SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.34 número135Soborno, fraude, cohecho: Los proyectos para evitar la manipulación electoral en las primeras elecciones del México independiente 1821-1822Acero: Nacionalismo y neoliberalismo en México. Historia de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S.A. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.34 no.135 Zamora jun./ago. 2013

 

Revisión de libros

 

Florencia Gutiérrez, El mundo del trabajo y el poder político. Integración, consenso y resistencia en la Ciudad de México a fines del siglo XIX

 

María Dolores Lorenzo*

 

México, El Colegio de México, 2011, 274 p.

 

* El Colegio Mexiquense. Correo e: mlorenzo@cmq.edu.mx

 

El libro de Florencia Gutiérrez explora la compleja relación de los trabajadores urbanos de la ciudad de México y el poder político entre 1870 y 1890 con una original intersección entre la historia social y la historia política.

Artesanos, obreros fabriles, pequeños comerciantes y trabajadores de la calle conformaron el grueso del mercado laboral de la ciudad de México a finales del siglo XIX. Al respecto, Florencia Gutiérrez presenta un cuidadoso análisis del estado de la cuestión y, más allá de una reflexión sobre las transformaciones en el ámbito del taller, de la fábrica y del comercio, estudia a estos grupos urbanos como parte de un contingente popular, como una multitud bien definida, que se organiza y toma las calles para resistir los proyectos de modernización del Estado porfiriano. El mundo del trabajo es así una posibilidad de mirar el amplio espectro de las relaciones sociales y políticas desde diversos escenarios.

Frente al deterioro de las condiciones de vida, estos grupos de trabajadores confrontan, negocian y se van adecuando a las disposiciones de las autoridades, del gobierno local y federal. Una activa participación popular nos muestra aspectos novedosos de la cultura política de las clases trabajadoras en la capital, donde la perspectiva social continua siendo vigorosa para elaborar reflexiones complejas del mundo político de los trabajadores en México. La claridad de exposición del libro permite el acercamiento concreto a una realidad histórica a través de conceptos centrales del análisis social. En cada apartado se articula una sugerente temática que, por supuesto, no está desprovista de una metodología crítica y rigurosa. Así, la autora explora la integración y la subordinación de los grupos de trabajadores urbanos con las autoridades; se adentra en las diversas formas del descontento de los grupos populares para explorar motines, negociaciones y consensos; también de manera sugerente estudia la resistencia cotidiana de los trabajadores frente a los embates de la moralidad y el decoro que las elites de finales del siglo XIX buscaron imponer sobre ''la gente común".

El acercamiento de Florencia Gutiérrez al mundo del trabajo sitúa al lector dentro de un complejo tema y le permite apreciar un amplio horizonte de análisis que resulta de una sólida investigación en archivos. La mirada crítica de caricaturas, novelas, notas periodísticas, códigos, normas, lírica popular, grabado y otros documentos restituyen en esta historia el panorama social en los temas políticos y los contenidos políticos en el análisis social.

El libro se divide en tres partes. La primera parte trata la lucha de facciones y el complicado proceso de articulación de la incipiente organización de los trabajadores de la capital en los primeros años del porfiriato. El azaroso proceso de asociación de las mutualidades se debilitó imbricado con los vaivenes del derrotero político nacional. El marco institucional había acotado, desde el periodo de Lerdo de Tejada, el radio de acción de las mutualidades en la esfera pública, pero el juego faccioso y la débil mediación del Gran Círculo de Obreros signó la crisis de la organización de los trabajadores entre 1877 y 1886. El viraje de esta historia se enmarca en el contexto de los intentos de Díaz para reelegirse. En 1886, la reconfiguración de la relaciones entre las autoridades y los mutualistas brindarían cierta legitimidad a Díaz en el proceso electoral al mismo tiempo que suponían una opción para la injerencia política de los trabajadores. Sólo cuando los intereses se alinearon, la unión de la Convención Radical y del Congreso Obrero encontró un camino para la interlocución con las autoridades. La independencia de los objetivos mutualistas fue cuestionable debido a la sujeción al poder político; sin embargo, esta misma condición, posibilitó cierta participación de los trabajadores en las cuestiones públicas. Este vínculo y sus usos políticos son para Florencia Gutiérrez el contexto en el que se construye un peculiar discurso de clase que, para coexistir con el gobierno imperante, integra preceptos liberales, practicas cívicas que exaltan los valores republicanos en singulares comparsas que ''armonizan'' y resignifican manifestaciones populares en favor de la maquinaria electoral porfiriana.

Los sujetos de estudio de Florencia Gutiérrez están bien provistos de acción estructurada. Son seres que viven, piensan y sienten y que actúan por voluntad propia en función de un propósito específico. En la segunda parte del libro, la autora muestra como, en la turba callejera, se fueron perfilando las prerrogativas de los trabajadores. El motín del níquel en diciembre de 1883 y, casi un año después, la protesta callejera frente a la conversión de la deuda inglesa dan cuenta de la espontánea, que no irracional, adhesión de los grupos populares a estos tumultos violentos. Junto con los estudiantes, los representantes del Congreso Obrero ostentan otro rostro que no es el de la sujeción al poder público. Al contario, la solidaridad con los detenidos, el empuje en las jornadas violentas y, en general, la toma colectiva de calles son sucesos que, para la autora, redefinen la relación entre los trabajadores y las autoridades, pues brindan nuevos escenarios para la negociación. Las movilizaciones que explora Gutiérrez, se desarrollan paralelamente a la sujeción del poder político y le dan una visibilidad distinta a los trabajadores: las elites políticas los conciben como un grupo que debía integrarse al contingente que sostendría, con cierta legitimidad, la reelección de Porfirio Díaz.

La adhesión por conveniencia entre trabajadores y autoridades se enmarca en un relato diacrónico donde las relaciones se van construyendo aparejadas de los sucesos y, como se muestra en el apartado del antireeleccionismo, entre el 15 y el 17 de mayo de 1892, los trabajadores bien organizados por la Convención Radical Obrera y el Congreso Obrero, al grito de ''muera la reelección'', fueron reprimidos y despojados de los privilegios que les había brindado salvaguardar el ''orden público'' y el apoyo a la sucesión presidencial de Díaz entre 1884 y 1892. A la causa política se unieron la prensa independiente y algunos comerciantes; la propaganda contra el régimen debía encontrar, según los discursos, apoyo en ''el pueblo''. Los trabajadores eran un grupo presente y pujante; sin embargo, más allá del calor de la oposición al hombre fuerte, no hubo un candidato que dotara de fortaleza interna al movimiento y la débil organización política de los trabajadores si bien cimbró al régimen y mostró el desgaste de la maquinaria electoral de Díaz, en la práctica se tradujo en una manifestación de corto aliento.

Al escudriñar en los discursos de los trabajadores de la capital, Florencia Gutiérrez destaca la hispanofobia como parte de una ideología inherente de los grupos populares. Los españoles en México se identificaron como los dueños de comercios y de fábricas que hambreaban al pueblo y que se vinculaban con el pasado colonial. En defensa de las condiciones materiales de vida y con una fuerte carga ideológica del liberalismo decimonónico, la hispanofobia protagonizó el encono y los actos violentos de la muchedumbre durante los gobiernos de Porfirio Díaz y Manuel González.

En la última parte del libro se tratan los discursos sobre ''las apariencias'' y ''las buenas costumbres'', ''la limpieza'' y ''el trabajo'', que conminaban al progreso y a la construcción de una sociedad ''civilizada''. Los grupos populares no quedaron atrapados en el juego de las apariencias que los identificaba con el desaseo, el crimen, la enfermedad y el ocio. Con el discurso moralizador de las elites vinieron los criterios excluyentes que estigmatizaron y segregaron, en ciertos espacios, a los grupos populares de la "gente decente''. Ni cantinas ni pulquerías, menos aún los festejos o las jamaicas que animaban etílicamente a la población se veían con buenos ojos, pero fueron sin duda espacios significativos de la sociabilidad de los grupos populares en la capital. Las funciones de teatro por tandas en jacalones mudables eran referentes de esparcimiento de los trabajadores urbanos. No obstante los anhelos, las expectativas y la imposición coercitiva para contener ''el vicio'' y fomentar el trabajo, de acuerdo con la autora, la economía de subsistencia de los trabajadores urbanos supone una apropiación de la vía pública como un ámbito alternativo para vender y comprar o para negociar el patrimonio simbólico del control de una esquina.

El libro de Gutiérrez considera el estudio de un sistema político amplio donde los cambios económicos que transformaron las condiciones de vida de los trabajadores durante las últimas décadas del siglo XIX junto con las pautas culturales y la esfera social reconstruyen un pasado que no disuelve el entramado social y restituye las formas políticas en el mundo del trabajo.

Los atributos políticos del asociacionismo de los trabajadores de la ciudad a finales del siglo XIX que destaca Gutiérrez coinciden con aspectos que la historiografía ha señalado sobre el carácter de subordinación del mutualismo mexicano, así algunas hipótesis del libro se inscriben en las tendencias interpretativas de larga duración. Pero también al profundizar en el juego social entre trabajadores y poder político en las primeras décadas del porfiriato, la autora apuntala de forma muy sugerente una tarea indispensable para las llamadas ''nuevas'' historiografías de entreverar el análisis de los individuos y de las estructuras, explora como ha sido provechoso cotejar las representaciones de los trabajadores y las prácticas de sus organizaciones con la acción política y de esta manera contribuye a repensar las experiencia de los grupos populares en la capital. Esta línea de investigación es en mi opinión uno de los aciertos metodológicos que está presente, sobre todo, en las dos primeras partes del libro, donde los cánones ideológicos son referentes para explorar las prácticas y en ese diálogo consigue la revalorización del mutualismo y sus luchas en el universo del trabajo.

Me resta asegurar que los lectores del libro encontrarán respuestas complejas al estudio de la "gente común'', pues El mundo del trabajo y el poder político es una sugerente reflexión sobre la enorme complejidad de las relaciones sociales en la ciudad a finales del siglo XIX.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons