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Trace (México, DF)

versión On-line ISSN 2007-2392versión impresa ISSN 0185-6286

Trace (Méx. DF)  no.80 Ciudad de México jul. 2021  Epub 11-Oct-2021

https://doi.org/10.22134/trace.80.2021.827 

Reseñas

Feminismos a la contra. Entre-vistas al Sur Global

Roque Urbieta Hernández* 

* Mondes Américains, École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS), Francia, y Universidad Autónoma de Madrid, España, roque.urbieta83@gmail.com.

Martínez Andrade, Luis. 2019. Feminismos a la contra: Entre-vistas al Sur Global. Santander: La Vorágine, ISBN: 978-84-947950-9-1.


-¿Cómo va usted -me decían- a dirigir un movimiento feminista si usted está fanáticamente enamorada de la causa de un hombre?

¿No reconoce así la superioridad total del hombre sobre la mujer?

¿No es esto contradictorio? No, no lo es. Yo lo «sentía». Ahora lo sé.

La verdad, lo lógico, lo razonable es que el feminismo no se aparte de la naturaleza misma de la mujer.

Y lo natural en la mujer es darse, entregarse por amor, que en esa entrega está su gloria, su salvación, su eternidad.

[…] Yo creo que Perón y su causa son suficientemente grandes y dignos como para recibir el ofrecimiento total del movimiento feminista de mi Patria.

Eva Perón, la razón de mi vida

Desde el surgimiento de los feminismos como teoría y práctica emancipatoria se desarrollaron en los centros de investigación especializaciones que combinan los estudios de movimientos sociales, los estudios de género y los estudios étnicos. El presente documento tiene como fin reseñar el libro del sociólogo Luis Martínez Andrade titulado Feminismos a la contra: Entre-vistas al Sur Global tomando en consideración el contexto en el cual fue publicado, sus aportes y límites en tanto que sujeto de crítica a los llamados «feminismos hegemónicos».

El libro que el lector tiene en sus manos posee la valentía de reunir a las principales autoridades académicas del mundo de los feminismos diversos situados en el Sur Global. Su autor nos trae aires renovados en busca de respuestas en palabras de las protagonistas de los movimientos feministas diversos. Este «acercamiento a los feminismos del Sur Global», como lo denomina en la presentación el también egresado de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS por su siglas en francés), explora los entramados de las luchas diferenciadas de mujeres contra un régimen de pensamiento heteropatriarcal y colonialista integrado en el sistema económico neoliberal. Desde diferentes puntos del planeta, la entrevista como género de investigación se emplea para dar testimonio del camino de los feminismos cuestionando las formas de hablar y representar el universalismo conceptual de «ser mujer», dando un énfasis especial al significado de «interseccionalidad», en tanto que posicionamiento político de articular acciones de movilización popular y resistencia al pensamiento heteropatriarcal.

Inscrito en el marco del pensamiento crítico «anticolonial», el libro contiene un prólogo de la filósofa Patricia Manrique quien, en principio, se interroga sobre la emergencia del feminismo del Sur en los múltiples espacios de opresión dentro del movimiento de mujeres en el Norte Global, de forma que traza el recorrido y los tropiezos de la dominación ejercido por el llamado «feminismo hegemónico». A partir de una «sociología de la liberación», este volumen da cuenta de una «teoría crítica anticolonial» que entiende como la crítica de la «modernidad/ colonialidad elaborada desde los márgenes por feministas de diferentes generaciones y de distintos lugares geopolíticos de enunciación» (pág. 65). Luis Martínez, en su introducción, destaca como una gran contribución el analizar las «subversiones feministas en la teología en clave de liberación» como una corriente de pensamiento que interpela las relaciones de poder en la iglesia «articulando además una crítica a la sociedad capitalista»; al mismo tiempo, invita a la «reflexión doctrinal, litúrigica y pastoral de la iglesia» (pág. 44).

En este trabajo encontramos la reunión de dieciséis voces que dinamitan la diversidad de los feminismos como un «movimiento a escala global pero inscrito en lo local y desde su carácter situado» (pág. 67), de manera que a lo largo de las entrevistas notamos las tensiones en las diferentes corrientes del feminismo contemporáneo a través de las miradas de mujeres cuyas trayectorias políticas están emparentadas por la dominación y la opresión de la estructura económica del patriarcado neoliberal. Uno de los puntos nodales en las respuestas de estas mujeres académicas y activistas de movimientos sociales múltiples es la violencia como experiencia común durante el proceso de denunciar el discurso colonial y explotador del mandato masculino-imperial de la modernidad.

Con la aparición de las mujeres como sujetos políticos en la historia global se han puesto en evidencia las estrategias sociales para repensar las relaciones de desigualdad y abuso de la cultura machista; como consecuencia, surgen propuestas en los márgenes económicos -llamados por las autoras otros mundos- que permiten recrear la resistencia ante los efectos colonizadores del discurso imperialista-patriarcal. En este sentido, la puesta en escena de las mujeres indígenas y afrodescentientes es una forma de organización clave en el momento de bordar asimetrías y diferencias en la producción de lazos de hermandad entre mujeres. Aunque esto evidencia los conflictos en el momento de hacer uso de la autoridad de hablar de, por y sobre formas totalizadoras y universales de ser mujer. A saber, brota en palabras de las entrevistadas una lista de feminismos que pluralizan y confirman la crisis en la lucha por buscar legitimación ante la autoridad hablando en nombre de, por y sobre los sujetos oprimidos. Feminismos a la contra contiene una suerte de catarsis teórica que parte de las viviencias de las mujeres en caminos de conflicto que luchan por ser reconocidas como sujetos de derecho en el momento de acceder a espacios de representación. Estos diálogos nos regresan a la génesis del feminismo descolonial anticapitalista y antiimperialista, pese a que sus interlocutoras son conscientes, a manera de autocrítica, de la reproducción de las relaciones de dominación en los sectores académicos donde ellas ocupan un espacio de poder y representación de las voces de una heterogeneidad de sentires/ pensares en ser mujeres (en plural). Así, las luchas feministas están en el centro de las reflexiones en estas dieciséis entrevistas pero, lamentablemente, su autor excluye de la conversación con estas militantes los efectos de la justicia de género como un aporte central dentro del movimiento feminista desde sus orígenes.

En sí, el libro de Luis Martínez arroja luces por la erudición con la cual interroga a estas mujeres, quienes, además, han despojado de la máscara del colonialismo discursivo a la hegemonía masculina de la academia euronorteamericana-céntrica. Para ello reconstruye los inicios disruptivos de la juvetud militante feminista en la disputa por la igualdad, la distribución justa de la riqueza y la democratización del conocimiento. Hay que ponderar la familia como marco específico en sus trayectorias políticas -en tanto que activistas-, lecturas académicas, formas de organización y participación en sectores sindicales, la universidad, redes de apoyo, interpelaciones coloniales y confrontaciones idelógicas. La experiencia migratoria juega un rol político determinante en el momento de situarse como sujetos dominados, subordinados y oprimidos por el poder patriarcal, sea en Europa, Estados Unidos de América, América Latina, África o Medio Oriente. Así, estas voces surgen de la marginalización hasta devenir autoridades epistémicas que hacen uso de la descolonización en tanto que lugar de enunciación contra las diferentes máscaras del patriarcado neocolonial.

La riqueza de las entrevistadas es tener el privilegio de surgir de la raíz de los movimientos populares de mujeres expuestos en los diversos puntos geográficos más allá del núcleo euronorteamericano-céntrico. A partir de estos nudos descoloniales viajamos por una cartografía de pensamientos emancipatorios cuyas referencias son clave para los sectores académicos y los movimientos sociales comprometidos por la liberación del cuerpo y el espíritu de las mujeres. Es entonces cuando descubrimos el valor del conocimiento del pensamiento feminista crítico descolonial y sus límites ante la crisis de la modernidad /colonialidad.

Reflexiones como las expuestas por la antropóloga feminista Rita Segato llevan al lector a cuestionar cómo la historia colonial sometió a las mujeres durante el proceso de modernización rechazando «otros valores con foco en las relaciones de arraigo territorial y comunitario capaces de construir un mundo vincular» (pág. 81). Este mecanismo de poder y despojo, explica la entrevistada a Luis Martínez, se interpreta como una «guerra de palabras». De ahí que en esta «fase apocalíptica del capital» en la que nos hemos sumergido como sociedad contemporánea, continúa la escritora del libro Contra-pedagogías de la crueldad, «la bajísima capacidad vincular es la personalidad modal de nuestro tiempo» (pág. 82). La noción de dueñidad es la que cosifica el cuerpo femenino como espectáculo en el escenario al concebir la «vida como cosa». En ese sentido, agrega otra de las entrevistadas del feminismo descolonial Amal Eqeiq, es obligatorio «pensar desde fuera y más allá de la estructura epistemológica colonial» (pág. 94). Existen diferentes estrategias para llenar esos momentos históricos en la interpretación de la dominación colonial siendo el campo del arte un instrumento de resistecia que captura otras historias» (pág. 94). Como palestina, ella cuenta con el capital cultural para poner a dialogar metodológicamente su experiencia entre las fronteras imaginarias de la literatura y el feminismo.

El diálogo entre Luis Martínez y estas escritoras va más allá de sus aportes empíricos como feministas y abraza las vivencias dentro de los movimientos de liberación hasta aproximarse a las primeras lecturas que llevaron a estas mujeres a interrogarse en torno a la «toma de conciencia», tanto étnica como de clase y de género. Todas estas categorías políticas edificadas en los centros educativos y de investigación están siendo desestabilizadas en el mundo de la «mentalidad colonial», como fue el caso del relato de la feminista judía Sonia Dayan-Herzbrun, quien, además, apuesta por replantear a los colonizados como «productores de conocimiento» (pág. 107). Los dispositivos del saber, entonces, son una fuente de poder y producción de reconocimiento. El libro del sociólogo recurre a reconstruir la historia de vida de sus entrevistadas, según nos explica Nouria Ouili, quien nos recuerda su experiencia como mujer migrante y su posición de subalternidad en relación a las mujeres blancas y educadas durante los inicios en su incursión en los espacios de militancia política.

Por otra parte, recupera los saberes de las organizaciones de los territorios de los pueblos indígenas en América Latina, ahí, Silvia Federeci nos regala un cúmulo de ejemplos que permiten comprender qué elementos simbólicos y culturales intervienen en la reproducción de la comunidad, entendida como una forma de hacer política a partir de la organización social de las comunidades indígenas. Lo «común», en este sentido, adquiere una dimensión a modo de ritualización para determinar «quién y quién no es miembro de la comunidad» (pág. 126). Así, lo «común» no es una expresión oral, sino formas de sentir y de vivir. La entrevista a esta feminista hace notar las contradicciones y los límites de los propios «movimientos comunitarios», al concebir al «Estado como nuestro aliado o amigo», pese a que su testimonio ejemplifica cómo durante la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil este «no realizó la reforma agraria que tanto esperaba el pueblo» (pág. 130). Por su parte, Mariana Mora se acerca a describir a quienes integran el «feminismo hegemónico», señalando a mujeres mestizas de las clases medias urbanas, blancas, influenciadas por feministas marxistas, las cuales ponen el acento en «una diferencia de clase». Por ello, en sus palabras, es obligatorio responder «cómo transformar las relaciones de desigualdad no solo frente al Estado o a los hombres, sino entre ellas mismas» (pág. 139). Gracias a un feminismo desde los márgenes, las demandas populares por la autonomía y el fortalecimiento de «redes de vida» ante una «maquinaria de muerte» ha sido una tarea que las mujeres lideran en el momento histórico de enfrentar múltiples violencias en la sociedad contemporánea.

Ya en el continente americano, Karina Ochoa habla sobre el núcleo del feminismo descolonial partiendo de su experiencia con el feminismo autónomo y la lucha dentro de los espacios universitarios, los espacios populares y el medio rural, todos ellos lugares políticos claves en el auge de las mujeres como actrices que resignifican las relaciones sociales de dominación y poder. Su análisis profundiza en el origen de un pensamiento crítico anticolonial producto de «una larga historia y trayectoria de pensamiento en América Latina» (pág. 154). La blanquitud como parte del proceso ideológico del mestizaje a lo largo de la historia colonial en el continente legitimó la subordinación de los pueblos indígenas, en particular de las mujeres, a modo de fomentar «privilegios raciales».

Una de las preocupaciones en estas experiencias de académicas militantes es poner en el centro del debate las formas en que se construyen masculinidades hegemónicas violentas. Para ello, han tenido que repensar sus propias categorías de análisis y maneras de interactuar con los diferentes actores políticos a fin de comprender el reforzamiento de la violencia como mecanismo de control y opresión de la sociedad. En este punto, la feminista Aída Hernández reconoce el auge de una nueva generación de mujeres indígenas que se reapropian del concepto de feminismo para trazar alianzas en un momento histórico de violencia extrema que afecta tanto a mujeres como a hombres. Para Francesca Gargallo, por su parte, la empatía es un lugar de sororidad en el momento de producir hermandad femenina dado que debilita la «cultura del dinero y la visibilidad de las mujeres ricas como únicas garantes de liberación femenina» (pág. 180). El regreso a la teología de la liberación feminista con los aportes de la investigadora mexicana Marilú Rojas Salazar ha sido fundamental para explicar la incursión de las primeras liderezas mujeres en repensar la comunidad cristiana desde la casa como espacio público. Por su parte, Márgara Millán retoma la experiencia zapatista como base empírica para elaborar una teoría crítica descolonial que interpela al etnocentrismo de las izquierdas al desmantelar el racismo y el sexismo con el cual se ha legitimado su poder de mandato en procesos revolucionarios.

El recorrido de las entrevistas cierra con los aportes de Sayak Valencia, Leîla Benhadjoudja, Françoise Vergès, Eleni Varikas e Yvoire de Rosen, quienes integran un grupo de feministas que radicalizan los marcos de análisis en torno a la combinación de demandas populares, la denuncia de la nueva fase del neocolonialismo y la producción de memorias colectivas que permiten, juntas, resignificar las luchas de las mujeres ante el extractivismo epistémico, la invisibilidad de las mujeres afrodescendientes y las múltiples formas de expresarse de la violencia.

Breves silencios en la noción de «feminismo hegemónico» en sociedades multilingües

Feminismos a la contra llega en un periodo histórico determinante dentro del movimiento feminista global donde organizaciones sociales de extrema derecha se reapropian de las demandes populares de los derechos de las mujeres para legitimarse en coyunturas de crisis económicas y crisis de migración. Por tanto, el presente libro nos deja ciertas reflexiones críticas en torno a los silencios identificados en las entrevistas de Luis Martínez en el momento de cuestionar a estas activistas, pues si bien una de las interrogantes clave es a qué se refieren con y quiénes representan o integran el feminismo hegemónico en el contexto de «hablar» (ya sea en el Norte o el Sur Global), las respuestas están en las ausencias de las fuentes primarias, por ejemplo, las mujeres indígenas o «minorías sexuales» fabricadas gracias a los textos de estas académicas. Ciertamente, se aborda el tema del transfeminismo, siendo una mujer cisgénero quien desarrolla dicha noción en tanto que marco conceptual, pero ¿dónde están las transexuales del Sur Global o aquellas transexuales inmigrantes cuyas experiencias precarias no están siendo valoradas o reconocidas por la propia academia feminista diversa? Ahora, no hay que hacerse mujer para autoasumirse como feminista. El feminismo diverso apuesta por devenir popular y aspira a volverse hegemónico en la era de la poshegemonía. De ahí que otra variable a considerar en este volumen sea preguntarse cómo se expresa la reproducción social de la violencia entre las mismas mujeres, poniendo en tensión la sororidad entre ellas durante el momento de producir hermandad femenina.

Las respuestas significan una suerte de autorrepresentación en busca de reconocimiento ante extremas violencias provenientes de la instrumentalización de los feminismos ideológicamente enmarcados en sectores conservadores y de derecha, o bien por actores políticos que apuestan por un pensamiento progresista que limitan y condicionan los espacios de hombres y mujeres que se autoafirman como feministas. Es decir, ¿qué tan legítimo es que mujeres con principios xenófobos y antiinmigrantes se reapropien de las prácticas políticas feministas para limitar la participación de minorías subalternizadas en nombre de la lucha de sus derechos igualitarios? El volumen que el lector tiene en sus manos deberá buscar respuestas en torno a la amenaza del feminismo ante los movimientos populistas de derecha y de izquierda, pues es una práctica tradicional hacer uso de los derechos de las mujeres y la justicia de género como discurso que apela a la construcción del pueblo-nación, y que no encontramos en los testimonios de las militantes entrevistadas por Luis Martínez.

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