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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

On-line version ISSN 2448-7554Print version ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.34 n.135 Zamora Jun./Aug. 2013

 

Revisión de libros

 

José Óscar Ávila Juárez, Acero. Nacionalismo y neoliberalismo en México. Historia de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S.A.

 

Verónica Oikión Solano*

 

México, Universidad Autónoma de Querétaro, 2011, 446 p., cuadros, gráficas y mapas.

 

 

* El Colegio de Michoacán. Correo e: voikion@colmich.edu.mx

 

La obra fue elaborada mediante una combinación de enfoques de la historia de las empresas y de la historia empresarial, a través de las cuales el autor ha puesto atención preferencial a la revisión histórica del desempeño, la lógica y las estrategias de ciertos empresarios innovadores y de grupos de empresarios de vanguardia, así como al análisis de los cambios industriales que son parte y reflejo de las transformaciones económicas y sociales del país en su conjunto.1 El autor explica la complejidad de los procesos sinuosos y de gran envergadura que al menos durante un siglo ha tenido el acero mexicano. Él mismo nos lo dice con claridad en la apertura de su obra, en unas primeras líneas que ha denominado ''Los motivos del Lobo'' donde asegura estar cerrando "un círculo en el conocimiento sobre la historia del acero mexicano''.2

Acero. Nacionalismo y neoliberalismo en México cuenta con una estructura a base de cuatro capítulos. El primero de ellos se titula ''El despertar del acero mexicano: las primeras empresas (1900-1941)''. La segunda sección lleva como encabezado ''El ascenso del acero y génesis del proyecto siderúrgico michoacano". En tercer término tenemos ''Esperanza e institucionalización del proyecto: las Comisiones del Tepalcatepec y del Río Balsas''. Por último, en el cuarto capítulo se aborda ''Acero, crisis y neoliberalismo: SICARTSA en manos del Estado (19711991)''. Aunque esta sección no concluya precisamente en este último año porque el autor la prolonga de manera acertada hasta nuestros días del siglo XXI neoliberal con una ponderación de cierre donde nos da el balance del acero en manos no sólo privadas sino trasnacionales, lo que resulta totalmente desalentador y ominoso.

Debo aclarar que en el índice de la obra sólo se enuncia el título de cada capítulo, pero hubiese sido más ventajoso que se incluyera un capitulado general donde se presentasen todos los apartados que comprenden cada capítulo, pues al hacer la revisión del índice no tenemos la posibilidad de desplegar de manera gráfica todo el contenido del libro.

Resulta importante la explicación amplia ofrecida por el autor en torno a los objetivos de la obra en la parte llamada ''Estructura'' y que viene anexa a la ''Introducción''. Con precisión asienta que:

El trabajo está compuesto de cuatro capítulos que buscan explicar los antecedentes de la industria siderúrgica en México tomando como marco dos vertientes de análisis: una, que enmarca toda la industria siderúrgica nacional, caracterizada por el acontecer de la rama desde 1900, la reconstrucción económica y encauce industrial de la década de los treinta, la edad dorada del acero mexicano, y la recesión y transición capitalista que dio por resultado la venta de las empresas acereras estatales; otra, que retrata a SICARTSA desde su etapa primigenia como proyecto minero, su trayecto como parte del plan acerero estatal en el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas, su transitar como integrante de las Comisiones del Tepalcatepec y Río Balsas, y su fase de edificación, puesta en marcha, retroceso y venta a la iniciativa privada.3

En sus conclusiones, el autor nos hace un recuento muy puntual de sus hallazgos, pero hubiese sido más provechoso concatenar dicho recuento a una prospectiva de lo mucho que falta por hacer, es decir, apuntar los paradigmas necesarios para el cambio radical de los fundamentos de la nación a partir de las decisiones políticas al más alto nivel, es decir, desde la visión del estadista con sentido nacionalista –de la que actualmente el país carece– así como de los recursos humanos y del potencial político y económico requeridos para la transformación de la patria mexicana desde la sociedad, empoderándola desde abajo, con el pueblo, con las comunidades, para que el acero se convierta en uno de los motores y detonadores del crecimiento económico en México mediante el ejercicio y el manejo soberano y sustentable de nuestros recursos naturales y su industrialización, y con la finalidad última de la redistribución de la riqueza nacional vinculada al desarrollo regional.

Por otro lado, para hacer más legible la obra y entender los numerosos tecnicismos que se desprenden de la industria siderúrgica, el autor ha sido muy sensible incluyendo al final un glosario de términos. A la vez, los 47 cuadros y las 17 gráficas nos exponen la información con rigurosidad y precisión. Pero los dos mapas resultan poco atractivos por su pequeña dimensión y por no añadir los enunciados topográficos específicos. Sobre todo con el uso de la cartografía histórica hubiese sido muy adecuado elaborar un tercer mapa para ubicar y dar mayor visibilidad al espacio geográfico específico donde finalmente se llevó a cabo el complejo siderúrgico Las Truchas en la costa michoacana.

Debo decir que la edición de la obra en general ha sido bien cuidada por el sello editorial de la Universidad Autónoma de Querétaro. La portada, sobre todo, es elegante y sobria, y al mismo tiempo digna de una obra académica, aunque en los créditos de la página legal no aparece la identificación de las imágenes utilizadas. Por supuesto se agradece que el autor se haya compadecido de los lectores ávidos de su lectura al haber escrito la obra con excelente propiedad y con una narrativa ágil que no provoca tedio. Al avanzar en la lectura de los capítulos me encontré con muy pocos errores, los famosos ''prietitos en el arroz'', lo que habla de la importancia de la presentación formal que le debe dar cualquier autor a su obra en beneficio de la lectura acuciosa que realizarán los futuros lectores, y para no desvalorizar la magnitud del esfuerzo académico en la construcción de su manuscrito.

También el libro cuenta con una relación prolija de fuentes bibliográficas y hemerográficas utilizadas, así como de los archivos consultados. Dentro de éstos el autor señala el Archivo Histórico de Fundidora Monterrey; el Archivo General del Estado de Nuevo León; el Archivo General de la Nación, y el acervo documental -referido a la industria del acero y a la instalación de la siderúrgica en Michoacán– de lo que fue el Centro de Estudios de la Revolución Mexicana Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Jiquilpan, en el noroccidente de Michoacán, cuna del presidente Cárdenas.4 Cabe decir que hubiese sido útil que el autor mencionara, aunque fuese someramente, las condiciones de todos los archivos consultados, y hacer precisiones sobre si dichas fuentes son asequibles, apuntando los problemas que como investigador tuvo en su búsqueda documental.

Un elemento ausente pero valioso debió incorporarse a la obra, sobre todo en la parte introductoria donde era plausible que el autor esbozara una discusión historiográfica a partir de los aportes que sobre el tema distintos autores han realizado, y con el objetivo definido de ofrecer un estado de la cuestión para enterar al lector especializado de lo publicado tanto cuantitativa como cualitativamente, y de los enfoques y de las perspectivas de la producción historiográfica sobre los contenidos en cuestión con sus respectivos sesgos teóricos y metodológicos, y sus restricciones y lagunas en cuanto a orientaciones temáticas. De lo publicado recientemente, vale aquí mencionar como botón de muestra el artículo académico del doctor Gerardo Sánchez Díaz, cuyo título es ''Los orígenes de la industria siderúrgica mexicana. Continuidades y cambios tecnológicos en el siglo XIX''.5 También hubiese sido útil que Ávila Juárez insertara su propia obra en las tendencias historiográficas correspondientes para que el lector especializado tuviera los referentes necesarios para ubicar y evaluar los alcances de su investigación.

No obstante dicha carencia, el libro se publica para superar los olvidos, las limitaciones, los vacíos y las insuficiencias en la historiografía referente al estudio de la acería mexicana. Y desde ahora también la obra se convierte en una aportación seria, amplia y sólida en torno a la historia del acero en México, y de cara, sobre todo, al desarrollo de futuras propuestas que el propio autor y otros especialistas nos ofrezcan para el fortalecimiento de las líneas de investigación de la planta industrial mexicana.

La historia que nos ofrece José Óscar Ávila es una trama muy compleja cuyos ejes centrales son, por un lado, Lázaro Cárdenas y su proyecto para constituir un complejo siderúrgico en la costa michoacana con una visión nacionalista, y como razón de Estado para anclar el crecimiento regional y con un impacto económico industrial de la mayor relevancia para el resto de la nación. Al apuntalar todos los elementos de dicho eje, el autor nos hace evidente cómo el hombre de Jiquilpan navegó a contracorriente en aguas políticas tumultuosas para conseguir su objetivo. Primero, porque durante su periodo presidencial el país tenía muchas limitaciones económicas y Cárdenas se vio obligado a dar un lugar preponderante a la expropiación del petróleo. En segundo término, porque tuvo que remontar la indiferencia de la burocracia mexicana durante varias décadas, y sensibilizar a los presidentes en turno para hacer patente la necesidad de que el Estado mexicano debería ser actor de primera línea en la integración de la industria acerera mexicana.

Por otro lado, la obra pone el acero en el centro de la discusión como punta de lanza en el vertiginoso contexto del desarrollo capitalista industrial del siglo XX mexicano, condicionado por las tensiones entre las políticas industriales de los distintos regímenes de gobierno y la lógica y las estrategias de los grupos empresariales, así como por los dictados de los organismos económicos internacionales y los vaivenes y las turbulencias a escala internacional.

Por cierto, hay que decir que en el contenido de la obra se menciona muy tangencialmente el papel desempeñado por la fuerza de trabajo en la industria del acero, y tampoco refiere el significado vital de lo que representan los trabajadores para la producción acerera. Sabemos que no es una historia social de los obreros del acero, pero a lo largo de la lectura de la obra resulta obligado recurrir a imágenes del proceso mismo de producción mediante las cargas laborales impuestas a los trabajadores en cuyas manos se ha forjado el acero nacional.

Finalmente, tengo la certeza que esta obra se ha realizado con el afán de explicar los mecanismos de la industria del acero en México, así como el camino tortuoso para echar a andar la planta siderúrgica en Michoacán que revolucionó y transformó no sólo el espacio geográfico sino al conglomerado humano que acudió como fuerza de trabajo. La semilla cardenista del acero fructificó en aquella región, y a cuarenta y tres años de su creación hoy por hoy aquella zona costera michoacana se instituye bajo la denominación de su creador, es decir, como el municipio de Lázaro Cárdenas, y como un polo de desarrollo industrial de grandes dimensiones que ya no tuvo oportunidad de conocer el jiquilpense.

Pero su espíritu y su legado a favor de la soberanía de la nación debe ser la piedra de toque de las transformaciones por venir. No en balde siguen siendo reveladoras las acotaciones de Lázaro Cárdenas cuando en sus Apuntes y con el puño firme asegura un mes antes de morir:

México, sin duda, tiene grandes reservas morales para defender sus recursos humanos y naturales, y es tiempo ya de emplearlas para cuidar en verdad que el país se desenvuelva con su propio esfuerzo. [...] la Revolución y sus leyes primigenias, promovieron un profundo e imprescindible cambio implantando la redistribución de la propiedad territorial, haciendo a los mexicanos más dueños de su propio suelo; y con el dominio directo de la nación sobre sus recursos, ésta afirmó su autonomía proyectándola hacia el futuro, al ir sumando a su patrimonio y manejo las industrias básicas necesarias para el desarrollo independiente del país.6

La investigación de José Óscar Ávila tiene la virtud de que valoremos una vez más el ideario cardenista en esta materia. Además, las páginas de este libro cumplen también la función de hacernos patente la memoria trascendente de Lázaro Cárdenas en la vida de México. Por todo lo señalado no me queda más que alentar la lectura de esta obra, saludando su publicación.

 

Notas

1 Carlos Marichal, 'Avances recientes en la historia de las grandes empresas y su importancia para la historia económica de México'', en Carlos Marichal y Mario Cerutti, comps., Historia de las grandes empresas en México, 1850-1930, México, Fondo de Cultura Económica, 1997.         [ Links ]

2 ''Los Motivos del Lobo'', p. 8.

3 ''Estructura'', p. 21.

4 Actualmente dicho Centro se ha transformado en la Unidad Académica de Estudios Regionales adscrita a la Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, y mantiene bajo su protección y conservación importantes y valiosos fondos documentales en relación con la vida y la obra de Lázaro Cárdenas que desde la fundación del Centro de Estudios en enero de 1979 se han venido compilando y organizando.

5 Gerardo Sánchez Díaz, ''Los orígenes de la industria siderúrgica mexicana. Continuidades y cambios tecnológicos en el siglo XIX'', en Tzintzun, Revista de Estudios Históricos, núm. 50, Morelia, Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, julio-diciembre 2009, 11-60.         [ Links ]

6 Lázaro Cárdenas: Apuntes. Una selección, Introducción de Juan Ramón de la Fuente y Apuntes a la presente edición de Cuauhtémoc Cárdenas, México, UNAM y Centro de Estudios de la Revolución Mexicana Lázaro Cárdenas, A.C., 2003, 1464-1465.         [ Links ]

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