Los vasos dinásticos forman parte del material cerámico que se encuadra dentro del estilo códice y del tipo variedad Zacatal o Palmar. El estilo códice fue un término acuñado por el investigador Michael Coe (1973) en el siglo xx, quien retoma la similitud de la decoración de dichos objetos con los códices mayas conservados. La información epigráfica de los vasos dinásticos destaca por la presentación de listados de gobernantes de la dinastía del glifo emblema de la Cabeza de Serpiente, la dinastía Kaan,1 desde su supuesto fundador el ajaw conocido como Sostenedor del Cielo. Entre los primeros estudios destaca la publicación en 1981 de The Maya Book of the Dead. The Ceramic Codex de los investigadores Robicsek y Hales. En este trabajo los autores analizan un total de diez vasos, y los clasifican desde el V121 hasta el V130 (aunque a este último no lo consideran dinástico), este listado será modificado posteriormente cuando Justin Kerr realice su catálogo cerámico aplicando la técnica fotográfica del rollout.2 A partir de este estudio inicial, Robicsek y Hales (1981) infieren que sólo uno de los gobernantes que aparecen en los listados, Yuhkno’m Yihch’aak K’ahk’, puede ser histórico, e identifican un total de trece ajawo’ob3 quienes, bajo su consideración, podrían ser mitológicos.
En 1997 Simon Martin (1997) publica su artículo “The Painted King List: A Commentary on Codex-Style Dynastic Vase”, en el que revisa y actualiza el tema al realizar un estudio concreto sobre los gobernantes referidos en los textos, la composición narrativa de los vasos, e indagando dónde y por quién pudieron ser elaborados estos materiales. Martin, tras el análisis de diez vasos, amplía el listado de gobernantes al haber identificado hasta diecinueve, y distingue cinco escribas diferentes que habrían participado en la realización de los vasos, lo que lo llevó a considerar que podrían pertenecer a la misma escuela o haber sido trabajados con base en un modelo común.
Hasta la fecha conocemos alrededor de diecisiete vasos dinásticos, los cuales pertenecen a colecciones privadas y son de procedencia desconocida.4 Gracias a la técnica de elaboración (Robicsek y Hales, 1981: 236) y al estudio de la composi ción de los materiales utilizados para su fabricación (Domínguez Carrasco, 2008: 243) se pudo determinar que la manufactura de muchos vasos estilo códice, y por ende los dinásticos se realizaron en alguna entidad política del Petén alrededor de finales del siglo vii y hasta la primera mitad del siglo viii d.C. Cabe señalar que Calakmul (ubicado en el actual estado mexicano de Campeche) fungió como capital dinástica desde comienzos del siglo vii d.C., destacando por ser uno de los centros que concentra un mayor número de restos cerámicos de estilo códice, sobre todo en grupos habitacionales, y al que corresponde un alto porcentaje del total recuperado al periodo Clásico Tardío;5 asimismo, en el sitio de Nakbé, Guatemala, se ha localizado y denominado Grupo Códice a un espacio concreto de la ciudad al que pertenece una gran concentración de restos de este tipo cerámico, lo que ha llevado a los especialistas a considerarlo como un foco fundamental de la producción de dicho estilo. Con base en esto, se ha especulado sobre la posibilidad de que grupos de artesanos especializados residiesen en el sitio, manufacturando los objetos que serían intercambiados a través de redes comerciales establecidas entre diferentes entidades políticas ubicadas en el Petén (Morales-Aguilar et al., 2017: 81).
Recientemente, Simon Martin retomó el estudio de los vasos dinásticos6 y afirmó que éstos deben ser tratados como documentos históricos al reconocer el nombre de K’ahk’ Ti’ Chi’ich’ (uno de los posibles gobernantes tempranos de Kaan referidos en el vaso K6751 en el cartucho jeroglífico K1, véase Figura 1), en un hueso recuperado de la Tumba 6 de la Estructura ii de Calakmul (Martin y Beliaev, 2017: 1-7).
En este sentido, considero que a pesar de mostrar nombres de gobernantes his tóricos, la elaboración de estos objetos suntuarios responde a un programa de reforzamiento dinástico fuertemente institucionalizado. En razón de ello, difiero de dicha interpretación porque, por un lado su producción tiene lugar durante contextos históricos determinados y, por otro, las fechas y listados registrados no suelen coincidir con la supuesta “línea sucesoria” que conocemos a través de otros materiales.
Análisis formal del vaso K955
Los vasos dinásticos se caracterizan por presentar una decoración con dos bandas pintadas a menudo de color rojo, una superior y otra inferior, y estar delimitadas por delgadas líneas negras o marrones que enmarcan el texto o imagen represen tados. La organización narrativa contenida mantiene la estructura habitual de los registros jeroglíficos, basada en una distribución de los cartuchos en parejas y en columnas (en número par) leídos, normalmente, de arriba hacia abajo.
En este caso en concreto (véase Figura 2), los cartuchos del vaso se distribuyen en un total de nueve columnas en las que la narrativa exhibe fechas en las que dife rentes gobernantes del glifo de la Cabeza de Serpiente toman el K’awiil, bastón de mando con la representación de la deidad homónima que portaban los ajawo’ob, como símbolo de poder al momento de ser nombrados como nuevos dignatarios. La Secuencia Primaria Estándar (Coe, 1973) o Fórmula Dedicatoria (Stuart, 2005), que se refiere al uso, contenido y propietario del objeto, pareciera que rompe con la distribución narrativa del vaso, pues en la fila final de la composición se cam bia de tercio y se muestra una información que nada tiene que ver con el listado dinástico anterior. Sólo encontramos cinco vasos dinásticos de Kaan en los que se registra dicha información, el K955 es uno de ellos,7 cuya Fórmula Dedicatoria se indica mediante la expresión yuk’ib yutal (en los cartuchos jeroglíficos I1-I2, véase Figura 3), el uso del vaso y las características del líquido que contenía; la traducción de esta primera parte sería “[este es] su vaso para beber el afrutado...”
La decoración de los cartuchos de este vaso varía en relación con otros de los conocidos, ya que el color crema del engobe y el negro son las dos únicas tonalidades presentes en toda la composición central. Los calendarios Tzolk’in y Haab están pintados en el mismo color, sin embargo, para mantener la distinción, los numerales del Tzolk’in se decoran con el color crema, mientras que los del Haab son trazados con finas líneas y puntos rellenos de color negro. Diferente a lo que ocurre en el vaso K999 o el K1371, que se decoran en rojo.
La sucesión dinástica se iniciaría en la fecha 12 chuwen 19 k’anjalaw, misma que se dispone como fecha inicial en otros tres vasos de la colección (K1005, K2094 y K5863), la presencia de ésta data del formato de Rueda Calendárica8 y no de Cuenta Larga9 (que aparece únicamente en el vaso K6751) es lo que ha dado lugar a controversia a la hora de fechar los eventos registrados o al considerarlos históricos o mitológicos.10 Jeroglíficamente, se pueden reconocer cinco nombres de ajawo’ob acompañados del glifo emblema dinástico: el conocido como Sostenedor del cielo (cartucho jeroglífico [c. j.] B2), Ch’am Taj K’inich (c. j. C1), Chan Chak Chapat (c. j. E1), Yax Jol (c. j. F3), y Yax Jatz’ Jol (c. j. G2); de todos éstos sólo el segundo portará el importante título de poder kajlo’mte’.11
Cabe señalar que siguiendo la secuencia narrativa pareciera que dos sagrados gobernantes más toman el K’awiil, el primero en una fecha 3 imix 12 yaxk’in (re ferida en los cartuchos jeroglíficos D2-C3) y el segundo en otra data 3 imix (en los cartuchos H3-H4). Teniendo en cuenta la complejidad del texto, recientemente se ha propuesto que la alusión a la toma del bastón de mando por un gober-nante con nombre calendárico 12 Yaxsiho’m, se está refiriendo en realidad al ajaw Chan Chak Chapat, quien accede al poder en una fecha 3 imix 12 yaxsiho’m, como aparece en otros vasos de la colección, como los K999, K1302, V127, K1005, K5863 (Mumary, 2016: 104), y de esta forma considerar la fecha 12 yaxk’in del vaso K955 una equivocación o excepción dentro del corpus. En este sentido, destaca el hecho de que en el vaso K2094 la referencia calendárica a la toma del K’awiil por Chan Chak Chapat se registra sólo con la fecha del Haab 12 yaxsiho’m, sin apuntar la fecha del Tzolk’in.
Gracias a los últimos estudios sobre literatura maya antigua (Lacadena, 2009), se ha propuesto el uso de una figura literaria conocida como hipérbaton en los cartuchos jeroglíficos G3-H4 (Mumary, 2016: 105); que altera el orden sintáctico generando un énfasis narrativo con el que se cerraría de la siguiente manera la primera parte discursiva del vaso: CH’AM-K’AWIL 3-IMIX K’UH-ka-KAN-AJAW 12-YAX-SIHOM-ma, Ch’am K’awi[i]l ux imix k’uh[ul] Kaan ajaw lajunchan yaxsiho’m, cuya traducción tentativa, considerando la figura retórica indicada, podría ser: “[en el día] 3 imix [es] la recepción del K’awiil por 12 Yaxsiho’m, sagrado gobernante de Kaan”.
Debo señalar que, desgraciadamente, desconocemos el contexto arqueológico del que procede este objeto ya que se tiene conocimiento del mismo debido a las prácticas de saqueo, por ello, es difícil determinar si la manufactura se debe a producciones de tipo local o a diferentes escuelas; sin embargo, Martin (1997: 847) propuso cinco estilos caligráficos diferentes en la colección de los vasos dinásticos, sugiriendo que el vaso K955 era el único que pertenecía a un hipotético artista denominado Pintor E.
Lo que sí se puede discernir claramente es la repetición de ciertos modismos caligráficos en la confección de los objetos; por ejemplo: destaca la representación del numeral 3 en variante de cabeza, siempre se detalla la fecha 3 imix 12 yaxsiho’m como data de toma del K’awiil por el gobernante Chan Chak Chapat (de esta manera aparece en los vasos K999, K1302, K955, K1371, entre otros), o la utilización del clasificador numeral TE’, que coincide con los signos muwaan y suutz’ del calendario Haab.12
El contenido del vaso K955
Coordenadas | Transliteración | Transcripción | Traducción |
I1 | yu-k'i-bi | yuk'ib | "[este es] su vaso para beber el afrutado fuego [de] Ahkan [de] Chan K'awiil" |
I2 | yu-ta-la | yutal | |
I3 | K'AK'-AKAN?-na? | K'a[h]k' A[h[kan | |
I4 | CHAN-na? | Chan? | |
I5 | K'AWIL | K'awi[i]l |
A continuación realizaré el proceso de transliteración, transcripción y traducción únicamente de la columna i del vaso K955, dado que muestra la información más relevante para la temática abordada en el presente trabajo.13 Cabe señalar que en las dos primeras fases del análisis, todos los signos cuya lectura se esté proponiendo de manera tentativa aparecerán acompañados de un signo de interrogación; asimismo, los caracteres que se encuentren entre corchetes señalan una reconstrucción.14
La columna i (véase Tabla 1) representa la última hilera de la composición en la cual se evidencia la Fórmula Dedicatoria conformada, aparentemente, por cinco cartuchos jeroglíficos dispuestos secuencialmente de manera vertical, lo que rompe con la distribución cuatripartita del resto de columnas.
La secuencia sigue una de las fórmulas que más se repiten en las narrativas de los objetos cerámicos; compuesta por la alusión posesiva al objeto en cuestión, las características del contenido y el nombre del dueño. En este caso, destaca el hecho de que la referencia comienza con el logograma K’AK’ seguido de tres signos que pudieran ser nominales, entre ellos el logograma AKAN. Teniendo en cuenta el empleo del adjetivo yutal, ‘afrutado’ (Beliaev, Davletshin y Tokovinine, 2010: 260), considero que la presencia inicial del signo K’AK’ puede estar haciendo referencia a una bebida de características especiales ligada, a su vez, a la deidad Ahkan. Zimmermann (1956) lo identificó como una entidad diferente al dios A (o dios de la muerte), nombrado anteriormente por Schellhas (1904) como A’; estudios más recientes (Grube, 2004) han permitido asociar a Ahkan con el autosacrificio y la embriaguez, entre otras advocaciones, siendo una deidad importante que de bió contar con cuerpos sacerdotales especializados, dado que se han identificado en representaciones cerámicas, individuos en diferentes situaciones, ataviados con elementos diagnósticos de la entidad (Tokovinine, 2006: 370) como son los símbolos de oscuridad, entre otros (véase Figura 4, p. 196).15
En el caso del vaso K955 y teniendo en cuenta que, según la traducción pro puesta, el líquido contenido podría tener características ígneas (ya que aparece el sustantivo “fuego” en su versión logográfica K’AK’), es muy probable que se estuviese haciendo referencia, a través del uso de un recurso literario, al pulque o chih, bebida alcohólica (a la que la deidad estaba unida) obtenida a través de la fermentación del aguamiel adquirido del maguey (Agave salmiana).16 Con base en lo anterior, el recurso que se está empleando es la metáfora (Lacadena, 2009: 39) ya que en ningún momento se está refiriendo al chih en sí, sino que es a través de la alegoría “fuego [de] Ahkan” como podemos intuir el verdadero significado del pasaje. El apelativo se compone de una cabeza con un signo de oscuridad, ak’bal en la parte superior, así como el característico elemento en forma de globo ocular fuera del cráneo; la presencia de la sílaba -na en la parte inferior (véase Figura 5) refuerza la interpretación al funcionar como complemento fonético del nombre, algo característico en las referencias a la entidad que se encuentran en otras cerámicas clásicas, tal y como observó Grube (2004: 60) anteriormente.
En la entrada del diccionario Cordemex se indica que Ahkan es “el dios del vino que es Baco” (Barrera Vásquez, 1980: 5), pero sin obviar otras cualidades y actividades a las que Akhan estaba vinculado (Zender, 2004: 7). El nombre del “dios del vino” es fundamental para esta cerámica porque nos permite inferir, por una parte, la bebida que contenía el vaso, y por la otra, discernir los diferentes contextos en que pudo estar presente el K955, al relacionar el carácter suntuario que tenía la cerámica dinástica con las actividades rituales vinculadas con el pulque.
Con base en lo presentado hasta el momento, los cartuchos I4-I5, que podrían corresponder a la parte final del posible nombre del dueño, se componen de tres signos diferenciados; el primero responde a una variante en forma zoomorfa del logograma CHAN acompañado de una tentativa sílaba -na que complementaría al signo principal en el que parece reconocerse una testa aviar con una posible marca de espejo en la parte superior. Cierra toda la secuencia narrativa el cartucho I5 en el que se representa en su forma logográfica completa el nombre de K’awiil, que se asocia a una de las deidades principales del panteón maya. Desgraciadamente no conocemos a ningún gobernante de la dinastía Kaan de nombre Chan K’awiil, ni tampoco a ninguno de los portadores del título de Chatahn winik, quienes aparecen referidos en muchas vasijas estilo códice como dueños de estos objetos (Lópes, 2004); sin embargo, podemos considerar que el vaso K955 perteneció a alguna de las entidades corporativas que conformaban la corte de los señores de Kaan, quienes podrían tener más facilidades para poseer este tipo de bienes.
Así como a través de la referencia ajul (Martin, 2012: 5) “persona del atole”17 conocemos la existencia de personan encargadas de la elaboración y quizás venta de bebidas y alimentos, gracias a la vasija cerámica K1092 (véase Figura 6) se puede intuir la existencia de personajes cortesanos, dado que en ella se representa una posible escena festiva o ritual en la que están involucrados personajes relacionados con la corte, y debo señalar que, de la misma manera, podemos inferir la producción y consumo del pulque.
En el centro de la composición, uno de los personajes tiene uno de sus pies más levantado que el otro y la rodilla semiflexionada, lo que simboliza el acto de bailar (García Barrios y Valencia, 2007: 29), además se identifica a dos per sonas asociadas a grandes vasijas con el signo chi[h], donde destaca el objeto de la derecha, ya que de él emergen lo que parece representar pencas de maguey; asimismo, encima de la figura puede leerse el compuesto AJ-chi-hi?, aj chih, “persona del pulque”, destaca la presencia del signo AJ- que funciona como afijo agentivo (Jackson y Stuart, 2001: 222), que refuerza la interpretación ‘persona’ (Martin, 2012: 4). La escena se completa con uno de los personajes en claro estado de embriaguez, ayudado por dos compañeros para mantener la compostura.
De esta manera, se puede discernir que mientras había personas encargadas de producir atole, otras se dedicaban a la obtención del pulque; ahora bien, debido a las limitadas referencias clásicas que conocemos hasta la fecha sobre la bebida fermentada y al proceso de elaboración, podríamos pensar que su producción estaba restringida. Sin embargo, considerando lo que Diego de Landa registra en su obra:
Que los indios eran muy disolutos en beber y emborracharse... Y cuando la borrachera era general y de sacrificios, contribuían todos para ello, porque cuando era particular hacía el gasto el que la hacía con ayuda de sus parientes. Y que hacen el vino de miel y agua y cierta raíz de un árbol que para esto criaban, con lo cual se hacía el vino fuerte y muy hediondo... (Landa, 2002: 44).
Podemos entender que la producción de diferentes tipos de bebidas embriagantes, diferenciadas del aguamiel, por lo menos para el siglo xvi, era algo habitual.18
El vaso K955 y su contexto
Por su carácter suntuario, los vasos dinásticos debieron ser empleados en ocasiones y espacios concretos. Por la función de contener pulque que se propone para el vaso K955, dos son los posibles escenarios en los que el objeto pudo estar presente: por un lado, en ambientes cortesanos y, por otro, en actividades rituales. En cuanto al primero, conocemos otros ejemplos cerámicos en los que diferentes contenedores de la bebida se representan en escenas palaciegas; asimismo, gracias a la presencia de las referencias yuk’ib ta chih, “[este es] su vaso para beber pulque”, y ti uk’ chih, “para beber pulque” en diversos monumentos pétreos (como en el Altar U de Copán, Honduras), se intuye que el líquido era consumido en dichos ambientes. Pero también el pulque estaba ligado a contextos rituales (véase Figura 7) en los que se desarrollaban actividades que ponían en comunicación a los protago-nistas con entidades sobrenaturales, por ejemplo, a través de la aplicación de enemas (Henderson, 2008: 63).
Asimismo, en cuanto al contexto ritual, cabe señalar también el uso del pulque como ofrenda a las deidades patronas durante el proceso dedicatorio de nuevas construcciones, como se relata en el Altar K de Copán (Tokovinine, 2016: 16) o en el sitio de La Corona en Guatemala, en donde los investigadores (Baron, 2016: 158) han identificado un gran número de depósitos de vasijas cerámicas suntuo sas asociadas a deidades exclusivas de la élite, sobre todo en el llamado Grupo Coronitas que responde a un área residencial de élite local a la que se le ofrecían líquidos rituales como chocolate y pulque, entre otros. Siguiendo las observaciones de Elisabeth Wagner (2005: 33), otro contexto de este tipo pudo ser el mortuorio, considerando la secuencia jeroglífica del vaso dinástico K6751, la investigadora plantea que el texto, en su parte final, podría indicar que fue elaborado para servir como ofrenda de un difunto al encontrarse la expresión metafórica de muerte och? bi[h]? “entrar en el camino”.
Debo señalar que el pulque entendido como “líquido divino” asociado a las deidades no es exclusivo del área maya, ya que en otras regiones culturales nos encontramos con la misma peculiaridad; así, por ejemplo, entre los nahuas la diosa lunar (véase Figura 8) era también la diosa del pulque (López Austin, 2012: 110) y la bebida fermentada había sido creada por los antepasados en el cerro llamado Pozonaltépetl (Cerro de la espuma). En el texto de Sahagún, en el que se registró cómo los mexicas relataban su propia historia, el pulque cobra un papel protagonista:
[...] unas personas raspan, descubren el maguey, el bueno, del que sale el aguamiel. La mujer que lo descubrió el proceso de raedura fue Mayáhuel. Quien se encontró la vara, la raíz con que fermenta el aguamiel para transformarse en pulque fue Pahtécatl [...] Cuando se hubo preparado una gran cantidad de pulque, se convocó a todos los tlahtoque, a los dirigentes, a los ancianos, a los prudentes. Fueron todos allá, al cerro Chichinauhyan.19 Allá se sentaron en convite” (López Austin y Millones, 2015: 224).
Recientemente se ha sugerido que en los murales de Atetelco, uno de los conjuntos palaciegos de Teotihuacan, en concreto en el Mural 7, se hace referencia tanto al maguey como a su bebida derivada, por lo que su consumo podría estar registrado también en la gran metrópoli del centro de México y vinculado al culto de una deidad cuyo nombre ha sido propuesto como “Butterfly Bird God” (Paulinyi, 2014: 46), probablemente asociada con la Deidad Ave Principal maya, quien a su vez podría estar ligada a la entidad preclásica Wuqub Kaquix referida en el Popol Wuj colonial (Martin, 2007: 23-24).
Por último, debido al desconocimiento del contexto arqueológico en el que se encontraron los vasos dinásticos, existe la posibilidad de que éstos fuesen utilizados también como mercancías de intercambio o como entrega de regalos entre gobernantes de diferentes entidades políticas, pues se conocen ejemplos de objetos cerámicos que fueron empleados de esta manera, sobre todo en la entidad política de Naranjo (Tokovinine, 2016: 22). Éste podría haber sido el fin último de varios de los vasos dinásticos conocidos, utilizados como obsequios entregados a embajadores foráneos o, con mayor probabilidad, como “vajilla” suntuaria empleada durante los más distinguidos eventos cortesanos de los gobernantes de Kaan. En este sentido, a finales del siglo vii y comienzos del siglo viii d.C., el señorío de Kaan, con capital desde la década de los años treinta del siglo vii d.C. en Calakmul, Campeche, tras lo que parece haber sido una guerra interdinástica (Helmke y Awe, 2016: 18), comenzaba a mostrar cambios político-sociales que a la postre marcarían el devenir dinástico.
Es en este contexto, durante el cual las relaciones políticas con otros centros tanto de su área regional como suprarregional se intensifican, dando lugar a un aumento de la conflictividad bélica y a la posible presencia en la capital dinástica de los llamados ebet, ‘embajadores’ de otras dinastías gobernantes que acudían a Calakmul. En este ambiente en el que el aumento de intercambio de dádivas entre ajawo’ob tiene lugar, como se observa en la cerámica K5453, es en el que algunos de los vasos dinásticos pudieron estar presentes como parte de una red de intercambio de bienes suntuarios, como símbolos de poder y opulencia de las diferentes cortes clásicas, entre ellas la de los Kaan.
Consideraciones finales
Aunque conocemos ejemplos de listados dinásticos registrados en monumentos pétreos de diferentes entidades políticas como Uaxactún, Tikal o Naranjo, entre otras (Safronov y Beliaev, 2017: 519), no tenemos esa suerte para el caso de la dinastía Kaan. Únicamente, como señaló Martin (2005: 4), es probable que en tres monumentos del Clásico Tardío de la ciudad de Calakmul, Estelas 11, 52 y 89, se haga referencia a una sucesión lineal de gobernantes dinásticos del glifo emblema de la Cabeza de Serpiente. Sin embargo, la reconstrucción genealógica se vuelve más confusa a medida que retrocedemos en el tiempo, y hace necesario recurrir a los materiales conservados en otras entidades políticas en las que se registran referencias a diferentes Kaan ajawo’ob. Asimismo, el reciente estudio de los Paneles 3 y 4 de Xunantunich, Belice, realizado por Helmke y Awe (2016) ha develado una crisis dinástica interna que pudo dar lugar a una separación entre facciones a comienzos del siglo vii d.C. Si se toman en cuenta las referencias que se encuentran en diferentes entidades políticas de Quintana Roo, México, como Dzibanché (Nalda, 2004), Pol Box (Esparza y Pérez, 2009) y El Resbalón (Carrasco y Boucher, 1987, Esparza, 2012), entre otros, y los nuevos datos beliceños, la hipótesis de un asentamiento dinástico original en el estado mexicano cobra mayor importancia (Martin y Velásquez, 2016).
Con base en lo anterior, el gobernante más antiguo conocido sería Yuhkno’m Ch’e’n I, nombrado en la Escalera Jeroglífica de Dzibanché, protagonista de eventos bélicos en el siglo vi d.C., (Nalda, 2004: 28). Sin embargo, en las narrativas de los vasos dinásticos, por ejemplo, no se alude a dicho gobernante y es Sostenedor del Cielo el primer ajaw referido, tal y como aparece en el vaso K955; curiosamente, en las conocidas como “vasijas de la confrontación” (García Barrios, 2011: 72), Sostenedor del Cielo es el protagonista de diversas escenas iconográficas que debido a su contexto pueden situarse en la esfera de lo mítico. Por ésta, entre otras razones, la disyuntiva sobre la información que contienen los vasos dinásticos sigue latente.
Conclusiones
En el caso presentado, la Fórmula Dedicatoria forma parte de la narrativa, algo que, como se apuntó, es inusual dentro de la colección de los vasos dinásticos; por ello, la información contenida permite realizar un análisis más allá del “simple” listado de gobernantes, y proponer, tras realizar el estudio epigráfico de la misma, la posible función del objeto. La complejidad de los signos pintados en la cerámica ha sido considerada como indicador de la existencia de un alto grado de especialización entre los artistas encargados de su manufactura (Reents-Budet, 1994: 95); asimismo, el público al que iba dirigido el mensaje textual y visual podría limitarse a las diferentes entidades corporativas que formaban parte de las cortes mayas clásicas. En este sentido, es probable que debido a su función específica, contener pulque (referido a través de la metáfora que vincula a la deidad Ahkan con la bebida alcohólica fermentada), el vaso K955 pudiera haber formado parte de una ofrenda mortuoria o de dedicación de nuevas construcciones, sin embargo, a causa del desconocimiento del contexto arqueológico de la pieza, se puede proponer un uso asociado a escenarios políticos en los que el objeto cumplía una función legitimadora a través de su narrativa.
De esta manera, el listado dinástico estaría reivindicando el pasado remoto de un grupo de poder establecido en Calakmul desde los años treinta del siglo vii d.C., pero cuyos orígenes debían hundir sus raíces en un tiempo primordial, aquel en el que el supuesto fundador, Sostenedor del Cielo, se confronta con Chak Xib Chaahk (García Barrios, 2014: 57), la advocación guerrera del dios de la lluvia y el trueno, protagonizando eventos dentro del tiempo mítico con los que los gobernantes tardíos de Kaan se concedían una mayor autoridad.
Con base en lo anterior, la posibilidad de que los vasos dinásticos también formasen parte de una red de intercambio de dádivas entre gobernantes de diferentes entidades políticas de áreas regionales determinadas, cobra una mayor relevancia. Un futuro (e hipotético) hallazgo en contexto arqueológico controlado de un ejemplo cerámico que forme parte de la colección de los vasos dinásticos, determinará la problemática aquí presentada.