SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número78El ambiente: espacios de sociabilidad gay en la ciudad de México, 1968-1982Las Tropas Auxiliares del rey en Centroamérica: Historia de los negros súbditos de la monarquía española índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Secuencia

versión On-line ISSN 2395-8464versión impresa ISSN 0186-0348

Secuencia  no.78 México sep./dic. 2010

 

Entrevista

 

Nueva fuente para la nueva historia. Eugenia Meyer recuerda los inicios de la revista Secuencia*

 

New Source for New History: Eugenia Meyer recalls the beginnings of Secuencia journal

 

Graciela de Garay

 

Fecha de recepción: mayo de 2010.
Fecha de aceptación: junio de 2010.

 

Resumen

La entrevista a Eugenia Meyer trata de la fundación de Secuencia en 1985, pertinencia de la revista, nombre, objetivos, temática, contenidos, problemas iniciales, así como el interés de sus editores de difundir documentos y nuevas fuentes para la historia. La especialista critica el Sistema Nacional de Investigadores y la normatividad que rige el padrón de revistas CONACYT. Criterios de evaluación a su juicio equivocados, porque afectan las prácticas historiográficas al cuestionar la autoridad de los artículos que no se publican en inglés, idioma considerado con mayor autoridad para transmitir el conocimiento histórico.

Palabras clave: Difusión de la historia, periodicidad y difusión de las revistas, artículos de colaboración, nueva historia, historia oral, historia regional, biografía, lengua castellana, sistema de evaluación de revistas de CONACYT, Sistema Nacional de Investigadores.

 

Abstract

The interview with Eugenia Meyer involves the founding of Secuencia in 1985, the importance of the journal, its name, objectives, topics, contents, initial problems and the editors' interest in disseminating documents and new sources for history. The specialist criticizes the National System of Researchers and the rules governing the list of CONACYT journals. In her view, the evaluation criteria are mistaken since they affect historiographie practices by questioning the authority of articles that are not published in English, the language regarded as being the most authoritative one for transmitting historical knowledge.

Key words: Dissemination of history, periodicity and dissemination of journals, collaboration articles, new history, oral history, regional history, biography, Spanish language, system of evaluating CONACYT journals, National System of Researchers.

 

Introducción

La entrevista que ahora se presenta refiere los orígenes de Secuencia, órgano cuatrimestral del Instituto Mora publicado por primera vez en marzo de 1985. En su calidad de directora de la institución desde septiembre de 1983, y, a su vez, responsable de la iniciativa editorial, Eugenia Meyer advirtió, al introducir la revista, la necesidad de crear constantemente nuevos espacios donde se conjugaran diferentes formas de pensar las ciencias sociales. Asimismo, señaló como objetivo principal de la publicación "difundir múltiples ideologías y exposiciones de quienes, ocupados en el quehacer científico social, buscan conocer y comprender pasado y presente para contribuir al cambio".1 Los espacios y periodos de interés por abordar, apuntó la autora, estarían relacionados con las áreas de investigación del Instituto (México, América Latina, el Caribe y los Estados Unidos de América en los siglos XIX y XX). Las comunicaciones se transmitirían a partir de distintos géneros: ensayos, artículos, entrevistas, reseñas y testimonios, y a todo esto se agregaría, algo esencial, la recuperación de textos considerados como clásicos por su contenido, pero poco conocidos ya fuera por falta de difusión o por haber sido publicados en un idioma inaccesible a los lectores de nuestra América.2

Si bien es cierto que desde los años sesenta ya existían revistas especializadas de historia como Historia Mexicana (1951) de El Colegio de México, Memorias de la Academia Mexicana de la Historia (1942), y otras doblemente especializadas, como las llama el historiador Alvaro Matute,3 que correspondían a las patrocinadas por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM como las dedicadas a los Estudios de Cultura Maya (1961), la de Estudios de Cultura Náhuatl (1959), la de los Estudios de Historia Novohispana (1966), y la correspondiente a los Estudios de Historia, Moderna y Contemporánea de México (1965), también es claro que en la década de los ochenta la multiplicación de las revistas de historia se volvió una práctica cotidiana. Cada centro público de investigación en ciencias sociales, fundado en consonancia con las políticas descentralizadoras del Estado mexicano, procuraría contar con su propia revista para distinguir su identidad académica.

En efecto, en la década de los setenta, la coincidencia de dos grandes circunstancias propició en México importantes cambios en las reglas de la escritura de la historia. Por un lado, se pueden mencionar las influencias de las nuevas corrientes historiográficas procedentes del extranjero y, por otro, conviene recordar la instrumentación de políticas públicas abocadas a la descentralización del país.

En ese contexto, los historiadores mexicanos intentaron superar las visiones nacionalistas y centralistas que predominaban en su disciplina al leer las revistas académicas internacionales, probar lo aprendido en los programas de posgrado cursados en Francia, Inglaterra y Estados Unidos y asumir las perspectivas regionales imprescindibles para cuestionar la historia oficial así como los enfoques que confundían a la ciudad de México con la república mexicana. Se trataba entonces de tomar en cuenta la diversidad geográfica, las particularidades locales y sus interrelaciones para comprender a escala micro la variedad de los procesos nacionales.

La realidad es que entre 1940 y 1960 la ciudad de México registró una densificación importante que modificó su fisonomía. A principios de los sesenta inició una progresiva invasión de suburbios. Para 1970 era ya evidente el problema de la connurbación que se había dado en el Valle de México. A lo largo de este proceso, el uso del suelo urbano, debido a la zonificación, no quedó delimitado por criterios de uso o beneficio colectivo sino, por el contrario, por mecanismos de alta rentabilidad.4

En noviembre de 1975 el gobierno mexicano inició un proceso para resolver los problemas urbanos, reformar la Constitución y establecer los fundamentos legales para ordenar los asentamientos humanos. A partir de estos propósitos, en 1976 México participó en la Conferencia de Vancouver sobre Asentamientos Humanos convocada por la Organización de las Naciones Unidas. El 21 de mayo de 1976 se aprobó la Ley General de Asentamientos Humanos que asignaba la responsabilidad de la planeación de los centros de población a los gobiernos de los estados, señalando sólo una responsabilidad parcial a los municipios; pero con la reforma municipal del 3 de febrero de 1983, finalmente este compromiso se transfirió a los ayuntamientos. El 1 de julio de 1977, la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal otorgó a la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas las facultades para conducir la política general de asentamientos humanos del país, planear la distribución de la población, así como la ordenación del territorio nacional. El presidente José López Portillo (1976-1982) nombró al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez secretario de la nueva dependencia para instrumentar planes y acciones que contribuyeran a modificar la práctica centralizadora e impulsaran acciones descentralizadoras a escala nacional. Para 1981 ya se contaba con 2 377 planes de desarrollo urbano y municipal.5

Pero la situación no cambiaría de golpe. Congestionamiento urbano y dispersión rural se habían gestado a lo largo de los siglos y, a partir de 1940, estos problemas se agudizaron con el extraordinario crecimiento del país. En consecuencia, había que modificar la tendencia centralizadora y promover acciones descentralizadoras. De ahí la idea de reubicar el gasto público para activar las economías locales y elevar los niveles de vida de regiones y ciudades para fomentar el crecimiento urbano. Gasto corriente e inversión pública se distribuirían en el país cortando la dependencia del centro.6 El sismo de 1985 hizo evidente esta necesidad cuando se confrontaron las consecuencias de haber permitido que el crecimiento anárquico de los intereses económicos prevaleciera en el desarrollo urbano de la ciudad de México. Como ejemplo de estos esfuerzos descentralizadores resulta pertinente recordar la fundación, en 1979, de El Colegio de Michoacán, una institución semejante a El Colegio de México, sólo que establecida en el valle de Zamora, en el estado de Michoacán. Se trataba entonces de emprender investigaciones en historia y ciencias sociales pero orientadas a acercarse al estudio de las realidades regionales del país y, en particular, de ese lugar. En febrero de 1980 los investigadores del centro fundaron la revista Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, con el fin "de dar a conocer los avances de investigación de la casa y propiciar el diálogo entre las disciplinas de dentro y fuera de ella".7

En cuanto a los cambios en las reglas de la escritura de la historia, vale la pena traer a colación que desde los años cuarenta Edmundo OGorman propugnaba el relativismo historicista8 contra lo que él llamaba "tradición historiográfica científica" o bien "historiografía naturalista"9 defendida por especialistas como Silvio Zavala. No obstante los deseos de renovación, se puede decir que, en la década de los sesenta, de acuerdo con los especialistas, las corrientes naturalistas se reforzaron con el franco entusiasmo de los investigadores por las tendencias historiográficas extranjeras como la Escuela de los Annales francesa, interesada en la historia social, económica y demográfica, apoyada en la cuantificación, el enfoque comparativo y la definición de una causalidad. En este periodo también se registró una inclinación por el marxismo que alentaba el estudio de la infraestructura económica como determinante de la vida social, así como una inclinación por mirar la historia "desde abajo".

Pero no fue sino hasta la década de los setenta cuando se produjo una gran revolución historiográfica que reconocía las visiones del pasado como meras construcciones. Precisamente porque se admitía que el pasado es un tiempo inalcanzable y sólo se hace comprensible en el presente mediante la organización de narrativas iluminadas por ideologías que les otorgan significados. Se pensaba que recordar era posible a través de un tipo de relato adecuado para su representación, aunque estas modalidades de discursos implicaban una concepción de lo social y de la naturaleza.

Las nuevas perspectivas historiográficas consiguieron su legitimidad cuando las historias sociales y culturales cambiaron sus objetos de estudio, fuentes y métodos. El momento había llegado para dejar atrás a las élites y ocuparse de los marginados, las anomalías sociales, lo popular, las mujeres y, en cuanto a la jerarquía de los hechos, fue necesario disminuir la importancia de los grandes acontecimientos para reevaluar la cotidianidad, el detalle, la excepción y lo concreto. Las historias basadas en la experiencia vivida por el yo y escritas en primera persona pasaron a ocupar el primer plano del relato histórico.

Efectivamente, este reordenamiento del pasado y sus personajes coincidió con las renovaciones temáticas y metodológicas adoptadas en la sociología de la cultura y los estudios culturales. Los nuevos temas de la cultura incluyeron la vida doméstica, la organización de la casa obrera y popular, la administración del presupuesto familiar en condiciones de pobreza, las vacaciones y las diversiones obreras. La idea era incorporar estos temas no sólo al estudio del presente sino también del pasado, tomando en cuenta la dimensión subjetiva de la experiencia. De esta manera, se revaloraba la primera persona como punto de vista para entender desde su propia lógica interna el pasado y la cultura del presente. Estas innovaciones teórico-metodológicas fueron contemporáneas con lo que en los años setenta y ochenta se denominó giro lingüístico, y su sombra, el giro subjetivo.10 La innovación teóricometodológica sugiere el retorno de la subjetividad a los estudios de historia y de la cultura. Esta es la gran época de la historia oral y del testimonio que devuelve la confianza al yo, a esa persona que narra su vida, pública o privada, en primera persona para conservar el recuerdo o reparar su identidad o ciudadanía lastimadas por dolorosas experiencias vividas, como violencias totalitarias o terrores dictatoriales.11

Tal parece que en las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado se fraguó una especie de eclecticismo que combinaba erudición, relativismo historicista, perspectivas económicas y sociales del marxismo y de los Annales con una cierta desconfianza hacia los determinismos y las certezas. Se trataba de una aproximación culturalista, mejor conocida en Estados Unidos como nueva historia cultural, con énfasis en el relativismo cognoscitivo, el análisis de los testimonios escritos y orales como objetos culturales, una preocupación por las estructuras mentales como manifestaciones perdurables en el tiempo y el análisis de los sistemas simbólicos como expresiones culturales que guardan una relación indirecta con las condiciones materiales de la sociedad.12

Frente a este escenario de transformaciones, la necesidad de publicar más y variadas revistas no se hizo esperar. En ese contexto surgió Secuencia. Revista Americana de Ciencias Sociales del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, bajo la dirección de una protagonista de la vanguardia mexicana de la nueva historia cultural. En efecto, se trataba de tina historiadora empeñada en probar otras estrategias para investigar el pasado y construir las fuentes que los vacíos documentales impedían conocer. Eugenia Meyer se entusiasmaría entonces por seguir el camino nada convencional de explorar la historia contemporánea y, en particular, el México bronco de 1910 o el posrevolucionario de la década de los veinte. Estos asuntos, por su proximidad temporal, se creían reservados a sociólogos, politólogos o economistas, quienes no parecían tener problema con el tiempo y, por su temática, se imaginaba que requerían de un enfoque masculino para garantizar una interpretación más racional y objetiva.

Pero también es cierto que, para comprender ese periodo, Meyer debería retroceder al siglo XIX como se lo recomendó Jesús Reyes Heroles, otro historiador estudioso de los orígenes del liberalismo mexicano. A partir de esas coordenadas de salida, Meyer, junto con el consejo editorial de la revista, buscaría promover en Secuencia el rescate de documentos olvidados o desconocidos de la historia, así como construir fuentes cuando estas no se encontraran. La idea era probar originales propuestas metodológicas de investigación derivadas de la fotografía, el cine, la literatura, la historia oral para pensar históricamente. Después de todo, el problema se hallaba, como decía Edmundo O'Gorman, en producir fuentes para, con apoyo en la imaginación, comprender e interpretar el pasado, una experiencia vital que en los "tiempos nublados" actuales estimula como nunca a editores, colaboradores y lectores de la revista Secuencia.

 

Mi primera experiencia en publicaciones

Bueno, tú sabes que yo soy Puma total. Estudié la licenciatura, la maestría y el doctorado en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y soy la primera generación que hizo licenciatura, porque antes eran maestros en Historia, no era maestría, eran maestros. Entonces mi generación, que entró en '58, es la generación que empezó el programa de licenciatura. Me recibí muy rápido. Me recibí a los 22 años con una tesis13 que era un estudio sobre Edith O'Shaughnessy, la esposa de un diplomático en México.14 Mi director de tesis fue Juan Ortega y Medina y luego tomé todas las materias de lo que correspondía en aquella época a la maestría, pero entonces el director del Instituto de Investigaciones Históricas, que si mal no recuerdo era el maestro José María Lujan, me dijo que querían hacer una nueva promoción donde se brincaban la tesis de maestría porque este requisito les parecía un poco absurdo, pues no era el master sino era la maestría por enseñanza, sobre todo cuando yo ya tenía muchos años dando clases, eso era en 1960, y ya había tomado didáctica de la historia y todo ese tipo de cosas. Entonces yo me brinqué al doctorado. Por eso es que yo no hice tesis para maestría. De cualquier manera... bueno, termino y también me recibo muy pronto del doctorado,15 a los 28 años recién cumpliditos, lo cual era bastante extraño en esa época.

Yo soy la última generación, tú sabes, formada realmente por Edmundo O'Gorman. Mi mentor básicamente fue Juan Ortega y Medina, pero yo reconozco que abrevé y aprendí un montón de cosas y, sobre todo, a pensar históricamente de una manera diferente, gracias a Edmundo O'Gorman.

Estando en la Facultad de Filosofía y Letras, yo creo que ya estaba en el doctorado y daba clases en Prepa Nacional, en la prepa 5 de Coapa, cuando el maestro Ortega me nombró su adjunta. Ahí sucedió algo muy interesante. Ortega me convirtió en la secretaria del Anuario de Historia. Esa fue mi primera experiencia con publicaciones. Fue muy interesante porque ser la secretaria de una revista es muy complicado, sobre todo esto era un anuario, y hacer que los historiadores, los maestros o los alumnos escribieran era bastante complejo. Ortega era un hombre extraordinario, como tú sabes, generoso, era un gran maestro y me orientó sobre muchas cosas que tendría yo que saber sobre la cuestión editorial.

Bueno, luego ¿qué sucedió? Cuando estaba haciendo la tesis de doctorado sobre la intervención norteamericana en la revolución mexicana logré entrar al INAH, donde había una dirección de estudios históricos, se llamaba entonces Departamento de Investigaciones Históricas, era un anexo al Castillo de Chapultepec, con el maestro Wilgberto Jiménez Moreno y ahí estuve, bueno, pues bastantes años, en un momento dado, tú lo conoces bien, Alicia Olivera de Bonfil y yo empezamos a plantear la posibilidad de comenzar a trabajar con la historia oral, que todo mundo se moría de risa, decían que si el área de estudio era un café con leche, que si era un centro de sexo o bien era algo de odontología, y como éramos puras mujeres, todavía mayor risa. Bueno, mira, al cabo de los años yo creo que la historia a nosotros nos hizo justicia y nos dio la razón. No hay estudiante que estudie historia contemporánea de cualquier lado que no trabaje historia oral. Los antropólogos estaban muy inquietos porque sentían que era su campo de trabajo y que nosotros lo invadíamos, pero tú sabes bien que nosotros hacemos cosas totalmente distintas. Y entonces, estando ya en la División de Estudios Históricos, yo me fui con Alicia Olivera a crear el primer programa de Historia Oral. Aunque claro, ya se trabajaba historia oral desde 1959 con Jiménez Moreno. Así estuvimos en el Museo de Antropología, hasta que nos separamos como corresponde porque claro, como yo digo, no hay institución ni organismo que aguante dos cabezas si no es un monstruo. Alicia se quedó con lo de Emiliano Zapata y yo me quedé con lo de Francisco Villa y con lo de los maestros,16 y así empecé una serie de proyectos que tenían que ver, bueno, con los refugiados españoles, con los médicos. Hicimos los Centros Regionales en el noroeste, occidente y sureste y luego se creó el Departamento de Estudios Contemporáneos en la época de Gastón García Cantú, y luego de esto vino la instrucción de Jesús Reyes Heroles17 para informarme que me iba a dirigir el Instituto Mora.

 

Mi primera reacción: "Pero licenciado, yo no sé nada del siglo XIX

El Mora tenía un año y medio o dos de creado.18 Estaba sustentando en lo que había sido Bibliotecas Mexicanas, que era las bibliotecas de Ignacio Conde y Ramón Alcorta, etcétera, que las instalaron en la casita de don Valentín Gómez Farías, y esto lo hizo Fernando Solana.19

Nombraron director en ese momento al maestro Ignacio de la Torre Villar. Después de Bibliotecas decidieron crear el Instituto Mora y, de una manera digamos muy espontánea, abrieron unas maestrías, una en Sociología Política y otra en Historia de México, además daban unas cuantas conferencias. Las maestrías estaban en otro lugar. Tenían algo que me parecía impresionante... un taller de restauración, en otra parte, que era un área aparentemente sustantiva del Instituto, entonces cuando viene el cambio de gobierno, Reyes Heroles me informa que me voy a ir allá. Mi primer comentario fue: "Pero, licenciado, yo del siglo XIX no sé nada." Y su respuesta me parece que ha sido una de las lecciones más importantes de mi vida. "Si usted no entiende el siglo XIX, jamás entenderá la revolución el que tanto le preocupa." Me parece brillante, drástico y exacto. Claro, porque la revolución es finalmente la cola del liberalismo. Y bueno, me voy allá.

En esa época ya estaba yo muy involucrada en cosas de historia oral y, como recordarás, muy metida en mi pasión por Cuba. Y la verdad es que fue una oportunidad extraordinaria porque Reyes Heroles tenía mucho interés en construir realmente el Instituto. Porque, claro, aunque tenía un año y medio de creado, no se había hecho absolutamente nada. Es decir, había estas dos maestrías, la coordinadora era Patricia Galeana de Valadés. Había una biblioteca, en donde ahora es la cafetería, que era de las bibliotecas anteriores. Aquello estaba en un desorden absoluto. Y, bueno, cuando llego al Mora, entro con las instrucciones de Reyes Heroles de crear un centro de investigación.

Decidimos entonces que teníamos que conformar un cuerpo de investigadores. No había un solo investigador en el Mora. Y para hacer esto, teníamos que definir también cuáles eran las líneas de trabajo. Fue así como se creó esa preocupación por la llamada historia regional que, en realidad, no es historia regional, es historia estatal. Abrimos un proyecto que para esto era fundamental, de historia de los Estados Unidos, y el tercer proyecto clave que se estableció como uno de los grandes rubros fue el de historia de América Latina. Este proyecto, en realidad, se instaura por una serie de situaciones. Sucede que varios de mis alumnos me presionaron e insistieron que querían entrar a trabajar, pero si estudiaban Estudios Latinoamericanos a dónde se les iba a colocar. Y así fue como se constituyó esta área. Y esto nos llevó a esta propuesta original de hacer las historias regionales y también las historias de América Latina. Y la verdad es que el proyecto de Estados Unidos surge porque yo le propongo al gobierno cubano hacer una historia de los Estados Unidos para América Latina que fuese una historia escrita en español y, además, tuviese la posibilidad del rescate de todos los documentos fundamentales de la historia norteamericana, como estábamos haciendo con la colección Textos de su Historia de los diferentes estados, etcétera. El proyecto, en principio, fue recibido con entusiasmo por Casa de las Américas. La propuesta consistía en que yo iba a conseguir que gente como John Coatstworth, John Womack, Friedrich Katz, etcétera, en fin, historiadores de Estados Unidos, fueran a Cuba sin costo alguno; solamente pedían que se les diera casa y comida, además iban a crear e impartir una serie de cursos para que ahí se empezara a trabajar la historia de Cuba. Bueno, ahora sí por razones que no vienen al caso mencionar, que tienen que ver más con rivalidades y competencias, el proyecto no se realizó. Entonces decidí tomar el proyecto, que me parecía estupendo, y es así como surgió la Historia de los Estados Unidos.

 

Sobre la idea de hacer la revista del Mora

Nos encontramos también con otro tema que era esencial, y era el caso de la difusión de la historia. ¿Cómo vas a difundir la historia y de diferentes maneras? ¿En qué instancias? Y ahí surgieron los programas de difusión. Creamos una enorme cantidad de programas, de conferencias, de mesas redondas, etcétera, por ahí están todos los carteles. Quisimos cambiar un poco la idea de la historia y por eso Rafael López Castro, que sería después el diseñador del Sol Azteca del Partido de la Revolución Democrática (PRD), nos hizo todos esos carteles maravillosos, no sé si los has visto, Juárez riéndose, Zapata con lentes, en fin, un poco irreverentes pero muy atractivos, y así empezó a arrancar un programa, yo diría, un buen programa de difusión. Muy poco después nace la propuesta de hacer una revista. Yo creo que la idea surge entre alguno de los investigadores y va a ser muy apoyada por Eva Salgado, que estaba en Difusión.

Pero, ¿qué tipo de revista? Entonces pensamos, bueno, ¿qué hay? Porque esto también es importante. Yo creo que los anuarios son un fracaso total, sobre todo en la Universidad. Luego los dejan de hacer. Además creo que los libros colectivos tienen muchos problemas y supongo que los investigadores necesitan un espacio para publicar. No había Sistema Nacional de Investigadores, aclaro.20 Esto lo crea Reyes Heroles un poco después. Entonces nos pusimos a pensar qué podíamos hacer.

 

 

Yo necesitaba conseguir recursos para financiar los proyectos, sobre todo las impresiones. Para el caso de México yo iba con los gobernadores de los estados y conseguía dinero. Además, había libros que teníamos que producir porque nos los pedía la propia Secretaría de Educación Pública. Así hicimos uno sobre Vicente Guerrero, otro sobre Mora, bueno, en fin, diferentes cosas, pero claro, para la historia de Estados Unidos yo debía conseguir financiamiento, y fue sorprendente porque lo obtuve de la Cámara de Diputados, a través de María de los Angeles Moreno. Ellos auspiciaron el proyecto. Y por otro lado estaba el de América Latina. Este proyecto lo hicimos nosotros y, en algunas ocasiones, conseguimos apoyo de otras instancias. Entonces la idea de hacer una revista era un tema muy importante, pero teníamos que pensar muy bien qué tipo de revista.

Bueno, creamos un comité editorial,21 en este momento no recuerdo ni quiénes estaban. Sí, yo aparecía como directora de la revista porque esa era la costumbre, y participaba en las discusiones, etcétera, pero cuando estoy en el Mora poco tiempo tengo para dedicarme a la investigación. Me metí a muchas cosas, a supervisar muchos proyectos, como me pasó en el Programa de Historia Oral del Instituto de Antropología, pero obviamente yo tenía que ver con la parte editorial.

Luego tuvimos muchas discusiones sobre qué nombre poner a la revista. Porque esto también era otro tema, porque ya existía la revista Historia Mexicana de El Colegio de México, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México publicada por la UNAM. Empezaba a haber algunas revistas en los estados, lo que también era importante. Pero según recuerdo no había ninguna revista con las características de lo que nosotros queríamos, y las pocas que se publicaban eran muy esporádicas. Y poco a poco se nos fue ocurriendo. .. no me acuerdo a quién se le ocurrió lo de Secuencia por la idea de la continuidad que queríamos darle a la revista. En fin, que tuviera una periodicidad que le permitiera a gente del Mora y de otras áreas también comenzar a escribir cosas breves sobre los temas que el Instituto estudiaba. Y desde los primeros números tratamos secciones relacionadas con las áreas de investigación del Mora que en ese entonces eran México, América Latina, el Caribe y Estados Unidos de América en los siglos XIX y XX. Pero lo principal era publicar artículos para que tuvieran la posibilidad, de veras, de difundirse. Si tú te recuerdas la revista tenía un formato diferente, era largo,22 de un color totalmente distinto, un poco parecido al del Mora ¿no? Esta cosa medio terracota, ladrillo, etcétera, que le daba una cierta identidad.

Ahora, también en la revista, desde el principio, se estableció algo de lo que no te he hablado, que era incluir una sección de historia oral. ¿Por qué? Bueno, porque yo venía con toda esta carga emocional del Instituto de Antropología, y además yo no quería que se dejara de hacer historia oral. Y entonces, a la hora de construir el edificio, creamos la bóveda donde se pudieran guardar todos los materiales, y tomamos la decisión de que era muy importante fomentar la historia oral, dar cursos de historia oral y, sobre todo, a los estudiantes del Mora, prepararlos para que ellos mismos pudieran hacer trabajo de entrevista. Por eso creo que en el primer número de Secuencia reprodujimos un texto de la vida cotidiana en la hacienda de Canutillo que había sido publicado en un cuaderno del INAH pero que nadie leyó. Entonces lo corregimos, ampliamos un poco y lo integramos a la revista.

Y, bueno, lo que le pasa a todas las revistas. Tuvo un nacimiento muy duro, muy doloroso. No doloroso, pero difícil. Era difícil darle la secuencia que debía tener, una cierta periodicidad... El otro gran problema que siempre tuvimos fue el de la distribución. Es un problema que subsiste en México a todos los niveles. Ahora lo estamos viendo con la propia revista del Mora Bicentenario ¿no? Entonces también esto era una preocupación. Nos encontramos que podíamos hacer intercambio. Estábamos muy atentos a que en la revista pudiera haber artículos de colaboración de gente que no viviera en la ciudad de México. Claro, porque estábamos haciendo las historias regionales. Pero además se trataba de ampliar la óptica, porque nosotros teníamos que trabajar historia de América Latina, historia de Estados Unidos y queríamos también que investigadores de otros espacios y disciplinas pudieran acceder a esto.

 

Secuencia: nueva fuente para la nueva historia

Esto tiene que ver con la época. Mira, hay que tomar en cuenta algo muy importante, el secretario de Educación Pública era un historiador. Reyes Heroles era un historiador y él tenía una fascinación por el siglo XIX y, obviamente por la época de la reforma y el liberalismo. Eso es muy interesante comentar porque cada vez que yo quería una junta con él o algo que me era importante para el Mora, yo le mandaba una nota y le decía "licenciado, acabo de estar, por ejemplo, en Austin, Texas y encontré un documento sobre José María Gutiérrez de Estrada —tema que él estaba trabajando— y se lo quiero proporcionar". El Mora era su "juguetito", claro. Ese mismo día me localizaba y al día siguiente lo podía ver. Y así surgió una idea muy sugerente por parte de Reyes Heroles, que era la recuperación de las obras completas de José María Luis Mora, a quien él admiraba profundamente. Yo creo que el alterego de Reyes Heroles fue Mora, y en eso estuvimos hasta que el señor se muere en 198 5,23 pero el libro ya estaba listo sin que él hubiera logrado escribir la introducción. Fue entonces cuando hablé con Edmundo OGorman y le dije: "Maestro, ¿qué hago?, ¿lo escribiría usted?" Y me dijo. "No. Eso me tomaría muchísimo tiempo y yo no me especializo en eso. No hay otra gente más que Reyes Heroles. Yo lo que te sugiero es que hagas un prólogo pequeño. Tú expliques la situación y lo publiques." Entonces eso fue lo que hice con las obras completas de Mora,24 porque efectivamente lo que se tenía que hacer era publicarlas.

Esta cuestión de hacerte de documentos y de fuentes yo creo que también tiene mucho que ver, Graciela, con lo que ahora puedo entender, con la perspectiva del tiempo, con mi gran preocupación por esta idea de impulsar una nueva historia,25 de producir nuevas fuentes para una nueva historia, localizar todas las fuentes que podamos. Ya desde la época de O'Gorman nos decía: "cuando no encuentren las fuentes invéntelas"; bueno, no, no, no hay que inventarlas pero sí buscar cómo crearlas; por eso me meto al cine, a la fotografía, a la historia oral y a hacer museos como el de la Revolución Mexicana. Por eso la revista Secuencia incluye temas de la nueva historia como género, cotidianidad, historia de las mentalidades. Pero también era importante publicar artículos o documentos que habían aparecido en otros lados pero que poca gente conocía por la falta de difusión. Por ejemplo, el discurso sobre Hidalgo26 que OGorman presenta para ingresar a la Academia de la Historia es un texto maravilloso. A propósito, ¿tú sabes que acabo de sacar un libro sobre OGorman?27 Yo creo que OGorman lo que hizo, déjate de lado que si el historicismo combatió al famoso cientificismo, etcétera. OGorman era un provocador. Su ingreso a la Academia tiene varios rasgos importantes. Rompió también ciertas circunstancias dentro de la Academia, que era muchísimo más conservadora de lo que es ahora. Y eso de quitar las botas a Hidalgo y bajarlo del caballo, esto me parece muy importante.

Bueno, la entrevista a Nettie Lee Benson28 publicada en Secuencia, estoy de acuerdo contigo, también es muy importante. En primer lugar sucede poco antes de que ella se muera. Mi relación con Nettie Lee Benson fue espléndida. Era una viejita como de los Beverly Ricos. Era una mujer de una honestidad total; una especie de dictadora de la Colección Latinoamericana de la Biblioteca de Austin, que después lleva su nombre.

En un principio yo no entendía por qué ella no me contestaba cuando le escribía, y dije: "Esta vieja que no te contesta una sola carta ¡qué barbaridad!" Hasta que la conocí comprendí por qué no lo hacía. Si te pones a responder toda la correspondencia que te manda la gente, no puedes hacer nada. Su posición era que si tú quieres ver algo, ven a ver. Cuando yo fui a Austin me interesaba mucho hacer un libro sobre el huertismo, por eso empecé con la historia oral. Ella me abrió esa biblioteca. Fue generosa a morir conmigo. Y finalmente decidí que quería hacerle una entrevista porque yo quería tener una idea clara del problema sobre algo que hacen los norteamericanos y nosotros concebimos como despojo patrimonial. Si tú te acuerdas, en la entrevista yo le pregunto precisamente esto y ella dice:

Bueno, cuando yo fui a México yo no era la directora de la Colección pero empecé a buscar los libros para la biblioteca. Como no conseguía los libros y me era muy difícil comprarlos, me empezaron a ofrecer bibliotecas completas. Entonces, de que se perdieran a que nosotros las rescatáramos y las tuviéramos en un acervo, era preferible traerlas a Estados Unidos.

Así fue como ella se hizo de varias colecciones. Una de estas, si mal no recuerdo, fue la de Genaro García, director del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología.

Esa biblioteca se la trataron de vender a José Vasconcelos, pero él dijo que de ninguna manera la iba a comprar porque por eso hacía libros clásicos. Esa biblioteca de libros y documentos se forma de lo que el señor como director del Museo se llevaba a su casa y un día se le olvidaba y se quedaba ahí. Yo no estoy diciendo que se robaba los libros, pero se quedaban ahí, y cuando el señor se muere, la familia quiere venderlos, pero el gobierno mexicano no se los quiere comprar y, finalmente, se los compra Estados Unidos. En ese tiempo, no había ese concepto de patrimonio histórico. Ese es el arranque de buena parte de la Colección Latinoamericana.

Ahora, me parece que es muy importante, en el caso de Nettie Lee Benson, señalar su propia preocupación, sí, de quedarse con eso, pero de darle un justo fin. Además, esa biblioteca siempre ha estado abierta para nosotros. Sí, ya sé que no todo el mundo puede ir, pero uno siempre puede conseguir cómo hacerlo.

 

Problemas actuales y retos futuros para Secuencia

Primero que nada, creo que en efecto no se puede privilegiar esto de hacer un texto en español, hacer un abstract en inglés y poner las palabras clave que te exigen las revistas de CONACYT. Son una serie, vamos a decirlo, de aristas muy serias. Primero, no podemos copiar el sistema de productividad de los Estados Unidos. Segundo, me parece que hay pocos materiales en habla española, en castellano, por eso es tan importante, por ejemplo, la revista Historia, Antropología y Fuentes Orales, porque es la única revista científica en el mundo que está en español, aunque tenga un abstract en inglés, donde participa mucha gente de muchas partes. Luego, creo que uno de los problemas es esta situación donde los investigadores se ven en la necesidad de andar, vamos a decir, pergeñando textos, y, sobre todo, casi, casi, rogando como si fueran "tortibonos" de que CONACYT te dé puntos, o que te cambie de categoría. Naturalmente CONACYT es parcial porque la gente que te evalúa siempre es parcial, y hay situaciones que son incomprensibles; yo conozco gente que no puede pasar de un nivel al otro y también conozco gente que aterriza en el nivel ni del SNI sin problemas. Ellos dicen que lo más importante es la formación de recursos. Yo conozco gente que no ha dado una clase en su vida, o muy pocas, y entra al Sistema, a un nivel III. Y hay otras personas a las que les van bajando el nivel, etcétera. Todo depende de esta situación de los conceptos. Uno de los problemas más serios es que nosotros no estamos ubicados como ciencia, bueno sí, ciencias sociales y ciencias de la conducta; no somos humanidades, pero por qué nos están pidiendo una serie de condiciones que corresponden a las ciencias duras si es que de veras no somos ciencias sociales. Otro problema es que nos encontramos también con algunos conflictos como ¿cuáles son las características que se requieren para que CONACYT considere la revista en que tú vas a publicar como una revista científica?, porque si no es una revista científica, todo lo que tú publiques obviamente carece de valor al efecto de los puntos, estos que los investigadores necesitan. Yo creo que es un error, porque me parece fundamental la proliferación de revistas locales, estatales. América Latina está haciendo muchos esfuerzos por tener ciertas revistas, a lo mejor no todas son de calidad, pero tampoco todas las revistas norteamericanas son de calidad. Eso es importantísimo. Entonces obligan al investigador a una serie de condiciones para que sea reconocido su trabajo que me parece injusto.

Ahora, de acuerdo con los sistemas de evaluación de Estados Unidos, el CONACYT decía, al principio, ¿cuántas veces ha sido citado el autor? Bueno, yo entiendo que si tú eres un científico duro, pues sí te citan porque quién sabe qué en la molécula no sé qué, pues sí, ya es una distinción. Pero en ciencias sociales te pueden citar para recordarte a tu abuela si quieres, o para criticarte ¿no?, porque estas cosas son diferentes, y no me parece que deben ser evaluadas al mismo nivel. Creo que desgraciadamente influyen cuestiones políticas. Se hizo el Sistema Nacional de Investigadores para buscar una forma de compensar salarialmente a los investigadores. Esto fue idea de Reyes Heroles. Lo sé muy bien porque cuando se instauró él no me permitió participar. Yo no pude entrar al Sistema sino hasta que llegué creo que al final del Mora, pero yo no recibía remuneración alguna. Luego me fui a Publicaciones y ahí me pasé muchísimos años en el nivel II porque decían que yo no estaba haciendo docencia, aunque yo seguía dando clases, seguía dirigiendo tesis. El único año que yo no di clases en la Universidad, yo tengo casi 45 años de dar clases, fue el año que hice la Feria de Frankfurt, porque fui ocho veces en un año a Frankfurt, pues a qué horas daba clases ¿no? Yo nunca falté a mis clases. Y a mí me parece que se ha desvirtuado el sentido del Sistema Nacional de Investigadores y se ha convertido en un coto de poder. Hay una relación, yo creo, muy viciosa con la Academia Mexicana de Ciencias, y entonces los investigadores están siempre preocupadísimos ¿quiénes van a ser tus evaluadores? El tiempo que se pierde en llenar los formularios para tener el nivel A, B, C es muy complicado, y eso repercute en esa situación con las revistas. Ahora, que sean artículos más a la ligera y que luego lo conviertas en libro, bueno, me parece un error. Es decir, las revistas científicas tienen que ser sí un avance, vamos a decir, una visión previa de algo que después vas a desarrollar y construir, eso me parece muy bien. Además las revistas tienen una difusión que no pueden tener los libros. Por eso nosotros tenemos tantos libros, antes se publicaban dos mil, tres mil ejemplares, ahora se publican 500 y me parece más que suficiente. Porque si no tendríamos las bodegas llenas de libros.

Las revistas tienen un papel fundamental de impulsión de la investigación. En muchas revistas tú encuentras información de cosas que te interesan que no sabes cuándo se van a publicar en un libro. Porque además los libros tienen que tardar más tiempo. Por ejemplo, yo rengo nueve o diez años trabajando esta historia de los niños en la revolución. En México no se había hecho investigación sobre historia de los niños. Hay unos libros sobre imagen como los de Alberto del Castillo Troncoso29 o el de Tania Carreño King30 de los niños villistas, que no son niños villistas los que aparecen ahí, pero yo me pregunto si yo no hubiera hecho artículos a lo largo de este proceso, o publicar un libro de difusión como Niños de ayer, niños de hoy31 ¿cómo la gente puede tener acceso a esta información? Entonces son etapas. Ahora, el trabajo del investigador no puede constreñirse nada más a la publicación de libros.

Por otra parte, hay otro tema que es fundamental y falta tratar en las revistas, que es la biografía. México no tiene una cultura biográfica. Ahora están haciendo muchas, pero por lo del bicentenario, que ya nos tiene locos a todos ¿no?, pero no ha habido una cultura de la biografía. Si tú te pones a ver, por ejemplo, las grandes biografías de los revolucionarios, están escritas por John Womack, por Friedrich Katz, por Linda B. Hall, en fin, por mucha gente ¿no? Eso es un problema también cultural. Ahora, habiendo un cambio político tan serio como se ha dado con la salida del PRI del poder, ya regresará, también la historia se ve de manera distinta, y esto lo estamos viendo con el problema de las conmemoraciones. A mí me parece que es caótico lo que está sucediendo desde el punto de vista oficial, y creo que está sucediendo esto porque la realidad es que el partido en el poder no tiene nada que festejar, y entonces, como no tiene nada que festejar, no sabe cómo hacerlo. Bueno, si tú te pones a pensar en la celebración del centenario en la época de Porfirio Díaz, él reñía una idea muy clara de lo que quería, los edificios que se construyeron y las actividades que hubo, etcétera. Y ahora qué nos está pasando.

Ahora bien, yo creo que sería muy difícil que una revista hiciera solamente biografía. Yo creo que habría que insistir en que las revistas especializadas que ya están ubicadas tuvieran una sección para biografías, para empezar a fomentar una cultura de la biografía. Esto es fundamental, y lo primero que se me ocurre es que ya basta de seguir haciendo una historia de bronce. Por eso me gusta mucho esta cosa de Charlas de café como el que presentó Guadalupe Villa.32 Eso me parece una posibilidad. Yo creo que uno de los grandes temas es ¿cómo haces para lograr una verdadera obra de difusión de la historia? Y yo creo que esta es una responsabilidad que corresponde a los historiadores, no a los gobiernos.

Es por eso que el Mora estaba metido en las actividades de carácter de difusión. Bueno, así un día se tenía que hacer una biografía de Valentín Gómez Farías, otro la de Guerrero. Está bien, esas son las necesidades del Estado. Pero por eso también se creó el Instituto Mora, no se creó para dar otro nicho a intelectuales que no hicieran el trabajo ¿no? Por eso a mí me gusta mucho que hayan establecido una licenciatura con énfasis en la difusión de la historia.

Bueno, yo no estoy de acuerdo con que hayan hecho otra licenciatura, pero ya que la hicieron y que hayan puesto énfasis en la difusión, me parece muy buena idea. Pero también me parece que hay algunos proyectos privilegiados que obviamente no le interesan al país.

Y además se deben satisfacer demandas de la sociedad con respecto al conocimiento de la historia. No estoy hablando de la historia oficial y no estoy pensando que el Mora le sirva al príncipe. Este es otro asunto. El Instituto tiene que mantener su autonomía.

Con respecto a Secuencia, debo decir que no la he seguido últimamente. Me parece que ahora están muy ocupados con la revista Bicentenario, que considero un esfuerzo muy loable, pero yo creo que la revista Secuencia tendrá que continuar, pero deberá renovar su estructura. Y aunque no la he seguido en los últimos tiempos, te puedo decir, por ejemplo, por la impresión que tengo, que a mí no me gustó que le cambiaran la portada, porque ya había una identificación con la revista. Segundo, me parece que si se deciden por números monográficos tienen que ser muy cuidadosos; si se deciden por mantener los espacios temáticos como teníamos antes, artículos de contenido, de difusión, rescate de fuentes, historia oral, entonces deberán abocarse a esto. Yo creo que necesita un poco de mayor precisión.

Secuencia debe mantener su identidad. Claro, se tiene que renovar porque el concepto de las revistas va cambiando también ¿no? Ahora claro, Secuencia no es una revista de divulgación masiva. Es de divulgación académica y, como tal, debe mantener su calidad.

 

Bibliografía

Alcubierre, Beatriz y Tania Carreño King, Los niños villistas. Una mirada a la historia de la infancia en México, 1900-1920, Segob/INEHRM, México, 1997.         [ Links ]

Castillo, Alberto del, Conceptos, imágenes y representaciones de la niñez en la ciudad de México, 1880-1920, Centro de Estudios Históricos-Colmex/Instituto Mora, México, 2006, 206 pp.         [ Links ]

Castro Gutiérrez, Felipe, "Portada barroca hacia el pasado novohispano", Historia Mexicana, vol. 50, núm. 4 (200), abril-junio de 2001.         [ Links ]

Haber, Stephen, "Anything Goes. Mexico's 'New Cultural History'", The Híspante American Histórica! Review, vol. LXXIX, núm. 2, mayo, 1999.         [ Links ]

Imprevisibles historias. En torno a la obra y legado de Edmundo O'Gorman, estudio preliminar y ed. de Eugenia Meyer, FCE/Facultad de Filosofía y Letras-UNAM, México, 2009, 950 pp. (Vida y Pensamiento).         [ Links ]

Matute Aguirre, Alvaro, "Notas sobre la historiografía positivista mexicana", Secuencia, núm. 21, septiembre-diciembre de 1991, pp. 49-64.         [ Links ]

----------, Pensamiento historiografía) mexicano del siglo XX. La desintegración del positivismo (1911-1935), UNAM/FCE, México, 1999.         [ Links ]

----------, "Estudios de Historia Moderna yContemporánea de México", Historia Mexicana, vol. 50, núm. 4 (200), abril-junio de 2001.         [ Links ]

Mazin, Óscar, "Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad. Una lectura de su producción historiográfica", Historia Mexicana, vol. 50, núm. 4 (200), abril-junio, 2001, p. 826.         [ Links ]

Meyer, Eugenia, "Presentación", Secuencia. Revista Americana de Ciencias Sociales, núm. 1, marzo de 1985.         [ Links ]

----------, "Reminiscencias y reflexiones. Entrevista a Nettie Lee Benson", Secuencia. Revista Americana de Ciencias Sociales, núm. 3, septiembre-diciembre de 1985, pp. 169-205.         [ Links ]

----------, Niños de ayer, niños de hoy, Lumen, México, 2008, 48 pp.         [ Links ]

---------- y Alicia Olivera de Bonfil, "La historia oral. Origen, metodología, desatrollo y perspectivas", Historia Mexicana, vol. 21, núm. 82, octubre-diciembre de 1971, vigésimo aniversario.         [ Links ]

Mora, José María Luis, Obras completas, investigación, recopilación, sel. y notas Lillian Btiseño Senosiain, Laura Solares Robles y Laura Suárez de la Torre, pról. Eugenia Meyer, Instituto Mora, México, 1986.         [ Links ]

O'Gorman, Edmundo, Crisis y porvenir de la ciencia histórica, Imprenta Universitaria, México, 1947.         [ Links ]

----------, "Hidalgo en la historia", Secuencia.Revista Americana de Ciencias Sociales, núm. 6, septiembre-diciembre de 1986, pp. 186-195.         [ Links ]

Olivera de Bonfil, Alicia, "Treinta años de historia oral en México. Revisión, aportes y tendencias" en Cuauhtémoc Velasco Ávila (coord.), Historia y testimonios orales, INAH, México, 1996, pp. 73-89 (Divulgación).         [ Links ]

Sarlo, Beatriz, Tiempo pasado: cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión, Siglo XXI Editores, México, 2006.         [ Links ]

Toca Fernández, Antonio, Arquitectura contemporánea en México, Ediciones Getnika/UAM-Azcapotzalco, México, 1989.         [ Links ]

Trueblood, Beatrice (ed.), Ramírez Vázquez en el urbanismo, conversaciones con J. A. Agilitar Narváez, Instituto Mexicano de Administración Urbana/Editorial A todo Colot, México, 1995.         [ Links ]

Villa, Guadalupe, Charlas de Café con: Francisco Villa, Grijalbo Mondadori, México, 2009, 160 pp.         [ Links ]

Walerstein Detechín, Eugenia, "Tierra y hombre del México revolucionario. Visión histórica de Edith O'Shaughnessy, 1913-1914", tesis de licenciatura en Historia, Facultad de Filosofía y Letras-UNAM, México, 1962, 2 vols.         [ Links ]

----------, "Raíz y sentido de la historiografía norteamericana sobre la revolución de 1910".         [ Links ]

 

Notas

* Versión editada y extractada de la entrevista hecha a Eugenia Meyer por Graciela de Garay para celebrar los 25 años de Secuencia. Revista Americana de Ciencias Sociales publicada por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. El primer número de la revista apareció en marzo de 1985.

Eugenia Meyer es historiadora, profesora de historiografía e historia contemporánea en el posgrado de historia de la Universidad Nacional Autónoma México, especializada en el campo de la historia social y de las mentalidades. Pionera en la historia oral en México y América Latina. Su preocupación fundamental es trabajar nuevas fuentes para la nueva historia. Es integrante del Consejo Asesor de la revista Historia, Antropología y Fuentes Orales de la Universidad de Barcelona; del Consejo Editorial de Estudios Jaliscienses y asesora del proyecto de Historia Oral en la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe, UNESCO. Recibió el premio Universidad Nacional en el área de Docencia en Humanidades (199S) y obtuvo el reconocimiento de la Cátedra Tinker de la Universidad de Chicago, la medalla al mérito histórico Capitán Alonso de León y fue distinguida como profesora emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México (2009). Directora del Instituto de Investigaciones Dt. José María Luis Mora de 1983 a 1989'

1 "Presentación", 1985.

2 Ibid.

3 "En un principio la noción de revista especializada se refiere a una sola disciplina, como la historia, o la filosofía, etc. Muestra ejemplar de ello ha sido Historia Mexicana. El caso de Estudios de Cultura Náhuatl interesante porque llama la atención acerca de la necesidad de ofrecer un órgano de expresión no sólo de una disciplina como la historia, sino de una especialidad dentro de ella, como es la cultura náhuatl, es decir, ni siquiera la totalidad del México precolombino." Matute, "Estudios", 2001, p. 780.

4 En 1940, la población de la ciudad de México era de 1 500 000 habitantes, para 19S0 había aumentado a 14 400 000, agregándose a esto la connurbación con el Estado de México, en la que sólo la Ciudad Nezahualcoytl tenía 1400000 habitantes. Véase Toca Fernández, Arquitectura, 1989, pp. 145-146.

5 Trueblood, Ramírez, 1995, pp. 70-75.

6 Ibid., p. 83.

7 Mazin, "Relaciones", 2001, p. 826.

8 El relativismo historicista sostiene que puede haber varias interpretaciones de un hecho o documento, que la verdad histórica es relativa, techaza los esencialismos y los anacronismos que proyectan interpretaciones presentes sobre el pasado, sugiere la comprensión de lo pretérito a partir de sus propias circunstancias históricas y recomienda al historiador reflexionar sobre los problemas cognoscitivos y filosóficos de su objeto de conocimiento y de su práctica. Castro Gutiérrez, "Portada", 2001, p. 804. Véanse también Matute, "Notas", 1991, y Pensamiento, 1999.

9 La tradición erudita a la manera de Leopold von Ranke, se remonta a mediados del siglo XIX y trata de la búsqueda de la verdad objetiva de los hechos basada en documentos, así como en la revisión sistemática y comparada de los testimonios. La postura neutral del investigador que requiere esta corriente historiográfica sugiere el encadenamiento narrativo de los hechos para construir argumentos legales de tipo procesal de gran calidad retórica y contenidos morales implícitos capaces de contribuir a dilucidar la verdad. Haber, "Anything", 1999, pp. 310-311. Citado por Castro Gutiérrez, "Portada", 2001, p. 803. Véase también O Gorman, Crisis, México, 1947, p. 106.

10 Sarlo, Tiempo, 2006, p. 22.

11 Ibid.

12 Casero, "Portada", 2001, pp. 809-810.

13 Walerstein Derechín, "Tierra", 1962.

14 Nelson O'Shaughnessy encargado de negocios de la misión diplomática de Estados Unidos en México del913al9l4ala salida del embajador Henry Lañe Wilson.

15 Walerstein Derechín, "Raíz", 1968.

16 Sobre los orígenes de la historia oral en México véanse Meyer y Olivera, "Historia", 1971, y Olivera, "Treinta", 1996, pp. 73-S9.

17 Jesús Reyes Heroles. Realizó sus estudios de derecho en la UNAM y el posgrado en las universidades argentinas de Buenos Aires y Río de la Plata, así como en el Colegio Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires. Además fue un histotiador, estudioso de la filosofía, el humanismo y el liberalismo. Se distinguió como legislador y administrador público, y su carrera de estadista alcanzó su culminación al ocupar la posición de secretario de Educación Pública de 1982 a 1985.

18 Fecha del decreto de creación del Instituto Mora: 24 de septiembre de 1981.

19 Fernando Solana Morales, secretario de Educación Pública (1976-1982).

20 El Sistema Nacional de Investigadores fue creado por acuerdo presidencial el 26 de julio de 1984.

21 El comité editorial estaba integrado por María de la Soledad Alonso, María del Carmen Collado Herrera, Ana Lau Jaiven, Eugenia Meyer, Silvia Núñez García, Francisco Javier Rodríguez Piña, Ximena Sepúlveda Otaíza.

22 Sus dimensiones originales eran de 14.5 X 25 cm, pero estas se cambiaron a 16.5 X 23 era en la administración siguiente, la del doctor Hira de Gortati Rabiela.

23 Jesús Reyes Heroles (n. 1921-m. 1985).

24 Mora, Obras, 1986.

25 La nueva historia intenta cumplir la propuesta de una historia "global" que aborda nuevos temas y se nutre de fuentes hasta entonces poco utilizadas. También se caractetiza por el diálogo con otras disciplinas y por un espíritu más crítico sobre los métodos del estudio de la historia.

26 O'Gorman, "Hidalgo", 1986.

27 Imprevisibles, 2009.

28 Meyer, "Reminiscencias", 1985.

29 Castillo, Conceptos, 2006.

30 Alcubierre y Carreño King, Niños, 1997.

31 Meyer, Niños, 2008.

32 Villa, Charlas, 2009.

 

INFORMACIÓN SOBRE LA AUTORA:

Graciela de Garay. Doctora en Historia por la Universidad Iberoamericana. Profesora-investigadora del Instituto Mora, área de Historia Oral. Especialista en la metodología de la historia oral y en el estudio de la historia social de la arquitectura. Publicaciones recientes: coordinación de Para pensar el tiempo presente. Aproximaciones teórico-metodológicas y experiencias empíricas, Instituto Mora, México, 2007; Modernidad habitada: Multifamiliar Miguel Alemán, 1949-1999, Instituto Mora, México 2004; Rumores y retratos de un lugar de la modernidad. Historia oral del Multifamiliar Miguel Alemán, 1949-1999, Instituto Mora, México, 2002. Autora de Mario Pani. Vida y obra, México, Facultad de Arquitectura-UNAM, 2004; Mario Pani (investigación y entrevistas), México, Instituto Mora/CONACULTA, 2000.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons