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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

On-line version ISSN 2448-7554Print version ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.41 n.161 Zamora Mar. 2020  Epub Nov 19, 2020

https://doi.org/10.24901/rehs.v41i161.746 

Artículos originales

Retorno de jóvenes transnacionales. Experiencias migratorias y fondos de identidad

The Return of Young Transnationals. Migratory Experiencies and Identity Funds

Erika Cecilia Montoya Zavala1 

Martha Cecilia Herrera García2 

Iliana Danitze Jiménez Díaz3 

1Universidad Autónoma de Sinaloa, email: montoyazec@uas.edu.mx

2Universidad Autónoma de Baja California, email: herrera.martha@uabc.edu.mx

3Universidad Autónoma de Sinaloa, email: danitzejimenez@gmail.com


Resumen

El objetivo de este artículo es analizar las experiencias migratorias y los fondos de identidad de los jóvenes de retorno, para conocer su sentido de pertenencia y apego hacia Estados Unidos y México, que les permiten insertarse a la vida educativa en México, a la vez que les facilitan la reemigración. Utilizamos la metodología Foto-voz con cinco jóvenes de retorno en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), adicionalmente, realizamos cuatro entrevistas a profundidad con jóvenes migrantes graduados de la universidad; dos viviendo actualmente en Estados Unidos y dos en México. Con fotografías y narrativas escritas, los jóvenes nos muestran sus arraigos y su sentido de pertenencia transnacional. Se caracterizan por ser bilingües, algunos cuentan con doble ciudadanía, sienten una pertenecía hacia personas, costumbres y lugares en Estados Unidos, pero también sienten un apego hacia el país donde recibieron educación universitaria. Con la experiencia migratoria han desarrollado una resiliencia para adaptarse a contextos adversos y crear vínculos de amistad y de pertenencia.

Palabras clave: Jóvenes; retorno; reemigración; sentido de pertenencia; fondos de identidad

Abstract

The objective of this article is to analyze the migratory experiences and identity funds of returning young transnationals in order to understand their sense of belonging and attachment to the U.S. and Mexico that allows them to re-insert into educational life in Mexico, but also facilitates their re-emigration. We employed the photo-voice methodology with five young people at the Autonomous University of Sinaloa (UAS), and conducted 4 in-depth interviews with young migrants who had graduated from that institution; two currently living in the U.S., two in Mexico. Through their photographs and written narratives, these youths revealed their roots and sense of transnational belonging. They are characterized by being bilingual, some with dual citizenship, and feelings of belonging to other people, customs and places in the U.S. But the study also detected an attachment to the country where they received their university education, and found that their migratory experience has led them to develop the resilience needed to adapt to adverse contexts and create ties of membership.

Keywords: Youths; return; re-emigration; sense of belonging; identity funds

Introducción

En el año 2010 se registraron 608,139 migrantes de retorno en México. De los cuales 32,500 eran jóvenes retornados en la edad de 18-24 años, y de estos, 10,500 son ciudadanos americanos (García y Gaspar 2018). Sin embargo, es difícil conocer el número exacto de jóvenes de retorno en las universidades por la falta de mecanismos para su detección y seguimiento, tanto en las universidades como en la Secretaría de Educación Pública. Asimismo, no se puede cuantificar cuantos de ellos se insertan en el mercado laboral en México, ni el número de ellos que deciden retornar a Estados Unidos.

Este grupo de jóvenes de retorno representa un reto para los gobiernos de Estados Unidos y México, es una población que comparten y que está en circulación entre ambas naciones. Más que el número que representan, son relevantes por el perfil educativo, familiar y sus perspectivas laborales; han sido educados en Estados Unidos y México, son bilingües, muchos de ellos cuentan con doble nacionalidad, viven en contextos familiares binacionales, biculturales, geográficamente divididos, y enmarcados en entornos transnacionales, además de que sienten un apego hacia las dos naciones, por diferentes vínculos construidos en sus experiencias migratorias. Es imperativo conocer más a este grupo de jóvenes para plantear políticas públicas y dar respuesta a las necesidades y problemáticas actuales que enfrentan; tener una línea de acción en su educación y sus posibilidades laborales, ya que consideramos a este grupo de jóvenes, hasta ahora poco visible y reconocido, con un potencial muy importante para el futuro de las relaciones México-Estados Unidos y de sus políticas migratorias.

Con esta investigación indagamos la pregunta, ¿cuáles son los fondos de identidad, específicamente, el sentido de pertenencia y apego, de los jóvenes de retorno, que les permiten insertarse en la vida educativa y laboral en México y cuáles les permiten reemigar a Estados Unidos? Hipotéticamente creemos que la experiencia migratoria de los jóvenes, enfrentarse a contextos adversos en ambos lados de la frontera, les permite desarrollar una resiliencia de adaptación, vínculos identitarios y de pertenencia a ambos países, lo que facilita también su reemigración. Por lo tanto, planteamos como objetivo analizar las experiencias migratorias y los fondos de identidad de los jóvenes de retorno, para conocer su sentido de pertenencia y apego hacia Estados Unidos y México, que permiten crear vínculos e insertarse a la vida educativa en México, a la vez que facilitan la reemigración. Consideramos que un joven que tiene un sentido de pertenencia a Estados Unidos, aunque no cuente con documentos migratorios, hará todo lo posible por regresar a ese país una vez terminados sus estudios y, viceversa, un joven que sienta un sentido de pertenencia hacia México, aunque tenga doble ciudadanía y pueda regresar fácilmente a Estados Unidos permanecerá en México; los vínculos creados, el significado que le da a sus experiencias y su apego a las cosas y personas en México; lo hará quedarse en este país. Quien haya desarrollado un sentido de pertenencia y estrategias de adaptación a estos contextos adversos, seguirá migrando entre estos contextos en donde se siente parte, reconoce y se adapta, a pesar de las adversidades.

Entendemos por pertenencia, “el proceso de reconocimiento práctico y de significa ción de la propia membresía hacia uno o más Estados nación. En tanto proceso, se presenta como experiencia dinámica, estratégica y cam biante producida entre diferentes tipos de fronteras” (Serra 2018, 130). En particular, observamos la pertenencia cultural; el con junto de significados que enmarcan las experiencias analizadas.

Primero, planteamos el enfoque teórico transnacional para analizar la participación de los jóvenes en este proceso; describimos los estudios realizados de jóvenes de retorno en Sinaloa; y planteamos las bases teóricas-conceptuales de este estudio. En un segundo apartado, describimos de manera general los contextos donde circulan los jóvenes transnacionales, que han migrado a Estados Unidos (donde son vulnerables por ser indocumentados y de origen mexicano) y que por alguna razón están de regreso en el estado de Sinaloa (donde son ciudadanos plenos, pero vulnerables por ser jóvenes). En tercer lugar, describimos la metodología, para después analizar los hallazgos de investigación sobre las experiencias migratorias y los fondos identitarios de pertenencia de jóvenes universitarios, a través de fotografías y narrativas, usando la metodología Foto-voz y 4 casos de jóvenes graduados de la universidad, de los cuales dos se quedaron en México y dos reemigraron a Estados Unidos.

Marco teórico-conceptual: Transnacionalismo y jóvenes de retorno

La perspectiva transnacional constituye un intento de formular un marco conceptual y teórico para entender los vínculos entre el migrante y los países de origen y de llegada. Longoria, Gonzales y Cruz (2018) hablan de una población que se encuentra multisituada en dos o más espacios (Esteban-Guitart y Saubich 2013) que no llegan a formar un todo homogéneo, que deben ser considerados parte de una misma unidad compleja a veces difícil de integrar.

Asimismo, tenemos que el origen, establecimiento y retorno deben ser vistos como parte del sistema migratorio transnacional, cuyos vínculos se encuentran expresados en aspectos sociales, actividades económicas, redes de comunicación, información y afiliación. El retorno, para esta visión, no constituye el final del curso migratorio, sino parte de una trayectoria continua. Se argumenta que debe ser estudiado considerando las características y modalidades de involucramiento tanto en el origen como en el destino, sin dejar de lado que las estructuras institucionales y el ambiente social de ambas sociedades delineen el retorno (Rivera 2013). Se trata, pues, de “un acto a través del cual el migrante mantiene visibilidad social en su comunidad de origen-regreso continuo para cumplir con las obligaciones familiares y comunitarias, donde es tratado como uno más” (Longoria et al. 2018, 15). Se construye, a través de estas actividades, un campo social transnacional que está compuesto por “un número creciente de personas que viven vidas duales: hablando dos idiomas, tienen hogar en dos países y hacen su vida mediante contactos regulares a través de fronteras nacionales” (Portes, Guarnizo y Landolt 1999, 217). Así mismo, Portes et al. (1999) delimitan el concepto a actividades que requieren para su implementación; contacto social regular y sostenido a través del tiempo y de las fronteras nacionales. Portes y DeWind (2006) explican que este fenómeno aumenta con el tiempo trascurrido a partir de la inmigración, por lo que entre más tiempo tengan establecidos los migrantes en el lugar de acogida habrá más demanda de servicios, tales como servicios financieros, comunicaciones y trasporte y la obtención de bienes que permitan seguir reproduciendo su cultura y estilo de vida.

Longoria et al. (2018) subrayan la importancia de los jóvenes y menores para la construcción de espacios transnacionales, plantea que son ellos quienes serán encargados de articular y empoderar las nuevas regiones de origen-destino, específicamente, aquellos que conforman la generación uno punto cinco y la segunda generación migrante, estos últimos quienes “a pesar de ser ciudadanos legítimos, crecen en condiciones de severa desventaja” (Portes y DeWind 2006, 16).

Por lo tanto y con este enfoque transnacional, basamos nuestro análisis en tres premisas teóricas principales: 1. El retorno es parte de un proceso migratorio continuo basado en el transnacionalismo, es decir, no es el fin de la migración (Ruben, Van Houte y Davids 2009), por lo tanto, en el retornado está latente la reemigración, pero con conocimientos acumulados, vínculos y apegos construidos a raíz de su experiencia migratoria familiar. 2. Los retornados son heterogéneos, es un grupo diverso y resulta difícil generalizar los hallazgos (Gandini, Lozano y Gaspar 2015); sin embargo, tienen características comunes, experiencias similares y fondos de identidad compartidos que es importante ir puntualizando. 3. “La identidad no es algo esencial e inmutable, sino que, en buena medida, tiene su origen y constante transformación precisamente en la especificidad de sus interacciones con el exterior” (Echeverri 2005, 144); en este sentido, la pertenencia identitaria y los apegos son algunas de las dimensiones del análisis de la identidad, y va transformándose, fortaleciéndose y acumulándose en la medida de las experiencias migratorias vividas.

Jóvenes de retorno en Sinaloa. Experiencias migratorias y fondos de identidad

Las dificultades de los jóvenes mexicanos en Estados Unidos se ven reflejadas en un incremento constante de jóvenes de retorno a las comunidades mexicanas y a las universidades del país. Sin embargo, poco se ha visibilizado la presencia y el incremento de jóvenes de retorno en las universidades.

En el caso de Sinaloa, los estudios realizados apuntan que han regresado 14,050 migrantes en total en el año 2010; y 9,908, en 2015 (INEGI 2015). En cuanto a las características que manifiesta este grupo, en un estudio representativo, realizado en Culiacán, Sinaloa, en el que se visitaron 167 escuelas, se localizaron 534 menores migrantes de retorno, ellos representan el 1.45 % de un total de 36,634 alumnos encuestados. De estos menores, 467 son nacidos en Estados Unidos, es decir, 87.4 % del total de menores retornados1 (Herrera 2017). Esto pone en evidencia una población infantil con nacionalidad estadounidense en Sinaloa y un “retorno” de ciudadanos estadounidenses al estado, enmarcados en un ambiente de familias mixtas, con distintas posibilidades de moverse, estudiar, trabajar y relacionarse en ambos lados de la frontera México-Estados Unidos.

Nos encontramos ante el retorno de familias completas, menores migrantes, adultos y también jóvenes, estos últimos han retornado solos o acompañados y por diversos motivos, entre ellos, la búsqueda de una educación universitaria (Montoya y Herrera 2017; Anderson y Solis 2014; Cortez-Román, García y Altamirano 2015; Cortez-Román y Hamann 2014; Jacobo-Suarez y Jensen 2018).

El impacto de esta migración de retorno no se ha analizado del todo, los primeros hallazgos nos muestran que los jóvenes enfrentan problemas personales de angustia, estrés y depresión en este paso del proceso migratorio. Además de las dificultades burocráticas para insertarse en el sistema educativo mexicano, en algunos casos, los jóvenes enfrentan rechazo y bullying por parte de sus compañeros, tienen que hacer frente a cuestiones de eficiencia educativa, adaptarse a las nuevas condiciones en sus aulas, lo cual resulta una tarea difícil y complicada (Montoya y Herrera 2017; Herrera y Montoya 2019; Anderson y Solis 2014; Cortez-Román et al. 2015).

Consideramos que estos jóvenes forman un grupo especial en la sociedad sinaloense que amerita ser revalorado y reconocido como un grupo diferenciado. Proponemos analizar sus acciones mediante la visión de sus experiencias migratorias en contextos adversos y donde generan fondos de identidad, construyen vínculos de pertenencia y apegos que terminan por construirlos y definirlos como jóvenes transnacionales. “Se entiende por fondos de identidad aquellos artefactos, tecnologías o recursos, históricamente acumulados, culturalmente desarrollados y socialmente distribuidos y transmitidos; esenciales para la autodefinición, autoexpresión y autocomprensión de las personas, son los fondos de conocimiento que las personas utilizan para comprenderse o autodefinirse” (Esteban-Guitar y Saubich 2014, 201). Y cuando hablamos de sentido de pertenencia, nos referimos al sentimiento o la conciencia de formar parte de un grupo en el que adquirimos modelos de referencia, que influyen directamente en nuestras características y nuestra autodefinición. El sentido de pertenencia tiene su origen en la familia, ya que es el primer grupo al que pertenecemos, además reconocemos que es muy subjetivo y tiene un carácter eminentemente emocional, por eso consideramos adecuado que los jóvenes lo expresen con fotografías y narrativas escritas.

Asimismo, creemos que entender el sentido de apego y pertenencia de los jóvenes nos lleva a comprender los procesos de integración de toda una comunidad migrante. Como lo señala Echeverri (2005, 142):

Los jóvenes son actores fundamentales a la hora de comprender las dinámicas de los flujos migratorios y los procesos de integración social de los colectivos inmigrantes. Investigar en los jóvenes acerca de sus adscripciones identitarias nacionales y culturales nos permite, no sólo leer lo que el discurso popular, familiar, educativo e institucional presenta en este momento como alternativa de construcción social sobre la inmigración e integración social, sino también acercarnos de manera clara a nuevas perspectivas y posibilidades.

“Cuando se quiere conocer los modos en los que las personas se reconocen y perciben como parte de (miembro/no miembro) un determinado espacio de relaciones se requiere encontrar a los grupos de conceptos comunes, los recuerdos, las emociones” (Serra 2018, 134). Por lo anterior, la metodología más pertinente para conocer estos conceptos comunes, recuerdos y emociones, y para comprender la construcción de su sentido de pertenencia, es la metodología Foto-voz, combinada con entrevistas a profundidad. Consideramos que, además de las entrevistas grabadas, por medio de imágenes y narrativas escritas, los jóvenes puedan expresar y sentirse más cómodos al expresar sus recuerdos, sentimientos y apegos.

Contextos adversos para los jóvenes migrantes

Contexto antiinmigrante en Estados Unidos

En Estados Unidos, los migrantes indocumentados viven un ambiente de políticas antiinmigrantes enfocadas a excluirlos de la vida económica, educativa, social y política en las comunidades de destino; estas políticas exacerban la discriminación y el racismo hacia los inmigrantes mexicanos (Goldsmith, Romero, Rubio-Goldsmith, Escobedo y Khoury 2009).

Una de las consecuencias de estas leyes la padecen los jóvenes en edad de estudiar la universidad. Los jóvenes indocumentados tienen derecho a estudiar gratuitamente hasta la preparatoria. Al cumplir 18 años pueden estudiar en universidades privadas, con elevados costos y sin acceso a becas de fondos federales. En las universidades públicas les cobran una colegiatura de una persona “fuera del estado” (out-state tuition), que supone el doble o el triple para los estadounidenses que vienen de otros estados, de otro país o sin documentos (aunque ciertos estados sí lo permiten). El costo de estudiar en una universidad pública, una carrera de cuatro años, para un estudiante residente estatal (in-state student) es de 9,970 dólares de cuotas e inscripción por un año, y a un residente de otro estado (out-state students), en promedio, cuesta 25,620 dólares el año escolar (College Board 2018).

En los últimos años, ha habido un interés académico en la inmigración y la educación. Este interés se ha basado en la literatura sobre la educación de los estudiantes mexicoamericanos y la educación bilingüe (Moll y Ruiz 2002). Al igual que los inmigrantes, los estudiantes mexicoamericanos han sido estigmatizados, discriminados y se han enfrentado al estrés económico. Su capacidad para integrarse plenamente a la sociedad estadounidense también ha sido cuestionada históricamente por las leyes y la política discriminatoria. Con el aumento de la inmigración, los educadores y los legisladores continúan luchando para satisfacer las necesidades de las familias transnacionales, donde ahora se enfrentan a hostilidades contra los inmigrantes.

La investigación existente muestra que el éxito educativo de los estudiantes de origen mexicano depende en gran medida de fuertes redes de apoyo (Stanton-Salazar 2001; Suárez-Orozco, Pimentel y Martin 2009). Sin embargo, con la deportación de familiares, las posibilidades de éxito educativo para los estudiantes se debilitan (González 2011). Los niños pueden experimentar un trauma que los afecta emocionalmente, que les impide concentrarse en la escuela (Zayas, Aguilar-Gaxiola, Yoon y Rey 2015). Los jóvenes pueden volverse alienados y desconfiar de los demás, y sus redes sociales pueden faltar cuando más se necesitan, afectando aún más sus logros educativos (González 2011; Macías y Collet 2016). En los Estados Unidos, a los estudiantes documentados no se les prohíbe asistir a la universidad, pero su estatus de inmigrante puede funcionar de varias maneras para socavar las aspiraciones educativas y el establecimiento de metas. Si un padre, madre o tutor no está documentado, el riesgo de deportación puede alimentar las incertidumbres. Los debates públicos y antiinmigrantes pueden agravar estas incertidumbres al hacer que los estudiantes de estas familias no se sientan integrados (Romero y Ochoa-O'Leary 2014). La politización de cualquier apoyo que los estudiantes inmigrantes puedan buscar o recibir para aminorar los costos de la educación postsecundaria también puede fomentar la incertidumbre. Los estudiantes pueden decidir no solicitar becas porque los padres temen llamar la atención sobre su estado legal. Si bien podemos afirmar estas suposiciones, también podríamos descubrir formas en las que los jóvenes enfrentan o mitigan las incertidumbres y logran sus objetivos educativos y laborales, que en última instancia pueden transformar la narrativa de los estudiantes transnacionales como agentes del cambio social (Romero y Ochoa-O'Leary 2014). Por otra parte, si su opción es regresar a Sinaloa, el contexto con el que se encuentran es también adverso para los jóvenes.

Contexto de violencia y falta de oportunidades laborales en Sinaloa

En Sinaloa, los jóvenes de retorno pueden gozar de una plena ciudadanía y teóricamente tienen las oportunidades educativas y económicas para las cuales se esfuerzan y trabajan. Sin embargo, se enfrentan a otro tipo de barreras estructurales que dificultan su desarrollo personal, económico y familiar. Se enfrentan a espacios de estudios universitarios restringidos, a oportunidades económicas limitadas, bajos ingresos y una violencia generalizada que les afecta directamente.

Del total de población en Sinaloa (2,962,047), los jóvenes entre 20 y 29 años de edad son 469,876, es decir representan el 16 % de la población total del estado. En una primera instancia, podemos argumentar que los jóvenes se encuentran compitiendo duramente por ocupar un espacio en las aulas de bachillerato y la universidad, aunque la ventaja frente a lo que viven en Estados Unidos es que la universidad puede ser gratuita; sin embargo, el número de solicitudes sobrepasa por mucho el número de asientos disponibles en las aulas. Solamente en la Universidad Autónoma de Sinaloa, principal universidad del estado, en el año 2018 se recibieron 44 mil 895 solicitudes de inscripción de jóvenes deseando estudiar la preparatoria y la universidad. Fueron aceptados un total de 35,370 estudiantes, quedaron fuera 9,525 (El Debate 2018). A pesar de esto, los jóvenes tienen más opciones de estudio, en Sinaloa se encuentran 155 escuelas públicas y 97 privadas (más asequibles que las universidades en Estados Unidos). El mayor número de estudiantes en el estado se concentra en la Universidad Autónoma de Sinaloa con 80,921 estudiantes a nivel licenciatura para el ciclo 2018-20192 (Universidad Autónoma de Sinaloa 2019); en el estado también destaca la Universidad Autónoma de Occidente, donde se encuentran matriculados 14,473 jóvenes en el ciclo 2018-2019 para acreditar sus estudios a nivel superior (El Debate 2019). En todo el estado de Sinaloa, en 2018, se contabilizó una matrícula a nivel superior de 149,085 estudiantes (SEPYC, CODESIN 2018). De tal manera que la falta de espacios universitarios pudiera ser un problema menor para los jóvenes que deseen estudiar.

Donde enfrentan un reto mayor es en su inserción al mercado laboral, las faltas de oportunidades laborales, el subempleo y los bajos ingresos les afectan directamente. Del total de desempleados en el estado de Sinaloa (79,082) los jóvenes entre 20 y 29 años representan el 42 % (33,126), esto no significa necesariamente que sean jóvenes egresados de la universidad. Por otra parte, del total de jóvenes empleados (270,584) el 62 % gana menos de 3 salarios mínimos y sólo un 5 % percibe más de 5 salarios mínimos (ENOE 2014).

Otro aspecto importante del contexto sinaloense es el ambiente de violencia que viven principalmente los jóvenes. Según los registros de defunciones por homicidios en INEGI, Sinaloa registró 1,629 defunciones por homicidios, de los cuales 114 personas tenían entre 15 y 19 años de edad; 247 entre 20 y 24 años; y la misma cifra para jóvenes de 25 a 29 años. Estamos hablando, con base en las defunciones por homicidio, que los jóvenes entre 15 y 29 años representan el 37 % de los homicidios perpetrados en el estado de Sinaloa (INEGI 2017).

Una lucha ardua espera a los jóvenes en Sinaloa para lograr sus aspiraciones económicas, sociales y de calidad de vida, el contexto hasta ahora no les favorece y son ellos los que tienen que reconstruir nuevos escenarios para lograrlo.

Breve descripción metodológica

La investigación se abordó desde un enfoque cualitativo, combinando estrategias para recabar información. Los alumnos de retorno fueron identificados previamente en clase por tres maestros de la Licenciatura en Estudios Internacionales, se identificaron 5 jóvenes de retorno, de los cuales 4 son de la Licenciatura en Estudios Internacionales y una alumna de la Licenciatura en Química, de la UAS.

La primera estrategia consistió en utilizar la metodología de Foto-voz, que es una forma de investigación participativa, consiste en que los participantes tomen fotografías de una temática en particular, para, posteriormente, presentarlas ante el grupo fomentando compartir experiencias que lleven a la reflexión, autoconocimiento y al diálogo crítico a través de las imágenes y narrativa (Hergenrather, Rhodes, Cowan, Bardhoshi y Pula 2009; Wang 1999). Siguiendo esta metodología, y haciendo uso de una muestra intencionada, se invitó a participar a los 5 jóvenes de retorno previamente identificados a un taller de fotografía donde aprenderían a contar una historia por medio de imágenes, en este taller también participaron cinco estudiantes no migrantes y cuatro profesores.

El taller fue impartido por un fotógrafo profesional que cuenta con experiencia en la enseñanza de la fotografía. El taller fue llamado “Workshop Photo-voz. Imágenes del retorno”, tuvo una duración de seis días (30 horas), se impartió de lunes a sábado, en las instalaciones de la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas de la UAS. El programa del taller consistió en una parte teórica y otra práctica; en la primera, los jóvenes aprendieron sobre los orígenes e historia de la fotografía, principales fotógrafos, técnicas fotográficas, manejo de la luz, la composición y encuadre; y, en la segunda parte del taller, se aprendió sobre los géneros fotográficos, la fotografía como herramienta creativa, la narrativa fotográfica, el contexto físico, temporal y elementos protagonistas, asimismo se realizaron fotografías en grupo, con locaciones en la universidad y el jardín botánico de la localidad.

Los temas que desarrollaron con fotografías y narrativas fueron sobre sus trayectorias migratorias, sobre el estigma que tienen de sí mismos y cómo se identifican, además de explorar sobre sus experiencias educativas. Les pedimos desarrollaran estas temáticas para que con base en ellas identificaran algunos de sus recuerdos, sentimientos y conceptos comunes desarrollados en su experiencia migratoria y que manifestaran su autoconocimiento y autodefinición, algunos de los tópicos abordados son:

  1. Trayectorias migratorias: Yo antes de migrar…Yo después de migrar…Mi vida en Estados Unidos…Mi recuerdo más importante de vivir en Estados Unidos…Mi recuerdo al regresar…

  2. Fondos de conocimiento e identidad: Mi familia antes de migrar…Mi familia después de migrar…Para mi México es…Para mi Estados Unidos es…Mi escuela en Estados Unidos…Mi escuela en México…Lo que representa estudiar para mí…Yo en 10 años…

Sus fotografías las presentaron un día en el taller y se hablaba de ellas, de esta manera las compartían y se sensibilizaban más sobre su experiencia migratoria. Los estudiantes que no habían tenido una experiencia migratoria ayudaron con las sesiones fotográficas y contaban una historia sobre género y los maestros sobre cómo perciben a los estudiantes de retorno. También creamos una página de Facebook, donde podíamos compartir las fotografías tomadas y el profesor encargado de impartir el taller nos daba una retroalimentación sobre la técnica fotográfica una vez en la clase.3

Una segunda estrategia utilizada fue realizar entrevistas semiestructuradas a cuatro jóvenes migrantes. Nos enfocamos en cuatro casos que consideramos como ejemplos que aglutinan experiencias más numerosas y repetitivas entre los jóvenes migrantes. Los cuatro participantes cuentan con experiencia educativa en ambos países, son egresados de una universidad en Culiacán, Sinaloa, se trata de hijos de mexicanos, dos de los jóvenes son nacidos en México y dos en Estados Unidos; asimismo, actualmente dos de ellos residen en México y dos en Estados Unidos. Los cuatro son jóvenes bilingües, entre los 25 y 28 años, tres estudiaron en la universidad en la Universidad Autónoma de Sinaloa y una en la Universidad Autónoma de Occidente, en Culiacán.

Hallazgos y Análisis de Resultados

Encontramos que el sentido de pertenencia y arraigo los jóvenes lo manifiestan de la siguiente manera: 1. Construyen vínculos familiares y sociales en ambos lados de la frontera. 2. Los jóvenes que no tienen documentos para vivir y trabajar en Estados Unidos manifiestan (sin haber estudiado ni vivido en México) un sentimiento de pertenencia nacional al sentirse ciudadanos plenos en este país. 3. Sienten arraigo a objetos, costumbres y personas en los dos países. 4. Se forman una visión del mundo multicultural y se sienten parte de él. 5. Valoran y sienten orgullo por la educación en México y las oportunidades en Estados Unidos. Estos 5 aspectos fueron detectados con base en sus narrativas.

1. Construyen vínculos familiares y sociales en ambos lados de la frontera

El primer grupo de pertenencia es la familia, en el proceso migratorio esta familia se puede dividir entre dos naciones; sin embargo, la identificación de permanencia a ella prevalece, aunque el territorio donde se localice físicamente esté dividido. Así, los jóvenes manifiestan la identificación como miembros de un grupo, narrando la construcción de vínculos familiares y la continuación de una genealogía familiar en el territorio que comparten.

Mi vida en Estados Unidos fue una experiencia muy bonita, tenía mucha cercanía con mi familia, convivía con mis primos casi todos los días, era muy destacada académicamente en mi escuela, tenía todos los juguetes que cualquier niña pudiera pedir y una gran atención de mis padres, mi vida era plena y puedo decir que tuve una muy bonita infancia en este país. Recuerdo mucho a mi primo Anthony y que la pasábamos de lo mejor siempre que estábamos juntos, el aún vive en Estados Unidos y ocasionalmente lo veo, pero jamás olvidaré el lazo de amistad que creamos mientras vivía allá (Participante Foto-voz, Estudiante de Retorno).

Mi abuelita vivía en México, y yo no había tenido la oportunidad de conocerla, ni de haber convivido con ella, hasta que me vine a estudiar acá (Culiacán, Sinaloa). Desarrollamos un vínculo muy bonito y agradezco mucho la oportunidad de haber convivido con ella y haberla cuidado en sus últimos momentos (Entrevista, Joven egresado de la UAS, ahora vive en Estados Unidos estudiando su doctorado).

Asimismo, los jóvenes también manifiestan la construcción de lazos de amistad con otros, con los cuales se identifican y les facilita sentirse parte de.

Foto 1. Solo dos niños 

En esta foto estamos mi mejor amigo (Kurtis Mullins) y yo celebrando un día de Halloween. La foto se tomó frente a la chimenea de mi casa. De todas las fotos que tengo de nosotros dos juntos, ésta es la que más me gusta. Esta persona pasó tanto tiempo conmigo en mi infancia que podría considerarlo un segundo hermano. Nuestra amistad se mantuvo durante tantos años por un entendimiento mutuo a nuestro problema de identidad. Mi amigo era un mulato y, por lo tanto, encontraba rechazo social tanto por su familia como la misma sociedad estadounidense. A pesar de que yo jamás fui discriminado (por lo menos de una manera que me hiciera sentirlo, aun menos recordarlo) yo me apartaba de toda convivencia con mis compañeros estadounidenses, y juntos encontramos alegría en nuestras diferencias (Participante Foto-voz, Estudiante de Retorno).

Estos lazos de amistad se desarrollan en contextos difíciles para los jóvenes en su proceso migratorio. Debido a esto, llegan a valorar y desarrollar un sentimiento de gratitud hacia las personas que les ayudan o muestran solidaridad.

Me inscriben en una escuela que ni siquiera es la ciudad, es sólo un pueblo, estamos hablando de un lugar aún más conservador que la ciudad […] llego a la secundaria y fue llegar y ni siquiera hablaba muy bien español, no sabía leer ni escribir español y fue muy interesante porque me acuerdo de que llegó la hora del receso y me dijo una compañera “vamos a comprar” y me le quedé viendo porque dije “¿cómo? ¿te venden las cosas?” Y ella me dijo sí, yo no llevaba dinero porque no sabía que te vendían las cosas y ella me ayudó […] Siempre he sido muy hábil, en ese sentido buscaba juntarme con personas que aparentemente fueran más listas que yo a nivel académico, entonces era de “¿me pasas esta tarea?” o me sentaba enseguida de alguien y trascribía lo que decía ella y ya me corregían y era todo. Llegué pensando “México no es mi país” pero lo hice mi país, aunque no fuera mío y esta parte de: tengo esta deuda con esta chica de 14 años, de demostrarle a todas esas personas que, aunque yo no soy de aquí puedo lograr más que ellos (Entrevista, Egresada de Psicología, doble ciudadanía, radica en Culiacán).

2. Los jóvenes indocumentados en Estados Unidos, sin haber estudiado ni vivido en México, tienen un sentimiento de pertenencia hacia México

Encontramos experiencias de jóvenes que les tocó compartir el miedo y el encierro de sus padres indocumentados cuando se encontraban en Estados Unidos, y al momento de regresar a México sienten la libertad y experimentan la sensación de sentirse parte de una nación donde sí cuentan con todos sus derechos. Sin comprender completamente lo que vivía su familia, esta estudiante siente que algo no estaba bien con ser mexicana y estar viviendo en los Estados Unidos.

Al estar en Estados Unidos siendo ilegal es muy difícil y más para una niña de 7 años que no sabía lo peligroso que era y que tampoco entendía por qué no se podía salir de la casa tan fácilmente, el por qué los papás la tenían difícil para encontrar un trabajo y por qué la tierra de la “libertad” no era la libertad para nosotros. Entendía que mi nacionalidad era distinta a la de mis compañeros en clase y primos, pero yo no entendía por qué era un problema, por qué de repente el ser mexicana se volvió un problema. Pero todo fue diferente al llegar a México, sentí una paz inexplicable y una libertad aun cuando tan sólo tenía 10 años (Participante Foto-voz, Estudiante de Retorno).

El proceso de retorno para los jóvenes implica muchas veces reflexión e incertidumbre sobre la vida que les espera en México. Se puede ver que esta incertidumbre también la describen en los trabajos realizados por los investigadores Shinji y Sandoval (2016); y Cortez-Román y Hamann (2014). Pero, el retorno también ha significado para ellos la libertad que, debido a su estatus migratorio, no gozaban de forma plena en Estados Unidos. A pesar del miedo y la incertidumbre, los jóvenes interpretan el retorno como esperanzador.

Foto 2. Comienzo o derrota 

Esta imagen, por tan simple que luzca significa mucho para mí. Las rejas simbolizaron el encarcelamiento que sentía en los Estados Unidos como DREAMER. Al momento de cruzar la frontera y ver las letras “México”, sentí un alivio y un peso fuera de mis hombros. Fue el inicio de un nuevo comienzo. Como inmigrante ilegal en Los Estados Unidos, te das cuenta de que vives siempre con miedo [...] miedo a que te separen de tu familia, miedo a que te quiten todo lo que te pertenece, y miedo de perder todo lo que se ha ganado con tantos sacrificios. Eso no era vivir, porque al final uno se da cuenta que sin papeles no se podrían lograr tus metas, era limitarse (Participante Foto-voz, Estudiante de Retorno).

Con el retorno, algunos jóvenes se separan de su familia, ahora son ellos los que regresan a estudiar a México y dejan a sus familiares trabajando en Estados Unidos. El apego principal de la familia se ve roto con esta decisión.

El retorno, aunque abrió las puertas a un nuevo comienzo, también me destrozó emocionalmente. Cruzar la frontera significó no saber cuándo volvería al país que yo siempre conocí como MI país. Sacrificaría la relación física y cercana que tengo con mi núcleo familiar. Tendría que adaptarme a un nuevo idioma. Y de igual forma, no saber cuándo volveré a ver a mis papás y a mis hermanos (Participante Foto-voz, Estudiante de Retorno).

Para otros jóvenes el regreso a México puede ser muy traumático y estresante. Así lo cuenta una joven, que, a pesar de lo doloroso de su retorno y de contar con doble ciudadanía, logró vencer sus temores y adaptarse a la vida en Sinaloa. Por lo menos, hasta el día que se realizó la entrevista, ha elegido vivir, formar su familia y trabajar en México.

A mi mamá le vendieron la idea de que México iba a crecer y que Estados Unidos iba a presentar una crisis económica […] ella empezó a invertir aquí en México, compró algunos bienes y raíces, ella se casa, vienen a México a querer hacer su vida y me traen sin preguntar […] mi mamá me dijo nos vamos de vacaciones, como en algunas otras ocasiones que veníamos a México, yo no sabía a qué venía y de una me dicen “nos vamos a quedar, te vas a meter aquí en la escuela”. Me sentí confundida, con ansiedad y miedo. Yo no sabía que pensar y opinar, eso era un pecado aquí, no sabía que no podías ser tú, que tenías que dejar de ser tú para poder pertenecer, fue ese choque cultural a una edad muy vulnerable y difícil para mí, en ese sentido fue una acumulación de cosas que necesitaba y no sabía cómo procesarla en ese momento (Entrevista, estudiante graduada de Psicología, doble ciudadanía, radica en México).

Para los jóvenes de retorno en México, contar con doble ciudadanía no les garantiza, en la experiencia que vivieron, gozar de beneficios tampoco en México.

Al final de cuentas, aunque tuviera CURP nunca me tocaban becas ni nada porque no era nacida en México, me decían que les tenían que dar prioridad a los nacidos aquí, y les decía, pero yo también soy pobre (Entrevista, joven con doble ciudadanía, egresada de la UAS, radica en Estados Unidos).

En Culiacán no soy lo suficientemente mexicana y acá no soy suficientemente gringa para todos. Me dicen que soy la más brown, la que más habla español y la que más sabe de la cultura mexicana (Entrevista, joven con doble ciudadanía, egresada de la UAS, radica en Estados Unidos).

3. Sienten arraigo a objetos, costumbres y personas en los dos países

Existen personas, vivencias, artistas, juegos y lugares en las vivencias de los jóvenes de retorno, que no están presentes en un joven que no ha migrado, lo cual permanece en sus recuerdos y van modelando sus arraigos, el sentirse “parte de”, como jóvenes criados en los dos lados de la frontera (Shinji y Sandoval 2016).

Cuando me asignaron la tarea de buscar cosas que representaran cosas de importancia para mí, por cuestiones de inmigración, me confundió un poco, ya que yo jamás me había sentido como uno. Sin embargo, rápidamente pude identificar varias cosas que marcaron un impacto fuerte en mí que no hubieran ocurrido de no haber sido yo un inmigrante. Una de ellas es el haber conocido a una de las personas más maravillosas que han existido en mi vida, su nombre era Ms. Bason. Esta mujer de edad avanzada fue mi tutora cuando yo llegué a Estados Unidos, pero más que mi maestra, fue mi amiga. Ella entendía que yo me sentía frustrado por el trato especial que recibía, que tenía miedo por no entender muchas cosas que un niño no tiene manera de entender y hasta cierto punto creo que sentía simpatía hacia mí por la situación en la que estaba. No sé qué es lo que fue, pero esa mujer marcó una gran parte de mi persona de una manera que pocos han logrado. Ella me regaló un retrato, me escribió una carta que tengo guardada y no pienso olvidar mientras viva (Participante de Foto-voz, Estudiante de Retorno).

Mi escuela en Estados Unidos era como esas que se ven en las películas, había toda clase de actividades extracurriculares, el ambiente era armonioso y el trato entre alumnos y maestros admirable. A veces pienso que mi experiencia de estudio en Estados Unidos fue muy bonita porque fue durante la etapa de la inocencia, sin preocupaciones, ni estigmas, ni prejuicios. Al ver mis anuarios de cuando estudiaba en Estados Unidos siento muy bonito porque esa experiencia forma parte de quien soy hoy en día, siento cierta nostalgia de todo lo que mi vida era en ese entonces. Jugaba futbol y era chica exploradora, recuerdo lo mucho que me divertía haciendo esas actividades (Participante de Foto-voz, Estudiante de Retorno).

La música, los juegos y los programas de televisión son un medio más que los jóvenes tienen para vincularse e identificarse como parte de un grupo. La migración y el retorno los enfrenta a otros grupos con otras preferencias en estos ámbitos, que los marca como diferentes o parte de algo.

Debido a que no convivía mucho con niños de mi edad, encontraba refugio en las caricaturas y los videojuegos. Pero más allá de encontrar un sustituto a la interacción humana, los videojuegos me acercan a las personas. Recuerdo que mis primeras interacciones con mis compañeros en ambos países eran respecto a los videojuegos populares de la época, o las caricaturas que veíamos en nuestra infancia (Participante de Foto-voz, Estudiante de Retorno).

Me hacían bullying porque yo no conocía las cosas populares, no conocía a Belinda, no miraba novelas y me preguntaban que te gusta o que hacía y me miraban feo; me acuerdo de que en ese entonces me nominaron como “la glorieta: la que todo el mundo le saca la vuelta”, porque había la más bonita, la más deportiva y ese premio también. Era algo súper normal que se daban en el día del estudiante. Era media rarita, no me gustaban las mismas cosas que a esos niños, pues, me gustaba escuchar otro tipo de música […] me gustaban los comics, luego hablaba bien pocho, era la torta de todos (Entrevista, joven con doble ciudadanía, egresada de la UAS, radica en Estados Unidos).

Una manifestación de sus apegos es que los jóvenes de retorno experimentan sentir orgullo o coraje cuando alaban o critican la cultura estadounidense.

Desde que llegué de Estados Unidos a México, por alguna razón me ha molestado mucho la declaración “Los estadounidenses no tienen cultura”, a pesar de no ser uno estadounidense, encuentro muy indignante esa proposición. Para mí no hay mejor cultura que aquella que se propaga y es adoptada por gente de todo el mundo. También me he encontrado en situaciones en las que tengo que explicar que la cultura estadounidense no se compone de marcas modernas como McDonald’s, Disney y Apple (Participante de Foto-voz, Estudiante de Retorno).

Con estas narrativas, los jóvenes nos muestran cómo van construyendo sus gustos, con qué se identifican, qué piensan, en quién confían como personas y quienes los han marcado en sus experiencias educativas y de vida. Es así como construyen su identidad, a medida que viven y conviven en los dos lugares, aprenden a comprenderlos, se van sintiendo parte de los dos países, comparten un cariño y agradecimiento por dos naciones y aprenden a construir sus espacios en el lugar de llegada.

4. Se forman una visión del mundo multicultural y se sienten parte de él

Otro de los aspectos encontrados en los jóvenes de retorno es que son sensibles y conscientes de la diversidad. Han aprendido a reconocer las diferencias sociales impuestas; han experimentado en carne propia o ajena la discriminación, las desigualdades y la exclusión; y han aprendido qué es ser tolerantes e incluyentes, lo vemos en estos testimonios.

Hice muchas amistades de todo tipo de razas y siempre me pareció fascinante que pudiéramos convivir a pesar de ciertas diferencias culturales, y sí, a pesar de que era muy pequeña tomaba en cuenta esas cosas porque cuando eres ilegal te las enseñan desde muy temprana edad. Para mi Estados Unidos es una gran parte de quién fui y en lo que me he convertido (Participante de Foto-voz, Estudiante de Retorno).

Haber vivido en Lancaster California y haber convivido con muchas personas afroamericanas cambió mi visión sobre la vida y el trato que tengo con otros individuos. Siento que de no haber sido así no comprendería las situaciones por las que otras culturas pasan y verme identificada con ellas. Haber asistido a un concierto de Kendrick Lamar, artista afroamericano quien a través de su música toca temas raciales y políticos que prevalecen hoy en día en esta región, ha tenido un gran impacto en mi vida con su forma de expresar su sentir (Participante Foto-voz, Estudiante de Retorno).

En sus narrativas, los jóvenes señalan la convivencia con personas de otras nacionalidades durante su experiencia migratoria en Estados Unidos, valoran la convivencia con otras culturas, lo que en definitiva los sensibiliza hacia las diferencias y los hace tolerantes, eso forma parte de lo que son; de su identidad.

5. Valoran y sienten orgullo por la educación en México y las oportunidades en Estados Unidos

Las fotos y narrativas nos muestran que el retorno es un choque emocional fuerte, pero pasados los años inician un proceso de valorar estar en México y acrecienta el sentimiento de pertenencia a la ciudad y su familia que reencuentran. Asimismo, desarrollan sentimientos de querer redituar cosas buenas a su país y querer corresponder a las oportunidades brindadas. Los estudiantes de retorno lo describen de esta manera:

Cuando recién migré de retorno, mi experiencia en México no era tan grata, sufría de bullying por parte de mis compañeros por mi acento, por mi aspecto y por simplemente no ser como ellos. Muchos años me sentí fuera de órbita por no encajar con la cultura sinaloense, y me sentía mal por no verme identificada con ella, así como no verme identificada con mis compañeros de clase. Ahora que curso mi último año de universidad he logrado valorar esa experiencia que tuve y que no debo pertenecer a nada porque mi vida no fue la misma a las de muchos de mis compañeros, he aprendido a respetar todo por lo que es y apreciar las cosas por lo que son. A veces las cosas, personas o situaciones no deben tener un molde o un margen, cada cosa, cada situación y cada persona crea su propio margen. Migrar de retorno ha sido lo mejor que me pudo haber pasado porque hacer un cambio radical en mi vida me hizo cambiar y madurar en todos los ámbitos, además que mi única oportunidad de estudiar está aquí en México y nada mejor que estar dentro de mi lugar de origen y valorar mi patria (Participante Foto-voz, Estudiante de Retorno).

Foto 3 Mi lugar de origen. 

Mi lugar de origen, el lugar que valoro mucho ser parte de y el lugar que más me ha enseñado. México es el lugar al cuál quiero contribuir para que crezca en todo ámbito. Aunque haya tenido esa experiencia de vivir en Estados Unidos a una temprana edad, me agrada mucho más la cultura mexicana y quiero ser parte de ella siempre, verla evolucionar y ser parte de esa evolución (Participante Foto-voz, Estudiante de Retorno).

Estos jóvenes tuvieron la posibilidad de crear vínculos en la universidad desde la dimensión afectiva-emocional, lo cual les ha generado un reconocimiento propio y de los otros. Esto implica apego y adhesión al grupo de pertenencia, un aspecto importante que incide en sus logros académicos. Los jóvenes han “reaprendido” las normas sociales y costumbres locales, manifestando que se sienten adaptados a su entorno. El retorno les ha permitido cuestionar y evaluar su vida de los dos lados de la frontera, encontrando aspectos positivos de su estancia en los dos países. Es destacable el amor y deseo de contribuir a mejorar al entorno que han regresado.

Para uno de los jóvenes entrevistados, estudiar en la UAS le brindó una plataforma para reemigrar a Estados Unidos, con base en la movilidad estudiantil. Ya que mientras estudiaba en la UAS pudo conseguir una visa de estudiante e irse de movilidad a la Universidad de Nuevo México, becado por la Universidad. Ya graduado, logra regresarse con sus padres a Phoenix y desde ahí solicitar beca para estudiar doctorado en la Universidad de Arizona (UofA), actualmente radica en Tucson, con visa de estudiante y becado por la UofA.

Otro caso de nuestros entrevistados nos ilustra cómo el regresar a México le permitió estudiar, construir una familia y dedicarse a la psicología en Sinaloa.

No me siento diferente, pero si siento que me ha enriquecido como persona, eso me ha ayudado de manera personal tanto como profesional, con mis pacientes adolescentes o adultos. No sé si en su momento fue la mejor decisión, he aprendido que con lo que tengo hacer lo mejor. En su momento ella (su madre) creía que era la mejor opción; esa fue su decisión, traerme a México, y no sé qué hubiera sido de mí si yo me hubiera quedado en Estados Unidos. Es diferente, haber estudiado acá me abrió el mundo, culturalmente allá tú puedes ser lo que quieras ser. Estudiar aquí me abrió otro mundo y creo que ha sido como un complemento. No puedo elegir entre uno de ellos, cada uno de ellos me aportó para ser la persona que soy ahorita (Entrevista, Egresada de Psicología, doble ciudadanía, radica en Culiacán).

En sus planes a futuro no se encuentra mudarse al país vecino dado que su vida familiar, social, académica y laboral se encuentra aquí; sin embargo, buscó que su hija naciera allá para darle la oportunidad de elegir en donde quiera vivir en su futuro. Explica que a pesar de que Estados Unidos es un país de oportunidades y mejor calidad de vida, hacer una vida allá no es garantía de éxito, y lo dice por experiencias de sus familiares y amigos radicados allá.

Conclusiones

Los jóvenes migrantes de retorno comparten características comunes, como el dominio del idioma inglés, sus deseos de estudiar y concluir una licenciatura, una visión más amplia de su entorno marcada por sus trayectorias migratorias, los mismos problemas de adaptación en la escuela en México y los mismos miedos, incluso algunos comparten una doble nacionalidad, pero sobre todo, consideramos que estos jóvenes comparten un fondo de identidad y experiencias, las cuales es imperativo conocer y reconocer sus fortalezas para poder visibilizarlas y utilizarlas, no sólo en el aula, sino en la vida colectiva de la sociedad. Son jóvenes con un sentimiento de pertenencia a ambos países y un agradecimiento al país donde recibieron educación universitaria, quienes en determinado momento pueden reemigrar a Estados Unidos e influir en esa sociedad, formando parte de su dinámica económica, política y social.

Al lidiar con la incertidumbre y conflicto en ambos contextos; en su condición de indocumentados en Estados Unidos y de ciudadanos plenos, pero con oportunidades limitadas en Sinaloa, recurren a sus experiencias como migrantes, lo cual les da fortalezas como individuos resilientes, tolerantes, sobrevivientes en contextos adversos, reconociéndose como personas diferentes por ser migrantes, características que no son fácilmente detectadas en las aulas universitarias y estos fondos de conocimientos son silenciado o ignorados, por consiguiente desaprovechados.

La construcción de su sentido de pertenencia y arraigo no está siendo edificado sin conflicto, han tenido que ceder y también imponer su identidad compuesta transnacional, transgeneracional y transculturalmente, aspectos que demandan más investigaciones en distintos contextos mexicanos. Existe conciencia entre los jóvenes de que su experiencia migratoria les plantea una realidad particular, desventajosa la mayoría de las veces, debido a que se tienen que adaptar a una sociedad que desconocen, donde no dominan el idioma, no se sienten “parte de” y tienen que aprender a conducirse en ese nuevo contexto social, educativo y familiar. Bajo esta realidad que reconocen, los jóvenes se identifican con otros nativos o migrantes que viven realidades similares a las de ellos, encuentran coincidencias en las diferencias. La experiencia de migrar ha marcado sus intereses, su manera de autopercibirse, su manera de ser y percibir el mundo. Conocer otro idioma y haber convivido con otras culturas es algo que valoran y extrañan, pero también los ha formado como seres humanos tolerantes y respetuosos de la diversidad. Asimismo, haber estudiado la universidad en México, de manera gratuita en los casos analizados, los hace tener un agradecimiento hacia México como el país de las oportunidades de educación.

Los recuerdos y vivencias resaltados en las narrativas de los jóvenes nos permiten asomarnos a la construcción de su identidad como jóvenes transnacionales. Si bien, en un primer momento, sus narrativas aluden a la memoria individual, también es posible vislumbrar, a través de lo dicho, aspectos de lo colectivo que nos permiten visualizar los grupos desde los cuales hablan como la familia, generación y nación.

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Notas

1En esta investigación se aplicó una encuesta representativa en 167 escuelas primarias. De las escuelas seleccionadas, 134 son públicas y 33 privadas. Asimismo, 109 son de turno matutino, 50 de turno vespertino y 8 de tiempo completo (Herrera 2017).

2La UAS oferta Licenciatura, Bachillerato, Técnico Superior Universitario, Posgrado y Enseñanzas Especiales, el total de matrícula para el ciclo 2018-2019 es de 166,458 estudiantes.

3Una discusión más amplia sobre esta técnica metodológica se realizó en la publicación: Montoya, Herrera y Ochoa-O'Leary “Foto-voz como técnica de investigación en Jóvenes Migrantes de Retorno. Trayectorias migratorias, identidades y educación”. Empiria. Revista de Metodología de Ciencias Sociales (45) (enero-abril 2020): 15-49.

Recibido: 12 de Septiembre de 2019; Aprobado: 06 de Marzo de 2020

Erika Cecilia Montoya Zavala

Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara. Posdoctorado en la Universidad de Arizona. Adscripción institucional: Universidad Autónoma de Sinaloa. Líneas de investigación: Migración de retorno, género y empresas de mujeres. Últimas publicaciones: 2020. Erika Montoya Zavala, Martha Herrera García y Anna Ochoa-O’Leary, “Foto-voz como técnica de investigación en jóvenes migrantes de Retorno. Trayectorias migratorias, identidad y educación. Empiria, Revista de Metodología de Ciencias Sociales (45): 15-49. ISSN: 1139-5737, DOI/ empiria.43.2020.26303; 2019. Alejandra Ibarra Ruelas y Erika Montoya Zavala, “Agencia Empresarial Femenina. Inmigrantes latinas en Homestead, Miami”. En Economías urbanas y vida cultural, coord. Guillermo Ibarra Escobar y Judith Ramos. Investigaciones transdisciplinarias. México: Juan Pablos Editores; 2019. Martha Herrera y Erika Montoya, “Child Migrants returning to Culiacán, Sinaloa, México. A Familial, Educational, and Binational Challenge”. Revista Ánfora 26(46): 137-161. Universidad Autónoma de Manizales. ISSN 0121-6538 / e-ISSN 2248-694

Martha Cecilia Herrera García

Doctora en Estudios Regionales con énfasis en América del Norte por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Investigadora visitante en la University of Arizona durante 2014. Profesora-investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Baja California, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel I. Líneas de investigación: migración, migración de retorno, reinserción laboral y educativa de familias retornadas. Sus publicaciones más recientes: Erika Montoya, Martha Herrera y Anna Ochoa-O’Leary. 2020. “Foto-voz como Técnica de Investigación en Jóvenes Migrantes de Retorno. Trayectorias migratorias, identidad y educación”. Empiria (45): 15-49; Martha Herrera y Erika Montoya. 2019. “Menores migrantes de retorno en Culiacán, Sinaloa, México. Un reto familiar, educativo y binacional”. Ánfora 26(46): 137-161. Martha Herrera y Erika Montoya. 2017. De regreso al terruño. Estrategias de reinserción educativa y laboral de familias migrantes de retorno y menores binacionales. Universidad Autónoma de Sinaloa. ISBN 978-607-737-214-1.

Iliana Danitze Jiménez Diaz

Maestra en Ciencias Sociales con especialidad en Desarrollo Social y Trabajo por la Universidad de Guadalajara. Estudiante de doctorado en Estudios Regionales con énfasis en América del Norte en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Sus líneas de investigación giran en torno al retorno, jóvenes y género. Publicaciones: En prensa. “El proceso migratorio de jóvenes transnacionales: Historias de vida, trayectorias escolares e inserción laboral”. En Impacto de la política migrante en niños, niñas y adolescentes migrantes: origen, tránsito y retorno. Enfoque regional-fronterizo. Valdez Gardea, Gloria Ciria y Rodríguez Gutiérrez José Guadalupe (2019); “Migración de retorno en la Zona Metropolitana de Guadalajara: retorno educativo y socialización”. Internacionales. Revista en Ciencias Sociales del Pacífico Mexicano 4(7) (2018): 144-172. ISSN 23959916; “Jóvenes migrantes de retorno. Proceso de socialización en el contexto escolar”. En Migraciones globales redes sociales y construcción de espacio público de Migrantes Transnacionales. Ismael García Castro y Ernesto Sánchez Sánchez, 65-78. Sinaloa: Red Iberoamericana de Academias de Investigación A.C, 2018. ISBN 9786078617036.

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