La historia de los desplazamientos humanos ha sido observada desde distintos puntos por los estudiosos de la migración y su evolución va de la mano con el desarrollo de la humanidad. Por su parte, la sociedad civil, los gobiernos y los académicos tienen enfoques y objetivos diversos al momento de abordar el fenómeno. Unos lo hacen para diseñar e implementar políticas públicas; otros, para proponer acciones y alternativas concretas que permitan el diálogo entre los gobiernos y la sociedad civil; los más, buscan que se respeten los derechos humanos de los migrantes y comprender las causas de sus desplazamientos. Ricardo Domínguez Guadarrama, especialista en relaciones internacionales y en el estudio de las migraciones de lo global a lo local en América Latina y el Caribe, es Investigador de Tiempo Completo en la Unidad Académica de Estudios Regionales de la Universidad Nacional Autónoma de México, sede Jiquilpan. Actualmente, Domínguez Guadarrama discute el fenómeno migratorio en la zona centro-occidente de México desde una perspectiva global concentrándose en los efectos de la migración en su doble vía, tanto de expulsión como de retorno. Con una larga experiencia dentro del mundo diplomático, en este texto, el autor aborda el tema de la migración y lo relaciona con el contexto neoliberal y la globalización propias de finales del siglo XX, al tiempo que estudia sus efectos en los planes nacionales y estatales de desarrollo en México.

Desde la introducción del libro, Domínguez Guadarrama nos lanza su hipótesis central: estamos ante una “nueva era migratoria” en donde la implantación de la política económica de libre mercado genera un aumento del desempleo y del empleo informal, una disminución en los ingresos de las familias y un incremento exponencial de la pobreza extrema en América Latina, incluido México. En consecuencia, esto ha aumentado el flujo migratorio, cambiado los patrones de desplazamiento y modificado las características de los migrantes.

El libro está dividido en dos partes: “La migración de lo global a lo local” y “México: introspección sobre la migración”. En la primera parte, Domínguez estudia el fenómeno migratorio desde lo global, entendiendo su relación con el sistema de producción capitalista neoliberal y explicando cómo éste ha facilitado la apertura de las fronteras internacionales para el libre tránsito de los productos, pero no de las personas, consiguiendo con ello que la migración constituya un problema de seguridad nacional que, según el autor, podría solucionarse desde un nuevo diseño de políticas internacionales en que se favorezcan las migraciones circulares. Como punto clave de este apartado se analiza la migración calificada como consecuencia de la implantación del modelo neoliberal en América Latina en el perfil de los migrantes, dejando claro que Estados Unidos no aprovecha a los migrantes calificados en toda su potencialidad al no reconocer la formación académica que éstos han logrado en sus países de origen. Para ejemplificar este punto, el autor analiza el caso mexicano, en general, y el michoacano, en particular.

En la segunda parte del libro, el lector encontrará un análisis pormenorizado de los efectos de la migración dentro a la agenda nacional mexicana en los últimos 30 años (1980-2010), pues, como el mismo autor declara “A cada época y tiempo le corresponde una explicación distinta”. En este apartado de nuevo se analizan México, en general, y Michoacán, en particular, pero desde la perspectiva de sus diferentes niveles de gobierno. El foco está en rastrear la presencia del tema migratorio en los Planes Nacionales de Desarrollo (PND), en la agenda bilateral entre México y Estados Unidos, y en la política exterior mexicana. En cuanto a la construcción del migrante dentro de la política de gobierno se observan, grosso modo, dos enfoques: el económico y el psicológico. En el primero, la estructura económica internacional determina la movilidad interna o externa de la mano de obra. En el segundo, la decisión de migrar está dada por decisiones individuales. Domínguez Guadarrama es enfático en declarar que ambas visiones no han dejado de retroalimentarse y que la observación de la migración y el migrante dentro del ejercicio de la gobernanza es un valor que adquiere preponderancia en tiempos electorales, en especial, para Estados Unidos.

Con una amplia bibliografía actualizada, y un particular escrutinio de los planes y programas de desarrollo mexicano desde una perspectiva comparada de lo global a lo local, el texto de Ricardo Domínguez Guadarrama es resultado de una investigación de la que fue responsable en 2011 con el apoyo del Programa UNAM-DGAPA-PAPIIT 26-IA300114, titulada “México: política migratoria e impacto en la región Lerma-Chapala, Michoacán, 1980-2010”. Sin embargo, aunque el libro ofrece una revisión detallada de la migración en el contexto global de América Latina, así como un estudio puntual de la situación migratoria calificada en México; el ámbito local, correspondiente al caso michoacano, está levemente bosquejado. Esto se debe en gran medida a un factor externo a la investigación presentada por el autor y que él mismo reconoce: no se cuenta con un registro o censo consistente, permanente y actualizado que arroje datos sobre el perfil de los migrantes, por tanto, Domínguez Guadarrama sólo puede lanzar conjeturas preliminares con base en la información disponible y decir que si bien el número de michoacanos migrantes ha disminuido 32 % de 1995 a 2008, el número de migrantes con estudios profesionales provenientes de la misma región ha incrementado 92.2 % en el mismo periodo. Con respecto a los planes y programas de desarrollo, Domínguez apunta el impacto que han tenido programas institucionales que han influido en el desarrollo de una política migratoria michoacana de carácter positivo, por ejemplo, la Iniciativa Ciudadana 3 x 1, pero con respeto a esto el autor estudia poco los efectos de estos programas al interior de la comunidad michoacana, declarando que en apariencia lo fundamental para el gobierno michoacano es solamente que se mantengan los vínculos entre los migrantes y sus familias en sus lugares de origen, que se institucionalice la relación de la comunidad mexicana migrante en Estados Unidos y México, y que se genere un clima de expectativa atenta frente al fenómeno de la migración en general. Salta a la vista que el texto no abone al estudio de la migración calificada de retorno ni problematice el impacto de la migración centroamericana no calificada en las comunidades predominantemente purépechas, ya que éstos son dos fenómenos crecientes en el territorio michoacano.

El texto concluye apuntando que el estudio de la “nueva era migratoria” trae consigo la necesidad de ampliar el análisis de la migración, ofreciendo nuevos enfoques de comprensión en donde se analice cómo las políticas económicas, que aplican los países desarrollados sobre los que se encuentran en vías de desarrollo, causan efectos en el corto plazo, limitando el crecimiento y sostenibilidad económica de éstos y favoreciendo así el desplazamiento de sus habitantes. Cabe aclarar que, bajo esta lógica, los migrantes se han convertido en botín de políticos y en moneda de cambio en las campañas electorales. En este sentido, un libro como el de Ricardo Domínguez Guadarrama resulta una herramienta vital para la comprensión del uso de la migración dentro de la política internacional mexicana. El lector encontrará una forma accesible para conocer cuál ha sido la posición nacional a lo largo de la era neoliberal del gobierno mexicano ante la migración y los migrantes.