernadero sobre el número de familiares que ayudan en la actividad productiva se encontró que 67% de los hogares emplea entre tres y cuatro parientes y el restante 32.9% emplea uno o dos miembros del hogar. El promedio por grupo doméstico es de tres miembros: una importante incidencia de participación familiar.

GRÁFICA 1 Miembros de la familia que trabajan en los hogares dedicados al invernadero de San Luis 

En la encuesta también se observa que de un total de 229 miembros de 12 años y más que se dedican a esta actividad, hay una mayor participación de los esposos (33%) y las esposas (31%). De igual manera es sobresaliente la presencia de los hijos (17%) y en menor medida la de las hijas (8%). La vinculación de otros miembros de la familia es marginal. Se confirma entonces la importante participación del grupo familiar en la actividad del invernadero. La división sexual del trabajo en las tareas lleva a los varones a dedicarse al proceso productivo, donde sus labores están más relacionadas con la movilidad y, sobre todo, requieren fuerza física. Las mujeres, exceptuando algunas partes del proceso productivo que realizan junto con los hombres, se dedican al comercio de plantas. A diferencia de los hombres, ellas se encargan de todo lo relacionado con las tareas domésticas, con lo cual se duplica su carga laboral.

GRÁFICA 2 Participación de los esposos y las esposas en distintas actividades del proceso productivo 

La participación familiar en el invernadero, a partir de las jornadas de trabajo y los tiempos empleados, muestra que la mayor parte de los hombres dedica más de 48 horas a la semana a esa actividad, y que sobresalen los esposos y los hijos. En cuanto a las mujeres, la mayoría de las que colaboran en la actividad, tanto en el proceso productivo como en la venta, le dedican entre 20 y 29 horas a la semana, y es importante la participación de madres e hijas. En términos generales se aprecia que existe una notoria inserción de hombres y mujeres en la producción de plantas ornamentales, y si bien hay una alta presencia masculina, la participación de la mujer, ya sea esposa, hija o nuera, es significativa, de manera similar a lo que ocurre en las zonas plenamente rurales (Valenzuela y Robles, 1997; Espinosa, 1998).

En otras palabras, se puede asegurar que el trabajo de los hogares dedicados al invernadero sigue conservando su carácter familiar en pequeña escala; las características del proceso productivo muestran que ésta es una actividad rentable como forma de ingreso y subsistencia, en donde hay una importante participación laboral de los miembros del hogar, en especial de la esposa. La división familiar del trabajo duplica las cargas de trabajo de las mujeres, quienes no reciben remuneración alguna. En los invernaderos ocurre lo mismo que se ha encontrado en otros estudios: las actividades por cuenta propia tienen la capacidad de incorporar a varios miembros de la familia como fuerza de trabajo y de generar recursos para su subsistencia (Cortés y Rubalcava, 1994; García y Oliveira, 1994; Bonfil, 1996).

Diversidad ocupacional de los hogares y participación laboral femenina

En San Luis Tlaxialtemalco prevalecen las actividades agrícolas de pequeña propiedad que pertenecen a los grupos domésticos y son administradas por ellos. La conjugación en una sola entidad de estos principios de agrupación y de funcionamiento les confiere características, necesidades y posibilidades específicas. La mayoría de las veces estos productores enfrentan dificultades para mantener su actividad agrícola porque no cuentan con las condiciones ambientales y de comercialización adecuadas, y porque su situación económica no suele ser buena. Tales hogares por tanto buscan obtener una máxima utilidad de los recursos familiares, en particular de la fuerza de trabajo, que en muchos casos debe encontrar alguna forma de remuneración alternativa, ya sea en el trabajo asalariado o en el no asalariado diferente del agrícola.

El hecho de que los grupos domésticos de este pueblo de agricultura urbana se ubiquen dentro de la gran ciudad capital constituye un aspecto laboral ambivalente, pues si bien es cierto que su localización les sirve para el mercadeo de sus productos y la obtención del ingreso principal, también incide en que sus actividades agrícolas vayan teniendo cada vez menos futuro ante la expansión urbana. La integración a la ciudad y el incremento de la escolaridad de los jóvenes favorece igualmente que los miembros de los grupos domésticos agrícolas traten de obtener otras fuentes de ingreso y que muchos hogares vean la posibilidad de abandonar la actividad agrícola. La principal alternativa de obtención de ingresos en los grupos domésticos que conservaban la producción agrícola de maíz, frijol, hortalizas, fue sustituir la producción campesina en chinampas por la producción y venta de plantas ornamentales en invernaderos, conjuntamente con el desplazamiento de los hijos e hijas hacia los empleos urbanos. En estos hogares se advierte el incremento de la participación de sus miembros de las generaciones más jóvenes en actividades secundarias y terciarias, así como la intensificación del desempeño laboral de las mujeres en las actividades agrícolas. Al respecto hay que tener en cuenta que la reproducción cotidiana de los grupos domésticos depende de sus posibilidades económicas (Oliveira, Pepin y Salles, 1989; García y Oliveira 1994; Oliveira y Ariza, 1999). Cabe mencionar que de los 185 hogares entrevistados en San Luis Tlaxialtemalco, 45% tiene como forma principal de ingresos la actividad del invernadero; 35% de los hogares se dedica al trabajo asalariado, y 20% tiene como actividad principal el trabajo no asalariado no agrícola. Se advierte aquí la importancia que mantiene todavía la actividad agrícola en su variante de producción de plantas en invernadero.

Un acercamiento a lo que ocurre en cada grupo doméstico muestra que de las 229 personas económicamente activas de los hogares con invernadero, 90% se dedica a las actividades agrícolas, con excepción de algunos maestros, comerciantes y empleados. En los hogares de ingreso asalariado, de las 182 personas que desempeñan ocupaciones no manuales 68% son profesionales, maestros, vendedores y dependientes, funcionarios públicos, gerentes del sector privado y oficinistas, entre otros. En los hogares no asalariados, de los 110 miembros 65% son comerciantes y 24% trabajadores manuales. Esta participación de casi todos los miembros activos del hogar en el mismo tipo de actividad es mayor en los invernaderos que en otras formas de generación de ingresos de los hogares del pueblo.

Asimismo es interesante analizar los ingresos de la población económicamente activa. De los 521 trabajadores, 44% gana de 3 a 5 salarios mínimos y 36% de 6 a 10. Muy pocos (4%) ganan menos de 3 salarios mínimos y 16% más de 11 salarios mínimos mensuales. Al comparar los distintos tipos de hogares entrevistados se observa que la población económicamente activa perteneciente a los hogares asalariados obtiene en términos generales ingresos totales mensuales un poco mayores que quienes pertenecen a hogares no asalariados no agrícolas y que los de invernaderos (véase la gráfica 3). Sin embargo, pese a que son mejores las condiciones en términos del ingreso y del nivel de escolaridad en los hogares asalariados, no se puede desconocer que en la actividad familiar del invernadero se ocupa una proporción importante de las personas activas del pueblo y, en especial, que integra a la mano de obra familiar.

GRÁFICA 3 Población económicamente activa por tipo de hogar de San Luis, según ingresos mensuales totales 

Si bien es cierto que entre los hogares entrevistados del pueblo sobresale la actividad agrícola en invernadero como forma predominante de generar ingresos, en términos de la posición en el trabajo de sus miembros, los integrantes de los grupos domésticos asalariados parecen estar en mejores condiciones, pues mientras en los primeros prevalece el trabajo familiar no remunerado, en los segundos predomina el trabajo a sueldo fijo. Asimismo entre las actividades económicas de los hogares del pueblo de San Luis es preponderante el sector primario como fuente de generación de recursos para los hogares. Sin embargo se evidencia la búsqueda de nuevas formas de obtención de ingresos, puesto que en los hogares hay una notable actividad asalariada y no asalariada diferente a la agrícola. En este sentido San Luis mantiene la tendencia que han manifestado otras zonas rurales en proceso de transformación (Barrón y Zapata, 1992; González, 1995; Espinosa, 1998; Bonfil, 1996; y Da Gloria, 2000).

Se puede apreciar que en los grupos domésticos cuya fuente principal de ingresos es la actividad del invernadero, una importante proporción de sus miembros no recibe ningún tipo de remuneración. Es la misma tendencia hallada en otros estudios que encontraron una alta participación familiar (Tarrés, 1992; Rubalcava, 1992; y Canabal, 1997). La vinculación de familiares se presenta en muchos lugares de México, donde por razones culturales y económicas no se paga su trabajo y se considera como ayuda (véase García y Oliveira, 1994; Vivas Mendoza, 1996). Esta situación muestra características similares a las de los contextos rurales, donde es importante el uso de mano de obra familiar para la subsistencia de los hogares (Cortés y Rubalcava, 1994; García y Oliveira, 1994; Bonfil, 1995).

Por otra parte, para analizar la participación laboral de las mujeres es preciso entender que diversas investigaciones señalan la importancia de establecer claramente las diferencias entre la actividad económica masculina y la femenina, profundizando en las causas y las consecuencias de la concentración y segregación de las mujeres en algunas ocupaciones y la discriminación que experimentan en su acceso a ingresos y posiciones de jerarquía (García y Oliveira, 1994; Oliveira, 1998; García, Blanco y Pacheco, 1999; Oliveira y Ariza, 1999; Ariza y Oliveira, 2002). En este sentido las condiciones sociales y productivas en la zona chinampera, donde se ubica el pueblo de San Luis, favorecen una elevada participación económica femenina (Tarrés, 1992; Rubalcava, 1992; Canabal, 1997). La producción de plantas en invernadero, al igual que los pequeños negocios y el comercio informal, facilita la vinculación laboral de las esposas, incluso si son jóvenes y si tienen poca escolaridad. Esta situación, junto con la cercanía de los terrenos donde se cultiva, permite una mayor participación laboral de las mujeres porque les facilita su desempeño conjunto de los roles laborales y los domésticos.5 En este sentido también incide el carácter familiar extendido de los hogares predominante en el pueblo. Es posible plantear como hipótesis interpretativa que el carácter extendido de las familias favorece la formación de micronegocios agrícolas y no agrícolas, y la participación laboral en ellos de las esposas, particularmente las de mayores edades y con baja escolaridad, que difícilmente podrían insertarse en actividades asalariadas bien remuneradas.6

Al examinar la participación laboral de las mujeres de los hogares entrevistados se aprecia que más de la mitad de las mayores de 12 años son económicamente activas. En relación con el tipo de hogar, se observa que en el caso de los hogares de invernaderos y en los no asalariados no agrícolas, más de la mitad de las mujeres trabajan, mientras que en los hogares asalariados menos de la mitad lo hace. Lo anterior indica que la presencia de un negocio familiar efectivamente facilita la participación laboral femenina, sobre todo si se trata de un negocio agrícola. De igual manera cabe mencionar que la mayor parte de las mujeres inactivas se encuentra en los hogares asalariados, situación que permite suponer la importancia del papel que desempeña el hombre como proveedor principal en estos hogares.

En cuanto a la participación femenina en la actividad económica, es claro que una proporción considerable, 40.3%, se dedica a trabajar en los invernaderos, 26% son comerciantes, vendedoras y dependientes, y 33.7% son profesionales, técnicas, oficinistas o empleadas en diferentes servicios. Los hombres tienen una distribución muy semejante, excepto por el hecho de que aparecen un poco más como agricultores, hay menos en el comercio y más obreros manuales, así como técnicos especializados. Mientras las mujeres se concentran en las actividades no asalariadas, los hombres lo hacen en las asalariadas, situación que en el caso de las mujeres puede estar relacionada con el hecho de que este tipo de actividades les permite combinar la actividad económica con las cargas domésticas. Así se confirma lo que observan diversas autoras respecto a que muchas de las actividades que realizan las mujeres tienden a asignarles mayores cargas de trabajo total que a los esposos (García y Oliveira, 1994; García, Blanco y Pacheco, 1999; Oliveira y García, 1998). Al comparar lo que ocurre según el tipo de hogar se observa que las mujeres económicamente activas de los grupos domésticos de invernaderos (75.5%) y en menor medida las de los hogares no asalariados no agrícolas (68.6%), se insertan en la actividad familiar (agricultura y pequeño comercio informal). Pero entre aquellas cuyo hogar vive de ingresos asalariados, más de la mitad se ubica en trabajos asalariados no manuales (profesionales, técnicos y personal especializado, maestros y afines, funcionarios y oficinistas).

Algo que conviene resaltar y que manifiesta las desiguales condiciones que enfrentan las mujeres del invernadero es su posición en el trabajo, pues la casi totalidad de las dedicadas al invernadero no perciben ingresos por su actividad (véase la gráfica 4). Si bien los invernaderos y los pequeños negocios informales favorecen la participación femenina, no necesariamente les proporcionan mayores ingresos, especialmente en la actividad del invernadero. Entre los esposos y las esposas que se dedican a la actividad del invernadero se observan las mayores diferencias en los ingresos; la casi totalidad de las mujeres no recibe una remuneración, mientras un tercio de los hombres obtiene seis salarios mínimos y más, y casi la mitad cuenta con 4 a 6 salarios mínimos (véase la gráfica 4). Tal situación los convierte, en relación con los esposos que desempeñan otras actividades, como los que más ingresos reciben, por lo que se puede afirmar que para ellos en lo personal la actividad del invernadero resulta rentable, pero no lo es para sus esposas.

GRÁFICA 4 Esposas y esposos por niveles de ingreso según actividad económica 

Con estas mujeres se corrobora lo que han encontrado diversas autoras en relación con la no retribución económica de las esposas vinculadas con las actividades productivas familiares (Mayoux, 1995; Greenhalgh, 1991; Aranda, 1997; González y Salles, 1995; Mummert y Ramírez, 1998). En contraste con las que trabajan en invernaderos, las mujeres asalariadas y no asalariadas no agrícolas casi siempre reciben ingresos por su trabajo, pero mientras las primeras disponen de una parte de esos ingresos para su uso personal, las segundas los aportan íntegramente al hogar. Éste fue uno de los hallazgos importantes de la investigación, pues se tiende a considerar que el acceso a recursos económicos es el indicador más significativo de una posible autonomía de las mujeres, y en el caso de las mujeres de invernadero se encontró que no obtienen ingresos. Es notable también que las esposas que trabajan en la producción de plantas estén entre las que tienen las jornadas de trabajo más largas, sumando las horas de carga laboral y las que dedican al trabajo doméstico. Sin embargo debe reiterarse que una abrumadora mayoría no accede a más recursos propios que las esposas inactivas.

Al observar lo que sucede en relación con las jornadas de trabajo, cuando se suman las horas dedicadas a las actividades productivas y económicas se advierte que, independientemente de la actividad económica, la casi totalidad de las esposas dedica más de 60 horas semanales a las labores domésticas. Entre las esposas económicamente activas sobresalen las dedicadas al invernadero y las de actividades asalariadas: casi la totalidad dedica más de 60 horas al trabajo doméstico. Los esposos en general no dedican muchas horas al trabajo doméstico, aunque sobresale ligeramente la colaboración de los ocupados en las actividades no asalariadas no agrícolas, pues entre ellos una cuarta parte dedica de 35 a 59 horas semanales a las labores del hogar (véase la gráfica 5). Se debe destacar que si bien existe poca vinculación de los esposos con las actividades de la casa, una pequeña proporción colabora en el cuidado de los hijos (lo cual sigue la pauta de lo encontrado por otras investigaciones) (Pedrero, 1996; García y Oliveira, 2003; Wainerman, 2000; Casique, 2001). Al sumar las horas trabajadas en las actividades económicas y las dedicadas a las tareas domésticas se observa que en general la carga de trabajo de las mujeres es mayor que la de los hombres. Entre los varones, quienes desempeñan mayores jornadas de trabajo son los dedicados al invernadero.

GRÁFICA 5 Esposas y esposos económicamente activos por horas semanales de trabajo doméstico, según tipo y condición de actividad 

En los hogares de San Luis subsisten pesadas cargas de trabajo independientemente de la actividad que se desarrolle. La situación tiende a ser mucho más desventajosa para las mujeres, quienes cumplen con dobles y triples jornadas de trabajo. Aunque cerca de la mitad de las mujeres del pueblo desempeñan una actividad económica, eso no las exime de cumplir con largas horas de trabajo doméstico, y en el caso de las que trabajan en los invernaderos, la mayor parte no recibe una paga. Aquí se confirma lo que afirman diversos autores: muchas de las actividades que realizan las mujeres las llevan a soportar mayores cargas de trabajo total que los esposos (García y Oliveira, 1994; García, Blanco y Pacheco, 1999; Oliveira y García, 1998).

Hasta este punto del análisis y en relación con las interrogantes que dieron origen a la presente investigación, los resultados parecen sugerir que los micronegocios agrícolas donde colaboran las esposas como mano de obra familiar constituyen una opción económica adecuada para la familia, y sobre todo para los varones jefes de hogar, pero no contribuyen a la equidad de género, pues incrementan la carga de trabajo de las esposas pero sin aumentar su acceso a los ingresos ni el control de éstos (Casique, 2001; García y Oliveira, 2003).

La autonomía femenina

Una de las cuestiones centrales de la investigación se relaciona con la autonomía femenina, de ahí que consideremos dos indicadores: 1) tener la última palabra en la toma de decisiones y 2) contar con libertad de movimiento. De manera conceptual, la autonomía para este trabajo se entendió como la capacidad que adquieren las mujeres para tomar decisiones sobre sí mismas y sobre sus familias, el acceso y control sobre los ingresos que perciben, así como la libertad de movimiento sin solicitar permiso o tener que negociar (Dixon, 1998; Jejeebhoy, 1995; Jejeebhoy y Sathar, 2001).

Un punto de partida sobre las decisiones y la movilidad que es necesario aclarar tiene que ver con el hecho de que no todas ellas son manifestaciones de autonomía ni tienen la misma significación para la vida de las mujeres, pues en gran parte están determinadas por el contexto sociocultural. En este caso, al tomar como lugar de estudio un pueblo donde se mantienen prácticas agrícolas pese a que territorialmente está en una zona urbana, y perviven las características socioculturales relacionadas con dichas actividades (formas de organización familiar y social, fiestas, creencias religiosas, roles femeninos y masculinos etc.), éste es un determinante en las decisiones de las mujeres dentro y fuera del hogar. Además debe tenerse presente que estas mujeres del pueblo han sido por generaciones las encargadas del comercio de los productos agrícolas, lo que les ha facilitado salir de sus casas y les ha brindado una capacidad de decisión mayor que la de otras mujeres. En este sentido es pertinente lo planteado por Kabeer (1999) respecto a que desde una perspectiva estadística, la toma de decisiones sólo puede proveer una pequeña ventana para observar las complejas realidades y constituye una sencilla aproximación a las negociaciones que llevan a cabo hombres y mujeres en sus vidas privadas.

Para tal fin se trabajó inicialmente mediante la estadística descriptiva para adquirir una primera percepción del comportamiento de los datos, por lo cual se consideró pertinente elaborar índices.7 En este sentido, un análisis global del comportamiento del índice general de toma de decisiones deja claro que la situación de las mujeres seleccionadas muestra algunos aspectos paradójicos en relación con la edad y la escolaridad. Por un lado, la mayor edad parece ser un factor que favorece la posibilidad de tener la última palabra en la toma de decisiones de las esposas en la zona. García y Oliveira (2003) encontraron en su estudio para las ciudades de México y Monterrey que las mujeres de mayor edad tendían a tomar más decisiones, aunque controladas las demás variables esto no tenía un efecto significativo sobre la participación de las mujeres en la toma de decisiones. De esta manera, no parece evidenciarse que en las mujeres jóvenes de los hogares entrevistados del pueblo haya un cambio generacional hacia actitudes más modernas, ni transformaciones de las imágenes femeninas y masculinas hacia una mayor equidad. En relación con la escolaridad hay una situación paradójica en las esposas adultas y mayores, puesto que entre ellas se advierte una tendencia contraria a la encontrada por diversas autoras: que a mayor escolaridad correspondería una mayor capacidad de toma de decisiones, sobre todo en los sectores medios (Casique, 2001; y en especial García y Oliveira, 1994 y 2003).

En este sentido es importante considerar el carácter urbano de la población investigada por tales autoras y la pregunta de referencia sobre la participación en decisiones, que contrasta con el contexto de agricultura urbana del presente estudio, donde se consideró como pregunta de referencia quién tenía la última palabra. Aquí se ve que la escolaridad no siempre aparece como determinante de relaciones de género más igualitarias en los grupos mayores (Jejeebhoy, 1995; Jejeebhoy y Sathar, 2001; García y Oliveira, 1994 y 2003). Sin embargo las mujeres más jóvenes muestran un comportamiento más “urbano”, pues su capacidad de tener la última palabra en la toma de decisiones se incrementa al ser más alta la escolaridad. La escasa influencia de la escolaridad de las mujeres adultas y mayores en este aspecto se puede deber a que en dicho contexto ellas cuentan en general con una alta capacidad de decir la última palabra en la toma de decisiones (véase la gráfica 6).

GRÁFICA 6 Índice general de toma de decisiones por actividad de la esposa según edad 

En conclusión, podemos asegurar que en relación con la posibilidad que tienen las esposas seleccionadas de este pueblo de agricultura urbana de decir la última palabra en la toma de decisiones parece incidir la participación económica. Las inactivas cuentan con menores posibilidades de tener la última palabra en la toma de decisiones que las que trabajan; las económicamente activas participan significativamente al decidir lo que tiene que ver con la compra de la comida y el gasto del dinero. Sin embargo hay aspectos significativos como tener la última palabra al tomar la decisión de trabajar o de comprar bienes, donde no parecen tener un papel importante, y esto tiende a relacionarse con lo encontrado por García y Oliveira (2003) para los contextos urbanos, ya que estas autoras aseguran que desde las perspectivas de las mujeres, por lo menos en una cuarta parte de los casos las decisiones sobre la compra de bienes importantes y sobre dónde vivir las toman exclusivamente los hombres.

En cuanto a los aspectos relacionados con los hijos (cuidado, disciplina, permisos y enfermedades) y los reproductivos (número de hijos, uso de anticonceptivos y relaciones sexuales), en el primer caso prevalece una mayor participación de las mujeres de tener la última palabra en la toma de decisiones, como también lo encontraron las autoras referidas. Sin embargo, en el segundo grupo de decisiones tiende a ser menor, contrario a lo encontrado por García y Oliveira (2003). En el caso de las esposas de San Luis, el ámbito doméstico es un espacio donde la mujer tiende a decir la última palabra en la toma de decisiones, pero -coincidiendo con lo expuesto por García y Oliveira (2003)- son los hombres quienes toman finalmente la mayor parte de las decisiones importantes. Deben destacarse las escasas posibilidades para decir la última palabra en la toma de decisiones en cada uno de los aspectos del índice que presentaron las mujeres inactivas, por lo que desde este análisis descriptivo parece que la actividad económica, y en especial el trabajo en invernadero, es un elemento positivo. Finalmente, la mayor edad se asocia con mayor capacidad de decisión, y entre las jóvenes una escolaridad elevada mejora la capacidad para decidir, que sin embargo en general es baja.

En relación con el índice de libertad de movimiento, las mujeres de San Luis tienen libertad para salir de compras, a la clínica y para visitar parientes, pero es más restringida cuando se trata de salir a trabajar o de participar en alguna asociación (véase la gráfica 7).

GRÁFICA 7 Índice general de libertad de movimiento según aspecto de movilidad 

De igual manera se repite lo encontrado para la toma de decisiones, es decir, hay una mayor movilidad en las edades adultas (de 30 a 49 años) y mayores (de 50 y más años) sin que la escolaridad influya positivamente. Entre las menores de 30 años la escolaridad tiene un efecto positivo y acorde con la tendencia esperada. Sin embargo su capacidad de movilizarse es considerablemente más baja que la de las mujeres mayores. En el análisis descriptivo se aprecia en general que al igual que en la toma de decisiones, la actividad económica parece incidir en la movilidad, en especial si incluye el comercio. Este patrón de solicitar permiso o negociar para salir de la casa corrobora lo encontrado por Casique (2001) entre las mujeres de los estados más pobres del país que trabajan. La variabilidad de los permisos de acuerdo con el tipo de actividad que las mujeres quieren desempeñar coincide con lo encontrado por García y Oliveira (2003). Estas autoras observaron en su investigación sobre las ciudades de México y Monterrey que las actividades para cuyo desempeño se requería mayormente el permiso del varón eran en orden de mayor a menor importancia: trabajar por un ingreso, pertenecer a alguna asociación, y visitar amigos y parientes. En nuestra investigación el orden es el mismo e iguales las actividades en que las mujeres tienen mayor dificultad de moverse libremente.

Una vez analizados los índices de la toma de decisiones y la libertad de movimiento con base en la estadística descriptiva, se emprendió un análisis estadístico más refinado de la situación de las esposas, de ahí que se emplearan modelos de regresión logística que ofrecieran tener resultados más consistentes. Se tomaron como variables dependientes las relacionadas con la pregunta de quién tiene regularmente la última palabra sobre 13 tipos de decisiones.8 Determinadas las variables dependientes y las explicativas, el procedimiento que se llevó a cabo consistió en realizar un modelo saturado donde se pudiese observar el comportamiento de tales variables.

De los 13 modelos de toma de decisiones considerados, finalmente se obtuvo como más significativo el que muestra la incidencia que parece tener la edad, sobre todo las edades mayores, en la capacidad de decisión de las esposas sobre dónde vivir (véase el cuadro 1). Este efecto de las edades más avanzadas en las decisiones presenta una situación similar a las encontradas en estudios aplicados a otros contextos (García y Oliveira, 2003). Los primeros resultados en relación con la toma de decisiones mostraron que el trabajo extradoméstico no es significativo, sin embargo se esperaba que esta variable tuviera mayor incidencia, por lo que se observó previamente en el análisis descriptivo. Tal situación podría explicarse por el hecho de que el peso que se le atribuía al trabajo en el análisis descriptivo tenía que ver con el efecto de otra variable que parece ser la edad, puesto que las mujeres trabajadoras de San Luis son de mayor edad que las inactivas. Otras variables que no resultaron significativas para tener la última palabra en la toma de decisiones fueron: la edad de los hijos, la escolaridad, el tipo de familia y el lugar de nacimiento.

CUADRO 1 Resultados de las regresiones logísticas de tener la última palabra en la toma de decisiones de las esposas sobre donde vivir (Exp β)a 

B E.T Wald gl Sig. Exp(B)
Paso EDADESPO 4.660 2 .097
Ia EDADESPO (1) -2.008 .958 4.393 1 0.036* .134
EDADESPO (2) -.862 .792 1.184 1 .277 .422
GRESTUDI .022 2 .989
GRESTUDI (1) .079 .787 .010 1 .920 1.082
GRESTUDI (2) .093 .637 .021 1 .884 1.098
LUGNACIM 2.842 3 .417
LUGNACIM (1) -1.773 1.156 2.350 1 .125 .170
LUGNACIM (2) -2.128 1.323 2.586 1 .108 .119
LUGNACIM (3) -1.877 1.256 2.232 1 .135 .153
TIPFAM (1) .265 .585 .205 1 .651 1.304
EDHJO .683 2 .711
EDHJO (1) -.573 .699 .672 1 .412 .564
EDHJO (2) -.340 .739 .212 1 .645 .712
ACTMUJES 2.944 3 .400
ACTMUJES (1) -.212 .707 .090 1 .764 .809
ACTMUJES (2) -.452 .858 .277 1 .599 .637
ACTMUJES (3) -1.289 .829 2.416 1 .120 .275
Constante 4.845 1.598 9.192 1 .002 127.165

a Variable(s) introducida(s) en el paso 1: EDADESPO, GRESTUDI, LUGNACIM, TIPFAM, EDHJO, ACTMUJES.

En en Exp b los números mayores que la unidad indican relaciones positivas, los menores que la unidad indican relaciones negativas.

* Significativa a 5 por ciento.

Lo referido sigue la tendencia del análisis descriptivo donde las mujeres mayores (de 50 años y más) seguidas de las adultas (de 30 a 49 años) presentaban mayor capacidad para decidir que las jóvenes. En relación con la toma de decisiones, la influencia de la actividad no resultó significativa, pese a que los resultados del análisis descriptivo mostraban una importante incidencia de la condición de actividad, lo cual se puede deber a la mayor edad de las mujeres económicamente activas de la muestra.

En relación con la libertad de movimiento, se optó por realizar seis modelos de regresión logística tomando como variables dependientes los criterios de libertad personal.9 Al igual que para la toma de decisiones se partió de un modelo saturado que contenía todas las variables. Se llegó a los siguientes tres modelos ajustados: en primer lugar el relacionado con la variable ir a trabajar con la que se obtuvo un modelo donde la variable significativa fue “lugar de nacimiento”. En el modelo se observa que las esposas nacidas en la delegación y en el pueblo tienen más probabilidades de gozar de libertad para ir a trabajar (véase el cuadro 2).

CUADRO 2 Resultados de las regresiones logísticas de la libertad de movimiento de las esposas para ir a trabajar (Exp β)a 

B b E.T Wald gl Sig. Exp(B)
Paso EDADESPO 2.324 2 .313
Ia EDADESPO (1) -1.025 .874 1.373 1 .241 .359
EDADESPO (2) -.763 .543 1.976 1 .160 .466
GRESTUDI .341 2 .843
GRESTUDI (1) .366 .627 .341 1 .559 1.442
GRESTUDI (2) .176 .564 .097 1 .755 1.192
LUGNACIM 6.754 3 .080
LUGNACIM (1) 1.840 .820 5.033 1 0.025* 6.294
LUGNACIM (2) 1.844 1.008 3.347 1 0.067+ 6.319
LUGNACIM (3) .716 1.001 .512 1 .474 2.046
TIPFAM (1) .398 .490 .658 1 .417 1.489
EDHJO 1.743 2 .418
EDHJO (1) .239 .540 .196 1 .658 1.270
EDHJO (2) -.491 .587 .698 1 .403 .612
ACTMUJES 2.644 3 .450
ACTMUJES (1) -.351 .565 .387 1 .704
ACTMUJES (2) -.528 .754 .491 1 .590
ACTMUJES (3) .535 .658 .660 1 1.707
Constante -2.366 1.070 4.891 1 .094

a Variable(s) introducida(s) en el paso 1: EDADESPO, GRESTUDI, LUGNACIM, TIPFAM, EDHJO, ACTMUJES.

En en Exp b los números mayores que la unidad indican relaciones positivas, los menores que la unidad indican relaciones negativas.

* Significativa a 5 por ciento.

+ Significativa a 10 por ciento.

Esta mayor probabilidad de que las mujeres nacidas en la delegación y en el pueblo puedan ir a trabajar sugiere que en este contexto de agricultura urbana existe una tradición de aceptación de la actividad económica femenina que está presente desde hace varias generaciones en la venta de plantas y productos agrícolas, mientras que las mujeres nacidas en otros contextos sienten más restringida su libertad para trabajar. Aquí se manifiesta el peso que tiene el lugar de nacimiento.

De la libertad de movimiento para visitar parientes se generó otro modelo conformado por la variable “actividad de la esposa”. En este modelo se muestra que las esposas económicamente activas tienen una mayor libertad para ir a visitar parientes en comparación con las esposas inactivas (véase el cuadro 3). Los resultados de este modelo muestran que las esposas dedicadas a actividades no asalariadas tienen mayor libertad para ir a visitar parientes, en comparación con las dedicadas a otras actividades, y en especial con las inactivas. Las esposas dedicadas al invernadero tienen mayor libertad para decidir si van o no a visitar parientes que las asalariadas y que las inactivas. Asimismo aparece un modelo que muestra que las esposas cuyo nivel máximo de educación es la primaria tienen una mayor libertad de decisión para ir a visitar parientes, en relación con las que tienen secundaria, preparatoria y más. De igual manera, las que tienen secundaria cuentan con mayor libertad de decidir ir a visitar parientes que las que tienen preparatoria y más (véase el cuadro 3).

CUADRO 3 Resultados de las regresiones logísticas de la libertad de movimiento de las esposas para ir a visitar parientes (Exp β)a 

B E.T Wald gl Sig. Exp(B)
Paso EDADESPO .017 2 .992
Ia EDADESPO (1) -.023 .723 .001 1 .974 .977
EDADESPO (2) -.068 .554 .015 1 .902 .934
GRESTUDI 6.065 2 .048
GRESTUDI (1) 1.111 .573 3.756 1 0.053+ 3.039
GRESTUDI (2) 1.158 .530 4.779 1 0.029* 3.183
LUGNACIM 2.121 3 .548
LUGNACIM (1) -.371 .587 .399 1 .527 .690
LUGNACIM (2) .178 .882 .041 1 .840 1.195
LUGNACIM (3) -.872 .715 1.488 1 .223 .418
TIPFAM (1) -.304 .446 .464 1 .496 .738
EDHJO .079 2 .961
EDHJO (1) .112 .533 .044 1 .834 1.118
EDHJO (2) -.018 .539 .001 1 .973 .982
ACTMUJES 7.636 3 .054
ACTMUJES (1) .873 .496 3.104 1 .078 2.395
ACTMUJES (2) 1.348 .649 4.310 1 0.038* 3.848
ACTMUJES (3) 1.661 .738 5.075 1 0.024* 5.267
Constante -.138 .847 .027 1 .870 .871

a Variable(s) introducida(s) en el paso 1: EDADESPO, GRESTUDI, LUGNACIM, TIPFAM, EDHJO, ACTMUJES.

En en Exp b los números mayores que la unidad indican relaciones positivas, los menores que la unidad indican relaciones negativas.

* Significativa a 5 por ciento.

+ Significativa a 10 por ciento.

En esta investigación la mayor escolaridad no parece tener una influencia clara sobre mayores grados de autonomía ni ser determinante de relaciones de género más igualitarias, según muestran otros trabajos (Jejeebhoy, 1995; Jejeebhoy y Sathar, 2001; García y Oliveira, 1994, 2003). En la zona de estudio tal situación se puede deber a que entre las mujeres con mayor edad y que desempeñan actividades que incluyen el comercio predomina la escolaridad primaria. También puede influ-ir el tipo de pregunta con que se midió la autonomía, pues posiblemente las mujeres de mayor escolaridad prefieran decir que “negocian” y no que “tienen la última palabra”.10 Esta mayor probabilidad de que las mujeres trabajadoras, y en especial las dedicadas a actividades no asalariadas y al invernadero, tengan mayores probabilidades de visitar a sus parientes puede estar relacionada con el hecho de que se dedican a actividades comerciales, lo cual favorece su desplazamiento a diferentes sitios, entre ellos, a donde viven otros familiares.

Finalmente, en relación con la libertad de movimiento para pertenecer a alguna asociación se llegó a un tercer modelo conformado por la variable “lugar de nacimiento de la esposa”. Los resultados de este modelo muestran que las nacidas en la delegación tienen más posibilidades de pertenecer a alguna asociación que las que nacieron en otros lugares (véase el cuadro 4).

CUADRO 4 Resultados de las regresiones logísticas de la libertad de movimiento de las esposas para pertenecer a alguna asociación (Exp β)a 

B E.T Wald Sl Sig. Exp(B)
Paso EDADESPO .140 2 .932
Ia EDADESPO (1) -.252 .773 .106 1 .745 .777
EDADESPO (2) -.162 .516 .098 1 .754 .851
GRESTUDI 2.086 2 .352
GRESTUDI (1) -.353 .588 .361 1 .548 .703
GRESTUDI (2) -.805 .560 2.065 1 .151 .447
LUGNACIM 4.307 3 .230
LUGNACIM (1) 1.034 .704 2.156 1 .142 2.813
LUGNACIM (2) 1.800 .900 3.998 1 0.046* 6.052
LUGNACIM (3) 1.294 .823 2.472 1 .116 3.647
TIPFAM (1) .442 .461 .923 1 .337 .642
EDHJO 1.223 2 .543
EDHJO (1) -.579 .524 1.223 1 .269 .560
EDHJO (2) -.298 .528 .317 1 .573 .743
ACTMUJES 1.630 3 .653
ACTMUJES (1) .056 .554 .010 1 .920 1.057
ACTMUJES (2) -.184 .687 .072 1 .789 .832
ACTMUJES (3) .659 .646 1.041 1 .308 1.932
Constante -1.183 .948 1.559 1 .212 .306

a Variable(s) introducida(s) en el paso 1: EDADESPO, GRESTUDI, LUGNACIM, TIPFAM, EDHJO, ACTMUJES.

En en Exp b los números mayores que la unidad indican relaciones positivas, los menores que la unidad indican relaciones negativas.

* Significativa a 5 por ciento.

Cabe destacar que en términos generales los factores que parecen asociarse a una mayor capacidad de tener la última palabra en la toma de decisiones y libertad de movimiento de las mujeres son la mayor edad y el ser económicamente activas, especialmente en actividades relacionadas con el comercio, así como una menor escolaridad y el haber nacido en la delegación o en el pueblo. Los modelos de regresión reiteran parcialmente lo que ya había mostrado el análisis descriptivo sobre la mayor autonomía de las esposas de mayor edad, menor escolaridad y económicamente activas. En el análisis descriptivo estas variables aparecían como determinantes de las mayores posibilidades de tomar decisiones (tener la última palabra) y de libertad de movimiento, en otras palabras, de autonomía. Sin embargo para el análisis de regresión logística estas observaciones son cuestionables, pues al controlar por otras variables, la mayor edad únicamente parece influir sobre uno de los aspectos de la toma de decisiones: tener la última palabra respecto al lugar donde vivir. Asimismo cuando la condición de tener un trabajo que incluye actividades comerciales es controlada por otras variables, únicamente incide en uno de los aspectos de la libertad de movimiento: la libertad para ir a visitar a los parientes. Aparece también como significativo el efecto del lugar de nacimiento, en especial en la delegación y en el pueblo, para obtener la libertad de ir a trabajar y pertenecer a alguna asociación.

Como conclusión general del análisis estadístico se puede afirmar que en relación con la pregunta central de esta investigación, el trabajo femenino tiene una influencia positiva aunque pequeña en la autonomía de las esposas, y que pesan además las particularidades socioculturales del contexto de agricultura urbana estudiado (formas de organización familiar y social, fiestas, creencias religiosas, roles femeninos y masculinos, etc.). Estos factores se expresan en la homogeneidad de las respuestas de las mujeres en cuanto a quién tiene la última palabra en la toma de decisiones sobre diversos aspectos, y en cuanto a que solamente necesitan avisar para salir de compras o ir a la clínica. La actividad económica aumenta los márgenes de autonomía en algunos de esos aspectos, sobre todo si incluye actividades comerciales, pero también influyen positivamente la mayor edad de la mujer y el que haya nacido en el pueblo o la delegación.

Comentarios finales

El interés de esta investigación ha sido saber si los contextos agrícolas urbanos brindan opciones laborales a sus habitantes y si tales opciones son equitativas desde el punto de vista del género. En el caso concreto de San Luis se investigó si los negocios agrícolas familiares son una opción de obtener ingresos para los hogares y si el trabajo en esos negocios contribuye para lograr mayores grados de participación laboral y de autonomía femenina.

Se encontró que el trabajo en los hogares dedicados al invernadero sigue siendo de carácter familiar a pequeña escala. Las características del proceso productivo muestran que es una actividad rentable como forma de ingreso y subsistencia, y que hay una importante participación laboral de los miembros del hogar, en especial de la esposa. La división familiar del trabajo duplica entonces las cargas de trabajo de las mujeres, quienes además no reciben remuneración alguna por sus labores en el invernadero. Cabe preguntar entonces ¿para qué les sirve esforzarse tanto en la actividad agrícola? Si bien las mujeres esposas dedicadas al invernadero se afanan más que sus esposos y reciben menos ingresos que las demás mujeres que trabajan, y sobre todo menos dinero que sus esposos, lo relevante es que gozan de una mayor capacidad de decisión y de una mayor libertad de movimiento en comparación con las asalariadas y en especial con las inactivas. Esto ocurre a pesar de que su escolaridad es sensiblemente menor que la de las asalariadas. En este sentido la capacidad de los micronegocios agrícolas en la zona de emplear a las mujeres mayores y de baja escolaridad parece tener un efecto positivo sobre su autonomía, aunque aumente su carga y no mejoren sus ingresos. Pero por otra parte, la situación de las que desempeñan actividades no agrícolas, que son más jóvenes y tienen mayores grados de escolaridad parece más desfavorable. Esto es paradójico porque la literatura internacional asegura que la mayor escolaridad es determinante de una mayor capacidad de decisión y libertad de movimiento para las mujeres. En este caso no ocurre así, pues al aumento de la escolaridad no corresponde una mayor capacidad de decisión, ya que están decidiendo más las que menos estudios tienen. Sin embargo estos resultados pueden estar sujetos a las siguientes hipótesis interpretativas.

Un primer elemento explicativo de la mayor capacidad de toma de decisiones y de movilidad de las mujeres vinculadas con las actividades agrícolas y comerciales tiene que ver con su desempeño en el comercio y con sus altas edades, y en el caso de la libertad de movimiento se ve favorecido por el carácter extendido de sus unidades familiares. Debido a que en este tipo de hogares hay otras mujeres que pueden cuidar a sus hijos, aumentan las posibilidades de que las esposas salgan de la casa y disminuye su necesidad de negociar o pedir permiso. Sin embargo esta situación puede en algunos casos no determinar la autonomía que se quisiera, en la medida en que este tipo de organización familiar hace que la capacidad de decisión pueda verse disminuida por la presencia de mujeres de edades mayores, así como por la de otros familiares hombres.

El escaso efecto de la mayor escolaridad en la capacidad de decisión y libertad de movimiento de las mujeres asalariadas puede relacionarse con el hecho de que son más jóvenes, sobre lo que incide el tradicionalismo de las relaciones de género en el contexto estudiado. En el contexto agrícola del pueblo de San Luis, los valores y las costumbres sobre el recato femenino pueden ser especialmente estrictos cuando se trata de mujeres jóvenes cuyo hogar es nuclear y no hay quien cuide a los hijos si la esposa sale, y cuando no hay actividad comercial que justifique tales salidas del hogar. Esto lleva a pensar que entre las esposas más jóvenes del pueblo no se están transformando las imágenes masculinas y femeninas y que por tanto prevalecen las relaciones de género desiguales.

Un tercer y último elemento que parece fundamental en las limitadas posibilidades de autonomía de las esposas seleccionadas es el sociocultural. Se había mencionado ya que el pueblo de San Luis, pese a su anexión al Distrito Federal, mantiene muchas de las prácticas socioculturales vinculadas con la producción agrícola, que junto con las festividades religiosas y las formas de organización social han definido el papel dominante del hombre sobre la mujer. A la par de lo anterior debe destacarse que el rol social de las mujeres ha estado marcado y mediatizado por las estructuras y las formas de organización familiar que tienden a ser de carácter extensivo, y mediante las cuales se mantienen relaciones de género desiguales, debido en gran parte a los patrones patrivirilocales que las favorecen. Por eso las concepciones socialmente aceptadas sobre los papeles masculino y femenino son muy estrictas, pese a la inserción de las mujeres en actividades asalariadas y no asalariadas, y a su juventud. Si bien como resultado de la expansión urbana en la zona se han dado procesos socioeconómicos y dinámicas locales que han ido repercutiendo en la reorganización gradual de la división sexual del trabajo intrafamiliar, ésta sigue sin favorecer a la mujer. De ahí que las normas sociales y los valores que favorecen la subordinación dificulten la posibilidad de que las mujeres que trabajan en los negocios agrícolas puedan, por ejemplo, apoyarse económicamente a través de los ingresos que obtienen, lo que termina debilitando los efectos del acceso a recursos en su poder de decisión. Lo mismo ocurre con las que cuentan con mayor escolaridad, son más jóvenes y están insertadas en actividades asalariadas, que no se ven favorecidas por el entorno para acceder a mayor autonomía.

Los interrogantes planteados en este trabajo evidencian que es mucho lo que hace falta investigar sobre los contextos de agricultura urbana en general y sobre problemáticas como la participación laboral y la autonomía femenina en particular. Por ello en este campo tienen mucho que aportar las ciencias sociales y la demografía en especial, que pueden hacer contribuciones importantes. Así, con esta tesis hemos pretendido dar más pautas interpretativas a los investigadores interesados en los estudios de género, la participación laboral y la autonomía femenina, y en las unidades productivas familiares y los micronegocios en contextos de agricultura urbana. En esta medida, más que abordar todas las posibilidades explicativas, hemos tratado de aportar algunos elementos para una mejor comprensión del problema. En especial, la presente investigación sugiere analizar con cuidado los programas y políticas que promueven el desarrollo de micronegocios con participación femenina.

Bibliografía

Aranda, Josefina (1997), “Políticas públicas y mujeres campesinas en México”, en Soledad González (coord.), Mujeres y relaciones de género en la antropología latinoamericana, México, El Colegio de México, pp. 171-222. [ Links ]

Ariza, Marina y Orlandina de Oliveira (2002), “Cambios y continuidades en el trabajo, la familia y la condición de las mujeres”, en Elena Urrutia (coord.), Estudios sobre las mujeres y las relaciones de género en México: aportes desde diversas disciplinas, México, Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, El Colegio de México, pp. 43-86. [ Links ]

Barrón, María Antonieta y Emma Zapata Martelo (1992), “Políticas de apoyo crediticio para la creación de microempresas para la mujer rural en México”, trabajo presentado en el XVII Congreso Internacional de lasa, Los Ángeles, 24 al 27 de septiembre. [ Links ]

Bonfil Sánchez, Paloma (1996), “Las familias rurales ante las transformaciones socioeconómicas recientes”, Estudios Agrarios, núm. 5, México, pp. 64-78. [ Links ]

Canabal, Beatriz (1997), Xochimilco una identidad creada, México, Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco. [ Links ]

Casique, Irene (2001), Power Autonomy and Division of Labor in Mexican Dual-Earner Families, Nueva York, University Press of America. [ Links ]

Cortés, Fernando y Rosa María Rubalcava (1994), El ingreso de los hogares, México, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI)/El Colegio de México/Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM (Monografías Censales de México). [ Links ]

Da Gloria M., María (2000), Las campesinas y el trabajo rural en México de fin de siglo, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. [ Links ]

Dixon-Müeller, Ruth (1998), Female Empowerment and Demographic Processes: Moving beyond Cairo, Lieja, International Union for the Scientific Study Population (Policy and Research Papers). [ Links ]

Espinosa, Gisela (1998), “Mujeres campesinas en el umbral del nuevo siglo”, Estudios Agrarios , núm. 5, México, pp. 64-77. [ Links ]

García, Brígida, Mercedes Blanco y Edith Pacheco (1999), “Género y trabajo extradoméstico”, en Brígida García (coord.), Mujer, género y población en México, México, El Colegio de México , pp. 273-316. [ Links ]

______ y Orlandina Oliveira (2003), “Trabajo extradoméstico femenino y relaciones de género: una nueva mirada”, Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 19, núm. 1 (55), pp. 145-180. [ Links ]

______ y Orlandina Oliveira (1994), Trabajo femenino y vida familiar en México, México, El Colegio de México. [ Links ]

González, Soledad y Vania Salles (coords.) (1995), Relaciones de género y transformaciones agrarias, México, Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer , El Colegio de México. [ Links ]

Greenhalgh, Susan (1991), “Women in the Informal Enterprise: Empowerment or Explotation?”, The Population Council, Research Division (Documento de trabajo, 33). [ Links ]

Jejeebhoy, Shireen J. (1995), Women’s Education, Autonomy, and Reproductive Behaviour. Experience from Developing Countries, Oxford, Clarendon Press. [ Links ]

______ y Zeba A. Sathar (2001), “Women’s Autonomy in India and Pakistan: The Influence of Religion and Region”, Population and Development Review, vol. 27, núm. 4, pp. 687-712. [ Links ]

Kabeer, Naila (1999), The Conditions and Consequences of Choice. Reflections on the Measurement of Women’s Empowerment, Ginebra, United Nations Research Institute for Social Development. [ Links ]

Kishor, Sunita (2000), “Empowerment of Women in Egypt and Links to the Survival and Health of their Infants”, en Harriet Presser B. y Gita Sen (coords.), Women’s Empowerment and Demographic Processes. Moving beyond Cairo, Londres, Oxford University Press, pp. 119-158. [ Links ]

Mayoux, Linda (1995), From Vicious to Virtuous Circles? Gender and Micro-Enterprise Development, Ginebra, United Nations Research Institute for Social Development . [ Links ]

Mummert, Gail et al. (1998), Rehaciendo las diferencias. Identidades de género en Michoacán y Yucatán, Zamora, El Colegio de Michoacán. [ Links ]

Neira Orjuela, Fernando (2004), “La desruralización de la zona chinampera en Xochimilco: efectos demográficos, productivos culturales y ambientales. 1940-1999”, documento de trabajo, México, Flacso, pp. 37-68 (Jóvenes Investigadores). [ Links ]

Oliveira, Orlandina de y Marina Ariza (1999), “Perspectivas de análisis sobre trabajo, familia y condición de la mujer”, Papeles de Población, núm. 21, pp. 89-128. [ Links ]

______ y Brígida García (1998), “Familias y relaciones de género en México”, en Beatriz Schmukler (coord.), Familias y relaciones de género en transformación, México, Population Council, pp. 23-52. [ Links ]

______, Marielle Pepin L. y Vania Salles (comps.) (1989), Grupos domésticos y reproducción cotidiana, México, Porrúa/El Colegio de México. [ Links ]

Pedrero Nieto, Mercedes (1996), “Algunos resultados significativos sobre organización familiar de la Encuesta del Grupo de Educación Popular con Mujeres A. C.”, en G. López Hernández et al., Familias con futuro. Derechos a una sociedad más justa, México, Grupo de Educación Popular con Mujeres A. C., pp. 50-94. [ Links ]

Rubalcava, Rosa María (1992), “Las mujeres de los hogares en San Gregorio”, en Vania Salles (coord.), “Érase una vez un lago. Proyecto Mujer y Ambiente”, México, pp. 45-76 (mimeo.). [ Links ]

Tarrés, María Luisa (1992), Configuración de roles femeninos en la comunidad de Xochimilco”, en Vania Salles (coord.), “Érase una vez un lago. Proyecto Mujer y Ambiente ”, México, pp. 79-125 (mimeo.). [ Links ]

Valenzuela, Alejandra y Héctor Robles B. (1996), “Presencia de la mujer en el campo mexicano”, Revista de Estudios Agrarios , núm. 5, México, pp. 64-77. [ Links ]

Vivas Mendoza, Maria Waleska (1996), “Vida doméstica y masculinidad”, en María de la Paz López (comp.), Hogares, familias: desigualdad, conflicto, redes solidarias y parentales, México, Somede, pp. 111-112. [ Links ]

Wainerman, Catalina (2000), “División del trabajo en familias de dos proveedores. Relato desde ambos géneros y dos generaciones”, Estudios Demográficos y Urbanos , vol. 15, núm. 1 (43), pp. 149-184. [ Links ]

1 Con esta investigación el autor ha optado por el titulo de doctor en Estudios de Población en El Colegio de México. Fue financiada por el International Development Research Centre (IDRC) de Canadá.

2Para la investigación se entendió como ingresos de las mujeres la obtención y disposición de dinero propio por la actividad realizada.

3El cuestionario para la encuesta incluyó preguntas cerradas y abiertas y se dividió en cuatro partes: en la primera se preguntaban cuestiones sociodemográficas básicas; en la segunda sobre la actividad laboral de los miembros del hogar y el tiempo que dedicaban a cada una de ellas; en la tercera se indagaba sobre las características de la producción de plantas ornamentales y, finalmente, en la última parte venían las preguntas relacionadas con la libertad de movimiento y la toma de decisiones. El periodo de aplicación de la encuesta duró aproximadamente tres meses.

4Entre los aspectos que hacen posible la caracterización del pueblo como de agricultura urbana están, por un lado, los relacionados con lo agrícola, como son: a) que se ubica en la periferia de la ciudad; b) que una proporción importante de los grupos domésticos preserva prácticas agrícolas de origen prehispánico y mestizo en combinación con formas productivas que, sin dejar de ser agrícolas, son más modernas, como es el caso de la actividad del invernadero; c) que reproduce los patrones de composición familiar extensa, caracterizada por mecanismos sociales de solidaridad y de integración estrecha; d) que mantiene prácticas socioculturales y rituales festivas de origen prehispánico; y e) que más de 50% de su población es originaria del lugar. Por otra parte están los elementos relacionados con lo urbano como son: a) la inserción territorial del pueblo a la mancha urbana del Distrito Federal; b) la fuerte presencia de pobladores provenientes de diferentes zonas de la capital; c) el establecimiento de negocios particulares (tiendas, bares, talleres, consultorios, almacenes, etc.) y de instituciones (escuelas públicas y privadas, centro de salud y centros administrativos) y, d) la inserción laboral de una proporción importante de hombres y mujeres en actividades asalariadas y no asalariadas diferentes de las agrícolas.

5En el pueblo se pueden diferenciar tres grupos de productores de acuerdo con la cantidad de plantas ornamentales que producen, con la extensión de la chinampa, con la clase de invernadero y con el tipo de plantas que cultivan: a) los de pequeña producción, que cultivan entre 1 000 y 10 000 plantas por temporada (hay en promedio cuatro temporadas al año) a los que pertenece un tercio del total de familias productoras; b) los de mediana producción, cuyo monto por temporada puede estar entre 10 000 y 50 000 plantas, con 53% de los hogares; c) los que podrían considerarse grandes productores, que por temporada llegan a producir más de 50 000 plantas y distribuyen a diferentes mercados locales y nacionales, y que son la minoría (15%). Ésta es una muestra de la gran capacidad productiva en la actividad del invernadero pese a las difíciles condiciones en que se lleva a cabo la producción; asimismo se perciben las diferencias entre unos productores y otros.

6La mayoría de los invernaderos se sitúa en un lugar diferente al de la casa pero ubicado a corta distancia; en muchos casos se encuentran aproximadamente a 500 metros de distancia. Una pequeña parte está dentro del mismo terreno de la casa, ya que el área de la vivienda suele ser grande.

7Al analizar la composición de los hogares se encontró que en San Luis hay una proporción mayor de hogares extensos (53%) que de hogares nucleares (42%). Esta significativa presencia de hogares extensos es mayor en los grupos domésticos donde predomina el trabajo no asalariado no agrícola (59%) y en los dedicados al invernadero (57%), lo que sugiere una relación entre el tipo de organización familiar y el tipo de actividad económica.

8Para la construcción de los índices en el caso de que la mujer tuviera la última palabra en la toma de decisiones, había tres posibilidades: a) hacer un índice por cada una de las trece variables que se tenían, pero la dificultad era que se desagregaba mucho la información, dado que se pretendía también elaborar gráficos y realizar análisis con variables explicativas como la edad y la escolaridad; b) hacer un índice global, que aunque ofrecía la ventaja de que concentraba todas las variables, tenía el inconveniente de que se perdía información porque se agregaba demasiado; y c) agrupar variables para formar varios índices, lo cual finalmente se aceptó. Se consideró que el diseñar estos índices con variables agrupadas ofrecía la ventaja de que se elegían variables que tenían una importante relación entre ellas, pues permitía considerarlas como un tema, lo cual no sólo facilitaba la explicación, sino además permitía hacer análisis por separado de cada variable que componía los índices. Los cinco índices creados fueron: a) manejo de recursos; b) dónde vivir; c) recreación; d) cuidado de los hijos y, e) reproducción. Cada uno de éstos pretendía medir una dimensión diferente de la autonomía. Para la construcción de los índices de libertad de movimiento se hizo lo mismo y resultaron seis índices.

91) Quién decidía si la esposa quería trabajar; 2) si ella decidía cómo se gastaba o economizaba el dinero del hogar; 3) si la esposa decidía la compra de la comida; 4) si la esposa decidía la compra de bienes importantes; 5) si la esposa decidía dónde vivir o cuándo mudarse; 6) si la esposa decidía sobre salir de paseo; 7) si la esposa decidía sobre la educación de los hijos; 8) si la esposa decidía sobre la disciplina; 9) si la esposa decidía sobre los permisos; 10) si la esposa decidía sobre lo que hacían cuando se enfermaban; 11) si la esposa decidía cuántos hijos tener; 12) si la esposa decidía si se usaban anticonceptivos y, 13) si la esposa decidía sobre cuándo tener relaciones sexuales.

10Los criterios que se adoptaron en la investigación para establecer el tipo de libertad de movimiento fueron los siguientes: a) si pedía permiso; b) si negociaba; c) si avisaba y, d) si no pedía permiso, ni negociaba, ni avisaba. Cada uno de estos criterios conformó índices que de manera específica fueron relacionados con las siguientes actividades: a) ir al trabajo; b) ir de compras; c) ir a la clínica o al hospital; d) ir a visitar parientes; e) ir a visitar a amigas y, f) poder pertenecer a asociaciones de diferente tipo.

11La pregunta indagaba sobre quién de los dos (esposo y esposa) decidía finalmente sobre su rol en aspectos específicos.

Recibido: 27 de Enero de 2004; Aprobado: 09 de Noviembre de 2004

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons