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Secuencia

On-line version ISSN 2395-8464Print version ISSN 0186-0348

Secuencia  n.79 México Jan./Apr. 2011

 

Artículos

 

Panorama y desarrollo de las ciencias sociales en el estado de Tabasco

 

Outlook for and Development of Social Sciences in the State of Tabasco

 

Rodolfo Uribe Iniesta

 

Fecha de recepción: octubre de 2009
Fecha de aceptación: marzo de 2010

 

Resumen

El presente trabajo presenta el panorama y describe el desarrollo de las reflexiones y diagnósticos del pensamiento social y las ciencias sociales sobre y desde el estado de Tabasco; y las condiciones del entorno social local en el que se practican. En el trabajo se demuestra que la producción de este tipo de trabajos es perfectamente acorde a los momentos de crisis y por su tipo refleja perfectamente los momentos de continuidad y ruptura en la historia del estado a pesar de un entorno sociocultural poco propicio. Así, por ejemplo, las ciencias sociales son sub–sumidas a un papel de mera contabilidad social, legitimación y promoción durante el periodo del desarrollismo económico (1953–1970) caracterizado por la construcción de grandes obras de infraestructura y planes de desarrollo agropecuario territorial, o durante la expansión de las obras de exploración y explotación petrolera; pero son llamadas a encontrar explicaciones y alternativas cuando la población regional reacciona contra los excesos y resultados no deseados de tales desarrollos, como ocurre con la resistencia contra el Plan Chontalpa y posteriormente con la resistencia contra los impactos de la industria petrolera. En el momento de mayor auge económico petrolero y su crisis, se hace un esfuerzo por implantar localmente la enseñanza y la investigación de dichas disciplinas, a la vez que ofrecen un discurso alternativo de desarrollo endógeno. Posteriormente, a partir de mediados de la década de los noventa llama la atención que la planeación se realiza a escala macrorregional y los trabajos locales pasan de depender de proyectos institucionales a iniciativas personales de funcionarios locales que dan los espacios o promueven las investigaciones y las publicaciones.

Palabras clave: Ciencias sociales, Tabasco, estudios regionales, desarrollo regional, cultura regional.

 

Abstract

This article presents an overview and description of the development of the reflections on and diagnosis of social thought and social sciences on and from the state of Tabasco; and the conditions of the local social environment in which they occur. The article shows that the production of this type of studies is perfectly in keeping with moments of crisis and accurately reflects the moments of continuity and rupture in the history of the state despite an unpromising socio–cultural environment. Thus, for example, social sciences are relegated to a role of social accountancy, legitimization and promotion during the period of economic development (1953–1970) characterized by the construction of large infrastructure works and territorial agricultural development plants or during the expansion of petroleum exploration and drilling. However, they are called to find explanations and alternatives when the regional population reacts against the excesses and unwanted results of these developments as happened with the resistance to the Chontalpa plan and subsequently with the resistance to the impact of the petroleum industry. At the time of the oil boom and its crisis, an effort was made to locally implement the teaching and research of these disciplines while offering an alternative discourse of endogenous development. Subsequently, from the mid–1990s onwards, it is striking that planning was carried out at the macro–regional level while local works went from depending on institutional projects to personal initiatives by local civil servants who provided the spaces or promoted research and publications.

Key words: Social sciences, Tabasco, regional studies, regional development, regional culture.

 

INTRODUCCIÓN

La última obra de diagnóstico social publicada en Tabasco: Escudriñando Tabasco: la prestancia perdida,1 de Rosa María Giorgana Pedrero y el senador Juan José Rodríguez Prats muestra prístinamente la ideología hegemónica en Tabasco y es, a la vez, síntoma de una situación donde la única ciencia eficiente para el estamento propietario y la clase política es una versión de ciencia política, entendida sobre todo como un discurso narrativo donde sólo existen personajes dominantes y sus decisiones. En este discurso nunca aparecen las masas campesinas e indígenas o urbanas como algo más que masas de maniobras de líderes (los órdenes corporativos: ganaderos, cacaoteros, petroleros, taxistas, etc., sí son reconocidos). En tiempos modernos, por ejemplo, reducirán la resistencia petrolera y el autodenominado movimiento democrático al nombre de López Obrador, a pesar de que dichos movimientos comenzaron antes de que este líder dejara el partido oficial. El libro está formado por 25 entrevistas y dos ensayos en donde resalta la falta de visión de las cuestiones estructurales y sociales. Con mucho tino marca su genealogía con un ensayo de Manuel R. Mora donde, en 1976, hacía un recuento de lo que la elite reconoce como sus representantes intelectuales, titulado Tabasco en la cultura. En este presenta a un solo científico: el botánico José N. Rovirosa; a una especialista en lengua y gramática, Rosario María Gutiérrez Eskildsen; a un lingüista y antropólogo, Marcos Becerra; a tres historiadores; a dos ex gobernadores como él mismo, y a muchos abogados, poetas, ensayistas, incluyendo a alguien tan multifacético como Carlos Pellicer. Un estudio más serio y reciente, el de Alvaro Ruiz Abreu y María José Rodilla, "Itinerario de las aguas",2 nos ratifica la descripción. Los autores reseñados son mayoritariamente individuos aislados con intereses enciclopédicos que casi siempre aparecen como hechos excepcionales en su medio, y que se formaron por un ingente esfuerzo individual, sin que se dé, por ponerlo en términos de Bourdieu, una acumulación ni circulación de capital cultural. No se habla de formadores, grupos, generaciones, escuelas o discípulos.

Se trata de una condición constante de la sociedad de Tabasco determinada por la estructura estamental histórica de la formación social tabasqueña, dominado por una pequeña clase propietaria básicamente endogámica, una mínima y muy dependiente clase media, y una masa de peones agrarios que tampoco alcanzó la densidad poblacional ni cultural (en cuanto a contenidos étnicos) de los estados vecinos. Esta clase propietaria depende del control físico del territorio y vive directamente de su explotación sin competencia o presiones que los obliguen a necesitar mayores habilidades intelectuales para mantener tanto su dominación como su nivel de vida. Cuando la sociedad se expande y cambia la estructura económica por el desarrollo petrolero esta elite se reacomoda con base en el control territorial como clase rentista al negociar indemnizaciones petroleras por el uso y daño a sus tierras, y por las afectaciones a sus animales y cosechas. Capitalizan el control territorial gracias a la expansión urbana dedicándose al negocio inmobiliario, se convierten en constructores o se asocian con esta clase de empresas, rentan viviendas de todo tipo y nivel a la población inmigrante, y se aseguran del monopolio de puestos y plazas en la creciente burocracia estatal con un abierto patrimonialismo. De hecho, como se haría evidente con la reacción del gobierno de Salvador Neme Castillo (1989–1991) contra el anterior de Enrique González Pedrero, el impulso a la cultura será visto como una amenaza a las condiciones de dominación de la elite propietaria. Sobre todo por su desplazamiento en los puestos públicos por técnicos capacitados pero provenientes de otros estados.

Esta sentida falta de necesidad de desarrollo científico, intelectual y cultural de la clase propietaria se vio además socialmente reforzada por la minusvaloración de la formación intelectual debida a la monetarización que normalmente impulsa la cultura del petróleo dondequiera que se vuelve dominante.3 Y finalmente, en las últimas décadas, de manera concomitante a esta cultura petrolera se impuso una mediatización consumista que contrarrestó el avance de la escolarización logrado gracias a los propios recursos petroleros.

Esto se tradujo, entre otras cosas, en que no se dé un avance en las prácticas de lectura incluso entre los sectores escolarizados y el magisterio,4 como lo hacen evidente los fracasos para sostener librerías en Tabasco que vendan algo más allá de los "libros de texto" (Fondo de Cultura Económica, el Jaguar Despertado del instituto local de cultura) o se mantienen mientras son subsidiadas (Educal y sobre todo la librería de la Secretaría de Educación en el CICOM,5 que tras una larga agonía finalmente sucumbió tras la inundación de 2007). La misma Universidad, aunque edita libros, no tiene librería. Y, por otro lado, el enorme programa de bibliotecas promovido por González Pedrero, que contaba con la gran Biblioteca Central Pino Suárez, además de una grande en cada cabecera municipal y cerca de 300 pequeñas en comunidades, languideció hasta su extinción, con periodos en los que ni siquiera se contaba con presupuesto para el aire acondicionado en la Central, con lo que se perdieron muchos materiales, hasta que esta fue gravemente afectada por la inundación mencionada.

A pesar de que en la biblioteca José Martí de la Universidad y en el Fondo Tabasco de la Pino Suárez se conservan colecciones de publicaciones sobre Tabasco, no hay un programa serio de integración de colecciones de investigaciones y estudios sobre la región, sobre todo los contemporáneos. El único esfuerzo logrado en este sentido fue la biblioteca de la Dirección de Educación Superior e Investigación Científica heredada luego por el IV Comité Regional de la Comisión Mexicana para la UNESCO, pero se destruyó en gran parte por las filtraciones de lluvia a que se expuso al ser situada en una instalación inadecuada y sin mantenimiento a mediados de los noventa. Es decir, que no están accesibles en el estado la mayor parte de los trabajos contemporáneos de ciencias sociales, pero, además, hay que aceptar que no hay demanda de ellos ni siquiera en las instituciones especializadas.

Al mismo tiempo las instituciones científicas siguen siendo percibidas como enclaves, y en algunos casos siguen trabajando con ese carácter, lo cual se agrava debido a que hoy día todavía la gran mayoría de los científicos son nacidos en otros estados. Pero aun cuando en algún momento se propuso el planteamiento teórico y vital de "pensar desde Tabasco" (como en la Dirección de Educación Superior e Investigación Científica entre 1983 y 1987, que proponía incluso el desarrollo de un Colegio de la Frontera Sur desde esta perspectiva epistémica), fue muy fácil cortar el proyecto con el cambio sexenal. Algunas instituciones permanecieron de nombre para cumplir objetivos patrimonialistas en la distribución de empleos entre la clase propietaria, pero la falta de resultados exhibe la ausencia de un proyecto y de una visión del sentido de las mismas instituciones.

Esta autolimitación de la intelligentzia local dependiente de la clase propietaria y la poca penetración social de la cultura escrita, nos plantea la necesidad de acotar la problemática a abordar en cuanto a qué tipo de discursos podemos considerar ciencias sociales. Evidentemente trabajos como el citado al inicio tienen una continuidad con lo que se consideraba "ciencia social" en el siglo XIX pero, al mismo tiempo, aunque se trate de reflexiones de la sociedad sobre sí misma, no tiene las mismas exigencias que tienen los trabajos o publicaciones elaborados en la órbita de las evaluaciones actuales del CONACYT.

Tenemos entonces un panorama de dos tipos de discursos reflexivos sobre la sociedad tabasqueña que podrían presentarse en un continuam evolutivo, pero que en realidad han venido a sobreponerse y coexistir en los últimos 40 años y en donde, por condiciones de cultura de la elite, el primero es el discurso efectivamente considerado y utilizado como fuente de información y decisiones, tanto por los actores políticos como por los ciudadanos vía los medios de comunicación y, finalmente, dada la poca penetración del otro nivel de discurso social, también por la mayor parte del cuerpo académico.

Es como si en Tabasco apenas hubiera logrado hacerse hegemónica la primera ilustración, a pesar de contar con obras de este tipo desde las novelas y diagnósticos de la generación de funcionarios públicos liberales del último tercio del siglo XIX representada por los cuñados Arcadio Zentella (Perico) y Manuel Sánchez Mármol (Antón Pérez).

Pero al mismo tiempo tenemos también otro tipo de trabajos donde la reflexión social aparece casi siempre implícita o funcionalizada tecnocráticamente, sobre todo en el periodo del desarrollismo hasta los años ochenta del siglo pasado. Se trata de los trabajos diagnósticos, programáticos y de planeación, campo en el cual será hasta esa década que aparezcan planteamientos críticos combinados con una visión multidisciplinaria (con la economía y la ecología principalmente). Y tanto la "cientificización" de la reflexión regional como la explicitación de las ciencias sociales que aparecían antes subsumidas bajo proyectos de infraestructura, economía e ingeniería (o diagnosticando sus posibilidades o efectos), se deben totalmente —como lo reconoce el estudio de entonces de la CEPAL, encargado por el BID —6 a la importante movilización social de una parte del pueblo tabasqueño —básicamente campesinos—, y al descontento de otra parte, a pesar de que la región había logrado el "desarrollo" en términos de los indicadores meramente económicos. La importancia de dicho movimiento es tal que una politóloga estadounidense, Judith Teichman,7 lo caracteriza como la primera manifestación explícita del rompimiento del régimen de la revolución mexicana con la clase campesina en particular y con las clases rurales en general, situación que se haría ya evidente a fines de los ochenta. Es decir, la población tabasqueña planteó tanto un problema político como un reto disciplinario a los paradigmas de interpretación imperantes (el desarrollismo) que convirtió a la región en objeto de múltiples estudios e impuso la necesidad de desarrollar localmente las ciencias sociales. Sin mencionar claro, que se convirtió en caso ejemplar de la naciente discusión sobre la necesidad y las posibilidades de los desarrollos alternativos (ecodesarrollo, endógeno, sustentable, etc.), a pesar de que sólo durante el sexenio 1982–1988 se promovieron seriamente alternativas de ese tipo.

Quizá la mejor descripción del reto de desarrollar las ciencias sociales en este espacio regional la dio uno de los iniciadores de la carrera de Sociología en la Universidad local, Óscar Martiarena, cuando comentaba verbalmente en 1988 que: "mientras en la capital del país se discute ya la crítica del discurso científico, aquí apenas estamos tratando de enseñarlo".

En este trabajo intentamos describir tanto el proceso y condición de producción de los discursos de las ciencias sociales sobre Tabasco, como el papel de los discursos científicos en la construcción de la realidad estatal, sobre todo por el determinante papel de la planeación en las etapas del desarrollismo y de la globalización, y comentar sus principales temáticas o narrativas. Al final incluyo una bibliografía, si no completa, sí bastante exhaustiva sobre los trabajos importantes realizados en y sobre Tabasco.

 

ANTECEDENTES, LA REFLEXIÓN SOCIAL DE LA INTELECTUALIDAD CRIOLLA

Como en todo México, las primeras reflexiones y descripciones se dan a través de las Relaciones Reales de 1579; en el caso de Tabasco existían la del alcalde mayor y la del cabildo de Santa Matía de la Victoria. Una diferencia significativa entre ambas es que la primera tiene una visión negativa de los indígenas, y la segunda resalta su "buen gobierno y policía" y su capacidad de vivir y producir en el pantano. Después de eso, el primer diagnóstico y reflexión regional lo realizó, en su Memoria a favor de la provincia de Tabasco8 el diputado a las Cortes de Cádiz de 1811 José Eduardo de Cárdenas quien, sobre todo, pedía la independencia económica respecto de Yucatán y libertad para que los finqueros pudieran someter a la mano de obra indígena. Este factor será lo que la elite tabasqueña defina como principal problema del estado: la falta de mano de obra. Por ello, la independencia la hacen efectiva regionalmente en 1826, cuando 500 de los propietarios convocados por el primer gobernador consensaron un reglamento llamado Contrato Colonial, que le dio a los finqueros derechos ilimitados sobre la población de sus localidades. En 1864 el gobernador liberal Gregorio Méndez generará una nueva versión del mismo (calificada como Ley Agraria) donde reconocerá el derecho de los pueblos indígenas a sembrar para el autoconsumo. Pero el tema que denominarán la cuestión agraria, seguirá siendo motivo de las principales discusiones, al grado de convocarse un congreso agrario en 19119 y, finalmente, el decreto de la abolición de la esclavitud por deudas de 1914 será el acto legal más importante de la revolución. No obstante que la obligación de pasar a relaciones salariales no se cumplirá en los hechos hasta que Tomás Garrido recuperó el gobierno en los años veinte, tras la revuelta delahuertista.

En esa perspectiva y acorde a los propósitos porfiristas de impulsar la colonización y el desarrollo productivo, las principales obras del cambio de siglo son descripciones relacionadas con las condiciones de productividad del campo, describiendo tanto las actividades económicas como las técnicas usadas, como el Compendio histórico, geográfico y estadístico del estado de Tabasco (1872) y el ensayo El caporal (1884) de Manuel Gil y Sáenz, El Partido de Macuspana, monografía histórico–geográfica de José N. Rovirosa, Apuntes muy interesantes para servir a la estadística de Tabasco (1860) de Juan José León, Estadística de la Sierra (1859) de Romualdo Carrascosa, Notas para la historia de la agricultura en Tabasco (1906) de Justo Cecilio Santa Anna y la Reseña económica del estado de Tabasco de Alberto Correa (1899)– Abordando el mismo tema, pero con un discurso literario y de denuncia de injusticias resalta entonces la ya mencionada novela Perico (1885) de Arcadio Zentella. El mismo Zentella escribirá una Geografía de Tabasco. Y destacan! el presbítero Gil y Sáenz al escribir la primera historia local, Historia de Tabasco10 publicada en 1872. Esta historia, aunque fantasiosa sobre el periodo prehispánico, hace la primera recuperación y difusión de las menciones de los cronistas del siglo XVI sobre el estado, enlista las autoridades coloniales y narra con frescura y acuciosidad los acontecimientos de la primera mitad del siglo XIX.

El garridismo (1924–1936) significó la expulsión de la clase intelectual tradicional del estado, lo que también revela que esta estaba ligada a sectores latifundistas relacionados con la Iglesia católica (los expulsados de Garrido fueron básicamente quienes apoyaron localmente la rebelión de De la Huerta [1923–1924] que en Tabasco estuvo coordinada por el obispo local) o que, en una segunda oleada, no aceptaron el liderazgo autoritario y personalizado (Manuel Bartlett, Manuel González Calzada). Al mismo tiempo se inició localmente la formación de una nueva generación basada en las propuestas laicas y racionalistas del proyecto de educación "socialista".

Los exiliados se sumaron a los que ya habían emigrado al Distrito Federal por la revolución (como Manuel Mestre Ghigliazza, ex gobernador maderista y más tarde director de la Biblioteca Nacional; Félix Palavicini, diputado constitucionalista y fundador del periódico El Universal; Andrés Idearte, escritor y periodista que luego dirigiría Bellas Artes). Esto se tradujo en que por una parte se desarrollara en el Distrito Federal una intelectualidad tabasqueña muy activa, que llegaría además a ocupar papeles administrativos y académicos relevantes a escala nacional (Rodulfo Brito Fouché llegaría a dirigir la escuela de Derecho y ser rector de la UNAM; Carlos Pellicer sería secretario particular del secretario de Educación; José Gorostiza, secretario de Relaciones Exteriores; Manuel González Calzada, subsecretario de Gobernación, y el ya mencionado caso de Andrés Iduarte), que mayoritariamente se dedicarían a elaborar discursos "tradicionalistas" y a generar esa mezcla de verdades con chismes que construirían la leyenda negra de Garrido. Destaca, para nuestro tema, el Ensayo sociológico de Tabasco de 1947 de Manuel Mora (gobernador de 1964 a 1970),11 que con buen estilo literario mezcla un poco de positivismo y de darwinismo social, describiendo a su estado como un lugar dominado por los defectos indígenas de mentalidades dominadas por mitos y el peso de una naturaleza hostil, y donde las personas sufren el defecto ontológico de una personalidad "fosfórica", apasionada e irracional determinada por el "trópico". Esta será una narrativa que seguirá como una constante en la literatura local de ciencia política, hasta los trabajos actuales de gente como el propio Andrés Manuel López Obrador.

Al mismo tiempo irá evolucionando una generación nueva de gente, becada por el gobierno del estado para realizar estudios superiores en México, que tendrá una formación especializada universitaria y que comenzará a hacer trabajos históricos y culturales ya con un formato científico, como Jorge Gurría Lacroix (historiador) y Rosario Gutiérrez Eskildsen (lingüista).

Paradójicamente, algunos de los personajes de esta diáspora intelectual regresarán a Tabasco directamente como gobernadores representantes del civilismo de mediados del siglo XX (1943–1955), Noé de la Flor Casanova (abogado y poeta), Francisco Santamaría (filólogo) y Manuel Barttlet (abogado que como juez tendría un papel central en la expropiación petrolera), y serán criticados por sus enemigos bajo el apodo de "los cultos". De la Flor y Santamaría escribirían unas memorias políticas llenas de amargura y resentimiento contra la clase política y propietaria local por su resistencia a sus esfuerzos civilistas. De esta etapa destacan las colecciones de documentos históricos de Manuel Mestre Ghigliazza y Manuel González Calzada, las historias de la revolución de Alfonso Taracena y de Manuel González Calzada, el estudio sobre el español hablado en Tabasco de Rosario Gutiérrez Eskildsen y los trabajos iniciales de etnografía de Marcos Becerra, además de la segunda historia general de Tabasco por parte del médico Diógenes López Reyes.

 

DEL DESARROLLISMO ASOCIAL AL ECOLOGISMO TECNOCRÁTICO

El presidente Ávila Camacho iniciaría en 1941 la Marcha al Mar, que significó el "redescubrimiento" de los trópicos mexicanos como nuevo espacio productivo en donde, además, redistribuir la población concentrada en el centro del país. Desde entonces se comienza a hablar de la posibilidad de desarrollar Tabasco como un emporio agropecuario a partir del control de las inundaciones y la comunicación por tierra con el resto del país, de acuerdo con planes elaborados para el ferrocarril y el control hidráulico ya desde el sexenio de Lázaro Cárdenas. Cuando llega al poder Manuel Barrlett esta política se asume ya bajo la forma de control de cuencas hidrológicas en imitación a los proyectos rooseveltianos del río Tennessee, coordinadas ya por la Comisión del Papaloapan, primero, y luego del Grijalva. Sin embargo, luego de varios motines populares en 1955 provocados por la devaluación y el alza de precios, y la movilización política de los comerciantes de Villahermosa y políticos tabasqueños establecidos en el Distrito Federal, el gobierno federal decidió poner bajo su control directo todo lo relativo a las obras de infraestructura y desarrollo regional de la región. La Comisión del Grijalva asumió todo el control. El gobernador impuesto tras los motines, el general Orrinco de los Llanos, primo del operador del cambio de gobierno, Carlos Madrazo, se quejó en su primer informe de gobierno de no poder hablar de las cuestiones hidrológicas por estar todo en manos de la Comisión, cuyo director fungía en la misma ceremonia como representante personal del presidente de la república. Toda la suerte y bienestar del estado se apostó a las obras (ferrocarril, carreteras y presas) y la política de colonización; y por primera vez hubo una inversión masiva del gobierno federal en el estado. Esta fue reforzada en los años sesenta, cuando se promovieron planes integrales de desarrollo local con dinero de fondos internacionales surgidos de los programas de la anticomunista Alianza pata el Desarrollo. Difícilmente fuera de Tabasco se puede apreciar el vuelco fundamental que significó que a partir de ahí, y luego del boom petrolero, Tabasco pasara de ser una zona de permanente zozobra con niveles apenas de supervivencia, a emporio económico y a ser el mayor productor de valor del país ya a finales de los años setenta y los ochenta. Encaminados en esta aventura, no debe sorprender que toda la acción de las ciencias sociales aplicadas y teóricas quedara, si no aplastada, al menos subsumida al más craso "desarrollismo", hasta que sus mismas contradicciones obligaron a su propio cuestionamiento y crítica. Visto en términos disciplinarios, en los trabajos aplicados se pasó de la hegemonía brutal del economicismo a la necesidad de los estudios complejos, incorporando tanto los estudios de movimientos sociales como los de ecología.

La narrativa hegemónica por parte de los intelectuales humanistas locales, sus políticos y los ingenieros, encabezados por el ideólogo del sistema de infraestructuras, Luis Echegaray Blablot, definió el problema de Tabasco como el de un desarrollo trabado por un obstáculo, que en 1948 Santamaría describió como "el obstáculo material", conformado por la "naturaleza" del estado, que vendría a ser el régimen de lluvias e inundaciones que, tanto en tiempos de Garrido como en los posteriores, habían destruido todos los avances de carreteras e infraestructuras de salubridad y urbanización que se realizaban, como la población, que se resistía a los cambios. En realidad, es curioso cómo vemos aquí una transición de la vieja narrativa de Eduardo de Cárdenas sobre los indios libres en tierras sin dueño y que no eran útiles para nadie. Pero ahora esta vieja oposición del componente "natural" de paisaje y clima y nativos, se presentará como una promesa de mejor vida para los redefinidos campesinos beneficiados en parte con terrenos por la repartición ejidal a partir del gobierno de Ernesto Trujillo Gurría; aunque, como se demostró más tarde, con tierras bajas e inundables, mientras los latifundios ganaderos retuvieron las tierras altas. Por ejemplo, el proyecto de la presa de Malpaso se presentó con objetivos campesinistas.12 Sin embargo, como se vería luego, todo el proceso en conjunto resultó en contra de ellos y, aunque lograría desecar una amplia zona de tietras productivas y sobre todo detener por 30 años las inundaciones catastróficas y defender con obras a la ciudad de Villahermosa, sus resultados han sido ampliamente discutidos. En cuanto a los campesinos, su papel de homologación con la "naturaleza", que tendría que ser "removida" y "racionalizada", se hizo realidad con la necesidad de hacer intervenir al ejército contra ellos en la Chontalpa para poder realizar la obra del plan del mismo nombre.

Las perspectivas y visiones teórico–ideológicas, académico–científicas con que los técnicos abordaron la planeación y el desarrollo de los proyectos de reorganización territorial y ambiental de la planicie tabasqueña y el del desarrollo petrolero quedaron plasmadas en sendas mesas redondas del Instituto Mexicano de Recursos Naturales de 1955 y de 1976. En ambas privó un sentido productivista y las ciencias sociales estuvieron ausentes, o se piensa que estuvieron presentes en tanto hubo consideraciones económicas; en la primera se presentó una ponencia sobre "el trópico mexicano en la planeación económica nacional", y en la segunda dos ponencias donde, desde la economía, se consideraba la aportación de la región al desarrollo nacional y se festinaba que en el Plan Chontalpa

se consideró necesario introducir un elemento de choque en la psicología del campesino, que le mostrara rápidos cambios en la transformación del medio ambiente, dotándolos de viviendas adecuadas [...] y demás servicios urbanos equiparables a los que disfrutan los obreros de la industria, a fin de colocarlos en condiciones ideales de productividad.13

En todos los planes del periodo, desde la utopía del propio Echegaray Blablot de convertir a Tabasco en una nueva Holanda, las ciencias sociales se redujeron al mero recuento diagnóstico de las condiciones de vida, pero sin ninguna consideración de las masas respecto a sus opiniones y voluntades. El conocimiento tradicional campesino fue absolutamente ignorado y, junto con la selva y los pantanos, aplastados por la racionalización que, aparte del aplanamiento del paisaje, llegó incluso a la cuadriculación del territorio con caminos y drenes y a la homogeneización de la vivienda y hasta del tiempo y las actividades de los ex campesinos para poderles pagar sus "participaciones".14

Para apoyar al Plan Chontalpa y el desarrollo de los terrenos desecados se creó un centro científico: el Colegio Superior de Agricultura Tropical (CSAT), que se dedicaría básicamente a estudios de productividad agropecuaria. El papel que se le reconocía a las ciencias sociales aplicadas se hizo evidente con la actitud del segundo vocal ejecutivo de la Comisión y constructor del Plan Chontalpa, Carlos Morales,15 que en sus memorias narra que cuando los inspectores del BID le pidieron que sus antropólogos le presentaran sus informes, él les presentó a los líderes campesinos favorables al plan. Luego aceptó el apoyo de los antropólogos de la Universidad Iberoamericana dirigidos por Ángel Palerm, pero sólo como promotores que ayudaran a vencer la irracionalidad de los campesinos que se oponían al plan. Esta reducción y utilización de las disciplinas de las ciencias sociales fue la regla del periodo, el mismo uso se le dio a los antropólogos pata evacuar a los afectados por las grandes presas del Papaloapan. Y seguiría siendo la línea, por ejemplo, en el Instituto Nacional Indigenista en Tabasco, todavía en 1993, cuando se contrató a tres investigadores para hacer un diagnóstico socioeconómico de las poblaciones indígenas, y luego de firmado el contrato el director regional hizo uso de toda clase de chantajes y extorsión para que los investigadores funcionaran en realidad como meros promotores de campo. El diagnóstico elaborado finalmente de acuerdo con el contrato16, fue desechado en lugar de usarse como base para la intervención social. Lo importante es que se trata de perspectiva persistente.

Ahora, en relación con los estudios ambientales, dictámenes, diagnósticos de impacto o estudios para establecer zonas de protección, los factores sociales son considerados "banales" y cuando se analizan los informes es fácil encontrar lugares comunes tales como: "la familia es la célula de la sociedad", porque la parte social del estudio es realizada por los mismos ecólogos o biólogos.

Estos, en el mejor de los casos, cuentan con diplomados o maestrías en administración o ciencias sociales, pero no superan una perspectiva de manipulación e instrumentalización tanto de las técnicas disciplinarias como de los sujetos sociales. En este tipo de trabajos la multidisciplina y la complejidad natural de los procesos regionales se resuelve reduciendo las ciencias sociales a una mera contabilidad de personas y descripción de sus condiciones materiales, y a la población a hechos meramente determinados/determinables sin reconocer su condición de sujetos.

Esta perspectiva tecnocrática, finalmente, tiene la limitación de presuponer una situación donde el único actor eficaz, reconocido y real —es decir, con capacidad subjetiva en tanto tener ideas, proponer objetivos, y realizar hechos—, es el Estado/gobierno. En los hechos esta perspectiva lleva a "problemas operativos" como, por ejemplo, en el enfrentamiento constante entre la administración de la Reserva de la Biosfera de los Pantanos de Centla y la población local, que en algún momento llegó incluso al corte del agua potable para Frontera y al secuestro de la secretaria federal del Medio Ambiente Julia Caravias.

En fin que, de acuerdo con esta progresión, no deja de sorprender que el último trabajo de este periodo y desde esta perspectiva, el realizado para planear la prospección y explotación petrolera incluyendo descripciones históricas y ecológicas, lo realizaran ingenieros de la marina de Estados Unidos: se trata de Las tierras bajas de Tabasco, de Robert West, Norbert Psuty y Bruce Thom, editado originalmente en 197617 por la Oficina de Investigaciones de la Armada estadounidense y el Instituto de Estudios Costeros de la Universidad Estatal de Luisiana.

 

EL RECURSO A LAS CIENCIAS SOCIALES, LA RESISTENCIA Y LA CRÍTICA

El caso tabasqueño hace evidente que las ciencias sociales son llamadas a intervenir sólo cuando la población se resiste; cuando los actores no vistos o considerados como variables determinables y transformables por la acción del Estado actuaron. Como lo demuestra la bibliografía que incluyo al final, de pronto tenemos dos momentos de auge de estudios desde las ciencias sociales, diagnósticos y explicaciones, que si bien tendrán que incluir las valoraciones ambientales en la comprensión de los conflictos (a diferencia por ejemplo de lo ocurrido en los motines de 1955 que tuvieron motivaciones políticas —madracismo, intereses de la cámara de comercio local, líderes políticos de Frontera y posiblemente la misma decisión de la federación de controlar directamente la región de la Comisión del Grijalva—, económicas —alza de precios y tarifas— y étnicas —rebelión de la zona de Vicente Guerrero, Centla—), tienen como motivación de parte de las agencias estatales (locales, nacionales e internacionales) financiadoras comprender las causas de las movilizaciones sociales y el rechazo a las condiciones de desarrollo. Así, desde principios de los setenta tanto el recién creado Colegio Superior de Agricultura Tropical, Chapingo como el Centro de Ecodesarrollo tendrán que abordar la crítica de los grandes proyectos de infraestructura y sus correlativos planes de organización ecológica y agropecuaria; y después, a finales de la década, desde la CEPAL hasta Naciones Unidas se verán implicadas en los estudios para comprender el impacto petrolero tras la movilización del Pacto Ribereño. Ese papel reactivo sólo se superará con la aparición de un proyecto diferente de desarrollo localmente basado que reconozca como objetivos explícitos la capacitación y el desarrollo educativo y cultural de la población local, y la generación de instituciones y recursos culturales e intelectuales propios, como lo establecía el Plan de Desarrollo Estatal de 1983–1988. Esto se tradujo en que la mayor parte de la producción de ciencias sociales acerca del estado se radicó en el mismo, superó una temática meramente diagnóstica y se implicó en el trabajo operativo de los proyectos del gobierno estatal.

El primer estudio académico–científico importante sobre la política de infraestructura y colonización del trópico fue publicado en Francia en 1972, se trata del estudio de Jean Revel–Mouroz, que no sería publicado en México sino hasta 1980, y que ya señalaría las contradicciones ecológicas de la política de colonización seguida en todo el sureste y, particularmente, el hecho de intervenir en la Chontalpa como si fuera tierra despoblada removiendo y reponiendo a la población. En esa década se hacen los primeros estudios importantes sobre la ganadería y la colectivización ejidal como formas productivas y de organización social.18 A partir de la promoción y la discusión sobre el Plan Chontalpa se hacen los primeros diagnósticos integrales de lo social sobre este,19 aunque algunos trabajos importantes se publicarán mucho más tarde, como el de Pedro Arrieta,20 o las mismas memorias sobre el tema del vocal de la Comisión del Grijalva, Carlos Molina.21 Comienzan entonces los trabajos del Centro de Ecodesarrollo coordinados por Rosario Casco Montoya (1978 y 1979)22 que vendrían por primera vez a integrar la cuestión ambiental y la social, confrontando la organización espacial, el aprovechamiento, el uso de los ecosistemas y las formas de trabajo autóctonos con las racionalizaciones productivistas; y sobre todo harían las primeras críticas al sistema de reorganización hidrológico desecador como poco sustentable, y por sus impactos en la productividad, en las formas de trabajo tradicionales y hasta en la geomorfología de la región; en 2008, dichos trabajos serían retomados como conclusiones oficiales respecto al Plan Chontalpa por el Congreso del estado (acuerdo 170 de 2008). Al mismo tiempo, este centro es, desde el Distrito Federal, el primero en reaccionar, investigar y llamar la atención sobre los devastadores impactos ambientales regionales, publicando el primer estudio integrado multidisciplinario, coordinado por Alejandro Toledo en 1982; este mismo autor publicó al año siguiente un libro que sería clave para las reacciones de defensa ambiental y los subsecuentes estudios ecológicos: Cómo destruir el paraíso: el desastre ecológico del sureste.23 La importancia de sus trabajos se hizo evidente en 1979, cuando se realizó a escala nacional el gran debate sobre la conveniencia o no de terminar de construir el cauce de alivio Samaria–Golfo, que gracias al periodista Manuel Buendía se hizo público, e intervino el Colegio de Economistas para que se realizara en la Universidad estatal una presentación del proyecto, en la que, entre otras cosas, se supo que este iba acompañado de un proyecto de desarrollo de urbanización densa sobre la Chontalpa chica. Al mismo tiempo, el trabajo del centro impulsaría el regreso de los estudios etnográficos al estado (sólo se contaba con los de Villa Rojas de 1962,24 que pronosticaban la desaparición de los chontales a causa del desarrollo) con una perspectiva multidisciplinaria que consideraba la integración productiva ambiental usando la categoría de estilos de vida, como el de Ronald Nigh y Carlos Incháustegui.25

A partir de esos años vendría ya el boom de los estudios críticos, multidisciplinarios y ambientales sobre el impacto petrolero. El estudio de 1981 de la CEPAL, dirigido por Sergio Alcántara Ferrer,26 explícitamente reconocía que había sido encargado para entender por qué una población de una región que estaba experimentando un crecimiento económico impresionante, con grandes niveles de inversión y de construcción de infraestructura y con una transición hacia sectores económicos considerados desarrollados, mostraba un rechazo y descontento tan grandes. Es decir, los organismos internacionales leyeron la rebelión tabasqueña iniciada en 1976 como un rechazo a la utopía del siglo XX: el desarrollo económico. De ahí y con ese sentido vendrán las importantes aportaciones de trabajos de centros de investigación del Distrito Federal como los de Leopoldo Allub, Marco Michel, Othón Baños, Sara Sherr, Kathryn Dewey, Firdaus Jhabvala, René Pietri y Claudio Stern, entre otros, para entender el impacto de la petrolización en el sector rural,27 y los primeros trabajos aplicados sobre demografía regional por parte de Rubén Álvarez, Antonio Guerrero, José Luis Lezama, Haydea Izazola y María Eugenia Negrete, entre otros.28 El trabajo más representativo por su movilización de recursos, originalidad del planteamiento epistémico (teoría de sistemas complejos) y sus alcances fue promovido por el Instituto de Naciones Unidas de Investigaciones para el Desarrollo, y fue coordinado por Fernando Tudela.29 En el gran mosaico de colaboración que implicó este estudio destaca el informe del grupo SAS (Salud Alimentaria y Sociedad) basado en la Universidad Autónoma Metropolitana, que demostró que los niveles nutricionales de los campesinos tabasqueños había sido mejor en el periodo comprendido entre la repartición ejidal de los años 1936–1940 hasta antes del boom petrolero de los años setenta, a pesar de un sesgo de privilegio en la alimentación de los hombres por sobre la de las mujeres. Lo que vino a reforzar (junto con el trabajo anterior de Dewey),30 la narrativa de los trabajos que defendían la organización, las formas de trabajo y la vida campesina sobre las planeaciones racionalizadoras y la petrolización social. El título del trabajo devendría una de las interpretaciones más socorridas sobre lo acontecido: La modernización forzada de Tabasco.

En el ámbito local, en este periodo se construyó un conjunto de edificios dedicado a la cultura que se denominó Centro de Investigaciones de las Culturas Olmeca y Maya, que incluyó el Teatro del Estado Esperanza Iris y el nuevo Museo Arqueológico Carlos Pellicer, también destaca el estudio realizado por Dante Ruggeroni y María Elena Moreira sobre la población de Tabasco en el siglo XVI.31

 

PLANES DE DESARROLLO ESTATALES Y REGIONALES

En 1982 el gobernador Enrique González Pedrero le encargó al CONACYT la elaboración de un plan de desarrollo estatal basado en la perspectiva del ecodesarrollo y las propuestas de su libro La riqueza de la pobreza (1979).32 El plan propondría estrategias para generar desarrollo endógeno basadas en la microrregionalización de 280 centros integradores con una perspectiva de uso de tecnologías intermedias y alternativas. A pesar de que desde la Dirección de Educación Superior de Investigación Científica y la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco se hizo investigación aplicada para apoyar ese proyecto, especialmente en la zona del Usumacinta, finalmente fracasará en parte porque los técnicos encargados de aplicarlo en campo tenían una formación productivista–rentista que no entendía la posibilidad de un desarrollo autónomo ni campesino ni rural.33 En 1989 el gobernador Neme Castillo le encargó a la Dirección de Investigación Científica dirigida entonces por egresados del CSAT la elaboración del respectivo plan de desarrollo, y para hacerlo retomaron el trabajo desarrollado en dicha dependencia a lo largo de los anteriores seis años. En 1994 el plan del candidato oficial, Roberto Madrazo, lo elaboró la Fundación Colosio, y el plan del candidato de oposición lo elaboramos el propio candidato Andrés Manuel López Obrador, Rafael Landerreche y el que esto escribe.34 Este plan incluyó ideas que se convirtieron en políticas nacionales, como la aportación de libros de secundaria gratuitos y el apoyo económico a los ancianos, además de un enfoque de construcción de democracia participativa con presupuestos manejados desde las delegaciones municipales o los consejos vecinales. Esta última idea le sería rechazada a López Obrador por la ciudadanía del Distrito Federal. En este sentido de ciudadanización de la planeación, en el 2000 el Comité de Derechos Humanos de Tabasco le presentó a los candidatos de todos los partidos políticos un programa para un gobierno democrático; finalmente, a falta de uno propio, sería retomado por el prd.35 En 1993 el gobernador Gurría intentó la primera planeación con perspectiva neoliberal elaborando un primer estudio de factibilidad de inversiones llamado Estudio de gran visión. Y en su primer informe de gobierno, Roberto Madrazo anunció que encargaba al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) la elaboración de un estudio de prefactibiliad de inversiones como guía para el desarrollo estatal. El PNUD contrató personal egresado de Chapingo para elaborar dicho programa, y como resultado presentó una serie de acciones de gobierno, de infraestructura de comunicaciones, financieras y administrativas, y de desarrollo de capital humano necesarias para establecer una base pata recibir y desarrollar inversiones privadas. Dicho estudio fue rechazado porque se dijo que se esperaba un mero listado de acciones específicas donde pudieran invertir los actores solventes del desarrollo (o sea los grandes capitales) sin necesidad de intervención del gobierno. Después de este momento los subsecuentes proyectos de desarrollo ya plenamente bajo una lógica de globalización neoliberal se harán a la medida de la llamada macrorregión, para la cual recuperaron, cambiándole el sentido, el término de "Mesoamérica", que incluye el sureste de México y el resto de Centroamérica. En este sentido las más importantes formulaciones son el estudio del año 2000 de "El Sur también existe" de Santiago Levy, Georgina Kessel y Alvaro Dávila,36 y luego el Plan Puebla Panamá y el Corredor biológico mesoamericano.

 

LA SEGUNDA ILUSTRACIÓN, LA IMPLANTACIÓN DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN EL ESTADO Y EL REDESCUBRIMIENTO DE LOS CHONTALES

La década de los ochenta estará marcada por el auge económico, los impulsos a la descentralización tanto presupuestal como institucional, y por la búsqueda de la comprensión de lo regional en su propio lugar. Es, al mismo tiempo, el momento en que ha regresado al país gente que en los setenta hizo estudios de posgrado en ciencias sociales en Europa y trae nuevas metodologías y perspectivas. Sobre todo destaca la explosión de trabajos de historia regional desde la perspectiva de historia social que marcarían a la generación siguiente. En este sentido, para el estado tendrá mucha importancia el trabajo de Carlos Martínez Assad sobre el garridismo: El laboratorio de la revolución?37

A partir del Plan Estatal de Desarrollo de Enrique González Pedrero se establecen instituciones que van a hacer uso de las ciencias sociales en proyectos operativos y de investigación; así, se Rinda el Instituto de Cultura de Tabasco (ICT), la Dirección de Educación Superior e Investigación Científica (DESIC) y la Dirección de Cultura del DIF estatal, y se abren las carreras de Historia y Sociología en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. De esta manera, tanto la DESIC como el DIF van a hacer investigaciones aplicadas siguiendo los planteamientos del ecodesarrollo, el etnodesarrollo y el microdesarrollo, continuando la narrativa de las potencialidades de la sociedad y la sustentabildad campesina, las actividades artesanales y las manufactureras, y los planes microrregionales (Guayacán, Huimanguillo, etc.), sobre todo en apoyo al desarrollo de los centros integradores. Al mismo tiempo, entre el ICT y el DIF le darán un gran empuje a los estudios etnográficos, en etnicidad y culturales, y el ICT llevará el peso de un amplio programa de publicación y de acceso a la lectura con un gran proyecto de red estatal de bibliotecas. En la DESIC se nombró a Enrique Canudas, sociólogo e historiador que impulsará no sólo los estudios aplicados para apoyar los proyectos productivos con el nuevo enfoque del gobierno sino que, aplicando la idea de "pensar en y desde", promoverá el estudio del pensamiento y la historia local, estableciendo un equipo interdisciplinario de recién egresados ingenieros agrónomos, biólogos, historiadores y sociólogos con viejos académicos locales que aparte de sus proyectos individuales tendrán una responsabilidad colectiva en la formación de un centro de documentación e información científica, que incluirá la copia en microfilm de todos los documentos sobre Tabasco del Archivo General de la Nación, formando el Archivo Histórico de Tabasco. Al mismo tiempo se estableció en el estado una delegación del Instituto Nacional de Investigaciones en Recursos Bióticos, que tuvo como objetivo central impulsar las investigaciones ecológicas para establecer lo que sería conocido luego como la Reserva de la Biosfera de Pantanos de Centla.

Como fruto de estas instituciones se inició la generación de trabajos científicos en ciencias sociales desde la propia Villahermosa, apoyados además en trabajos de equipos interdisciplinarios. De ahí se dio una explosión de trabajos sobre agricultura campesina, tecnologías tradicionales, etnografía, desarrollo e historia.

En historia los trabajos que comienzan a marcar diferencia respecto a la historiografía tradicional son la compilación de documentos históricos de María Eugenia Arias, Ana Lau y Ximena Sepúlveda, Tabasco, textos de su historia, y la redacción con base en estos que hicieron las mismas autoras de Tabasco, una historia compartida?38 Lo siguen los dos tomos de historia política del siglo XIX que le publica la Universidad a Andrés Manuel López Obrador,39 y después los primeros dos tomos de la historia política del siglo XX que el ICT le publicó a Enrique Canudas bajo el título Trópico rojo?40 De ahí vendrían ya los primeros trabajos de la DESIC sobre historia colonial (Carlos Ruiz Abreu y Samuel Rico)41 y el trabajo de Marcela Tostado El Tabasco porfiriano.42 Por primera vez, a través de los trabajos de Carlos Incháustegui,43 se publican estudios especializados de etnografía sobre los chontales de Tabasco, los que oficialmente, según el censo, habían desaparecido, como lo había pronosticado Villa Rojas en 1962.44 Aparecen los primeros estudios que vinculan el desarrollo y la forma de la explotación petrolera con la movilización política.45 Y por la vertiente del CSAT y Chapingo y en la Revista Mexicana de Sociología, aparecen los primeros estudios sobre los movimientos sociales antipetroleros de Salvador Barreto y Edgardo Mota y de Norma García Meza.46

A mediados de los ochenta se abren las carreras de Historia y Sociología en la División Académica de Ciencias Sociales, donde aparecen junto a la dominante carrera de Derecho, que es el surtidor de políticos para el gobierno del Estado. Desde el inicio aparecen sometidos a los designios de los abogados, que por principio usaban a las dos carreras como el vertedero de los estudiantes rechazados de la de Leyes, y luego "por precaución, para que ningún sociólogo se crea con derecho de dirigir la carrera de sociología", se contrataba sólo a una persona de esta profesión para dar los dos semestres de teoría social, y al final del ciclo se contrataba a otra persona; funcionó así al menos entre 1985 y 1990. De ahí, con más pena que gloria, subsumidos incluso violentamente y con toda clase de limitaciones, nulo apoyo y reconocimiento, meramente han sobrevivido las dos carreras, y por su propio esfuerzo han destacado algunos estudiantes que han seguido estudiando posgrados en instituciones nacionales pero, ante la inexistencia de proyectos institucionales, no han encontrado acomodo en su misma universidad.

Al terminar el sexenio de González Pedrero, el nuevo candidato oficial, Salvador Neme Castillo, presentó su campaña como una "recuperación" de las instituciones estatales de manos de los "extraestatales" que había traído el primero. Esto significó el nombramiento de los directivos en función de su pertenencia a la elite local y sus relaciones personales con el gobernador, particularmente en las instituciones ya no consideradas como científicas, sino como de "cultura", estableciéndose plenamente un régimen "del favor", como el que describe Néstor García Canclini.47 En esta situación, que persiste hasta la fecha, los trabajos elaborados, y sobre todo los publicados, en Tabasco se deben a la gestión de los científicos frente a algún funcionario o a la iniciativa de este. Pero no son proyectos institucionales, y primordialmente se trata de historias. Una parte importante de estos proyectos ha sido desarrollada por los participantes originales de los proyectos del sexenio de González Pedrero. Entre los trabajos producidos de esta manera están la Historia general de Tabasco,48 coordinada por Rosa Ma. Romo, promovida por el Congreso estatal y publicada por la Secretaría de Educación local; Tabasco en la época de los Borbones, de Carlos Enrique Ruiz Abreu;49 Tabasco en sepia. Economía y sociedad, y Villahermosa. Crónicas y remembranzas, siglo XX de Elias Balcázar Antonio.50 De este mismo formato, pero diagnósticos regionales, son Tabasco: realidad y perspectivas (1993),51 compilado por Juan José Rodríguez Prats (en ese momento secretario de Gobierno del Estado); Sistema político en Tabasco (1999), de Manuel Cedeño,52 y Escudriñando Tabasco. La prestancia perdida?53 compilado por Rosa Ma. Giorgana Pedrero y Juan José Rodríguez Prats (ahora senador de la república), y la nueva Historia política contemporánea de Tabasco 1960–2008, coordinada por Carlos Ruiz Abreu y de inminente aparición.

En esta situación, quienes habían estado produciendo en Tabasco o sobre Tabasco persisten desde el Distrito Federal, incluso con ediciones de autor como los volúmenes III y IV de Tabasco rojo, de Enrique Canudas,54 o desde instituciones nacionales como T'an i Kajalin Yokot'an, Palabra y conocimiento Yokot'an y La transición entre el desarrollismo y la globalización de Rodolfo Uribe;55 o como parte de proyectos nacionales como la Breve historia de Tabasco, de Carlos Martínez Assad,56 o Un rostro encubierto: los indios del Tabasco colonial (1994), de Mario Humberto Ruz, y Tabasco: apuntes de frontera y Tabasco: antiguas letras, nuevas voces, compilados por el mismo autor.57 Desde Villahermosa, también edición de autor, el ultimo diagnóstico político es el de Ezequiel Soberanes, Poder político, elites y dificultades para la democracia.58 Finalmente, ahora comienzan a madurar las carreras de los egresados de sociología y de historia de la UJAT, y comienzan a terminar sus posgrados, mayormente en la UNAM, el Instituto Mora, la UAM, la Universidad Veracruzana y el Colegio de Michoacán. La mayor parte de estas tesis están quedando archivadas en las instancias académicas, ante la falta de un nuevo proyecto de publicación o revistas locales especializadas.

 

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NOTAS

1 Giorgana y Rodríguez, Escrudriñanda, 2009.

2 Ruiz y Rodilla, "Itinerario", 1994.

3 Véase Uribe, Transición, 2003.

4 El autor del presente ensayo trabajó de 1988 a 1990 como promotor de lecturas y capacitación del profesorado de este nivel en la Secretaría de Educación local en un proyecto apoyado por la UNESCO.

5 Centro de Investigaciones de las Culturas Olmeca y Maya, originalmente era también un centro de investigaciones, pero ahora se denomina así sólo al conjunto arquitectónico.

6 Alcántara, Selected, 1981.

7 Teichman, Policymaking, 1988.

8 Cárdenas, "Memoria", 1985.

9 Véase González, Agrarismo, 1980.

10 Gil y Sáenz, Historia, 1957.

11 Mora, Ensayo, 1947.

12 Véase Misión, Presa, 1964.

13 Azuara, "Comisión", 1976, p. 205.

14 Molina, Testimonio, 1997.

15 Ibid.

16 "Diagnóstico", 1994.

17 West, Psuty y Thom, Tierras, 1985.

18 Barbosa, Ganadería, 1974, y Fernández y Tarrío, "Colectivización", 1977.

19 Barkin, Desarrollo, 1978.

20 Arrieta, Integración, 1994.

21 Molina, Testimonio, 1997.

22 Casco, Planes, 1978.

23 Toledo, Destruir, 1983.

24 Villa, Estudios, 1985.

25 Nigh e Incháustegui, Mayas, 1981.

26 Alcántara, Selected, 1981.

27 Allub y Michel, "Formación", 1979; "Migración", 1982, e Impactos, 1982; Allub, "Heterogeneidad", 1983, y "Polarización", 1985; Baños, Campesinos, 1984; Scherr, OH, 1985; Dewey, "Nutritional", 1981; Jhabvala, "Crecimiento", 1982; Pietri, Effets, 1983, y Pietri y Stern, Petróleo, 1981.

28 Alvarez y Guerrero, Estudio, 1984; Lezama, "Características", 1985; Izazola, "Aspectos", 1991, y "Modificaciones", 1985, y Negrete, "Petróleo", 1984.

29 Tudela, Modernización, 1989.

30 Dewey, "Nutritional", 1981.

31 Ruggeroni y Moreira, Población, 1982.

32 González, Riqueza, 1985.

33 Véase Calderón y Uribe, "Técnicas", 1986.

34 López, Programa, 1994.

35 Uribe, Transición, 2003.

36 Levy, Dávila y Kessel, "Sur", 2004.

37 Martínez, Laboratorio, 1979.

38 Arias, Lau y Sepúlveda, Tabasco, 1985, vols. 1 y 2, y Tabasco, 1987.

39 López, Primeros, 1986, y Esplendor, 1988.

40 Canudas, Trópico, 1989, tt. I y II.

41 Ruiz, Comercio, 1987, y Señores, 1994, y Rico, Predicamentos, 1990.

42 Tostado, Tabasco, 1985.

43 Incháustegui, Chontales, 1985; Márgenes, 1987, y "Mayas", 1994.

44 Villa, Estudios, 1985.

45 Beltrán, Petróleo, 1985, y Thompson, Explotación, 1988.

46 Barreto y Mota, "Pacto", 1983, y García, "Caso", 1993.

47 García, Culturas, 1990.

48 Romo, Historia, 1994, te. I y II.

49 Ruiz, Tabasco, 2001.

50 Balcázar, Villahermosa, 2000, y Tabasco, 2003.

51 Rodríguez, Tabasco, 1993.

52 Cedeño, Sistema, 1999.

53 Giorgana y Rodríguez, Escudriñando, 2009.

54 Canudas, Trópico, 1994, tt. III y IV.

55 Uribe y May, Tan i k'ajalin, 2000, y Uribe, Transición, 2003.

56 Martínez, Breve, 1996.

57 Ruz, Rostro, 1994; Tabasco, 1997, y Tabasco, 2005.

58 Soberanes, Poder, 2009.

 

INFORMACIÓN SOBRE EL AUTOR:

Rodolfo Uribe Iniesta. Doctor en Sociología por el Colegio de México. Investigador del CRIM–UNAM desde 1997. Asesor del Seminario Nacional de Investigación a Distancia, Universidad de Guadalajara desde el año 2001. Profesor de metodologías para el análisis de la cultura en el posgrado de Ciencias Sociales de la UNAM desde el año 2000. Investigador nacional SNI nivel II. Ha publicado: Tan i K'ajalin Yokot'an, palabra y pensamiento Yokot'an, CRIM–UNAM, 2000; La transición entre el desarrollismo y la globalización, ensamblando Tabasco, CRIM–UNAM, 2003; Dimensiones para la democracia, espacios y criterios, CRIM–UNAM, 2006; Perspectivas para el estudio de procesos culturales regionales desde la complejidad, etnicidad y discursos científico–institucionales, Universidad de Guadalajara, 2007.

 

ABOUT THE AUTHOR:

Rodolfo Uribe Iniesta. Ph. D. in Sociology from El Colegio de México. CRlM-UNAM researcher since 1997. Advisor to National Seminar on Distance Research, Universidad de Guadalajara since 2001. Methodology professor for cultural analysis at the UNAM Graduate Social Science course since 2000. National sni researcher, level n. Publications, books: Tan i K'ajalin Yokot'an, palabra y pensamiento Yokot'an, CRlM-UNAM, 2000; La transición entre el desarrollismo y la globalización, ensamblando Tabasco, CRJM-UNAM, 2003; Dimensiones para la democracia, espacios y criterios, CRlM-UNAM, 2006; 'Perspectivas para el estudio de procesos culturales regionales desde la complejidad, etnicidad y discursos científico-institucionales, Universidad de Guadalajara, 2007.

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