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Trace (México, DF)

versión On-line ISSN 2007-2392versión impresa ISSN 0185-6286

Trace (Méx. DF)  no.84 Ciudad de México jul. 2023  Epub 11-Dic-2023

https://doi.org/10.22134/trace.84.2024.912 

Reseñas

Mesoamerican rituals and the solar cycle: New perspectives on the veintena festivals

Omar Tapia Aguilar* 

* Facultad de Filosofía y Letras-Universidad Nacional Autónoma de México, México, omar.tapia.1516@gmail.com.

Dupey García, Élodie; Mazzetto, Elena. 2021. Mesoamerican rituals and the solar cycle: New perspectives on the veintena festivals. Nueva York: Peter Lang,


Bajo la dirección de las historiadoras Élodie Dupey García y Elena Mazzetto, en 2021 se editó esta novedosa e importante obra en los estudios de la religión mesoamericana y particularmente del fenómeno conocido en la historiografía como las fiestas de las veintenas. El libro, que tiene su origen en un coloquio internacional en homenaje a Michel Graulich,1 es el primer volumen de la colección «The indigenous cultures of Latin America: Past and present» de la editorial que lo publica, Peter Lang.2 Consta de doce capítulos que reúnen las aportaciones de un grupo internacional de distinguidos mesoamericanistas (autores y coautores), estos capítulos se agrupan en tres apartados temáticos en torno al estudio del ciclo festivo anual indígena: «Ritos y mitos en la Mesoamérica precolombina», «Actores y actividades rituales en las fiestas de las veintenas» y «Categorías precolombinas, interpretaciones coloniales».

En la introducción las editoras, Mazzetto y Dupey, exponen brevemente la estructura calendárica mesoamericana: explican el ciclo festivo anual, las fuentes o recursos para su estudio y señalan, en su justa dimensión, la importancia del tema de las veintenas con un necesario balance historiográfico. Las historiadoras indican que la literatura académica sobre este fenómeno se remonta a finales del siglo XIX y se convierte en una tradición de estudio importante para los mesoamericanistas, tanto nacionales como internacionales. Además de enlistar la bibliografía especializada sobre este tema, Mazzetto y Dupey resumen, contextualizan y destacan las aportaciones e interpretaciones fundamentales durante el notable siglo y medio de estudios sobre las fiestas de las veintenas.

Acerca de los ejes que han compuesto la historiografía de las veintenas, las editoras explican, de manera crítica, algunas problemáticas: primero, una concentración de la investigación en las fiestas nahuas por una mayor disponibilidad de recursos históricos, en comparación con otras zonas, y la carencia de un enfoque en otras latitudes y temporalidades mesoamericanas o del esfuerzo por realizar un comparativo entre estas y las nahuas. Segundo, un énfasis por profundizar en el estudio de rituales específicos y su relación con las prácticas agrícolas, además de la falta de un análisis completo del ciclo de las veintenas (con excepción de la obra de Graulich). Tercero y último, el desfase calendárico con respecto al año trópico y la ausencia de un método para ajustar el sistema de cómputo a la duración real del año.

La introducción expone el panorama actual sobre el tema y evidencia la complejidad del estudio de las veintenas al dirigir los objetivos del libro y el rumbo de cada aportación, por supuesto, en búsqueda de nuevas interpretaciones. De esta manera, la organización de los capítulos se trazó para abarcar, en medida de lo posible, el análisis de toda la secuencia de las veintenas en su dimensión geográfica y temporal en Mesoamérica (con énfasis en las sociedades del México central del Posclásico tardío), realizando un comparativo entre las distintas tradiciones regionales e históricas del área. Asimismo, a nivel metodológico, los autores optaron por una visión de tipo emic para la exploración y distinción de las prácticas religiosas, obviamente, con apoyo de rigurosas reflexiones a nivel teórico (revisión de paradigmas clásicos y actuales) y del estado del arte de cada fenómeno analizado.

Con respecto a los capítulos, el primero, a cargo de Oswaldo Chinchilla, puede considerarse un estudio diacrónico que toma como categoría de análisis la juventud de los dioses en la religión mesoamericana, su relación con la riqueza/ abundancia y su sexualidad activa, a través de las homologías (descendencia y traducción) entre Tezcatlipoca, K’awiil y el Dios Maya del Maíz. Con base en una revisión de mitos, rituales e iconografía, Chinchilla explica cómo actividades y representaciones paralelas revelan tanto similitudes como divergencias entre estas deidades, que corresponden a permanencias y trasformaciones a lo largo del tiempo por la interacción humana. Por supuesto, las correspondencias suelen ser significativas, pero no por el origen o adopción de las tradiciones, sino porque revelan al mismo tiempo variedad y rasgos nucleares en las concepciones religiosas mesoamericanas; por ejemplo, los correlatos muestran que mexicas y mayas creían que los dioses jóvenes enfrentaban adversidades o pruebas que culminaban con su muerte y renacimiento.

El capítulo dos es autoría de Guilhem Olivier y trata sobre el renacimiento de los dioses, con atención especial a Huitzilopochtli, en algunas veintenas como son Ochpaniztli, Teotleco, Quecholli, Panquetzaliztli y Toxcatl. Con este objeto de estudio, Olivier logra discernir y exponer la importancia que tenía la comunidad mexica ante el funcionamiento del mundo y la constitución de los propios dioses a través de su participación en algunas ceremonias de las veintenas. Algunos de los elementos analizados por el investigador -relacionados o equiparables con el nacimiento de las deidades- son los relatos de origen y las historias de los dioses vinculados con fechas calendáricas, la llegada y presencia de dobles animales, la elaboración de la estatua de Huitzilopochtli hecha de masa de amaranto, la participación de especialistas religiosos, las actividades y sacrificios de encarnaciones (o ixiptla) de los dioses, así como la presencia de enemigos en algunos de estos procesos. En concreto, explica que la complejidad palpable en la construcción/nacimiento, celebración y consumo del «cuerpo» de la deidad patrona y en los procesos rituales permitía significar el renacimiento cíclico de Huitzilopochtli.

Las editoras también tuvieron oportunidad de escribir un capítulo, de manera individual, y Élodie Dupey García participa en el tercero. Este se centra en la figura de Quetzalcóatl y la interrogante de su protagonismo discreto o, al contrario, de su omnipresencia en las actividades ceremoniales y narrativas míticas, respectivamente. En la propuesta, destaca la relevancia mítica de Quetzalcóatl y cuestiona la supuesta ausencia de esta deidad en las veintenas debido a las menciones sucintas y fragmentarias; además, reflexiona sobre las cuestiones regionales que también determinan las fuentes. Enfoca su estudio en la veintena Huey Tecuilhuitl, centrándose en la confusión de la figura de Quetzalcóatl y sus transgresiones, al igual que a los lugares donde ocurrieron eventos míticos (Tamoanchan-Tollan) y sus simbolismos. Consecuentemente, Dupey García ofrece un sugerente análisis donde logra poner de manifiesto que los temas míticos podían ser retomados en distintos momentos rituales para enfatizar algunos aspectos o características de la narrativa; asimismo, las secuencias que componen los mitos no obligatoriamente eran interpretadas juntas en una misma celebración ritual, sino que podían realizarse en distintos tiempos de las ceremonias.

El capítulo cuarto es autoría de Johannes Neurath e inicia con un replanteamiento antropológico sobre la ritualidad y la postulación de conceptos como condensación ritual, complejidad relacional y cosmopolítica. Estos, dice el autor, buscan explicar que el rito es necesariamente complejo, pues desafía nociones orientadas a un solo propósito o hacia la representación o correspondencia de ceremonias específicas con eventos estacionales. De tal forma, Neurath expone que el ritual tiene la capacidad de expresar distintas relaciones sociales ubicando patrones de extrañeza, no compatibles e incluso contradictorios en una gran variedad de posibilidades (tensiones, intercambio, negación, trasformación, alianza, etcétera) entre los colectivos y las alteridades. Bajo estos preceptos, el investigador ofrece una serie de reflexiones sobre la fiesta nahua Ochpaniztli y comparaciones entre sus protagonistas femeninas y el «mitote» Namawita Neixa, así como sus correspondientes figuras femeninas entre los huicholes contemporáneos. En particular, pone en duda las correspondencias de los ciclos naturales y su relación ritual destacando otros elementos, principalmente el vínculo con los otros como motor de los procesos sociales.

El primer apartado de la antología, que cierra con este cuarto capítulo, se caracteriza por la presencia de varios elementos comunes. Por ejemplo, el interés por abordar algunos tópicos nuevos en torno a la identidad y complejidad de los dioses a través de su nacimiento, las etapas de su vida y sus procesos de revitalidad; y la fundamental relación activa de la comunidad humana con la sobrenaturaleza. Por supuesto, también son ejes comunes de estos capítulos el abordaje metodológico de la relación mito-rito, el uso de otros recursos como el iconográfico o el etnográfico y, claro, la dimensión comparativa. El apartado está bien logrado pues no se despega de las veintenas como objeto principal de estudio y los autores desarrollan sus propuestas atendiendo con profundidad aspectos metodológicos y de la ritualidad concretando así textos académicos relevantes.

El segundo apartado, cuya temática gira en torno a las actividades y actores rituales, inicia con la aportación de Gabrielle Vail. El trabajo de la investigadora aborda las veintenas en el Posclásico maya de Yucatán conocidas como Haab’. El capítulo describe concretamente la información de las fuentes sobre el componente calendárico y ritual en los sistemas de registro del tiempo, basándose en un recorrido comparativo entre los datos coloniales y la información que se puede discutir a partir de la iconografía de los códices prehispánicos. Asimismo, aprovecha la literatura especializada para reconocer en su análisis la importancia nodal del aspecto de nacimiento y renovación en el ciclo festivo, fundamento que puede ser tomado como una nueva clave de lectura para las veintenas mayas.

El capítulo sexto -escrito por Elena Mazzetto, también editora de la obra- presenta una nueva propuesta en la que argumenta que el pelar la piel humana en los rituales de desollamiento, principalmente en análisis de las veintenas Tlacaxipehualiztli y Ochpaniztli, podría interpretarse como una metáfora del deshojamiento o acto de pelar las hojas de maíz. Al revisar la historiografía, Mazzetto identifica las principales interpretaciones del fenómeno y critica el planteamiento más sugerido respecto del significado de estos actos, que ha consistido en asociar este particular rito con los cambios estacionales de la tierra y su dimensión agrícola: el deshojado de la planta como una preparación para la siembra. Por su parte, la investigadora advierte que varios factores se han subestimado en cuanto al entorno natural y las costumbres de acuerdo a los periodos de siembra y consumo, por lo que el deshojamiento del maíz con fines ceremoniales y agrícolas puede corresponder a distintos momentos del año en función de una pluralidad de circunstancias para el trabajo y consumo de la planta y no solo a partir de las dos estaciones correspondientes a la siembra y cosecha. En esta misma lógica, Mazzetto plantea una complejidad polisémica en el acto del desollamiento humano y abre un nuevo panorama de análisis.

John F. Schwaller es autor del capítulo siete, que trata de un estudio de las imágenes de masa de tzoalli de los principales dioses mexicas en las fiestas Toxcatl y Panquetzaliztli. En primera instancia, el académico describe el fenómeno de las encarnaciones de los dioses en el espacio humano (ixiptla) y el proceso de fabricación y animación de las estatuas de tzoalli en las fiestas referidas. En este sentido, destaca el papel de los especialistas religiosos y la comunidad como actores de la ritualidad para interferir en el proceso de trasmisión de poder y corporalidad de los dioses en las estatuillas. Asimismo, Schwaller identifica algunos problemas y confusiones que emanan de las fuentes debido a la gran complejidad de los actos descritos, cuestión que se destaca por la rigurosidad que requiere la investigación de las veintenas.

El segundo apartado de esta obra cierra con la investigación de Sylvie Peperstraete, en el octavo capítulo, que expone sobre los sacerdotes huixtotin y sus vínculos con las deidades del agua, de la vegetación, la fertilidad y los mantenimientos. El texto se presenta como una aportación a la historiografía de la religión de los nahuas antiguos a través de un tema poco tratado: el sacerdocio. Es así que la investigadora, después de dar una introducción a la figura de los huixtotin, se enfoca en un grupo particular y su actuación en una serie de veintenas de connotación húmeda en el ciclo ceremonial. A la par, ofrece una explicación de cómo los sacerdotes se integraban en la ritualidad, la relevancia de sus actividades, las características que conformaban su identidad y su intromisión en la cosmovisión indígena y sus categorías. Finalmente, Peperstraete evidencia que en la literatura especializada falta una reflexión actual sobre el grupo sacerdotal, su organización y asociaciones con la sobrenaturaleza, pues queda claro con su trabajo que, tan solo en el marco de las veintenas, existe una gran variedad de contextos que pueden abordarse para hablar de los especialistas religiosos.

Caben señalar una serie de puntos relevantes de este segundo apartado del libro. Por un lado, hay que destacar el manejo siempre puntual y combinado de los recursos de información procedentes de distintas disciplinas que, acompañados de la erudición y crítica de cada uno de los investigadores, ofrece una interpretación coherente de los indicios del pasado. Por otro, hay que resaltar los balances historiográficos que los autores brindan a los temas. En concordancia, las argumentaciones, el grado de especialidad e identificación de problemáticas sobre los fenómenos analizados dan pauta a lecturas polisémicas que expresan la complejidad de los participantes y sus acciones en el ciclo festivo anual.

El tercer apartado del libro, acorde con la intención propositiva de la obra colectiva, examina elementos puntuales en la construcción hermenéutica, epistemológica y heurística del conocimiento sobre los rituales de las veintenas en el complejo contexto novohispano. Reconociendo que nuestras categorías frente a la lógica de pensamiento indígena se ven rebasadas, Mirjana Danilović centra su crítica en el estudio de la conexión entre la danza y el sacrificio en las veintenas en el capítulo noveno. La investigadora analiza comparativamente varios pasajes en las veintenas nahuas del Posclásico, matizando elementos lingüísticos y sociales vertidos en las fuentes, para destacar las características y elementos de las danzas, puntualmente, en relación con los sacrificios, la participación de víctimas, sacrificantes y sacrificadores. Después de un productivo esfuerzo y adelantando sus conclusiones, Danilović sostiene que los bailes, los cantos, la música, las procesiones, las luchas rituales y el sacrificio eran fenómenos que estaban interrelacionados, es decir, podían ocurrir a la par como movimientos o ejercicios rituales e incluso la distinción entre estos podía desvanecerse. Además, considera necesario un replanteamiento y nuevas interrogantes sobre la naturaleza de estos actos como actividades indisociables, pues reconoce que la sociedad mexica tenía conceptos diferentes sobre el movimiento del cuerpo como expresión cultural.

La aportación con mayor énfasis lingüístico es, también, el único texto colectivo que estuvo a cargo de Andrea Rodríguez Figueroa, Mario Cortina Borja y Leopoldo Valiñas. Con una posible intención teórica, los autores en el capítulo diez cuestionan las categorías de la lengua con las que, en el Códice Florentino, Sahagún y sus colaboradores indígenas abordaron y describieron los actos rituales. Dicha pesquisa surge con el objetivo de desentrañar el uso de las palabras y sus significados en dicha fuente. Igualmente, los investigadores reflexionan sobre qué se entiende por fiesta religiosa en la obra. Así, los autores proponen el concepto de unidad ritual para referir los conjuntos de ritos que se debían realizar en la festividad con distintas intenciones y no solo en honra a los dioses. Con afán clasificatorio, señalan cuatro tipos de unidades rituales: «tlamawistîlîlistli», «tlamanalistli», «neštlâwalistli» y «nenehtoltîlistli», de acuerdo con la grafía utilizada en el capítulo diez del libro. Estas constituirían la esencia de las fiestas y determinarían algunos de los propósitos en las secuencias rituales como honrar a la divinidad, hacer un pago, construir ofrendas, entrar en reciprocidad, prometer o hacer un voto a través de ritos específicos. Además, las dos primeras unidades de la lista guardan una función unidireccional, mientras que las segundas tienen un carácter bidireccional. Los conceptos abordados y la estructura planteada por Figueroa, Cortina y Valiñas, como muchas aportaciones de esta obra colectiva, será de interés en los grupos académicos y provocará reflexiones paralelas.

Sergio Botta es el autor del penúltimo capítulo de la obra, que muestra un análisis historiográfico de relevancia, ya que trata sobre la influencia de la obra de Agustín de Hipona, como modelo de interpretación de la estructura política-social-religiosa, sobre los escritos franciscanos acerca de las veintenas. El investigador exhibe la forma en que los frailes, Motolinía y Sahagún, aunque con mayor atención en este último, trataron el modelo agustiniano para establecer comparaciones y presentar la idolatría indígena en el seno de sus dioses, templos, culto y la expresión del tiempo. Con base en dicho influjo conceptual, los franciscanos reflejaron la información obtenida de los indígenas en sus obras, cuyo objetivo fue intentar comprender la vida religiosa para controlarla. Sin embargo, el proyecto falló, pues el complejo sistema ritual y religioso mesoamericano escapaba a la hermenéutica cristiana, cayendo en reduccionismos que encontraron resistencia en los testimonios en náhuatl. Gracias a este capítulo -que sigue la línea de algunos de los trabajos previos del autor-, Botta continúa aportando a estas discusiones profundas en torno a la constitución de las principales fuentes para el estudio de la sociedad nahua antigua. Su trabajo nos indica que se debe atender el lugar de enunciación de la fuente para acceder a ella con una mirada más crítica sobre sus contenidos.

En el libro quedaba pendiente el asunto de la religiosidad y ritualidad de las veintenas en la vida colonial de los grupos indígenas tras los drásticos cambios posconquista. El último capítulo escrito por Rossend Rovira Morgado ofrece luz al respecto. El texto, compuesto del análisis de documentación archivística, muestra cómo existieron rasgos e indicios de la ritualidad prehispánica en la dinámica de cambio y permanencia cultural, en este caso en relación con las peticiones de lluvia, específicamente el recuerdo de la fiesta Atl Cahualo y el tránsito a las celebraciones para san Francisco. El análisis discurre en cómo dicho fenómeno tomaba relevancia en denuncias de los evangelizadores y la Real Audiencia sobre algunas celebraciones en torno a los santos en plena Nueva España del siglo XVI, la configuración e identidad de la población indígena y sus localidades, sus actividades económicas y la reconfiguración religiosa que se organizaba sin perder algunos elementos autóctonos.

Sobre el tercer apartado puede decirse que refleja una clara intención crítica desde la historiografía y la lingüística. Los autores invitan a la reflexión porque abordan los registros documentales con una perspectiva analítica, pues convierten dichos recursos -los cuales se encuentran inmiscuidos en un contexto plagado de procesos sociales- en objetos de indicios culturales y herencias ideológicas. Estos últimos elementos deben sopesarse para comprender mejor las categorías o conceptos que el estudioso pretende aprehender. De tal forma, los cuatro capítulos agrupados en esta tercer apartado resultan muy provechosos de revisar.

Un bonus en la obra es el epílogo escrito por la mesoamericanista Danièle Dehouve, que es una compilación de sus impresiones y comentarios sobre la antología, así como la exposición de algunas ideas sobre la fiesta Etzalcualiztli. El lector que tenga el libro en sus manos -además de leer cualquier capítulo de su interés o, qué mejor, la obra completa- no debe desaprovechar la oportunidad de conocer la opinión de Dehouve porque es una de las más destacadas investigadoras en el ámbito.

Como valoración general, este libro colectivo contiene apartados bien clasificados y capítulos sobresalientes. Presenta discusiones especializadas y formulaciones expertas que serán acogidas por los académicos para reflexionar sobre la diversidad de temas que se desprenden de las veintenas y su análisis. Si bien el énfasis en la cultura náhuatl prehispánica está justificado y las propuestas de análisis comparativo combaten ese dominio, es tarea de los investigadores quebrantar las barreras geográficas y temporales para esclarecer la estructura y características de la ritualidad en torno al ciclo solar mesoamericano.

A manera de conclusión, esta obra editada por Dupey García y Mazzetto consolida una nueva etapa en el estudio de las fiestas de las veintenas. Primero, porque varios de estos textos pasarán a ser referencia obligada en el ámbito de los estudios sobre la religión y la ritualidad mesoamericana. Segundo, porque el libro da pie a nuevas investigaciones que deberán considerar todas las aportaciones pasadas, pues se manifiestan problemáticas bien definidas al observar que existe un gran estado de la cuestión. Igualmente, hay ejemplos que muestran intereses renovados y vías de búsqueda que invitan a la producción académica sobre el ciclo festivo anual con nuevas perspectivas. Finalmente, enhorabuena por esta obra y por los primeros 150 años de investigación del tema.

1El Coloquio Internacional «Las fiestas de las veintenas. Nuevas aportaciones en homenaje a Michel Graulich» se llevó a cabo el 22 y 23 de noviembre de 2016 en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), también coordinado por las editoras del libro. El cartel del encuentro se puede consultar en el siguiente enlace: https://www.historicas.unam.mx/eventos/2016/coloquio_fiestas_veintenas.html. Además, parte de las contribuciones académicas expuestas por los investigadores participantes del evento se publicaron en la revista trace núm. 75, 2019 (https://www.trace.org.mx/index.php/trace/issue/view/54/showToc).

2La colección está a cargo de la investigadora Gabrielle Vail.

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