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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.35 no.140 Zamora sep./nov. 2014

 

Sección general

 

La colonización de la costa de Jalisco: 1953-1959

 

The colonization of the coast of Jalisco: 1953-1959

 

La colonisation de la côte du Jalisco: 1953-1959

 

Carlos Tello Díaz*

 

* Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: carlos_tello_diaz@hotmail.com

 

Fecha de recepción del artículo: 11 de junio de 2012
Fecha de aprobación: 21 de agosto de 2012
Fecha de recepción de la versión final: 28 de agosto de 2012

 

Resumen

El trabajo describe el periodo de 1953-1959, en el que se consolidó la colonización de la costa de Jalisco, impulsada por el gobernador Agustín Yáñez con el apoyo de la entidad que creó para ese fin, la Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco, coordinada por una persona cercana a él, José Rogelio Álvarez. La colonización se consolidó sobre todo por medio de obras de infraestructura como caminos y puertos, entre las que destaca la planeación de la ciudad de Barra de Navidad, concebida por el arquitecto Teodoro González de León.

Palabras clave: Colonización, desarrollo, Costa de Jalisco, Barra de Navidad, Agustín Yáñez.

 

Abstract

This study describes the period 1953-59, when the colonization of the Coast of Jalisco was consolidated, propelled by then governor Agustín Yáñez with the support of the entity that he created to fulfill this goal; namely, the Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco, which was coordinated by one of his closest associates, José Rogelio Álvarez. That process of colonization was consolidated, above all, through infrastructure projects like the construction of highways and ports, including such important landmarks as the city of Barra de Navidad, conceived by the architect, Teodoro González de León.

Key words: colonization, development, Coast of Jalisco, Barra de Navidad, Agustín Yáñez.

 

Résumé

L'article décrit la période 1953-1959, au cours de laquelle se consolida la colonisation de la côte du Jalisco, stimulée par le gouverneur Agustin Yañez avec l'appui de l'institution qu'il créa à cette fin, la Commission de Planification de la côte du Jalisco, coordonnée par une personnalité qui lui était proche, José Rogelio Alvarez. La colonisation se consolida surtout à partir des travaux d'infrastructure comme les routes et les ponts, entre lesquels se distingue la planification de la ville de Barra de Navidad, conçue par l'architecte Teodoro González de León.

Mots clé: Colonisation, développement, côte du Jalisco, Barra de Navidad, Agustin Yañez.

 

Introducción

La costa de Jalisco comenzó a ser colonizada de manera sistemática hacia mediados del siglo XX, primero con repartos de tierras y estímulos fiscales durante la década de los cuarenta, en tiempos del gobierno del general Marcelino García Barragán, y después con obras de infraestructura (caminos y puertos, sobre todo) durante los cincuenta, en tiempos del gobernador Agustín Yáñez. En el curso de los cincuenta, en concreto, la colonización tuvo un carácter épico. Los anuarios de la comisión encargada de la empresa —por dar a conocer, una tras otra, las noticias de la conquista de una tierra indómita— serían comparados con las Cartas de Relación de Hernán Cortés por el gran historiador de Michoacán don Luis González.1

Ello no obstante, la historia de la colonización de la costa de Jalisco en tiempos de Agustín Yáñez (1953-1959) es poco conocida. No hubo un esfuerzo de reconstruir esa historia después de la publicación de los anuarios, en parte porque el sucesor de Yáñez en el gobierno de Jalisco buscó, al acceder al poder, un deslinde con respecto de su antecesor, deslinde que pasaba por la supresión de su proyecto de colonización. Tampoco permaneció compacto el grupo de personas que trabajaron con Yáñez en la colonización de la costa: la propia Comisión desapareció en 1959. Además, la información reunida en los anuarios, construida a partir de datos duros, dejaba fuera la dimensión humana de lo que significó la colonización para todos los involucrados. Por estas razones, me pareció importante hacer un esfuerzo para reconstruir una parte de esa historia, la que recorre la década de los cincuenta, como parte de un proyecto más amplio. Para poder escribirla, junto con la información contenida en los anuarios y las leyes, tuve que recurrir a fuentes primarias, sobre todo testimonios, archivos y documentos.

Esta es la metodología que está detrás del trabajo. Tuve el privilegio de conocer y tratar a muchos de los principales protagonistas de esta historia, que tenían en la mayoría de los casos, al ser entrevistados, alrededor de noventa años. Entre ellos quiero destacar a funcionarios como José Rogelio Álvarez, quien coordinó durante los cincuenta el esfuerzo más importante para colonizar la costa (y quien me dio acceso a su archivo personal); a arquitectos como Teodoro González de León, quien realizó los primeros planos para la ciudad de Barra de Navidad; a campesinos como Andrés Peña, quien vio la luz a principios del siglo XX en el litoral de Jalisco; y a colonos como Guillermo Gargollo, quien tuvo que talar la selva para poder sembrar los primeros cultivos a mediados de los cuarenta, en la desembocadura del río Cuitzmala. Todos ellos fueron actores fundamentales en la colonización de la costa de Jalisco. Su testimonio, en algunos casos, aparece explícito en el texto y, en otros, está en la base de la descripción de ese paisaje natural y humano, alejado del resto del país, que desapareció con la colonización.

 

El gobierno de Agustín Yáñez

En marzo de 1953, Agustín Yáñez tomó posesión del gobierno de Jalisco. La fecha es importante porque con él cristalizó el esfuerzo por colonizar la costa del estado, que había comenzado tentativamente, a mediados de los cuarenta, durante el gobierno del general Marcelino García Barragán.

Agustín Yáñez era un hombre ya maduro al tomar posesión como gobernador: estaba a punto de cumplir cuarenta y nueve años. Había nacido en 1904 en el barrio del Santuario de Guadalajara, ciudad donde vivió hasta 1932, cuando llegó a la capital de México. Ahí ocupó diferentes cargos, en la academia y en el gobierno. Fue profesor en la Escuela Nacional Preparatoria de San Ildefonso, director de la oficina de radio de la Secretaría de Educación y jefe del departamento de bibliotecas y archivos económicos de la Secretaría de Hacienda. "La estrecha amistad que sostenía con el presidente Adolfo Ruiz Cortines fue factor determinante para su postulación y triunfo posterior".2 Todo estaba de su lado para gobernar con éxito. "Yáñez recogió de manos de González Gallo, el 1 de marzo de 1953, las riendas de Jalisco con muy buenos augurios para los seis años siguientes", afirma un historiador del estado. "En primer lugar, porque recibía de su antecesor una hacienda pública equilibrada, sin rezagos ni adeudos en el pago de salarios a la burocracia estatal y, en segundo, porque las relaciones con los poderes Legislativo y Judicial eran bastante cordiales".3

Yáñez tenía una pasión: la literatura. En 1953, al tomar posesión del gobierno de su estado, era ya miembro del Colegio Nacional. Abogado por formación, titulado en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, había publicado varios libros, hoy en su mayoría más o menos olvidados —Espejismo de Juchitán, Flor de juegos antiguos, Los sentidos del aire— pero uno de ellos fundamental, publicado en 1947: Al filo del agua, que agrupa una serie de estampas de la vida conventual, hipócrita y sombría de un pueblo del Bajío anterior a la Revolución. Esa austeridad sería la marca de su siguiente novela, La tierra pródiga —un roman a clé que narra la historia de la colonización de la costa de Jalisco—. Fue escrita a finales de los cincuenta, durante los años en que fue gobernador.

El gobernador Agustín Yáñez dio los primeros pasos para incorporar la Costa, en Jalisco, al resto de México. La conocía bien. Era un amplio territorio que correspondía a 17 por ciento de la superficie del estado, escrito siempre con mayúscula: la Costa. Así la describió:

Superficie territorial de 18,000 kilómetros cuadrados, cruzada por siete ríos caudalosos y numerosos afluentes, dilatada o estrechada por la Sierra Madre Occidental, llena de riquezas vegetales y minerales, pródiga en tierras vírgenes, bañada por el Océano Pacífico a lo largo de 300 kilómetros de un litoral que mantiene la sorpresa del viajero, la fauna marítima opulenta, las playas, en variada sucesión, alternando los espectáculos de prodigiosa geología. Esto es la Costa de Jalisco.4

Todo aquel territorio —intocado por el progreso y por eso, para él, desperdiciado— tenía que ser incorporado a la República.

Las posibilidades de la Costa, apenas calculables, ofrecen perspectivas ilimitadas al fomento económico de la nación. Comarca en mucho todavía inexplorada, incomunicada, con sólo unos cuantos emporios actuales de producción agrícola y con precaria demografía, es problema cardinal del Estado. Meta obvia del esfuerzo jaliciense, la incorporación de tan vastos territorios a la economía nacional, es la multiplicación de Jalisco al servicio de la Patria.5

La colonización de la Costa cristalizó en el contexto de la Marcha hacia el Mar, el programa que lanzó en 1954 el presidente Adolfo Ruiz Cortines, apoyando la emigración de hombres y mujeres hacia las costas de México.6 Tenía como fin impulsar la integración nacional y consolidar la infraestructura portuaria del país. Era uno de los programas —al menos uno de los lemas— más conocidos de Ruiz Cortines, cuyo mandato (1952-1958) coincidió casi puntualmente con el del gobierno de Yáñez en Jalisco. Ruiz Cortines pensaba sobre todo en su estado, Veracruz, pero también estaba consciente de la necesidad de poblar el litoral del Pacífico. Con cerca de 8,400 kilómetros de longitud (de los más de 10,500 kilómetros que tienen los litorales mexicanos) estaba casi por completo despoblado en algunos estados, como en Jalisco. "Nadie ligaba a Jalisco con el mar", dice José Rogelio Álvarez, quien trabajaba con Yáñez. "Pero él advirtió las posibilidades de desarrollo de la Costa, con una imaginación muy viva, como buen novelista. Y alucinado por la Costa".7 El problema era dotar a la región de los servicios indispensables para hacer la vida posible, la vida y el trabajo. No bastaba con hacer repartos de tierra sobre el papel, o exenciones fiscales, como en los tiempos del general García Barragán. Había que integrar el litoral al resto del estado.

Marcelino García Barragán promovió la colonización de la Costa esencialmente con estímulos económicos y repartos de tierras en el occidente del estado, por medio de la Ley de Fomento a la Economía de la Costa Jaliciense de 1945. El Artículo 1° de esta ley declaraba de utilidad pública diversas actividades en la Costa, entre ellas:

I. El fraccionamiento de las propiedades rurales cuya superficie exceda a los límites fijados por las leyes agrarias del país para la pequeña propiedad agrícola. II. Las plantaciones de palma real, quina, hule, cacao, vainilla, algodón, así como cualquier otro producto que sea iniciado en terrenos que actualmente carezcan de cultivo alguno. III. Las construcciones rurales, la pequeña irrigación, las obras de acotamiento y en general todas las que se realicen en las pequeñas propiedades agrícolas. IV. Las empresas de servicio público. V. El fraccionamiento con fines urbanísticos y la construcción y reconstrucción de fincas urbanas dentro de una faja de un kilómetro de ancho a lo largo del litoral.8

Todas estas actividades recibirían una serie de beneficios fiscales, en concreto la "exención total de impuestos y derechos que pudieren causarse al Estado con las operaciones de enajenación de fracciones o lotes que constituyan pequeña propiedad, incluyendo los derechos de inscripción o anotación en el Registro Público de la Propiedad".9 Los privilegios fiscales eran atractivos, además, por la sencillez del diseño, pues como agregaba el Artículo 3°: "Para hacer uso de las franquicias que otorga esta ley, bastará con que los interesados presenten solicitud al delegado de hacienda de su jurisdicción, demostrándole estar en cualquiera de los casos señalados".10

Pero los repartos de tierras y las franquicias fiscales no resultaban suficientes si no había también una infraestructura de servicios —agua, electricidad, comunicación por tierra— que hicieran la vida posible en la Costa. Así lo sabía el gobernador Agustín Yáñez. Para ello, para dotarla de servicios, Yáñez creó la Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco. Y para dirigirla nombró a uno de sus discípulos en la Escuela de San Ildefonso, paisano suyo: el licenciado José Rogelio Álvarez.

 

José Rogelio Álvarez y la Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco

La persona que Yáñez designó para dirigir la colonización de la costa del estado nació en Guadalajara el 12 de junio de 1922, hijo de Román Álvarez y Mercedes Encarnación, ambos de familias dedicadas al trabajo de las minas en Jalisco. Por unos años radicó en Colima; después hizo sus estudios en México, en la Escuela Nacional Preparatoria y la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad. Entre 1943 y 1952 fue reportero, editor, jefe de sección, jefe de información y jefe de redacción de la revista Tiempo, dirigida por otro autor que, como Yáñez, estaba vinculado también con el régimen de la Revolución, institucionalizada con las siglas del PRI: el gran escritor Martín Luis Guzmán.

En el invierno de 1952, José Rogelio estaba en Guadalajara para fotografiar los murales de Orozco en la capilla del Hospicio Cabañas. Más tarde habría de recordar él mismo aquel momento, que vale la pena evocar aquí, pues marca el inicio de una colaboración que habría de ser fundamental en la colonización de la costa de Jalisco. "Al torcer hacia la Calle Corona", dice, "encontramos de improviso al maestro Agustín Yáñez. Iba solo y a pie".11 Yáñez era ya gobernador electo. "Yo lo había conocido en la Escuela Preparatoria de San Ildefonso, en el aula donde introducía a sus discípulos al conocimiento de los clásicos de la lengua española. Después lo vi muchas veces en la Facultad de Filosofía y Letras".12 Tenía con él una relación respetuosa, pero cercana. "Fue mi maestro, un maestro excepcional", dice. "Cuando lo encontré casualmente en Guadalajara surgió la proposición suya de incorporarme a las tareas del gobierno [...] Volví a México. Pasaron poco más de dos meses y no tuve noticias suyas, hasta el 25 de febrero de 1953, en que me llamó por teléfono. Lo espero pasado mañana en casa de mi madre, me dijo".13

Entre marzo y septiembre de 1953, José Rogelio Álvarez fue secretario particular de Agustín Yáñez en el gobierno de Jalisco. José Rogelio era uno de sus colaboradores más valiosos. Tras el nombre de Pascual Medellín, Yáñez lo habría de recordar ("culto, preparado, activo, incansable, lleno de don de gentes, fecundo en recursos, expedito, enérgico, práctico, valiente, honorable a toda prueba, muy inteligente") en su novela La tierra pródiga.14 En septiembre de 1953, Yáñez lo nombró vocal ejecutivo de lo que fue su creación más ambiciosa: la Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco.

Las oficinas de la CPCJ, como todos la conocían, estaban instaladas en el sexto piso de la Terminal Camionera de Guadalajara. Tenían un presupuesto modesto: apenas 10 mil pesos mensuales, pero lograron movilizar vastos recursos en el estado, incluso en el país. "La CPCJ", decía José Rogelio Álvarez, "formuló y puso en práctica la tesis de que la planeación conduce necesariamente a la promoción y ésta a la multiplicación automática de recursos financieros".15 La Comisión habría de marcar al gobierno de Yáñez, que pasaría a la historia por su trabajo en la costa de Jalisco.

José Rogelio Álvarez recibió con entusiasmo su nombramiento al frente de la Comisión. Estaba familiarizado desde niño con la costa de Jalisco. "Yo la había conocido por mar", dice,

porque un hermano mío tenía una flota tiburonera en Manzanillo. Con ese motivo yo pasaba las vacaciones con él y vivía en el barco, el Colimán. Navegábamos sin perder nunca la costa y parábamos a hacer aguada en Barra, Chamela y Tenacatita... Entonces ya se imagina usted. ¡No había nada!16

Era la década de los cuarenta. Todo estaba despoblado, salvo la ribera de los ríos Purificación y Cuitzmala, en parte porque la tierra era pobre y en parte también porque la región estaba fragmentada por una sucesión de ríos que bajaban de la sierra, llamados con nombres hermosos pero en ese entonces desconocidos, no sólo para los mexicanos, sino para la mayoría de los habitantes de Jalisco: Marabasco, Purificación, Cuitzmala, San Nicolás, Tomatlán, Ameca y Armería.

 

Población e infraestructura en el estado de Jalisco

La Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco fue creada el 21 de septiembre de 1953 por acuerdo del gobernador Agustín Yáñez. Según Álvarez, sus objetivos eran seis, los siguientes: "Reacomodo de la población excedente, abasto de materias hoy encarecidas o insuficientes, creación de nuevas unidades industriales, fluidez en el transporte hacia nuevos mercados, aprovechamiento rigurosamente técnico de áreas vírgenes, atracción turística en gran escala".17 No todos estos objetivos eran, claro, igualmente importantes. Tres de ellos resultaban prioritarios, como lo puntualizaba Yáñez: "La costa de Jalisco es reserva en gran escala de materias primas hoy encarecidas o insuficientes, campo para inversiones altamente remuneradoras y área de desahogo demográfico".18 Y de estos tres objetivos, el desahogo de la población era, sin duda, el más importante de todos: había que dirigirlo hacia la Costa, abriendo esa región a las actividades económicas que hasta entonces estaban concentradas en el Altiplano.

El aislamiento de la Costa de Jalisco era patente, como lo muestran los mapas elaborados a mediados de los cincuenta,19 relativos a la red de caminos, las obras de agua potable y el servicio de electrificación. En todos estos mapas hay dos regiones del estado que aparecen prácticamente sin servicios: la Cascana, al norte, y la Costa, al oeste de Jalisco. El gobierno de Yáñez, como antes el de García Barragán, privilegio a la Costa.

En la década de los cincuenta, la población y la producción estaban distribuidas de modo muy desigual en Jalisco. "En el 16 por ciento de la superficie total del estado se alojaba el 48 por ciento de la población económicamente activa, que a su vez generaba el 28 por ciento de la producción agrícola, el 30.5 por ciento de la ganadera y el 77 por ciento de la industrial", habría de recordar José Rogelio Álvarez. "La región de la Costa aportaba entonces el 3.5 del valor de la agricultura, el 4.8 por ciento de la ganadería y el 0.3 por ciento de la industria".20 En la Costa, la densidad demográfica promedio era entonces de apenas 5.2 habitantes por kilómetro cuadrado. En los Altos, en contraste, era de 35 habitantes por kilómetro cuadrado. Guadalajara, la capital, tenía una población que había crecido 60 por ciento durante la década de los cuarenta: eran alrededor de 400 mil habitantes cuando tomó posesión del gobierno don Agustín Yáñez. Y estaba previsto un incremento mayor, que en efecto sucedió, como lo muestra la gráfica 1: entre 1950 y 1960, la población de Guadalajara creció casi el doble, para llegar a 740 mil habitantes. En 1964 llegó a un millón de pobladores. Por eso era claro y contundente el propósito de la Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco. "El objetivo final de la CPCJ consiste en promover desplazamientos de la zona sobrepoblada del Altiplano hacia la región de la Costa", anunció uno de los primeros documentos hechos públicos por la Comisión.21 Y así lo habría de repetir años después: "Incrementar la población y la actividad económica son los principales objetivos que mueven los programas de planificación integral de la CPCJ".22

En parte lo logró, como muestran los censos levantados en esa parte del estado: en apenas cinco años, entre 1950 y 1955, el municipio de La Huerta, por ejemplo, registró un incremento de la población de casi 38 por ciento, mismo que, como puede ser visto en la gráfica 2, acentuó su curva ascendente a lo largo de las siguientes décadas, hasta los ochenta. Pero en parte no lo logró, si ese crecimiento es comparado con el que tuvo durante el mismo periodo el resto del estado de Jalisco y, en particular, la ciudad de Guadalajara (véase la gráfica 3).

La Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco, para conseguir sus objetivos, tenía desde el principio muy claro su trabajo: formular estudios y promover obras ante las autoridades, con facultades para coordinar la cooperación privada y organizar empresas, e incluso para formar parte de ellas. También tenía muy claro su espacio de acción. "La jurisdicción de este organismo", explica un texto, "comprendió la vasta región del estado que va del parteaguas de la Sierra Madre Occidental al litoral con el Océano Pacífico, y del río Ameca en el norte al río Marabasco o de Cihuatlán en el sur".23 Las tareas directivas se confiaron a un grupo de cinco vocales, uno ejecutivo, José Rogelio Álvarez, y cuatro con residencia en las cabeceras de las zonas principales de la región: Jesús Landeros, en La Concha; Manuel Baumgarten, en Puerto Vallarta; Armando Camacho, en Tomatlán; y Jorge Mestas, en Barra de Navidad. El Consejo Técnico de la Comisión tenía las siguientes secciones, cada una de ellas integrada por un grupo de especialistas: Cartografía y Catastro, Estudios Económicos, Estudios Jurídicos, Recursos Naturales, Comunicaciones, Salubridad, Colonización y Turismo.

"La primera necesidad advertida por la CPCJ", dice su director, "fue la de contar con una carta geográfica precisa. Para ello, en colaboración con la Secretaría de la Defensa Nacional, se hizo el levantamiento aéreo-fotográfico de la región de la Costa".24 Era una superficie muy amplia, de alrededor de 20,000 kilómetros cuadrados, que había que conocer con un instrumento que todavía no se tenía: la representación a escala, en un plano, de la extensión y el relieve del terreno. "Con el auxilio del Ejército", recuerda el responsable de la Comisión,

se realizó un vuelo preliminar sobre los 20,000 kilómetros cuadrados de la región para obtener un mosaico foto-aéreo. En colaboración con la Dirección General de Geografía y Meteorología se completó la triangulación geodésica del estado [...] Con recursos propios se contrató el vuelo definitivo con la Compañía Mexicana Aerofoto, el cual comprendió veintinueve líneas de vuelo sujetas a rigurosos controles técnicos.25

El resultado de ese esfuerzo se ilustra en un fragmento del levantamiento fotográfico aéreo realizado en 1956.26 Junto con esta carta geográfica, la Comisión levantó también un mapa social y humano de la costa de Jalisco, llevado a cabo con un censo de la región hecho en 1955, que arrojó que había entonces 99,927 habitantes, la mayoría campesinos, en esa parte de Jalisco. Muy pocos de ellos vivían entonces de manera permanente en el litoral.

Por esos días, a principios de 1956, fue planteada la necesidad de dar más autonomía a la Comisión, que desde su inicio había sido una dependencia del Ejecutivo. La experiencia de tres años había llevado a Yáñez a la convicción de que el organismo idóneo para poder poner en obra un programa regional de desarrollo económico y social debía ser un órgano descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propio. Así, el 10 de octubre de 1956, el Congreso dio a conocer, con el Decreto 7063, la Ley constitutiva de la Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco. La ley le daba las siguientes atribuciones a la CPCJ, en su Artículo 3°: I. Planear el desarrollo económico integral de la región costera de Jalisco. II. Realizar estudios y formular proyectos. III. Promover ante organismos federales, estatales o municipales, las obras o servicios que resulten necesarios y viables. IV. Organizar la cooperación de la iniciativa privada para obras públicas y servicios generales. V. Promover la creación de empresas privadas. VI. Organizar sociedades y asociaciones en participación con propietarios de predios rústicos. VII. Las demás que le sean asignadas.27 Su misión era colonizar la costa de Jalisco.

 

Barra de Navidad: colonización y modernidad en el Pacífico

En ese ambiente de optimismo que había en el gobierno de Yáñez fue creado el Taller de Urbanismo de la CPCJ, bajo la dirección del arquitecto Raúl Cacho. Para colonizar la costa de Jalisco, Agustín Yáñez sentía que necesitaba consolidar dos puertos: uno en el norte, Puerto Vallarta (antes llamado Puerto de las Peñas), y otro en el sur, Barra de Navidad (antes llamado Puerto de la Purísima), que contaría a su vez con un puerto industrial al norte de la bahía, en Melaque. "Un puerto en el sur, Melaque, dará fluidez a la exportación de minerales", decía Yáñez. "Otro en el norte, Vallarta, normalizará el suministro de granos al noroeste de la República".28 El progreso, en sus textos de esa época, parecía al alcance de la mano. "Programas de electrificación terminados o en pleno ejercicio", informaba,

han concitado ya la inversión industrial; rutas aéreas comerciales han roto el bloqueo a que forzaba la falta de accesos terrestres; caminos de penetración, en ocasiones precarios, han conectado entre sí y con las troncales todas las cabeceras de municipio; estaciones de aforo miden a diario el volumen de las corrientes, y en varios sitios el agua de los ríos, otrora incontenible y estéril, ha llenado vasos y canales que fecundan ávidas sementeras.29

Puerto Vallarta existía ya como centro de población, aunque fue dotado por esos años de servicios tan elementales como agua y alcantarillado por parte de la Comisión. Barra de Navidad, en cambio, no existía. "En aquella larga lengua de arena", relataría José Rogelio Álvarez, "había unas cuatro chozas de bajareque y palapa, y sólo dos canoas en la laguna próxima, cuya boca se abre frente al cerro de San Francisco".30 Al cruzar por la bocana, entre la barra y el cerro, sobre la laguna, había una enramada que vendía langostinos asados a las brasas, ostiones, cebiche de sierra y tacos de carne de tortuga. "La existencia de ese paraíso en lugar tan desolado se debía a la llegada frecuente de lanchas pesqueras que ahí paraban para hacer aguada, sin que en los siguientes 100 o 200 kilómetros de litoral hubiera otra oportunidad semejante".31 Barra de Navidad iba a ser el puerto que daría servicio a esos cientos de kilómetros de litoral. Es importante conocer su historia porque muestra la ambición que impulsaba los pasos de la Comisión.

"Barra de Navidad nace en una costa de belleza extraordinaria", escribió el arquitecto Raúl Cacho, hechizado con la idea de que había sido descubierto un tesoro de hierro y manganeso en la región,

pero lo que la singulariza notablemente es el añadir a todos esos atributos excepcionales la riqueza de pródigos yacimientos mineros. La potencialidad de la región sur de la costa de Jalisco ofrece bases para presumir que la ciudad que allí se levanta puede llegar a ser bien pronto una dilatada urbe, que por lo tanto es obligatorio planear con riguroso cuidado [...] El nacimiento de esta ciudad mexicana, que se erige a poco más de 300 kilómetros de Guadalajara [...] fue proyectada por uno de nuestros mejores arquitectos, Teodoro González de León, colaborador de Le Corbusier.32

En 1955, González de León era un muchacho de veintinueve años. Desde 1950, al regresar de Francia, trabajaba con entusiasmo en la casa de su amigo Alberto Cattan, una casa prefabricada, montada sobre una plataforma de concreto, en la ciudad de México.

Había estudiado en la Escuela de Arquitectura de la Academia de San Carlos, en cuya biblioteca leyó a Gropius y, sobre todo, a Le Corbusier. "Lo admiraba como a nadie", dice, "pude leer casi todo lo que estaba en la biblioteca y asumiendo su propuesta, estaba yo decidido a cambiar el mundo".33 Quizá no imaginaba entonces que lo habría de conocer íntima y profundamente, y que habría de mantener con él una relación estrecha por el resto de su vida. En 1948, en efecto, al acabar su carrera, Teodoro obtuvo una beca que le permitió partir a Nueva York y de ahí, en un vapor, a París, para estudiar en la Escuela de Bellas Artes. El sitio lo desilusionó muy pronto: los estudios eran anticuados, alejados de la vanguardia, por lo que decidió tocar la puerta del estudio de Le Curbosier en la Rue de Sévres, en París. "Llevaba a Le Corbusier dentro de mí".34

Chareles-Edouard Jeanneret-Gris, conocido con el pseudónimo de Le Corbusier, era un notable arquitecto y urbanista, pero también un brillante decorador, pintor y hombre de letras suizo, naturalizado francés, que representaba la elite del movimiento moderno de la arquitectura, junto con Walter Gropius y Ludwig Mies van der Rohe. Le Corbusier planeaba por esos años la construcción de la Unidad de Habitación de Marsella. Teodoro, que trabajó con él en ese proyecto, lo recuerda con claridad. Dibujaba los planos de todos los inmuebles, en los que habría de poner a prueba su sistema de proporciones, concebido a partir de una fórmula de medidas armónicas a escala humana: el Modulor. Teodoro González de León, que también habría de utilizar el Modulor, comenzó de inmediato a colaborar con Le Corbusier, quien más adelante lo invitó a trabajar en su apartamento de París. "Tenía sesenta años cuando trabajé con él", dice Teodoro. "Era una gente muy pausada, melancólica, tal vez triste, silenciosa sobre todo, que fue lo que más me impresionó. Creo que la gran educación de arquitecto me la dio su silencio, darme cuenta que la arquitectura se hace en silencio, con mucho trabajo y con muchas reiteraciones, echando a perder, pero en silencio".35 Esa disciplina de su maestro le ayudaría después a planear, en relativamente poco tiempo, el ambicioso proyecto de una nueva ciudad en el Pacífico, en Barra de Navidad.

Le Corbusier concebía la casa como una máquina para ser habitada por el hombre. En consonancia con los avances industriales de su tiempo, el de la postguerra, privilegió el uso del concreto armado y el vidrio templado como recubrimiento de sus fachadas. El concreto, solía decir, es la piedra del siglo XX.36 Teodoro hizo suyas estas ideas durante su colaboración con Le Corbusier, ideas que llevó con él a México y, en concreto, a la costa de Jalisco. En él confluyeron dos cosas alejadas en apariencia, pero que tuvieron una relación muy estrecha en esos años: la colonización y la modernidad. Por medio de su relación con el arquitecto Raúl Cacho, a mediados de los cincuenta, llegó a la Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco. "Cacho me apoyó muchísimo como estudiante, me invitó a trabajar con él en un proyecto de Feria Mundial. Hicimos unas maquetas muy bonitas. Todo esto a mi regreso de París. Y ahí fue el contacto. Cacho hizo el plan de desarrollo de la zona norte de la costa, en Puerto Vallarta. Yo el del sur".37 En la Comisión, Teodoro simpatizó de inmediato con su vocal ejecutivo, José Rogelio Álvarez. "El señor José Rogelio Álvarez", escribiría,

es un hombre de vasta cultura [...] Ha ejercido brillantemente el periodismo, el magisterio y la crítica de arte [...] Como planeador, posee la cualidad excepcional de conocer los límites precisos de acción de las diferentes disciplinas que intervienen necesariamente en el ejercicio de planear, así como la habilidad de coordinarlas otorgando la máxima libertad a los profesionales encargados de cada una de ellas.38

Teodoro González de León recuerda todavía con emoción su trabajo en la CPCJ. Viajaba todas las semanas a la costa, dice. "El jueves tomaba el tren en la noche. Salía puntual de la ciudad de México, a las ocho de la noche, y a las siete de la mañana llegaba a Guadalajara".39 Ahí abordaba un jeep para salir por los caminos de terracería hacia el mar.

Los pueblos estaban intactos, preciosos. Llegábamos en brecha a uno llamado Ayo el Chico, cerca de Jiquilpan. Todo de piedra café claro, con toques blancos, con puertas de madera pintadas de verde obscuro. La gente que vivía ahí se comunicaba a caballo. No había anuncios. Todo en orden. Todas las gentes vestidas de negro [...] Ya en Autlán, el pueblo estaba más feo, por la mina.40

Al final llegaban a trabajar a Barra de Navidad, aunque dormían en Cihuatlán. "En Barra no había nada, difícilmente podías comer en Barra".41 Después regresaba de nuevo a Guadalajara. En esa ciudad, donde permanecía unos días, recuerda haber visto en el despacho de su amigo, el arquitecto Julio de la Peña, a un muchacho de apariencia humilde, moreno, llamado Marco Aldaco. "Andaba descalzo, me acuerdo, él decía que era yaqui, estaba siempre vestido con una camisa blanca".42 Ambos habrían de encabezar dos estilos totalmente diferentes en arquitectura, aunque aún no lo sabían. Teodoro, en concreto, no podía saber entonces que las ideas de ese muchacho de origen indígena —el predominio de materiales naturales como la madera y la palapa sobre el vidrio y el concreto, por ejemplo, o la predilección de las curvas suaves sobre los ángulos rectos en el diseño de las casas— serían las que terminarían por predominar al fin en la costa del Pacífico, sobre todo en lugares como El Tamarindo, Careyes y Cuitzmala.

Teodoro González de León contemplaba, en sus planos para Barra de Navidad, una zona turística (residencial y hotelera) y una zona destinada a la vivienda familiar (la de los campesinos y pescadores, y la de quienes iban a trabajar en los servicios de lo que pronto sería "una dilatada urbe", según el arquitecto Cacho).43 González de León dibuja la visión panorámica de la nueva ciudad.44 En ella es posible ver el núcleo de la zona turística, dominado por un hotel de lujo que tendría diez pisos de altura y un conjunto de apartamentos de 260 metros de longitud. Las líneas de la nueva ciudad, como puede ser visto, eran todas rectas: unas verticales, otras horizontales, en contraste con las formas sinuosas y sensuales del entorno: la bahía, la barra de arena y, al fondo, el cerro de San Francisco.

La zona destinada a la vivienda familiar era también importante en la concepción del conjunto. Barra de Navidad, en esos años, empezaba a crecer. En 1953 había apenas una enramada que vendía pescados a los viajeros. Ahora, en 1957, había ciento veintiún familias asentadas en el poblado, según la CPCJ. Teodoro lamentaba que todas ellas vivieran hacinadas en chozas con techos de palma, un material que detestaba, pues no duraba más de una docena de años y era susceptible al fuego y a los huracanes del Pacífico. En su lugar planeaba construir en la ciudad una serie de viviendas que tendrían, anunciaba, "dos formas fundamentales: cono y bóveda, que alternarán con paraboloides en la zona de servicios".45 Los conos iban a contener las alcobas que tendrían las viviendas, por la razón que explicaba González de León: "Además de responder a la inquietud de orden plástico, la idea del cono es consecuencia de varias preocupaciones de orden funcional: resolver la salida del aire caliente de un local, ofrecer una menor superficie a la radiación solar y reducir el volumen de construcción".46 En Barra de Navidad: estudio de un área,47 se muestra el dibujo de una de las viviendas en forma de cono que tendría Barra de Navidad. La ciudad iba a tener decenas de viviendas de este tipo, con las puntas del cono pintadas de blanco, azul y amarillo, y con "el gris natural de block de concreto en los muros".48 Las casas de bóveda, por su lado, que eran varias decenas más, también iban a tener bardas "del color gris natural del block".49 El concreto iba a llegar al trópico sin ser antecedido por los materiales que normalmente lo precedían: la piedra, el adobe y el ladrillo. Una vez más, la modernidad coincidía con la colonización. Todos los trazos del núcleo urbano de Barra serían normados por la escala armónica del Modulor, el instrumento de trabajo de Le Corbusier. Conos, cubos, rectángulos y paraboloides, todo construido con bloques de concreto, la piedra del siglo XX.

González de León, además de ser un genial arquitecto, era un notable urbanista, como había demostrado desde joven, al participar en la propuesta de planeación de la Ciudad Universitaria en la capital de México. Estaba consciente de que —en sus palabras— "el azar gobierna casi toda la plástica de la ciudad moderna".50 Lo lamentaba. Por eso, para Barra, él quería una ciudad ordenada, uniforme, con un perfil regular, hecho de cuadras del mismo tamaño, con un centro, no amorfa y policéntrica como eran las ciudades modernas, deformadas por la necesidad de tener que satisfacer las demandas de una población creciente, sobre todo en América Latina.

El conjunto destinado a la vivienda familiar iba a tener campo deportivo, plaza pública, escuela, clínica, iglesia, mercado, oficinas y casa de la comunidad. Iba a estar situado junto a la zona turística, que contaría a su vez con plazas, jardines, teatro, casino, muelle, andador, cabaret, terminal de autobuses, oficinas, comercios, embarcadero, piscinas, estacionamiento, club de yates y guardería infantil, todo ello dominado por un hotel de lujo (diez pisos y cien cuartos) y un edificio largo con hoteles y apartamentos (dos pisos y 260 metros de longitud). El hotel de lujo, en forma de rectángulo vertical, estaba ideado para tener una cimentación en sólo dos puntos de apoyo. El hotel adicional, planeado en forma horizontal sobre el acantilado del cerro de San Francisco, estaba a su vez concebido como "una estructura larga de dos pisos con apoyos distantes, de 30 y 50 metros", que iba a tener, para que la gente pudiera circular cómodamente, algo inaudito: "bandas mecánicas".51 En Barra de Navidad: estudio de un área52 se muestra ese edificio. El material de construcción sería el concreto, el vidrio y el aluminio, según el proyecto. Había en todo ello ecos de la cité radieuse de Marsella, uno de cuyos edificios, en forma de paralelípedo, estaba asimismo construido sobre pilotes y era también gris, el color del concreto que privilegiaban los discípulos de Le Corbusier.

En este proyecto para la costa del Pacífico trabajó, sobre todo, Teodoro González de León, quien en 1957 terminó por fin "el plano regulador y el proyecto definitivo para el fraccionamiento de Barra de Navidad".53 Todo, sin embargo, fue de pronto detenido. ¿Qué sucedió?

El proyecto fracasó por tres razones, además del desinterés del sucesor de Yáñez en el gobierno de Jalisco: el ciclón de 1959, que devastó el sur de la costa de Jalisco, sin excluir a Barra de Navidad, y los problemas económicos de la persona que financiaba el proyecto de Barra, el empresario Ismael Madrigal. "El huracán deshizo significativamente el trabajo que habíamos hecho", recuerda González de León.

Agarró la obra a la mitad. Los rellenos de los canales desaparecieron. Y luego vinieron los problemas financieros. La inversión iba a ser pública y privada, y el promotor privado iba a ser Ismael Madrigal. Pero supimos que estaba quebrado. La expansión de Guadalajara más cara y más grande la había hecho él. Creo que se llamaba Lomas del Valle. Ahí le encontraron que los terrenos los había vendido dos veces y esas cosas. Al tipo lo tenían asediado y lo metieron a la cárcel. Pero desempantanar la inversión ya era difícil. Fue un gran golpe. José Rogelio se movió por todos lados, buscó gente, pero el contrato con Madrigal le impedía firmar el proyecto con otros inversionistas. Muchos le quisieron entrar, como Jorge Dipp, otro personaje fabulosamente rico que rondaba por la Comisión. Pero no pudieron.54

Así lo confirman también unos investigadores del Colegio de Michoacán:

Los recursos económicos fueron aportados por Salvador Madrigal Moreno, por medio de la empresa Albergues Marítimos S.A. La firma planeaba la urbanización y el desarrollo turístico de Barra de Navidad, con restaurantes, comercios, un cine-teatro y parques comprendidos entre la terminal de autobuses y la zona hotelera [...] Sin embargo, Madrigal Moreno sufrió una quiebra financiera que lo llevó a la cárcel.55

¿Qué habría pasado si llegan a existir todas esas estructuras concebidas para Barra de Navidad, brillantes, sin duda, pero inadecuadas para el trópico? Sus edificios de metal, como sus bandas mecánicas, acabarían oxidados, descompuestos, en ruinas frente a las playas del Pacífico. El proyecto no era sustentable ni ambiental ni culturalmente. Pero aunque es fácil caricaturizar, resulta más interesante entender. González de León regresaba de Europa iluminado por Le Corbusier. Barra de Navidad era para él una oportunidad de hacer realidad su sueño: una ciudad levantada de la nada, totalmente planeada para satisfacer las necesidades del hombre del siglo XX.

 

El final

A finales de la década de los cincuenta habían sido invertidos, en tan sólo cinco años, 215 millones de pesos en la región de la costa de Jalisco. "De los 215 invertidos, 72 proceden de los particulares", informó la CPCJ.56 La mayor parte de los recursos se concentró en infraestructura de brechas, caminos y carreteras. "Se han construido 137 kilómetros de carreteras pavimentadas de primer orden, 60 kilómetros de caminos revestidos y 585 kilómetros de brechas de penetración", notó la Comisión.57 Pero también se dirigió al desarrollo de las comunicaciones en general: "Se trabaja en pistas, edificios y enlace vial del gran aeropuerto de Vallarta [...] Se han tendido 368 kilómetros de nuevas líneas telefónicas para beneficio de once poblaciones, y se han terminado los estudios para la construcción de dos puertos, Melaque y Vallarta".58 Todo ello tuvo desde luego un impacto importante en el uso de suelo de la costa de Jalisco. Hubo un incremento de cerca de 90 por ciento en las tierras cultivadas y de más de 100 por ciento en las existencias ganaderas en la región de la Costa, según la CPCJ.

Pero todo de pronto se derrumbó. ¿Por qué?

Una parte de la respuesta está en el carácter que tuvo la sucesión en el gobierno de Jalisco. Juan Gil Preciado, el sucesor de Agustín Yáñez, buscó de inmediato, al acceder al poder, un deslinde con respecto de su antecesor, según era costumbre en el régimen del PRI. La colonización de la costa de Jalisco estaba en efecto a tal punto identificada con Yáñez, era a tal grado su proyecto personal, que un deslinde con respecto de su gobierno pasaba necesariamente por la supresión de ese proyecto. La Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco desapareció en febrero de 1959. José Rogelio Álvarez ya no trabajó en el gobierno de Jalisco: en marzo de ese año fundó en Guadalajara la empresa Planeación y Promoción S.A., que trabajó para los gobiernos de Nayarit, Sinaloa y Guanajuato.

Pero el carácter de la sucesión en el gobierno de Jalisco no es toda la respuesta al enigma del súbito derrumbe de los planes para desarrollar la Costa. Detrás del derrumbe del proyecto estaba también la salida de la Compañía Minera Autlán. Esa compañía había sido uno de los motores de la colonización desde que en 1953, año de la llegada de Yáñez al gobierno de Jalisco, fueron encontrados los yacimientos de manganeso en el municipio de Autlán. Entre 1956 y 1957 se construyó y pavimentó la carretera de Autlán a Barra de Navidad, con la idea de crear un puerto industrial en Melaque. "En un esfuerzo sin precedente", presumió por esas fechas Yáñez, "se ha pavimentado un kilómetro por día de trabajo, a cargo exclusivamente de los particulares".59 Y el 27 de julio de 1957, la Compañía Minera Autlán anunció incluso su intención de construir, por su exclusiva cuenta, el puerto de Melaque. "La primera vez que un gobierno recibe en México una oferta de tal naturaleza", según la Comisión.60 El proyecto de Melaque, en Jalisco, surgía más o menos al mismo tiempo que el proyecto de Lázaro Cárdenas, en Michoacán. Ambos tenían intenciones similares: sacar por mar el mineral que había en la región, aunque al final los dos siguieron rumbos muy distintos.

El entusiasmo terminó de golpe en la costa de Jalisco. "Un buen día", afirma José Rogelio Álvarez, "resultó que lo que creían era un manto de manganeso resultó un campo de lentejas, un archipiélago en el que de pura casualidad en todas las excavaciones habían dado con manganeso".61 Los enormes yacimientos de manganeso no existían. Las minas se abandonaron a principios de los sesenta. Ya no se hizo tampoco el puerto de Melaque. Ni la ciudad de Barra de Navidad. Ni la carretera costera. Nada. La costa volvió a quedar fuera de la historia para retomar, una vez más, el ritmo cíclico y milenario de la naturaleza.

Pero las heridas de la colonización serían también visibles en los años por venir. Pues la colonización estuvo acompañada de la destrucción de un hábitat que había permanecido muy poco perturbado a lo largo de los años. Agustín Yáñez celebraba en voz alta, como gobernador, la construcción de las carreteras en la Costa. "Cada día se hace justificada referencia al progreso que suscitan los caminos", decía. "Nunca, empero, se alude a cómo, por omisión, provocaron más allá de su cuenca la postración y el abatimiento... y, en cierto sentido, la detención angustiosa del tiempo".62 Pero en su intimidad, como escritor, lamentaba la obra de los tractores D-8, las motoconformadoras, los bulldozers con cuchilla angulable que desmontaban las selvas de Jalisco. Así lo habría de revelar en La tierra pródiga, la novela que escribió durante los años en que fue gobernador, donde su postura frente a la colonización es escéptica, luego de haber visto la destrucción que significó para la Costa. "Seguían llegando máquinas", dice en su novela. "Avanzaban pesada, lenta, inexorablemente. Derrumbaban árboles, rompían montañas, rellenaban abismos. Tractores monstruosos, palas gigantescas, escrepas colosales, enormes camiones de volteo [...] Llegaban del oriente, del norte, del sur hacia el mar".63 Tenía razón en ver así las cosas. La colonización de la Costa, como todas las conquistas, fue también brutal y despiadada.

 

Documentos

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Notas

1 Luis González, "Comentario a la ponencia de José Rogelio Álvarez titulada La Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco en elperiodo 1953-1959. Encuentro, octubre-diciembre de 1983, 97.

2 José María Muriá, coord., Historia de Jalisco, vol. IV, Guadalajara, Gobierno del Estado de Jalisco, 1982, 613.

3 José María Muriá, coord., op. cit., p.614.

4 Agustín Yáñez, "Multiplicación de Jalisco", en Teodoro González de León y José Rogelio Álvarez, coords., Barra de Navidad: estudio de un área, México, offset Diana, 1958, 6. Son en realidad 20,000 kilómetros cuadrados los que tiene la región de la Costa y 350 kilómetros los que tiene de longitud el litoral de Jalisco.

5 Agustín Yáñez, Ibid.

6 La Marcha hacia el Mar ha sido estudiada, entre otros autores, por el investigador Jean Revel-Mouroz.

7 Entrevista con José Rogelio Álvarez, México, 29 de mayo de 2006.

8 Congreso del Estado de Jalisco, Ley de Fomento a la Economía de la Costa Jaliciense, Decreto 5031, Guadalajara, 6 de enero de 1945.

9 Congreso del Estado de Jalisco, Ibid.

10 Congreso del Estado de Jalisco, Ibid.

11 José Rogelio Álvarez, Relatos testimoniales, México, Biblioteca del ISSSTE, 1999, 39.

12 José Rogelio Álvarez, op. cit., p. 40.

13 José Rogelio Álvarez, op. cit., p. 42.

14 Agustín Yáñez, La tierra pródiga, México, FCE, 1960, 133.

15 José Rogelio Álvarez, "La Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco en el periodo 1953-1959", Encuentro, octubre-diciembre de 1983, 89-90.

16 Entrevista con José Rogelio Álvarez, México, 29 de mayo de 2006.

17 José Rogelio Álvarez, "Antecedentes de la Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco", en Teodoro González de León y José Rogelio Álvarez, coords., Barra de Navidad... p. 21.

18 Agustín Yáñez, "Multiplicación de Jalisco", en Teodoro González de León y José Rogelio Álvarez, coords., Barra de Navidad..., p. 7.

19 Véase José Rogelio Álvarez, ed., Nueva imagen de Jalisco: 1953-1959, Guadalajara, Dirección de Promoción Económica, 1959.

20 Agustín Yáñez, Ibid. La Costa, cabe recordar, ocupaba casi la misma extensión que el Altiplano: 17 por ciento del territorio de Jalisco.

21 Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco, Anuario 1954, Guadalajara, febrero de 1955, 31.

22 Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco, Primer censo regional de la costa de Jalisco, Guadalajara, 1958, 7.

23 José Rogelio Álvarez, "La Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco en el periodo 1953-1959", Encuentro, octubre-diciembre de 1983, 87.

24 Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco, Anuario 1954, Guadalajara, febrero de 1955, 11.

25 José Rogelio Álvarez, "La Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco en el periodo 1953-1959", Encuentro, octubre-diciembre de 1983, 91.

26 Véase fragmento del levantamiento fotográfico aéreo realizado en la costa de Jalisco con ayuda de la Dirección General de Geografía, en José Rogelio Alvarez, ed., Nueva imagen de Jalisco...

27 Congreso del Estado de Jalisco, Ley constitutiva de la Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco, Decreto 7063, Guadalajara, 10 de octubre de 1956.

28 Agustín Yáñez, Ibid.

29 Agustín Yáñez, Ibid.

30 José Rogelio Álvarez, Relatos testimoniales, México, Biblioteca del ISSSTE, 1999, 18.

31 José Rogelio Álvarez, op. cit., p.19.

32 Raúl Cacho, "El nacimiento de una ciudad en México", en Teodoro González de León y José Rogelio Álvarez, coords., Barra de Navidad..., p. 17.

33 Citado por Silvia Cherem, Teodoro González de León, México, Casa Lamm, 2006, 7.

34 Citado por Silvia Cherem, op. cit., p. 16.

35 Citado por Rolando Cordera, Volver con la memoria: entrevista con Teodoro González de León, México, Cal y arena, 2009, 261.

36 El viejo rastro de Guadalajara, por cierto, edificado en 1906, fue el primer edificio de concreto construido en México: "Lo hicieron unos tipos de Chicago" (entrevista con Teodoro González de León, México, 17 de septiembre de 2009).

37 Entrevista con Teodoro González de León, México, 17 de septiembre de 2009.

38 Teodoro González de León, "Introducción", en Teodoro González de León y José Rogelio Álvarez, coords., Barra de Navidad..., p. 93.

39 Entrevista con Teodoro González de León, México, 8 de mayo de 2006.

40 Entrevista con Teodoro González de León, México, 17 de septiembre de 2009.

41 Entrevista con Teodoro González de León, México, 17 de septiembre de 2009.

42 Entrevista con Teodoro González de León, México, 17 de septiembre de 2009.

43 Raúl Cacho, "El nacimiento de una ciudad en México", en Teodoro González de León y José Rogelio Álvarez, coords., Barra de Navidad..., p. 17.

44 Teodoro González de León y José Rogelio Álvarez, coords., Barra de Navidad...

45 Teodoro González de León, op. cit., 1958, p. 77.

46 Teodoro González de León, Ibid.

47 Teodoro González de León y José Rogelio Álvarez, coords., Barra de Navidad...

48 Teodoro González de León, op. cit., p. 78.

49 Teodoro González de León, op. cit., p. 80.

50 Citado por Rolando Cordera, Volver con la memoria: entrevista con Teodoro González de León, México, Cal y arena, 2009, 263.

51 Teodoro González de León, op. cit., p. 68.

52 Teodoro González de León y José Rogelio Álvarez, coords., Barra de Navidad...

53 Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco, Anuario 1957, Guadalajara, febrero de 1958, 30.

54 Entrevista con Teodoro González de León, 17 de septiembre de 2009.

55 Alicia Cuevas Muñiz y José Luis Seefoo Luján, "Reubicación y desarticulación de La Yerbabuena", Desacatos, septiembre-diciembre de 2005, 47.

56 José Rogelio Álvarez, "Antecedentes de la Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco", en Teodoro González de León y José Rogelio Álvarez, coords., Barra de Navidad..., p. 23.

57 José Rogelio Álvarez, op. cit., p. 23.

58 José Rogelio Álvarez, Ibid.

59 Agustín Yáñez, "Multiplicación de Jalisco", en Teodoro González de León y José Rogelio Álvarez, coords., Barra de Navidad..., p. 7.

60 Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco, Anuario 1956, Guadalajara, febrero de 1957, 48.

61 Entrevista con José Rogelio Álvarez, México, 29 de mayo de 2006.

62 Agustín Yáñez, "Multiplicación de Jalisco", en Teodoro González de León y José Rogelio Álvarez, coords., Barra de Navidad..., p. 6.

63 Agustín Yáñez, La tierra pródiga, México, FCE, 1960, 184-185.

 

Información sobre el autor:

Carlos Tello Díaz, investigador titular de tiemplo completo en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la Universidad Nacional Autónoma de México. Licenciado y maestro en Filosofía y Letras por la Universidad de Oxford, y doctor en Historia y Civilizaciones por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Investigador invitado en las universidades de Cambridge, Harvard y La Sorbona (IHEAL). Autor de varios libros.

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