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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.35 no.138 Zamora mar./may. 2014

 

Reseñas

 

Rodrigo Laguarda, La calle de Amberes: la gay street de la ciudad de México

 

Víctor M. Ortiz Aguirre*

 

México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2011, 103 p.

 

* El Colegio de Michoacán. Correo e: vortiz@colmich.edu.mx

 

El presente libro puede ser abordado desde diferentes perspectivas. Pero en cada caso, no deja de ser un trabajo que describe el surgimiento de un espacio, en el panorama urbano, caracterizado por una singularidad: se trata de una calle donde las expresiones comportamentales de la diversidad sexual son abiertamente toleradas. Simplemente por esto vale la pena leer las descripciones que conforman este boceto, hecho mediante algunas pinceladas que dan idea del surgimiento de este espacio insólito, en un país caracterizado por la homofobia y el machismo.

Por una parte deja traslucir una especie de imitación —en tanto que fenómeno característico de muchas especies, entre ellas la nuestra—, ya que sugiere la idea de que la calle de Amberes, ubicada en la colonia Juárez de la capital de México, justo en una colección de cuadras bautizadas como "La Zona Rosa", emerge como intento de estar a la par de ciudades como San Francisco (con el barrio de el Castro), Nueva York (y su Greenwich Village), Madrid (con La Chueca) o París (con el Marais). Pero por otro lado, también sugiere la idea de que dicha calle se transforma en función de las necesidades de las personas que forman parte de los diversos grupos pertenecientes a la llamada "diversidad sexual".

Sea por uno, por otro o por ambos argumentos, el hecho es que el texto presenta una serie de debates por tener en cuenta. Por ejemplo, este de la diversidad sexual, pues hay desde quien entiende por tal concepto solamente a los grupos considerados dentro de las siglas LGBTTTIQ,1 hasta quien plantea que dentro de la diversidad sexual también están los sectores heterosexuales y, en consecuencia, llevan el concepto a un nivel omniabarcante.

Otro punto de reflexión está dado por la pregunta a la que de manera insoslayable el texto nos remite: ¿cuáles han sido las múltiples transformaciones para que el escenario urbano de la capital mexicana pueda albergar una calle con tales características?

Porque es cierto, mientras hace años era impensable que dos hombres o dos mujeres pudieran tener muestras sexoafectivas en plena calle, Amberes hoy día es un recorrido donde la policía misma está para cuidar a la ciudadanía sin importar opciones, identidades y prácticas sexo-genéricas.

Otro de los puntos que el texto toca es la aparición de diversos locales donde hay desde cafeterías hasta bares y discotecas, mezcalerías y restaurantes, no sólo ubicados dentro del concepto de ser espacios gay friendlys (tolerantes de personas con esa preferencia), sino abiertamente gays. Acá la reflexión que el texto inspira es justo en términos de la colonización, conquista o comercialización de la diversidad sexual: su happy y acrítica integración a un mercado de consumo, caracterizado por la banalización de cualquier construcción de conocimiento, reflexión o mirada crítica. De hecho, todos estos espacios están concebidos como lugares para la realización del ideal gay; no olvidemos uno de los más comunes usos de la palabra en el inglés: gay significa ser alegre. Así, ser gay tiene ya lugares físicos donde la alegría es una estrategia de olvido y supervivencia frente a condiciones de violencia y marginación; donde la alegría es una forma de resistencia ante la depresión de no contar con un entorno social que no ataque a sus miembros; ahí donde la alegría es la forma de construir la indiferencia frente al rechazo familiar, por no mencionar también la homofobia internalizada por los propios gays. Es interesante que el texto permita pensar en que lejos de construir la cultura gay como una cultura crítica de una sociedad y propositiva de nuevas formas de relación, se la esté fomentando como una forma de pasar un rato alegre, mostrándose y mirando a otros, en el ligue como primera forma de vínculo.

Resulta innegable la importancia de que cualquier grupo de personas cuente con espacios de encuentro y recreación, donde puedan generar cultura en sus muchas formas. Pero también es innegable que los antros de Amberes son un negocio donde toda la virulencia de la diversidad sexual queda desarticulada en el medio de una "fiesta alegre", pero muy poco propositiva.

Lo mismo sucede con el comercio informal, caracterizado en esta zona por su sesgo de diversidad sexual. Las películas "piratas" que se ofrecen a la venta en las banquetas versan siempre sobre temáticas relacionadas con dicha diversidad, por ejemplo. Igual para con los expendios de periódicos, cuya oferta de revistas pornográficas dirigidas a este sector de la población es mucho mayor que en otros puntos de la ciudad.

Pasamos entonces a un siguiente punto que atraviesa todo el texto, y tiene que ver con la reproducción que la diversidad sexual hace de los patrones heteronormativos. Esto es, si hay una identidad que se reconoce en lo diverso, ¿por qué en vez de producir lo inédito, en vez de crear nuevas e insólitas formas de relación, termina reproduciendo los anquilosados patrones de una heteronormatividad hegemónica? Esto reubica todo lo que simboliza la calle de Amberes en una tensión entre ser un espacio que reproduce todo un sistema de valores, mismo que margina y excluye a los grupos que por ella circulan; o como un espacio donde lo inédito está por verse.

Luego de la introducción donde el autor, previos agradecimientos, expone sucintamente el armado teórico que avala el texto, aparecen cinco interesantes fotografías de la calle objeto del libro. Las imágenes dan cuenta de la transformación actual, si bien algunos de los negocios se han reformado a la fecha; pero aun así, la panorámica en general se mantiene hasta el día de hoy. El resto del libro está dividido en tres grandes apartados que no sólo versan sobre la historia de esa calle, sino que integran también algunos elementos característicos de la cultura gay, tales como el uso de ciertas formas idiomáticas, modas y gusto por determinados artistas.

A continuación, en el apartado que lleva por título "La aparición de la calle gay", el doctor Laguarda hace un recorrido de la historia de dicha calle, hasta llegar a los personajes centrales que promovieron su transformación gay, y los avatares que surgieron incluso en términos legales para poder realizar el desplazamiento simbólico de ese espacio.

En "Experimentar la gay street el lector puede enterarse de los sucesos ya específicos de Amberes transformada en espacio gay, qué sitios se inauguraron, el tipo de dinámica que se fue generando, las transformaciones y clausuras, los lugares de moda, las jerarquías de los sitios. Y esto último resulta de particular interés, pues aun siendo miembros de un mismo colectivo, la presencia de las diferencias sociales no sólo permanece, sino que se intensifican. Aquí hay un síntoma interesante de dicho grupo: las diferencias de edad, de corporalidades, de ropa de marca o no, de color de piel, etcétera, conforman un universo de marcadores sociales que tienen una fuerte presencia para matizar los vínculos y las formas de ligue. Es sugestiva la paradoja con que la diversidad sexual, que lucha por la tolerancia, no deja de reproducir al interior de sus colectivos innumerables marcadores de intolerancia, diferencia y separación. Y esto es lo interesante del texto, que de manera —me parece— involuntaria, se transforma en una denuncia de las asimetrías al intentar enunciar los paisajes; que al describir la banalidad de un colectivo resalta sus profundas contradicciones y, por tanto, las de una sociedad que le sirve de telón.

En el siguiente apartado, "Usos del lenguaje en Amberes", aparece una colección de letras de canciones muy escuchadas en el colectivo, consideradas representativas o emblemáticas de los infortunios amorosos o de las ganas de ser libres o de asumirse tal como son sin dar importancia a la crítica social. De nuevo, la descripción que hace el autor permite pensar sobre el manejo emocional que se propone para la sujeción-construcción del gay: la emoción no aparece como camino de conocimiento, por ejemplo, sino como pasión desbordada. De igual manera, la influencia de modelos televisivos, las cantantes de moda (sobre todo mujeres, por eso utilizo el femenino), sus gestualidades y frases comunes, elementos todos que conforman una determinada corporalidad para poder recorrer la gay street y formar parte del colectivo, son atestiguadas por la palabra de los propios miembros del colectivo entrevistados por el doctor Laguarda.

Para terminar, en "Consideraciones finales" el autor inicia con la siguiente frase: "La conjetura inicial de esta investigación fue que cualquier identidad requiere de un espacio de identificación para consolidarse". La apuesta es general y muy probada, por lo que denota que el texto poco se arriesga a una mirada más analítica y mucho menos se atreve a circular por una mirada interpretativa de la información que pone en juego. ¿Por qué tanta mesura?

Estamos entonces ante un breve texto que resulta interesante para quien desconozca absolutamente lo sucedido en la calle de Amberes, las dinámicas de los diferentes grupos que conforman la diversidad sexual, así como para quien no sepa de los fenómenos variopintos que acaecen en la zona rosa. Sin embargo, para quien tenga información y experiencia al respecto, resulta un texto demasiado descriptivo, que no pasa de ahí; y uno queda a la espera de conocer cuál es la postura del autor al respecto. Por tanto se torna en un texto parco, que si bien tiene el mérito de tocar un tema tabú en nuestro país, lo hace con mucha timidez. No obstante, hay que subrayar la importancia de que en nuestro país se realicen este tipo de publicaciones. Si pensamos en lo que ocurre por ejemplo en Barcelona, donde el tema está politizado y no sólo se producen corrientes políticas en torno a la diversidad sexual, sino importantes avances teóricos, como la propuesta de Beatriz Preciado en su libro Testoyonqui (Espasa, 2008), podemos tener un marco donde ubicar en un contexto globalizado la poca y mala literatura que en México todavía está vigente. Vayan pues las recomendaciones de leer un texto que demandará del lector un trabajo de fertilización para que las ideas ahí expuestas adquieran mayor riqueza.

 

Nota

1 Lesbianas, gays, bisexuales, trasvestis, transgénero, transexuales, intersexuales y queers, grupos que se autocolocan en un lugar fuera de la heterosexualidad normativa y dominante.

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