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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.36 no.141 Zamora mar. 2015

 

Sección general

Crítica, desde la historia, a la reconstrucción lingüística diacrónica

A critique, from history, of diachronic linguistic reconstruction

Critique, depuis l'histoire, de la reconstruction linguistique diacronique

Víctor de la Cruz1  * 

1CIESAS, Unidad Pacífico-SUR


Resumen:

En este artículo el autor, desde la historia y la lógica, critica la reconstrucción lingüística fonológica de hipotéticas protolenguas. En el caso de las lenguas zapotecanas, la crítica parte de los errores cometidos por varios lingüistas en la reconstrucción del protozapoteco, en donde dos lingüistas en particular llegan a excesos especulativos para negar, mediante su hipótesis reconstructiva, la presencia documentada de un fonema en las lenguas contemporáneas de la familia zapotecana.

Palabras clave: Lingüística; historia; fonología; reconstrucción; zapoteco

Abstract:

The author of this essay sets out from the perspective of history and logic to present a critique of linguists' phonological reconstruction of hypothetical proto-languages. For the case of Zapotec tongues, his criticism centers on errors made by various linguists while reconstructing proto-Zapotec. Specifically, two scholars resorted to speculative excesses to negate, based on their reconstructive hypothesis, the documented presence of the phoneme in contemporary languages of the Zapotec family.

Keywords: linguistics; history; phonology; reconstruction; Zapotec

Résumé:

Dans cet article, et depuis l'histoire et la logique, l'auteur critique la reconstruction linguistique phonologique d'hypothétiques protolangues. Dans le cas des langues zapotèques, la critique part des erreurs commises par divers linguistiques dans la reconstruction du proto zapotèque. Certains arrivent à des excès spéculatifs pour nier, grâce à leur hypothèse reconstructive, la présence documentée d'un phonème dans les langues contemporaines de la famille zapotèque.

Mots clés: Linguistique; histoire; phonologie; reconstruction; zapotèque

En una discusión que Noam Chomsky sostuvo con Michel Foucault sobre una supuesta naturaleza humana común que, hipotéticamente, tendríamos todos los seres humanos y que nos permitiría reconocernos como tales, Chomsky afirmaba que podemos especular respecto al futuro, pero no sobre el pasado: "Del mismo modo -dice-, pienso que es posible observar el pasado sin distorsionarlo".1 Desde luego que esto es lo deseable, pero no siempre sucede así, porque las disciplinas históricas no pueden verificar directamente sus enunciados y sólo lo pueden hacer indirectamente; lo cual ha llevado a algunos historiadores y a los lingüistas que se dedican a la lingüística diacrónica a pecar contra la lógica en la interpretación de los hechos; y, en algunos casos, a sustituir las evidencias históricas por hipótesis o, de plano, por simples especulaciones.

De acuerdo con Rudolf Carnap, tenemos que distinguir entre dos órdenes de verificación de los enunciados científicos o de la vida cotidiana: directa e indirecta: "Si el problema se refiere a un enunciado que afirma algo respecto a una percepción actual, por ejemplo: 'En estos momentos yo veo un cuadro rojo sobre un fondo azul', entonces el enunciado puede probarse directamente por medio de mi percepción actual". La verificación de este tipo de enunciados es directa y es claro que los enunciados de la lingüística diacrónica reconstructiva no son de este tipo. Los enunciados de esta disciplina son de verificación indirecta: "Un enunciado E que no es verificable directamente sólo puede ser verificado mediante verificación directa de enunciados deducidos de E, conjuntamente con otros enunciados ya verificados".2

Si en estas investigaciones posteriores todos los casos resultan ser positivos, la certidumbre del enunciado E1 gradualmente crece. Pronto llegaremos a un grado de certidumbre absoluta. El número de casos deducibles de E1 mediante la ayuda de otros enunciados ya verificados o directamente verificables es infinito. Por lo mismo, siempre hay la posibilidad de encontrar un caso negativo en el futuro, a pesar de lo pequeña que pueda ser su probabilidad.3

A este último tipo de enunciados o proposiciones, de acuerdo con Carnap, se les denomina hipótesis. Por supuesto, las hipótesis no son hechos ni leyes científicas, sino propuestas de los investigadores para explicar determinados hechos y sus relaciones con otros en el mundo real; por lo tanto, no pueden sustituir a los hechos, que son evidencias, ni a las leyes científicas que explican esos hechos. En el caso específico de la historiografía, un filósofo de la historia plantea el problema de la verificación de los enunciados o proposiciones historiográficas en los siguientes términos:

La verificación de las proposiciones historiográficas es lo que plantea un problema peculiar. En la medida en que lo histórico es lo pasado, no es posible un conocimiento directo de la conformidad con ello de las proposiciones que lo proponen. El conocimiento y la verificación indirectos, únicos posibles son los que se esfuerzan por proporcionar la investigación, la crítica y la interpretación.4

En lingüística histórica comparativa a las palabras emparentadas en lenguas contemporáneas, cuya existencia como hechos lingüístico es verificable, además de que son las "fuentes" que sirven para la reconstrucción fonológica, se les llama "reflejos" de la protolengua; aunque ésta, resultado de la reconstrucción, es hipotética; pero la lingüística diacrónica comparativa invierte la relación entre ambas. Es como si dijéramos, cuando alguien se mira en un espejo, que lo real es la imagen reflejada en el espejo y la persona que se mira en él es un reflejo de esa imagen.

Por supuesto que hay lingüistas que son conscientes de las limitaciones de la reconstrucción fonológica diacrónica y no ignoran los datos lingüísticos ni pretenden sustituirlos con hipótesis que no son verificables, como es el caso de Karen Dakin:

Creo que es importante recordar que en la reconstrucción lingüística, lo que tratamos de hacer es crear armazones que sean tan sistemáticos como sea posible; pero uno siempre está tratando con hipótesis basadas en datos lingüísticos empíricos que se han conservado para que nosotros tengamos en cuenta tanto las fuentes históricas como las lenguas modernas; y que la situación más probable es que nunca seremos capaces de tener toda la evidencia que necesitamos, por ejemplo, de idiomas claves que desaparecieron sin dejar huella alguna. Por esta razón, todas las propuestas para las reconstrucciones uno pensaría, en el mejor de los casos, podrían ser consideradas como hipótesis y no como absolutos.5

Recordemos que la lingüística histórica comparativa nació con el problema de los orígenes de los indoeuropeos. "Conociendo las reglas que gobiernan la transmutación de los sonidos, la reconstrucción podía producir la palabra madre" escribe Colin Renfrew;6 pero igualmente plantea el problema de la legitimidad de reconstruir una protolengua indoeuropea a partir de lenguas afines conocidas.7 "Cuando se trata de una lengua no escrita es esencial retroceder desde lo que se conoce y se comprende hasta lo desconocido. Hasta qué punto es posible hacerlo, y con qué métodos, constituye el quid de la cuestión".8

En el caso de la familia zapotecana, la primera reconstrucción del protozapoteco fue realizada por la lingüista María Teresa Fernández de Miranda. Los resultados permanecieron inéditos durante varios años y sólo fueron conocidos por unos cuantos amigos de la autora, trabajo que finalmente fue publicado bajo el título de El protozapoteco, gracias a dos editores que tuvo en dos momentos históricos distintos: el primero, a cargo de Doris A. Bartholomew; el segundo y quien finalmente logró dar a la luz la obra, Michael J. Piper. Es decir, la autora no concluyó la obra, como ya se dijo y ella hubiera querido seguramente; y fue sobre todo Michael Piper quien le puso el punto final y la mandó a la imprenta. De las causas del retraso de su publicación y sus méritos nos enteramos por el prólogo que escribió Doris A. Bartholomew desde marzo de 1970:

En el año escolar de 1965-66 tuve el privilegio de platicar en varias ocasiones con la maestra Fernández sobre la reconstrucción, que estaba en las últimas etapas de análisis y descripción. [...] Cuando tuve que salir para enseñar en el Instituto Lingüístico de Verano en Oklahoma, en junio, ya se había empezado a mecanografiar el manuscrito. Desgraciadamente, en unas cuantas semanas la maestra María Teresa Fernández de Miranda falleció debido a una enfermedad que había padecido por varios años.9

En otras palabras, esa obra llegó hasta nosotros con un retraso de casi treinta años, porque la primera lingüista mexicana había muerto prematuramente a causa de una enfermedad que le impedía exponerse a la luz del sol, según la información que nos proporciona Leonardo Manrique en la presentación que hace de ella.10 Dadas las condiciones de salud de Fernández de Miranda, Manrique nos habla de su método de trabajo en tales condiciones: "Comenzó requiriendo largas listas de amigos suyos del Instituto Lingüístico de Verano que trabajaban con variantes del zapoteco". Y cuando en el proceso de trabajo surgieron dudas: "consultó a quienes le habían proporcionado los materiales, a veces en persona -quienes estaban en la ciudad de México o pasaban por ella y la visitaban- muchas otras por correspondencia".11

No obstante su enfermedad, la autora siguió trabajando hasta días antes de su muerte. Resumiré enseguida las razones que da Michael Piper sobre la importancia de la obra: "Primero es el trabajo más amplio que tenemos sobre la reconstrucción del protozapoteco: cuenta con aproximadamente 430 conjuntos de cognadas, considerablemente más que las reconstrucciones ya publicadas".12 Segundo, son varios los autores que se han basado en el manuscrito de Fernández de Miranda para sus propios estudios. Tercero, la publicación del trabajo de Fernández de Miranda puede servir de base para la iniciación de futuros trabajos de investigación.13

Anotadas las razones de la importancia de la publicación de El protozapoteco, queda la tarea de su actualización a quienes se dedican a la lingüística histórica y comparada, uno de ellos, Piper, agrega algo que es aplicable a todo trabajo de investigación: "Dicho todo esto, es importante notar que el trabajo de Fernández no representa un análisis definitivo y monolítico, sin posibilidades de corrección.

La misma maestra reconoció las deficiencias de su trabajo".14 Por eso haremos referencia a algunos problemas de algunas de sus reconstrucciones, a partir del conjunto de cognadas con las cuales ella trabajó, y a otros por las limitaciones propias de la metodología de la reconstrucción lingüística diacrónica o por el estado del arte en ese momento, como lo sugiere Smith Stark:

Es factible ahora, gracias a la publicación del corpus, que otros completen los datos respecto a variantes adicionales y que los incorporen en la reconstrucción, o que rectifiquen los datos de Fernández de Miranda, puesto que muchos de ellos vienen de estudios iniciales o preliminares de las lenguas incluidas.15

Esta situación inconclusa de la obra se nota en algunas partes como, por ejemplo, en la reconstrucción de las consonantes. En el examen de la evolución de la *g propuesta por Fernández de Miranda tenemos una reconstrucción falsa: buey *'go?oNa,16 término que actualmente se refiere al trabajo del hombre con la yunta para arar la tierra, pero que en la época prehispánica sólo se refería al trabajo humano, pues los bueyes fueron traídos por los españoles; trabajo registrado por Córdova mediante un verbo en su forma habitual: "Barbechar la heredad. Tànaya. En el diidxazá de Juchitán esta forma derivaría en raana': "barbechar", "rozar", "limpiar el terreno", según el Vocabulario recopilado por Velma Pickett,17 cuya forma sustantivada es guendaraana'.

Esta reconstrucción espuria se repite en Smith Stark y López Cruz,18 quienes reconstruyen "buey" como *'go?oNa; cuya existencia en el zapoteco de San Pablo Güilá está documentada como gu?n, una forma sustantiva.19 ¿A qué se debe la actitud acrítica de estos autores frente al método de la reconstrucción fonológica, sin reparar en el error y el contexto histórico y cultural en que llega el buey a Mesoamérica? ¿No es precisamente dicha fidelidad al método puro, sin la colaboración de otras disciplinas, la causa del error?

Otros dos ejemplos de reconstrucción espuria vienen del ámbito religioso. El primero es "ídolo", concepto introducido por los frailes con sentido despectivo para descalificar la representación de los dioses mesoamericanos en piedra y madera, registrado en el zapoteco de Córdova como pitòo yaga, pitào quie, cuya traducción literal al español es "dios de madera", "dios de piedra"; frases usadas para traducir el término castellano "ídolo" al zapoteco; como si los binnigula'sa' o antiguos zapotecos no supieran que tales objetos sólo eran representación de sus dioses. Fernández de Miranda reconstruye este concepto cristiano en el protozapoteco con el término *'dawa? (antep. bi-) a partir de un conjunto de cognadas tomadas del chatino, ho?o; zapoteco de Atepec, beto?, demonio; zapoteco de El Rincón, bu'do?; Villa Alta, bedao?; Istmo, bedo?; y Cuixtla, mdo?; cuya significación actual en todos los casos es santo, excepto en Atepec, donde significa demonio.20 Pero en la época prehispánica pitao significaba "dios", no santo ni ídolo, que son significados productos de la colonización religiosa.

El otro ejemplo es *'šuzV para "sacerdote" con base en el juego de cognadas usado por la autora.21 En este caso, como en el anterior, lo que tenemos es un desplazamiento del significado original prehispánico en el contexto colonial; pero aquí la carga positiva de "padre" en el sentido biológico se traslada al "padre de la iglesia" o "sacerdote", hecha por los frailes y sacerdotes para su beneficio; pues en las fuentes históricas tenemos documentados los equivalentes de las funciones sacerdotales de otra forma. Córdova registra: 1. "Papa o sacerdote del demonio, que solo el entraua en sus sanεta sanεtorum do estauan los ydolos a ofrecer sacrificio. Huíatào, vuijatáo" 2. "Papa o sacerdote otro menor. Huezáèche, huezáychi, huezáyèche". 3. "Monje solitario. Còpapitào. 4. "Abad prelado de monjes. Pixòce". En relación a esta última reconstrucción, Smith Stark, comenta:

Fernández de Miranda lo reconstruye para el protozapoteco como *(bi) šuzV(-RV) con el significado de "sacerdote", lo cual me parece muy dudoso. En primera instancia fue "padre". Considero que el significado de "sacerdote" fue una extensión postconquista al modelo del español.22

En los tres ejemplos anteriores la reconstrucción fonológica puede estar técnicamente bien hecha; pero el error consiste en ignorar el desplazamiento de los significados originales a nuevos significantes o referentes dentro del contexto histórico colonial. En ese sentido, debemos tomar en cuenta las observaciones de Wittgenstein a propósito de lo que se llama error, cuando afirma en sus Comentarios sobre La rama dorada:

Hay que empezar por el error y conducirlo a la verdad. Esto es, hay descubrir la fuente del error, pues de otra manera no nos sirve para nada oír la verdad. Ella no puede penetrar cuando otra cosa ocupa su lugar. Para convencer a alguien de la verdad no basta constatarla, sino que es preciso encontrar el camino que conduce del error a la verdad.23

Renfrew plantea el problema del investigador con las evidencias lingüísticas en el caso de las lenguas desaparecidas y las no escritas: "No puede eludir el dilema fundamental con que se enfrenta todo estudio de los orígenes primitivos de una lengua: que existe muy poca evidencia lingüística directa hasta el momento en que la lengua adopta por primera vez la forma escrita". Dice Renfrew que esta escasez de evidencias lingüísticas directas llevó a una "desenfrenada especulación", hasta que a mediados del siglo XIX surgió una alternativa a la "especulación reinante": "el estudio de los restos materiales, utilizando técnicas de esta disciplina recién estrenada".24 Se refiere por supuesto a la arqueología.

Me parece que podríamos plantear el problema del estudio de protozapoteco, en términos parecidos a los empleados por Renfrew en el planteamiento de la problemática del estudio del protoindoeuropeo:

Si existieron realmente movimientos importantes de poblaciones primitivas, responsables quizá de esta distribución de lenguas tendrían que verse reflejado en el registro arqueológico y formar parte la historia que cuentan los arqueólogos. Si, por el contrario, la explicación no se halla en los movimientos de los pueblos y las semejanzas entre las distintas lenguas fueron el resultado de los contactos entre las distintas áreas -acaso a través del comercio, o de los intercambios matrimoniales-, entonces el registro arqueológico, interpretado adecuadamente, también debería reflejarlo.25

Un lingüista que parecía ser partidario de la colaboración interdisciplinaria es Terry Kaufman, quien, en la "Introducción metodológica" a un ensayo sobre las "Correlaciones arqueológicas y lingüísticas en tierras mayas y áreas asociadas de Mesoamérica", afirma:

El propósito de este artículo es describir algunos de los caminos en que los estudios de la lingüística histórica comparativa, arqueológicos y etnohistóricos pueden ser integrados para proveer una reconstrucción más completa de la historia cultural de un área particular que cada uno independientemente.26

Una página adelante insiste en el paralelismo entre el trabajo del lingüista y del arqueólogo para recalcar la necesidad de la colaboración interdisciplinaria:

Una clasificación y reconstrucción lingüística es nada menos que una teoría o historia de la diversificación de un grupo de lenguas. [...] El objetivo del arqueólogo con su material es similar de varias maneras al del lingüista comparatista, y tampoco puede ignorar el trabajo del otro cuando la información está allí.27

Desde el lado de los arqueólogos que han trabajado en Oaxaca, también hubo críticas a la falta de colaboración interdisciplinaria entre la arqueología y la lingüística, formuladas en 1976 por John Paddock en la ponencia titulada "Problemas comunes de la lingüística y la arqueología en Oaxaca", donde hacía la misma pregunta que hago hoy: "¿Concuerdan las inferencias de la dialectología zapoteca con los datos arqueológicos?"28

No obstante, los propósitos declarados de apoyarse en los resultados de otras disciplinas como la arqueología y la etnohistoria, en el mismo año de 1976, encontramos una reconstrucción fonológica espuria en un trabajo que Kaufman elaboró con Campbell, donde postulan la hipótesis de que la lengua de los olmecas habría sido una protolengua mixe-zoqueana, entre otras razones por los supuestos préstamos que éstas dejaron en las lenguas mesoamericanas. En su lista de préstamos encontramos que el diidxazá supuestamente tomó prestada de las lenguas mixe-zoqueanas el término tou' para "guajolote".29 Efectivamente en el diidxazá del sur del Istmo encontramos este préstamo, pero más probablemente como resultado de la convivencia que los binnizá tuvieron con los nahuas en la costa del Golfo de México desde el Postclásico; pues según "Relación de la Provincia de Coatzacualco", había diferentes lenguas en esta provincia; y si en general se hablaba el "mexicano corrupto"; también se hablaban "popolucas, y mixtecos y zapotecas".30

Según el Vocabulario de Alonso de Molina, "Gallina" era ciuatotolin o totolin. Este término prestado a otras lenguas había cambiado en la primera mitad del siglo XX: en el náhuatl del norte del Istmo, Coatzacoalcos y Minatitlán, Veracruz, en totóli (Cosoleacaque); en popoluca de Soteapan era tú?nuk; en mixe de Guidxicobi era tutk y en zoque Santa María Chimalapa túnuk.31 Ahora bien, es más probable que estas palabras para "guajolote" en estas lenguas sean apócope o amputación de las sílabas finales del totolin náhuatl del siglo XVI, de donde derivó el totóli de Cosoleacaque, el tou' de Juchitán, asimilado por las lenguas mixes con los términos que empiezan por la sílaba tu. Inclusive este préstamo pudo haberse incorporado al diidxazá de esa región tardíamente, en la primera mitad del siglo XX, cuando otros binnizá o zapotecos del sur del Istmo emigraron nuevamente a la costa del Golfo atraídos por la explotación petrolera.

El nombre del guajolote en diidxazá está registrado por Córdova en las entradas para "gallina defta tierra" como pétehualáche, pére záa, "porque es zapoteca"; y "gallo defta tierra", pète nigòla. Que el préstamo fue resultado del contacto con el náhuatl del norte del Istmo lo prueba el hecho de que actualmente en varias regiones donde se hablan lenguas de la familia zapoteca, el nombre para esta ave procede de palabras emparentadas con las equivalencias dadas por Córdova para la entrada "gallo defta tierra": en Mitla bedgool, bedcol;32 en la región de Zoogocho es bechjw ngol;33 en la Sierra Juárez, berudi;34 en Yatzachi, bechhw ngol.35

Además, es posible que los hablantes de las lenguas proto mixe-zoqueana ni siquiera habrían tenido en su léxico un término para guajolote antes de diversificarse, considerando las fechas de su separación y diversificación; porque al parecer los hablantes de dichas lenguas no conocieron esta ave o la conocieron tardíamente. De acuerdo con un estudio sobre los animales domésticos en Mesoamérica, el guajolote (Meleagris gallopavo) silvestre aparentemente "habitó los bosques templados de la Sierra Madre Occidental, del centro de México y de la Sierra Madre Oriental"; y en algún punto de esta franja se inició su domesticación en el Preclásico; pero fue hasta el Periodo Clásico cuando su distribución llegó a la franja ístmica,36 época histórica en que ya había desaparecido la cultura olmeca y se habría dado la separación de la protolengua mixe-zoque en sus variantes conocidas posteriormente hasta la actualidad.

En la historia de la palabra para cacao en la antigua Mesoamérica es donde Kaufman y Justeson se prodigan en especulaciones hasta acercarse a la ficción al estilo de Jorge Luis Borges en el cuento llamado "El jardín de senderos que se bifurcan":

El cambio siguió al préstamo de #manik' en el mayano como el nombre del día "venado" en el calendario ritual. Este nombre se muestra en los archivos bautismales el cholano colonial como <manich> (Campbell 1988; Fox y Justeson 1982), así la palabra tenía que haber sido adoptado en el gran tzeltalano antes del cambio de *k' a ch'. Esto trae más problemas para producir en el momento oportuno el cambio de sonido, porque esta palabra es un préstamo del protozapoteco *mma=ni7 "animal, cuadrúpedo grande". Esta palabra misma tiene un origen extranjero, porque el zapoteco no tiene m en palabras nativas. El morfema *mma fue un préstamo del zoqueano mu7a "venado". Éste no desplazó la palabra nativa *kwe+tzina7 para "venado"; pero debió haber mantenido algún tipo de asociación con "venado" para haber sido prestado más tarde para el correspondiente nombre de día en tierras bajas mayas. El protozapotecano tenía una palabra de la forma aproximada #nani significando "animal", que en términos otomangueanos puede ser analizada como una nominalización prezapotecana (en #na-) de una raíz #ni "vivo" -así, "cosa viviente"-. La palabra #nani se puede reconstruir basado en el chatino de Zenzontepec nya7nè, el chatino de Tataltepec na7ni, el chatino de Yaitepec y Panixtlahuaca 7ni y el zapoteco de Lachixío náni.

Suponemos que unos hablantes del ancestro del zapoteco crearon *mma=ni7 por combinación del préstamo zoqueano *mma con la forma preexistente #nani del zapotecano "animal". La palabra #nani sobrevivió en el zapoteco occidental y fue reemplazado por *mma=ni7 "animal" en otra parte. Ese #ni "vivo" pudo haber tenido todavía algún tipo de existencia independiente sugerido por el hecho de que ni+ es un clasificador antepuesto para animales en algunas formas de zapoteco.37

Obviamente que a estos lingüistas no les preocupa la verificación de ningún tipo de enunciado como lo exige la lógica ni si estos enunciados son científicos o no; por ejemplo, en el caso de la palabra en diidxazá para animal. Para ellos la palabra animal en zapoteco es resultado de un préstamo que tomó el protozapoteco del zoqueano y una raíz prezapotecana, cuyo significado es "animal cuadrúpedo grande", a pesar del registro hecho por fray Juan de Córdova, en el siglo XVI, en el Vocabvlario en lengva çapoteca, en la entrada "Animal yrracional todo género" como máni, mane. Ellos reducen la extensión del significado de la palabra únicamente para los cuadrúpedos. A ellos, la lengua documentada les tiene sin cuidado, simplemente nos relatan cómo suponen que sucedieron los hechos, como en el maravilloso cuento de Borges:

En esa perplejidad, me remitieron de Oxford el manuscrito que usted ha examinado. Me detuve, como es natural, en la frase: Dejo a los varios porvenires (no a todos) mi jardín de senderos que se bifurcan. Casi en el acto comprendí; el jardín de senderos que se bifurcan era la novela caótica; la frase varios porvenires (no a todos) me sugirió la imagen de la bifurcación en el tiempo, no en el espacio. La relectura general de la obra confirmó esta teoría.38

¿Tienen los científicos derecho a este tipo de relatos?, nos preguntamos. La respuesta es desde luego que sí, siempre y cuando no pretendan estar emitiendo proposiciones o enunciados científicos sino que distingan, como hace este notable literato, entre relatos de ficción científica o ciencia ficción y ensayos sobre algún tema con enunciados verificables. Pero eso no es todo. La afirmación más grave que hacen después de la anterior, en contra de los datos lingüísticos actuales y los hechos históricos, es la siguiente: "Esta palabra misma tiene un origen extranjero, porque el zapoteco no tiene m en palabras nativas" -afirman Kaufman y Justeson-; y se ponen a reconstruir la palabra para "animal" basados en el chatino de Zenzontepec (nya7nè), el chatino de Tataltepec (na7ni), el chatino de Yaitepec y Panixtlahuaca (7ni) y el zapoteco de Lachixío (náni); es decir, a partir de las lenguas modernas de la familia zapotecana en la periferia sur occidental de las lenguas zapotecas, en la sierra sur de Oaxaca. Pero, ¿qué pasa con las otras lenguas de la familia?

Si revisamos el registro que tenemos de las lenguas de la familia zapotecana, desde el que realizó en su magno Vocabvlario en lengva çapoteca fray Juan de Córdova en el siglo XVI hasta el avance que tienen hecho en la actualidad David B. Riggs y Silvia O. de Riggs del zapoteco de San Cristóbal Amatlán, incluyendo las lenguas chatinas, encontraríamos que en todas existe el fonema sonante /m/ en sus dos variantes: [m] y [mm], aunque en su distribución no se encuentren en contraste, es decir, son alófonos. En Mitla, el término genérico para "animal" es man;39 en San Baltasar Chichicapan: ma*n (*, tono ascendente);40 en el Istmo, mani';41 en la región de los bene žon: be;42 de esta misma región, en Yatzachi El Bajo y El Alto: bia;43 en la región de Villa Alta, San Pablo Yaganiza: ba; en San Mateo Mixtepec, Zimatlán: nani;44 en San Cristóbal Amatlán, Miahuatlán en la Sierra Sur: ma.45 María Teresa de Miranda, no obstante los problemas enfrentados pudo reunir palabras con /m/ en Atepec, en la Sierra Norte; en la variante Cajono de Villa Alta; en la variante del Valle en Mitla; en la variante del Istmo; y en Cuixtla y Santa María Coatlán en la sierra sur de Miahuatlán.46

Hasta donde nos indica la documentación de las actuales lenguas de la familia zapoteca, tenemos dos veces el alófono [m] a principio de palabra, en los valles centrales, una en el istmo y una en la sierra sur para el término "animal" en el zapoteco. Si no estaban en el protozapoteco, ¿de dónde salieron estas palabras con este fonema? ¿Son resultados de la creación divina de los dioses zapotecos o resultado del cambio lingüístico? ¿Lo incluyeron en las lenguas actuales de la familia zapotecana los españoles o los extraterrestres? Éste es un claro ejemplo de cómo unos lingüistas violan las reglas de la lógica científica sustituyendo evidencias lingüísticas con hipótesis.

Respecto a esta cuestión del fonema /m/ en el protozapoteco, en la familia zapotecana y en la familia de las lenguas zapotecas, Fernández de Miranda da tres ejemplos de la reconstrucción fonológica de este fonema en el protozapoteco, en el primero de ellos con el fonema a principio de palabra (débil o sorda) y en los otros dos con el alófono en la segunda sílaba:

Animal, *'mani(?): en Mitla Man; en el Istmo, 'mani?; en Coatlán, man?; *'ma? : Cuixtla, ma?; Coatlán, ma, Cesto, *'3umi: en Atepec, 'gummi; en Villa Alta, žoma; en Mitla, džihM; en el Istmo, ĵumi, Lechuza, *'dama?: en Villa alta, dam; en Mitla daM; en el Istmo, 'dama?; *'sama(?): Cuixtla, tam.

Al pie de esta página, Doris Barthomew, la primera en meter mano en la edición de la obra de Fernández de Miranda, agrega una nota con información muy importante para esta discusión:

El doctor Swadesh (1947) no reconstruyó PZ *m por la escasez de palabra con m en los idiomas actuales, pero explicó la existencia de m en estas palabras como resultado: 1) de un grupo consonántico , *np, o 2)de una nasalización de *p en el contexto de una nasal que le seguía en la misma palabra. Sus explicaciones cubren el caso de de *'mani(?) animal, pero no los de *'3umi cesto; y *'dama?, *'sama(?) lechuza. Hay una posibilidad de que estas últimas palabras representen préstamos. Así pensaba la autora en una nota en la ficha para cesto: "Quizá esta palabra y lechuza son préstamos", y "Cf. chomitl en náhuatl": Yo no he logrado confirmar el préstamo del náhuatl, pero he notado que la palabra para cesto en el matlatzinca es ₵ami, palabra muy semejante a *'3umi. (El matlatzinca pertenece a la familia otomiana, también del grupo otomangue.) En cuanto a lechuza, la variante *'sama(?) fue reconstruida para explicar la forma tam en Cu[ixtla] donde Cu t proviene de *s, pero también es razonable explicar Cu t por modificación de un préstamo adoptado después del cambio de *s a Cu t (DAB).47

Tuvo razón Doris Bartholomew al pensar que la palabra *'3umi, "cesto" en zapoteco, no era necesariamente un préstamo; pues existe otra posibilidad de explicación, considerando la palabra para "cesto" en matlazinca, ambas lenguas del grupo otomangue.

Efectivamente, '3umi no está sola en el zapoteco, lo cual sucedería si fuera un préstamo; pero es posible que esta palabra venga de otra que tiene el prefijo de "ser viviente", pi/bi, distintivo de las lenguas de la familia zapoteca: bidĵu:mi, nombre de un árbol que en castellano se llama a veces palo de agua, chamizo, sabino o sabino de arroyo: Astianthus viminalis (Kunth) Bail, cuya ecología y distribución es la siguiente, según Pennington y Sarukhán: "Árbol ribereño, con una amplia distribución en el país, especialmente en las zonas cubiertas por selva baja caducifolia [...] Presente con mayor frecuencia en orillas o vegas arenosas de ríos o corriente intermitentes donde el nivel freático es alto".48

Es posible que de las ramas de este árbol los binnigula'sa' o antiguos zapotecos hubieran hecho cestos, pero lo que sí es seguro es su importancia en los rituales funerarios, pues en el sur del Istmo todavía se le usa para adornar la casa del difunto en el velorio de los nueve días; es decir, pertenece al universo cultural zapoteca, al igual que 'dam:a?, "lechuza", ave nocturna cuya imagen era usada para representar el día quela, "noche", en el calendario de los binnigula'sa'. También formando parte de ese universo cultural tenemos otra palabra con el alófono sonante fuerte /m/: 'pu?umpu, nombre del calabazo, que en otras partes se llama guaje o bule, una Cucurbitácea (Lagenaria siceraria) que se usa para transportar agua; igualmente así se nombra a cada uno de los tubos de resonancia de la marimba, porque antes de los actuales tubos se madera se usaron estos frutos para esa función.

Por supuesto que aquí solamente he puesto tres ejemplos en el diidxazá de palabras con el fonema sonante /m/, débil al principio de palabra, como en mani', "animal"; pero fuerte en medio de palabra. En los Inventarios Fonológicos de Lenguas Zapotecas, integrados por quince lenguas documentadas por los miembros del Instituto Lingüístico de Verano y editados por Stephen Marlett,49 catorce de ellas tienen este fonema. Si este fonema no estaba en el protozapoteco, ¿por qué entonces lo tienen las lenguas contemporáneas de la familia zapoteca? En otras palabras: si el fonema está presente en las lenguas contemporáneas de la familia zapotecana, con cuyos fonemas se reconstruye la protolengua, debemos proponer entonces la hipótesis que lo tenía la protolengua. Para quien quiera ver una lista de palabras con este fonema en el diidxazá del Istmo, puede consultar el vocabulario zapoteco Neza diidxa', elaborado por Enedino Jiménez y Vicente Marcial Cerqueda,50 con lo cual queda demostrado que Kaufman y Justeson están en un error; mientras que los errores de otros dos filólogos, Francisco J. Santamaría y Marcos E. Becerra, lo demostraremos con evidencias lingüísticas y literarias, por la importantísima función que jugó el puumpu en la mitología zapoteca, como mostraremos enseguida.

De la importancia del puumpu en la cultura de los binnigula'sa' y la antigüedad del término es testimonio un fragmento de la mitología zapoteca recogido por Wilffrido C. Cruz, la más antigua de las tres versiones que se publicaron de este fragmento mítico;51 a quien siguieron después Andrés Henestrosa y Gabriel López Chiñas. A pesar haberse publicado hasta 1935 la versión de Cruz, Henestrosa, quien publicó la suya en 1929, reconoce, en una nota agregada a partir de la segunda edición de su libro de relatos, Los hombres que dispersó la danza, que se inspiró en la versión de Cruz, leída públicamente en 1926.52

No sé en qué lugar del Istmo de Tehuantepec escuché de niño alguna vez, en este fúnebre canto zapoteca, que un grupo de muchachos entonaba con sus manos enlazadas, en su ruedo, al mismo tiempo que danzaban:

Pompo, capombo ¡aúh!

Siaba niza, siaba guié

Siaba nanda, siaba yú

Binigulaza mbá ché

Pombo capombo ¡aúh! 53

"El triste ruido del tambor anuncia que caerán de los cielos, agua, piedras, nieve y tierra. Los Binnigulaza ¡se van!"54

Conclusión

Dado que los resultados de las reconstrucciones de la lingüística diacrónica son hipotéticas, no podemos tomarlos como argumentos indiscutibles o verdades establecidas. Dichos resultados deben ser confrontados y validados con datos aportados por otras disciplinas, como la arqueología y la historia.

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1Noam Chomsky y Michel Foucault, La naturaleza humana: justicia versus poder, Buenos Aires, Madrid, Katz Editores, Discusiones, 2010, 15-20.

2Rudolf Carnap, Filosofía y sintaxis lógica, traducción de César N. Molina, México, Centro de Estudios Filosóficos, UNAM, 1963, 7-8.

3Carnap, op. cit., p. 9.

4José Gaos, "Notas sobre la historiografía (1960)", en Álvaro Matute, La teoría de la historia en México (1940-1973), México, SEP-Setentas, 1974, 66-93.

5Karen Dakin, "Comments on Kaufman and Justeson: 'The History of the Word for Cacao in Ancient Mesoamerica'", en Ancient Mesoamerica, num. 2, vol. 21, otoño 2010, 420.

6Colin Renfrew, Arqueología y lenguaje. La cuestión de los orígenes indoeuropeos, traducción castellana de Ma. José Aubet, Barcelona, Editorial Crítica, 1990, 21.

7Renfrew, op. cit. , p. 3.

8Renfrew, op. cit. , p. 27.

9Doris A. Bartholomew, "Prólogo", en María Teresa Fernández de Miranda, El protozapoteco, Michael J. Piper y Doris A. Bartholomew, eds., México, El Colegio de México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1995, XXXV.

10Leonardo Manrique Castañeda, "Presentación congratulatoria", en María Teresa Fernández de Miranda, El protozapoteco..., pp. XVII.

11Manrique, idem, p. XIX.

12Michael J. Piper, "Prefacio", en María Teresa Fernández de Miranda, El protozapoteco..., p. XXVI.

13Piper, idem, pp. XXVI-XXVII.

14Piper, idem, p. XXVII.

15Thomas C. Smith Stark, "Comentarios al libro de María Teresa Fernández de Miranda, El protozapoteco", en Guchachi' Reza (Iguana rajada), quinta época, núm. 55, noviembre-diciembre, 1996, 15. La presentación del libro se hizo el miércoles 9 de octubre de 1996 en la Sala Alfonso Reyes de El Colegio de México.

16María Teresa Fernández de Miranda, El protozapoteco..., pp. 37 y 157.

17Velma Pickett y colaboradores, Vocabulario zapoteco del Istmo. Castellano-zapoteco y zapoteco castellano, México, Instituto Lingüístico de Verano, Serie de Vocabularios Indígenas Mariano Silva y Aceves, núm. 3, 1971, 101.

18Véase en el Apéndice. Reflejos en el zapoteco de San Pablo Güilá de las formas protozapotecas reconstruidas por Fernández de Mirada, de Thomas C. Smith Stark y Ausencia López Cruz, "Apuntes sobre el desarrollo histórico del zapoteco de San Pablo Güilá", en II Coloquio Mauricio Swadesh. Vitalidad e influencia de las lenguas indígenas en Latinoamérica, Ramón Arzápalo Marín y Yolanda Lastra, comps., México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, 1995, 325.

19En los primeros meses del año 2008, antes de que terminara su semestre sabático en la Unidad Pacífico Sur del Ciesas, una noche mientras compartíamos una botella de vino tinto en mi casa, le di a leer este trabajo a Thomas Smith para conocer su opinión, la cual fue: "Si eso escribimos, merecemos la crítica".

20Fernández de Miranda, op. cit., p. 170.

21Fernández de Miranda, op. cit. pp. 183 y 205.

22Thomas C. Smith Stark, "Dioses, sacerdotes y sacrificio: una mirada a la religión zapoteca a través del Vocabulario en lengua çapoteca (1578) de Juan de Córdova", en Víctor de la Cruz y Marcus Winter, La religión de los binnigula'sa', Oaxaca, IEEPO, Colección Voces del Fondo, 2001, 141.

23Ludwig Wittgenstein, Comentarios sobre La Rama Dorada, editado por Rush Rhees, traducción de Javier Esquivel, México, Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM, Colección Cuadernos, 43, 1997, 9.

24Renfrew, op. cit. , p. 26.

25Renfrew, op. cit., p. 19.

26Terrence Kaufman, "Archaeological and Linguistic Correlations in Mayaland and Associated Areas of Meso-America", en World Archaeology, núm. 1, vol. 8, junio 1976, 101. Traducción de mi responsabilidad.

27Kaufman, idem, p. 102. Traducción de mi responsabilidad.

28John Paddock, "Problemas comunes de la lingüística y la arqueología en Oaxaca", Ponencia presentada en la mesa redonda "La Familia Otomangue", Serie conferencias, núm. 4, Centro Regional Oaxaca del INAH, julio 29-30, 1976, 9.

29Lyle Campbell y Terrence Kaufman, "A Linguistic Look at the Olmecs", en American Antiquity, núm. 1, vol. 41, Society for American Archaeology, enero de 1976, 86.

30"Relación de la Provincia de Coatzacualco, Villa del Espíritu Santo", en Relaciones geográficas del siglo XVI: Antequera, tomo I, edición de René Acuña, México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, 1984, 119.

31Miguel Covarrubias (Mexico south. The isthmus of Tehuantepec, Alfred A. Knopf, Nueva York, 1946.) en el apéndice "One hundred twenty words in seven indian languages of the Isthmus Tehuantepec", sin paginación. El término turkey es el número 66 de la lista, al principio de la cual Covarrubias agrega esta nota: "The vocabularies of Populuca, Mixe and Zoque are used by courtesy of George and Mary Foster, who collected them in the villages of Soteapan, Guichicovi, and Santa María Chimalapa".

32Morris Stubblefield y Carol Miller, Diccionario zapoteco de Mitla, Oaxaca, Instituto Lingüístico de Verano, Serie de Vocabularios Indígenas "Mariano Silva y Aceves", núm. 31, 1991, 157.

33Rebeca Long C. y Sofronio Cruz M., Diccionario zapoteco de San Bartolomé Zoogocho, Oaxaca, Serie de Vocabularios y Diccionarios Indígenas "Mariano Silva y Aceves", México, Instituto Lingüístico de Verano, núm. 38, 1999, 356.

34Neil Nellis y Jane Goodner de Nellis, Diccionario zapoteco de Juárez [;] zapoteco-español, español-zapoteco, Serie de Vocabularios y Diccionarios Indígenas "Mariano Silva y Aceves", México, Instituto Lingüístico de Verano, 27, 1983, 288.

35Inez M. Butler H., Diccionario zapoteco de Yatzachi, Yatzachi el Bajo, Yatzachi el Alto, Oaxaca, Serie Vocabularios y Diccionarios Indígenas, "Mariano Silva y Aceves", Tucson, Instituto Lingüístico de Verano, núm. 37, 1997, 464.

36Raúl Valadez Azúa, "Los animales domésticos", en Arqueología Mexicana, núm. 35, vol. VI, enero-febrero 1999, 35 y 36.

37Kaufman y Justeson, "The history of the word for cacao in Ancient Mesoamérica", en Ancient Mesoamérica, núm. 2, vol. 18, 2007, 200. Traducción mía.

38Jorge Luis Borges, "El jardín de senderos que se bifurcan", en Nueva antología personal, séptima edición, México, Siglo XXI Editores, 1975, 107.

39Morris Stubblefield y Carol Miller, Diccionario zapoteco de Mitla, Oaxaca, p. 137.

40Smith Stark, "Terminología etnobiológica del zapoteco en San Baltasar Chichicapan", en Vicente Marcial, ed., Etnobiología zapoteca, México, Universidad del Istmo, 2005, 22-33.

41Velma Pickett, Vocabulario zapoteco del Istmo, p. 5.

42Rebeca Long y Sofronio Cruz, Diccionario zapoteco de San Bartolomé Zoogocho, Oaxaca, p. 323.

43Inez Butler, Diccionario zapoteco de Yatzachi, p. 417.

44Vocabulario zapoteca San Mateo Mixtepec, Equipo colaborador: Angelina Cruz Santiago, Urbano Marcos Cruz, Justino Marcos Marcos, Mercedes García Lara y Estela Guízar Alvarez, San Mateo Mixtepec, Zimatlán, Oaxaca, 1997, 40.

45David Riggs y Silvia O. de Riggs, asesores lingüísticos, Zapoteco de San Cristóbal Amatlán, Oaxaca, borrador en proceso, 28 de febrero 2011, 49.

46Fernández de Miranda, El protozapoteco, p. 43.

47Fernández de Miranda, El protozapoteco, p. 43.

48Astianthus viminales (Kunth) Baill, según T. D. Pennington y J. Sarukhán, en Arboles tropicales de México. Manual para la identificación de las principales especies, Colección Texto Científico Universitario, México, UNAM y Fondo de Cultura Económica, segunda edición, 1998, 470.

49Stephen A. Marlett, ed., Inventarios fonológicos de lenguas zapotecas, Manuscrito inédito de una investigación inconcluso que me entregó hace algunos años este editor.

50Enedino Jiménez y Vicente Marcial Cerqueda, Neza diidxa'ni gacané binnihuaniisi gu'nda', gucaa ne güí diidxazá. Vocabulario zapoteco auxiliar del modelo pedagógico de diálogo cultural y alfabetización, Oaxaca, Centro de Investigación y Desarrollo Binnizá, A. C., 1997, 143-145.

51Wilfrido C. Cruz, El tonalamatl zapoteco. Ensayo sobre su interpretación lingüística, Oaxaca, Imprenta del Gobierno del Estado, 1935, 149.

52Véase la aclaración inicial en la sección de "Notas" en Los hombres que dispersó la danza, 3a. edición, México, Imprenta Universitaria, 1960, 123; asunto también abordado en la "Introducción" de esta obra.

53La transcripción en el alfabeto contemporáneo es: puumpu, ca puumpu, ¡aú!/ziaba nisa, ziaba guie/ ziaba nanda, ziaba yu/ binnigula'sa' mba' che'/ puumpu, ca puumpu ¡aú!.

54Cruz, El tonalámatl zapoteco, p. 149.

Recibido: 26 de Junio de 2012; Revisado: 29 de Agosto de 2012; Aprobado: 12 de Septiembre de 2012

* Autor para correspondencia: delacruz@ciesas.edu.mx

Víctor de la Cruz Pérez.

Nació Juchitán, Oaxaca, México, el 26 de octubre de 1948. Realizó estudios de bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria núm. 3, en el edificio del antiguo Colegio de San Ildefonso y la carrera de licenciado en la Facultad de Derecho; sus estudios de maestría y doctorado en Estudios Mesoamericanos los realizó en la Facultad de Filosofía y Letras, obtuvo este último grado con mención honorífica, todas de la UNAM. También hizo un Diplomado en Lingüística Descriptiva, ILV-Universidad Madero de Puebla. Ha sido profesor de varias materias humanísticas y ciencias sociales en instituciones de educación superior, como el Instituto Tecnológico del Istmo y en el programa de Formación Profesional de Etnolingüistas del Centro de Investigaciones Superiores del INAH, 1979-1980. Fundador y director, desde 1974, de la revista de difusión de investigaciones y literatura indígena Guchachi' Reza (Iguana Rajada).

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