Si la pasión política no fuese rigurosamente opuesta al espíritu científico, sería de mayor interés mandar observadores a los países sacudidos por la revolución, con el fin de que analicen, según el método de la ciencia experimental, la naturaleza y la evolución del estremecimiento social. Estas observaciones ahorrarían quizá a otros países decepciones y contrariedades.1
En el diario Paris-Midi, Pierre Audiat ironizó acerca de las “Revoluciones experimentales”. Refiriéndose a las tensiones -nueve días antes de la expropiación petrolera- entre las compañías y el gobierno cardenista, Audiat asociaba a México con un “laboratorio” donde fuese necesario observar los procesos sociopolíticos de manera científica y establecer los intereses de la experiencia. México se convertía en un caso de estudio, para saber si era interesante adaptar las medidas tomadas ahí. A pesar de su sarcasmo, ya existía un interés, una observación, ya que la izquierda francesa percibía con interés las experiencias realizadas por el México cardenista, y varios observadores analizaron sus medidas, confirmación de este estatuto de “laboratorio” o ejemplo.
El México cardenista fue considerado como un periodo de transición en el siglo XX mexicano.2 Culminación del proceso revolucionario, el sexenio de 1934 a 1940 fue visto como la aplicación de las exigencias sociales de los levantados entre 1910 y 1920: el reparto agrario, la satisfacción de las demandas obreras y la nacionalización del petróleo mexicano. Además, consolidó las bases de la “revolución institucional” -con la incorporación de las masas en el partido revolucionario- y consolidó la industria nacional, que fue imprescindible durante y después de la segunda guerra mundial. Lázaro Cárdenas apareció como una figura de gran interés por los cambios que realizó. La política del michoacano atrajo la curiosidad y la admiración de grupos de Estados Unidos (Tenorio, 1991), en América Latina3 y al otro lado del Atlántico. Durante los años treinta, las noticias mexicanas interesaron a amplios sectores de la población europea. La izquierda francesa4 manifestó su admiración a pesar de su escaso conocimiento de la realidad latinoamericana. Por ello, la política de Cárdenas llegó a ser paradigmática. Su política social, el apoyo a la República española durante la guerra civil (1936-1939) y la expropiación petrolera suscitaron interés y fueron base de reivindicaciones.
El cardenismo alimentó la esperanza y motivó exigencias para aplicar medidas similares. Esta admiración estaba presente en la prensa francesa, sobre todo en los diarios de los movimientos de izquierda.5 La prensa presenta y comenta públicamente las noticias. A pesar de una actualidad internacional limitada a una página y con un México en muchas ocasiones ausente, hubo algunas presentaciones más detalladas de la política cardenista. Políticos mencionaron a México en discursos, en debates de partido y en editoriales, signo de apropiación e instrumentalización de la experiencia mexicana. Otros presentaron al México cardenista en sus libros o conferencias. Muchos destacaron su ejemplo, con la esperanza de orientar y movilizar a sus militantes. Se presentó a México como un horizonte atractivo para la izquierda francesa, que tomó al cardenismo como un ideal y como un modelo a seguir. Estos medios permiten ver circulaciones transnacionales poco afectadas por la acción del gobierno cardenista y demuestran el proceso de uso de este “modelo” por los diferentes grupos.
El modelo se refiere a una situación a la cual se aspira. Este ideal puede ser político, social o económico, y se vincula al proceso de modernización, ya que el modelo es visto como el porvenir que hay que alcanzar. El modelo no es emitido voluntaria ni totalmente controlado por el “emisor”, mientras que, por parte del “receptor”, hay un proceso de “asimilación, imitación, adopción, modificación” (Rolland, 1998, p. 393). En el caso de la política cardenista, se manifiesta la voluntad de adoptar ciertos elementos para modificar la situación francesa, ya que México fue percibido como un paradigma que había que tomar en cuenta. Se apropiaron varios elementos para justificar una imitación. Estas manifestaciones de admiración comprobaron un proceso inverso al siglo XIX. En ese entonces, Francia era un modelo político para gran parte de América Latina, por su revolución de 1789, así como por su proceso de modernización (Rolland, 2011, pp. 23-24). Durante el sexenio cardenista, había un interés de algunos franceses por la política del michoacano, y esta se volvió un referente en los debates de la izquierda francesa y un instrumento de reivindicaciones. Esto se ve sobre todo dentro de los movimientos socialista y sindicalista, cuyo uso del referente cardenista es mayor que los comunistas, admiradores del referente soviético, o los radicales, apegados a la herencia revolucionaria y republicana francesa.
Por ello, es necesario considerar esta instrumentalización para cuestionar el proceso de “modelo” y buscar los flujos contrarios, con la finalidad de presentar no solamente la dirección de país moderno como “emisor” de modelo a país en proceso de desarrollo como “receptor”, sino cómo países de la “periferia” como México influyeron sobre los países modernos. Esta instrumentalización permite tomar en cuenta el uso de México como un referente ideológico dentro de la política francesa. Con el análisis del uso del cardenismo como argumento paradigmático y reivindicativo y la apropiación que realizaron los franceses, es posible cuestionar las inspiraciones ideológicas de la izquierda gala y, sobre todo, considerar aquellas que provinieron del extranjero. Especial énfasis se pone en los socialistas y sindicalistas, quienes en mayor proporción se refirieron al cardenismo como un modelo.
El sexenio cardenista compartió dinámicas coetáneas con la izquierda francesa. En 1935 y 1936 Cárdenas y los partidos de izquierda se consolidaron, respectivamente, el primero en el poder, y los segundos uniéndose en una coalición de Front Populaire. Después, de mayo de 1936 hasta marzo de 1938, fue un periodo de mayor radicalismo tanto para el gobierno cardenista como para el Front Populaire en el poder. Y, al final, la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938 sucedió al mismo tiempo que el intento fallido del socialista Léon Blum para formar un nuevo gobierno de Front Populaire, procesos que provocaron una moderación de ambas izquierdas.6
La simpatía y admiración de la izquierda francesa, y sobre todo socialista y sindicalista, obliga a cuestionar su alcance. Por ello, varias preguntas surgen para considerar este proceso: ¿cuáles fueron los elementos de interés que el México cardenista tuvo para la izquierda francesa?, ¿México llegó a ser un modelo, aunque limitado, para algunos franceses?, ¿cómo fue instrumentalizado el cardenismo por la izquierda francesa para orientar la política nacional?
Luego de hacer una presentación de las percepciones francesas sobre México en los años treinta y ver los elementos destacados, haré una presentación de las influencias extranjeras sobre la izquierda francesa y presentaré al México cardenista como modelo alterno frente a la Unión de las Repúblicas Socialistas y Soviéticas (URSS). Después, revisaré las consideraciones sobre el México cardenista como paradigma para la izquierda en cuatro tiempos: primero, considerando al cardenismo como factor de esperanza; segundo, al cardenismo como reivindicación de la aplicación del programa del Front Populaire; tercero, presento el intento para reavivar las ambiciones de la izquierda -al explicar la expropiación y su alcance-, y, finalmente, destaco a México y su modelo de “democracia económica”.
LAS IMÁGENES DE MÉXICO EN FRANCIA
País desconocido, México nutría varias representaciones en la Francia de los años treinta. México era tema de libros, de artículos en la prensa o de exposiciones en París. Sin embargo, la imagen que proyectaba era más bien negativa, lo que era lamentable tanto para los mexicanos como para los franceses que simpatizaban con México.7 Por ello, los franceses imaginaban a México como un territorio a la vez exótico, violento y con riquezas inconmensurables. La violencia era un tema muy desarrollado, entre la mención de un México -“tierra de los volcanes”- azotado por diversas catástrofes naturales, así como una “tierra de revoluciones” y de bandidos. La revolución mexicana -entre 1910 y 1920-, así como las repetidas rebeliones en los años siguientes, alimentaron dicho estereotipo.8 Y los rumores de levantamientos abundaron en la prensa francesa, a pesar de no ser siempre confirmados.9
Esta percepción se veía igualmente reflejada en la prensa diaria, donde abundaban las noticias referentes a la violencia, como se puede apreciar en los cuadros 1 y 2. La violencia en México ocupaba 15% de los artículos de la prensa que se referían al país americano,10 aunado al 8% acerca de aquellos que hablaban de la política anticlerical que provocaba violencias;11 es decir, casi un cuarto de las noticias acerca de México evocaba hechos sangrientos. Esto constituye el tema de mayor importancia frente a las temáticas sociales y culturales. Por ejemplo, en 1934, México era considerado como “literalmente de moda”,12 en parte por varias películas proyectadas y libros publicados que se centraban en el país latinoamericano.13 Tanto las novelas como los filmes transmitieron la imagen de un México violento, entre combates sangrientos, acciones de bandidos o de revolucionarios como Pancho Villa.
Ideología | Riqueza | Social | Violencia | Cultura | Otro | |||||
Izquierda | 5.47 | 22.68 | 17.47 | 13.65 | 2.70 | |||||
Radical | 4.21 | 14.08 | 15.53 | 14.61 | 3.29 | |||||
Derecha | 8.15 | 28.93 | 15.29 | 12.11 | 3.51 | |||||
Católicos | 3.79 | 4.71 | 10.46 | 20.92 | 0.57 | |||||
Ultraderecha | 13.52 | 15.12 | 14.90 | 15.04 | 1.16 | |||||
Total | 7.66 | 20.24 | 15.11 | 14.38 | 2.49 |
Fuentes: a partir de la revisión de periódicos franceses (en Gallica y Retronews, sitios de la Bibliothèque Nationale de France). Se clasificaron por temática de la mención de México. Los periódicos de izquierda son: L’Humanité, Ce Soir, Le Populaire, Le Peuple, los radicales: L’Œuvre, La Dépêche de Toulouse, L’Ère Nouvelle, L’Homme Libre; los de derecha: Le Figaro, Le Journal des Débats, Le Temps, Paris-Midi y Paris-Soir; los católicos: L’Écho de Paris, Le Jour, La Croix; y de ultraderecha: Le Petit Journal, Le Journal, Le Matin, L’Action Française. Para la ideología se hizo a partir de Borne y Dubief (1989, pp. 260-261).
Ideología | Anticlericalismo | Comunismo | Fascismo | Competencia de modelos | Apoyo a España | SDN | ||||||
Izquierda | 1.98 | 3.30 | 6.53 | 1.91 | 16.28 | 8.04 | ||||||
Radical | 2.76 | 6.32 | 3.03 | 3.82 | 15.26 | 17.11 | ||||||
Derecha | 5.61 | 3.75 | 2.58 | 4.04 | 7.30 | 8.72 | ||||||
Católicos | 36.78 | 5.06 | 1.03 | 0.80 | 8.05 | 7.82 | ||||||
Ultraderecha | 3.05 | 6.25 | 1.45 | 3.20 | 17.15 | 9.16 | ||||||
Total | 7.88 | 4.59 | 3.07 | 2.99 | 12.14 | 9.46 |
Fuentes: a partir de la revisión de los periódicos franceses Gallica y Retronews. Se clasificaron por temática de la mención de México. En cuanto a los diarios revisados, véase supra.
Además, México era percibido como un espacio de grandes riquezas. Dentro de los imaginarios franceses, seguía siendo un territorio con abundantes recursos mineros, una región de enriquecimiento rápido, con aventuras fructíferas e historias de bandoleros. Las noticias en la segunda mitad de los años treinta reforzaban esta percepción de México como país rico. La compra de plata mexicana por Franklin Delano Roosevelt, así como el petróleo mexicano que surgió en la escena internacional luego de la expropiación petrolera de 1938, comprobaron la posesión de esta riqueza (Riguzzi y De los Ríos, 2012, pp. 284-286 y 288-289). Por ello, un periodista afirmó que “México tiene dos ubres: el petróleo y la plata”.14 Como se aprecia en el cuadro 1, México era asociado a sus riquezas, aunque esta noción representa solamente 8% de las referencias.15
La otra temática presente era el exotismo de México, que era visto como una tierra de desiertos, de selvas y de ruinas prehispánicas. El nopal, por ejemplo, era un elemento que representaba a México, tanto en las películas como en las ilustraciones de libros.16 La presencia indígena era recordada en los diversos medios escritos y proyectados, fuese en las ruinas mayas o de Teotihuacán, así como en los rasgos de los mexicanos. Era un tema que atraía a especialistas franceses en los años treinta, a antropólogos como Paul Rivet, o etnólogos como Jacques Soustelle (Rolland, 1996, p. 137).
Por ello, México era un país desconocido, atractivo, objeto de prejuicios, incomprensiones, repulsiones y admiraciones. Sin embargo, otra temática ganó en importancia, sobre todo a partir de la revolución mexicana de 1910, la de México como un país “bolchevique”. La revolución mexicana quedó asociada a la revolución rusa de octubre de 1917 en la mente de muchos franceses. Movimientos coetáneos, con políticas agraria, obrera y anticlerical y el no reembolso de los préstamos vinculaban a ambos países. La falta de claridad acerca de las decisiones posrevolucionarias mexicanas fomentó esta visión distorsionada.17 De manera reiterada, la prensa francesa de derecha vio en México un país gobernado por “bolcheviques”. La temática “social” era una de las más presentes en la prensa, en parte por la importancia de las huelgas, movimientos obreros, así como por las decisiones que debían mejorar la situación de los trabajadores a expensas de los inversionistas.18
Según los diarios de la derecha francesa, varias medidas del gobierno cardenista confirmaban su “bolchevismo”. La decisión de aplicar una educación “socialista” -que atacaba a la influencia de la religión en las escuelas (Lerner, 1982)- y la represión de los católicos provocaron grandes críticas (Foulard, 2010). Estos elementos reforzaron el prejuicio de un país “ateo” y “marxista”, ya que el gobierno mexicano atacaba a los valores tradicionales y a la Iglesia. El respaldo a la España republicana durante la guerra civil fue otro elemento que vinculó a México con el comunismo.19 Del mismo modo, esta opinión fue confirmada por el asilo dado al exlíder del Ejército Rojo, León Trotski (Cárdenas, 1993, pp. 197-199). La expropiación petrolera decretada el 18 de marzo de 1938 por Cárdenas fue otro aspecto del México “soviético”, ya que no sólo era “anticapitalista”, sino “bolchevique”, según los columnistas de la prensa de derecha.20 Además, apreciaciones de políticos desde el centro hasta la ultraderecha confirmaban la pertenencia de México a los países comunistas, como la URSS y España.21
Aunado a una visión tradicional de un país violento, rico y exótico, México era tildado de “bolchevique”, alimentando cierta repulsión. Sin embargo, confirmaba que era un país de izquierda y esto alimentó el interés de militantes de esta corriente. Ahora, es necesario ver las influencias exteriores que tenía la izquierda francesa en los años treinta, para luego considerar al México cardenista como ejemplo dentro de este panorama.
LA IZQUIERDA FRANCESA DE LOS AÑOS TREINTA Y SUS INFLUENCIAS EXTERIORES
La izquierda francesa construyó gran parte de su base ideológica a partir de una rica política nacional. La revolución francesa permanecía como un marcador importante, ya que las diferentes corrientes de izquierda se adherían a los principios de la República jacobina de 1792-1793. La Segunda República (1848-1852) o la Commune de París de 1871 también fueron referentes, con ciertos matices. En la centroizquierda los radicales quedaron muy apegados a los principios de la revolución francesa como la libertad, la pequeña propiedad y el laicismo.22 En oposición, los socialistas tomaron en cuenta las medidas más sociales, como el derecho al trabajo de la Segunda República, y ciertas ideas de la Comuna de 1871 que defendían la propiedad común y la igualdad (Winock, 2003, pp. 342-343).
Dentro de las influencias externas decisivas se encuentra la importancia de Karl Marx en los movimientos socialistas, los cuales retomaron ciertos conceptos marxistas (como el proletariado, la lucha de clases, etc.). Sin embargo, el éxito de Lenin en Rusia en 1917 provocó una escisión entre los socialistas, ya que, en 1920, se dividieron entre la Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO, socialista) y el Partido Comunista Francés (PCF). Los primeros defendieron los principios reformistas para llegar al socialismo, mientras que los segundos estimaban necesario un proceso revolucionario para llegar al régimen ideal (Berstein y Milza, 2009, pp. 105-106, 109-110). Por ello, la política seguida por Lenin y sus sucesores, así como las consignas de la Tercera Internacional de Moscú, influyeron fuertemente en las acciones del PCF, como en agrupaciones de otros países. Así, la URSS se convirtió en modelo de los comunistas franceses a partir de los años veinte. Era el horizonte político que los comunistas querían alcanzar (Hourmant, 2005, pp. 477-479).
El New Deal fue otro paradigma que surgió en los años treinta para la izquierda francesa. Esta política fue aplicada por Franklin Delano Roosevelt a partir de 1933. La mayor intervención del Estado en la economía era defendida por la izquierda francesa para limitar los efectos negativos del mercado y apoyar a las masas trabajadoras afectadas por la crisis de 1929 (Berstein y Milza, 2009, pp. 147-148). La experiencia de Roosevelt interesó. No obstante, al inicio, esta fue criticada por el partido socialista y su líder Léon Blum. Seguían apegados a las teorías marxistas, y por ello vituperaban la moderación del neoyorquino y su poco anhelo en acabar con el capitalismo (Chaux, 2009, pp. 54-57). Las críticas entre 1933 y 1936 dependieron mucho de la política francesa.23
No obstante, la influencia de algunos consejeros económicos de Blum, como Georges Boris, reforzó el interés por la experiencia estadunidense. Una vez ganadas las elecciones de 1936, y después de que Blum fuera nombrado como jefe de gobierno, el socialista admitió inspirarse en Roosevelt (Chaux, 2009, pp. 85-86). En ello, como lo subraya Marc Chaux (2009, pp. 94-95), Blum se inspiró en el New Deal para varias decisiones, como el incremento del poder adquisitivo de los trabajadores, las leyes sociales, como las convenciones colectivas, la devaluación, así como la voluntad de aumentar el déficit presupuestario.24 La caída del gobierno de Blum en julio de 1937 se debió al rechazo del ala derecha de los radicales a incrementar el déficit y, en consecuencia, aplicar una política similar a la del estadunidense.
Durante la segunda mitad de los años treinta los comunistas admiraban a la URSS y Roosevelt era un ejemplo para los socialistas franceses, y la admiración hacia el México cardenista competía con estos dos paradigmas. México no era un país comunista y por ello no atrajo mayor interés por parte de la sección francesa de la Tercera internacional; sin embargo, parecía ser paradigmático para los socialistas y los sindicalistas. Antes de ver los puntos de admiración del México cardenista, conviene considerar en qué medida México constituyó un sustituto de la URSS.
MÉXICO, UN MODELO ALTERNATIVO A LA UNIÓN SOVIÉTICA
En varias ocasiones, algunos políticos e intelectuales de izquierda estimaron que México y la Unión Soviética enfrentaban calumnias y eran blancos de críticas injustas.25 No obstante, algunos izquierdistas opusieron a ambos países con la meta de demostrar que México era un mejor ejemplo que la URSS y para reducir la influencia soviética sobre la izquierda francesa. Esto comprobaba una desconfianza hacia Moscú.
Asimismo, todos los periódicos mencionaron a México y a la URSS como países aliados de la República española. Sin embargo, existía una distinción dentro de la izquierda francesa. Los comunistas mencionaron el apoyo del lejano país latinoamericano. Por su parte, los socialistas insistían en que el apoyo mexicano era más valioso. Jean Longuet escribió en Le Populaire que “México destacó, desde que estalló la criminal empresa contrarrevolucionaria de Franco, como el más leal, el más seguro amigo de la República española que no cesó de ayudar generosamente, por todos los medios en su poder, mucho antes que la Rusia soviética”.26 Insistía en que los comunistas no fueron los únicos ni los primeros en apoyar a los republicanos. Era una manera de restarle fuerza a las acusaciones y ataques de los comunistas, argumentando que el apoyo de la URSS no era el más importante.
El diario sindicalista Le Peuple afirmó por su parte que México “es también el único que haya oficialmente reconocido -y no solamente en palabras- al gobierno legítimo de España el derecho de abastecerse en el extranjero para poder defenderse frente a la guerra civil y la guerra extranjera”.27 En este caso, se distingue a México como el “único” en apoyar al gobierno español. El silencio acerca de la URSS comprobaba que Moscú no tenía el papel tan importante que asumía.
Sin embargo, los trotskistas fueron más críticos. Defendieron a México a partir de 1937, debido al asilo dado a León Trotsky. Durante una tumultuosa reunión, algunos sindicalistas de la Unión de Sindicatos parisinos atacaron a la URSS. Por ejemplo, Ferdinand Charbit, al concluir su participación, destacó que “México ha sido el primer país que apoyó a la España revolucionaria.”28 Charbit insistió en la importancia de México por su apoyo a la España republicana, por ser anterior a la URSS. Los anarquistas franceses igualmente estimaron que Cárdenas apoyó más que Stalin a la República española. Haciendo el recuento de los apoyos al “proletariado español”, Viola escribió que “Rusia intervino débilmente, haciendo un ruido enorme y perjudicando la causa del proletariado español con su injerencia política. Sólo México intervino de manera desinteresada. Pero México está lejos y es muy pobre en material de guerra.”29 México era el único recurso para los republicanos, a pesar de sus debilidades, haciendo de este país un apoyo más valioso.
México era instrumentalizado para minimizar a la política de Stalin en España. Como se vio, era una manera de oponer un apoyo más rápido y desinteresado, a comparación de la ayuda de Moscú, ya que los socialistas, trotskistas y anarquistas veían con cierta preocupación el poder cada vez más fuerte de los soviéticos y de los comunistas en el gobierno español. La mención del apoyo de México debía restarle credibilidad y prestigio a la URSS, así como a los comunistas franceses.
Pero la cuestión del apoyo a la República española no era el único motivo para oponer a ambos países. Algunos actores recalcaron que México era un país realizando experiencias interesantes en varias ocasiones. En un editorial de La Dépêche el líder socialista belga y secretario de la Internacional Obrera Socialista, Émile Vandervelde contó que: “Muy recientemente, dos profesores de la Universidad nacional de México, los Srs. Frola y José Silva […] mostraban su extrañeza de que los partidos de izquierda, en Europa, tan atentos a todo lo que se hace en la URSS, parecían desinteresarse de la gran experiencia revolucionaria que se persigue en México. Tenían completamente la razón.”30 El socialista denunciaba el poco interés que los europeos en general manifestaban hacia la política cardenista. Su declaración era un poco exagerada, ya que México tenía mayor presencia en la prensa europea en 1938 y más allá de la atención hacia la expropiación petrolera. Pero lamentaba la mayor atención hacia la URSS.
Igualmente, al presentar la expropiación petrolera, el especialista en cuestiones internacionales de Le Populaire, André Leroux indicó que “la producción será dirigida por dos organismos: un ‘Consejo general de explotación’ y un ‘Comité obrero’. Así empieza en México una nueva experiencia original, diferente de todas las que fueron intentadas o realizadas en otros países, la Rusia soviética incluida.”31 El entusiasmo del periodista socialista se vio reflejado en la insistencia de que la experiencia de expropiación y el manejo de la explotación petrolera en México constituían una novedad. En este punto, resaltaba que México iba más lejos que Moscú, prueba de que era un modelo más interesante.
Estas declaraciones demostraban la voluntad de encontrar una alternativa a la URSS. Las posiciones críticas se debían a un antagonismo hacia el régimen estaliniano y buscaban una alternativa al comunismo. México podía parecer como un modelo sustitutivo, ya que no tenía la mala imagen que sufría la URSS. Además, algunas acciones podían convertirse en un paradigma, una vía entre el programa de Roosevelt y de la URSS, y fueron consideradas, presentadas e instrumentalizadas por la izquierda.
LA ESPERANZA PARA UNA IZQUIERDA EN LA OPOSICIÓN
A pesar de su lejanía, México fue presentado como país ejemplar porque aportaba soluciones deseadas por la izquierda, y sobre todo socialista y sindical. Las realizaciones mexicanas formaban parte de las reivindicaciones de amplios sectores de la izquierda francesa, según la cual, Cárdenas destacó por su lucha antifascista, la consolidación de la educación y la política de mayor intervención del Estado en la economía.
En los años treinta, la izquierda francesa consideraba que el fascismo y sus declinaciones eran uno de los mayores peligros (Borne y Dubief, 1989, pp. 130-131). En Francia, las manifestaciones del 6 de febrero de 1934 marcaron una ruptura en la política francesa. Después de una marcha, grupos de ultraderecha intentaron tomar la Cámara de Diputados; hecho que fue considerado como un ataque a las instituciones democráticas francesas y obligó a los radicales a aliarse con la derecha en un gobierno de “Unión Nacional”32 para intentar resolver la crisis moral y reforzar la República.33 Por su parte, el 12 de febrero, comunistas y socialistas se unieron para denunciar la amenaza fascista, lo que fue el primer paso hacia la coalición de Front Populaire. Por ello, la lucha contra el fascismo fue una prioridad para la izquierda francesa (Berstein y Milza, 2009, pp. 141-142).
La presentación de las decisiones cardenistas en contra de los fascistas mexicanos ocurrió sobre todo durante la campaña electoral parlamentaria anterior al mes de abril de 1936. El gobierno tomó varias medidas antifascistas (Pérez Montfort, 1988, p. 258), mismas que sirvieron como un argumento político. Por ejemplo, en noviembre de 1935, después de los combates entre Camisas Doradas y comunistas, el diario socialista Le Populaire publicó un artículo titulado “El Senado decidió la disolución de la organización fascista”, dejando entender que la decisión había sido aplicada en Francia. Sin embargo, el subtítulo “Pero es en México”34 comprobaba la frustración del diario, y esperaba compartir esa decepción con sus lectores para movilizarlos.
Sin embargo, una serie de artículos publicados en la revista de izquierda Regards por el etnólogo Jacques Soustelle, comprobó la asimilación de México como modelo.35 Con la escritura de tres artículos denominados “Preocupaciones mexicanas”, Soustelle demostró su compromiso con el Front Populaire (Rolland, 1996, p. 138). Los artículos del 6 y del 13 de febrero de 1936 presentaron la lucha antifascista del Frente Popular mexicano.36 Salieron a la luz un poco más de dos meses antes de las elecciones, en un momento álgido de movilización política. El 6 de febrero, dos años después del asalto contra la Cámara de Diputados, Soustelle presentó “Cómo el Frente Popular derrotó al fascismo”. El artículo se enfocaba en explicar cómo Calles fue vencido, y cómo Cárdenas, con el apoyo de las masas, logró continuar su política obrerista y agrarista. La coincidencia con la fecha debía transmitir esperanza a los lectores antifascistas de la revista, ya que se presentaba un ejemplo para derrotar al fascismo. Debía dar ilusión, y se instrumentalizaba la política mexicana como una guía que aplicar para acabar con el fascismo. Era también una llamada a mantenerse unidos en torno al Front Populaire francés. México encarnaba la esperanza de la victoria contra los fascistas. En ello, México era el modelo que debía animar al electorado de izquierda a movilizarse y votar.
Otra medida mexicana que se debía adaptar fue la política educativa. J. E. Rousseau, especialista de educación para Le Peuple, destacó estos esfuerzos. Para comentar la reforma del artículo 3 de la Constitución de 1917 que instauraba una “educación socialista” -el proyecto de abrir escuelas rurales, así como el incremento del presupuesto educativo-, puso como título “¡Feliz país! En México, un plan de reforma escolar”, y concluyó su artículo: “Mientras que aquí en Francia todo está hecho para sabotear la escuela laica, otros países nos muestran el ejemplo.”37 El especialista respaldaba la política mexicana que daba un fuerte apoyo al sector educativo y consideraba que no había tal política en Francia. Aprovechaba también para incitar a la izquierda francesa a realizar medidas similares, con el aumento del presupuesto y una educación dirigida a los sectores obrero y campesino de Francia.
Igualmente, la experiencia de Cárdenas, con una mayor intervención del Estado en la economía o la vida social, fue apreciada por la izquierda. Dicho experimento representaba un modelo que ofrecía enseñanzas a los grupos de izquierda que anhelaban acabar con el laissez-faire liberal. Por ello, varias decisiones atrajeron la simpatía y el interés de estos, porque confirmaban la necesidad y el éxito de la planificación. Las políticas de dirigismo económico servían de modelo a la izquierda francesa.38 Por ejemplo, el Bulletin Socialiste del 11 de febrero de 1935 presentó varios elementos de interés acerca del Plan Sexenal mexicano, deplorando que no fuese presentado en la prensa. Algunas propuestas debían ser consideradas para su aplicación en Francia, como “desarrollar la ejecución de obras públicas” y que “agrupaciones de trabajadores podrían, bajo la dirección técnica del Estado, explotar riquezas naturales hoy inutilizadas” para mejorar la situación de los trabajadores.39 La izquierda quería tomar medidas similares, ya que estos elementos eran considerados como necesarios para reducir los efectos de la crisis económica de 1929 que seguía afectando a Francia (Berstein y Milza, 2009, pp. 147-148). Ello se vio aplicado durante el Front Populaire con la presión sobre las empresas para aplicar ciertas medidas sociales y nacionalizaciones.40
EL CARDENISMO, CONTRA-MODELO DE UN GOBIERNO QUE NO APLICA SU PROGRAMA
Una vez formado el gobierno de Front Populaire, la izquierda aplicó su programa social y antifascista, disminuyendo parcialmente la atracción del ejemplo cardenista. Sin embargo, México siguió siendo instrumentalizado, tanto para afirmar la necesidad de aplicar el programa deseado como para criticar la moderación y la falta de osadía del gobierno francés. Las denuncias provinieron sobre todo de los comunistas o de los sindicalistas. Fue, por ejemplo, el caso de la política de no-intervención durante el conflicto español de 1936.
Durante la guerra civil española, México apoyó a la República frente a la coalición franquista y fascista. Esta actuación fue tomada como ejemplo y varias voces de izquierda consideraban que el Front Populaire debía de hacer lo mismo.41 Los llamados para actuar de la misma forma fueron numerosos. Por ejemplo, el comunista André Marty “destacó la actitud de México, pequeño país en lucha con sus propios fascistas, que hizo más para España que la gran democracia francesa”.42 La denuncia contra el gobierno francés era directa, ya que el comunista oponía un “pequeño país”, debilitado, frente a una gran potencia. Vituperaba que Francia no había apoyado a la República ibérica. Por su lado, Le Peuple, diario sindicalista, presentó el abastecimiento de armas mexicanas a España con el título “¡Esto es el derecho!”,43 retomando la retórica del gobierno cardenista para justificar el apoyo material a la República y denunciando de la misma manera la no-intervención, como opuesta al derecho. México apareció como un caso paradigmático y debía inspirar medidas similares en el sentido del interés nacional.
El referente mexicano también sirvió para reafirmar la necesidad de mantener una política de izquierda después de la caída del gobierno de Blum en julio de 1937. Algunas reformas sociales y económicas de México fueron consideradas como interesantes y debían aplicarse, como la nacionalización ferrocarrilera. La decisión tomada en 1937 de nacionalizar las empresas de transporte ferroviario atrajo una atención limitada, aunque demostró la aceptación de la medida. Solamente Le Populaire y Le Peuple manifestaron su voluntad de aplicar esta medida en Francia. El diario socialista recalcó: “La nacionalización de los ferrocarriles … en México”.44 Los puntos suspensivos dejaban entender cierta decepción de que la medida no fuera aplicada en Francia. Por su parte, el cotidiano sindicalista escribió: “Cuando no hay Senado. Nacionalización de los ferrocarriles en México.”45 Insistía en la necesidad de nacionalizar el sector ferroviario, pero que no era posible en Francia debido al Senado reputado por su conservadurismo.46 La nacionalización ferrocarrilera debía favorecer los intereses económicos y sociales del país, al incrementar la intervención del Estado en la economía. Era una medida que Blum quería aplicar, pero que fue realizada por su sucesor (Borne y Dubief, 1989, p. 186).
En ambos casos, el modelo cardenista encarnaba decisiones anheladas que el gobierno de Blum no pudo aplicar. México ya no servía sólo de ejemplo en cuanto a medidas que podía aplicar, como antes de mayo de 1936. Comprobaba más bien las limitaciones del Front Populaire, ya que no tomó todas las decisiones necesarias, mientras que México -“pequeño país”- sí las había aplicado. En este caso, México no perdió su valor reivindicativo para la izquierda francesa. Aparecía como un “contramodelo”, un paradigma para criticar al gobierno francés, y era instrumentalizado para denunciar las carencias del Front Populaire.
Sin embargo, con la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938 se destacó la adhesión al programa de Cárdenas. La repercusión de la medida fue más ilustrativa de esta percepción del México cardenista como un modelo. También sirvió para reactivar la esperanza de la izquierda, ya que Blum fue llamado a formar un segundo gobierno el 18 de marzo de 1938, signo de un regreso al poder del programa del Front Populaire (Borne y Dubief, 1989, p. 190).
LA EXPROPIACIÓN APROPIADA: REAVIVAR LAS AMBICIONES DE LA IZQUIERDA
Después de un conflicto que duró varios meses, y la negativa de las empresas petroleras de aceptar las demandas obreras y el fallo de la Corte Suprema, Cárdenas decidió nacionalizar las empresas petroleras el 18 de marzo de 1938.47 Aprovechó el conflicto laboral para hacer realidad el artículo 27 de la Constitución de 1917, que establecía que el Estado era propietario de los recursos del subsuelo. Con esta medida, Cárdenas esperaba recibir mayores ingresos con la producción y la venta del combustible. El evento fue de gran impacto en el mundo, y las primeras planas de los diarios franceses lo comprobaron. La medida fue observada con mucho interés y celebrada por la izquierda francesa.48
La noticia fue motivo del entusiasmo para la prensa de izquierda, de los comunistas hasta los radicales. Cabe insistir en que el contenido de los primeros artículos fue parecido en su conjunto, ya que provenían de los despachos de la agencia de noticias Havas. La diferencia se notó sobre todo en los títulos de los artículos. Varios elementos motivaron las congratulaciones de los diferentes diarios de izquierda: la recuperación nacional del recurso;49 haber arrebatado el combustible a Alemania e Italia;50 el amplio respaldo del pueblo mexicano,51 y el reconocimiento del derecho a expropiar por Estados Unidos.52 Igualmente, se evocó la nueva organización de la explotación del petróleo, que incluía a obreros y al gobierno.53
Los especialistas en cuestiones internacionales analizaron detenidamente el alcance y el interés de la medida. En Le Populaire, André Leroux explicó que México
Empieza una gran experiencia, la de un nuevo tipo de “economía mixta”, no esta vez con base en la colaboración entre el Estado y los capitalistas privados, pero con base en la del Estado con los sindicatos obreros.
Experiencia grandiosa y sobre todo nueva, que comporta una serie de incógnitas y riesgos, pero que, si es exitosa, tendrá el mérito de haber penetrado con un potente soplo democrático en el mundo de la producción.
El presidente Cárdenas invocó, desde el inicio de su gestión a finales de 1934, “la participación activa de los obreros y campesinos en la administración municipal y en el organismo del Estado.”
Ahora cumple con una nueva acción, muy audaz, porque quiere fundar en la colaboración de los obreros la nueva gestión de la industria petrolera, después de la evicción de las compañías extranjeras.54
La “gran experiencia” era muy relevante al inaugurar un “nuevo tipo de ‘economía mixta’”, donde el papel de los obreros era muy importante. Leroux se interesó en la medida, ya que ilustraba perfectamente dos elementos que los franceses querían aplicar: una mayor intervención del Estado en la economía, así como la aplicación de una “democracia económica”,55 al involucrar a los trabajadores en las decisiones estratégicas de la empresa. Leroux, con cierto lirismo, estimaba que un éxito sería como un “soplo democrático en el mundo de la producción”. Por ello, la decisión cardenista encarnaba las esperanzas de la izquierda, y lo comprueba el entusiasmo de Leroux, y el deseo de que fuese el primer paso hacia medidas similares en Francia y en el mundo.
El senador comunista y director de L’Humanité, Marcel Cachin también se expresó con mucho entusiasmo, escribiendo que:
Hay también un Frente popular en México. Y el gobierno de este Frente popular antifascista ayudó y ayuda lo mejor posible a la España republicana. ¡No se satisface de palabras y promesas sin resultados! Quisiéramos decir lo mismo con nuestro gobierno. Desgraciadamente aquí ni estamos cerca de eso.
¡En México, el Frente popular mexicano realizó, el pasado 19 de marzo, una de las partes esenciales de su programa! Se comprometió, como el nuestro, a luchar eficazmente contra las potencias de dinero y los señores feudales del capital moderno. Sin embargo, el 19 de marzo de 1938, el presidente de la República popular de México puso a disposición de las organizaciones sindicales todos los pozos de petróleos que habían sido nacionalizados. […] Ahora los obreros y los técnicos del petróleo mexicanos están sirviendo a la nación misma.56
Cachin mostró a la vez su simpatía e interés hacia la medida mexicana. Al oponer la situación en Francia y en México, estimaba que la primera tenía que realizar una política similar a la de Cárdenas, sobre todo en la lucha contra el capitalismo. Ahí la expropiación era celebrada por afectar a las grandes empresas y por entregar la producción a los sindicatos obreros, medida de “democracia económica”. Aparecía como la socialización de los bienes de producción, aunque el Estado participaba en la actividad económica. En este caso destacan los dos elementos de interés que defendían otros sectores de la izquierda: un mayor poder de los obreros sobre la producción y una mayor intervención del Estado en la economía. La política mexicana era de nuevo instrumentalizada por los comunistas para criticar la moderación del Front Populaire francés. Cachin buscaba presionar a Blum, como jefe de gobierno, para que adoptase una política claramente de izquierda.
La expropiación petrolera fue considerada como una decisión importante, al ser una innovación y al cumplir con demandas de la izquierda. Se juzgaba necesario aplicar medidas parecidas en Francia. La política cardenista tuvo mayor relevancia y se desató un fuerte interés, alimentado por conferencias y publicaciones que se realizaron sobre el tema y la política cardenista (Hégron, 2020, pp. 246-249). El decreto del 18 de marzo fue considerado como un paradigma digno de ser emulado. En parte, el discurso del “pequeño país” enfrentando a los grandes “trusts” y a las potencias anglosajonas debía demostrar que si México había podido hacerlo, también Francia podía aplicar medidas parecidas. Los círculos sindicales demostraron su interés por el decreto cardenista. Por ejemplo, algunos defendieron la necesidad de nacionalizar sectores de la economía francesa, como el Sindicato de la Alimentación, que estaba en huelga en marzo de 1938. En una declaración afirmaron: “¡Estaríamos bien inspirados en Francia si se operaran algunas medidas, como se hace actualmente en México!”57
La expropiación petrolera también fue instrumentalizada dentro de la SFIO. Es interesante notar que la sección Izquierda Revolucionaria, liderada por Marceau Pivert, tomó la medida cardenista como modelo. El 31 de marzo 1938, Pivert solicitó clarificaciones a Blum para saber si su segundo gobierno actuaría para profundizar el Front Populaire. Para ello, escribió:
La balanza tendrá que inclinarse pronto hacia la derecha o la izquierda: no podremos quedarnos durante largas semanas aún en esta indecisión mortífera. La casta industrial y financiera tiene su plan y comienza a aplicarla al interior como al exterior. ¿Dónde queda el nuestro? ¿Y qué queremos? ¿Cuándo entonces nos decidiremos a tomar la ofensiva en contra del enemigo de clase? ¿Qué habrá que hacer […] para acabar con la dominación de los trusts como el valiente México nos enseña el medio?58
Pivert defendía una política anticapitalista, e instaba a Blum a ir más lejos y tomar medidas radicales para conseguir la mejora social prometida en las elecciones de 1936. La medida de Cárdenas ilustraba perfectamente, según Pivert, lo que el gobierno tenía que hacer, expropiar las grandes empresas para ponerlas bajo el control del Estado y de los trabajadores.
G. Jacquart también defendió esta línea. “Las masas de hoy […] ya no quieren ser engañadas. La acción de defensa [en contra del fascismo] debe ser orientada en provecho de los pueblos. Debe actualmente pasar por una dirección socialista. La tenemos [en Francia]. Nos toca guardarla, protegerla y desarrollarla en vista de acciones tan enérgicas como la de la guerra del petróleo en México.”59 Consideraba necesario proceder con acciones similares a la expropiación petrolera. Dos meses y medio después de la expropiación, y durante el congreso nacional de junio de 1938 de la SFIO, el pivertista Lucien Hérard estimó que “frente al peligro exterior, la clase obrera debe conquistar el poder político y liberarse económicamente de los trusts. Es en este caso una medida de lucha contra el fascismo. En su opinión, muy grande es el alcance de un elemento como la nacionalización del petróleo en México. Es así como se destruyen las bases del fascismo.”60
Estas opiniones comprobaban que la izquierda revolucionaria del partido socialista vio en la expropiación una medida de sumo interés y que era necesario adoptar. El grupo consideraba necesario una unión de las masas, y probablemente se interesó en la labor de Cárdenas en modificar el partido revolucionario en el PRM. En ello, los pivertistas defendieron tomar medidas similares e instrumentalizaron la medida para orientar la política de la SFIO. Durante la segunda guerra mundial, Pivert se exilió en México, motivado por la política cardenista y el exilio dado a varios izquierdistas españoles (Kergoat, 1994, p. 174).
El caso de los pivertistas demostraba la voluntad de proceder a medidas para consolidar la participación del Estado en la economía, como estimaban otros grupos de la izquierda francesa. La Izquierda Revolucionaria consideraba que la medida hacía parte de una estrategia más amplia, de la necesidad de la unificación del proletariado, de las masas obreras, para acabar con las grandes compañías, con el capitalismo y el fascismo que juzgaban ligados. La medida cardenista fue interpretada como parte de la lucha de clases, algo que no motivó la acción del michoacano, ya que se ubicaba más bien en la voluntad de liberación nacional y de aplicación completa de la Constitución de 1917 (Gilly, 1994, pp. 15-16; Meyer, 1981, pp. 340-341). Había así una apropiación del programa cardenista idealizado -una lucha contra el capitalismo y el fascismo- para legitimar su propio combate y para insistir en su defensa dentro del círculo de la SFIO.
Cárdenas encarnó el ejemplo de la política que debía realizar la izquierda según los pivertistas. Sin embargo, en abril de 1938, la SFIO respaldó a Daladier en una política de unión nacional, y el ala revolucionaria fue expulsada del partido en junio de 1938, después del Congreso de Royan, donde participó Hérard. Cárdenas ya no parecía como un paradigma dentro de los movimientos de izquierda -más concentrados en la situación difícil- y aceptaron una moderación frente a las tensiones internacionales.
ENTRE PROPAGANDA Y PARADIGMA: “LA DEMOCRACIA ECONÓMICA” DE CÁRDENAS
El cardenismo y la expropiación petrolera no permitieron reavivar la llama del Front Populaire. Sin embargo, un libro publicado en mayo de 1938 demostró que el interés permanecía. En su libro L’Effort démocratique du Mexique, René Marchand (1938) dio a conocer la obra política y económica de Cárdenas.61 Marchand se había interesado en México y tuvo conocimiento de las medidas aplicadas por Cárdenas y las podía explicar, de manera similar a los exiliados (Rivera, 2014, pp. 41-43). Marchand (1938, p.11) había realizado varias conferencias a favor de la política mexicana a finales de 1937. Su libro, como lo informa Marchand (1938) en el prólogo, “constituye durante un giro en la historia de la humanidad un testimonio indispensable sobre un momento decisivo del esfuerzo actualmente realizado por México y cuyas preciosas enseñanzas deben ser meditadas y usadas como lo merecen” (p. 11). La obra tenía un valor didáctico y debía ser una fuente de inspiración, al tomar en cuenta las “enseñanzas” de la política cardenista. Debía convencer a los lectores -u oyentes en el caso de las conferencias- de que las medidas cardenistas podían ser paradigmáticas para Francia. Debía ejemplificar la aplicación de medidas reclamadas por la izquierda.
Marchand (1938) consideró que México podía ser un modelo, por su política planificadora y por su esfuerzo para alcanzar la “democracia económica”. En ello, el gobierno de Cárdenas tenía: “un carácter verdaderamente nuevo, porque es el primer intento positivo de concretizar las conquistas de la revolución en un marco de una democracia ampliada, es decir liberada en el ámbito económico y social de las concepciones del liberalismo burgués, democracia que, como es normal en el caso de México, tiende en afirmarse cada vez más como una democracia campesina” (p. 18).
El “esfuerzo democrático” presentado por Marchand no era un tránsito hacia una democracia liberal, como la que conocía Francia, sino un paso más allá, con un intento de organización económica y social democrática. Correspondía al sistema defendido por varios sectores de la izquierda, para acabar con la “democracia burguesa” que no permitía una plena liberación del obrero y del campesino. Se acercaba a un modelo “cooperativista”62 en el cual los trabajadores y consumidores se ponían de acuerdo con lo que se necesitaban producir y así orientar el trabajo, sin una supervisión patronal.63
Para ello, Marchand (1938) se dedicó a presentar esta nueva organización democrática a partir de diversas realizaciones, como la reactivación del “ejido” (pp. 32-34). Igualmente, presentó la acción de Rafael Sánchez Tapia, secretario de Economía Nacional, como un intento de consolidar una organización cooperativista de la producción nacional (Marchand, 1938, pp. 64-66). Este programa “confirmaba evidentemente la clara voluntad de acabar con la anarquía de la producción capitalista y organizar sobre bases sólidas y sanas una economía democrática capaz de dar al país, sin impedir la libertad de la iniciativa privada, pero coordinando juiciosamente ésta, la mayor prosperidad” (p. 66). Sánchez Tapia y Marchand consideraban que el cooperativismo tenía varias ventajas. Permitía instaurar una “economía democrática”. Igualmente, al planificar y coordinar los esfuerzos, era posible alcanzar las metas de producción, algo necesario para el progreso del país. Además, este sistema debía permitir un mayor reparto de la riqueza, mejorando así las condiciones de vida de los productores. La mención respecto a la “iniciativa privada” debía resaltar la diferencia con el comunismo soviético y así asegurar que se mantenía un principio de propiedad.
La nacionalización de los ferrocarriles también atrajo la atención de René Marchand. Haber dado el control de la empresa nacionalizada de los ferrocarriles a los trabajadores, a través de sus sindicatos, resultó interesante para el francés. Marchand veía una solución democrática, ya que los trabajadores controlaban la empresa (Córdova, 1974, pp. 77-78). Si bien la experiencia no tuvo el relieve esperado, no impidió que defendiera esta solución como un acto de “democracia económica” (Marchand, 1938, pp. 100-101). Estimaba que era una medida que podía ser aplicada en Francia, como parte de la democracia social que México estaba consiguiendo antes.
De la misma forma, el Partido de la Revolución Mexicana, surgido de la transformación del Partido Nacional Revolucionario, fue percibido como otro ejemplo. Con su organización en cuatro ramas,64 el partido, según Marchand (1938) , constituyó “un parlamento efectivo de la nueva democracia, es decir de la democracia económica, mientras que el parlamento político, en México como en otros lugares, tiende a alejarse sin cesar aún más de la realidad, mientras que el sindicalismo, porque representa la producción, tiende a afirmarse cada vez más como la expresión de esta realidad” (p. 114). El periodista insistió en que era preciso instaurar este nuevo sistema -que representaba “el porvenir”-, al consentir a los individuos participar en los procesos de decisión económica, lo que permitía mejorar la situación del productor.
Con su libro y sus conferencias, Marchand esperaba que se tomaran en cuenta las enseñanzas de la política cardenista, al insistir en la transición hacia esta democracia “social” o “económica” que incluía al trabajador en las decisiones productivas. Al igual que una mayor intervención del Estado en la economía era una demanda considerada como necesaria por los distintos grupos de izquierda. Respondía en parte al postulado marxista de “socialización de los medios de producción” y daba a los trabajadores el control de la economía. México era presentado como un caso paradigmático de la “democracia económica” que se debía aplicar en Francia. Esto fue considerado con interés por ciertos grupos, como por ejemplo por Léon Jouhaux, quien, además de haber escrito el prólogo del libro, estuvo en México en agosto de 1938, demostrando interés por la situación mexicana.
El libro no tuvo el alcance esperado. Las lecciones del modelo cardenista encontraron pocos interesados dentro de los políticos. Los tiempos ya no eran favorables para solicitar una “democracia económica”. La moderación del cardenismo, debido a las dificultades resultantes de la expropiación petrolera, redujo también la atracción de México. Además, ya no se necesitaban modelos radicales, ya que las tensiones internacionales obligaban a prepararse para una futura conflagración. La expulsión de los pivertistas de la SFIO lo había comprobado.
CONCLUSIONES: UN MÉXICO A LA VANGUARDIA COMO EJEMPLO
Como fue presentada, la política de Cárdenas satisfacía a varias demandas de la izquierda francesa y por ello apareció como ejemplo. Se veía en el caso mexicano la aplicación de medidas anheladas por la izquierda francesa, tales como la mayor intervención del gobierno en la economía y una mayor “democracia económica”. Sin embargo, México tuvo un eco reducido comparado con otros modelos, lo que se debió a varios factores. México aplicaba soluciones que Francia no necesitaba, como el reparto agrario, piedra angular de la política cardenista. Además, México carecía de la modernidad que Francia tenía, y por ello no constituía un horizonte tan interesante. La política planificadora de Cárdenas, formalizada en el Plan Sexenal, quedó opacada por la política de Roosevelt. Igualmente, la limitación de las noticias internacionales a una página en los diferentes periódicos complicaba una presentación más amplia de un país que, además, era desconocido y lejano.
La admiración se transmitió a través de varios vectores. Primero, los viajeros e investigadores que visitaron México fueron importantes en la transmisión de este modelo para la política francesa. Los “americanistas”, es decir los especialistas en cuestiones americanas, fueron un claro ejemplo. Además, el antifascismo asumido por Soustelle fue muy importante y benéfico para el México cardenista. Al compartir valores, fue más fácil realizar una presentación favorable. Marchand también fue muy importante. Su libro y sus conferencias ayudaron a presentar al México cardenista. Su labor propagandística ayudó a destacar los elementos que debían servir de lección para la política francesa. Su insistencia en la “democracia económica” de México, así como su política planificadora, fueron elementos interesantes para la izquierda francesa. Estos individuos de izquierda conocieron a México y por ello insistieron en las lecciones que podía dar el gobierno cardenista a Francia. También demostraba la necesidad de buscar y considerar a modelos extranjeros.
Otros grupos también insistieron en la importancia de México como modelo para Francia. Las razones fueron variadas: los socialistas y los sindicalistas, para justificar medidas y movilizar a la izquierda; los comunistas para llamar a profundizar el esfuerzo. El uso del modelo cardenista correspondió a necesidades diferentes. Los socialistas y los sindicalistas vieron ahí un ejemplo interesante que seguir. Por ello su mayor uso antes de la llegada de Blum al poder. Por su parte, los comunistas ya tenían un paradigma que seguir, el de la URSS. Sin embargo, el México cardenista también fue elemento para criticar la falta de ambiciones del Front Populaire, por ejemplo, referente a la guerra civil española, o bien por la expropiación petrolera.
Sin embargo, el grupo de Marceau Pivert y de la Izquierda Revolucionaria de la SFIO fue el más importante en cuanto al uso del cardenismo como modelo en un momento de moderación del partido socialista. Consideraron como muy interesante la medida de la expropiación petrolera, al incrementar el control obrero y estatal sobre recursos importantes, así como sus consecuencias en contra de los intereses capitalistas y del fascismo. La nacionalización fue instrumentalizada para llamar a una reorganización de la izquierda francesa, para formar un movimiento de masas que permitiría avanzar hacia una sociedad más justa, dando a la decisión cardenista una mayor resonancia. Sin embargo, los tiempos complicados y la necesidad de aceptar una unión nacional entre todas las fuerzas políticas francesas reducía el interés hacia la radicalidad. Igualmente, México fue considerado como un modelo alterno a la URSS. México daba argumentos para restarle importancia al régimen de Stalin, y era considerado como más radical que Estados Unidos, ya que el New Deal mantenía las estructuras capitalistas.
El México cardenista interesó a la izquierda francesa. Participó en el debate ideológico de algunas agrupaciones, como la socialista y la sindicalista, porque se reveló como paradigmático. Hubo muestras de admiración por parte de la izquierda francesa, como lo comprobaron artículos de prensa que destacaron la esperanza de aplicar medidas similares. La presentación del “pequeño” que logró enfrentar a fuertes peligros como el fascismo o las potencias anglosajonas debía crear una mayor confianza dentro de la izquierda francesa para actuar. Debía reavivar la llama de mayo y junio de 1936, cuando todavía existía la ilusión del Front Populaire, con las ocupaciones de fábricas para conseguir una mejora social. México logró encarnar parcialmente esta esperanza, a veces idealizada. Para ello fue utilizado como modelo.
Por ello, la instrumentalización del México cardenista como modelo puede verse como uno de los primeros casos de admiración francesa por los regímenes izquierdistas de América Latina después de la segunda guerra mundial, con la Cuba castrista y el Chile allendista, así como la China maoísta, que tendrán mayor eco, en parte por una intensa difusión en los medios de comunicación. Esto comprobaba que las soluciones extranjeras también influenciaron y sirvieron en los debates internos de la política francesa.