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Secuencia

versión On-line ISSN 2395-8464versión impresa ISSN 0186-0348

Secuencia  no.89 México may./ago. 2014

 

Artículos

 

Entre reivindicaciones sexuales y reclamos de justicia económica: divisiones políticas e ideológicas durante la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer. México, 1975

 

Between Sexual Claims and Calls for Economic Justice: Political and Ideological Divisions during the World Conference of the International Women's Year. Mexico 1975

 

Pamela Fuentes*

 

Fecha de recepción: agosto de 2012.
Fecha de aceptación: febrero de 2013.

 

Resumen

La Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer se celebró del 19 de junio al 2 de julio de 1975, con la participación de más de 9 000 personas provenientes de 133 naciones. La conferencia, organizada por las Naciones Unidas, fue el primer y el más grande intento por analizar la inequidad de género desde una perspectiva global. Este artículo analiza el contexto internacional en el que se desenvolvió la conferencia y muchas de las discusiones que esta originó en su momento: desde el optimismo acerca de los resultados positivos que la reunión mundial originaría hasta aquellas opiniones que ridiculizaban o hacían sentir su indiferencia hacia una "reunión de mujeres". En particular, el análisis se centra en los discursos acerca del concepto de "mujer" debido a que este refleja las perspectivas opuestas que las participantes manifestaron en la conferencia. Las construcciones ideológicas acerca de lo que significaba "ser mujer" desempeñaron un papel central en las confrontaciones diarias entre mujeres de los países de los llamados Primer y Tercer Mundos. Las mujeres de las naciones económicamente desarrolladas fueron percibidas por la prensa y por algunas delegadas latinoamericanas como interesadas únicamente en asuntos sexuales, como el lesbianismo, el aborto y la prostitución. Por el contrario, el ideal de mujer del Tercer Mundo estaba relacionado con la justicia social y la igualdad económica. Con este análisis, el presente ensayo tiene como objetivo contribuir al entendimiento de la construcción de identidades femeninas en un contexto global y demostrar que dichas construcciones están íntimamente relacionadas con luchas políticas, económicas y culturales en contextos nacionales e internacionales.

Palabras clave: Conferencia; feminismo; mujeres; identidades; ONU.

 

Abstract

The World Conference of the International Women's Year was held from June 19 to July 2 1975. With the participation of more than 9 000 people from 133 nations. The conference, organized by the United Nations, was the first and largest attempt to analyze gender inequality from a global perspective. This article analyzes the international context in which the conference took place and many of the discussions it sparked at the time: from the optimism about the positive results that would result from the global meeting to opinions that ridiculed or were indifferent to a "woman's meeting." In particular, the analysis focuses on the discourse about the concept of "woman," since this reflects the competing perspectives that participants expressed at the conference. Ideological constructions about what "being a woman" meant played a central role in the daily confrontations between women from countries in the so-called First and Third Worlds. Women from economically developed nations were perceived by the press and certain Latin American delegates as interested solely in sexual matters, such as lesbianism, abortion and prostitution. Conversely, the ideal of Third World women was related to social justice and economic equality. With this analysis, this essay seeks to contribute to the understanding of the construction of female identities in a global context and show that these constructions are closely related to political, economic and cultural struggles in national and international contexts.

Key words: Conference; feminism; women; identities; UN.

 

Introducción

La Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer se realizó en la ciudad de México del 19 de junio al 2 de julio de 1975 en el edificio sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en Tlatelolco. Este foro tenía como propósito analizar —por primera vez a escala global— las circunstancias que las mujeres enfrentaban en distintas partes del mundo. El principal objetivo de la conferencia era estudiar el Plan de Acción Mundial redactado por la organización de las Naciones unidas para que las distintas delegaciones propusieran las enmiendas necesarias con miras a resolver los problemas que mantenían a las mujeres en desventaja.

Tanto en México como en otros países, la Conferencia fue percibida de múltiples formas por los distintos sectores sociales, quienes se manifestaron a favor y en contra. Para algunos representó la oportunidad de incorporar a las mujeres al desarrollo; para otros, una manipulación de los países industrializados; y, para varios más, era sólo una pérdida de tiempo. Durante el encuentro, las posturas mejor definidas en las discusiones fueron las relativas al Primer y al Tercer Mundos. Si bien es cierto que durante la guerra fría dichas etiquetas se referían tanto a los países industrializados alineados con Estados Unidos como a las naciones con economías en desarrollo en Asia, Latinoamérica y África, durante la conferencia la tensión entre ambos bloques estuvo representada, fundamentalmente, por representantes de Estados Unidos y América Latina.

En este ensayo me ocuparé de analizar, principalmente, cómo se fueron construyendo los debates en torno al concepto de "mujer" asignados a cada bloque, el conflicto que generaron, qué elementos conformaron ese debate y cómo interactuaron entre sí en una lucha ideológica por imponer la identidad que pudiera guiar los lineamientos a seguir para resolver los problemas más urgentes para mejorar la situación de las mujeres en el planeta. No obstante, cabe señalar que en muchas ocasiones miembros de países industrializados compartían los puntos de vista expuestos por mujeres de los países en vías de desarrollo y viceversa.

El estudio de estas posturas debe considerar, necesariamente, los elementos sociales y económicos —nacionales e internacionales—, que convergieron en la década de 1970 y favorecieron la designación, por parte de la Organización de las Naciones Unidas, de un año dedicado al análisis internacional enfocado a las mujeres.

En primer lugar, debe tenerse en cuenta el contexto internacional. Hacia 1975 el mundo se encontraba dividido en grandes bloques político-económicos que mantenían en tensión constante las relaciones mundiales a causa de los permanentes conflictos de poder que habían delineado el mundo desde el término de la segunda guerra mundial. A partir de 1945, las superpotencias emergentes —Estados Unidos y la Unión Soviética— trataron de mantener su hegemonía alineando al resto de los países a los bloques capitalista o socialista, respectivamente. Durante las décadas de 1950 y I960 el grupo de los llamados países del Tercer Mundo comenzó a mostrar una fuerza para equilibrar las relaciones internacionales que no había sido tomada en cuenta antes. Numerosos países asiáticos y africanos se independizaron y las grandes potencias establecieron relaciones diplomáticas con la finalidad de adherirlos al sistema político que cada uno representaba.

No obstante, los países que recién habían ganado su independencia trataron de escapar del neocolonialismo; es decir, no querían quedar bajo la tutela económica o política de otro gobierno, deseaban mantener una posición autónoma en el escenario internacional. Aunque esto no fue posible debido a que no contaban con economías lo bastante fuertes para competir, estos países fueron parte, al igual que América Latina, de un emergente bloque de naciones que, gracias a su importancia numérica, tenían en sus manos el equilibrio de la balanza internacional. Además, el rechazo de muchos de sus habitantes a las superpotencias fue gestando una ideología propia basada, principalmente, en el rechazo al dominio extranjero.

Al finalizar la segunda guerra mundial los países del bloque aliado crearon la Organización de las Naciones Unidas bajo el argumento de la urgente necesidad de mantener la paz, la cooperación y la seguridad internacionales. En su discurso los aliados sostuvieron que la seguridad y la armonía del mundo se habían puesto en riesgo a causa de la pobreza y el atraso heredados de los regímenes coloniales, por ello era necesario que cada nación alcanzara tanto la conciliación interna como el progreso económico para, de esta manera, construir un nuevo orden internacional que asegurara el progreso y la paz. Como consecuencia, durante la década de 1950 las Naciones Unidas comenzaron a acuñar términos como "países en desarrollo" y en los años subsiguientes el concepto "desarrollo" fue adoptado por economistas y estudiosos de las ciencias sociales en diversas partes del mundo.1

Los países del Tercer Mundo, a pesar de tener niveles de vida, regímenes económicos o sistemas políticos diversos, compartían una característica: respecto de los países ricos, todos ellos eran subdesarrollados. Entre las décadas de 1950 y 1960 el concepto "desarrollo" estuvo en el centro del debate internacional y se fue modificando gradualmente: se le agregó el término "social" para señalar que en este proceso, tanto los gobiernos como las organizaciones internacionales deben llevar a cabo políticas de alcance nacional que involucraran a toda la población con la finalidad de poner en práctica mecanismos de redistribución y proporcionar servicios para mejorar el nivel de vida de los habitantes de los países en vías de desarrollo.2 Como consecuencia, la ONU dejó de considerar solamente la importancia de cambios en la economía y comenzó a buscar la manera de diseñar políticas que estuvieran dirigidas a impactar de modo directo en la vida cotidiana de las personas. De esta manera, los temas vinculados con las necesidades fundamentales, como educación, alimentación y salud, cobraron fuerza en los organismos internacionales y los diferentes gobiernos. Asimismo, actores ignorados hasta entonces empezaron a ser considerados como elementos indispensables de cambio para contribuir al desarrollo mundial. Este es el caso de las mujeres, quienes en pocos años, de 1970 a 1975, pasaron de ser prácticamente inexistentes en los proyectos de la ONU a ser una pieza clave para la solución de los problemas globales, particularmente en el freno a la explosión demográfica que dio pie a las campañas de planificación familiar de la década de 1970.3

Durante esos años los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas propusieron y realizaron una serie de reuniones internacionales dedicadas a diversos temas que tenían que ver con el desarrollo social, tales como: población, medio ambiente, recursos naturales, derechos humanos, entre otros. Las conclusiones de estas conferencias hicieron patente que el papel de las mujeres para llevar a cabo las soluciones planeadas era fundamental, pues ellas, principalmente en su papel de madres, eran las encargadas de la educación, alimentación, salud y regulación de la fecundidad dentro de la familia.4

La importancia que las mujeres adquirieron en los planes de desarrollo internacional quedó de manifiesto con la designación, por parte de las Naciones Unidas, de 1975 como el Año Internacional de la Mujer. En junio y julio de ese año, mientras la Conferencia del Año Internacional de la Mujer se desarrollaba en Tlatelolco, en otro punto de la ciudad de México tuvo lugar la Tribuna de las Organizaciones No Gubernamentales. La Unidad de Congresos del Centro Médico fue el edificio que albergó a cerca de 6 000 personas que se dieron cita allí para discutir, al igual que en la Conferencia, distintos asuntos en torno a la situación de las mujeres, aunque con diferencias importantes en los temas que se presentaron y métodos de trabajo completamente distintos.

Este foro paralelo fue adquiriendo, con el paso de los días, una importancia cada vez mayor, sobre todo entre las asistentes y la prensa. Aunque la Tribuna no presentó conclusiones sobre los temas que allí se examinaron, ni tampoco emitió resoluciones, instrumentos jurídicos o recomendaciones oficiales, los debates que allí se suscitaron recogen las tensiones que permiten definir el ideal de mujer que cada uno de los bloques buscaba imponer. Además, este encuentro puso en la mesa de la discusión pública temas que no estuvieron considerados en la agenda de la Conferencia —como el lesbianismo, el aborto y la prostitución—, los cuales mostraron, de manera contundente, la pluralidad, tanto de problemas como de identidades, que definían a las mujeres alrededor del mundo.

Aunque las tensiones entre las delegadas de los países desarrollados y las de las naciones en vías de desarrollo comenzaron a delinearse en las discusiones sobre la redacción final del Plan de Acción Mundial —principal labor de los participantes en la Conferencia—, fue en la Tribuna donde ambos bloques tomaron posturas mucho más definidas y opuestas. Por esta razón, en este ensayo me centraré en las discusiones que tuvieron lugar en el encuentro de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), sin perder de vista los debates en la Conferencia.

Los planteamientos de las mujeres del Primer Mundo —relacionados principalmente con la sexualidad— fueron calificados varias veces y por distintas voces como triviales o extravagantes, sin relación con los asuntos que realmente debían resolverse para mejorar la condición de las mujeres en el mundo. De acuerdo con algunas participantes de los países en vías de desarrollo, para lograr un cambio en la condición de las mujeres era necesario el reordenamiento de la economía mundial y un reparto justo de la riqueza. Aunque, reitero, la postura de los bloques no era uniforme.

Debido a las numerosas discusiones que tuvieron lugar tanto en la Tribuna como en la Conferencia, y que ocuparon numerosas páginas en los periódicos de la ciudad de México, el balance inmediato de los hechos fue, en diversas ocasiones, negativo. Muchas veces se menospreciaron, en tono de burla, los debates que tuvieron lugar en ambos foros. Esto es, el intercambio de ideas y la discusión de propuestas no fueron vistos como un signo de pluralidad, sino como la incapacidad de las mujeres para ponerse de acuerdo, debido a su naturaleza conflictiva. No obstante, hubo algunas opiniones cuyo recuento acerca de los resultados y de los posibles cambios que podrían desencadenarse de este contacto entre mujeres de todo el mundo fue mesurado e incluso positivo. Es importante señalar que actualmente se percibe a la Conferencia no sólo como un acontecimiento positivo, sino como un momento fundamental en la creación de leyes y de instrumentos relacionados con mejorar la condición de las mujeres en el mundo.

Para este artículo se tomaron en cuenta diferentes fuentes con el objetivo de reconstruir los debates que tuvieron lugar en el marco de la Conferencia. Después de resaltar la importancia que tuvo la Tribuna de las Organizaciones No Gubernamentales para la generación de dichas discusiones, examinaré los principales elementos de tensión entre mujeres primermundistas estadunidenses y las mujeres latinoamericanas que representaron a los países en vías de desarrollo. En este análisis fueron de importancia medular los documentos resguardados por el Consejo Nacional de Población, mismos que no sólo contienen documentos oficiales sino reportes de las principales actividades de la tribuna, volantes, transcripciones de las ponencias y carteles. A pesar de no ser un acervo particularmente abundante, la riqueza de su información radica en la posibilidad de reconstruir los quince días de la Conferencia y la Tribuna a través de documentos que las mismas participantes generaron.

Por último, haré un recuento del balance que hicieron reporteros y colaboradores en la prensa capitalina durante los días posteriores a la Conferencia, el cual sirve para estudiar algunas de las estructuras sociales y culturales que fueron sacudidas por la primera reunión en el mundo dedicada a las mujeres. Además, en dicho recuento es posible observar las diferentes temáticas que fueron puestas a discusión y que serían incorporadas en los planes de acción de cumbres de la misma naturaleza (Nairobi, Copenhague y Pekín) en años posteriores.

 

La Tribuna de las Organizaciones No Gubernamentales y su importancia como foro de discusión abierto

La Tribuna del Año internacional de la Mujer fue organizada por una comisión designada por la Conferencia de Organizaciones No Gubernamentales —reconocidas como entidades consultivas por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas— y contó con el apoyo de la ONU y del gobierno de México.5 De forma paralela a la Conferencia, las sesiones también se realizaron en la capital mexicana, en el Centro Médico y, de acuerdo con algunas asistentes, las discusiones de la Tribuna fueron más enriquecedoras, no sólo por las mesas de debate que se programaron, sino porque también existió un activo intercambio de puntos de vista en escenarios menos formales como los pasillos o la cafetería.6

A pesar de que podría pensarse, siguiendo las crónicas de los periódicos mexicanos, que en ese foro dominó la violencia, el desorden o la trivialidad —la prensa enfatizó las riñas entre las asistentes e incluso en la forma en que estas iban vestidas o peinadas—, algunas de las personas allí reunidas opinaron que "la Tribuna fue [el] alma [de la Conferencia] porque allí la gente fue más franca entre sí" o que

allí había gente de todas las clases sociales, de todas las ocupaciones, y de diferentes grupos que se juntaban para tratar de mirar al movimiento en su conjunto [...] Esta experiencia [...] cruzó las barreras nacionales, culturales, idiomáticas y clasistas. Fue algo fabuloso.7

Durante el desarrollo de ambos encuentros, la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer poco a poco se fue conociendo como la conferencia oficial, para subrayar la formalidad de las discusiones de Tlatelolco. Es probable que el elemento clave que marcó la diferencia entre ellas haya sido la manera en que fueron organizadas. En la Conferencia era prácticamente imposible escapar del plan de trabajo establecido. Las dos semanas se repartieron en sesiones plenarias y reuniones de trabajo cuyo objetivo principal era consolidar los numerosos proyectos de resolución y las enmiendas al Plan de Acción Mundial. De acuerdo con Hanna Papanek, académica estadunidense que asistió a las dos reuniones, ese documento fue descrito por algunas delegadas como una lista de cambios deseables para ser adoptados por los gobiernos, en lugar de contener un cuidadoso enfoque de cambios estructurales en el estatus de la mujer.8

En cambio, la Tribuna fue un lugar en el que se discutió una multiplicidad de temas, muchos de ellos no estuvieron previstos en la agenda oficial, lo que permitió una sensación de mayor libertad en torno a lo que podía hablarse y la forma en la que se haría, como un foro abierto. Además, la participación en este encuentro no fue exclusiva de las delegadas que los gobiernos enviaron a la Conferencia; también pudieron inscribirse para tomar parte en los debates de la Tribuna miles de participantes, que provenían, principalmente, de América Latina y Estados Unidos.9

En este encuentro, la nacionalidad de las participantes tuvo un papel fundamental. La mayor parte de las asistentes a la Tribuna provenían del continente americano, de estas, alrededor de la tercera parte eran mexicanas. De acuerdo con Papanek, la poca concurrencia de representantes de regiones como Asia, África y Europa del este estuvo condicionada por los altos costos que representaba el viaje a la ciudad de México; por su parte, Francesca Miller, en su investigación acerca de las mujeres en Latinoamérica, considera que esto obedeció, además, a la larga tradición de las mujeres latinoamericanas en reuniones internacionales para discutir la situación de las mujeres en la región —como el Primer Congreso Interamericano de Mujeres de 1947 en Guatemala— y a cierto apoyo gubernamental para que algunas de ellas pudieran asistir a la reunión del Año Internacional de la Mujer.10 Lo importante, en todo caso, es que la composición de las asistentes influyó de forma definitiva en sus distintos enfrentamientos, los cuales, si bien fueron percibidos o enunciados —por muchos de los asistentes y la prensa— como oposiciones entre el Primer y el Tercer Mundos, en general fueron conflictos entre latinoamericanas y estadunidenses.

 

El enfrentamiento entre las mujeres del Primer y del Tercer Mundos dentro de la tribuna de las Organizaciones No Gubernamentales: problemas políticos vs. problemas personales

En las sesiones que tuvieron lugar en el Centro Médico Nacional, sede de la Tribuna de las Organizaciones No Gubernamentales, también se discutió el Plan de Acción Mundial. A pesar de que, por razones técnicas, las conclusiones de este encuentro no serían incorporadas a los documentos oficiales que se presentarían como resultado de la Conferencia, las personas allí reunidas hicieron varios intentos para que sus propuestas fueran tomadas en cuenta en los análisis y resultados de la Conferencia del Año Internacional de la Mujer.

Las sesiones de la Tribuna estuvieron plagadas de intensos debates y profundas diferencias. Estas manifiestan los elementos que delinearon el concepto de mujer de cada uno de los bloques que entraron en conflicto. Además, estas discusiones —que tomaron la forma tanto de debates ideológicos como de riñas— mostraron los matices existentes dentro de cada uno de los bandos, situación que dejó al descubierto la pluralidad de la categoría mujer y las diversas formas de priorizar lo que cada grupo consideró como problemas propios.

A pesar de la diversidad de opiniones que existió, a veces sin importar el bloque económico del que provenían los participantes, la prensa y la mayoría de los asistentes concibieron las discusiones de la Tribuna como una lucha entre mujeres de los países industrializados —encarnados en la figura de la feminista estadunidense Betty Friedan— y las del Tercer Mundo, quienes tuvieron dos portavoces: la ecuatoriana Marisa de los Andes —cuyas huellas antes y después de la Conferencia ha sido difícil rastrear— y, principalmente, la boliviana Domitila Barrios de Chungara, líder de los mineros de su país.11

La feminista estadunidense ocupó numerosas notas en los diarios de la capital mexicana. Cuando los trabajos de la Conferencia dieron inicio, Friedan ya era conocida por su libro The Feminine Mystique, publicado por primera vez en Estados Unidos en 1963. Se considera a esta obra como representativa del feminismo liberal y aunque sólo se centra en la situación de las mujeres de clase media en Estados Unidos, puso en evidencia la represión velada que vivían las mujeres bajo el peso del estereotipo entonces vigente de feminidad, ya que, a pesar del progreso o los avances en la tecnología, las mujeres continuaban viviendo situaciones discriminatorias. Además, algunas estudiosas consideran que este libro permitió a miles de amas de casa alrededor del mundo identificar referentes comunes para asumir las distintas formas de opresión ya no como experiencia personal sino colectiva, lo que se convirtió en un ingrediente indispensable para el movimiento feminista internacional. Asimismo, en 1966, Betty Friedan había fundado la National Organization of Women (now) compuesta por cerca de 10 000 miembros, en su mayoría amas de casa con hijos. Sus planteamientos pueden considerarse individualistas pues buscaban la paridad de salarios, la igualdad dentro de la familia y consideraban a las mujeres, ante todo, como seres humanos que necesitaban un entorno propicio para desarrollar todo su potencial.12

Por su parte, Domitila Barrios de Chungara fue conocida internacionalmente a partir de sus intervenciones en la Tribuna del Año Internacional de la Mujer. Fue perseguida en su país natal, Bolivia, a causa de su activismo político como miembro del movimiento sindical. Madre de once hijos, era miembro activo del Comité de Amas de Casa de las Minas, conocido como Siglo XX. En 1975 Barrios de Chungara fue invitada por las Naciones Unidas para participar en la Tribuna. Sus intervenciones fueron polémicas, pero, al mismo tiempo, se ganó la simpatía de muchas mujeres de los países en vías de desarrollo quienes vieron en ella a la encarnación de todos los problemas que se sufrían en sus países.

En la Tribuna, Barrios de Chungara se opuso a las ideas expuestas por muchos oradores cuando les dijo que sólo representaban a profesionales de las clases altas y, por lo tanto, no tenían idea acerca de los problemas de las mujeres porque no tenían contacto con la realidad a la que ellas se enfrentaban en la pobreza. Criticó duramente las propuestas relacionadas con la igualdad de oportunidades, los anticonceptivos y la libertad individual debido a que, para ella, estos eran problemas secundarios, preocupaciones banales, que no superaban la importancia de problemas como la explotación y el reparto desigual de riquezas en el mundo.

Con perspectivas opuestas respecto de los problemas que las mujeres debían resolver, Friedan fue presentada como la representante del feminismo imperialista, mientras que Domitila fue considerada una campesina, una mujer del pueblo, lo que le valió la simpatía de muchas latinoamericanas, representantes de bloque del Tercer Mundo, mayormente interesadas en resolver los problemas de las desventajas económicas que sus países sufrían respecto de las naciones industrializadas.

La difusión que alcanzó la figura de Domitila fue notable y sus discursos fueron transcritos y recopilados por la educadora brasileña Moema Viezzer en el libro testimonial Si me permiten hablar..., publicado en 1977. En este libro, traducido y editado en varios idiomas, Domitila describe su vida en las minas, denuncia los abusos del gobierno en contra de la clase trabajadora y narra su intervención en la Tribuna, con una fuerte crítica a la perspectiva de los asuntos de las mujeres que tenían las mujeres de los países con más recursos económicos.13

Además de las diferencias en torno al desarrollo social o la sexualidad, las luchas más agudas en ese foro se generaron una semana después de su inauguración. Las diferencias se concentraron alrededor de un documento entregado por Friedan a la secretaria de la Conferencia, la abogada finlandesa Helvi Sipila, con recomendaciones al Plan de Acción Mundial que se discutía en la conferencia. Aunque la Tribuna no podía emitir ningún documento oficial, un grupo de mujeres encabezadas por Friedan consideraron que el Plan de Acción Mundial, en su redacción original, no reflejaba "las necesidades más urgentes de las mujeres en el mundo".14 Algunas de estas necesidades, de acuerdo con el documento, eran: el derecho de las mujeres a decidir sobre el número de sus hijos, el derecho a la salud y el derecho de las mujeres de los países subdesarrollados a intervenir en los programas que la ONU llevara a cabo en sus países.

A pesar de que la propuesta fue firmada por representantes de quince naciones —entre las que se encontraban algunas del Tercer Mundo como Antonieta Rascón, fundadora e integrante del primer grupo feminista mexicano (Mujeres en Acción Solidaria) así como mujeres de la India, Egipto y Nigeria—, los ataques de la prensa se concentraron en Betty Friedan, quien fue acusada de intentar boicotear las recomendaciones que surgirían de los debates de la Conferencia con el fin de evitar que en el Plan de Acción Mundial surgieran planteamientos en favor de un nuevo orden económico mundial.15

De acuerdo con lo expuesto por un grupo de latinoamericanas, el problema de las sugerencias entregadas por Friedan es que se presentaron en nombre de todas las participantes de la Tribuna y, además, no tomaban en cuenta los planteamientos que la mayoría de estas mujeres había hecho durante las sesiones. La polémica sobre este documento estuvo enmarcada por el conflicto, los jaloneos e insultos, además de la profunda división entre las asistentes a la Tribuna, ya que había estadunidenses y mujeres del Tercer Mundo a favor y en contra de las enmiendas que se entregaron a la representante de la Conferencia. Estas sugerencias, más allá de los enfrentamientos de que fueron causa, no fueron incorporadas al Plan Mundial de Acción de ese año.16

En torno al Plan de Acción Mundial hubo, por lo menos, dos sesiones que se convirtieron en "mítines antiimperialistas". En estas, algunas asistentes a la Tribuna coreaban consignas como: "América sí, yanquis no", "Gringos go home" y "Viva el Tercer Mundo". Las participantes se dividieron: algunas reclamaban el derecho a la libre expresión y acusaban a otras de "fascistas" o "pro imperialistas". Fue en una de estas sesiones que el bloque latinoamericano pidió la presencia de Barrios de Chungara para que presidiera una de las asambleas al grito de "¡Domitila, Domitila, Domitila! ¡Domitila a la Tribuna!".17

Aunque la dirigente de los mineros bolivianos no fue aceptada por el presídium —encabezado por la mexicana Esperanza Brito de Martí, presidenta del grupo feminista Movimiento Nacional de Mujeres— el enfrentamiento continuó de manera extraoficial. Friedan declaró a los reporteros que estaba de acuerdo con las acusaciones que aseguraban que la Tribuna estaba siendo boicoteada, pero afirmó que esto no era obra de la delegación que ella representaba, e insinuó que los hombres estaban actuando para que las mujeres del Tercer Mundo se dividieran. Además, expresó que las mujeres de ese bloque habían confundido los problemas femeninos que debían resolverse con los asuntos políticos de sus países, lo que las llevaba a ignorar por completo que estaban peleando entre ellas.18

Desde un punto de vista contrario, Barrios de Chungara opinó que "los problemas femeninos" a los que se refería Friedan no tenían que ver con muchos de los que se estaban exponiendo en la Tribuna. La prostitución, el lesbianismo y el control de la natalidad no eran los asuntos primordiales por los que ella, y muchas de las mujeres del Tercer Mundo, había asistido a la reunión. De acuerdo con un testimonio escrito en retrospectiva:

esa era la mentalidad y la preocupación de varios grupos y para mí eso fue un choque bien fuerte. Hablábamos lenguajes muy distintos, ¿no? Y esto volvía difícil el trabajo en la Tribuna [...] Entonces nos unimos un grupo de latinoamericanas y criticamos todo aquello. Y dimos a conocer nuestros problemas comunes [...] para nosotras el trabajo primero y principal no consiste en pelearnos con nuestros compañeros [...] sino cambiar el sistema en que vivimos por otro, donde hombres y mujeres tengamos derecho a la vida, al trabajo, a la organización.19

Con argumentos que seguían la misma línea, la ecuatoriana Marisa de los Andes le reclamó a Friedan —mientras esta hacía algunas declaraciones a la prensa— el que se hubieran dejado de lado temas como el imperialismo o la dictadura chilena en el documento que se entregó a Sipila. La latinoamericana —quien en una ponencia se presentó como socióloga residente en Nueva York—20 enfrentó a la estadunidense acusándola de que a ella sólo le interesaban los problemas de índole sexual. Friedan se defendió argumentando que las mujeres de la organización feminista que presidía (la NOW) estaban en contra del imperialismo y negó ser la causante de la división en la Tribuna o de conspirar para que los movimientos de liberación latinoamericanos quedaran dominados por su país.21

Un grupo de delegadas latinoamericanas redactó el Pronunciamiento aclaratorio del documento que ha circulado a nombre de la Tribuna, en el que se oponían a las diversas formas de opresión desarrolladas por el imperialismo estadunidense. En este documento enfocan la lucha de la liberación de las mujeres latinoamericanas como un compromiso dentro de la lucha por la libertad de sus propios países y como un problema del subdesarrollo determinado por el orden internacional. Además, proponían que se definiera "una conciencia latinoamericanista comprometida con la revolución y no con el modelo de mujer latinoamericana que impone el imperialismo".22

El pronunciamiento no pudo ser leído debido a la falta de tiempo. Sin embargo, se trata de un documento importante porque refleja la postura que sostuvieron las mujeres del Tercer Mundo a lo largo de la cumbre. Por medio del antagonismo con el enemigo común, Estados Unidos, las latinoamericanas se aglutinaron para luchar en contra del imperialismo fusionando los problemas femeninos con la realidad económico-social de sus propios países. Antepusieron las dificultades de la colectividad a los derechos individuales, pues consideraron que esa era la forma en la que ellas contribuirían con sus países para insertarse realmente en los grandes debates internacionales.

 

La perspectiva tercermundista acerca de la problemática de las mujeres: el reordenamiento económico mundial como demanda prioritaria

Los principales temas abordados por las mujeres de los países tercermundistas fueron el desarrollo y el reordenamiento de la economía internacional. Cuando se empezó a discutir en la comunidad internacional la necesidad de incluir a las mujeres en el proceso de desarrollo —de acuerdo con los requerimientos que habían dictado los organismos internacionales—, surgieron varios cuestionamientos acerca de cómo serían integradas en las distintas esferas de la vida pública, particularmente en la economía. Algunas de las preguntas que el desarrollo traía consigo eran: ¿qué pasaría con la maternidad y el cuidado de los hijos cuando las mujeres salieran a trabajar? y ¿cuál era la imagen o el modelo de mujer que serviría como referente para medir el desarrollo?23

A partir de estas interrogantes, los encargados de implementar las políticas de desarrollo en los países con menos recursos —y las mujeres preocupadas por el tema— mostraron su inquietud por resolver el atraso económico proponiendo que las acciones necesarias se ajustaran a su contexto económico, político, social y cultural. En consecuencia, la necesidad de forjar una identidad propia y representativa de las mujeres del Tercer Mundo cobró una enorme importancia, dado que importar el modelo de "mujer liberada" de Estados Unidos o Europa se percibía como una forma de imperialismo cultural.

La Tribuna, al ser una reunión que captó la atención internacional, se convirtió en el escenario perfecto para mostrar públicamente los lineamientos ideológicos con los que las mujeres del Tercer Mundo debían identificarse. No obstante, incluso entre las mujeres que compartían la etiqueta de "mujeres de las naciones en vías de desarrollo", existían diferencias y matices determinados por la posición social, la región en que vivían (rural o urbana) o bien, el nivel educativo.24

En las discusiones de la Tribuna y en algunos artículos de opinión que aparecieron en la prensa, el asunto de la "liberación" de las mujeres o los temas relacionados con su condición se plantearon en función de los problemas que enfrentaban los países latinoamericanos en la escena internacional. De esta manera, la igualdad y la integración de las mujeres en las actividades económicas fueron consideradas como señales de progreso y desarrollo porque de esa manera ayudarían a sus países a salir de la pobreza. Superar esa condición era la meta primordial de los países del Tercer Mundo y sus mujeres.25 La inequidad o las desventajas sólo por ser mujeres fueron vistas como un reflejo de las condiciones económicas desiguales entre las naciones. La igualdad entre hombres y mujeres sólo se lograría plenamente cuando se alcanzara una situación económica que permitiera a los países en vías de desarrollo enfrentarse en igualdad de circunstancias con las naciones industrializadas.

Aunque se aceptaba que dentro de las sociedades de los países subdesarrollados las mujeres tenían más desventajas que los hombres en distintos ámbitos, la lucha en contra del colonialismo y del atraso económico era un problema al que los habitantes debían enfrentarse sin distinción debido a que todos sufrían la injusticia y la discriminación de la estructura económica mundial.26 La emancipación de las mujeres fue concebida, en los diarios y en la Tribuna, como inseparable de la liberación de todos los seres humanos.27 Así, ellas tenían que librar una batalla en dos frentes: "contra el subdesarrollo y contra las posiciones, propias o ajenas, que la discriminan en virtud de su sexo".28

De acuerdo con estos planteamientos, las mujeres tenían que colaborar al lado de los hombres y no en contra de ellos, pues el combate en contra del colonialismo necesitaba mucho más de la unión que del fraccionamiento entre las personas del Tercer Mundo. La lucha contra la dependencia era el problema medular, cualquier otro planteamiento se calificaba como secundario, ajeno a la realidad de estas sociedades o incluso como "dramas domésticos". Casi no se hablaba de problemas propios de las mujeres, esta era una actitud que se consideraba egoísta ante los retos que, como conjunto, debían enfrentar las naciones de escasos recursos. Esa posición la expresó una articulista de prensa.

algunos [...] dirán, a lo mejor, que no tiene nada que ver el colonialismo del que se queja la mayor parte de la población con el machismo [...] Pero aquí ya se estaría retorciendo la cuestión. Se estarían mezclando dos esferas que no guardan relaciones estrechas entre sí [...] el machismo y las otras lindezas son importantes, pero en terreno distinto: en el de la relación subjetiva de hombres y mujeres [...] Y nadie va a privar de importancia a estos dramas ni a estos niveles de análisis. Es claro que la tienen. Pero poseen mucho más las relaciones económicas y las estructuras sociales, y estas sí, en muy buena parte, son hijas del colonialismo. Hasta podría añadirse sin gran temeridad, que los alardes machistas provienen de dichos desajustes sociales y económicos, y que, en tal sentido, son productos mediatos del hecho colonial o neocolonial.29

La trinchera ideológica desde la que las mujeres del Tercer Mundo defendieron su posición quedó cimentada de tal forma que sus asuntos se fundían con los del conjunto social, con el fin de dar una batalla frontal al sistema internacional que mantenía a una gran parte del mundo en el atraso y la pobreza. Sin embargo, debe destacarse que entre las mujeres de los países en vías de desarrollo también había mujeres, en su mayoría feministas, que simpatizaban con las ideas propuestas por sus similares estadunidenses. No obstante, la mayoría de los nacientes grupos feministas mexicanos decidieron no participar en los eventos relacionados con el Año Internacional de la Mujer.

A principios de la década de 1970 comenzaron a formarse distintas organizaciones feministas, no muy numerosas, que quedaron conformadas por mujeres de clase media, con formación universitaria, identificadas con la izquierda y considerablemente influidas por la ideología europea y estadunidense acerca del feminismo.30 Los diversos grupos que formaban el movimiento se dedicaron a objetar y denunciar las acciones gubernamentales o de los partidos políticos más que a buscar alianzas con estos sectores. Identificadas con la izquierda desconfiaban de las iniciativas del gobierno y de la apertura democrática promovida por el régimen de Luis Echeverría.31

Por esa razón, la mayoría de las organizaciones feministas decidió no participar en la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer; sólo algunas integrantes de Mujeres en Acción Solidaria (MAS) colaboraron en la creación del Centro de Información y Documentación para el Decenio de la Mujer (CIDDEM) y participaron en la Tribuna.32 En general, las feministas consideraron que los objetivos reales del Año Internacional de la Mujer eran integrar a las mujeres de estos grupos al sistema y disfrazar los planes de control demográfico en los países del Tercer Mundo.33

Para mostrar su rechazo a la Conferencia, algunos grupos organizaron actividades alternas: las integrantes del Movimiento Nacional de Mujeres (MNM) prepararon el Ciclo de Avanzada Feminista Año Internacional de la Mujer que duró dos días y en el que presentaron diversos trabajos. En algunos de ellos se criticó duramente a las mujeres del MAS que participaron en el CIDDEM. Por su parte, el Movimiento de Liberación de la Mujer (MLM) tuvo a su cargo el Contracongreso, una serie de reuniones que tenían como objetivo mostrar a la opinión pública y a la prensa internacional el repudio de estas feministas hacia el encuentro oficial y sus objetivos.34

De acuerdo con un boletín de prensa emitido por el MLM, el Año Internacional de la Mujer era "un acontecimiento espectacular y simbólico" de carácter sexista, que perpetuaba la discriminación de las mujeres, pues no era más que una concesión por parte de las agencias gubernamentales que las concebían como "seres inferiores" necesitadas de "amparo y protección".35 Para las feministas del MLM, los problemas de las mujeres no iban a ser atacados desde la raíz en la Conferencia, pues el verdadero objetivo de esta era utilizar todo el potencial femenino para fortificar y mantener la continuidad del capitalismo. En ese documento se hacía énfasis en las cuestiones que ellas asumían como prioritarias dentro de sus demandas: el trabajo doméstico y la reproducción. Consideraban que ambas estaban siendo analizadas desde la perspectiva masculina con la única finalidad de favorecer al mismo sistema que las mantenía relegadas de la verdadera toma de decisión.

De acuerdo con la ideología feminista tanto las labores del hogar como la planificación familiar habían recaído principalmente en las mujeres cuando eran responsabilidad de toda la sociedad. El trabajo doméstico era una labor que no recibía remuneración, carecía de prestaciones, descanso adecuado y, al relegarse a la esfera privada, se convertía en una pesada carga para la mayoría de las amas de casa. Por si fuera poco, muchas de las mujeres no habían decidido dedicarse a las tareas domésticas; al contrario, habían sido orilladas a permanecer allí por el "sistema patriarcal" que perduraba "en todos los sistemas sociales en mayor o menor grado".36

En lo referente a los anticonceptivos, aunque las feministas estaban de acuerdo en que constituían un elemento fundamental para la liberación de las mujeres, sospechaban de los verdaderos objetivos que los organismos internacionales ocultaban detrás de las políticas demográficas y del Año Internacional de la Mujer. Además, consideraron que una demanda básica del movimiento feminista, la no penalización del aborto, no tenía cabida en las discusiones de la Conferencia, a pesar de las condiciones riesgosas en las que se llevaban a cabo y las muertes que esto ocasionaba.37 De acuerdo con su ideología, este era un asunto que necesitaba una solución pronta, que no vendría de los gobiernos reunidos en la cumbre, pues resolver este tipo de problemas no beneficiaba al régimen dominante, que explotaba de la misma manera a la mujer y al hombre.38

Con el paso del tiempo, las feministas mexicanas han evaluado sus decisiones en torno a la Conferencia y muchas de ellas coinciden en que, aunque en ese momento, por el contexto político e ideológico, sus sospechas y repudio eran fundados. A la larga esa reunión trajo más consecuencias positivas de las que esperaban y representó una oportunidad de negociación política con el Estado o de vinculación con feministas de otros países que no se aprovechó en su totalidad.39

El feminismo proveniente del Primer Mundo, así como la influencia de sus demandas en las nacientes organizaciones feministas latinoamericanas fueron concebidos por otras participantes como elementos de distracción, minucias o extravagancias que apartaban la vista de los verdaderos problemas de estas naciones.

 

El enfoque de los países desarrollados respecto de los problemas de las mujeres: defensa de la individualidad y la libertad sobre el cuerpo

Los temas que defendieron en la Tribuna las asistentes estadunidenses y europeas tenían un enfoque distinto de los asuntos desde los que se posicionaron las representantes de los países en vías de desarrollo. En general, se relacionaron estrechamente con muchos de los problemas que se debatían en la agenda feminista y buscaron, sobre todo, que las mujeres decidieran, de forma individual, sobre su propio cuerpo. Esto provocó un choque frontal con los planteamientos del bloque tercermundista. Dicho sea de paso, estos asuntos suscitaron los debates que causaron mayor polémica en las páginas de la prensa capitalina.

A pesar de que hubo temas en los que muchas latinoamericanas, en su mayoría feministas, externaron su afinidad con los planteamientos de las mujeres del Primer Mundo, la percepción general en los diarios fue que se trataba de posturas prácticamente irreconciliables en torno a los problemas femeninos. Debido al predominio de una ideología marxista se calificaba al feminismo, en general, como una ideología burguesa y a las mujeres que sostenían una postura feminista se les consideraba burguesas, raras, extranjerizadas o sospechosas, aunque vivieran dentro de las sociedades subdesarrolladas.

El primer debate importante que se suscitó en la Tribuna y que involucró a las mujeres del Primer Mundo estuvo protagonizado por Betty Friedan quien, a partir de ese momento, se convirtió en la mujer más mencionada de la Tribuna en la prensa. Cuando Friedan declaró que era un "insulto" para todas las mujeres que un hombre —Pedro Ojeda Paullada— presidiera la Conferencia del Año Internacional de la Mujer y que esto, además, era un "símbolo del machismo"40 en México, los comentarios no se hicieron esperar. El funcionario se defendió de modo escueto al declarar simplemente que esa había sido la decisión del presidente de México Luis Echeverría, y que atribuir este hecho al machismo era como culpar a Echeverría de padecerlo; puntualizó, además, que las asistentes a la Tribuna hablaban a título personal o en nombre de organizaciones no gubernamentales, a diferencia de lo que pasaba en la Conferencia, donde estaban representadas las opiniones de los gobiernos.41

A pesar de que esta inconformidad se atribuyó casi de forma exclusiva a la feminista estadunidense, esa opinión no fue expresada sólo por ella. Varias representantes de países en vías de desarrollo también hicieron saber su descontento al respecto, incluso, se organizó una junta fuera de las instalaciones del Centro Médico para planear la redacción de una carta en la que se repudiara la designación del entonces procurador de justicia y se pidiera su renuncia o bien que se nombrara una copresidenta. Dicho documento se haría llegar a la Conferencia del Año Internacional de la Mujer por medio de algún periodista o representante del Tercer Mundo.42 Aunque no encontré evidencia de que esto se llevara a cabo, es importante tomarlo en cuenta como evidencia de que el nombramiento de Ojeda Paullada causó descontento sin importar los bloques socioeconómicos. De igual forma, algunos columnistas consideraron que la presidencia de la Conferencia en manos de una mujer habría representado una decisión fundamental que ayudaría a contrarrestar la idea de un "paternalismo masculino" como trasfondo de la cumbre.43

Sin embargo, cualquier otra crítica fue opacada por la figura de Friedan. Llama la atención que el primer ataque frontal a la organización de la Conferencia le haya sido adjudicado como una opinión personal a una representante del feminismo primermundista, aunque representantes del otro bloque se hayan manifestado al respecto en la misma dirección. La tensión en torno a la declaración de Friedan fue constante durante la primera semana, inclusive Ojeda Paullada se reunió con ella y, finalmente, la líder feminista declaró que "tenía que reconocer que estaba equivocada puesto que trabajar en forma conjunta con hombres es positivo", además, agradeció la colaboración de las autoridades mexicanas y de los organizadores de la Tribuna.44 Asimismo, declaró que aunque su designación se debía a que era un hombre capaz, "simbólicamente era un insulto para la reunión" porque "el hombre debe estar frente a nosotras y no al frente de nosotras".45

El encuentro Friedan-Ojeda Paullada dio fin a esta polémica. Aunque la figura de la estadunidense acaparó la atención y esta protesta se adjudicó al Primer Mundo, numerosas notas en la prensa mostraron el acuerdo que existía con ella por parte de analistas y mujeres de las naciones en vías de desarrollo. Esa fue una situación particular, otras declaraciones de mujeres europeas, estadunidenses o de la misma Betty Friedan en la Tribuna no tuvieron la suerte de tener una aprobación tan amplia en otros sectores. Ese fue el caso de quienes se pronunciaron en torno a tres temas que se relacionaron de forma directa con la sexualidad: el lesbianismo, el aborto y la prostitución.

Los debates dentro de la Tribuna en torno a la homosexualidad comenzaron el 20 de junio de 1975 cuando Laurie Bebbington, de la Unión Estudiantil de Australia, tomó la palabra para solicitar que se tomaran en cuenta los problemas de las lesbianas y para protestar en contra de los lineamientos culturales que mantenían a las mujeres bajo los dictados tanto de los hombres como de los heterosexuales. Bebbington pidió que no se restringiera la realización plena de la mujer al matrimonio o la maternidad, que se aceptara que existen otras formas de vivir como mujeres y que todos los seres humanos —sin importar si eran hombres o mujeres— gozaban del derecho de controlar sus propias vidas. Las reacciones simultáneas a estas declaraciones son sintomáticas de las tensiones que se vivían en el foro. Entre silbidos, rechiflas y al grito de "sáquenla", "vieja loca", "ese no es un problema social, es un problema de degeneración", la australiana terminó su ponencia.46 Otras asistentes, entre ellas algunas mexicanas como Adelina Zendejas, pidieron que se dejaran de lado cuestiones como estas que convertían la asamblea en "un show".47

A pesar de las protestas, el 26 de junio se llevó a cabo una mesa para hablar específicamente sobre el lesbianismo. En ella, las ponentes expusieron los problemas que se enfrentaban debido a su preferencia sexual. Aseguraron, por ejemplo, que la sociedad presentaba sólo una forma de relacionarse sexualmente, por lo que cualquier otra decisión era considerada como algo degenerado. A causa de la presión que la sociedad imponía, en muchas ocasiones se casaban con hombres pero, en caso de divorcio, tenían desventajas legales, pues su orientación sexual podía ser usada en su contra para quitarles la custodia de sus hijos.48

Durante ese debate también se leyó una carta declaratoria de las lesbianas mexicanas, en la que las firmantes aseguraron que lucharían por la aceptación social de su identidad sexual.49 Durante aquellos años, una de las principales activistas en favor de los derechos de los homosexuales era la académica y feminista Nancy Cárdenas. En 1974 se convirtió en el primer rostro público del movimiento lésbico mexicano50 y fue uno de los principales blancos de las agudas críticas que en torno a ese tema se suscitaron fuera de la Tribuna.

Alrededor de las instalaciones del Centro Médico Nacional se llevaron a cabo manifestaciones en contra de los temas que se discutían en la reunión de las organizaciones no gubernamentales, particularmente aquellos relacionados con la sexualidad. Por ejemplo, una asociación de vecinos protestó en contra de las lesbianas, repartieron un volante en el que repudiaban las actividades que Nancy Cárdenas llevaba a cabo en favor de los derechos de los homosexuales y demandaban que se investigaran las escuelas de teatro que ella dirigía debido a que las consideraban "un verdadero peligro para las ingenuas señoritas que acuden a ellas".51

Otro grupo llamado Club de la Amistad Universal se expresó en la misma línea y solicitaba que en la próxima reunión mundial sobre las mujeres se seleccionaran "valores auténticos" que dignificaran a las personas. Invitaban a las lesbianas y a las prostitutas a que hicieran sus propios congresos para que en ellos encontraran la solución a sus problemas "y un tratamiento psiquiátrico adecuado".52

Al término de los trabajos sobre lesbianismo, Nancy Cárdenas salió del Centro Médico y fue agredida verbalmente por las manifestantes quienes le gritaron: "¡Fuera Nancy Cárdenas de México! ¡Mueran las degeneradas! ¡Queremos un México limpio de perversiones!"53 Para esas mujeres, el lesbianismo iba en contra de los valores "auténticos" de las mujeres mexicanas quienes tenían la obligación de guardar a la niñez, a la juventud, al hogar y la patria de actitudes "equivocadas y antinaturales" que podrían destruir a la familia, considerada por ellas como la esencia de la sociedad.54

Al igual que la homosexualidad, el aborto y la prostitución estaban entre las "perversiones" que provocaban las agresivas protestas. Además, desde la perspectiva de algunas asistentes a la Tribuna, estos asuntos trivializaban la reunión. A pesar de que ninguno de los dos últimos temas era nuevo en las discusiones relacionadas con las mujeres, dentro del contexto de la introducción de las políticas de población a los países en vías de desarrollo y de la oposición entre los bloques económicos, los asuntos de índole sexual se mantuvieron en el centro de muchos de los debates que se llevaron a cabo en la Tribuna, y, que suscitaron diversas opiniones en la prensa.

La legalización del aborto es una demanda que se ha relacionado estrechamente con el feminismo de la década de 1970 y que, aún en la actualidad, ocasiona gran polémica. Durante las reuniones en el Centro Médico la interrupción del embarazo fue concebida por las mujeres del Tercer Mundo como una falsa solución que no resolvería los problemas de explosión demográfica y subdesarrollo que enfrentaban sus naciones. A las representantes de los países en vías de desarrollo les preocupaba, por una parte, que estas medidas de control poblacional fueran una imposición de los países ricos y, por otro lado, que las mujeres adoptaran los discursos de la liberación femenina, "ajenos a la realidad de sus países".55

Con las mujeres en el centro de los debates para frenar la explosión demográfica, las discusiones sobre el aborto no se hicieron esperar. Respecto a este tema se hicieron numerosas declaraciones que lo señalaban como un peligro y un crimen. Un peligro porque su práctica traía consigo numerosas complicaciones tanto físicas como psicológicas, aún en manos de los mejores médicos y un crimen porque, de acuerdo con quienes defendían esta postura, las mujeres estaban disponiendo de la vida de un ser indefenso, por lo que debían ser castigadas penalmente.56

Muchas de las opiniones que se expresaron para evitar la legalización de la interrupción del embarazo venían tanto de mujeres del Tercer Mundo como de sectores conservadores. Algunos grupos opinaron que era mejor enfatizar las políticas preventivas como la educación sexual o el uso de los anticonceptivos.57 Mientras que los más radicales acusaron a los métodos de control natal, el aborto, y la liberación femenina de corromper los valores morales al convertir el sexo en libertinaje. Incluso algunos médicos señalaron a los movimientos de liberación de la mujer como los responsables del recrudecimiento de las enfermedades venéreas. En el mismo sentido, otras participantes declararon que sólo las mujeres de los países desarrollados con ideas feministas recurrían a la interrupción del embarazo.58

Para aquellos que estaban en contra del aborto, este era una manera "criminal" de resolver el problema de la explosión demográfica, además de una maniobra de los países industrializados para debilitar moralmente a las naciones tercermundistas. Asimismo, aseguraron que la legalización de esta práctica no contribuiría al desarrollo pues sólo los países que habían alcanzado economías avanzadas lo habían aprobado.59 Por ejemplo, la doctora en derecho y delegada de Cuba Dora Gómez Héctor, en su calidad de representante de un Comité Latinoamericano a favor de la vida, declaró en una entrevista:

La legislación del aborto traerá como consecuencia la eutanasia y el homicidio será un crimen autorizado por la ley [...] es una manera "criminal" de frenar la superpoblación y frenar económicamente a los pueblos [...] ¿De qué se tiene que liberar la mujer? Es una palabra ofensiva. La mujer está "liberada" desde el momento que se prepara, toma decisiones, desde que contrae matrimonio, y adquiere seguridad en sí misma [...] Esta clase de mujeres 'liberadas' son generalmente las que provocan los abortos [...] por estorbarles los hijos y se convierten en criminales.60

Por su parte, participantes de las naciones industrializadas y feministas de los países con menos recursos concebían al aborto como una prerrogativa exclusiva de las mujeres y del derecho que ellas tienen sobre su propio cuerpo.61 Algunas trataron de defender su postura argumentando que no se trataba de impulsar la práctica de la interrupción del embarazo, sino de permitirla dentro de un marco tanto médico como legal que beneficiara a las mujeres.

En este caso, una declaración de Betty Friedan sobre el tema es útil para resumir las declaraciones a favor de la legalización del aborto. La feminista expresó en una sesión de la Tribuna que "ni el Estado ni hombre alguno puede obligar a la mujer a tener un hijo en contra de su voluntad". Aseguró que en Estados Unidos las mujeres habían tomado conciencia del control que tienen sobre su propio cuerpo, por lo que en su país había descendido la mortalidad infantil. "Es el hijo no deseado el que no sobrevive", aseguró Friedan.62 Esta perspectiva individualista no sólo chocaba de frente con la concepción social de las naciones en vías de desarrollo sino que, además, criminalizaba a las mujeres.

La prostitución era otra actividad que estaba relacionada con la legislación. La presencia de las representantes de la organización estadounidense coyote (Call Off Your Old Tired Ethics) causó revuelo y distintos pronunciamientos, pues eran feministas que defendían el libre ejercicio de la prostitución. Asimismo, buscaban la solidaridad de las mujeres de la Tribuna para que esta actividad ya no fuera castigada por las leyes.63 En el discurso de sus representantes se percibía un lenguaje claro y directo en torno a la sexualidad, lo que muy probablemente encendió más la polémica sobre este asunto:

la prostituta es necesaria porque "el sexo es una necesidad biológica, tanto en el hombre como en la mujer [...] lo que pasa es que esto siempre lo ha ocultado la sociedad hipócrita [...] Nosotras prestamos un esencial servicio social y pedimos que se nos reconozca pues es tan natural como comer, dormir y defecar."64

El 26 de junio se llevó a cabo la mesa de debate sobre la prostitución en la Tribuna. En esta reunión algunos panelistas se pronunciaron a favor de que las mujeres utilizaran sus cuerpos libremente, de que los ginecólogos les dieran tratamiento médico sin que estuvieran estigmatizadas por su oficio, además de que se dejara de encarcelar a las mujeres que ejercían esta actividad.65

En este panel también se expresaron argumentos acerca de las causas de la prostitución que tenían que ver con las tensiones económicas que se vivían en el mundo. La mexicana Lourdes Romero opinó que en los países subdesarrollados esta actividad se presentaba de acuerdo con el grado de explotación social de la mujer o el grado de cultura de las diferentes capas sociales, mientras que las prostitutas de las naciones más desarrolladas estaban influidas por "el factor psicológico", es decir, con cuestiones de personalidad y comportamiento.66

Se acusó al régimen capitalista de propiciar la prostitución. Una panelista aseguró que mientras existiera la propiedad privada seguiría existiendo el comercio sexual, por lo que era necesario cambiar de régimen económico.67

A pesar de que algunas asistentes a la Tribuna trataron de negar la participación de coyote en el foro argumentando que "deformarían el Año de la Mujer",68 la abogada de esta organización, Flo Kennedy, pudo hablar en la mesa en torno a este tema. En su intervención manifestó que coyote estaba luchando porque se legalizara la prostitución y se mejoraran las condiciones de trabajo que tenían estas mujeres. En esa mesa participó, además, la también abogada estadounidense Carole Turoff, quien se unió a la petición de que se dejara de penalizar el comercio sexual, pues las mujeres tenían el derecho de usar su cuerpo a conveniencia. Si las prostitutas podían desempeñar su actividad de forma libre, pagando impuestos al gobierno, entonces tendrían mayores beneficios económicos o incluso en la salud, pues podrían rechazar a clientes que padecieran alguna enfermedad.

Si bien la prostitución, el lesbianismo o el aborto eran problemas que enfrentaban las mujeres en las sociedades en vías de desarrollo, en el marco de la conferencia muchas de las representantes de esos países evitaron incluirlos en sus demandas e incluso los negaron.69 Por ejemplo, una asistente a la tribuna le aseguró a la representante de la delegación francesa Françoise Giroud que "las mexicanas no era[n] lesbianas ni nada de esas cosas tan feas, tan horrorosas que se decían públicamente".70 Desde su perspectiva las decisiones "individualistas" más que integrarlas a la sociedad las apartaban de ella, de tal forma que la discusión de estos asuntos no ayudaba a liberar a sus países de la opresión ni contribuía para que salieran del subdesarrollo.

 

El balance inmediato a la Conferencia del Año Internacional de la Mujer

El recuento negativo: la Conferencia como fracaso

La idea de una reunión de mujeres, los enfrentamientos que protagonizaron las delegadas de uno y otro bloque, así como la diversidad de temas que se pusieron al descubierto —incluyendo aquellos de índole sexual— propiciaron una serie de opiniones negativas en torno a la conferencia y la Tribuna, que se manifestaron en la prensa mexicana.

Cuando ambos foros concluyeron, algunos columnistas manifestaron su balance sobre ellos en las páginas de los periódicos. En muchas ocasiones se leyeron expresiones negativas e incluso sarcásticas acerca de los resultados y las discusiones del encuentro mundial. Aunque es imposible saber de qué manera impactaron estas declaraciones entre los lectores de los diarios, algunos de estos argumentos —al igual que los positivos— pueden considerarse sintomáticos de las diversas reacciones que se suscitaron en torno a esos acontecimientos.

De acuerdo con Antonio Lara Barragán, colaborador de El Universal, no existió prácticamente ningún comentario favorable de los hombres que se refirieron a la conferencia, ya que se expresaron de forma cruel, condenatoria o humillante al respecto, anulando así los primeros intentos de las mujeres por hacerse escuchar.71 En realidad no puede afirmarse que todas las opiniones de los hombres hayan girado en ese sentido, aunque entre algunos periodistas existieron notas que ridiculizaron los acontecimientos. Quizá una de las más representativas sea la siguiente, publicada en El Universal

A la aberrante pachanga del Año Internacional de la Gorda, vinieron damas tan distinguidas como la lideresa de las lesbianas londinenses [sic] o la prostituta respetuosa que acaudilla al gremio de suripantas de Estados Unidos. Y no había por qué haber despilfarrado en tan nefandas importaciones. Aquí, más cerca, podían haber convidado a liberadas de catego como Las Poquianchis.72

Este tipo de expresiones son frecuentes en los periódicos y sirven para analizar algunas de las reacciones que se produjeron cuando ciertos elementos ideológicos que conformaban el ideal de mujer se vieron perturbados con una entrada tan visible de las mujeres —y sus problemas— en el espacio público.

Una de estas reacciones fue el menosprecio, cuando se calificó de inútil a la Conferencia. De acuerdo con algunas opiniones lo primero era recuperar la calma, porque aunque la reunión había provocado muchas reflexiones en torno a la liberación, en realidad había sido un encuentro vano, lleno de discursos que no llegaron a nada novedoso ni concreto. En tono de burla se mencionó que la reunión sólo había demostrado que las mujeres tenían la misma capacidad de razonamiento que los hombres porque, al igual que ellos, organizaron una gran reunión sin lograr conclusiones importantes. Además, de acuerdo con algunos articulistas, las asistentes seguramente habían tenido que regresar a sus casas "porque el marido sólo les dio permiso de estar aquí hasta el día de la clausura y con el señor no valen estas cosas de igualdad de sexos ni nada por el estilo".73 Desde esta perspectiva no era necesario preocuparse por la alteración de las funciones sociales debido a que se consideró que durante la Conferencia no había acontecido nada trascendente.

En otro sentido, se percibió cierto desencanto porque la reunión hubiera tenido el mismo estilo que las organizadas por hombres debido a que esto representaba que las mujeres no habían sido capaces de presentarse con ideas propias y habían asumido, una vez más, los sistemas concebidos, creados y ejecutados por los hombres.74 Asimismo, algunas expresiones giraron en torno a la desilusión de ver que un foro importante se desperdició en discusiones anecdóticas o exhibiendo problemas "propios de casas de salud o reformatorios".75 Incluso Gloria Brasdefer, delegada ejecutiva del Año Internacional de la Mujer en México, coincidió en que encontraba "divertido" que se hubiera gastado el tiempo en ponencias superficiales porque las asistentes muchas veces no tenían una idea clara de lo que se iba a decir y habían hecho mal uso de la oportunidad de expresión que representaron la Conferencia y la Tribuna.76

En el recuento de los hechos continuó manifestándose la dicotomía entre el Primer y el Tercer Mundos, hecho que resultó lamentable para aquellos que consideraron que los enfrentamientos ideológicos o políticos no habían permitido que se analizaran con claridad los problemas de las mujeres. Asimismo, se aprovechó para diferenciar los dos grandes encuentros de acuerdo con las formas y los aspectos que se discutieron en cada uno de ellos. Así, la Conferencia fue concebida como un foro que cumplió el protocolo establecido y la Tribuna fue una reunión en donde se llevaron a cabo "debates de toda índole, increíbles", en los que la prensa volcó su atención.77

En resumen, al hacer el balance de las reuniones se reiteró el estereotipo de que las mujeres eran desorganizadas, conflictivas e intrascendentes —particularmente las que participaron en la Tribuna y expusieron temas socialmente incómodos—, incapaces de trabajar juntas, ni siquiera en su propio beneficio, o de proponer métodos novedosos, completamente diferentes a los de los hombres. De esta manera, tanto la conferencia como la Tribuna se pensaron como foros en los que no se hizo más que discutir en vano y que no traerían consigo ningún cambio.

De acuerdo con un extendido estereotipo, las mujeres son descritas como más proclives que los hombres a las pasiones, de tal forma que no es de extrañar que se hayan exaltado, en la prensa, las manifestaciones de este tipo en ambos eventos. Al mismo tiempo, aunque durante la década de 1970 la organización política de las mujeres a escala internacional era una necesidad económica y política que no podía dejarse atrás, los obstáculos culturales —más difíciles de transformar— continuaban muy arraigados; quizá en algunas ocasiones fue mejor presentar los debates que se llevaron a cabo como intrascendentes, de esa manera, era más fácil dejarlos atrás sin alterar los patrones de conducta preestablecidos.

El examen positivo: pluralidad, puentes de comunicación y la utilidad de los acuerdos internacionales

Desde una perspectiva casi opuesta, existieron notas periodísticas que rescataron los aspectos positivos de la reunión. De hecho, algunas criticaron a los reporteros y comentaristas que privilegiaron las notas sensacionalistas en lugar de enfocarse en los asuntos que podían rescatarse de la conferencia y la Tribuna.

Partiendo de algunos de los ataques que se habían hecho, algunos columnistas se opusieron a que se calificara el encuentro de mujeres como una pérdida de tiempo. Argumentaron que, si bien era cierto que existía la sospecha de que intereses masculinos estuvieron detrás de la organización y que era necesario esperar para ver los resultados efectivos, no podía dejarse de lado que se registraron avances significativos que mejorarían en el futuro la condición de las mujeres en el mundo. Prefirieron llamar "pluralismo" a la diversidad de enfoques que se manifestaron, en lugar de calificarlos como "pandemónium" o "simple reunión femenina".78

De hecho, el enfrentamiento entre los bloques político-económicos se consideró como un encuentro de dos realidades diferentes que, gracias a la Tribuna y la Conferencia, sirvió para que mujeres de las diferentes esferas económicas se enteraran de los problemas y las prioridades de cada una de ellas. Como consecuencia, se reflexionó en torno a la inexistencia de un solo problema femenino y de los matices existentes en cada sociedad, enfatizando los del Tercer Mundo. De esta manera, la conferencia tendría el mérito de haber sacado a la luz pública e internacional la relevancia de los asuntos de las mujeres.79 A pesar de que no dejaron de mencionarse los conflictos que hubo y de una clara tendencia favorable hacia las opiniones del Tercer Mundo, hubo manifestaciones en favor de que las ideas que se expusieron, como quiera que haya sido, eran un llamado a revisar las situaciones que mantenían a las mujeres en condiciones de desventaja, además, la sola posibilidad de expresarse de forma libre se concibió como un avance en sí misma.80

De la misma forma, este encuentro de realidades se consideró como una oportunidad valiosa de tender puentes de comunicación entre mujeres de diversas latitudes. Aunque existían posturas diversas, en las que no todo mundo estuvo de acuerdo, pudieron exponerse distintos puntos de vista, es decir, se pusieron sobre la mesa problemas que no se habían discutido antes a escala internacional y se propició la comunicación, aunque esto no significó, necesariamente "estar de acuerdo".81 Además, se elogió que las mujeres lograran sacar adelante un Plan Mundial de Acción en el que se marcaron diversos lineamientos que los gobiernos adoptarían —de acuerdo con su propio contexto—, para erradicar la discriminación de las mujeres.

La conferencia se consideró un éxito político de las mujeres del Tercer Mundo y los documentos surgidos de ella una contribución fundamental en la búsqueda de un orden económico más equitativo. Sin embargo, no dejó de señalarse que los instrumentos por sí mismos no tenían fuerza de acción, pues para ejecutarlos era necesaria tanto la puesta en práctica como la vigilancia de su cumplimiento por parte de los gobiernos y de las organizaciones internacionales, ambos dominados por hombres. No obstante, estas conclusiones eran útiles para que cuando las mujeres regresaran a sus respectivos países, tuvieran la posibilidad legal, política, discursiva y de organización para presionar con más fuerza a quienes dictaban las leyes que las regían.82

 

Conclusión

Los encuentros y desencuentros a causa de los continuos choques ideológicos fueron numerosos y muchos personajes a veces se perdieron bajo las etiquetas "del Primer" o "del Tercer" Mundos. En las páginas de la prensa los nombres surgen y se pierden, aunque la atención, tanto dentro como fuera de la tribuna, se centró en las mujeres que encarnaron la dicotomía que se gestó en la Tribuna: Betty Friedan y Domitila Barrios de Chungara.

Puede notarse que las perspectivas de Friedan y Barrios de Chungara tenían prioridades muy distintas. Sin embargo, aunque no compartían los métodos, en el fondo ambas tenían interés en mejorar la situación de las mujeres en el mundo. Ese fue, considero, un elemento clave que marcó el éxito de la Tribuna y de la Conferencia a largo plazo, la existencia de un frente común interesado en resolver las situaciones de desventaja que vivían todas las mujeres día a día. Es cierto que los conflictos estuvieron presentes y alimentaron a la prensa con notas de escándalo, sin embargo, con el paso del tiempo se consideró enriquecedor que se manifestaran las diferencias e incluso las críticas a los distintos grupos, pues eso permitía buscar soluciones adecuadas de acuerdo con el contexto de los distintos grupos de mujeres.

Es quizá en esta necesidad de concretar un "modelo de mujer" que representara a cada uno de los bloques y sus prioridades que el juego de opuestos que se vivió en la Tribuna se volvió tan intenso. Muchas de las latinoamericanas se definieron en función de lo que no eran —no querían ser vistas ni identificarse como prostitutas, lesbianas o mujeres que abortaran—, anulando, en muchos casos, problemas reales a los que se enfrentaban las mujeres de esta región, es decir, todos aquellos que tenían que ver con la sexualidad y la individualidad. De esta forma, las propuestas provenientes de las naciones industrializadas se veían como elementos de distracción o trivialidades. Betty Friedan personificó todos esos males y fue calificada por la prensa como "ave de las tempestades", "la terrible", manipuladora y astuta imperialista que gozaba provocando caos en la Tribuna.

Las discusiones, tanto en la Conferencia como en la Tribuna, fueron intensas y estuvieron marcadas, definitivamente, por las diferencias ideológicas, propias del momento histórico. A pesar de la violencia que alcanzaron en ciertos momentos, estos debates pusieron en el escenario político internacional la pluralidad de formas de ser mujer que existían en el mundo y que no podían abstraerse del contexto económico, político e ideológico. Hasta ese momento la categoría "mujer" se concebía como una noción fija y universal, como si todas las mujeres estuvieran atravesadas por los mismos problemas.

Las mujeres de los países en vías de desarrollo introdujeron una visión que permitió reconocer la diversidad de problemáticas relacionadas con las mujeres, mismas que están determinadas por la clase social, la raza, la formación política, religiosa o cultural, el contexto económico, etcétera. Por su parte, la perspectiva proveniente de Estados Unidos impactó en el feminismo latinoamericano y, en el caso de México, ha sido el sustento que ha permitido respaldar teórica y activamente diversas luchas que se han llevado a cabo desde finales de la década de 1970 en torno a la interrupción legal del embarazo, los derechos de las trabajadoras sexuales y de las minorías.

Mirando de cerca los enfrentamientos es claro que muchas de las preocupaciones de las mujeres de los países industrializados eran compartidas por las mujeres del Tercer Mundo y viceversa. Con el paso del tiempo, muchas de las demandas que recibieron las críticas más duras han sido incorporadas, gradualmente, a las políticas públicas de diversos programas gubernamentales, en gran medida porque algunas de las mujeres, a raíz de la Conferencia, se incorporaron a diversos organismos que han diseñado, impulsado e implementado programas de acción desde las instituciones. Al mismo tiempo, organizaciones civiles lideradas por mujeres cercanas a la experiencia del Año Internacional de la Mujer han abierto brecha para muchos de los cambios sociales respecto de la situación de las mujeres en las últimas décadas, aunque siempre con oposición de diversos sectores y enfrentando los numerosos obstáculos que aún persisten en la cotidianidad.

 

Fuentes consultadas

Archivos

CDACFCNP Centro de Documentación Antonio Carrillo Flores del Consejo Nacional de Población.

CDPIEM Centro de Documentación del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer de El Colegio de México.

 

Hemerografía

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Notas

* El presente artículo es producto de algunas de las ideas que presento en mi tesis de maestría "La Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer y la Tribuna de las Organizaciones No Gubernamentales de 1975. Una aproximación a las discusiones en torno al género", Universidad Nacional Autónoma de México, 2008. Agradezco la guía, el apoyo y las puntuales observaciones de Gabriela Cano a lo largo de ese proyecto.

1 Hobsbawm, Historia, 2003, pp. 358-359, y Schmidt, Países, 1977, pp. 12-24.

2 El concepto "Tercer Mundo" agrupaba un grupo sumamente heterogéneo, principalmente por los marcados contrastes en el ámbito económico. Gracias al petróleo, varios países que hasta entonces se consideraban pobres se convirtieron en millonarios; por otro lado, aunque algunos países se industrializaban rápidamente continuaban siendo menos desarrollados respecto de las potencias y, por último, había regiones que no podían siquiera calificarse como países en vías de desarrollo, debido a la extrema pobreza de sus habitantes. En la perspectiva del desarrollo social, si bien la economía del país es un factor determinante, otros indicadores de la mejora en los niveles de vida son: la reducción de la tasa de fecundidad, la elevación de la esperanza de vida, el incremento de la ingesta calórica, el incremento del consumo cultural o el mejoramiento de los servicios urbanos. Acerca de los cambios históricos en la concepción del desarrollo social, véase Incháustegui, "Desarrollo", 2000.

3 Ajamil, "Cooperación", 1994, p. 107.

4 Durante la década de 1970 la Organización de las Naciones Unidas organizó y llevó a cabo diversas cumbres internacionales para discutir las problemáticas relacionadas con el desarrollo social que subrayaron la importancia de las mujeres en la implementación de las políticas de desarrollo. Entre estas reuniones destacan: la Conferencia Mundial de los Derechos Humanos (Teherán, 1972); la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano (Estocolmo, 1972); la Conferencia Mundial sobre Alimentación (Roma, 1974), y la Conferencia Mundial de Población (Bucarest, 1974).

5 Organización, Informe, 1975, p. 221.

6 Papanek, "Work", 1975, p. 216.

7 Organización, Reunión, 1975, p. 41.

8 Papanek, "Work", 1975, p. 216.

9 Miller, Latin, 1991, p. 198.

10 Papanek, "Work", 1975, p. 219, y Miller, Latin, 1991, p. 199.

11 Acerca de Marisa de los Andes, sólo cuento con lo registrado por los diarios durante la Conferencia. Sobre Domitila Barrios de Chungara y su participación en el foro puede consultarse Viezzer, Si, 1981, pp. 216-227. un par de obras que dan cuenta de la biografía de Betty Friedan son Hennessee, Betty, 1999, y Horowitz, Betty, 1998.

12 Nash, Mujeres, 2004, pp. 166 y 167, y Muñiz, Enigma, 1994, pp. 33-35.

13 Sobre Domitila Barrios de Chungara véanse Tompkins y Fosler, Notable, 2001, pp. 30-33; Miller, Latin, 1991, pp. 200 y 201, y Viezzer, Si, 1981.

14 Lorenzo León Diez, "Presentó la Friedman [sic] varias peticiones", El Universal, 27 de junio de 1975, pp. 1 y 6.

15 "Acusan a B. Friedan de boicotear la junta", Novedades, 27 de junio de 1975, pp. 1 y 8.

16 "Pronunciamiento aclaratorio del documento que ha circulado a nombre de la Tribuna", en 1975. Año de la Mujer, República Dominicana, núm. 5, julio de 1975, p. 52; Roberto Guzmán, "Pirotecnia en la Tribuna de Mujeres. Rompen un micrófono", Novedades, 28 de junio de 1975, pp. 1-14, y "Desorden por discrepancias mal expuestas", El Nacional, 28 de junio de 1975, p. 8.

17 Antonio Andrade, "Se aprobó ya parte del Plan de Acción Mundial Femenil", Excélsior, 1 de julio de 1975, pp. 1-A y 12-A; Lorenzo León de Diez, "Hubo mitin en vez de conferencia", El Universal, 1 de julio de 1975, p. 1, y "Foro de Excélsior aclara causas de trifulca en la junta femenil", Excélsior, pp. 4-A y 21-A.

18 Antonio Andrade, "Se aprobó ya parte del Plan de Acción Mundial Femenil", Excélsior, 1 de julio de 1975, pp. 1-A y 12-A, y Viezzer, Si, 1981, p. 224.

19 Viezzer, Si, 1981, p. 221.

20 Tribuna del Año Internacional de la Mujer: foro en el que las Organizaciones No Gubernamentales y particulares, interesados en la posición de la mujer en la sociedad trataron el tema del Año, igualdad, desarrollo y paz, "Informe de actividades desarrolladas por el servicio de edecanes en la 'Tribuna del Año Internacional de la Mujer', en la Unidad de Congresos del CMN del IMSS del día 24 de junio de 1975", en Centro de Documentación Antonio Carrillo Flores del Consejo Nacional de Población (en adelante CDACFCNP), M 06.03.04, C61a, 1975, pt.1E/8, p.1.

21 "Una buena ocasión perdida por oposición al diálogo", El Universal, 1 de julio de 1975, p. 8.

22 El texto íntegro puede consultarse en Pronunciamiento aclaratorio del documento que ha circulado a nombre de la Tribuna y en el boletín 1975. Año de la Mujer, República Dominicana, núm. 5, julio de 1975, en CDACFCNP, M 06.03.04, C61a, 1975, pt.1E/8, t. 2, pp. 52 y 53. El documento fue firmado por las delegaciones de Argentina, Cuba, Chile, Chicanas del Partido Raza Unida, Bolivia, Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Puerto Rico, Uruguay y República Dominicana.

23 Jaime de J. Díaz C. (director de Corporación Integral para el Desarrollo Cultural y Social en Colombia), "La mujer y su participación en el desarrollo en América Latina", ponencia presentada en la Tribuna de las Organizaciones No Gubernamentales del Año Internacional de la Mujer, 1975, en CDACFCNP, M 06.03.04, C61a, 1975, pt.1E/8, pp. 1-3.

24 Lamas, Miradas, 2007; Bartra, Fernández y Lau, Feminismo, 2002, y Sánchez, Feminismo, 2002.

25 Entre otros: Salvador Reyes Nevares, "La condición femenina", El Nacional, 21 de junio de 1975, p. 5; Editorial, "Liberación de la mujer. Factor de cambio social", El Nacional, 21 de junio de 1975, p. 3, y "Se pronunció por el desarrollo el encuentro de periodistas", El Universal, 18 de junio de 1975.

26 Editorial, "Colaboración entre mujeres y varones", El Nacional, 17 de junio de 1975, p. 5.

27 Salvador Reyes Nevares, "La condición femenina", El Nacional, 21 de junio de 1975, p. 5, y Beatriz Reyes Nevares, "Una Conferencia política", El Nacional, 25 de junio de 1975, p. 5.

28 "Integración femenina al mismo tiempo que los varones y no a pesar de ellos", El Nacional, 22 de junio de 1975, p. 5.

29 Beatriz Reyes Nevares, "Una Conferencia política", El Nacional, 25 de junio de 1975, p. 5. Una postura parecida fue expresada por Salvador Reyes Nevares, "La condición femenina", El Nacional, 21 de junio de 1975; Laura Bolaños, "La Conferencia Mundial de la ONU", El Universal, 18 de junio de 1975, p. 5, y Manuel Blanco, "La torre de Babel", El Nacional, 19 de junio de 1975, p. 5.

30 Lau, Nueva, 1987, p. 76; González, Autonomía, 2001, pp. 75 y 76, y Lamas, "Protesta", 2006, p. 903.

31 Lamas, "Protesta", 2006, pp. 904 y 906.

32 Desde 1970 hasta 1976 se conformaron cinco agrupaciones: Mujeres en Acción Solidaria en 1971, Movimiento Nacional de Mujeres en 1973, Movimiento de Liberación de la Mujer en 1974. Con integrantes que se separaron de este último grupo se conformaron el Colectivo la Revuelta y el Movimiento Feminista Mexicano. Para un seguimiento puntual de la historia de estos grupos, véanse Lau, Nueva, 1987, y González, Autonomía, 2001.

33 Carmen Lugo, "El impacto del movimiento feminista en el cambio jurídico social", mimeo., s. a., en Centro de Documentación del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer de El Colegio de México, 322.f L 951 i; Sánchez, Feminismo, 2002, p. 118, y González, Autonomía, 2001, pp. 112-116.

34 Lau, Nueva, 1987, pp. 111-113, y González, Autonomía, 2001, p. 115.

35 Movimiento de Liberación de la Mujer en México, "Año Internacional de la Mujer (Boletín de prensa)", en CDACFCNP, M 06.03.04, C61a, 1975, pt.1E/8, t. 1.

36 Ibid.

37 "In the IWY [International Women's Year] Why Don't Talk About...", volante, en CDACFCNP, M 06.03.04, C61a, 1975, pt.1E/8, t. 1,

38 Carlos Ramírez Hernández, "Grupos de mujeres feministas por la legalización del aborto", El Día, 30 de junio de 1975, p. 6.

39 Ergas, "Sujeto", 2002, pp. 593-620; Zinsser, "Mexico", 2002, pp. 145-146; González, Autonomía, 2001, pp.112-116, y Lamas, "Protesta", 2006, p. 904.

40 Rafael Cardona, "Insulto que un hombre presida la junta femenil", Excélsior, 21 de junio de 1975, pp. 1-15.

41 Rafael Cardona, "Señala Ojeda que preside la junta por 'unanimidad'", Excélsior, 22 de junio de 1975, pp. 1-12 y 17, y "Por acuerdo de la ONU participan hombres y mujeres en la CIM", El Nacional, 22 de junio de 1975, p. 1.

42 "Opiniones encontradas sobre la designación de Ojeda P.", Novedades, 24 de junio de 1975, p. 15; "Informe de actividades desarrolladas por el servicio de edecanes en la 'Tribuna del Año Internacional de la Mujer', en la Unidad de Congresos del CMN del IMSS del día 24 de junio de 1975", en CDACFCNP, M 06.03.04, C61a, 1975, pt.1E/8, p. 3.

43 "Feminismo militante", Excélsior, 23 de junio de 1975, página editorial, y Vicente Leñero, "Paternalismo masculino. Año de la Mujer decretado por hombres", Excélsior, 25 de junio de 1975, página editorial.

44 "Acusan a B. Friedan de boicotear la junta", Novedades, 27 de junio de 1975, pp. 1 y 8.

45 Francisco de la Sota y Roberto Guzmán, "El hombre debe estar frente a nosotras y no al frente de nosotras", Novedades, 26 de junio de 1975, pp. 1 y 16.

46 La transcripción más amplia de esta intervención que he localizado está en Elena Poniatowska, "Armó la gorda una joven que ama.. .a otras jóvenes", Novedades, 24 de junio de 1975, pp. 1 y 19. Las cursivas son mías.

47 "En la Tribuna se pidió hacer a un lado asuntos de show", El Nacional, 24 de junio de 1975, p. 7; y Antonio Andrade, "Escritoras mexicanas contra la trivialidad", Excélsior, 24 de junio de 1975, pp. 1 y 14.

48 Tribuna del Año Internacional de la Mujer: Foro en el que las Organizaciones No Gubernamentales y particulares, interesados en la posición de la mujer en la sociedad trataron el tema del año, igualdad, desarrollo y paz , Informe de actividades desarrolladas por el servicio de edecanes en la Tribuna del Año Internacional de la Mujer en la Unidad de Congresos del CMN del IMSS del día 26 de junio de 1975, en CDACFCNP, M 06.03.04, C61a, 1975, pt.1E/8, p. 8.

49 Ibid.

50 Monsiváis, "Envío", 1994, p. 262.

51 "Tribuna del Año Internacional de la Mujer: Foro en el que las Organizaciones No Gubernamentales y particulares, interesados en la posición de la mujer en la sociedad trataron el tema del año, igualdad, desarrollo y paz", Manifiesto a la opinión pública, volante, en CDACFCNP, M 06.03.04, C61a, 1975, pt.1E/8.

52 Ibid., Club de la Amistad Universal, volante.

53 Monsiváis, "Envío", 1994, p. 262.

54 Tribuna del Año Internacional de la Mujer: Foro en el que las Organizaciones No Gubernamentales y particulares, interesados en la posición de la mujer en la sociedad trataron el tema del año, igualdad, desarrollo y paz, Manifiesto a la opinión pública, volante, y Club de la Amistad Universal, volante, en CDACFCNP, M 06.03.04, C61a, 1975, pt.1E/8.

55 "Tribuna Nacional. Opinión abierta de nuestros lectores. Protección por ley a mujeres abandonadas", Novedades, 12 de julio de 1975, p. 5; Salvador Reyes Nevares, "La condición femenina", El Nacional, 21 de junio de 1975, p. 5; Beatriz Reyes Nevares, "Una Conferencia política", El Nacional, 25 de junio de 1975, p. 5, y "Se aplican en nombre de una libertad mal entendida", Excélsior, 24 de junio de 1975, pp. 1 y 8.

56 "Si se legalizara el aborto se incrementaría en 30%", Novedades, 24 de junio de 1975, p. 8.

57 Berta Fernández, "Urge movilizar a la mujer para que sea activa", Novedades, 16 de junio de 1975, p. 23.

58 "Desvirtúa valores sociales la mal entendida liberación femenil", Excélsior, 25 de junio de 1975, p. 9 A, y "ADI hace del aborto la III Guerra Mundial", El Universal, 21 de junio de 1975, pp. 1 y 11.

59 "Integración femenina al mismo tiempo que los varones y no a pesar de ellos", El Nacional, 22 de junio de 1975, p. 5, y "Pide la secretaria del CNP: si quieren aborto que lo expresen", Excélsior, 21 de junio de 1975, pp. 1 y 11.

60 Guadalupe Appendini, "'Liberación es una palabra ofensiva', dice la doctora Dora Gómez Héctor, delegada cubana", Excélsior, 21 de junio de 1976, pp. 1B y 2B.

61 El aborto (resumen de las ponencias presentadas por delegadas japonesas y estadounidenses en torno a este tema en la Tribuna de la Conferencia de las Organizaciones No Gubernamentales), 30 de junio de 1975, en CDACFCNP, M 06.03.04, C61a, 1975, pt.1E/8, pp. 1-3.

62 Elena Poniatowska, "Tenía que ser: se dividen las mujeres y llueven cargos", Novedades, 22 de junio de 1975, pp. 1 y 4.

63 Miguel Ángel Rivera, "coyote pedirá en la junta que la prostitución no sea ya un delito", Excélsior, 24 de junio de 1975, p. 14-A.

64 Nidia Marín y Lorenzo León Diez, "Quieren evitar que el gobierno de EU sea su pachuco", El Universal, 24 de junio de 1975, p. 19.

65 Reporte de actividades del 26 de junio de 1975, en CDACFCNP, M 06.03.04, C61a, 1975, pt.1E/8, pp. 2-4.

66 Ibid., p. 3.

67 Ibid,, p. 4.

68 "La mujer en el área rural, la más explotada de todas, se denuncia en la Tribuna Mundial", El Nacional, 25 de junio de 1975, p. 8.

69 El aborto y la prostitución en México durante y después de la década de 1970 han sido un tema de especial interés para académicas y feministas; véanse Espinosa y Lau, Fantasma, 2011, y Lamas, Miradas, 2007.

70 Elena Poniatowska, "La liberación no será un regalo en bandeja de plata para la mujer", Novedades, 25 de junio de 1975, p. 1.

71 Antonio Lara Barragán, "La guerra de los sexos. La esterilidad de la ONU", El Universal, 5 de julio de 1975, p. 4.

72 Carlos León, "Titirimundi", Novedades, 6 de julio de 1975, p. 2.

73 Sergio Iracheta, "¿Y ahora qué?", El Universal, 6 de julio de 1975, p. 13, y Salvador Calvillo Madrigal, "Después de la tormenta", El Nacional, 3 de julio de 1975, p. 5.

74 Vicente Leñero, "Paternalismo masculino. Año de la Mujer decretado por hombres", Excélsior, 25 de junio de 1975, página editorial.

75 Antonio Armendáriz, "Liberación femenina", Novedades, 2 de julio de 1975, p. 5.

76 Armando Carlock, "La oportunidad perdida" (entrevista a Gloria Brasdefer, ejecutiva general del coordinador del Año Internacional de la Mujer), Novedades, 2 de julio de 1975, p. 7, y José Luis Mejías, "Los intocables. Explicación", Novedades, 2 de julio de 1975, pp. 1 y 18.

77 "Críticas en París a la reunión", Novedades, 3 de julio de 1975, pp. 1 y 12; Guillermo Jordán, "Cuando las damas hablan, entre la libertad y la liberación, Excélsior, 25 de junio de 1975, p. 7-A , y "Liberación femenina. Excesos y defectos", Excélsior, 27 de junio de 1975, p. 7-A.

78 Miguel Bueno, "Paralipómenos. Liberación femenina", El Universal, 7 de junio de 1975, p. 4, y Laura Bolaños, "Si se enojaron... por algo será", El Universal, 9 de junio de 1975, p. 4.

79 Enrique Suárez Gaona, "AIM, condición cultural y estructural", Excélsior, 25 de junio de 1975, p. 7-A; "Los varios feminismos", Novedades, 25 de junio de 1975, p. 4, y "Dos mundos femeninos, dice el NYT", El Nacional, 6 de julio de 1975, p. 7. Esta nota, que reproducía un editorial del New York Times, apareció también en las ediciones del 6 de julio de 1975 en El Universal y Novedades, bajo los títulos "Que la Conferencia Mundial de la Mujer resultó perjudicial" y "La Conferencia dejó algún fruto pero sólo retórico", en las páginas 13 y 2, respectivamente.

80 Esteban Illanes, "Mini comentarios. La tumultuosa algarabía femenil-avance modesto y fecundo en la UNAM-ominosa designación-mitos racionales persistentes", Novedades, 5 de julio de 1975, p. 4.

81 Beatriz Reyes Nevares, "Comunicación femenina", El Nacional, 9 de julio de 1975, p. 5, y Froylán M. López Narváez, "Década femenil. Mujeres liberándose", Excélsior, 4 de julio de 1975, p. 7-A.

82 Elena Poniatowska, "La Tribuna, la primera gran experiencia de las mujeres", Novedades, 29 de junio de 1975, pp. 1 y 12; Editorial, "Saldo positivo de la Conferencia de la Mujer", El Nacional, 30 de junio de 1975, p. 5; Roberto Guzmán y Berta Fernández, "le: fracasó el intento de sabotear la reunión", Novedades, 3 de julio de 1975, pp.1 y 11; "La Conferencia Mundial de la Mujer fue un éxito, afirman en Cuba", El Nacional, 20 de julio de 1975, p. 6, y Judy Klemesrud, "Exigir el cumplimiento. Plan de acción femenil", Excélsior, 4 de julio de 1974, p. 7-A.

 

INFORMACIÓN SOBRE LA AUTORA:

Pamela Fuentes. Candidata a doctora en Historia por la Universidad de York (Toronto, Canadá). En esa misma universidad se ha desempeñado como profesora adjunta en los cursos de Historia de Latinoamérica y Latinoamérica Contemporánea. Maestra en Historia por la UNAM y licenciada en Historia por la UAM-Iztapalapa. Ha recibido varias becas y distinciones entre las que se encuentran: la beca CONACyT Bicentenario para estudiantes en el extranjero (2010), la beca para estudiantes distinguidos del INEHRM (2006) y mención honorífica en el concurso de tesis "Sor Juana Inés de la Cruz. Primera feminista de América" (2002), organizado por el Instituto Nacional de las Mujeres.

 

ABOUT THE AUTHOR:

Pamela Fuentes. Doctoral candidate in History at York University (Toronto, Canada), where she has served as associate professor in Latin American History and Contemporary Latin America courses. MA in History from UNAM and ba in History from the UAM-Iztapalapa. She has received several grants and awards including the Bicentennial CONACyT scholarship for students abroad (2010), the INEHRM scholarship for distinguished students (2006) and honorable mention in the "Sor Juana Inés de la Cruz. First Feminist of America", thesis competition (2002), organized by the National Women's Institute.

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