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Secuencia

versión On-line ISSN 2395-8464versión impresa ISSN 0186-0348

Secuencia  no.77 México may./ago. 2010

 

Reseñas

 

Salvador E. Morales Pérez, Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista

 

Guadalupe Rodríguez de Ita

 

Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2009, vol. LXXIV.

 

Instituto Mora.

 

El libro Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista, de Salvador E. Morales Pérez, es muy meritorio por varias razones. Entre ellas, por rescatar a un exiliado gallego, hasta ahora poco conocido, que en su momento figuró como actor político del Circuncaribe, ubicándolo en el complejo acontecer internacional en el que dicho actor se desenvolvió durante los primeros años de la guerra fría. También tiene la virtud de estar ampliamente documentado en diversas fuentes, lo que permite conocer varios ángulos de ese hombre y de sus circunstancias.

En la obra se recupera la figura de José Almoina Mateos, un gallego nacido en Lugo en 1903. Almoina realizó estudios de historia en la Universidad de Santiago de Compostela. En los albores de los años treinta estuvo en la fundación de la agrupación local del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en la ciudad de Benavente, y hacia mediados de esa misma década fungió como representante consular de la República en varias ciudades francesas. En 1939, como miles de españoles republicanos, él y su familia fueron forzados al exilio, en este caso a uno doble: primero en Santo Domingo y luego en la ciudad de México.

En la capital de la isla caribeña vivió alrededor de siete años en los que trabajó para el tristemente célebre Rafael Leónidas Trujillo como mentor de su primogénito y como su secretario particular; además, se le atribuyó una relación muy estrecha con la "primera dama" del país y la autoría de una obra teatral firmada por ella, así como haber escrito o —por lo menos— corregido para la misma algunos artículos que se publicaron en la prensa dominicana y posteriormente en un libro editado en México.

En la segunda mitad de los años cuarenta inició su segundo exilio, esta vez en territorio mexicano, donde desarrolló todavía más sus dotes intelectuales como profesor universitario, escritor y traductor. Entre los textos de su autoría, tanto por su corte político como por el contraste entre ellos, se destacan tres: un "Informe confidencial" (1947) que, signado por él, remitió a algunos gobiernos circuncaribeños; los libros Una satrapía en el Caribe. Historia puntual de la mala vida del déspota Rafael Leónidas Trujillo (1949), suscrito bajo el seudónimo de Gregorio R. Bustamante, y Yo fui secretario de Trujillo (1950), firmado por Almoina. En su calidad de testigo privilegiado de la situación dominicana durante su estadía en la isla, en las dos primeras obras citadas denunció las atrocidades del régimen trujillista, en tanto que en la última lo llenó de elogios.

Luego de más de diez años de haberse establecido en el Distrito Federal y nacionalizado mexicano, el gallego fue primero atropellado y luego ultimado a balazos por dos sicarios cubanos. Las averiguaciones policiacas de la época mostraron que el largo brazo del déspota caribeño había atravesado fronteras y estaba atrás del fatal incidente. La investigación académica realizada por el autor del libro que se reseña aquí refuerza esa tesis al citar in extenso un documento del propio Almoina en el que manifestaba ser víctima de acoso que imputaba a la dictadura trujillista. Como sea, el exiliado —para entonces ciudadano mexicano— encontró la muerte o, mejor dicho, esta lo encontró a él, en 1960, en la entonces reputada colonia Del Valle de la ciudad de México.

A grandes rasgos esta fue la vida de Almoina. Con bastante minuciosidad, Salvador E. Morales Pérez, autor del libro en comento, se dedica a documentarla y analizarla. Pero no sólo eso, también examina el contexto internacional en el que se desenvolvió el exiliado gallego, poniendo énfasis en la situación política circuncaribeña y en las relaciones entre los países de esa región, en donde destaca el papel desempeñado y/o que pretendió desempeñar la República Dominicana bajo la dictadura de Trujillo.

El estudio realizado por el historiador cubano, avecindado en México desde hace ya varios lustros, contó con el apoyo del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, donde ha laborado y desarrollado proyectos académicos referentes a las relaciones diplomáticas de América Latina y el Caribe en los siglo XIX y XX, actualmente con énfasis en el periodo de la guerra fría. Tales proyectos han fructificado en numerosos artículos y libros especializados.

Para su investigación, Salvador Morales se basó fundamentalmente en dos importantes repositorios: por un lado, el Archivo General de la Nación de República Dominicana, en el que contó con el decidido y decisivo respaldo de su actual director, el historiador Eduardo Cassá, y, por el otro, el archivo personal del exiliado gallego preservado en México por la propia familia, quien le prodigó abundante material documental y fotográfico inédito, así como sus testimonios orales y escritos también inéditos. Lo consultado en dichos repositorios lo complementó con muchas otras fuentes, tanto primarias como secundarias, que obtuvo en esos mismos países, lo mismo que en Cuba y Venezuela.

Con el voluminoso acervo reunido, el historiador cubano-mexicano emprendió la delicada tarea de elaborar una biografía de Almoina que, como cualquier ser humano, tuvo sus claroscuros. Al respecto cabe apuntar una observación: en el libro se hace mayor hincapié en el aspecto luminoso del exiliado, esto es, en su participación en la lucha republicana española, en su actividad intelectual iniciada en su país natal, seguida en territorio dominicano y ampliada en México, así como en su renuncia al exilio dominicano y su denuncia del régimen encabezado por Trujillo. En este sentido parece ajustarse el título: Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista. En tanto que el lado sombrío del gallego, es decir, su cercanía laboral y personal con el déspota caribeño y su familia es un tanto soslayado; si se tomara más en cuenta este aspecto, quizá la obra podría denominarse, con la ambigüedad del biografiado: Almoina, un exiliado gallego en medio de la dictadura trujillista. En fin, esta cuestión, lejos de ir en menoscabo del texto, da pauta para abrir una sana discusión acerca del personaje que aborda y de las circunstancias dominicanas en los aciagos años del inicio de la guerra fría.

Relacionado con esto último, es decir, con la guerra fría, llama la atención que en la obra se aluda poco a la presencia de Estados Unidos y sus diferentes oficinas gubernamentales (Departamento de Estado, CIA, FBI, etc.) que, como es de sobra conocido, tuvieron una presencia y una influencia más que notoria en la región, sobre todo en el periodo vivido por Almoina en tierras americanas.

En el aspecto formal, sorprende un poco que al final del libro no haya una relación completa de los materiales de consulta anotados, a lo largo de la misma, en el erudito aparato crítico con que cuenta. De manera similar, extraña que en el pie de las profusas imágenes integradas no se ofrezcan los datos precisos de la fuente de donde provienen los documentos, las notas de prensa y las fotografías, aunque se puede intuir que la mayoría son del archivo personal de Almoina.

Las observaciones mencionadas, desde luego, no demeritan la obra de Salvador Morales, pues sus aportes van mucho más allá de ello. Entre tales aportes se destacan los que se apuntan a continuación. Por un lado, contribuye al conocimiento del exilio español en República Dominicana, país que, para sorpresa de más de uno, al menos en 1939 fue de los pocos que recibió a republicanos que tuvieron que abandonarlo todo a la llegada de Francisco Franco al poder.

Asimismo, ofrece datos que ponen en relieve, una vez más, las contribuciones de los exiliados españoles al mundo intelectual mexicano; en este caso las de Almoina, quien se desarrolló aquí como autor, editor y traductor de un significativo número de obras del ámbito de las humanidades, la mayoría de ellas publicadas por su coterráneo José González Porto en su prestigioso editorial uteha (Unión Tipográfica Editorial Hispanoamericana).

También reafirma el conocimiento de los alcances de la dictadura trujillista tanto en lo interno como en lo externo; confirma además cómo el largo brazo del sátrapa llegó a traspasar fronteras para ultimar a quienes consideraba sus enemigos: Mauricio Báez en La Habana, Jesús de Galíndez en Nueva York y el propio Almoina en la ciudad de México, son algunos de esos casos.

De igual modo, coadyuva al debate acerca de la política y la práctica del Estado mexicano en cuanto a la protección de perseguidos políticos, pues si bien sus gobiernos en general han abierto las puertas para recibirlos, una vez en territorio nacional estas no están tan de par en par como parecían, ya que entonces empiezan los obstáculos con los trámites migratorios para su permanencia documentada, además de que llegan a tolerar, por acción u omisión, de manera franca o solapada, que continúe la vigilancia y el acoso de las autoridades del país de origen e, incluso, han permitido que estas los asesinen como les ocurrió al guatemalteco Manuel Lisandro Barillas y al cubano Julio Antonio Mella, por dar algunos ejemplos.

Por otra parte, al ofrecer un conjunto de datos duros y, sobre todo, de documentos muy significativos, allana el camino para otros estudios e interpretaciones sobre los puntos antes anotados y otros más. En este sentido, se destaca la inclusión, como anexo (pp. 299-352), del "Informe confidencial" de 1947, localizado en el acervo diplomático del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, conocida como la Casa Amarilla, así como en el gubernamental Palacio de Miraflores del mismo país. El documento, que inicialmente iba a publicarse con una breve presentación, es en sí mismo un aporte sobresaliente, y lo es todavía más cuando se presenta acompañado de una investigación minuciosa sobre el autor del mismo y su ámbito de acción.

Otro mérito más de la obra del historiador cubano-mexicano es que inicia con una serie de preguntas pertinentes sobre Almoina y sus circunstancias, mismas que se que va respondiendo a lo largo del texto; respuestas que, a su vez, de manera dialéctica, generan nuevos cuestionamientos y réplicas.

Por todo lo anterior, el libro de Salvador Morales, fundamentado con amplitud y con algunos aspectos eventualmente controvertidos, no puede pasar inadvertido para los lectores, especializados o no, interesados en saber sobre la vida y las circunstancias del exiliado gallego y su papel en el Circuncaribe. La lectura y discusión de esta obra, sin duda, es indispensable para los estudiosos de la historia dominicana y caribeña, así como la de las relaciones internacionales de la región durante el periodo de la guerra fría.

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