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Revista mexicana de análisis de la conducta

Print version ISSN 0185-4534

Rev. mex. anál. conducta vol.38 n.2 México Sep. 2012

 

Interacciones sociales de adolescentes consumidores y no consumidores de sustancias adictivas*

 

Social Interactions Between Adolescent Consumers and Non Consumers of Addictive Substances

 

Francisco Javier Pedroza Cabrera, Ana del Refugio Cervantes Herrera, San Juana Aguilera Rubalcava y Kalina Isela Martínez Martínez

 

Centro de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma de Aguascalientes, México.

 

Dirigir correspondencia a:
fjpedroz@correo.uaa.mx

 

Recibido: 8 de mayo, 2012
Aceptación final: 8 de julio, 2012

 

Resumen

En la adolescencia, las interacciones coercitivas entre los adolescentes y sus padres son un factor de riesgo de comportamientos problema. Por ejemplo, las interacciones sociales conflictivas, la falta de habilidades de negociación y la falta de un control de la conducta por parte de los padres se han asociado con el consumo de sustancias por parte de los adolescentes. Los pares problemáticos pueden propiciar la ocurrencia de conductas de riesgo del consumo de sustancias adictivas. En el trabajo se analizaron las interacciones sociales de 26 adolescentes, con diferentes niveles de consumo de sustancias, tanto con sus padres como con sus pares, observadas en dos contextos, denominados como de alta probabilidad de coerción y baja probabilidad de coerción. Se encontró que las relaciones sociales de los adolescentes consumidores de drogas, en ambos contextos de observación, tanto con sus padres como con sus pares, eran conflictivas. La tasa de conductas coercitivas fue más alta que en las relaciones de padres y adolescentes no consumidores, lo que provocó disminuciones en el proceso de negociación. Se observó un deterioro progresivo de las relaciones de los adolescentes, relacionado con un aumento en el consumo de sustancias.

Palabras clave: Interacción social, consumo de drogas, adolescencia, manejo del conflicto.

 

Abstract

During adolescence, coercive interactions between teenagers and their parents constitute a risk factor for the occurrence of problem behavior. Conflictive social interactions, the absence of negotiation responses and the lack of control over adolescents' behavior by parents have been associated with substance consumption. Problematic peers may encourage the occurrence of risky behavior associated with drug use. The social interactions of 26 teenagers with their parents and their peers were analyzed in this study. The level of drug consumption differed among the teenagers. These social interactions were observed in two contexts: high probability of coercion and low probability of coercion. Social interactions characterized by conflict were found among teenagers and their parents and peers in both observation contexts. The rate of coercive interactions was highest for the teenagers who used drugs. For these participants, a decrease of negotiation responses to conflict situations and increases of social interactions characterized by conflict and drug consumption were observed.

Keywords: social interaction, drug consumption, adolescence, conflict management.

 

Actualmente la mayoría de los estudios sobre comportamiento adictivo sitúan su inicio durante la adolescencia (Espada, Méndez, Griffin, & Botvin, 2003; Fleiz, Borges, Rojas, Benjet, & Medina-Mora, 2007; Reid & Eddy, 2002). En el caso de México, en las últimas décadas los problemas relacionados con el consumo de alcohol y otras drogas han comenzado a presentarse desde edades cada vez más tempranas, encontrándose casos desde los ocho años (Encuesta Nacional de Adicciones, [ENA] 2002, 2008; Villatoro et al., 2009). Además, en la ENA de 2008 se encontró un aumento de 30% en los casos de adolescentes consumidores que reportaron al menos tres síntomas de dependencia, comparado con los datos obtenidos en 2002 por esta misma encuesta.

El inicio del consumo de sustancias en la adolescencia se ha asociado con varios problemas importantes, como el incremento acelerado del consumo de varias drogas (Fleiz et al., 2007); el aumento en la probabilidad de alcanzar niveles de dependencia a las sustancias consumidas y patrones de consumo perpetuo (Maggs & Schulenberg, 2005); mayor comorbilidad de los problemas de consumo con otros problemas de conducta (Villatoro et al., 2009), y la ocurrencia de conducta antisocial y delictiva (Oliva, Parra, & Sánchez-Queija, 2008), entre otros.

Entre los factores de riesgo que se han asociado con el consumo de alcohol y otras drogas de los adolescentes se encuentran el consumo de drogas por parte de algún miembro de la familia, tolerancia social hacia el consumo y fácil acceso a la droga (Muñoz & Graña, 2001). Otros factores son las relaciones padre-hijo enmarcadas por el conflicto, el bajo apoyo, un control excesivo o falta de control por parte de los padres (Arellanez, Díaz, Wagner, & Pérez, 2004; Foxcroft & Lowe, 1997), el consumo por parte de los pares y/o hermanos (McCrystal, Higgins, Percy, & Thornton, 2005; Salamó, Gras, & Front-Mayolas, 2010), y el relacionarse con pares antisociales (Capaldi, Dishion, Stoolmiller, & Yoerger, 2001).

Es importante señalar que se ha identificado que ciertas formas de interacción que el adolescente establece, tanto con su familia como con sus amigos, están fuertemente vinculadas con el consumo de sustancias (Dekovic, Janssens, & Van As, 2003; Nation & Heflinger, 2006; Oliva et al., 2008), aunque es reconocido que el proceso por el cual el consumo propicia la progresión a otros comportamientos antisociales es altamente complejo (Crowley & Riggs, 1995). Si bien se ha observado que no todos los adolescentes presentan un incremento en su consumo de drogas, el grupo que incrementa su consumo tiende a presentar una mayor cantidad de conductas antisociales y consecuencias adversas (Guzmán & Alonso, 2005; Oliva et al., 2008), por lo que resulta primordial esclarecer la forma en que las interacciones establecidas con la familia y los pares repercuten en los patrones de consumo del adolescente. Al respecto, se ha encontrado que los comportamientos adictivos y antisociales del adolescente se asocian con interacciones de los padres enmarcadas por el rechazo y la hostilidad, y el empleo de una disciplina severa e inconsistente (Dekovic et al., 2003; Nation & Heflinger, 2006).

Se ha encontrado también que el conflicto con los padres y la asociación con pares que consumen drogas se encuentran relacionados con las recaídas de adolescentes que concluyeron una intervención para modificar su consumo (Martínez, 2003). El conflicto con padres está fuertemente relacionado con las conductas de consumo y de agresión del adolescente (Martínez, Pedroza, Vacio, Jiménez, & Salazar, 2008). Por el contrario, cuando los padres ejercen un estilo parental positivo con altos niveles de monitoreo, mantienen una comunicación adecuada, buscan incluir al hijo en la toma de decisiones y desaprueban el uso de drogas, es menos probable que el adolescente consuma sustancias adictivas (Dekovich et al., 2003; Deroma, Lasiiter, & Davis, 2004; Zimmerman, 2004).

Respecto a los pares, durante la adolescencia su influencia aumenta considerablemente, incluso sobre la que pudiera tener la familia, favoreciendo la adquisición de comportamientos problemáticos (Aseltine, 1995; Brown, 1990), sobre todo cuando se trata de pares antisociales (Capaldi et al., 2001). Este involucramiento con pares antisociales provee al adolescente de entrenamiento en conductas problema, debido a la coparticipación en las mismas y el refuerzo positivo de las contingencias (Snyder & Stoolmiller, 2002). Desde la teoría de la coerción se postula que la conducta antisocial es aprendida, reforzada y mantenida inicialmente en casa y posteriormente en otros escenarios (Patterson, 2002).

Cabe mencionar que la naturaleza de las relaciones entre padres e hijos adolescentes es un campo prácticamente inexplorado (Mazur & Hubbard, 2004). Las investigaciones sobre interacción padre-hijo se han realizado principalmente con niños, por lo que no existe actualmente mucha claridad respecto a cómo son las interacciones padre-hijo adolescente, ni de la interacción adolescente-par y su influencia sobre el consumo de sustancias. Aunado a esto, la mayor parte de los trabajos sobre los factores involucrados en el consumo de sustancias en adolescentes suele dejar de lado o exponer de forma poco confiable datos sobre frecuencia, topología, morfología y duración de las conductas de interés, ya que se basa en técnicas de recolección de datos como entrevistas, autorreportes y pruebas psicométricas, los cuales por su naturaleza indirecta impiden la obtención de datos específicos sobre el proceso interactivo en sus distintos componentes (López & Santoyo, 2004; Santoyo, 2006; Snyder & Stoolmiller, 2002). No obstante, la información proporcionada por estas medidas puede ser empleada como un complemento muy útil de métodos de observación directa de la interacción (Santoyo, 2006).

La observación directa del comportamiento, registrando momento a momento el proceso de interacción social en situaciones de conflicto, puede especificar el mecanismo que determina el desarrollo de las trayectorias del comportamiento antisocial y en particular del comportamiento adictivo. El propósito del presente estudio fue conocer estilos de interacción entre adolescentes con sus padres y sus pares mediante observación directa de la interacción social en situaciones conflictivas y no conflictivas en tres grupos: adolescentes no consumidores, adolescentes abusadores y adolescentes con síntomas de dependencia.

 

Método

Participantes

Se evaluó un total de 26 adolescentes, 12 de sexo masculino y 14 de sexo femenino, de entre 15 y 18 años, con una edad promedio de 15.4 años, en interacciones con uno de sus padres (n = 26) y en interacción con uno de sus pares (n = 26), los cuales fueron clasificados de acuerdo a su consumo de alcohol y/o otras drogas como: no consumidores: NC (n = 10), abusadores: AB (n = 8) y dependientes: DP (n = 8). Por lo tanto, se contó con un total de 78 participantes (adolescentes, padres y pares). Cabe mencionar que el sexo y edad del padre fueron omitidos como criterio de clasificación.

Escenario

Con el grupo de dependientes y dos participantes del grupo de abusadores, el trabajo se llevó a cabo en los cubículos destinados para la atención en centros para el tratamiento de las adicciones. En el caso del resto de la muestra, la recopilación de los datos se realizó en las instalaciones de la respectiva escuela a la que asistían los adolescentes, para lo cual se facilitó un espacio que guardaba condiciones de aislamiento.

Materiales

Para el presente trabajo se utilizó una videocámara mediante la cual se grabaron las interacciones entre los participantes, lápices para realizar la clasificación de las listas de temas de conversación, el software Observer XT-9 para el registro de conductas, el software THEME 5 para obtener patrones de comportamiento, y el paquete estadístico SPSS-16 utilizado en el procesamiento de datos.

Instrumentos

Se empleó una lista con 37 temas de conversación y un espacio para temas adicionales (ver Apéndice 1). Los temas se determinaron y clasificaron a partir de la entrevista a 300 adolescentes y sus padres.

Se usó el Composite International Diagnostic Interview (CIDI; Organización Mundial de la Salud [OMS], 1992). Es una entrevista diagnóstica, altamente estructurada, cuyo objetivo es identificar problemas de salud mental y consumo de drogas, basada en los criterios diagnósticos del DSM-IV. Cabe mencionar que para este trabajo únicamente se utilizaron los apartados que miden el consumo de alcohol y dependencia al uso de sustancias.

Para esta investigación se elaboró, ex profeso, el Código de observación conductual de la Interacción Diádica del Adolescente. El código de observación de la interacción de adolescentes da cuenta de la interacción diádica, en este caso la interacción del adolescente con un par o alguno de sus padres. Consta de 19 categorías de observación, de las cuales cinco pertenecen a estados de conducta y el resto a eventos conductuales. La confiabilidad promedio entre pares de observadores fue de 0.78, determinado a través del estadístico kappa de Cohen (ver Apéndice 2).

Procedimiento

Como primer paso se realizó el contacto con las instituciones correspondientes, para obtener su aprobación para la aplicación del CIDI. Una vez aplicado este instrumento, se identificaron a los posibles candidatos para integrar los tres grupos del estudio, a quienes se invitó de manera directa a participar en las siguientes fases de la investigación. Fue con base en el CIDI que se llevó a cabo la asignación de los distintos participantes a los tres grupos experimentales. El grupo NC fue conformado por adolescentes que habían consumido menos de una copa estándar durante el año previo al estudio, mientras que los AB cubrían los criterios de abuso en el consumo de alcohol y otras drogas sin presentar síntomas de dependencia. El grupo de los DP estuvo constituido por adolescentes que reportaron al menos un síntoma de dependencia. Posteriormente, se concertó la cita tanto con los adolescentes como con sus padres para la firma de consentimiento informado. Una vez que se firmaron los consentimientos informados se procedió a realizar la grabación de la interacción social del adolescente con su padre o madre y, finalmente, la grabación de la interacción social del adolescente con su par. La interacción social se realizó en dos situaciones experimentales, la negociación de temas en los que existe baja probabilidad de coerción (BPC) y la negociación de temas que presentan alta probabilidad de coerción (APC). Cada una de las situaciones tuvo una duración de 30 minutos.

Para las grabaciones de las interacciones sociales se entregó a cada díada una lista de temas de conversación, dándoles la instrucción de que clasificaran los temas como agradables o no generadores de conflicto (baja probabilidad de coerción) y desagradables o generadores de conflicto (de alta probabilidad de coerción) según correspondiera a cada caso. Posteriormente, se les indicó que eligieran un tema de baja probabilidad de coerción e iniciaran una conversación sobre éste tratando de llegar a acuerdos, para lo cual tendrían 30 minutos y se les indicaría cuando ese tiempo terminara. Finalmente, se les indicó que eligieran uno de los temas de conversación de alta probabilidad de coerción (de preferencia el de mayor conflicto), y que lo abordaran tratando de llegar a acuerdos, para lo cual contarían con 30 minutos.

Las conductas contenidas en la totalidad de las videograbaciones fueron registradas a través del código de observación conductual, por medio del software Observer XT-9. A partir de los resultados producidos por dicho software de cada una de las sesiones de cada participante (adolescente, par, padre) se obtuvo la media y la desviación estándar de las categorías conductuales registradas. Una vez que se obtuvieron estos datos se realizaron diferentes análisis de varianza dependiendo de los factores que se contrastaron mediante el paquete estadístico SPSS-16. En un primer momento se realizó un ANOVA de una sola vía para comparar las categorías observadas a nivel de grupos (no consumidores, abusadores y dependientes), posteriormente por tipo de participante (adolescente en interacción con padre, adolescente en interacción con par, padre y par), finalmente por situación experimental (abordaje de temas de APC y BPC). Se realizaron ANOVAs comparando diferentes factores (situación experimental por participante, situación experimental por nivel de consumo y participante por nivel de consumo). Además, se realizó una análisis para comparar situación experimental por nivel de consumo por participante. Finalmente, se realizó el análisis secuencial de las conductas presentadas por cada tipo de díada según nivel de consumo en las dos situaciones experimentales, a través del software Theme 5, con la finalidad de encontrar los patrones ocultos de comportamiento. Cabe mencionar que dichos patrones de interacción no siempre son obvios a simple vista, pero ocurren con una significancia estadística alta (Magnusson, 2000).

 

Resultados

Para la obtención de los datos se analizaron las categorías dependiendo de su naturaleza. En el caso de las conductas referentes a estados, el análisis se llevó a cabo con base en la duración total de la conducta a lo largo de los 1800 segundos disponibles para interactuar en cada situación experimental, mientras que en el caso de los eventos se analizaron las diferencias a partir de la tasa promedio de emisiones por minuto para cada participante. En la Tabla 1 se muestran la media (M) y la desviación estándar (DE) de las categorías para las que se encontraron diferencias significativas al considerar la totalidad de las situaciones experimentales entre los niveles de consumo (No consumidores [NC], Abusadores [AB] y Dependientes [DP]), resaltando que la duración del contacto visual fue mayor para los participantes del grupo NC y, por el contrario, la mayor duración de retiro se observó en los participantes del grupo DP. La mayor frecuencia de habla temática y acuerdo fue emitida por los participantes del grupo NC.

Al analizar los datos considerando cada tipo de participante (adolescente, padre o par), también se encontraron diferencias significativas, siendo este tipo de comparación el que muestra un mayor número de categorías conductuales con diferencias estadísticamente significativas (16). Los puntajes más altos, tanto de conductas no problemáticas como problemáticas, fueron emitidos por los padres y en segundo lugar por los adolescentes en interacción con sus padres (véase Tabla 2). Específicamente, la categoría de contacto visual se presentó con una duración similar en todos los participantes, excepto en el adolecente en interacción con el padre, caso en el cual el tiempo en contacto fue equiparable al tiempo empleado en retirar, lo que indica que los participantes permanecieron alrededor de la mitad del tiempo disponible sin establecer contacto visual con el otro participante o la actividad en común. Cabe destacar que la emisión de conductas de tipo hostil se presentó sólo en los padres, mientras que la conducta de concesión, definida como la emisión de argumentos que muestren una propuesta de cambio en el propio comportamiento, ocurrió tanto en los padres como en los adolescentes.

En la Tabla 3 se muestran las diferencias en las categorías conductuales en relación con la situación experimental. Se observa que las conductas de intercambio preguntar, respuesta simple y aclarar se presentaron más en situaciones de baja probabilidad de coerción con tasas similares y complementarias entre sí. En las situaciones de alta probabilidad de coerción las conductas retirar y no hablar tuvieron una mayor duración que la situación de baja probabilidad de coerción, asimismo la emisión verbal de enunciados de desaprobación hacia terceros (verbal negativo de terceros) por parte de algún miembro de la diada en situación de APC ocurrió con una mayor tasa, mientras que la aprobación del otro se presenta con una frecuencia mucho menor en las situaciones BPC.

Se realizó un análisis de varianza ANOVA para comparar los factores de situación experimental por participante, a partir del cual se encontraron diferencias significativas en la categoría conductual verbal positivo de tercero, F (3, 198) = 4.89, p < 0.005), donde los padres en situación agradable obtuvieron el mayor número de respuestas por minuto (M = 0.037, DE = 0.055), mientras que en situación desagradable el promedio fue mucho menor (M = 0.011, DE = 0.034). Los adolescentes en interacción con sus padres obtuvieron puntajes muy similares a los presentados por sus padres, es decir, mientras que en la situación de BPC la frecuencia de ocurrencia por minuto fue de 0.023 (DE = 0.047), ésta disminuyó notablemente en la situación de APC, con una media de 0.002 (DE = 0.01). En la interacción con pares, los puntajes de ambos participantes fueron similares entre sí durante el abordaje de temas de baja probabilidad de coerción (adolescente M = 0.019, DE = 0.013; par M = 0.014, DE = 0.024), mientras que en situaciones de alta probabilidad de coerción, para los adolescentes se observó una tasa promedio de emisiones poco mayor al doble de la que presentó el par (M = 0.046, DE = 0.076 y M = 0.020, DE = 0.038, respectivamente).

Al comparar las conductas emitidas por los adolescentes, tomando en cuenta la situación experimental y el nivel de consumo, se encontraron diferencias significativas, F (2, 198) = 3.41, p < 0.05 en la categoría verbal positivo de tercero, la cual, en situaciones de baja probabilidad de coerción, fue emitida con promedio de 0.04 emisiones por minuto (DE = 0.05) por los adolescentes NC, mientras que los adolescentes AB realizan en promedio 0.02 emisiones (DE = 0.03) y los adolescentes DP realizan únicamente 0.01 emisiones por minuto (DE = 0.001). La tasa disminuyó en las situaciones de alta probabilidad de coerción con una emisión de 0.02 (DE = 0.05) en NC y 0.02 (DE = 0.03) en los AB; contrario a los DP, quienes aumentan la emisiones de esta conducta (M = 0.02, DE = 0.06). Para la categoría de contención hostil también se encontraron diferencias significativas: F (2, 198) = 3.66, p < 0.05. En este caso los participantes del grupo DP no presentan datos en ninguna de las situaciones, mientras que los participantes del grupo AB emiten más esta conducta que los participantes del grupo NC en situaciones de BPC (M = 0.0012, DE = 0.007 y M = 0.0007, DE = 0.005, respectivamente), mientras que en situación de APC la emisión es mayor en ambos grupos y con una diferencia mucho menor en la tasa de emisiones (M = 0.0033, DE = 0.015 en AB, y M = 0.0025, DE = 0.009, para NC).

A partir del análisis por participante y nivel de consumo, se encontraron diferencias significativas en las conductas verbal negativo F (6, 198) = 6.195, p< 0.001 y DEBATIR F (6, 198) = 2.325, p < 0.05. En la Figura 1 se presentan media y desviación estándar obtenidas del cruce de estos dos factores.

El resultado del análisis de varianza al considerar los tres factores (nivel de consumo, participante y situación experimental) presenta diferencias en las conductas de contención hostil F (6, 198) = 3.85, p < 0.005, que se presentó únicamente en los padres, tanto en situación BPC como APC, en todos los niveles del consumo. En el caso de los padres, las diferencias indican que durante el abordaje de temas de BPC esta conducta es emitida más por los padres del grupo DP ( M = 0.03, DE = 0.031), seguido de los padres del grupo AB (M = 0.0088, DE = 0.025) y por último los del grupo NC (M = 0.003, DE = 0.009); mientras que en la situación APC quienes más emiten esta conducta son los padres del grupo AB (M = 0.048, DE = 0.056), seguido de los del grupo NC (M = 0.0089, DE = 0.018). Además, en esta situación la emisión de contención hostil por parte de los padres del grupo DP es prácticamente nula. También, en la categoría verbal positivo el análisis de varianza mostró diferencias estadísticas significativas F (23, 1 74) =2.91, p < 0.001; en esta categoría el grupo que obtuvo el promedio de tasa más alta fue el de los padres NC en situación BPC (M = 0.14, DE = 0.14), seguido de las interacciones de los NC hacia sus padres en la misma situación (M = 0.07, DE = 0.13). Cabe mencionar que los grupos que menos emisiones de conducta verbal positiva tuvieron, fueron los padres AB y DP en situaciones APC.

Finalmente, al realizar el análisis secuencial de las conductas presentadas durante las interacciones, a través del software THEME, fue posible determinar los patrones conductuales ocultos en ambas situaciones experimentales, encontrándose patrones similares al comparar entre participantes, díadas y grupos. Inicialmente se encontraron 689 patrones conductuales en todas las interacciones, en las dos situaciones experimentales y los tres niveles de consumo, con una media de 33.5 patrones (DE = 16.73) por diada. No obstante, al comparar los patrones se encontró que únicamente 402 de ellos eran diferentes. De estos 402 patrones, 56.07% se presentó sólo en uno o dos participantes, 28.07% se presenta en tres o cuatro participantes, y el 15.86% restante se repite entre cinco y ocho participantes. En la Figura 2 se muestran las diferentes cantidades de patrones presentados, por nivel de consumo, tipo de participante (adolescente, padre o par) y situación experimental. Se encontraron coincidencias importantes en patrones relacionados con las categorías de estado habla temática, no hablar, contacto y retirar, así como con las categorías de evento preguntar, respuesta simple y aclarar.

En relación con las conductas habla temática y no hablar, se encontró un patrón estable que se presentó en la mayor parte de los participantes, independientemente de la situación o el nivel de consumo. Dicho patrón indica que en más de una ocasión cada uno de los participantes abordó alguno de los temas propios de la situación experimental y después dejó de hacerlo. Además, con excepción de la diada adolescente-padre del grupo DP, en ambas situaciones se encontró una relación entre la emisión de dichas conductas por el otro participante, es decir, el adolescente permanece en silencio (no hablar) mientras su padre o par emitió verbalizaciones relacionadas con un tema de la lista acordado previamente (habla temática), y viceversa (M = 2.6, DE = 0.97). Estos datos se presentan en la Figura 3.

Otro de los patrones encontrados corresponde al mantenimiento de contacto visual por periodos de por lo menos cuatro segundos consecutivos durante la interacción, seguido de la interrupción de dicho contacto visual (retirar). Este patrón, en el caso de los adolescentes NC en situación BPC, se encontró en 30% de los adolescentes en interacción con su padre y en la misma proporción en adolescentes en interacción con pares; en el caso de los adolescentes AB, se presentó sólo en 25% de los adolescentes, mientras que en el grupo de adolescentes DP, los adolescentes presentan este patrón sólo en interacción con pares en 33.33% de los casos. Siguiendo con el análisis, en situación de BPC se presentó este patrón únicamente en padres de adolescentes AB (12.5%) y adolescentes DP (33.3%); mientras que los pares del grupo de adolescentes NC lo presentan en 20% de los casos, los pares de adolescentes AB, en 12.5% y de adolescentes DP, en 16.67% (ver Figura 4).

En cuanto a la situación de APC, este patrón se encontró principalmente en el grupo AB, donde 37.5% (tres casos) de los adolescentes, tanto en interacción con padres o con pares, así como los padres, lo presentan en igual porcentaje, mientras que los pares de dicho grupo no lo presentan. En los participantes de grupo NC, se presenta principalmente en los pares (tres casos), seguidos de los adolescentes en interacción con padre (dos casos) y los adolescentes en interacción con par (un caso); los padres de este grupo no presentan el patrón. En los sujetos del grupo DP este patrón se encontró sólo en uno de los adolescentes en interacción con par y en uno de los pares en interacción con el adolescente.

En la Figura 5 se presentan los patrones para las categorías de evento. Se encontraron dos patrones comunes en la interacción de las díadas respecto a las categorías de preguntar, respuesta simple y aclarar. El primer patrón se presenta de la siguiente manera: ante la emisión de una pregunta por parte de cualquier participante de la diada, ésta es seguida de una emisión de monosílabo o palabra como respuesta al cuestionamiento, o la emisión de expresiones no verbales que muestren acuerdo o desacuerdo (respuesta simple). El segundo patrón implica que ante la emisión de preguntar se presenten argumentos que proporcionan información amplia como respuesta a la petición expresa (aclarar) esto por parte del otro participante de la diada. Las diferencias en la proporción de participantes en que se encontraron alguno de estos patrones se presentan en las Figuras 6 y 7.

 

Discusión

Entre los hallazgos que destacan del presente trabajo se encuentra que los datos del análisis de varianza donde se consideró el tipo de participante (adolescente, padre o par) muestran que los padres son los participantes que sostienen la mayor parte de la interacción, esto evidenciado por la duración de su conducta de habla temática y la emisión de preguntar, mientras que la baja emisión de dichas conductas por parte del adolescente en la interacción con el padre puede ser indicador de conducta de escape en los adolescentes. Cabe mencionar que esta disparidad puede ser explicada por la tasa de verbal negativo por parte de los padres, quienes emitieron desaprobación de la conducta con un promedio de alrededor de una vez cada 2 minutos, con lo cual se evidencia constantemente (y tal vez de manera indiscriminada) el castigo a la conducta de los adolescentes. Por otro lado, la emisión de frases que aprobaran la conducta del adolescente (verbal positivo) ocurrió alrededor de una vez por situación experimental, lo que indica una tasa muy baja de reforzamiento. Estos datos están respaldados por los presentados por los adolescentes, quienes emitieron la mitad del tiempo la conducta retirar, y a la mayor parte de las preguntas respondían con emisiones de respuesta simple. Estas conductas denotan poca interacción por parte del adolescente, lo que a su vez se podría entender como evitación.

Los padres también presentaron la mayor tasa de las conductas propias de la negociación (debatir, concesión, contención, concesión hostil y contención hostil); sin embargo, las conductas relacionadas con peticiones de cambio en la conducta del adolescente (anticipando o no consecuencias adversas) son las que se presentaron con una tasa mayor, con lo que se dificultó el intercambio. Esto puede explicar la mayor variedad de conductas emitidas por los padres, sobre todo en lo concerniente al proceso de negociación, ya que es probable que buscaran llegar a un acuerdo aun sin la participación del adolescente, lo cual a su vez desalentaba el involucramiento de este último en la tarea. Sin embargo, es necesario tomar en cuenta que estos resultados (en términos de la variedad de conductas del padre) pueden deberse a que estos datos no reflejan las diferencias encontradas entre los diferentes grupos experimentales, mismas que se presentan a continuación.

Al tomar en cuenta la totalidad de las interacciones, el grupo no consumidor presentó la mayor incidencia en las conductas de contacto visual (1150.5 segundos) y acuerdo (tasa de 0.01 respuestas por minuto). Esto denota una efectividad superior al resto de los grupos experimentales en el proceso de negociación, lo cual a su vez es un indicador de relaciones positivas, situación que puede estar fungiendo como factor protector al consumo de sustancias, lo que parecería explicar el no consumo en este grupo de adolescentes. En este mismo sentido, el grupo dependiente presentó la mayor tasa de la conducta retirar, lo cual implica un bajo intercambio visual y con ello un efecto opuesto al encontrado en el grupo de los no consumidores, ya que una alta tasa de retirar implica una baja tasa de contacto visual, lo que permite inferir una baja tasa de intercambio social, así como escape por parte de los participantes (Patterson & Yoeger, 2002), quienes disminuyen su interacción al mínimo.

En lo que respecta al grupo de abusadores, la presencia de la mayor incidencia de las conductas verbal negativo y debatir denota la presencia de conflicto al interior de la diada, ya que la primera categoría implica la expresión de desaprobación de la conducta del otro participante, de manera que ambos participantes desaprueban abiertamente la conducta del otro y a su vez buscan justificar su propia conducta, lo que es evidenciado por las emisiones de la segunda conducta. Esto, aunado a la baja tasa de acuerdo en estas díadas, permite afirmar que sus interacciones son altamente conflictivas y sus estrategias de negociación pobres, ya que se concentran en señalar las deficiencias en la conducta de su contraparte, evitando asumir sus propias dificultades sin realizar propuestas viables para ambos y, por supuesto, sin lograr acuerdos. Esta situación, como se ha señalado en párrafos anteriores (Arellanez et al., 2004; Foxcroft & Lowe, 1997), puede fungir como detonador del consumo. Asimismo, el hecho de que tanto los padres como los adolescentes del grupo dependiente presenten tasas menores a las de los abusadores en estas conductas, aunado a los promedios de contacto visual y habla temática, puede ser indicador de desaliento y bajo involucramiento por parte de los padres, y de evitación por parte de los adolescentes. Es probable que los padres, ante la constante emisión de conducta de escape de los adolescentes, abandonen los intentos de reclamo, acuerdo e interacción, en general.

Estos datos coinciden con los encontrados a partir del análisis de los factores nivel de consumo y tipo de participante, donde se observó que las categorías verbal negativo y debatir se presentan con una mayor tasa en los padres de los adolescentes que abusan de la sustancia. Por su parte, la tasa de verbal negativo de tercero para este mismo grupo (abusadores) puede estar evidenciando que los adolescentes no sólo presentan interacciones conflictivas con sus padres (y viceversa), sino también que puede presentar este tipo de intercambios con otros miembros de su red social.

Durante el abordaje de temas de baja probabilidad de coerción, los padres de adolescentes dependientes presentaron la conducta de contención hostil con una mayor frecuencia, seguidos de los padres de adolescentes abusadores, mientras que en situación de alta probabilidad de coerción quienes la emitieron más a menudo fueron los padres de los adolescentes abusadores, seguidos por los padres de los adolescentes no consumidores. Esto es un indicador del uso y modelaje inadecuado de estrategias de negociación por parte de los padres de adolescentes dependientes y abusadores, ya que en situaciones que no deben suponer un conflicto emiten la petición de cambio en la conducta del adolescente anticipando consecuencias aversivas para el mismo en caso de no realizar el cambio prescrito. Sin embargo, estas conductas no se presentaron en la negociación durante el tema en situación de alta probabilidad de coerción, de manera que es probable que los participantes del grupo de dependientes, ante el fracaso en la búsqueda de acuerdo en situación de baja probabilidad de coerción, abandonaran la tarea, ya que no presentaron tampoco concesión o contención. En contraste, las díadas de no consumidores parecen haber empleado estrategias más efectivas y menos coercitivas, ya que lograron acuerdos en ambas situaciones y durante la situación de baja probabilidad de coerción presentaron la menor incidencia de contención hostil, aun cuando también se presentaba en la situación de alta probabilidad de coerción.

Otros datos relevantes son los resultados de la búsqueda de patrones ocultos, donde el patrón interactivo encontrado en las díadas de no consumidores y abusadores en las categorías conductuales habla temática y no hablar, muestra reciprocidad y reforzamiento de la interacción por parte de los participantes, ya que la conducta de no hablar de un participante (por ejemplo el adolescente) se presentó justo cuando el otro participante (padre o par) emitía habla temática. Por otra parte, el hecho de que este patrón no se observara en las díadas adolescente-padre del grupo dependiente, demuestra una baja tasa de reforzamiento e intercambio al interior de la diada, situación que pudo fungir como factor de riesgo para el consumo de sustancias, ya que, como han mostrado otros autores (Dekovic et al., 2003; Nation & Heflinger, 2006; Oliva et al., 2008), las relaciones padre-hijo conflictivas y con bajo reforzamiento positivo son un factor desencadenante del consumo de sustancias.

En cuanto a los patrones de interacción encontrados, el hecho de que el patrón de inicio y final de contacto no se presentara en los pares del grupo dependiente denota una baja tasa de reforzamiento e intercambio mutuo, con lo que se puede inferir que, si bien los adolescentes de este grupo presentan patrones de interacción coercitivos donde llevan sus interacciones al mínimo, esta misma situación se presenta con sus pares. Estos datos coinciden con los planteados por Capaldi et al. (2001), quienes afirmaron que pertenecer a un grupo de pares antisociales es un factor importante en el inicio del consumo de sustancias.

Finalmente, es posible afirmar que se encontró una relación de mutua dependencia entre el consumo de sustancias y las interacciones con padres y pares, ya que se observó un notable aumento del conflicto coincidente con un mayor consumo de sustancias adictivas. Cabe mencionar que, como se ha mostrado en apartados anteriores, las interacciones conflictivas entre adolescentes y padres fungen como factor de riesgo para el inicio de conducta antisocial y de riesgo (como el consumo de sustancias), asi como para la relación con pares antisociales, quienes a su vez modelan y refuerzan estas conductas a través de sus propias interacciones (Aseltine, 1995; Brown, 1990; Capaldi et al., 2001; Snyder & Stoolmiller, 2002). El consumo excesivo de sustancias adictivas puede fungir como posibilitador y exacerbador del conflicto, de manera que ambas problemáticas se retroalimentan e intensifican mutuamente.

 

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Nota

Este trabajo se realizó gracias al apoyo otorgado por el PROMEP y la Dirección General de Investigación y Posgrado de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.

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