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Secuencia

versión On-line ISSN 2395-8464versión impresa ISSN 0186-0348

Secuencia  no.77 México may./ago. 2010

 

Reseñas

 

Beatriz Rojas y Ernest Sánchez Santiró (coords.), Historiografía española, 1975-2005

 

Clara García

 

Instituto Mora, México, 2008, 272 pp. (Colección Historia Internacional).

 

Centro de Investigación y Docencia Económicas.

 

Este libro es una recopilación de artículos aparentemente distintos, de varias extensiones, enfoques y calidad. Unos ofrecen síntesis extensas, otros contienen análisis más profundos y, otros más, como "Investigadores e investigaciones de historia del arte" de Carlos Reyero y "Treinta años de prehistoria" de José Manuel Quesada López son una suerte de directorios geográficos de la producción histórica en España desde la muerte de Franco en 1975 hasta el año 2005, incluida la transición a la democracia. A pesar de ser una compilación de sólo algunos temas, como se afirma en la introducción, este vicio es también su virtud. El libro es un laboratorio de la nueva historiografía española y, así, presenta una visión fresca, dinámica, en muchos sentidos, revisionista, muy actual, que, además, contiene bibliografías útiles. Aunque sólo abarca 30 años de historiografía, en estos ocurrieron un sinnúmero de cambios de importancia trascendental, y este es uno de los puntos a favor del libro.

Además, el libro también se refiere a la escritura de la historia, por lo que se enfoca en la narrativa, en las interpretaciones cambiantes y en la manera de percibir el uso de la evidencia concreta, así como en los métodos de presentación de los diferentes historiadores. Sin embargo, los autores no olvidan el peso correspondiente a los antecedentes de esta nueva historiografía presentada. Llevan al lector de la mano en el tiempo y más allá de las últimas tres décadas. Otro acierto.

Toda compilación es posiblemente aleatoria, pero esta antología de diversos temas concretos sigue unas líneas centrales. Especialmente omnipresente está el tema de la transición democrática en España después de la muerte de Franco, y su impacto en la producción histórica; se plasma desde el primer capítulo, dedicado a la historia franquista que presenta un recuento de la historiografía oficialista, nacionalista e hispanista. La franquista fue una historiografía antidemocrática, antiliberal, antimoderna y represora dedicada a enaltecer la dictadura y fincada en valores católicos que, a la vez, desprestigiaban al gobierno republicano. Esta historiografía enterró la historia del siglo XIX liberal y adoleció de una ausencia de argumentos, conceptos y procesos, como lo expone Marc Baldó. Por su parte, el artículo "La modernización económica", de Antonio Gómez Mendoza, resalta que la historia económica se escribe dentro del marco mismo de la transición y de una prosperidad económica y social. Asimismo, en "El secano español revisitado", Julián Casanova nos ofrece un balance historiográfico, pero también hace un llamado de atención. Afirma que la historia social tiene su lugar en la historiografía, consolidada a partir de 1980, pero institucionalizada en la década de 1990 cuando adquiere una base sólida, sobre todo la historia contemporánea y los estudios sobre la teoría de la historia y el oficio del historiador. Este artículo es una suerte de apología ya que destaca que la historia social nueva rescató a los individuos y a los grupos sin historia, ausentes en la historia oficial anterior. La nueva historia social sacó a relucir las estructuras de desigualdad y abrió caminos hacia la microhistoria y la vida cotidiana. En "Investigadores e investigaciones de historia del arte", también se afirma que esta disciplina rompió con una tradición eminentemente documental y descriptiva y que en la nueva historia se presentan análisis formales, iconográficos, funcionales o sociológicos donde antes no existía debate. El saldo es claro: la actual historiografía es nueva en muchos temas porque rompe con la tradición historiográfica del franquismo.

Otro de los temas presentes constantemente, sobre todo detallado en el artículo "La historia del carlismo", de Jordi Canal, es el liberalismo. Se recuerda que el carlismo, el antiliberalismo y lo antirrevolucionario fueron sinónimos a lo largo del siglo XX y que los estudios sobre el carlismo abundaron durante el franquismo. Sin embargo, hasta en este tema se produjo una reformulación y una oposición al régimen franquista. No obstante, existen otros hilos conductores como el relevo generacional, el papel de las instituciones, las historias regionales y los usos de la memoria.

Como queda evidente en este libro, en los últimos años se ha prestado atención, tanto en la historiografía mundial como en la española, a la importancia de la construcción de la(s) memoria(s) colectiva(s) para explicar la presencia y desarrollo de las diferentes identidades grupales, tanto políticas como nacionales, de clase, género o religión, por mencionar algunas. Por medio de la construcción o (reconstrucción de la(s) historiografía(s) se puede ver la diversidad de las políticas de la memoria en los años recientes. En este sentido, el libro, en realidad, es un estudio de la historia de la España contemporánea. Es un libro de reflexión, pero también de confesión; contiene análisis personales, pero que también aplican a la historia reciente de España. Así, el libro se convierte en un documento histórico per se.

Los nacionalismos y los regionalismos en España y en el mundo han sido, en las últimas décadas, un objeto de estudio preferente. Pero dentro de la renovación de la historia política en España, se puede decir que esta obra ofrece un análisis comparativo de la ideología, las diversas historias escritas, los programas de investigación, las organizaciones y hasta la acción política. Deja muy claro que en los años del franquismo existía una gran, tradicional y providencial Historia (con mayúscula) de una España única, sin divergencias, pero que no existía la memoria. Antaño se negaba la modernidad política inaugurada por la crisis de la monarquía de 1808 y la revolución de Cádiz, como se menciona más puntualmente en "La historiografía franquista" y en "La historiografía territorial". El libro es un microcosmos del debate aún vivo en torno a la manera en la que la sociedad española construye y administra el espinoso legado de la guerra civil y de la dictadura, así como del análisis acerca de la persistencia de las dicotomías, las enfrentadas percepciones e ideologías, y de la discusión en torno a las responsabilidades y del papel social del historiador español.

Este libro colectivo destaca el papel que ha desempeñado la historiografía española en la transición de una dictadura a la democracia y de cómo ha enfrentado este nuevo paradigma. Analiza este tema en tres niveles: transición política, revisión historiográfica y renovación generacional. Con la renovación, arguye que la historiografía adquirió un perfil más internacional frente al nuevo siglo. Este libro, de hecho, se enfrenta al reto que encara la historiografía española en el siglo XXI. La democracia le dio a España un nuevo rostro y la historiografía busca tener una nueva cara también, integrándose, por ejemplo, al debate internacional en lugar de discutir sólo dentro de sus propias fronteras, como en la época franquista. Por cierto, salvo uno de los artículos, el de "La historiografía territorial", de José M. Portillo, que trata el tema de la crisis de la monarquía hispana, ninguno conversa con la historia que compartió España con el mundo iberoamericano; esperemos que sea tema de otros trabajos próximos. La nueva historiografía se desarrolló al interior de una lucha política e ideológica en contra del franquismo en la que estuvo, en parte, involucrada la universidad, sobre todo los estudiantes de aquel entonces y sus, ahora, discípulos, junto con varios profesores destacados por la valentía con la cual se enfrentaron a la historia oficial. Es un testimonio, pero también el resultado del compromiso político que estudiantes y académicos tomaron en contra de la dictadura. Ahora se están cosechando los frutos de largos años de gestación y elaboración.

El manuscrito ofrece, además, un mosaico que intenta, con éxito, saldar el vacío causado por la ruptura de la tradición historiográfica liberal producida por la guerra y, más adelante, por el franquismo. En los años de la dictadura, la historiografía española se estancó, desde un punto de vista historiográfico y metodológico, involucionando cada vez más, sobre todo frente a la historiografía europea como la producida por la escuela de los Anuales y la de la historia social inglesa, por mencionar sólo dos. La transición y el cambio generacional permitieron entrar al debate europeo. En el artículo sobre la historia económica se afirma que esta, también nueva historia, no sólo abrió una nueva vertiente historiográfica, sino que representó el dominio de la nueva generación de profesionales que utilizaron nuevos métodos como el cuantitativo y el de la historia comparada. En el artículo sobre la historiografía territorial también se destaca el tema generacional ya que el/la autoría) subraya que pertenece a esta nueva ola de historiadores que le tocó el cambio. Enfatiza que este cambio tanto político como generacional rescató la historia de la crisis de la monarquía hispana y la del naciente sistema constitucional. Así se inauguró una nueva historia política de España. Por otra parte, casi todos los ensayos resaltan que, una vez restaurada la democracia, la nueva historiografía no hizo un simple enlace con la tradición liberal-positivista, sino que partió de nuevas bases en el entorno de las discusiones y realidades internacionales, particularmente europeas pero (apunto yo) no americanas. En este sentido, el libro es un testimonio de que la nueva historiografía; en su gran mayoría, busca reflejar sus realidades regionales e integrarse más a Europa, dejando de lado sus vínculos con América.

Varios artículos señalan que el cambio se gestó desde mucho antes de 1975. En el artículo sobre la historiografía franquista se nota que desde los años cincuenta se dejaron oír voces revisionistas que abrieron nuevos y controvertidos temas, mientras se criticaba la historiografía oficial. Muchos de los nuevos temas como el estudio de las muchedumbres, la economía, la sociedad y las ideas salieron por la influencia de la escuela francesa e inglesa, lo que comprueba que la historiografía española, aunque reprimida, no dejó de tener vínculos internacionales. El artículo "Historiografía territorial", de José M. Portillo, señala antecedentes que socializaron el tema de las regiones por medio de las cátedras que crearon equipos de investigación. Cuando llegó la transición, las bases del cambio historiográfico ya se habían fincado. La transición sigue, pero ahora con cara al siglo XXI y, en este sentido, el libro es un estado de la cuestión de la nueva historiografía, una reflexión profunda sobre aquella y sobre el pasado, manifestación de los puntos de vista y rumbos de la nueva generación, propuesta metodológica y temática. Pero, ante todo, es un testimonio tan importante como valioso.

Se puede decir que este renacimiento historiográfico se está institucionalizando por medio de universidades, gobiernos autónomos, fundaciones, becas, revistas, congresos, asociaciones, estudios y estancias de los historiadores en el exterior, así como por la traducción de obras extranjeras.

El libro crítico -otra de sus bondades- es también ideológico, pero eso no es un demérito. Lamenta el abandono, en las últimas décadas, de los temas españoles a favor de lo que se denomina historias territoriales, lo que conlleva a percibir a España de manera fracturada y resulta en la falta de libros de texto sobre la historia de España en su conjunto. En el artículo "La modernidad económica" se afirma que es en la historia contemporánea en donde se perciben las transformaciones y la aparición de la historia individual de las regiones. La nueva historia económica rompe con la historia de una sola España para abrirle paso a la historia de las muchas Españas. Sin embargo, la historia económica también se fractura al privilegiar los estudios sectoriales de la economía y la historia de las empresas y de los empresarios. "El secano español revisitado" afirma que la historia revisionista nació a partir de las historias regionales y sectoriales que incorporaron nuevos aspectos como lo hemisférico, y nuevos métodos y fuentes como la sociabilidad y los enfrentamientos políticos. El artículo "La historiografía territorial" advierte que para recuperar la tradición historiográfica liberal, se necesita recuperar una historia territorialmente compleja; enmarca la transición democrática al interior del proceso de la reforma constitucional, e identifica a la constitución como agente histórico de los cambios en España. La autonomía generó, afirma, una nación española y territorial novedosa fuera de la idea del constitucionalismo clásico. Esta nueva historia política legitima la transición. Todo el libro con sus diversos temas, discusiones y recuentos de los lugares y de las personas responsables de los distintos estudios a lo largo de las últimas décadas, demuestra el interés de las comunidades autónomas por propagar sus historias, después de años de silencio, pero un aparente desinterés, por parte del gobierno central, por la reconstrucción democrática (en el sentido amplio de la palabra), multinacional y científica de la historia de España. El reto del principio del siglo XXI es: ¿cómo se articulan las historias regionales con la de España? Se trata, como intenta este libro, de re-definir esta nación por medio de su historia común pero también diversa. Son muchas paradojas, que incitan a la reflexión.

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