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Acta pediátrica de México

versión On-line ISSN 2395-8235versión impresa ISSN 0186-2391

Acta pediatr. Méx vol.38 no.6 México nov. 2017

https://doi.org/10.18233/apm38no6pp412-4261509 

Artículo de revisión

Cambiando los paradigmas de la infección por M. pneumoniae en pediatría

Changing the paradigms of M. pneumoniae infection in pediatrics

J Merida-Vieyra1  3 

A Aquino-Andrade1 

RM Ribas-Aparicio3 

A De Colsa-Ranero1  2 

1Laboratorio de Microbiología Molecular, Instituto Nacional de Pediatría.

2Departamento de Infectología Pediátrica, Instituto Nacional de Pediatría.

3Laboratorio de Producción y Control de Biológicos. Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, Instituto Politécnico Nacional.


Resumen

La neumonía atípica es un término que originalmente se utilizó en pacientes adultos que presentaban neumonías de curso atípico, generalmente leves y de evolución benigna, que eran causadas por agentes como: Mycoplasma pneumoniae, Chlamydophila pneumoniae y Legionella pneumophila.

En población pediátrica la presentación, tanto clínica como epidemiológica, de las neumonías por M. pneumoniae merece una especial atención ya que no siempre son cursos benignos y pueden existir numerosos cuadros extrapulmonares asociados; el proceso diagnóstico es complejo y poco diferencial de otros agentes etiológicos.

Recientemente ha llamado la atención la emergencia de la resistencia a macrólidos en algunos países del mundo, por lo que existen controversias respecto al tratamiento. Estudios numerosos realizados a nivel mundial, particularmente derivados de países asiáticos, han generado nueva información en relación al comportamiento biológico, clínico, epidemiológico, radiológico y respuesta terapéutica de M. pneumoniae en pacientes pediátricos.

PALABRAS CLAVE: Mycoplasma pneumoniae; pacientes pediátricos; neumonía; diagnóstico

Abstract

Atypical pneumonia is a term that was used originally in adult patients who had atypical pneumonia symptoms, usually with mild and benign courses, and were caused by agents such as Mycoplasma pneumoniae, Chlamydophila pneumoniae and Legionella pneumophila. In pediatric patients, the clinical and epidemiological aspects of M. pneumoniae pneumonia need special attention, because in some cases do not have benign courses and sometimes they have extrapulmonary manifestations. The diagnostic approach is complex and doing a differential diagnosis from other etiological agents is complicated. Recently, the emergence of macrolide resistance in some countries has been alarming. There are controversies regarding antibiotic treatment. Worldwide, several studies, particularly from Asian countries, had shown new data regarding the biological, clinical, epidemiological, radiological and therapeutic response of M. pneumoniae in pediatric patients.

KEYWORDS: Mycoplasma pneumoniae; paediatric patients; pneumonia; atypical pneumonia

INTRODUCCIÓN

Mycoplasma pneumoniae es el microorganismo vivo más pequeño que infecta al humano. Clásicamente se había asociado al desarrollo de neumonía atípica; sin embargo, con la disponibilidad de métodos moleculares, se conoce que participa como colonizador de la vía aérea, pero también como patógeno de numerosos cuadros tanto pulmonares como extrapulmonares, siendo los cuadros más frecuente los neurológicos, hematológicos y cutáneos. Epidemiológicamente estaba asociado a cuadros principalmente en los adolescentes y adultos, en la actualidad se sabe que puede infectar a niños menores de 5 años, incluso condicionando cuadros graves y mortales. Su diagnóstico a través de laboratorio no está disponible en la mayoría de los centros hospitalarios y la interpretación de resultados puede ser compleja. En las últimas décadas se ha reportado un importante incremento en la resistencia de M. pneumoniae a los macrólidos, que son el tratamiento de elección en pediatría. Es importante que el clínico, principalmente el pediatra, conozca la epidemiología, el papel patogénico, la presentación clínica, la metodología diagnóstica disponible y los aspectos terapéuticos de M. pneumoniae.

OBJETIVO

Actualizar al médico pediatra en los recientes aspectos epidemiológicos, microbiológicos, clínicos, de laboratorio e imagen, así como consideraciones terapéuticas en las infecciones respiratorias por Mycoplasma pneumoniae en pacientes pediátricos.

GENERALIDADES

M. pneumoniae pertenece al género Mycoplasma, clase Mollicutes, en la cual se incluyen cuatro órdenes, cinco familias, ocho géneros y cerca de 200 especies que se han aislado de humanos, animales vertebrados, artrópodos y plantas. Entre estas especies se han descrito cinco más de importancia clínica: M. hominis, M. genitalium, M. fermentans, Ureaplasma urealyticum y U. parvum, que ocasionan enfermedades al ser humano, ya sea como patógeno principal u oportunista.1

M. pneumoniae es la bacteria más pequeña que existe. Su tamaño oscila entre 1 mm de longitud y 0.1-0.2 mm de ancho, representa apenas el 5% de una bacteria típica (Escherichia coli). No es posible observarlo al microscopio óptico y no produce turbidez visible en medios de cultivo líquidos. Esta bacteria carece de pared celular, por lo tanto, no puede teñirse por la técnica de Gram y es resistente a la acción de los antibióticos betalactámicos. No es posible clasificarla como coco o bacilo debido a su pleomorfismo. No se encuentra de forma libre en la naturaleza debido a su total dependencia de un huésped que suplemente los nutrientes esenciales.2

EPIDEMIOLOGÍA

M. pneumoniae es un patógeno que infecta exclusivamente a humanos y es causante de infecciones del tracto respiratorio superior e inferior. Afecta principalmente a pacientes entre 5-20 años, pero puede presentarse en personas de todas las edades.3

Diferentes estudios han demostrado que de los pacientes con neumonía adquirida en la comunidad causada por M. pneumoniae, entre un 20 a 70% son menores de cinco años.4-8

Suele ser endémico, presentándose ciclos epidémicos cada 3-7 años.3 La mayoría de los brotes se presentan en comunidades cerradas, como bases militares, escuelas, campamentos de verano, comunidades religiosas y hospitales. Se ha descrito que parece no haber relación entre el clima, estación del año y ubicación geográfica con la infección por M. pneumoniae, por lo que se considera de distribución universal. Sin embargo, en los EE.UU. la mayoría de los brotes han ocurrido a finales del verano y principios del otoño.9 En Japón se ha reportado una correlación entre el incremento de temperatura y las infecciones por M. pneumoniae, lo que puede explicar el incremento de casos en los meses cálidos del año.10 En el mundo se reportan frecuencias que van desde 0.74 hasta 43.8% (Figura 1).11-36

Se muestra la prevalencia de este microorganismo en pacientes pediátricos alrededor del mundo. En México no existe información que documente la implicación de M. pneumoniae como agente causal de neumonía.6-8,11-36

Figura 1 Epidemiología de M. pneumoniae

La aparición de ciclos epidémicos puede deberse a la circulación de diferentes genotipos de M. pneumoniae (variación en la adhesina P1). En Japón, entre 1995 y 2001, M. pneumoniae tipo 2 fue el principal causante de infecciones; sin embargo, para el periodo 2002-2005 el tipo 1 fue el más prevalente.37 En Rusia, en el 2013, se presentó un brote por M. pneumoniae tipo 2c que incluyó 26 pacientes pediátricos y sus contactos.38 Esta variación en la circulación de diferentes tipos de M. pneumoniae impide el desarrollo de una respuesta inmune protectora en la población.

El periodo de incubación de M. pneumoniae es de 2-3 semanas, con un rango de 1-4 semanas. M. pneumoniae puede excretarse desde 2-8 días previos a la sintomatología, alcanzando un pico de excreción de 7-10 días y se extiende a 4-6 semanas o más. Se estima que alrededor del 3-10% de los niños con infección por M. pneumoniae desarrollarán neumonía, y de estos, menos del 5% necesitarán hospitalización.39 De los pacientes hospitalizados, hasta un 10% ingresa a unidad de cuidados intensivos (UCI).40

PORTADORES ASINTOMÁTICOS

M. pneumoniae puede estar presente en el tracto respiratorio de portadores asintomáticos. En Holanda se detectó a M. pneumoniae en el 21% de niños sanos sin síntomas respiratorios. En este mismo estudio se observó que M. pneumoniae puede estar presente en el tracto respiratorio sin causar enfermedad hasta por un periodo de cuatro meses.41

En un estudio realizado en EE.UU. se reportó el 56% de niños sanos con M. pneumoniae y se describieron frecuencias de portadores del 6.7 al 13% durante la investigación de un brote. Debido a una respuesta inmune protectora de corta duración, M. pneumoniae puede persistir en el organismo después de la resolución de los síntomas. Además, los antibióticos utilizados en el tratamiento (macrólidos y tetraciclinas) son agentes bacteriostáticos, lo que puede contribuir al estado de portador.10

FISIOPATOLOGÍA

Los principales mecanismos de patogenicidad de M. pneumoniae los podemos clasificar en: mecanismos de citoadherencia y mecanismos de citotoxicidad e inflamación.

Mecanismos de citoadherencia

M. pneumoniae infecta predominantemente el epitelio columnar ciliado respiratorio de la mucosa de todo el tracto respiratorio, para ello utiliza un organelo muy especializado que consiste en una serie de proteínas de adhesión, así como algunas otras accesorias de citoadhesión, las cuales son su principal factor de virulencia ya que las bacterias que pierden esta característica de adherencia son avirulentas. La adhesina P1 es el principal factor de adherencia, es una proteína transmembranal que se encuentra en la punta del organelo de adhesión, además de favorecer la citoadherencia al epitelio respiratorio favorece la movilidad de M. pneumoniae por deslizamiento.42

La segunda adhesina más importante es la P30, una proteína transmembranal, que se encuentra en forma de aglomerados en la punta del organelo de adhesión, también está involucrada en la movilidad por deslizamiento y coordina la división celular. Existen diversas proteínas accesorias de adhesión como las proteínas de alto peso molecular (HMW-1, HMW-2 y HMW-3); proteína A, proteína B y proteína-C, P65 y P116; todas ellas completan la adhesión del organelo al epitelio respiratorio. Estas proteínas pueden ser blancos terapéuticos e incluso ser antígenos para la elaboración de vacunas. La fusión de M. pneumoniae a las membranas de las células del epitelio respiratorio, podrían ser un factor crucial en la internalización de este patógeno, esto explicaría las infecciones latentes e incluso crónicas, por la evasión del sistema inmune.42 Al parecer, la gravedad de la enfermedad tiene una relación directa con el daño a nivel ciliar.43

Mecanismos de citotoxicidad e inflamación

Debido a que M. pneumoniae carece de pared celular, no contiene antígenos estimulantes, como es el lipopolisacárido capsular, peptidoglicanos o ácido teicoico. M. pneumoniae causa daño a través de dos vías: la primera, el estrés oxidativo por la formación de radicales libres como el peróxido de hidrógeno y el superóxido que dañan al epitelio y los cilios, y la segunda es la respuesta inflamatoria condicionada por la cascada de las citoquinas proinflamatorias.44

M. pneumoniae activa los receptores de patrones de reconocimiento (PRR) a través de diferentes receptores Toll-like (TLR-1, TLR-2, TLR-6), activando el factor de transcripción nuclear kβ (NF-kβ), que es un regulador clave en la activación de la cascada proinflamatoria, principalmente a través de la producción de IL-1b, IL-8 y TNF-α. Se han reportado niveles elevados de IL-1β en la fase aguda de la neumonía por M. pneumoniae, sugiriendo el rol de citoquinas vía Th1; sin embargo, otros reportes describen una polarización hacia Th2.45

La denominada toxina CARDS (acrónimo por sus siglas en inglés de Community Acquired Respiratory Distress Syndrome) es una toxina vacuolizante y ribosilante de ADP; presenta homología con la subunidad S1 de la toxina pertussis, la cual tiene una alta afinidad al surfactante-A a nivel alveolar.46 En modelos animales induce una respuesta proinflamatoria en el tracto respiratorio, estimula la producción de IL-1, IL-6, IL-12 y TNF-α e incrementa la expresión de la respuesta inflamatoria vía Th2, con producción predominante de las citoquinas IL-4, IL-3 y de las quimoquinas CCL-7 y CCL-32. También la toxina CARDS produce inflamación a través de la regulación del inflamosoma, que es un complejo multiprotéico localizado a nivel citoplasmático y es el responsable de la activación de la enzima caspasa-1, la cual a su vez activa el paso de pro-IL-1β a IL-1β.42,46

También se han reconocido más de 30 lipoproteínas de M. pneumoniae que poseen potentes propiedades inflamatorias, como son la N-ALP1/N-ALP2 y la F0F1-ATPasa, que también activan el  NF-kβ, vía TLR-1, TLR-2 y TLR-6, que ocasionan movilización y reclutamiento de linfocitos y neutrófilos a nivel pulmonar, produciendo inflamación.45

Desde el punto de vista histopatológico hay ulceración y descamación de la mucosa respiratoria, con destrucción del epitelio ciliado. Se produce un exudado inflamatorio que contiene fibrina, infiltrado mononuclear con linfocitos y monocitos, así como la presencia de polimorfonucleares. A nivel alveolar hay edema con infiltración de linfocitos, células mononucleares, células plasmáticas e incluso eritrocitos. Este edema e infiltrado celular suelen extenderse al espacio intersticial, observándose regiones con franca congestión y hemorragia.47

La enfermedad causada por M. pneumoniae se da por invasión directa o por reacción inmunológica. A través de estudios de PCR se ha detectado el DNA de M. pneumoniae en diversos líquidos y tejidos: sangre, líquido pleural, líquido pericárdico, líquido articular y líquido cefalorraquídeo; así como de oído medio, riñón, cerebro, piel (en lesiones cutáneas), hígado, bazo y ganglios, entre otros.47

INMUNIDAD CONTRA M. pneumoniae

La respuesta inmune contra M. pneumoniae depende del estado inmunológico del huésped, impactando directamente en la gravedad del cuadro y la aparición de manifestaciones extrapulmonares. La infección por M. pneumoniae produce respuesta innata involucrando macrófagos, mastocitos, neutrófilos y células NK, así como una respuesta adaptativa con anticuerpos tipo IgA, IgM e IgG.48 Además, hay una adecuada respuesta celular con linfocitos B y T. Al parecer, la respuesta humoral no condiciona protección contra reinfecciones; sin embargo, el efecto neutralizante de los anticuerpos podría ser importante para la contención en la infección aguda, ya que pacientes con deficiencias humorales pueden cursar con cuadros más graves o prolongados, además de tener más riesgo para manifestaciones extrapulmonares, particularmente a nivel neurológico.10

El papel de los macrófagos parece ser vital en controlar la infección a nivel pulmonar, ya que interviene en la opsonización y depuración del patógeno. La activación de macrófagos depende de los receptores Toll-like, particularmente el TLR2.49 En relación al perfil de citoquinas, no hay una clara polarización hacia una respuesta Th1 o Th2;50 por una parte predomina la producción de IL-8 e IL-18, en donde la IL-8 es un potente reclutador de neutrófilos, mientras que la IL-18 se encarga de activar a los linfocitos T. Los mastocitos a su vez son productores de IL-4/IF-ℽ, siendo inductor de la producción de citoquinas por los macrófagos, leucocitos periféricos y a nivel del epitelio respiratorio.10 La producción de citoquinas y la activación linfocítica por una parte puede eliminar a M. pneumoniae, o bien, causar exacerbaciones por hipersensibilidad inmunológica, agravando el daño del epitelio respiratorio y espacio alveolar.

MANIFESTACIONES CLÍNICAS

El término de “neumonía atípica” fue acuñado desde la década de 1930, incluso antes de que se determinara su etiología; se le designó de esa manera ya que contrastaba con los datos de neumonía más grave como eran fiebre alta, importante ataque al estado general y estado tóxico, que se observaban clásicamente con las neumonías por agentes piógenos como Streptococcus pneumoniae y Staphylococcus aureus. Más adelante también se le llamó la “neumonía del caminante”, debido a la poca afección sistémica aparente y relativo buen estado general del paciente.45

M. pneumoniae causa infecciones del tracto respiratorio tanto superior como inferior siendo la neumonía el cuadro de mayor impacto clínico y epidemiológico. La mayoría de las infecciones por M. pneumoniae generalmente son leves y auto limitadas; sin embargo, en la actualidad se reconoce que puede ocasionar cuadros graves y refractarios como neumonía fulminante, neumonía necrotizante y desarrollo del síndrome de dificultad respiratoria del adulto (SDRA).51 También se ha asociado a otras infecciones del tracto respiratorio superior como: faringitis, bronquitis, laringotraqueítis, rinosinusitis, otitis media, miringitis y bronquiolitis.52 Además, causa una gran variedad de infecciones extrapulmonares que afectan prácticamente a cualquier órgano.53

Habitualmente, el cuadro clínico por M. pneumoniae inicia como una infección de vía aérea superior que suele ser similar a la de un cuadro viral; sin embargo, son poco frecuentes los datos de rinitis, sinusitis y laringotraqueobronquitis.10,53 La presencia de fiebre se ha documentado entre un 38-100%.4,7,34 La faringitis por M. pneumoniae se reporta entre un 12-24% de las faringitis no-estreptocóccicas.4,54

La afección bronquial y traqueobronquial es muy frecuente, observándose en un 70-80% de los casos, es por ello que la tos no productiva y prolongada caracteriza estas infecciones. La linfadenopatía no es un hallazgo frecuente. La exploración pulmonar puede ser incluso normal o haber hipoventilación. En el 60% de los casos no se documentan estertores, mientras que 33% pueden tener estertores tardíos de despegamiento.4,55

En relación a la presencia de sibilancias existen controversias, algunos estudios muestran que se presentan en 20-64% de los casos,4,31 y por otra parte existen reportes que señalan que la ausencia de sibilancias es más compatible con infecciones por M. pneumoniae.

En una revisión que agrupó siete estudios e incluyó 1,491 niños y adolescentes, se evidencia que no puede hacerse el diagnóstico de M. pneumoniae basado únicamente en el contexto clínico. En dos de estos estudios se encontró que el dolor torácico es más frecuente en neumonías con M. pneumoniae; sin embargo, este es un dato que no puede ser referido por niños menores.56 Lo mismo pasa con la cefalea, que al parecer ha resultado ser más frecuente en las infecciones por M. pneumoniae;34 sin embargo, niños menores pueden no manifestarla tan claramente. También se ha documentado que los pacientes con M. pneumoniae pueden cursar con vómito (13-28%), dolor abdominal en 15% y diarrea hasta un 10%.7,34 A pesar de contar con esta variedad de signos y síntomas, basándose exclusivamente en la presentación clínica no pueden identificarse los cuadros neumónicos por M. pneumoniae y diferenciarlos de otros agentes como virus o bacterias piógenas.4,10,31

Existe una asociación entre la infección por M. pneumoniae y asma; sin embargo, los diferentes estudios demuestran ciertas discordancias en la participación de este patógeno, encontrándose tasas tan bajas como 3-6.6% en niños hospitalizados por asma y en otro extremo tasas tan elevadas como 29% en niños con cuadros iniciales con sibilancias y hasta 48-64% en niños con sibilancias recurrentes.31 Uno de los estudios más extensos buscando la asociación de asma e infección por M. pneumoniae se llevó a cabo en Taiwán, en donde se reclutaron 1,591 niños con infección por M. pneumoniae comparados con 6,364 controles, en este estudio se encontró un mayor desarrollo de asma cuando se cursaba con infección por M. pneumoniae.57

Los cuadros graves y fatales suelen ocurrir principalmente en pacientes jóvenes y adultos, la neumonía fatal por M. pneumoniae se estima que es entre 0.5 y 2% de los casos; sin embargo, hay estudios en los que también está reportado que los cuadros graves se presentan con mayor frecuencia en pacientes menores de 5 años. El derrame pleural se observa entre el 10-34%.7 Si bien la mayoría de las muertes se asocia a cuadros respiratorios como neumonía fulminante, neumonía necrotizante y desarrollo de SDRA, también se han reportado cuadros fatales sin componente neumónico, como puede ser la miocarditis, encefalitis, tromboembolismo pulmonar, entre otras.58

COMPLICACIONES EXTRAPULMONARES

Las infecciones respiratorias causadas por M. pneumoniae se pueden complicar con manifestaciones extrapulmonares hasta en un 25% de los casos, afectando principalmente sistema nervioso, piel y mucosas, sistema hematológico, sistema cardiovascular, sistema osteoarticular, entre otros. Estas complicaciones pueden incluso ocurrir aún sin la presencia de neumonía.42 Las complicaciones extrapulmonares pueden clasificarse de acuerdo a los tres posibles mecanismos de patogenicidad de M. pneumoniae:53 invasión directa de la bacteria al sitio anatómico específico, generando una respuesta inflamatoria local; lesión indirecta en donde la bacteria no está presente, pero se ha desencadenado una respuesta inmunológica contra la bacteria, generando complejos inmunes o autoinmunidad, y oclusión vascular que ocasiona isquemia, derivada de una lesión directa o indirecta por M. pneumoniae.

En el Cuadro 1 se muestran las diferentes complicaciones extrapulmonares ocasionadas por M. pneumoniae.53,59

Cuadro 1 Complicaciones extrapulmonares por M. pneumoniae 

Órgano/sistema Complicaciones
Piel Síndrome de Stevens Johnson, mucositis, exantema, eritema, dermatosis subcorneal, vasculitis, liquen plano, necrólisis epidérmica tóxica, eritema multiforme, urticaria, púrpura anafilactoide, eritema nodoso, mucositis
Neurológicas Meningoencefalitis, encefalitis/encefalitis diseminada aguda, meningitis aséptica, mielitis transversa, síndrome de Guillain Barré/síndrome de Miller Fisher, neuropatía variante de Guillain Barré, neuropatías craneales/periféricas, cerebelitis/ataxia cerebral aguda, parkinsonismo transitorio, síndrome de Opsoclonus-Mioclonus, evento cerebral isquémico, necrosis talámica/cuerpo estriado
Hematológicas Trombocitopenia, púrpura de Henoch-Schonlein, síndrome hemofagocítico, síndrome de hipoprotrombinemia anticoagulante lúpico, trombosis arterial, rabdomiolisis, infarto esplénico, coagulación intravascular diseminada (CID)
Cardiacas Miocarditis, pericarditis, endocarditis, enfermedad trombótica cardiaca/aórtica
Músculo- esquelético Artritis, rabdomiolisis
Órganos de los sentidos Ojo: conjuntivitis, iritis, uveítis
Oído: otitis media, pérdida auditiva súbita
Digestivas Hepatitis/hepatitis fulminante, pancreatitis.
Nefrourinario Glomerulonefritis, nefropatía por IgA, embolismo de arteria renal, priapismo
Misceláneas Enfermedad de Kawasaki'mononucleosis infecciosa

COINFECCIÓN CON OTROS PATÓGENOS

La participación de otros patógenos durante la infección de M. pneumoniae ha sido ampliamente discutida. Se ha descrito la coinfección entre un 50-90%.40,60 En un estudio multicéntrico en EE.UU., que reunió 171 pacientes pediátricos con infección por M. pneumoniae, se documentó que en un 65% de los pacientes existía coinfección con otros patógenos, siendo el 38% de los casos con bacterias piógenas como Haemophilus influenzae, S. pneumoniae, S. aureus, Moraxella catarrhalis y Streptococcus pyogenes; mientras que los agentes virales se presentaron en un 7.6%, siendo los rinovirus y los coronavirus los agentes más frecuentes. La coinfección mixta con virus y bacterias se documentó en un 20%.40

Es importante comentar que la codetección no implica coinfección a nivel pulmonar, muchos de estos microorganismos en tracto naso-oro-faríngeo son considerados colonizantes, pero potencialmente patógenos; detectarlos en estos sitios no indica que sean responsables del cuadro infeccioso, por lo que el hallazgo puede ser clínicamente irrelevante. Esta asociación aún no es clara, por lo que se requieren estudios prospectivos con identificación de los diversos patógenos en lavados broncoalveolares en pacientes con neumonía.

MÉTODOS DIAGNÓSTICOS

1. Estudios de imagen

No existe un patrón radiológico característico en general que se correlacione con la información clínica. En las radiografías de tórax, lo descrito tradicionalmente son patrones intersticiales difusos bilaterales, opacidades reticulares, así como opacidades en parche, que cuando son bilaterales, suelen estar cerca del hilio o en lóbulos inferiores. Los infiltrados focales, como consolidación, el derrame pleural y adenopatía hiliar, se observan con menor frecuencia.61

En una extensa serie de 1,280 casos pediátricos con neumonía por M. pneumoniae, que fueron evaluados con TAC pulmonar, se documentó con mayor precisión que el 54% de las lesiones eran unilaterales, mientras que el 46% fueron bilaterales. Los patrones tomográficos fueron diversos, predominando las opacidades extensas en parche (86%); con menos frecuencia los infiltrados en patrón moteado, así como imagen en vidrio despulido. Otro hallazgo significativo fue que en un 77% se encontró engrosamiento de las paredes bronquiales. El derrame pleural se documentó en un 11%, mientras que la adenopatía mediastinal en un 10%.61 También se ha encontrado que en cuadros más graves y refractarios se observan más las consolidaciones segmentaria-lobar (50-62%), así como incremento en el derrame pleural hasta el 22%.51

2. Biometría hemática

Al parecer no tiene hallazgos específicos, no es frecuente el desarrollo de leucocitosis, y normalmente el recuento diferencial de leucocitos suelen no tener un predominio; incluso, los cuadros de neumonías graves y complicadas no han mostrado cambios significativos en los recuentos hemáticos.9 No obstante, si se ha reportado elevación de la proteína C reactiva en cuadros refractarios.51

Algunos estudios han demostrado también que la BH no tiene diferencias significativas en comparación con neumonías ocasionadas por otros patógenos.34 Un hallazgo relevante es que se ha documentado que la elevación de la deshidrogenasa láctica (DHL) puede ser un biomarcador predictivo de la gravedad de la neumonía por M. pneumoniae, ya que en pacientes tanto pediátricos como adultos los niveles de DHL se correlacionan con el desarrollo de neumonía fulminante.58,62

3. Serología

Las pruebas serológicas incluyen crioaglutininas, fijación de complemento y ensayos inmunoenzimáticos; estos últimos, es el más utilizado para el diagnóstico de M. pneumoniae.

a) Crioaglutininas

La formación de crioaglutininas es la primera respuesta humoral que se observa frente a la infección por M. pneumoniae. Aparecen entre la primera y segunda semana y desaparecen de dos a tres meses después. No son un buen indicador de infección, debido a que solo se presentan en el 50-60% de los casos. Los resultados falso-positivos son frecuentes; se observan reacciones cruzadas con el virus Epstein-Barr, Citomegalovirus, Klebsiella pneumoniae, Treponema pallidum, virus de la influenza, Adenovirus y L. pneumophila.63

b) Inmunoensayo enzimático (ELISA)

El ELISA es el método inmunológico más utilizado para el diagnóstico de infección por M. pneumoniae. Permite la detección de IgM, IgG e IgA. Tiene una mayor sensibilidad, en comparación con el cultivo, para detectar la infección por M. pneumoniae en la fase aguda. Además, tiene la ventaja de ser cualitativa o cuantitativa, no requerir equipo especializado y utilizar pequeños volúmenes de suero.64 La IgM aparece entre 7-10 días después del inicio de la infección y sus niveles son más altos en la primera infección que en las subsecuentes. Los niveles de IgG son detectables aproximadamente en la quinta semana y pueden persistir por varios años después de una infección aguda.8 Para un diagnóstico adecuado es necesario colectar suero en la fase aguda y en la fase de convalecencia. Un incremento de cuatro veces o más en el título de anticuerpos indica una infección reciente.65

El inconveniente de utilizar IgM como marcador de infección aguda en niños radica en que pacientes menores de 6 meses pueden no producir IgM. Otra importante limitación de la serología para el diagnóstico de infección aguda por M. pneumoniae radica en una inadecuada producción de anticuerpos en algunas infecciones o una respuesta inmune humoral deficiente como resultado de alguna inmunosupresión. Resultados falso-negativos pueden ocurrir si el suero es colectado después de la administración del tratamiento con antimicrobianos.66

4. Diagnóstico de microbiológico

El diagnóstico de la infección por M. pneumoniae es difícil, debido a que es un microorganismo de crecimiento lento (difícil cultivo), la considerable seroprevalencia entre la población y la presencia de portadores asintomáticos.67 Este diagnóstico se basa principalmente en cultivo y detección de ácidos nucleicos.

a) Cultivo

El cultivo es considerado el estándar de oro para el diagnóstico de infección por M. pneumoniae. Las muestras disponibles para cultivo incluyen exudado faríngeo, esputo, aspirado nasal o traqueal, lavado bronquioalveolar o líquido pleural.52 Se recomienda utilizar un medio de transporte adecuado, como caldo soya tripticaseína con 0.5% de albumina sérica bovina para evitar la desecación. El tiempo entre la toma de muestra y el envío al laboratorio no debe ser mayor a cuatro horas. Si no es posible el transporte inmediato al laboratorio, las muestras pueden almacenarse a 4°C. Sin embargo, el crecimiento de M. pneumoniae es lento (de tres a seis semanas) y difícil debido a sus altos requerimientos nutricionales (adición de suero al medio de cultivo) por lo que no es recomendable para el diagnóstico de rutina. El cultivo se reserva para la tipificación molecular de los aislamientos y realizar pruebas de sensibilidad a antimicrobianos.65

b. Detección de ácidos nucleicos

El primer reporte de la PCR (por sus siglas en inglés polymerase chain reaction) para la detección de M. pneumoniae en muestras clínicas fue en 1989. Desde entonces se han publicado varios reportes que utilizan diferentes blancos genéticos como el gen que codifica al 16S rRNA, el gen p1, el operón de la ATPasa, tuf, parE, dnaK, pdhA, repMp1 y el gen CARDS.9,68 Las ventajas de la PCR sobre el cultivo y la serología radican en una mayor sensibilidad, completar el proceso de la muestra en un solo día, la obtención de un resultado positivo en menor tiempo en comparación con la serología y el requerimiento de una sola muestra en la cual M. pneumoniae no necesariamente debe estar viable.66 Las muestras clínicas disponibles para la prueba de PCR incluyen secreciones orofaríngeas y nasofaríngeas, esputo, lavado traqueobronquial y biopsia de pulmón.65 Se ha sugerido que el uso de la PCR en combinación con la serología puede proporcionar un mejor diagnóstico y puede ayudar a distinguir entre colonización e infección verdadera.9

TRATAMIENTO

Los antibióticos con actividad contra M. pneumoniae son los macrólidos, los ketólidos, las tetracilinas y las fluoroquinolonas.69 En adultos, los macrólidos, las fluoroquinolonas y las tetraciclinas son los tratamientos de elección y en pacientes pediátricos únicamente los macrólidos. Aún es desconocido el valor terapéutico del uso de antibióticos en niños hospitalizados con neumonía por M. pneumoniae. En la actualidad se cuestiona la verdadera utilidad de los antibióticos para el tratamiento de M. pneumoniae.70

Una revisión sistemática de 17 estudios no encontró significancia estadística en el beneficio del uso de antibióticos en aquellos pacientes con infección respiratoria baja por M. pneumoniae.71 De manera similar, en una revisión que involucró siete estudios con 1,912 niños con infección del tracto respiratorio inferior por M. pneumoniae, se analizó la respuesta clínica de pacientes tratados con esquemas de antibióticos basados en macrólidos, comparada con esquemas que no incluían macrólidos, encontrándose que no había ninguna diferencia.72 En contraparte, hay estudios que reflejan que pacientes con M. pneumoniae sensibles a macrólidos (MPSM), al ser tratados con los mismos, tienen una mejor evolución clínica y menor índice de complicaciones que aquellos pacientes con M. pneumoniae resistentes a macrólidos (MPRM).73,74 Estas evidencias nos permiten replantearnos que si el uso de macrólidos no fuera de utilidad, los cursos clínicos tanto de infecciones por MPSM como MPRM deberán ser similares; precisamente en estos estudios comparativos se vislumbra el posible beneficio de los macrólidos. En la actualidad, aunque no existe una evidencia sólida que nos indique que sea necesaria una terapéutica antimicrobiana contra M. pneumoniae, en la práctica clínica se continúa su recomendación. Para cuadros graves y refractarios está bien documentada la utilidad del tratamiento con corticoesteroides.58,62

RESISTENCIA ANTIMICROBIANA

Debido a que M. pneumoniae carece de pared celular es intrínsecamente resistente a los betalactámicos. Antes del año 2000 las infecciones por M. pneumoniae eran tratadas esencialmente con macrólidos, ya que los aislamientos clínicos con resistencia a estos antimicrobianos era muy rara.69

En el año 2001, se reportó en Japón la primera mutación en el gen 23S rRNA en M. pneumoniae, en un paciente pediátrico con neumonía; a partir de entonces, la resistencia se ha ido extendiendo a nivel mundial. Los índices de resistencia a macrólidos varían de acuerdo a la región del mundo. En Asia, se reportan frecuencias de hasta el 90%, en Europa del 1-26%, mientras que en EE.UU. y Canadá se encuentran en 13% y 12%, respectivamente.39,40 Esto constituye un problema en el tratamiento de infecciones en pacientes pediátricos debido a que las alternativas terapéuticas como tetraciclinas, no son recomendadas para niños.75

El mecanismo molecular de la resistencia se basa en mutaciones puntuales en el dominio V de la subunidad 23S del rRNA (posiciones 2058, 2059, 2062, 2611), lo que reduce la afinidad del antibiótico al ribosoma69 y ocasionalmente también involucra mutaciones en las proteínas ribosomales L4 y L22.69,76

Existe la evidencia de que las cepas de M. pneumoniae con resistencia a macrólidos pueden cursar con cuadros más graves y con mayor frecuencia manifestaciones extrapulmonares.74 En pacientes con cepas resistentes, las alternativas terapéuticas son quinolonas y en niños mayores de 8 años las tetraciclinas como la minociclina.77 A la fecha, no hay evidencia de resistencia a las fluoroquinolonas o a las tetraciclinas.69 En la actualidad, se estudian nuevos antimicrobianos potencialmente útiles contra cepas resistentes a macrólidos como: la lefamulina (pleuromutilina), solitromicina y nafitromicina (ketólidos), omadaciclina (aminometilciclina) y la zoliflodacina (espiropirimidinetriona).10

VACUNAS CONTRA M. pneumoniae

Las vacunas contra M. pneumoniae datan de 1965, originalmente se probaron vacunas inactivadas, documentándose adecuada producción de anticuerpos; sin embargo, se presentaron efectos adversos en algunos grupos de pacientes que inicialmente no    habían elevado anticuerpos, pero cuando posteriormente cursaban con infección por M. pneumoniae tenían cuadros más severos, lo que indicaba una posible sensibilización con la inmunización primaria.78 También se han utilizado vacunas vivas atenuadas; no obstante, las reinfecciones por M. pneumoniae eran frecuentes, por lo que no parecieron ser tan efectivas. Recientemente, se han desarrollado estrategias con vacunas basadas en antígenos, administrándose tanto a nivel intranasal como sistémicas, utilizando proteínas recombinantes inmunogénicas como la proteína de la adhesina P1, específicamente la parte C-terminal de la misma (RP14), induciendo una inmunogenicidad sólida tanto a nivel de mucosas como sistémica. También se han utilizado proteínas quiméricas de RP14 y la proteína de adhesión P30, que inducen una adecuada respuesta con producción IgA a nivel de mucosas, que además de prevenir infecciones, pudiera incluso tener un efecto para evitar la colonización.79

CONCLUSIONES

M. pneumoniae tradicionalmente se había considerado como agente de neumonía atípica en adolescentes y adultos, aparentemente con cursos benignos e incluso auto limitados. En la última década, ha surgido mucha información en relación a M. pneumoniae en pacientes pediátricos, por lo que empieza a haber un cambio de paradigma en los conceptos conocidos por este patógeno. En la actualidad M. pneumoniae ya se reconoce como un colonizante de la vía aérea y sabemos que no es un patógeno infrecuente como causa de neumonía, además de que no es exclusivo del adolescente y adulto, sino que incluso puede afectar niños menores de 5 años. Si bien los cursos suelen ser benignos, hay cuadros graves y complicados. M. pneumoniae cada vez empieza a tomar un papel fundamental en cuadros extrapulmonares. El diagnóstico clínico no suele cursar con datos específicos, y puede ser indistinguible de neumonías virales y bacterianas, lo que hace indispensable su evaluación por laboratorio tanto con pruebas serológicas y moleculares. Finalmente, aunque aún no queda establecido el real valor terapéutico de los antibióticos en el curso de la enfermedad, en la actualidad se siguen recomendando. En esta nueva era en que la resistencia a macrólidos es emergente, otros antibióticos aparecen como alternativas. Sin duda, se requieren más estudios prospectivos para acabar de resolver aún de los muchos interrogantes en relación a este patógeno.

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Recibido: 21 de Junio de 2017; Aprobado: 7 de Septiembre de 2017

Correspondencia De Colsa-Ranero A. agustin.decolsa@infecto.mx

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